■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 24 de marzo de 2013 ■ Núm. 942 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
España
en crisis: espejo para neoliberales
Un filósofo, V ilma F uentes Descolonizar la literatura colonial, R odolfo A lonso
X avier F. C oronado y J uan R amón I borra
bazar de asombros LÁNGARA Y EL NIÑO REPUBLICANO
24 de marzo de 2013 • Número 942 • Jornada Semanal
Hugo Gutiérrez Vega
Para Josetxo y para Héctor Vega, la Pepsi, maestro de la marunga china
Más que evidente, la crisis del modelo económico neoliberal ha golpeado con severidad ahora no sólo a países que se ubican en las despectivamente llamadas regiones periféricas, sino en la misma Europa: Grecia, Irlanda, Portugal, Chipre, Italia y España son ejemplos de cuán errada es la tesis de que, liberada a sus propias fuerzas, la economía de mercado es capaz de autorregulación, equilibrio y generación de bienestar colectivo. Xabier Coronado y Juan Ramón Iborra, ambos españoles, hacen la crónica y el análisis de la situación actual de una España que, como México, ha sido al mismo tiempo laboratorio y víctima de los ensayos con los que el capitalismo salvaje sigue buscando justificaciones para prolongar una preeminencia global cuyos efectos en la gente de a pie son cada día más devastadores. Publicamos además un ensayo sobre la literatura colonial vista desde Latinoamérica.
Siendo muy pequeño me tocó ver, en el campo
del Club Oro de Guadalajara, el gol que el ar quero del Oro, Heredia (argentino fortachón y
compadrito) le metió al desventurado portero del Tampico, el apuesto y despistado Tarzán Landeros. El balón surcó los cielos, cambió de rumbo debido al golpe de una ráfaga de aire ta
patío y, el muy hipócrita, se le escurrió entre las
piernas al inconsolable Tarzán. Estamos ha
blando de 1945 o de 1946 (tomaría muy a mal que uno de mis lectores ululara e hiciera aspa vientos) y yo era habitante de “la perla de occi dente” y seguidor entusiasta del Club España,
un equipo casi invencible formado en su mayo
ría por jugadores de la mítica selección vasca que, girando por las Américas y sorprendida por
la Guerra civil y la temprana caída del país vas co, prefirieron quedarse en América. Sin duda
que enriquecieron nuestro futbol y crearon una comunidad vasca de la que formaban parte al
gunos notables pelotaris, como Paco Berrondo, Ibarlucea y los ilustrísimos Pistón y Guara, es trellas de todos los frontones de jai alai del
mundo. Alguna vez vi comer a Paco Berrondo en El Horreo de la Alameda Central (iba a esa
fonda y al Centro Vasco). Con asombro observé cómo devoraba dos chuletones rotundos acom pañados de crujientes papas fritas. Terminó su
piscolabis con un huachinango monumental
guisado en salsa verde (las pequeñas almejas eran deliciosos escollos en el mar de la salsa).
Mi padre lo saludó y el jovial pelotari nos invi tó un plato de cuajada que parecía recién llega da de un establo de Donostia.
Necaxa y el Atlante lograban enfrentarlo con
fuerza y dignidad. Recuerdo la alineación de
los eternos campeones: Sanjenís en la puerta; Cilaurren y Aedo en la defensa; José Antonio,
Fernando García y Cubanaleco en la media, y la poderosa delantera estaba compuesta por Quesada (un tico gordito que corría como un
gamo), Irarragori (el famoso Chato), el legenda rio Isidro Lángara (setenta goles en un campeo nato), Moreno (el más ilustre de los inter iores argentinos) y el mexicano Septién, especialista
en pases largos y precisos. La mayor parte de los jugadores vascos –hay que añadir a los que
actuaban en otros equipos: Urquiaga (un espec tacular portero bastante obeso), Iborra (un cha parrito de notable agilidad); los Regueiro y
otros más se quedaron en México. Iba con mi padre a celebrar los triunfos del España a la
Peña Montañesa, el restaurante de Modesto Gu
tiérrez que preparaba un cocido digno de una fonda de la Cabuérniga. Enfrente se abrían las
ventanas del Club Asturias. Se armaba la grite ría y, de repente, se hacía el silencio y, entre los vivas al España y al Asturias, se escuchaba la
voz de un niño que gritaba con fuerza y pensan do en su abuelo, el último alcalde republicano
de Puente Viesgo: “¡Viva la República! ¡Viva mi Abuelo!” Se paraba la gritería y las cabezas cantábricas se inclinaban sobre el cocido y las
fabes con almejes. España (las dos Españas) se
hundía en el silencio, pero vibraban en el aire los vivas a Lángara y el grito del pequeño re publicano.
El Club España ganaba todos los campeona
Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
tos con pasmosa facilidad. Sólo el Asturias, el
jornadasem@jornada.com.mx
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Portada: Aparta de mí este caliz Collage de Marga Peña
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uando un libro decididamente académico, en el mejor sentido, dio lugar en poco tiempo y en nuestras circunstancias nada me nos que a una reedición, no sólo está demostrando su evidente validez en los medios específicos, sino también, es de suponer, un llamativo interés en círculos acaso más vastos. Porque el coloquio La producción cultural en las colonias del Nuevo Mundo, organizado en 1994 por el Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamerica nos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán (Argentina), merced a un exigente trabajo de coordinación y compilación de la destacada especialista Carmen Perilli, dio lugar, el año siguiente, bajo el título de Las colonias del Nuevo Mundo, a una pri mera edición de la misma casa de estudios, que luego nos ofreció una segunda, con la única pero significativa modificación del subtítulo: donde antes decía Sociedad y cultura puede leerse ahora Discursos im periales. Y es que, como suele ocurrir, la necesidad (después de todo científica) de alcanzar precisión en los conceptos no puede dejar de exigir asimismo claridad y hasta sutileza en los términos. Durante demasiado tiempo Hispanoamérica mantuvo una visión de la literatura colonial que, o la dejaba de lado como historia de España o la consideraba apenas mero antecedente para legitimar la indepen dencia de los Estados nacionales. Pero ha llegado la hora “de comenzar a descolonizar los estudios literarios coloniales”, como bien dice Silvia Tieffemberg. Y es desde las nuevas perspectivas intelectuales y metodo lógicas que la compiladora relaciona acertadamente con las conme moraciones ‒y conmociones‒ ocurridas en 1992 alrededor del Quinto Centenario, que comienzan a ser percibidas, en el entramado más pro fundo de esos textos nacidos en la aparentemente inconmovible modorra colonial, como tensiones y hasta crispaciones que tienen que ver sin du da con nuestra más viva identidad. Sobre un espacio que sin ingenuidad algu na se quiso imaginar como desierto, pero en realidad poblado por culturas de índole pre dominantemente oral (¿cómo olvidar aquella imperdonable pira de miles de venerables códices mayas perpetrada por dos frailes de triste memoria?), igual que muchos otros imperios, la España entonces monárq uica y absolutista ‒que también pade cía por supuesto la propia España‒ vino a complementar el saqueo a sangre y fuego de las riquezas, y la supresión de los diferentes con el imperio de la palabra escrita (esa “violencia de la letra” a que alude María Jesús Benites), vehículo de un rígi do sistema de pautas cultu rales que no pretendían si no justificar consciente o inconscientemente lo ante rior (“Se fundaba sobre la nada. Sobre una naturaleza que se desconocía, sobre una sociedad que se ani quilaba, sobre una cultura que se daba por inexis tente”, razona lúcidamente José Luis
laliteraturacolonial
Descolonizar
creación Rodolfo Alonso
Romero). Que esa imposición cultural, en gran medida desdichada mente exitosa, ya que en muchos de nuestros países casi ha desapare cido la riqueza cultural del universo aborigen, no haya sido posible sin tensiones, es lo que recién viene a vislumbrarse en textos producidos durante ese período. Todo mestizaje no consentido es fruto ineludible de una violación, así sea obtenida incluso con seducción o dulzura. Si el aborigen queda mudo, cuando no muerto, ante la irrupción de la dominante cultura escrita, también al que es criollo ‒y por lo tanto mestizo‒ de sangre y lleva en sus propias venas el conflicto le resulta lógicamente difícil atravesar con serena mansedumbre su ardua situación. Pero, si no tan dramática, no menos compleja es la situación en los estadios supues tamente superiores, donde americanos de estirpe nítidamente espa ñola y hasta los mismos españoles colocados en un contexto geográfi co diferente, y tan lejano no sólo en el espacio de la metrópoli a la cual se sienten ligados (“esa sociedad los rechaza por distantes y distintos”, afirmó Jaime Concha), dejan traslucir en lo que escriben su desamparo, su extrañamiento y hasta su desconcierto. Y llegó a manifestarse desde aquí incluso contra “el desdén español”, es decir, el desconocimiento, la falta de interés y aun la desidia de la metrópoli (hasta Lope de Vega en 1599 “las hazañas de la Conquista no tuvieron cabida en los textos españoles de imaginación”, dicen Martínez-Rotker). Que tal bagaje de tensiones y conflictos, manifiestos o latentes, resulte sin duda el yacimiento sobre el cual tantea nuestra trabajosa identidad ‒y con secuelas no resueltas que mucho me temo están vigentes‒, explica el apasionado interés con que nos conmueven estas páginas. Sería justo resaltar a todos los autores que, en ma yor o menor medida, contribuyen al logro del conjunto. Pero no menos injusto sería obviar que el trabajo de Susana Rotker (luego trágica mente fallecida) y su esposo To más Eloy Martínez, sobre la His toria de la conquista y población de la provincia de Venezuela, de Oviedo y Baños, ocupa un lugar central, no sólo por su tamaño, sino por lo amplio y profun do de sus alcances, así como que la presencia de dos reconocidas figuras como Susana Zanetti y Emi lio Carilla realza el nivel general de los otros investigadores, entre los cuales cabe señalar a la eficaz compiladora, Carmen Perilli, cuya atinada indagación sobre conciencia criolla y ciudad letrada en relación con la apasio nante personalidad del mestizo pe ruano Espinosa Medrano el Lunarejo, brinda acabado testimonio de esa “pertenencia conflictiva” a que no po día dejar de dar lugar no sólo la eviden cia de que “la Lengua, la Cultura y la Re ligión son los tres instrumentos más sutiles y eficaces de la coloniza ción”, sino también la todavía hoy dolorosa convicción de que “la Corona ha impuesto una máscara de paz so bre la más violen ta explotación”•
Ilustración de Irene Lasivita
Adiós a
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Rubén Bonifaz Nuño
L
a tradición neoclásica mexicana, a pesar de haber pasado en el siglo xix por pasajes insus tanciales, y aunque gozara de prestigio entre la muy reducida clase ilustrada –un buen ejemplo son los árcades–, necesitó de la luz moder nista para alcanzar, en Manuel José Othón y en Sal vador Díaz Mirón, un nivel de verdad importante, y florecer en el siglo xx en uno de los varios rostros de Contemporáneos, rostro deudor tanto de Enrique González Martínez como de Ramón López Velarde. Sobre todo alcanzó una perfección inesperada en la fuerza escultórica de El responso del peregrino, de Alí Chumacero y en algunos de los li bros de Rubén Bonifaz Nuño. A eso se refiere el propio Chumacero en uno de esos elogios inteligentes, sagaces y mali ciosos: “Yo alcancé una perfección, él –Bo nifaz– varias.” Un poeta como Rubén Bonifaz Nuño, escritor en esa misma senda, tenía que saber que la naturalidad del Responso del peregri no era un verdadero milagro, y que lo clási co se consigue casi siempre en el artificio. Dicho de otra manera: la poesía no se suele dar naturalmente. Y eso no era de su agra do. Él buscaba, sí, esa perfección, pero tam bién una poesía expresiva, más que tallada en piedra, tatuada en la piel, en el cuerpo, una lírica existencial de subrayada carga emotiva. La inteligencia del clasicismo le parecía en parte estéril. No es por eso extraño que una de sus apuestas poéticas importantes, y ya al final de su obra, lleve por título Albur de amor, nombre de estirpe sabiniana, poeta al que admiraba pero que no podía tomar como ejemplo o modelo de su búsqueda. La críti ca literaria –y el gusto de los lectores– coin ciden en señalar a Fuego de pobres como otra obra maestra de este poeta, pero se hace poco énfasis en que siendo un libro excep cional no es sin embargo un libro represen tativo de la estética de Bonifaz Nuño. Am bos títulos, Fuego de pobres y Albur de amor, podrían llevarnos a una idea equivocada de su poesía. Es cierto que ella está ligada a la vida y a su sentido existencial, pero pasa por una exigencia formal previa a la que el autor de Maltiempo fue muy reacio. Dicho de otra manera: Sabines encuentra la forma en la escritura del poema, mientras que para Bonifaz la forma (en su sentido más amplio) es un regalo de la tradición. Bonifaz parecía ser el continuador directo de una tendencia neoclásica. No fue así en buena medida porque el neoclasicismo en él se volvió melodía sin música, forma sobrepuesta a la forma, y eso le lleva a explorar una gracia tartamuda y forzada, misma que se resuelve a veces en momentos de gran felici dad expresiva (pienso en Calacas, su último libro, o
incluso en un libro que se presenta como un diver timento, Pulsera para Lucía Méndez, 1989). Sobre la página la poesía se hace, pero no ocurre. Y es que su clasicismo proviene no de los clásicos castellanos, sino de los romanos y griegos (los verdaderos clási cos dirán algunos) a los que tradujo en versiones tan admiradas como criticadas. Pero el oído latino o el helénico es un oído falso, o mejor dicho: fósil, pura mente hipotético, difícil de recrear en una lengua tan viva como el español de finales del siglo xx . No es desde luego la primera vez que una poesía adquiere actualidad en su condición antigua –el clasicismo
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José María Espinasa
Se canta la desgarradura de la separación, no la plenitud del amor. Pero eso es, paradójicamente, una manera de cantar el amor cumplido, no el desamor.
