La Jornada Semanal

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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 23 de junio de 2013 ■ Núm. 955 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

Intelectuales públicos y telectuales R afael B arajas , el F isgón R ilke : resistir lo es todo

Gustavo Ogarrio


bazar de asombros DE MIGRANTES, CHERIFES Y CONCILIACIONES (II y última ) Nociva como todas las hegemonías, la del pensamiento neoliberal basa las pretensiones de su absolutismo y su inaceptable “superioridad teórica” en una serie de mitos esgrimidos a manera de axiomas, al mismo tiempo que descalifica cualquier idea y acción política fuera de su ámbito ideológico y pretende erigirse “como interpretación política de la historia y de los pueblos sometidos en nombre de valores neoliberales”. Al análisis de las raíces y la forma de operar del redentorismo neoliberal, tan vigente en México, así como a la exhibición de sus voceros y jilgueros –hoy conocidos también como telectuales–, se dedican los ensayos de Gustavo Ogarrio y Rafael Barajas. Publicamos además un texto de Marcos Winocur sobre Rainer Maria Rilke y la capacidad de resistir, así como un artículo de Annunziata Rossi sobre la última voluntad de Pirandello.

Hugo Gutiérrez Vega

Los enumero:

su cultura nativa, y deben ser, además, auxiliados

Una lengua es una cosmovisión y encerrarse en

verdadera angustia, no sea traumático y se instale

1. En primer lugar, debemos aspirar al bilingüismo. ella, mientras a nuestro alrededor late otra visión

de la realidad, es una actitud empobrecedora y li­ mitante.

2. Crear los centros culturales en los que puedan

convivir las manifestaciones de la alta cultura y las

importantes formas del folclor, tanto las del país nativo como las del nuevo país.

3. Fomentar la consolidación de una filosofía que

favorezca la conciliación entre las dos culturas.

Esto permitirá a los migrantes conservar los rasgos de su primera cultura y enriquecerse con los aspec­ tos más valiosos de la nueva. Por eso vale la pena

para que el cambio cultural que viven, a veces con de una manera natural, como todas las cosas del humanismo, en el terreno de la conciliación. Es

claro que las universidades tienen un papel pre­ dominante en esta empresa que se ve agravada por

la falta de elementos educativos de unos migran­ tes que, asediados por la pobreza lacerante y pa­

deciendo los extremos de la ignorancia (aunque son dueños de una cultura ancestral) abandonaron su país con muy pocos elementos de defensa de

caracter intelectual. Las universidades tienen que

analizar estas contradicciones que, en última ins­ tancia, nos llevan hasta la necesidad primaria de la alfabetización.

Alguna vez soñamos con los institutos de cultu­

repetir hasta el cansancio los términos de bicultu­

ra que México debía echar a andar en Estados Uni­

debe ser aceptada y fomentada por las dos culturas.

go. Ahí terminó el impulso. Hay que retomarlo bajo

ralismo y bilingüismo. Es claro que esta política

De lo contrario se agudizará el conflicto y, en lugar de la conciliación, prevalecerá el rechazo.

La Estatua de la Libertad recibió a los pobres del

mundo. Ahí empezó a sazonarse el humanismo

dos. El proyecto llegó hasta San Antonio y Chica­

el signo de la conciliación. Pienso en un instituto que enseñe español e inglés, que hable de los es­ critores de las dos cosmovisiones, que dé clases de son huasteco y de blues y jazz.

Tal vez el país que recibe a esos migrantes quie­

del melting pot. Los miles de refugiados políticos

ra poner algo de su parte para que el sueño de la

José Gaos llamaba a los refugiados españoles em­

recordar la tercera palabra del lema de la Revolu­

encontraron en México una nueva patria. Por eso patriados o transterrados.

Vivimos los horrendos tiempos de los Arpaio,

pero Lincoln, Emerson, Thoreau, Roosevelt, Juá­ rez y Cárdenas están vivos en la historia. Busque­ mos que sigan vivos en el presente.

Los organizadores de esta jornada de reflexión

sobre un fenómeno de antropología social y cultu­ ral en su convocatoria hablaron de “continuidad y cambio cultural”. A mí me interesa insistir en la

palabra conciliación y en todos los sentidos que

tiene, pues se trata de un hermoso vocablo que en­ gendra un concepto de estirpe bíblica. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

23 de junio de 2013 • Número 955 • Jornada Semanal

conciliación se realice. En esta tarea es urgente ción francesa: fraternidad. Estos problemas de

urgente solución pertenecen a la esencia espiritual del humanismo, al principio contenido en la frase

evangélica: “amaos los unos a los otros”. Heme

aquí, hablando de amor en un mundo deshumani­ zado y en medio de una jornada reflexiva sobre la

pérdida del hogar y la urgencia de tener un nuevo

hogar. Busquemos la continuidad y el cambio en ese enorme grupo de vidas humanas.

Feria Internacional del Libro, Los Ángeles, abril de 2013

Los migrantes deben ser apoyados en su bús­

queda de la continuidad y el enriquecimiento de

jornadasem@jornada.com.mx

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Portada: Hoyo negro

Collage de Marga Peña

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creación

Jornada Semanal • Número 955 • 23 de junio de 2013

El vicio impune

Vilma Fuentes

de la lectura

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l azar es, acaso, el mejor de los guías. Apenas escrita y publicada aquí, en La Jornada Se­ manal, una crónica sobre Valéry Larbaud, apareció en estas páginas un texto de Her­ mann Bellinghausen consagrado al volumen Cómo hablar de libros que no se han leído, escrito por Pierre Bayard, donde hace el elogio del sutil arte de no leer. Imposible no pensar, más por disociación que por asociación de ideas, en una de las mejores obras de Valéry Larbaud, cuyo título es en sí mis­ mo una proclamación y un hallazgo: Este vicio im­ pune, la lectura. Lector excepcional, amoroso de libros, textos, páginas escritas, inéditas o publicadas, a semejan­ za de un drogadicto que por una nueva dosis está dispuesto al crimen, Larbaud reconoce que su pa­ sión es un vicio, aunque, de inmediato, con la son­ risa de la inteligencia y la prudencia del hombre preocupado por su confort, acopla irónicamente a la palabra “vicio” la de “impune”. Algunas civili­ zaciones, no todas, toleran ciertas perversiones. La lectura es una. “He sacado mucho provecho de ella, y sigo sacando”, dice Larbaud advirtiéndonos que caeríamos en un grosero error si no nos abandona­ mos a este vicio que procura exquisitos placeres. Alfonso Reyes no se equivocaba. Su amistad con Larbaud reposa en un mutuo entendimiento, don­ de se reconocen de inmediato los adeptos, o los enfermos, según la mirada con que los ven los otros o la mirada de ellos sobre sí mismos cuando admi­ ten que su pasión es un vicio. Marcel Proust, lector voraz, escribió profundas páginas sobre esta voluptuosidad. Si hay sensuali­ dad, en la civilización judeocristiana podría ser vicio. La sensualidad no es el primer mandamiento del decálogo. El erotismo estaría más bien colocado en la lista de los pecados capitales, al lado de la lujuria. ¿Un vicio la lectura? Sin duda. Se trata de un placer solitario. Una persona que goza a solas no puede negar que se satisface en secreto, lo cual también puede ocurrirle llevar a cabo con otro órgano para acceder a placeres aún más solitarios. La soledad del lector no es to­ tal. Quien abre un libro y pasa las páginas olvidando el tiempo que pasa, ¿con quién se encuentra a solas? Solo, pero con un libro. Con palabras impresas en papel, o ahora en una pantalla. ¿Con quién se en­ cuentra, dónde está? En ninguna par­ te. Fuera del tiempo, fuera del espa­ cio, se halla en ese territorio que debería ser prohibido si no lo está ya: la lectura. ¿No lanza un desafío a las leyes de lo real? Pecado y transgre­ sión supremos, más graves que co­ mer la manzana ofrecida por la ser­

piente a la ávida curiosidad de la primera mujer, Eva, pronto seguidos por el primer hombre, Adán, dócil marido, a quien sus descendientes deben la expulsión del Paraíso. Cuando Larbaud habla de vicio, lo quiera o no, recuerda que la lectura, como el árbol de la ciencia del bien y del mal, da frutos prohibidos. Acaso por ello su inconsciente se apresura a rectificar y lo ha­ ce escribir: vicio impune. ¿Dónde se encuentra el vicioso lector? En ninguna parte, si es necesario designar así el lugar donde el lector comparte un espacio imaginario con aquel que existe invisible, y no existe: el autor. Cierto, hablamos de escritores, hacemos sonar nombres propios, iden­ tidades, libros. Sabemos, no obstante, que nadie sabe nada de Homero, ni del autor de Las mil y una noches, y que la identidad real de Shakes­ peare se ha puesto a menudo en duda. Qué importa el autor, sólo el libro existe. La soledad del lector

no se comparte con un autor invisible. Se comparte con lo invisible, lo inasible, lo inexistente, es decir, el ser. Hay palabras, luego hay sentido. Pero eso no puede tocarse. Milagro de la escritura y del lengua­ je: dar presencia a lo que es sin tener necesidad de existir. A menudo se llama a esto lo imaginario. Fantasía, sueños, literatura, nada es real en esos territorios, tal vez. Precisamente por eso, más allá de lo que sucede en lo real, la escritura es la última llave que abre la única puerta al infinito con pers­ pectivas menos estrechas que lo real, lo cual no es ni la realidad ni la verdad sobre nuestra existencia. Quizás está prohibido abrir esa puerta. El vicio es a veces castigado. Pero Lar­ baud era de carácter jovial y optimista: nunca temió abrir esa puerta a su antojo, según su capricho o su deseo. No era una persona que se jactase de haber leído un libro que no hubiera leí­ do. Dejaba esta vulgaridad a los esnobs y a los pedantes. A quie­ nes leen un libro como un traba­ jo. Él no leía sino por gusto, para su placer. Al extremo de imaginarse, acaso, culpable de un vicio. Tanto placer, en nuestro mundo, no puede concebirse sin ser culpable. Pero Valéry Larbaud, el poeta de Barnabooth, no toleraba la idea de sentirse culpable y desa­ fiaba todas las prohibiciones: impune. Incluso si su adorable madre, quien manejaba la fortuna familiar, le limitaba el dinero alarmada por haber dado a luz a un hijo apasionado por la literatura, la lectura y la escritura en vez de ocuparse de cosas serias: los ingresos que daban los manantiales de aguas minerales. Fuentes, sobre todo, de la fortuna que, por su parte, él no hacía sino dilapidar, tal el hijo pródigo del cual habla con lucidez su amigo André Gide. Antes que Kerouac, quien era pobre, o Bu­ rroughs, de familia rica, Larbaud, como Gide, de familias muy ricas, eran ya drop out, como lo serían más tarde los jóvenes beatniks estadunidenses. La lectura, vicio impune, droga dura, les comunicó una ebriedad, un éxtasis, que volvió sosa cualquier otra experiencia del placer. ¿Puedo terminar confesando que, ya adulta, hacia mis treinta años, lectora empedernida y endurecida por ese mismo vicio, no pude evi­ tar que se me humedecieran los ojos al llegar a las últimas páginas de Fermina Márquez? La lectura de esta breve novela me devolvió la gra­ cia de la inocencia, lavándome del pecado original, al menos el mío, para devolverme la capacidad del asombro. El asombro de sorprenderse ante lo real, tan secreto y enigmático en su evidencia por lo imaginario que encierra •

Ilustración de Huidobro


Rilke: resis

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Marcos Winocur I

L

as Cartas a un joven poeta de Rainer María Rilke (1875-1926) fueron publicadas en 1929 por su destinatario, Franz Xaver Kappus. La primera misiva de Rilke, que abre el libro luego del pró­ logo de Kappus, está fechada el 17 de febrero de 1903, hace ciento diez años. Un breve libro que, como po­ cos, ha influido en las letras del siglo xx . Desde en­ tonces, entre tantos que han alzado la pluma en nom­ bre de la literatura, difícilmente se encontrará quien lo ignore. Las Cartas... no se refieren únicamente a poesía sino que son un documento universal, una reflexión lindante con la filosofía, elementos para una ética. La pregunta inicial de Kappus sobre si sus versos son buenos deviene en esta otra: ¿cómo vivir? El intercambio epistolar fue iniciado entre el “jo­ ven poeta” hacia sus veinte años y Rilke, el “poeta viejo”, frisando los veintisiete, edad que tenía en 1903. Kappus se decide a escribirle después de leer uno de sus libros de poemas, “confiándome sin re­ servas, tanto como nunca antes ni después lo hice con ningún otro ser”, confiesa en el prólogo. Tal vez sea por ello, por pudor, que Kappus no incluyó en el libro el texto de sus propias cartas. Y ha sido un error: nos ha privado de una clave para comprender a cabali­ dad al Rilke de aquellos años. En efecto, cuando la correspondencia se prolonga, una parte de cada misiva es explícita y otra alude a lo dicho en las anteriores, van formando un único cuerpo y aquí nos falta la mitad, las cartas escritas por uno de los dos corresponsales. Con un agravan­ te: Kappus es alumno y escribe desde la misma es­ cuela militar donde Rilke ha cursado estudios años atrás. Creo que esta identidad hace que Rilke se diri­ ja a un Kappus que Rilke fue, y Kappus a un Rilke que Kappus quiere ser. Cada uno dialoga con el otro y consigo mismo, las cartas del joven poeta cobran así un sentido que más nos hace lamentar la ausencia de esa mitad. Y hay más. La última misiva publicada en el libro es de 1908. “Después ‒Kappus informa en el prólo­ go‒ la correspondencia fue mermando paulati­ namente.” Entonces, aun reduciendo el libro a las escritas por Rilke, ¡faltan cartas! Faltan las posterio­ res a la última publicada de 1908. Que no por menos frecuentes han de ser excluidas, desde luego.

