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LA REINA DE TODAS LAS CRISIS

No hay una solución perfecta en estos momentos de crisis; sin embargo, el que cada uno asuma su responsabilidad dentro de su microcosmos es sin duda una gran parte de la recuperación.

CLAUDIA VIDAL

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La crisis sanitaria mundial a la que nos enfrentamos con el COVID-19 no tiene precedentes, si bien la emergencia refleja la vulnerabilidad humana, también afecta a la economía a nivel global. La combinación de estos dos factores genera en las personas un alto nivel de estrés.

Tras varias semanas transcurridas desde que se anunciaron los primeros casos, la información mundial y local sigue saturando las redes. Si bien mantenerse informado es fundamental para la toma de decisiones en todos los niveles (familiar, laboral, etcétera), el exceso de información puede generar confusión.

Es por ello que, en momentos como éste, hay que ser más selectivos y no hacer caso a todo lo que se publica en las redes. De hecho, hay grupos y personas de los que es mejor alejarse temporalmente, toda vez que la mente también necesita reposo para mantener su claridad, por eso es crucial elegir bien lo que leemos y reenviamos.

Estar en contacto con instituciones y organizaciones confiables en las que se pueda verificar la información oficial ya sea nacional o internacional, puede dar una visión clara de lo que está ocurriendo.

Estar en contacto con instituciones y organizaciones confiables en las que se pueda verificar la información oficial ya sea nacional o internacional puede dar una visión clara de lo que está ocurriendo.

NO A LOS RUMORES SOBRE EL COVID-19

El envío de todo tipo de información no siempre veraz sobre la pandemia está afectando fuertemente a las sociedades e individuos. Es por ello que el grupo de investigación Science Flows de la Universidad de Valencia ha iniciado un estudio en torno a las características de los mensajes sobre el COVID-19 que llegan a través de la aplicación WhatsApp, un proyecto europeo conocido como No Rumour Health.

Conforme el tiempo avanza, en el mundo y en México surgen otra serie de interrogantes en las que se debe de poner atención: ¿cuánto tiempo más durará la crisis?, ¿qué pasará con el trabajo? o ¿qué pasará con los que viven en la informalidad?

Ante tal incertidumbre la ansiedad aumenta y, frente a la realidad, la impotencia agobia; sin embargo, debemos de aprender a lidiar con este tipo de sentimientos en los tiempos por venir. Finalmente, los sentimientos son pasajeros, varían y fluctúan constantemente, por lo que es mejor dejarlos pasar sin aferrarse a ellos y mantenerlos en la mente, ya que ‘rumiar’ los pensamientos negativos no conlleva a la resolución del problema, pero sí implica un desgaste emocional.

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Como en los programas de 12 pasos, en situaciones de crisis como ésta hay que lidiar con lo que se presente cada día: ‘sólo por hoy’. Pensar en el futuro aumenta la angustia y disminuye la capacidad de resolver lo importante: el ahora. El distanciamiento social no significa aislamiento y mucho menos soledad, lo que sí hay que considerar es establecer nuevas reglas de convivencia, éstas deben ser claras, establecer actividades y horarios debido a que serán muchas las horas que las familias permanecerán juntas.

Aunque parezca contradictorio hay redes que son de gran ayuda, así como otras que desorientan; hay unas que fortalecen las redes familiares, de amistades, de compañeros de trabajo o de vecinos. Dichas redes permiten que se esté al tanto de la situación de cada uno, animarse unos a otros y estar pendientes en caso de que surja alguna necesidad, sobre todo para aquellas personas que viven solas.

MANTENER UNA MENTE Y ACTITUD POSITIVAS

En esta crisis podría ayudar mucho buscar, en la manera de lo posible, noticias positivas, por ejemplo, en vez de contar los muertos, buscar las cifras de personas que se han recuperado (sin duda éstas serán más) porque de hecho se ha demostrado que el virus se puede contener. Además, el mundo entero se enfrenta a un enemigo común, por ello tanto médicos como investigadores y laboratorios están trabajando en la búsqueda de la cura y de una vacuna, por

eso qué mejor que poner atención en la solidaridad mundial que redundará en beneficio de todos. Enfocarse en este tipo de noticias resulta esperanzador.

También, son momentos de cautela, no sólo en el cuidado de la salud, sino también en el manejo de la economía familiar. De ahí que es crucial establecer un presupuesto, ya que aún no se ha definido la duración de la crisis. Hay que tener cuidado de no caer en compras de pánico o gastos innecesarios sin considerar que hay que tomar medidas a largo plazo. Vaciar los anaqueles no es precisamente un acto de solidaridad, por lo que ir comprando exclusivamente lo que se requiere permitirá que las tiendas se reabastezcan y que la distribución sea más equitativa.

Si el presupuesto lo permite, quizá comprar víveres para apoyar a las familias de quienes nos rodean y que tal vez por formar parte del sector informal, su situación actual es limitada, o quizá ver si es posible que algunas de las personas que nos prestan algún servicio lo puedan dar en casa.

CRISIS ACTUAL, ¿UNA SIGUIENTE OPORTUNIDAD?

Aunque cada crisis es diferente, habría que considerar el hecho de que la actual se está viviendo a nivel global, por lo que ahora se le debe dar este enfoque. El saber que los responsables de las políticas económicas y de salud internacionales se están esforzando y coordinando globalmente para salir adelante puede ser alentador.

Así las cosas, se puede ver al virus como una oportunidad global, sobre todo si se piensa que esta es una crisis humana que llama a la solidaridad, y si se maneja de un modo correcto, se puede dirigir la recuperación hacia un camino más sostenible e inclusivo.

No hay una solución perfecta en estos momentos de crisis; sin embargo, el que cada uno asuma su responsabilidad dentro de su microcosmos es sin duda una gran parte de la recuperación.

1 “Aprovecha cada día, no te fies del mañana”, Horacio.

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