La Jornada semanal

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Madiba Mandela

■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 14 de julio de 2013 ■ Núm. 958 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

Leandro are

LLano

y Juan Manu

En el tren de la muerte, a gustín e scobar e Lsa c ross : el mapa del amor y sus senderos

eL

roca


“Virtuoso como Catón y sabio como Marco Aurelio, Mandela ha vivido y actuado en oposición a esa corriente de destrucción y de ruina que caracteriza al atroz siglo XX.” No exagera un ápice Leandro Arellano en la descripción que hace del Madiba, quien desde hace mucho es considerado, con toda justicia, como uno de los hombres que más han dignificado al espíritu de nuestra especie. Leyenda viva y presencia insoslayable, el nombre de Nelson Mandela es parte fundamental no sólo de la historia contemporánea, sino de la humanidad de todos los tiempos. En su honor publicamos una semblanza suya, así como un texto entrañable y encendido de Juan Manuel Roca, igualmente dedicado al Madiba Mandela. Completan el número una crónica de Agustín Escobar sobre ese tren de la muerte conocido como la Bestia, así como

de asombros

bazar H

Hugo Gutiérrez Vega

iram Ruvalcaba, escritor de Zapotlán; don Eulalio Par tida, ref ugiado español en tierras mexicanas; Valeria Guzmán, mujer de ojos azules, y otra mujer de ojos azules, escriben, sin pensar en Ortega y Gasset, los cuentos que integran la colección titulada El espectador. En este juego pirandelliano, unamunesco y un poco pessoano, los personajes van y vienen en busca de la circunstancia que les permitirá convertirse en seres de ficción que, de una manera o de otra, se corresponden con los que pertenecen a la llamada realidad. Hiram Ruvalcaba nos entregará próximamente su colección de cuentos y, por lo pronto, nos advierte que ese libro viene a completar el primer capítulo de su ya vasta obra literaria. Recomiendo a los lectores, de manera muy especial, el cuento titulado “Gimnopedia”, que se apoya, de forma inteligente y misteriosa, en la obra de Satie. En este cuento, la realidad punza y, a veces, liquida la vida o el porvenir de sus entes de ficción. Sin embargo, la música de Satie tiene la suficiente fuerza como para que estos perseguidos por el ramalazo del destino recompongan sus vidas y encuentren asideros para seguir aquí. La prosa de Hiram es clara y precisa. No se anda por las ramas y aun en los más complejos juegos estructurales impone su voluntad de vivir, mientras que los acier tos de su estilo dan una fuerza mayor a la expresión y, sobre todo, a la imaginación, a la que da rienda suelta y al mismo tiempo domeña y pone al servicio de la anécdota. Tal vez por estas razones la excelente casa editora, radica-

NotaS SobrE El EspEctador

da en Colima, “Puerta abierta”, se decidió a publicar esta ya madura obra juvenil. En el cuento titulado “Milagros”, la canción “J’attendrai”, de Poterat, da sentido a una historia en donde las memorias y la fuerza del presente se mezclan para crear un cuadro mágico. En este cuento, como en la mayoría de los otros, la ciudad de Sayula y el clima físico y espiritual del sur de Jalisco son el escenario de unas narraciones que son, por una parte, sanamente costumbristas y, por la otra, se instalan en un momento histórico del mundo y se apoyan en atinadas referencias literarias. El cuento que da título al libro tiene un epígrafe de José Emilio Pacheco que ayuda a crear la atmósfera de una narración en la que los seres reales, como el macabro Gustavo Díaz Ordaz, se unen con personajes tan difusos como la luna llena y su presencia solitaria. Me interesó de manera muy especial el cuento titulado “El canto de Ofelia”. El personaje central de esta historia es una habitación que refugia y devora a los seres humanos que buscan en ella un lugar de retiro y de vida pacífica. Una canción de Lennon recorre las páginas del cuento y se une a Pink Floyd para dar vida a un momento histórico del pasado que es capaz de explicar el presente. Jean Simmons, en su papel de Ofelia, en el Hamlet dirigido por Olivier, deslumbra al autor y a sus personajes. El momento está marcado por las lágrimas de Dolores, que no puede resistir ante el dolor de Ofelia. Hiram Ruvalcaba es un escritor culto y bien informado, pero, sobre todo, es un fabulador que sabe combinar sus amplios conocimientos con la anécdota que proviene del sueño y nace de la ima ginación •

un ensayo sobre la Poesía completa de la mexicana Elsa Cross. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

Pink Floyd

jornadasem@ jornada.com.mx

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Portada: Viejo sabio Foto de Warrenski/Flickr bajo licencia de Creative Commons

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Norma Ávila Jiménez

Jornada Semanal • Número 958 • 14 de julio de 2013

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ropongo algo a los lectores: por favor pre­ párense a escuchar la pieza La pregunta sin respuesta (The unanswered question), del com­ positor estadunidense Charles Ives (está en Youtube) y en el monitor de su computadora pre­ paren dos imágenes: La capilla, de Mark Rothko, y Número 5, de Jackson Pollock. Inicien la pieza de Ives: escuchen las cuerdas en su movimiento len­ tísimo, eterno y etéreo, y adéntrense en esas to­ na lidades moradas que inunda la obra de Rothko. Pueden “sentarse” en las bancas de la capilla e im­

que el pintor (refiriéndose a Rothko) parece crear es­ pacios que invitan al silencio y a la meditación; nece­ sitamos más de un instante para captar su contenido y, observándolos […] el sentido del tiempo desapare­ ce”, mientras que “Pollock utiliza el tiempo de una manera muy dinámica, nos obliga a mover nuestra mirada a un tempo rápido desde un margen al otro y en todas las direcciones, incluso en profundidad”. Lo anterior permite ver cómo las técnicas de creación utilizadas por los pintores y compositores concuerdan en la utilización del ritmo, el tempo, la

MC Escher, Mosaico II

buirse en la meditación; estas suaves sonoridades, que invitan a la comunión con el infinito, preparan la entrada de la trompeta que, según Ives, con seis notas lanza la pregunta sobre la existencia humana. Las cuerdas continúan y un grupo de instrumentos de aliento madera emergen en momentos tratan­ do de responder. Es en esas breves apariciones cada vez más disonantes y rápidas en las que sugiero a los lectores cambiar la imagen al lienzo Número 5. Si hacen este ejercicio, observarán cómo lo plasma­ do en la partitura se identifica con la estructura pictórica­arquitectónica de Rothko, a excepción de los momentos en que las flautas y oboes atacan, so­ nidos que comulgan con los trazos producto del action painting de Pollock. Las palabras del compositor­pintor español Juan Antonio Muro, publicadas en Sonograma, núm. 2, de 2008, refuerzan lo planteado: “Hay técnicas con las

Esta técnica surgida en el siglo xV y utilizada hasta nuestros días, implica la escritura de líneas musicales que se mueven independientemente unas de otras y suenan armoniosas cuando se tocan simultáneamente. Evalúa la relación existente entre dos o más voces independientes, para obtener un equilibrio armonioso. El artista holandés –aclara Estrada‒ utiliza códigos más flexibles que los mú­ sicos cuando desarrollan un contrapunto, porque aun cuando proyecta figuras (el equivalente a las diversas voces sonoras) que se contraponen, su en­ samblaje tiende a ser de tipo continuo. Los cuadros de Escher recuerdan una es­ piral en la que, al inicio, “hay más espacio y más tiempo entre las figuras y, conforme va evolucionando la obra, el espacio se va es­ trechando y disminuye el tamaño. Las la­ gartijas, o lo que haya plasmado, avanzan hacia su disolución. Es este el punto de con­ tacto entre Escher y Nancarrow”, asegura el también investigador de la unam . El autor mexico­estadunidense cono­ cía el mágico mundo de Escher, trazos que plasman escaleras cuya perspectiva con­ funde y no se sabe si comunican con un piso ubicado arriba o abajo; delinean paredes curvas interiores que se transfiguran en ex­ teriores, o logran la metamorfosis de aves en peces. Su fascinación por ese arte de al­ guna forma lo influyó. Nancarrow, considerado uno de los com­ positores más importantes del siglo xx , lle­ vó el concepto de polifonía al extremo. Uti­ lizó un piano mecánico para reproducir estructuras rítmicas yuxtapuestas muy complejas, basadas en “una aceleración sis­ temática –explica Estrada‒. De esta forma, aquellas notas que al inicio parecen tener cierta duración, más adelante, por la ve­ locidad a la que se tocan, se convierten en algo borroso, al igual que las figuras de Es­ cher. Se trasforman en sonidos que a su vez contienen melodías ejecutadas a extrema velocidad”. En su geometría espacio­tem­ poral, Nancarrow y Escher comulgan al repro ducir un objeto múltiples veces, como si se tratara de un canon. Las estructuras de Nancarrow evocan el jazz, estilo musical que llegó desde América a Europa durante la segunda década del si­ glo xx , y que tuvo resonancia entre los pin­ tores del grupo De Stjil (El estilo), principal­ mente, en el fundador del neoplasticismo, Piet Mondrian (1872­1944). En 1927 publicó el ensayo Jazz y neoplasticismo, en el cual enfatiza que esa corriente sonora es supe­ rior a otras por la libertad que ofrece: las improvi­ saciones, apuntó, la convierten en una expresión más universal, además de estar sustentada en los bailes modernos. “El paso del arte y la vida se ve cla­ ramente en el jazz y en el neoplasticismo […] porque no conocen la opresión del trabajo, la banda toca como si estuviera jugando”. Para Mondrian, esa fusión cromatismo­música­danza daría lugar a un mejor futuro, con una nueva arquitectura capaz de albergar el arte monumental que se generaría. La geometría impregnada en la música y los ar­ mónicos despedidos por las obras pictóricas, hacen que la acción de escuchar­observar­tocar al objeto artístico se convierta en el aire que respiramos •

música y armónicos

Geometría de la

de la pintura

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armonía y hasta el contrapunto, por lo que su arte en diversas ocasiones converge en la misma direc­ ción estética. El músico Julio Estrada, recientemen­ te homenajeado por diversas instituciones edu­ cativas y culturales por su cumpleaños número setenta, ha analizado las similitudes compositivas entre el pintor holandés Maurits Cornelis Escher (1898­1972) y el músico mexicano de origen estadu­ nidense Conlon Nancarrow (1912­1997). Para Estrada –doctor en música y musicología por la Universidad de Estrasburgo‒, el arte de la primera etapa de Escher, cuando estructura mosai­ cos de figuras –aves, lagartijas o mariposas, entre otras‒ repetidas cíclicamente, que están ensambla­ das como las piezas de un rompecabezas para en­ contrarse una al lado de la otra, proyectan una ima­ gen geométrica que se identifica con lo que sucede en el contrapunto.


creación

recetario

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Egon Schiele, El abrazo, 1917

Fernando uranga rECEta Para CoCiNar oDio 1. Piense en la persona que ama, de preferencia su pareja o alguien que desearía que lo fuera. 2. Enseguida, imagine las situaciones a futuro, robe el encanto de la espon­ taneidad, ensaye cada acción a realizar y practíquela, no deje nada al hermoso azar en el que fluye el cariño. 3. Haga una defensa en contra de los motivos de discusión que puedan ocurrir, gane peleas mentales con su pareja; sobre todo trate de sentir celos, aquellos tan reales y destructores como los noticieros televisivos, donde lo que vemos muy pocas veces tiene sentido. 4. Sospeche de todas las promesas rotas y por romper, los placeres insatisfe­ chos, las pequeñas traiciones; trate de vislumbrar las nuevas promesas que se harán después de haber roto una y cómo, eventualmente, se volverán a incumplir. 5. Reflexione sobre el hecho de que usted es humano, y como tal, puede ser el primero que rompa los acuerdos, el que no pueda satisfacer deseos, perder argu­ mentos en peleas; usted puede no tener la razón, tal vez iniciará altercados sin fundamento , destruirá la esperanza de su ser amado. Sienta su propio desprecio. 6. Saque el odio de su horno mental, déjelo enfriar hasta su putrefacción, se­ guido de esto, camine a la cocina y arrójelo a la basura.

rECEta Para CoCiNar aMor (CoN uNa PErSoNa o MÁS) 1. Deje de pretender que puede optar con quién cocinará amor, que usted tiene el poder de elegir a una persona para amar; usted no puede hacer nada contra este golpe amoroso, es inane, y como tal, precioso. 2. Añada su cariño: no espere que hierva cuando se mezcle con el de otra per­ sona, sólo agréguelo y permítalo hervir. 3. Incorpore el cuerpo de su pareja unido al suyo, dejen que las fantasías los desnuden y las caricias los cubran, hagan el amor y fríanse en la pasión. Busquen des­ quitar y adivinar cada rincón de la piel. Olviden la moral, olviden su nombre, abandonen la religión, ese maldito invento llamado tiempo, todo quedará di­ suelto en el placer. Puede abusar del deseo, este ingrediente siempre sabe bien. 4. Repita el tercer paso indefinidamente. 5. Arroje palabras y pensamientos poéticos al sartén, gruesas rebanadas de risa, uno que otro poema completo, pizcas de locura y trocitos de estupidez. 6. No espere un sabor determinado: puede ir desde la amargura con toques dulces hasta la melosidad con excesiva irrealidad; sin embargo, evite tratar de imaginar la consistencia del amor. 7. Cocínelo cada día; disfrútelo, y es muy importante recordar que nunca estará listo… •

Guillermo Landa

La flor del café Porque la gente vive criticando

me paso la vida sin pensar en ná.

