■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 14 de abril de 2013 ■ Núm. 945 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
Una entrevista de C armen P arra con L eoluca O rlando
Palermo Alas y raíces en
una cultura comunitaria • Las cuatro
vidas de E nzo B attisti : F abrizio L orusso
• P aco I gnacio
T aibo ii , el desmitificador
bazar de asombros DISCURSO DE LAGOS DE MORENO (I de III)
“Si viviéramos solamente de raíces, seríamos asfixiados por ellas. Si vivimos solamente de alas, estaremos sometidos a cualquier ráfaga de viento”: así resume Leoluca Orlando, alcalde de su natal Palermo por tercera ocasión, la necesidad de gobernar con eficiencia y honestidad administrativas, pero al mismo tiempo desde una perspectiva que no deje fuera los derechos humanos ni, en su caso, el combate contra la Mafia y toda suerte de ilegalidades. Conversando con la artista plástica Carmen Parra, Orlando habla de los movimientos por la democracia que ha fundado, de su intensa actividad política y de su envidiable visión de lo que debe ser una cultura democrática. Publicamos además una entrevista con Cesare Enzo Battisti, otro italiano de fuertes convicciones políticas, alguna vez preso, hoy dedicado a la escritura y residente en Brasil, donde vive “libre por decisión del expresidente Lula”, quien negó su extradición a Italia en 2010.
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El camión que recorría los Altos de Jalisco to maba a velocidad inaudita (40 kilómetros por hora) una curva pronunciada y, ante nuestros ojos expectantes, aparecía la mesa redonda, ese hermoso accidente geológico que es el sig no de identidad del valle en que se asienta la muy noble y leal ciudad de Lagos de Moreno. A lo lejos, el caprichoso cresterío de la Sierra de Comanjá acotaba al valle y daba al panora ma una belleza original que, con las lluvias, cubría todas las gamas del verde y se alegraba ante la perspectiva de una buena cosecha. Esto sucedía de tarde en tarde, pues el viento chi vero se llevaba las nubes y las milpas y los chilares languidecían en la pertinaz sequía. Sin embargo, los campesinos alimentaban la esperanza y, de repente, las nubes negras co ronaban las rocas de la sierra, su es pesor derrotaba al viento y la lluvia (“la lluvia lenta, la lenta lluvia que se eterniza bajo la tarde que muere en calma...”, decía González León) abundante, pero no tumultuosa, empezaba a caer sobre las plantas que agradecían el regalo del cielo y se dedicaban a crecer pues, como decía un mi tío, “para eso han sido plantadas”. Eso fue para mí el Lagos de la infancia. Fue la espera de la lluvia, el misterio del crecimiento de las se millas, las noches de juegos y rondas en la pla za, los cuentos de “brujas y encantamientos”, la alegría de descubrir todos los misterios del mundo y de la vida y, de repente, encontrarme con la poesía leyendo unos versos de Francis
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Hugo Gutiérrez Vega co González León. El poeta hablaba de las manos de la noviecita de la escuela, recordaba el olor a lápiz acabado de tajar que exhalaban, y describía, con una voz humilde y a la vez poderosa, el silencio y el profundo significado de una iglesia en la penumbra o los labios de una monja parecida a una actriz de cine italia no que el poeta vio “bajo el arco lumínico de una convaleciente noche de abril”. Lo conocí en 1944, un año antes de su muerte. Había leí do sus poemas y quería conocer personalmen te al creador de tan bellas palabras. Hacía ter tulia con sus compañeros maestros del liceo del padre Guerra en una banca de la plaza principal. Era muy delgado y frágil, vestía un traje de lustrina negra, camisa con cuello de palomita y corbatín negro. Se cubría la cabe za con un sombre ro de ala ancha. Corrí tras él, me le puse enfrente y le dije, con mie do y admiración: “Señor, yo sé que usted es poeta.” Me miró con afec to de abuelo, me acarició la cabeza y me dijo: “Si hi jito, pero ya no lo vuelvo a hacer.” Su risa amable me tranquilizó y me ayudo a comprender la agudeza. El ancia no poeta seguía el ejemplo de López Velarde que decía: “Yo sólo soy un hombre débil, un espontáneo/ que nunca tomó en serio los sesos de su cráneo.” (Continuará.) jornadasem@jornada.com.mx
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ensayo
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Marco Antonio Campos
Paco Ignacio Taibo II el desmitificador
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an pasado 150 años desde que los franceses derrotaron al Ejército mexicano luego de un sitio feroz de sesenta y dos días para ocupar el país por cuatro años y 151 de la inolvida ble batalla del 5 de mayo. Oportunamente la Edito rial Planeta publicó el año pasado la apasionada crónica hist órica de ambos hechos escrita por Paco Ignacio Taibo ii (Los libres no reconocen rivales). La batalla del 5 de mayo de 1862 ha sido menos leída y estudiada que exaltada, y se ha logrado que a través de la retórica se vuelva una efeméride casi vacía; en verdad es uno de los momentos grandes de nuestra historia. Bella ciudad creada por los españoles, la de Pue bla, salvo sectores, nunca se ha distinguido por su fama de liberal. Baste recordar que en la guerra de Independencia el clero, el gobierno y la burguesía de la entonces Puebla de los Ángeles estuvieron del lado de los realistas, que en 1847 el clero católico recibió a los estadunidenses protestantes con un Te Deum, y aún, en mayo de 1863, luego de la ruptura del sitio y la derrota mexicana, recibieron con otro Te Deum a los franceses. En 1862, semanas antes de la batalla, Ignacio Zaragoza se lamentaba amar gamente en sus cartas de que los habitantes de la ciudad ni se incorporaban a la resistencia, ni pro porcionaban armas, ni dotaban de víveres. “La trai dora cuanto egoísta [ciudad de] Puebla”, escribió en una carta. Y en otra: “Esta gente es mala en gene ral.” Sí: una cosa era la ciudad y otra el estado de Puebla; los pueblos de la serranía poblana defen dieron a pie firme la patria en los cerros de Loreto y Guadalupe, como lo hicieron los combatientes de varios estados de la República… En la batalla tuvie ron también un papel definitivo militares como Miguel Negrete, Felipe Berriozábal, Porfirio Díaz y Antonio Álvarez. Ironía –falsedades– de la histo ria: los glorificados indios zacapoaxtlas como pun ta de lanza de Zaragoza en la batalla estuvieron del lado de la reacción. Quizá el único error catastrófico del ejército francés en 1862, fue la subestimación del enemi go, o como estaba convencido el general Lorencez,
quien encabezaba la expedición armada, era tal la superioridad ante los mexicanos “de raza, de disci plina, de moral y de elevación de sentimientos”, que vencer era pan comido. Los franceses no sabían, o no se dieron cuenta, que la generación liberal con tra la que lucharon, era y ha sido con mucho la me jor de nuestra historia, política e intelectualmente, y que sólo de mencionarla uno no deja de emocio narse. Aun José Vasconcelos, que los odiaba, re conoció su honradez sin mancha, es decir, la nega ción de la corrupción, quizá el mal endémico de México por excelencia. El 5 de mayo no impidió el año siguiente la de rrota ante los franceses ni el Segundo Imperio, pero fue el primer alto ejemplo de que podía ven cerse a “los primeros soldados del mundo”. La derrota en Puebla fue el primer aviso del declive militar francés, que a su vez prefiguraría su derro ta y retiro de México en 1866, que a su vez lo lleva ría a la catást rofe militar en la guerra contra Prusia (1870-1871), final que a su vez le costaría el trono de sangre a Napoleón iii . Taibo ii va siguiendo en su crónica la secuencia de los hechos: la declaración por Juárez de la mora toria de deuda en julio de 1861, la cual se tenía con particulares –no con los gobiernos– de Inglaterra, España y Francia; las exigencias apremiantes del pago; el convenio conciliador para una ocupación de los ejércitos del “frente tripartito” de Veracruz; la desesperación mexicana por conformar un ejér cito mínimamente adiestrado y mínimamente ali mentado; la negativa del Congreso de otorgarle a Juárez poderes extraordinarios y las conspiraciones dentro del mismo partido liberal; la ruptura de la alianza tripartita de Inglaterra, España y Francia, quedándose sola Francia; el avance de las tropas francesas desde Orizaba y el repliegue mexicano hacia Puebla; los primeros choques –la primera re sistencia– en las Cumbres de Acultzingo y el inicio de la batalla del 5 de mayo a las 11:45 (otros dicen 11:15), y a partir de esa hora, el fracaso de ambas artillerías por hacerse daño, los combates feroces en los cerros de Guadalupe y Loreto, una lluvia que
se vuelve tormenta, la victoria final hacia las 4:00 o 4:15 de la tarde, la retirada francesa, la persecu ción fútil del Ejército mexicano por falta de recursos militares, el nuevo asentamiento de los franceses en Orizaba... La batalla del 5 de mayo Taibo ii la cuenta como un coro, con lo que escribieron algunos de quienes batallaron ese día. No sabemos si Za ragoza hubiera sido un gran general (murió a los treinta y tres años, pocos meses después de su vic toria), pero en la batalla del 5 de mayo se portó como un genial estratega. Contra sus inútiles detractores, Juárez es sin du da el héroe de México por excelencia. Más allá de los mayores o menores errores que los enemigos encuentren en sus mandatos, sus logros son impa rangonables: por primera vez se venció a una po tencia extranjera, lo cual dio a los mexicanos una gran confianza en sí mismos; evitó el desmembra miento de estados de la República que querían se pararse o independizarse; separo al Estado de la Iglesia creando de una vez y para siempre la repú blica laica que nos abría la primera gran puerta a la modernidad, y en fin, como consecuencia de todo esto, consolidó el Estado-nación. Por demás, su úl timo gobierno fue una de las escasísimas primave ras democráticas que ha conocido el país. Todo esto hubiera sido imposible sin la generación extraor dinaria que tuvo al lado. Me doy por creer que si a Taibo ii le preguntaran en cuál época le hubiera gustado vivir contestaría: de 1855 al 1872, es decir, los años que irían entre el Plan de Ayutla y la muerte de Juárez. Dos muestras de su fervor por los prohombres de la Reforma son este libro y su novela La lejanía del tesoro, que tal vez fue el primer paso que derivó en su pasión por el México del siglo xix •
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Vilma Fuentes
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ace unos días tuvo lugar en la Sala Drout de París la venta pública de setecientos lotes de recuerdos de Sacha Guitry. Se dispersó así una colección de objetos y manuscritos de este gigante del teatro. Dispersión también de su correspondencia amorosa peleada por sus coleccio nistas. ¿Qué diría Guitry de esta disgregación que le concierne? Acaso la previó y lanzó una frase con su impertinente pertinencia. ¿Quién no recuerda, sin saberla suya, una de sus frases hoy proverbiales?: “Puede usted apreciar las frases de doble sentido, pero asegúrese antes de que tienen un sentido.” Guitry no podía hablar ni escribir sin probar su ingenio, esa forma de espíritu que seduce a los fran ceses por encima de todo: mezclar la reflexión a la
Las frases de Sacha Guitry no provocan en su lec tor, o su oyente, la risa sonora, casi convulsiva, que pueden arrancar los payasos o los cómicos. Estos hacen reír de sus errores, sus torpezas o, incluso, de su estupidez. Provocar con sus palabras el estalli do de la carcajada hubiese parecido a Guitry un mal efecto sufrido por sus espectadores y una falta de elegancia de su parte. Hacer reír de los otros es, des pués de todo, una facilidad y una limitación del pro pio ingenio. La explosión de la carcajada no puede ser sino efímera: ¿no se consume, acaso, en su mismo estallido? Escritores notables, inmortales incluso algunos de ellos, muy raros, arrancan la risa a costa de la imbe cilidad o la insensatez de sus personajes. Toman sus
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de un siglo escéptico, donde la solemnidad es de mal gusto y no vacila entre la seriedad del espíritu y el espíritu de seriedad. La gracia, la ligereza y la ironía son las reglas inviolables cuando la reflexión ahonda en asuntos graves. Este escritor, dramaturgo, actor, director de teatro y cineasta, acaso inspirado en Oscar Wilde, puso en su vida su genio y sólo su talento en su obra. Se le decretó autor sin importancia pues hacía sonreír. Es curioso cómo muchos críticos se avergüenzan de reír y algunos se revelan incluso incapaces de apreciar, por ejemplo, el humor de un Kafka, obstinados en encerrarlo en una cárcel metafísica cargada de gra vedad –reputación que aleja a lectores temerosos de aburrirse.
