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ensas?
Capítulo 7
CINCUENU PICOS, ll MIS EXPENSAS?
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Talkeetna, Alaska
eon un buen desayuno caliente en el estómago, me senté en la estación de los guardabosques, con otros escaladores llenos de las mismas esperanzas que yo y observé un vídeo sobre el monte McKinley del Servicio de Parques Nacionales.
Cuando se terminó el vídeo vi por la ventana hacia el banco de nubes que nos separaba de la famosa montaña. Todavía no había podido echarle un vistazo a "El Grande".
Uno de los guardabosques se encaminó hacia la puerta del frente y se volvió a mirarnos. Finalmente, con un rostro solemne, preguntó: -¿De veras quieren escalar la montaña? Un mal paso ... -dijo moviendo el dedo índice frente a nuestras caras-. ¡Un paso en falso, y se acabó!
Hizo una pausa para dejar que sus palabras penetraran. -Podría ser una caída sobre el hielo. Podrían también caerse por una grieta y rodar por el costado de la monta1í a por debajo de la superficie del hielo. Podrían desapa1· cera 3 metros de su tienda. Y podría ser también una :1valancha.
Fragmentos de información corrieron por mi mente. \J na avalancha de nieve puede arrancar bosques enteros, 1 I rribar pinos y abetos como si fueran palillos de fósfo-
AL FILO DE LO IMPOSIBLE
ros, arrastrar enormes peñascos ante ella, arrojando toneladas de nieve, rocas, tierra y árboles a los valles. Se han conocido avalanchas que han aplanado grandes edificios en la misma forma en que un tractor aplasta una caja de hamburguesas. John Muir habló de una enorme avalancha que ocurrió en las Sierras altas que barrió un lago entero, llevándose agua y peces con ella.
El guardabosque continuó: -Podría ser también un glaciar: encima de eso, un paso en falso ... y un hombre puede desaparecer para siempre ...
Hizo una pausa y nos vio intensamente a cada uno de nosotros, como si quisiera grabarse nuestras facciones para futuras identificaciones si surgiera la necesidad. -Los escaladores que regresan han hablado de vientos tan fuertes que pueden barrer a un hombre de sobre la montaña. Y también existen posibilidades de deslumbramiento a causa de la nieve, por lo cual pueden desorientarse y congelarse hasta morir.
Ya para este momento mis dientes castañeteaban y mis entrañas retumbaban como uno de esos derrumbes de roca de la montaña. Traté de calmarme, antes de que mi desayuno decidiera volverse atrás. El hombre debe estar exagerando. Se me había dicho que los guardabosques tratan de desanimar a la gente para que no escale las montañas. Se imaginan que, si la gente decide no subir, ellos no tendrán por qué estar aquí tampoco. ¿Cuán malo puede ser subir, después de todo?
Aún cuando consideré la posibilidad, sabía que no estábamos escuchando aquí una historia de horror de Stephen King. Las historias que el guardabosque contaba eran verdaderas hasta en el último detalle. Así, ¿qué te impulsa a ponerte a ti mismo en estos peligros? ¿Quién crees que eres? ¿Algún tipo duro que come clavos para el desayuno? Todd, ¿cómo fue que te metiste en camisas de once varas?
Llenaré esa solicitud, decidí la siguiente mañana mientras corría. Comprendí que aún considerando un plan tal,
Cincuenta picos, ¿a mis expensas?
significaba que debía poner mi cuerpo en condiciones de aptitud como nunca había estado en los 17 años después del accidente. Mi supervivencia podría depender de cuán bien entrenado estuviera. Sentía como si estuviera preparándome para una batalla, una batalla contra mi cuerpo así como contra mi mente.
Llené la solicitud durante la comida y la deposité en el buzón del correo. Dediqué el resto del día a tratar de expulsar de la mente mis pensamientos con respecto a la expedición y concentrarme a realizar mis rutinas diarias.
Después de todo, me recordé a mí mismo, quizá no seré elegido para ir, quizá la solicitud llegará allá demasiado tarde para calificar, quizá Dios no tiene en mente que yo sea escalador de montañas. En los días que siguieron, en los momentos de pausa en el trabajo, mientras corría por las mañanas o cuando dormía por las noches, pensaba en la ascensión y oraba que se hiciera la voluntad de Dios.
Mientras más pensaba en ello, más convencido estaba de que necesitaba consejo. Llamé a mi amigo, Fred Zakolar. Fred vivía en Reno con su esposa Kathy, otra buena amiga de los pasados días de Oklahoma. Les leí la carta por teléfono. "A mí me gustaría hacer esto, pero no estoy seguro si soy capaz. Sencillamente estoy comenzando a aprender lo que puede hacer mi nueva pierna". "Creo que deberías seguir adelante, Todd", me animó. Su confianza en mí significaba mucho, pues yo sabía que nunca me instaría a hacer algo que no pensara que yo era capaz de hacer. "No sé si saldré elegido, pero si me piden que me una al equipo, ¿me ayudarías a salir?"
