La Jornada Semanal

Page 1

Y LA LU

e Te x t o s d

O M S I T N E D I R T S E Z DEL

a de K Un poem

onio o Ant c r a M

Campos

y

yn

Evodio

T a n i ya

Escalan

te

■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 21 de abril de 2013 ■ Núm. 946 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver


bazar de asombros DISCURSO DE LAGOS DE MORENO (II de III)

“El signo de Irradiador es el estallido, la onda expansiva de un movimiento que cambió para siempre el rostro de la cultura en México”: así se refiere Evodio Escalante al movimiento estridentista, que en la década de los años veinte del siglo pasado efectivamente dio un vuelco a la vida cultural y artística mexicanas e irradió su originalidad, su vehemencia y otros atributos, no sólo a sus coetáneos sino a las siguientes generaciones. De Irradiador, la mítica revista del estridentismo, sólo se publicaron tres números y la dificultad para hacerse con ella dio origen incluso a la duda sobre su existencia. El crítico e investigador Escalante encabeza la publicación facsimilar que la Universidad Autónoma Metropolitana ha hecho de este importantísimo fragmento de nuestra historia cultural, y sobre ello versan los textos del propio Escalante y de Marco Antonio Campos. Además de un poema de Kyn Taniya, incluido en Irradiador, publicamos sendos textos sobre la novelista rusa-francesa Irene Némirovsky y sobre el poeta colombiano Fausto Ávila. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

Poco a poco fui descubriendo a los artistas que Lagos ha dado al país y al mundo. Leí a Rosas Moreno, gocé sus fábulas y admiré su recupe­ ración del genio y figura de nuestra escritora mayor, Sor Juana Inés de la Cruz. Para acercar­ me a la historia de México, leí las obras del canónigo juarista y liberal, don Agustín Rivera y Sanromán; recorrí los caminos literarios de nuestro decano, Pedro de Trejo; de Moreno y Oviedo, Veloz González, José Becerra, Bernar­ do Reina, Carlos Gon­ zález Peña, José Pérez Moreno y Federico Car­ los Kegel. Me ayudaron en la búsqueda los crí­ ticos Adalberto Nava­ rro, Irma Estela Gue­ rra, Alfonso de Alba y S e rg i o L ó p e z M e n a . Este último me enseñó muchos aspectos valio­ sos y legendarios de la ciudad, ahora cum­ pleañera. De repente, apareció en mi vida la obra del doctor Maria­ no Azuela y la de su personaje, Demetrio Macías. Supe que esta narración inauguraba el ciclo de la novela de la Revolución mexicana, y que lo hacía desde una clara posición crítica y con una honra­ dez insobornable. Sus personajes hablaban, como los campesinos del valle de Lagos y de todos los Altos, ese castellano claro, contun­ dente, ahorrativo de palabras, rico en metáfo­ ras salidas de las tareas agrícolas. Demetrio fue y sigue siendo el personaje emblemático de la época convulsa que hundió al país en la miseria y en la violencia, pero que derrotó a la dictadura, propició la movilidad social y abrió las puertas de la esperanza en la

21 de abril de 2013 • Número 946 • Jornada Semanal

Hugo Gutiérrez Vega justicia y en la democracia. Don Mariano nun­ ca abandonó su valiente actitud crítica; su es­ tilo se fue depurando y, con el tiempo, encontró nuevas formas verbales y novedosas estruc­ turas narrativas. No olvidemos que, ya mayor, leyó a fondo a Joyce y a Proust, y de esas lec­ turas y de su enorme talento narrativo salió la más experimental de sus obras, La luciérnaga. Seguí buscando bellezas en la vida, la arquitec­ tura y el paisaje de mi ciudad y me encontré con el muy respetable com­ positor Apolonio Mo­ reno y c o n A n t o n i o Gómezanda. Más tarde me enfrenté a la pin­ tura deslumbrante y terrible del hechicero Manuel González Se­ rrano. Descubrí, en al­ gunas de sus obras, la dureza del paisaje alte­ ño transfigurado por la imaginación y la peri­ cia formal del, en mu­ chos aspectos, ator­ mentado compañero de Mariano Azuela Van Gogh. Me intere­ só mucho la escultura de Carlos Térres y ad­ miré los trabajos arquitectónicos de Salvador de Alba. Es admirable, importante y original la apor­ tación de Lagos a las letras y las artes. La pre­ side la iglesia parroquial que tiene formas y grandeza de catedral. Desde lejos y, a pesar del crecimiento de la ciudad, se sabe que ya se está llegando cuando aparecen las torres de la pa­ rroquia. (Continuará.) jornadasem@jornada.com.mx

Directora General: C a r m e n L i r a S a a d e , Director: H u g o G u t i é r r e z V e g a , Jefe de Redacción: L u i s T o va r , E d i c i ó n : F rancisco T orres C órdova , Corrección: A leyda A guirre , Coordinador de arte y diseño: F rancisco G arcía N oriega , Diseño Original: M arga P eña , Diseño: J uan G abriel P uga , Iconografía: A rturo F uerte , Relaciones públicas: V erónica S ilva ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: A lejandro P avón , Publicidad: E va V argas y R ubén H inojosa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx

Portada: Plana mayor

Collage de Marga Peña

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh­t émoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui­ tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jor­n ada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.

2


3

crónica

Jornada Semanal • Número 946 • 21 de abril de 2013

Desaparecidos: entre veladoras y charlatanes

Agustín Escobar Ledesma

“¿N

i un pinche perro los busca!”, exclamó el ahora exdiputado Juan Fernando Rocha Mier, en marzo de 2011, cuan­ do se cumplió un año de la desapari­ ción de treinta y un serranos, presuntamente secuestrados por el cártel de Los Zetas, cuan­ do iban en un autobús en busca del American dream. De ellos, diecisiete pertenecían al mu­ nicipio de Landa de Matamoros, Querétaro; seis a Hidalgo y ocho a San Luis Potosí. El 17 de marzo de 2013 se cumplieron tres años y nadie, es decir ninguna autoridad com­ petente, conoce el paradero del grupo de mi­ grantes que, en total, en el estado de Queréta­ ro suman setenta y dos desaparecidos entre 2010 y 2012. El grupo de diecisiete de Landa de Matamoros destaca por pertenecer a la primera desaparición masiva de personas migrantes y la Procuraduría General de Justicia de Queré­ taro no ha iniciado ninguna investigación para localizarlos. Sus familiares se encuentran cada vez en peores condiciones: las despensas que les pro­ porcionaba el gobierno y que en algo les ayu­ daban ya no les son entregadas; la atención psi­ cológica que recibieron por parte de la Comisión Estatal de Derechos Humanos hace dos años que fue cancelada; las autoridades de los tres niveles de gobierno cada vez se desentienden más del asunto y, por si no bastara, ahora los familiares de los desaparecidos son victimizados por brujos, curanderos y pseudosacerdotes, ante la compla­ cencia, el desinterés y la despreocupación de las autoridades.

RÍO VERDITO Después de atravesar la Sierra Gorda queretana de cabo a rabo, un caluroso día de invierno arribé a la ca­sa de Flavio Rojo Márquez, situada en una ladera de Río Verdito, en el municipio de Landa de Matamo­ ros. Es la segunda ocasión que lo veo y, ama­b le, me invita a pasar a un cuarto de tablas, techado con láminas de zinc, que hace las veces de cocina y co­ medor en donde su esposa, siempre atenta al fogón, atiza una tiznada olla de frijoles, mientras la imagen de su hijo Enedino se le revela en las brasas. En esta ocasión Flavio está contento porque un curandero le dijo que su hijo está vivo, al igual que los otros treinta migrantes que desaparecieron aquel 17 de marzo de 2010. El adivino le dijo que los tienen secuestrados y que los llevan de un lugar a otro, obligándolos a realizar diversos trabajos. Está entusiasmado por la perspectiva del zaurín. Para él es una gran noticia.

de tierra con sus hijas; vende tamales, lava y plancha ropa ajena para alimentar a sus niñas.

CHARLATANES, ADIVINOS Y CURANDEROS Ante la ausencia de investigaciones policíacas para dar con el paradero de los desaparecidos, el vacío ha sido llenado por charlatanes de toda laya, quienes a río revuelto hacen de las suyas, aprovechándose de la ignorancia y la supersti­ ción de los familiares de los desaparecidos. Un pseudosacerdote de nombre Miguel, proveniente de Ciudad de México, recorre la Sierra Gorda con la parafernalia del vestuario católico. A la madre de uno de los desapareci­ dos le dijo que su hijo estaba vivo, pero encar­ celado en Houston, Texas, por lo que pidió di­ nero para hacer las gestiones necesarias para ir por él. A pesar de que la mujer no tiene ni para comer, se endeudó con 40 mil pesos para entre­ gárselos al falso cura. Otro caso similar es el de Johnny de la Fe, Foto: Heriberto Paredes/ Movimiento por la paz quien estafó a la esposa y a la madre de Eliseo Flavio es un serrano pobre que fincaba sus espe­ Camacho Sánchez. A cambio de informarles sobre ranzas de hacerse de algunos recursos extras una el destino del joven les pidió diferentes sumas de vez que su hijo se empleara como jardinero en Mia­ dinero; la última fue de 7 mil pesos, más dos botellas mi y ahora, desde hace tres años, lo único que ha de whisky. Las mujeres no se atrevieron a denunciar recibido son algunas dispensas, despensas y tres la estafa por temor a que el vidente las embrujara. gallinas ponedoras que el gobierno le dio en com­ pensación por su hijo perdido. SANTOS Y PERROS

¿QUÉ ONDA? En Jalpan de Serra las ondas hertzianas de la xhjaq 107.1 en fm y la xejaq 850 en am, diariamente trans­ miten dos programas de Alta Magia Espiritual, cu­ ya producción y conducción están a cargo de John­ ny de la Fe y el Hermano Pablo, personajes que invitan a los serranos que acudan a sus Centros de Sanación Espiritual ubicados estratégicamente en diferentes poblaciones de la sierra e identificados con una bandera amarilla.

TRES LAGUNAS Aquel 17 de marzo de 2010, entre otros, también des­ aparecieron los hermanos Alejandro y Fulgencio Mo­ ya Maldonado, así como el primo de éstos, Víctor Moya Briseño, de Tres Lagunas, comunidad del mu­ nicipio de Landa de Matamoros. Víctor, dejó en el abandono a su esposa, Evarista Hernández Her­ nández, con cinco hijas, quienes se debaten en la pobreza extrema. La señora Evarista vive en una choza de tablas de madera, láminas de cartón y piso

Desde el primer día en que desaparecieron los se­ rranos, sus familiares los tienen encomendados a diversas divinidades, entre las que figura, princi­ palmente, la Virgen de Guadalupe. Es común en­ contrar en los miserables hogares serranos altares de flores y veladoras encendidas con las fotogra­ fías de los ausentes. En la práctica, para los padres, esposas, herma­ nas e hijos de los queretanos desaparecidos, no exis­ ten autoridades competentes, porque ninguna les ha proporcionado datos concretos sobre su destino. Después de tres años de ausencia, la Procuraduría General de Justicia y la Procuraduría General de la República ni siquiera han comisionado a un perro policía para que los busque. La frase de indignación de Juan Fernando Rocha Mier, coordinador del Centro de Atención Comuni­ taria de Migrantes, Campus Jalpan, de la Univer­ sidad Autónoma de Querétaro, sigue más vigente que nunca porque, en 2010, cuando Diego Fernández de Cevallos fue secuestrado, el gobierno de Felipe Calderón movilizó policías, helicópteros, camiones, soldados y perros para dar con su paradero •


ensayo

21 de abril de 2013 • Número 946 • Jornada Semanal

4

La última promesa de Irène Némirovsky Cristian Jara

E

n 1929, a sus veintiséis años, Irène Némirovsky (nacida en Kiev, en 1903) publicó en Francia David Golder. Para la crítica francesa fue un bombazo; la novela fue calificada de “obra maestra”. De la noche a la mañana Irène saltó a la fama y despertó admiración en el público y respeto entre autores que veían con asombro su talento. Pa­ ra ella fueron años de vida holgada; tenía una familia ejemplar y se centró en escribir novelas de espíritu realista. El esplendor de la vida latía; el horror de la guerra vendría después. Transcurridos nueve años de su éxito abrumador, y pese a su enorme reputación, le negaron la nacio­ nalidad francesa. Tal rechazo parecía presagiar un destino, el suyo: en 1939 con la idea de sobrevivir a los nazis, ella y su familia decidieron convertirse al catolicismo, pero fue inútil. El cerco se estrechó en 1940, cuando el gobierno de Vichy le impidió publi­ car más novelas. Por entonces Michael Epstein, su marido, perdió el trabajo en la Banque des Pays du Nord. En medio de ese contexto y pese a la incertidumbre, Némirovsky se em­ barca a escribir Suite francesa, novela inspirada en la Quinta sinfonía, de Beethoven, con la que buscaba re­ tratar, en un ambiente bélico, los rasgos más crueles de los dis­ tintos estratos sociales que en Francia logró conocer. Al alba, con su carpeta ma­ rrón cargada de papeles cebolla bajo el brazo, encontraba refugio a la sombra de los árboles y, va­ liéndose de una letra minúscula, es­ cribía alrededor de tres capítulos al día. Ya para entonces toda la familia había logrado reunirse en aquella casa de Issy-LʼÉvêque, en Borgoña, donde un año atrás sus dos