Pero no sabiendo que yo soy el hombre

que tiene un hermoso y lindo cafetal.

Bambuco

Esta fragancia az´harosa, que se deja arrebatar por los aires para embalsa­ mar la estación florida, es una exhalación de aquella jardinera cortejadora del ojo con sus ramilletes de estrellitas terrígenas que blanquecen la plan­ tación verderona del cafetal. Muchos años antes de que la donosa perfumería cafea cautive el olfato y la vista de viandantes desprevenidos, la mano cultora de los plantado­ res anda preparando almácigas y viveros con humus y mantillo sobre las tobas nutricias en los cabezos volcánicos de nuestros montes azules para colocar las semillas germinandas y trasplantar las matitas del Coffea arabica: otras operaciones manuales vigoran el contorno vegetativo de la Ru­ biácea propagando esquejes, estacas, acodos, injertos y plantones; mien­ tras la abonadura que mantiene fértil y lozana la tierra fatigada emana efluvios aliáceos, acedos y vinagrosos. Si las faenas campesinas fomentan su desarrollo, obra de la naturaleza es la elegancia de los cafetos crecidos bajo el umbráculo de las sombrillas de chalahuite, de las enramadas hojosas del guapinole y de la fronda del jinicuil. Ya la temperie benévola obrará con el calor y la humedad conjun­ tos para que se manifiesten las flores: promisión de sápidas drupas. El poeta que nació en la prodigalidad de estos parajes cultivados, sigue la ruta de corusca floración de los “albos jazmines” que dice don Andrés Bello; mira cómo guarnece el traspatio de su casa, se desparrama por todos los solares del pueblo, rodea sus goteras, extiende las fronteras de la case­ ría hasta las barrancas, trepa por el lomerío, se despeña, surca, bordea cañadas y cuestas, esquiva los barriales y el tepetate, salta las crecidas y corona las cumbres templadas, huye de la helada para no resfriarse y de la tierra caliente para no insolarse. Flor del café que con su brutal esencia fecundada anuncia desde ahora el nobilísimo alumbramiento del semillero, que torrefacto e infundido avivará nuestro corazón con sus enzimas de aroma y sabor •


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agustín Escobar Ledesma

C

omo si viviera en un grabado de Guadalupe Posada, Gladys Mabel ve cómo la sonriente muerte se le acerca lenta e inexorablemen­ te, cabalgando en un esquelético caballo, para mostrarle un siniestro cabo de vela con una lla­ mita a punto de extinguirse. Por más intentos que realiza, Gladys no puede zafarse de la macabra imagen y a estas alturas tam­ bién es imposible dar marcha atrás en su temeraria decisión de internarse en la dorada costa de Califor­ nia. Por eso, a pesar de la fría lluvia, se trepó al lomo de la Bestia en Arriaga, en un trayecto de catorce ho­ ras a Ixtepec. Son catorce horas en el lomo de acero del animal; catorce horas de frío, catorce horas de lluvia, catorce horas sin dormir, catorce horas de hambre, catorce ho­ ras retorciéndose como chinicuil sobre la fría, moja­ da, áspera y resbalosa piel de acero de la Bestia; ca­ torce horas más cerca del anhelado american dream. Ahí mismo viajan alrededor de cuatrocientos mi­ grantes centroamericanos, protegidos de la lluvia con hules y plásticos, hermanados también por la miseria, el dolor, las manos entumidas y manchadas de óxido ferroso. ‒¡Vengan!, ¡vengan!, ¡vengan!‒ claman al unísono las chirriantes y hambrientas ruedas de acero de la Bestia cuyo movimiento ejerce un atrayente campo magné­ tico sobre los cuerpos que viajan cuatro metros arriba. La fría lluvia impide que Gladys dormite algunos segundos ‒pestañear le puede costar la vida‒; sus manos entumecidas se aferran a los resbalosos salientes del ferrocarril; despierta, bien despierta, escucha el mo­ nótono concierto de las incesantes y co­ piosas gotas que bailan sobre los cuerpos de los centroamericanos.

ranza corren por el mismo arroyo al recordar el asesinato de su hermano, José Misael, quien durante el conflic­ to bélico formara parte del ejército. En 2006 José Misael fue asesinado a bala­ zos en la finca cafetalera de Santa Rita Comasagüa. Unos cuantos meses después, Jua­ na Maribel, esposa de José Misael, fue asesinada, al igual que Cecilia Grande, una amiga que iba con ella a bordo de un microbús; los tres pequeños hijos de Juana Maribel fungieron como aterrorizados e impotentes testigos. Todavía no pasaba una semana del homicidio de Juana Maribel, cuando el papá de Gladys, Joel, en una accidental caída se partió la cabeza y falleció ense­ guida. Y el colmo fue cuando, a los ocho meses de la lamentable muerte de su papá, falleció de depresión Lidia, esposa del difunto y mamá de Gladys.

La ESPEraNza Gladys busca la luz en su vida de manera desesperada, un clavo ardiente para agarrarse; fue por eso que trazó con firmeza la idea de cruzar las líquidas fronteras del río Suchiate y el río Bravo, porque Arnulfo le prometió que llegarían con sus parientes que viven en Califas. Y es que, después de que el Frente Farabundo Mar tí de Liberación Nacional depusiera las armas,

LoS oríGENES Gladys Mabel exorciza la imagen de la parca con pensamientos que se posan en el calor tropical de El Salvador, aterri­ zándola temporalmente a finales de la década de los noventa del siglo pasado, cuando combatió en las Fuerzas Arma­ das de Liberación, al lado de Schafick Handal, el comandante Simón, por un país donde valiera la pena vivir, donde todos los salvadoreños y salvadoreñas gozaran de los mismos derechos. Ahora son otros tiempos. Hoy, a sus cuarenta años de edad, la realidad de Gladys está sobre el lomo de la Bestia, lu­ gar en el que viaja con Arnulfo, su com­ pañero, en busca de otro destino, al igual que lo hacen diariamente trescientos o más salvadoreños que salen rumbo al norte con una mano atrás y otra adelante.

La SaGraDa FaMiLia En este oscuro y tormentoso día, los ne­ gros ojos de Gladys se abren desmesu­ rados, sorprendidos por la violencia de la naturaleza. Las lágrimas, sus lágri­ mas, surcan su moreno rostro bañado por la lluvia; la angustia y la desespe­

el tren de la muerte

En

Migrantes abordando la Bestia, en la estación de Lechería, Tultitlán Fotos: Rafael Gaviria/ archivo La Jornada

Gladys regresó a su patria chica situada en las orillas del lago Ilopango. Ahí aprendió a ganarse la vida trabajando de costurera, zurciendo roturas y rasga­ duras con una antigua máquina Singer. En los días difuntos, en los que ni las mosquitas muertas se paraban en su taller de costura, Gladys buscaba trabajo de lavatrastes en los restaurantes o de empleada doméstica en las casas de los pudientes. Cuando mucho lo que más llegaba a ganar eran dos dólares diarios, cantidad que apenas si alcanzaba para popusas. Gladys nunca quiso registrase ante ninguna ins­ tancia después de la guerrilla del FmLn , porque sabía que la postguerra es la etapa más peligrosa de cualquier conflicto bélico, más riesgoso que an­ dar armada entre las montañas; varios de sus com­ pañeros que depusieron las armas después fueron asesinados.

FroNtEra DEL tError Gladys sabe que se enfrenta a la más for­ midable y amorfa de las fronteras del mundo, en la que el terror se crea, no se destruye y, además, se transforma. Mé­ xico es un inmenso territorio fronterizo sembrado de agentes que secuestran, extorsionan, violan, asesinan y descuar­ tizan; la frontera del terror no reconoce ninguna forma de dignidad humana porque ha convertido a los migrantes en mercancía.

EL oPio El frío y la lluvia no cesan; Gladys Mabel soporta estoicamente su dura realidad, para encontrar alivio a su situación se sumerge en la palabra del Señor, porque Gladys, a pesar de haber sido comba­ tiente de FmLn es cristiana y confía más en sus creencias que en las frases céle­ bres, como aquella de Marx que señala que la religión es el opio del pueblo. La etapa atea y marxista de Gladys pasó a segundo plano desde que perdió a su hermano, a su cuñada, a su papá y a su mamá; ante tanto dolor encontró refugio en la Biblia y ante la pobreza su única alternativa es el incierto y peligro­ so camino a las doradas costas de Cali­ fornia; camino minado con macabras imágenes ¿premonitorias?, como la amenazante calaca cabalgante que le muestra, cada vez que entrecierra los ojos, un cabo de vela a punto de ex­ tinguirse •


Foto: Guillermo Sologuren/ archivo La Jornada

antonio Valle

S

ólo escuchar el nombre de Elsa Cross me des­ pertaba sensaciones extraordinarias. La poesía de la legendaria poeta zen ‒como algún crí­ tico deslumbrado la describió en la década de los setentas‒, me conducía por territorios ilimitados donde podía ver algunos de sus sueños más terribles y hermosos. Con sus libros fui ensamblando un mapa que crecía año tras año. Era una cartografía secre­ ta que visitaba con la felicidad de quien explora un libro de viajes. Desde entonces he leído con fervor su poesía oscura con resonancias románticas y medie­ vales; he visto las misteriosas estampas que traía de sus viajes por Mesoamérica y he escuchado sus can­ tos poderosos para invocar al Ser. Cuando a fines del siglo pasado apareció su breve antología: De lejos viene, de lejos va llegando, me pregunté quién sería el misterioso personaje que se insinuaba en esa colec­ ción. En El arco y la lira Octavio Paz asegura que la poesía es un diálogo con la ausencia. Seguramente la invención de la que hablaba Paz venía cabalgando por el mismo sendero que anunciaba la poeta.

PoESía: arquEoLoGía DE La ViDa Recientemente, el Fondo de Cultura Económica pu­ blicó el volumen de su Poesía completa. La edición consta de veintinueve libros escritos entre 1964 y 2012. Es importante mencionar que la doctora Cross es una autoridad en estudios de religiones compa­ radas, su obra como traductora es substancial y sus ensayos y poemas son considerados clásicos. No obs­ tante su erudición, en realidad no es difícil acercarse a sus intuiciones, sensaciones y pensamientos más profundos. La manera más sencilla es hacer contacto visual y auditivo, y sin más, fluir con el ritmo de sus versos. Si bien algunos de sus poemas aluden a he­ chos de carácter histórico ‒naufragios, revueltas y combates‒ también suelen aparecer santuarios y te­ rritorios fabulosos. Destiempo es un libro de estampas preciosas en el que Elsa incluyó el poema “Bajo un sauce”: “y el sauce te canta y te enamora”; composi­ ción que ilumina un epígrafe de Matsuo Basho, le­ gendario maestro de haikú. Es curioso observar las

siguientes coincidencias: como el gran poeta japonés, Elsa Cross se gana la vida dando clases. Como Elsa; Basho solía olvidarse de la academia y los intelec­ tuales para ir al encuentro de la naturaleza; además, ambos poetas solían, y suelen todavía, solfear apoya­ dos en “oleadas de silencio”. De aquel lado, en Japón se hacen recorridos por los senderos que hizo Basho en el siglo xVii ; de este lado, en 2012 conocimos los relieves geográficos y espirituales que Elsa recorrió en su libro Escalas, donde se soltaron las amarras pa­ ra: “Zarpar// en el sonido de la palabra Taormina”. (“Taormina”). Las edades perdidas es otra pieza que mezcla la historia del arte con el oficio de juglar. El poema llega a donde las edades perdidas “dejaron testimonio// entre el polvo que borró los caminos.” Junto a otros libros de Elsa Cross, esta obra confirma uno de los hallazgos más felices de Odysseas Elytis: “La poesía es la verdadera arqueología de la vida.” Poesía completa, de Elsa Cross, es un libro tan vasto y con destinos tan diversos, que es imposible reco­ rrerlo todo en el mismo viaje; por su complejidad será objeto de innumerables estudios. Aquí mencio­ no sólo algunas de sus obras con los que reflexiono en torno a tres temas precisos.

