Strindb erg
■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 30 de diciembre de 2012 ■ Núm. 930 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
El infierno según M igu el Á ng el Q ue ma in y O ma
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A la in R od rig o
En tre vis ta co n B enj am ín V ald ivia El Mé xic o de I vá n O rop eza
bazar de asombros Un retrato de Efraín González Luna: el final de un ideario ( ii de viii )
De August Strindberg sólo es posible hablar en términos superlativos: dramaturgo de primerísimo nivel, considerado por muchos como el padre del teatro moderno; novelista extraordinario; fotógrafo y pintor; amigo de Gauguin, Munch y Nietzsche; admirado por O’Neill, Pirandello, Kafka y Tennessee Williams... es, desde luego, “el más grande de los escritores suecos”, como lo define Omar Alain Rodríguez en el artículo que, junto con el del crítico teatral Miguel Ángel Quemain, publicamos a manera de invitación para que los lectores se acerquen –o vuelvan una vez más– a este intenso explorador de la condición humana. Publicamos además una entrevista con el poeta Benjamín Valdivia y una semblanza del antropólogo Iván Oropeza.
Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
Perteneció a una generación tocada directamente por la Revolución y por la Guerra cristera. Fue miembro de Acción Católica en tiempos violentos y, al igual que su maestro, Anacleto González Flores, fue parti dario de la resistencia pacífica (Anacleto favorecía la estrategia del boycot comercial y tributario) y se opo nía al movimiento armado. Anacleto era hombre de muchas lecturas: los clásico griegos y latinos, Kier kegaard, Kant, Nietzsche e Ibsen... y un estudioso del pensamiento democrático. Las relaciones entre pan y uns eran muy problemá ticas, pues mientras el partido, sin ocultar sus raíces cristianas, propugnaba por la democratización del país, el sinarquismo mantenía sus tics falangistas (muchos de los miembros de la Sinarquía Nacional habían hecho estudios en la Academia de Mandos de la Falange Es pañola) y sus obsesiones fundamentalistas provenien tes de la Legión o Base, el organismo secreto que pro porcionaba a la Unión un sustento ideológico aún cargado del discurso bélico del movimiento criste ro. Un intelectual a la francesa como González Luna nada tenía que ver con el fascismo campirano de los sinarquistas, tan lleno de banderas, brazaletes, cami sas rituales, himnos chorreando sangre y culto a los “caídos”. Los roces entre panistas y sinarquistas fue ron constantes durante la campaña presidencial de 1952, y la separación tajante se dio con gran prisa apenas culminó la anunciada derrota electoral. La política para González Luna era una obligación ética y un ejercicio de paciencia heroica, pues, toman do en cuenta las características de su tiempo histórico y la absoluta cerrazón del sistema compuesto de astu cias y de autoritarismo, el triunfo era altamente impro bable. Para González Luna lo fundamental eran los principios doctrinarios y siempre se opuso a las triqui ñuelas de la llamada realpolitik. En uno de sus primeros trabajos afirmó: “Es falso que las posiciones equivo cadamente calificadas de idealistas estén destinadas al fracaso, es falso que las posiciones doctrinales puras, intransigentes, incontaminadas, sean inefica ces, infecundas, desde el punto de vista de los resul tados prácticos. Afirmo, por el contrario, la incompa rable, la fundamental eficacia práctica, el infinito valor de las posiciones doctrinales defendidas a toda costa, sin transacciones y sin compromisos oprobiosos, co
30 de diciembre de 2012 • Número 930 • Jornada Semanal
Hugo Gutiérrez Vega mo el estímulo más insustituible de progreso, como el arma más segura de libertad y como la posibilidad más indiscutible de transformación social.” Esta es una pequeña muestra de su estilo oratorio magistral e inimitable. Sus alumnos, con admiración y buen humor, intentábamos parodiar su voz ligera mente debilitada por sus frecuentes afecciones de garganta, y los ademanes precisos y elegantes con los que subrayaba sus afirmaciones. Nos quedábamos en lo externo, pues todo eso se fraguaba en una condi ción del espíritu y en una erudición puesta al servicio de las profundas reflexiones sobre el futuro de los individuos y de las naciones. No era la conquista del poder lo que le interesaba o apasionaba, como a la mayoría de los políticos. Su pro yecto era el de “mover las almas” (Gómez Morín habla ba de “brega de eternidad”), procurar la rehabilitación de la sociedad civil y crear en las conciencias indivi duales los hábitos democráticos. Era, en el sentido más estricto del término, un político maderista y un intelec tual que hacía política para mejorar la moral social. Por lo tanto, siempre afirmó la indisoluble unión que debe darse entre la política y la ética. A este respecto convie ne recordar sus nociones sobre el bien común, las fun ciones de la sociedad y sus ideas sobre el bien absoluto de la persona humana. Sobre este último aspecto, rei vindica los valores individuales y el carácter drástica mente íntimo de la comunicación directa entre el hom bre y Dios, en la cual “la sociedad no tiene injerencia” y, por otra parte, insiste en la urgencia de que la sociedad instaure las condiciones que aseguren al hombre su bien temporal, el cual comprende “los bienes religiosos y espirituales que preparen el goce del bien absoluto”. En este programa se hace patente la presencia de las utopías franciscanas de Gioacchino de Fiore, las rena centistas de Moro, Bruno y Campanella, la de Vasco de Quiroga y sus hospitales de Michoacán, y la de los je suitas y las reducciones de Paraguay. Todas buscaron la instauración del bien común y de las formas de la soli daridad tendientes a crear una armonía social que per mitiera al hombre “realizar su destino, cumplir su natu raleza, perfeccionar su ser, es decir, alcanzar su bien”. (Continuará.) jornadasem@jornada.com.mx
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Portada: Sufrir para representar Collage de Marga Peña
La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauht émoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jorn ada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
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voz interrogada
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Poetas de los cincuenta en Guanajuato:
la generación vigente Benjamín Valdivia (Aguascalientes,
1960) es miembro correspondiente de las
academias Mexicana de la Lengua y
Norteamericana de la Lengua Española,
doctor en Humanidades y Artes, inte-
grante del Sistema Nacional de Investi-
gadores y exbecario del Fonca. Novelista
merecedor de dos premios nacionales, por
El pelícano verde y Veleidades de
Numa Fernández al caer la tarde, su
poesía reunida, Interpretar la luz,
apareció en 2010. Preguntado sobre el
estado de la poesía, respondió con un
texto que por razones de espacio presentamos, con su anuencia, editado.
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n Guanajuato nacieron poetas como Ignacio Ramírez, Antonio Plaza, Rafael López, Efrén Hernández o Efraín Huerta, quienes abando naron el terruño para hacer carrera en Ciudad de México; el legado en sus lugares es prácticamen te nulo. Las cosas cambiaron hacia los años setenta del siglo xx, cuando las políticas culturales federales y estatales coincidieron en dar un poco de ayuda al movimiento cultural de Tierra Adentro, que comenzó a focalizarse en consejos regionales o ciudades en las que se intentaría ofrecer recursos e infraestructura de educación superior y cultura. Tras una década, pasada la contingencia ideológica, los proyectos de arraigar a los provincianos fuera de la capital se modificaron y el centralismo volvió por sus fueros. Ejemplo, el traslado del proyecto Tierra Adentro de Aguascalientes a Ciudad de México, donde hasta la fecha se conduce con gran éxito la expresión de los jóvenes de provincia. Otro modelo es la Fundación para las Letras Mexicanas: sus jóvenes becarios tie nen la obligación de mudar su residencia al df du rante el beneficio. No pretendo discutir bondades o perversiones del centralismo; sí dar contexto para la posible explicación de lo que sigue. Ante los vaivenes de la política poblacional y cultural, se formaron dos grupos en la literatura de provincia: quienes se trasladaron a la capital a hacer carrera y atendieron las instancias creadas para el
entrevista con Benjamín Valdivia Ricardo Yáñez arraigo. Huelga decir que, sin menoscabo de cali dades, los más conocidos son los primeros. En Guanajuato se produjo una auténtica generación perdida, o invisible, formada por autores nacid os en los cincuenta que se vincularon con la univer sidad pública y coordinaron talleres liter arios en sus localidades: Eugenio Mancera, Juan Manuel Ramírez Palomares, Demetrio Vázquez Apolinar y Gabriel Márquez de Anda. Añadiría al nicara güense Edgard Cardoza Bravo, residente en Irapua to desde hace décadas. Todos han efectuado trayectoria en Guanajuato, con ocasionales contactos o presencias efímeras en la capital u otros rumbos de la provincia. Textos de Demetrio Vázquez y Gabriel Márquez se publicaron en los Cuadernillos de Taller y Seminario que editaba la unam hará treinta años, y un cuaderno de poemas de Edgard Cardoza se imprimió en la colección Dos filos de Zacatecas a mediados de los ochenta. Antes de la prensa digital o la edición virtual, sin recur sos o infraestructura, los esfuerzos de divulgación eran magros pero constantes. Lo prueban las pu blicaciones en mimeógrafo de los primeros años ochenta: Guanajuato, luz y pluma, colectivo surgido de un encuentro estatal, o El cuerpo a la luz, con poe marios de Eugenio Mancera y Ramírez Palomares. En los noventa, con el impulso a la creación de institutos o departamentos culturales, se acentuó el arraigo del segundo grupo y se publicaron en la localidad sus primeros libros formales. A mediados de esa década existía ya el fundamento bibliográfi co de la generación, a la cual habría que aproximar los nombres de Gerardo Sánchez, Graciela Guzmán y Baudelio Camarillo. Márquez de Anda se estableció en una expresi vidad áspera, de imágenes volcadas hacia una mas carada trágica entregada al recurso de cierta cruel dad y a una intransigencia de tintes anarquistas. Posteriormente se dio al quehacer de desmontar sus propios poemas, con algunas vinculaciones hacia Deniz. La pared en la ventana era, en una versión ini cial, un grupo de unos ochenta poemas; al publicar se en libro quedaron doce, aunque el volumen, lance inexplicado, se publicó con el resto de las ochenta páginas en blanco. Luego, Márquez se aproximó a un tono más conceptuoso y con referencias clási cas pero sin formalismos. Ramírez Palomares ha confiado desde su juven tud en las potencias de los sentidos, por lo que su
obra se constituye de aproximaciones a la compa sión de la vida inmediata (como si él también tuviera una Tía Chofi) y la progresión sensual sobre cuerpos y cosas que lo sorprenden de continuo. Los rituales de la embriaguez dispersan y conducen gran parte de su reflexión sensible, en contrapuntos ocasionales con breves proyectos acerca del circo y la lectura. Vázquez Apolinar muestra un hilo filosófico (y hasta teológico) con el que aborda todos los asuntos que le van interesando. Así, el amor es un tema de reflexión sobre el destino más que un encuentro en la materia. El mundo es un objeto presente para ser interrogado más que exprimido. El universo, un misterio al que la inteligencia imaginante busca
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Foto: Gaby Gutiérrez
El mundo es un objeto presente para ser interrogado más que exprimido.
develar. Un grupo de diez libros suyos se publicó en España bajo seudónimo; y con otro seudónimo ha dado a conocer otras páginas de igual talante. Cardoza trajo de su país una fórmula para contar el poema y acomodar la historia desde la imagina ción, con una especie de equilibrio de frases entre delirantes y narrativas, marcadas alusiones a la tradición bíblica y a los mitos, clásicos o populares, o personajes propios de la literatura, que acontecen para dirimir, socarronamente, nuestra actualidad. Mancera, de arraigo terrestre, persigue una ex presión de ecos hispánicos: el amor cortés, los oli vos, el horizonte marino llevado por la sonoridad de versos e imágenes que evocan la trayectoria más acendrada de la poesía en nuestro idioma. Ha sabi do dialogar con sus lecturas sistemáticas y com binarlas con vivencias y posiciones surgidas de su doble filiación de productor agrícola e investigador académico •
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El México de Iván Oropeza Ana Paula Pintado
Familia mexicana de la Montaña alta de Guerrero. Foto: juanpancho/ Flickr
hasta que un buen día su abuela, en una de sus idas a comprar la despensa, lo llevó a Tlapa. Después de un trayecto de dos largos días caminando, se encon tró con un nuevo mundo lleno de gente, no sólo de esa ciudad, sino de todas las comunidades de la re gión de la montaña de Guerrero. Allí fue cuando, por primera vez, escuchó la palabra “indio”. Sucedió en el momento en el que su mirada se puso sobre un estéreo alpine, allí, con su español ‒aprendido de la abuela y otro poco en la escuela‒ preguntó al tendero cuánto costaba el alpine, a lo que éste le respondió: “No es alpíne, ¡indio!, es alpain. “Se supone que, como mi abuela no quería que su friera, me enseñó español, pero era su español”, dice Iván. Allí se dio cuenta que había distintas maneras de expresarse en esa lengua y que para que no lo ta charan de “indio” debía aprenderla tal y como los mes tizos la hablan. Sin embargo, “si vienes con huaraches y morral, y aunque hables bien el español, cuando bajas de la montaña hueles a humo. A la gente de ciu dad no les gusta ese olor y se te queda viendo raro”. Pero ese no fue el choque más fuerte, sino el que surgió cuando se fue a estudiar la secundaria a Chil pancingo. Su maestra de la primaria, Gaudencia, lo convenció que saliera a estudiar. Así, con el apoyo de su padre y de sus abuelos, salió de su comunidad y llegó el día que esperaba con tanta emoción: su pri mer día de clases. Cuando entró al salón descubrió que era la clase de inglés, lengua que él aún no apren
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Iván aprendió con gran destreza el arte de la defensa con palabras, el arte de responder sólo lo necesario, de no mostrar miedo y de zafarse ante cualquier situación peligrosa.