la escultura es una licencia que oculta que en realidad es otra cosa. En la visión de Cuesta lo mineral era cla ramente geológico, mientras que en Bonifaz no, esa condición mineral es esculpida. También le pasa a esa poesía que al ser el testimonio de la lucha con el án gel, ese ángel tiende a ser una victoria, por ejemplo la Victoria de Samotracia. Y lo im portante ahí es la lucha. El poeta tiene plena conciencia de ello –su primer libro es La muer te del ángel, en 1945– y decide librar el duelo. Bonifaz no es un artesano, sino un orfe bre. Ambos tienen conciencia del oficio pero sólo el segundo hace del oficio una servidumbre o un vasallaje. El artesano se olvida del oficio en cuanto pone las manos en la masa, pues es ajeno a la idea de crea ción. Resultaría absurdo preguntarle a un panadero qué expresa con su pan, y sin embargo es evidente que expresa algo. El pastelero tiene otra conciencia, pero cuan do decimos que la repostería es un arte hacemos uso de una empalagosa retórica. Para el poeta es la materia la que dicta su hacer y no la tradición. Para liberarse de ella, Bonifaz ubica su sentido en el amor vencido, en la relación rota. De allí su cer canía con la canción ranchera y el bolero, ambos modelos de retórica. Se canta la des garradura de la separación, no la plenitud del amor. Pero eso es, paradójicamente, una manera de cantar el amor cumplido, no el desamor. Igualmente se puede decir que el poema canta la derrota de la poesía como existencia. Su libro Albur de amor lo expre sa desde el título. Albur es jugarse al amor, pero hay en ello una derrota previa, el al bur de amor es siempre una jugada per Foto: Elsa Medina/ archivo La Jornada dida. Muchos de sus comentaristas hacen suele caer en un error– pues lo antiguo se “siente” hincapié en su virtuosismo formal, en la pertinen como sinónimo de poético. cia de los acentos, en la pulcritud silábica, pero pier Bonifaz conoce, y a fondo, nuestros clásicos y los den de vista que consigue sus mejores momentos que no son (tan) nuestros, pero su mundo parece más cuando esos acentos no se oyen, se liberan del metró el de los novohispanos, ese barroco conceptual que nomo y pasan a ser música verbal. hace del retruécano un don natural. Sí, algo de Gón Por eso cuando Bonifaz Nuño juega es deslum gora, pero más sor Juana y Sandoval y Zapata. Si en brante –véase, por ejemplo, ese “divertimento”, Pul ellos hay naturaleza no hay sin embargo naturalidad. sera para Lucía Méndez. Pero jugar le cuesta, sabe que Pienso, por ejemplo, que su interés en los libros teóri la tirada de dados está perdida, y piensa en cambio cos por la escultura precolombina tiene que ver con eso. que la poesía no es un juego. La fuerza de la poesía de La disonancia espiritual que hay en la Coatlicue o en el Bonifaz consigue hacer ir más allá una idea de la poe Calendario Azteca, o en los monolitos que estudia, es sía que sin ella habría dado versos convencionales, la que surge al contrastar esa escultura con la griega tristes y sin capacidad para nombrar la novedad de la o la romana, o –sobre todo– con la renacentista. Llamar experiencia. Hay en el poeta una necesidad expresiva.
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En sus primeros libros se libró con presteza de los tó picos al uso que lo lastraban –la experiencia religiosa, el dominio de la forma– para proyectarse hacia esa celebración de la desgarradura, con algo de gesto nervioso al lamerse la herida y algo de inevitable co quetería del malquerido (nunca de malqueriente). La literatura mexicana, sobre todo la poesía, tenía que recuperar su capacidad de expresar verdadera mente, de –en palabras poco frecuentadas por la ac tual crítica– ser sincera. De ahí la consciente cursile ría de algunos momentos de Fuego de pobres, de allí también el anhelo más de pertenencia que de perma nencia (se lo habían acabado los Contemporáneos) que tiene su poesía. ¿Pertenencia a qué? A la poesía misma. Era una aspiración estética, como se usa la expresión cuando se dice una aspiración social. En esa generación, el amor es una constante su brayada y se escriben algunos de los mejores poemas de amor de nuestra historia literaria –Sabines, Bo nifaz, Segovia, Castellanos. No tienen miedo a ser sent imentales, su contenido existencial es mucho más obvio, no está resuelto en forma –como en los Cont emporáneos– ni en mito –como en Paz– sino en desgarradura y emoción. El gran éxito entre los lec tores de Sabines y, en menor medida de Bonifaz y Castellanos, se debe a eso, incluso entre aquellos lec tores “que no les gusta la poesía”. Entre ellos, sin embargo, es Bonifaz el que más –y mejor– aspira a una consistencia formal. Por eso José Joaquín Blanco puede hablar, en La crónica de la poesía mexicana, de la herencia de Contemporáneos, de la parte más obvia, de su condición de orfebres. Esa diferencia entre el artista y el artesano, a tra vés del orfebre, puede llevarnos hacia una nueva lectura de la obra de Bonifaz. Por ejemplo, yo no in sistiría –no la encuentro– en la musicalidad de sus versos, creo que son más bien histriónicos, es decir, que no se oyen sino que se ven, y es a través de esa “actuación” que consiguen ser extraordinarios. Hay poemas que entran en una especie de arrebato me lódico que, si evitan el tamborileo, provocan una especie de cauce para el río de palabras. Es el caso de Paz en poemas como “Piedra de sol” o “Pasado en claro”, de Gorostiza en “Muerte sin fin”, de Chu macero en “Responso del peregrino”. Mientras que Othón, Cuesta, el Paz experimental de “Blanco” o el Segovia de “Anagn órisis” su cauce es teatral. En los primeros el acento se oye como una nota de la melo día, en los segundos como un efecto de la asonancia. En Bonifaz sugiero incluso utilizar la idea, nunca aceptada del todo por los especialistas en métrica, de cesura interna, que sería por ejemplo, lo contrario de un encabalgamiento –en donde el sentido del fra seo no se rompe en la cesura sino que se prolonga en ella, mientras que en la cesura interna se interrum pe el fluir musical pero no el verso, y esa interrupción es casi siempre un subrayado del sentido. Como el acento se ve, se nos aparece como el índice del actor que dice “aquí” y se toca el pecho con insistencia. Pongamos un ejemplo de El manto y la corona para dejarle la palabra en este adiós al poeta: Porque soy hombre aguanto sin quejarme Que la vida me pese; Porque soy hombre, puedo. He conseguido Que ni tú misma sepas Que estoy quebrado en dos, que disimulo; Que no soy yo quien habla con las gentes, Que mis dientes se ríen por su cuenta Mientras estoy, aquí, detrás, llorando •
Tripitaca Alberto Blanco
Un árbol bebe sombra luego se queda quieto por un día y me dice: da todo lo que puedas no digas mentiras y no te enojes Un árbol sin dueño exhala una bendición y se demora con sus lentejuelas de resina goteando en el sopor Como palabras sordas, obtusas, sedientas acodadas al borde de la fuente Allí donde mi corazón encuentra alivio y se duerme en el brocal de una historia carente de palabras Si es la hora aquí me dormiré hasta quedar despierto Sí, aquí me voy a dormir hasta que despierte todo Aquí voy a dormir y a despertar Gonzalo Rojas
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BIENVENIDO A MADRID
¡PELIGRO! CORRUPCIÓN DESATADA
Un viaje a Madrid
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su puerta, Oscar Wilde, Galdós, Espronceda y el perio dista suicida Mariano José de Larra con su tupé afilado como un Tintín moreno. Uno de los problemas de este país es que se olvidó de Larra. Por eso acabará como él. El Parnasillo está al lado del Teatro Español. La cartelera madrileña está infestada de musicales bo bos, comedias evitables, reposiciones de Camus, Lorca, endecasílabos de Cyrano, dos asuntos de Agatha Christie, como si no hubiera nada nuevo ba jo el sol. Barcelona da mejor oferta: Incendios, El mon tacargas, un próximo Roberto Zucco. Elocuencias so bre la maldad y la hipocresía humana que aun así llegan tarde y reflejan lo poco que los teatros pisan la orilla de la realidad inmediata. Lo más cercano que he visto en un escenario, valga la paradoja, fue un espléndido Luces de Bohemia en la Biblioteca de Ca taluña. Producción de LaPerla29, dirección y esce nografía de Oriol Boggi. Aporta un inolvidable Max Estrella en Lluís Soler, el contrapunto excelso de Jor di Martínez en Latino de Hispalis, y seis actores es tupendos doblando a varios personajes. Desgarra su sobriedad, su umbría, lo certero (otros dirán audaz) del vitriólico texto de Valle-Inclán, más que contem poráneo desde hace casi un siglo. El esperpento arro
Juan Ramón Iborra I
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ago un viaje a Madrid. En mi rápida huida de Barcelona, el tren de alta velocidad me dis para en tres horas. Dichoso progreso que no acaba de arrimar políticamente a las dos ciu dades, obsesas en contiendas de salón. Viajo para ale jar un desasosiego personal que es el lugar común de una pura carestía. Cortaron la calefacción de mi ofi cina y hace frío. Se apaga el ciberespacio por falta de pago y no es bueno que el hombre esté sólo. Viajo hacia las luces de una hemeroteca. Busco el epílogo a una novela. Hurgo en los últimos renglones de un poeta muerto en los aledaños de Granada. Asesina do como miles de inocentes en los albores de aquella Guerra civil que aún me hace, nos hace, tanto daño. ¡Qué peligro el de las hemerotecas! Mayor que los li bros de Historia. En el silencio a voces de sus perió dicos encuadernados se encuentran la verdad y la mentira en estado puro. Todo lo que se dijo, se desdijo, se hizo, se deshizo o se calló. Se detuvo en sus hojas el tiempo amarillo. Viajo para echar de menos desde an tes de partir a mi niña Gabriela, su dulzura frágil, sus dibujos de estrellas de colores, las tardes de partidas al parchís que gana siempre. Viajo al desencuentro de viejos colegas porque ya nadie conoce a nadie. Otros ajenos a mi profesión me alivian como un bál samo. Viajo a celebrar el noventa y seis cumpleaños del escritor y economista José Luis Sampedro. Tantas velas sobre su tarta no cabrían. Lo resuelven dos nú meros de cera. Él giraría su cifra por un sesenta y nueve, no para restar décadas imposibles, sino por su lúdico icono, más próximo al autor de El amante les biano. Lo encuentro más débil que hace un año, flaco hasta los huesos, sordo cuando quiere, su corazón cansado de cardiólogos, barbicano ralo, rostro quijo tesco, lucidez cervantina. Generoso, apasionado y libre, en el buen sentido machadiano de la palabra, Sampedro es un hombre bueno. En la etapa hostil que vivimos, este brillante predicador de la Economía So cial es el báculo en que se apoyan los Indignados. Re
Durante una concentración en la que varios centenares protestaron contra la corrupción en la sede del PP en Madrid. Foto: Juan Carlos Hidalgo
husó abanderarlos por edad y humildad. Sin preten sión de faro, anima desde su butaca a que las nuevas generaciones den batalla. Tras soplar, pronunció emo ciones. Elogió la amistad como quien glosa el alma y repitió lo que siempre le oímos: “He luchado duran te toda mi vida por ser yo mismo, por ser quien soy, como soy.” Le pido opinión sobre lo que nos pasa, traca de chalaneos que fluyen con la incontinencia de una bebida espumosa, cuyo insensato derrame nos acerca al borde del abismo social y deja la botella sin apenas contenido. Su mirada clara es esperanza, op timismo, y dice: “Pero si todo está muy bien, está pasando lo que tenía que pasar, ¡por fin se está hun diendo el sistema! Ya era hora.” Unos cumples atrás, este circo comenzaba y Sampedro me habló de di ferencias. Entre una crisis y una estafa, entre la cohe rencia y el desfalco, entre la estética y la ética. II Vuelvo en Madrid a los lugares del poeta, primavera de 1936, poco antes de su decisión fatal. Plaza de San ta Ana. La Suiza, donde compraba sus pastelillos de coco. El Parnasillo, un café transmutado en pub irlandés aunque mantiene su sabor del xix y cuatro retratos en
Gran jornada de huelga en solidar
ja cieno a la embrutecedora opresión que amputa ideologías y cultura. Pequeño cuadro de grandes actores. Armados de palabras hechas dinamita, acu san a una patética e insana burguesía, a la mediocri dad intolerante de los gobiernos, del despojo en que yacen libertad e ilustración bajo los miserables. La ausencia perpetua de moral es terrorismo de Estado, y educa a Latino, que traiciona y roba a su mejor ami go mientras agoniza. ¡Eso es el teatro! Crítica feroz hacia palcos y patio de butacas. Guiño de anhelos a los que pueblan las localidades del paraíso. El teatro tiene algo en común con las hemerotecas. Es tam bién la verdad en estado puro. Como ejemplo, prue ben zambullirse en la dramaturgia anglosajona, de Shakespeare a Tom Stoppard. Una vez más vuelvo al teatro de Madrid. Batibu rrillo de rateros al que conduce el drama de los noti ciarios sobre la corrupción, que ya adquiere reso nancia y visos de colosal tragedia. Cada región, cada tahúr tiene, como poco, su propio caso: Bárcenas, Gurtel, Palau, Baltar, Pokemon, Mercurio, Noós. Es calofriantes caudales trillonarios con que los espa ñolitos de a pie alimentan de estupor su economía familiar, rota por reducción de salarios, paro, des ahucios y presión fiscal. El pp de Mariano Rajoy se