Él contestó inmediatamente. "Por supuesto, Kathy y yo haríamos cualquier cosa para ayudarte, Todd. Tú sabes eso".
Cuatro días más tarde, llegó un paquete por correo del Proyecto de los Cincuenta Picos. Observé la dirección del remitente, casi temeroso de abrir el sobre.
AL FILO DE LO IMPOSIBLE
-Eso no parece una carta de rechazo -Pat, uno de mis compañeros, examinó el paquete-. Es demasiado grueso.
Elevé una rápida oración y abrí el sobre. Una carta cayó al suelo. Me incliné para recogerla, tomé una respiración profunda y comencé a leer. Decía: "Estimado Sr. Huston: "Nos sentimos muy contentos de informarle que usted ha sido seleccionado para unirse a la expedición del Proyecto de los Cincuenta Picos" . La carta explicaba las obligaciones financieras y legales, así como otro tipo de información que yo pudiera necesitar. -¡Iré! -grité, dando a Pat un fuerte abrazo-. ¡Voy a ir! ¡Me han pedido que me una a la expedición!
Leí toda la carta de nuevo, dejando que las palabras penetraran profundamente en mi alma y en mi cerebro. ¡Esto era de verdad! "¡Dios mío, tengo que hacer muchas cosas para poder prepararme y tener todo listo!" Mi mente se puso inmediatamente a desarrollar el plan que había desarrollado mientras esperaba la carta. Yo estaba lleno de ideas. Sabía que tenía que aprender acerca del montañismo, y también ponerme en forma. -Debo entrar a un gimnasio. Puedo incrementar mi fortaleza y mi aguante ejercitándome en el gimnasio. -Tú sabes-me dijo Pat-, el club al que pertenezco tiene una pared de roca giratoria que se parece mucho a la rueda de un molino. -¡Excelente! ¡Inscríbeme!
Durante el resto de la tarde encontré muy difícil concentrarme en el trabajo que se acumulaba sobre mi escritorio. Mi mente siguió vagando sobre el tema de la esperada ascensión y todo lo que tenía que hacer para prepararme e ir. Hice una llamada al director del Proyecto de los Cincuenta Picos. Tenía muchísimas preguntas que hacerle. El tenía una o dos nada más. -¿Conoce a algún montañista serio que pudiera ser uno de nuestros guías?
Inmediatamente pensé: Fred. Si Fred está en la expedición, estoy seguro de que lo pasaremos muy bien. Fred aceptó formar parte del equipo.
Me fue muy difícil explicar la aventura a mi familia. Mi madre se preocupaba mucho por mi seguridad física, y mi padre estaba preocupado por mi bienestar económico. -Acabas de encontrar tu nuevo empleo, hijo. No puedes tener tiempo libre para escalar montañas.
La ansiedad que sentían era válida. Desde que recibí la carta y consideré seriamente la posibilidad de hacerlo, el lado lógico de mi cerebro no había pensado prácticamente en ninguna otra cosa. Yo continué pidiendo consejos a amigos y compañeros de trabajo.
Después de que Jessie me abandonó, yo me había unido a un grupo de estudios bíblicos de solteros en New Port Beach. Un grupo llamado "Becomers" , en la Iglesia Presbiteriana San Andrés de New Port Beach. Esa semana, asistí a la reunión regular del jueves de noche. Por lo exaltado que estaba yo en cuanto a la ascensión, se necesitaba poco menos que un milagro para que yo me concentrara en las lecciones de las noches. Y sin embargo, sabía que necesitaba energía espiritual durante los meses anteriores, mientras me preparaba para la ascensión.
Hablé a los miembros del grupo de oración acerca del Proyecto de los Cincuenta Picos. -Habrá un asmático, un joven con esclerosis múltiple, una mujer ciega, otra mujer que tiene setenta años, y yo, que he sufrido una amputación. Debo entrenarme para esto. Así que me gustaría saber si alguno de ustedes se interesaría en caminar conmigo.
Una joven rubia llamada Lisa se ofreció como voluntaria. Después de la reunión le dije que se reuniera conmigo en mi casa en Balboa Island, y que nuestra caminata la haríamos juntos por los riscos de Corona del Mar. Pronto nos hicimos amigos. La naturaleza alegre de Lisa y su actitud optimista hizo que la ascensión fuera muy divertida.
AL FILO DE LO IMPOSIBLE
Además de nuestras ascensiones regulares, hablábamos durante horas por teléfono, compartiendo lo que ocurría en nuestra vida.