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sistema de mareas con los que Elsa ha producido mi­ ríadas de cantos profanos y sagrados. En Naxos Elsa sella, como si dibujara un mudra, la alianza espiri­ tual que la llevará a cumplir con una vida ofrecida a la poesía. Es interesante recordar que Teseo, rey mí­ tico de Atenas, una vez que acaba con el Minotauro, abandona Naxos para consumar una tarea de carác­ ter civil; a diferencia de Ariadna, quien luego de allanar el paso del héroe por el laberinto, cumple con su destino sagrado. Naxos es una balada analógica a la elaboración del duelo de Ariadna y su consiguien­ te comunión con Dionisos. Veinte años más tarde Elsa escribe Bacantes, poema cuyo tema es el carnaval donde algunos personajes experimentan fenómenos paranormales en busca de éxtasis y trascendencia. Sensual y divertido, Bacantes nos ofrece algunas cla­ ves que nos permiten descubrir su génesis mexicano.

PoEMaS y CaNtoS DE raíz órFiCa Mediante un acto de confesión abismal, en “La dama de la torre”, la protagonista hace un ajuste de cuentas radical con el pasado para allanar su porvenir. “Ni­ gredo”, por ejemplo, es un poema escrito en un tono

Elsa Cross:

el mapa del amor

La aCúStiCa: DioNiSoS-orFEo En el ensayo “Nietzsche y la academia” que Elsa escribió para el coloquio Cien años sin Nietzsche, al analizar El origen de la tragedia ‒libro provocador del filósofo alemán‒ la poeta explicaba cómo el éx­ tasis dionisíaco produce un corte con el sentido de la realidad y con la percepción lineal del tiempo. Esa incisión provocaría una “experiencia extática” que explicaría algunas situaciones extraordinarias, por ejemplo, la aparición de la música en la tragedia dionisíaca, o el estado de gracia desde el que parecen crear algunos poetas iluminados y también oscu­ ros. Octavio Paz pensaba que, en efecto, “magos y poetas, a diferencia de filósofos, técnicos y sabios, extraen sus poderes de sí mismos”. El poeta y el mís­ tico dionisíaco, una vez que alcanzan estar afuera de sí, buscan un tiempo y un espacio intensamente personal que propicie un nuevo comienzo –un tran­ ce– de música –poesía. Elsa Cross lo define de esta manera: “La experiencia del éxtasis dionisíaco […] abre la percepción hacia lo discontinuo, lo simultá­ neo, lo recurrente, y también hacia ese absoluto, sea totalidad o sea vacío, que lo fusiona todo en ese retorno a lo Uno primordial.”

Naxos Diez años antes de que en 1964 apareciera Naxos, el primer libro de poemas de Elsa Cross, Octavio Paz precisaba que el poema “no es sino ritmo, marea que va y viene.” En este sentido Naxos forma parte de un

casi fantástico donde la poeta recibirá algunos sím­ bolos que le permitirán emplear su gracia como vi­ sionaria: “Hoy se me dan los aros del saltimbanqui// la daga del asesino y los libros sagrados del profe­ ta.” “Amor el más oscuro”, es un poema transgresor y romántico de largo aliento. Poesía que se abre paso entre anatemas e imágenes insólitas: “Maldigo des­ de ahora// tu cuerpo cerrándome el abismo.” La poeta busca que el verso sacie su sed de infinito y la religue nuevamente con la vida. “La dama de la torre” y “Amor el más oscuro”, son dos poemas leta­ les, cuyos versos se deslizan entre ruinas afectivas y existenciales. Ambos poemas ahondan en el tema de la elaboración del duelo en Naxos. Estos cantos for­ man parte de los más altos registros del dolor feme­ nino en la poesía mexicana.

EL SEr y EL CorazóN DE iNDia Pasaje de fuego es un libro de transición y encuentro con la divinidad en una de sus vertientes abismales. Proceso místico de purificación donde se perciben y aceptan las decisiones irracionales de los dioses. Poema que esta vez religa a la poeta con el absoluto: “Oh vórtice ciego de la noche// perpetuando el len­ tísimo asombro del ser// ante su nacimiento…” El siguiente verso expresa el poder ígneo que ha alcanzado la poeta: “…sílaba ardiente// semilla // diamante // grieta de luz // Corona tocada por el ra­ yo.” Pasaje de fuego es un libro de culto a la poesía misma que hará posible la creación de otros libros donde Elsa Cross se instalará amorosamente en el


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ensayo

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corazón de India: Baniano, libro escrito bajo el influ­ jo de maestros espirituales del linaje Siddha Yoga; Canto malabar, colección de asombros que pare­ cen cantados por una médium: “Y en lo oculto de lo oculto// en el fondo más secreto// veo sin parpa­ dear la cifra que se aclara.// Mi ser se pierde en ti// y en la raíz de tu nombre se libera.” Visiones del niño Ram, pequeño libro elaborado con estampas ima­ ginarias y milagrosas que el santo Bhagaván Nit­ yananda vivió en su infancia: “Duermes// y en tus labios cerrados// se juntan los dos mundos”; Singladuras (Poemas desde la India), libro que, entre la intuición y los sentidos, desdobla la idea misma de la existencia: “adivinamos otras vidas latiendo en las de ahora”.

EL SEr y EL CaNto Recientemente, Elsa comentó que su poesía, “más que un decir, con frecuencia ha sido un escuchar”. Ante tan extraña declaración, sobre todo viniendo de una poeta, es importante hacer las siguientes reflexiones. Todos sabemos que no puede cantar quien no tiene un buen oído. Para oír se precisa

diques que contienen y regulan el paso de la energía que se transformará en fonema, ideograma, lengua­ je pensado o escrito y en verso cantado. Este proce­ so recuerda al concepto náhuatl, in cuícatl in xóchitl ‒cantos y flores‒, binomio inseparable que desig­ na a la poesía, donde la belleza de las flores, seres de diversidad y gracia infinita, representan el aspecto visual de la poesía. Gracias al poder de la matrika shakti ‒de los cantos y flores‒ se establece el diálogo con la ausencia que mencionaba Octavio Paz. “Soy la oscuridad donde apareces.” dice Elsa en Jaguar, metáfora donde la poeta es la sustancia misma para la revelación de algo tan íntimo y sensual como el ritmo del animal sagrado. El verso: “De lejos vie­ ne,// de lejos va llegando”, en realidad es otra me­ táfora de algo tan portentoso y cercano como nuestro propio aliento.

presenciamos el ocaso de valores humanos entra­ ñables. Mientras se extinguían diversas culturas y especies con las que compartíamos el planeta, el resto permaneció inconsciente disipando. Al mismo tiempo que arrasaban bosques enteros para imprimir toneladas de prosa innecesaria, un hedonismo ni­ hilista y decadente se introducía en regiones que no habían sido tan infelices. Ya desde el siglo xix Rim­ baud nos había alertado: “Esclavos, no maldigáis la vida, la verdadera vida está en otra parte.” La poesía de Elsa Cross, “savia azulada”; puede ser uno de los hilos que iluminen nuestro paso por el dédalo en llamas. Si acaso alguien llegara a la arena central del laberinto y fuera capaz de ver de frente a su propio Minotauro, quizás tendría la verdadera vida que Ariadna ‒y el médium de Ardennes‒ soñaron para nosotros, ¿los cautivos?

CriSiS DE Lo ESPirituaL EN EL MuNDo y PoESía

SoL NoCturNo DE La PoESía

No se requiere una formación extraordinaria para reconocer los ardides de la mercadotecnia políti­ ca, cultural y religiosa. Durante los últimos cien años

y sus senderos

Jaguar: La Matrika shakti, CaNtoS y FLorES Mesoamérica es otra de las grandes pasiones de Elsa Cross. Tanto su geografía como diversos aspectos mitológicos y estéticos han inspirado ese gran libro, work in progress, llamado Jaguar (1985­1994­¿?), que como un animal vivo sigue creciendo sensual y po­ deroso: “Eres sol en lo oscuro.// Eres guerrero.” La matrika shakti es un término sánscrito que designa al proceso de la génesis y evolución del lenguaje. Gra­ cias a su poder musical, las palabras fluyen entre

En El arco y la lira Octavio Paz asegura que la poesía es un diálogo con la ausencia. Seguramente la invención de la que hablaba Paz venía cabalgando por el mismo sendero que anunciaba la poeta.

guardar silencio. La sordera produce ruido, es re­ flejo de la farfulla interior; a diferencia del silencio, que es consustancial al canto y a la música, fuentes prístinas donde la voz se funde en el poema. Elsa Cross también ha dicho: “Mi poesía se inscribe en una larga tradición de poetas ligados al ser y al canto.” En efecto, algunos poemas de Elsa parecen recuperar ecos y resonancias muy antiguas. Tal vez algo parecido experimentaron los antiguos fervo­ rosos del dios trémulo en el Eleusis. En el extremo opuesto, digamos de retorno hacia el este del paraíso, la poeta fluye en la misma sustancia donde al­ guna vez cantaron Krishna y Arjuna, Buda y los monjes del Tíbet, Rilke y Novalis, Heidegger, Bas­ ho y Nietzsche, por supuesto. Según se vea, o se escuche, las múltiples interpretaciones que propi­ cia el ser y el canto, el vacío y el silencio, no pueden ser propiedad de nadie, son, eso sí, de quien sabe escuchar para afinarse.

Foto: Francisco Olvera/ archivo La Jornada

Como en el arte de contemplar que se practicaba en Mesoamérica, una madrugada me encontraba cerca y junto a una de sus visiones: “Desaparece el pozo,// desapareces tú, desaparezco yo. Sólo queda la no­ che// en pleno día.” (Visiones del niño Ram) Cuando el sol nocturno ilumi­ nó la encrucijada, abrí de nuevo el libro de libros al azar (Poesía completa). Entonces escuché los mantras de mi maestra más querida: “... silen­ ciosos como crecidas sú­ bitas.// Niño jaguar, // en tus ojos se entrecierra la noche” (Jaguar.) •


H

Leandro arellano

ay seres cuyo crepúsculo simboliza, tam­ bién, el fin de una era. La extensa vida de Mandela ha recorrido casi todo el atroz siglo xx . Ha sido testigo de una etapa cruenta, pródiga en aberraciones e infortunios, una de las más terribles de la historia. Un siglo que será recordado por las ma­ yores tormentas ideológicas de la historia, como una era que sofisticó los instrumentos del sufrimiento y de la muerte. Virtuoso como Catón y sabio como Marco Aurelio, Mandela ha vivido y actuado en oposición a esa co­ rriente de destrucción y de ruina. En la etapa cuan­ do mayor perfeccionamiento alcanzó todo tipo de armas letales, Mandela rehuyó la violencia y se atuvo a instru­ mentos más sencillos y pode­ rosos: la buena voluntad, la benevolencia, la esperanza, la fe... En los días que corren, nadie en el mundo posee tanta autoridad moral como él. A un hombre de su edad le es dado anunciar su muerte en más de una ocasión. Acaso con excepción de su última apari­ ción junto a Zuma, el presiden­ te de Sudáfrica, siempre que, en años recientes, lo captaron las cámaras fotográficas o de televisión al entrar o salir del hospital, se le ve sereno, tranquilo, en paz consigo mismo, como un hombre que ha vivido a plenitud y cumplido su misión terrenal. Madiba, nombre de su clan y de señal de respeto, era como se conoce a Mandela en su país y en África entera. Con ese nombre lo coreó el estadio en la inau­ guración del Mundial de futbol de Sudáfrica. El Madiba no sólo es el padre de su nación, de la identidad sudafricana: es también un modelo y fuente de ins­ piración para los luchadores africanos que reivindi­ can su esencia y legitimidad, lo mismo que para toda persona que pugna por la dignidad humana. ¿Puede haber mayor desvarío que considerar in­ ferior a otro ser humano nada más que por el color de su piel, por pensar o creer diferente, o por pertenecer a tal o cual raza? Quién sabe cuánto sobreviva la humanidad, pero el tiempo que fuere, arrastrará con ella el estigma de los hornos crematorios y de la hu­ millación racial o ideológica.

prisión, escribieron su autobiografía y otros textos, liberaron a sus países y su conducta alcanzó recono­ cimiento mundial. Igual que el Mahatma, el Madiba se hallaba por arriba de las ideologías. El ser huma­ no, su integridad y su dignidad fueron la motivación de uno y otro. Al iniciar su largo camino por la libertad, Man­ dela se había comprometido con la no violencia, a protestar pacíficamente. Hasta esa época, el Con­ greso Nacional Africano ( Cna ) se hallaba empeña­ do con la política de no violencia, a protestar pací­ ficamente en seguimiento de las enseñanzas de Gandhi, quien a principios del siglo había estable­ cido esa práctica como arma de lucha entre los des­

Ya Plutarco advertía que no es en las acciones más ruidosas en las que se manifiestan la virtud o el vi­ cio, sino más bien hay que atender a los indicios del ánimo...

