José María Morelos y Pavón

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JOSÉ MARÍA MORELOS Y PAVÓN Por José HERRERA PEÑA 1. LIMITACIONES Y ALCANCES A don José María Morelos y Pavón se le han levantado grandes estatuas y nadie ha considerado que sean exageradas. Al pasar de los años sigue siendo un héroe a la altura de su pueblo, quizá porque su pueblo siempre ha visto su propio rostro reflejado en el rostro de Morelos. Las palabras de sus escasos detractores han sido escuchadas con curiosidad, interés y respeto; pero las del constructor del Congreso de Anáhuac siguen brillando en el horizonte de la historia y orientando las acciones fundamentales del Estado Mexicano. En estas condiciones, ¿tuvo defectos? ¿Cometió errores? ¿Padeció limitaciones? ¿Fue víctima de sus debilidades? El ser humano es un haz de luces y de sombras. Por supuesto. Pero debemos ser generosos con hombres como Morelos y «perdonar sus errores —decía José Martí— porque el bien que hicieron fue más que sus faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que

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calienta. El sol tiene muchas manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz». Luego entonces, el punto no es saber si tuvo o no debilidades y si cometió o no excesos, sino si hizo o no aportaciones a la nación. 2. NACIMIENTO Y MUERTE Morelos amó profundamente la ciudad que lo vio nacer. Aquí estudió. Aquí adquirió su casa. Quiso hacer de Valladolid la sede del Congreso de Anáhuac. Esa fue su emoción política. En este empeño sufrió la derrota más espectacular de su carrera militar. Y antes de morir, recordó poéticamente que había nacido en el jardín de Nueva España. Morelia siempre ha tributado un emotivo reconocimiento a este hombre nacido aquí hace 250 años, el 30 de septiembre de 1765. Hoy, su ciudad natal se honra nuevamente al honrarlo, y se suma al homenaje nacional que se le rinde para conmemorar el bicentenario de su sacrificio en San Cristóbal Ecatepec.

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3. LOCALIDAD Y UNIVERSALIDAD A pesar de ser tan moreliano, es decir, tan vallisoletano, Morelos fue un hombre universal. Michoacano

de

fuertes

vínculos

con

la

Tierra

Caliente;

novohispano creado a imagen y semejanza de las instituciones indianas, fue al final un americano de dimensiones nacionales, que dejó plantada su semilla en el actual Estado de Guerrero, al que fundó con el nombre de Tecpan; en el de Morelos, en cuya Villa de Cuautla no ganó una batalla, pero sí el honor y la gloria; en el de Puebla, en cuya Villa de Tehuacán empezó a escribir los Sentimientos de la Nación; en el de Oaxaca, en donde llevó a cabo el primer proceso electoral para elegir representante al congreso; en el de Veracruz, en el de México, en el propio Estado de Michoacán, en donde estableció las primeras instituciones fundamentales de la Nación. Pero también fue el proyectado embajador plenipotenciario de la América Mexicana ante Estados Unidos y ante la América del Sur, a fin de estrechar lazos de amistad, establecer relaciones de comercio y firmar tratados de alianza militar, así como enviado diplomático especial ante la propia España para obtener el reconocimiento de la independencia nacional.

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Tal era el proyecto del Congreso. Si no hubiera caído prisionero en la escaramuza de Temalaca, su talento hubiera brillado en otras latitudes. 2. LEYES Y VALOR ÉTICO PRINCIPAL No deja de ser sorprendente que un hombre como él, cuyo acero se templó en el fuego de la adversidad; que inició su vida académica a los 25 años de edad en el Colegio de San Nicolás, y que forjó su personalidad política a través de los más graves conflictos armados de su época, haya respetado y aplicado las leyes con tal fidelidad, así las de la paz, como las de la guerra. No siempre estaba de acuerdo con ellas, pero no las infringía, porque consideraba que, según lo establece el artículo 20 de la Constitución de Apatzingán, "la sumisión de un ciudadano a la ley que no aprueba, no es un comprometimiento de su razón, ni de su libertad; es un sacrificio de la inteligencia particular a la voluntad general". Y a pesar de crecer entre el conflicto, siempre trató de conjugar los intereses opuestos y los antagonismos políticos. Fue un hombre de unión, no de discordia.