II Unos tres años antes de comenzar la correspondencia, Rilke ha escrito el “Réquiem para el poeta Wolf von Kalckreuth”, suicidado a la edad de diecinueve. Ese hecho lo ha conmovido profundamente y pienso que influye en nuestro autor para decidirse a mantener el contacto con Kappus, otro joven poeta. La línea final del “Réquiem” dice: “¿Quién habla de victorias?

El resistir lo es todo.” Naturalmente, se trata de no esperar de la vida los éxitos y que ellos la justifiquen, sino más bien un objetivo modesto: oponer resisten­ cia. ¿A qué o a quién? Al impulso tanático que llevó a Wolf al suicidio. Se me ocurre que la enseñanza ril­ keana conduce a hermanarse con la muerte a fuer de resistirla cotidianamente. No a descargar sobre ella el odio. Sabiendo que la última cita le pertenece, dejarla crecer en la interioridad hasta colmar al individuo que supo resistir la tentación de convocarla antes de tiem­ po, y así la muerte sea consagración de la vida. Freud, Rilke, Jacobsen, Heidegger, desde luego, la idea de la muerte está flotando en el aire para un siglo xx temible: el de los conflictos bélicos, inconta­ bles entre naciones y al interior de ellas, y las dos guerras mundiales. La muerte deja de ser en Europa una idea de psicoanálisis, de poemas, de filosofía o de literatura, para aterrizar, con violencia y magni­ tud nunca antes vistas, en 1914 y en 1939. ¿Qué hará Rilke? La respuesta está nítida en las Cartas..., y será el eje central de su vida: revalorizar la soledad. Es la vuelta del individuo sobre sí mismo para salvarse y a la vez explorar riquezas descuidadas como son los recuerdos de la infancia. Y sobre todo, la huida de un mundo invivible. La primera guerra mun­ dial fue, en palabras de Karl Kraus, “el ensayo del fin del mundo” al cual todos estuvieron invitados. Rilke rehúsa asistir y hace de la interioridad su escudo. Lla­ ma a recuperarla: “somos solitarios”, insiste en las Cartas... Así, ella pertenece a la naturaleza humana, no sólo protegerá de las contingencias, sino que es la autenticidad misma: “reconocer que somos solitarios, más: partir de ello”, subraya.

III ¿Está Rilke consciente de su inútil búsqueda, la casa paterna que nunca tuvo ni tendrá? De sus viajes, de sus múltiples cambios de domicilio, surgen proviso­ rios paraderos pero no el hogar. Así, el niño y el ado­ lescente se proyectan sobre quien, continúa su poema “Harbstag”, sigue solo y solo quedará, reducido a leer desvelado y escribir largas cartas... Ni primavera, ni amor, ni ruidos. En una página de su manuscrito El testamento, Rilke da cuenta de esos peligrosos enemigos. Desde luego, no son los únicos: la guerra, la “ciega zarpa de la guerra”, que tanto llega a movilizarlo para la reserva como le im­ pide desplazarse a París, su ciudad amada. Y también las visitas no deseadas, y todas son no deseadas. Y ciertos estados anímicos como “el disgusto por lo no realizado”, y la lista no se agota. Pide una tregua, declara que su trabajo está en contradicción con su vida. Es a no dudarlo una neu­ rastenia. Pero bienvenida sea si se salda con las pá­ ginas escritas por Rilke. Por ese motivo, las personas

cercanas, que lo conocen y lo quieren, como Lou An­ dreas Salomé, lo disuaden de consultar psicólogos. Su neurastenia, como la de tantos grandes creadores, no ha de ser atacada con terapias castrantes; sólo es preciso encontrar las vías de convivencia, de hacerla cómplice. Puede pensarse que el solitario lo está incluso en medio de una multitud por su capacidad de abstraer­ se. Pero nuestro autor va más allá y concibe la so­ ledad como hecho físico aconsejable no sólo a los poetas, sino a los jóvenes en general frente a la expe­ riencia de las experiencias: el amor. Es algo que de pronto se les da y no están preparados para recibir, y sólo podrán lograrlo a través de un largo período de profundo y acrecentado aislarse. Rilke no habla aquí de la soledad como naturaleza del hombre, sino del hecho físico del enclaustramiento como requisito del aprendizaje amoroso. Y nuestro autor agrega: “Perderse en el otro en la entrega y en la unión (en todas las formas) no es todavía para los jóvenes, y en esto yerran muy a menudo y muy gravemente (la impaciencia es propia de su naturaleza).” Es un Rilke poco menos que monástico, difícilmente compatible con la época altamente erotizada que nos toca vivir. Y en cuanto a la soledad diagnosticada para el crea­ dor, de lo cual se ocupa largamente en las Cartas..., nuestros tiempos la hacen pedazos con la literatura


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stir lo es todo light por un lado y, por el otro, con el incesante par­ loteo de los medios. Como ruido, la sierra que des­ velaba al poeta elevada a la enésima potencia. Como metralla mental, ni hablar. Por lo demás, la soledad fue sentada en el banqui­ llo de los acusados. Será en la generación siguiente cuando otro grande de la lengua alemana, Thomas Bernhard, quien respeta y valora la obra de Rilke, consagre su novelística a develar los resultados ac­ tuales de la soledad. Claro, se trata de la impuesta al individuo desde el exterior. No la que proviene de una libre elección, sino del agobiante mundo actual. Y esos resultados son dos: locura y suicidio. Así los personajes de Thomas Bernhard, quien, por lo de­ más, fue un solitario recalcitrante. Ahora bien, la soledad del poeta es para Rilke tan esencial como creativa, alcanzando el desarrollo más alto de la condición humana, soledad distinta de quien se retrae y se encierra para esquivar los “golpes de la vida”. Todos nacemos solitarios, algunos pocos llegan a poetas o artistas, se desprende del pensa­ miento rilkeano. Muchos son los llamados, pocos los elegidos. De todos modos, el panorama es múltiple y diverso. La soledad como naturaleza del hombre es un planteo inicial genérico. Y luego: el sujeto fóbi­ co del psicoanálisis, el suicida o el caído en la locura a causa de la soledad que multiplicó sus fantasmas,

tal los personajes de Thomas Bernhard. Y se agregan las propuestas rilkeanas: el aislamiento físico para el joven, el creador que se descubre tal en la hora más solitaria... No estoy seguro de que las fronteras en­ tre todas estén muy claras. Sin contar textos como el Eclesiastés que, hace ya varios milenios, ataca por el lado social: “Más valen dos que uno solo porque logran mejor fruto de su trabajo. Si uno cae, el otro lo levanta pero ¡ay del solo que si cae no tiene quién lo levante!” Idea sintetizada en un proverbio latino: Vae soli!, es decir: “¡Ay, del hombre solo!”

IV No, no será el ideal rilkeano de la soledad el que sea protagonista de su siglo xx , sino más bien lo contra­ rio, la ruptura de ésta. Y a tales fines, paradójicamen­ te, será nuestro poeta quien deje las herramientas listas. Todo esto viene a cuento de uno de los aconte­ cimientos nodales del siglo xx en Europa, que de los hombres hizo robots para convertirlos en carne de cañón, mientras a unos cuantos los llevó a apartarse del mundo, lo más lejos posible de ese reino de la muerte que se había abierto en Europa. La primera guerra mundial con las trincheras co­ mo cementerio, de los soldados envenenados con gases, está ausente de la obra literaria fundamental

de Rilke, y a nadie en su sano juicio se le ocurriría demandarle nada a este gran velador de la soledad, cuya misión fue preservar la vida del espíritu, ale­ jándola de la locura colectiva que llevó a morir a mi­ llones. De todos modos, la guerra golpea a las puer­ tas del escritor. Así lo documenta la correspondencia cursada, entre otros, con Romain Rolland, el abande­ rado de la causa pacifista. En El testamento, Rilke ha­ bla de “la funesta guerra que ha desnaturalizado al mundo por muchas generaciones”. Y explica cómo, en cuanto a él se refiere, ha cortado brutalmente su obra creativa en momentos que se disponía a conti­ nuar sus Elegías de Duino, obra clave de la poética universal. “Finalmente ‒agrega Rilke‒, cuando la guerra había pasado ya a convertirse en el difuso desorden de las sacudidas revolucionarias”, pudo cambiar de morada y reiniciar su vida en condiciones más favorables fuera de Alemania. Aquí viene lo notable. Un ser tan fervientemente intimista, tan fuera de la política como nuestro autor, recibe, años después de su muerte, una sorprenden­ te acogida: “el resistir lo es todo” salta del poema sobre aquel joven suicida que hemos citado, para devenir consigna de grupos civiles y militares que conspiran contra Hitler en Alemania, en los años treinta y cuarenta (Otto Dörr Zegers, traductor de textos de Rilke, “Proyecto Patrimonio”, Santiago de Chile ). Y quienes, precisamente, ante el ascen­ so de la doctrina nazi del exterminio, ante la impa­ rable entronización del Führer como caudillo del pueblo alemán, se dicen: “¿Quién habla de victo­ rias?” y a renglón seguido se contestan: “El resistir lo es todo”, que así deviene consigna. Ese resistir a la pulsión tanática en el poema se hace herramienta política. Y ésta pide que se restitu­ ya su lugar a la vida. Es extraordinario comprobar cómo, bajo ese común anhelo, el espíritu poético co­ bra una virtud trascendente, cómo los frutos de la soledad pueden llegar a devenir causa en el ámbito que menos pudiera imaginarse. Rilke es un poeta de luz existencial. La vida “tiene razón en todos los casos”, dirá. Y se me ocurre que también tiene razón la vida cuando nos trae la muer­ te. A ésta, la individual, la de cada hombre como ser biológico, nuestro autor le da la bienvenida y la fes­ teja. Contra la otra, la del exterminio, sus palabras fueron recogidas para el “no” al nazismo, y así han horadado el futuro • Max Beckmann, The Night, 1918-1919


Jornada Semanal • Número 955 • 23 de junio de 2013

Intelectuales públicos Rafael Barajas, el Fisgón

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uentan que, en tiempos de Luis Echeverría, un viejo gobernador priísta contrató a un joven intelectual marxista para que le hicie­ ra los discursos. El escritor, en un acto de provocación, redactó un discurso radical que habla­ ba de “lucha de clases” y “explotación”, y concluía con un llamado a las masas a luchar contra el régi­ men. El político revisó el discurso antes de leerlo en público y le hizo al provocador una sola petición: “Ponle más de eso que no se entiende.” Desde siempre, en México, la gente del poder ha buscado a intelectuales para que le articulen sus dis­ cursos y por ello los adula, aunque los ve con cierto desprecio.

