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Black Coffee Gallery Avenida Patria 1173-1 Col. Jardines del Tepeyac Zapopan, Jalisco, México 52 (33) 31251404 c.p. 45034
www.blackcoffeegallery.com Texto Jorge Pech Casanova Fotografía Manuel Jiménez Diseño Javier Rosas Herrera Fragmentos y coordinación general Rebeca Pareja Amador Cuidado de la impresión Claudio Sánchez Islas
Digitalización e Impresión Carteles Editores P.G.O. S.A. de C.V. Ciudad de Oaxaca e-mail: colordig@oax.cableonline.com.mx 1a. edición, Oaxaca, México. Agosto 2008 Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirectamente del contenido del presente libro.
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A los que se atrevieron a despertar en este sue単o conmigo
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Arte y Café
De la platica entre dos amigos mientras tomaban un café en el zócalo de la ciudad de Oaxaca, uno dedicado a la gastronomía y especialmente al café, el otro amante del arte, surge la idea de combinar ambas pasiones con un mismo fin: crear espacios dignos de representación para fomentar y promover la cultura de un buen café, el deleite del arte de México y a la vez favorecer a los cafeticultores de la región. Así nace en el año 2007 un proyecto llamado black coffee gallery, una empresa 100% mexicana, un café con un concepto diferente que involucra el arte en todos los aspectos, combinando la tradición cafetalera con un entorno que transmite la riqueza artística de nuestro país. black coffee gallery busca impulsar a los productores de café, a nivel nacional creando un vínculo directo entre productor y nuestra empresa, logrando así un café de excelente calidad a un precio más justo; de igual manera busca promover y fomentar el arte de México creando diversos mecanismos de publicidad y mediante la promoción continua in situ y a través de una galería virtual en donde se puedan mostrar pinturas, esculturas y obras plásticas de diferentes artistas mexicanos. Nuestro café galería es un lugar en donde el arte envuelve a través del diseño de cada uno de los elementos que lo conforman, para poder así experimentar la magia y encanto de nuestro México. black coffee gallery brinda una opción diferente en cuanto a calidad, servicio y precio, invitando a disfrutar momentos de atención personal, con un trato directo que cuida mantener los más altos estándares de sabor, calidad
e higiene en los alimentos ofrecidos en un ambiente único diseñado para deleitar los sentidos. Nuestros locales han sido construidos y ambientados con un estilo modernista que reúne todo los adelantos y tecnología de la época, ofreciendo lugares con identidad propia y acabados artesanales que en conjunto logran espacios dignos de apreciarse y generan deseos de regresar. Gracias a la experiencia adquirida a través de los años en el cultivo, pizca, torrefacción de granos de café y de la necesidad de distribuir y comercializar a un precio mas justo el café de nuestro país, presentamos un café 100% mexicano, cosechado en las montañas altas de la región sureste de nuestro país, en los estados de Oaxaca, Chiapas y Veracruz, los cuales se distinguen por la variedad de microclimas y humedad y porque el café elaborado en esta región se encuentra dentro de los mejores del mundo. Nuestro café es un café producido con tradición y cuidado, cuyos granos provienen de sembradíos en los que se llevan a cabo formas tradicionales de cultivo y son seleccionados a través de un riguroso proceso. Existe un gran equipo y organización de cafeticultores mexicanos, los cuales se unieron para ofrecer un café de calidad, que se caracteriza por su acidez, cuerpo y excelente aroma. Prestigiados catadores reconocidos a nivel nacional e internacional se encargan de la degustación de nuestros productos, así como en la asesoría de la elaboración de mezclas que logren complacer a los paladares más exigentes. Llena tus ojos de formas y colores, disfruta sabores y olores, haz de tu café toda una experiencia: black coffee gallery.