Cartasdeamorenventa
sonrisa. No importa qué verdad, incluso la más des agradable pasa mejor si es dicha de tal manera que no se puede sino sonreír. Incluso cuando escribe: “Entre los treinta y los treinta y un años, las mujeres viven los diez mejores años de su vida.” Guitry sabe que las primeras en reír de esta frase serán las muje res, y sonreirán cuando dice: “Aceptaría absoluta mente que las mujeres son superiores si ello pudiera disuadirlas de pretenderse nuestras iguales.” La ironía constante de este autor es el motor que lo lleva a avanzar: “Hay personas con quienes se pue de contar. Generalmente son personas que no se ne cesitan.” O bien: “Citar los pensamientos de otros es lamentarse de no haberlos encontrado uno mismo.” Sin embargo, este despiadado ironista puede tam bién ser un admirador incondicional: “¡Oh, privi legio del genio! Cuando se acaba de escuchar un trozo de Mozart, el silencio que le sucede es aún de él.” Feroz también: “El amor de dos dura el tiempo de contar hasta tres.” Aunque precisa: “Temer la iro nía es temer la razón”, y señala justamente: “Tiene usted razón cuando dice a un fumador que fuma mu cho si fuma sus (vuestros) cigarros.” O gran obser vador crítico del sistema financiero: “Si se castigan los cheques sin fondos, ¿por qué no castigar los fon dos sin cheques?”
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Jacqueline Delubac y Sacha Guitry en Quadrille
Es curioso cómo muchos críticos se avergüenzan de reír.
Si cada quien puede reconocer su peculiar escri tura, Guitry es también una voz. Una voz reconocible cuando se la ha escuchado una vez. Una voz que se introduce en las voces de los otros. Es suya y de otro, la misma y diferente. En su película Le roman d’un tricheur (1936), la voz de Guitry en off sustituye las de cada miembro del elenco. Sacha hurta su voz a los otros y les da la suya. Así, montó una película con escenas filmadas por él de amigos de su padre, el actor Lucien Guitry. Las escenas eran mudas. El asunto tuvo remedio, y magnífico. Sacha recordó, gracias a una memoria admirativa, la única que no olvida, las palabras exactas de Claude Monet, Auguste Renoir, Auguste Rodin, Anatole Fran ce. Supo imitar sus voces al extremo de hacer dudar que la voz en off (crea da por él en esa ocasión y cuyo mé todo renovaría el cine) no fuese la de las personas filmadas. Marguerite Moreno y Sacha Guitry en Le Roman d’un tricheur Hijo de Lucien Guitry, equivalen te masculino de Sarah Bernhard, Sacha tuvo como distancias con ellos. Satíricos, su crítica evi padrino al zar Alejandro iii , de quien le dieron el ta al autor en apariencia imparcial y salva del ridículo nombre de pila –de ahí el diminutivo de Sacha. Como a sus lectores, reducidos a una actividad que no los su padre se hallaba en gira teatral permanente, el compromete. Sacha Guitry prefiere –o tal vez el pu joven era siempre inscrito en el mismo año escolar, doroso descaro de su espíritu retiene su expresión– lo cual le permitiría decir que nunca pasó de primer la ironía que comienza por ejercerse sobre sí mismo año de primaria. y, de paso, al hacer un llamado a la lucidez de cada Autor de 125 obras de teatro y treinta y siete pelí uno, sobre quien lee o escucha sus monólogos y sus culas, sin contar otros escritos, tuvo tiempo de casar réplicas: su verbo es un arma de dos filos. La carca se con cinco actrices a quienes dirigió, cinco de las jada es irreflexiva; la sonrisa deja huellas, a veces im más célebres bellezas de la época. Las cartas de amor borrables porque abre las puertas de la reflexión. Gui de ellas a Sacha formaron parte de la venta. Guitry try hace sonreír a la inteligencia de la inteligencia. guardó sus cartas y ellas no lo olvidaron nunca. Debe De la familia de Voltaire y de Molière, Guitry es haberlas hecho sonreír al escucharlo decir: “Las mu un haz luminoso que perpetúa el espíritu del Siglo jeres honestas no se consuelan nunca de las faltas que de las Luces: “negar a Dios es privarse del único in no cometieron.” • terés que representa la muerte”. Obedece al espíritu
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Odiseo a Telémaco
Tres poetas Prendedor Emma Neale
Joseph Brodsky Mi querido Telémaco, La Guerra de Troya ya terminó; no recuerdo quién fue el vencedor. Sin duda que los griegos, sólo ellos dejarían tantos muertos tan lejos de su propia nación. Pero aún, el camino a mi casa ha sido eterno. Mientras perdíamos el tiempo allí, Poseidón, casi parece, estiró y extendía el espacio. Ya no sé dónde estoy ni qué lugar puede ser éste. Podría parecer alguna isla ruin, con arbustos, edificios y cerdos que chillan. Un jardín ahogado en yerbas; una reina u otra. Pasto y piedras enormes… ¡Telémaco, hijo mío! Para un errante los rostros de todas las islas se asemejan uno al otro. Y la mente yerra, contando olas; los ojos, llagados de mar, corren; y la carne del agua obstruye el oído. no logro recordar cómo se inició la guerra; incluso qué edad tienes--no me puedo acordar. Crece, entonces, Telémaco mío, crece fuerte. Sólo los dioses saben si nos veremos luego. Ha sido mucho desde que dejaste de ser aquel bebito ante el cual araba con los toros. De no haber sido por los trucos de Palamedes seguiríamos viviendo bajo el mismo techo. Quizá él estaba en lo correcto; lejos de mí estás tan a salvo de las pasiones edípicas, y tus sueños, Telémaco, son irreprochables.
De pronto me doy cuenta que mi padre le ha dado a su estudiante favorita de medicina, de dieciocho años, un broche de plata en la forma de un aeroplano y un cheque para dos noches de hospedaje en Las Vegas acompañado de una carta que, de su puño y letra, dice: “Deseo que te vaya bien en tu vida pública, deseo apoyarte en tu primer vuelo desde casa, creo que este cheque es generoso”, y miro su mano, sorprendentemente delgada, el ligero encorvamiento de sus hombros, su inexpresiva sonrisa, y me pregunto por qué yo nunca concí a esta mujer con el pelo del color del tabaco, la voz suave como los mocasines, la piel del color de las magnolias tardías, su ropa del azul que dejan las sombras del invierno sobre la tierra. y por qué ahora despierto de este sueño con la certeza de que el sonido del llanto debe venir de la habitación vacía del pasillo de abajo. Emma Neale (1969) es autora de Cómo hacer un millón (2002), Destello (2008) y El jardín verdadero (2012). Ganó en 2011 el Premio de Poesía Katlheen Grattan y en 2012 fue Roberts Burns Fellow de la Universi dad de Otago, en poesía.
Versión de Hernán Sicilia
Versión de Rogelio Guedea
Supermercado Sue Wotoon No puedo hacer milagros, Antonio. Y no es una parábola. Aférrate a mis piernas como puedas, cava como si retornaras –no servirá de nada. Mira, estamos aquí afuera del supermercado. El viento sopla y nuestra ropa es delgada. Mira cómo los ricos pueden usar ropa veraniega en un día como hoy. Sólo caminan entre las sombras por un momento, sólo lo que dura la moda, todo tan de repente, todo tan de prisa, porque los espárragos deben comerse frescos, y hay que encontrar un aguacate perfecto. ¿Conoces el aguacate perfecto, Antonio? Es suave y jugoso, mejor que un panecillo cualquier día, y mejor para tu corazón. Con aguacates necesitas jugo de limón y aceite de oliva extra virgen. Antonio, Antonio, no puedo hacer milagros, mi amor. Hay cereal, y al menos yo compro leche. Me molestas, Antonio, tu cabeza en mi estómago así, empujando y empujando. ¿Qué soy? ¿La farola olfateada por un perro? ¿El palo que una cabra embiste? Antonio, yo soy tu estúpida y podrida madre: mi cabello está desteñido, mis ojos mal pintados. Te lo digo por última vez, con los dientes apretados: no puedo hacer milagros. Algo va a romperse, Antonio. Y no sé cuándo. Sue Wotoon (1961) es autora de los libros de poesía Reloj de arena (2005), Sur magnético (2008) y Pájaro de luz (2011). Ha ganado premios de poesía como el New Zealand International Poetry Award, y obtuvo la Robert Burns Fellowship en 2008 en la Universidad de Otago. Versión de Rogelio Guedea
Las cuatro vid 14 de abril de 2013 • Número 945 • Jornada Semanal
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entrevista con Cesare Battisti Fabrizio Lorusso Cesare Battisti después de que fue liberado de la cárcel Sante, tras la decisión de la corte de apelaciones. París, marzo de 2003 Foto: Isabelle Simon
En México le llamaban Enzo. El italiano Cesare Battisti, ex militante en los años setenta de los pac (Proletarios Armados para el Comunismo), vivió en San Miguel, el df y Puerto Escondido. Entre 1981 y 1990, después de su fuga de una cárcel italiana, formó una familia y escribió sus primeras novelas de tipo autobiográfico, y negras, políticas y policíacas a la vez. Pero esta fue su segunda vida. En Italia, Battisti es considerado el prófugo de la justicia más famoso, entre los cientos de expatriados italianos fugitivos. Tiene una condena a cadena perpetua por dos homicidios y la participación en otros dos. El preámbulo del “caso Battisti” se inicia durante su “primera vida” en los “años de plomo”, a finales de los setenta. Para Italia fue un período de violencia política y de atentados de matriz terrorista, orquestados por neofascistas y aparatos desviados del Estado y por los grupos de oposición que abrazaron la lucha armada. Unos veían la violencia como una defensa, otros como método de lucha antisistema. En los noventa, la “doctrina Mitterrand” permitió a sus exintegrantes quedarse en Francia si renunciaban a las armas. Battisti fue de México a Francia. Tercera vida: catorce años trabajando como conserje y escritor. En 2004, Italia solicitó al país galo su extradición y explotó “el caso”. Las cortes italianas habían ratificado sus condenas, aun con procesos controvertidos, en contumacia, bajo una “legislación especial” y con base en testimonios de excompañeros-colaboradores de justicia, según relata el académico Carlos Lungarzo en su libro Os cenários ocultos do caso Battisti, recién publicado en Brasil. En cambio, la mayoría de los medios y jueces italianos enfatizan la regularidad del proceso y de sus dos apelaciones. Desde 2004, Battisti, quien se declaró inocente, radica en Río: cuarta vida. Después de dos años de clandestinidad y cuatro de prisión, ahora está libre por decisión del expresidente Lula, quien negó su extradición a Italia en 2010. Brasil resolvió así el “caso”.
-¿C
uál es el nexo entre tu historia editorial y judiciaria?
‒Al contrario de lo que se piensa, que lo importante es que se hable siempre de al guien, bien o mal, esto no es cierto. Fui destruido, hi cieron una imagen infernal que me impide vivir y, sobre todo, vender libros. No hubiera pensado tener tantos problemas por la imagen creada por los medios en estos años. Cuando presento un libro en una ciu dad, hay grupos de apoyo presentes, así es normal que haya doscientas o trescientas personas. Pero si es tuviese en las librerías, lo cual no ocurre, no vendería ni el cinco por ciento de lo que vendo en Francia, por que aquí es el libro del “monstruo”, y no se compra. –En tu última novela Cara al muro (Face au mur), hablas de Brasil. ¿Es totalmente autobiográfica?
‒Es la última de una trilogía. La primera fue una autobiografía: Mi fuga (Ma cavale). La empecé cuando huí de prisión en 2004, en un momento de desespe ración total, sin entender lo que pasaba, de un país y de un puerto a otro, de París a Brasil. Aquí, luego escribí este libro para entender lo que me estaba pa sando con cierta distancia no sólo emotiva y psicoló gica, sino también material y física. Empecé a ver lo que ocurrió en los años setenta con cierta objetividad y experiencia de escritor, más madurez como narra dor. Ese libro era autobiográfico, pero pasé de la pri mera persona a la tercera para contar con más distan cia. El segundo, Ser Bambú, salió en Brasil y cuenta mi clandestinidad aquí y en otros países, así como la vida de un cincuentón con todos sus problemas. –¿Cómo contar un país desde la cárcel?