hijas ‒Denisse y Elizabeth‒ consiguieran refugiarse gracias al incondicional apoyo de su niñera. Cuando faltaba un mes para la batalla de Stalin­ grado, los nazis quebraban todas las puertas. Irène tenía treinta y nueve años y un presagio: “He estado escribiendo mucho, me imagino que serán mis obras póstumas, pero cuando menos me ayudan a pasar el tiempo”, le escribió a su antiguo editor. La noche del 13 de julio de 1942, cuatro miembros de la gen­ darmería francesa llamaron al timbre. “Mamá vol­ verá”, aseguró Irène a sus dos hijas que la miraban aterradas. En ese momento, apoyándose en su con­ dición de exbanquero, Michael acudió al embajador del Reich; le recordó quién había sido y aseguró que su mujer sentía nula simpatía por el régimen bol­ chevique; que su detención había sido un error. Rechazada la petición, a cambio de ver libre a Irène, Michael ofreció su vida, pero tres meses más tarde quedó también detenido. Auxiliadas por una tutora, Denisse y Elizabeth empacaron y consiguieron huir de aquella casa refugio; pue­ blo por pueblo soportaron la angustia de la clandestinidad en graneros y sótanos. En 1945 la guerra llegó a su fin. Por boca de los judíos sobre­ vivientes corría la palabra dolor; en el caso de Denisse y

Elisabeth, la palabra esperanza. Después de escribir los nombres de sus padres en carteles, corrieron a la Gare de lʼ Est, donde afluían los sobrevivientes de los campos de exterminio nazi, pero recibieron la noticia de que su madre había fallecido de tifus en Auschwitz y que, meses después, los alemanes ha­ bían asesinado a Michael. Con el paso de los años, Denisse y Elizabeth des­ cubrieron que el destino familiar había estado mar­ cado por la huida. En 1918, en plena revolución rusa, la pequeña Irène y sus padres se vieron obligados a huir de Kiev; después de una breve etapa en Finlan­ dia y Suecia se instalaron en Francia y ahí fijaron su residencia. Mediante fotos fechadas y documentos, Denisse y Elizabeth descubrieron lo ejemplar que había sido Irène en la escuela. Dominaba el francés y se había graduado con honores en la Sorbona; leía de mane­ ra compulsiva y a sus hijas les quiso brindar el amor que su madre le negó por no soportar envejecer al lado de una jovencita. Descubrieron que su libro fa­ vorito era El retrato de Dorian Grey, que tenía devo­ ción por Dostoievsky y Turguéniev y que, por otra parte, había alcanzado éxito con David Golder (1929), El Baile (1930), Nieve de otoño (1931), El vino de la sole­ dad (1935), Jezabel (1936) y Los perros y los lobos (1940), entre otras obras, todas marcadas por la vena cruda del realismo familiar, hasta antes de que se lo prohi­ bieran por ser judía. En 1975 Denisse abrió la maleta de su madre; entre prendas y olores del pasado halló una carpeta ma­ rrón y hojas de papel cebolla escritas con una letra minuciosa. Ante el miedo a extraviar un legado fami­ liar, valiéndose de una lupa, ella y Elizabeth empren­ dieron la titánica tarea de pasar en limpio aquel ma­ nuscrito que conformaba una novela inconclusa. Hicieron dos copias, pero el entusiasmo se detuvo cuando Elizabeth enfermó de cáncer. Aun así, en 1992 escribió Irène Némirovsky, la biografía imaginada de su madre. En 2004 Denise envió el manuscrito de Suite francesa a un editor. Por primera vez en la his­ toria, un autor muerto fue galardonado con el Premio Renaudot de literatura. Aunque a Denisse le habría gustado celebrarlo con su hermana, fallecida en 1996, sabe que se ha hecho justicia y más tras el descubri­ miento y publicación en 2007 de El ardor de la sangre, drama rural impregnado de traición, muerte e intri­ ga, escrito entre 1937 y 1941. Olivier Philipponnat y Patrick Lienhardt, actuales biógrafos de Némirovs­ ky, la rescataron de documentos que pertenecieron a André Sabatier, su editor de aquellos convulsos años, lo que le otorga mayor azar al regreso fortuito de esta autora. Denisse tiene ahora ochenta y tres años, vive en Toulouse y ha erigido un santuario en nombre de su madre que aquel día de 1942 prometió volver... Irène cumplió su promesa • Foto: www.forlagid.is


ensayo

5

José Ángel Leyva

S

u nombre es Fausto Ávila y su vida transcurre, paradóji­ camente, en la desolación que impone su invalidez. Es poe­ ta, pintor y víctima de la violencia que ha dejado estelas de sufrimiento en el pueblo colombiano. Lo conocí hace ya más de diez años en una reunión de poetas jóvenes en Bogotá. Su hu­ mor era punzante y rápido. Cuando todos salieron a buscar be­ bidas, él pidió una cerveza sin alcohol. En un medio etílico la solicitud parecía un chiste. Pregunté por qué. Él sonrió con dis­ creta amargura y respondió sin afectaciones: “Porque tengo una bala en la cabeza.” Nunca nos hemos vuelto a ver, pero la vida nos ha llevado a encuentros a través de amigos comunes, por teléfono y reciente­ mente por internet. Fausto es asiduo del Facebook; por esa vía me hace llegar su poesía y sus pinturas, portadoras de imágenes do­ lientes, rabiosas de deseo y frustración, al tiempo que poseen candor y ternura inusitados. Al año siguiente de conocerlo, una chica me contó la historia de un amigo suyo, poeta, a quien le apasionaban las armas y era un soñador y un guerrero. Escribí entonces un poema que titulé “El poeta lleva un tiro en la cabeza” y lo dediqué a Fausto. Antes de regresar a México se lo leí por teléfono a mi interlocutora; en medio de un llanto ronco, desga­ rrado, me decía: “Es la misma persona. ¿Cómo puedes conocerlo? No es posible”, insistía. Nunca imaginé que la lectura de ese poe­ ma me traería en distintos foros la aproximación a personas que conocían al poeta. Así fue como me enteré que por ese texto lo buscaron de la televisión y le hicieron un reportaje. Pero Faus­ to ya no escribía, ahora pintaba. Proviene de una familia de ebanistas; desde muy joven buscó el camino de las letras y comenzó a trabajar en revistas literarias, a veces como mensajero, en ocasiones como colaborador en acti­ vidades culturales. Casado y con hijos se quedó en el desempleo. Un primo suyo abrió la puerta a su desesperación cuando le habló de un posible empleo de escolta. Colombia estaba secuestrada en la vorágine de los ejércitos que se disputaban el control del país: la guerrilla, el narco, los paramilitares, la delincuencia co­ mún y las Fuerzas Armadas. Los ricos vivían blindados y la po­ blación común, empobrecida, evitaba viajar por carretera ante los riesgos de asalto, de secuestro y de muerte que campeaban a lo largo y ancho del país. “Si te disparan, que no sea en el estómago, porque la agonía es terrible; que sea en la cabeza para acabar sin dolor”, le decía el chofer del camión a Fausto minutos antes de que un comando los interceptara y uno de los asaltantes sin me­ diar palabra le disparara a boca de jarro. La segunda vez que escuché la voz de Fausto fue una mañana muy temprano. Me llamó por teléfono al hotel donde me hospe­ daba en Bogotá. Hablamos cerca de una hora. Me llamó la atención su humor, su risa un poco despiadada consigo mismo. Sabía que yo fui médico y di mis primeros pasos hacia la psiquiatría. Por ello me ofrecía detalles de su padecimiento, de los fármacos y las dosis que le aplicaban para mantenerlo a flote. Sorprendía su lu­ cidez, no obstante la lentitud del habla. La bala había afecta­ do cierta área del lenguaje y la memoria. Ya no intentaba escribir

Con la bala en la cabeza

Fausto Ávila, ilustración para la revista Directo Bogotá

porque al momento de iniciar la redacción la mente le quedaba en blanco; todo cuanto leía lo olvidaba al instante. Pero de mane­ ra sorprendente se iluminó otra área del cerebro y comenzó a pintar sin haber tenido antecedentes plásticos. No sólo los ami­ gos lo fueron abandonando, sino que su mujer se llevó a sus hijos. Vive bajo la protección de sus padres, que lo proveen de materia­ les para pintar y de un amor indispensable para sobrevivir. Facebook volvió a ponernos en comunicación. Recuperó no sólo la capacidad de leer y escribir, ha vuelto a él la poesía. Corri­ ge un libro de versos más o menos extenso y lee todo cuanto cae en sus manos. Sus poemas nacen del manantial de la desesperan­ za, de una vida en que la palabra desgracia es el fondo musical de las noticias. Lejos estaba yo de imaginar que esa violencia que encierra su drama se trasladaría a México con semejante o mayor crueldad y estulticia. Ese poema, “El poeta lleva un tiro en la ca­ beza”, por el que una mujer en Casa de Poesía Silva de Bogotá lloraba en silencio entre el público y por el que un hombre reveló su identidad colombiana, luego de vivir en México como origi­ nario de estas tierras, me hace pensar que nos hermana la trage­ dia; que Fausto no es un poeta exclusivo de Colombia sino de cualquier país donde leer y escribir representa la imposibilidad de recordar y construir una vida en paz con justicia y dignidad. En uno de esos reencuentros cibernéticos recordaba que tuvo conciencia de ser poeta cuando al leer “Espergesia”, de César Va­ llejo, sintió que esas líneas reiteradas del poema nacían de su pro­ pia voz: “Yo nací un día /que Dios estuvo enfermo.”A veces, Faus­ to se desaparece y me preocupan sus ausencias. Echo de menos sus comentarios sobre la poesía, sus reportes médicos, sus pre­ guntas y su ilusión por publicar este poemario que duele con cada una de sus líneas, sus miedos y sus fobias, sus alucinaciones, su epilepsia, su temor de no resistir más la soledad y los deseos. Si comparto parte de su libro Morir de un pájaro con el lector tengo la certeza de que verá los trazos gruesos y los colores direc­ tos, duros de su pintura, porque las palabras provienen de la mis­ ma región donde el poeta Fausto renace por coraje cada mañana: “Extraño las tardes de la infancia/Los días en que las cometas remontaban el cielo/Las piernas de la sordomuda/que genero­ samente me obsequiaba/Extraño los amores pasajeros y los besos/a hurtadillas detrás de la pared del parque./Extraño hacer el amor/con mi primera amante/su olor de perfume barato/su ropa interior de dulces estampados/Mis alas están quebradas/y mis pasos arrastran/el peso del fracaso.” •


21 de abril de 2013 • Número 946 • Jornada Semanal

un poeta estridentista Espejismos Kyn Taniya

Del próximo libro “Radio”

Los astros bailan como pescados ebrios ebrios de agua de mar Los peces se deslizan en el diáfano acuario nocturno Los hombres van girando solos alrededor del mundo “ ¡MARTE Y VENUS POR LA LUNA !” “ ¡HAY LUGAR !”

