Mayo 68 reviviendo su memoria

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“SEAMOS REALISTAS: PIDAMOS LO IMPOSIBLE”

MAYO 68: REVIVIENDO SU MEMORIA POLÍTICA


MAYO 68: CUANDO UNA REVUELTA ESTUDIANTIL ESTREMECIÓ EL STATUS QUO PRESENTACIÓN Juan Barreto Cipriani


MAYO 68: CUANDO UNA REVUELTA ESTUDIANTIL ESTREMECIÓ AL STATUS QUO

Iniciada la década de los 60 del pasado siglo, Francia venía de un acelerado período de expansión económica , aunque la firma del Tratado de Roma, en 1957, abría un nuevo contexto económico que afectaba el protegido mercado nacional, ante el cual De Gaulle impulsó una política de fuertes inversiones públicas, dando lugar a un rápido proceso de concentración de capital. Así, a lo largo de dicha década, el capitalismo francés se ubicó en una de las posiciones más sólidas de Occidente. No obstante, tales políticas no beneficiaron a los trabajadores, lo que se expresaba en el hecho de que a mediados de esta década, los salarios de los trabajadores industriales eran los más bajos del Mercado Común mientras las jornadas laborales eran las más largas. Los trabajadores veían que la economía crecía mientras los beneficios se concentraban en pocas manos. Junto con el avance de la economía se daban los avances científicos repercutiendo velozmente en la vida cotidiana: la televisión, los productos de plástico, los automóviles. La joven generación de entonces surge como una gran fuente de consumo, de modo que el “ p rogreso ” se les mostraba con todas sus evidencias. Y surge también la posibilidad del cambio, en medio de un mundo en ebullición donde todo parecía destruible y cambiable: Los Estados Unidos, la gran potencia, estaban siendo puestos en jaque por el pueblo vietnamita, al tiempo que la rebelión negra se extendía y radicalizaba; la resistencia argelina derrotaba a Francia; en Italia, el movimiento estudiantil revolucionario crecía junto con los movimientos obreros; en la República Federal Alemana, los jóvenes del Partido Social-Demócrata se rebelaron contra sus tradicionales dirigentes; en Irlanda, se retomaba la lucha contra la dominación británica que respondía con fuertes represiones; África se descolonizaba con sus luchas; América Latina vivía la experiencia del surgimiento de movimientos guerrilleros. En este panorama se ubica el Mayo Francés. La Unión Soviética ya había sofocado por las armas la revuelta húngara. En Checoslovaquia había un proceso de cambio: el llamado “ s ocialismo con rostro humano ” , impulsado por Alexander Dubcek , entonces nuevo secretario del PC de Checoslovaquia, a quien Moscú rechazó y terminó expulsándolo del partido. Las noticias que llegaban de China, aunque eran confusas, indicaban que estaba en marcha


MAYO 68: CUANDO UNA REBELIÓN ESTUDIANTIL ESTREMECIÓ AL STATUS QUO

una revolución juvenil contra los burócratas del Partido Comunista y que el presidente Mao Tse-tung apoyaba esta revolución, lo que animó a algunos jóvenes radicales europeos. La Unión Soviética no atraía e esa joven generación, pues en su empeño de coexistir pacíficamente con los Estados Unidos trataba de controlar y frenar los movimientos revolucionarios en el mundo entero. Una prueba de ello fue el mito del momento: El Che Guevara, quien rompió con la Unión soviética URSS y murió, traicionado, en Bolivia. Ante estos hechos, no había modelo. A inicios de enero de 1968, la prensa francesa dio a conocer a un joven de pelo rojo. Era un estudiante de nacionalidad alemana, matriculado en la Universidad de Nanterre, cercana a París. Se llamaba Daniel Cohn-Bendit, en quien la prensa francesa se fijó porque en el transcurso de un acto oficial increpó al Ministro de Juventud y Deportes diciéndoles que: “ Construir un centro deportivo es un método hitleriano, destinado a arrastrar a la juventud hacia el deporte para apartarla de sus problemas reales, cuando lo que hay que hacer es asegurar el equilibrio sexual de los estudiantes'". Su nombre no dejaba lugar a dudas con respecto a la otra especificidad de su origen: era judío. Este incidente no extrañó mucho a nadie, pues el ambiente de protesta se había generalizado entre los estudiantes y los profesores más progresistas. Había suficientes razones para la agitación: la problemática específicamente estudiantil, al funcionamiento de la universidad y, en particular, de la enseñanza, la caducidad de la organización universitaria. No obstante, el sector más radical de los estudiantes, no se preocupaba sólo de estos problemas, considerados aisladamente. Allí se forjaba la conciencia de que la sociedad en su conjunto -y la Universidad como parte de ella- constituía una enorme estafa de la que sólo un grupo de privilegiados se beneficiaba realmente. El 22 de marzo del 68, los estudiantes de Nanterre tomaron las dependencias administrativas en protesta por la detención de un compañero. Más de 142 de ellos se mantuvieron allí durante días, lo que se convirtió en la chispa que, extendida, hizo arder a París. En un manifiesto del Movimiento 22 de marzo que fue distribuido en la aulas universitarias, se decía: "Luchamos porque rechazamos convertirnos en profesores al servicio de la selectividad universitaria, realizada a expensas de los hijos de la clase obrera; en sociólogos fabrican-


MAYO 68: CUANDO UNA REBELIÓN ESTUDIANTIL ESTREMECIÓ AL STATUS QUO tes de eslóganes para las campañas electorales gubernamentales, en psicólogos encargados de hacer que "funcionen" los equipos de trabajadores...; en científicos cuyo trabajo de investigación sea utilizado según los intereses exclusivos de una economía basada en el provecho. Rechazamos este porvenir de perros guardianes". Este manifiesto nos permite apreciar que la parte más combativa y con fuerza sobre sobre el conjunto miraban hacia el exterior de las aulas y, de modo particular, hacia las fábricas. La clase obrera era su punto de referencia ideológico. De modo que la revuelta de mayo no surgió de improviso, y estuvo asociada al movimiento de la clase obrera que, desde comienzos del año 68, llevó a cabo varias huelgas que sacudieron al país, como la huelga de en Caen, en el sector de los astilleros y el de la aeronáutica. Fueron huelgas que se radicalizaron rápidamente ante la represión policial, tal y como también ocurrió con las protestas estudiantiles. Así, una parte considerable de la población francesa de 1968, especialmente de su juventud, mostraba su resistencia a toda forma de ejercicio del autoritarismo. Esta resistencia se desplegaba en la Francia del 68, no sólo por las razones comunes al resto del mundo occidental , sino también por razones específicas. Francia despertaba de dos pesadillas coloniales: primero, la de Indochina y, luego, la de Argelia. Su clase dominante había salido derrotada en ambos casos, lo que provocó el desprestigio de su clase dominante que alcanzó a la izquierda parlamentaria, pues el Partido Comunista se había opuesto frontalmente a los independentistas argelinos y el Partido Socialista se había comprometido directamente en la sangrienta represión de sus luchas. Fue el viernes 3 de mayo cuando la revuelta estudiantil cobró cuerpo, provocada por la represión policial. La Policía irrumpió en La Sorbona, la más antigua de las universidades parisinas y detuvo a más de 500 estudiantes. Ante ello, la protesta estudiantil surgió espontáneamente y duró hasta la media noche. Los jóvenes tomaron la calle y la revuelta se regó como pólvora, dejando sorprendido al gobierno y su policía. Mayo del 68 había comenzado. La Policía arremetió, los estudiantes respondieron levantando el empedrado de las calles y lanzando adoquines contra la policía. La Sorbona fue cerrada por orden gubernamental, tras la solicitud de su Rector para que interviniera la policía y re-estableciera el orden, y las organizaciones de estudiantes y profesores respondieron convocando a una huelga general. El Partido Comunista Francés emitió ese mismo día un comunicado en el que proclamaba la necesidad de desenmascarar a esos "grupúsculos anarquistas, trotskistas, maoístas, etc., compuestos por hijos de grandes burgueses ”


MAYO 68: CUANDO UNA REBELIÓN ESTUDIANTIL PUSO EN JAQUE AL STATUS QUO que "sirven objetivamente a los intereses del poder gaullista". El Gobierno optó por reprimir a los estudiantes más duramente. Fueron detenidos Cohn-Bendit y Jacques Sauvegeot, acusados de ser "agitadores". El prefecto de París prohibió las manifestaciones callejeras. El día 6 de mayo Daniel Cohn-Bendit comparece en la Sorbona, lo que provocó nuevos enfrentamientos coreados por el grito "Liberen a nuestros camaradas". Este mismo día los estudiantes respondieron masivamente al llamado de la huelga. Las manifestaciones de protesta sacudieron las calles parisinas, mientras la TV informa que se trata de la acción de "un grupúsculo" y "una decena de rabiosos", cerca de 20.000 manifestantes que se concentraron en la plaza de Denfert-Rochereau gritaban a coro: "¡Somos un grupúsculo, una decena de rabiosos!". La protesta se prolongó hasta avanzada la madrugada, tras la cual, París amanecIó con más de 300 policías heridos y más de 400 detenciones. En los días subsiguientes, entre el despliegue de manifestaciones de protesta, las organizaciones estudiantiles de izquierda acordaron dar una demostración de fuerza la tarde del 10 de mayo en el Barrio Latino. Concurrieron alrededor de 12.000 manifestantes y el Barrio Latino se convirtió en el escenario de la protesta conocida como la "gran noche de las barricadas", el acontecimiento más intenso y decisivo de Mayo del 68. Nada hacía pronosticar violencia, pues aquella tarde se iniciaban las negociaciones entre el rectorado y los estudiantes, seguidas por el ministro de educación, que duraron hasta pasada la medianoche. Se esperaba una salida negociada. Pero esa misma tarde París comenzaba a arder en varios sitios a la vez y a las 2 de la madrugada, más de 6.000 policías recibieron la orden de arremeter y se encontraron con una insurrección en pleno corazón de París. Los disturbios cesaron al amanecer del día 11 de mayo. Sus resultados: más de 240 policías y de 400 manifestantes heridos, calles devastadas, más de 120 vehículos destrizados, alrededor de 470 detenidos. Aunque oficialmente no se registraron muertes, por el Barrio Latino circuló un folleto