‒Dijo Mandela que para conocer bien un país hay que conocer sus prisiones. Esto no lo sabía mientras hacía el trabajo, lo descubrí después. Conocí Brasil, física y culturalmente, a través de la voz de sus pre sos. Un preso tiene sensibilidad, un estado emotivo tan fuerte, que puede comunicar cosas únicas que en libertad jamás podría. Si logras captar esos momen tos, puedes entrar en un universo que de otro modo no podrías tener. La obra de Dostoievsky es una prueba de ello. Tenía ganas de hablar de este país porque ya había pasado tres años aquí como “clan destino”, aunque todos sabían de mi presencia. Me transmitía algo extraño, misterios. Me rechazaba, pero al mismo tiempo me atraía. Creo haber enten dido un poco lo que es Brasil en la prisión. Como escribo historias que son sociales, no las elegí al azar, sino que hablé de los presos que me permitían cono
cer el país y sus culturas ‒pues Brasil es un continen te‒ y al mismo tiempo denunciar ciertas situaciones y entender lo que estaba haciendo ahí. Por tanto, está mi historia de cuando llego y me arrestan, pero también de cuando ya estoy preso. Hay flashbacks: estoy en el patio con los otros presos, veo a cada uno y narro su pasado. Las tramas se entrelazan, el hilo conductor es el amor, porque siempre hay una mujer a lado de cada quien. Más en la cárcel, donde la mu jer tiene un papel fundamental y hasta feroz. –Hablemos de México, después de tu fuga de la cárcel de Frosinone, Italia.
–Estuve allí del ʼ81 al ʼ90; llegué de París como muchos que no podían quedarse en Francia. Algu nos fueron a África, yo a México. Fui recibido por unos compañeros del sindicato situam en la mis ma unidad en que estaba el Sub Marcos. En México tuve una familia, mi esposa, mi hija y un trabajo. An tes no había conocido una vida “normal” y allí escri bí mi primer libro. –¿Cuál es?
‒Eh, no lo puedo decir porque hubo una gran po lémica sobre su “paternidad”. Mejor no volver al tema. Digamos que mi primer libro, Disfrazado de hombre (Travestito da uomo), fue escrito en español y traducido por mí al italiano; salió en Francia e Italia. México me formó como adulto; tanto, que en el se gundo proceso de extradición de Francia, país en que nacieron los derechos humanos, cuando lograron procesar a la misma persona ‒a mí‒ dos veces por lo mismo, el Fiscal pudo decir: “De todos modos a este hombre no le gusta Francia, siempre dice que su país es México.” En parte tenía razón.
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voz interrogada
Jornada Semanal • Número 945 • 14 de abril de 2013
das de Enzo Battisti –En la novela Buena onda (2004) hablas de Marcos y los zapatistas.
‒La novela es ficción. Cuando yo andaba por Mé xico, Marcos estaba en la zona de Tamaulipas. Oí de la marcha silenciosa en diciembre. En Francia, estuve en contacto con mexicanos de comités internaciona les, por lo que estaba informado de lo que pasaba. No sabía qué harían exactamente ese enero del ʼ94 en San Cristóbal, pero estaba al tanto.
–¿Podemos decir quién era?
‒Sí, David Villa Rueda. Su hermano es un líder sindical, le decían el Negro. –¿La película Puerto Escondido, de 1992, de Gabriele Salvatores, es tu historia?
–¿A quién más recuerdas de esa época?
‒Claro, el personaje en Puerto soy yo. El actor [Claudio Bisio] quiso encontrarme en el Centro Cul tural Italiano de la Embajada en París, pero en ese preciso momento vi que estaba entrando a territo rio italiano y mejor no entré.
–¿Aún existe la revista?
–Si México te gustaba, ¿por qué fuiste a Francia en 1990?
‒Se fundó en México en 1986, funcionó dos o tres años y se reabrió en 2001, en línea, hasta 2004. –¿Conociste a Paco Ignacio Taibo ii ?
‒Sí, creo que a veces colaboró con la revista, no recuerdo bien. –En la novela Avenida Revolución (2003) están Milán, Tijuana y el df . ¿Qué tienen en común?
‒Pensé que nadie la publicaría. Escribí desatado lo que quería, un delirio. Es decadencia, ruina, sueño y clichés multiplicados. Es el texto que me gusta más, aunque no pude entender qué quería describir. Hay
como un cataclismo de todos los valores, un mundo que se descompone, pero de lo podrido puede renacer la vida. Primero, llevo al extremo una idea común de mis libros: el hombre no crea las circunstancias, al revés, las circunstancias crean al hombre. Tomé a un persona je y lo puse en una situación totalmente inimaginable para él. De Milán, donde el protagonista es pastelero, a Tijuana. En Milán ocurrió el cataclismo, un desastre. Está lleno de símbolos, todos los polis tienen el mismo nombre y hay enanos en todas partes. Está la visión de los muros: se construyen como en las antiguas ciuda delas, el de Israel se hizo después de esta novela. –¿Y Puerto Escondido?
‒Mi hija nació en San Miguel pero creció en Puer to, donde teníamos una casa. Esa playa fue la prime ra que conocí en México, con un amigo de Marcos.
‒Varios motivos: quería recuperar mi identidad porque no podía presentarme públicamente por una prohibición de la autoridad mexicana, aunque sa bían que estaba viviendo allí. Si me pasaba algo, probablemente me mandarían a Nicaragua y no a Italia, pero, en fin, no querían saber nada de refu giados italianos, como ahora y nunca. Eran muchos y todavía hay. Me fui porque quería recuperar mi identidad en Francia y eso ocurrió, en efecto. Pasé tres o cuatro meses en prisión ‒era la rutina‒ y pedí asilo por la doctrina Mitterrand, como todos los de más. No me extraditaron, conseguí una visa y luego la naturalización.
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“En el segundo proceso de extradición de Francia, cuando lograron procesarme dos veces por lo mismo, el Fiscal pudo decir: ʻDe todos modos a este hombre no le gusta Francia, siempre dice que su país es México.ʼ”
–¿Y en Francia?
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‒A toda la redacción de la revista Vía Libre.
‒Empecé una vida normal con papeles. La natu ralización me fue dada y luego suspendida antes de tener el pasaporte. Ya en 2004 había cabildeos de Ita lia para otro pedido de extradición y el secretario francés de Justicia suspendió mi naturalización por decreto, ilegalmente, porque la decisión tendría que pasar por un procedimiento judiciario. En eso segui mos, gané el juicio y ahora en teoría podría tener na cionalidad francesa. –¿Existe una literatura apolítica?
‒No lo creo posible. Toda obra de arte se define así si modifica algo en la sociedad. Es más, antes la política era vista como arte y, en cambio, ahora ya per dió todo su prestigio. No hay una literatura que pueda exiliarse totalmente de la sociedad y que, de
alguna manera, no tenga algo político en un senti do amplio. –¿Si tu juicio se pudiera reabrir, volverías a Italia para ser juzgado?
‒Sí, si me dieran las garantías, con observación internacional, sería la solución ideal porque, en efecto, ¿dónde están las pruebas? Menciónenme una sola prueba material o técnica por la que se pue da decir “fue él”. No hay. Toman las armas de Fula no. Esa arma mató a Perengano. Sin embargo, aun que encontraron las armas con Fulano, fueron por mí. Hay quien confesó: “Fui yo”, y tampoco así. ¿Y las pruebas? Volvería, ya lo dije antes, bajo obser vación internacional. –¿Por qué no lo haces?
‒No se puede reabrir. Además, no creo que Italia pueda someterse a juicio, que quiera una revisión de este tipo, menos con escrutinio internacional. –¿Cómo se cerraría la herida de los años setenta? ¿Qué decir a las víctimas de esa época?
‒Hay que reconocer que en Italia hubo un con flicto armado, una guerrilla, y como en todos los conflictos hubo víctimas, abusos y errores de am bas partes. Pero sin ese reconocimiento, ¿cómo hablar de esto? Si no hubo conflicto armado, sólo existe una cosa: el bandido o criminal común, por tanto no se daría un diálogo. Lo primero es reco nocer ese conflicto armado. Cossiga [expresidente de la Repúb lica] trató de hacerlo, pero fue aniqui lado. Lo hicieron Francia, Bélgica, Alemania y otros países en que no hubo casi nada, en compa ración con Italia. En nuestro país había más de 10 mil personas armadas. O lo reconoces, y si no ¿có mo sería un diálogo? –¿Te consideras militante? ¿Qué valores tiene Cesare Battisti?
‒¿Cómo no definirse militante? Todo lo que ha go es resultado de un pensamiento y principios que allí están. Siempre somos militantes. Podemos cam biar ideas, medios y formas, pero no ciertas con vicciones. Los valores son los de siempre, pero cada uno en su contexto histórico, con madurez, inteligencia y sensibilidad diferentes. Todo cam bia, entonces hay que adaptar ideas y estructuras mentales a la realidad. Según yo, siguen vigentes la justicia social y la igualdad, junto a la libertad, porque en esos pseudopaíses que decían “construir el comunismo”, eso en realidad nunca ha existido. Sobre todo porque no era posible en la pobreza. Hace falta riqueza, no miseria y, quizás sólo habría unos países escandinavos que podrían hacerlo hoy. De todos modos, no se puede hacer una sociedad justa y libre, o sea comunista y “utópica”, sólo con la igualdad, sin libertad. Para juntarlas, hay que tener los medios, una sociedad con progreso y dis tribución de la riqueza. ¿Valores? Cuando veo las diferencias sociales, hoy, me enoja; así como pen sar que pocas familias controlan el planeta. Si no puedo hacer nada, duele. Finalmente, esto no cam bia con el tiempo, es parte de mí •
voz interrogada
Alas y raíces en
-H entrevista con Leoluca Orlando, alcalde de Palermo Carmen Parra
A sus sesenta y cinco años de edad, Leoluca Orlando es, por tercera ocasión, alcalde de Palermo, capital de Sicilia y su ciudad natal. Conocido internacionalmente como uno de los más férreos opositores al poder que la Mafia despliega en el sur de Italia, en los más recientes comicios Orlando fue elegido con una votación que superó las tres cuartas partes del electorado. Fundador de varios movimientos políticos y populares –como La Red y La Margarita–, su trayectoria como político y funcionario está atravesada tanto por amenazas provenientes de la Mafia como por procesos comiciales bajo sospecha de haber hecho a Orlando víctima de fraude. Pero también, indudablemente, ha estado signada por un respaldo popular y un respeto a una figura política inusitados, no sólo en Italia. En esta entrevista exclusiva para La Jornada Semanal, Orlando habla de su trayectoria y de su excepcional visión de lo que puede y debería ser el papel de un funcionario público.
áblanos de tu pasión por esta bellísima ciudad de Palermo y de tu experiencia al haber sido reelegido alcalde después de doce años.
–Existe una relación física entre esta ciudad y yo, que se ha construido a través de los años. Esta ciudad ha vivido tragedias y alegrías que han sido las mismas de mi propia vida. Miedos, esperan zas, amenazas, sueños... Hay una relación muy fuer te que ha condicionado toda mi vida. Mi amor por Palermo es mi gran fuerza. ¿Quién sería si no hubie ra sido alcalde de Palermo? Un político normal con una carrera normal. Durante muchos años pensé, creí posible sentirme útil lejos de Palermo, pero estaba equivocado y la confirmación nace del hecho de que los palermitanos, después de veinte años, me han reconfirmado con el mismo porcentaje de votos como alcalde; han votado por mí centenares de personas, miles de personas que nunca habrían votado por mí para ser diputado ni para cualquier otro puesto po lítico, pero me postulé para alcalde e incluso mis ad versarios políticos votaron por mí. –Háblanos de tu partido, de Italia de los Valores.