EL INTELECTUAL PÚBLICO Sin duda, los intelectuales han tenido un papel muy importante en la vida de México, en especial cuan­ do asumen la figura del intelectual público. Un inte­ lectual público es el que desempeña un papel activo ante los problemas de la sociedad; es un ser reflexi­ vo que descifra fenómenos complejos y puede opinar sobre ellos; es a la vez un pensador independien­ te, alejado del poder, un divulgador y un activista en asuntos de interés general. Tiene mucho en común con el comunicador y con frecuencia su papel se con­ funde con el del periodista. Desde los tiempos de fray Servando Teresa de Mier, México ha contado con valiosos intelectuales de ese tipo. Muchos próceres de la Reforma cumplie­ ron ese papel y, en las últimas décadas, en este rubro han destacado personalidades notables como Elena Poniatowska, con su denuncia de la represión al movimiento estudiantil y de la guerra sucia; Carlos Montemayor, con su alegato a favor de los indígenas; Carlos Monsiváis, en defensa de múltiples causas que van del respeto a la diversidad sexual a la de­ fensa del voto; Fernando del Paso, con su plegaria contra la intolerancia del clero, y el poeta Javier Si­ cilia, que llama a detener la ola de violencia desatada por la “estrategia de seguridad” del gobierno.

EL TELECTUAL Desde hace años, en México, los dueños de los con­ sorcios masivos de comunicación han entendido la importancia del intelectual que actúa y tiene voz pú­ blica. Así, hemos visto cómo muchos de los grandes consorcios mediáticos han buscado crear sus pro­ pias figuras y para ello impulsan la carrera de gente que tuvo, en un momento dado, cierto prestigio aca­ démico o intelectual. Lo único que piden estos con­ sorcios es que estos intelectuales entiendan y le den forma al discurso del poder económico y político. Estos personajes, al igual que los intelectuales pú­ blicos, asumen una postura activa ante los problemas de la sociedad, son activistas en asuntos de interés público, su papel se confunde con el del periodista y

son figuras públicas por su alta exposición me­­ diá­t ica. Sin embargo, no hay que confundirse. Estos informadores no son intelectuales públicos, sino in­ telectuales orgánicos del poder con exposición me­ diática, voceros de intereses poderosos, locutores de consorcios. Los empresarios los llaman “comuni­ cadores”, pero como trabajan más para la televisión que para el intelecto, la gente ha dado por llamarles los telectuales. En la era neoliberal, estos señores han hecho de su habilidad para construir discursos un negocio muy sólido, y elaboran discursos a la me­ dida del poder en turno.

ALGUNAS PERLAS DE LA TELECTUALIDAD NACIONAL A diferencia de los intelectuales públicos, los telec­ tuales no son figuras éticas en la medida en la que defienden intereses y manejan, casi siempre, una agenda oculta; no son entes independientes (sin la tele o la radio se desvanecen); no cultivan ideas más que en la medida en la que le sirven al sistema; no buscan hacer avanzar la libertad y el co­nocimiento humanos, y cuando dicen “hablar por la sociedad”, en realidad expresan la opinión de los poderes fác­ ticos. Suelen ser gente brillante y por eso se sienten con la autoridad de defender las tesis más insosteni­ bles. Por ejemplo, en su ensayo Un futuro para Mé­ xico, Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda diag­ nostican que hoy México padece de “soberanismo defensivo”; poco después, los cables diplomáti­ cos de la embajada de Estados Unidos filtrados por Wikileaks documentaron que la actual clase gober­ nante mexicana tiene la compulsión por ceder vo­ luntariamente la soberanía. Enrique Krauze no se queda atrás y publica, des­ pués de las elecciones de 2010, un texto en El País de España, en el que afirma que México está al fin

Los telectuales no son figuras éticas en la medi-

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da en la que defienden

intereses y manejan, casi siempre, una agenda oculta.


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s y telectuales entrando en la normalidad demo­ crática: “elecciones presidenciales y legislativas limpias; un Instituto Fe­ deral Electoral confiable […] una Su­ prema Corte de Justicia independien­ te, cuyos fallos han sido respetados de manera universal […] libertad de expresión sin cortapisas en medios im­ presos y e l e c t r ó n i c o s ” , y c o n c l u y e : “Ahora la democracia mexicana podrá seguirse consolidando.” No hay peor analista que el que no se quiere enterar. Si no fuera por los asesinatos de varios can­ didatos, por la intromisión del narco que llevó a la prensa a hablar de narcoelecciones (¿Y tú, por qué cártel vas a votar?”), por las amenazas de aten­ tados en las casillas de votación, por las inconta­ bles denuncias de fraude, por el financiamiento ilegal y abierto de empresarios a ciertos candida­ tos, por los dictámenes del Tribunal Electoral que dieron por buenos votos de casillas que no fueron instaladas, por la intromisión del Ejecutivo en las elecciones internas de un partido ajeno al suyo, por el monopolio informativo que ejercen Televisa y tv Azteca y por muchas, pero muchas otras lin­ dezas semejantes, Krauze podría tener razón. Hace unos días, en el periódico Reforma, Krauze escribió contra “la intolerancia política […] pre­ sente en los correos electrónicos, los blogs, las redes sociales […] en la política editorial de algunas pu­ bli­c aciones” y articulistas, y ahí alerta que esta in­ tolerancia “se ha convertido en odio”. En su texto, Krauze afirma: “El odio proviene directamente de la impugnación (injustificada, en mi opinión) que se hizo al resultado de aquellas elecciones [y de los que rechazan] a la actual política de seguridad” en su “esencia” y que, al hacer esto, diluyen o relati­ vizan la culpa de los criminales. Así, para Krauze, lo preocupante de la violencia en el país no es la ola de terror y sangre que asuela a ciudades como Juárez o Culiacán, sino la intolerancia política de ciertos articu­l istas (¿para qué hablar de 35 mil muertos, si po­d emos ir a esencias como el odio? ¿Quién recha­ za la “esencia” –no los métodos y la estrategia– de la actual política de seguridad? ¿Quién diluye o rela­ ti­v iza la culpa de los criminales? ¿Qué tan infiltrados están los criminales en el poder?) Si no hubiera tantas pruebas del fraude de 2006 (que van desde llamadas telefónicas de la Gordillo a gobernadores para negociar el voto, hasta actas adulteradas); si no estuviera tan documentada la alianza que urdieron el pri y el pan a espaldas de los electores; si Fox no hubiera declarado que “cargó los dados” –desde la Presidencia– contra López Obrador, tal vez se podría opinar –como Krauze– que la impugnación de esas elecciones es injustificada. Pero lo que es incuestionable es que el entonces ocupante de Los Pinos se negó a hacer un recuento de votos a pesar de que nunca pudo Ilustraciones de Rafael Barajas, el Fisgón

demostrar que ganó limpia­ mente esas elecciones. Cuando Krauze plantea que el odio proviene “del rechazo a la actual política de seguridad”, es­ tá acusando de irracionales y violentos a los que cuestionan la estrategia del gobierno. Si la vio­l encia del gobierno no hubiera desatado la de la delin­ cuencia; si no hubiera miles de denuncias contra el Ejército por violaciones a los derechos humanos; si la onu no hubiera pedido sacar al Ejército de las calles; si no hubieran sido asesinados tantos de­ fensores de derechos humanos; si no hubiéramos tenido tantos “daños colaterales” que lamentar; si los ciudadanos que denuncian a los delincuentes no fueran entregados a ellos por quienes juraron pre­ servar su anonimato; si el plan de seguridad com­ batiera el lavado de dinero; si las po­l icías, el gobier­ no y la clase política no estuvieran infiltradas por el crimen organizado; si tantos analistas no hubie­ ran advertido desde un principio de los riesgos de militarizar al país; si esa militarización no fuera anticonstitucional; si no hubiera decenas de denun­ cias (entre ellas las del relator de la onu ) de que se combate a todos los cárteles menos a uno; si el pro­ pio Calderón no hubiera reconocido que equivocó la estrategia pero no la cambió; si esa política no tu­ viera relación alguna con las decenas de miles de muertos, los miles de “levantones” y otros tantos miles de desaparecidos, entonces la acusación de Krauze podría tener algún sustento. Pero eso no parece importarle a Krauze, pues su discurso es el del poder y el poderoso no tiene por qué argumentar. Las críticas contra la intolerancia política de la izquierda radical son viejas, han sido también bandera de un sector de la izquierda y, en gran medida, las compartimos. Sin embargo, usar hoy ese discurso contra los críticos del plan de se­ guridad se traduce en una acusación maniquea e infundada: “Quien no está con la política de segu­ ridad de Calderón, está con el crimen organizado.” Ese sí que es un discurso de intolerancia política, una declaración de odio que nadie merece y lleva implícitas una amenaza y un chantaje inacepta­ bles. Son dignas de un intelectual orgánico que ope­ ra para el poder •


Los redentore 23 de junio de 2013 • Número 955 • Jornada Semanal

Gustavo Ogarrio

Para las y los integrantes del curso de literatura

latinoamericana del cela - ffyl - unam , por su lectura aguerrida y lúcida del presente

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Para María José y Rodolfo

n su estudio sobre las relaciones y contraposicio­ nes entre liberalismo y democracia, Norberto Bobbio enunciaba ya cierto núcleo básico de la crisis del liberalismo en nuestros días: “El Esta­ do liberal clásico hoy está en crisis por el avance progresivo de la democratización, producto de la ampliación gradual del sufragio hasta llegar al sufragio universal.” Bobbio también identifica el doble papel que juega el liberalismo en la época mo­ derna, esto para valorar los alcances de su crisis y al mismo tiempo indicar la confusión, muchas veces insostenible, entre liberalismo y democracia. El libe­ ralismo ha sido una teoría del Estado y también una “clave de interpretación de la historia”. El mismo Bobbio advirtió sobre otro de los problemas del libe­ ralismo contemporáneo y su relación con un tipo de democratización limitada a la representación polí­ tica, al distinguir que la noción misma de democra­ cia, como intervención directa de la sociedad, era más antigua que el mismo liberalismo y que se en­ contraba ya en el pensamiento político helénico, al ser contrapuesta a cualquier otro tipo de organiza­

ción política basada en la concentración de poder en uno o varios sujetos: “El pensamiento político grie­ go nos legó una célebre tipología de las formas de gobierno de las cuales una es la democracia, defi­ nida como el gobierno de muchos, de la mayoría, o de los pobres… en síntesis, de acuerdo con la misma composición de la palabra, del pueblo, a diferencia del gobierno de unos cuantos.” ¿Qué tipo de teoría del Estado y de interpre­ tación de la historia han originado esta crisis del pensamiento y la acción política liberal? Quizás esta contradicción liberal se encuen­ tra en sus propios fundamentos. Para Franz Hinkelammert, en el liberalismo fundante de John Locke se puede leer ya una inversión ideológica del concepto mismo de los dere­ chos humanos, por ejemplo. En nombre de los derechos humanos de tipo liberal que se oponían al derecho divino de los reyes, Locke grabó en el origen del liberalismo y en su definición como igualdad y libertad natural de todos los hom­ bres –“sin estar sometida a la autoridad o a la volun­ tad de otro hombre”–, su vinculación a un sistema de violencias coloniales que eran también su contrapar­ te oscura, despótica y destructiva. Afirma Hinkelam­ mert: “… por tanto, se puede expropiar a los pueblos indígenas de América del Norte. También, por tan­ to, se puede colonizar a la India por la fuerza. Todas estas violencias Locke las considera legítimas, por­ que resultan de la aplicación fiel de la igualdad entre los hombres, como él la entiende. Estas violencias no violan los derechos humanos, sino que son la con­ secuencia de su aplicación fiel. Decir igualdad es lo mismo que decir que la esclavitud es legítima. Ga­ rantizar la propiedad privada significa poder expro­ piar sin límites a los pueblos indígenas de América del Norte.” Sin embargo, el análisis que lleva a Hinkelammert a rastrear en Locke esa contradicción liberal entre libertad y colonialismo no es el único y tampoco se agota en esta inversión de los derechos humanos. Edward w . Said también vio con mucha claridad es­ te vínculo entre el pensamiento liberal occidental y la dominación colonial: “Un especialista moderno en la época victoriana tendrá que admitir que los hé­ roes de la cultura liberal, como John Stuart Mill, Tho­ mas Arnold, Carlyle, Newman, Macaulay, Ruskin, George Elliot, e incluso Dickens, tenían unas opi­ niones muy concretas sobre la raza y el imperio, que podemos encontrar fácilmente en sus escritos. De

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igual modo, un especialista debe acabar admitiendo que Mill, por ejemplo, dejó claro en On Liberty y en Representative Government que sus puntos de vista no podían ser aplicados a la India (al fin y al cabo fue funcionario en la India Office durante una gran par­ te de su vida) porque los indios eran inferiores tanto por su civilización como por su raza.” Lo anterior no es, de ninguna manera, solamente un síntoma de la debilidad política del liberalismo ni de su simpli­ ficación como teoría política del Estado, más bien ayuda a comprender los alcances de un sistema de dominación colonial y el papel intelectual y político del liberalismo, su importancia como interpretación política de la historia y de los pueblos sometidos en nombre de valores liberales.