La noche brasileira

cubre de joyas falsas su descotado pecho azul

En Buenos Aires

los árboles usan polainas blancas y bastón

En todo el trópico

los días lucen monóculo de oro y los campos siempre flor en el ojal

En México

HAY QUE PARARSE DE PUNTAS Y BESAR EN LA BOCA

EL SOL

6


7

Evodio Escalante y los

Marco Antonio Campos

D

ebo decir, con algún orgullo, que en uno de los primeros libros colectivos de las edicio­ nes de Punto de Partida de la unam , donde yo trabajaba entonces como redactor, Evodio Escalante participó con su primer poemario (Crónicas de viaje). Publicaron también en ese tomo Luis de Ta­ vira, José de Jesús Sampedro y José Joaquín Blanco. Era 1975. Escalante nació como poeta y creí entonces que sólo iba a ser poeta. En 1979, sin embargo, nos sorprendió a todos como ensayista con un libro hon­ damente maduro (José Revueltas: una literatura del lado moridor). Desde entonces su coterráneo José Re­ vueltas ha sido para él una figura tutelar y no lo ha abandonado nunca. Tengo la impresión de que, por un lado, Revueltas lo llevó también a la filosofía, en especial a la lectura de Hegel y Marx, y por el otro, su labor docente lo condujo a los estructuralistas, a quienes, confieso mis limitaciones, cuando los leo me viene un bostezo tras otro. Como crítico de poesía, Evodio Escalante ha esta­ do entre dos columnas: tradición y vanguardia. Si nos atenemos a México, las columnas las hallaríamos en dos extremos: el grupo de Contemporáneos y el grupo de los estridentistas, es decir, entre el estudio exhaus­ tivo del poema reflexivo (“Muerte sin fin” y “Canto a un dios mineral”) y las andanadas novedosas. Una cosa no niega a la otra. Si bien en conjunto los Contemporáneos hicieron una obra superior, los es­ tridentistas redactaron asimismo obras notables que han sido desdeñadas por cerca de noventa años, las cuales Luis Mario Schneider, pero sobre todo Evodio Escalante, han recuperado plausiblemente ponién­ dolas en el lugar justo. Pensemos en las lúdicas y extrañas novelas del guatemalteco Arqueles Vela (La señorita etcétera, El café de Nadie) y de Xavier Icaza (Panchito Chapopote), la poesía desbordante en imá­ genes audaces de Manuel Maples Arce y el irreveren­ te ensayo collage de Germán List Arzubide (El mo­ vimiento estridentista). Las novelas antes citadas, escritas a base de fragmentos que se hilan y se deshi­ lan, y el ensayo collage de List, se leen con una son­risa cómplice y una continua delicia. Escalante ha estu­ diado la poesía y la prosa del grupo y nos ha hecho ver sus novedades y bellezas. Téngase en cuenta que quienes los escribieron eran jóvenes precoces de en­ tre los veinte y los treinta años de edad, y que estos libros, además de encanto, contenían algo que no abundaba entre los jóvenes del grupo de Contem­ poráneos: un delicioso sentido del humor. Podrá oponerse que Salvador Novo lo tuvo, y es cierto, pe­ ro el suyo era un humor sangriento, de quien arranca

ESTRIDEN R a m ó n A lv

a d e la C a

con una frase o un poema un trozo de carne al ene­ migo… y con alguna frecuencia del amigo. Más: en cuestión de vanguardia novelística, el jovencísimo Arqueles Vela se adelanta a todos en 1922 con La se­ ñorita etcétera. No menos graciosos eran los estriden­ tistas a la hora de redactar sus manifiestos y gritar lemas como: “Chopin a la silla eléctrica” o “Muera el cura Hidalgo” o, sobre todo: “Los que no estén de acuerdo con nosotros se los comerán los zopilotes.” Aun Maples Arce, no sé si con vanidad o humor, o con ambas cosas, subtituló “Urbe” de esta manera: “Super poema bolchevique en cinco cantos.” “Ur­ be” es el poema por excelencia no sólo de él sino del grupo, y cada vez que lo leemos no deja de cautivar­ nos su imaginativa novedad. Está de más decir que Manuel Maples Arce (1898-1981), además de fun­ dador y cabeza, fue el mejor poeta de este grupo con grupo. Sus principales compañeros poetas en la aven­ tura y el viaje relampagueantes en aquellos años veinte fueron el poblano Germán List Arzubide (1898-1998), el potosino Salvador Gallardo Dávalos (1893-1981) y el veracruzano Miguel Aguillón Guz­ mán (1898-1995). Curiosamente los cuatro murieron entre los ochenta y los cien años de edad. En su libro Elevación y caída del estridentismo, que versa sobre esta vanguardia, la más visible de Méxi­ co como grupo en el siglo anterior, Evodio Escalante demuestra que las descalificaciones que hacían al­ gunos miembros de los Contemporáneos desde los años veinte a sus integrantes se han repetido como cantilena o tabarra –palabras más, palabras menos‒ hasta nuestros días, ya por mala fe, ya por ignoran­ cia, ya por pereza. Escalante cita de Saúl Yurkiévich las dos suertes de vanguardias primordiales que hubo en el siglo xx, incluyendo a sus seguidores: la modernólatra (futu­ rismo, surrealismo) y apocalíptica o pesimista (Tril­ ce y podríamos añadir libros de Paul Celan y Juan Gelman). De los estridentistas, tomando de ambas, Escalante refiere que se trató de una vanguardia hí­ brida. Los entonces jovencísimos estridentistas bus­ caron, sobre todo Maples Arce, y muy especialmente en “Urbe”, aun a veces de manera estentórea y fa­ cilona, unir cosmopolitismo y nacionalismo, la Re­ volución rusa y la Revolución mexicana, una visión esperanzadora de México con otra próxima a la des­ esperación, la individualidad desaforada con un fervor por la izquierda social. Escalante anota que en “Urbe”, como nunca en la poesía mexicana, la ciudad

n a l, Li st A

rz u b id e , M

a p le s A rc e

TISTAS , A rq u e le s

Ve la y Le o p

o ld o M é n

dez

–revolucionaria, insurrecta‒ se vuelve tema y per­ sonaje. Es no sólo una ciudad variada sino total. Los cinco cantos del poema son momentos del día: ma­ ñana, mediodía, tarde, noche, amanecer. En poquí­ simas líneas, Octavio Paz, en 1966, en el prólogo de Poesía en movimiento, como nadie antes ni después, resumió con resplandor meridiano la lírica de Ma­ ples Arce: “El nombre [de estridentismo] fue poco afortunado y el movimiento duró poco. Pero Maples Arce nos ha dejado algunos poemas que me impre­ sionan por la velocidad de lenguaje, la pasión y el valiente descaro de las imágenes. Imposible des­ deñarlo, como fue la moda hasta hace poco. En la Antología de Jorge Cuesta se le reprochaba su roman­ ticismo. La crítica revela cierta miopía: Apollinaire y Mayakovsky fueron románticos y el surrealismo se declaró continuador del romanticismo.” Lo más encomiable de Escalante en su libro Eleva­ ción y caída del estridentismo, así como en sus largos y minuciosos ensayos acerca de las novelas de Arque­ les Vela y la revista representativa del grupo (Irradia­ dor) es la revaloración del grupo con una lectura ob­ jetiva y justa. Después de sus trabajos no pueden leerse del mismo modo a los estridentistas. A lo largo de los años he admirado de Evodio Es­ calante una inteligencia alerta y una sensibilidad abierta a lo nuevo ‒si bien se ha dejado engañar en ocasiones por el falso canto de las sirenas creyendo en novedades como estatuas de aire que caen pron­ to de pedestales demasiado frágiles. Escalante ha dado vida con cierta frecuencia, con sus artículos impetuosos y sus polémicas de fuego, a un mundo y un mundillo literarios que gustan de enmielarse en los elogios o regodearse en el fango de los insultos y las descalificaciones. Pero más allá de eso, por casi cuarenta años no he dejado de admirar su lucidez, aun en las ásperas dis­ crepancias. Lo vuelvo a ver, como si fuera ahora, un mediodía de 1973, cuando lo conocí en el décimo pi­ so de Rectoría de la unam , en las oficinas de Punto de Partida. Me dio entonces la impresión de un joven reservado, tímido, receloso, pero pronto reveló su espíritu iconoclasta, y pronto asimismo, gracias en buena medida a la inolvidable Eugenia Revueltas, se dio entre los dos una amistad que ha permanecido entrañable, inalterable •


DEL

EST

RID

juntos un alarido de guerra contra el conservaduris­ mo. Las cosas ya nunca volverán a ser lo que fueron. El “rescate” de Irradiador, posible gracias a los he­ rederos del poeta estridentista y médico militar Sal­ vador Gallardo (1893-1981), permite comprobar la consolidación del estridentismo como vanguardia multi-artística que no hace una sola concesión al sta­ blishment cultural del momento. Las portadas son de Diego Rivera, Fermín Revueltas y el fotógrafo Ed­ ward Weston. Al lado de varios grabados de Jean Charlot, uno de Leopoldo Méndez, la reproducción

UZ

ista por el lado serio, Irradiador (tres números: septiembre, octubre y no­ viembre de 1923) es al mismo tiempo una revista de vanguardia y un proyector inter­ nacional de nueva estética que presume, si hacemos caso a pertinente cintillo, que “quitará el sueño a los reaccionarios y afirmará las inquietudes de la hora presente”. El elemento de la chacota y el sarcasmo, calcado en mucho del “Manifiesto verti­ cal” del ultraísta Guillermo de Torre, está en la “Irra­ diación inaugural” y en el caligrama que se presume escribió Diego Rivera con el que se engalana el pri­ mer número. Mientras que el caligrama informa que la estridentina resulta ser el “específico infalible con­ tra la pesadez cerebral infecciosa y la miopía espiri­ tual aguda”, y agrega que el Irradiador estridencial habría que utilizarlo para combatir ni más ni menos que a “la momiasnocracia nacional”; el editorial lle­ va la provocación al extremo: declara imbé­c iles a los lectores de la revista: “Voronoff reclama glándulas de mono y el estridentismo ha inventado la eterni­ dad. Pero Ud. no entiende una palabra.” Tontería y enfermedad van juntas y hasta se con­ funden: “El Ideal supremo para Ud. es alumbrarse con velas de estearina. Ud. es un enfermo.” La medicina: el doctor Inverosímil, no es sino la máscara con la que avanza sobre el tinglado del Mé­ xico post-revolucionario esa sorprendente dupla formada por Manuel Maples Arce y Fermín Revuel­ tas. La poesía y las artes plásticas, juntas por fin, pa­ ra dejar claro que la vanguardia tendrá que ser aglo­ merante, o no será. Poetas, escultores, músicos, pintores, fotógrafos, grabadores se juntan para dar

Jornada Semanal • Número 946 • 21 de abril de 2013

AL

8

YL

Evodio Escalante

Imágenes tomadas de Irradiador, revista de vanguardia, edición Facsimilar, 2012, Universidad Autónoma Metropolitana, Presentación de Evodio Escalante y Serge Fauchereau

fotográfica de una escultura de Guillermo Ruiz y una caricatura de Tablada a cargo de Hugo Tilghman, la revista despliega una cornucopia con poemas de Germán List Arzubide, Salvador Gallardo, Luis f . Mena, Humberto Rivas (ultraísta español), Jorge Luis Borges, Gaston Dinner (directamente importa­ do de Suiza), José Juan Tablada (exiliado en Nueva York) y el diplomático Kyn Taniya; a lo que habría que añadir novedosos poemas visuales y pentagra­ máticos del Abate González de Mendoza (bajo el seudónimo de Gonzalo Deza Méndez) y de PoloAs (pseudónimo de Pedro Echeverría). Los ensayos son multicolores. Destaca para mi gusto “El estridentismo y la teoría abstrac­ cionista”, enjundiosa declaración de guerra a cargo de Arqueles Vela en su papel ya no sólo de divulgador sino de teórico del estridentismo. Pe­ ro igual habría que destacar la monografía de Ri­ cardo Gómez Robelo acerca de las pirámides prehispánicas (con toques de pitagorismo) y el ensayo acerca de la sinestesia del psiquiatra y poeta francés Emile Malespine, director de la revista de vanguar­ dia Manomètre. Extraña conjunción de astros. 1923 parece ser un año crucial en la vida cultural y política de México. Es el año en que inician sus transmisiones las pri­ meras estaciones de radio que hay en el país. Maples