–Yo soy el líder nacional de Italia de los Valores y Antonio di Pietro es el jefe de Italia de los Valores. ¿Saben qué diferencia hay entre un líder y un jefe? El líder es el que tiene la visión, el jefe es el que man da, pero desde que fui electo alcalde, mi partido se llama Palermo. Para mí, Italia de los Valores es la elección cohe rente respecto a mi vida. En los noventa fundé un movimiento por la democracia, La Red, un movi miento transversal para la legalidad, contra la co rrupción y la Mafia al norte y contra la Mafia y la corrupción al sur, porque descubrimos en los años noventa que había corrupción en el norte, y rascan do, rascando, detrás de la corrupción, descubrimos la Mafia. La hemos denunciado. Hemos denuncia do la Mafia al sur, y después rascando, rascando, hemos encontrado que detrás de la Mafia estaba también la corrupción.
Pal
una c
El movimiento Italia de los Valores se disolvió, para sostener la experiencia de Romano Prodi Pre sidente del Consejo, confluyendo en el Partido de Romano Prodi, convertido en el presidente del Con sejo. Para mí Italia de los Valores es actualmente la Red del Tercer Milenio. –¿Cuáles son los mecanismos para crear los programas sociales y culturales que permitan disolver el tejido criminal dentro tu ciudad?
–Es necesario apuntar sobre las riquezas de Paler mo y la gran riqueza de Palermo es el propio Palermo y son los palermitanos. Digámoslo en otras pala bras: nuestro tesoro es nuestra identidad, pero nues tra identidad está expuesta a riesgos, y uno es el riesgo de asfixia, como lo está cualquier identidad, la mexicana, la islámica, la alemana o la colombiana. El riesgo es que, en lugar de recurso, la identidad se convierta en condena, en tragedia. Un músico austríaco, ciego de nacimiento, había encontrado en la música el modo de expresar su sen sibilidad artística, obteniendo un gran éxito. Un día, un periodista lo entrevistó y le preguntó: “Maestro ¿cómo ha logrado superar su discapacidad, cómo ha logrado superar el handicap de la invidencia?” El mú sico respondió: “Mi padre y mi madre no me han da do el don de la vista, me han dado el don de la vida; mi padre y mi madre no me han dado dos ojos, mi padre y mi madre me han dado dos cosas, dos dones más importantes que los ojos: las raíces y las alas.” Si viviéramos solamente de raíces, seríamos as fixiados por las raíces. Si vivimos solamente de alas, hacemos el final de la gran águila, sometidos a cual quier ráfaga de viento. Palermo tiene necesidad de vivir con las raíces propias y también tener alas. Por mucho tiempo y con demasiada frecuencia, en los últimos diez años en particular, los palermita nos han pensado que eran el ombligo del mundo y se han encontrado fuera del mundo. Palermo no es el ombligo del mundo, es una gran ciudad como tantas otras ciudades del mundo, que tiene derecho a usar las alas.
Escena cotidiana en
lermo
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cultura comunitaria
Mercado de Ballarò, Palermo. Foto: Gabriele Saito
Calle de Palermo. Foto: sfPhotocraft James/ Flickr
La Mafia vive sólo de raíces. La Mafia transforma el orgullo de ser siciliano en un sistema de poder criminal. A la Mafia le interesa que Palermo esté aislada del resto del mundo, que esté fuera del mun do. En estos últimos diez años Palermo se ha vuelto invisible. También la Mafia se ha vuelto invisible, pero les puedo asegurar que la Mafia aún existe, aunque sea invisible. Yo quiero gritar al mundo que también Palermo es visible y aún existe. Por eso, cada sábado en la mañana realizo una junta que tie ne como único objetivo la internacionalización de Palermo, como un modo de recordar que no somos el ombligo del mundo, sino que queremos estar en el mundo. Por esto, también por esto, hemos postula do a Palermo como capital europea de la cultura en 2019. Por esto, también por esto, hemos pedido a la
n un parque de Palermo. Foto: Frits MeystAdventure4ever
unesco reconocer al arte árabe normando como
Patrimonio de la Humanidad.
–Considerando tu experiencia en la comisión en el campo de la salud, ¿cómo incluyes a la cultura como parte de la salud pública?
–Por amor a Palermo, he renunciado al puesto de parlamentario nacional. Por amor a Palermo he de jado el cargo de presidente de la Comisión de Inves tigación sobre la Salud. Hay una relación estrechísi ma entre cultura y salud. Es más, la salud es cultura, no una relación con la cultura, porque la cultura es la conciencia de lo que eres, espiritual, cultural, física mente. Una persona enferma es cultural, física y es piritualmente distinta de una persona sana. Existe una relación estrechísima entre la salud del alma y la sigue
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Marcha de la Comunidad Gay por Palermo
Abajo: Durante un Referéndum, organizado por Italia de los Valores y PD. Foto: Andrea Punzo
voz interrogada
14 de abril de 2013 • Número 945 • Jornada Semanal
cosas inmorales, ilegales y de mal gusto que no son convenientes. Se hacen mal a sí mismos. ¿Qué ganan los mexicanos al aceptar la violencia criminal, el narcotráfico, la violencia contra las mujeres, el sa crificio de vidas humanas? ¿Qué provecho han te nido los palermitanos y los sicilianos al aceptar estas mismas barbaridades? Podríamos ser una isla ex traordinaria. México, que es un gran país, que tiene grandes riquezas y recursos, que nunca ha sido un país colo nizador, es uno de los países en el mundo, pienso que casi el único, que por dimensiones y características podría tener un liderazgo mundial. Bastaría con que no tuviera criminales y corruptos. Y vuelvo a la con veniencia. Si pudiera hacer un llamado, les diría a los mexicanos, como les digo a los palermitanos: “pro bemos a hacer cosas convenientes”. Cuando un padre
–Hay una propuesta de restablecer el servicio obligatorio para los jóvenes, por haber sido abolido el servicio militar, pero el servicio civil obligatorio, ¿qué tan útil sería?
tiene cinco hijos desocupados y para encontrar un lugar de trabajo se dirige a algún padrino, quizá lo gre encontrar un lugar de trabajo a medio tiempo, en negro, para uno de sus cinco hijos, pero se ha quita do el derecho de poder colocar a los otros cuatro. ¿Es conveniente? Sólo es un pequeño ejemplo.
Este proyecto de un servicio civil obligatorio lle ga en el momento indicado para mandar el mensaje positivo de una comunidad. Imponer el servicio civil obligatorio hace posible conocer aquella cul tura de la comunidad que construye la otra cara de la responsabilidad individual, y que impide que la responsabilidad individual se convierta en indivi dualismo y egoísmo. Quisiera hacer una consideración sobre lo que debe ser un alcalde. Un alcalde debe ser un puente entre las raíces y las alas, entre quienes tienen y no tienen, entre los méritos y las necesidades, entre Palermo… y los barrios. Y es evidente que un alcal de, por definición, siempre deja descontenta a una parte de la ciudad. Es la condena de los alcaldes: ser criticado por la necesidad cuando se preocupa por los méritos. Yo estoy viviendo esta experiencia con una extraordinaria serenidad; me siento trein ta años más joven. Creo que al volver a ser alcalde por cuarta, en realidad quinta vez –en los años no venta, dejé un mes el puesto por no haber aceptado el compromiso de la vieja Democracia Cristiana, la dc –, tengo la misma sensación de un padre que vuelve a tener un hijo después de muchos años: una gran alegría unida a la conciencia y el descubri miento de no ser el mismo de entonces, mientras tu hijo es exactamente el mismo que nació hace vein te años •
–El servicio civil obligatorio es ciertamente muy útil, es urgente como proyecto porque el punto de partida es tener un servicio civil voluntario. Imponer un servicio civil es importante sólo para comenzar. ¿Cuál es el punto de llegada? El servicio civil funcio na cuando en un cierto punto se descubre que ya no hay necesidad de tener un servicio civil obligatorio. En los bares del “viejo oeste”, sobre el piano estaba escrito: “No disparar al pianista.” En los círculos de los pueblos de la Sicilia profunda estaba escrito “no decir groserías”, “no escupir en la calle”. Ahora los letreros ya no están, y la gente ya no escupe y no dice groserías, y ya no disparan a los pianistas.
salud del cuerpo, entre la salud del espíritu y la del cuerpo. Un alcalde debe ocuparse de manera inte gral de los ciudadanos y de la ciudad. Es por eso que asumí la responsabilidad de las competencias del municipio en materia de salud, para mandar un mensaje claro, que no es solamente un mensaje de cura de los enfermos, sino sobre todo de prevención de las enfermedades. –¿Cómo se desarrolla el tema de la seguridad y la legalidad en la lucha contra el crimen organizado en el contexto europeo y mediterráneo?
–El mejor modo para combatir al crimen organi zado y a la Mafia es hablar la lengua europea, que no es el alemán, el francés o el inglés, ni tampoco es el siciliano. La lengua europea es la del tiempo y las reglas. En una dimensión europea, la palabra pró rroga es una blasfemia y las palabras derogación y condonación también son una blasfemia. Dema siadas veces la Mafia y el crimen organizado se han extendido pidiendo prórrogas (aplazamientos) y derogaciones (revocaciones). En Palermo, en Sicilia, en el sur de Italia, en Italia, nosotros debemos recu perar la ética de la responsabilidad individual. Eu ropa Central conoce la ética de la cultura individual, que algunas veces se vuelve individualismo y egoís mo, y el Mediterráneo conoce la ética de la comu nidad, que algunas veces se vuelve clan, sentido de pertenencia, cosca mafiosa. Mi proyecto es poner las dos emes, la m de la Europa media y la m del Me diterráneo. Debemos conservar las raíces de la co munidad, pero volar con las alas de la responsabili dad individual, y queremos que Europa Central conserve las raíces de la individualidad y vuele con las alas de la comunidad. –¿Cómo podría desarrollarse una cultura democrática de la legalidad en México, país que tú conoces bien, después de las últimas elecciones?
–Creo que es necesario aplicar en México la mis ma visión que estamos aplicando en Palermo y en Sicilia. Para decirlo en otras palabras, para ser toda vía más concreto: estoy tratando de convencer a los palermitanos, a los sicilianos y a los italianos, de que respetar a las personas y las reglas, de que respetar el tiempo es conveniente. No es justo, no es legal, pero es conveniente. Como los sicilianos, los mexi canos viven una condena. Hacen cosas inmorales, hacen cosas ilegales, cosas de mal gusto; pueden hacer cosas inmorales, pueden hacer cosas ilegales, de mal gusto, pero lo dramático, la verdadera conde na de los sicilianos y los mexicanos es que hacen
–Háblanos de la red mundial de la economía y de la cultura de los derechos humanos.
–Viajando por el mundo en estos años, he tratado de contar las cosas que he hecho y en las que creo… y he descubierto que las cosas en las que creo y las cosas que he hecho pueden ser útiles incluso en países lejanos, lejanísimos como México, o como los pueblos islámicos. ¿En qué se funda la cultura (la economía) de los derechos humanos? Esencialmente, en el rechazo a la cultura de la pertenencia, en la cual si a alguien no se le pregunta “¿quién eres, qué sabes hacer?” y en cambio se le pregunta “¿a qué grupo pertene ces?”, si tu sentido de pertenencia es débil, aunque seas Einstein te quedarás desocupado, y si tu sen tido de pertenencia es fuerte, puedes ser un inútil pero harás carrera. Todo esto, esta cultura de la per tenencia, que después se convierte incluso en Mafia, ignora las necesidades y castiga los méritos. –¿Qué piensas del servicio civil obligatorio del que se habla ahora? ¿Estás de acuerdo?
–¿Respecto a qué cosa….?
T raducción de N orma C ervantes
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leer
Jornada Semanal • Número 945 • 14 de abril de 2013
Dibujos y fragmentos póstumos, Charles Baudelaire, Ernesto Kavi (editor y traductor), Sexto Piso, México, 2012.