EL LarGo CaMiNo En su autobiografía –El largo camino a la libertad– Mandela relata los rigores y los padecimientos de los años de cautiverio. Dedica varias páginas a un cus­ todio, igual que a uno de los directores de la prisión, quienes fueron especialmente crueles con los prisio­ neros. Con todo, Mandela no revela en su narración ni amargura ni resentimiento.

Madiba

Madiba/MahatMa Si, como lo destaca una de sus biografías, fue un judío el primer blanco que lo trató como a un ser humano, confió en él y le dio un empleo –lo cual nunca olvi­ dó Mandela–, a Gandhi fue un musulmán quien lo envió con un empleo a Sudáfrica. Gandhi desembar­ có en Sudáfrica en 1893; iba para perma necer un año pero se quedó durante veintiuno. Igual que otros miles de indios, el joven abogado había ido a probar fortuna a aquel rincón africano. No fue casual que padeciera allí los acosos de la discriminación. Las vivencias en ese país lo transformaron. Comenzó su lucha contra la humillación cuando recién arribó a Sudáfrica y lo echaron fuera de un tren exclusivo pa­ ra blancos. Almas paralelas, ni Gandhi ni Mandela destaca­ ron en la escuela como alumnos brillantes, pero am­ bos se convirtieron en exitosos abogados, padecieron

cendientes de la migración india que había arribado a Sudáfrica en 1860. Sin embargo, en 1948 el Partido Nacional (el de los Afrikaners, descendientes de los holandeses asen­ tados en Sudáfrica tres siglos antes) ganó las eleccio­ nes al partido de los ingleses y formalizó jurídica y minuciosamente lo que ya era una práctica: el apartheid, la segregación, la separación radical de las razas (blancos, negros, indios, mestizos). Mandela comenzó su verdadera militancia polí­ tica con ese motivo. Ejercitó su liderazgo presidien­ do la Liga Juvenil del Cna , en la Campaña de desa­ fío de 1952 y en el Congreso popular de 1955, que adoptó la popular Carta por la libertad, la plataforma política para una Sudáfrica sin racismo. Mandela fue arrestado por primera vez en 1956, acusado de traición. El régimen racista continuó extremando las me­ didas segregacionistas, a lo que el Cna respondió con el establecimiento de acciones más radicales. “Es el opresor, no el oprimido, quien dicta los tér­ minos de combate”, escribió Mandela años más tarde. En 1961 fue elegido líder de la mk , el brazo arma­ do del Cna , desde donde se organizaron campañas de sabotaje contra objetivos militares y guberna­ mentales, se allegaban fondos del exterior en apoyo de la lucha de liberación y se fraguaba una guerri­ lla en caso de que otras presiones contra el régimen racista no fructificaran. Su vida en la clandestinidad fue breve y complicada. Los diplomáticos ingleses y estadunidenses, usualmente tan eficientes, desconocían a Mandela antes de su encarcelamiento. Fue arrestado en agos­ to de 1962, luego de casi año y medio en el clandesti­ naje, a partir de un aviso de la Cia . Acusado de sa­ botaje, fue condenado a cadena perpetua cuando contaba con cuarenta y seis años, una edad en la que los políticos tienden a olvidar su idealismo. Mande­ la se concentró en meditar en sus principios e ideales.

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El sufrimiento no aprovecha a todos ni es garantía automática de crecimiento, pero a Mandela lo agigantó.


Foto: Johnny Green/ dominio público

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aprovecha. Su fe y su determinación, desde dentro de los muros que lo enclaustraban, fueron derri­ bando los cimientos del régimen de hierro que signi­ ficaba el apartheid. El primer día de febrero de 1990, F . w . de Klerk anunció la legalización del Cna y la liberación de Mandela, que diez días más tarde la televisión mun­ dial transmitiría en vivo. Quienes lo mantuvieron preso pasarán a la historia seguramente como ver­ dugos del Madiba. No obstante, ya en libertad, él los absolvió a todos, cultivando la amistad de la mayo­ ría. ¿Hay mayor grandeza que pagar males con bie­ nes? ¿Puede haber mayor victoria sobre el rencor, la amargura y la venganza? El 10 de mayo de 1994 acabó la colonización de África, que había empezado en Ciudad del Cabo en 1652. Ese día Mandela asumió la presidencia suda­ fricana, en una ceremonia a la que asistieron cuatro mil invitados, entre ellos Hillary Clinton, Fidel Cas­ tro, Yasser Arafat, Chaim Herzog, Julyus Nyerere y muchas otras personalidades, además de tres custo­ dios de Robben Island. Mandela obtuvo el reconocimiento mundial para su lucha y la mayor gloria que ha alcanzado la histo­ ria de su país. Pero, sobre todo, hereda a la humani­

más respetado, el hombre de quien más se hablaba. Tanta fue su autoridad moral que ni siquiera Esta­ dos Unidos le reprochó su visita a Fidel Castro, cuando el Madiba fue a agradecerle su apoyo en la lucha antiapartheid. Anthony Sampson, periodista y escritor inglés que en la década de 1950 había editado en Johannes­ burgo la revista Drum y trabado amistad con Mande­ la, publicó una biografía sólo cinco años después de que el propio Madiba diera a conocer su autobiogra­ fía. Sampson destaca que Mandela era un hombre a quien no tocaron las deformidades del poder: la ego­ latría, la solemnidad o la paranoia. Por la prensa sabemos que sus últimos años los ha pasado entre Johannesburgo y su natal Transkei, her­ mosa región que mira la punta del océano Índico. Hace tiempo que mudó su siempre impecables traje y corbata por esas camisolas largas y brillantes –los Batiks– a que lo aficionó Suharto, el expresidente indonesio. Era, entre otras cosas, un político y un presidente a quien no sonroja hablar del amor. Acaso la Providencia lo haya compensado por los años de cautiverio, extendiendo su vida por casi un siglo. Pero él, que lo padeció, quizás se inconforma­ ra con mi dicho. Más de un cuarto de siglo en prisión

dad un magnífico ejemplo sobre una manera dis­ tinta de hacer las cosas, otro modo de ejercer el poder. Como consecuencia de la lectura y representación del drama de Sófocles, Mandela escribió que Antí­ gona simbolizaba su propia lucha, pues la heroína trágica se rebela convencida de que hay un poder superior al del Estado.

no es cualquier cosa, y menos aún por los motivos que él la sufrió. La historia de su vida es una epopeya. Cada evo­ cación es una recordación gozosa, un remanso que nos aligera de los ahogos cotidianos, un motivo o una justificación que nos sustrae, así sea por instantes, de las miserias consuetudinarias. Inspiración para ma­ yores propósitos también ha de ser, en el futuro, la memoria de este varón que hizo de su vida un ejerci­ cio de la magnanimidad. Mandela y Gandhi representan un contrapeso a las iniquidades del siglo xx . Son como la sal de la tierra. Se impusieron con grandeza a la humillación y a la violencia. Estos dos hombres que en vida fueron discriminados por el color de su piel, han heredado a la humanidad los mayores ejemplos: los del amor, la paz y la reconciliación, vocablos que a mucha gen­ te del poder le cuesta entender. Son bastantes los motivos para recordarlo. Y ha de ser siempre con su sonrisa de hombre bueno, cuyo atributo no todos poseemos; esa sonrisa al saludar a sus amigos, al abrazar a sus nietos, al encuentro de las mujeres que ha amado, o cuando anota su equipo favorito de rugby. El Madiba es un hombre habitado por la alegría interior. Ya es, para la humanidad y por siempre, como Gandhi, una figura referencial a la que hombres y mujeres podemos acogernos como a una sombra tutelar •

Mandela Los años en reclusión fueron, igual, años de trans­ formación. La parte más íntima y personal de su autobiografía la descubre en el capítulo “Los años oscuros en Robben Island.” Cosas de la vida, Robben Island se convirtió en escuela de formación moral, cultural, académica y física para los presos políti­ cos del Cna , con Mandela a la cabeza. Él y sus ami­ gos crearon en la prisión un ambiente intelectual que alcanzó incluso a los custodios. Walter Sisulu y Ahmed Kathrada en la cárcel, y Oliver Tambo desde el exilio, fueron su inquebrantable compañía. Más allá de los muros de la prisión, la población sudafricana se agitaba y el mundo cobraba concien­ cia de la crueldad del sistema. La reputación de Mandela como el mayor líder negro de Sudáfrica crecía día con día, mientras que él sobrellevaba con paciencia y esperanza su cautiverio. Las contrarie­ dades consumen a algunos hombres, pero forta­ lecen a otros. El sufrimiento no aprovecha a todos ni es garantía automática de crecimiento, pero a Mandela lo agigantó. A este hombre que tuvo una infancia amorosa y feliz, que hasta su juventud llevó una vida sin de­ masiadas preocupaciones, como hijo dilecto de un jefe tribal, el encierro lo transformó. Fueron los años en reclusión los que le definieron el carácter por el que finalmente transitó a la historia en vida. Desde muy temprano se sufre, pero sólo en cierta edad Foto: Eli Weinberg

La GraNDEza DE La SENCiLLEz Hace pocos meses murió la expremier británica Margaret Thatcher, una de las contadas personali­ dades mundiales que jamás ocultó su rechazo al lí­ der sudafricano y Premio Nobel de la Paz, a quien consideraba un agitador. Con todo, lo que lograron tanto Mandela como Gandhi fue posible –hasta cier­ to punto– en el marco de valores y normas del siste­ ma británico, lo cual honra a los ingleses. Muy pro­ bablemente, ambos hubiesen desaparecido en el oprobio y la oscuridad en repúblicas menos abier­ tas, sin prensa libre y sin opinión pública sólida. Y, cosas de la vida, Sudáfrica puede vanagloriarse de haber sido agraciada con la formación de esos dos hombres bíblicos. Durante nuestra estancia en África llegaban a Nairobi, de boca en boca, noticias de todo el conti­ nente subsahariano sobre el Madiba. Mandela en­ carnaba el símbolo de la liberación, era el hombre

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Las influencias expuestas. Recensiones de libros, Raúl Olvera Mijares, Calygramma, México, 2013.

Los culpables, Juan Villoro (Alejandro Magallanes, dibujos), Almadía, México, 2013.

Siete relatos, el cuarto de los cuales da título al volumen, dan el testimonio más reciente de la capacidad fabula‑ dora de nuestro amigo, colaborador ocasional y ex director de La Jornada Semanal. Ilustrado profusamente por Alejandro Magallanes, que indu‑ dablemente vive un período de fama y esplendor en virtud de su notable tra‑ bajo gráfico, este libro de gran formato y pasta dura ya ha sido traducido a varios idiomas, amén de haber recibido el Premio Antonin Artaud. Aquí, el lector se encontrará con una galería de personajes inclasificables, deliciosos en su vida común pero no por ello menos conflictiva, confrontados hasta el fondo de sí mismos por una situación límite. La bien conocida capacidad de Juan para la descripción aguda e irónica, tanto de personajes como de situaciones, hace de cada una de estas siete piezas un universo autosuficiente pero, en lo profundo, conectado uno con otro y, desde luego, conectado directamente con el mundo fuera de la página, es decir, el que habitamos tantos que, con un poco de suerte o descuido, cualquier día podemos enfrentarnos a una situación y un tratamiento villorescos. Disfrute, pues, de “Mariachi”, “Patrón de espera”, “El silbido”, “Los culpables”, “El crepúsculo maya”, “Orden suspendido” y “Amigos mexicanos”.

Vida de una mujer amorosa, Ihara Saikaku, Sexto Piso, España, 2012.

Traducida por Daniel Santillana, esta es una novela que, más de trescientos años después de haber sido escrita y publicada, no sólo conserva intactas la fuerza y la belleza del lenguaje con el que ha sido escrita, sino también su impresionante capacidad para perfilar algunas de las aristas más ocultas y sutiles del alma humana. Ihara Saikaku, su autor, es considerado como uno de los referentes fundamentales de la literatura japonesa de todos los sigue en la página 11

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La invención del amor, José Ovejero, Alfaguara, México, 2013.