Aromas Jorge Pech Casanova
El café es el oro del hombre común, y como el oro, brinda a cada persona un sentimiento de lujo y nobleza... Donde se sirve café, hay gracia y esplendor y amistad y dicha. Sheik Ansari Djezeri Hanball Abd-al-Kadir, 1857
La lección del café se ha mantenido por siglos, desde que algunos pastores abisinios comenzaron a consumirlo en forma de infusión; sus virtudes son la sutileza del aroma, aunada a la fuerza de su sabor y a lo estimulante de su acción sobre el organismo. Amador Montes, artista de Oaxaca, aprovecha las milenarias lecciones del café y las traslada a su obra para renovarla, al mismo tiempo que para mantenerse fiel a sus designios creativos. Amador Montes elaboró, con el tema del café, una serie de pinturas al óleo y a la encáustica en que incorpora el grano y la bebida como símbolos de amistad, de amor y de convivencia; pero acuciado por la necesidad de expandir su lenguaje artístico, el creador nacido en 1975 decidió emprender otra serie de búsquedas más allá del caballete, y para ello abandonó formatos tradicionales, a fin de explorar la pintura efímera, el graffiti y la instalación. El artista sacó provecho del entorno en que se sitúa su estudio en la ciudad de Oaxaca: una enorme fábrica de cal abandonada desde la primera mitad del siglo xx, cuyos imponentes vestigios convirtió en emplazamiento de intervenciones en que involucra toda clase de materiales, desde la chatarra y el limo que se forma en los charcos, hasta las paredes y las estructuras desvencijadas de la fábrica. También recurrió a las bodegas de una planta envasadora de café, para perfeccionar el tema de su gran despliegue de intervenciones.
He aquí el humo perfumado que la taza engendra. Su ascenso es una fiesta de vapores, expectativas y perfumes. La mesa como un altar recibe a sus celebrantes, los convoca a convertir su encuentro en unión perdurable, en intercambio de confidencias o en fuente de novedades y peripecias. No sin un suspiro se agotan las sucesivas tazas, a la par que las palabras calentadas por el oscuro anfitrión. El sabor punzante y aromado del brebaje a veces detiene la conversación, extiende por el paladar de los reunidos su imperio delicado pero contundente, invita a reflexionar y a renovar con brío el intercambio de vidas que la mesa favorece. No sin sentimiento se vacían las tazas por fin, como las confidencias. Los comensales se despiden y parten a reunir más material para futuros encuentros. Sobre la mesa quedan las tazas añorantes y, si observamos bien, un curioso halo: la promesa del reencuentro. Desvanecidas las limitaciones de formatos, soportes y productos tradicionales, Amador Montes se instaló en una zona creativa cuyas dificultades y desafíos corren parejos con el estímulo que implica vincular esa zona a las satisfacciones del creador. Para retener de algún modo el fruto de sus instalaciones, contó con la ayuda del fotógrafo Manuel Jiménez, cuyas tomas perpetúan la necesaria fugacidad de varios esfuerzos creativos realizados por Amador.
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El resultado es una colección de imágenes que, cuando no fueron fijadas en lienzos con pintura al óleo o con cera pigmentada, se han perdido como materia palpable; sin embargo, la fotografía de las instalaciones efímeras permite atesorar la emoción estética que Amador Montes logró infundir a un paisaje por largo tiempo deshabitado, y a una bodega donde usualmente sólo concurren los estibadores a transportar grano.
mento de café forme signos y figuras en las paredes de la taza. Estos símbolos, interpretados por el lector, le permiten pronosticar los sucesos que al bebedor le sobrevendrán después de la ceremonia. Surch tartznel. Aunque la clarividencia es incierta, la magia de disfrutar un café turco en compañía del adivinador, en Armenia o en cualquier parte, es una certera forma de complicidad en la búsqueda de otras realidades.