LOS PAPELES PEREGRINOS DE BAUDELAIRE
do jardín de su ídolo. Pero debió hacerlo, aun si parece descabellado añadir unos cientos de páginas más a la biblioteca sobre Baudelaire. Después de todo, ya no se trata de un poeta, sino de una obra que cumple el deseo que Baudelaire le expresó en una carta de 1860 a Flaubert: “Trabajar, trabajar sin cesar: para eso hace falta no tener sentidos, no tener ensoñaciones; ser una pura voluntad siempre en movimiento. Quizá lo consiga algún día.” •
CUAUHTÉMOC ARISTA 31 de agosto de 1867 Caroline Archimbaut-Dufays, ¡ E lmadame de Aupick, sintió morir entre sus brazos a
su hijo Charles, de cuarenta y seis años, que brevemente intentó vivir la fantasía decimonónica de ser un artista y falleció bajo las ruedas de la auténtica vida de artista. La dama entregó los papeles borroneados que halló en su habitación a Charles Asselineau, el amigote y primer biógrafo del que con los años se convirtió en uno de los autores más influyentes de Francia. Deseoso de difundir hasta el último garabato de su cuate, Asselineau le dio las hojas sueltas a un autor, editor, librero, impresor, tipógrafo y bibliófilo de Alencon, Auguste Poulet-Malassis, quien en 1857 editó Las flores del mal. Poulet-Malassis improvisó un orden para los papeles privados y los sometió a un procedimiento inicial de conservación antes de venderlos a su colega Eugène Crépet, quien los expurgó de pasajes virulentos y los publicó bajo el título de Diarios íntimos. En 1908 su hijo Jean restituyó los pasajes en otra edición. En 1930 Charles du Bos dio a conocer el material como Escritos íntimos, y en 1975 lanzó su edición maestra el investigador Claude Pichois, el mejor bodelerólogo. Pero este comentario puede comenzar por la silueta de un coleccionista aquejado de lo que Calasso llama la folie Baudelaire: el poeta cubano Armando o Armand Godoy. Nacido en La Habana en 1880 y muerto en París en 1964, Godoy era un mediano poeta que escribía en francés y tradujo a Martí a ese idioma. Pasó de los sonetos donjuanescos a la poesía mística. Pero su obra que ahora importa es la de coleccionista, ya que logró reunir 220 cartas y varios manuscritos de Baudelaire. En 1982, parte del bonche que incluía las cartas a Mme. Aupick fue subastado por la g a l e r í a D ro u o t , y l a m i s m a c a s a ofreció el resto de la documentación seis años después a coleccionistas internacionales y museos y bibliotecas del Estado francés. Descontento por las versiones que de tales garabatos –entre los que hay aforismos, frases que los eruditos usan como claves de interpretación de obras del canon Baudelaire, dibujos al vuelo y notas de proyectos bastante insidiosos–, un joven mexicano que firma como Ernesto Kavi fue recuperando los textos originales en sus actuales fuentes, recuperó en lo posible su orden y los tradujo directamente al español internacional. En las entrevistas que propició el lanzamiento del libro, Kavi abundó poco sobre la lectura que propone. No se atrevió a estampar su huella crítica en el recién arregla-
Yvonne Domenge. La aventura del centro, Luis Rius Caso, Coordinación de Publicaciones del inba, México, 2012.
DOMENGE Y RIUS CASO: ESCULTURA Y CRÍTICA DE ARTE INGRID SUCKAER
Y
vonne Domenge. La aventura del centro es el libro más reciente del crítico de arte Luis Rius Caso. Escrito con elegancia y pleno de belleza, es un ensayo biográfico sobre una de las escultoras más prolíficas de México, Yvonne Domenge (Ciudad de México, 1946) quien ha mantenido una relación estrecha con el arte y la ciencia desde su infancia. Dividido en ocho capítulos, el ensayo está concebido como un recorrido circular a través de los temas que el autor aborda y a los cuales retorna en diversas ocasiones, con el fin de explicar el largo camino recorrido por la artista. Cada capítulo es una entrada fulgurante a la inteligencia integral de Yvonne Domenge, pero también una asombrosa vía donde converge su erudición, la cual se ve reflejada en su amplia producción escultórica, que desde hace tiempo ha trascendido las fronteras patrias. Entre los libros de crítica de arte realizados en México durante el presente siglo, Yvonne Domenge. La aventura del centro, es uno de los más bellos. A partir de la palabra, Rius Caso asciende a los ámbitos más altos de la belleza y con ello muestra que la crítica de arte puede alcanzar la cima de la creación. Alternando su punto de vista sobre la obra de la escultora con algunas explicaciones de índole técnico, Rius Caso acerca al lector al constante proceso de renovación al que se somete Yvonne Domenge. De la misma forma, lo conduce por diversos temas de filosofía, ciencia, tecnología y místic a , i n h e re n t e s a l a o b r a d e la artista. Editado por la Coordinación de Publicaciones del inba , Yvonne Domenge. La aventura del centro también reúne una amplia cantidad de excelentes reproducciones fotográficas de la obra de Domenge, además de ofrecer un pormenorizado currículum de la autora •
IRRADIADOR y la luz del estridentismo Marco Antonio Campos y Evodio Escalante
Pancho Villa toma Zacatecas, Paco Ignacio Taibo II y Eko, Sexto Piso, México, 2012.
Como lo dice muy bien, que lo diga la cuarta de forros: “Con guión de Paco Ignacio Taibo ii –autor de las mundialmente conocidas biografías del Che Guevara y Pancho Villa, y creador del género neopolicíaco en México–, y crudamente recreado por los grabados y dibujos de Eko –inspirados en el expresionismo alemán, la gráfica socialista de New Masses, el populismo mexicano del Taller de la Gráfica Popular y los dibujos de calaveritas–, esta novela gráfica relata no sólo uno de los momentos más álgidos de la Revolución, sino que retrata en acción a uno de los héroes más queridos del México contemporáneo.” Poco se puede agregar; quizá, la contradicción implícita en lanzar una historieta en un formato editorial evidente y seguramente costoso, perdiendo así la natural intención del género: la difusión masiva y popular. Vale añadir que muy fácilmente puede darse solución al asunto si se pensara en editar el volumen a manera de historietas, es decir, formato y papel incluidos. Más libros, más libres, Huidobro, Para Leer en Libertad, AC, México, 2013. En sus propias palabras: “Me considero parte cronopio y parte libridinoso. Cronopio por parte de Cortázar y libridinoso porque no tengo ningún empacho en reco‑ nocer que los libros me exci‑ tan.” Así se presenta, lúdicamente, el dibujante e ilustrador de estas páginas, que suele hacer de la caricatura una combinación perfecta de humor e inteligencia. Siempre con el libro como fondo y superficie de su discurso gráfico, Huidobro sabe que ese objeto precioso es lo mismo puerta que plato que instrumento musical que laberinto que escalera que bosque, y también columpio, juego de cartas, tortura –pero dulce–, ventana y máscara, arma –pero como lo es la felicidad para Lennon–, más cualquier otra posibilidad de las infinitas que le dicta su imagina ción desaforada. Cortesía de la asociación civil que figura como editora, así como de los expositores de la Feria del Libro Alternativa 2012, esta breve recopilación de los libres libros de Huidobro es una publicación gratuita.
Albricias Felicitamos a nuestra columnista y amiga
Verónica Murguía por haber obtenido el Premio Gran Angular sm de literatura juvenil 2013.
próximo número visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/
La última promesa de Irene Némirovsky jsemanal@jornada.com.mx
arte y pensamiento ........
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Francisco Torres Córdova
Ricardo Venegas Felipe Garrido
En memoria de Víctor Sandoval
Don Atanasio Argúndez y Ávila, aquel juez que creía en la justicia antes que en las leyes, colgó. Un peso enorme le había quitado el aire. Pasó un rato al escritorio, viendo sus papeles; luego salió al balcón y se acodó, alto como las palmeras. Era una tarde tibia, quieta y luminosa. Veía un buen pedazo de San Miguel, y la línea de la costa que se perdía hacia el norte, hacia Las Gatas; pero él siguió más allá, como si fuera volando, y cuando abarcó el país vio que estaba marcado; sobre su quebrada superficie, como puesta por un hierro podía verse su huella: casas de la cultura, museos, auditorios y orquestas, escenarios, premios... La noche comenzaba a caer y él sabía que no podría dormir. Estaba triste y a la vez se sentía orgulloso. Aquel día de luz y dolor le había traído, además, versos que se esforzaba por recordar:“Nunca volverás a ver la luz maravillosa de este día. Ha pasado octubre y no nos dimos cuenta.” •
Rogelio Guedea rguedea@hotmail.com
AL VUELO Uno Ayer en la noche que jugaba Uno con mi mujer y mi hijo pude entender el significado real de esa frase tan trillada como cierta que dice: la unión hace la fuerza. La he repetido cientos de veces, pero jamás había caído en la cuenta de lo que quería decir realmente, aun cuando sea tan evidente que ni siquiera merezca explicación. Lo supe cabalmente ayer noche que mi hijo juntó las cartas desperdigadas, las adosó una con la otra, y las dejó en un solo bonche en medio de la mesa. Recuerdo que yo, como si fueran lo único que existiera en el mundo en ese instante, las cogí, golpeé su canto contra la madera, quise doblarlas por el medio y, luego de varios intentos, me di cuenta de que era imposible. Entonces separé una sola carta y realicé la misma operación, y la carta se resquebrajaba, pero apenas la adhería a sus hermanas y no había manera de arredrarla. Podía incluso caer en peso sobre ellas, y nada. Juntas las cartas permanecían incólumes ante cualquier adversidad, tal como esos que salen a las calles a protestar o que caminan en bloque, con sus bayonetas en ristre, contra el enemigo •
Irradiador y su luz expansiva
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OR MUCHO TIEMPO PRIVÓ la idea de que los Estridentistas no fomentaron la línea editorial que los Contemporáneos siguieron a través de la publicación de su revista del mismo nombre. Se dijo que los Contemporáneos no tuvieron un manifiesto como el de aquellos, pero se encontraba implícito en su obra. El reciente descubrimiento de la revista de los estridentistas echa por tierra afirmaciones eruditas y aporta nuevas maneras de interpretar al movimiento. Para acercarnos un poco a la dificultad que implicó localizar los únicos tres ejemplares de Irradiador (codirigida por Manuel Maples Arce y Fermín Revueltas a finales de 1923) que se editaron, podemos advertirlo en las palabras del argentino Luis Mario Schneider: “Todos mis esfuerzos por encontrar la revista Irradiador fueron estériles. Al parecer salieron tres números…” La edición facsimilar de Irradiador, revista de vanguardia, proyector internacional de nueva estética, de la colección Espejos de la Memoria de la Universidad Autónoma Metropolitana (2012), cuya presentación está a cargo de Evodio Escalante y Serge Fauchereau, es un acierto editorial a todas luces aclaratorio y encomiable, pues aporta y sustenta sus dichos. Escalante observa: “Según datos de Christopher Domínguez, que corrobora en un libro sin mayor sustento Miguel Capistrán, un poema de Borges, `La Recoleta´, tiene la primicia y habría aparecido en el número 40-41 de Contemporáneos correspondiente a septiembre-octubre de 1931. La primera colaboración mexicana de Borges, como queda demostrado ahora es… ¡ocho años antes!”, claro está, en Irradiador. “Para las fechas en las que se publica la revista, el estridentismo es ya un aglomerado de artistas que conjunta no sólo a escritores, sino a pintores, grabadores, teatreros, músicos y escultores”, consigna la doctora Norma Zubirán al inaugurar la colección con el apoyo de Salvador Gallardo Cabrera y Salvador Gallardo Topete, nieto e hijo de Salvador Gallardo, quien les heredara los ejemplares de la revista. Mientras que para los Estridentistas el arte es “ser artistas”, “se ha convertido en un lugar común de la crítica académica señalar que el estridentismo es, a grandes rasgos, una aclimatación o versión nacional del futurismo, con algunos rasgos del dadaísmo” (Escalante dixit). Para los Contemporáneos la idea de la poesía se refería a un “sistema crítico”, en todos hay una actitud crítica frente a la literatura. Este “sistema crítico” fue evidente en la tendencia de la revista (Contemporáneos), que fue rechazada por el “sector populista” de la cultura mexicana. A razonable distancia temporal es justo revisar el lugar de los antípodas, se ha privilegiado por décadas a los Contemporáneos en lo que pareciera la “historia oficial de la literatura mexicana”, cuya secuencia sirvió a muchos para edificar prestigios y cánones. Irradiador es el contrapeso justo para el escenario que muchos veían inmejorable •
MONÓLOGOS COMPARTIDOS
Nunca
BITÁCORA BIFRONTE
MENTIRAS TRANSPARENTES
ftorrescordova@yahoo.com
A pie de puerta
C
UATRO MUROS DE ADOBE o piedra, un techo de paja, madera o teja, una puerta, una o dos ventanas y un