MAYO 68: CUANDO UNA REBELIÓN ESTUDIANTIL ESTREMECIÓ AL STATUS QUO del Movimiento Estudiantil 22 de Marzo donde se informaba sobre tres muertos y el rumor de que los muertos habían sido arrojados al Sena. Detona entonces el grito estudiantil a coro: ¡Grimaud asesino! Las protestas siguieron en cascada: El 13 de mayo los sindicatos obreros convocaron una huelga general a la cual se sumaron cerca de nueve millones de trabajadores; el 15, los estudiantes tomaron el Teatro Odeón; el 17, la huelga de trabajadores se extiende por toda Francia; el 18, fueron tomados los astilleros del Sena y se anunciaron dos millones de huelguistas; el 22, se produjo otra concentración de manifestantes en el Barrio Latino al grito de: "Todos somos judíos alemanes"; el 24, murió un estudiante y los huelguistas eran cerca de diez millones, De Gaulle plantea la reforma de la Universidad,. las barricadas se riegan y las bombas molotov llueven sobre las instalaciones de la policía; el 28, dimite el Ministro de Educación; el 29, De Gaulle huye de Francia, pero regresa; el 30, se produce una gran manifestación en apoyo a De Gaulle, quien proclamó: . "Hoy disuelvo la Asamblea. La República no abdicará. El pueblo se recobrará. El progreso, la independencia y la paz triunfarán junto a la libertad". Mientras la agitación estudiantil y las huelgas paralizaban el país, los políticos intentaban tomar las riendas de la situación. Pero ellos, de derecha y de izquierda, no eran bien vistos por los estudiantes. Así, por ejemplo, el 24 de mayo Mitterrand fue abucheado por los manifestantes del Barrio Latino y obligado a retirarse. El 30 de mayo se produjo la manifestación de apoyo a De Gaulle bajo algunos eslóganes como: "¡Mitterrand ha fallado!", "El pelirrojo ( C ohn-Bendit ) a Pekín" , "De Gaulle no está solo". Pero los estudiantes seguían conservando dos lugares fuertes en el Barrio Latino: la Sorbona y el Teatro Odeón. Desde esta fecha la Sorbona se convirtió en refugio de mendigos y numerosos individuos que huían de la policía, hasta el 14 de junio cuando, tras una serie de enfrentamientos con el servicio de orden estudiantil, fueron evacuados por la policía. Este mismo día el Teatro Odeón fue evacuado sin mayores dificultades. Era el final de una época: ¡Los dos últimos bastiones de la revuelta habían caído!


MAYO 68: CUANDO UNA REBELIÓN ESTUDIANTIL ESTREMECIÓ AL STATUS QUO Las elecciones, celebradas en junio fueron un triunfo para De Gaulle, quien tras su éxito electoral y decidido a reforzar su poder, propuso un referéndum nacional sobre la regionalización y la reforma del Senado, lo que fue rechazado, provocando su dimisión el 28 de abril de 1969. Los acontecimientos de Mayo del 68, desencadenados por una rebelión estudiantil, juntaron a los estudiantes, los obreros y una multitud sin dirección política, por lo que De Gaulle pudo remontar la situación, pero de ella no salió políticamente ileso. Así, el Mayo Francés puede ser leído como un gran rechazo al sistema capitalista y a la dictadura estalinista. Allí cobró cuerpo el deseo libertario, allí resonaron Bakunin, Marx y el Che Guevara, muerto en Bolivia un año antes; allí se condenó al neofascismo, al clericalismo, a los Estados Unidos por su intervención en Vietnam. Allí, todo ocurría corporeizando la consigna: "está prohibido prohibir", en la cual se anudaban dos deseos que cruzaron ese acontecimiento que, desde entonces, se nombra como “ El Mayo Francés: Transformar las estructuras y las instituciones sociales, y recrear la vida propia, individual y colectiva. Sobre Mayo del 68, podemos decir que hay dos tipos de memoria: La primera, una memoria despolitizada que trata, desde hace 40 años, de borrar su talante político, reduciéndolo a una mera revuelta estudiantil, a un conflicto generacional, o a un asunto de liberación de las costumbres. Esta memoria funciona estereotipando o banalizando el Mayo Francés en un amplio espectro que abarca miradas de la izquierda y de la derecha: en ellas, Mayo del 68 aparece bien como una momento que, visto nostálgicamente, hizo posible modernizar nuestras sociedades; bien como el origen del actual desorden en los comportamientos y visto, en consecuencia, como algo deplorable. La segunda, una memoria política: una memoria colectiva y anónima que resulta conflictiva con el presente. Entre otras razones, porque recobra la potencia de la gente cualquiera para cuestionar el orden social, para resistir a las formas de dominación y para crear nuevos modos de existencia individual y social cruzados por el efectivo ejercicio de la igualdad, de la justicia social, de la libertad y de solidaridad. Porque habla de los espacios de aparición en el espacio público de los excluidos y de la toma de la palabra contra todos quienes pretenden hablar y decidir por ellos. Porque reaviva la lucha por una sociedad más igualitaria y más justa, por una vida más libre y digna; porque el recuerdo vivo del 68 ayuda a cuestionar las ideas dominantes, tales como: que la realidad


MAYO 68: CUANDO UNA REBELIÓN ESTUDIANTIL ESTREMECIÓ AL STATUS QUO

se cambia desde arriba, que los partidos políticos nos representan y propician la democracia, que la política pasa obligatoriamente por negociar intereses antagónicos, que los movimientos ciudadanos son meras formas de presionar a los poderes gubernamentales, que los pueblos son incapaces de tomar las riendas de sus propios destinos. Por ello, esta modesta publicación busca contribuir con el rescate de esta memoria política del Mayo Francés, anudando:

frag-

mentos fotográficos que hablan del conflicto con el poder; consignas que testimonian la crítica social envuelta en este acontecimiento; algunos textos de activos participantes en el Mayo del 68 y de algunos pensadores de la época, los cuales continúan siendo una fecunda fuente para las luchas del presente, y algunos textos que, desde la recuperación de esta memoria política, buscan mostrar lo que viene a decirnos ese acontecimiento y su pulsión revolucionaria cuarenta años después, o, para decirlo de otra manera, mostrar la actualidad de esa memoria en un mundo tan cambiado como el que vivimos.


MAYO 68: LOS HECHOS EN CASCADA


MAYO 68: LOS HECHOS EN CASCADA 3 DE MAYO: Los estudiantes de la Universidad de Nanterre realizan una protesta anti-imperialista que fue violentamente reprimida, lo que provocó que la protesta se extendiera a la Universidad de la Sorbona. La policía bloquea las entradas de la Sorbona y detiene a más de 600 estudiantes.

5 DE MAYO: Cuatro estudiante son detenidos y condenados a dos meses de prisión 6

DE MAYO: Cerca de 5.000 estudiantes marchan a la Sorbona gritando "liberen a nuestros

camaradas".

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DE MAYO: Nace Action, periódico de la insurrección estudiantil, que agota sus primeros 6.000

ejemplares en dos horas

8 DE MAYO:

Se realiza una marcha de protesta pacífica por el Barrio Latino

10 DE MAYO:

Estalla una huelga general de la educación secundaria, 12.000 manifestantes

se concentran en el Barrio Latino, que se convierte en un campo de batalla y París arde por los cuatro costados.

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DE MAYO: Los sindicatos obreros convocaron una huelga general a la cual se sumaron

cerca de nueve millones de trabajadores .

15 DE MAYO:

Los estudiantes toman el Teatro Odeón.


MAYO 68: CASCADA DE HECHOS

16 DE MAYO:

Obreros de la Renault toman la fábrica, secuestrando a su director.

17 DE MAYO:

La Huelga se extiende por toda Francia.

18 DE MAYO:

Se toman los astilleros del Sena y se anuncian dos millones de huelguistas

20 DE MAYO: Se raciona la gasolina y se paralizan correo, trenes, aviones y metro. Se calculan diez millones de huelguistas.

22 DE MAYO: Se produce otra manifestación en el Barrio Latino al grito de: "Todos somos judíos alemanes".

24 DE MAYO: Muere un estudiante. Los huelguistas son cerca de diez millones. De Gaulle plantea la reforma de la Universidad. Las barricadas se riegan y los cócteles molotov llueven sobre las instalaciones de la policía.

28 DE MAYO: Dimite el Ministro de Educación. 29 DE MAYO: De Gaulle huye de Francia, pero regresa 30 DE MAYO: miles de personas ocuparon los Campos Elíseos en apoyo a De Gaulle: ya era hora de acabar con el 'desorden'. De Gaulle manifestó su intención de permanecer en el poder y disolver la Asamblea Nacional: "Hoy disuelvo la Asamblea. La República no abdicará. El pueblo se recobrará. El progreso, la independencia y la paz triunfarán junto a la libertad".


MAYO 68: EN FRAGMENTOS DE MEMORIA FOTOGRテ:ICA


MAYO 68: EN FRAGMENTOS DE MEMORIA FOTOGRテ:ICA

Manifestaciテウn de obreros y estudiantes cerca de la Plaza de la Bastilla


MAYO 68: EN FRAGMENTOS DE MEMORIA FOTOGRテ:ICA

En el Barrio Latino


MAYO 68: EN FRAGMENTOS DE MEMORIA FOTOGRテ:ICA

Estaciテウn de Luxemburgo Toma del Teatro Odeテウn

En el Barrio Latino


MAYO 68: EN FRAGMENTOS DE MEMORIA FOTOGRテ:ICA

Asamblea en la fテ。brica Renault

Funcionarios de correos en la marcha del 29 de mayo, Parテュs


MAYO 68: CUANDO LAS PAREDES HABLARON


MAYO 68: LAS PAREDES HABLARON

Algunas de las frases que se escribieron sobre las paredes siguen resonando en la memoria colectiva como eco de esperanza y de voluntad libertaria:


MAYO 68: LAS PAREDES HABLARON

Algunas de las frases que se escribieron sobre las paredes siguen resonando en la memoria colectiva como eco de esperanza y de voluntad libertaria:

" Seamos realistas: pidamos lo imposible" Censier

"Prohibido prohibir. La libertad comienza por una prohibición." La Sorbona

"Cambiar la vida. Transformar la sociedad."