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a primera palabra que aprendió del español fue “no”. Desde muy pequeño, Iván Oropeza Bru no, casi siempre acompañado de sus primos, salía al monte a cazar, a recolectar leña o a pas tar los chivos; pero era peligroso pues podían apare cerse los mbòo màxiin, es decir, los hombres de verde, los que hacían muchas preguntas, los soldados. De ahí que su abuela le enseñó a que su respuesta siem pre debía ser no. Ya más grande, su abuelo le dio otro consejo: ser astuto al responder las preguntas de cualquier persona que no perteneciera a su comuni dad. Ser rápido, ágil y osado. Iván aprendió con gran destreza el arte de la defensa con palabras, el arte de responder sólo lo necesario, de no mostrar miedo y de zafarse ante cualquier situación peligrosa. Cuenta Iván que una tarde, de regreso a su casa, habiendo cazado veinte pájaros carpinteros y un co nejo, aparecieron los hombres de verde. Como siem pre, hicieron preguntas: “¿A dónde vas con tantos pájaros?, ¿qué no sabes que están en peligro de extin ción? A lo cual él de inmediato respondió: “Es nues tra comida, si no me los llevo, mi familia es la que va a estar en peligro de extinción.” Los soldados se rie ron y él se graduó en el arte de la sobrevivencia. Como todos los pueblos indígenas de nuestro país, los me’pháá, como ellos se autodenominan, aunque nosotros los llamemos tlapanecos, conocen su entorno, lo respetan y lo cuidan…“Y es que la gen te no sabe que nosotros sabemos cuándo cazar, por que no se caza en cualquier temporada. Por lo regular lo hacemos en temporada de lluvia, cuando hay más vida, cuando hay abundancia.” Refiriéndose al co mentario de “peligro de extinción”. Iván es de La Unión de las Peras, una lejana comu nidad de la Montaña de Guerrero donde habitan tres cientos me’pháá; sin embargo, los días de fiesta se reúnen hasta ochocientos. Se dicen hermanos todos aquellos que hablan el me’pháá; el resto son extraños. En su escuela aprendió que su lengua, el me’pháá, no se debía hablar. Cada vez que lo hacían, él o alguno de sus compañeros, recibían un reglazo en la mano. A pesar de ello, Iván no se dio cuenta de lo que real mente significaba ser me’pháá en México (su país)
día. Unos minutos después de que empezara la clase, el maestro se dirigió a él y le pidió que leyera un tex to. Él no tuvo más remedio que leerlo de acuerdo a la fonología del español. Rápidamente se empezaron a escuchar las risas de sus compañeros. Iván quiso detener su lectura, pero el maestro no lo dejó, pro siguió hasta que no lo soportó más; cerró el libro de golpe y se levantó. El maestro lo detuvo y le pregun tó de dónde era, Iván le respondió y el maestro dijo: “Ah, entonces ¿eres indígena?” A raíz de ese incidente sus compañeros no dejaron de molestarlo. “A la hora de la salida me golpeaban, recuerdo que yo sólo tomaba mi mochila y me ponía en posición fetal para protegerme.” Por primera vez Iván no fue un buen estudiante; el padre le reclama ba, pero él jamás le confesó la razón, era demasiado dolorosa. Poco a poco fue encontrando gente que lo apoyó en su camino: Rafa, al que todos le tenían miedo pues era un tipo grandote. Mientras Iván le ayudaba a es tudiar, Rafa lo protegía. También su maestro el Toro que un día pidió que dijeran los nombres de tres poetas latinoamericanos y el único que respondió fue Iván. Desde ese momento el Toro le daba libros a leer y le repetía una y otra vez: “No importa lo que te pase, tú tienes que venir.” Iván no volvió a decir nun ca que era indígena, pues “no conviene si quieres salir adelante”. Estas vivencias le provocaron sueños perturbado res, y es que se había enfermado del alma. En una ocasión soñó con su difunto primo Cristóbal, a quien quiso mucho. Iván se encontraba jugando sobre una loma muy lodosa, mientras su primo estaba so bre un pasto muy verde. Iván le decía: “Primo, quie ro estar contigo porque aquí me ensucio.” Su abuelo decidió cambiarlo, lo llevó a un cerro y lo cambió por otro animal. Y es que los me’pháá, como muchos otros pueblos indígenas, nacen con un animal compañero, que los acompaña a lo largo de sus vidas. Como carrera estudió Lingüística en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Nunca imaginó el alcance que iba a tener, pues aprender una lengua
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es comprender los profundos significados de un pen samiento. Hoy día Iván trabaja para promover el fortale cimiento de las lenguas indígenas. Pertenece a una asociación que él mismo fundó: Antropología en Lin güística Aplicada. Su organización busca involucrar se con el sistema educativo indígena, desde el con tenido hasta la organización. Por ejemplo, capacita a los maestros bilingües para que adapten sus pro gramas al contexto de la comunidad en donde se en cuentran. Se les insiste mucho en que hagan trabajar en equipo a sus alumnos, pues es parte trascendental de la cultura indígena resolver los problemas en co munidad. “Nuestros padres nos enseñan que se debe trabajar en comunidad, pero llegas al salón de clases y lo primero que te dicen es ‘siéntense por hileras y hagan este trabajo solosʼ. Nosotros hablamos con los maestros para que no dejen su lengua, y que desde la lengua expliquen conceptos que vienen en los tex tos educativos en español”, pues lo entienden mejor. Como aquel día que un maestro estaba desesperado porque sus alumnos me´pháá no lograban entender qué es la fotosíntesis. Iván le decía que lo explicara en su lengua y así, un día, desesperado, lo hizo. La respuesta de los alumnos fueron carcajadas y un “no manche maestro, si eso ya lo sabíamos”. Desde siempre lo sabían, desde pequeños, mientras pasta ban chivos o recolectaban leña. De igual manera explica que los libros no deben escribirse en una sola variante, puesto que para unos un vocablo significa tamal y para otros es la parte íntima de la mujer. En muchas regiones indígenas de la República Mexicana, los maestros llegan a dar clases el martes y se van el jueves. Entre más lejos esté una comu nidad, peor es el maestro, pues lo utilizan como un castigo al mal profesor. Como sabemos, los maestros están muy politizados y continuamente están en ma nifestaciones y reuniones políticas. Para los días festivos, si cae en martes, el maestro se toma toda la semana. Resulta casi milagroso que alguien como Iván, habiendo estudiado en tal precariedad, haya llegado hasta donde está. Inclusive ahora que existen las universidades interculturales, Iván las cuestiona: “Deberían ser para los mestizos, pues nosotros sí sa bemos qué es la interculturalidad. ¿Para qué nos en señan algo que ya sabemos?” Y es cierto, en México aún no nos reconocemos como país pluricultural. Iván es una persona comprometida con su comu nidad y cree que el conocimiento que él ha adquirido debe transmitirlo a otras comunidades: “Mi abuelo me decía que ‘desde donde estés, desde tu trinchera, tienes que aportar algo.’ Nosotros hemos crecido en esta cultura del esfuerzo, de que nada se nos va a regalar, tenemos que trabajar mucho para lograr lo que queremos. Tienes el jumá (el pensamiento) y tie nes estas manos que no son tuyas (los dedos son los hijos de tu mano), pero ellas te van a permitir ser algo en esta vida (las manos y sus hijos). Y afirma: “Que remos caminar junto con el Estado para buscar un progreso dentro de nuestra nación. Queremos tra bajar hacia el reconocimiento de la gran riqueza que tienen nuestros pueblos. Si todos los mexicanos su piéramos algo sobre el conocimiento indígena, nos haría más sensibles, menos duros, menos aislados, mejores mexicanos.” •
30 de diciembre de 2012 • Número 930 • Jornada Semanal
Enrique Héctor González
cuentwitters
H
ermano menor (si ello es posible) del cuento breve, primo de la minificción, camarada del cuento súbito, el cuentwitter topa en 140 caracteres y es una forma que, dadas las nuevas reglas de la comunicación inmediata, pronto cobrará carta de natura lización. He aquí diez muestras de esta nueva versión de la narrativa vertiginosa.
Amor a primera pista
La vio lento –labio lento: la violentó.
Sinestesia funcional
El que tenga oídos para ver… que se las huela.
Espacio disponible
Tú escribe el cuento. Quien lo lea, jamás notará la diferencia.
Cotorreo
No me hagan caso: yo sólo hablo por instinto de conversación.
Discreción
No quiero que pienses en tu madre cada que cogemos: mi papá se pone celoso.
Historia del hombre que tenía sólo un testículo
Uno siempre vive de esperar algo. Eso parece inevitable. Él se quedó esperando que le creciera el otro.
Me(ga)lomanía
Cuando se trata verdaderamente de música, no eres tú el que la escu cha: es ella la que te escucha a ti.
Ley de vida
Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve en las piernas de otro.
Epitafio
El humor fue su máscara más cara.
Mirror
Miro mi horror.
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Strindberg, Miguel Ángel Quemain
Para L.T.
M
iles de paginas componen la bibliografía selecta sobre los temas múltiples que for man parte de la obra de Strindberg y que iluminan todavía nuestros tiempos con una gran cantidad de preguntas que no ofrecen, por fortuna, una respuesta única. La indagación sobre su vida no se detiene y cada vez arroja productos de distintos signos polémicos, de acuerdo con lo que privilegia la lectura de una época que pone los acentos en sus temores y filiacio nes, como acota Francisco j . Uriz, autor de la versión y prólogo de una delicada edición de August Strin dberg, Teatro escogido (Alianza Literaria, 1999): “Sus vivencias le proporcionan el material de sus obras y sus obras se convierten en los acontecimientos de cisivos de su biografía.” Aunque, a decir de Uriz, el mejor y más equilibrado trabajo sobre su obra está en sueco y lo escribió Martin Lamm, quien murió en 1950 y a éste se le conoce en espa ñol más bien por su trabajo sobre Emmanuel Swedenborg. En 1985, Michel Mayer había fijado un modo de ver tanto a Strindberg como a Ibsen, asombrado por sus cualidades personales que, en mucho, y sobre todo en el caso de Strindberg, contrastan con lo que en nuestra época es tan valorado: ser un feminista anticipado, amar a los niños, prot eger a las bestias, cuidar el ambiente, cualidades que no fueron precisamente las que distinguieron a un Strindberg políticamente incorrecto a los ojos de nuestro presente (como sucede con los in soportables feminismos en torno a Freud). Las acusaciones al dramaturgo son semejantes a las que penden sobre la cabeza de Nietzsche (no se puede dejar de leer la correspondencia entre ellos), Schopenhauer y toda una cauda de filósofos, pensa dores y escritores que, afiliados idiosincrásicamente a su tiempo, profesaron su miedo a lo femenino (y a lo judío), que ya prefiguraba sus revoluciones, con una misoginia destinada a detener sobre todo a las mujeres beligerantes y creadoras, quienes anuncia ban un valiente mundo nuevo que ya ponía en duda la firmeza de la virilidad masculina. Pero esas distinciones, como bien lo destaca Brooke Allen en su reciente ensayo publicado en la prominente revista New Criterion (octubre de 2012), son convocatorias a no asustarse con el machismo de Strindberg, situándolo como un rasgo más de la épo ca que de la personalidad, como explora con gran
August Strindberg, autorretrato en Gersau, Suiza, 1886
maestría la desprejuiciada Sue Prideaux (autora tam bién de un extraordinario trabajo sobre Munch: Edward Munch, detrás de El grito), en su biografía Strindberg: A life, que publicó hace unos meses Yale University Press. En México, el teatro de Strindberg ha seducido paulatinamente a nuestros directores y directoras (hay que decirlo así en descargo de la aureola misó gina que lo rodea). Ha sido tratado como un clásico y su actitud frente a la relación entre dramaturgia, dirección y actuación es un camino que se ha transi tado en México en el más alto nivel de exploración: ahí están Margules, Olguín, Castillo y De Tavira co mo testimonio de esa concepción que lo llevó a fun dar de manera un poco tardía su Intima Teatern, en 1907, para el que escribió sus piezas llamadas de cá mara, pensando en el problema escénico, en sus actores y en las condiciones materiales de su peque ño teatro que sobrevivió tres años. No deja de ser interesante la revisión del clásico que nos proponen estas celebraciones. El teatro es particularmente poderoso, conocido e influyente. Proliferante, su dramaturgia fascina por la profun didad existencial y psicológica, que no significa una sabiduría sobre las conductas sino el desglose de un psiquismo que permite ver una multiplicidad de me canismos inconscientes que operan en el personaje, gracias a las complejas relaciones que se expresan en los vínculos que los sostienen, cuyos inconscientes a su vez ponen en vilo una relación con el conjunto. El enfoque psicoanalítico de la obra de Strindberg ilustra el carácter visionario y la imaginación enorme de este dramaturgo, que bien pudo no sólo entender sino crear en paralelo y, en algunos casos, anticipa damente al pensamiento freudiano, múltiples posi bilidades de expresión de las neurosis. George Men delbaum ha hecho aportaciones notables al tema (“Some Observations on Value and Greatness in Drama,” publicado el año pasado en The International Journal of Psychoanalysis), en las que traza paralelis mos muy pertinentes entre Strindberg y Chéjov, dos dramaturgos que sin dificultad explican las formas tan variadas de sufrimiento mental, emocional, que padecemos hoy.