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Entre sus cualidades, la principal era, sin duda, la lealtad. Leal a sus amigos, a sus maestros, a las instituciones. Fue conmovedora la lealtad que guardó al Generalísimo Hidalgo, a la Suprema Junta Nacional Americana, al Congreso de Anáhuac y a los Poderes del Estado, por cuya defensa perdió la libertad y la vida. 3. SU PROYECCIÓN HISTÓRICA Su lealtad al Generalísimo Hidalgo la probó al cumplir con dos de sus encargos, entre otros: primero, incorporar las riquezas del Oriente a Nuestra América, como la llamaba Martí; segundo, convocar un congreso constituyente que diera forma jurídica a la Nación y que consignara sus propios derechos así como los del pueblo y los del individuo. Lo primero lo logró al tomar el puerto de Acapulco. El Estado Mexicano no lo ha olvidado, al mantener su propósito de incorporar las riquezas de la Cuenca del Pacífico a la Nación, a través del puerto Lázaro Cárdenas. Lo segundo también, al consignar en la Ley Fundamental el derecho de autodeterminación de las naciones; el derecho de no intervención de unas en los asuntos internos de otras; el derecho del pueblo para establecer, modificar o alterar su forma de gobierno, y los llamados derechos del hombre, hoy derechos humanos. 5


4. MODESTIA Y SENCILLEZ Como gobernante, no trató de imponer, sino de persuadir y convencer. En caso de duda, se sometía a la opinión de los mejores, los más autorizados, o como lo decía él mismo, "se aquietaba con las opiniones de los otros, como un discípulo se aquieta con las de su maestro". ¿Y qué decir del Protector de la Nación? En septiembre de 1810, en los llanos de Celaya, el Maestro Hidalgo había asumido las atribuciones de jefe de Estado y jefe de Gobierno, con el título de Protector de la Nación, ante cuatro mil hombres armados, según lo escribió él mismo, y en presencia de cincuenta mil. En octubre siguiente, en el valle de Acámbaro, mantendría el mismo título ante ochenta columnas de mil hombres cada una, "y pasaban de ochenta mil", según el acta. Ignacio López Rayón, Presidente de la Suprema Junta Nacional Americana, fijó las atribuciones del Protector de la Nación en sus Elementos Constitucionales, artículos 17 y 18. En cambio, al polemizar con López Rayón, el General Morelos le dijo que él no pretendía este título, sino el de Siervo de la Nación. A los seis meses de haber sido electo Generalísimo y encargado de la administración pública, escribió a un amigo:

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"Ningún ser humano es más que los demás. Vanidad en la fortuna y en la gracia, sería mejor no verse elevado a tanta dignidad. Morelos no es más que un Siervo de la Nación, a la que desea liberar ejecutando sus órdenes. Lo que no es motivo que lo saque de su esfera de hombre, como sus semejantes, a quienes ama hasta en lo más pequeño..." 5. DIVISIÓN DE PODERES Para evitar el despotismo, el Poder es lo único que limita al Poder. Por eso Morelos propuso la división de poderes. Pero tampoco basta con dividirlos, sino también hay que fortalecerlos. El Reglamento del Congreso que expidió en Chilpancingo plantea un Estado republicano fuerte, formado por tres Poderes fuertes; un Legislativo que produzca la “buena ley” y nombre, vigile y controle al titular del Gobierno; un Ejecutivo depositado en un individuo, que asuma el rol de jefe de Estado, jefe del Gobierno y jefe de las Fuerzas Armadas, que ejerza el buen gobierno, y un Tribunal Superior independiente que haga justicia, no exenta de equidad. Si uno de los tres poderes es débil, el Estado será débil. Sólo tres poderes fuertes suelen formar un Estado fuerte.

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En los días de Morelos, el congreso consideró que un poder ejecutivo fuerte podría convertirse en una dictadura y desechó su propuesta. Por eso, declaró insubsistente temporalmente la división de poderes, incorporó al Generalísimo al congreso en calidad de diputado, y al aprobar la constitución de Apatzingán, lo eligió miembro del gobierno formado por tres vocales. Hoy, su teoría política al respecto sigue siendo válida. 6. LA BUENA LEY Soberanía es asumir el poder supremo para ejercer la facultad de elaborar las leyes, administrar la cosa pública y garantizar a cada quien lo suyo. Pero Morelos consideraba que no basta con que el Congreso expidiera la ley, a secas, sino que siendo ésta "superior a todo hombre", promulgara la "buena ley". No

eran

suficientes,

pues,

los

acuerdos

de

los

grupos

parlamentarios para producir leyes. Era necesario que estos ampliaran sus horizontes políticos y dieran a las leyes una carga de bondad, de ética, de justicia, como las que obligan a "constancia y patriotismo, moderan la opulencia y la indigencia, mejoran sus costumbres, aumentan el jornal del pobre y alejan la ignorancia, la rapiña y el hurto”. 8