La Sorbona

"La imaginación toma el poder “ La Sorbona "Camaradas: proscribamos los aplausos, el espectáculo está en todas partes"

"Lo sagrado: ahí está el enemigo." Universidad de Nanterre

Universidad de Nanterre

"Viole su alma mater"

Univerisdad de Nanterre "La burguesía no tiene más placer que el de degradarlos todos"

Facultad de Derecho - Assas


MAYO 68: LAS PAREDES HABLARON

Algunas de las frases que se escribieron sobre las paredes siguen resonando en la memoria colectiva como eco de esperanza y de voluntad libertaria:

"Heráclito retorna. Abajo Parménides. Socialismo y libertad ” La Sorbona

"Un pensamiento que se estanca es un pensamiento que se pudre." La Sorbona

"No se encarnicen tanto con los edificios, nuestro objetivo son las instituciones." La Sorbona

"Un policía duerme en cada uno de nosotros, es necesario matarlo." Censier


MAYO 68: LAS PAREDES HABLARON

Algunas de las frases que se escribieron sobre las paredes siguen resonando en la memoria colectiva como eco de esperanza y de voluntad libertaria:

Cuando la asamblea nacional se convierte en un teatro burgués, todos los teatros burgueses deben convertirse en asambleas nacionales" Teatro Odeón

"Queremos las estructuras al servicio del hombre y no al hombre al servicio de las estructuras. Queremos tener el pla cer de vivir y nunca más el mal de vivir." Teatro Odeón

"Es necesario llevar en sí mismo un caos para poner en el mundo una estrella danzante ( Nietzche ) " Teatro Odeón


MAYO 68: LAS PAREDES HABLARON

Algunas de las frases que se escribieron sobre las paredes siguen resonando en la memoria colectiva como eco de esperanza y de voluntad libertaria:

"No queremos un mundo donde la garantía de no morir de hambre se compensa por la garantía de morir de aburrimiento." Teatro Odeón

"Todo el poder a los consejos obreros ( un rabioso ) Todo el poder a los consejos rabiosos ( un obrero ) " Censier

"¡Viva la comuna!" Barrio Latino


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA "LA EXPANSIÓN DEL CAMPO DE LO POSIBLE": Un diálogo entre Jean Paul Sartre y Daniel Cohn-Bendit Publicado por Le Nouvel Observateur, 20 de mayo de 1968. JPS: En pocos días, sin que ninguna orden de huelga general fuera lanzada, Francia se encontró paralizada por los paros y las ocupaciones de fábricas. Todo a consecuencia de que los estudiantes se hicieron dueños de la calle en el Barrio Latino. ¿Qué impresión tienen ustedes del movimiento que han desencadenado? ¿Hasta dónde puede llegar?

DCB: Ha alcanzado una extensión que nosotros no podíamos prever al comienzo. En este momento, el objetivo es derribar al régimen. Pero no depende de nosotros que este objetivo llegue o no a lograrse. Si fuera realmente el del partido comunista, el de la C.G.T., y de las otras centrales sindicales, no habría problema: el régimen caería en quince días, pues no hay modo de oponerse a una manifestación de fuerza que comprometa a todo el movimiento obrero.

JPS: Por ahora hay una evidente desproporción entre el carácter masivo del movimiento de huelga, que permite, en efecto, un enfrentamiento directo al régimen, y las reivindicaciones, con todo limitadas (salarios, organización del trabajo, jubilaciones, etc.) presentadas por los sindicatos.

DCB: Hubo siempre un desnivel, en las luchas obreras, entre el vigor de la acción y las reivindicaciones iniciales. Pero puede suceder que el éxito de la acción, el dinamismo del movimiento, llegue a modificar en la marcha la naturaleza de las reivindicaciones. Una huelga desencadenada

para

lograr

conquistas

parciales

puede

transformarse

en

un

movimiento

insurreccional.

Sentado esto, algunas reivinicaciones presentadas en estos momentos por los trabajadores, van muy lejos: la semana de 40 horas reales, por ejemplo, y, en la fábrica Renault, el salario mínimo de 1.000 francos por mes. El poder "degaullista" no puede aceptarlas sin quedar en una posición totalmente desairada, y si se mantiene firme va al enfrentamiento. Supongamos que los obreros también se mantengan firmes y que el régimen caiga. ¿Qué sucede? La izquierda toma el poder. Todo dependerá entonces de lo que haga. Si realmente cambia el sistema confieso que lo dudo- tendrá aceptación y todo marchará bien. Pero si tenemos -con los comunistas o sin ellos- un gobierno tipo Wilson, que proponga sólo reformas y reajustes menores, la extrema izquierda se verá forzada y habrá que continuar presentando los verdaderos problemas de organización de la sociedad, de poder obrero, etc. Pero no estamos todavía en eso, ni siquiera es seguro que el régimen caiga.


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA

JPS: Hay casos, cuando la situación es revolucionaria, en que un movimiento como el vuestro no se detiene, pero también suele suceder que el impulso declina. En este caso, es preciso tratar de ir lo más lejos posible antes de la detención. ¿Cuál es en su opinión la parte irreversible en el movimiento actual, suponiendo que acabe enseguida?

DCB: Los obreros lograrán el cumplimiento de cierto número de reivindicaciones materiales, al mismo tiempo que importantes reformas tendrán lugar en la Universidad por obra de las tendencias moderadas del movimiento estudiantil y de los profesores. No serán las reformas radicales a las que aspiramos, pero de todos modos tendremos cierto peso: presentaremos propuestas precisas, y sin duda algunas serán aceptadas porque no se atreverán a negarnos todo. De seguro será un progreso, pero nada fundamental habrá cambiado, por lo que continuaremos cuestionando el sistema en su conjunto. De todas maneras, no creo que la revolución sea posible de un día para otro. Creo que sólo será posible obtener mejoras sucesivas, más o menos importantes, pero estas mejoras no podrán ser impuestas sino por acciones revolucionarias. Por esta razón, el movimiento estudiantil, que habrá alcanzado, pese a todo, una reforma importante en la Universidad, aunque transitoriamente pierda energía, toma un valor de ejemplo para muchos jóvenes trabajadores . Utilizando los medios de acción tradicionales del movimiento obrero -la huelga, la ocupación de la calle y de los lugares de trabajo-, hemos derribado el primer obstáculo: el mito por el cual "nada puede hacerse contra el régimen". Hemos probado que eso no era verdad. Y los obreros se han lanzado por la brecha. Puede ser que esta vez no sigan hasta el final. Pero habrán otras explosiones más tarde. Lo importante es que se ha demostrado la eficacia de los métodos revolucionarios. La unión de los estudiantes y obreros sólo puede hacerse en la dinámica de la acción si el movimiento de los estudiantes y el de los obreros conservan cada uno su impulso y convergen hacia un mismo objetivo. Por el momento existe una desconfianza natural y comprensible de los obreros.


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA JPS: Esta desconfianza no es natural sino adquirida. No existía a comienzos del siglo XIX y sólo apareció después de las masacres de junio de 1848. Antes, los republicanos -que eran intelectuales y pequeños burgueses- y los obreros marchaban juntos. Después, no hubo ya perspectivas de unión, ni siquiera en el partido comunista, que siempre ha separado cuidadosamente a los obreros de los intelectuales.

DCB: De todos modos algo ha sucedido en el transcurso de esta crisis. En Billancourt, los obreros no han dejado entrar en la fábrica a los estudiantes. Pero el hecho mismo de que los estudiantes hayan ido a Billancourt constituye algo nuevo e importante. Ha habido, en realidad, tres etapas. Primero la desconfianza franca, no sólo de la prensa obrera sino del medio obrero. Decían: "¿Qué quieren esos nenes de papá que vienen a fastidiarnos?" Y más tarde, después de los combates en la calle, después de la lucha de los estudiantes contra los policías, ese sentimiento ha desaparecido y la solidaridad se vuelve efectiva. En este momento estamos en un tercer estadio: los obreros y los campesinos han entrado a su vez en la lucha pero nos dicen: "Esperen un poco, queremos manejar nosotros mismos nuestro combate". Es normal. La unión sólo podrá realizarse más tarde si los dos movimientos, el de los estudiantes y el de los obreros, conservan su impulso. Después de cincuenta años de desconfianza, no creo que lo que se denomina "diálogo" sea posible. No se trata solamente de hablar. Es natural que los obreros no nos reciban con los brazos abiertos. El contacto sólo se establecerá si combatimos juntos. Se puede, por ejemplo, crear grupos conjuntos de acción revolucionaria, en que los obreros y estudiantes planteen juntos los problemas y actúen juntos. Habrá lugares en los que eso funciones y otros en los que no funcione.

JPS: El problema sigue siendo el mismo: mejoras o revolución. Como usted dice, todo lo que ustedes hacen a través de la violencia es recuperado por los reformistas de una manera positiva. La Universidad, gracias a lo que ustedes han hecho, se verá mejorada, pero siempre dentro del marco de la sociedad burguesa.

DCB: Es evidente; pero creo que no hay otro modo de avanzar. Tomemos el ejemplo de los exámenes. No se discute que se seguirá con ellos. Pero seguramente no se desarrollarán como antes. Se encontrará una fórmula nueva. Y si una sola vez se efectúan de un modo desacostumbrado, un proceso de reforma se pondrá en marcha de modo irreversible. No sé hasta que punto llegará, lo que sé es que se hará lentamente; pero es la única estrategia posible.