EL RECUENTO COMO PERMANENCIA

SEGUIR HABLANDO DE AMOR

RICARDO GUZMÁN WOLFFER

JORGE ALBERTO GUDIÑO HERNÁNDEZ

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iene sus ventajas recopilar textos publicados durante años. Una, ver la vigencia de un ensayo o una crítica. Si al paso del tiempo no decae el interés, estaremos ante un texto redondo: muchos ensayistas, incluso los famosos, llegan a perder validez. No es el caso de Olvera. Editorialmente, podría reclamarse no haber señalado la fecha de publicación de cada ensayo, pues eso le da una precisión a la mirada del autor, pero también puede verse bajo la óptica de que la intemporalidad de lo indagado no requiere referencia. Recopilados por paquetes (poesía, cuento, novela, ensayo, pensadores, antropología y otras) los ensayos de Olvera tocan lo inesperado y a lo conocido le dan una nueva vuelta. Prácticamente cualquier lector podrá encontrar algún tema de su interés. Como grupo, podría decirse que el más logrado es el referente a la antropología de México al estudiar la comprensión del imperio azteca, los centros urbanos mayas, recordarnos la multiplicidad étnica y cultural de Oaxaca, la magnificencia de Paquimé con su cerámica y sus notables construcciones, retomar el simbolismo de los Tzompantlis, la belleza literaria del Popol Vuh y otros. No se espera que en textos breves se abarque toda la información de este inagotable tema, pero sin duda que estos pequeños llamamientos del autor llevarán a más de uno a retomar la información encapsulada y ahondar en su lectura. Como tratamiento de lo inesperado está el comentario sobre el libro Axolotiada, de Roger Bartra. Un amplio acercamiento a este peculiar anfibio, donde lo mismo confluyen los historiadores que los fotógrafos, además de opiniones de escritores importantes sobre este animalito en peligro de extinción. El acento más interesante es apreciar cómo incluso este pequeño ser forma parte de la mitología prehispánica, para establecer que en la verdadera visión integracionista, el más chico de los integrantes del ecosistema también es valioso. No obstante, atrae el comentario del ensayista para establecer cómo este urodelo ha sido motivo de literatura de los más variados lugares y épocas. Incluso habla de su situación contemporánea y dónde se le intenta preservar. Se menciona la obra de conocidos escritores, pero también se habla de virtudes no esperables en textos varios: la imprevista relación entre González Crussí y Santiago Ramón y Cajal; de Fernando del Paso se espera mucho, pero se sabe poco de las consecuencias que en su vida personal tuvo hablar sobre las Islas Malvinas y los desencuentros entre el Reino Unido y Argentina con su mirada siempre profunda; la aportación de Ernst Cassirer al análisis de lo simbólico como herramienta de comprensión respecto de la psique humana. Y muchos más. Un libro disfrutable tanto por su temática como por las cápsulas eficaces que siguen llevando al lector a buscar las obras y los autores reseñados según sus propias filias •

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esde un punto de vista teórico, son muchas las aproximaciones que intentan delimitar las temáticas que corren a lo largo de las páginas de las novelas. Hay estudios que ofrecen números tan concretos de temas posibles que, en sí mismos, resultan sospechosos. Otros prefieren la ambigüedad de los temas derivados a partir de unos cuantos centrales. Ya sea que se escoja una u otra forma de contabilizar los temas, lo cierto es que el amor es uno de los más predominantes. Lo es, al menos, por dos razones. La primera resulta evidente: en tanto la literatura se ocupe de retratar nuestra realidad, es inevitable que se ocupe del tema que más representa nuestras idealizaciones. Para bien o para mal. Es difícil pensar en una vida sana sin encuentros y desencuentros amorosos. La segunda razón es, incluso, más poderosa. Ya se ha dicho muchas veces: la forma en la que amamos hoy en día se fundó en los relatos ficcionales de los últimos siglos. En otras palabras: la literatura ha sido la principal responsable de educarnos en el amor. Esto lo sabe bien José Ovejero (Madrid, 1958). En La invención del amor ( xvi Premio Alfaguara de Novela) se ocupa de mostrar los mecanismos a partir de los cuales el relato se integra a nuestra vida y, en una venturosa y última instancia, abre las posibilidades amorosas. Sabedor del poder de las palabras, Ovejero abre su novela con una escena seductora. Samuel recibe una llamada en la que le informan que Clara ha muerto y le dan los detalles del velorio. Cuando cuelga el teléfono, el protagonista repasa la lista de sus afectos para concluir que no conoce a ninguna mujer con ese nombre. Eso no le impedirá acudir a la ceremonia. Tal vez porque su vida ha llegado a ese punto en el que una novedad basta para dar un golpe de timón. Una cosa lleva a la otra. Se enterará pronto que lo han confundido con el amante de Clara y que, pese a la evidente animadversión del viudo, Carina está dispuesta a hablar con él. Entonces se desarrollará una relación entre el falso amante y la hermana de la difunta. El pretexto será contarse la versión particular que cada uno de ellos tiene sobre Clara. Conforme lo hagan se estrechará el vínculo entre ambos, sin importar que todo lo que Samuel diga sea producto de su imaginación. Ovejero consigue demostrar que las palabras son tan poderosas como los hechos. Al menos, en medio de un vínculo dialogal en donde el pacto de confianza entre los hablantes no se pone en duda. El lector tampoco tiene problemas para dejarse seducir por esta novela por momentos esperanzadora. Si acaso, podría mostrar algún reparo con ese narrador en primera persona contando la historia desde el presente (por momentos cae en su propia trampa narrativa). Más allá de eso, la novela renueva la narrativa de un tema que, pese a haber sido abordado infinidad de veces, sigue tan vigente como desde el principio. A fin de cuentas, todo amor parte de su propia invención •

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La sed del polvo, Ricardo Venegas, Ediciones Eternos Malabares/Conaculta, México, 2013.

LA POESÍA Y SUS RESPUESTAS FLORIANO MARTINS

R

icardo Venegas (México, 1973) es un poeta relativamente joven que afortunadamente crece sin la tutela de los vicios poéticos, sin los efectos (en verdad, defectos) del lenguaje en la poesía contemporánea. Por supuesto, su talento y sensibilidad agradecen a la vida práctica, pues es un poeta muy activo en el mundo intelectual de su país, gracias a su actuación en el periodismo, sus ensayos y entrevistas, además del rico trabajo de edición de la revista Mala Vida, que ha dirigido desde 1995. Eso hace de él un hombre con buena mirada crítica respecto a sus pares, como es posible confirmar a través de esta atenta observación: “La mayoría teme no ser tomado en cuenta por la burocracia cultural si la critican, temen el desprestigio de un prestigio inexistente.” Esta es una desgracia permanente en nuestros días y México es un país de alto riesgo, gracias al alcance de su política cultural, con sus becas, premios, aportes institucionales, etcétera, además de una tradición intelectual muy apegada al mundo burocrático, con sus cargos y ceremonias. Es una lástima que así sea, lo que prueba que la vida cultural puede estar contaminada por los males del provincialismo. Por suerte no es lo que pasa con Venegas, que ha creado un mundo muy sencillo de honestidad intelectual. Venegas publica una antología de sus primeros libros. La sed del polvo (2013), la cual reúne una selección de poemas de Signos celestes (1995), Caravana de espejos (2000), La sed del polvo (2007) y Turba de sonidos (2010), además una muy breve muestra del inédito Trovas para ultramar. Es una aventura muy arriesgada la que realiza. Y llama para sí una primera observación: su poesía todavía no está estéticamente definida. Aunque no enferma de la principal manía de cierta poesía latinoamericana, los adornos e impenetrabilidad presuntuosa del neobarroco, por otro lado, aún cultiva las equivocaciones del haikú –la dilución que esta forma ha sufrido nada tiene que ver con la magia paralela a la tradición japonesa encontrada por José Juan Tablada– y el encanto por los hallazgos breves, sobre todo con cierto humor algo blasé. Es lo que encontramos en los primeros pasos de Ricardo Venegas por la tierra de la poesía. En su primer libro también podemos leer unos sonetos en que el poeta mejor se realiza. Ya en el libro siguiente –Caravana de espejos– empieza a transcurrir una lectura más propia y consistente de lo que podemos llamar su estilo o voz poética. Gracias a los poemas más largos, Ricardo Venegas puede adentrarse en el misterio de la creación y dedicarse a su oficio mágico, según el mismo poeta afirma: “La necesidad de saciarse de la duda, del resquemor que nos hace sentir como pasajeros de un viaje que acaba en el punto de partida, que no termina.” Este es el mejor momento de la

poesía del joven mexicano. Luego vuelve a repetir unos errores del primer libro, así que la oscilación es un hecho. De todos modos, en el libro de 2007, el mismo que da título a la antología actual, hay un poema homónimo, "La sed del polvo", que resulta una de las mejores páginas del poeta, y finaliza con el enigmático: “Tiene que haber una manera/ de escribir sin dejar tantos escombros,/ tiene que haber una manera:”, así mismo, con el final abierto, cargado de sugerencias. Ricardo Venegas no simpatiza con la idea de las influencias poéticas y trata de afirmar: “Nada se parece a nada, nunca nada se repite, nadie posee un molde permanente, aunque nadie escribe sin un maestro, es decir, siempre hay una tradición detrás de una obra, entre lo que llaman influencias y la tradición hay grandes diferencias.” Al mismo tiempo habla de su afinidad con la poesía de Saint-John Perse, Blaise Cendrars, William Blake, Xavier Villaurrutia y José Gorostiza, lo que confirma el modo en el que se siente muy bien –es lo que prueba su libro siguiente: Turba de sonidos– al tratar temas más amplios recurriendo a poemas más largos. Este es su territorio y pone en evidencia una mejor dedicación; es decir, luego de librarse de su primera poesía, Ricardo Venegas parece apuntar a un camino, una definición muy clara de su voz poética. Es mi sincero deseo que el poeta avance por este camino, y que se aleje de los efectos circenses –nada más que excesos formalistas– de gran parte de la poesía contemporánea •

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viene de la página 10

Vida de una mujer… tiempos, debido precisamente a esta Vida de una mujer amorosa, que con la más conocida La historia de Genji, constituyen las cumbres narrativas más visibles del siglo xvii literario japonés. Panorama amplísimo de la memoria femenina con sus misterios, sus secretos, sus deseos ocultados desde siempre, sus perdones y sus pasajes imperdonables por la sociedad, sus reflexiones más profundas y su mirada siempre reveladora, esta Vida de una mujer… habla del viaje interno y el externo, donde este último es clara metáfora del decurso vital, a cuya finalización acude, lúcida y grave pero al mismo tiempo cálida y amorosa, esta mujer de todos los tiempos, todas las clases sociales y todas las infinitas manifestaciones de eso que, en México, Rosario Castellanos definiera como “el eterno femenino”.

ROGER VON GUNTEN, color y naturaleza José Luis Cuevas y Álvaro Mutis

Racionalidad y religión en la antigüedad tardía, José Molina Ayala, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2012.

Este es el número 52 de la colección Cuadernos del Centro de Estudios Clásicos. Con el subtítulo Una introducción a Jámbico y a su tratado Acerca de los misterios de Egipto, el volumen hace una muy pertinente advertencia: que “comprender a Jámbico exigirá algo más que una hora de lectura superficial”. Nacido y muerto entre los siglos iii y iv de la era presente, el pensamiento de este filósofo nacido en Siria propone –y explicarlo, razonarlo, es la tarea fundamental de Molina Ayala– el desarrollo de una capaci‑ dad tan útil en aquel entonces como en pleno siglo xxi: la de “dejarse sacudir por inusitados pensamientos y maneras de exponerlos”, “superar aversiones y desenmascarar los propios condicionamientos frente a quien sostiene pensamiento o religión distintos de los propios”, “tener la prueba de que se puede pensar de otro modo”, e inclusive “modificar o perfeccionar nuestros hábitos de lectura y de análisis, así como reconocer errores o confirmar aciertos de juicio sobre el neopla‑ tonismo y sobre la antigüedad tardía”.

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próximo número

Luis Javier Garrido: universitario ante todo


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Naief Yehya

alapiz2000@gmail.com

naief.yehya@gmail.com

Gaspar Aguilera Díaz: adelantado, trovador y viajero (iv de v)

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UISIERA INSISTIR EN LA ausencia de secuencias descriptivas: sólo una cierta atmósfera, los nombres que ruedan entre los poemas y las emociones dilapidadas por el locutor poético le indican a quien lee que se encuentra frente a una ciudad con determinadas características. Lo más importante ocurre dentro del poema y fuera del paisaje: en el ánimo del viajero. Con esa perspectiva, los textos de Gaspar Aguilera quieren ofrecer una constancia del conocimiento adquirido y, por lo mismo, de alguna manera, se convierten en la inminencia de Ítaca, en el instrumento empleado por Odiseo para hablar con Penélope después de matar a los pretendientes. Si la imagen del

A LÁPIZ

Enrique López Aguilar

La tormenta de Snowden: filtraciones, espionaje y paranoia (ii y última) La terminaL 2 Edward Snowden, el responsable de haber filtrado información clasificada del programa masivo de espionaje estadunidense, prism, y otros dedicados al espionaje de líderes, se encuentra, cuando esto se escribe, varado en el limbo de la zona de tránsito del aeropuerto Sheremetyevo de Moscú, esperando que alguna nación le ofrezca no solamente asilo político, sino además un salvoconducto que le permita viajar a su destino, ya que el gobierno de Obama le ha revocado su pasaporte. Así, Snowden se ha convertido en un eco del famoso habitante del aeropuerto Charles de Gaulle, el iraní Mehran Karimi Nasseri, que pasó diecisiete años en el impersonal purgatorio de la Terminal 1 de dicho aeropuerto, y cuya historia fue llevada al cine por Steven Spielberg. Lo que parecía un escape per fectamente planeado y sincronizado ha chocado contra un obstáculo legal y diplomático que parece hacerse más grande día con día.