Polimorfismos de la sexualidad En la elaboración de este texto preví asomarme a Acreedores, con la certeza de su inminente estreno, y pensé que valía la pena recordar algunas de las líneas argumentales que recorren la obra de Strindberg. Se trata de una obra sobre los celos, la parálisis artística,
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psiqueypasión
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Strindberg en su estudio, 1891. Fotos: Biblioteca Nacional de Suecia, colección de manuscritos
Proliferante, su dramaturgia fascina por la profundidad existencial y psicológica, que no significa una sabiduría sobre las conductas sino el desglose de un psiquismo que permite ver una multiplicidad de mecanismos inconscientes que operan en el personaje.
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el mundo del pasado que busca sobrevivir en el presente, tratando de convertirnos en sus deudo res. También, complementando a los celos, aborda el mundo de apariencias que nos coloca en el papel del ciego que sólo se mira en el espejo de azogue de su vanidad y arrogancia. Quien se aventure en ese terreno podrá encontrar un mundo complementario, paralelo y convergente en las obras de Strindberg, que dialogan con Infidelidad, de Bergman; El infierno, de Chabrol, La fin de la Jelousie, de Proust, junto con su novela, extraída del corpus de A la recherche..., que se llama Celos, y pro ducciones contemporáneas como la estupenda nove la de Julian Barnes, Antes de conocernos, y el banque te erótico tan incómodo para los que están acostumbrados al rodeo: La vida sexual de Catherine M. seguida de Celos, ambas de Catherine Millet. El trasfondo de los desencuentros tiene a la pare ja como eje de las deliberaciones (no es casual que el matrimonio haya sido el terreno fértil de su fraca so personal), pero tanto en las prácticas como en las
imaginaciones muestra cómo ese ideal vive a expen sas de un tercero que mantiene viva la rivalidad, los celos y esa amenaza de pérdida permanente. Strindberg no encontró en el matrimonio la con tención y la serenidad que la institución le promete en secreto a quienes se afilian a sus cómodas prácti cas y hábitos. Acreedores es un amplio diapasón sobre la concepción vampírica y persecutoria de una insti tución a la cual pareciera irle bien un nombre de mu jer para nombrar ese proceso lento y amable de castración. En El pelícano, Strindberg explora también el tema de los celos en un orden generacional, donde madre e hija se disputan un mismo objeto que pareciera que encela generacionalmente al padre y al hijo; una es pecie de Edipo al cuadrado donde el padre cela a la esposa y a la hija, y el hijo a la madre y la hermana. Esas categorías, que hoy nos parecen tan propias del siglo xix , muestran ecuaciones que se repiten en una permanente relectura de la condición humana en constantes que no dejan de sorprendernos y ate rrarnos por lo que tienen de repetitivo y ordinario.
Lo artístico, el sueño de la creación El espíritu de la época marcó profundamente a un dramaturgo cuya curiosidad intelectual funcionó siempre como una brújula. En 1907 apuntó hacia La interpretación de los sueños que Freud había publi cado en 1900, y que inauguraba el siglo xx con una visión que deja atrás el mundo de las profecías y las interpretaciones que los charlatanes prefreudianos siguen utilizando para advertirle a los ingenuos que unas fuerzas sobrenaturales los aguardan detrás de la vigilia.
Los usos clínicos del sueño como “la vía regia al inconsciente” han sido ignorados por gran parte de los artistas (muchos neófitos lo siguen llamando el subconsciente) fascinados por el psicoanálisis, así como por ese paisaje sin tiempo ni espacio –como lo define Freud– que es el inconsciente. A fin de cuen tas, se trata del escenario de muchas fantasías sobre el carácter autónomo que le confieren muchos artis tas a la creación artística. Strindberg no fue indiferente a esas proposiciones que se desprendían del mundo freudiano. Sin embar go, las perspectivas sobre las relaciones con la paren talidad, el poder del padre, la cuestión del Edipo, el problema de los celos, la misoginia como expresión de una homosexualidad no manifiesta, sus sugeren cias en torno al polimorfismo homosexual que reina en las relaciones entre los sexos, su angustiada dife renciación..., están presentes desde fines de la déca da de los setenta en el siglo xix y se expresan en pie zas que son indispensables de su teatro. Las extensas biografías, estudios e investigacio nes documentales que continúan en expansión en la literatura sueca nos enfrentan a un Strindberg ina barcable. Si la producción periodística requeriría varios tomos, la narrativa no se queda atrás y el en sayo ocupa un territorio intermedio entre el apunte, la idea y el aforismo propiamente dicho; es decir, pensando en esa tradición donde el género está a me dias entre el poema filosófico y la meditación. Este centenario de su muerte es sólo un recorda torio de su pasión inextinguible, de la potencia de una imaginación plena de legados en todos los ór denes del pensamiento. El teatro le debe mucho y suenan como propias sus búsquedas, sus palabras sabias y visionarias sobre nuestra escena •
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El infierno s
Jornada Semanal • Número 930 • 30 de diciembre de 2012
Omar Alain Rodrigo
Nacido con la nostalgia
del cielo,
ya de niño derramé lágrimas
A
por la suciedad de esta cochina existencia,
sintiéndome extraño y sin patria en medio
de mi familia y de la sociedad en que vivía.
Desde mi niñez he buscado a Dios, pero sólo he encontrado al diablo.
Strindberg
ugust Strindberg muere de cáncer un 14 de mayo, reconciliado con la vida y adorado por toda su nación. Más que una despedi da, su sepelio fue un encuentro multitu din ario de 60 mil almas unidas para rendir homenaje y reconocer la genia lidad creadora del más grande de los escritores suecos. De sensibilidad extrema y aguda in teligencia, incomprendido, rebelde frente a las injus ticias y poseído desde niño por ideas alucinantes, su sufrimiento prematuro atiza el fuego que iluminará la creación de una obra descarnada, corrosiva, tenebro sa, brutal, lúcida y reveladora. Impresionante legado que ya forma parte de la literatura universal. En su obra dramática resplandecen todo tipo de géneros y estilos; tragedias naturalistas, obras poéticas, teatro fantásti co, comedias de boulevard, obras oníricas y expresio nistas, simbolistas, dramas históricos y obras de cá mara para un teatro íntimo. Es en este teatro íntimo e intimidatorio donde Strindberg despliega su máximo potencial dramático, utilizando como arsenal sus pro pias vivencias; encrucijadas, nudos y torceduras de una existencia azotada por angustias, combates, deli rios, traiciones y venganzas. Su obra autobiográfica es un compendio que incluye su teatro más famoso y representado como Señorita Julia, Acreedores, La sonata de los espectros, El padre, El pelícano y La más fuerte; abar ca también las novelas que dan cuenta de su historia, su dolor constante y su supuesta locura, desde Hijo de sirvienta hasta Alegato de un loco e Infierno. Diagnosti cado como esquizofrénico, padecimiento equiparado a la locura en aquella época, el autor explora su propia enfermedad con manifestaciones más o menos diferen tes en los personajes más emblemáticos de sus obras; la neurosis en Señorita Julia, la paranoia en La más fuerte, el delirio de persecución de la madre en El pelícano, hasta la supuesta locura del capitán en El padre. La en fermedad mental es una marca distintiva en la cons trucción de sus personajes protagonistas y por eso serán castigados, confinados y orillados a la muerte. Infierno y Alegato de un loco, sus novelas más terri bles, son el alarido de un ser torturado que se retuer ce tratando de encontrar sentido a su dolor. Infierno fue escrita en 1896 en medio de una de sus peores crisis después del divorcio de su segunda mujer, en ella quedan al descubierto todas sus fobias, obsesio
nes y delirios; “potencias indeterminadas” que lo acosan, “enemigos electricistas” que inten tan asesinarlo, diablos con cabeza de macho cabrío caminando como transeúntes y de más creaciones y transfiguraciones. El in fierno de Strindberg tan temido y tan desea do, es su propia conciencia imponiendo penitencias y castigos a diestra y siniestra, como un ritual puri ficador para lavar sus culpas y alcanzar así la paz y el consuelo de su alma atormentada. “Este libro es el del gran desorden y el de la coherencia infinita. He aquí mi Universo, como yo lo he creado, como se me ha manifestado.” En el lapso de un año (1887-1888), Strindberg escribe El padre, Alegato de un loco, Señorita Julia, Acreedores y La más fuerte, cinco de sus más grandes obras, las cuales le darían fama y reconoci miento mundial. La crisis de su primer matrimonio fue el motor que impulsó la creación de estas obras intimistas que planteaban una lucha encarnizada por el poder entre el hombre y la mujer. Su primera esposa, Siri Von Essen, había intentado conseguir de un médico una declaración de incapacidad mental y Strindberg estaba convencido de que ella quería eli minarlo recluyéndolo en un manicomio. El padre, obra de construcción dramática impecable y poética terrible, narra esta etapa de su vida: el personaje es derrotado por su mujer y condenado por toda la fa milia; su demencia es avalada por un médico espe cialista y un religioso de siniestra moral. Mientras tanto el autor se libraba del manicomio gracias al apoyo de los artistas e intelectuales más encumbra dos de toda Europa. Alegato de un loco, conocida como Autodefensa, es también una denuncia de la agresión de la que fue objeto, e instrumento para defenderse de la “locura” de los otros: “La justa necesidad de lavar mi cadáver antes de que fuese encerrado para siem pre en el ataúd.” En Genio artístico y locura, Karl Jas pers concluye que el enfermo es artista en virtud de su talento y no de su enfermedad, en otras palabras: Strindberg no fue genial por ser esquizofrénico. El “universo strindberiano”, los conflictos de su vida convertidos en literatura, es un catálogo de temas obsesivos y personajes femeninos empeñados en la destrucción del hombre: el matrimonio como un es cenario de locura donde se entabla una guerra sucia por el poder; lucha de clases, de sexos y de cerebros atormentados, seres humanos transfigurados en fan tasmas, vampiros o demonios que provocan muer te y destrucción. Crímenes perfectos y “asesinatos psíquicos” como el de Laura en El padre, el de Tekla en Acreedores o el de la madre en El pelícano. Gran des personajes cuya señalada misoginia se hace patente. Él mismo se representa atrapado en una camisa de fuerza en El padre; es ahí donde la genialidad y el ímpetu de su espíritu se ma nifiestan con mayor intensidad. Este es su mejor personaje. El hombre, martirizado, buscando su propia redención. La importancia de Strindberg no ra dica solamente en la indiscutible cali dad de una dramaturgia renovadora, insolente y desgarrada; es también un revolucionario de la escena y
con sus compañías Teatro Experimental de Strindberg y Teatro Íntimo, combate las formas desgas tadas de representación y propone una actoralidad basada en la verdad y en la intimidad entre el público y el actor. Artista completo, pintor y fotógrafo, estudioso de la música, las ciencias políticas y la estética, emprende incursiones en el ámbito de la medicina, la química, la alquimia y el ocultismo, intentando con fervor de velar los misterios de la vida y de su propia existen cia. En 1895 conoce a Paul Gauguin en los círculos artísticos de París y un año después disfruta de una larga temporada en compañía de Edvard Munch ‒tiempo atrás este afamado pintor había retra tado al controvertido dramaturgo. Con su amigo y promotor, Friedrich Nietzs che, mantiene una intensa corres pondencia y comparte la idea
Strindberg
Escenas de El infierno de Strindberg
del “superhombre” y el desprecio hacia la mujer. El filósofo fue el pri mero en celebrar la grandeza con tenida en El padre: “La guerra como motivo y el odio profundo entre los sexos como ley fundamental hacen de este texto una obra espléndida.” August Strindberg es considerado padre del teatro moderno, su influen cia en el teatro del siglo xx es determinante. O’Neill, Pirandello y O’Casey reconocen su delirante talen to. Tennessee Williams fue su más ferviente admira dor, lo estudia desde el colegio, durante su vida y de manera muy intensa antes de morir. Es posible que la neurosis y la supuesta locura de Blanche du Bois hayan sido alimentadas por Señorita Julia y El padre. Frank Kafka afirmó que Strindberg había ganado la genialidad de su obra a “fuerza de puñetazos”. Transformar su sufrimiento en arte fue su mejor re medio para espantar la locura y alcanzar la paz. Sean O’Casey, escribió: “Strindberg, Strindberg, Strindberg, el más grande de los dramaturgos, trae llamas de los planetas vivos y las estrellas fijas.” O’Neill lo llamó “precursor de toda modernidad en nuestro teatro actual”. Ibsen dijo a un visitante: “He ahí a alguien que será más grande que yo: August Strindberg.”