En torno de una taza de café acontecen minúsculos prodigios. Se establece una amistad, nace un amor, o acude la solución a problemas arduos. Todo movido por el aroma que inunda las fosas nasales y va conquistando como una corriente de lucidez cada terminal nerviosa, cada depósito de la imaginación ardiente. La taza de café: ese motor de simpatías, ese discreto conjuro para dos que descubren que se aman, ese amistoso genio que, en un sorbo inspirador, abre a la mente puertas que nadie podía advertir. Monumento siempre fugaz y siempre a mano para hallazgos, el café es el acogedor artificio de un Dios que nos ordena no sólo despertar, sino soñar con todo el cuerpo en movimiento. Se dice que los armenios ofrecen un café con la encomienda: “Toma esta taza y que Dios te haga hablar”. Con esas palabras comienza el ritual de la cafeomancia, mediante el cual –aseguran– una persona puede conocer su futuro al leer los signos que permanecen en los residuos de la taza de café. Surch tartznel llaman los armenios a este procedimiento mágico, que no cualquiera puede ejercer. Aunque el arte de leer la borra del café se hereda de padres a hijos, quien oficia el ritual necesita de un sexto y aun de un séptimo sentido, alegan las ancianas armenias. Atisbar el futuro exige tradición familiar, presciencia y total disposición. Quienes logran estas condiciones, celebran la cafeomancia con orgullo. El café, de molido impalpable, debe prepararse en una cafetera oriental modelada en cerámica o cobre, y servirse al curioso de su propio porvenir. Éste debe tomar en sorbos la poción, y permitir que repose hasta concluirla. Entonces el adivinador toma la taza y la manipula para que el sedi-
Para dar continuidad a un proyecto de años atrás, y para renovar, al mismo tiempo, su lenguaje iconográfico, el artista eligió nombrar sus instalaciones con el título genérico de Babel, recordatorio de una etapa mítica en que los seres humanos estaban empeñados en un gran proyecto común. Para homenajear esa épica (el momento de la construcción de la gran torre, no el de su fracaso y la confusión consiguiente), Amador tomó la taza de café como signo de convocatoria a la concordia; luego, pobló con este símbolo los espacios. Compuso una espectacular sucesión de tazas de café sobre las escaleras en que antes trajinaron los trabajadores de la fábrica de cal; dibujó con el dedo diseños de tazas en el limo fresco de los charcos que cubren parte del piso en la factoría abandonada; colocó tazas dentro de los hornos de cal, e inclusive maniobró una pesadísima estructura de hierro fundido para convertirla en una enorme taza simulada; además, intervino la sugerente pátina de las paredes en la calera para inscribir los signos de la instalación; para concluir, en la planta empacadora colocó sobre cada saco de café en grano almacenado, la taza correspondiente, y culminó su instalación llenando uno por uno los recipientes. Gestos y acciones que, como lo fugitivo de la existencia a que aludía Quevedo, permanecen porque son parte de hábitos colectivos. Napoleón, ese solitario que se rodeaba de ejércitos y conquistas, halló en el café un medio para asegurar que sus ambiciones no fuesen vencidas por el agotamiento de interminables campañas militares. Elogiaba así la bebida que lo condujo a dominar un imperio: “El café fuerte, mucho café fuerte, es lo que me despierta. Me da calor, lucidez, una fuerza inusual y un dolor que no carece de enorme placer. Preferiría sufrir con café que ser insensible”.
Y Napoléon sufría aun en medio de sus triunfos, como su biógrafo Georges Lefèbvre no dejó de consignar: “el exceso de trabajo, a pesar de los baños calientes y prolongados, de una extrema sobriedad, de un uso moderado pero constante de café y de tabaco, le engendra a veces breves desfallecimientos que llegan, incluso, al llanto”. Muchos años más tarde, ya sin imperio ni esperanzas de nuevas conquistas, Napoleón continuaba bebiendo café mientras escribía sus memorias, hasta el año de 1821, cuando la úlcera que agobiaba su estómago se convirtió en cáncer y terminó con su vida. Eso no pudo preverlo ni siquiera leyendo la borra del café. Todo el esfuerzo de Amador Montes para culminar sus instalaciones no careció de riesgos muy reales: colocar decenas de tazas en una escalera metálica desvencijada exige no sólo dedicación, sino algunas habilidades acrobáticas. En esas tareas, el artista tenía presentes los fantasmas de sucesivos trabajadores que, en un descuido, murieron tragados por los hornos de cal en las décadas de 1920 y 1930. Como aquellos obreros calcinados del siglo precedente, las instalaciones que Amador Montes ejecutó en 2008 han desaparecido; sin embargo, gracias a su colaboración con el fotógrafo Jiménez, ese trabajo está salvado para la memoria y el goce, como el aroma del café que después de algún tiempo se desvanece, pero que podemos estar seguros de recuperar en el siguiente encuentro que propicie alguna mesa amigable. Para la creación literaria la infusión se volvió indispensable desde el siglo xix. Honoré de Balzac describió que al caer el café en el estómago se producía una conmoción general, y una fausta batalla en la mente. “Las ideas comienzan a moverse como los batallones del ejército, los recuerdos llegan al galope, la caballería ligera de las comparaciones acomete una magnífica carga, la artillería de la lógica presura sus trenes y municiones, y las descargas del ingenio comienzan su fusilería. Se alzan las sonrisas, el papel se cubre de tinta, pues la lucha comienza y concluye con torrentes de agua oscura, tal una batalla con pólvora”. Con escritura menos estruendosa, en el siglo xx Gertrude Stein expuso que al beber café hay tiempo para pensar,