ObstácuLOs

viajero griego le conviene al poeta de Parral, es porque su viaje nunca tiene reposo y porque, seguramente, terminará convertido en salmón, viajero incansable y dispuesto a ascender en contra de la corriente, tal como el mito afirma que le pasó a Odiseo en el transcurso de su último viaje. Si Ítaca es el pretexto para viajar durante diez años en la Odisea, el poema y el regreso a Parral-Morelia es el de Aguilera Díaz. Aparte de lo no dicho o de lo eludido (paisaje desde una postal, arquitectura, descripciones exhaustivas), ¿podría señalarse alguna otra razón por la que Praga puede volverse una ciudad íntima, una ciudad para la memoria? Es posible que la clave menos monumentalista se encuentre entre las líneas de “Salve, oh César!”, donde Gaspar Aguilera regresa a sus obsesiones y al rechazo por lo más evidente para apropiarse de un lugar, de acuerdo con lo expresado por Lawrence Durrell: “Una ciudad se convierte en un mundo cuando se ama a uno de sus habitantes.” En el viaje erótico planteado por Aguilera Díaz, él vuelve a sus tonos y temas usuales, pero con una mayor madurez expresiva: siempre están en sus textos la suavidad y la ternura entreverados con una amable ironía que nunca llega al cinismo, un leve acento escéptico que no se convierte en amargura y una inequívoca elegancia para sugerir los encuentros carnales, pues así como el poeta no describe las ciudades a la manera del costumbrismo decimonónico, tampoco se demora en retratos femeninos ni en descripciones entusiastas de los cuerpos amados. La mitad de la sección “La seducción y el fuego” es de tema amatorio y, en ella, el locutor del poema habla por sí mismo; “Los lienzos del deseo” se organiza sobre idéntico asunto, pero éste se disfraza con referencias pictóricas, traducción sutil de las zozobras y venturas del yo poético a través de la interposición de Modigliani, Mantegna, Bachmann, Turner, Matisse y Klimt.

El final de Diario de Praga es una pequeña serie de ocho brevísimos “Aforismos apócrifos”, que fungen como una síntesis del poemario y, más aún, si se piensa en las estructuras musicales –tan caras y cercanas a Gaspar Aguilera–, como una coda en la que los temas del amor, la soledad, el tiempo y el desamparo son los ejes dominantes. En alguna medida, Imperfección del mundo parece proseguir el temperamento de los aforismos de Diario de Praga: la primera parte se detiene en los territorios del sueño y la muerte; de manera melancólica, levemente desencantada, la sección “Vestigios de la saudade” recala en el asunto amoroso, nuevamente mezclado a través de esa dicotomía tan aguileriana: la ciudad y la mujer; en cambio, en la sección “El juglar canta en Provenza sus desdichas” vuelve el tema de la pasión y del fuego amoroso, no exento de sesgos dolientes que, en todo caso, parecieran ser parte del combustible que alimenta sus incendios; finalmente, “Deslumbramientos de la navegación”, parte con la que termina el libro, está compuesta por once prosas en las que, a manera de coda, paisaje, amor, evocaciones y un marcado sentimiento de saudade, el poeta parece recuperar sus convicciones respecto a la imperfección del mundo: lo inestable de los encuentros amorosos, su fugacidad, la materia huidiza de que está hecho su ser y las cosas que produce. La poesía, parece sugerir Gaspar Aguilera, ayuda a corregir la imperfección del mundo o, por lo menos, a registrar sus maravillas y tinieblas. Dice el autor en un poema llamado “Autoepitafio”: “Donde estuvo el amor/ puso la boca// Donde estuvo el dolor/ ofreció el cuerpo// Donde estuvo el deseo// ofició con sordidez de piel y labios// Donde estuvo el rencor// puso la risa// Donde estuvo el olvido // puso el sueño // Donde estuvo el engaño / la memoria // Donde estuvo el adiós// puso su nombre.” •

Snowden aprendió las recientes lecciones de otros filtradores de secretos y tomó medidas extremas para evadir la cárcel, pero no podía calcular la ferocidad con que sería acosado. Sabía que corría enormes riesgos pues el gobierno de Obama ha perseguido a siete personas por cargos semejantes, mientras que todos los gobiernos estadunidenses anteriores juntos sólo lo han hecho en tres ocasiones. El mismo vicepresidente Biden habló al presidente de Ecuador, Correa, para sugerirle que no se involucrara en el asunto. El 30 de junio la abogada de Snowden presentó solicitudes de asilo a veinte países (México ni siquiera fue considerado. Que lejos está el invierno de 1936, cuando nuestro país fue el único que ofreció asilo a León Trotsky y su esposa), muchos de los cuales lo rechazaron de inmediato. Y Vladimir Putin ofreció a Snowden que podía permanecer en Rusia mientras no filtrara más información que pudiera dañar a “nuestros amigos estadunidenses”. Snowden no huyó a China ni a Rusia por su excelente récord en la defensa de los derechos humanos o por valorar la transparencia, sino para aprovechar los conflictos y antagonismos entre las potencias. Dudo que en algún momento haya imaginado que Putin lo protegería como si se tratara de Gérard Depardieu.

Países fuertes, Países débiLes Rendition, en inglés, es una palabra mágica que se refiere ahora al secuestro de cualquier persona en cualquier lugar del mundo para encerrarlo en un mazmorra secreta, torturarlo o desaparecerlo. La periodista Andrea Mitchell de nbc dijo al aire que mientras Snowden esté en Rusia el gobierno no puede físicamente nada , no puede aplicar una rendition. Es claro que el mensaje es que e u no puede se-

(Continuará.)

Mehran Karimi Nasseri

cuestrarlo ahí, pero sí en un país débil. Esta idea quedó demostrada cuando Portugal, Italia y Francia negaron el paso por su espacio aéreo al avión presidencial de Evo Morales, quien venía de Moscú; sospechaban que llevaba a Snowden. Así queda claro que hay países a los que se puede maltratar y humillar y otros con los que se debe negociar.

La vergüenza y La sOberbia Para quien piense que el caso de Snowden es simplemente una distracción o un espectáculo montado por la propia nsa , basta considerar la manera en que sus revelaciones han estremecido la agenda y el discurso de la Casa Blanca y cómo han obligado a Obama y su equipo a operar para “el control de daños”. Tras un reporte publicado en Der Spiegel, el gobierno alemán prepara cargos legales en contra de los gobiernos estadunidense y británico por sus actividades de espionaje indiscriminado (500 millones de llamadas telefónicas, correos electrónicos y mensajes de texto por mes, sólo en Alemania, además del programa Tempora del Reino Unido).“Un comportamiento en reminiscencia de las acciones conducidas contra el enemigo durante la Guerra fría”, declaró la ministro de Justicia, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger. En su conferencia en Tanzania del 1 de julio, Obama declaró con un cinismo digno de George w . Bush: “Si quiero saber lo que la canciller Angela Merkel piensa sólo tengo que tomar el teléfono y llamarla, si quiero saber qué piensa el presidente Hollande respecto de algo, lo llamo. Si quiero saber qué piensa David Cameron, llamo a David Cameron. Ultimadamente trabajamos tan cerca que prácticamente no hay información que no compartamos.”

miedO En su carta del 1 de julio difundida por Wikileaks, Snowden escribió: “La administración Obama no le teme a los filtradores de información como yo, Bradley Manning o Thomas Drake. Somos apátridas, estamos encarcelados o despojados de poder. No, la administración Obama les teme a ustedes. Tiene miedo de un público informado y enojado que exija el gobierno constitucional que se le prometió. Y debe tener miedo.” Ese público somos todos en todas partes del mundo •

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JORNADA VIRTUAL

arte y pensamiento ........


Jornada Semanal • Número 958 • 14 de julio de 2013

........ arte y pensamiento

Germaine Gómez Haro

Alonso Arreola @LabAlonso

germaine@pegaso.net

La música del hambre

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RES GENERACIONES DE ARTISTAS pertenecientes a una misma familia conforman la exposición Los Parra-Gironella. Un collage familiar, que reúne el trabajo del arquitecto Manuel Parra, de su hija –la artista Carmen Parra–, del pintor Alberto Gironella –quien fuera unos años su pareja– y del hijo de ambos, el también creador Emiliano Gironella Parra. Una exhibición atractiva y singular por la novedosa propuesta museológica y museográfica que desarrolló el español Pablo Rico, historiador del arte, curador, escritor, extraordinario profesor y conferencista que también ha sido director de museos y centros de arte en diversas partes del mundo. Con tal currículum y conocien-

La máquina de hacer ruido, Carmen Parra

do su nivel de erudición, uno pensaría que su guión museográfico podría ser un plomazo de difícil acceso a los no iniciados, pero resulta totalmente a la inversa. Partiendo de un espíritu plenamente lúdico y en estrecha complicidad con Carmen y Emiliano, Pablo Rico urdió una exquisita trama visual y conceptual a través de la cual entretejió sutilmente las afinidades estéticas y existenciales de los cuatro creadores para conformar lo que llamó “un collage familiar”. La muestra se inauguró el pasado noviembre en el imponente Centro de las Artes de San Luis Potosí, cuyos generosos y evocadores espacios de exhibición y jardines permitieron la realización de un montaje realmente espectacular. Una segunda versión reducida viajó después a Real de Catorce y actualmente se presenta en su tercera edición en el majestuoso Centro Cultural Santo Domingo de Oaxaca, en cuyas hermosas salas de exhibiciones temporales percibí un contingente de visitantes intrigados y embelesados ante el trabajo de estos artistas que han sabido componer misteriosas obras polifónicas a partir de elementos tan variados y sugerentes como la poesía, la literatura, las analogías intelectuales, la ironía, la provocación y el juego. Sobre la arquitectura de Manuel Parra, Carlos Fuentes escribió: “Parra construía casas extrañas y atractivas, tan misteriosas que sus moradores podían perderse en sus laberintos y nunca más ser vistos.” Sus casas son, en efecto, singulares, y están marcadas por el estilo muy personal del autor, quien se fascinaba con los más diversos materiales de demolición que integraba –a manera de collage– a su arquitectura. Y como los moradores de las casas de Parra perdidos en sus recovecos, el espectador fantasioso también ha de dejarse llevar por los senderos de la imaginación para extraviarse por los entresijos de las pinturas, esculturas, collages, ensamblajes y obras gráficas de Alberto, Carmen y Emiliano. La muestra no está

regida por un orden cronológico ni temático, sino que se trata de una extensa red de asociaciones poéticas que interactúan entre sí a partir de la evocación de dualidades: la vida y la muerte, el pasado y el presente, la realidad y la fantasía, la violencia y la esperanza, lo sórdido y lo luminoso. El halo que permea la muestra es “la inspiración”, en el sentido profundo del término o, por decirlo de otra manera, la referencia al “artista como visionario” de que hablaba Jacques Derrida, autor muy presente en el discurso de Rico. De Manuel Parra se presentan imágenes fotográficas de sus casas, bocetos de proyectos y dibujos figurativos, piezas cerámicas, esculturas en madera y mobiliario diseñado por él. De Alberto Gironella están presentes algunas de sus obras más destacadas, como sus ensamblajes (o pinturas objeto) dedicados a Buñuel, Picasso, Octavio Paz y Ramón López Velarde, así como piezas de las series inspiradas en Velázquez, Zapata, Madonna y Malcolm Lowry. Carmen Parra es ampliamente conocida por su predilección por los temas extraídos de la iconografía del barroco religioso, pero aquí se nos revela un amplio abanico de inquietudes, tópicos y medios que ha explorado en diferentes épocas, incluyendo instalaciones y acciones de los años setenta, prácticamente desconocidas en nuestro país. Asimismo, Emiliano ha incursionado en los últimos tiempos en técnicas novedosas, como sus objetos escultóricos en metacrilato, y se ha desempeñado de manera sorprendente en la escultura, el arte objeto, la pintura y la gráfica con temas asociados a la cultura popular, y con gran fuerza expresiva denuncia los horrores de la violencia en este país. Esta es una exposición que cuenta historias que se desprenden de la lúcida locura de una familia de artistas brillantes y ensoñadores cuya obra, de esencia muy personal y original, tiene el poder de seducir y provocar, fascinar e inquietar, pero sobre todo propicia el vuelo de nuestra imaginación •