Las edades de oro del teatro. Macgowan y Melnitz A finales de 1907, Strindberg inaugura su Teatro Ín timo con El pelícano, la puesta en escena no tuvo el éxito esperado y las dificultades se hicieron presen tes en este nuevo intento por tener un espacio donde representar sus obras. Estos últimos años de su vida, para su fortuna, habita una pensión atendida por los padres de una joven actriz llamada Fanny Falk ner, quien le brinda compañía y esmerada atención.
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La severidad del padre y la religiosidad desmedida de su madre fueron estructurando su noción de pecado-culpa y castigo.
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según
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Él mismo se representa
atrapado en una camisa de fuerza en El padre.
En 1910 recibe un gran homenaje nacional. Sin em bargo, el 11 de diciembre del siguiente año tiene que cerrar las puertas de su teatro y lo hace con las obras que le dieron fama en toda Europa: El padre y Señorita Julia. Ese mismo año logra vender los derechos de sus obras completas y reparte esa fortuna entre sus tres hijos y su odiada y admirada Siri Von Essen. Un año después muere de cáncer en el estómago. August Strindberg nació en Estocolmo un 22 de enero y se partió en dos pedazos al tomar conciencia de su origen; hijo de un noble arruinado y su sirvien ta, no pudo asimilar la diferencia de clases entre sus progenitores y eso provocó una profunda incisión en su personalidad. La severidad del padre y la religio sidad desmedida de su madre fueron estructurando su noción de pecado-culpa y castigo. El niño vivió frag mentado, como la geografía de su natal Estocolmo, y las rupturas subsecuentes en su vida convirtie ron al hombre en pedacería de un rompecabezas im posible de armar. Hijo de sirvienta es su novela más conmovedora; en ella comparte el dolor de su infan cia, la sensación de no pertenecer a nada y a nadie, el sentimiento de ser él un solo universo, la incom prensión del mundo que lo rodea y la necesidad de encontrar un Dios que lo proteja y brinde consuelo a su alma lastimada. El hombre continuará su via crucis buscando a Dios en forma desesperada, invo lucrándose en distintos credos y religiones, rene gando también como un ateo, desafiando a Dios y tentando al diablo. Antes de morir pidió que en su tumba lo acompañara una leyenda de Crímenes y crímenes. Sobre una cruz negra de madera se lee una inscripción dorada en latín: O crux ave Spes unica. “Salve, oh Cruz, única esperanza.” En Camino real, su última obra, Strindberg hace una reflexión final: “Aquí descansa Ismael, hijo de Agar,/ cuyo nombre fue alguna vez llamado Israel,/ porque sostuvo una lucha con Dios,/ y no cesó de luchar hasta caer/ derrotado por su Dios omnipoten te./ ¡Oh Eterno! No dejaré escapar tu mano,/ tu du ra mano, hasta que me bendigas./ Bendíceme, tu cria tura sufre./ ¡Sufre tu regalo de la vida!/ Yo, que soy el que más sufre,/ cuyo tormento más penoso es és te:/ ¡No pude ser lo que anhelé!” •
Strindberg, autorretrato, entre 1892 y 1893. Foto: Biblioteca Nacional de Suecia, colección de manuscritos
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leer Periplos. Notas para un cuaderno de viajes, Ricardo Sigala, Arlequín/Universidad de Guadalajara, México, 2012. Estas notas de viaje, confeccionadas en cuanto a su género desde la muy afortunada óptica bifronte de la prosa poética, constituyen la segunda parte de lo que, promesa de autor, ha de ser una trilogía, cuya primera entrega –publicada en 2001– lleva por título Paraíplos. Son éstos, pues, una miríada de microrrelatos que proponen al lector una siempre necesaria y siempre venturosa re-lectura del mundo, lo mismo del llamado real que de ese otro, tantas veces tan real, pero conocido como imaginario por razones que, a propósito, aborda Sigala a su muy particular manera con la creación a veces, y otras la re-creación, de mitos ya conocidos o por él inaugurados en tanto viajero de sí mismo.
Los árboles que poblarán el Ártico, Antonio Deltoro, Era/ Dirección de Literatura unam, México, 2012. Con esta reunión de poco menos de seis decenas de poemas, prolífico, en plena posesión de sus recursos estilísticos, en conciencia igualmente absoluta de las muchas perspectivas desde las que ha venido aprendiendo a mirar y a hablar de los que son sus muchos temas, el capitalino Deltoro –Premio Nacional de Poesía Aguascalientes por Balanza de sombras y más de una vez recipiendario de alguna beca literaria, como es el caso en estos tiempos que corren–, también ensayista y antologador poético… con ese bagaje a cuestas y este volumen, regala a sus lectores un rico puñado de lagartijas, camellos, gatos, moscas, oasis, caravanas, bullicios, sonrisas, caballitos de mar, banquetes y otras delicias.
Últimas mareas, José Antonio Moreno Jurado, Vaso Roto, España, 2012. Inclusive resumida, impresiona la currícula de este sevillano nacido a mediados de los años cuarenta del siglo pasado: doctor en Filología Clásica, catedrático y traductor del griego clásico –Platón, Aristóteles, Aristófanes…–, del medieval y del griego moderno –Elytis, Seferis…-, autor de la indispensable Antología de la poesía neohelénica, amén de ganador del prestigiado premio Adonáis en 1973 por Ditirambos para mi propia burla. En sus propias palabras, estas Últimas mareas constituyen su “afortunado reencuentro con el verso”, y así habrá de advertirlo el lector en este diálogo abierto y generoso en torno a “la poesía y la vida misma”, que Moreno Jurado propone y con el que logra innúmeros hallazgos de faz que deslumbra y fondo que alimenta.
30 de diciembre de 2012 • Número 930 • Jornada Semanal
Juan de Alba. Un poeta del siglo xx, Françoise Castaigne (selección y notas), Conaculta, México, 2012.
DE LA LOCURA COMO POESÍA MANSA Y SUBLIME RICARDO YÁÑEZ
E
n un primer intento de reseñar este libro me perdí (o sentí extraviarme, más que perderme) en divagaciones de curioso, que no estudioso, de las situaciones extremas y su relación con la poesía (con y sin palabras). Concluía allí, verdad de Perogrullo, que no es imposible que la poesía, en el sentido nombrado, lleve a situaciones extremas, pero que no es lo más probable que de situaciones extremas derive la poesía (o sí, con esta salvedad: no en todo individuo sujeto a situaciones extremas surge o habita un poeta). La relación locura (o menos fuertemente, neurosis) y genialidad ha sido ampliamente estudiada, y hasta donde yo he podido enterarme, los estudiosos no ponen tanto al arte del lado de la locura como del lado de la curación. Es la curación lo que busca el individuo de una manera u otra enajenado cuando al arte se aboca. Omito, quizá descortésmente el nombre de dos profesionales de la psiquiatría, uno de los cuales me dijo que “el arte es una especie de locura que no es locura”, mientras el segundo me indicó, me hizo ver, que la informalidad que popularmente se cree observar en los auténticos artistas no es sino un mito: puesto que los artistas se dedican a la forma, trabajan formalmente, lo que equivale a decir que por más que los impulsos originales puedan quedar oscurecidos u opacados al propio creador, su relación con la forma lo obliga a estar en relación con la razón; repito: con la formalidad. Esa relación, según André Mourais, sería salvadora, sanadora. En el mundo de la ficción y en el mundo real uno encuentra ya personajes (Susana San Juan, Blanche Dubois), ya personas (Martín Ramírez, Antonin Artaud, Alfonso Cortés, Hokusai, cuántos otros) que ya bordean la/ o ya desbordan/ poesía en apariencia gracias a la situación extrema en que decidieron vivir o viven; mas nada garantiza, mejor dicho, es entre mentiroso y equívoco, que de esa situación extrema provenga la realidad o la capacidad –acaso sí la necesidad– poética (otra vez escribimos “poética” en sentido general, por “artística” o “estética”). Veo que involuntariamente reincido. Me extendí en una consideración que al principio creí no tan pertinente y ahora encuentro fundamental. Juan de Alba, de excelente y sencillo nombre, ese “poeta del siglo xx ” nacido en San Luis Potosí en 1910 y muerto en Cholula en 1973, es, aparte de poeta, un caso psicológico, y cabría estudiarlo también desde esa perspectiva. Naturalmente no es éste el espacio, ni quien escribe estas líneas, los indicados para ello. Lo apunto nada más, a la espera de que alguien especializado tome la estafeta, si es que no más de alguno la ha tomado ya, y consiga enriquecer el mundo de personalidades líricas mexicanas con un trabajo sobre De Alba, “un poeta que ha sido casi completamente ignorado hasta el día de hoy”, creador de “una obra de búsqueda interior; una poesía de la existencia, del asombro ante los descubrimientos propios” y, palabras del prologuista, Ignacio Betancourt, “de una extraordinaria vitalidad… y un afortunadísimo tono de racionalidad y pasión” imaginativamente armonizadas. “La locura me cultiva/ las regiones del cerebro,/ y con mal humo me enhebro/ mi absurda leyenda viva…”, declara el poeta en “Plan de nueva vida”, donde en prosa expone su propósito de alejarse de la mariguana.
Con una extraña mezcla de humildad y fatuidad, vocablo suyo, más adelante (mismo texto) se pregunta: “¿Por qué escribo con tanto afán terrible?” Y contesta” “Porque quiero ser célebre en el mundo…/ que me aclamen autor imperfectible/ más profundo que el hombre más profundo.” Y continúa reconociendo: de ahí que su yo vaya a la locura irremisiblemente, en una involución, que partiendo de sí mismo lo arrastra “hacia la bestia al fondo del abismo”. Orgulloso, aun cuando, como ya se vio, dolido, declara: “He de sentir a Dios, pese a la ciencia/ pesada, miope y mecanizadora” (en algún otro momento se cuestiona el tener tantos amigos ateos, entre ellos marxistas); sigue: “he de sentir su vida redentora/ desde el fondo más negro de mi esencia”. Y asombrosamente formula su confianza de que su existencia “a buen amor despertará en la aurora,/ cuando me llegue a la divina hora [pudiera ser que esa segunda a sobre]/ de hacer trono de Dios a mi conciencia.” El libro preparado por Françoise Castaigne incluye también varios fragmentos (lo mismo, verso y prosa) de un “Autorretrato” en el que confiesa “la trágica negrura del no ser en la vida sino sombras y en la nada estoy y antes de la nada es y desde Dios que es Verbo… Poesía me apacigua el ser y es existir y amar… la redentora Poesía”, o, ya en palabras medidas, “el mando/ que dirige mi vida en el poema, [donde] estoy ardiendo y no me estoy quemando”. Reproduzcamos ahora un soneto sin título que de otro modo describe lo mismo: “Al poema le doy toda mi vida:/ el rumbo de mis sueños infinito,/ mi alta salud, y el peligroso rito/ del humo extraño en la razón pulida.// Será el verso la cántara elegida/ que ha de verte [seguramente se trata de una errata, por verter] mi corazón bendito,/ con el fin de luchar porque el granito/ cuaja la flor en que la luz anida.// En toda mi cordial efervescencia/ palpita la sonora refulgencia/ que ha de tener el ritmo de mis cantos,// y con sus caracteres anhelantes/ de cósmicos fulgores crepitantes,/ va exponiendo la ‘Fuente de los Santos’.” Volvamos al “Autorretrato”, para tener cierta noción de lo que es su verso libre (no se trata de un poema, sino de un fragmento): “Todo negro negro negro… falsa la luz… falsa la vida… no existe Dios./ ¿Y la historia y el género y la conciencia pensando la eternidad… la infinitud?/ Estoy revolviéndome en la cama y asfixiándome desconocida angustia del polvo porque estoy desorbitándome en el alba abismal del espanto del espíritu…/ Es el espanto-raíz de la conciencia ante el inexistir del amor en la muerte…/ Me corre el sudor frío… Está helándoseme el sudor y sólo será la nada… inexistir…” Cerremos estos comentarios con la voz de Elías Nandino: “Era [De Alba] un loco manso, pero sublime… Tenía, muchas veces, una humildad asomada al semblante, como de niño de primera comunión arrepentido de muchos pecados que no había cometido.” •
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Derechos humanos y justicia en clave constitucional, Arístides Obando Cabezas (compilador), Universidad Autónoma del Estado de Morelos, México, 2012.