pues el café “más que una bebida, es un acontecimiento. Un sitio para estar dentro de uno mismo”. Junto a la abandonada fábrica de cal donde Amador Montes dispuso con meticulosa audacia sus tazas de café reales o simuladas, yace el más antiguo cementerio de Oaxaca, establecido desde el siglo xvi. Lo planeó Hernán Cortés para que algún día los herederos de sus dominios reposaran en él. Pero la fatalidad decidió que el conquistador jamás tomase posesión del marquesado del Valle de Guajaca, y hoy descansan allí, además de otras personas, numerosos vecinos de la antigua villa de Antequera que combatieron al ambicioso capitán y lograron establecerse en el territorio del que fueron destituidos en tres ocasiones. Ninguno de esos pioneros, ávidos de tierras, tomó café. Pero en las tardes, al resplandor del sol que se pierde tras el cerro del Fortín, no sería raro que sus ánimas, despertadas por el poderoso aroma de las cafeteras al fuego, acudiesen a recordar sus tiempos idos, al olor del pan caliente que ellos trajeron a estos solares americanos, y en el sabor del café que sus descendientes difundieron siglos más tarde por todo el continente. Los científicos aprecian doblemente el café: inspira descubrimientos y combate la soledad del oficio. El matemático Henri Poincairais, en el siglo xix, contó que gracias al café descubrió la existencia de las funciones fuchsianas: “Una noche, en contra de mi costumbre, tome café negro. No podía dormir, las ideas me llegaban como nubes, las sentía estallar hasta que, por así decirlo, veía las ecuaciones unirse para formar combinaciones estables. A la mañana siguiente había demostrado la existencia de una clase de funciones fuchsianas, derivadas de la serie hipergeométrica. Sólo tenía que escribir los resultados, lo que me llevó unas cuantas horas”. Y a fines del siglo xx, en 1989, el anatomista inglés Bruce Charlton no dudó en exaltar el café por encima de su profesión: “Rara vez nos danos cuenta de que el aspecto más importante de la vida científica no son los experimentos, ni la escritura de artículos, ni siquiera la asistencia a congresos: es la pausa para tomar café. La pausa para tomar café me mantiene en forma y si yo tuviese que trabajar en un depar-
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tamento en el que no existiese esa costumbre, acabaría con mi mente muerta en una semana. Esto puede sonar como una hipérbole, pero estoy siendo todo lo exacto que puedo. Realmente, la pausa para tomar café es la verdadera razón por la que soy un científico”. La obra de Amador Montes en torno al café no es ajena al placer científico de beber una inspiradora taza de café. Si bien esta bebida no es la única razón por la que el artista pinta, diseña, transforma cuanto tiene a mano, es cierto que su prontitud a convertir en imagen estética cuanto llena de gozo su corazón responde a una conexión de complacencias y acciones consecuentes, similar a la que el matemático o el laboratorista, con el estímulo de la cafeína, establecen para culminar su reflexión en una fórmula reveladora. En todos los casos, el café libera potencias creadoras que estaban dormidas. En la taza de café vive un dios insomne al que acuden los que deben permanecer en vela. Saben que esta divinidad amable los acuciará si los ojos comienzan a cerrarse, o si la tentación de tenderse bajo sábanas comienza a enfriar los pies. Un sorbo a la taza y se esfuman todas las invitaciones al reposo, la espalda se endereza y el dios insomne comienza a hablar con voz pausada y brillante. Su letanía hace palpitar el corazón, ensancha los pulmones, limpia la mirada. Mientras los demás duermen, tú escuchas al dios del café que te revela secretos, te anima si desfalleces o te asombra con los ruidos del mundo por la noche. Al amanecer, cuando la oración del dios insomne se acerca a su final, tu corazón se ha llenado de secretos y en tus ojos fulgura la verdad que sólo descubren quienes beben la noche iluminada por la negrura del café. Afuera llueve y el artista es invadido de pronto por los ritmos del agua que fluye, repiquetea, se desborda, brama. Dentro del estudio impera la ductilidad de la pintura, de la cera, de los lienzos amorosamente curados para nuevos trabajos. Es la hora del café, y en medio del largo edificio donde el pintor trabaja, una cafetera exhala vapor y aromas. Viendo la lluvia difuminar el paisaje, Amador Montes acaso