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA Para mí, no se trata de hacer metafísica, ni de indagar cómo habrá que realizar la revolución. Ya he dicho que creo que vamos más bien hacia un cambio perpetuo de la sociedad, provocado, en cada etapa, por acciones revolucionarias. El cambio radical de las estructuras de nuestra sociedad sólo sería posible si se produjera de golpe la coincidencia de una crisis económica grave, con la acción de un potente movimiento obrero y de un fuerte movimiento estudiantil. Hoy estas condiciones no están reunidas. Como máximo puede pretenderse la caída del gobierno. Pero no puede soñarse con hacer estallar la sociedad burguesa. Lo que no quiere decir que no haya que hacer nada; todo lo contrario, es necesario luchar paso a paso a partir de un cuestionamiento global. La cuestión de saber si puede haber todavía revoluciones en sociedades capitalistas evolucionadas y de lo que hay que hacer para provocarlas realmente no me interesa. Cada cual con su teoría; unos dicen: las revoluciones del tercer mundo son las que provocarán el derrumbe del mundo capitalista. Otros: sólo gracias a la revolución en el mundo capitalista podrá haber desarrollo del tercer mundo. Todos los análisis están más o menos fundados, pero en mi opinión, eso no tiene mayor importancia. Observemos lo que acaba de pasar. Desde hace mucho tiempo hay gente que busca el mejor modo de provocar una explosión en el medio estudiantil. Nadie lo ha encontrado y finalmente ha sido una situación objetiva la que ha provocado la explosión. Influyó sin duda el manotón del poder -la ocupación de la Sorbona por la policía-, pero es evidente que esta "gaffe" monumental no es el único origen del movimiento. La policía ya había entrado en Nanterre, algunos meses atrás, y eso no había despertado ninguna reacción en cadena. Esta vez se despertó una que no fue posible detener, lo que permite examinar el papel que puede desempeñar una minoría activa. Lo que ha sucedido desde hace dos semanas constituye, a mi entender, una refutación de la famosa teoría de "las vanguardias revolucionarias" consideradas como las fuerzas dirigentes de un movimiento popular. En Nanterre y París ha habido simplemente una situación objetiva, derivada de lo que se llama de un modo vago "el malestar estudiantil" y de la voluntad de acción de una parte de la juventud, decepcionada por la inacción de las clases que ejercen el poder. La minoría activa pudo, por el hecho de ser teóricamente más conciente y estar mejor preparada, encender el detonador y penetrar por la brecha. Pero eso es todo. Los otros podían seguir o no seguir. Sucede que han seguido. Pero después, ninguna vanguardia, sea la U.E.C., la J.C.R. o los "marxistas-leninistas", ha podido tomar la dirección del movimiento. Sus militantes pudieron participar en las acciones de un modo decidido pero desaparecieron absorvidos por el movimiento. Se los encuentra en los comités de coordinación, donde su papel es importante, pero en ningún momento hubo oportunidad de que estas vanguardias desempeñaran un papel directivo.


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA Es el punto esencial. Sirve para destacar que es necesario abandonar la teoría de "la vanguardia dirigente" para adoptar aquella -más simple y más honrada- de "la minoría activa" que desempeña el papel de un fermento permanente, impulsando a la acción sin pretender la dirección. En efecto, aunque nadie quiera admitirlo, el partido bolchevique no dirigió la revolución rusa. Fue empujado por las masas. Pudo elaborar su teoría en la marcha, dar ciertos impulsos hacia un lado o hacia otro, pero no desencadenó, solo, un movimiento que fue en su mayor parte espontáneo. En determinadas situaciones objetivas -con la ayuda de una minoría activa- la espontaneidad retoma su lugar en el movimiento social. Es ella la que promueve su avance, y no las órdenes de un grupo dirigente.

JPS: Lo que mucha gente no comprende, es que ustedes no buscan elaborar un programa, ni dar una estructura al movimiento. Les reprochan querer "destruirlo todo" sin saber -en todo caso sin decir- lo que ustedes quieren colocar en lugar de lo que derrumban.

DCB: ¡Claro! Todo el mundo se tranquilizaría -Pompidou en primer lugar- si fundáramos un partido anunciando: "Toda esta gente está con nosotros. Aquí están nuestros objetivos y el modo como pensamos lograrlos..." Se sabría a que atenerse y por lo tanto la forma de anularnos. Ya no se estaría frente a "la anarquía", el "desorden", la "efervescencia incontrolable". La fuerza de nuestro movimiento reside precisamente en que se apoya en una espontaneidad "incontrolable", que da el impulso sin pretender canalizar o sacar provecho de la acción que ha desencadenado. Para nosotros existen hoy dos soluciones evidentes. La primera consiste en reunir cinco personas de buena formación política y pedirles que redacten un programa, que formulen reivindicaciones inmediatas de aspecto sólido y digan: "Esta es la posición del movimiento estudiantil, hagan según eso lo que quieran." Es la mala solución. La segunda consiste en tratar de hacer comprender la situación, no a la totalidad de los estudiantes, ni siquiera a la totalidad de los manifestantes, pero a un gran número de entre ellos. Para eso, es preciso evitar la creación inmediata de una organización o definir un programa que serían inevitablemente paralizantes. La única oportunidad del movimiento es justamente ese desorden que permite a las gentes hablar libremente y que puede desembocar, por fin, en cierta forma de autoorganización. Por ejemplo, es necesario ahora renunciar a las reuniones de gran espectáculo y llegar a formar grupos de trabajo y de acción. Fue lo que tratamos de hacer en Nanterre.


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA Ante la repentina libertad de palabra en París, se hace preciso que en primer término la gente se exprese. Dicen cosas confusas, vagas, a menudo sin interés, porque se las han dicho cien veces, pero eso les permite, después de haber dicho todo eso, plantearse la siguiente pregunta: "¿Y ahora?" Eso es lo más importante, y lo que gran parte de los estudiantes se pregunta: "¿Y ahora?" Sólo después podrá hablarse de programa o de estructuración. Si nos planteáramos desde el comienzo el tema: "¿Qué harán con los exámenes?" significaría asfixiar las posibilidades, sabotear el movimiento, interrumpir la dinámica. Los exámenes tendrán lugar y nosotros presentaremos propuestas, pero que nos den tiempo. Primero hay que hablar, reflexionar, buscar fórmulas nuevas. Las encontraremos. Pero no hoy.

JPS: El movimiento estudiantil como usted ha dicho, está ahora en la cresta de la ola. Pero están por llegar las vacaciones, una pausa, seguramente un retroceso. El gobierno aprovechará para realizar reformas. Invitará a estudiantes a participar en ellas, y muchos aceptarán diciendo: "Nosotros sólo pretendemos reformas", o si no: "Son sólo reformas, pero es mejor que nada y las hemos obtenido por la fuerza". Tendrán una Universidad transformada, pero los cambios pueden muy bien ser sólo superficiales, limitarse al progreso de los equipos materiales, de los locales, de los restaurantes universitarios. Todo eso no cambiará la esencia del sistema. Son reivindicaciones que el poder puede satisfacer sin que sea cuestionado el régimen. ¿Creen ustedes poder obtener "mejoras" que introduzcan realmente elementos revolucionarios en la Universidad burguesa; que hagan, por ejemplo, que la enseñanza impartida en la Universidad esté en contradicción con la función principal de la Universidad en el régimen actual: formar cuadros bien integrados en el sistema?

DCB: En primer término, las reivindicaciones puramente materiales pueden tener un contenido revolucionario. Con respecto a los restaurantes universitarios tenemos una reivindicación de fondo. Pedimos su supresión en cuanto a su carácter de restaurantes "universitarios". Es necesario que se transformen en restaurantes "de la juventud", en los que todos los jóvenes, estudiantes o no, puedan comer por 1,40 francos. Y nadie puede estar en contra: si los trabajadores jóvenes trabajan todo el día, no se justifica el que de noche no puedan comer por 1,40 F. Igual cosa en lo que respecta a las ciudades universitarias: pedimos que se conviertan en ciudades para la juventud. Hay muchos obreros jóvenes, muchos aprendices que desean independizarse de sus padres pero que no pueden arrendar un cuarto porque cuesta 30.000 francos viejos por mes; queremos que se los acoja en las ciudades donde el alquiler es de 9.000 o 10.000 francos viejos. Los hijos de familias acomodadas que estudian derecho o ciencias políticas pueden ir a otra parte.


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA En el fondo, no pienso que las reformas que podrá hacer el gobierno sean las suficientes para desmovilizar a los estudiantes. Las vacaciones señalarán indudablemente un retroceso, pero no quebrarán el movimiento. Algunos dirán: "Nuestro golpe ha fracasado", sin tratar de explicarse lo que sucedió. Otros dirán: "La situación no estaba madura". Pero no muchos militantes comprenderán que hay que capitalizar lo que acaba de pasar, analizarlo teóricamente y prepararse para una nueva acción en la reapertura. Porque la reapertura de cursos será catastrófica, sean las que fueren las reformas gubernamentales. Y la experiencia de la acción desordenada, imprevista, provocada por el poder, que acabamos de conducir, nos permitirá volver más eficaz la acción que podría desencadenarse en otoño. Las vacaciones permitirán a los estudiantes esclarecer su propio desconcierto, que se manifestó en estos quince días de crisis, y a reflexionar sobre lo que quieren y pueden hacer. En cuanto a la posibilidad de lograr que la enseñanza impartida en la Universidad se vuelva "contra-enseñanza" que forme, no cuadros bien integrados sino cuadros revolucionarios, es una esperanza que me parece un poco idealista. La enseñanza burguesa, aún reformada, producirá cuadros burgueses. La gente será aprisionada en el engranaje del sistema. En el mejor de los casos, se volverán miembros de una izquierda benévola

pero

seguirán

siendo,

objetivamente,

engranajes

que

aseguren

el

funcionamiento

de

la

sociedad.

Nuestro objetivo es lograr poner en marcha una "enseñanza paralela" tanto técnica como ideológica. Se trata de que nosotros mismos volvamos a poner en marcha la Universidad sobre bases completamente nuevas, aunque esto no dure más que unas pocas semanas. Acudiremos a los profesores de izquierda y de extrema izquierda que estén dispuestos a trabajar con nosotros en los seminarios y a apoyarnos con sus conocimientos -renunciando a su condición de profesores- en la experiencia que emprenderíamos. Podríamos inaugurar seminarios en todas las facultades -por supuesto nada de clases magistrales- sobre los problemas del movimiento obrero, sobre la utilización de la técnica al servicio del hombre, sobre las posibilidades que ofrece la automación. Y todo esto no simplemente desde un punto de vista teórico (no hay un solo libro de sociologia que comience hoy por la frase: "Hay que poner la técnica al servicio del hombre") sino planteando problemas concretos. Esta enseñanza tendría una orientación obviamente contraria a la del sistema en uso, por lo que la experiencia no podría durar mucho tiempo: el sistema reaccionaría inmediatamente y el movimiento sucumbiría. Pero lo importante no es elaborar una reforma del sistema capitalista sino lanzar una experiencia de ruptura completa con esta sociedad; una experiencia que no dure pero que deje entrever una posibilidad: se percibe algo,

fugitivamente,

que

luego

se

extingue.

Pero

basta

para

probar

que

ese

algo

puede

existir.

No esperamos construir una universidad de tipo socialista en nuestra sociedad, porque sabemos que la función de la Universidad seguirá siendo la misma en tanto que no cambie la totalidad del sistema. Pero creemos que puede haber momentos de ruptura en la cohesión del sistema y que se puede aprovecharlos para abrir brechas.


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA JPS: Eso supone la existencia permanente de un movimiento "anti-institucional" que impida a las fuerzas estudiantiles estancarse. Lo que ustedes pueden reprochar a la U.N.E.F., en efecto, es de ser un sindicato, es decir una institución forzosamente esclerosada.