ENTRE EL CENTRALISMO Y EL LOCALISMO GLOBAL RICARDO VENEGAS
C
omo bien lo rememora Ricardo Tapia en su ensayo “Constitución y tratados internacionales, imbricaciones entre localismo y globalización”, incluido en este volumen, el centralismo en México es una heredad añeja que bien puede re m o n t a r s e a l a M e s o a m é r i c a p re h i s p á n i ca, región que se distinguió por el modelo centralista de su gobierno, entre muchos otros rasgos que caracterizaron a esta enorme comunidad. Y haciendo otra mención breve (y ejemplar), se podría aludir a la etapa colonial, en la cual los virreyes estaban subordinados a las órdenes fulminantes del Viejo Mundo. La bipolaridad de nuestro sistema jurídico-político se manifiesta desde su origen. La primera Constitución de México (1824) proclamaba una “república representativa popular federal”, pero en 1835 y “después de algunas revueltas intestinas […] se promulgaron las siete leyes que cesaron el régimen federal para implantar una primera república centralista, lo cual originó otras tantas luchas internas, y en 1843 se proclamaría una segunda república centralista que duraría hasta 1846, año en que se rehabilitaría la constitución federal de 1824”, abunda Tapia en el texto. Luego de la guerra con Estados Unidos (1846-1848), el país soportaría, durante tres años, una dictadura (1853-1856), y luego de una explosión social, en 1857, emergería la segunda constitución “y el país se establecería como una `república representativa, democrática, federal, compuesta de estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, pero unidos en una federación´”. Con este breviario histórico basta para observar los zigzags que nuestras leyes han dado en pro de consolidar la nación que actualmente somos, del federalismo al centralismo, los creadores de estas normas parecen trazarlas al capricho de su estado de ánimo; no se observa una definición, una línea de pensamiento continuo que por lo menos sugiera la claridad de un objetivo común. Es entendible por ello que el poder es envolvente y, como las ambiciones, obnubila los sentidos. Las pugnas entre bandos contrarios también explican buena parte de este proceso. Luego de la invasión francesa, que instauró en México (“en el ombligo de la luna”, a propósito de cambios de nombre) un imperio de cuatro años (1863-1867), sobrevino la presidencia de Porfirio Díaz. Quien fuera un indígena silvestre reeducado y refinado por su propia esposa, elevó el crecimiento económico del país, privilegió a pequeños grupos, incrementó las desigualdades y escondió a los indigentes de las calles cuando había visitas de extranjeros en el país, grosso modo, Díaz fue un renegado de su propio origen, un hombre que también de facto centralizó el poder bajo una apariencia de prosperidad y bonanza, a pesar de encontrarse en un sistema constitucional federalista, bajo los cimientos tambaleantes del perfume y la elegancia. En 1910, como bien refiere Tapia, surgiría el movi-
miento revolucionario que, bajo el lema de “Sufragio efectivo no reelección”, derrocaría la dictadura de un hombre ya devastado por los años. En 1917, y producto de la Revolución, surgiría la tercera constitución (que a la par de aquélla de 1857, ratificaría el modelo político estructural de “República representativa, democrática, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación”). En este renglón es donde Ricardo Tapia, como analista del Derecho, cuestiona: ¿hasta qué punto los estados realmente son soberanos y no sufren las imposiciones del centro? El ensayista da en el blanco cuando cita las palabras de Venustiano Carranza en la sesión inaugural del Congreso Constituyente (1 de diciembre de 1916), en su calidad de Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, cuando afirma: “La historia del país demuestra que por regla general y salvo raras ocasiones, esa soberanía no ha sido más que nominal.” No es extraño entonces que en México la Suprema Corte de Justicia de la Nación haya interpretado, hasta ahora, soslayando la soberanía del régimen interior de los estados y las materias de competencia reservadas constitucionalmente a éstos, y que “los tratados internacionales se deben ubicar jerárquicamente por encima de las leyes generales, de las federales y de las locales, y por debajo de la constitución, lo cual es una reminiscencia de la cultura fáctica del centralismo”. Entre localismo y globalización (lo estatal y lo federal) hay implicaciones culturales infranqueables. No son pocos los intelectuales que han rechazado los “beneficios de la globalización”, que parecen procurar, más que una convivencia multicultural, jugosos negocios en la aldea global, y en ello va incrustado el peligro latente de la pérdida de identidad y de tradiciones de pueblos ancestrales, es decir, una banalización de las raíces del individuo en favor de una falaz universalidad. Nunca estuvimos tan lejos y tan cerca de nuestros semejantes, y si esta postura es contundente, Sonia Camboni, citada por Ricardo Tapia, asegura que ante “el intento de asimilación a un pensamiento único, a una sola visión del mundo, a la aldea global, a la univocidad del progreso occidental: la multiculturalidad, la pluralidad y lo diverso, no sólo continúa, sino que se fortalece y reconstruye, pues la realidad no es reductible a un camino ni a un pensamiento único, sino que más bien se comprende a partir de la diversidad de culturas e identidades que existen en nuestro mundo”. A este debate bien puede añadirse la conciliación de contrarios que propone Roland Robertson, cuando habla de la fusión de las antípodas y se refiere a la “glocalización” (lo local es parte de lo global), como una forma de unir lo que para muchos es incompatible de origen. Coincido con Ricardo Tapia sobre la necesidad de una reflexión urgente que nos conduzca a una adecuada interpretación constitucional, quizá ese sea uno de los tantos desafíos del nuevo sexenio: transparentar el sentido y aplicación de las normas. Tanto en el tema de los derechos humanos, como en el de las artes y la cultura, por ejemplo, es apremiante revisar hasta qué punto se ha descentralizado el país. Ya son muchos años hacia un país de lectores y no hemos aprendido a leer ni a interpretar •
NOVÍSIMOS poetas cubanos Entrevista con Francesco Taboada
próximo número
La Cumbre Iberoamericana y los muros jsemanal@jornada.com.mx
Corro a mirarme en ti, Carmen Boullosa, Conaculta, México, 2012.
Este es el más reciente volumen publicado por la poeta, novelista y ahora también conductora televisiva Boullosa. Dígase con las palabras que ofrece el editor: el libro se divide en dos partes, la primera de las cuales, de donde toma título el conjunto, consiste en un diálogo “con el poeta Juan Ramón Jiménez desde el yo lírico” que “se pregunta por su esencia y se mira en el espejo de aquel otro poeta” mientras le narra “lo que sucede en el atropellado Nueva York del siglo xxi”. La segunda parte no está muy lejos, geográficamente al menos, de la primera: “Otoño en Brooklyn” es su nombre, y en ella se ofrece “una serie de poemas más breves y más personales […] que reflexionan en torno a esta nostálgica estación del año y de la vida”.
Violencias de Estado. La guerra antiterrorista y la guerra contra el crimen como medios de control global, Pilar Calveiro, Siglo xxi Editores, México, 2012.
Argentina de nacimiento, la autora radica en México desde finales de los años setenta del siglo pasado y es en nuestro país donde ha desarrollado su brillante carrera, como catedrática –unam, buap–, investigadora –pertenece al Sistema Nacional de Investigadores– y ensayista. Además de autora colectiva y articulista asidua en publicaciones que se especializan en ciencias políticas –cuenta ella, por la propia unam, con un doctorado en la materia–, ha publicado entre otros los volúmenes Redes familiares de sumisión y resistencia, Familia y poder, así como Política y/o violencia. Para dar fe de la importancia pero, sobre todo, de la urgencia que imponen estos días que corren, de analizar y entender a cabalidad los temas abordados por la doctora Calveiro, nómbrense aquí algunos de los numerosos capítulos y subcapítulos que componen este sólidamente estructurado ensayo: Qué se entiende por terror y terrorismo; La flexibilización del derecho; La construcción de una red represiva global; Novedades represivas de la “guerra antiterrorista”; La “guerra” contra el crimen organizado; ¿Guerra con(tra) la delincuencia organizada?; El sistema penitenciario mexicano; El tratamiento de los cuerpos; La prisión masiva.
Más ignorancia poética Si en la escuela elemental y secundaria se enseñara metodología de la lectura, y si en estos niveles escolares se abrieran los espacios para leer y comprender la poesía y, en general, el idioma español y sus peculiaridades sonoras, rítmicas, sintácticas, semánticas, gramaticales, imaginativas, metafóricas, etcétera, nadie, absolutamente nadie que haya estudiado las nociones elementales del español, le pondría por nombre Mónica a su hija si su apellido paterno es Garza o Gómez, mucho menos haría un compuesto de nombres propios como Alma Marcela. Los padres les imponen esos nombres a sus hijos porque no se detienen a pensar ni un momento en la mezcla explosiva que han conseguido. Las anfibologías, los nombres chuscos, los compuestos involuntariamente albureros y soeces que desgracian la vida de quienes tienen que sobrellevar dichos nombres, no son otra cosa que producto de la ignorancia poética, de la falta de experiencia y malicia para leer el idioma y comprender sus connotaciones. Hay que imaginar con qué ilusión los padres nombran a sus hijos (porque les parece algo muy original, porque los quieren distinguir de otros con un sustantivo propio muy evocador, etcétera), y todo para que, al final, acaben construyendo una procacidad que a veces no advierten sino muchísimo tiempo después y especialmente cuando ya todo el mundo se ha burlado de ellos. Pero esto no debería sorprendernos en los padres de familia, que son hijos de un sistema educativo que no tiene tampoco la más remota noción de las anfibologías y los juegos de palabras involuntarios, pues este mismo sistema educativo, al nombrar una prueba muy famosa la denominó enlace , que son las siglas de Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Educativos. Si quienes la nombraron así hubiesen tenido una mínima noción del idioma español, hubieran sabido que entre el Logro Académico y el Ogro Académico no hay mucha diferencia, por lo cual debieron evitar a toda costa el término “logro”. (¿Por qué no éxito, por qué no beneficio, por qué no aprovechamiento y otros tantos sinónimos? Muy simple: porque no le pensaron.) Es sabido que Colombia se enorgullece de su oro prehispánico, y que tiene todo un museo para celebrar lo que llama “El Oro de Colombia”, y es conocida la anécdota de que un colombiano muy hablador se convierte, gracias al ingenio de quienes sí saben del idioma, en “El Loro de Colombia”. Entre el oro y el loro no hay casi diferencia homófona. Nuestras generaciones antipoéticas que ignoran el poder del idioma y sus peculiaridades son capaces de imponer a sus hijos nombres como los siguientes: Aniceto (apellidado Prieto), Alma (Martínez, de apellido paterno), Zoyla (apellidada Cerda), Rosa (Melo, de apellido paterno), Alan (apellidado Merlos), Verónica (de apellido Castro) y hasta Salomé ( Terán, de apellido paterno) que va más allá del chascarrillo porque, efectivamente, hay más de una Salomé que se apellida Terán. Eufonía (agradable sonoridad de la acertada combinación de los elementos acústicos de las palabras) y armonía s e m á n t i c a ( l a s e m á n t i c a s e refiere a la significación de las palabras) no son cosas que se enseñen en las escuelas, y las personas padecen nombres horribles (sin eufonía) con significados espantosos producto de la pésima combinación de las palabras que dan por significado una aberración lingüística. Para quienes creen que la poesía sirve para muy poco, habrá que decirles que sirve al menos para tener conciencia de que –como lo escribió Rosario Castella-
nos en Poesía no eres tú– “la palabra tiene una virtud:/ si es exacta es letal/ como lo es un guante envenenado”. Le hemos puesto tan poca atención al idioma y a la poesía en los centros escolares que las generaciones antipoéticas se multiplican y se dan a conocer no sólo porque dicen que “no entienden” la poesía, sino porque, aun sin decirlo, es obvio que no la entienden, puesto que son capaces de construcciones verbales tan evidentemente antipoéticas que hasta la aclaración resulta innecesaria. Incluso una buena parte de la narrativa más exitosa está llena de prosa antipoética, no de modo deliberado sino accidental, y esto es porque muchos narradores han olvidado que los grandes escritores, maestros del idioma y autores de novelas y cuentos magistrales, solían leer poesía y aspiraban a que su escritura no se quedara en lo prosaico. Es necesario insistir en que la poesía regrese a las escuelas, puesto que será mucho más difícil que los maestros y los alumnos regresen a la poesía •