frágil resplandor que se mece de noche en sus adentros, bastan para darle al horizonte proporción y perspectiva, y una pausa de calor a la rígida y árida intemperie. Desde el trazo más sencillo hasta el más sofisticado y elocuente que se asienta en la infinita variedad de los suelos del planeta, la casa sigue siendo un acto a la vez primitivo y cotidiano, un continuo enlace del espacio con el cuerpo: es el vientre que sigue afuera al vientre primero; el inicio de una infancia en los ecos y escondrijos que atesora, lo que habrá de ser memoria y herencia en el futuro, y en las suaves fibras de su tibia y rumorosa soledad, la primera conciencia instintiva de la muerte. Su inherente vocación de arraigo, que es lo que la nombra y la sustenta, es consanguínea del árbol, el nido, la madriguera y la colmena, y así inaugura en el mundo una señal a escala humana, un lindero de arcilla y luz ante la fría vastedad del universo. En el vértigo de las distancias que la cruzan, su espacio se levanta a fuerza y paciencia de las manos, para el amparo de una especie, para su reposo y sueño. Y precisamente por eso, los senderos y caminos que la fundan y la encuentran siempre adquieren por su gracia a pie de puerta los sentidos esenciales de su rosa de los vientos: de la casa parten y a la casa llegan. Así, al viaje le da el impulso y la visión precisa y delirante de los mapas, y a los mapas el anhelo y la sed de una incesante geografía, que es el pulso y testimonio de las múltiples distancias que somos y no vemos. Sin la idea primigenia de la casa –una isla, un territorio, un reino, que es decir apenas un color, un sabor o un aroma– Homero tal vez no habría concebido la Odisea, y la nostalgia –dolor del regreso– que tantos nombres ha forjado, roto y revelado, no sería ni siquiera una palabra.“La casa en la vida del hombre suplanta contingencias, multiplica sus consejos de continuidad. Sin ella, el hombre sería un ser disperso. Lo sostiene a través de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Es cuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano”, nos dice Gastón Bachelard (La poética del espacio). Sólo así, por sus suavidades y rigores esenciales, y por la callada inteligencia de sus ámbitos secretos, crece y se delinea una identidad sin concesiones como ésta: “Llevo dentro de mí la rancia soberbia de aquella casa de altos de mi pueblo […] que se conserva deshabitada y cerrada desde tiempo inmemorial y que guarda su arreglo interior como lo tenía en el momento de fallecer el ama. No se ha tocado ni una silla, ni un candelabro, ni la imagen de ningún santo. La cama en que expiró la antigua señora se halla deshecha aún. Yo soy como esa casa. Pero he abierto una de mis ventanas para que entre por ella el caudal hirviente del sol. Y la lumbre sensual quema mi desamparo, y la sonrisa cálida del astro incendia las sábanas mortuorias, y el rayo fiel calienta la intimidad de mi ruina” (“Fresnos y álamos”, Ramón López Velarde.) •
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Jornada Semanal • Número 945 • 14 de abril de 2013
........ arte y pensamiento Miguel Ángel Quemain
LA OTRA ESCENA quemainmx@gmail.com
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Teatro, encuentros iluminadores con el niño
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A PROPUESTA INTELECTUAL QUE traza Beth Juncker, a lo largo de su colaboración en Teatro para públicos jóvenes. Perspectivas internacionales (Manon Van de Water, El Milagro/inba), es posible porque viene de una cultura y un país que no desprecia a los niños, como sucede en nuestro continente, cuyo acontecer está marcado por el hambre, la enfermedad, la explotación, donde el teatro de todos los días consiste en esa representación y vida de la mendicidad entre los coches, en el campo, en las cajas de cartón que les sirven de habitación/cuna/escuela/baño. Reproduzco aquí un párrafo donde Juncker indica que “las funciones profesionales de teatro para niños no son ejercicios profesionales para aprendices. Las funciones profesionales no han sido producidas para hacer a los niños más saludables, más tolerantes, más democráticos, más bien portados, mejor educados o más cultos. Las funciones profesionales para niños y jóvenes ni se producen ni se representan para servir al trabajo de desarrollo pedagógico de las guarderías. Lo que pasa en esa forma particular de arte no contribuye a la enseñanza formal en las escuelas, ni siquiera contribuye a enseñar arte a los niños. El punto crucial es el encuentro, el momento, la experiencia de esa cuarta dimensión que llamamos la vida cultural.” En este tenor explorativo tengo que confesar especial predilección por la inspiradora propuesta de indagar en las emociones, en particular la de la tristeza a través del teatro. El tabú de la tristeza. ¿Porqué nos asustamos de que los niños se asusten?, de Finegan Kruckemeyer, es un trabajo muy sugerente sobre el papel del dramaturgo, del director, de los niños y los padres en la exploración de un
tabú constituido precisamente por los niños que miran la tristeza transcurrir en historias que tienen, entre varios ejes, la destrucción de una cotidianidad que arrasa con figuras sustanciales, como los mismos padres. Una perspectiva que, sin ser psicoanálitica, podría leerse sin dificultad a la luz de los Tres ensayos de Freud. Las particularidades que trata el libro asombran y son inspiradoras. No es posible comentar todos los estudios de caso; hay varios interesantes que no expondré, como los de Taiwán y Gran Bretaña. Sólo concluiré este pequeño apartado con un comentario sobre el texto ¿Desestabilizar la percepción y generar la búsqueda de significado? Modelar el tjp sobre la dramaturgia de los juegos dramatizados de los niños, de Faith Gabrielle Guss. Es una propuesta a la mitad entre lo estético y lo terapeútico, por su capacidad de convertir al teatro en un poderoso espejo de sí mismo. Jugar es una manera de soñar y muchas historias comienzan con las tareas oníricas que uno confía concluir en la vida de la vigilia. Es un hermoso recorrido de posibilidades para el teatro para niños mayores de ocho años y en los límites de la pubertad. También Príncipe y príncipe: Hecho en México, de Andrew Wiginton, está inscrito en lo local que toca tabús incómodos: la adopción, el matrimonio homosexual, las parejas del mismo sexo, las perspectivas de género.
Afortunadamente las tareas de Sísifo han quedado atrás, ya no tenemos que empezar desde cero todos los días. Con este trabajo, Ediciones El Milagro muestra su compromiso con la reflexión teórica, a pesar de las dificultades económicas y comerciales que conlleva y que acertadamente el inba , una de las poquísimas instituciones mexicanas ocupadas del teatro para niños y jóvenes, coedita. Para volver al planteamiento y concluir, cabe señalar que este libro es una manera de sostener un trabajo académico que reflexiona sobre lo artístico como una esfera autónoma de la educación y de los poderes que tienden a domesticar en dirección de la moral o hacia el consumo. Es importante reconocer en este trabajo la voluntad institucional de Marisa Jiménez Cacho y la labor de Otto Minera, traductor preciso y riguroso, gran maestro, animador, creador e intelectual que no cesa en su empeño con la certeza de que este país puede ser mejor si se trabaja para fomentar la creatividad en las mentes de nuestros niños y nuestros jóvenes •
Teatro y producción editorial Un elemento que resulta sustancial aquí y que no debe omitirse es la recolección de una bibliografía extraordinaria, abundante, multilingüe y que será una excelente guía para escuelas, compañías, y bibliotecas universitarias de las carreras de teatro y actuación, pues nos pone al día en un conjunto de diversas búsquedas que convergen en este punto, donde todavía tenemos que picar mucha piedra.
Alonso Arreola
BEMOL SOSTENIDO @LabAlonso
dm/dm
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DIVINE NUESTRO LECTOR EL nombre del grupo. Inténtelo. Datos no le faltarán. Comenzaremos diciendo que siempre reconocimos, algunas veces con vítores y aplausos, las grandes canciones de este trío electropop surgido en Basildon, Inglaterra, hace treinta y tres años. “Enjoy the Silence”, por ejemplo, es una de las diez composiciones que nos llevaríamos a la isla desierta. Asimismo, es fácil reconocer que piezas como “Never Let Me Down Again”, “Personal Jesus”, “Policy of Truth”, “Behind The Wheel”, “Precious” y “Wrong”, entre otras, son verdaderas joyas del repertorio popular. En ellas se reúnen las mejores cualidades del conjunto: garbo, lobreguez e introspección; melodías elegantes, ritmos vigorosos y armonías profundas que pocas veces llegan al optimismo común. Por otro lado, aunque somos parte de una generación que vislumbró en ellos un lenguaje que se dejaba entender en fiestas y antros lo mismo que en la soledad de la habitación, continuamente concluimos que sus discos
contenían paja. Claro, somos injustos. No hay triunfos sin derrotas. Además, al paso de tantos años juntos ha quedado probada su filosofía: no sacrificaron su visión ni compromiso artístico en pos de la audiencia, pese a su perfil fashionista. Sin embargo, sus tres últimos trabajos, Exciter, Playing the Angel y Sounds of Universe, fueron algo débiles. De allí que nos entusiasme que David Gahan, Martin Gore y Andrew Fletcher hayan vuelto a lo más alto. Su pase de regreso es este Delta Machine (Columbia, 2013). Una espléndida colección de trece piezas que, inusualmente en su carrera, exploran ritmos ternarios y guitarras que clavan agujas voodoo en ambientes tipo blues, pero con los sampleos, programaciones y teclados más sofisticados que hayan desarrollado. Sólo basta echarlo a andar para que “Welcome to My World” establezca una base trip hop que nada debe envidiarle a Portishead. Diáfana invitación a este río, evoluciona en sonidos acústicos con una sorpresiva sección de chelos estirando neciamente sus acordes dominantes:“We’ll watch the sunrise set, and the moon begin to blush our naked innocence.” La segunda, “Angel”, persiste en el down tempo. Tiene un puente tipo Beatles que flota sin batería para luego proponer un pulso batiente, transfigurado en techno. Indudablemente, lo inesperado es el hilo que borda todo. “Heaven” es otra prueba. Es la más orgánica del disco, la que mejor involucra esa otra personalidad de la banda; la rockera.“Secret to the End” propone un terreno conocido. Moogs (teclados análogos), fraseos distorsionados, percusiones discontinuas, elementos imposibles de contabilizar que revelan otra tesis de la máquina: lo que hoy hace el trío es, básicamente, música clásica. La diferencia entre esto y lo que se escucha en foros académicos es la tímbrica, la voz de los instrumentos. No es una orquesta de alientos y cuerdas sino de innumerables objetos pasados por el obseso tratamiento con el que Fletcher y Gore se comprometen siempre.
“My Little Universe” llega al abismo insondable. Su letra sigue la senda de la primera persona que determina al David Gahan de 2013. Es otra de las que apuntan a la genuina preocupación por los procesos, no por los resultados. “Slow”, la siguiente, está en compás de 6/8. Es una de las semillas mejor plantadas en las aceitosas aguas que separan cada canción. Erótica, desesperante, es sobrevolada por una abeja que taladra el aire.“Broken” es una concesión para los más viejos fanáticos del grupo. Parece compuesta y grabada en los ochenta. Es precisa, pero menos relevante que “The Child Inside”, cantada por Martin Gore (autor, como siempre, de la mayoría del álbum). Otra balada ternaria, cercana al mundo culterano, pero inundada por aspectos de fina electrónica, como si el alemán Alva Noto hubiera sido invitado a poner los aderezos. El viaje sigue con “Soft Touch/Raw Nerve”, una de ésas que, justo cuando diríamos que debieron quedar fuera, impactan al estómago con efectividad. Definitivamente, empero, carece de la relevancia de “Should Be Higher”, que mezcla escalas pentatónicas en plan oriental, con la mejor melodía para coro del disco entero. Una barbaridad de tema. Y aquí debemos detenernos. Sabemos que esta descripción es aburrida para la lectora y el lector. Perdón. Lástima que no están escuchando el disco a nuestro lado. Aún faltan tres temas por comentar,“Alone”,“Soothe My Soul” y “Goodbye”, pero nos parece mejor terminar hablando de los silencios de Delta Machine. Pocas veces se aprecia la delicadeza y esmero con que los músicos separan cada corte. A veces de inmediato, a veces con un largo aliento, este es un trabajo redondo en forma y fondo. Si duda de nuestro entusiasmo, visite en internet el show que Depeche Mode dio el 11 de marzo pasado en el teatro Ed Sullivan de Nueva York. Porque sí, se trata de ellos. (Y por favor, cuando vea ese video acérquese también un platito para la baba. No vaya a ser la de malas.) •
arte y pensamiento ........