ensayo
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ofrece a opacas transparencias al descubrir que su extesorero Luis Bárcenas tiene cuentas en Suiza ¡des de 1988!, y que usó una reciente amnistía fiscal para blanquear millones de euros. Jorge Trias, abogado exdiputado del pp , denuncia que el partido hace una contabilidad b y paga a sus dirigentes sobresueldos en negro. El presidente comparece ante los medios pa ra negarlo todo. Sin preguntas. Pero no puede evitar una rueda de prensa clásica cuando visita Berlín pa ra bailar una milonga con Ángela Merkel. Allí los periodistas lo acribillan. Impasible, repite que lo pu blicado sobre él y otros compañeros de partido “es falso, no es cierto, salvo alguna cosa”, dice, sin acla rar qué cosa. Delante de la cancillería, cientos de per sonas aguardan el paso blindado de Rajoy, con pan cartas “Rajoy Korupt” sin necesidad de traducción. Entre un torbellino de imputaciones judiciales, “estar imputado no es estar apestado”, dice sin que le tiemble un músculo facial el político Durán i Llei da. Semanas antes quedó admitido que su Unió De mocrática de Catalunya se financió ilegalmente con tres millones de euros que la Unión Europea destinó a formación de parados. Como el eco al alud, se su ceden intríngulis de alcaldes catalanes. Sabadell,
ridad con la lucha de los mineros de Castilla Foto: http://www.clasecontraclase.org/
de la más alta institución catalana. Pero no pasó na da. Tales juegos de niños eran al parecer vox populi. Se daban por todas partes en aquella España del pe lotazo. En el entorno del vicepresidente del gobierno Alfonso Guerra, con su hermano Juan el Prevarica dor. En los chanchullos de Juan Roldán, primer direc tor civil de la Guardia Civil. Aunque ambos acabaron más o menos entre rejas. Así que el Ubú se representó entre el elogio de la crítica y el favor del público ca talán, español e internacional. Pero aquellas risas trajeron estos lodos, resumidos en un duelo de 6 mi llones de parados, entre los que me encuentro, dentro de los 8 mil periodistas que perdimos el empleo en los últimos años. No debo quejarme. Soy un privile giado entre tanta gente destrozada. III Desde Madrid se contempla mejor el desparpajo con que la clase dirigente hace peligrar su supervivencia y la credibilidad de un sistema parlamentario. Finan cial Times advierte que nuestra política, justicia, mo narquía, “muestran síntomas de putrefacción”. La alarma social cunde ante imputaciones presunta
Recibimiento de Rajoy en Alemania Foto: revoluciontrespuntocero.com
Castelldefels, Lloret de Mar. Corrupción urbanística, compadreo con mafias rusas, tráfico de influencias. La exnovia del primogénito de Jordi Pujol acusa a jp junior de haber pasado a Andorra fajos de 500€ cash. Uno de sus hermanos es Oriol Pujol, secretario ge neral del partido, su voz en el parlamento catalán, sueño de la saga hacia otra futura presidencia de la Generalitat. Pero el fiscal Anticorrupción pide su imputación por beneficiar concesiones de contratos públicos, con el apoyo de su mujer Ana Vidal en la artesanía de facturas falsas. Este caso Pujol me regre sa al teatro. En una visita a Barcelona en los noventa (entonces yo vivía en París, es decir, en otro planeta) asistí a la farsa de Ubú Rey, en versión de los míticos Els Joglars de Albert Boadella. Sátira del poder, co media del arte, se levanta el telón. Una pareja de ac tores, caricaturas del entonces presidente de la Ge neralitat, Jordi Pujol y de su esposa Marta Ferrusola, esperan a sus hijos que llegan de la escuela con sus batas a rayas y en pantalón corto, aunque en vez de mochilas colegiales portan maletines negros por cuyos cierres asoman los billetes. La osadía me hizo presagiar que a los juglares, de nuevo (sufrieron con sejo de guerra en los estertores del tirano) se les iba a caer el pelo por difamar al más alto representante
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tonómico TeleMadrid despacha a ochocientos traba jadores. Suma y sigue. Se me podrá decir que en todas partes se cuecen habas. En los pediátricos públicos de Rumania atan a los críos a sus camas por falta de personal. Ham bruna en el sur de Argentina mientras Ella se enreda contra empresas de comunicación no afines. China se desarrolla en proporción inversa a su libertad de expresión. Rusia otorga pasaporte al actor francés Gerard Depardieu para que distraiga sus impuestos, mientras envía al gulag a unas rockeras irreverentes. Cuba sufre epidemia de cólera mientras todo un Pre mio Nobel de la Paz mantiene el embargo y su Guan tánamo. La reciente laureada ue sostiene el fracaso europeo, la dictadura económica alemana y la ver güenza de Siria. Está bien. Ya sé que el mundo es una locura infame de maldad insolente. Lo supe desde que Caín se acercó a su hermano por la espalda, des de que clavaron a Cristo, desde que leí sobre el crack de Nueva York en un poema, desde que escuché a Dis cépolo. Pero estoy en mi país, entre mi gente, agobia da porque arrancan de sus manos futuro, trabajo, educación, sanidad, y niego reconocerme en esa re cua de ladrones, en su impostura y en la soberbia del
En Madrid
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El esperpento arroja cieno a la embrutecedora opresión que amputa ideologías y cultura.
mente delictivas en que se enfangan gran parte de nuestros notables. La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas ha suspendido a to dos los líderes políticos. La calificación del presiden te Rajoy es un 2.8 sobre 10. Pierde la confianza de un ochenta y dos por ciento de los encuestados. Su esce nario: mineros de Castilla en huelga por cuatrocien tos despidos. Estudiantes y profesores en las calles contra la reforma-recorte del sistema educativo. Eu ropa rescata a la pestilente banca pública Bankia y ésta prescinde de 4 mil 500 empleados. El canal au
poder. He llegado a Madrid queriendo regresar a Barcelona si me dejan, con los ojos abiertos, un epi tafio sobre el asesinato de un poeta, en busca de mi profesión y de la risa de Gabriela. IV Verano de 1989. Entrevisto en una Barcelona preo límpica a su alcalde Pasqual Maragall. Al despedir nos ironizo sospechas entre tal banca y cual partido. Toma la imagen del tardofranquismo que Berlanga filmó en La escopeta nacional y me dice: “Es que cua renta años de dictadura son muchos siglos, al menos serán necesarias tres generaciones para regenerarse, del miedo, de la culpa y de la corrupción.” Casi vein te años después, al frente de la Generalitat, estreme ció los cimientos del parlament y encogió las criadillas de los aludidos con su denuncia del tres por ciento, una suerte de impuesto político empresarial genera lizado sotto voce. De otro modo, su gesto lo expresó en los años setenta un austero poeta extremeño, Pa blo Guerrero: “Es tiempo de vivir y de soñar y de creer, que tiene que llover, a cántaros.” Porque la tromba arrasa y purifica. Atentos a lo que nos pasa, seguimos mirando al cielo •
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España
Jornada Semanal • Número 942 • 24 de marzo de 2013
Xabier F. Coronado
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A ritmo de cangrejo avanza el porvenir
mirándose al espejo de esta España cañí.
Joaquín Sabina, “Crisis”
n los últimos años las noticias que nos llegan de Europa reflejan un proceso de crisis que ha ido en aumento. Algunos países se han visto inmer sos en situaciones financieras sin preceden tes: Irlanda, Grecia y Portugal se han declarado prác ticamente en bancarrota y tuvieron que solicitar el rescate económico a la Comunidad Europea. Otros países, como España e Italia, están al borde de ese pre cipicio que supone la intervención de Bruselas en sus finanzas internas. Los préstamos de rescate se vuelven un arma de doble filo y obligan a los países solicitantes a cumplir una serie de ajustes drásti cos en sus economías. Las medidas dictadas por sus socios comunitarios no están demostrando, hasta el momento, ser la solución a la crisis que padecen. Por el contrario, producen un deterioro palpable en las condiciones de vida de los ciudadanos y los índices macroeconómicos no se recuperan. Son muchos los factores que llevaron a esta situa ción y la fórmula para resolver la crisis –ya demasiado larga y desgastante–, se resiste a los expertos que ri gen la otrora floreciente economía europea. La búsqueda de esa solución hace de los países con problemas un campo de pruebas para economistas empeñados en salvar un sistema que parece haber llegado a su límite. Los gobiernos de turno se ven obligados a ser meros ejecutores de las directrices marcadas por Alemania, el socio más poderoso de la comunidad europea. Por una cuestión de cercanía histórica trataremos de analizar la evolución de esta crisis en España. El país ibérico ha pasado de una aparente bonanza eco nómica a meterse de lleno en un túnel que, a pesar del tiempo transcurrido y las medidas tomadas para salir de él, parece no tener luz al otro lado. Las evi dencias constatan que no se trata de un túnel sino de un hoyo, ya que los ajustes económicos dictaminados ahondan todavía más los problemas existentes.
DE LA CULTURA DEL PELOTAZO A LA BURBUJA INMOBILIARIA ¿Cómo se fue cayendo en ese agujero del que cuesta tanto salir? Al abordar cualquier tema es imprescin dible hacer una recapitulación de hechos. Las crisis no son consecuencia de una calamidad repentina: tienen causas que evolucionan hasta hacerlas reali dad; por eso mismo pueden ser previsibles.
La actual situación española es producto de casi medio siglo de errores. En pocos años se pasó del franquismo al europeísmo, tras una transición a la democracia, ponderada por todos, que fue un cierre en falso de la ominosa etapa anterior. Hay temas que aún están pendientes e impiden sanar definitiva mente las heridas. La fiebre europeísta contagió a todos los partidos políticos. En 1982, la socialdemocracia llega al poder y se engendra la cultura del pelotazo: “España es el país donde es más fácil enriquecerse en menor tiem po”, frase histórica de Carlos Solchaga, ministro de Economía. En esta etapa también surgió el terroris mo de estado ( gal ): “No existen pruebas ni existi rán”, declaró Felipe González, presidente del gobier no; se consumó el engaño de la otan : “De entrada: No”, rezaba la consigna de campaña; y se realizó el desmantelamiento industrial. Con el ingreso a la Comunidad Europea en 1985 llegaron años de bonanza a base de fondos de desa rrollo europeo ( feder ). Fue el comienzo del espe jismo y sus reflejos más deslumbrantes fueron los fastos del ‘92: el v Centenario del Descubrimiento de América –que pretendía conmemorar la barbarie–; la Exposición Universal de Sevilla –dos décadas des pués el abandono es patente en gran parte del recin to–; y la Olimpiada de Barcelona. En el período de 1984 a 1996 se realizaron en Es paña unas setenta operaciones de venta de parti cipaciones públicas. En términos monetarios, el Es tado ingresó más de 13 mil millones de euros por concepto de privatizaciones. Durante estos años se creó la burbuja inmobiliaria gracias a una dinámica especulativa en el mercado de bienes inmuebles. En 1997, con el regreso de la derecha al poder, co mienza la era de Aznar, un dirigente que, gracias a la foto de las Azores, pasó a la historia como comparsa del terrorismo bélico occidental. En el plano econó mico continuaron las privatizaciones, se incrementó la burbuja y se propició un neoimperialismo empre sarial en Latinoamérica. Otra de las causas de la crisis actual fue la implan tación del euro (2002). En la práctica, se devaluó la moneda un sesenta por ciento porque se redondea ron los precios al alza y lo que antes costaba veinte duros (100 pesetas) pasó a costar un euro (160 pese tas). Se imponía el artificio pero nadie decía nada, porque funcionaba la máquina de hacer dinero y se concedían créditos indiscriminadamente. En 2004, los atentados del 11-M propiciaron el go bierno continuista de Zapatero, que no supo ver el problema que se avecinaba: “España está totalmente a salvo de la crisis financiera” (21/08/07), y fue in capaz de reconocer su gravedad: “Los efectos de la crisis hipotecaria estadunidense tendrán un impacto relativamente pequeño en la economía española”, dijo Pedro Solbes, ministro de Economía. Después comienza la disminución del flujo monetario de los feder ; desde 1987, España es el país comunitario que
Un niño porta una pancarta en Madrid, durante protesta por los recortes. Foto: www.lahora.com
en c para
más fondos recibe, recursos que siempre han sido gestionados con opacidad. A partir de 2008, la denominada “crisis de los paí ses desarrollados” dejó en evidencia la realidad del sistema económico neoliberal. Como consecuencia, en España explota la burbuja inmobiliaria. Paul Krugman, Nobel de Economía, declaró: “Las pers pectivas económicas de España son aterradoras” (16/03/09).
