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Sandra C. Fernández
In these artworks by Sandra C. Fernández, water plays an essential role. In Tears Filling Up Oceans, the water is surrounded by crosses to reflect on loss and mourning. These lives have been lost to gun-related violence as is reflected in bullet cases that make up the lachrymatory bottle. Yet, unable to contain more tears, they are spouted from the bottle and become dispersed throughout the space.
In We Are All in the Same Boat, the water serves to unify women, who find themselves, together, in the same boat, to work as a collective entity. Their gaze shows individuals who are empowered and motivated. Their solidarity is further visible as they all turn, at the same time, to engage with the viewer.
The works synthesize the exhibition’s themes. Stopping violence against women and groups that have been marginalized and underrepresented is an ongoing effort, one that requires working as a collective body, to effectively demand and ensure women’s rights. Stopping violence against the body begins with the self, and it requires continued individual and communal actions that include education, communication, visibility, and presence.
En estos trabajos de arte de Sandra C. Fernández, el agua juega un papel esencial. En Lágrimas llenando los océanos, el agua está rodeada de cruces para reflexionar sobre la pérdida y el duelo. Estas vidas se han perdido por la violencia relacionada con las armas y se refleja en los casquillos de balas que forman la botella lacrimatoria. Sin embargo, no puede contener más lágrimas, caen desde la botella y se dispersan por todo el espacio.
En Todas estamos en el mismo barco, el agua sirve para unificar a las mujeres que se encuentran juntas en el mismo barco para trabajar como una entidad colectiva. Su mirada muestra a individuos que están empoderadas y motivadas. Su solidaridad es todavía más visible cuando todas se voltean al mismo tiempo para involucrarse con el espectador.
Los trabajos sintetizan los temas de la exhibición. Parar la violencia contra las mujeres y los grupos que han sido marginalizados y poco representados es un esfuerzo constante, uno que requiere trabajar como un cuerpo colectivo para exigir y asegurar efectivamente los derechos de las mujeres. Parar la violencia contra el cuerpo comienza con uno mismo y requiere de acciones individuales y comunales continuas que incluyen educación, comunicación, visibilidad y presencia.