NEOLIBERALISMO: INVERSIÓN Y CONTRADICCIÓN Esta inversión liberal de los derechos humanos, que es susceptible de comprenderse bajo una perspectiva de larga duración de la historia política occidental, también se conecta a otro tipo de inversiones ideo­ lógicas, como el caso del humanismo y de su inver­ sión militar contemporánea, lo que Noam Chomsky ha conceptualizado como el “nuevo humanismo militar” y que tuvo en la guerra de Kosovo la actua­ lización de una vieja doctrina de intervención colo­ nial por parte de Estados Unidos y de la otan . Afir­ ma Chomsky: “Es tal vez un poco extraño leer que los ‘estados ilustradosʼ están iniciando una nueva era en asuntos de la humanidad cuando se autoconfieren el derecho de usar la fuerza militar en casos que ‘con­ sideran justosʼ… Al retirar el velo de la ignorancia internacional descubrimos que el ‘nuevo interven­ cionismo es simplemente ‘el intervencionismo de antañoʼ.” La matriz política de esta crisis del liberalismo también se puede rastrear en un lenguaje profético, redentorista y altamente agresivo que se presenta en la obra La sociedad abierta y sus enemigos, de Karl Pop­ per, uno de los momentos más elaborados y ambi­ ciosos del liberalismo contemporáneo. El liberalis­ mo como sociedad abierta, ya no sólo como clave para interpretar la historia sino para afirmarse como única alternativa para comprenderla, para señalar las equivocaciones de otras teorías y prácticas polí­ ticas “enemigas”, encuentra en Popper los elementos para lanzarse a la liberalización de toda la historia política de Occidente y estimula en el liberalismo


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es neoliberales PARADOJA Y AGRESIVIDAD NEOLIBERAL Además, Popper también introduce en la argumen­ tación liberal un gesto que ayudará a colocar en un plano de superioridad a lo que podemos denominar como el mito racionalista de la cultura liberal: enten­ der a todas aquellas teorías y prácticas políticas aje­ nas o contrapuestas al liberalismo como estricta­ mente místicas, proféticas o redentoristas; es decir, despoja de una definición epistemológica al pensa­ miento de Platón y de Marx para simplifi­ carlos y reducirlos a su definición co­ mo mito, en el caso de Platón el “mito del destino”, y como “profecía histó­ rica”, en el caso de Marx. Con Pop­ per es posible identificar la paradoja del pensamiento liberal contempo­ ráneo que, después de la segunda gue­ rra mundial, se va a configurar como neoliberalismo: el liberalismo más agre­ sivo, en nombre de la desmitificación de una supuesta sociedad anacrónica, “tribal” y “cerrada”, presupuesta en la obra tanto de Platón como de Marx, deviene él mismo mito o estrategia redento­ rista para interpretar la historia y para “combatir” los fundamentos de cualquier visión que se conside­ ra “enemiga”. Es obvio que el liberalismo en la época moderna se ha ramificado de tal manera que también presen­ ta una serie de posturas sumamente heterogéneas. Pese a tener como origen una concepción monista del Estado y de la historia, el liberalismo es muchos li­ beralismos. En este sentido, es importante señalar al menos uno de sus momentos en los que no se define de esa manera abiertamente unilateral como en la obra de Popper. Por ejemplo, en contextos suma­ mente distintos al de una definición co­ lonial del liberalismo, y teniendo como Gráficas tomadas de: www.radicalgraphics.org

Pese a tener como origen una concepción monista

contemporáneo la posibilidad de deslizarse de su condición de teoría del Estado moderno a ser la única teoría funcional para el capitalismo global. Popper ya define a los “enemigos” de la sociedad abierta desde la unilateralidad epistemológica que presenta a gran parte de la historia política de Occi­ dente como una gran “equivocación”, desde Platón hasta Marx: “El marxismo sólo constituye un episo­ dio, uno de los tantos errores cometidos por la hu­ manidad en su permanente y peligrosa lucha para construir un mundo mejor y más libre.”

del Estado y de la

historia, el liberalismo

es muchos liberalismos.

horizonte la organización política en contra de una dictadura longeva como la de Porfirio Díaz, tal y co­ mo fue el caso de los círculos liberales en México, que en 1901 se organizaron en una confederación, el libe­ ralismo que protestaba y exigía el término de la dic­ tadura porfirista era perseguido y encarcelado: los pulmones de Ricardo Flores Magón resistieron el “ve­ neno de aquella tumba” porfirista para afirmar una definición libertaria y rebelde del liberalismo mexi­ cano y transformarlo en precursor del anarquismo. Sin embargo, ¿cómo se manifiesta esta actualidad de la crisis del liberalismo en el contexto mexicano? El historiador Enrique Krauze, un liberal contempo­ ráneo que también ha empuñado el síndrome misti­ ficador de Popper, escribió un libro titulado precisa­ mente Redentores. Ideas y poder en América Latina. El título del libro, sugerido por Mario Vargas Llosa, proviene de una lectura redentorista aplicada a las ideas políticas en América Latina: “Mis protagonis­ tas son las ideas, pero mi aproximación a ellas no es abstracta; las veo encarnadas en la vida de seres hu­ manos concretos que –como los apasionados rusos de [Isaiah] Berlin– las vivieron con intensidad religiosa y seriedad teológi­ ca.” Krauze hace explícita la supuesta conexión e inspiración liberal que toma del libro Pensadores rusos, de Isaiah Berlin. Sin embargo, los ensayos de Berlin que inte­ gran dicho volumen se mueven precisamen­ te en la dirección contraria a la señalada por Krauze, como afirma Aileen Kelly en la intro­ ducción del libro: “Berlin muestra cómo los populis­ tas, muy avanzados para su tiempo, advirtieron los peligros e implicaciones deshumanizadoras de las teorías liberales y radicales contemporáneas del pro­ greso, que ponían una enorme confianza en la cuan­ tificación, centralización y racionalización del pro­ greso productivo.” El análisis de Berlin de ciertos pensadores rusos es más bien una alternativa para entender la historia de las ideas políticas precisa­ mente en oposición a esa simplificación telúrica y mistificadora que muchos pensadores liberales te­ nían sobre la configuración del pensamiento ruso en la transición del siglo xix al siglo xx , particularmen­ te en esa reducción que afirmaba que el “despotismo bolchevique” era el tipo de gobierno más adecuado para gobernar a Rusia; como afirmó Bertrand Rus­ sell: “Se puede entender esto si se pregunta cómo gobernar a los personajes de Dostoievsky.” Los historiadores ingleses y estadunidenses que cri­ sigue

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NEOLIBERALISMO: MANIQUEÍSMO REDENTORISTA ¿Cómo se resuelve esta simplificación liberal de la historia política contemporánea en América Latina y que no es más que el núcleo maniqueo y dicotómico de la crisis actual del nuevo liberalis­ mo y su dimensión redentorista o profetizante? “¿Redención o democracia? Éste ha sido, hasta hace poco, el dilema central de América Latina”, afirma Enrique Krauze, para sellar su totalización liberal demócrata aplicada al subcontinente: “La mayor parte de nuestras naciones ha optado por la democracia, y por el retorno a valores liberales y republicanos que les dieron origen.” Con una perspectiva más heterogénea sobre los diferen­ tes presentes de América Latina, Tulio Halperin Donghi registra una articulación conflictiva de la heterogeneidad de los legados políticos latinoa­ mericanos, lejos del optimismo liberal y de la ar­ moniosa unificación neoliberal del subcontinen­ te a partir de la supremacía de la economía de mercado y de la democracia liberal restringida a su dimensión electoral: “Más que retornar al pa­

tica Berlin mezclaban su “condescendencia” y “aversión moral” por el pensamiento ruso para comprenderlo y, de paso, simplificarlo, de la mis­ ma manera en que la clave para leer la historia de las ideas políticas en América Latina de Krauze se establece a partir de un contrapunteo entre la con­ descendencia con los pensadores liberales, Mario Vargas Llosa y Octavio Paz, por ejemplo, y una aversión política contra aquellos que según su interpretación no se han comportado liberalmen­ te: Gabriel García Márquez, Samuel Ruiz o el sub­ comandante Marcos, por ejemplo. Anteriormente, en 2001, Krauze ya había señalado que la marcha zapatista tenía un “carácter mesiánico y funda­ mentalista”, es decir, mistificaba al pensamiento y a la acción política no liberales para afirmar el mito liberal que se quiere racionalidad única ante el supuesto sustrato profético o religioso de las otras ideas.

Los pulmones de Ricardo Flores Magón resistieron el “ve­neno de aquella tumba” porfirista para afirmar una definición libertaria y rebelde del liberalismo mexicano y transformarlo en precursor del anarquismo.

sado, hoy Latinoamérica parece acudir al legado vivo de todos sus pasados para afrontar un pre­ sente que no se parece necesariamente más a ellos que al ayer inmediato, y ello se refleja en las más inesperadas alianzas entre arcaísmo e innovación que han de descubrirse en los más diversos planos de la realidad latinoamericana.” ¿Cuáles son las consecuencias más visibles del actual liberalismo dominante, entendido también como nuevo liberalismo redentorista? Enumero las más evidentes: el actual liberalismo ha redu­ cido la vida democrática de los países occidentales a su dimensión puramente electoral, a la democra­ cia representativa y ha condenado otras formas de democracia directa. Se ha transformado en el gran defensor o en la mediación ideológica de un capitalismo agresivo y de alta capacidad de des­ trucción, en la dimensión política del culto a un capitalismo de “rostro humano” que nunca llega. Ha sido incapaz de transformar su origen monista y ahora se expresa como una teoría del Estado no pluralista y muchos menos intercultural, sin ca­ tegorías para interpretar la heterogeneidad de América Latina y sus legados ideológicos. El actual liberalismo dominante se ha vuelto, paradójica­ mente, un obstáculo para el ejercicio de las liber­ tades básicas y para comprender visiones plura­ listas de la política y la historia, no es hoy una teoría de la libertad en un contexto de opresión mundial ni una herramienta ideológica que ayude a profundizar en los problemas y contradicciones de sociedades definidas como heterogéneas. El li­ beralismo de hoy, entendido como neoliberalismo, es, obviamente, lo contrario a una teoría crítica del Estado, de la economía y de la sociedad. Guarda también una visión restauracionista de la política y de la historia, una nostalgia actuante por el pri­ mer ciclo neoliberal dominante. Afirma Krauze respecto al último presidente del viejo régimen autoritario: “Pero Zedillo ‒rara avis en la clase po­ lítica‒ era un demócrata liberal y entendió las cla­ ves de la necesaria transición… A diferencia de algunos de sus antecesores, Ernesto Zedillo puede caminar tranquilamente por las calles de México. No robó, no abusó, no mató. Honró, como pocos, la presidencia de México.” A final de cuentas, este liberalismo redentorista corre el riesgo de consolidarse como una de las “grandes versiones despóticas” de la historia mo­ derna; visiones que el mismo Isaiah Berlin ayudó a identificar de manera crítica con sabiduría para­ dójicamente liberal •

Gráficas tomadas de: www.radicalgraphics.org

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leer

Jornada Semanal • Número 955 • 23 de junio de 2013

Estaciones bajo el volcán. Antología de la reciente poesía morelense, Ricardo Venegas (coordinador), Ediciones Eternos Malabares/inba-Conaculta-sep/Secretaría de Cultura de Morelos, México, 2013.