¿Es posible hablar todavía de constancia y patriotismo? ¿Por qué no? Después de todo, la actual globalización no ha excluido la importancia de las naciones, aunque haya modificado su naturaleza. Al contrario. Son las naciones las que han creado e impulsado la globalización. No está mal que se hayan flexibilizado las fronteras para dar libre curso a las cosas. Ahora es necesario que se libere el tránsito de las personas que producen esas cosas. No hay que crear muros que separen a los pueblos, sino puentes que los unan. En todo caso, vivir en otro país no despoja a nadie de su patriotismo de origen, y al revés, vivir en su lugar de origen no le quita a nadie su condición de ciudadano del mundo. Luego entonces, la constancia y el patriotismo no son incompatibles con la universalidad del individuo, ni su estatura universal, con la de su amor a la patria. Por otra parte, no basta con sobrevivir, es necesario vivir. Por eso es necesario aumentar el jornal del pobre. Primero es vivir, luego la forma de vivir. En otro orden de ideas, si los pueblos son esclavos de sus costumbres, mejorar sus costumbres es mejorar a los pueblos.

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Además, el peor enemigo del hombre es la ignorancia, no sólo porque ésta es la fuente de la superstición y el fanatismo, sino también porque es una lacra que degrada al individuo, y que llega a convertirse en un azote de los pueblos, cuando sus gobernantes la padecen. Por eso Morelos propuso "que se eduque a los hijos del labrador y del barretero como a los del más rico hacendado". El Estado Mexicano hizo un esfuerzo supremo en el siglo XX para acabar con el analfabetismo y lo logró. Pero no basta con leer y escribir. Es necesario practicar la lectura. Otros pueblos leen un libro a la semana por habitante; el nuestro, tres al año. Si nuestros dirigentes no ponen el ejemplo en esta materia, empezando por los de los partidos políticos hasta llegar a los de los más altos ámbitos del Estado, nuestro pueblo difícilmente lo hará. No se trata de un ejercicio de cultura decorativa, sino de cultura política. Morelos habla de alejar la ignorancia para alejar asimismo la rapiña y el hurto. La rapiña es la que se practica al amparo del poder para saquear las arcas públicas, y el hurto, el del individuo que priva de algún bien a otro para llevarse un pedazo de pan a la boca. Ambos dañan a la sociedad.

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7. EL BUEN GOBIERNO, LA JUSTICIA Y LA BONDAD Además de la buena ley, es necesario el buen gobierno. Por eso, quien asume el timón del Estado y jura cumplir y hacer cumplir la ley, está obligado a realizar sus actos y dictar sus resoluciones en un marco de prudencia y de justicia. En sus Sentimientos de la Nación, artículo 22, Morelos propone dos cosas al gobernado y una al gobernante. Al gobernado, liberarlo, por una parte, de infinidad de impuestos y contribuciones que lo agobian como contribuyente, y obligarlo, por otra, a que soporte las cargas del Estado con un porcentaje razonable de sus ganancias. Y al gobernante, cito textualmente, exigirle "la buena administración de los bienes públicos". El círculo del Estado se cierra con la procuración y la administración de justicia. Amad la justicia, vosotros, los que gobernáis la Tierra, se lee en los Libros de la Sabiduría. Los Proverbios señalan que los tronos se afirman por la justicia. Los clásicos enseñaron a Morelos tres cosas: que dar a cada quien lo suyo ofrece dos aspectos, el conmutativo y el distributivo; que confundir a uno con otro produce injusticia, y que el Derecho es no sólo una ciencia sino también un arte: el arte de lo bueno y de lo equitativo. Nuevamente la bondad está directamente ligada con la justicia, el Derecho con la Ética. 11


Por eso, nada mejor que concluir esta alocución con las ideas de Morelos, trasmitidas por su amigo Quintana Roo a Guillermo Prieto y escritas por éste: "Que todo el que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo proteja y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario" Tales son algunas de las aportaciones que hizo el Siervo de la Nación. Mientras unas cuantas podrían calificarse de obsoletas, otras, en cambio, son de palpitante actualidad, y las últimas, representan asignaturas pendientes del Estado mexicano, que él contribuyó a formar. Muchas gracias. Morelia, Michoacán, 22 de diciembre de 2015.

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