EL MOMENTO ACTUAL: LA CRUDA REALIDAD “¿Estás en el paro?” es la pregunta que sustituye al “¿estudias o trabajas?” que durante años se usó para entablar conversación con la desconocida pareja de baile en fiestas y guateques. Ahora la mayoría ni es tudian ni trabajan: forman parte de ese grupo so cial, cada vez menos joven, de los llamados ninis. La cima del paro juvenil – más del 50%–, el abismo del desempleo generali zado –más de 6 millones–, el torrente de las pensio nes –dos cotizantes por cada pensionista– y las cié nagas de la corrupción ins titucional, son accidentes geográficos que forman par te del mapa actualizado de la realidad española. Marcha contra los desahucios Foto:desmotivar.com
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crisis: espejo a neoliberales Personas formadas para ingresar en un centro de trabajo del gobierno de Madrid Foto: Paul Hanna
Se esfumó el espejismo y lo real son los desahucios y el paro incontenible. Hay más de dos millones de pisos sin vender o sin terminar y proliferan los negocios cerrados o los tras pasos. Queda la sensación de que todo fue mentira, que todo era construir en el aire con el aval irresponsable del sector bancario. Al visitar España, resul ta evidente que hay una crisis social de múltiples consecuencias: se incre mentó la pobreza –hay largas filas en los comedores sociales–, bajó el poder adquisitivo de los trabajadores y la depresión además de econó mica es psicológica; hay suicidios por desalojo o por desesperación y es una causa creciente de muerte. La cultura también resulta afectada: cine, litera tura y cualquier producto cultural están sometidos a un impuesto específico, el más alto de Europa. Son horas bajas para la creación y el arte; se cayeron los presupuestos culturales –cero euros para libros en bibliotecas públicas en 2013–, disminuyeron los apo yos y se retiraron las subvenciones. Al final, es más que evidente que todo aquel boato era ficticio. La cruda realidad se hizo presente al des aparecer los parámetros del pelotazo y la burbuja. La losa que amenazaba con caer sobre la economía fami liar es una certeza. Muy pocos salen a divertirse, no hay ambiente en las calles porque no sobra dinero para gastar, la gente se reúne en casa, a la europea. Las con secuencias: más locales cerrados y más desempleo. Hay crisis de valores y la corrupción instituciona lizada es un virus que afecta a la monarquía, la Igle sia, los partidos políticos y a todos los poderes fácti cos. La foto del elefante “cazado” por el rey es una ilustración más de ese cuento de príncipes e infantas escrito para adultos nacidos bajo una dictadura. La corrupción es el siguiente capítulo de esta fábula que
¿HAY SOLUCIONES? La crisis no sólo afecta a Europa, es generalizada por que ya todo es global en la época de la postglobaliza ción. Muchos temen que lleguen los trancazos, y no se dan cuenta de que empezaron hace tiempo. La violencia es una de las realidades de este mundo, como la injusticia, el sufrimiento, la ignorancia o la miseria. No se sabe bien dónde está el error pero es evidente que existe, se nota que algo no funciona en esta civilización. Mientras que para muchos en su reali dad cotidiana se está acabando el mundo, otros es peran el apocalipsis sentados ante una pantalla, sin ser plenamente conscientes de lo que pasa. La vida se les ha convertido en algo virtual. El hoyo debe tener fondo. Quizá estemos viviendo lo que Gramsci describe como una “crisis orgánica”, que trae la emergencia de fuerzas y ordenaciones sociales nuevas que lleven a una reestructuración de los discursos ideológicos. Tal vez se trate de aguantar el tirón y, después, vuelta a la calma. Un ami go en Asturias decía que la única solución era salir a la calle a facer fogueres en les esquines, para asegurarse de que todo va arder; a veces eso suce de, la historia lo muestra. De momento, no se sabe nada y lo malo es que parece no ha ber opciones cabales; hasta ahora no surgen. En estos últimos años, en las plazas de Grecia, Portugal y España, los parias de Europa se manifiestan, se sienten conejillos Foto: Erubicon/Flickr
de indias en el laboratorio de la economía neoliberal, y algunos hacen hogueras como el amigo asturiano, pero no sirve de nada: los reprimen y ellos se cansan de protestar. La acción no es continuada porque no se plantean alternativas claras. A veces, parece que se indignan porque se añora el despilfarro y el consu mismo compulsivo de esa “sociedad del bienestar” tan poco solidaria. Quizás sea la rabieta por sentirse engañados ante la evidencia de que ese modelo de sociedad que les vendieron era inviable, estaba pen sado para gente que firmaba créditos e hipotecas a pagar en veinticinco años: un mundo previsible y se guro donde la muerte no acampaba. Pero el tiempo es implacable, casi nada se puede prever y la muerte es nuestro único seguro de vida. Los momentos de crisis siempre traen oportu nidades. Tenemos que confiar en nosotros mismos pues, como afirma el sociólogo Richard Sennett en La cultura del nuevo capitalismo: “Lo normal es que la máscara que presentamos a los demás oculte lo fia bles que podemos ser en un momento de crisis” (2006). La clave es reconocer la situación para poder solucionarla, aprender de los errores y buscar alter nativas. Tener miedo a los cambios lleva al fatal “ni modo”, que es la aceptación de lo malo conocido; como consecuencia, se impone el estancamiento, una sociedad ahogada por la abulia y el totalitarismo. Hay que actuar primero en nosotros, para superar el miedo y la anuencia individualista, después unir se para levantar algo nuevo, una labor de muchos. No podemos pensar que no hay alternativas pero, si de verdad las hay, deberán plantear soluciones inte grales, no reformas o parches que deriven en más de lo mismo. Hay que ser optimistas, aunque ya son muchos a los que sus circunstancias les llevaron a perder lo último que se pierde: la esperanza •
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Pancarta contra la crisis en España
tendrá final con moraleja. En el debate sobre la cues tión monárquica ya no va a pesar tanto el oscuro aval del 23-F o el bochornoso aplauso general del “¡por qué no te callas!”. La crisis evidencia la categoría real de los personajes. La depresión es nacional porque no hay motivos para la alegría o la celebración; por mucho que se intente desde el poder, no alcanza con el deporte ni con la orgullosa “Marca España”. Otra de las consecuencias es la nueva corriente de emigración económica, sobre todo hacia América. Hasta el 70% de los menores de treinta años admiten esa posibilidad como una salida a su precaria situa ción. A México está llegando otra oleada de personas procedente de la madre patria. Ya no vienen, como en los últimos años, al “zapatour” o a colaborar en una ong o a tumbarse en Cancún: buscan trabajo en esta inagotable Nueva España. La situación actual, con un gobierno conservador sin brújula que rescata bancos con dinero público y está totalmente sometido a las directrices marcadas por sus socios comunitarios, es grave. Las previsio nes de Paul Krugman lo dejan claro: “El camino de salida de la crisis para España será extremadamente doloroso.”
A México está llegando otra oleada de personas procedente de la madre patria. Ya no vienen, como en los últimos años, al “zapatour” o a colaborar en una ong o a tumbarse en Cancún: buscan trabajo en esta inagotable Nueva España.
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24 de marzo de 2013 • Número 942 • Jornada Semanal
Los demonios de Heidegger. Eros y manía en el maestro de la Selva Negra, Ángel Xolocotzi a. y Luis Tamayo, Editorial Trotta, España, 2012.
.cl, Textos de frontera, Beatriz García-Huidobro y Andrea Jeftanovic (editoras), Ediciones Universidad Alberto Hurtado, Chile, 2012.
A fuer de sinceridad, no es mucha sino muy al contrario la producción editorial chilena que llega a los estantes libréricos mexicanos, situación que hace doblemente festejable consignar la llegada a nuestra redacción de este grueso volumen –más de quinientos folios lo integran–, que recoge la voz escrita de cuarenta y cinco autoras y autores de nacionalidad chilena, que por su año de nacimiento abarcan un lapso de casi cuatro décadas, desde 1951 hasta 1987 y que, por la diversidad de su aliento, dan extraordinaria cuenta de los múltiples registros, enfoques, intereses e intensidades que, desde la particular postura literaria de cada quien, reflejan la realidad y el estado de ánimo que priva en el espíritu de aquel entrañable lado del mundo. Además del implícito en la vastedad de los alcances de su convocatoria y la pluralidad en consecuencia reunida, las editoras, García-Huidobro y Jeftanovic, han tenido el acierto de solicitar a los autores convergencia temática en el concepto de frontera y, no es exagerado afirmarlo, al mismo tiempo en el de límite, división, separación, exclusión, es decir las muchas áreas y aristas del campo semántico que, en los hechos, muestra la idea misma de frontera. Como afirman las propias editoras en el prólogo-presentación: “Fronteras hay muchas. Se tiende a pensar que son límites territoriales y estatales que delimitan los espacios geográficos y políticos entre países y dentro de estos mismos. [...] Hay otras fronteras menos obvias y por eso más sugerentes: las lingüísticas, étnicas, de condición socioeconómica, de género, de opción sexual, de la ley, de la memoria, del sueño y la vigilia, de la vida y de la muerte, y tantas más, que dan lugar a zonas de tensión.” De todas estas fronteras, de las tensiones que de ellas emanan, es que hablan los textos de autores como Claudia Apablaza, Álvaro Bisama, Elicura Chihuailaf, Francisco Díaz Klassen, Lilian Elphick, Carlos Labbé, Andrea Maturana, Isabel Mellado, Sergio Missana, Kato Ramone, Cynthia Rimsky, Fátima Sime, Pablo Torche, María José Viera-Gallo y Alejandro Zambra, entre los cuarenta y cinco que forman el total.
SER Y PADECER: ENTRE LA VIDA Y LA OBRA DE MARTIN HEIDEGGER VANESSA HUERTA DONADO
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veces pareciera que por abismarse en pensamientos tan elevados y a la vez tan profundos, el hombre consagrado al ámbito filosófico no pertenece a este mundo. La torpeza práctica que caracteriza el quehacer intelectual se ha consolidado ya como la irrefutable prueba del arduo trecho que separa la vida del pensar. Y no son pocos los ejemplos que alimentan tales sospechas: bástenos con evocar la imagen de Tales de Mileto cayendo en un pozo con tal de observar la bóveda celeste; la escena de un Descartes inmóvil, sentado frente a una parrilla en pleno invierno, o la imposible conciliación entre el matrimonio y la vocación pensante de Kierkegaard, quien prefirió romper su compromiso amoroso a cambio de la meditación solitaria. Sin embargo, detrás de esta aparente escisión entre la biografía y la obra de un pensador se oculta un interesante vínculo que conecta de manera esencial el vivir con el filosofar. Trazar las múltiples fluctuaciones que puedan surgir entre estos términos es, empero, una tarea harto difícil, sobre todo porque no se trata de una relación recíproca. Por un lado, es cierto que la obra del filósofo, por todo lo grande que soporta, logra sobreponerse a las experiencias de una vida sencilla y apacible; pero, por el otro lado, también sucede que la propia vida, sumergida en un mar de azar, aventura y riesgo, termina por traspasar la inteligencia poniéndola en ridículo una y otra vez. En cualquiera de los casos queda claro que no se puede dejar pasar por alto la vida cuando de profundizar en la obra se trate, ya sea por satisfacer la mera curiosidad historiográfica, ya por alentar el interés genuinamente filosófico. Este último caso constituye, precisamente, el punto de convergencia de las investigaciones que Ángel Xolocotzi y Luis Tamayo nos presentan en Los demonios de Heidegger. Bajo el sugerente título, dicho texto se desarrolla tomando como hilo conductor dos de las experiencias determinantes en la vida de Martin Heidegger: hablamos aquí de sus constantes flirteos con Eros, el más antiguo de los dioses; y de la estrecha relación que por algunos años mantuvo con el nacionalsocialismo. ¿Pero de qué manera influyeron tales experiencias en el despliegue de una tarea exclusivamente ontológica? Hasta hace algunos años, a causa de la escasa información disponible, del sincretismo alrededor de su emblemática figura, y de las intervenciones de una imaginación desbordada, se pensaba que el filósofo alemán había sido una especie de iluminado, un hombre de experiencias sobrehumanas cuya agudeza e inusual inteligencia lo llevó a formular de la nada toda una serie de manuscritos indescifrables. Heidegger mismo contribuyó a la proliferación del mito entre sus alumnos, quienes le consideraban un hombre sin biografía: “la gente
debe dedicarse a mi pensar, la vida privada nada tiene que ver con lo público”, repetía con insistencia, según atestigua su hijo Hermann. Sin embargo, gracias a trabajo documental como el que Xolocotzi y Tamayo comparten, la falsa imagen de místico ermitaño se derrumba poco a poco. Basados tanto en epistolarios inéditos como en los testimonios directos, los autores nos bridan pruebas suficientes para confirmar que más allá de la inspiración ocasional, el camino de Heidegger hacia la pregunta por el ser estuvo marcado por años de intenso forcejeo con la tradición y de trabajo autocrítico, pero también por un sinnúmero de estímulos surgidos bajo el influjo de sus insidiosas relaciones amorosas, de la relación bipolar con Edmund Husserl y de su participación política en el movimiento nacionalsocialista. En este sentido, si comprender es lo que se busca, hemos de tener presente que el pensar heideggeriano se entrelaza con un fondo vital colmado de impulsos eróticos y maníacos. Después de todo, la filosofía, tal como Platón muestra en el Fedro y en el Banquete, no es asunto de una ocurrencia propia, sino de estar abandonado a merced de los propios demonios •
La casa chica, Mónica Lavín, Editorial Planeta, México, 2012.