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Ana García Bergua El lugar en el mundo Hace poco leí una entrevista a un escritor que, cuando estaba en París, elegía un par de cafés de fondo profundo para trabajar sin ser molestado. Sartre y sus contemporáneos, anotaba, trabajaban un poco a la vista del público, exhibiéndose. Eso me hizo pensar en los lugares que solemos ocupar en cafés y restaurantes, similares al que habitamos en el mundo o en nuestra cabeza. Así, elegir el sitio en ese lugar público, pero no del todo transitorio ni con los sitios asignados, como en el teatro, resulta ser una curiosa danza, estática a la vez y, sobre todo, existencial. Hay quien se instala, por ejemplo, en el lugar del paranoico: la vulnerable espalda hacia el fondo, de preferencia en una esquina, y la mirada que escrutina lo que pasa en el restaurante. Se busca evitar la puñalada traicionera o la balacera imprevista, alcanzar a meterse debajo de la mesa como en los westerns, o largarse por una puerta trasera en cuanto aparece un enemigo, no vaya a ser. No es muy distinto que el del voyeur; quizá, el sitio de este último es más recóndito, simulado tras una columna o un cancel, porque al voyeur no le gusta tanto que lo vean, como poder enterarse a gusto de todo lo que pasa en el lugar. Quién discute con quién y por qué, qué le ocurre al mesero que se tropezó con la charola después de que lo regañaron, qué cara pone, cómo se siente, quién será; si piensa vengarse de una manera desagradable del comensal que le metió el pie, si tiene algún complejo de inferioridad y pensó que lo merecía, etcétera. El sitio del centro es el del anfitrión. Lo ocupan los políticos, los gerentes, incluso periodistas y escritores que se sienten muy importantes. Parece que todo el restaurante ha sido concebido en función de su mesa, para que a ella se acerque todo el que tenga una petición, una palabra de admiración, un negocio, un asunto que proponer o resolver. Su ocupante trae una corte con la que charla, un ojo al gato y otro al garabato, pescando a ver quién llega, sabedor de que cada saludo es provechoso. Los meseros se esmeran en las atenciones, pues saben que hay buena propina. Es una mesa que se transforma, a ratos en trono, a ratos en escritorio de juez, a ratos en silla presidencial. Se materializa principalmente a la hora del aperitivo o la comida; en los restaurantes frecuentados por políticos, todas las mesas adquieren ese carácter a la hora del desayuno, entre los carritos de las mimosas, y entonces se parecen a las tazas giratorias de las ferias. El lugar del estorbo lo ocupan los que nomás no se hallan. Los meseros tropiezan con ellos, la gente que se dirige a la salida los patea. Se la pasan acomodando la silla según les indican los meseros, y ni así dejan de ponerse en el camino. Por lo general van cambiando de sitio; corren el riesgo de terminar sentados a la mesa que se encuentra junto al baño. Al fondo de los cafés o en los segundos pisos se encuentra el país de los invisibles: los novios o los escritores, como el que mencionaba al principio. En realidad, no quieren estar ahí, ni en ningún lugar concreto. No quieren que los vean, ni ver a los otros, ni saludar. Quieren hacer lo suyo –propuestas amorosas, discusiones íntimas, lecturas, ensayos, cuentos– sin que nadie los moleste, pero a la vez en medio del murmullo y de la gente; gozar de una especie de anonimato aromático, como si el silencio del estudio o el cuarto de hotel los angustiara. Entre
PASO ADE RETIRARME LAS RAYAS LA CEBRA
Juan Domingo Argüelles
JORNADA DE POESÍA
arte y pensamiento ........
los escritores hay variaciones: algunos gustan de un anonimato relativo, desde el que puedan saludar a los conocidos, dando a entender que si los dejan en paz será mucho mejor. Los meseros tienen un detector especial de invisibles que les hace llevarles la cuenta antes de tiempo. Sólo algunos muy perceptivos y en establecimientos señalados dejan a los invisibles estarse en paz durante un par de horas con un solo café. El lugar del pavorreal. Es el sitio de quien anhela ser visto, y no solamente, sino ser visto cuando está sentado con x o con z , haciendo esto o lo otro, exhibiendo la crónica de sus días. Hay que pasarlo rápido para hacerlos enojar. La esquina de las comadres es el lugar donde se sientan dos o más amigas (y amigos) a platicarse toda suerte de cosas. Es un sitio a la vista, pero no demasiado; permite mirar lo que s u ce d e a l re d e d o r s i n d e m a s i a d a atención para incorporarlo a la conversación en curso como ejemplo o descubrimiento. Es una mesa centrífuga en la que el tiempo suele pasar demasiado rápido; sus ocupantes llegan tarde a trabajar. •
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Alonso Arreola alarreo@yahoo.com
Beben y beben y vuelven a beber Fin de año. Todo menos remanso. Tráfico, superficialidad. Gasto y más gasto. Aguinaldo. Taxis demoníacos, mercados atestados, forzados intercambios. Horribles suéteres, tipos barbados en rojo desgastado. Navidad. Para algunos, todo; para muchos, nada. Diciembre, pretexto de fuga a través de regalos innecesarios. Y por si fuera poco: extrañamente musicalizado. “Oooooh blanca Navidaaaaaad, sueño y con la nieve alrededor, blanca es mi primera y es mensajera de paz y de puro amor.” En las tiendas está sonando, seguramente, Rod Stewart. De blanco en su blanca y nevada portada nos dice Merry Christmas, Baby, como si los años no hubieran afectado sus dotes de galán. Desde otro anaquel, Olivia Newton-John y John Travolta sonríen bebiendo chocolatito caliente en la imagen de This Christmas. A su lado, Richard Marx se suelta la corbata con cara de crudo en Christmas Spirit. Estos y otros cantantes en decadencia aprovechan temporada pues, como dicen los directores de mercado: ahora es cuando. Y tienen razón. Se gasta lo que no se tiene. Además suena raro, el maratón Guadalupe-Reyes, por lo que sucede en reuniones, fiestas, posadas y despedidas de año. Es de madrugada y en una casa el estéreo funciona a todo volumen. Entregados al tequila, los invitados empiezan con “Desde el cielo una hermosa mañanaaaa, desde el cielo una hermosa mañanaaaa, la Guadalupaaana, la Guadaaaalupana bajó al Teeepeeeyaaaac”, y de allí se van tendidos –hasta enero–, pasando por toda suerte de villancicos transformados en cumbia, salsa, merengue y pop, perennes recordatorios de que debemos celebrar a toda costa, sin miramientos espirituales. “La Virgen se está peinando entre cortina y cortina”, dicen a coro. “Los cabellos son de oro y el peine de plata fina.” Pero la verdad es que ya no prestan atención a esas letras tradicionales heredadas de España, estribillos y coplas profanas del Medievo que después se apegaran a la Navidad con métricas e imágenes valiosas; no. Se trata de reventar; de olvidar. Pocos sexenios han sido tan duros. Pocos tan violentos y desesperanzadores. Por cierto, revisando diccionarios nos topamos con esto: también era aguinaldo la dádiva que se ofrecía a los caminantes que tocaban de puerta en puerta cantando villancicos. Lo mismo pasaba con el carol británico, forma musical antigua que en tiempo de cosecha se acercaba a la iglesia como agradecimiento, hoy medular para la cultura anglosajona cada final de año. Pensando en ello nos preguntamos: ¿abrirían su puerta los de al lado si llegamos cantando? ¿Nos darían la bienvenida o un balazo? “Ande, ande, ande la Marimorena”, diríamos vela en mano.“Ande, ande que es la Nochebuena. En el portal de Belén hay estrellas, sol y luna. La Virgen y San José, y el Niño que está en la cuna.” Lo cierto es que la banda sonora de este invierno tampoco suena bien porque sigue modelada por la percusión de las balas. A estas alturas no importa quién las dispara. Mexicanos contra mexicanos; gente mal educada (¿verdad, doña Elba?) contra gente mal educada; gente sin trabajo (¿verdad, Felipe?) contra gente sin trabajo; seres humanos contra seres humanos... Disparos de calibre 22 como tarolazos norteños; de calibre 38 como bombos oaxaqueños; de calibre 45 como guitarrones jaliscienses; de calibre 9 milímetros como zapateados jarochos; ráfagas en los
cuatro puntos cardinales que al final son tres: el blanco y el negro, extremos que crucifican o enaltecen en un brindis borracho y leonino. “Yo no olvido al año viejo –se desgañita una voz–. Porque me ha dejado cosas muy buenas: me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra.” Nosotros reímos pensando que en esta época hasta el sonido de los discursos cambia. Entre reformas aprobadas al vapor y montajes de felicidad virtual en las cámaras, junto a las uvas se van enfriando temas importantes. Verbigracia: el esclarecimiento de los juicios que enfrentan los detenidos el primero de diciembre. En fin. Amanece. “Yo quisiera poner a tus pies algún presente que te agrade, Señor –expelen unas afectadas gargantas–. Mas tú ya sabes que soy pobre también y no poseo más que un viejo tambor.” A ritmo electropop, ese viejo tambor adquiere dimensiones nunca oídas. No dormiremos. De alguna forma, una vez más nos las arreglaremos para cruzar la noche. Ya suena el amanecer. Aunque el presente apriete y se haga tan pequeño como un instante, diremos salud, que venga un año que suene mejor. •
Luis Tovar cinexcusas@yahoo.com
Recuento (i de ii) Todas las cifras que el improbable lector verá consignadas aquí proceden del Anuario Estadístico de Cine Mexicano 2011, editado por el Instituto Mexicano de Cinematografía. Como lo indica el título de dicha obra, se trata de un cuerpo de datos que corresponden al año natural que va del 1 de enero al 31 de diciembre del año pasado. Empero, considerando que se trata de la recopilación más completa y, al mismo tiempo, la más reciente de que puede disponerse con tal dimensión, el Anuario… vuelve a ser –como lo fue hace doce meses, con el correspondiente a 2010– una inmejorable fuente informativa respecto del estado que guardan los principales aspectos del fenómeno cinematográfico en México. Además, y esto es importante, los numerosos y variados cuerpos de cifras que ofrece dan cuenta, vistos en conjunto, de una serie de constantes que –salvo los títulos de las películas en turno, que obviamente habrán de ser distintos, amén de algunos incrementos o decrementos de hecho marginales en la mayoría de los casos, o claramente tendenciales en otros–, casi con absoluta seguridad, no habrán de variar en lo fundamental –y por desgracia, hay que añadir–, a no ser que se hubiera verificado la mucho muy remota posibilidad de algún cambio estructural que afectase a la industria del cine en su conjunto, algo que evidentemente no sucedió hasta el día de hoy, 30 de diciembre, y no ha de suceder en las próximas veinticuatro horas. En todos los casos, la información corresponde a la exhibición cinematográfica comercial, es decir exceptuando festivales, ciclos, retrospectivas, foros y muestras.
CINEXCUSAS
Jornada Semanal • Número 930 • 30 de diciembre de 2012
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Sin novedad en el frente De algún modo se sabe y se percibe, pero no siempre con los datos precisos: en un año, 205 millones 200 mil veces un boleto cinero fue comprado en taquilla, en virtud de lo cual por ese concepto ingresó a las arcas de Cinépolis, Cinemex, Cinemark y otros pocos, la nada despreciable cantidad de 9 mil 775 millones de pesos. Dividido entre las mencionadas empresas, la primera se quedó con seiscientos veinte de cada mil; la segunda con doscientos setenta; la tercera con sesenta y las otras, minúsculas, con los cincuenta restantes. El precio promedio que debe usted pagar para ver una película en México es de $47.6 devaluados. Esto significa que por boleto hay que gastar poco más de tres cuartas partes de un salario mínimo; pero como casi nadie va solo al cine, súmele. Además, hay algunas consideraciones en cuanto a nuevos formatos de exhibición. Así pues, lo menos que un boleto de cartelera comercial puede costar son $43.89, y a partir de ahí va incrementándose en función del tipo de formato: $46.25 cuesta el boleto para una sala que exhiba en digital 2d; por su parte, la muy socorrida 3 d implica desembolsar $73.96; la i max digital, más bien escasa, cuesta $78.84; la imax 3d, un poco más abundante, $99.11 y, finalmente, la muy reciente y aún escasa 4d significa gastar $139.52 morlacos por cabeza.