LA POESÍA Y SU GEOGRAFÍA JAIR CORTÉS

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iempre polémicas, las antologías son necesarias para contextualizar la producción poética de un momento en una geografía determinada. La mejor antología la hace el tiempo, sin duda, pero es necesario ayudarle de vez en cuando. Con estas intenciones se publica Estaciones bajo el volcán. Antología de la reciente poesía morelense, coordinada por el poeta y ensayista Ricardo Venegas (publicada con el apoyo del programa Proyectos de Inversión en la Producción de Obras Literarias Nacionales). En su luminoso prólogo, Sergio Mondragón nos dice que “la crítica de la realidad comenzó en Morelos mucho antes de Lowry, bajo variadas formas, y ha dejado lecciones ejemplares, todo un legado moral”. Estaciones bajo el volcán reúne a trece poetas, ordenados según su fecha de nacimiento, permitiéndonos valorar, en una visión de conjunto, cuáles son las trayectorias que ha seguido la poesía escrita en Morelos por sus autores más destacados: Rocato (1950), Javier Sicilia (1956), Gustavo Martínez González (1961), Norma Abúndez (1964), j . d . Victoria (1969), Kenia Cano (1972), Ricardo Ariza (1973), Ricardo Venegas (1973), Armando Alonso (1974), Itzel a . Sosa (1977), Eduardo Estala Rojas (1980), Elizabeth Delgado (1981) y Alejandro Campos Oliver (1983). Estaciones bajo el volcán es una muestra variada de autores cuya poesía trasciende cualquier territorio, como son los casos de Javier Sicilia “En el silencio está el principio/ y en la palabra el fin y viceversa:/ así en el silencio se mueve en lo oscuro/ y oscuro es el dios,/ oscura su presencia”; Kenia Cano: “A veces hay que recortar la vida/ y pegarla en un cuaderno/ para dejarlo olvidado por ahí/ como tijeras en un salón de clases”; o Ricardo Venegas: “he visto la ira desbandada sobre el aire,/ la infancia recorrida con el cuerpo roto/ bajo el cielo prendido del canto triste de una tarde”. También las voces más jóvenes aparecen con sus propuestas, como Eduardo Estala Rojas: “El mundo/ es para los que abren los ojos/ cada mañana/ también para los que duermen/ pero no todos saben/ si están dormidos o despiertos”; Itzel a . Sosa: “y al borde siempre/ al borde/ el vuelo nos precede/ el vuelo es suyo/ es suyo lo que existe”, o Alejandro Campos Oliver: “ Fuego de láudano/ horas de hojas repetidas/

como palmeras en altísimos ritmos brotan/ retumban tambor de lumbre”. Estaciones bajo el volcán nos da noticia de las múltiples temáticas y formas que ha tomado la reciente poesía morelense en las últimas dos décadas, ofrece al lector una reunión de poemas que dialogan entre sí y que exploran, por medio de la palabra poética como único asidero, el mundo y la vida desde un estado que existe entre el paraíso y la guerra • La relación hombre-naturaleza, Brígida Von Mentz (coordinadora), Siglo xxi Editores, México, 2012.

EL ENTORNO COMO REFERENCIA RICARDO GUZMÁN WOLFFER

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ómo entender la naturaleza cuando se le deja de lado y se toma al hombre como centro referencial? Sobre esta pregunta, que implica una referencia equivocada, se pueden derivar muchos análisis. Algunos de ellos aparecen en el libro que comento, a partir de ocho ensayos de sendos autores que trabajan en México, donde se habla de esa relación hombre-entorno para efectos terapéuticos, desde la perspectiva económica y social, reflexiones prehispánicas, cómo se decanta al lenguaje, el temazcal como muestra cultural, las consecuencias del conocimiento y más. Cuando hablamos de la naturaleza no puede dejarse a un lado la diferencia que suele hacerse entre quienes la habitamos y lo que nos rodea, cuando es claro que formamos parte de ella y que, por más que las intenciones humanas insistan en su manejo, apenas somos modificadores de ciertos cursos que la naturaleza toma, nos guste o no. De las partes más a la mano, está la búsqueda de remedios en la naturaleza. Se analiza cómo vivimos a base de experiencias, sobre las propiedades curativas de casi todas las plantas y cómo se diferencian conceptualmente de los medicamentos o de las terapias contemporáneas, teniendo como contrapartida ese saber de siglos, especialmente documentada en las culturas prehispánicas. Como muestra, se desglosan los baños de temazcal que en muchas partes de la República siguen siendo usados para curar muchas dolencias, entre las que destaca la más común: el estrés. En el espacio medicinal, es evidente que, en esta sociedad donde es necesario tener más para ser más, o al menos así se venden muchos productos, las medicinas no dejan de estar fuera de tal concepción, y el uso de medicinas genéricas nos habla de un estrato social, económico y cultural diverso de quienes insisten en comprar medicinas de marca o quienes prefieren las medicinas alternativas, les sirvan o no. Ni hablar del poder económico de los laboratorios.

¿QUIÉN LE TEME A WILHELM REICH? Gérard Guasch

Entrevista con Javier Sicilia

Al final, estos textos sobre la naturaleza no dejan de ser una reflexión sobre cómo abordar la ciencia y su manejo. Pero también sobre esa extraña separación conceptual que tiene siglos, donde se busca estudiar por una parte la naturaleza y por otra lo social. Como si no fuera evidente que no son ajenas. Un ejemplo inmediato en nuestro país es la forma en que se hacen los asentamientos humanos dependiendo de las vías de comunicación o de las zonas donde hay espacio para habitar, incluso en cuevas o al margen de ríos. Los propios científicos de los ensayos plantean la necesidad de revisar esa dicotomía conceptual, que puede servir para ciertos estudios, pero que deja a un lado la visión general de muchos fenómenos. La necesidad de vincular el conocimiento científico con las demás disciplinas humanas se desprende de estos ensayos. Un texto de interés para especialistas, pero también para quienes buscan comprender el problema de cómo estudiarnos desde y hacia la naturaleza •

Julian Assange. Autobiografía no autorizada, Julian Assange, Los Libros del Lince, España, 2012.

Canongate Books, editor original del libro, aclara pertinentemente la razón de que en el título aparezca ese “no autorizada” que, por lo demás, sólo acrecienta el interés –de suyo elevado– que ha suscitado, a nivel mundial, el relato completo del quién, los cómos y los porqués de WikiLeaks, ese fenómeno global imprevisto y anticanónico, incomodísimo para el poder e irreverente y, en el mejor y más amplio sentido de la palabra, revolucionario. Preparado durante el transcurso del primer semestre de 2011, es decir tras el estrangulamiento financiero que trató de acallar las explosivas denuncias de WikiLeaks, y al mismo tiempo antes del proceso jurídico que hoy en día mantiene a Assange en calidad de refugiado en la embajada ecuatoriana en Inglaterra, el libro fue llevado a la imprenta cuando aquél estaba sujeto a un arresto domiciliario. La vigencia, la urgencia y la relevancia de esta autobiografía están, pues, fuera de toda discusión.

próximo número visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/

Dos miradas a la obra de Rulfo

jsemanal@jornada.com.mx


arte y pensamiento ........

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Jair Cortés Felipe Garrido

Fuentes E según el capitán, aquel doctor Cárdenas o Arenas o Cadenas le dijo que más al norte de Vicay brota una fontana tan amiga del sosiego que si alguien canta a su lado, o tañe un instrumento, o si alborotan o un perro ladra, el surtidor baila o brinca con la música y las voces, e que luego que están todos a la orilla se encrespa con tanto estruendo que no parece menos que haiga allí unos diablos que bufan, y todos se espantan y salen corriendo y de allí a muchos días nadie vuelve a turbar aquella soledad ni su silencio. Y que de allí por la barranca otra fuente hay que si meten en sus aguas una candela apagada luego se enciende. E si lo digo es porque lo vide. Y me dijo la mujer que iba conmigo que sus aguas son en parte frescas y en parte revueltas con fuego y que unas engendran amor y las otras un grande aborrecimiento y que las probara. E ella me miraba... e sus ojos eran como... [De Nuevas navegaciones..., atribuido a Antón Gil, el Xamurado.]

Rogelio Guedea rguedea@hotmail.com

AL VUELO Calcetines No sé si sea algo que le sucede a todo el mundo, o nada más a mí: siempre pierdo los calcetines. Antes era lo normal: creía que por poner mi atención en el pantalón olvidaba dónde ponía los calcetines, y era cosa de buscarlos por horas o de plano sacar otros del armario. Pero de unas semanas para acá me doy cuenta que no ha sido nunca una cuestión de despecho: de verdad que los calcetines se esfuman como los globos de gas de las manos de los niños, en el parque. El otro día me quité camisa, pantalón, etcétera, y puse los calcetines sobre la cama. Lo hice conscientemente. Al cabo de unos segundos, cuando quise enfundármelos, habían desaparecido. ¿A dónde se irían? Los encontré enredados entre las sábanas. Ayer mismo, que iba al futbol, saqué los zapatos y dentro de ellos coloqué los calcetines. En lo que fui al baño y regresé, ya no estaban. Yo aquí los había dejado, pensé. Estoy seguro de ello. ¿Estoy seguro de ello? Los encontré debajo de la cama: ¿quién los dejó ahí? ¿Cómo llegaron? ¿Acaso mi mujer…? Pero estaba solo en casa. Me miré, nada más, en el espejo y, otra vez, me encogí de hombros.

BITÁCORA BIFRONTE

MENTIRAS TRANSPARENTES

jair_cm@hotmail.com twitter: @jaircortes

Luis Jorge Boone: arquero en la literatura

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NTRE LOS AUTORES DE las nuevas generaciones de escritores mexicanos sobresale el nombre de Luis Jorge Boone, nacido en Monclova, Coahuila, en 1977, quien es autor de varios libros de poesía (Legión, Galería de armas rotas, Material de ciego, Traducción a lengua extraña y Los animales invisibles), cuento (La noche caníbal y Largas filas de gente rara), ensayo (Lados b . Ensayos laterales) y novela (Las afueras). Boone ha asumido la concentración y disciplina que exige el oficio de escritor sorteando, de manera afortunada, el prejuicio al que muchos se someten al autodenominarse “poetas”, “cuentistas”, “novelistas” o “ensayistas”. Boone escapa a este prejuicio, a esta dinámica anquilosada en que la crítica constantemente cae. De ahí que su escritura toque muchos terrenos en un solo gesto: en uno encontramos un tono reflexivo, casi ensayístico: “Después de muerto, Joseph Bodsky decide quedarse en Venecia, bajo el tránsito de las góndolas que parecen surcar el cielo”; mientras que en un pasaje de su novela Las afueras asistimos a la luminosidad metafórica: “Él se acercó, con lentitud, a esa materia que ahora alcanzaba la quietud de una piedra preciosa, irisada, quizá midiendo hasta dónde podía llegar sin arriesgarse demasiado, sin desprender la vista del círculo que fulguraba a escasa distancia, un poco adelante, un poco abajo”; o también podemos reírnos con el humor negro vertido en un cuento de su libro Largas filas de gente rara: “ Mírelos: tan hoscos, tan malencarados, tan sosos, tan pretendidamente dandis, tan esnobs, tan extravagantes, tan despeinados, tan mal afeitados, tan hippies, tan escuálidos, tan gordos, tan desaliñados. Querido lector, no es necesario que ajuste las páginas de su libro: así de feos son los escritores. Quizá por eso eligieron una profesión que pueden desempeñar desde las sombras…” Luis Jorge Boone es un autor que exprime de su realidad la sustancia de las cosas que, por su capacidad de mirar detenidamente, nos revelan un lado oculto, como en su poema “b) Animal Planet”, en donde un espacio en blanco, como cuerpo transparente del poema, da paso a una nota al pie de página que explora la palabra poética.“Sucedió que a fuerza de observarme y observarlos/ ella empezó a encontrarme parecido a otras especies. […] Nagual de mi infancia en una jaula,/ animalito protector del álbum de estampas/ de mi libro de adivinanzas, ya no aguardes mi respuesta./ Esa silueta que recorre el horizonte/ soy yo:/ soy yo/ que cabalgo hacia el sol/ sobre mi propio lomo.” La libertad escritural con la que se expresa Luis Jorge lo hace un autor entrañable que explora temas como la muerte, la historia (la colectiva y la íntima), la literatura y el amor, desde las múltiples combinaciones formales que nos ofrece la literatura como experiencia vital, convirtiéndolo en un arquero cuya escritura es la flecha que atraviesa muchos blancos en un solo tiro •