PAROXISMO DEL CELULOIDE HUGO PLASCENCIA
“No desearás a la mujer de tu prójimo” y “los grandes amores siempre son clandestinos” son el epígrafe y la rotunda cita con los que la escritora Mónica Lavín (Ciudad de México, 1955) galardonada con el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska 2010, nos introduce por la puerta grande de La casa chica, metáfora de las relaciones amatorias paralelas donde sensualidad y sexualidad conjugadas con el poder encarnan lo más oscuro y siniestro, pero también lo más sublime del deseo. Lavín sitúa las historias con respecto a personajes famosos de la primera mitad del siglo xx, a partir de la época postrevolucionaria, y cuyos acontecimientos pasionales en la clandestinidad fueron decisivos para la toma de decisiones en los diversos ámbitos culturales: político, artístico, intelectual y deportivo de nuestro país. Nos conduce por ocho habitaciones o relatos de las diferentes casas chicas en concubinato, donde la ficción documental con una pluralidad de estilos y voces sobre diferentes personajes públicos de la historia de México nos transportan por las ventanas cerradas de la época de oro del cine, en el que un periodista en busca de la nota se ve envuelto en medio de una encrucijada entre Jorge Pasquel y la actriz Miroslava Stern, para posteriormente hacernos cómplices de una espía alemana amante del entonces secretario de Gobernación, Miguel Alemán, a la cual la Malinche le dicta sus presagios; y luego remontarnos al barco en el que viajaba Frida Kahlo con su rebozo magen-
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ta rumbo a Nueva York para visitar al fotógrafo Nickolas Muray después de una exposición en París. El mundo taurino también tuvo faenas cruciales en las que se vieron envueltos el torero Lorenzo Garza, la actriz Conchita Martínez y el hermano del presidente Ávila Camacho. Sin duda, conforme avanzan las historias van tomando mayor intensidad. Tal es el caso de las aventuras de la actriz mexicana Lupe Vélez, radicada en Hollywood y sus flirteos con Gary Cooper, Arturo de Córdova y Johnny Weissmuller, o la desgarradora historia tangible e intangible de los ángeles etéreos de la homosexualidad entre los pintores Manuel Rodríguez Lozano, abierto opositor al muralismo, y el joven pintor Abraham Ángel, el primero casado con Nahui Ollin antes de que ésta tuviera su romance con el Doctor Atl. En los últimos dos relatos uno compagina un amor intelectual, el de José Vasconcelos y Consuelo Suncín, la exesposa de Antoine de Saint-Exupéry; el otro conlleva una tesitura más onírica, presentándonos a Emilio el Indio Fernández con la actriz estadunidense Olivia de Havilland, por la que siente un paroxismo tal que lo llevó incluso a ponerle su nombre a una calle de Coyoacán: Dulce Olivia, y a quien le enviara un rebozo con el escritor Marcus Goodrich, con el que más tarde ella se casaría. Aunque La casa chica bien puede ser una obra histórica recomendada para los amantes del celuloide, su adaptación a las tablas del teatro no sería nada descabellado • Las leyes de la frontera, Javier Cercas, Mondadori, Barcelona, 2012.
EL LASTRE DEL PASADO JORGE ALBERTO GUDIÑO HERNÁNDEZ
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ara algunos es preferible mantener el pasado en silencio, hacer lo posible por alcanzar el olvido, imaginarse producto de un presente eterno y sin consecuencias. Para otros, resulta impensable renunciar al ser que fueron. Sabedores de que cada una de las acciones emprendidas en el pasado tienen una relevancia no sólo en el presente sino en el futuro. La literatura se ha ocupado muchas veces de estas dos posturas. Ya sea que lo haga contando los secretos, ya que los desvele o que intente desenmarañar la vida de sus protagonistas. Javier Cercas (Cáceres, 1962) también juega con esas posibilidades. El planteamiento parece simple. A los dieciséis años Ignacio Cañas, un adolescente de clase media, huye de los amigos que lo molestan. Es verano, tiene demasiado tiem-
po libre y no puede ir a los sitios acostumbrados. Tal vez por eso es que acaba convirtiéndose en un miembro más de la pandilla del Zarco. Tal vez por eso, y porque, desde antes de la conversión, se enamora perdidamente de Tere. Ignora si es correspondido, como ignora muchas otras cosas. No sabe, por ejemplo, qué clase de relación tienen el Zarco y la muchacha. Eso parece no importarle. Es un verano excepcional en el que se deja llevar por los acontecimientos. Si primero es un participante circunstancial de un robo, pronto tomará un arma entre las manos. Si en un momento acepta un cigarro, más tarde probará drogas duras. Todo con tal de ser correspondido por esa enigmática jovencita que logra desorientarlo por completo. La intensidad lo impulsa mientras dura, pero dura poco. Hacia el final del verano, el Zarco es apresado e Ignacio vuelve a la cómoda seguridad de su familia. Veinte años más tarde, Cañas será el abogado que consiga la libertad de su antiguo cofrade, quien alcanzó la fama gracias a las declaraciones y protestas sobre el sistema penitenciario. Javier Cercas narra algo mucho más complejo que la vida de un delincuente juvenil y su posible rehabilitación. Cuenta, por ejemplo, la historia de un amor imposible a lo largo de los años, un enorme sentimiento de culpa y la vaguedad de las certezas. Lo hace a partir de una estrategia narrativa muy peculiar. La novela entera es la transcripción de tres largas entrevistas que lleva a cabo un investigador para escribir un libro. Esto convierte a la novela, de inmediato, en un relato testimonial. Es ahí donde se finca el gran acierto de Cercas. Al plantear diferentes perspectivas sobre los mismos hechos, éstos se alejan de la verdad, entran en el campo de lo ambiguo. Así, no sólo son los personajes los que dudan, también duda el periodista y duda el lector y eso constituye la gran verdad de la novela: nuestra obsesión desmedida por la verdad no es sino un paliativo ante nuestra incapacidad de aceptar que las cosas y los hechos son sólo un reflejo de nosotros mismos, nuestra propia consecuencia. De ahí que, como con las grandes novelas, salgamos de la lectura con muchas más preguntas que al principio • Niños, Niggers, Muggles: sobre literatura infantil y censura, Elisa Corona Aguilar, Deleátur, México, 2012.
EL MIEDO, ALIADO O ENEMIGO ALEJANDRA ATALA Como salidos de sus Fábulas del edificio de enfrente, desde esa mirada paciente, aguda y pertinaz, van emergiendo las urdimbres, los toques de piedra y los argumentos de los ensayos que hoy saludamos en esta nueva obra de Elisa Corona Aguilar, en los que el tema fundamental es la censura en la literatura infantil.
SOCIEDAD DE LA COMUNICACIÓN Y SOCIEDAD POLÍTICA H.G. Oesterheld: imaginación vs. poder a con Entrevist
Sergio Gómez Montero
Vice
La palabra “censura” es de origen, además de latino, bicéfalo, pues eran dos personas, específicamente soldados romanos, quienes supervisaban el comportamiento y la moral de la ciudadanía de aquella civilización, madre de la nuestra. Pero sabemos que tanto los niños como la humanidad entera ‒de la que ellos forman parte‒, siempre han sido los mismo; su constitución física y estructura psíquica es idéntica al paso del tiempo, y lo que va cambiando son los usos y las costumbres de cada época, de tal forma que hoy, y en este tema de los libros, el bicéfalo soldado sigue apersonándose y multiplicándose para llevar, supuestamente a buen puerto, ese tan preciado tesoro que es la infancia: ese lugar, ese espacio, ese cúmulo de sensaciones, emociones y sueños en potencia que es un niño. ¿No es, acaso, todo escritor un niño? ¿Se podría escribir un cuento, una novela, un ensayo, un poema, sin esa finura del alma que se llama inocencia? Es difícil concebir que Mark Twain haya podido escribir Las aventuras de Huckleberry Finn sin la presencia del niño que fue; o a Dahl entrando en el universo interior de James, o a Rowling y su Harry sin los aperos de una imaginación prístina, atrevida a soñar, como un infante. Después de leer est e flamante libro de Elisa, bien estructurado en su conciencia y su sentido, nos queda la visión de que el único enemigo feroz del “censor” es el miedo. El miedo niño en cuerpo de adulto que se va convirtiendo en su propio miedo, un Briareo, un centímano como aquel monstruo que custodiaba las celdas del Tártaro para que no escapara la amenaza del Olimpo. Dice Elisa: “Huck es la antítesis del sueño americano: tiene una fortuna que no gasta…, huye de la civilización, de la religión, de la familia, del trabajo; es feliz con la vida que lleva en el pantano…” Un siglo antes, el ginebrino Rousseau daba al mundo su libro Emilio de la educación, en cuyos capítulos expone la manera ideal de criar a un ser humano y ésta tenía que ver con el acercamiento ex profeso y la convivencia con la naturaleza antes que con cualquier instrucción o formas correctas de conductas sociales. No es fortuito que el libro de Elisa lleve en el título las palabras Niños, niggers, muggles..., en ellas está cifrado el miedo, pues, dirían los psicoanalistas, es a través del lenguaje que el mundo significa; y por su parte dice Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios espirituales, que todo en el mundo es indiferente hasta que cada uno le va dando un peso específico a las cosas, según su historia y, claro, según sus miedos •
rte nte Quira
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24 de marzo de 2013 • Número 942 • Jornada Semanal
Naief Yehya
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Lengua escrita
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L LENGUAJE CUENTA CON los canales oral y escrito, pero hay quien cree que el segundo es consecuencia natural y casi mecánica del primero: el que habla bien, escribe bien. No hay nada más alejado de la realidad: así como no se requieren talleres de lengua oral, sorprende la cantidad de talleres de redacción que han florecido con el paso de los años. Valga reiterar que, para efectos de la lengua oral, los hablantes cuentan con muchos recursos para conseguir que se produzca la comunicación (lenguaje corporal y facial, preguntas para aclarar dudas, por ejemplo). Si alguien empleara un arcaísmo como truje, su interlocutor no debería tener demasiado trabajo para
entender que esta palabra es una forma en carrvase; al igual que cuando aparece desuso del verbo “traer ” y que su co- por primera vez de zorro en la fiesta en la rrespondiente moderno es traje. Igual- que ridiculiza a todo mundo, y claro ésmente, si un niño usa el verboide rompi- ta que no pod ría faltar la precensia de do no cuesta entender que quiso decir ella refect ua locuras como la obtención roto (nota curiosa: ambas son variantes del collar, y también se conto con la prede participio del verbo “romper”; se con- sencia de los bellos, el que realizaba ael sidera correcta la forma terminada en -to, amor, con su esposa doce veces al año, pero es significativo observar que el pero en una sola noche todas las veces y “error” infantil ocurre dentro del participio el heramano del héroe, el otro, zorro que del mismo verbo, sin que ocurra un des- se vestia de verde, de guinda, de pardo etc plazamiento hacia el gerundio o el infi- el cual salva fin almente al zorro vestido nitivo). Que la expresión oral incurra en de negro que con la ayuda del oso, perro, errores, tropiezos, repeticiones y otras castor, o lo que sea que era su amigo invariantes que se consideran letales para separable el mudito que era el que descuun buen estilo escrito no tiene nada de bria dos que tres cosas importantes, y, sin preocupante: la lengua hablada fluye en faltar la loca que era la espos a de el que el tiempo y posee una dinámica propia simepre estaba deseosa de hacer el amor, cuya finalidad es la de no perder el enlace con insinuaciones al héroe.” comunicativo. Algo se entiende con un poco de bueLo que se considera válido para uno na voluntad, pero resulta penoso tratar de los canales del lenguaje, es inválido pa- de redondear la idea que pretendió exra el escrito: el productor del texto no presarse, así sea el mero resumen de una necesariamente se encuentra cerca de película. El siguiente también es un quien lo recibe; lo escrito, escrito está (co- ejemplo producido por una alumna de mo dicen que dijo Pilatos durante la ciencias sociales. El discurso es claro, no noche de la pasión de Jesús) y el autor no obstante ciertos errores ortográficos y puede responder a las preguntas del lec- de puntuación, aunque lo más disparatator: lo que debe decirse está en el texto, o do ocurre en el nivel del concepto por lo no lo está. De ahí los soportes para ayudar inverosímil de lo que se cuenta: a que la lengua escrita se cumpla con efi“El era un traficante de aserrín de macacia: reglas ortográficas y de puntuación, deras finas, su jefe era un hombre desestructura de párrafos… Y, tal vez por eso piadado que mataba a la gente que permismo, la relativa dificultad para produ- diera el aserrín pero antes de matarlos los cir discursos legibles, no digamos bellos. torturaba. Como ejemplo de esta dificultad, ofrez”Se le había encargado dos toneladas co algo que pretendía ser la breve rese- de aserrín de caoba, pero él creyó que lo ña de una película escrita por un alum- había perdido en su viaje a Panamá aunno de ciencias sociales del primer año de que realmente estaba detrás de la puerta licenciatura: del ático. Él desesperado y miedoso de la “La última locura del Zorro. Es una pelí- tortura y agonía que le esperaba en macula la cual pretende sobre decir por su nos de su jefe decidió subir al ático. Nunbuen humor, tiraniza a la gente más tonta ca se percató que ahí mismo estaba el aunque el héroe no es más que más listo, aserrín. Tomó una pistola, la cargó y se dio puesto que hay ecenas en las que el he- un tiro en la sien. Si hubiera visto el aserrín, roe se pasa de listo como en la primera no se habría suicidado.” ecena en la que al estar, con una mujer en ¿Se pueden esconder dos toneladas la cama y aparece su esposo con sus cinco de aserrín detrás de la puerta de un ático? hermanos y combatir con ellos efectuan- ¿Cómo abrir la escritura para que fluya el do una retirada en la cual le esperaba un sentido? •
A LÁPIZ
Enrique López Aguilar
Una simulación urbana aprende a simular la crisis digital Urbanista todopoderoso En 1994 descubrí el juego SimCity2000, la segunda versión del videojuego creado por Will Wright que consistía en desarrollar ciudades. Básicamente el jugador debía definir zonas residenciales, comerciales e industriales; debía poner calles, iluminación, drenaje y todos los servicios públicos necesarios para la vida urbana. El objetivo era construir una ciudad viable en la que la gente estuviera feliz y segura sin hacer quebrar las arcas públicas. Por lo tanto, había un número de factores que el jugador debía cuidar, desde la inversión en infraestructura, la tasa de impuestos, el número de parques, escuelas, plantas de luz, bibliotecas, policías y bomberos. Nada de esto suena particularmente divertido; parecería que jugar era una tarea burocrática, tediosa y frustrante. Sin embargo, Wright logró hacer que esta simulación fuera apasionante y obsesiva. En lo personal, recuerdo haber pasado días enteros frente al monitor, creando metrópolis que me parecían apabullantes, incapaz de alejarme del teclado e incluso soñando en la cuadrícula verde, azul y amarilla sobre la que se levantaban y decaían mis barrios y experimentos sociales. SimCity, como otras simulaciones de la empresa Maxis, permitían al jugador convertirse en una especie de demiurgo capaz de decidir sobre la vida, las alegrías y las miserias de los ciudadanos. No fue fácil liberarme de esa adicción, pero una vez que lo hice muy rara vez he regresado al urbanismo digital por miedo a recaer.