ARTES VISUALES

El collage de los Parra-Gironella

OSA EXTRAÑA: ESTAMOS EN Oakland, California, a veinte minutos de San Francisco, en la presentación del musical Mamma Mia que diez niños muestran en una pequeña escuela luego de una semana de campamento teatral. Es una adaptación que reduce el argumento al mínimo, aunque los obliga a cantar y bailar media docena de canciones con cambios de vestuario, escenografía e iluminación. Todo está planeado para que sus padres, sonrientes y con flores listas en el regazo, observen la transformación que puede ocurrir en ellos tras pisar un escenario, tras poner el cuerpo y la voz al servicio de una realidad distinta. ¿Qué tiene esto de relevante en una columna musical de La Jornada Semanal, suplemento mexicano? Mucho. Esos niños no tienen hambre. Sanos y alertas, tienen una seguridad que, tristemente, no es fácil de hallar en otras latitudes. No hablamos de una zona rica de los suburbios estadunidenses, por cierto, sino de una muestra multirracial de clase media tirando a baja. Porque sí, ya se sabe, también hay pobreza en Estados Unidos y en muchos países que presumen macroeconomías positivas, ocultando una polarización resplandeciente en la punta de la pirámide, terrible y oscura en su gran base. De hecho, tanto en Oakland como en Berkeley y San Francisco aumenta el número de gente sin hogar, hurgando en los basureros, mendigando en las calles; de músicos que apenas sobreviven bajo sus harapos. Viendo a esos niños, decíamos, nos inquieta que en México insistamos tanto en el valor de una buena educación, de la inclusión de más elementos artísticos en su currícula; en la importancia de dar información con maneras de articularla para desarrollar empatía, afecto, tolerancia y respeto, pero olvidando algo fundamental: ninguna de esas cosas se puede lograr con hambre. Lo que nos lleva a algo que escuchamos recientemente en voz de un analista: en nuestro territorio la escuela ha dejado de funcionar como un espacio de equilibrio e igualdad social debido al reducidísimo porcentaje de quienes terminan sus diferentes ciclos por impedimentos relacionados con la pobreza. Para decirlo dolorosa y poéticamente, recurriremos a un texto del libro Berenice, de Francisco Torres Córdova, amigo y pluma en este mismo suplemento: “Ávida el hambre/ tiende sus raíces en el alma/ socava los sosiegos de la noche/ y adultera el

tacto de la luz/ día a día siglo por siglo/ corrompe el impulso musical/ del agua corazón.” Es así que, sujetos a la insatisfacción alimentaria, el espíritu, el intelecto y el cuerpo se corrompen impidiendo cualquier plan. Con esa necesidad primaria cubierta, en sentido contrario, todo es posible. ¿Apetito, anhelo, deseo? Saciarlos implica restaurarse en más de un sentido. Evitando el lastre del hambre se puede andar, hacer camino. Con él, sólo queda marchitarse. Por ello, que los salarios más altos y los más bajos en nuestro país se diferencien cuarenta veces resulta más grave al hecho de que sindicatos y autoridades se enfrasquen en batallas ajenas a quienes pisan las aulas o, por supuesto, de que en ellas se ignoren programas artísticos. Con tal comportamiento político, ¿cómo confiar en reformas educativas y energéticas?, ¿o en demagógicos proyectos contra el hambre liderados por un presidente que no puede hablar y una representante de desarrollo social indolente, incapaz de sustraerse a la corrupción? Comparemos ese taller infantil de Oakland, por ejemplo, con lo que ocurre en una escuela de arte comunitario de Xoxocotla, Morelos, que visitamos recientemente. Allí, nos dijeron sus directores, se batalla diariamente, no con el aprendizaje de una obra musical a desarrollarse sobre una tabla retorcida, sino con el entendimiento de palabras básicas para comunicarse. Carencia derivada de la mala alimentación y de otras múltiples frustraciones, y que debido a ella el lenguaje –y con él el pensamiento– se resquebraja al borde del vacío. Es así como la instrucción matemática, lingüística o musical termina siendo un paliativo débil, superficial y pasajero cuyas raíces mueren sin haber alcanzado profundidad. Finalmente, tenemos ganas de decir esto: escribiendo para quien compra un periódico y nos lee con un café en la mano, se justifica que semanalmente hablemos de músicas y artistas cuyos discos y conciertos podemos pagar de vez en cuando. Escribiendo para quien nunca nos leerá, para quienes viven –mueren– sin el sustento básico, sin embargo, no queda sino guardar silencio y amplificar acciones fuera de estas páginas, sumándonos directa o indirectamente a la lucha por desaparecer el hambre. Con ella no hay acorde que dure. Buen domingo •

BEMOL SOSTENIDO

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14 de julio de 2013 • Número 958 • Jornada Semanal

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Jorge Moch

Ana García Bergua

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A PRIMERA RESEÑA DE Los recuerdos del porvenir salió muy poco después de publicada la también primera y gran novela de Elena Garro por Joaquín Mortiz. La firmaba Emmanuel Carballo en La cultura en México de Siempre!, el 5 de febrero de 1963 y una parte decía así: “Elena Garro realiza una hazaña en la literatura mexicana, pues consigue pensar el tiempo junto con el espacio, al concretar la existencia de sus entes de ficción yertos en su destino de magia, premonición, reflejo, sueño y leyenda. Esta es la primera, pasmosa, novela que publica Elena Garro.” Tiene algo de mágico el hecho de encontrarnos ahora, cincuenta años después, corroborando estas palabras. Quizá, si viviéramos en el universo de esta novela extraordinaria, nuestra celebración habría sido una prefiguración desde que fue escrita, un recuerdo adelant a d o e n e l t i e m p o. Y e s q u e e n Los recuerdos del por venir el flujo de la prosa provoca una suerte de milagro. Al igual que en Rulfo, la historia crece y se derrama hacia los distintos planos de la realidad, formando una burbuja de tiempo condensado. Desde luego que se hermana con Pedro Páramo en esta especie de alquimia lingüística,y también con la tragedia clásica: hay un destino que se conoce y cuyo cumplimiento se sufre, se espera y se recuerda por adelantado. Pero ¿qué decir de Los recuerdos del porvenir que no se haya dicho ya, sin aludir además a la figura muy controversial de Elena Garro, en cuya vida parece haberse cebado un raro demonio que puso a jugar recursos de la imaginación en la dura cancha de la realidad? La novela recrea un episodio posible de la guerra cristera en el pueblo de Ixtepec –sucedáneo de Iguala, donde la escritora pasó una parte de su vida–, tomado por el siniestro general villista Francisco Rosas y sus subalternos, aliados con lo que queda de la burguesía porfirista del lugar, a la que ayudan a apropiarse de las tierras matando campesinos. Rosas, sin embargo, es un personaje perdido en sus propios laberintos: “Era el tiempo de la revolución, pero él no buscaba lo que buscaban sus compañeros villistas, sino la nostalgia de algo ardiente y perfecto en qué perderse.” La Revolución no trastoca aquí el antiguo orden de cosas –y Garro cuestiona si en verdad lo hizo en alguna parte–, pero pone a girar elementos extraños en el paisaje de un pueblo estratificado con su sacristán, su doctor, su boticario (que es poeta y se llama Tomás Segovia), su loco, sus prostitutas, las eternas señoritas y las sempiternas viudas, solteronas y beatas. En efecto, el factor explosivo de esa vida que transcurre entre silencios y cadáveres de campesinos colgados de los árboles, es la presencia de las queridas de los militares en el hotel del pueblo, especialmente la del general Rosas, la bellísima y esquiva Julia, por cuya hermosura y desapego vive penando. La presencia de aquellas mujeres en Ixtepec crea una especie de burbuja detonadora de rebeliones y huidas, pues se trata de mujeres al margen de todo juicio y lugar:

ni prostitutas, ni beatas; quizá amadas inmóviles, princesas robadas y recluidas, cuya belleza las redime y las aísla a la vez. Y es que Los recuerdos del porvenir es, me parece, una novela de huidas, de escapes: la huida de Julia con el poeta Felipe Hurtado que se puede interpretar como una huida literal, mágica, o una muerte metaforizada –es admirable la parte en la que la prosa manifiesta su piedad y salva a los amantes condenados–; la huida del cura y el sacristán, la de todos los asesinados por el general Rosas que parecieran dejarlo siempre con las manos vacías, aferrado nada más a sus “palabras como a la única realidad en aquel pueblo irreal que había terminado por convertirlo a él también en un fantasma.” La gran profundidad de la novela está, además, en el dibujo de sus personajes y en sus dualidades: la fiesta que le organizan al general, la exigencia de ser sacrificado por parte de Nicolás Moncada, el absurdo amor de su hermana Isabel, regalos todos envenenados que lo destruyen y que forman parte de un armamento religioso en el que Elena Garro creyó toda su vida y que está en la base de la guerra cristera. Los recuerdos del porvenir es como esa Julia a la que general sigue persiguiendo aun cuando la mantenga encerrada en su habitación. Perfecta e inaprensible, detenida en la memoria, su lectura nos sigue deslumbrando. Como dicen sus páginas, basta “un esfuerzo, un querer ver, para leer en el tiempo la historia del tiempo” •

La infamia

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N ESE TURBIO CONCILIÁBULO de poderes económicos, eclesiales, políticos y sobre todo mediáticos que dictan la realidad que nos acogota a los mexicanos, flota una máxima implícita: que nada cambie. Que el lumpenaje siga deslizando en peldaños de miseria. Que los impunes de siempre sigan disfrutando las mieles de la ausencia de escrúpulos; que el erario público siga siendo usado para el enriquecimiento criminal de algunos usando argucias, caretas, prestanombres, contratos con maña, empresas fantasma: que la historia de México, en fin, siga trazada por infamias, por actos de horror, por abuso y explotación, por las más variadas expresiones del desprecio al que tiene menos, sabe menos,

puede menos. El clasismo y el racismo instalados como rancias maneras de convivencia tienen en el México postmoderno diversas expresiones que van desde el modelaje de la belleza ajena al mestizaje mexicano que siempre han preconizado los medios, el cine y sobre todo la televisión, hasta el revanchismo de clase en el que se apoya buena parte del aparato político: cada tanto, durante procesos electorales, vastos sectores populares comprados vulgarmente por el Partido Revolucionario Institucional –gremios como los taxistas en Veracruz, como los vendedores ambulantes en el Distrito Federal, como maestros, policías y hasta soldados de civil en Oaxaca, Chiapas, Guerrero– se convierten en momentáneos grupos de choque, en hordas que gritan consignas en mítines y amedrentan o agreden a opositores al sempiterno, monolítico, viejo pri que nunca cambió, que siempre estuvo allí como lo bocetó con ironía inocentemente malintencionada Augusto Monterroso. La televisión, disociada de la realidad del país pero asociada en multimillonarios negocios con el gobernante en turno –siempre que ese gobernante no sea un rijoso inconsecuente de verdadera izquierda– cierra los ojos a las infamias de la farsa electorera que vivió México hace una semana y nos platica otro país donde por todos lados surgen atildados funcionarios hablando de jornadas ejemplares, quizá admitiendo algún “hecho aislado”, pero que no “daña el proceso” ni, desde luego, cambia los resultados: seguir en el poder por el poder, por el dinero, porque sí. Por sus huevos. Las infamias, los crímenes cometidos una y otra vez durante los procesos electorales suelen quedar impunes por parte de sus perpetradores. Las autoridades electorales mexicanas, el Instituto Federal Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, perteneciente a la Procuradu-

ría General de la República, en lugar de efectivamente regular el desarrollo de las elecciones en México, de que las campañas de los partidos se ciñan a la legislación vigente y de que en los hechos el sufragio sea respetado, son vulgares comparsas habitadas por testaferros gubernamentales, politicastros que siempre deben a otro el puesto, el sueldo, el bono o el silencio y, en una realidad horrible, nauseabunda, son la encarnación de cómo el poder público es capaz de envilecerse, de prostituir cualquier vestigio de ideal democrático y de convertir el precepto básico de la conservación ímproba de la convivencia política en un chiquero de maquillajes, frases huecas, ladrones de corbata y mucho discurso, y de que el gobierno y sus presuntos organismos de fiscalización, sobre todo en esto de respetar a los ciudadanos el derecho a votar, y en ello a echar del poder al ratero inútil, no son más que una misma pandilla criminal. Quema y robo de urnas, presencia de rufianes armados, de grupos de choque listos a entrarle a varillazos a la ciudadanía, indebidas, arbitrarias actuaciones policíacas y hasta asesinatos, además de inexplicables fallas informáticas y anomalías estadísticas, todas favorecedoras del sindicato corrupto de mafiosos que es ese pri que nunca pierde, fueron la constante en las elecciones que se efectuaron en poco más de una docena de entidades federativas. Colofón a tanto acto criminal, a tanta providencial ejemplo de lo que representa la odiosa palabra “corrupción”, el vocinglero triunfalismo de los perpetradores, como Javier Duarte en Veracruz, Rafael Moreno en Puebla o Mario López en Sinaloa, quienes no contentos con haber empollado un huevo podrido, lo cacarean, como si robarle al pueblo el derecho a elegir fuera, en verdad, una jodida proeza. Pero siempre, claro, allí la telenovela, el partido de fut, el chisme jugoso, de putas y padrotes, para que nada más importe •