Estado de antisitio Nanos Valauritis

Pues fui sitiado Por quién fui sitiado Por ti y por mí por fulano por zutano Estrechamente fui sitiado Por fronteras, aduanas, control de pasaportes, la Interpol, la policía Militar, los tanques, la retórica, la tontería, Por las medallas, los uniformes, los pronunciadores de discursos, Las promesas, las mentiras, la trapacería, La supuesta indignación de los dirigentes, la hipocresía, La televisión, la radio, los jabones, los detergentes, Los comerciales, el turismo, los viajes organizados, los cruceros, Las hornillas de gas, los refrigeradores, los campamentos, los niños exploradores, Los artículos sobre la Educación, las muchedumbres, el polvo, los libros de poesía, La falta de agua, el abono, los nervios, la mala digestión, la calvicie, Los navieros, el futbol, los autobuses, la carestía, las enfermedades De la columna vertebral, la burocracia, la tardanza, las confirmaciones, Las críticas, la Iglesia, las torturas, los oportunistas, La sospecha, los perseguidos, el miedo, la insolencia, los concursos De belleza, la falta de dinero, la falta de derechos, fui sitiado por los zafios, Los desarticulados, por nuestros pensamientos oscuros, por nosotros mismos Y por cualquier otra cosa que podáis pensar fui estrechamente sitiado.

Tomado del libro Señal, publicado en 1976, apenas dos años después de la caída de la junta militar que gobernó Grecia –la llamada dictadura de los coro‑ neles– de 1967 a 1974.

Véase La Jornada Semanal, núm. 779, 7/ ii /2010 Versión de Francisco Torres Córdova


Jornada Semanal • Número 955 • 23 de junio de 2013

........ arte y pensamiento Alonso Arreola

Miguel Ángel Quemain

@LabAlonso

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El Laberinto fecundo de Filomarino

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OSSANA FILOMARINO TIENE UNA pregunta sobre el mundo interno, que le propone la creación y sus procesos. Una de las posibles certidumbres está en Laberinto 1, Work in progress, que en su título advierte que la respuesta no es única y que en las lógicas del límite entre lo corporal, la mente y lo conceptual hay una multiplicidad de proposiciones que decidió colocar en ese cuerpo sabio de Amada Domínguez, modelado con experiencia y disciplina, por la intuición y un manejo del gesto que en el bailarín se transforma en un fascinante close up que lo vuelve actor. Filomarino se acompaña intelectualmente de las certezas e interrogantes que Jorge Luis Borges propone en un enigmático poema que forma parte de Elogio de la sombra, y lo pone en voz del propio argentino, con su acento extranjero y grave, para convertirlo en una voz otra que se coloca por encima de nosotros con múltiples advertencias sobre la irrepresentabilidad del universo que “no tiene anverso ni reverso/ ni externo muro ni secreto centro”. La metáfora del poema encuentra en el tránsito escénico su materialidad: “No habrá nunca una puerta. Estás adentro/ y el Alcázar abarca el universo.” Es un laberinto que, incluso, no tiene Minotauro. Al minimalismo en el movimiento se le suma el minimalismo cálido del estonio Arvo Pärt, con “intervenciones sonoras” (así se le llama ahora a las elaboraciones conceptuales y artísticas que en el pasado elaboraba el coreógrafo) de Rodrigo Castillo, que acompaña a Drama Danza en algunas aventuras nodales, fielmente y con una espectacular comprensión e interpretación de lo que está en escena. Las relaciones entre padres e hijos artistas es un capítulo de la creación artística que debiera escribirse algún día, para ofrecer una lectura de esa parentalidad estética y no sólo de identificaciones psíquicas. Como muchas personas, los artistas no se libran de tener hijos impermeables a la sensibilidad creadora, parásitos o auténticos trogloditas que se empeñan a cada paso en pisotear o desdecir la obra de sus padres, o vivir de ella inescrupulosamente, empeñándola, malbaratando el acervo. Hay historias que parecieran más para el periodismo amarillo, mismo que también se ocupa del proceso inverso: padres que funcionan como una especie de proxenetas de sus redituables hijos instalados en el mundo del espectáculo. Si hablo de esta relación parental, de filiación, de identificación y continuidad de la tradición, es para referirme también al trabajo de Amada Domínguez, quien tiene poco más de quince años en la compañía que fundó Rossana Filomarino, y que en este trabajo coreográfico/actoral tiene mucho del pasado que la coreógrafa/directora ha torneado en el cuerpo de esta bailarina de ébano, como un amoroso Gepetto. Filomarino va más allá de construir un espejo para mirarse íntegra sobre la escena, como si creara un cristal capaz de contener el reflejo del pasado que vuelve a transitar el camino del Laberinto con esos rasgos estilísticos inconfundibles en el cuerpo físico/dancístico de la directora/ coreógrafa.

Rossana colocó su imaginación en una actriz/bailarina habitada con la serenidad y sabiduría que dan los años. Si el arte de moverse es no moverse, esa percepción puede tener como rito de paso un lenguaje minimalista. Al interior de un vestuario rojo cuyos trazos recuerdan las paradojas de Escher –tan dilecto representante del nudo borromeo–, se intuye la fragmentación corporal de Amada Domínguez. Sabemos que debajo del rojo está ese físico azabache que disloca su cintura respecto al tronco, al tiempo que el cuello exige extensiones que se desapegan del gesto del rostro, del gesto de las manos, de la tensión en los pies, y así, repetidamente, a lo largo de una ruta que construye el andar, acompañada y bañada por las luces del escenario durante 55 minutos en el Teatro Sergio Magaña, donde concluye hoy, a partir de las 18:00 horas, una temporada a la que le faltó difusión y un mejor trato institucional, porque un trabajo de tan elevado rigor tiene que ser compartido con la propia comunidad que se educa en estas materias. Laberinto es un punto de llegada de una compañía, de una directora, del equipo de trabajo que produce y realiza y de una bailarina, Amada Domínguez, que nos recuerda los prodigios que Guillermina Bravo hizo posibles en las anatomías eternas de Victoria Camero y Antonia Quiroz, dos bailarinas tan inolvidables como lo serán Filomarino y Domínguez •

Rossana Filomarino

LA OTRA ESCENA

quemainmx@gmail.com

Seattle, rock grande con doble carga y leche entera, sin crema batida, extra caliente y para llevar

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O SE PUEDE HABLAR de Seattle ( Washington), de su banda sonora, sin tomar en cuenta lo que ocurre en las muchas cafeterías que la pueblan. Pese a ser cuna de la expansiva cadena de la mujer serpiente, la cultura que baristas, importadores, productores, maestros y establecimientos como Stumptown han desarrollado permea en una población amistosa y educada, mezcla del cosmopolitismo neoyorquino y el ánimo europeo. Ciudad que legalizó los matrimonios entre personas del mismo sexo así como la mariguana, en sus calles resulta casi imposible ver gente preocupada por la moda o la presunción. En realidad son casi descuidados los de Seattle. Incluso en sus más exclusivos restaurantes abundan largas cabelleras en hombres barbados, así como bermudas y chanclas en mujeres tatuadas, sin maquillaje. Hipster en el buen sentido, su ambiente permite y provoca la convivencia de distintos grupos raciales, sociales y de edad, lo que se agradece en estos tiempos de colérica intolerancia. Claro, están arrinconados en la geografía estadunidense y su clima lluvioso mantiene lejos a quienes buscan vacaciones sustentadas por el sol y la playa. Dicho esto, el buen resguardo de una cafetería resulta de suma importancia para su día a día. En ellas suenan máquinas de expreso, animadas conversaciones pero, sobre todo, música indie, rock y pop alternativos impulsados por estaciones de radio de tipo colegial (algunas históricas, como kexp), que a lo largo de cuarenta años han desarrollado la escena local a niveles estratosféricos. No es gratuito que sea en este territorio donde nacieron Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden, Alice in Chains y los Screaming Trees, por no mencionar al mismísimo Hendrix. Es así que quienes disfrutan de un late coronado por sofisticadas hojas trazadas en la espuma, también se sienten protegidos del clima exterior –en más de un sentido– por las voces de Kurt Cobain y Eddie Vedder, entre otras traídas de costas contrarias. Tal es el caso de Buke & Gase, dúo de Brooklyn al que conocimos en el iPod de un amigo –claro, un músico de Seattle–, y que nos parece de lo más interesante que hemos escuchado recientemente. Ellos han grabado dos ep ’s y un larga duración. Está por salir el segundo. Sus integrantes son Arone Dyer y Aron Sanchez. Ella canta, toca el ukulele eléctrico y es experta en el uso de efectos así como en el pandero de pie. Él toca una guitarra modificada con cuerdas de bajo y también el bombo. Rock inteligente, el suyo juega con complejas polirritmias y tímbricas sin que jamás se sacrifique el fluir de las canciones. Es una suerte de folk distorsionado con tintes progresivos que, por su sola calidad compositiva e interpretativa, ha girado por Estados Unidos y Europa desde su reciente formación. Realmente notab l e . B ú s q u e l o s n u e s t ra l e c to ra , nuestro lector. Hay numerosos videos de ellos en la red. Regresando allí donde aman a los perros tanto como comer cangrejo del Pike Place Market, también son numerosas las tiendas de vinilos (Bop Street Records) y librerías (Lion Heart Book Store). Ni hablar de sus museos. Asimismo, varios son los auditorios, teatros y bares en donde se puede escuchar mú-

sica en vivo. Del sofisticado Three Doors al legendario Showbox, pasando por el Sea Monster Lounge, en Seattle sobran opciones noche a noche.Verbigracia: en ese último y pequeño bar vimos a Funky 2 Death, noneto que ocupa un tercio de su espacio y que, sin cobrar entrada, cada viernes ofrece uno de los mejores shows de la ciudad.Virtuosos, divertidos y maleables, igualmente tocan un himno de James Brown que una pieza de hip hop original cargada de sarcasmo político y social. Por otro lado, también hay importantes escenas de jazz, experimentación (con electrónica, rock o clásico) y latina. Así lo dejan ver las publicaciones gratuitas que se pueden hallar en la entrada de múltiples establecimientos. Sí, hablamos de revistas y periódicos que en otras grandes ciudades han desaparecido con el desaforado uso de internet como fuente de información primaria. Están el Seattle Art & Performance Quarterly, The Stranger, Record Collector, Earshot Jazz, Culture y City Arts, que en su último número da la portada al contrabajista Evan FloryBarnes y su banda Industrial Revelation, también notable. Finalmente, no se crea quien nos lee que fuimos invitados a Seattle para promover sus atracciones músico-cafetaleras. Allí donde viven algunos de

los máximos millonarios del mundo (sede de Microsoft) y donde todos separan la basura en al menos cuatro contenedores diferentes, no parece importar el flujo turístico ni lo que se piense desde el exterior. En este domingo y con una taza de café de Coatepec en la mano, sólo deseamos compartir una huella valiosa de ese otro Estados Unidos que vale la pena escuchar de vez en cuando. Buena semana •

BEMOL SOSTENIDO

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arte y pensamiento ........