A contracorriente
mos años, las cuales fueron recibidas con mayor o menor entusiasmo. Sin embargo, Electronic Arts prometió lanzar una nueva versión totalmente revolucionaria del juego el 5 de marzo de 2012. Pasó un año más para que el juego realmente llegara al mercado y, al hacerlo, por lo menos en sus primeros días, el resultado fue catastrófico. La versión 2013 cuenta con gráficos en 3d fascinantes y muchas innovaciones que eran esperadas con ansiedad, pero había un gran inconveniente: este SimCity sólo se puede jugar con una conexión a internet (aun para jugar solo). Poco después de comenzar a venderlo, el juego se convirtió en la peor pesadilla de la empresa Electronic Arts ya que miles de compradores no podían jugar debido a la saturación e inestabilidad de los servidores. Así, el juego, que consiste en planear, fue víctima de la incapacidad de sus creadores de planear o simular la brutal demanda que provocaría.
SimCity en sus diferentes reencarna- Crisis y paranoia ciones se ha mantenido como una ins- Por supuesto que el problema refleja titución y una referencia, prácticamen- la paranoia de Electronic Arts de querer te desde su aparición en 1989, cuando proteger su producto de la piratería, Wright entendió que a veces diseñar de tener el control sobre quién juega y mapas podía ser más divertido y desa- supervisar que todas las copias en cirfiante que jugar un juego convencio- culación sean legítimas, al mantener nal. Así que, basándose en las teorías una especie de autoridad centralizada de planeación urbana de Jay Wright que se encarga permanentemente de Forrester, programó una simulación revisar que cada jugador haya pagado bidimensional relativamente sencilla. los 60 dólares que cuesta el juego. Es Este era un juego que no necesitaba de cierto, es muy caro desarrollar un juepersecuciones, de disparos ni despe- go como éste y el medio hoy es poco dazar enemigos humanos o zombis; es propicio para la innovación, ya que más, era posible jugarlo sin tomar en juegos de este tipo son pirateados a cuenta el concepto de ganar o perder. velocidades alarmantes, además de Por lo tanto, nadie en la entonces na- que compiten con juegos que se districiente industria confió en él ni tenía buyen de manera gratuita o a un costo interés en lanzarlo al mercado, hasta ínfimo, especialmente para smartphoque la empresa Maxis tomó el riesgo. nes. No hay duda de que eventualmenSimCity2000 tenía una serie de innova- te ea corregirá los problemas que paraciones increíbles para la época: desde lizaron a SimCity, pero la empresa sólo una perspectiva isométrica hasta ame- es una víctima más de la crisis que vive nazas extraterrestres, los gráficos ha- la industria de los videojuegos, la cual, bían mejorado enormemente, los pre- haciendo eco del modelo hollywoodencios de los bienes raíces y las obras se, ha optado por ofrecer cada vez más públicas se determinaban de acuerdo material derivativo y supuestamente con el año en que era simulados y un “probado” en vez de correr riesgos. ea periódico daba noticias de los aconte- anunció que de ninguna manera permitirán que se pueda jugar sin conecimientos importantes. xión a internet, lo cual, sin duda, logrará enajenar a los clientes y devaluar la La antiplaneación Hubo varias versiones más en los últi- experiencia •
Will Wright
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Jornada Semanal • Número 942 • 24 de marzo de 2013
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Germaine Gómez Haro
Alonso Arreola
Esencias y evanescencias en la pintura de Lucinda Urrusti
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A APARICIÓN EN NUESTRO país de ediciones monográficas de artistas contemporáneos bellamente ilustradas es motivo de celebración. Por el elevado costo de la impresión y por lo poco redituables que suelen ser los libros de arte sobre un solo artista, su publicación resulta casi una hazaña, por lo que merece la pena hacer mención del volumen dedicado a la pintora Lucinda Urrusti (Melilla, Marruecos español, 1928), recién aparecido bajo el sello de dge /Equilibrista, cuyo editor, Diego García Elío, ha destacado a lo largo de veinticinco años por sus imprescindibles títulos de temas poco difundidos de literatura –especialmente poesía– y arte. Sus ediciones ilustradas, siempre rigurosamente diseñadas y cuidadas, son un placer para la vista y el intelecto, como es el caso que aquí nos ocupa. Urrusti llegó con su familia a nuestro país en 1939, al término de la Guerra civil española y se formó como artista plástica en la Escuela de Pintura y Escultura La Esmeralda. Perteneció a la llamada Generación de la Ruptura, al lado de quienes fueron sus col e g a s y a m i g o s : M a n u e l Fe l g u é r e z , Vicente Rojo, Lilia Carrillo, Héctor Xavier, Alberto Gironella, José Luis Cuevas, los hermanos Coronel, entre otros. Por muchos años, su trabajo fue bien recibido y celebrado tanto por la crítica como por el coleccionismo; sin embargo, tengo para mí que, en parte por una larga estancia en Nueva York y quizás por su personalidad discreta y modesta, Lucinda ha permanecido ajena al foco de atención de los aparatos de promoción del arte actual, y su pintura –que sigue desempeñando con una fuerza y una frescura muy notables– no ha sido difundida en los últimos tiempos. Por tal razón es doblemente meritoria la aparición de este libro que reúne una amplia selección de imágenes que dan cuenta de su sólida trayectoria pictórica y escultórica. El volumen recoge excelentes textos escritos en diversos momentos por autores renombrados que siguieron de cerca su quehacer a lo largo de los años: Carlos Fuentes, Juan García Ponce, Jorge Crespo de la Serna, Alfonso de Neuvillate, Salvador Elizondo, Toby Joysmith, Antonio Rodríguez, Enrique f . Gual, Alaíde Foppa, Alí Chumacero, Margarita Nelken, p . Fernández Márquez, y una entrevista con Gabriela Rábago Palafox. A través de este libro recorremos a vuelo de pájaro la pintura de Lucinda Arriba: Desnudo blanco
germaine@pegaso.net
Urrusti, que cubre casi seis décadas con paso suave y firme, como quien camina sin prisa y con plena seguridad de la ruta emprendida. Su meta nunca ha sido la moda ni mucho menos la aceptación del mercado. Lucinda ha dado rienda suelta a su quehacer artístico sin importarle géneros ni estilos, sino la realización de una obra honesta que refleja sin ataduras su mundo interior. El suyo es un arte intimista hecho de silencios, de murmullos que bisbisean entre tonalidades tenues y formas etéreas que sólo existen ante la mirada sensible del espectador acucioso. Siluetas inaprensibles apenas se distinguen entre las numerosas capas de pintura superpuestas con una delicadeza extrema; capas y capas que van de tonalidades contrastantes ricamente combinadas a monocromías sutiles en las que la gama de blancos, grises y negros adquiere un tono melodioso de una gran riqueza visual. A veces, sus composiciones lindan con la abstracción y sus imágenes fugaces se escapan a la mirada intelectual, porque su pincel capta la esencia, no la apariencia. Sus figuras humanas y animales, paisajes, frutas, flores y objetos se despliegan más allá de lo evidente y revelan la sensualidad de la sutileza, de lo que se percibe sin verse: el misterio erótico de lo que permanece oculto. “Busco la parte subjetiva de lo objetivo”, dice Lucinda en entrevista con Merry MacMasters, y su camino en el arte es el de la intuición. Desde su obra temprana, allá en los años cincuenta, se palpa el gusto por la elegancia de la sencillez, y en su pintura se refleja la armonía y afabilidad que son impronta de su personalidad. Tras el descubrimiento intuitivo, Lucinda compone sus pinturas a partir de la visión directa de la figura u objetos, pero se desprende de las convenciones aprendidas. Utiliza una técnica de pinceladas cortas y perceptibles, a un tiempo cuidadas y sueltas, controladas y espontáneas, que combina con el uso arbitrario del color en algunos casos, o bien elimina casi del todo la policromía para centrarse en una sutil gama de blancos níveos. La luz que inunda sus cuadros disuelve los contornos y los confunde con el fondo, negando la tradicional jerarquía entre las diferentes zonas del cuadro. ¿Presencias, ausencias? Quizás se pueda decir que Lucinda plasma la esencia de la evanescencia •
Olvide por un momento la corrupción que lo rodea
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ÉJESE CAER EN EL abismo de la butaca. Olvide por un momento la corrupción que lo rodea. Mientras su mente se inunda con modos escalares como el Mixolidio novena bemol, eluda la visión de tanta muerte e injusticia en este y otros suelos. Convénzase de algo: un chelista –verbigracia– regalando vibratos, contribuye sólidamente al refinamiento de su espíritu. Dicho esto, sea con la Orquesta Filarmónica de la unam, con la Orquesta Sinfónica Nacional o con la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, apreciable lectora, lector, este día puede navegar por distintas épocas disfrutando bellas esculturas de aire.