DEN

TIS

MO

9

Arce resulta señalado para leer en la emisión inau­ gural lo que Rubén Gallo (en su libro Mexican Mo­ dernity. The Avant-Garde and the Technological Revolu­ tion. Cambridge, The mit Press, 2005) llama un “poema radiofónico” titulado “ tsh ” (Telegrafía Sin Hilos). Con ello pasa a la historia por ser el primer texto literario que adquiere este privilegio. Por cier­ to, una de las estaciones ha sido creada por la com­ pañía de cigarros El Buen Tono, que coincidentemen­ te se anuncia en la cuarta de forros de Irradiador en lo que bien podrían ser los anuncios más audaces des­ de el punto de vista plástico que se han hecho entre nosotros, al menos uno de ellos debido al ingenio cubista-futurista de Fermín Revueltas. El otro hecho notable son los Tratados de Bucareli y el consecuen­ te reconocimiento del gobierno del general Obregón por parte de Estados Unidos. Ese reconocimiento indica la consolidación histórica del nuevo régimen revolucionario. El otro acontecimiento cultural, que hasta ahora nos era desconocido debido a que no se localizaban los ejemplares de la revista, lo constituye sin duda la publicación de Irradiador, que es, a pesar de su muy efímera existencia, la revista más radical y más desa­ fiante, al menos en el plano artístico, que se publi­ có en el siglo xx mexicano. Mi amigo el académico Maar­t en van Delden me decía que el diseño de la revista le recordaba Blast (Estallido) que publicaron en Inglaterra los vorticistas, publicación por cier­ to igualmente efímera, con sólo dos números entre 1914 y 1915. El signo de Irradiador es el estallido, la onda ex­ pansiva de un movimiento que cambió para siempre el rostro de la cultura en México. Se supone, incluso, que esta onda expansiva llegó a Guatemala, donde David Vela (hermano de Arqueles) y Miguel Ángel Asturias publicarían su propia revista de avanza­ da. Así lo anuncia el núm. 1 de Irradiador: “Etc. Revis­ ta de vanguardia. Directores: David Vela y Miguel Ángel Asturias. No deje Ud. de leerla si desea co­ nocer el movimiento estridentista en Centro Améri­ ca. Red. y ad: 7ª. Av. Norte 59. Guatemala, c . a .” Qui­ zás exagerando la nota, basándose en este anuncio, Stephan Baciu ha escrito que tendríamos que leer El señor presidente como una novela estridentista. También se anuncia en Irradiador la primera esta­ ción de radio: “t.s .h . Estación transmisora de El Uni­ versal Ilustrado y La Casa del Radio. Martes y vier­ nes conciertos. Artistas mundiales. Los mejores programas. Av. Juárez 62. México. d . f .” Tan se afirma el movimiento encabezado por Maples Arce, que igualmente anuncian la próxima

aparición de Esquina, libro de poemas de Germán List Arzubide “con el que se inician las Ediciones del Mo­ vimiento Estridentista”. El espaldarazo de los con­ sagrados, por si no bastaran las colaboraciones de Diego Rivera, corre a cargo de José Juan Tablada. La publicación del poema “Supradimensional” en el tercer número de la revista indica una deferencia es­ pecial del poeta hacia el estridentismo, al que en todo momento manifestó simpatía. Este poema, por cier­ to, sólo ahora puede conocerse íntegro, pues en la versión que aporta el fallecido Héctor Valdés para el tomo de las poesías completas éste presenta algunas fallas motivadas por la oscura grafía del autor (Val­ dés se vio obligado a transcribirlo de uno de los dia­ rios personales de jjt ). Ahí mismo se anuncia que Tablada prepara en Nueva York sus próximo libro de poemas que se llamará Intersecciones, que por cierto nunca llegará a aparecer. Entre las noveda­ des bibliográficas que registra el núm. 3 de Irra­ diador es obligado mencionar Cómo piensa la plebe, del poeta comunista Carlos Gutiérrez Cruz, un libro de Vargas Rea: Juárez-Indio, traicionó a los indios y el vertiginoso relato vanguardista La Malhora, de Mariano Azuela, que habría publicado la editorial Variedades en Guadalajara, Jalisco. Que Azuela, ayu­ no entonces de reconocimiento, decidiera ensayar la prosa experimental de vanguardia es un hecho notable que corrobora si se quiere de un modo obli­ cuo la consolidación de los estridentistas en la es­ cena literaria de la época •


leer El gran Gatsby, Francis Scott Fitzgerald, ilustra‑ ciones de Jonny Ruso, Sexto Piso, España, 2012. Después de Jay Gatsby, que es como si se dijera después de Scott Fitzgerald y su maestría, ha venido una galería interminable de personajes que han hecho cuanto ha estado en mano de sus creadores para acercarse a la posibilidad de ser, en tanto personajes, al menos tan bien perfilados, intensos e inolv‑ idables como lo es el agridulce, hipercínico y nihilista –muy a su manera– Gatsby. Que es como si se dijera, una vez más, que al enorme narrador estadunidense le ha seguido una cauda igualmente interminable de imitadores, algunos de los cuales han logrado medrar en tiempos recientes, sobre todo a causa del desconocimiento y las pocas lecturas que, en general, son padecidos por cierto público que, sin quererlo ni saberlo, dan certidumbre al adagio aquel según el cual “el que no conoce a Dios, a cualquier barbón se le hinca”. Así fuese solamente por esa causa, es digno de festejo que esta casa editora hispana se haya dado a la tarea de publicar una vez más, ahora con ilustraciones que por sí solas tienen un apreciable valor, esta obra que sí merece –lo mereció desde que fue publicada por primera vez– el maltratado adjetivo “clásica”, que aquí se reivindica. Lástima, eso sí, que tratándose de un tiraje distribuido en varios países donde se habla el español, no hayan decidido prescindir, los editores, de los “habéis” y los queréis”, tan buenos y naturales para lectores peninsulares, pero solamente para ellos. El ritmo de la vida. Variaciones sobre el imaginario posmoderno, Michel Maffesoli, Siglo xxi Editores, México, 2012. Traducido por Daniel Gutié‑ rrez Martínez y revisado por Josefina Anaya, este ensayo del actual director del Centro de Estudios sobre lo Actual y lo Cotidiano en la Sorbona (París v), así como director del francés Centro de Investigaciones sobre lo Imaginario se propone, en última instancia, como un remedio –pero reflexivo, consistente, lejos de cualquier facilismo de ésos que tanto abundan– contra el pesimismo que invade, como gangrena del alma, al tiempo actual. Cuestionados hasta lo más profundo ciertos conceptos que han regido el pensamiento occidental, verbigracia la Razón o ese otro tan discutible llamado Progreso, Maffesoli les opone una comprensión distinta de ideas como lo cotidiano y la alteridad, con el propósito de re-significar tanto las interac‑ ciones que dan cuerpo a la sociedad, como la visión de uno mismo respecto de su paso por la vida, cuyo ritmo –invita Maffesoli– puede ser entendido bajo parámetros menos rigidizantes que los todavía hoy en vigor y que todo lo dividen: lo público y lo privado, la tradición y la innovación, el nacionalismo y el cosmopolitismo, más un amplio etcétera.

21 de abril de 2013 • Número 946 • Jornada Semanal

Gamoneda bibliógrafo. Librerías, archivos y bibliotecas, Xavier f. Coronado, Fondo de Cultura Económica, México, 2012.

GAMONEDA, LA ERUDICIÓN Y LA MODESTIA ANTONIO SORIA de una pregunta deberíamos hacernos sobre “ M laásfragilidad de los empeños culturales y lo indispensable de ciertas personas”: así lo dicen los editores, y con absoluta razón cuando se habla de ese hombre magnífico que fue Francisco Gamoneda, como se descubre página tras página de este libro concebido, investigado, escrito, dispuesto e incluso diseñado por el colaborador de estas páginas, el también español avecindado en México –como Gamoneda– Xavier f . Coronado. No debería, pues el hecho de que lo sea implica la ignorancia supina que suelen prohijar los olvidos injustos e injustificados, pero esta biografía es un auténtico rescate: el de una figura intelectual cuya labor intensa, entusiasta, profesionalísima y prolongada, es ni más ni menos que el punto de partida, en nuestro país, de instituciones lo mismo que de algunas magníficas costumbres, en los ámbitos académico e intelectual. Apúntese aquí, a manera de brevísimo ejemplo, que fue Gamoneda el primero en hacer de una librería algo diferente a una mera tienda de libros para convertirla –primero a la Librería General y después a la Biblos, ambas míticas y fundacionales– en un espacio de reunión para intelectuales y creadores: con Gamoneda como anfitrión pasaban las tardes, entre muchos otros, Abreu Gómez y López Velarde; Gamoneda fue quien montó, en los muros de la Librería Biblos, la primera exposición de José Clemente Orozco. Se habla aquí de las primeras dos décadas del siglo xx , época en la cual Gamoneda ya era un condecorado veterano de guerra –por la de Filipinas–, cartógrafo avant la lettre, al mismo tiempo que iniciaba una aventura intelectual que lo puso a la par de otros notables de los que todo mundo guarda memoria, por ejemplo Alfonso Reyes, Pablo Neruda y Enrique González Martínez. Vuelve entonces la pregunta: ¿cómo puede caer en el olvido la persona que fundó, entre muchas otras, la Biblioteca del Congreso, ahí en la calle de Tacuba en el Centro Histórico? ¿El que dirigió la primera feria del libro que tuvo esta ciudad? ¿El artífice absoluto de las bibliotecas populares, surgidas en los años cuarenta y luego arrasadas por la incuria o los ejes viales? ¿El académico, también avant la lettre, cuyos conocimientos fueron la base de la biblioteconomía en el México moderno? Recuento minucioso y exhaustivamente documentado, este libro tiene una doble virtud: a la figura de Francisco Gamoneda le da el relieve que no ha tenido –es decir, se lo da de cara a este tiempo nuestro, de triste desmemoria–, y a los lectores, especializados o no en temas de biblioteconomía, archivonomía, historia cultural y otros afines, nos da la medida contra la cual deberíamos cotejar nuestros magros esfuerzos.

No bien avanzará el lector en las páginas iniciales del volumen, descubrirá que Gamoneda nos ha dejado muy alto el listón: se antoja del todo imposible igualarse con él ya no digamos en el entusiasmo y laboriosidad que lo caracterizaron a lo largo de toda su vida, sino sobre todo en la discreción y la modestia inmensas con las que llevó a cabo una labor que pareciera la de muchas personas. De los que se atesoran, este libro desde luego es, además del mencionado rescate, un mínimo acto de justicia y una invitación: lo primero con un hombre imprescindible a la manera de Brecht, y lo segundo a que sus herederos y beneficiarios –innumerables ambos– sigamos, así sea de lejos, los pasos de alguien que signó su vida con una divisa que lo pinta de espíritu entero: Eruditio inter prospera ornamentum, inter adversa refugium (La erudición es ornamento en la prosperidad y en la adversidad refugio) • Irradiador. Revista de vanguardia, (México, 1923) edición facsimilar, Evodio Escalante y Serge Fauchereau (presentadores), Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2012.

TESOROS ENCONTRADOS CARLOS GARCÍA

L

os estudiosos de la literatura de vanguardia de México e Hispanoamérica, al igual que el lector culto en general, están de parabienes: la uam -Iztapalapa inaugura una nueva colección, pertinentemente titulada Espejos de la memoria, con la cuidada edición facsimilar de Irradiador. Revista de vanguardia. Proyector internacional de nueva estética publicado bajo la dirección de Manuel Maples Arce & Fermín Revueltas, de la cual aparecieron, originalmente, tres números entre septiembre y noviembre de 1923. Vale recordar que se dudaba hasta hace relativamente pocos años de la existencia de la revista, puesto que sólo se nombraba en testimonios personales de algunos escritores estridentistas o en estudios dedicados al movimiento, pero sin que los autores hubieran accedido a ella. Luis Mario Schneider, por ejemplo, el esforzado estudioso argentino radicado en México que dedicara varios trabajos al movimiento estridentista, menciona Irradiador ya en 1970, en su monografía El estridentismo. Una literatura de la estrategia (México, Ediciones de Bellas Artes, 1979, 73), pero agrega en la bibliografía final: “Al parecer salieron tres números de esta revista estridentista que no he podido localizar.” Schneider estaba, como se puede apreciar, sobre una buena pista, pero habrían de pasar algunos decenios antes de que los buscadores del tesoro arribaran a destino. Los ejemplares que sirven de base a la actual reedición proceden del archivo familiar de Salvador Gallardo (1893-1981) y fueron puestos a disposición de los editores por Salvador Gallardo Topete y Salvador Gallardo Cabrera (hijo y nieto, en ese orden, del poeta estridentista). Es cierto que, a pesar de las inexactitudes surgidas y perpetradas en algunos repertorios en torno a esta revista, también hubo en los últimos años grandes aciertos, como el de Carla Zurián, quien en su libro dedicado al codirector de Irradiador (Fermín Revueltas. Constructor de espacios. México, Instituto Nacional de Bellas Artes/ Editorial rm, 2002) alude a la publicación y reproduce varias páginas de los primeros dos números de la revista (procedentes del archivo del pintor Jean Charlot en la Jean Charlot Foundation de Honolulu, Hawaii; Charlot publicó varias ilustraciones en Irradiador).