La amargura de lo invariable Como de costumbre, fueron cintas estadunidenses las ganonas a la hora de surtir los ingredientes que redundaron en el grueso pastel de los casi 10 mil millones de pesos en taquilla: ochenta y nueve de cada cien personas vieron alguna cosa Made in Hollywood y, de modo paralelo, 89.13 por ciento de todo lo exhibido –525 películas, fuesen o no estrenos– provino de la mal llamada Meca del Cine.
Keith Richards
He aquí la lista de los diez filmes más vistos durante ese año, en orden descendente: Harry Potter y las reliquias de la muerte ii; Rápidos y furiosos 5, sin control; Transformers 3, el lado oscuro de la luna; Cars 2, Piratas del Caribe 4: navegando en aguas misteriosas; Río; Kung Fu panda 2; Amanecer parte 1; Los Pitufos y, al final, Capitán América. Como lo señala el propio Anuario…, a diferencia de lo sucedido en 2010, las cintas de animación no fueron esta vez las preeminentes; en cambio, lo fueron las de acción y “fantasía” –así las clasificaron genéricamente, de seguro por Harry Potter y, quizá, Amanecer. Lo que el documento no dice, quizá por evidente, es que de todos modos cuatro de esas diez son animaciones. Pero hay algo aún más notable y más desolador: siete de las diez películas más vistas en todo un año son continuaciones de cintas que las antecedieron, en ciertos casos hasta con tres y cuatro “episodios”. Esto significa, simple y llanamente, que la cartelera comercial permaneció doce meses enteros infestada de refritos, de fórmulas resabidas, archisobadas y, en más de un caso, con amenazas serias de seguir regurgitando sus clichés. • (Continuará.)
arte y pensamiento ....... LA JORNADA VIRTUAL Una nueva guerra se prepara: Siria 2013 (ii y última) Fantasías de liberación, amenazas de genocidio No hace falta ser experto en Medio Oriente para poder entender que la destrucción de régimen de Assad es un asunto costoso, trágico y peligrosísimo. Es natural sentir deseos de ver la ruina de un gobierno antidemocrático y despótico que ha recurrido a la represión más brutal y al asesinato de miles de civiles; sin embargo, participar en su colapso conlleva la responsabilidad de armar y dar poder a las jaurías extremistas, a las fuerzas reaccionarias que los Assad pudieron controlar durante décadas (tanto a sangre y fuego, como en Hama en febrero de 1982, como mediante intimidación y pactos). Como hemos comentado en esta columna, Bashar el Assad es responsable de la desastrosa situación siria, de la intolerancia de un régimen rancio y decrépito, incapaz de transformarse y abrir espacios para la disidencia y el cambio. Su ceguera lo llevó a cometer atrocidades y desatar una catástrofe humanitaria de proporciones gigantescas. Nada complacería más a Israel que la caída de uno de sus peores enemigos, uno de los miembros del llamado Bloque de la Resistencia que, al lado de Irán, apoya a los palestinos en su lucha por un Estado nacional en un territorio viable y se opone a las alianzas entre las dictaduras árabes, eu e Israel. Pero si algo demuestran los casos de Irak y Afganistán es que en esa región, aun invadiendo una nación e instalando un gobierno títere, no resulta nada fácil transformarla en aliada. La insurgencia siria es un collage de grupos religiosos, manifestantes laicos, kurdos y jihadistas extranjeros. De tomar el poder, los sunitas sin duda actuarán de manera semejante a los rebeldes libios que Occidente apoyó en su lucha
A LÁPIZ
Naief Yehya naief.yehya@gmail.com
contra Kadafi. No por nada Peter Galbraith declaró en su editorial de 15 de noviembre en el New York Times que el siguiente genocidio será probablemente el de la minoría alauita a la que pertenece la familia Assad, la cual será víctima de la implacable venganza de la mayoría sunita.
¿Que pasó con la Primavera árabe? Lo que inicialmente parecía un viento fresco de revuelta, democracia y justicia social que barrería con los tiranos, desde el Magreb hasta la península arábiga, dio un giro extraño hacia el fundamentalismo extremo. Los levantamientos populares en contra de los dictadores y jeques impuestos y sostenidos por eu y Occidente fueron aprovechados por la Hermandad Musulmana en sus distintas ramas y vertientes. Estos grupos tomaron las riendas de los movimientos para lanzar ofensivas en contra de los gobiernos hostiles a los intereses sauditas, israelíes y estadunidenses, como Libia y Siria. Estos grupos religiosos fueron armados y entrenados para lanzar una rebelión islámica internacional que desarticularía la lucha por gobiernos transparentes, democráticos y nacionalistas. La fuerza antiimperialista de la revuelta que derrocó a Hosni Mubarak y a Ziad Ben Ali fue reemplazada por un programa islámico internacionalista con objetivos a largo plazo. Independientemente de los miles que han perdido la vida en el mundo árabe desde que Mohammed Bouazizi, el vendedor de frutas tunecino que se inmoló el 4 de enero de 2011 en la protesta que detonó las revueltas, nada parece más emblemático del desastre en que se convirtió la Primavera árabe que el hecho de que el poeta qatarí Muhammad ibn alDheeb al-Ajami haya recibido una condena de cadena perpetua por escribir y declamar en un video que subió a internet el poema “Jazmín tunecino” en el que celebra el levantamiento popular.
Si un lector, algún lector, cualquier lector se encuentra leyendo estas líneas el día de hoy, eso se debe a que no se cumplió la “profecía maya” acerca del fin del mundo, propuesto para el viernes 21 de diciembre de 2012, a las 11:12 am ., según el Calendario maya de la cuenta larga (que abarca 5 mil 125 años). Dicho incumplimiento es atribuible a muchísimos factores, entre otros: a) un error humano de lectura e interpretación, b) un problema de bilingüismo entre el traductor y el manuscrito original, c) el manejo de una fuente incierta, con errores e interpolaciones, no cotejada con fuentes más confiables; d) el manejo de una fuente sin pies de página ni bibliografía confiable, e) una falta de concordancia entre los calendarios maya, juliano y gregoriano; f ) una mala lectura del mapa astronómico, porque g) los mayas, con toda su sabiduría, no previeron el fenómeno de los hoyos
Muhammad ibn al-Dheeb al-Ajami
Otro mundo distinto pero aún hostil La situación en el Medio Oriente se complica ahora más después de la última confrontación entre Israel y las fuerzas palestinas de Hamas, quienes lanzaron cohetes que por primera vez alcanzaron Tel Aviv y las afueras de Jerusalén, armas con relativamente poco poder de destrucción, pero que vienen a anunciar progresos en el poderío de los milicianos. Otro factor importante fue la votación en la onu que dio reconocimiento de Estado a Palestina (aunque no derecho a voto) y vino a abrir posibilidades de recursos legales sin precedente en contra de la ocupación israelí. La respuesta del gobierno de Netanyahu no se hizo esperar: dio la autorización de construir más asentamientos ilegales (no existen los asentamientos legales en tierras ocupadas después de guerras) en territorios ocupados de Cisjordania (en una zona estratégica a las afueras de Jerusalén que, de ser tomada, volvería imposible toda noción de continuidad territorial para Palestina) y confiscar más de 120 millones de dólares en impuestos que pertenecen a la autoridad palestina. Si a esto sumamos que ahora Hezbolá cuenta con aviones drones y con que la Hermanad Musulmana avanza mientras el viejo mapa de alianzas y rivalidades se ha vuelto obsoleto, queda claro que ninguna de las soluciones que imaginábamos en el pasado tiene la menor vigencia para lo que queda de la segunda década del siglo xxi. •
Enrique López Aguilar las autoridades vaticanas en los que se informaba del hoalapiz2000@gmail.com
Fin del mundo (según “los mayas”)
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negros, y h) la lectura maya parte de una lectura del mapa astronómico visto desde el hemisferio norte, de donde i) se hace necesario completarla con la parte del mapa vista desde el hemisferio sur; j) Israel no ha conseguido materializar su idea neonazi de destruir a los árabes y al mundo de los gentiles con un bombazo atómico marca llorarás que san Adolfo, su inspirador, les ha sugerido desde hace muchos años; k) ya no existe la urss para amenazar con tales daños, l) Estados Unidos no parece interesado en el tema de la destrucción instantánea del planeta, sino en su lenta corrosión; m) el mencionado Calendario no se puso de acuerdo con las profecías del Apocalipsis, las relacionadas con el Ragnarök, las previstas por el Oráculo de Delfos, el dolor de callos de la abuela Margarita, el súbito fin de las menstruaciones de la tía Elena o el buen olfato del Canelo, perro callejero adoptado por los vecinos al que no se le escapa ninguna rata; n) las ventas de libros, tarotes mayas, perfumes, esencias, sahumerios, collares, emplastos, patitas, yerbas, ungüentos y bendiciones fueron insuficientes para llenar los bolsillos de los profetas del desastre, lo que ñ) les hizo ver que por qué no amenazar con otros finales del mundo en años subsecuentes; o) todavía no se hace la taquillera película que ilustre el tema, p) las razones que se le ocurran al lector, incluida la idea de un señor de nombre Carlos que algo decía de que las religiones eran el opio del pueblo. En 1967 los impresionables niños de aquel entonces padecimos lo que magnificaban algunos atroces maristas –según sus creencias– acerca de la Virgen de Garabandal, hija de la Virgen de Fátima, hija de la Virgen de Lourdes, todas ellas productoras de dictados y mensajes secretos para
rrible fin del mundo por venir (cosa de días, cosa de hacer acopio de agua y latas), porque la Bestia llegaría antes de un malabarístico final lleno de arcoíris, estrellas estrelladas contra la Tierra y mucho polvo, un polvo que sólo los palestinos en Gaza podrían describir junto con otras víctimas de las innumerables guerras de este mundo. La ventaja de aquellas profecías era que sólo se trataba de una pequeña prevalencia de la Bestia antes de la llegada de los Rostros Benditos de María y el Mesías. Qué tiempos aquellos de Emily Kranz, Zulma Faiad y los bikinis, mera peccata minuta para los diablos menores; cuánto final y cuánta imaginación retorcida para suponer la destrucción de la humanidad. Podremos respirar tranquilos otros 5 mil 125 años, en lo que estudiosos mayenses, teólogos cristianos, sabios complejos y astrólogos trascendentes se podrán poner de acuerdo para definir la siguiente fecha del fin del mundo, olvidados de que los verdaderos fines del mundo ocurren con los problemas económicos sin resolver, con la violencia a flor de piel en lo individual y lo colectivo, con los fraudes electorales, con la impunidad de expresidentes que (hay que imaginarlo, de veras) van a dar clases en Harvard… O con la muerte, ese personal e íntimo misterio que es un verdadero fin del mundo: adiós las voces, las palabras, las imágenes, las personas queridas; adiós la música y los adioses; adiós las memorias de una vida, más ricas y complejas y abundantes que la Biblioteca de Alejandría. Para Borges la muerte individual era el incendio de esa irreparable biblioteca. El resto es ceniza. Fin de año. Dos sexenios ominosos producen la nostalgia del ancien régime. Las “profecías” mayas son manera atenuada de mandar todo al carajo para comenzar de nuevo. Ojalá se cumpliera esa renovación, pero la sabemos falsa • Deseo lo mejor para 2013 a los lectores.