Comencemos con la ofunam . A las 12 horas sucederá el noveno programa de su primera temporada del año. Bajo la batuta de Jan Latham-Koenig, director artístico, cantarán Anabel de la Mora (soprano), Jesús Suaste (barítono) y el Coro de Cámara de la Escuela Nacional de Música (con su director Samuel Pascoe), todos en torno a Un réquiem alemán, de Brahms. Esto sucederá en la Sala Nezahualcóyotl. También hoy, a la misma hora, ocurrirá el x vi Encuentro Internacional ( xii Iberoamericano) de Mujeres en el Arte. Apuntamos al Coro de Mujeres de los Pueblos Originarios dirigido por Leticia Armijo, que interpretará “Desde donde late la tierra” del Cancionero de Yolotli. Su sede será el Anfiteatro Simón Bolívar (entrada libre). Igualmente, la Orquesta Sinfónica Nacional ofrecerá este domingo 24 su séptimo concierto de temporada en la sala principal del Palacio de Bellas Artes, a las 12:15, bajo la conducción de Carlos Miguel Prieto. Lo acompañarán Frank Kelley (tenor), Stephen Bryant (bajo), Elizabeth Keusch (soprano), Carla López Speziale (mezzosoprano), Kevin Deas (bajo-barítono), William Skeen (violagambista), Christopher Shepard (clavecinista y director del coro eu), el Coro Binacional Xopankuíkatl y el Coro de niños de la Escuela Nacional de Música. Todos juntarán su talento para dar vida, nada menos y nada más, que a La Pasión según San Mateo, de j. s. Bach. La Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, por su lado, sonará en la sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli, a las 12:30 pm. Interpretará, de Richard Wagner, Parsifal (extractos). Estarán allí Olga Sergeeva (soprano), John Charles Pierce (tenor) y José Areán, su aún flamante director artístico. Este evento resulta atractivo no sólo porque reafirma la presencia de un conjunto que recientemente atravesó tiempos difíciles, sino porque es uno de los muchos que este año conmemoran el bicente-
Wagner
n a r i o d e l n a c i m i e nto d e Wa g n e r, compositor, director, poeta, filósofo y dramaturgo alemán, clave para la renovación de la ópera. Los melómanos enganchados a la obra de este gigante del romanticismo recordarán que fue precisamente José Areán, en su otrora posición como director del Festival de México, quien produjo de forma integral y por vez primera en nuestro país la intimidante tetralogía del Anillo del Nibelungo, (Der Ring des Nibelungen: “El oro del Rin”, “La valquiria”, “Sigfrido” y “El ocaso de los dioses”). Hablamos de esas colosales y visionarias 16 horas de música, escritas a lo largo de tres décadas, que inocularon al río del arte universal con innumerables atrevimientos rayanos en lo más complejo del repertorio operístico, pero también en lo más conmovedor. Por si lo anterior fuera poco, y más allá de las grandes orquestas y de los espacios asociados al género, el Lunario del Auditorio Nacional ofrece hoy su cuarta temporada de Ópera para Niños con Las Hadas (Die Feen), también de Richard Wagner (a las 13 horas). En esta pieza se rescata acertadamente –además de otro rostro del titán germano– el cuento tradicional del príncipe Arindal, quien descubre en el bosque a una bella hada. Participan Sandra Maliká y José Luis Or, miembros de Arpegio Producciones Arte y Entretenimiento ac , compañía independiente cuya misión se centra en impulsar “proyectos de calidad para niños, familias y futuros aficionados”. Quede como colofón una flecha hacia otros espacios en donde también habrá conciertos clásicos el día de hoy: Museo Nacional de Arte, Antiguo Palacio del Arzobispado, Conservatorio Nacional de Música, Sala Manuel m . Ponce de Bellas Artes y Museo José Luis Cuevas. Visite el que le quede cerca. Lleve a alguien consigo. Déjese caer en el abismo de la butaca. Olvide por un momento la corrupción que lo rodea •
BEMOL SOSTENIDO
ARTES VISUALES
@LabAlonso
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24 de marzo de 2013 • Número 942 • Jornada Semanal
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AS PRIMERAS ESCALERAS ELÉCTRICAS que se instalaron en Ciudad de México eran increíblemente estrechas. Todavía se puede subir y bajar por ellas en la sucursal del Centro Histórico del famoso almacén que las cobija, en lo que se compran vestidos, jarrones, muebles o lavadoras. La estrechez de sus tramos alcanza sólo para una fila de señoras cargadas de bolsas, con abrigo y sombrero –pensando en que dicho edificio data de 1936–, y en su paso lento y breve hay algo muy a la mano que evoca costureras, mercerías y probadores, la intimidad de unas cuantas personas que compartían un lujo.
En cambio, las escaleras eléctricas del Metro o de nuestros almacenes actuales son ya muy largas y amplias, algunas incluso se suspenden en el cielo de los centros comerciales, y eso sí, todos nos aposentamos en ellas, nos duelan o no los pies. Los mexicanos hemos decidido que las escaleras eléctricas nos deben cargar, divertir y depositar arriba o abajo, cual pasajeros de una montaña rusa momentánea, y muy pocos son los que avanzan a su vez sobre la escalera en movimiento para ir más rápido, tal como se camina sobre las bandas que se deslizan por los aeropuertos. Como en los juegos de feria, nos agarramos del barandal y miramos a nuestro alrededor con un cierto aire de diversión, apropiada para el funicular o los ascensores de paredes transparentes que suben por algunos edificios. Digan si no son un juego las escaleras eléctricas, la inventiva provocación de un adolescente de 1861 llamado Jesse w. Reno, cuando todos los niños las acometen hacia arriba cuando van hacia abajo, y viceversa, brincoteando por ellas en lo que las mamás los regañan, subiéndolas a zancadas como si pasaran olas, deslizándose por el pasamanos que se mueve en sentido inverso o procurando sentarse en ellas hasta que de repente disminuyen y se aplanan. Las escaleras eléctricas nos gastan bromas: pueden detenerse a mitad del camino o bien echarse a andar cuando, resignados, subimos por ellas con el esfuerzo de siempre. Son tentadoras y fantasiosas, se pierden en el subsuelo conforme cumplen su trabajo momentáneo. Abajo o arriba desaparecen para quedar presas en otra dimensión y nos regalan la fantasía de unos pasajeros o viandantes iguales a nosotros subiendo y bajando de cabeza por sus peldaños al reverso de la escalera, con sus respectivas bolsas, chamarras y sombreros. Las escaleras eléctricas tienen también su leve tensión amenazante. ¿Quién no teme caer en medio de su avance incontenible, ser tragado y pasar a esa dimen-
sión oculta, atrapado el pie o la mano entre las tiras de metal? Por eso hay tantas películas en las que unos personajes persiguen a otros, de preferencia armados, y saltan, corren y gritan por escaleras eléctricas en sentido inverso, como a cualquier niño le gustaría, pero en el trance mueren o se rompen algo de manera irremediable. Las escaleras eléctricas de las películas son para que su eterno retorno se rompa de alguna manera inesperada y espectacular, pero en la vida cotidiana tienen su aire civilizatorio. Nos exigen gracia y equilibrio, cierta compostura a la hora de mantenernos en el peldaño. A la cara de elevador que ponemos cuando compartimos uno con desconocidos, corresponde la cara de escalera eléctrica, más juguetona quizá, más alegre y relajada en tanto nos encontramos en medio del aire, pero no exenta de cierta circunspección. La brevedad de los tramos no permite siquiera la fugaz conversación de elevador, generalmente sobre el clima. Incluso en el Metro, cuyas escaleras eléctricas se atestan de pasajeros inmóviles y agotados como chuletas en una banda sinfín, la seriedad prevalece en el breve trayecto compartido, los cuerpos procuran no rozarse, las alturas desiguales nos mantienen en cierto modo aislados, a prudente distancia se diría, en el descenso al infierno o el ascenso al aire vivo y fresco de la calle. En comparación con los majestuosos escalerones de templos, pirámides o palacios reales, las escaleras eléctricas siempre tendrán algo de comedia musical, por más que se encuentren en lugares hipermodernos e impresionantes. Por algo los mimos hacen el número del que va subiendo por la escalera eléctrica, caminando con las piernas dobladas y alargándolas poco a poco. Y es que el hecho de que las escaleras se echen a andar de repente tiene algo de gracioso, similar a las puertas que se abren solas, como con fantasmas •
tumbaburros@yahoo. Twitter:@JorgeMoch
Los cretinos y el jolgorio
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N ESTUPENDO RECURSO DE desapercibimiento enajenante ante las atrocidades de la vida diaria en México es un apapacho papal. Que el reyezuelo de El Vaticano ponga el índice en este rincón de urbi et orbi y diga Beh, abbiamo... es preludio de un orgasmo mediático en primer lugar para la clerecía mexicana que así suele sentirse proyectada a interlocutora intergaláctica, esa clerecía habitada por muchos delincuentes y depredadores sexuales, por encubridores de pederastas o simples defraudadores y manipuladores perversos de la psique ajena, pero también por esa clase política de derechas muy cercana
al clero y hasta por aquellos que a ve- tamiento zapatista le torció el rabo ces aparentaron otra forma de pensar: –al menos en los medios– al neolibeestar cerca de alguien famoso –tan fa- ralismo salinista. moso como el pontífice de Roma– sueEn la cima de la curería es diferente. le convertir en pánfilo a quien tenía- Allá arriba el mundo es otra cosa y se mos por ecuánime. decide en cónclaves, en susurros, en La Iglesia católica es un organis- reuniones secretas e intercambio de mo podrido, verticalista, misógino, intrigas, entre lujos y amanuenses, riparadójicamente homofóbico (al- cos manjares y jofainas de porcelana berga miles de homosexuales en sus con agua tibia donde lavarse las manos. filas pero acusa a la comunidad homo- Esa es la Iglesia que celebran los cretisexual, para ponerlo en palabras de nos vociferantes de los medios masimoda, de “movida del diablo”) y mane- vos hoy. La reciente aparición en la ja un discurso absurdo en la praxis, de vida pública del mundo, creyente o no, amor al prójimo, de humildad y com- de Jorge Mario Bergoglio ungido Petri pasión. pero sus dignatarios van ves- Apostoli Potestatem Accipiens es una tidos como reyes de carnaval, exhiben preciosa muestra de ese mundillo zafio. oro y brocados, viven como señores Los conductores de noticias de las prinfeudales y raramente se acercan a la cipales televisoras en México berreahorizontalidad de su rebaño. Cuando ron que tienen Papa hasta la náusea, un cura –o una monja– dedican su vi- como poseídos por el espíritu santo da al misericordioso trabajo en bien del ácido lisérgico. Claro, si los dueños del prójimo, a ayudar a los pobres y a de ambas televisoras son de recalcilos enfermos –sobre todo cuando se trante fanatismo católico: Salinas dedican, precisamente, a enseñarles a Pliego y su mujer están estrechamenno ser pobres ni explotados ni sumi- te vinculados a organizaciones de ulsos–, es la cúpula mafiosa del clero la traderecha, como los Tecos de la Unique los sentencia a marginalidad y os- versidad Autónoma de Guadalajara tracismo. Con apenas rascar un poco y el Opus Dei, mientras que apenas enencontramos montones de casos de trar uno al edificio de Televisa en Chapresbíteros apercibidos a no salirse pultepec 18 lo primero que se encuendel huacal, porque su quehacer en tra, en una vitrina de cristal, es una silla pro de los más necesitados, ésos que donde el polaco Wojtyla asentó sus en última instancia a los prelados les pontificias posaderas en una de sus priimportan un cardenalicio carajo, re- meras visitas a México. sulta incómodo para el poder político Qué importa que los papas antey los poderes fácticos que lo escoltan: riores fueran oficiosos demoledores demasiado cercanos a las sandeces de la opción por los pobres. Qué impopulacheras del socialismo. Latinoa- porta que hayan protegido a pedemérica es un serpollar de casos así. rastas y depredadores sexuales. Qué Conozco curas en México que fueron impor ta que el hoy pontífice fueenviados a parroquias remotas, lejos r a cercano a un cerdo genocida code la tramoya obispal, precisamente mo Emilio Massera durante la dictapor señalar muchos y evidentes casos dura en su natal Argentina donde, por de corrupción en sus prelaturas, o co- cierto, a lo largo de su ascensión canósas peores. Esos pocos religiosos en- niga nunca se caracterizó por oponertregados en verdad a ejercitar sus se, criticar en serio o señalar las atrocievangelios allá siguen lejos, recóndi- dades de la Junta Militar y sí, en cambio, tos, incómodos. Recordemos verbi- se le vio a menudo en cenas, presentagracia la coadjutoría de Raúl Vera or- ciones públicas y hasta en daciones denada por Karol Wojtyla para frenar de doctorados honoríficos a milicos la prédica revolucionaria del Tatic asesinos…Qué importa. Eso no lo menSamuel Ruiz como obispo de San cionan los cretinos de la tele. A ellos Cristóbal cuando el presunto levan- sólo les importa que ya tienen Papa •
CABEZALCUBO
La escalera eléctrica
Jorge Moch PASO A RETIRARME
Ana García Bergua
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Jornada Semanal • Número 942 • 24 de marzo de 2013
Juan Domingo Argüelles
JORNADA DE POESÍA mquemain@prodigy.net.mx
Ediciones de poesía
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S UN LUGAR COMÚN decir que no se puede juzgar un libro por su portada, y sin embargo esto no es del todo exacto. Desafortunadamente, sí se puede juzgar un libro por su portada. Si vamos a oponer lugares comunes, otro de ellos dice que de la vista nace el amor. Esto ocurre muy especialmente con las ediciones de poesía. De la elegancia austera pasaron a la pobretería (que no es lo mismo que a la pobreza), es decir, a la extraña tacañería de hacer un libro feo con los mismos recursos con los que podrían hacer un libro elegante y bello. Las ediciones del Estado y, en general, las institucionales, son especialmente ejemplares en esto. Los libros no se diferencian (en el papel y en la impresión) de los de narrativa o ensayo, pero en cuanto a cubiertas e interiores la diferencia es notable: mientras los libros de narrativa y ensayo tienen imágenes en portada (generalmente con selección de color), los libros de poesía no tienen a veces ni una triste viñeta; mientras los libros de narrativa y ensayo brillan por su barniz o por su plastificado, a los de poesía les matan el brillo: deben ser mate o no ser (es cierto que no todo lo que brilla es oro, pero no hay que exagerar), y mientras los libros de narrativa y ensayo tienen una tipografía legible, los de poesía poseen una letra pulga que dificulta la lectura. ¿Quién les dijo a los editores y a los diseñadores que la poesía debe ser pobremente editada para avisarles a los lectores que se trata de un libro de poesía? Si de antemano los lectores, en general, se abalanzan sobre la narrativa, sea buena, regular, mala o pésima, y ni siquiera tocan un libro de poesía, con el recurso de la pobretería editorial para la poesía, son los propios editores y diseñadores los que conspiran contra la lectura de poesía. Lo que se hace es avisarle al lector: “Prepárate (o parapétate): este es un libro de poesía. Te vas a aburrir con él. Por eso lo editamos y diseñamos tan insípidamente, tan
incoloramente.” A diferencia de los insectos y batracios de colores fuertes, que anuncian a los depredadores su sabor desagradable, los incoloros libros de poesía advierten, a los lectores, que pueden ser muy desabridos. El falso concepto de que la poesía siempre se lleva con una portada “sobria” o austera, cuando no fúnebre, ha derivado, en un mayor extremo, hacia productos editoriales anodinos cuando no horribles. Revisando los viejos libros de poesía, decimonónicos y de la primera mitad del siglo xx , encontramos que casi todos ellos tenían al menos una hermosa viñeta así fuera en blanco y negro. Hoy, prácticamente no tienen nada, salvo la tipografía, y son más géli-
Imagen de Silvio Baldessari
Luis Tovar
das que un bloque de hielo. Y, en cuanto a los interiores, la caja, la tipografía y los interlineados, éstos respiraban antes la mar de bien, mientras que hoy se ahogan irremediablemente. Se entiende que muchos diseñadores no leen poesía, ¿pero y los editores? En la segunda mitad del siglo xx, las cubiertas españolas de Daniel Gil, para Alianza Editorial, hicieron época, al igual que las argentinas de Silvio Baldessari, para Losada; hoy, en cambio, en el otro extremo, de la austeridad se ha pasado al absurdo, por ejemplo con las cubiertas de los libros de poesía del Fondo de Cultura Económica, que privilegian una imagen (generalmente una fotografía rebasada hasta las solapas), y sólo en tipografía pequeñita, vergonzantemente, no en la cubierta, sino en una fajilla, ponen el título y el nombre del autor. ¿Qué anuncian y venden: libros de arte? ¡No: libros de poesía! ¿Quién, que sea lector de poesía, no recuerda los collages de Alberto Blanco y de otros artistas en las portadas de los libros de poesía del Fondo? ¿Quién, que sea lector de poesía, no recuerda las tipografías de doce puntos y los interlineados aireados en la colección Letras Mexicanas? Pues eso es historia. Otras colecciones institucionales, que antes se caracterizaban por sus coloridas viñetas o por sus hermosos juegos tipográficos en cubierta, hoy no pueden ser más grises y anodinas. Únicamente algunas pocas editoriales, y no por cierto del Estado o institucionales (una excepción es Poemas y Ensayos de la unam), se mantienen invictas en el buen gusto editorial para invitar a leer poesía. Ediciones Era, sin duda, y más recientemente Almadía y otras editoriales independientes especializadas en poesía. Lo cierto es que se gasta lo mismo en hacer un libro bello que un libro horrible, pero hoy muchos editores y diseñadores se afanan en hacerlos horribles para avisarle al lector que se trata de un libro de poesía •
CINEXCUSAS
cinexcusas@yahoo.com
Guadalajara xxviii (iii y última)
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ALVO QUE LA CUESTIÓN sea remitida a ejemplos tan crasos que no dejen duda, en realidad jamás ha sido clara y tajante, sino ambigua y movediza, la división que Mediomundo asegura ver entre esos dos territorios conocidos como “cine de arte”, o quizá mejor dicho “cine culto”, y “cine comercial”. Al respecto, no faltan ejemplos de confusión, superposición o ambivalencia entre uno y otro, tanto en el cine mundial como en el nacional. Derivado de lo anterior, y aun a riesgo de simplificar demasiado los términos, sólo grosso modo cabe definir qué tipo de película es festivalera y qué otro tipo es palomitera. En los hechos, es el comité de selección de cada festival cinematográfico el que decide –para ese certamen, para esa edición y nada más– cuál es cuál, con independencia de cualesquier otra opinión y postura. Así pues, en cuanto a la sección oficial de largometraje de ficción iberoamericano en competencia del ficg 28, a quienes decidieron qué películas formaban parte de la misma les pareció que México quedaría bien representado con tres producciones: Tercera llamada (2012), de Francisco Franco; Besos de azúcar (2013), de Carlos Cuarón, y The Boy Who Smells Like Fish (2012), de Analeine Cal y Mayor. Inclúyese aquí esta última pues, aun tratándose de una coproducción con Canadá, no siendo este último parte de Iberoamérica, se asume como producción mexicana. Por eso mismo no va en esta lista la coproducción Tanta agua –Uruguay/ México/Holanda–, por ser el primero de esos países quien define la nacionalidad del filme.