14 de abril de 2013 • Número 945 • Jornada Semanal
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Jorge Moch
Verónica Murguía
A Dana
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ENGO QUE CONFESARLO: carezco de espíritu corporativo. El esprit de corps de los franceses, el team spirit, la lealtad al grupo. Como Groucho Marx, a quien venero, aun hoy no querría pertenecer a un club en el que me admitieran. Prefiero andar sola y aparte. Quizás se deba a que, cuando iba en primaria, debido a mi torpeza fui invariablemente la última en ser escogida para formar parte de los equipos. Recuerdo claramente a las capitanas que se enfrentaban en el gallo-gallina, en medio de patio polvoriento, para saber quién sería la primera en elegir. A pesar de que siempre tuve amigos con quienes me quería apasionadamente, nadie me seleccionaba. Con razón. Era un lastre. Le tenía pavor a la pelota de básquet; corría como si alguien me hubiera atado un zapato con el otro; al jugar spiro, la pera me noqueaba; en las escondidillas, mi destreza para buscar escondrijos funcionaba en contra mía, ya que el juego podía prolongarse demasiado mientras yo me adormilaba dentro del bote de la basura (no quiero ni imaginar las explicaciones psicoanalíticas de mi decisión de esconderme allí, o en sitios afines, como detrás de las escobas, el trapeador y las jergas). En resumen: era una papa enterrada. Mi familia, además, era del modelo disfuncional atomizado: nuestro lema era “cada chango a su mecate”. Mis papás andaban juntos en una liana trenzada; los hijos, cada uno en la rama de un árbol distinto. Conjeturo que esa es la razón por la que no soy nacionalista, no pertenezco a ningún partido político, no practico como se debe ningún credo religioso, no le voy a equipo alguno y me dan ganas de correr cuando veo a más de cien personas juntas. Se puede –yo los soy–, ser intensa y solitariamente de izquierda, feminista y pacifista. Adoro a mis amigos, pero ni modo, detesto la chorcha. Cuando he trabajado en una empresa, en el momento fatal en el que mi jefe, jefa o supervisor me sugería “ponerme la camiseta”, yo descubría que era hora de coger el suéter y abandonar la chamba. He ido, sí, a manifestaciones colectivas importantes para mí. Marchas, contadísimas, y que me han definido: contra Bush, prozapatistas, antidesafuero, por la paz con justicia y dignidad. Bien pocas, pero allí reconocí afinidades esenciales y tuve ganas de besuquear a los asistentes. También he ido a conciertos de rock, que distingo de la experiencia muy privada de ir a la sala de conciertos, hundirme en la butaca y limitarme, en silencio, a escuchar sin bailes ni aspavientos. En los conciertos de rock fui, feliz y brevemente, una entre miles. Canté a
coro, bailé con desconocidos, me dieron escalofríos, todo eso. Pero, ay, el público prendió los encendedores y se pronunciaron –se corearon a grito pelado– las tres sílabas del orgullo injustificado: Méxi-co, Mé-xi-co. Entonces lamenté haber pagado el boleto y quise, con toda el alma, estar en mi casa, leyendo una novela policíaca. Esto tiene un lado tristón. Uno se siente aislado y vagamente insatisfecho. Se sospecha que hay algo estropeado, exiguo y antipático en el centro mismo de la propia personalidad. Como si el ser estuviera de espaldas, perdón por la imagen, mirándose las puntas de los zapatos en lugar de participar del abrazo colectivo. Y la pregunta llega, por más que la esquive: ¿no me estaré perdiendo de algo trascendental? ¿No me lamentaré cuando sea una viejita que ya no pueda ir a fiestas, partidos, funciones, etcétera? Una imagen en blanco y negro, como de la época de oro del cine nacional, acude a mi mente: el lecho de muerte, una cama blanca, resplandeciente. Ahí estoy, rodeada de mis seres queridos. Entonces, en un murmullo le pido a mi hermana que se acerque y le digo al oído: “Si volviera a nacer, iría a todas las fiestas, aceptaría todas las invitaciones y, como dice el poema falsamente atribuido a Borges, comería más helados.” Fade out. La respuesta de mi hermana, una cartuja más radical que yo, queda en la incógnita. Esto no es algo que se decida; así se nace. Y quizás mi arrepentimiento no sería oneroso. Tal vez sería como el que me asalta cuando recuerdo las minifaldas que, en el clóset, aguardaban el momento ideal para ser usadas y que no me puse jamás. Lo que antes era cuestión de timidez o pereza, ahora es de pundonor. Lo lamento, pero de forma desganada. No es un defecto que perjudique a nadie, así que lo dejo estar. La excepción es escribir y desear fervorosamente que alguien lea lo escrito •
Periodismo es trinchera (y una que otra porquería) ¿Por qué no aprendemos los mexicanos?, ¿por qué gana el vértigo cuando nos trepan a un ladrillo? Cuánto se ha dicho en este país sobre el mareo del poder, sobre la soberbia sexenal, esa arrogancia que hace olvidar el calendario, que el poder no dura para siempre, que la sociedad, los medios, las instituciones siempre van a sobrevivir al politicastro quien, sin embargo, en ese breve espacio de meses o años que tiene poder se olvida de la propia fragilidad, de que la vida da de vueltas, de que a veces son hasta los hijos o los nietos los que acaban pagando las propias chingaderas. Cuánto se ha dicho, pero tan poco que se escucha y mucho menos se aprende acerca de que en este país la relación entre medios, prensa y poder es tragicómica, peripatética, violentamente risible. Con poco de humor y mucho de mueca. El presidente, el gobernador, el munícipe, el senador, el magistrado, el dipu-
tado, el delegado, el síndico, el Ministerio Público, el comisario ejidal, el policía ministerial, el agente de tránsito creen que con eso, con su nombramiento y su “charola”, son dueños de un feudo en lugar de deudores sociales. Pero no son más que los engranes, unos gordos, otros infinitesimales, de una maquinaria creada para alimentarse a sí misma, desviada de su propósito original de servicio público. Se fomenta la carrera del poder para asegurar negocio y engordar bolsillo, asegurar patrimonio, romperle la crisma al adversario, poner en su lugar al enemigo y creerse invencible, imbatible, omnipoderoso… hasta que llega la realidad cabrona con el nombramiento de otro, o se exhibe y desglosa robo y podredumbre, o sencillamente se muere porque no hay mal que dure cien años y a veces se pisan indebidos callos. En esa trayectoria enfermiza y viciada transitamos los medios. La mayoría asfaltando esos pasos de puerco, mimando al poderoso, arropándolo, sirviéndole de vocería, porque muchos medios hace muchos años que olvidaron los compromisos del oficio de informar y de la obligación social de la denuncia, y en cambio encontraron en la cortesanía una fuente inagotable de ingreso, y el dinero a raudales y los buenos contactos se convierten en la pepita negra de una carrera que un día fue –o debió ser– otra cosa. Y se prestan entonces a actos de servilismo vergonzante, como brindar una presunta asociación de periodistas, a nombre de otros que ni siquiera conocen, un premio a un político arbitrario como el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, en cuya administración estatal se ha asesinado, desaparecido, agredido, perseguido y amenazado proporcionalmente a más comunicadores que en ningún otro rincón de la República, y que ese premio sea “por brindar protección”, precisamente a un gremio tan vapuleado en su
estado es una bofetada a los periodistas asesinados, exiliados, amedrentados; un insulto a la memoria de los muertos y una enorme falta de respeto a la sociedad. Y cuando los medios –y la ciudadanía– resultan incómodos, allí está la interpretación discrecional de la ley, la sumisión de los poderes fácticos y el empleo de diversos órdenes de gobierno como herramientas de represión de un régimen que, en realidad, está construido con hombrecitos mediocres, débiles morales, verdaderamente cobardes en solitario pero que se abrazan entre sí, se coluden, obedecen, lacayescos, aunque la orden sea cometer una vileza, como la detención de un periodista que, al denunciar corruptelas, se gana la persecución por “difamar” a un pillo encumbrado. Allí el caso del director del periódico digital e-consulta Tlaxcala Martín Ruiz, detenido porque el contenido de sus columnas incomodó al gobernador de ese estado, Mariano González Zarur, y porque su hermano, en la vecina Puebla, es también incómodo al gobernador Rafael Moreno Valle. Allí el caso de hostigamientos y persecuciones a periodistas en el Nayarit que desgobierna Roberto Sandoval Castañeda. Allí el desolado panorama del period ismo en Tamaulipas, Durango, San Luis Potosí, Coahuila o Nuevo León, vastos territorios en manos del crimen y la corrupción asegurados desde el poder político de sus presuntos gobernadores y sus compinches federales. Bien dice el periodista Jesús Reyes Maloof que “perseguir presuntos excesos de libertad de expresión, mediante el derecho penal, contraviene estándares internacionales de derechos humanos”. Malo que, según el acontecer diario, esas palabras, como la ley o la decencia, hace mucho que se las llevó el viento, roídas por la carcoma de la estupidez y la indolencia. Premiadas •
CABEZALCUBO
Como un hongo
LAS RAYAS DE LA CEBRA
tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch
15 Jornada Semanal • Número 945 • 14 de abril de 2013
........ arte y pensamiento Luis Tovar
Febronio Zataraín
Acabo de recoger el periódico. En la portada dice que la Amnistía de 1986, promulgada por el ex presidente Ronald Reagan, cambió la historia de miles de inmigrantes. Hoy, con Barack Obama en su segundo período, ¿será posible una reforma migratoria? Antes de la elección presidencial de noviembre pasado era impensable que fructificara una propuesta de ley que contemplara la legalización de los indocumentados. En más de una quincena de estados estaban en discusión o ya se habían aprobado leyes antiinmigrantes. Hasta el propio Obama, para mantener el voto del sector moderado de la sociedad estadunidense, había rebasado la cifra del millón de deportados en los primeros tres años de su administración. ¿Cuándo inició esta persecución? Luego de las grandes marchas en marzo de 2006 en las urbes de Estados Unidos (en Chicago participamos más de medio millón en la protesta del 11 de marzo), el gobierno, a través del Buró de Vigilancia de Inmigración y Aduanas, se propuso darles un escarmiento a esos que eran ilegales y que se atrevían a protestar, a exigir como si fueran ciudadanos estadunidenses, e inició un operativo a nivel nacional el 19 de abril del mismo año en la compañía ifco System, con el que fueron detenidos mil 181 inmigrantes. Pese a ello, el primero de mayo (doce días más tarde) se repitieron con más ímpetu las grandes manifestaciones. Yo trabajo en el Truman College capacitando a inmigrantes de Hispanoamérica que quieren tomar el examen de ged en español, que les otorga el certificado de high school de este país. Entre los más de 750 mil inmigrantes del mundo que marchaban, íbamos tres decenas de mis alumnos y yo gritando consignas. Los momentos en que más nos emocionábamos era cuando uno de los manifestantes gritaba: ¡Dame una EME! y los demás respondíamos: ¡EME! Dame una O! ¡O!... ¿Cómo dice? ¡MOJADOS! No se oye. ¡MOJADOS! ¿Qué somos? ¡MOJADOS! Cuando llegamos al Grant Park, donde se llevaría a cabo el mitin, el contingente del que formaba parte se había duplicado. Un reportero de la cadena abc se me acercó y me dijo, en inglés, que me quería hacer algunas preguntas. Le respondí que no había ningún problema. Llamó al de la cámara para que nos filmara y empezó: ¿Por qué estos jóvenes se emocionan tanto cuando gritan la palabra mojado, cuando la razón de su protesta es precisamente dejar de serlo? Tal vez, le respondí, porque aunque una persona arregla su situación migratoria, se sigue sintiendo, de corazón, indocumentado; por ejemplo, yo ya soy residente legal, pero aunque me haga ciudadano estadunidense, mi espíritu, mi ser siempre será indocumentado. Ese Día del Trabajo por lo menos tres millones de inmigrantes se manifestaron a lo largo y ancho de Estados Unidos. La
represalia fue cuidadosamente diseñada: el Buró de Vigilancia de Inmigración y Aduanas preparó una serie de redadas que iniciaron el 12 de diciembre de 2006 en diversas plantas de la empresa procesadora de carnes Swift & Co. En dicha redada, es la más grande en toda la historia de Estados Unidos, fueron detenidos mil 297 indocumentados. Ante esta cacería cotidiana en gran parte del territorio nacional, el movimiento migrante se tuvo que replegar. Desde ese día de la Virgen de Guadalupe (que estuvo como estandarte en todas esas manifestaciones) hasta el día de la elección presidencial de 2012, se había deportado a más de un millón 400 mil indocumentados. Sin embargo, Obama puso un brote de esperanza en la comunidad inmigrante el pasado 15 de junio con el decreto Deferred Action, que libró de la deportación a cualquier persona indocumentada que hubiese ingresado a Estados Unidos antes de los dieciséis años de edad. Todos sabíamos que Obama no había cumplido el compromiso que había hecho con los inmigrantes en su primer período presidencial, que lo que estaba ofreciendo era una bicoca, pero él era la única opción, y el pasado 6 de noviembre muchos que fueron mojados y ahora son ciudadanos, le dieron el decimal de diferencia que necesitaba para ganar las elecciones en Ohio, Virginia, North Carolina…, y así volverse presidente por segunda vez. Los líderes republicanos saben que su apuesta por la xenofobia fracasó y que el peso del voto de la comunidad latina e inmigrante seguirá creciendo; por eso han hecho a un lado sus acciones en contra de estas comunidades en Arizona, Alabama, Utah... Sus legisladores también saben que, si quieren tener competitividad en la carrera por la Presidencia de 2016, tendrán que negociar una reforma migratoria con los legisladores demócratas •
Una Revolución y cuatro paradojas Paradoja uno Desde luego no es la única, pero una de las paradojas que hasta la fecha sigue luciendo enorme en el semblante del cine mexicano consiste en su escasez de cine histórico y, dentro de éste, de cine cuyo tema sea la Revolución de 1910. Antes de que se pongan a recitar una lista más o menos nutrida de títulos, acláresele de inmediato a Memorioso y a Noesverdad que aquí quiere decirse tema y no sustrato, pretexto, telón de fondo, alusión directa o vaga, referencia próxima o lejana, que son poco más o menos las maneras en las que, preponderantemente, la cinematografía nacional ha reflejado –o quizá mejor dicho, ha dejado de hacerlo cuando según él es lo que hace– los hechos de armas, políticos, económicos, sociales y culturales amparados bajo el término “revolución” seguido del adjetivo “mexicana”.