23 de junio de 2013 • Número 955 • Jornada Semanal

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Jorge Moch

Verónica Murguía

P

ERTENEZCO A LA RAZA que profesa la fe de las vacaciones en la playa. Quienes son como yo juran que, si se van de vacaciones al mar, todo en sus vidas se compondrá. El mar es, para mí, el remedio universal contra el cansancio. Siento por el Caribe una mezcla de ternura y embeleso semejante en todo al amor. El color y la temperatura del agua, la textura sedosa de la arena, la sombra móvil de los cardúmenes que se acercan a la orilla y que me rozan los tobillos, todo me hechiza de tal forma que lo veo y me alegro. Aunque he padecido insolaciones, ampollas, espinas en las plantas de los pies, una quemada de aguamala, una revolcada que me hizo tragar agua salada hasta vomitar, y de que nado como un perro, lo amo. La nostalgia me obliga a creer que no hay olor más salutífero que el del sargazo pudriéndose bajo el sol, ni sonido más curativo que el de las olas. Soy medio yucateca: resistente a la salsa de habanero, descarada en traje de baño, flemática ante los chistes escatológicos y amante del sol. Lo malo es que la mitad de mi adn no es tan tropical y poseo una complexión semejante a la de las cuijas. Ahora que los efectos del sol sobre la piel humana son conocidos en todo el universo, uso un filtro solar con un fps semejante al que usa el vampiro Deacon Frost en Blade, ese churro chistosísimo en el que Wesley Snipes vuela por todas partes. Deacon Frost es, favor de fijarse en el dato pseudocientífico, alérgico a los rayos uva y por eso un segundo expuesto a la luz lo convierte en un montón de ceniza humeante. ¿Qué hacer si uno es un vampiro que necesita andar de compras y cazando muchachas ingenuas a las dos de la tarde? La respuesta es obvia: usar gabardinas bien cortadas y un filtro solar impenetrable. Lo que le funcione al vampiro me ha de servir a mí, pensé al ver la película. Sí ha resultado. Para el corto viaje del que recién he regresado, compré un filtro de 110 fps que me dejó del color de una cuartilla Bond, pero llena de barros. Quizás por eso no me veo más sana al regresar, sólo se me quita la cara de susto. Además, comprobé que ir en traje de baño sin pensarlo dos veces es una actitud que se acerca a su fecha de caducidad. No es lo mismo Los tres mosqueteros… etcétera y soy pusilánime. Le tengo tirria a los espejos porque me revelan que el tiempo es implacable y no explicaré más porque me lo impide el pundonor. Antes, en cuanto se definía la fecha para irnos, me proponía cumplir con una serie de rituales destinados a disimular los defectos que me tocaron en la tómbola de la herencia. Cortarme el pelo, hacerme pedicure, exfoliarme las rodillas y ceremonias afines, cuyos detalles

no revelaría porque son detestables. En años recientes se sumó el autobroncearme con cremas que lo dejan a uno color tabaco y con las manos anaranjadas. Cada verano compro una crema de ésas. Sólo me la he puesto dos veces y las dos quedé feliz. De lejos me veía tostada y atlética, como si hubiera surfeado un mes. De cerca me veía como hecha de latón y con los bigotes amarillos. Hasta mi abuela, tan discreta que era, me sugirió que usara un maquillaje m á s natural. –¡No uso maquillaje, abuelita! –declaré. –Ay, hija, ¿entonces por qué traes chapas de tascalate? La explicación le pareció una bobada y me advirtió que cualquier sustancia que tiñera la piel era, por necesidad, venenosa. Ésa, aclaro, no era la abuela yucateca. Era la michoacana, que adoraba la niebla y reprobaba el sol. No me arredré. Me fui con mi marido al mar y me la pasé feliz, aunque cuando vi las fotos del viaje, tuve que reconocer que mi autobronceado dejaba muchísimo que desear y me veía como si me hubiera oxidado. Suelo olvidar las sandalias, el sombrero y el repelente. Los compro, los atesoro y los dejo en el estante, ya que mi capacidad para hacer una maleta cumplidora es muy limitada. Lo que no olvido son los bestsellers. Esta vez quise, por un momento, llevar libros buenos. Pero luego recordé hasta qué punto me baja el iq cuando estoy bajo el sol y la modorra que me provoca el calor. Compré Inferno, de Dan Brown. Cuando en la tarde bajaban (o subían, porque los vi despegar de un charco) los moscos y trataban de picarnos hasta las muelas, huíamos al cuarto y yo abría el libro. No me decepcionó: es de una tontera purísima, capaz de borrar cualquier rastro de sensatez. Obnubilada por tanta babosada incruenta me dormía, en paz con el mundo. Era lo que me hacía falta •

Execrables, impunes yúniors

H

OY MÁS QUE NUNCA podemos decir que el poder público, que debería entenderse como servicio a la nación en este país que es trinchera y rastro, no es más que retórica mascarada, la foto de campaña electorera tras la que se agazapa el vil ratero. La lista de funcionarios sospechosos de corruptelas y enriquecimiento criminal, de robarse el dinero del pueblo o de recibir cuantiosos favores económicos al hacerse cómplices y patrocinadores de la delincuencia organizada, es cuantiosa y vergonzante, y descuellan quienes en su momento resultaron electos gobernadores de sus estados a los que, en lugar de administrar con prudencia y cariño o al menos algo de responsabilidad, utilizaron sin un mínimo reconcomio moral para servirse con la cuchara grande, abusando de los recursos oficiales y robándose descaradamente el dinero que, además, en muchos casos, estaba destinado a rubros

de particular sensibilidad social, para fondos de desastres o para avituallar hospitales, clínicas y dispensarios en zonas de pobreza extrema. En multiplicados casos, esos gobernadores sólo de nombre pero en los hechos saqueadores de profesión, desviaron recursos para atender emergencias que laceraban a la gente, desde inundaciones hasta epidemias, para fincar multimillonarios negocios propios y darse desde luego una vida de crasos nerones: viajes en avión particular por el mundo, derroches en casinos y hoteles y cruceros, compras copiosas en las más caras tiendas de alta costura, aunque los mandriles, si bien visten corbata de seda y fino zapato italiano, mandriles van a morir. El caso del momento –utilizado como elemento distractor de los otros grandes males nacionales con el concurso de los medios masivos y desde luego en ello las televisoras– es el del priísta exgobernador de Tabasco: Andrés Granier Melo que, cuando llegó a la gubernatura, encontró que su correligionario priísta Manuel Andrade le dejaba una deuda estatal de 450 millones de pesos; Arturo Núñez, el actual gobernador salido de las filas del prd para desgracia del pri , denuncia una deuda que glosa más de 23 mil millones de pesos. Sí, 23 mil. Sí, millones. En lo que parece no reparar gran cosa el escrutinio público y su cauda de sana pero efímera indignación es en el papel que en estos lamentables casos juegan los benjamines de esos mandatarios metidos a rateros vulgares. La mayoría de las veces porque, aunque puedan terminar en chirona, los muy desgraciados siguen manteniendo el control de enormes cantidades de dinero con las que pueden comprar desde versiones de prensa hasta brutales venganzas, y siguen manteniendo muchas veces, también, los suficientes hilos con que mangonear una intrinca-

da red de complicidades, desde favores debidos hasta la más burda de las extorsiones. Lo cierto es que en casi todos los casos, las hijas y los hijos de esos que ostentaron algún cargo público y de los que se sabe que tienen –sin que se sepa bien cómo pero mucho se sospeche que mal habido– caudales de dinero y, con dinero, poder, se desvanecen de la luz pública, se vuelven difusos, se nos olvidan. Y andan por ahí, dándose una vida de princesitas y reyezuelos a costillas de nuestra estupidez, nuestra ignorancia y nuestro conformismo. Fabián Granier Calles, el hijo del químico tabasqueño cínico y voraz, y sus hermanas Paulina y Mariana, o Luis Armando Reynoso López, hijo del exgobernador de Aguascalientes, son sólo los más recientes de una larga lista en que cada nombre es una bofetada de desprecio al mexicano. ¿Por qué no se investigan las trayectorias y negocios seguramente boyantes y multimillonarios pero hechos al amparo del desfalco y la corrupción; los viajes y cenas y compras y autos y yates de los hijos de Salinas?, ¿o los del los hijos de Miguel Alemán?, ¿o los de Romero Deschamps?, ¿o los de Yunes Linares?, ¿o los de los hijitos de Martita?, ¿o los de los retoños de Fidel Herrera, Carlos Marín, José Murat, Ulises Ruiz, Ernesto Ruffo y los que se antoje recordar? ¿Quién los llama a cuentas? Educados en la más recalcitrante noción de superioridad nacida de algo tan vulgar como la corrupción y el indebido ejercicio del poder, esos yúniors execrables nos deparan otra vuelta de tuerca cuando, al paso de los años y con cinismo colosal se postulan –o son postulados por esa plataforma criminal que soslayó las fechorías de sus padres– a cargos públicos, preservando precisamente los usos y costumbres que tanto han lastimado y depauperado a este país. Y nosotros, con perdón del respetable, acá seguimos, de sus pendejos •

CABEZALCUBO

El espejismo

LAS RAYAS DE LA CEBRA

tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch


15 Jornada Semanal • Número 955 • 23 de junio de 2013

........ arte y pensamiento

Javier Sicilia

Luis Tovar

H

AY EN TODO PROCESO de violencia la búsqueda de borrar a las víctimas, de llevarlas al territorio de lo innombrable, de arrancarles la palabra. A la producción de cadáveres –asesinados, destazados, enterrados en fosas clandestinas o disueltos en ácido, una novedad menos costosa que los hornos crematorios de Auschwitz– se suma el silenciamiento de los familiares que sufren el horror, la destrucción de su decir. Durante el gobierno de Felipe Calderón esta última práctica –hasta el surgimiento del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad ( mpjd ) que les dio la palabra a la víctimas– fue una de sus políticas de Estado, su gran crimen de lesa humanidad. Hoy, bajo el régimen de Enrique Peña Nieto, se trata –hasta ahora de manera infructuosa– de desmontar su decir de los medios de comunicación, de encapsularlo en el lamento confinado e inaudible de las procuradurías.

El rostro extremo de esa práctica que guarda toda violencia es esa muchedumbre de cadáveres vivientes que recorrían los campos de exterminio nazi y que llamaban, no se sabe bien por qué, “musulmanes”: seres que no sólo habían perdido cualquier voluntad, sino incluso, a fuerza de negación y de violencia, casi la palabra. Primo Levi retrata en el pequeño Hurbinek los grados a los que esa negación puede conducir. Hurbinek nació en Auschwitz.“No parecía mayor de tres años; no sabía hablar y no tenía nombre.” El que llevaba era fruto de uno de los sonidos inarticulados que pronunciaba y que alguien había captado. “Estaba paralizado a partir de los riñones y tenía las piernas torcidas, flacas como flautas, pero sus ojos extraviados en un rostro triangular y raquítico, centelleaban, terriblemente vivos, suplicantes, afirmativos, llenos de la voluntad de romper sus cadenas, de romper las barreras mortales de su mutismo. La palabra que le faltaba, que nadie se había preocupado en enseñarle, la necesidad de la palabra, emanaba de su mirada con una fuerza expresiva.” Por las noches, “del rincón de Hurbinek llegaba un sonido, una palabra ” llena de “ variaciones experimentales alrededor de un tema, de una raíz, tal vez de un nombre”: mass-klo, matisklo. Un poeta, Paul Celan, que buscaba los significados de ese decir de la muerte en Auschwitz –una empresa inmensa para la poesía– terminó también por escribir un balbuceo como el de Hurbinek. Un lenguaje oscuro, cada vez más denso en su tiniebla, que concluyó en el silencio. Ciertamente, el decir de Hurbinek y de Celan son el verdadero testimonio del horror, la experiencia absoluta de lo humano negado que, como dice Juan Villoro, “quedó del otro lado del sentido”. Sin embargo, ese decir, como lo vio Levi, urge narrarlo, urge la palabra del testigo que

no llegará, como ellos, al fondo de ese decir oscuro, pero salvará lo humano. Levi lo dice al final de su relato sobre Hurbinek: “Murió los primeros días de marzo de 1945, libre pero no rescatado. No queda nada de él: da testimonio a través de mis palabras.” Los exégetas de Celan, que se suicidó en 1971 en el Puente Mirabeau, lo dicen también al interpretarlo. Las víctimas en México, bajo la negación de la violencia y el poder, no sólo corren el peligro de convertirse en “musulmanes” –durante los recorridos del mpjd por todo el país encontramos una gran cantidad de ellos: hombres y mujeres que, a fuerza de desprecio y criminalización, estaban al borde de convertirse en un conjunto de puras funciones físicas–, sino de perder la palabra en el sinsentido del horror y ser enterradas en el mutismo del olvido. Hay, en este sentido, y como nos lo mostraron Levi y todos los grandes testigos de Auschwitz, un deber ético, en quienes poseen una palabra, de dar testimonio del horror, de desatar –aunque no se pueda dar cuenta total del fondo del espanto que produce la violencia– la palabra encerrada en el confinamiento de la muerte y de las procuradurías; una obligación ética de conservar la memoria, de recuperar lo humano y su exigencia de justicia y de paz; una obligación de que la vida no se pierda como el ala de una mariposa en el incendio del desprecio. Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco- cm del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a los presos de Atenco, hacerle juicio político a Ulises Ruiz, cambiar la estrategia de seguridad y resarcir a las víctimas de la guerra de Calderón •