10


11

leer

Jornada Semanal • Número 946 • 21 de abril de 2013

Carla Zurián es, por lo demás, autora de una tesis de maestría titulada Estridentismo: gritería provinciana y murmullos urbanos. La revista Irradiador (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2010), que redondea avant la lettre la publicación que ahora nos ocupa y que sería muy oportuno poner a disposición de los lectores. La importante cronología recogida en esa tesis fue publicada a su vez bajo el título "Las carcajadas del estridentismo" en el libro-catálogo Vanguardia estridentista. Soporte de la estética revolucionaria. (México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/ Instituto Nacional de Bellas Artes / Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, 2010, 248-260.) Rose Corral, por su parte, analizó el poema “Ciudad”, de Jorge Luis Borges, publicado en Irradiador 1 (septiembre de 1923) en versión diferente a la que apareciera el mismo año en Fervor de Buenos Aires, en dos trabajos: “Un poema de Borges en la revista estridentista Irradiador (1923)”: Hispamérica xxxv .104, Gaithersburg, agosto de 2006, 63-68; “Jorge Luis Borges en la revista estridentista Irradiador (1923)”: Boletín Editorial de El Colegio de México 123, México, septiembre-octubre de 2006, 3-5. En cuanto al autor del primer ensayo que complementa la edición facsimilar que hoy nos ocupa (“El descubrimiento de Irradiador. Nueva luz sobre el estridentismo”), cabe mencionar que Evodio Escalante es un aguerrido y experimentado estudioso del movimiento, tal como muestra en especial su trabajo Elevación y caída del estridentismo (México, Ediciones Sin Nombre/ Conaculta, 2002). Entre otros trabajos de gran relevancia, Escalante ha publicado también La vanguardia extraviada. El poeticismo en la obra de Enrique González Rojo, Eduardo Lizalde y Marco Antonio Montes de Oca (México, Textos de difusión cultural, Serie El Estudio, Coordinación de Difusión Cultural, Dirección de Literatura, 2003). Escalante cumple aquí con su habitual solvencia al ubicar histórica y críticamente Irradiador. Serge Fauchereau, el autor del segundo y último ensayo (“Irradiador en el espíritu de la época”, que se ocupa de relacionar la revista con otros movimientos de la vanguardia, en especial europea), dedicó al movimiento hace poco el texto “Le stridentisme, premier mouvement en Amérique”, recogido en su libro Avant-Gardes du xxe siècle. Arts & Littérature, 1905-1930 (París, Flammarion, 2010). Con anterioridad se había ocupado de Les peintres révolutionnaires mexicains (Poitiers, Messidor, 1985) y de la obra del escultor mexicano Germán Cueto (Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía/ rm , 2004). Todo confluye, pues, incluida la presentación gráfica y tipográfica, para hacer de esta publicación una interesante y útil fuente de conocimientos, que seguramente promoverá la investigación y la crítica. Si acaso alguno, sólo un pequeño reparo podría hacerse a esta meritoria reedición. Al final de su ensayo, Escalante menciona dos entregas publicadas por Maples Arce a comienzos de 1924 en El

Universal Ilustrado bajo el título común “Diorama estridentista”. Hay buenas razones para suponer que esta publicación de Maples es en cierto modo una continuación de Irradiador. Carla Zurián (2010, 99) postula que el material allí aparecido en esas entregas del “Diorama” hubiera formado parte del inédito núm. 4 de la revista. El lector interesado hubiese agradecido que se le presentaran esos materiales para poder formar su propia opinión al respecto. Una última observación: Serge Fauchereau dice en la pág. 52 de su ensayo: “Irradiador logra publicar un tercer número, no en noviembre sino probablemente a principios de 1924 (si no fuera así, ¿cómo podría reseñar un número de La Vie des Lettres distribuido en enero de 1924?)” A mi entender, ese párrafo encierra una confusión, porque el número xiv de La Vie des Lettres, sobre el cual se habla en Irradiador 3, apareció, si no estoy mal informado, en abril o mayo de 1923, y no en enero de 1924. La cuestión no es baladí, porque incide en la temática previa: ¿formaban los “Dioramas” aparecidos en enero de 1924 parte del nonato cuarto número de Irradiador? •

Un amor de Simone, Bárbara Jacobs, Conaculta, México, 2012

EL AMANTE DE SIMONE DE BEAUVOIR GERARDO BUSTAMANTE BERMÚDEZ

literario. La pasión intelectual de la autora por la francesa permite conocer que se trata de un libro escrito a partir de la gran inquietud y admiración que siente Bárbara Jacobs por Simone de Beauvoir. Biografía, investigación, ensayo y testimonio son el híbrido con el que se construye la faceta de Simone de Beauvoir y su tórrido romance con el escritor estadunidense Nelson Algren. Jacobs hace correspondencias entre la obra y la vida de la pareja; conoce a la perfección la obra y los textos que se han escrito sobre Algren y la francesa. Cuenta Jacobs que en el proceso de investigación le sorprendió descubrir que en los muchos estudios que consultó sobre la pareja en cuestión no se les relacionara sentimentalmente, a pesar de las décadas que duró el amor. Simone de Beauvoir fue sepultada con el anillo que muchos años antes le había regalado Algren, tal vez como una muestra de fraternidad amorosa. El suyo fue un amor libre. El libro de Jacobs en sus seis capítulos contrasta la mirada mítica sobre la feminista e intelectual francesa que junto con otras voces imprescindibles, como Virginia Woolf, Hannah Arendt o Mary McCarthy, abrió la brecha para la formación intelectual de generaciones de mujeres intelectuales y activistas, pero también revela a la Simone sentimental, apasionada, con facilidad para el llanto y, sobre todo, terriblemente apasionada. Después de contrastar estudios, epistolarios y otros materiales con los que Jacobs nutre su propio discurso, se concluye que la pareja no tuvo una interlocución comprendida por el otro, a pesar de que se trató de un amor prolongado por décadas. Dos voces, dos personalidades se construyen en Un amor de Simone; se trata de un libro que dimensiona, desde el terreno de lo humano y no desde el mito, las complejidades de las relaciones amorosas, los diálogos interrumpidos, las distancias, el dolor por la separación e, incluso, una supuesta ruptura que se prolonga a través de la presencia memoriosa, al menos por parte de Simone. La lectura de Un amor de Simone permite conocer la otra cara del espejo de Simone y su amor transatlántico, su capacidad de quebranto y depresión. Con gran talante narrativo y ensayístico, Jacobs nos ofrece su visión pasional por la mujer del amor libre que quedó unida a Algren por la memoria, el silencio, la distancia y el simbólico anillo •

L

a singularidad con la que Bárbara Jacobs indaga y ensaya aspectos sobre la vida amorosa de la narradora, filósofa y feminista francesa Simone de Beauvoir, fallecida en 1986, hacen que la reciente obra de Jacobs titulada Un amor de Simone venga a remozar la mirada sobre una mujer nada convencional, no sólo por sus aportaciones al feminismo europeo y su vínculo amoroso e ideológico con Jean Paul Sartre, sino por el cúmulo de vivencias, especulaciones y construcciones que giran alrededor de su imagen de mujer moderna. Uno de los primeros asuntos del libro de Jacobs es la clasificación de género al que pertenece Un amor de Simone, pues en ocasiones se trata de un trabajo de crítica literaria y de investigación, a veces es un ensayo

LO TRASCENDENTE Y LO SAGRADO en la postmodernidad Fabrizio Andreella

próximo número

La ciencia: difusión, arbitraje y polémica

visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/

jsemanal@jornada.com.mx


21 de abril de 2013 • Número 946 • Jornada Semanal

Naief Yehya

alapiz2000@gmail.com

naief.yehya@gmail.com

Literatura y redacción (ii de iv)

P

ERO LA PROSA, ESA palabra… La prosa, tan despreciada por los latinos, la cultura medieval, el Renacimiento y el Barroco, por considerarla mucho más cercana de los alegatos, de la lengua pragmática de los tribunales y más alejada, por lo mismo, de la elevación de la poesía, mereció un azorado comentario de Monsieur Jourdain, en El burgués gentilhombre, de Molière, al descubrir que “hablaba en prosa”, nota que anuncia el cambio del teatro versificado al prosificado, por considerarse más cercano al lenguaje común (observación que, paradójicamente, ocurrió durante el siglo ilustrado). La prosa, que mereció explicaciones levemente justificatorias del mismo Cervantes,

en su prólogo a las Novelas ejemplares, y que alcanzó pleno reconocimiento como forma de expresión artística entre los siglos xviii y xix , a pesar de las obras maestras que provenían desde algunos siglos antes, es un fenómeno relativamente reciente en el quehacer literario. La novela, el cuento y el ensayo, como géneros burgueses, le dieron una insoslayable carta de naturalización en las letras. Para muchos, la prosa es preferible como lectura porque se parece a la lengua hablada, sí, pero la prosa… La literatura es una construcción anómala que se alimenta de la lengua viva, de la que emplean todos los hablantes; vista así, resulta ingenuo pensar que la exclusividad de las figuras retóricas, de construcción y de dicción es del texto literario, al contrario: si en un sentido inmediato Octavio Paz tenía razón al afirmar que “poetas somos todos”, era en la manera como metonimias, hipérbatos, calambures, estructuras rítmicas y rimas forman parte de la lengua en su uso común, que es de donde los gramáticos griegos percibieron las características de las mismas para ponerles nombre. Que la literatura juegue con esas figuras con relativa conciencia, que extreme sus consecuencias y lleve al lenguaje a situaciones límite, es parte del discurso literario y siempre lo ha sido: no es otra la razón por la que griegos y latinos desdeñaban a la prosa, creyéndola incapaz de producir belleza, pues para ellos era la poesía la forma artística por excelencia en el área del lenguaje, y su condición artística era directamente proporcional a su capacidad de alejarse de la lengua común: vale decir que, consciente de la diferencia entre el habla y lo poético, la Antigüedad celebraba el artificio en el arte, su capacidad de abstraerse del hecho concreto de la lengua. Que la prosa haya tenido que luchar durante varios siglos para imponerse en el gusto del público como una forma de escritura tan artística como la poesía, no significa que, necesariamente, se encuentre más cerca del habla cotidiana o de los textos comunes de los usuarios. No detallaré aquí la progresiva invención de convenciones que los calígrafos medievales fueron heredando para legibilizar los textos: la puntuación, los guiones para la separación de palabras, las abreviaturas, el uso de altas y bajas, la separación de párrafos… Más bien, señalaré que la prosa artística se alejó, naturalmente, de las formas prácticas con que era empleada en los documentos legales: el empleo de

A LÁPIZ

Enrique López Aguilar

El dilema de la guerra de los drones (i de iii) El fin de las guerras Es prácticamente imposible imaginar una guerra más cómoda, eficiente e inmediata que la guerra de los drones, naves voladoras a control remoto, equipadas con cámaras y misiles usadas por Estados Unidos (y otros países) para espiar y cazar al enemigo en cualquier rincón del planeta. El drone y el programa de targeted killings, o asesinatos selectivos, son herederos de la “bomba inteligente” que aparece durante la 1ª Guerra del Golfo como un cíclope infernal que filma su propia destrucción, desde que es disparado hasta que se impacta contra su blanco guiado por satélite o por láser. El drone puede vigilar desde los cielos a sus blancos potenciales, grabar incontables horas de video que son analizadas para determinar la posibilidades de eliminar un objetivo desde la comodidad de un cuartel situado en cualquier rincón del orbe. Un drone puede mantenerse circunvolando un edificio, una carretera o cualquier terreno por horas o días, hasta recolectar suficiente información para determinar la viabilidad y posibles consecuencias de un ataque. Esta es una alternativa de bajísimo costo para evitar guerras, invasiones y expediciones punitivas, así como reducir a un mínimo el “daño colateral” de la guerra. En vez de enviar carne de cañón a ser masacrada en las trincheras, un conflicto puede reducirse a una serie de golpes precisos a blancos específicos.

Legitimidad

voces narrativas y puntos de vista, así como la alteración de la cronología, el hecho de interpolar otros textos, la han convertido en otra forma tan artificiosa como la poesía, al margen de que se trate de novelas, cuentos, ensayos, relatos o estampas, pues la condición estética buscada por los escritores la convierte, t a m b i é n , e n u n a co nte c i m i e nto anómalo. Así, la frase de Monsieur Jourdain debe entenderse como una defensa irónica del derecho a usar la prosa para escribir un texto dramático, en contra de los usos versificados de la Escuela de PortRoyal, pues Molière aboga por una mímesis dramática: a él le parece que la prosa, como recurso, está más cerca de la lengua hablada que el verso. Valdría la pena revisar el siguiente ejemplo para percibir el alcance de un texto prosístico cuando se le quiere proponer como un modelo redaccional, tomado de “Hombre de la esquina rosada”, de Borges: “A mí, tan luego, hablarme del finado Francisco Real. Yo lo conocí, y eso que éstos no eran sus barrios porque él sabía tallar más bien por el Norte, por esos laos de la laguna de Guadalupe y la Batería. Arriba de tres veces no lo traté, y ésas en una misma noche, pero es noche que no se me olvidará, como que en ella vino la Lujanera porque sí, a dormir en mi rancho y Rosendo Juárez dejó, para no volver, el Arroyo.” • (Continuará.)