DCB: Le reprochamos ser, sobre todo en sus formas de organización, incapaz de lanzar una reivindicación. La defensa de los intereses de los estudiantes resulta, de todos modos, una cosa problemática. ¿Cuáles son esos intereses? Los estudiantes no constituyen una clase. Los trabajadores, los campesinos, forman una clase social y tienen intereses objetivos. Sus reivindicaciones son claras y van dirigidas a los patrones, a los representantes de la burguesía. ¿Pero los estudiantes? ¿Quiénes son sus opresores, salvo todo el sistema?

JPS: En efecto, los estudiantes no constituyen una clase. Ellos se definen por la edad y por una relación con el conocimiento. El estudiante es alguien que, por definición, un día dejará de ser estudiante, en no importa cuál sociedad, incluso en aquella en la que soñamos.

DCB: Eso es justamente lo que hay que cambiar. En el sistema actual se dice: existen los que trabajan y los que estudian. Y todo queda en una división, aunque sensata, del trabajo social. Pero es posible imaginar otro sistema en el cual todo el mundo toma parte en las tareas de producción -reducidas al máximo gracias a los progresos de la técnica- y en el cual todos tengan la posibilidad de proseguir paralelamente estudios continuos. Es el sistema del trabajo productivo y del estudio concomitante. Evidentemente habrá casos especiales: no se puede dedicarse a las matemáticas avanzadas, o a la medicina y ejercer otra actividad al mismo tiempo. No se trata de instituir reglas uniformes. Pero es el principio de base el que ha de ser cambiado. Es preciso rechazar, desde un comienzo, la distinción entre estudiante y trabajador. Por supuesto, nada de esto tendrá lugar mañana mismo, pero algo hay que se ha puesto en marcha y que proseguirá ineludiblemente.

JPS: Lo interesante de la acción que ustedes desarrollan es que lleva la imaginación al poder. Ustedes poseen una imaginación limitada como todo el mundo, pero tienen muchas más ideas que sus mayores. Nosotros estamos formados de un modo tal que tenemos ideas precisas sobre lo que es posible y lo que no lo es. Un profesor dirá: "¿Suprimir los exámenes? Jamás. Se puede perfeccionarlos, pero jamás suprimirlos". ¿Por qué esto? Porque ha pasado por los exámenes durante la mitad de su vida. La clase obrera ha imaginado a menudo nuevos métodos de lucha, pero siempre en función de la situación precisa en la que se encontraba. En 1936 inventó la ocupación de las fábricas, porque era la única arma que tenía para consolidar y sacar provecho de una victoria electoral. Ustedes tienen una imaginación mucho más rica y las frases que se leen en los muros de la Sorbona lo prueban. Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna, que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es. Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo posible. No renuncien a eso.


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Herbert Marcuse. Fragmentos de la Entrevista publicada en octubre de 1968, en Primera Plana, una revista de EEUU que dejó de editarse en 1969. -Hace seis meses, su nombre era casi desconocido; se volvió celebre a causa de los incidentes estudiantiles en Alemania, en Estados Unidos, en Francia ; de golpe, sus libros se convirtieron en best sellers. ¿Cómo se sitúa usted en relación con la revuelta de los estudiantes? Marcuse: La respuesta es muy simple. Me siento solidario con el movimiento de los “estudiantes coléricos”, pero de ninguna manera soy su portavoz. La prensa y la publicidad me dieron ese título e hicieron de mí una mercadería bastante vendible. Yo me opongo, sobre todo, a la yuxtaposición de mi nombre y de mi fotografía a los del Che Guevara, Debray, Dutschke. Ellos han arriesgado y siguen arriesgando sus vidas en el combate por una sociedad más humana, mientras yo participo de ese combate sólo con mis palabras y mis ideas. Esta es una diferencia fundamental. -En todo caso, sus palabras precedieron la acción estudiantil… Marcuse: Creo que muy pocos estudiantes me han leído… -Sin duda. Pero son muy pocos, también, los estudiantes que elaboraron una doctrina con su alzamiento. ¿Puede decirse que es usted el teórico del movimiento? Marcuse: Si así fuese, estaría muy contento. Pero se trata más bien de una coincidencia…yo intenté hacer en mis libros, una crítica de la sociedad- y no solamente de la sociedad capitalista- en términos que evitaran toda ideología, inclusive la ideología socialista, la ideología marxista. Intenté mostrar que la sociedad contemporánea es una sociedad represiva en todos sus aspectos; que hasta el confort, la prosperidad, la pretendida libertad política y moral, son utilizados con fines opresivos. Intenté mostrar que un cambio presupondría un rechazo total, o, para emplear el lenguaje de los estudiantes, una reprobación permanente de esa sociedad. Y que no sólo se trata de cambiar las instituciones sino más bien, y esto es lo importante, de cambiar totalmente al hombre en sus actitudes, en sus instintos, en sus objetivos, en sus valores. Es aquí donde, según creo, mis libros coinciden con el movimiento universal de los estudiantes.


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA Herbert Marcuse. Fragmentos de la Entrevista publicada en octubre de 1968, en Primera Plana, una revista de EEUU que dejó de editarse en 1969. -¿Esto significa que, para pensar así, los estudiantes no lo necesitaron a usted? Marcuse: Una de las características esenciales del movimiento estudiantil es que los estudiantes aplican a la realidad lo que les enseñaron en abstracto a través de los maestros que han desarrollado los grandes valores de la civilización occidental. Por ejemplo, la primacía del derecho natural sobre el derecho establecido, el derecho inalienable de la resistencia contra toda autoridad ilegítima….Los estudiantes no entienden porqué esos grandes principios deben permanecer en el nivel de las ideas, en lugar de ser practicados; y eso es exactamente lo que hacen. -¿Quiere decir usted que se trata, esencialmente, de un movimiento humanista? Marcuse: Los estudiantes se oponen a esa palabra porque el humanismo es, según ellos, un valor burgués, individual. Una filosofía en el seno de una realidad destructora. Para ellos ya no hay que ocuparse de la filosofía de algunas personas, sino provocar un cambio radical de toda la sociedad. De ahí que no les atraiga el término “humanista”. -No ignora usted que en Francia, o en Alemania, no existe esa “sociedad de la abundancia” cuya destrucción proponen sus escritos, y que sólo existe-para bien o para mal-en los Estados Unidos. Marcuse; Se me acusa de haber centrado mi crítica en la sociedad norteamericana, y eso es muy cierto. Pero no es sólo porque conozco ese país mejor que otros, sino por creer-o temer-que la sociedad norteamericana no se convierta en el modelo para los demás países capitalistas, y quizás también para los países socialistas. Creo, además, que esa ruta puede evitarse, lo cual entrañaría una vez más un cambio fundamental, una ruptura total con el contenido de las necesidades y aspiraciones de los seres humanos, tal como hoy se encuentran condicionados.


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA Herbert Marcuse. Fragmentos de la Entrevista publicada en octubre de 1968, en Primera Plana, una revista de EEUU que dejó de editarse en 1969. -Una ruptura, esto es, una revolución… Marcuse: Exactamente. -¿Cree usted en la existencia de un impulso revolucionario en las sociedades industriales? Marcuse: En el movimiento estudiantil hay un fuerte elemento anárquico. Muy fuerte. Y ello es verdaderamente nuevo. -¿Nuevo, la anarquía? Marcuse; En el movimiento revolucionario del siglo veinte, pienso que es nuevo. En esta escala, por lo menos, es nuevo. Significa que los estudiantes han constatado la rigidez de las organizaciones políticas, tradicionales, su petrificación, el hecho de que, precisamente, ahogaron todo impulso revolucionario. Es, pues, al margen de estas organizaciones que, espontáneamente, se expresa la revuelta. De todos modos, la espontaneidad no basta, también es necesaria una organización. Pero un nuevo tipo de organización, muy flexible, que no imponga principios rigurosos, que sea permeable al movimiento y a las iniciativas. Una organización sin los “jefes” de los viejos partidos o agrupaciones políticas. Este punto es de suma importancia. Los líderes de hoy son los productos de la publicidad. En el movimiento actual no hay líderes como los hubo, por ejemplo, en la revolución bolchevique. -El anti-Lenin? Marcuse: Si. Cohn-Bendit, por otra parte, ha hecho una crítica severa del marxismo-leninismo, sobre esta base -¿Usted confía entonces, en el anarquismo, para llevar a cabo la revolución que anhela?


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA Herbert Marcuse. Fragmentos de la Entrevista publicada en octubre de 1968, en Primera Plana, una revista de EEUU que dejó de editarse en 1969. -Usted es, sin embargo, lo contrario de un anarquista. Marcuse: Quizás sea verdad, pero me gustaría saber por qué. -No será porque su obra es dialéctica. Es una obra muy construida ¿Se ve usted como un anarquista? Marcuse: No. No soy anarquista porque no imagino cómo se puede combatir una sociedad que está movilizada y organizada en su totalidad contra todo movimiento revolucionario, contra toda oposición efectiva. No veo cómo se puede combatir tal sociedad, tal fuerza concentrada (fuerza militar, fuerza policial), sin ninguna organización. -No, no se puede. Los comunistas le citarían el análisis de Lenin sobre el “izquierdismo”, manifestación, según él “de pequeños burgueses enfurecidos ante los horrores del capitalismo”… Actitud revolucionaria inestable, estéril, que tiene la propiedad de transformarse rápidamente en sumisión, en apatía, de enojarse por tal o cual tendencia burguesa de moda… Marcuse: No estoy de acuerdo. El izquierdismo de hoy día no es para nada la respuesta de una pequeña burguesía a un partido revolucionario, como en los tiempos de Lenin. Es, en cambio, la respuesta de una minoría revolucionaria a ese partido del orden en que se ha transformado el Partido Comunista, que no es más el partido de Lenin, sino un partido socialdemócrata. -Si la anarquía no sirve y si los partidos comunistas no son ya revolucionarios ¿Qué espera usted de la agitación estudiantil sino un desorden superficial que conducirá a un endurecimiento de la represión? Marcuse: Toda oposición militante se expone a una creciente represión. Eso nunca ha constituido una razón para detener la oposición. De lo contrario, todo progreso hubiera sido imposible.


