Juventino Rosas, una vida de novela María del Carmen Mestas (Cubanow, revista digital de arte y cultura)
. Foto: Wikipedia Juventino Rosas, autor del famoso vals Sobre las olas, falleció en 1894, en Surgidero de Batabanó, Cuba, y años más tarde sus restos fueron trasladados a su país natal: México, donde descansan en la Rotonda de los Hombres Ilustres.
Con pasos cortos, el hombre se acercó a la ventana y la abrió. La brisa del mar estremeció su delgado cuerpo. Se quedó mirando aquellas aguas que guardaban un azul incomparable y los dolorosos recuerdos volvieron una y otra vez. Ahora, Juventino Rosas, el célebre compositor mexicano, muy enfermo, convalecía en la casa de salud Nuestra Señora del Rosario, en Surgidero de Batabanó*. Hacía solo unos días había llegado a ese pueblo costero cubano en el vapor Josefita; las fuerzas le faltaban, la vida se le escapaba minuto a minuto. .. Padecía de un mal agudo en la médula; aunque otros, aseguraban que era tuberculosis.
Foto: www.wradio.com.mx Hasta ese momento era la atracción máxima del espectáculo que la compañía ítalo-mexicana González Branculli presentaba en Cuba. Juventino tenía la aureola de sus cuatro medallas obtenidas en la Exposición Internacional de Chicago y de ser el autor del vals Sobre las Olas, conocido mundialmente.
Su tránsito por distintas regiones de Cuba estuvo signado por galantes paseos, tertulias memorables y la creación de melodías. A Mercedes Touzet, la esposa del empresario Ramón Crusellas, le dedicó una hermosa composición. En Santa Clara, escribe Marta o El ángel de la Caridad, para la filántropa Marta Abreu.
Foto: conservatoriodelasrosas.edu.mx
Al llegar a Sancti Spíritus compone El espirituano para José Norberto Rodríguez. Se conoce que en Guantánamo estrechó lazos amistosos con el poeta Regino Boti, quien lo recordó así: «Por la mentada puerta se me presentó una mañana Juventino Rosas. Iba a tomar un trago. Como pelado genuino, se acercaba al altar sin preparar. El alcohol no era mágico por la liturgia, sino la liturgia mágica por el alcohol. Cuando su etapa de triunfos, el vals Sobre las olas era cantado, susurrado, musitado, coreado por todo el mundo. Precedía a Juventino Rosas, un pordiosero que vociferaba a los cuatro vientos el sobradísimo vals, acompañándose de un acordeón imposible. La cosa si no encantadora, afirmaba la popularidad del compositor que se anticipaba como un heraldo». La compañía musical ítalo-mexicana salió de Santiago de Cuba con rumbo a Surgidero de Batabanó, enlace con La Habana, donde el conjunto viajaría hacia Nueva York para otras presentaciones. Aquejado de graves males, Juventino interrumpe la gira y se queda en la población pesquera; piensa que su salud mejorará, mas la muerte lo ronda. EN BUSCA DE LA VERDAD Hace casi 30 años, la periodista tuvo la oportunidad de conocer en Surgidero de Batabanó a Antonio Álvarez, un viejo ya retirado, que trabajó como carpintero de ribera. La historia de Juventino y su violín, la había conocido de labios de Isidro Albaina, quien trabó amistad con el mexicano. Según Albaina, el compositor no se separaba de su violín, cuyas melancólicas notas hacía sonar a cada rato. Otras veces, lleno de nostalgias, interpretaba pedazos de sus piezas más populares. Antes de su ingreso en el centro hospitalario, el autor le dijo a su amigo: «Hazte cargo del violín porque estoy muy enfermo. Albaina lo conservó y, después de la muerte del artista, se lo prestó a Manuel Negrín, quien se lo dio a su hijo para que estudiara en La Habana. No sé como fue a parar a una casa de empeño. Al ser reclamado por una sobrina de Juventino, Albaina lo recuperó y, en un acto celebrado en 1932, en el gremio de Recortadores de Esponjas y
otras sociedades sindicales, se lo entregó a la parienta del destacado autor. Esa es la verdad, la verdad…»
Foto: theshops.mx El corazón del compositor dejó de latir el 9 de julio de 1894. La estudiantina del pueblo siguió el cortejo fúnebre hasta el camposanto. Su inmortal melodía, el vals Sobre las olas, lo acompañó en el postrer viaje. Se asegura que días después del suceso, una mujer ataviada con ropas de luto y un velo que le cubría la cabeza y el rostro, llegó en una
barcaza al lugar, traía un ramo de rosas rojas en sus manos y fue directamente al cementerio.
Varios curiosos observaron como colocaba las flores en la humilde tumba. Permaneció allí un buen rato, quizás rezaba, quizás lloraba… ¿Era acaso un familiar o una de las mujeres que tanto lo amaron? Al filo del tiempo, quién puede saberlo.
ALEGRIAS Y TRISTEZAS Se llamaba realmente José Juventino Policarpo Rosas Cadenas y nació en Santa Cruz de Galeana, Guanajuato, el 25 de enero de 1868. Desde pequeño se aficionó al violín que aprendió de su padre, quien con otros hijos tenía un conjunto musical. Juventino ejerció varias labores y, entre ellas, fue campanero de una iglesia. Estudió en 1885 en el Conservatorio Nacional de Música. Trabajó en una compañía de ópera y en una banda militar que más tarde abandona. Compone su vals Carmen, dedicado a la esposa de Porfirio Díaz, y los salones principales le abren sus puertas. El presidente mexicano le regala un piano que el músico tendrá que vender para pagar deudas. Tuvo una intensa vida amorosa. De esos tiempos son las polcas Ojos Negros, La cantinera y Flores de México; los valses Ensueño seductor y Josefina y las mazurcas Último adiós y Lejos de ti. La obra que lo hizo célebre fue el vals Sobre las olas. Alrededor de esta pieza hay muchas versiones. Se ha dicho que fue escrita en Cuautepec, mientras observaba a la joven Mariana Cerdillo, de quien estaba locamente enamorado. También se cuenta que Juventino empezó a tararear la inmortal melodía mientras se bañaba en el manantial La Magdalena junto a su amigo Pepe Reina y que, al regresar a la casa, en la cocina, tomó un papel y escribió sus compases. Primero, la llamó A la orilla del arroyo; después, Junto al manantial y, finalmente, le dio el título con el que se popularizó. Vendió los derechos de autor de su memorable pieza y el chotis Lazos de amor a la compañía Wagner y Levien por la bagatela de 45 pesos. CEREMONIAS ESPIRITISTAS La figura de Juventino Rosas se encuentra hoy presente en las tradiciones cubanas. Especialmente en fiestas rituales dedicadas a los espíritus y orishas, en las que su nombre es invocado con verdadera
fe. En esas ceremonias también se toca el vals Sobre las Olas, no solo acompañado por el violín, sino con otros instrumentos de percusión menor de la música popular, lo cual es expresión del sincretismo que singulariza a los cubanos.
Foto: aquiesqueretaro.com El violinista y compositor tuvo una existencia novelesca. Y muchos datos de su vida están llenos de imprecisiones. Cuba, donde actuó y pasó sus últimos días, está enlazada a su recuerdo. Sus restos reposan en la Rotonda de los Hombres Ilustres, en México.