Obviamente la visión del drone como solución instantánea a los conflictos internacionales es una fantasía. Como toda arma el drone, para ser eficiente, depende de información precisa y de un uso cuidadoso, así como un firme propósito de minimizar la destrucción al disparar explosivos de altísimo poder en contra de autos y estructuras civiles. No obstante, se trata de un recurso que carece de un marco legal que pueda volver legítimos los asesinatos sumarios. Si es posible matar a quien sea, en donde quiera que se encuentre simplemente como un recurso preventivo para eliminar un presunto riesgo, entonces pronto no habrá santuario en la Tierra que esté a salvo de los ojos electrónicos de los drones. Por el momento, el programa de drones opera en la oscuridad sin necesidad de explicar su toma de decisiones ni rendir cuentas por el daño colateral. La ley internacional tendrá que doblegarse para permitir esta cacería de humanos conducida por potencias extranjeras desde las alturas. La representante del Senado estadunidense, Dianne Feinstein, se ha manifestado por crear una serie de reglamentos para el uso de drones inspirado en el usado para monitorear teléfonos o telecomunicaciones, lo cual requiere la orden de un juez. Sin embargo, aquí la parte controvertida no es tanto el espionaje sino el asesinato, y eso es mucho más delicado, como comenta Kenneth Roth en “What Rules Should Govern us Drone Attacks”, ya que, si bien una corte puede aprobar una lista de posibles “asesinatos preventivos”, no puede intervenir para regular cómo se lleven a cabo, ni en evaluar los riesgos implícitos a terceros.

Pretextos El Departamento de Justicia del gobierno de Obama decidió definir el programa de drones de la manera más ambigua posible en su White Paper. Entre las razones que usaron para justificar el recurso de un arma con alcance mundial Roth propone: 1. eu está peleando una guerra planetaria y las viejas nociones de frentes de combate han quedado obsoletas. 2. Puede argumentarse que este tipo de ataques ayudan a las autoridades locales a eliminar a sus sediciosos. 3. Un asesinato con drone de un enemigo del Estado podría considerarse equivalente a una acción policíaca en la que el sospechoso es eliminado simplemente por tener antecedentes criminales o por tener ideas o convicciones que podrán manifestarse en acciones delictivas en el futuro.

Precognición Ninguna de estas razones es convincente. Imaginemos que la policía irrumpe en las casas de exconvictos y sospechosos para ejecutarlos in situ por crímenes aún no cometidos, como si se tratara de la aplicación a la política internacional de la ficción del Reporte minoritario, de Philip k. Dick, donde los precogs anticipan los crímenes. Este tipo de ataques considera igualmente sacrificables a los “líderes operativos”, militantes o terroristas que han participado en acciones sangrientas, como a los choferes, los mensajeros, los hijos y las esposas o cualquier otra persona que esté en el radio de la explosión • (Continuará.)

12

JORNADA VIRTUAL

arte y pensamiento ........


Jornada Semanal • Número 946 • 21 de abril de 2013

........ arte y pensamiento

Germaine Gómez Haro

Alonso Arreola @LabAlonso

Javier Cruz: La vida es sueño

L

A REALIDAD ES MUY limitada, piensa el creador Javier Cruz (México, df,1952), para quien los sueños han sido la dimensión idónea desde la que plantea su universo pictórico. Pero los sueños en este artista no se limitan al terreno de la fantasía, sino que son alimentados por un importante bagaje cultural que ha ido construyendo a lo largo de su quehacer artístico, y que tiene como principales fuentes de inspiración la literatura y el cine. Con anterioridad ha evocado en su obra a grandes escritores, como García Márquez y Borges, entre muchos otros, y en su trabajo reciente que se presenta en la Casa Lamm bajo el titulo de La vida es sueño, de Calderón de la Barca, es un mero pre-

texto para desenmarañar los hilos del azar y tejer las redes del inconsciente que le permiten urdir fragmentos de la comedia filosófica que es la vida misma. Carlos Fuentes solía decir que siempre estaba escribiendo el mismo libro, y asimismo, para Cruz, sus pinturas son la continua evolución de la percepción sensorial e intelectual de su vida captada desde una visión cinematográfica, es decir, desde diferentes puntos de vista, como lo plantea plásticamente en sus composiciones fragmentadas en recuadros que encierran, más que anécdotas, desdoblamientos de su propio yo. En las obras recientes de Javier Cruz se pueden observar dos estilos pictóricos divergentes, casi diríase opuestos. Por un lado, Cruz construye composiciones muy libres y abiertas en las que se percibe la soltura de trazos ágiles y volátiles que dibujan líneas muy fluidas, como nacidas de un acto de total desenfado; y por el otro, el espectador se enfrenta a composiciones estructuradas más rígidamente, en las que salta a la vista un interés por la solidez y el peso del dibujo más contundente que insinuado, lo que remite a las líneas firmes y gruesas del grabado en madera o xilografía. Y esto no es fortuito, pues Cruz ha destacado también como un extraordinario artista gráfico, como lo demostró en aquella lejana exposición en el Museo Carrillo Gil en 1983: Gráfica y pintura. Tomando en cuenta esta disensión estilística que, desde mi punto de vista, es sumamente atrac tiva, resalta también la complejidad de su cromatismo que es, sin duda, uno de los rasgos más llamativos de su pintura. Javier Cruz no tiene empacho en aventurarse a explorar las más extravagantes gamas de colores, entre las que irrumpen sus azules profundos de reminiscencia mediterránea, sus candentes y explosivos naranjas y amarillos, y en esta obra reciente en particular, una sutilísima gradación de tonos ligados al paisaje telúrico. Y en este punto concuerdo con Arriba: El hombre de la cerradura

Teresa del Conde, quien anota en el catálogo bellamente impreso que acompaña la muestra, que sus colores “tienden a rememorar los colores naturales; la tierra, las polvaredas, el aire, el agua, las matas secas al sol, a veces las llamas, en suma la luz que incide sobre ciertas superficies, la semipenumbra que deja entrever otras, o bien la contundencia absoluta de la bicromía por antonomasia: el blanco y negro que quizá guarda reminiscencia con una tradición gráfica de siglos que se inició con los grabados en madera, procedimiento que poco admite las medias tintas”. Sin embargo, no obstante el impacto que provoca su colorido, éste no es su único valor plástico, sino que también cabe resaltar la calidad de su dibujo y la maestría técnica que consigue en la aplicación de las finas capas texturadas que sobrepone creando delicados juegos lumínicos. A diferencia de muchos pintores actuales que, por la dificultad de sus formatos o técnicas, recurren a un equipo de ayudantes, Javier Cruz cuida en forma personal y directa –me atrevo a decir que casi obsesiva– desde la hechura de sus bastidores ensamblados por él mismo en finas maderas de caoba, el tensado de sus lienzos de lino alemán y, sobre todo, el riguroso cuidado técnico que dedica a la elaboración de cada pieza conformada por enjambres de dibujos y esgrafiados trabajados como un palimpsesto que recibe las numerosas capas de pintura. Segismundo no aparece en La vida es sueño de Javier Cruz, porque su presencia significaría un interés por la ilustración, y nada más ajeno a este artista que esa intención. Cruz piensa con los ojos y pinta con el corazón siempre el mismo cuadro, como un interminable juego de espejos en el que, quien se mira, mira al otro. En ese juego de desdoblamientos, Javier Cruz propone una realidad fractal y múltiple, la baña de colores disparatados y, con tremenda gracia y arrojo, parafrasea a Paul Éluard, quien sostenía que el mundo es azul como una naranja •

ARTES VISUALES

germaine@pegaso.net

Crónicas cachanillas (i de ii)

E

N EL AVIÓN MUCHOS parecen conocerse. Animadas pláticas suenan por doquier derramando nombres como Änglagard, Gentle Giant, King Crimson, Genesis y Frank Zappa. Claro, vamos al Baja Prog 2013, festival que renace tras cinco años de silencio. La expectativa es grande. Estos amantes del progresivo van dispuestos a cuatro días de sol y conversaciones insondables, muchas de las cuales no pueden existir en esa otra vida, la de todos los días, en la que ejercen las más diversas profesiones (doctores, notarios, agentes de seguros). Digamos que ha llegado el momento de abandonar los blogs virtuales, los avatares fantás-

ticos, los apodos que noche a noche firman extensas peroratas en torno a discos y conciertos, para finalmente verse cara a cara y beber cervezas o vinos de Baja en el hotel Colonial o el Teatro del Estado de Mexicali, ciudad a la que vamos y que sabe recibir con los brazos abiertos. Los primeros en tomar el proscenio son los costarricenses de Introvisión. Con diez años de experiencia, adolecen de algo común en el género: creen que hacer collage, que alargar en demasía una composición y forzar la unión entre ideas disímbolas es hacer progresivo. Panzerballet, los segundos, provienen de Alemania. Abocados a un lenguaje jazzístico, muestran dos armas de alto calibre: a) un enorme conocimiento armónico basado en la historia de los standards, y b) bases polimétricas rayanas en lo imposible. Tocando covers como “Giant Steps”, “Take Five” y el tema de los Simpsons, nos convencen: la actualización de un repertorio añejo es factible cuando se entiende la división celular, cuando las fuentes de inspiración van de Pantera a John Coltrane, cuando se arriesga todo. Tremendos. Por la noche escuchamos a otros dos de los invitados: Locanda Delle Fate y Steve Hackett. Los primeros no intentan nada más que renacer, suceder de nuevo como hace treinta y cinco años cuando grabaron en la zona italiana de Asti. Y lo hacen con gusto, como el vino que confía en el carácter de sus taninos. Hablamos de un estilo seminal que aún no coqueteaba con las matemáticas ulteriores. Espléndidos. Del guitarrista británico, en cambio, podemos decir muchas cosas más, pero serían redundancias frente a su impecable carrera. Lo que llama la atención, empero, es que su show esté

dedicado a la obra de Genesis, su exbanda. Esto se debe a que ha realizado una segunda visitación en cd al notable repertorio en que, sobre todo, sonaba la voz de Peter Gabriel. (Hubiera sido redondo si su cantante fuera menos excéntrico y su técnica de micrófono mejor entrenada.) “Los ensayos fueron larguísimos y me hicieron sufrir como hace años no me sucedía”, compartió amable y lúcido en un encuentro previo a su presentación. “Mira, me salió urticaria en la piel y aún no se me quita. Fue mucha presión regresar a estas canciones. Pero estoy muy satisfecho.” Y sí, debe estarlo. Aplauso de pie para Hackett. El segundo día fue para Gran Turismo Veloce, Cast, Änglagard y el sexteto Crimson Projekct (el trío de Tony Levin y el de Adrian Belew). Los primeros son agua fresca en la instrumentación de la Gran Bota. Adscritos a la tradición de grandes vocalistas y pianistas, en su álbum debut Di carne, di anima introducen programaciones, distorsiones y sampleos con gran fortuna. Vestidos con overoles rojos, aciertan a la diana aunque para algunos podrían haber arriesgado aún más. Hay que seguirles la huella, sin duda. Cast, banda anfitriona, dio nota gracias a un cancionero poderoso ejecutado con pericia, en el que brillan todos sus integrantes. Con casi veinte discos a cuestas y aunque podría presentar algunos pasajes de calma y aire, el sexteto apuesta por la fuerza en piezas de gran valor técnico e incluso teatral, humorístico. Lo más importante, creemos, es que tocan con alegría y la transmiten. Además, a ellos se debe la existencia del propio Baja Prog. Enhorabuena. Ya en el teatro las cosas no podían ser más contrastantes. Änglagard, de Suecia, dio una cátedra interpretativa surcando la obra de dos décadas. Increíblemente, el Crimson Projekct hizo lo opuesto: ahuyentó a un sector de fieles seguidores a base de volúmenes irracionales y palomazos excesivos. Incluso hubo gente que discutió a gritos con su ingeniero de sala exigiéndole que bajara los decibeles. Los suecos se preocuparon por sus hijas-canciones; los otros, pese a su enorme solvencia y recursos individuales, por mantenerse en el confort que a cierta altura –bien ganada, es verdad– otorgan nombres y apellidos. El próximo domingo, claro, hablaremos del resto del Baja Prog, un evento único en su tipo al que celebramos y saludamos de nuevo • (Continuará.)