CABEZALCUBO

El porvenir de los recuerdos…

PASO A RETIRARME

tumbaburros@yahoo. Twitter:@JorgeMoch


Jornada Semanal • Número 958 • 14 de julio de 2013

........ arte y pensamiento

Juan Domingo Argüelles

UÉ ES POESÍA? Si prescindimos de Bécquer y de su famoso lugar común (“Poesía ¿Q eres tú”), la definición de “poesía” que da el diccionario es de una vaguedad esca-

lofriante: “Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa”. Los definidores pueden atreverse a muchas cosas, pero en el caso de la poesía ni siquiera los grandes poetas se atreven a definirla. Es célebre la respuesta que le dio Federico García Lorca a Gerardo Diego, al referirse a su poética: “Pero, ¿qué voy a decir yo de la poesía? ¿Qué voy a decir de esas nubes, de ese cielo? Mirar, mirar, mirarlas, mirarle y nada más. Comprenderás que un poeta no puede decir nada de la poesía. Eso déjaselo

Mucha gente (a pesar de que hay dia los críticos y profesores. Pero ni tú ni yo ni ningún poeta sabemos lo que es la poe- versas formas de leer) no sabe leer poesía sía. Aquí está: mira. Yo tengo el fuego en porque no ha aprendido a distinguirla. En mis manos. Yo lo entiendo y trabajo con él un conocido epigrama (“Prosa y poesía”), perfectamente, pero no puedo hablar de Eduardo Lizalde sitúa el problema con imél sin literatura. Yo comprendo todas las placable sarcasmo: “La prosa es bella/ –dipoéticas; podría hablar de ellas si no cam- cen los lectores–./ La poesía es tediosa:/ no biara de opinión cada cinco minutos. No hay en ella argumento./ Eso quiere decir sé. Puede que algún día me guste la poesía que los lectores/ tampoco entienden la mala muchísimo, como me gusta (nos gus- prosa.” En su Diccionario –cada vez más blanta) hoy la música mala con locura. Quemaré el Partenón por la noche para empezar dengue–, la Real Academia Española defia levantarlo por la mañana y no terminar- ne lo poético como aquello que manifiesta o expresa en alto grado las cualidades lo nunca.” Ni el mismo Roman Jakobson –uno de propias de la poesía, en especial las de la los mayores investigadores teóricos de la lírica: idealidad, espiritualidad y belleza. poética y de lo poético– se atreve a dar Pero José Emilio Pacheco seguirá tenienuna definición concluyente. De manera do razón (en su “Disertación sobre la conmás que sensata, se pregunta y responde: sonancia”): “Aunque a veces parezca por “¿Qué es poesía? Si queremos definir esta la sonoridad del castellano/ que todavía noción, debemos oponerle lo que no es los versos andan de acuerdo con la métripoesía. Pero decir lo que la poesía no es, no ca;/ aunque parta de ella y la atesore y la es hoy tan sencillo. La frontera que separa saquee,/ lo mejor que se ha escrito en el la obra poética de lo que no es obra poéti- medio siglo último/ poco tiene en común ca es más inestable que la frontera de los con La Poesía, llamada así/ por acadéterritorios administrativos de China.” micos y preceptistas de otro tiempo./ EnOtro teórico de la poética, Tzvetan Tódo- tonces debe plantearse a la asamblea una rov, ha dicho que es imposible o al menos redefinición/ que amplíe los límites (si insensato ofrecer “una definición pragmá- aún existen límites),/ algún vocablo menos frecuentado por el invencible desafío tica de la poesía”. Podría pensarse que la solución es de- de los clásicos./ Un nombre, cualquier térjar lo general e ir a lo particular y, enton- mino (se aceptan sugerencias)/ que evices, definir no ya la “poesía” sino el “poema”. te las sorpresas y cóleras de quienes/ Pero tampoco es tan simple. Decir que un –tan razonablemente– leen un poema y poema es “un artefacto verbal, en verso o dicen:/ ‘Esto ya no es poesía’. ” La sabia ironía de Pacheco encuenen prosa, a través del cual se expresa una emoción”, es francamente no decir nada, tra eco en Luis Jorge Boone (Monclova, porque esto puede aplicarse a cualquier Coahuila, 1977), quien, en“La incertidumbre texto. Seguir hablando de “manifestación de llamarte poema”, expresa: “El nomde la belleza”, como lo hacen los dicciona- bre de las cosas debería cambiar/ según rios y las enciclopedias, puede ser sólo el ánimo de quien las mira./ Palabras carevelador de que los lexicógrafos no leen maleón/ adecuadas al humor que nunca es el mismo./[...] La noche es principio,/ fin, –ni comprenden– la casa,/ corredor con puertas cerradas,/ poesía actual. llave que no abre./ Y justo en este instante/ no pueden llamarme de forma alguna:/ estoy en espera de quien sepa nombrarme”. Tal como afirma Boone, la poesía cambia según el ánimo de quien la lee, pero también según el lector: el tipo de lector que no siempre es el mismo, que nunca ha sido el mismo. A cada tiempo corresponde su poesía y su lectura. Y mucha es la poesía que está en espera de quien sepa nombrarla y comprenderla •

Ilustración de Juan G. Puga

cinexcusas@yahoo.com

JORNADA DE POESÍA

¿Poesía eres tú?

Luis Tovar Senectute

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ON UN MÍNIMO ESFUERZO, cualquier cinéfilo medianamente memorioso puede recordar al menos tres o cuatro filmes cuya trama gira en torno al mal de Alzheimer. De hecho, para cierto cine –sobre todo on pero también off Hollywood– dicha enfermedad ha llegado a convertirse si no en un lugar común, sí en un recurso más o menos facilista al que suele acudirse –en ese cine– con el propósito nada velado de provocar en el espectador una empatía que, dada la estructura dramática light, predigerida y de mínima exigencia participativa que caracteriza a dicho cine, siempre cae demasiado cerca de la lástima.

Algo similar sucede con el abordamiento cinematográfico de toda suerte de diferencias, físicas o mentales, de la media humana, eso que cada vez menos sincera y atinadamente puede ser llamado “normalidad”, trátese del síndrome de Down, una paraplejia, el autismo, más un etcétera extenso.

entre Paréntesis

amplia y cierta dosis de mesura dramática. Con su ópera prima titulada No quiero dormir sola (2012), Natalia Beristáin logró buenas cotas de ecualización entre los elementos antes mencionados: consciente o intuitivamente, impidió que su historia de una abuela con Alzheimer y una nieta forzada por las circunstancias a hacerse cargo de ella, incurriera en los desequilibrios y las trampas suprascritos, muy posiblemente en virtud de un acierto previo: el de haber elegido, para contarla, una historia que parece conocer de primera mano, vivida por personas, aquí vueltas personajes, a los que igualmente ha tenido acceso directo.

Poco o nada se repara en un hecho al que se le escurre el bulto: la más elemental de las lógicas indica que por esa línea de tratamiento fílmico-argumental de la diferencia o de quien es diferente, debería llegarse también al ensayo reiterativo de la mirada lastimera, condescendiente, conmiserativa –piadosa, inclusive– a cualquier “anomalía”, por nimia que parezca, sin importar que la supuesta incapacidad …y cOmO me ves te verás termine resultando la cosa más “nor- Amén de una eficiencia formal evidente, mal” puesto que la tienen, la tenemos, Beristáin consiguió algo que otros readecenas o cientos de miles o hasta mi- lizadores no son capaces o no les intellones de personas. La lista sería inter- resa: trascender el tema obvio –el Alminable: ser sordo, ciego, mudo, tuerto, zheimer en este caso– para llegar a tener una extremidad más corta que la otro, más profundo, del que aquel acaotra, alguna mutilación, una dislalia, ba siendo transmisor o detonador. El una dislexia, una alalia... No se repara, reflejo que la nieta joven (Mariana Gajá, pues, en el alto peligro de caer –reali- cumplidora) ve de su probable futuro zadores y espectadores por igual– en en la abuela física y mentalmente decliesa actitud absurdamente perdonavi- nante (Adriana Roel, notable), otrora das que puede resumirse en el uso del actriz que todavía puede recitar pasaadjetivo “pobrecitos”, aplicado a los jes del Tío Vania de Chéjov, es un apunpersonajes “anómalos” que, quiérase o te valioso para una de las reflexiones no y por causas estrictamente bioló- más graves de nuestra postmodernigico-antropológicas, son utilizados dad: qué hacemos o dejamos de hacer por contraste para que el “normal” con- con ellos, cómo los consideramos, qué firme la tranquilidad de que lo es. tanto entendemos y cuánto desconocemos de esos semejantes nuestros, que cada vez son más y de los que si hay cOmO te ves me vi… Dicho riesgo de exceso y distorsión suerte formaremos parte, a los que cu(quizá) involuntaria vuelve notable- brimos de eufemismos: adultos mayomente más difícil aproximarse a un res, tercera edad,“abuelitos”… como si personaje de naturaleza diferente, llamarlos viejos o ancianos fuese necesin desbarrar en el intento a fuerza sariamente peyorativo y escondiendo, de sensiblería, chantajes emociona- en el eufemismo, altas dosis de aquello les y sobredimensionamientos varios. que se dijo al principio: una lástima Por considerarlos políticamente inco- equívoca y una “superioridad” sobrealirrectos en este caso, lo habitual es ver mentada por el miedo. Taras que pueden ser trocadas por desechados la ponderación entre lo que se considera normal o anormal; la la dignidad, la solidaridad y el amor, objetividad que evite hacer del sujeto como lo propone Beristáin en No quienarrativo un virtual freak o casi un ro dormir sola, y, es preciso insistir, sin fenómeno circense; así como un dis- sustituirlas por una cursilería inútil ni tanciamiento que permita la mirada un tremendismo facilón •

CINEXCUSAS

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ensayo

14 de julio de 2013 • Número 958 • Jornada Semanal

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Ilustración de Juan G. Puga

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ifícil encontrar un líder político del tesón y la claridad de Nelson Mandela desde los tiempos de Gandhi a nuestros días. Y desde las luchas de su pueblo en el marco de la desobediencia civil, en algo inspirada en el pensamiento libertario de Thoreau. Ahora, a sus noventa y cinco años, Mandela, que desde joven renunció a ser jefe de su clan y a su rango aristocrático, se encuentra recluido en un hospital de Pretoria. Los achaques respiratorios responden a casi tres décadas de presidio en las cárceles del régimen fascista instaurado en su país por los ingleses. La prensa cuenta que todos los días se agolpan en el hospital donde está internado, lo mismo que en los antiguos barrios astrosos del apartheid, las multitudes, los antiguos clanes y legiones de niños que cantan la dignidad de Mandela. Quisiera compartir con los lectores este poema en prosa que escribí pensando en Mandela en 1988, y que circuló en Prosa reunida, en la Colección de autores antioqueños en 1993.

Un sol para Mandela La luna no es Zulú, la luna es blanca en el oscuro gobierno de Pretoria. Ruedan los trenes blancos en cuyas venta llas viaja la civilizada muerte con chalecos de seda –África, la selva convertida en un jardín–, la civilizada muerte con su máquina Kodak en bandolera. Nelson Mandela: 70 años, 24 de prisión blanca, de prohibido rostro, de abolida fotografía.

Con Nelson Mandela Juan Manuel Roca

Multiplique usted 35 millones de negros por sus dos ojos y la cifra de ojos que no ven a Mandela —aunque habite en 35 millones de almas–, le dará el tamaño de su ausencia. Los periódicos no enseñan su rostro por no reconocer que si la luna es blanca la dignidad es negra, que tras los jardines y los campos de golf de los blancos de Pretoria, ruge una selva milenaria. Ahora viajan en las ventanillas del tren las efigies de Europa, la estatuaria de sus mue tes y una dama inglesa hace fotos de la luna, pero en Wembley se escucha un rock para Mandela. Que corra el viento y acaricie las mejillas de la luna –rasurada luna que los blancos refrescan con lavanda– y ponga en los ojos de Mandela el sol de los libertos. Bogotá, 16 de julio de 1983.


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