Paradoja dos Lógicamente derivada de la anterior, la segunda paradoja consiste en que a la Revolución mexicana se le ha visto en pantalla pero sin verla o, mejor dicho y por supuesto que aún peor, viéndola detrás de los velos inevitablemente escamoteadores implicados en ese recurso argumental sobado y resobado, tanto que desde hace rato es una auténtica moneda corriente aunque los dueños de las manos que la usan créenla nuevecita, reluciente y, sobre todo, de tremendo poder adquisitivo, dramatúrgicamente hablando: centrar la trama en uno, un par, quizá tres personajes cuya microhistoria corre, en la línea cronológica, al parejo de los acontecimientos que sí vienen en los libros, microhistoria que en la película es colocada por delante de tales acontecimientos y que, de preferencia para el guionista, en algo o en mucho influye en el decurso de los hechos Históricos, con mayúscula. El resultado habitual de este expediente chambón es que la historia-historia –desde este punto intercambiable como si de un diorama se tratara– se vuelve puro contexto para la otra, pequeña pero atacada de gigantismo, y que no por casualidad sino quizá por pura y simple pobreza narrativa suele ser una más-que-resobada historia de amor, es decir, una a la que lo mismo le da “suceder” durante la Revolución mexicana que la cubana que la francesa que la.
Paradoja tres Este ponepuntos tiene la impresión de que, muy posiblemente sin apercibirse del todo, cuando Yasonvarios recusa esto o aquello luego de ver Ciudadano Buelna (2012), el más reciente largometraje de ficción dirigido por Felipe Cazals, lo que echa en falta son aquellos dos componentes a los que ya se acostumbró: ver a la Revolución pero como de ladito o allá atrás, y ver por delante cómo le descerrajan un cliché como todos los clichés: digerible, predecible y aborrecible. (Y por si hiciera falta, es posible enrular la paradoja y decir, como lo ha hecho
el aludido Yasonvarios, que si una película sobre la Revolución no lo deja sordo a uno a punta de balazos, cañonazos y bombazos que ocupen una porción más que generosa del pietaje, entonces resulta que la película casi casi ni tiene derecho a decir que versa sobre revolución alguna.) La de Cazals es, claramente, una intención muy distinta lo mismo en términos argumentales que en lo referente al sitio donde, mucho tiempo después de este momento presente, deberán ser ubicados sus dos filmes previos, Chicogrande (2010) y Las vueltas del Citrillo (2006), pero sobre todo Ciudadano…, con la que completa una trilogía de la Revolución mexicana que sí trata sobre la misma. Empero, entre la intención y el resultado de esta última cinta se interpusieron sobre todo un par de escollos, aquí mencionados sin orden alguno de prioridad: el protagónico le quedó enorme a la capacidad histriónica de Sebastián Zurita, cuyo desempeño se ve todavía más empequeñecido junto a la solvencia, entre otros, de Jorge Zárate –estupendo su Heriberto Frías–, Damián Alcázar y Gustavo Sánchez Parra; lo otro, que el ordenamiento episódico de la trama hace que se le perciba a manera de estampas, y siendo tan largo el arco temporal y tantos los hechos que se cuentan, aquéllas dan la impresión de descoyuntamiento a cualquiera poco familiarizado con la Revolución mexicana y, para peor, precisamente con un personaje no oscuro sino oscurecido por las versiones históricas oficiales.
Última paradoja Con todo y ser pocasbalas, no haber trascendido cierto carácter de monografía histórica o conceder un tanto al cliché por incluir un trío de alternantes y una esposa –todas ellas prescindibles–, Ciudadano Buelna tiene la virtud de cerrar un poco la brecha entre lo que nuestro cine ha contado –o dejado de– sobre la Revolución, y lo que ciento trece años después ya debería ser una asignatura más que cumplida •
CINEXCUSAS
Obama y el espíritu indocumentado
PERFILES
cinexcusas@yahoo.com
ensayo
L
a Boca es uno de los barrios más emblemáticos de Buenos Aires. Cuna de la inmigración, del tango y meca del futbol, el turismo peina sus calles, sus cantinas y conventillos en busca de emociones. Pero más allá del trajín turístico, en la Boca profunda, se encuentra la esquina de Eloísa Cartonera, la editorial y cooperativa que acaba de ser distinguida con el Gran Premio Príncipe Claus de Holanda 2012 por su compromiso con el arte y la sociedad donde vive. El Gran Premio, que se otorga anualmente en Amsterdam, dotado de cien mil euros, reconoce a Eloísa “la excelente calidad estética y literaria de sus libros hechos a mano, por crear belleza, democratizar la literatura y ser pionera en un modelo de producción cultural a pequeña escala y de base artesanal que contrarresta el paradigma neoliberal“, según el jurado. Además, continúa la fundamentación, “Eloísa Cartonera ha transformado el libro de un objeto inalcanzable en una fuente accesible de placer, conocimiento y desarrollo personal.“ Un pequeño local con dos ventanales abiertos de par en par, pintados en todos los colores del filete porteño, son los vitrales de este santuario profano. Aquí trabajan diariamente los miembros de la Cooperativa No hay Cuchillo sin Rosas, que se convirtió en paradigma de la creatividad en plena crisis. A fines de 2001, cuando los bancos quebraron, la gente perdió sus ahorros y más del 50 por ciento de la población argentina descendió al umbral de la pobreza. Los desocupados invadieron las calles y familias enteras se lanzaron a reciclar basura para sobrevivir. Así nacieron los cartoneros, recogiendo con sus carretillas el cartón desechable en negocios y casas. Si no había dinero para comprar alimentos, menos se podía hablar de libros. El papel, importado de Brasil, era muy caro. Fue entonces que el escritor Santiago Vega (Washington Cucurto) y el artista plástico Javier Barilaro convocaron a otros artistas para inventar una nueva forma de hacer libros, reciclando los desechos de cartón y generando mano de obra en esa comunidad devastada. ¿Cómo? El colectivo compraba el cartón a los cartoneros, que recibían un pago diario por el cartón, bajo la concepción del precio justo. "Así se rompía la cadena de compradores que obtienen el cartón a bajo precio y lo venden a un comprador más grande. La idea siempre fue sumar a un sector postergado, que le terminó dando más repercusión mediática al proyecto“, cuenta Miranda, miembro de la Cooperativa. Un buen número de escritores reconocidos, como Tomás Eloy Martínez, César Aira o Ricardo Piglia, donaron inéditos. El contenido de los libros se copiaba en esténcil y las tapas se pintaban a mano. Con témperas de diferentes colores y diseños, cada ejemplar era único. Pronto se sumaron al proyecto las personas que
14 de abril de 2013 • Número 945 • Jornada Semanal
recogían el cartón, y comenzaron a confeccionar y pintar los libros. A ellos se les pagaba por hora; el resto, escritores y editores, trabajaban ad honorem. Así surgió la editorial Eloísa Cartonera. Y según dicen, la denominaron Eloísa porque era el nombre de una muchacha que en aquel momento había deslumbrado a Javier Barilaro. Aunque éste lo niega. Ha pasado una década de todo aquello. Hoy Eloísa Cartonera es una Cooperativa con una decena de miembros que se autosustenta con la venta de libros. El libro cartonero fue conquistando a sus lectores desde la calle, en ferias popu-
Eloísa y su Príncipe: un premio para los libros de cartón Esther Andradi
lares, festivales, conciertos. Llegar a las librerías fue más difícil. Al principio no les gustaba el precio tan bajo, algunas ni siquiera consideraban que se trataba de libros. Todavía hoy, no faltan escritores y editores que se espantan frente al libro objeto de cartón. "Pero Eloísa logró crear un público deseoso de libros breves, fáciles de adquirir, baratos y con autores de vanguardia, desconocidos en Argentina, como Dani Umpi, Enrique Lihn o José Emilio Pacheco“, aclara Miranda. Entretanto, la cartonera fue sumando obras de Horacio Quiroga, Rodolfo Walsh, Julio Cortázar, Copi, Néstor Perlongher, Ricardo Zelarrayán o Salvadora Medina Onrubia. En 2005 ya había conseguido una imprenta, una Offset Multilith, y pasaron de tiradas de doscientos ejemplares a quinientos e inclusive a mil. Poco después los libros cartoneros se exhibieron en arteba, la más grande exposición y mercado de arte de la capital argentina. Actualmente, Eloísa tiene un catálogo de casi doscientas obras, muchas de ellas hasta antes inéditas, de escritores consagrados y s noveles de Argentina y América, además de un gran número de antologías de poesía contemporánea de diferentes países latinoamericanos. Recientemente acaba de incorporar el microrrelato a su colección, con la edición de Cartón lleno, una selec ción que reúne a veintiocho autores argentinos contemporáneos. "Es una gran alegría que gente tan lejana a nosotros reconozca el trabajo que venimos desarrollando desde hace ya diez años", dice Washington Cucurto al comentar el Premio Príncipe Claus. ¿Qué cambió en esta década para la Editorial? "La carto ha crecido", confirma María, " h e m o s e d i t a d o m u c h í s i m o s l i b ro s nuevos, hemos recorrido las ferias de las provincias, hicimos talleres, conocimos un montón de lectores. Compramos una hectárea de tierra en Florencio Varela en donde pensamos construir un espacio alternativo de producción y creación popular. Esto es sólo el comienzo." El modelo Eloísa se ha multiplicado. Han nacido casi cien editoriales cartoneras en todo el mundo, "todas experiencias inspiradas en la nuestra, en América Latina, Europa, en Mozambique y hasta en China“, dice María. "Y nos da mucha alegría que este sistema de los libros de cartón pueda aprovecharse en otros países. Además tiene la ventaja de que cada proyecto es independiente y se desarrolla según las necesidades e intereses de cada colectivo." Pero Washington Cucurto y María ya sueñan con la próxima década: "Nos gustaría fundar una escuela de poesía, libre y gratuita. Hacer más libros, nuevas colecciones, recuperar algunas técnicas de impresión olvidadas, incorporar nuevos compañeros, trabajar cada día más, siempre con alegría" •
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