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Herbert Marcuse. LA ESFERA DE LA LIBERTAD Y LA ESFERA DE LA NECESIDAD:. UNA RECONSIDERACIÓN ( E ste texto, inédito en castellano, apareció en el número 5 de la revista Praxis: a Philosophical Journal de Zagreb en 1969, Traducción de Aurelio Sainz Pezonaga. Acceso en: en htpp.//www. youkali.net/2 Marcuse ) Me alegró escuchar en su ponencia de esta mañana a mi amigo Norman Birnbaum hablando de los conceptos utópicos y de la manera en la que los supuestos conceptos utópicos se hacían realidad, o al menos estaban camino de realizarse, gracias a los acontecimientos de mayo y junio en Francia. Me hace igualmente feliz y me siento honrado de hablaros hoy en presencia de Ernst Bloch, cuya obra Geist der Utopía, publicada hace más de cuarenta años, ha influido como mínimo a mi generación, y ha mostrado cuán realistas pueden ser los conceptos utópicos, cuán próximos a la acción, cuán próximos a la práctica. Quisiera seguir esta vía aquí. No me dejaré convencer por una de las ideologías más viciadas de la actualidad, a saber, la ideología que deroga, denuncia y ridiculiza las imágenes y los conceptos más decisivos de la sociedad libre como meramente “ utópicos ” y “ s ó lo ” especulativos. Pudiera ser que, precisamente en aquellos aspectos del socialismo que son ridiculizados en la actualidad como utópicos resida la diferencia decisiva, el contraste entre una auténtica sociedad socialista y las sociedades establecidas, incluidas las más avanzadas sociedades industriales. Pienso que hoy estamos siendo testigos de una revuelta contra aspectos e ideas del socialismo que eran tabú, un intento por volver a captar aspectos e imágenes del socialismo reprimidos que están volviendo a la plaza pública de nuevo y que están siendo vivificados y activados por los movimientos de estudiantes. Me gustaría adoptar como consigna de mi charla una de las pintadas realizadas sobre los muros de la Sorbona de París, que parece marcar la esencia misma de lo que está sucediendo en la actualidad. La pintada dice: “ Soyons réalistes, demandons l ’ impossible! ” Seamos realistas, exijamos lo imposible. Creo que esta frase marca un punto de inflexión en el desarrollo de las sociedades establecidas, y quizás no sólo en las sociedades capitalistas, y creo que, frente a este hecho, ninguna revaluación de los conceptos marxistas es posible hoy sin referirse a los movimientos de estudiantes.


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En primer lugar, no pienso que los estudiantes por sí mismos constituyan una fuerza revolucionaria. Nunca he sostenido que actualmente los movimientos de estudiantes estén remplazando a la clase obrera como fuerza revolucionaria, semejante afirmación, por supuesto, es un sin sentido. Lo que el movimiento estudiantil hoy representa no es siquiera una vanguardia detrás de la que marchan las masas revolucionarias, sino una minoría dirigente, una minoría militante que articula lo que todavía está inarticulado y reprimido entre la vasta mayoría de la población. Y en este sentido de un movimiento intelectual, y no sólo de una vanguardia intelectual, el movimiento estudiantil es algo más que un movimiento aislado; es, más bien, una fuerza social capaz quizás ( y yo espero que así sea) de articular y desarrollar las necesidades y aspiraciones de las masas explotadas en los países capitalistas. El movimiento estudiantil en estos países ilumina la distancia que separa las ideologías tradicionales, incluidas las ideologías socialistas ( i deologías reformistas tanto como ideologías radicales izquierdistas ) , de la realidad en la que vivimos actualmente. El movimiento estudiantil ha revelado la inadecuación de los conceptos tradicionales de la transición del capitalismo al socialismo y la inadecuación del concepto tradicional de socialismo en vista de las posibilidades reales actuales de socialismo. El movimiento estudiantil ha redefinido el socialismo, y nos convendría aceptar esta redefinición porque corresponde a las posibilidades de construir la sociedad socialista al nivel alcanzado por el desarrollo material, técnico y cultural. Esta redefinición de socialismo toma en cuenta fuerzas y factores de desarrollo que no han recibido una atención adecuada en la teoría y en la estrategia marxistas. Estos factores y fuerzas no son acontecimientos extraños, no son la superficie ni desarrollos superficiales, sino tendencias inherentes a la estructura del capitalismo avanzado y que resultan de ella. Deben ser incorporadas a la teoría marxista si ésta quiere continuar su tarea de guiar la acción radical y revolucionaria.


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Quisiera insistir desde el comienzo en que esta redefinición de socialismo, esta revaluación del marxismo no se describe adecuadamente como “ humanismo socialista ” . Hay en el movimiento estudiantil una aguda crítica al concepto de humanismo, incluso del humanismo socialista, en cuanto ideología burguesa, una crítica que puede ser fácilmente malentendida. El humanismo, de acuerdo con esta crítica, es el nombre de un ideal que todavía huele a represión, aunque a una represión refinada y sofisticada, a una interiorización, sublimación de la libertad y la igualdad. El joven militante de hoy siente en la idea de humanismo un grado de sublimación que ya no está dispuesto a tolerar, porque ya no es necesario para el progreso humano. No es necesario ni para la emergencia de una sociedad libre ni para la emergencia de individuos libres. Para estos jóvenes militantes el término humanismo es inseparable de la alta cultura afirmativa de la sociedad burguesa. Es inseparable de la idea represiva de la persona o personalidad que puede “ a uto-desarrollarse ” sin exigir demasiado al mundo, poniendo en práctica el grado de resignación requerido socialmente. Para ellos, el humanismo sigue siendo un concepto idealista que subestima el poder y el peso de la materia bruta, el poder y el peso del cuerpo, de la biología mutilada, del hombre, de sus instintos vitales mutilados. No habrá que decir que esta crítica no se aplica al humanismo socialista que se ha convertido en un arma política en la lucha contra las formas opresivas de construcción socialista. Allí, el humanismo socialista puede emerger perfectamente como una fuerza material de liberación. Para los militantes de la nueva izquierda, el contenido del socialismo es preservado ( aufgehoben ) en un concepto de sociedad libre más radical, más “ utópico ” y, al mismo tiempo, más realista, una visión del socialismo que puede quizás ser caracterizado del mejor modo posible como una nueva relación entre la esfera de la libertad y la esfera de la necesidad, que difiere de la clásica concepción de esta relación en El capital de Marx.


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Les recordaré brevemente la concepción marxista clásica. La libertad humana en su sentido verdadero sólo es posible más allá de la esfera de la necesidad. La esfera de la necesidad misma se mantiene siempre como una esfera de no libertad, y lo máximo que puede alcanzarse ahí es una reducción significativa de la jornada de trabajo, y un alto grado de racionalidad y de racionalización. Así, esta concepción tipifica la división de la existencia humana entre un tiempo de trabajo y un tiempo libre, la división entre razón, racionalidad, de un lado, y placer, alegría, plena satisfacción, por el otro, la división entre trabajo alienado y no alienado. De acuerdo con este concepto clásico marxista, la esfera de la necesidad seguirá siendo una esfera de alienación por mucho que se reduzca la jornada laboral. Es más, esta concepción parece implicar que la actividad humana libre es esencialmente distinta, y debe permanecer así, del trabajo socialmente necesario. Tampoco parece aplicable a una sociedad industrial altamente desarrollada la temprana noción marxista del individuo completo que puede hacer una cosa hoy y otra mañana. Ya que habría cientos y miles de personas que querrían ir a pescar al mismo tiempo o ir a cazar al mismo tiempo, que querrían escribir poemas o críticas al mismo tiempo. Estas condiciones no se adecúan exactamente a la imagen de libertad. Soy consciente del hecho de que aún hay otro concepto marxista de la relación entre libertad y necesidad en el famoso pasaje citado a menudo de los Grundrisse der Kritik der politischen Oekonomie. Este concepto prevé condiciones de completa automatización donde el productor inmediato es, en efecto, “ disociado ” del proceso material de producción y se convierte en un “ S ujeto ” libre en el sentido de que puede jugar, experimentar con el material técnico, con las posibilidades de la máquina y de las cosas producidas y transformadas por las máquinas. Pero, por lo que sé, esta visión realmente avanzada de una sociedad libre fue aparentemente abandonada por el propio Marx y no vuelve a aparecer en El capital o en los últimos escritos.


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La concepción clásica de El capital es parte de la noción básica marxista de acuerdo con la cual el desarrollo sin límites de las fuerzas productivas es una precondición y prueba del socialismo. Esta posición subordina la libertad a la productividad, al aumento constante de productividad: la libertad, el grado, extensión y nivel de libertad conseguidos dependería del grado de productividad conseguido, del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas conseguido. Pero, ¿qué tipo, qué modo, qué dirección de desarrollo de las fuerzas productivas? Este no es un problema, o al menos no parerece ser un problema, en tanto que prevalezcan la escasez y la probeza: su abolición es el objetivo principal. Pero entonces los logros del progreso técnico abren otro problema. En las así llamadas “ sociedades opulentas ” , las sociedades capitalistas desarrolladas técnicamente vemos un desarrollo de dos caras. Por un lado, el progreso capitalista aumenta constantemente la cantidad de mercancías necesarias que pueden ser adquiridas en el mercado por el poder de compra asequible. Esto significa en estos países una tasa creciente de producción de los así llamados bienes de lujo, incluida la llamada industria de defensa, y una creciente producción de desechos y cachivaches, mientras se conservan amplios sectores de pobreza y de miseria, incluso dentro de las fronteras de la sociedad. Esto significa, además, la extensión de la esfera de la necesidad dentro de la esfera de la libertad. Siempre más cachivaches, siempre más así llamados “ bienes de lujo ” , siempre más mercancías y servicios de entretenimiento tienen que ser comprados con el fin de alcanzar ese nivel de existencia donde tienes el privilegio, en virtud de tu poder de compra, de, al menos, una módica libertad dentro del entramado de la sociedad capitalista. En este sentido, podemos decir que, en el capitalismo avanzado, el desarrollo de las fuerzas productivas equivale al desarrollo de la servidumbre voluntaria, voluntaria, por supuesto, en sentido irónico. El nuevo automóvil que tienes que adquirir cada dos años, el nuevo televisor que tienes que comprar con el fin de poder estar a la altura de tus vecinos y pares, todos estos instrumentos y mercancías incrementan e intensifican tu dependencia de los cada vez más vastos aparatos de producción y distribución, controlados por los poderes dominantes.


