Tertulian@s @
Relatoría de las Tertulias de Diversidad Sexual realizadas en Caracas en el 2005. Año 1. Nº 3. Agosto
Crónica
Café, Charla, Velada… ¡Tertulia!
David Puigmartí Semánticamente, son tres las acepciones más generales que podríamos encontrar en un diccionario sobre el significado de la palabra “tertulia”. La primera hace referencia al lugar físico, sitio de encuentro o esparcimiento social al que podríamos llamar “café” (o incluso, “tasca”: salta a mi memoria La Tertulia, tasca de La Candelaria a la que era asiduo en mi época de estudiante de pregrado). La segunda remite a la social y humanamente necesaria noción interaccional de charla, conversación, diálogo. Y la tercera conlleva la idea, más social todavía, de velada, reunión, encuentro. Desde febrero de este año, he venido escuchando sobre las Tertulias de Diversidad Sexual organizadas en Caracas, gracias a mi pareja quien ha estado participando y colaborando activamente en ellas. Aun así, yo no había podido asistir porque los martes –día de tertulia- me tocaba dar una clase en ese horario, razón más que válida… aunque secretamente debo confesar que más allá de esa validísima razón se escondía en mí algo de recelo por este tipo de actividades. Llegadas las vacaciones, aparté un poco mi incredulidad y decidí ir, por fin, a una Tertulia.
¿Cómo lo lleva mi familia? Ese era el título de la velada. Yo, sobre el tema, tengo mil cosas que exponer, narrar, argumentar, tanto por mi experiencia personal, como por la nueva experiencia que desde hace meses enfrento con Amilcar (mi compañero) y su familia, amén de tantas otras experiencias de amigos, conocidos o extraños que
uno va recogiendo por la vida. Sin embargo, estaba casi seguro de que no me haría escuchar esta vez –mi primera vez-, no sé si por mi carácter que tiende a veces a la timidez, o porque prefería –como suelo hacerlo- escuchar a los demás. Así fue: llegué al Café Arabica, saludé, conocí gente, me reencontré con otra gente, me senté, escuché, fumé y bebí. De este recuento de acciones, sin duda lo mejor fue precisamente “escuchar”: escuché con delicada atención a cada persona que habló, y al final me quedó un sabor muy rico en los labios (¿o en los oídos?). Fue absolutamente grato escuchar tal diversidad de opiniones, ver tal cantidad de perspectivas –algunas comunes, otras disímiles; algunas cerca de mi esquema de experiencia, otras tan distantes- y sentir que todas cabían en ese rincón de Arabica, que ninguna sobraba, que ninguna desentonaba. Entonces, recordé todos los significados de la palabra tertulia… sentado en un café, tomando una cerveza, participando –aunque pasivamente- de una charla enmarcada en una armónica velada. Entonces, recordé que cualquier “excusa” es buena para satisfacer las necesidades expresivas naturales en el ser humano, para hablarnos, para escucharnos, para recordarnos que no estamos solos… y aunque sé que para muchos esto tiene que ver con una seria y respetable labor de activismo en torno a la diversidad sexual, yo prefiero quedarme con la idea que he esbozado sobre la “tertuliaridad”: café, charla, velada. Más que eso: Humanos… gays, lesbianas, heteros, transgéneros, transexuales… Humanos con necesidad de hablar, de oír, de tertuliar. Prometo que la próxima vez hablaré; tengo la necesidad. Lástima que sólo quede una tertulia antes de irme de viaje.
Próximas tertulias
El Amor Martes, 6 de septiembre, La Ghiringhella, Los Palos Grandes. 6:30 pm Entrada libre
La Bisexualidad
Martes, 4 de octubre, La Terraza del Ateneo, Bellas Artes. 6:30 pm Entrada libre
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