La mosca y el cañón

A

PROPÓSITO DE LO ESCRITO aquí la semana pasada sobre esa eficaz, fugaz y fácilmente sustituible maquinita de hacer billetes llamada El hombre de acero (Man of Steel, Zack Zinder, eu, 2013), un gran amigo que es un gran lector alegaba que la crítica de este juntapalabras era como ponerse a matar moscas a cañonazos: es decir que, en términos crítico-analíticos, resulta tan fácil hacer pedacitos a Superman –lo mismo que a cualquier adláter de su calaña fílmica– que muy escaso sentido tiene, si alguno, dedicarle atención. Este ponepuntos no estaba ni está de acuerdo con esa supuesta inutilidad, así fuera por la única razón de que toda hegemonía, en cualquier ámbito, es por principio perniciosa, y en ciertas ocasiones no sólo es conveniente sino –diríamos algunos aún– éticamente irrenunciable poner algo, por pequeño que sea, en el plato casi

vacío de la balanza; en este caso, el que corresponde precisamente a una visión crítica de un hecho que, como lo sabe cualquiera, es no sólo estrictamente cinematográfico –endofílmico, le llaman algunos– sino abarca otros rubros, ya sean de su proximidad inmediata como los económicos –el ingreso en taquilla en su país de origen y fuera de él, los porcentajes de ganancia o rentabilidad, etecé– o mediata, también conocidos como exofílmicos, entre los cuales destaca, y con mucho, el espectro político. Como nunca falta el ingenuo superficial que fuerza su magín a pensar en el cine como si se tratara de algo que sirve precisamente, y en todos los casos, para no pensar –“sólo es un entretenimiento”, suele argumentar–, conviene traer a cuento algo que dijera un tal Zbigniew Brzezinski, en los ya más o menos lejanos años setenta del siglo pasado: “El verdadero poder estadunidense radica en su industria mediática y cinematográfica.” Si el mensaje quema, el mensajero calcina: Brzezinski cobraba como asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en los tiempos de Richard Nixon. (Época, por cierto, más presente de lo que muchos podrían imaginar: piénsese, por ejemplo, que fue entonces cuando se instauró la prohibición contra todo tipo de estupefacientes, con su cauda de criminalización tanto a la producción como al consumo, y sus efectos actuales de guerra sin victoria posible; todo lo cual, cosa más que sabida, lacera mucho más de este lado del río Bravo que de aquél.)

A otro hueso con ese perro Va una noticia reciente para esos desavisados de que la cinematografía sirve para mucho más que entretener –y perdonen, al mismo tiempo, que a este sumacomas el verbo “entretener” inevitablemente le haga pensar en un perro royendo un hueso–: para firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, la Unión Europea, nada pendeja,

exigió que su sector audiovisual quedara fuera de unas negociaciones que todavía ni comienzan. Lo hizo imponiendo lo que se ha dado en llamar, con exactitud envidiable, “excepción cultural”, y para ponernos más amarillos, no fue el ministro de Cultura quien alcanzó esa verdadera victoria frente a las ansias hegemónicas y el “verdadero poder” estadunidenses, sino Nicole Bricq, ministra francesa de Comercio. En otras palabras, y a diferencia de lo que acá padecemos y que lleva tantos años –desde el fatídico 1994 del tlc– que a Mediomundo no sólo le parece lo más normal sino lo considera incluso bueno y justo, las pantallas de la Unión Europea no se verán absolutamente invadidas por Hombres de Acero, Ironmanes –que no sólo en el apodito se parece al antedicho–, Despuesesdelatierra y toda suerte de baldados intelectuales, desde los que por tercera vez pasean su cruda y su regreso al redil de buenos ciudadanos, hasta los que por ¡sexta! ocasión se suben a sus cochecitos quesque para “combatir el mal”. Difícilmente los redentores neoliberales, de los que hablan las páginas principales de este número de La Jornada Semanal, abrirán la boca para escandalizarse y acusar a la ue de “prácticas proteccionistas” o, al estilo de esos telectuales apellidados Aguilar Camín y Castañeda, para hablar de “nacionalismos trasnochados”, como sí lo hicieron muchos hace diecinueve años y como siguen haciéndolo hoy en día, cuando alguien de estos lares menciona la necesidad, urgentísima, de revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y sacar de sus leoninas cláusulas, entre otros muchos rubros, a la industria audiovisual. Por todo lo anterior, más vale no guardar el cañón y seguir tirándole a tan resistentes moscas. De otro modo seguiremos, como buenos y pavlovianos canes, muy entretenidos con nuestro cinematográfico hueso •

CINEXCUSAS

La necesidad del testimonio

CASA SOSEGADA

cinexcusas@yahoo.com


ensayo

23 de junio de 2013 • Número 955 • Jornada Semanal

Annunziata Rossi

La última voluntad de Pirandello

L i.

uigi Pirandello murió en diciembre de 1936. Sus hijos encontraron una hoja de papel arrugado que contenía su testamento:

Déjese pasar en silencio mi muerte. A los amigos, a los enemigos, una plegaria de no hablar de ella en los periódicos y ni siquiera señalarla. Ni anuncios, ni participaciones. ii . Muerto, que no se me vista. Que se me envuelva desnudo en una sábana. Y nada de flores sobre la cama y ninguna vela prendida. iii . Carroza de ínfima clase, la de los pobres. Desnudo. Y que nadie me acompañe, ni parientes ni amigos. La carroza, el caballo, el cochero y nada más. iv . Quémenme. Y apenas quemado mi cuerpo, dejen que se disperse; porque nada, ni la ceniza quisiera que quedase de mí. Pero si esto no se puede hacer, que la urna sepulcral se lleve a Sicilia y se entierre en alguna piedra bruta de la campiña de Girgenti, donde nací. Este es el escueto y lapidario testamento de Luigi Pirandello. Los hijos, por supuesto, decidieron respetar la voluntad del padre. Nada de funerales de Estado, lo que dejó frustrado al régimen fascista que hubiera querido celebrar con gran pompa la muerte del gran dramaturgo quien, en el lejano 1924, se había adherido al fascismo. Sin embargo, ya sea por razones sentimentales, como la resistencia a una ceremonia, o como

el esparcimiento de las cenizas, que entonces no se acostumbraba y, más aún, era ilegal y rechazado por la Iglesia; ya sea también por los difíciles momentos políticos de los años treinta (precisamente en 1936, el año de la muerte de Pirandello, se había celebrado el Eje Roma-Berlín, preludio de la segunda guerra mundial), las cenizas del dramaturgo no fueron esparcidas en Roma ni fueron llevadas a Girgenti para ser enterradas en su tierra natal. El hecho es que las cenizas permanecieron en el cementerio de Verano en Roma durante diez largos años. Al finalizar la guerra, precisamente en 1947, empezaron las fuertes presiones del alcalde democristiano de Girgenti (ahora Agrigento) sobre el gobierno central para la repatriación de su ilustre hijo, etcétera, etcétera. Los transportes todavía no funcionaban, los trenes no tenían horario (afuera de las estaciones una masa de gente acampaba noche y día esperando subirse de casualidad a un tren), así que el democristiano Alcide de Gasperi logró que los aliados estadunidenses le prestaran un avión de la Air Force para trasladar los restos de Pirandello hasta su tierra. Las cenizas del dramaturgo, depositadas en un precioso vaso griego del siglo v ac , y embaladas en una caja de madera, fueron colocadas en el avión. Las acompañaba el profesor Ambrosini, coterráneo y estudioso del gran dramaturgo. Cuando iba a despegar el avión, una decena de sicilianos pidió pasaje, que les fue rápidamente concedido. Una vez a bordo, uno de los afortuna-

dos, viendo la caja que encerraba el vaso griego, preguntó curioso qué era eso. Al saber que contenía los restos del dramaturgo, quedó aterrado. ¿Y si las cenizas, obedeciendo el deseo del difunto, lograran dispersarse por el vasto cielo? ¿Y con ellas, ellos también? También quedaron aterrados sus supersticiosos paisanos quienes, haciendo cuernos con la mano (puño cerrado y el meñique y el pulgar levantados, el famoso gesto de exorcismo que acostumbran hacer los meridionales para conjurar la mala sorte), quisieron bajar del avión, seguidos casi inmediatamente por los pilotos. Al pobre profesor Ambrosini, siempre junto a la preciosa caja, no le quedó otra que emprender el viaje de toda una jornada en tren hasta Girgenti. Ambrosini pudo dormir, pero cuando despertó la caja había desaparecido. Tuvo que buscarla por todo el tren y por fin la encontró: cuatro tipos bigotudos la usaban como mesa de juego. Pero no terminan aquí las peripecias de las cenizas de Pirandello porque, al llegar a Agrigento, el obispo g. b. Peruzzo se negó a bendecir el vaso griego, ¡un vaso pagano! Entonces se decidió depositar las cenizas en un ataúd cristiano, pero como tampoco había ataúdes para adultos se utilizó uno para niños. El vaso griego se dejó en la casa de Pirandello mientras se proyectaba la construcción del monumento donde se enterrarían las cenizas y celebrar así aquellos funerales que el dramaturgo había rechazado explícitamente en su testamento. Por supuesto, como suele pasar en Italia, el monumento fue terminado sólo quince años después, en 1962. Mientras, las cenizas se habían calcificado y al empleado le costó bastante trabajo hacerlas polvo con un cincel. Vaciadas en un cilindro de aluminio, finalmente se celebró su sepelio en el monumento. Los funerales se realizaron con gran pompa, exactamente como no hubiera querido Pirandello, con la presencia de personalidades políticas, religiosas y del mundo de la cultura, representado este último por Leonardo Sciascia y Salvatore Quasimodo. Sin embargo, las peripecias de las cenizas pirandellianas habrían de continuar. El hecho es que no todas cupieron en el cilindro de aluminio y una parte había quedado en el vaso griego supuestamente vacío. El empleado puso tranquilamente el resto de las cenizas en un periódico y se dirigió a un acantilado para echarlas al mar, pero en ese momento una ráfaga de viento las dispersó en el aire. Sólo así como se cumplió en parte la voluntad de Pirandello. En 1994, otra sorpresa: se descubrió que el vaso griego, ahora en el museo s. Nicola de Agrigento, contenía todavía cenizas que, sometidas a la prueba de adn , revelaron que no pertenecían sólo al Maestro, sino también a otros seres humanos de identidad desconocida. Así se concretiza el obsesivo tema de la obra pirandelliana: la multiplicidad del yo, la coexistencia de muchos seres en una sola persona. Es decir, uno, ninguno y cien mil •

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