da es quizá el ejemplo reciente más claro respecto de lo que se dijo al principio de estas líneas; por esa misma razón puede convertirse en un fracaso de taquilla, si por azar sus productores están pensando en las decenas y decenas de copias para su estreno comercial. Es decir que habiendo obtenido el Premio del Público; siendo el suyo un tono ligero, algo híbrido entre un cuasi drama y una comedia de alcances más bien discretos –carcajadas, ni una; risas francas, pocas; sonrisas de simpatía, las más–; versando su trama en torno a los vericuetos de la vida de los teatreros y, por consiguiente, dejando fuera del chiste y el guiño a casi la totalidad de un público tampoco suficientemente identificado con un elenco al que, salvo excepciones, conoce poco y mal… poseyendo, en resumen, elementos que le permiten tener un pie en festivales y otro –al menos potencial– en cartelera, esta Tercera llamada tiene delante de sí un futuro algo incierto. Dos palabras se disputan el sitio de privilegio para definir, sintéticamente, lo que ocurre con Besos de azúcar:
De arriba pabajo Premiada hasta en tres ocasiones, Tercera llamaThe Boy Who Smells…
“malograda” y “fallida”. Empero, bien pueden cohabitar sin estorbarse si se recuerda que “malograr” significa “perder o desaprovechar algo” y “fallo” quiere decir, entre otras cosas,“fracaso en la ejecución”, así como “falta, deficiencia”. Coproductor, coguionista y director del que viene siendo su segundo largo de ficción –el primero es Rudo y cursi (2009)–, Carlos Cuarón yerra a la hora de contar un cuento más que contado –el de una pareja heterosexual, joven, que ve cómo todos a su alrededor se oponen a la realización de su amor–, pues lo hace apostándolo todo o, mejor dicho, forzándolo todo, para acceder a un final trágico que pareciera ser lo único claro después de una serie de inverosimilitudes y giros injustificados. Asimismo, desaprovechó la oportunidad de practicar la mesura o la modestia cuando tuvo a bien sostener que algunos de sus modelos creativos, según él evidentes en el filme, son Butch Cassidy & the Sundance Kid (George Roy Hill, 1969) y Les 400 Coupes (Françoise Truffaut, 1959) y que si Losdemás no se da cuenta, es porque no sabe de cine. La pifia al traducir el título es lo de menos: The Boy Who Smells Like Fish no sería “El chico que huele a pez” sino a pescado, siempre que quiera traerse correctamente al habla mexicana, para decir con precisión que el tal chico más bien apesta y que la trama gira en torno a su hediondez. Y es lo de menos porque, para decirlo con arreglo a la idiosincrasia que la cinta exhibe, más apestan el guión con su simplonería predecible de boy-meets-girl e inevitable happy end; los diversos maniqueísmos formales, el aséptico falso mundo bonito melting pot del chico sajón y la chica latina… Hablando de ejemplos crasos en cuanto a filmes festivaleros o no: ¿qué hace, en un certamen que se quiere prestigioso o prestigiador, una cosa como ésta o, hace un año, aquella otra llamada Mariachi gringo (Tom Gustafson, 2011)? •
ensayo
N
o recuerdo cuál Carlos me presentó al otro. Si Payán a Félix o Félix a Payán. Quién de los dos me obsequió el regalo. Sucedió antes del ’68, tal vez desde 1966 cuando me iba de pinta del colegio Francés para ir… a la facultad de Filosofía en la Universidad. Al café, no a sus aulas, “¡oh, pues, enferma!”, habría agregado el insepulto Carlos Félix. Si en los salones de clase tuve la suerte de escuchar a Nicol y a Alejandro Rossi, en la cafetería pude dialogar, entre las sombras platónicas de Sócrates y Alcibíades, con fray Alberto de Ezcurdia, Salvador Elizondo y Carlos Félix. Nicol nos transportaba a épocas donde las brumas se desvanecen y nace el pensamiento occidental en Grecia. Ezcurdia nos devolvía a los tiempos cuando los hombres confundían el sueño y la vigilia. Rossi trataba de enseñarnos a pensar, no sin ironía, por nosotros mismos… ¡menuda tarea! Elizondo, alérgico a políticas correctas, conformistas y uniformes, me inoculó el instinto que permite al pensamiento sobrevivir a conceptos prefabricados y libera la reflexión de las idées reçues satirizadas por Flaubert. De él adquirí también la insolencia de la libertad mental. De Carlos Félix aprendí, si no a leer el pensamiento de los otros, sí a descubrir lo que el otro se ocultaba a sí mismo: sus más viles inclinaciones como sus más altos anhelos, sus vicios y sus dones. Maniqueísmos que chocaban a la dialéctica felixiana: Carlos no concebía la vileza sin honestidad ni la virtud sin corrupción. Visitarlo era someterse, más que a una observación de nuestros males, a una autopsia. Hurgaba y extraía a la luz de los propios ojos del “enfermo”. Su diagnóstico era inapelable. ¿La prueba? Quien, triunfante, llegaba a visitarlo, salía con el sentimiento de su derrota. Quien entraba vencido a sus “aposentos” –como Félix llamaba a los cuartuchos que le servían de albergue–, se iba con la sensación de la victoria. La pecadora partía purificada. La mujer que se creía virtuosa, arrepentida. Sus exabruptos eran impertinentemente pertinentes y, por su verdad y su descaro, molestaban. Carlos no soportaba las poses, lo incitaban de manera automática al ataque en regla. Más valía quitarse las máscaras al penetrar en su madriguera. Philosophie du boudoir, dirían desdeñosos quienes de esta obra de Sade sólo conocían el título. Sus reflexiones y sus palabras eran las de un permanente transgresor de ideas fijas, normas, autoengaños, vanidades. Cuando alguno de sus comensales, en un afán del heroísmo suicida a la moda, comenzaba a recitar las lamentaciones del Kaddish de Ginsberg: "He visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura", Carlos Félix, con los ojos enrojecidos por la cólera, dando uno de sus saltos de felino, espetaba con su voz cavernosa: "Salvadas, enfermo, salvadas por la locura,
24 de marzo de 2013 • Número 942 • Jornada Semanal
¡oh, pues!" Antes de soltar una estridente carcajada ante su solemne enojo. Félix conocía bien la diferencia entre la lúcida seriedad del espíritu y el pomposo espíritu de seriedad. Imprevisible, a contracorriente pero nunca en el sentido esperado, Carlos Félix fue un personaje novelesco o más bien teatral por excelencia. Las anécdotas inspiradas por él eran numerosas, cada una tenía un acto, un gesto, unas palabras
Un filósofo Vilma Fuentes
sorprendentes que hacían reír a todos, los mismo a quienes concernía la burla, pero preferían no pensar imitando sólo la risa, el ruido, no el furor. Autores, no pocos y reconocidos académicos –Carlos habría reído con profunda seriedad de sus homenajes– trataron de hacer de Félix un personaje de sus relatos. Un Falstaff con su pasado épico legendario que se pierde en las brumas de un presente más que turbio. Pero no todos tienen el talento de Shakespeare para crear un Falstaff aunque lo tengan a su mano. Las tentativas fueron más que fallidas, la tradición oral se impuso a sus trovadores. Se arrebataron la palabra para tratar de convencerme que Carlos estaba bien muerto y sepultado. Fue en Tepoztlán el entierro póstumo del Insepulto. Entre cubas libres a su salud eterna y algunos cognacs por el alivio del imaginario “enfermo”. ¿No se dejó arrancar todos los dientes por Lalo? En nombre de la ciencia, enfermo, completa Ignacio, el apodado “poeta” por Carlos, de quien imita la voz ronca al repetir esta frase del Insepulto. Lalo le hizo una dentadura. Que nunca usó. Algunas veces. Como otros la corbata, para las grandes ocasiones. Cuando fue a Los Pinos. Una idea de Juan Garzón. Fue uno de los desayunos que le organizaban a Echeverría. Con las mujeres, con los intelectuales, con los jóvenes, con los chichimecas, con los escolares, con … En el Museo de Antropología. El de las mujeres fue en Los Pinos;¿no se llevaron hasta el mantel con la vajilla como recuerditos? Juan organizó el de los intelectuales de izquierda o algo así. Convenció a Carlos de asistir. Pero le quería poner la dentadura. Carlos se negaba. ¿Para qué, si no voy a morder? Total, se la quitó al llegar a Los Pinos: “Cuarenta y tres años de militancia bolchevique arrojados por la borda, enfermo, ¡oh, pues!”, nos repetía Félix después de su visita a la residencia presidencial, los ojos llorosos de rabia, antes de la sempiterna carcajada con que se burlaba de él mismo. “A lo mejor dejé de ser la miserable excepción.” Carlos nunca se avergonzó de ser así calificado por algunos antiguos camaradas cuando aceptó la autocrítica infamante exigida por el Partido Comunista, mientras Revueltas y otros formaron, a raíz de su expulsión, la Liga Espartaco. Las anécdotas sobre Carlos salpicaron una sobremesa que nos llevó a la medianoche. Félix estaba presente, vivo, insepulto. Había que conseguir dinero para enterrarlo, o al menos para velarlo. Un difunto se vela con algo de respeto, así sea ahogado de borracho. Las quemaduras de cigarro con que se probó su deceso eran claras: Félix había muerto: una vez el dinero reunido, se compró un litro de ron en honor del difunto: ¡Milagro! El olor de la bebida favorita de Carlos lo resucitó. Como decía Platón, ¡oh, pues, enfermo!, salud •
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