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Pero hay todavía otro aspecto de este desarrollo. La creciente productividad del trabajo tiende a transformar el proceso de trabajo en un proceso técnico en el que el agente humano de producción cada vez realiza en mayor medida el papel de supervisor, inventor y experimentador. Esta tendencia es inherente a la creciente productividad del trabajo y su misma expresión. Es la extensión de la esfera de la libertad, o más bien de la esfera de la libertad posible, dentro de la esfera de la necesidad. El propio proceso de trabajo, el trabajo socialmente necesario, se sitúa, en su racionalidad, al servicio del libre juego de la mente, de la imaginación, el libre juego con las posibilidades placenteras de las cosas y de la naturaleza. Así, estas dos tendencias, la una extendiendo la esfera de la necesidad dentro de la esfera de la libertad, la otra siendo la extensión posible de la esfera de la libertad dentro de la esfera de la necesidad, expresan las contradicciones básicas del capitalismo en el estadio del progreso técnico competitivo: el conflicto entre el creciente nivel de vida extendiendo la forma mercancia de los hombres y las cosas, el modelo de progreso americano, por un lado, y, por el otro, el creciente potencial de libertad dentro de la esfera de la necesidad, esto es, la posible transformación de la esfera de la necesidad por medio de la determinación de sus propias necesidades, de la determinación de sus propios valores, de la determinación de sus propias aspiraciones por parte de los hombres y las mujeres. En otras palabras, no sólo reducción de la jornada de trabajo, sino transformación del trabajo mismo, y no sólo por medio de las relaciones de producción básicas y las instituciones del socialismo ( que siguen siendo el prerrequisito para cualquier sociedad libre ) , sino también por medio de la emergencia y educación de un nuevo tipo de hombre, un hombre libre de las necesidades, aspiraciones y actitudes agresivas y represivas de la sociedad de clases, seres humanos que crean, solidariamente y por su propia iniciativa, su propio habitat, su propio Lebenswelt [mundo de la vida], su propia “ propiedad ” .


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Cerca del final del primer volumen de El capital de Marx, el socialismo es definido como la restauración de la propiedad individual sobre la base de la socialización de los medios de producción y de la tierra. Pienso que deberíamos entender esta extraña y hoy bastante olvidada reintroducción del concepto de propiedad individual dentro de la misma definición de socialismo como una visión de los rasgos más esenciales del socialismo: la visión de un nuevo modo de vida. El Sujeto de una sociedad socialista debe ser el Sujeto de una nueva sensibilidad. Hay algo así como un raíz instintiva de libertad en el individuo mismo y si esta raíz instintiva no puede crecer, la nueva sociedad no será libre, independientemente de las instituciones que ponga en marcha. La raíz instintiva de libertad en el individuo, por ejemplo, generará una necesidad biológica de silencio, soledad, paz; una necesidad de belleza y de placer, no como momentos pasajeros de relajación, sino como cualidades de la vida, que serán incorporadas al espacio mental y físico de la sociedad. Ésta, y sólo ésta, sería la “ negación definitiva ” , la ruptura con el entero universo de dominación y explotación y con el desarrollo represivo de las fuerzas productivas. La sociedad socialista como una sociedad cualitativamente distinta sería el logro de hombres y mujeres que se han liberado a sí mismos de la cultura material e intelectual de la sociedad de clases, y que son libres para desarrollar un lenguaje, un arte y una ciencia que respondan a una sociedad libre y la proyecte. No olvidemos que la dominación y la explotación se perpetúan no sólo en las instituciones de la sociedad de clases, sino además en los instintos y pulsiones y aspiraciones conformadas por la sociedad de clases, y además en aquello que la gente, esto es, la gente gobernada y administrada, ama, odia, lucha por conseguir, encuentra bello, plancentero, etc. La sociedad de clases no se encuentra únicamente en la producción material, no se encuentra únicamente en la producción y reproducción cultural, se encuentra también en la mente y en el cuerpo de los sujetos y objetos del sistema.


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Todos conocemos esta perogrullada, pero sólo los estudiantes que se han rebelado la han articulado teórica y prácticamente, han incorporado la idea de que la revolución, desde el comienzo, debe construir una sociedad no sólo cuantitativa, sino cualitativamente distinta. El movimiento estudiantil ha articulado aquello que todos conociamos de una manera abstracta, esto es, que el socialismo es antes que nada una nueva forma de existencia humana. Dije “ desde el comienzo ” , pero, ¿podemos realmente atrevernos a decir “ desde el comienzo ” ? Seguramente, la abolición de la escasez, la eliminación de las desigualdades, el crecimiento del nivel de vida permanecen y deben permanecer como los objetivos principales de todas y cada una de las sociedades socialistas, pero pienso que el esfuerzo por alcanzar estos objetivos no debería estar lastrado por el peso, el peso muerto del modelo americano de industrialización y modernización, el modelo americano de crecimiento del nivel de vida. La industrialización y la modernización pueden mantenerse à la mesure de l ’ homme [a la medida del hombre], esto es, se pueden evitar los rasgos de masificación, ruido, fealdad, carencia de alegría, competitivos de la producción y el consumo capitalistas, y se puede construir un habitat en el que la sensibilidad humana, el cuerpo humano, los instintos vitales del hombre puedan finalmente encontrar ese universo que el nivel de progreso técnico conseguido y conseguible hace hoy posible. En conclusión, me gustaría ofrecer dos apuntes que se refieren a la discusión que ya ha tenido lugar aquí y que, yo espero, continuará. He hablado de autodeterminación como la diferencia cualitativa de una sociedad socialista; me gustaría enfatizar: la autodeterminación no se describe adecuadamente como “ Selbsverwaltung ” , “ a utogestión ” . Estos términos designan una forma diferente de administración; no articulan el contenido y el objetivo de la administración. Un mero cambio en la forma de administración no es todavía una diferencia cualitativa. Incluso si el cambio en la administración reemplaza una clase por otra, o mejor por ciertos grupos de esa otra clase, no es todavía un cambio cualitativo, en tanto que la nueva clase mantenga las aspiraciones y valores de la sociedad establecida, mientras que el progreso capitalista permanezca como el modelo de progreso más o menos escondido. Lo decisivo, en el primer momento, no es tanto la forma de administración cuanto qué se va a producir, para qué tipo de vida va a producirse, y qué prioridades se establecen y se realizan. Sólo si la producción misma es guiada por hombres y mujeres con nuevos objetivos y nuevos valores, sólo entonces podemos hablar de la emergencia de una sociedad cualitativamente diferente.


MAYO 68: TEXTOS DE LA ÉPOCA

En segundo lugar debe preguntarse la cuestión de si la destructiva coexistencia competitiva entre socialismo y capitalismo que marca el contenido de nuestra época no es un obstáculo insuperable para la emergencia del socialismo como una sociedad cualitativamente diferente. ¿No impone esta coexistencia competitiva sobre las sociedades socialistas vías y modos de producción, vías y modos de administración que militan contra la transición a una sociedad libre, movida por nuevos objetivos y nuevas aspiraciones? Esta coexistencia pacífica es el factor básico de nuestra época. No puede subestimarse, no puede olvidarse, no puede dejarse fuera de cualquier consideración de la estrategia y la teoría socialistas. Pero, entonces tenemos que preguntar si esta competencia destructiva, agravada por la terrible ventaja que llevan las sociedades capitalistas, puede ser rota de alguna manera. Y yo sugeriría que esa posibilidad reside en una visión diferente de socialismo y en una praxis que luche por trasladar esta visión a la realidad. Y creo, en efecto, que los acontecimientos de los que hemos sido testigos durante los últimos meses han mostrado que esta esperanza no es completamente utópica.


LECTURAS POST 68 DEL MAYO FRANCÉS


MAYO 68: LECTURAS POST 68 DEL MAYO FRANCÉS

ALVIN KRIVINE , dirigente de la Liga Comunista Revolucionaria ( trotskista ) y uno de los líderes del mayo del 68, escribió el siguiente artículo hace 10 años, al que tuvimos acceso en http://www.el-mundo.es/larevista/num132/textos/fue1.html Al igual que ocurrió con el treinta aniversario de la muerte del Che, el de mayo del 68 también va a disparar un ceremonial mediático que no se puso en marcha durante el vigésimo. Signo de los tiempos, evidentemente, pero también algo más. Y es que la revolución está de nuevo en el aire. Se palpa en el ambiente. La derecha y la izquierda tradicionales parecen agotadas e incapaces de responder a los cambios rapidísimos de nuestra sociedad, una sociedad que excluye a millones de personas. Por eso, el Che y mayo del 68 se vuelven a poner de moda. Por eso, también se están preparando ya todos los enterradores de las grandes causas, decididos a despolitizar lo que fueron los acontecimientos, para recordar sólo lo superficial y reducirlos a una simple revolución cultural de estudiantes privados del poder de consumir. Hablar hoy del Mayo del 68 francés es, ante todo, recordar la mayor huelga general obrera que haya habido en Francia. Cerca de 10 millones de trabajadores ocupando las fábricas, mientras las banderas rojas ondearon en los tejados durante cerca de tres semanas. La revuelta estudiantil iniciadora del levantamiento tenía las mismas raíces que las que están haciendo hervir en estos momentos las universidades en Japón, Alemania o en México. En cambio, la revuelta obrera francesa era una revuelta a la medida de las ilusiones que el general De Gaulle había sabido suscitar en el mundo del trabajo durante más de diez años. Los decretos promulgados en vísperas del mes de mayo, que ponían en peligro algunos de los derechos adquiridos de la Seguridad Social fueron la mecha que hizo estallar el polvorín. De todas formas, el movimiento obrero no se reconoce en las formas de lucha radicales utilizadas por los estudiantes. Fuerza y limitación del movimiento estudiantil, la unión con los obreros sería espectacular pero irreal. Y cuando el 29 de mayo con la marcha a Alemania del general De Gaulle, se plantee realmente el problema de la toma del poder, los trabajadores se volverán hacia el PCF y hacia los sindicatos, para darse cuenta de que la izquierda reformista no tenía intención alguna de tomar el poder a través de una revuelta popular. Y eso fue el final de la revuelta. Un final perfectamente orquestado por una especie de complicidad De Gaulle-PC, el primero proponiendo elecciones generales capaces de asfixiar en las urnas un movimiento extraparlamentario y el segundo aceptando inmediatamente esta salida de emergencia.