Como era miembro del grupo de oración, sabía lo que me había pasado con Jessie. Y yo supe que ella había sido una artista gráfica o diseñadora en pantalla de computadora para Apple Computers. Pero no le gustó la vida en esa compañía y ahora trabajaba como diseñadora textil en la zona de Huntington Beach.
Era maravilloso tener alguien con quien compartir el entusiasmo de mi nuevo empleo en NovaCare Orthrotic and Prosthetics. Cuando hice una presentación durante un seminario para obreros acerca del cuidado de la salud en la Jolla, California, Lisa asistió. Después de eso ella me propuso grandes ideas para mejorar mi presentación.
Sin embargo, a pesar de que mi vida se deslizaba suavemente en otras áreas, no podía olvidar lo que Jessie me había hecho. Un violento deseo que ardía en mi interior quería que ella pagara, y muy bien, lo que había hecho. Yo tenía la ley de mi parte. Podía hacer que la expulsaran del país. Los oficiales nunca más le darían una visa ni siquiera como visitante en el futuro. Sin embargo, un litigio tal costaría enormes cantidades de tiempo, dinero y energía. ¿Es mi ira lo suficientemente fuerte? Me pregunté a mí mismo. Y si invierto mucho tiempo, energía y dinero para "salirme con la mía", ¿qué dejaré para preparar la gran ascensión?
Comprendí que durante los próximos meses podía decidir usar mi tiempo, mi energía y mi dinero para perseguir a Jessie y lograr que la deportaran, o podría usar ese mismo tiempo, dinero y energía para prepararme para la ascensión. Intentar dedicarme a ambos, haría que los dos fracasaran. Deseaba de todo corazón hacer la ascensión a los cincuenta picos, pero dejar ir tranquilamente a la mujer que había pisoteado mi confianza, mi autoestima, y mi buen nombre, no estaba muy seguro de poder hacerlo.
Una noche traté de dormir, de olvidar, pero dentro de mí se libraba una guerra. Frustrado, salí de mi casa y caminé por la avenida Coral una vez más, y me senté en el muelle, observando danzar las fosforescentes olas a la luz de la luna y escuchando el tintineo de las campanas de los botes de vela con el viento. ¿Qué haré? Me pregunté a mí
mismo, ¿las montañas o la venganza?
Una vez más, en la tranquilidad de la brisa del océano, pude oír a mi Dios diciendo: "Todd, deja a Jessie. Ella es mía. Yo arreglaré el problema con ella".
¿Olvidar sencillamente el problema? "Pero, Señor", grité, "¡no es justo! ¡No puedo dejar que se vaya así no más, después de lo que ha hecho!" Mi corazón se rebelaba con el solo pensamiento de dejarla ir así nomás. Pero el mensaje me llegó una vez más. "Déjala. Ella es mía. Yo arreglaré el problema con ella".
Una vez más se rebelaba mi mente contra la idea de "dejarla ir" . Pero finalmente lo hice. La dejé a ella y lo que merecía en las manos de Dios. Hice mi decisión: las montañas.
Una vez que dejé a Jessie y mis pensamientos de venganza en las manos de Dios, me volví de todo corazón a mi preparación para escalar las montañas y tuve más energía de la que creí posible. Llamé a Fred y le pedí que me diera un programa de ejercicios que incluyera correr, andar en bicicleta, canotaje y levantamiento de pesas. Me envió una por fax inmediatamente.
Durante los meses que siguieron, se me aceleraba el corazón y a veces me quedaba sin aliento en mis carreras matutinas antes de ir a trabajar, pero perseveré en mis ejercicios. Después de ocho horas de trabajo me ejercitaba en la rutina del gimnasio y en la StairMaster, luego me iba a casa para practicar surf en las olas por las noches. Durante los fines de semana, caminaba por las montañas a través de todo el sur de California y montaba en mi bicicleta de montaña por las colinas que rodean a Laguna Beach.
El otoño cedió su paso al invierno. Recibí una carta donde me decían que el Proyecto de los Cincuenta Picos tendría su primera reunión corno equipo en Pravo, Utah. Volé hacia Reno, a casa de Fred. La noche anterior a nuestro viaje en auto a Utah, vimos la película K-2, que trata acerca de unos escaladores de montañas. Mi boca se mantuvo abierta durante todo el tiempo que duró la película. Al final dije a Fred. -¡No se puede! ¡Eso no es para mí!
El se río y me dijo que no fuera yo tan impresionable.