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Germaine Gómez Haro Las obras de arte en la ciudad de los libros (ii y última) En la entrega anterior (16 de diciembre, 2012) se comentó el extraordinario acierto de Consuelo Sáizar al haber comisionado intervenciones artísticas para las áreas públicas y para las magníficas salas que albergan las diferentes bibliotecas privadas adquiridas por Conaculta y ahora ubicadas en la recién inaugurada Ciudad de los Libros. En la Biblioteca Monsiváis, diseñada por Javier Sánchez y Aisha Ballesteros, el invitado fue Francisco Toledo quien, como es bien sabido, fue uno de los amigos más cercanos del escritor. Inspirado en el amor que éste profesaba a los gatos, el maestro oaxaqueño realizó los diseños de cuatro obras tan hermosas como divertidas, que forman parte integral del proyecto arquitectónico de este acervo. En primera instancia se aprecia una cenefa que corre por el pasillo perimetral de la sala, realizada con mármoles y piedras calizas de diversos tonos, creando un mosaico de formas geométricas que evocan la silueta de un felino estilizado que se repite rítmicamente. En los últimos tiempos, Toledo se ha abocado a realizar proyectos experimentales al alimón con artesanos de muy diversos géneros, con el propósito de crear obras de diseño contemporáneo de una sofisticación inédita. A manera de remate de uno de los libreros, se colocaron dos piezas murales realizadas en felpa en las que aparecen la imagen de Monsiváis y sus gatos rodeados de libros. En otra sección se incluyó un gobelino de hilo tejido en telar, en el que aparece de nuevo el gato estilizado, una obra de impresionante factura que da cuenta del nivel de elegancia y finura que puede alcanzar la mano experta del artesano, siguiendo un diseño altamente delicado y de carácter plenamente contemporáneo. En la zona de lectura se colocó una alfom-
bra hecha de hilos de seda que evoca la figura de un “gato enmarañado”. La sección infantil proyectada por Alejandro Sánchez García y Bernardo Gómez Pimienta –creadores del plan maestro integral del edificio– es digna de mención por su extraordinario diseño que combina perfectamente el uso práctico y lúdico de cada sala, con una estética juguetona en el mobiliario, aunados a la asombrosa frescura y vitalidad de las obras creadas por la artista plástica Magali Lara. A decir de Alejandro Sánchez, “el proyecto está resuelto con base en un sistema de elementos orgánicos inspirados en el círculo y el cilindro”, concepto que Magali tradujo en pinturas y gobelinos de gran formato, una alfombra y un alucinante dibujo digital fragmentado en sesenta y nueve recuadros dispuestos en forma irregular que integran una gran pieza de 3.50 × 14 m. Sobre ésta comenta la autora: “Mi idea es que pueda ser lo suficientemente provocativa para permitir que los niños imaginen formas e historias a su gusto, además de dar un descanso a la vista, como si fuera humo o nubes que habitan dentro de la sala.” Las composiciones semiabstractas de Magali, sus características evocaciones florales y vegetales que desbordan sensualidad, seguramente atraparán la mirada de los niños invitándolos a dejar volar su imaginación, y propiciando el entreveramiento del goce intelectual y sensorial que se busca detonar en los noveles lectores. El visitante descubrirá otras intervenciones a lo largo del recorrido por la Ciudad de los Libros. Para el Patio de Lectura, Vicente Rojo creó una pintura titulada “Gran escenario primitivo”, integrada por sesenta cuadros que se antojan una suerte de variaciones sobre un mismo tema, y el Doctor
Jorge Moch
ARTES VISUALES Lakra plasmó, sobre un gran muro en el vestíbulo del espacio que funcionará como teatro, una delirante composición que alude a referencias bibliográficas que se confunden entre sus característicos guiños cargados de significados crípticos; Minerva Cuevas y Laureana Toledo participan con intervenciones en el Fondo Reservado México; Alejandra Zermeño elaboró tres esculturas antropomórficas para la Biblioteca Antonio Castro Leal, y Perla Krauze diseñó una escultura móvil que pende del techo de la Biblioteca Jaime García Terrés, emulando una lluvia de piedras multicolores elaboradas con resinas transparentes. Es de esperarse que esta gran Biblioteca de Bibliotecas cumpla con su objetivo primordial, que es promover la pasión por la lectura y el difícil e invaluable oficio de la investigación, en un espacio plenamente disfrutable, único en su género en nuestro país. Enhorabuena a todos los que hicieron posible este soberbio proyecto. •
CABEZALCUBO
tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch
Mejor que venga el Krampus Llega diciembre y arremete la Navidad, sincrético muégano que amasa melcochas de paganismos y cristianismo (católico recalcitrante en México, herencia de la conquista española, de curas soberbios y monjas usualmente arrogantes pero que con involuntaria, histórica comicidad siempre tuvieron en las trompas la palabra humildad), pero en realidad acunada por el vasto imperio del mercachifle que trucó leyendas húngaras en campañas de publicidad de la Coca Cola estadunidense, que no es más que la temporada de ventas a lo bestia de comerciantes y almacenistas, que es el Vellocino de Oro de abarroteros que creen ser otra cosa –usualmente un abarrotero, entre más grande su tienda, más apellidos se pone, como gerente, director adjunto, presidente del consejo de administración y así. Llega diciembre y los almacenes se convierten en jugueterías, para que el niñito dios o santoclós, que alguna vez fue primero un obispo turco y acabó siendo un duende holandés, hagan de la niñez festín de felicidad que cierne un condicionamiento inmoral y desbocado en pos de algo tan superficial y huero como el consumismo vil. Llega diciembre y hay que ir a las posadas del trabajo y hacer desfiguros, tratar de ligarse a la secre, adular al jefe y alzar el vaso de marrascapache con refresco y balbucear un brindis cantinflesco; hay que ir a las posadas de la escuela, soplarse pastorelas donde niños lelos se balancean vestidos de espantapájaros llamados pastorcitos, y por todos lados resuenan cascabeles, melodías navideñas gringas, villancicos salidos del franquismo, donde los peces beben en el río revuelto de las ganancias del comercio
y entre guajolotes rellenos, piernas horneadas, pastas y pasteles los gordos hipertensos nos acercamos un par de felices peldaños al final del camino. Llega diciembre y la gente se hace regalos que no necesita (pero a veces agradece, porque se demuestra la bondadosa generosidad del ser humano, a menos que se trate del jefe de uno que se hace guaje con el aguinaldo). Pero todo es falso. Es momentáneo. Es banal e impuesto. La espiritualidad que tuvo alguna vez la Navidad se la comieron cruda la compraventa, el alud publicitario y la hipocresía de quien siente que hizo por fin algo bueno, porque en Navidad le dio de comer al jodido o regaló juguetes al niño pobre. La Navidad –la real, la que se celebraba en los primeros días de diciembre y no en la nochebuena impuesta por la clerecía del Vaticano– valía de veras cuando la complementaba el Krampus, ese demonio rojinegro, fiero y cruel, verdaderamente antitético al santo Nicolás (y no como el mamarracho verde ese que inventó el estadunidense Theodor Seuss, el Grinch) convertido ya en rubicundo duende repartidor de pastelillos, dulces y divertimentos, para echar en cambio a su canasto maldito mocosos mal por-
tados y llevárselos al infierno mientras el barbudo de gorro y túnica repartía confites. Uno metía y el otro repartía. El bien y el mal en todos nosotros, acertada metáfora del propio convencimiento para mejor ser un poco ñoño y así librarse de los castigos que recibiría un cabrón empedernido al que literalmente se llevaría el diablo. Clérigos de distinta laya, pero todos rayados con su cruz de intolerancia, pugnaron sobre todo desde el Medievo para eliminar al Krampus de las fiestas. El calvinismo alemán, tan creativo, astuto y zafio como el catolicismo ibérico fabricante de vírgenes morenas, ayates floridos y sumisos beatos nahuas, se inventó otro acompañante menos malvado para el Sinterklaas neerlandés que, popularizado rápidamente entre los aldeanos del centro de Europa, empezaba ya en el xvii a presumir sayón rojo orlado de oro: Knecht Ruprecht, una suerte de monje que pedía a los niños buenos que quisieran pastelillos y regalos, que elevaran oraciones al cielo. ¿Suena conocido el método coercitivo? Yo prefiero que vuelva el Krampus. Que llegue a aterrorizar con sus gruñidos y cadenas oxidadas a los que nos portamos mal. Pero sobre todo que vaya, casa por casa, metiendo en su canasto fatal a cuando pájaro de cuenta nos sobra en este país. Con la pura clase política y empresarial tiene para echar varios viajes de ida y vuelta al averno, vaciar la canasta y otra vez a llenarla de mexicanos gandules, mentirosos, transas, crueles, asesinos, cobardes, toditos de corbata o traje sastre, relojazo en la pezuña y zapatos, bolsos y joyas que cuestan una infamante fortuna. Aunque pensándolo bien, nomás con meter a la Gordillo se le iba a llenar el canasto… y mejor ni pensar en Carstens, pobre Krampus. •
ensayo
H
e escuchado comentarios tan crispados sobre la película Insurgentes, del realizador boliviano Jorge Sanjinés, que la curiosidad me pica. Antes de la proyección, Benito Taibo presenta la película y se adhiere a la lucha de los indígenas del mundo contra el neoliberalismo. Al terminar la proyección, luego de los aplausos respectivos del auditorio en pleno, mis sentimientos son encontrados. Sin duda es muy grato encontrarse con una producción de esa altura. Con la falta que hace en Bolivia tener películas que cuenten nuestra historia, y que podamos reflejarnos en ella, no se puede sino aplaudir un esfuerzo como éste. Se trata de un trabajo muy bien cuidado que viaja en el tiempo con rigurosidad, salta décadas en cuestión de minutos y transporta al espectador a episodios muy distantes sin descuidar el tránsito: del siglo xviii al xxi , del Chaco al Club de Golf de La Paz, y uno se siente al interior de cada episodio. A pesar de los vaivenes, la narrativa nunca confunde. Sanjinés muestra su experiencia y construye un relato con idas y vueltas llevándonos de la mano; los capítulos –aunque de distintas intensidades‒ convocan a las emociones a involucrarse con la historia. La fotografía es impecable; saca provecho de lo espectacular del altiplano y construye t o m a s q u e u n o s e p re g u n t a cómo logró, considerando lo altamente urbanizada que está La Paz. La música que es muy adecuada, acompaña, despierta, conduce. En otra dimensión, me complace la intención de una relectura de la historia de Bolivia desde una posición política. Sanjinés, como lo hace siempre, toma partido. No es una película neutra; por el contrario, inventa una nueva lectura de la historia del país, la reconstruye, hila los pedazos que considera importantes. Como lo hicieron otros artistas desde otros soportes, el director recrea –con límites y aciertos‒ la visión del país. Su voz, que es la encargada del relato, reafirma el sello de autor. Pero a pesar de mi encanto, encuentro tres deudas que son imperdonables. En primer lugar, Sanjinés retrocede en la propuesta comunitaria que lo había caracterizado a lo largo de su obra. En Insurgentes la colectividad se diluye y básicamente se trata de una exaltación de los grandes héroes. La historia no la hacen los pueblos sino los iluminados –en este caso, estrictamente indígenas‒: Túpac Katari soñó a Evo Morales, en medio hay detalles que eventualmente tienen que
30 de diciembre de 2012 • Número 930 • Jornada Semanal
ser nombrados, pero nada tan importante como el vínculo entre el mito y el hombre. Ese es quizás el punto más débil de Sanjinés; él, que supo siempre salir de los discursos oficiales, ahora cae en el lenguaje teleológico del gobierno que se esfuerza en demostrar que la máxima katarista “volveré y seré millones” se hizo realidad con el ascenso de Evo al gobierno. Es muy comprensible que el mensaje oficial tenga ese tenor, pero es inaceptable que Sanjinés quede prisionero del argumento delirante de que la historia la hacen los grandes hombres. La última escena, por ejemplo, es torpe y en el límite evoca y refuerza el imaginario redentor del catolicismo : en el teleférico de la ciudad de Cochabamba, –que construyó un alcalde (exmilitar que participó en la dictadura y ahora uno de los dirigen-
de su llegada al gobierno –reproduciendo su deslumbrante primer discurso de 2006 que a todos nos erizó el alma‒, pero oculta los otros rostros –tan naturales como cualquiera‒ del otro Evo. No muestra al hombre de Estado, con sus luces y sombras, sus límites y aciertos, su lucidez y sus errores, sus mezquindades y bondades. No retrata al hombre en conflicto, al contradictorio, sino al héroe consumado. No hay lugar para las dudas, sólo para las certezas. Sólo dibuja el mito en su mejor momento. Pero lo más imperdonable son las ausencias. La Revolución de 1952 apenas se menciona. Los casi veinte años de dictadura (1964-1982) no aparecen jamás, ningún mártir de la lucha por la democracia es siquiera evocado. Para Sanjinés no existen Marcelo Quiroga, los ocho líderes
Insurgentes: cine y política en Bolivia
Hugo José Suárez tes de la oposición) con apoyo de la élite local para subir al Cristo de la ciudad‒ montan al cielo los espíritus de Túpac Katari, Bartolina Sisa, Zárate Willka y Gualberto Villarroel, y baja de lo alto Evo Morales. Sanjinés olvida que Evo no es nadie sin las comunidades que lo llevaron ahí, sin los millones de bolivianos que lucharon en cientos de momentos. Que Evo lo olvide es parte de la naturaleza del poder, pero un trabajador de la cultura no puede correr la misma suerte. Al mismo tiempo, jugando a hacer del hombre una leyenda –y para ello mostrándolo como la encarnación de la profecía‒ Sanjinés mata al Evo de carne y hueso. Por eso se queda en el período
políticos asesinados del 15 de enero del ʼ81, Luis Espinal y las cientos de personas que vivieron y sufrieron la dictadura. Sólo hay indios: es el único actor históricamente válido. La insurgencia parecería ser monopolio del mundo indígena. Cierto, ese no es sólo pecado suyo; es parte del discurso oficial que ha construido un hueco en su lectura de la historia y ha consumado la razón indigenista como la única legítima y, nuevamente, que eso sea parte de una construcción del relato oficial es comprensible; pero dejarse obnubilar por ese lenguaje de Estado no es la mejor opción para el cineasta. En fin, es sin duda una película que dará mucho de qué hablar •
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