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piensa en las tumbas centenarias donde los antepasados de Oaxaca reposan sin mojarse; quizá piensa en los charcos que se están formando afuera, en la vieja fábrica de cal; es posible que vislumbre cómo el agua derramada sobre los muros, ya sin techos que sostener, va componiendo un fresco de huellas húmedas, manchas, oxidaciones, escarapeladuras, donde él puede intervenir con su destreza para convertir lo caduco en fresca materia memorable. Acaso el artista ya compone, al calor del café que disfruta mientras la lluvia arrecia, un homenaje a la inocencia y a la experiencia que pronto cobrará la forma de otra instalación, en la solitaria fábrica abandonada, en el marquesado con que Cortés probablemente soñó y donde nunca pudo reinar. Hace tiempo el café era una vedada delicia de la que sólo se te permitía un sorbo. “No le des café al niño”, escuchabas. Pero ya te ibas con el amargo y dulce premio a la audacia. Y tu deseo por degustar más de ese brebaje crecía. La leche tibia y el chocolate caliente de la infancia carecían de misterio. En cambio, el café… prometía sensaciones inusuales, barruntaba conocimiento prohibido. Hoy que has crecido, ante una taza aromada por el líquido espumoso, recuerdas la apacible mesa del chocolate y la leche con nostalgia. Ahora estás despierto y el café te apremia con su promesa de amargura perfumada, que asciende con el día. Ya no están papá ni mamá para evitar que goces de todo el café que se te antoje. Ni el recuerdo de Napoleón que se bebió su vida en tazas de café y batallas te deja sombra alguna. Sólo el espejo humeante de la taza te seduce. Y la sonrisa al otro lado de la mesa hace resplandecer la mañana perfumada por los granos molidos, en ebullición dentro de la cafetera. La infancia se ha ido con sus juegos, y en la mesa comienza otro juego supremo, el del amor que se amerita con la tibieza del día, al calor de la taza cuya amargura es endulzada con ¿una o dos? cucharadas de azúcar, ¿uno o dos? besos perfumados por el elíxir humeante. Como dijo el sheik Abd-al-Kadir, donde se sirve café, hay gracia y esplendor y amistad y dicha. El amor que te devuelve la sonrisa al otro lado de la mesa, te lo confirma con una frase: “¿Otra tacita de café?”
Con las ventanas cerradas sĂŠ que pronto te verĂŠ
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Olvidaste tu aroma | 50 x 76 cms. TĂŠcnica mixta 2008
La mariposa y tu recuerdo | 50 x 76 cms. TĂŠcnica mixta 2008
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Café Madrid | 50 x 76 cms. Técnica mixta 2008
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En el estudio sin ti | 76 x 50 cms. TĂŠcnica mixta 2008
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Tú aquí, yo allá, ordenando lugares estratégicamente, nos hemos perdido, apaga la luz, déjame hallarte
Bebiendo tu aroma | 50 x 76 cms. TĂŠcnica mixta 2008
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Como te extraño | 50 x 76 cms. Técnica mixta 2008
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Babel I Invitados ef铆meros | Instalaci贸n 2008
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Oro y plata | 50 x 76 cms. TĂŠcnica mixta 2008
Las tazas | 50 x 76 cms. TĂŠcnica mixta 2008
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El café de las 7:00 a.m. | 50 x 76 cms. Técnica mixta 2008
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Aroma a Carmen | 50 x 76 cms. TĂŠcnica mixta 2008
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Añoranza | 50 x 76 cms. Técnica mixta 2008
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El café de las 8:00 p.m. | 50 x 76 cms. Técnica mixta 2008
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Babel II Nadie entiende a nadie | Instalaci贸n 2008
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La cafetera vacía | 50 x 76 cms. Técnica mixta 2008
Sólo un café | 50 x 76 cms. Técnica mixta 2008
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Los momentos juntos, los instantes vivos, el recuerdo de nuestro primer cafĂŠ
En la casa sin ti | 76 x 50 cms. TĂŠcnica mixta 2008
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Aroma a ti | 50 x 76 cms. TĂŠcnica mixta 2008
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Crónica de una taza de café | 50 x 76 cms. Técnica mixta 2008
Babel | 76 x 50 cms. Técnica mixta 2008
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Tengo miedo de perderme en el abismo de esta construcciĂłn o en mi taza de cafĂŠ de la maĂąana
Babel La Construcci贸n | Instalaci贸n 2008
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Al calor y beberte con los labios encendidos, siento la bruma de este amor cautivo, me siento de ti enamorado...
Para mi gran amor
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Recuerdo de una tarde | 50 x 76 cms. TĂŠcnica mixta 2008
El árbol | 50 x 76 cms. Técnica mixta 2008
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Foto despedida
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libro de arte 2008
amador montes Artífice Oaxaqueño.