Los organizadores de la ascensión nos proporcionaron la información necesaria y dieron mucho énfasis a la necesidad de obtener mayor financiamiento para el proyecto. Posarnos para varias fotos con los otros miembros del equipo, luego nos dirigirnos de nuevo a Reno. -Sabes, Todd -dijo Fred mientras tamborileaba con los dedos sobre el volante-, todo esto me da mala espina. -Sé lo que quieres decir. Me pregunto si escalar los cincuenta picos es motivación suficiente para sacar esto adelante. -Tú sabes -sugirió Fred- que no dañaría a nadie tener un plan alternativo en caso de que todo lo demás fallara. -¿Qué quieres decir? - ¿Te gustaría escalar los cincuenta picos por tu propia cuenta?
Pensé en su sugerencia durante unos momentos. -No sé. -Podríamos recolectar el dinero que necesitáramos para los cincuenta picos mientras trabajarnos en un plan de apoyo. -Puessss, esa es una buena idea. Me pregunto si mi compañía quisiera patrocinarrne.
Pensé en esa posibilidad todo el tiempo que duró el viaje de regreso a Reno, luego en el vuelo de regreso a California.
Cuando hablé con los ejecutivos de la compañía acerca del patrocinio del Proyecto de los Cincuenta Picos, ellos
votaron donar s.ooo dólares para la causa así como darme el tiempo que necesitaba para hacer la ascensión.
Las vacaciones de Navidad llegaron y pasaron, y no se oía nada acerca del Proyecto de los Cincuenta Picos. En enero los llamé. No tenían nada que informar. Esa noche salí a cenar con Lisa. Le dije que algunos de los inversionistas para el Proyecto de los Cincuenta Picos no habían cumplido. -Creo que tendré que hacer algunas difíciles decisiones. ¿Debo continuar con mis sueños o abandonarlos? Creo de todo corazón que Dios me guió en esto y que él tiene grandes planes para mí. -Entonces necesitas hacerlo. Yo te apoyaré durante todo el camino -dijo Lisa mirando a través de la mesa.
Luego añadió: -Deberías considerar seriamente la posibilidad de llevar un diario. Si esto es tan grande como tú crees que es, querrás tener un registro exacto de la preparación que vayas haciendo día tras día.
Al siguiente día Lisa se apareció en mi casa con un diario de pastas negras de cuero.
Pocos días más tarde, hablé de nuevo con el director del Proyecto de los Cincuenta Picos. Las cosas no parecían mejor desde la última vez que había hablado. Colgué el auricular del teléfono y luego miré tranquilamente por la ventana hacia la callejuela que queda detrás de mi departamento. Las filas de casas se formaban como si fuera un coro de muchachas. Me pasé la mano por la nuca y luego por el hombro izquierdo. "¿Qué voy a hacer ahora, Señor? Las cosas no lucen muy bien, ¿verdad?"
Sientiéndome frustrado, llamé a Whit Rambach, uno de los guías del proyecto. Le pedí su opinión acerca de la situación. Los pensamientos de Whit eran como un eco de los míos; no parecían muy buenos. -Todd -me dijo-, tú tienes el dinero para hacer la ascensión. Yo estaría encantado de olvidar el grupo y subir contigo. Cuando decidas. déjamelo saber.
-Muy bien. Lo haré. Y gracias.
Entré a la cocina, tomé un vaso de agua y lo bebí, luego regresé a la sala, y después de nuevo a la cocina, rumiando mis complicados pensamientos. Sentí que una voz familiar me decía: "Todd, hazlo con tus propios medios".
Me detuve: "¿Hacerlo con mis propios medios?" "Todd, hazlo". Eso no era una voz, sino una impresión dentro de mí de que Dios me estaba dando el permiso divino.
Una oleada de emoción me invadió; una sensación de totalidad, de realización, aún cuando todavía no comenzaba. Corrí hacia el teléfono y llamé a Fred a su casa en Reno. En detalle, le conté lo último que había sabido acerca del Proyecto de los Cincuenta Picos. -No creo que ellos puedan hacerlo -le dije. -Yo esperaba eso-admitió él. -Permíteme hacerte una pregunta. Si decido hacer la ascensión por mi propia cuenta, aceptarías ...
Anticipándose a mi pregunta, Fred me interrumpió y me dijo: -¡Absolutamente! ¡Cualquier cosa que necesites! ¡Simplemente dime cómo puedo ayudarte!
Sonreí para mí mismo. Ese es Fred, pensé. El saber que tenía su apoyo me animaba. Hablamos durante unos minutos más acerca de la preparación que tenía que hacer para realizar una ascensión independiente, y entonces nos despedimos. -Te haré una lista del equipo que necesitarás para fines de la semana. - Gracias, amigo. -De nada. Por favor dime si hay algo más en que pueda ayudarte.
Finalmente lo sabía con seguridad. ¡Me iba a escalar montañas!