Adrian Belew

BEMOL SOSTENIDO

13


arte y pensamiento ........

21 de abril de 2013 • Número 946 • Jornada Semanal

C

ONFIESO QUE LEO EL horóscopo. Cada mañana, además de leer el correo y las noticias, busco lo que la suerte le deparará a los Libra el día presente. Lo leo de un solo lugar, porque si no, todo se vuelve muy confuso: en una publicación nos aconsejan no tener discusiones, mientras en otra nos avisan que es un día propicio para saldar cuentas con quienes nos han atacado; otro sitio de internet nos regaña por perezosos, mientras que uno más nos dice que hoy es el día de ser prudentes y esperar. Por supuesto todos los horóscopos hablan de romance y de dinero: en unos, es el día de encontrar a la media naranja, pero en otros no es el momento de mostrarse apasionado. Al final, me imagino a toda una multitud de Libras actuando de maneras opuestas según la revista que leyeron, un desastre de destinos y desatinos calculados por astrólogos o por simples redactores sin demasiada imaginación. Los horóscopos son el reino de la vaguedad multicolor. Los domingos cierto horóscopo me aconseja siempre paciencia y prudencia, no vaya a salir a matar a alguien, contagiada de la desesperación dominical. Hay un horóscopo que siempre augura riquezas; lo leo a todas prisas en la cola del supermercado, pues ni loca compraría la revista en la que viene, pero es muy tranquilizador, especialmente si a uno no le han pagado. Según me han dicho, el cielo que contemplan los astrólogos ya no existe. Es como leer los encabezados del periódico de hace un mes, o hace varios siglos. Pero eso mismo le da mucho encanto, por eso lo leo a diario. De hecho, olvido el horóscopo a la media hora de haberlo leído, pero mi incredulidad se limita al horroróscopo, que augura catástrofes. Creo las predicciones cuando me dicen que todo será maravilloso. Hace días, la galleta de la suerte me dijo: “Todos tus problemas se resolverán.” Me impresionó tanta certeza. No sé si mis problemas se han resuelto, pero la fe en la galleta de la suerte podrá seguir, inquebrantable, como el destino de los Libra, las ratas del horóscopo chino, los conejos del horóscopo maya o los árboles del horóscopo celta. Toda una dicha de incienso y campanitas tintineantes. Y es que, como el jefe Abraracurcix, tengo miedo de que el cielo me caiga sobre la cabeza. Será por eso que reenvío cuanto amuleto me llega por internet –excepto cuando viene acompañado de amenazas–, lanzo un poco de sal por encima del hombro izquierdo cuando se derrama y evito cuidadosamente pasar por debajo de las escaleras. A los gatos negros no les temo (y bueno, el mejor amigo de mi ga-

to es negro y encantador, ni modo que lo discrimine), pero sí a las mariposas de aquel no-color, con su empeño en parecer moños fúnebres. Y si tengo la mala suerte de pisar caca de perro, agradezco esa buena suerte que, dicen, sobrevendrá luego del proceso tan desagradable de limpiar el zapato. ¿Por qué hace uno tantas tonterías? No tengo idea, supongo que por impotencia: el cambio climático, la marea negra, la guerra nuclear, el agujero de ozono, el crimen organizado, el crimen desorganizado, las volubles decisiones de los políticos, las fluctuaciones del mercado, los terremotos, el tamaño de Ciudad de México y la basura que se junta, la selección nacional de fut, el comportamiento arrítmico de la compañía de luz: demasiada enormidad. Por eso uno se concentra en la pequeña vida cotidiana y claro, las supersticiones, pequeñas también. En realidad, no son muchas las cosas que se pueden hacer con respecto a los grandes imponderables. Hay quienes dicen que si ejercemos los pensamientos positivos de manera multitudinaria –como mi galleta de la suerte–, las energías se trastocan; cuando escucho esas teorías, me viene a la mente una colonia de hippies concentrados en producir pensamientos positivos en la playa y arrastrados por un tsunami. De ahí los conjuros, las previsiones, ser de los que tocan madera y se angustian cuando hay que neutralizar a la mala suerte en un avión o en el Vips, donde la madera es tan inaccesible como el uranio; de los que a fin de año se sueltan el chongo y cuelgan en la puerta el borreguito, se ponen los calzones rojos, los amarillos y hasta los azules como si se fueran a casar, se comen las uvas, corren alrededor de la cuadra con unas maletas para que les toque viajar (soy de ésos, lo admito), todos esos gestos un poco caricaturescos, fuera del mundo práctico, que nos hacen tan antiguos como nuestros antepasados cuando hacían cábalas mirando al cielo, o como el jefe Abraracurcix •

tumbaburros@yahoo. Twitter:@JorgeMoch

La estulticia tiene curul (i de ii) Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee. Miguel de Unamuno

N

O SÉ SI REÍR o llorar con el video que Humberto Musacchio me pasó por correo y que se puede ver en http://www.youtube.com/ watch?v=XtujMi9XPdY. Tiene cortinilla del portal de noticias y comentarios de adn Político (www.adnpolitico.com) y se titula Diputados no saben sus tres libros favoritos: una colección de cortes de entrevistas hechas a poco más de

media docena de diputados de la actual legislatura, del pri, del pan y del prd, a los que se pregunta el título –como aquella infausta ocasión en que Enrique Peña Nieto siendo virtual candidato hubo de exhibir una supina ignorancia libresca en plena Feria Internacional del Libro de Guadalajara–, de tres libros que importan en sus vidas. Como el hoy presidente, la muestra de legisladores hace evidente que la lectura, actividad primordial para el desarrollo de alguna capacidad de discernimiento, está prácticamente ausente de sus vidas. Caramba, lo bien que le puede ir a uno en este país –puesto público, canonjías, dieta abundosa, guaruras y choferes, autos de lujo, viajes, seguro médico y dental, y además de fuero y sueldazo los más jugosos bonos que se pueda imaginar y así–, aunque sea uno analfabeta funcional, fanático fundamentalista o estar en la escala de la evolución apenas un peldaño arriba del más cateto de los antropopitecos. Basta colarse a una curul. El video inicia con la petición idéntica para cada uno: “Menciona tres libros que marcaron tu vida.” Las respuestas son un muestrario de estupidez, de mediocridad y hasta de fanatismo religioso, que no de cultura. Ni siquiera de una medianita capacidad de lectura de comprensión, o de mnemotecnia pueril: varias de las respuestas equivocan títulos o autores, son buscapiés, cola a ver si pega y evitar la peliaguda dificultad de la cita exacta. Destaca para empezar Darío Zacarías Capuchino, exmunícipe de Acolman y representante, al menos en actas, de los votantes del distrito electoral cuya cabecera es Otumba, en el estado de México. Dice estar leyendo El principito aunque desde luego ni el intento hace de pronunciar el nombre del autor. Su segundo libro favorito, del que afirma con enjundia “compartir muchas cosas que enseña” es… la Biblia. El tercero, después del catecúmeno desbarro, ya ni lo menciona. Saint-Ex seguramente dio una violenta vuelta en su tumba, allá en el fondo del mar. La segunda antilectora, y única de la triste muestra que es incapaz de citar un solo título, aunque fuese la tan

manoseada Biblia, es la también priísta Maricruz Cruz Morales, quien ya había sido diputada federal antes, en la lviii legislatura (esta vez Madero es el que se ha de estar revolcando en la tumba, por aquello de la no reelección). Doña Maricruz se tira a cuadro un patético, para decirlo en vernáculo, choro con el que pretende evitar tener que decir un título o un autor. “O te dedicas a ser dirigente social, o te dedicas a hacer propuestas, o te dedicas a leer”, dice convencidísima de que tiene todo el derecho a ser legisladora sin tener que abrir un libro. Luego se lo piensa y dice que le interesan sobremanera los que “se refieren a la Historia de este país”. Afirma que ha leído “varios, poco de muchos, una gran combinación…” pero sin un título que valga. Es, por cierto, una de los veintisiete legisladores priístas (e insisto, segunda vez al bate) que no tienen título universitario. El tercero es una joya, el panista Francisco Pelayo Covarrubias, conocido en Baja California como “Pancho Pelayo”, promotor de una ley que acote el anonimato en las redes sociales para, aduce,“evitar la difamación”. Pelayo es señalado por el semanario tijuanense Zeta de enriquecimiento inexplicable a la sombra de su tío… el gobernador. Ahora flamante diputado, Pelayo, afirma campechano: “No soy una persona muy afecta a la lectura.” Y de plano de los libros dice: “no recuerdo los títulos, pero tengo por ahí alguno…” ¿Esos son algunos de los analfabetos funcionales que votan reformas educativas? Sí, quizá por ello sin cuestionarlas. ¿Esos son los oligarcas y medieros que legislan sobre el trabajo de los mexicanos?, pues claro, porque difícilmente han sudado un despido en su pinche vida. Son en su mayoría criaturas mediáticas, infladas con campañas publicitarias a su vez alimentadas con dinero sucio, casi siempre chupado con el popote de la corrupción. Por eso votan lo que les mandan sin chistar, o promueven censura y represión. Decía Teresa de Ávila: “Lee y conducirás, no leas y serás conducido”, y a nosotros nos conduce un hato de bestias. Y es culpa nuestra • (Continuará.)

CABEZALCUBO

Supersticiones

Jorge Moch PASO A RETIRARME

Ana García Bergua

14


15

........ arte y pensamiento

Jornada Semanal • Número 946 • 21 de abril de 2013

Juan Domingo Argüelles

La poesía de Silvia Eugenia Castillero INGULAR Y RIGUROSA EXPERIENCIA verbal” deno“catedral S mina Ernesto Lumbreras al nuevo libro, En un laúd-La (2012), de Silvia Eugenia Castillero, poeta que suma este volumen a otras obras suyas también rigurosas y de excelente lirismo. Desde sus libros anteriores (Como si despacio la noche, 1993; Nudos de luz, 1995; Zooliloquios, 1997; Historia no natural, 2004, y Eloísa, 2010), Castillero ha ido construyendo una obra poética en cuyas páginas sobresalen el excelente uso del lenguaje, la depuración de la palabra, el ritmo, el símbolo y el certero significado. En un laúd-La catedral (publicado por el Fondo Editorial Estado de México, y con el cual obtuvo el segundo premio del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz en 2011), más que describir la arquitectura, su entorno y los seres humanos que le dan vida, lo que hace Castillero es erigir con palabras ese universo de música congelada: “Tocada en un laúd/ –de piedra la catedral./ En un jardín el laúd vocaliza/ la expansión de un salmo/–catedral./ Toca el laúd donde hay un jardín,/ no hay piedra –ni construcción–/ es la cuerda: vibra en el vitral/ el quiebre con la plegaria./ Notas de flauta bocetan ojivas,/ plañidera del canto./ De piedra las quimeras/ –gorgonas, muchachas–/ versiones encontradas: veneno y misericordia:/ gárgolas de la catedral./ Nos escupen. Si solea sobre la piedra/ son indiferentes./ En el jardín –sobre el ocaso. En ángulo agudo. Un laúd.” Silvia Eugenia Castillero es, además de editora (dirige la revista Luvina de la Universidad de Guadalajara), una traductora excelente de poesía, que conoce plenamente el lenguaje. No es casual que su poesía esté llena de sonoridades, aliteraciones y finos ecos que rebotan en la piedra

maciza del idioma.“Vibra en el vitral el quiebre con la plegaria”, dice por ejemplo, y el vibrar no sólo lo escuchamos sino que lo vemos: hace visible un verbo auditivo, y de esta misma manera hace táctil (en la piedra, en los relieves, en las ojivas) la música del laúd, instrumento de raíz árabe como las manos que construyeron tantas catedrales. Mientras leía los poemas de En un laúd-La catedral, recordé muchos momentos de mi lectura del clásico del hermetismo El misterio de las catedrales, de Fulcanelli. Así como Castillero nos conduce, paso a paso, del pórtico a la cripta, Fulcanelli hace lo propio y nos dice:“La catedral es el refugio hospitalario de todos los infortunios... Es asilo inviolable de los perseguidos y sepulcro de los difuntos ilustres. Es la ciudad dentro de la ciudad, el núcleo intelec-