2005
Palacio de Bellas Artes. Ciudad de México. exposiciones individuales 2008 2007 2006 2005
Confabulario. Galería Arte de Oaxaca, Oaxaca, México. Memorias. Galería pici. Seúl, Corea del Sur. Amador Montes Obra Reciente. Galería Corsica. Jalisco, México. Y sin embargo no puedo dejar de soñar. Galería Arte de Oaxaca, Oaxaca, México. Interiores. Galería Vértice, Jalisco, México. Amador Montes. Galería Oscar Román. Ciudad de México. Jardines. Galería Arte de Oaxaca. Oaxaca, México. Animalerias. Museo de los pintores oaxaqueños. Oaxaca, México. Un sueño para Carmen. Galería Gradiva. Jalisco, México. Pecados y Virtudes. Espacio México en Montreal. Montreal, Canadá.
2004 2003
Tres Tiempos. Galería Oscar Román. Ciudad de México. Pecados y Virtudes. Casa Mayordomo. Oaxaca, México. Un hombre llamado Andrés. Galería Arte de Oaxaca, México. Cuentos y arboledas. Casa de la Cultura de Oaxaca, Oaxaca, México. Diálogos Confusos. Galería Gradiva. Jalisco, México. Cartas a Maricela. Galería Arte de Oaxaca, Oaxaca, México. Amador Montes. Holiday Inn, Yucatán,México. Provocaciones al papel. Galería Arte de Oaxaca. Oaxaca, México. Ausencias y Crisis de tantos sueños. Taller de litografía. Oaxaca, México.
exposiciones colectivas Últimas tendencias del arte contemporáneo de México. Galería Arte de cerca. Veracruz, México. 2008 Exposición Colectiva. Galería art. Oaxaca, México.
2008
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2008
Exposición de Arte Contemporáneo. Club de Empresarios. Ciudad de México.
2007
world artist festival
2005
Museo Hangaram. Seúl, Corea del Sur. Homenaje a Frida. Universidad del Claustro de Sor Juana. Ciudad de México. Muestra Colectiva Pintores Oaxaqueños. Centro Regional de Pintura. Estado de México, México. Destacados Artistas de la pintura en México. Museo Raúl Anguiano. Jalisco, México. Desde el Interior Diez pintores Oaxaqueños. Galería Vértice. Jalisco, México. 2006 Presencia de la Plástica Oaxaqueña en Chihuahua. 2o Festival Internacional Chihuahua. Chihuahua, México. 2005 Percepciones. Galería Oscar Román. Ciudad de México. Aniversario. Galería Oscar Román. Ciudad de México. 20 Jaguar. Galería Arte de Oaxaca. Oaxaca, México. Tierra y Color. Museo de los Pintores Oaxaqueños. Oaxaca, México.
2004 2003
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La solidaridad de los pintores oaxaqueños. Exposición en apoyo de coesida,Casa Lamm. Ciudad de México. Sensaciones. Galería Oscar Román. Ciudad de México. Pintores oaxaqueños en ayuda a la Cruz Roja. Nuevo León, México. Una noche de la plástica oaxaqueña. Museo del Risco. Ciudad de México. 8 Impresiones. Oaxaca en España. Universidad Francisco de Vitoria. Madrid, España. Subasta de Arte en apoyo a la Cruz Roja. Ex-convento de Santo Domingo. Oaxaca, México. Tapete de Muertos. c.f.e. División Sureste. Oaxaca, México. Tapete en Memoria del Maestro Rodolfo Morales. Galería Arte de Oaxaca. Oaxaca, México. Arte con Mezcal. Casa de la cultura “Jesús Reyes Heroles”. Ciudad de México. Su obra pertenece a importantes colecciones públicas y privadas en México y el extranjero, en países como: Argentina, Corea del Sur, Francia, Inglaterra, Italia, España, Emiratos Árabes Unidos, entre otros.
Sospecho que estuviste aquí, olvidaste tu aroma en mi mesa
Oficinas Guadalajara
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Oficinas Monterrey
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aromas se terminó de imprimir en los talleres de carteles editores en agosto de 2008. Colón 605, Centro Histórico, Oaxaca, Oaxaca. México La edición consta de 1,500 ejemplares black coffee gallery
agradece al artista
mexicano Amador Montes por abrazar este proyecto.
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