Luis Tovar

JORNADA DE POESÍA

tual y moral de la colectividad, el corazón de la actividad pública, la apoteosis del pensamiento, del saber y del arte.” Castillero nos guía y canta: “Desde la altura/ el santo de mirar/ translúcido abastece de luz/ al templo. Monolito vertido en/ incienso hacia los puntos cardinales,/ captura los rayos del sol. Sus ojos/ trafican brillos de cuarzo y ágata/ con siete árboles rojos/ dentro y en su tronco/ un tinte de piel salpicado/ de opacidad: Mirada de color/ sanguíneo, con círculos casi artificiales./ Por la espalda se llega al santo,/ sus ojos en la perfección/ se vuelven pura bóveda.” La bóveda es la del cielo, pero también la de la catedral: la de un mundo dentro de otro mundo (“ciudad dentro de la ciudad” dice Fulcanelli), que del modo siguiente nos la muestra Silvia Eugenia:“No comprendo esa cara,/ cristal, pura luz/ ¿es mirada deshilada?/ Frontera que toca/ la bruma de mirarnos/ ¿lleva un rumbo?/ Es un escalofrío trepando mi cuerpo/ furtivo, insólito,/ contorno afilado con fechas./ Estrangula –me coloniza–/ se extingue en mí./ Es perfección aislada:/ temblor de vocales,/ anuncio del aire/ –muralla./ Anchura del tiempo./ No comprendo esa cara,/ acrobacia en los ojos/ para subir a la bóveda./ Y los reflejos tartamudean./ Un rostro incomprensible/ arde contra el cielo.” Poesía táctil y música pétrea. Con ellas, Castillero nos conduce hacia las puertas del secreto o de los muchos secretos y milagros de esta ciudad dentro de la ciudad, que bien puede ser la catedral de Notre-Dame. Con su guía poética, nos descubre “rosas furtivas”, “diablos disueltos en el polvo de los siglos”,“diablos ígneos”,“diablos aéreos”, “pliegues que se hunden en aceite”, ríos de piedra, olas de luz, colores, rezos, máscaras y, por supuesto, reflejos, destellos, relámpagos: la piedra que es gota o es esfera, sueño, gárgola y pesadilla “en el último nivel de la luz” •

CINEXCUSAS

cinexcusas@yahoo.com

Construir el pasado Entre zancas y parnas El propio Carlos Hagerman ha dicho que, al principio, lo que había pensado hacer era una película de ficción, pero que pronto –y muy para bien– se dio cuenta de que esa historia no podía ser mejor contada que por sus protagonistas verdaderos. Ese fue el primer paso para llegar a lo que habría de convertirse en Vuelve a la vida (2012), largometraje documental con el que Hagerman debuta con fuerza y con el pie derecho. Armado como una sinfonía, el filme encuentra su soporte estructural en la vida y milagros de alguien conocido como el Perro Largo, concretamente en un episodio memorable de su vida: el día en que dio pesca a un tiburón en las playas de Acapulco. Como suele suceder con las buenas historias, ésta de apariencia más que sencilla va poco a poco desdoblándose hasta convertirse en un fresco que permite recuperar, por medio de la oralidad y las imágenes, la memoria de unos días idos pero no del todo.

El mayor acierto de Vuelve a la vida es la elección y puesta en práctica de un punto de vista sólido y consistente: la evocación del Acapulco de los años setenta del siglo pasado va, poco a poco y deliciosamente, trazando el perfil más que de un lugar y un momento específicos, de una manera particular de habitar el mundo. Los protagonistas de la historia, todos ellos deudos, amigos o conocidos del Perro Largo, desgranan sus recuerdos, traen al presente sus anécdotas y, al rememorar, re-viven lo vivido y logran, a punta de espontaneidad y de ser fieles a su propia experiencia, que el público se identifique con todo aquello, gracias al acto humano por excelencia: el de contar y/o escuchar una historia. Lúdico, juguetón, desenfadado y ocurrente –como dicen que fue en vida el mítico Perro Largo–, y ya que tenía disponibles prácticamente a todos quienes vivieron la experiencia de pescar al tiburón, Hagerman se dio el gusto de reconstruir aquella tarde imborrable de cerveza, ceviche, canciones del Acapulco Tropical, el Costa Azul de Rigo Tovar y, claro, la muy simbólica de conocido estribillo “tiburón, tiburón; tiburón tiburón; tiburón a la vista, bañista…”. Se dio también un par de gustos más: mantener a flote un pasaje de la memoria colectiva que es la mar de simpático, así como hacer un documental que parece estar conectando con el público.

Borgiana en Zacatecas Desde su anterior trabajo –Zacateco (labor vincit omnia), de 2010–, Iván Ávila Dueñas dejó claro que para él no representa dificultad alguna expresarse con fluidez tanto en la gramática del cine de ficción como en la del documental. Antes de Zacateco…, documental histórico, había filmado las ficciones La sangre iluminada (2007) y, previamente, su ópera prima en largometraje, Adán y Eva todavía (2004). En las tres había dejado también claro que lo

suyo no es, ni de lejos, cualquier variante del convencionalismo sino, muy al contrario, que su visión de la obra cinematográfica es de las que demandan una participación alta y activa del espectador. La vida sin memoria parece dulce (2012) es quizá la prueba más acabada de lo antedicho: documental que es ficción, pero también exactamente lo contrario, la cinta está armada prácticamente en su totalidad con pietaje proveniente de la recuperación de viejísimas filmaciones familiares. Encabezado por Ávila Dueñas, un grupo de trabajo dedicado precisamente a la recuperación y restauración de materiales de esta naturaleza dio pauta a la posibilidad de reutilizar aquellas imágenes, en este caso no sólo para efecto de hacerlas visibles una vez más sino –y en ello consiste el gran acierto del director– para construir con ellas una historia plausible y verosímil, no obstante el hecho indubitable de que dicha historia nunca fue. Da por pensar en Borges, por aquello de que nada resulta más maleable que el pasado. En manos de Ávila Dueñas, las imágenes desleídas, casi por completo des-referenciadas, de alguna manera anónimas si se les pretende ubicar con precisión absoluta bajo las coordenadas del quién, del cuándo y, sobre todo, del qué y del para qué, se vuelven extrañamente paralelas y se cargan de significado, adquieren un por qué al que no le importa –porque no lo necesita– saberse anclado en eso que todos estamos de acuerdo en llamar “realidad”. En esto consiste, como es más que evidente, el acierto mayor del filme: en proponer la tesis de que ficción y realidad pueden ser –o de hecho son– zonas de la mente absolutamente permutables, maleables, y que dicha intercambiabilidad puede incluso trasladarse a un soporte externo, como es una cinta fílmica, siempre que se tenga la habilidad para construir el pasado •


ensayo

21 de abril de 2013 • Número 946 • Jornada Semanal

16

Norma Ávila Jiménez

A

yer cayeron del cielo tres tráilers (y no es trabalenguas) de 36 a 38 toneladas de peso; hoy caerán otros tres. Pareciera que se habla de secuencias de alguna película surrealista o de ciencia ficción, pero se trata simplemente de imaginar cómo se vería el equivalente al total de la masa de material celeste que diariamente cae a la Tierra, según la información brindada por la doctora Guadalupe Cordero Tercero, investigadora del Instituto de Geofísica de la unam . La mayor parte de estos micrometeoritos y meteoroides (pedazos de hasta 50 metros de diámetro de asteroides o cometas) no son detectados porque son pequeños, comparados con otros cuerpos planetarios. Además, en ocasiones los astrónomos no los ven porque los telescopios están dirigidos en una dirección diferente a la trayectoria de los intrusos celestes, o no reflejan una cantidad de luz solar suficiente. Y es cuando nos toman por asalto, como a la ciudad de Chelyabinsk, Rusia, el pasado 15 de febrero, cuyos habitantes observaron que algo semejante a la bola de fuego plasmada por Giotto en La adoración de los magos entró a la atmósfera terrestre a una velocidad de 64 mil kilómetros por hora –según la página web nasa Science. La energía resultante de la explosión, equivalente a veinte bombas atómicas como las detonadas en Hiroshima y Nagasaki, rompió ventanas, rostros y la cotidianpidad. La intención no es quitar el sueño, pero Cordero asegura que 40 mil toneladas de estos objetos entran cada año a la Tierra. Algunas estimaciones señalan que cada dos días y medio, en algún lugar de nuestro planeta cae un meteoroide de un metro de diámetro, probablemente en los océanos o en zonas poco pobladas ‒por ello no se reportan‒, uno de diez metros cae cada dos años; uno de sesenta, cada doscientos años; el que mide cien metros de diámetro atraviesa la atmósfera terrestre cada seis siglos; el de un kilómetro se impacta cada 200 mil años, y el de diez kilómetros, cada 62 millones de años.

Esto último coincide con el tamaño del asteroide o cometa que cayó en Chicxulub, Yucatán, y con la estimación temporal, ya que ocurrió hace 65 millones de años. Además de dar lugar a un cráter de 180 kilómetros de diámetro, generó una extinción masiva de especies, entre otras la de los dinosaurios que no evolucionaron en aves. El tiempo se ha cumplido: ¿pronto nos llegará otro asteroidazo o cometazo? Aunque es muy baja la probabilidad de que eso suceda, astrónomos de todo el mundo están atentos a un asteroide de 325 metros de diámetro, llamado 99942 Apophis que, siguiendo su órbita, se ubicará a sólo 30 mil kilómetros de la Tierra en abril de 2029 (a modo de comparación, la distancia media entre nuestro planeta y la Luna es de 384 mil kilómetros). Los antiguos egipcios consideraban a Apophis un dios oscuro, enemigo del Sol, una serpiente de mirada hipnotizante. Esto suena amenazante, pero las últimas observaciones señalan que la onda de choque del asteroide no serpenteará en la Tierra y que, de hacerlo, detonaría el equivalente a la energía de miles de bombas atómicas. Sin embargo, la investigadora universitaria asegura que no pueden descartarse los jalones gravitacionales, esto es, la fuerza de gravedad ejercida por otro cuerpo celeste sobre Apophis, lo que puede cambiarle la órbita; “por lo tanto es necesario vigilarlo constantemente”. Como los terrícolas quieren continuar viendo estrellas (es decir, las de a de veras), volver a escuchar la Consagración de la primavera, ver caer récords olímpicos y tomar cerveza, han creado programas como el Near Earth Object ( neo ) Program, de la nasa y el neo Shield de la Agencia Espacial Europea ( aee ), dedicados al estudio y detección de cometas y asteroides con el fin de proteger al planeta. Entre las estrategias para desviarlos está el denominado Impactador cinético, proyecto impulsado por la aee , que consiste en el envío de un vehículo espacial a altísima velocidad

hacia el objeto, para hacerlos chocar y lograr el cambio de su órbita, según informa la página web de la compañía Astrium, consorcio industrial especializado en navegación de satélites y naves, involucrado en el proyecto. Asimismo, en ese portal se incluye el proyecto Tractor gravitatorio, que plantea la posibilidad de colocar un vehículo muy cerca del cuerpo extraterrestre peligroso el tiempo necesario para ejercerle un jalón gravitatorio capaz de desviar su órbita. El Instituto Carl Sagan, en Estados Unidos, trabaja en este concepto. La utilización de la presión de la radiación solar es otra alternativa. Sung Wook Paek, graduado en el Massachusetts Institute of Technology, ha sugerido bañar completamente el asteroide con una pintura altamente reflejante, con la intención de que la luz del Sol “rebote” de la superficie. Este “rebote” empujará al asteroide gradualmente hacia otra órbita que lo aleje de la Tierra. Las colisiones con esos pedazos de hielo seco o rocas gigantes han dado lugar a una de las hipótesis sobre el origen de la vida en el tercer planeta del Sistema Solar: la denominada litopanspermia, según la cual las semillas de la vida –moléculas prebióticas (que dieron origen a las primeras células) e incluso microorganismos‒, llegaron a la Tierra provenientes del espacio en cometas y asteroides, como aseguran Dolores Maravilla y Armando Rodríguez en la revista ¿Cómo ves? de febrero pasado. Entre otros datos, señalan que en las últimas décadas se han detectado aminoácidos (moléculas orgánicas) en muestras de polvo cometario y asteroidal capturado en la atmósfera terrestre. ¿Eso significa que nuestro adn tiene rasgos extraterrestres? La caída de material cósmico a la Tierra no siempre significa fatalidad. Además, los fragmentos hallados ofrecen valiosa información sobre el Sistema Solar, y cuando entran a la atmósfera como lluvias de estrellas se convierten en pinceladas cósmicas, bálsamo o gozo infinito •

Ilustración de Juan Gabriel Puga

Los tráilers que caen del cielo: meteoritos


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.