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El interés de mayo del 68 radica en haber sido un levantamiento-bisagra entre el movimiento obrero tradicional con sus símbolos, su vocabulario y su cultura ( bandera roja, barricadas, ocupación de fábricas ) y la aparición de nuevos movimientos sociales que no se limitaban a contestar la explotación, sino los mecanismos de la opresión y de la exclusión. Después de mayo del 68, pero fecundados por él, se van a desarrollar los movimientos feministas, ecologistas y antirracistas. Y en la Francia actual, el movimiento de los indocumentados o de los parados. Desde este punto de vista, hay que reconocer que las grandes movilizaciones y manifestaciones que se produjeron en Francia en el mes de diciembre de 1995 crean lo que hoy se denomina el espíritu del 95, retomando y profundizando la radicalidad y la insolencia del espíritu del 68. Del mayo del 68, queda en una parte significativa de la opinión pública y de la opinión militante el cuestionamiento de la izquierda tradicional, de sus valores conservadores y de sus comportamientos burocráticos. Queda una extrema izquierda política, fuera del PS y del PCF, pero muy presente en los nuevos movimientos sociales, que acaba de conseguir el éxito electoral. Queda, sobre todo, la idea de que es posible rebelarse, incluso en un país capitalista moderno. Queda la idea de que toda revuelta de masas de larga duración suscita un movimiento de liberación cultural. La historia no se repite jamás, pero el análisis de las debilidades políticas del 68, la ausencia de alternativa política en aquella época y de una fuerza capaz de proponerla, indican el camino a seguir para todos los que deseen que el 68 tenga éxito. La paradoja es que hay más motivos para rebelarse hoy que en el 68, una fecha en la que apenas se conocía el paro. Pero hoy parece más difícil hacerlo. Porque el 68 fracasó políticamente, al igual que las experiencias socialdemócratas o comunistas estalinistas. La pérdida del norte y la pérdida de puntos de referencia pueden conducir la revolución hacia los brazos de los demagogos racistas y fascistas. Es, pues, urgente, re tomar su dirección. Treinta años después, lo importante es que se pueda construir una nueva izquierda radical, anticapitalista, feminista y ecologista, capaz de refundar un proyecto de sociedad alternativo al del Dow Jones y al del índice Nikkei.


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Gabriel Albiac. “ DESTRUR POR DESTRUIR ” . En : http://www.el-mundo.es/larevista/num132/textos/des.html

10 de mayo de 1968. Medianoche. París, Quartier Latin. Tan sólo barricadas. Objetos misteriosos sin función pragmática alguna. La barricada tuvo su gloria en el París revolucionario del XIX como artilugio militar indispensable para cortar el avance de jinetes y artillería. Su apoteosis la dibujó el Flaubert supremo de La educación sentimental en el cuadro fantasmal de la insurrección parisina de 1848. Medianoche del 10 de mayo de 1968. Algo más de un siglo. Media docena de revoluciones. Todas ellas traicionadas. Y una crepuscular resonancia épica cuya solemnidad tiene el sabor -pero sus protagonistas no lo saben- ya de una elegía. La barricada no corta el paso a ninguno de los grandes artefactos bélicos de final del siglo XX. Tácticamente es ociosa: poco más que un decorado de película o teatro. El adoquín arrancado de las calles no busca levantar barrera; persigue paraíso. No después, no al final del infinito tiempo de necias transiciones. El paraíso aquí: el combate es ya, en sí mismo, paraíso. No hay nada más allá de aquello que se toma en un presente suspendido sub specie aeternitatis. No hay nada que esperar ni que temer. Ahora es siempre paraíso. O infierno. Toda transición miente lo esencial: que lo dejado para luego queda para luego siempre. El adoquín no construye edificios: no hay futuro. El adoquín es el presente absoluto de la felicidad que nada planifica. No hay nada que esperar: no socialismo, sobre todo. No hay nada que temer: no este aburrido pudrirse en la sensata repetición al cual llamamos sociedad burguesa. Sólo hay la noche alzada en armas. El placer no delegado de empuñarlas. Frente al gigantesco Estado que todo puede y que todo controla. Armas en la noche. Irrisorias, si se quiere. Armas: inteligencia, adoquines, jóvenes cuerpos en lucha. Placer ahora, comunismo ahora. Bajo el adoquín, la playa. Feliz intensidad del insumiso: nada hay que pueda compararse a eso. Inteligencia, en suma: barricada.


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Serge July, pasado el tiempo, dirigirá el diario Libération, Alain Geismar zozobrará en la grisura de una candidatura mitterrandiana un cuarto de siglo luego. No importa. Los fijo en sus veintipocos años. Redactando precipitadamente lo que han visto. Libro excesivo y por eso bellísimo. Hacia la guerra civil: "La barricada es el orden del deseo. No tiene la menor utilidad militar. Cualquier poli puede saltar sobre ella sin problema. Y, sin embargo, juega una función que es tal vez decisiva: define dos territorios; hay ahora un territorio del poder y uno de los manifestantes. La barricada es la marca de la diferencia radical, de la oposición irreductible. Es el orden revolucionario contra el orden burgués. La barricada es la delimitación de un lugar de la palabra, de un lugar donde el deseo puede inscribirse y llegar a ser palabra. En el Boulevard Gay-Lusac cristalizó una muchedumbre de fantasmas". Muchedumbre, sí. En la noche comunista: la gran fiesta que nada necesita de futuras promesas. Callejón transversal que define el ínfimo triángulo Gay-Lussac/Saint-Michel/Royer-Collard. Los trotskistas de Krivine se aprestan al choque. Pequeña unidad de adolescentes, preparada para el cuerpo a cuerpo con la policía. Un jovencísimo Alain Krivine repite fórmulas aprendidas en libros de hojas mil veces sobadas: "El enfrentamiento es inminente. El gobierno no puede tolerar que París amanezca mañana cubierto de barricadas. Va a ser duro, muy duro. Es el momento de mostrarse a la altura precisa. Sois revolucionarios. Sed los mejores. Dispersaos en pequeños grupos por las barricadas. Y combatid en primera línea". Retórica tan vieja, en ojos infinitamente nuevos. Pierre Goldmann deambula en el ajetreo de la desadoquinada Place Edmond Rostand, en el corazón del territorio insurrecto. Contempla aquel teatro. Nada entiende. Él empezó esta historia en el 65, volando por los aires la servil estructura, mitad reformista mitad staliniana, del anacrónico PC francés, junto a Krivine y a otros tantos a los que ve afanarse en torno suyo. Ha pedido, hace unos meses, su incorporación a la guerrilla venezolana. Ve todo esto en torno suyo como un gran guiñol ¿Dónde están los fusiles? ¿Dónde los tanques? No se hace una revolución sin fusiles ni tanques. Los compañeros se han vuelto locos o están jugando . Nada entiende. Los compañeros son sólo media docena


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de años más jóvenes que él. Y es como si varios milenios los separaran. Huirá de París a la guerrilla ameicana, de la guerrilla al bandolerismo urbano en París de nuevo y de allí a la cárcel. Escribirá el más bello de los testimonios de su generación: las Memorias de un judío polaco nacido en Francia. Luego, ya libre, un comando parapolicial lo asesinará a tiros: 20 de septiembre de 1979. Goldmann, tan joven y ya tan desbordado por el tiempo. 10 de mayo de 1968, ojos abiertos sobre una insurrección que él inició y que no comprende: "Me parecía que los estudiantes difundían en las calles, en la Sorbona, la oleada malsana de un síntoma histérico. Bajo formas lúdicas y masturbatorias satisfacían su deseo de historia. Me chocó que no tomasen otra cosa que la palabra y que se regocijasen en ello. Sustituían la acción por el verbo... Fui a hablar con los dirigentes y les propuse una acción armada. Abrir fuego contra las fuerzas del orden... Me miraron como a un loco". Lo echaron a patadas. No sólo los "padres" del PCF, también los "hermanos mayores" habían perdido pie. Quedaba sólo un muchachito pecoso y sin historia. Hablaba por los micros de las unidades móviles de radio: "On s'ammuse!" ¡A divertirse! La política -eso a lo cual los viejos sifilíticos llaman política- saltaba en pedazos. Ningún futuro había en mayo. Placer desnudo del presente, sólo. A eso llamamos revolución. Nada que construir. Sólo romperlo todo: el buen sentido y las respetables normas, lo primero. Una vieja novelista indigna comprendió enseguida el envite magistral de ese lenguaje. Romper, romper y no reemplazar nunca. Destruir, dicen ellos...


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Jorge Echeverri González: De Mayo del 68 a Mayo del 98: recomponiendo las nostalgias ; en http://www.mundolatino.org/textos/mayo68.htm Me resisto a creer que de mayo del 68 quede sólo una antología de gaffitis ingeniosos que en su momento irrumpieron en las paredes de París. El lenguaje no es un cristal puro a través del cual miramos limpiamente la realidad. El lenguaje es más bien un prisma que difracta en múltiples líneas de fuga la realidad. Que toma la realidad y la descompone tal como el prisma toma la luz blanca y la desarma en varios colores, pero que en otro momento toma varios colores y los recompone en un nuevo haz de luz diferente. Es posible que en las cronologías históricas futuras Mayo de 1968 figure sólo como una nota de pié de página pues no dejó hechos espectaculares como la toma de La B asilla ni un reguero de decapitados, ni se produjo la toma del poder. Más espectacular fue la caída del muro de Berlín 21 años después. Pero estos graffitis, fragmentos de un manifiesto político que nunca tomó cuerpo de tratado, podemos tomarlos como un símbolo de la transición de una época a otra. Mayo del 68 puede verse como la anti revolución. Como un movimiento que no quiso, o no pudo, tomarse el poder político. Como el grito estertor de una modernidad que se acaba y como el principio de una sociedad post industrial que ya está presente. Mayo del 68 sembró nuevos valores y creó actitudes distintas. Puede simbolizar el nacimiento de los movimientos ambientalistas, de los movimientos feministas y de las actitudes radicales ante la guerra. De una nueva visión de vida en armonía con la naturaleza simbolizada en la aparición de múltiples dietas sanas y el auge de los "alimentos naturales". De un rechazo a la sociedad de consumo, así sus protagonistas hayan terminado viviendo de ella o en ella. De una nueva concepción política y educativa. En lo político después de Mayo del 68 se pueden esquematizar dos corrientes dominantes: tanto el social totalitarismo que intenta homogeneizar el pensamiento, masificar el gusto y la conducta y buscar la satisfacción de las necesidades básicas ( tendencia que casi como fósil histórico podemos ver aún hoy en la lejana y aislada isla tropical de Cuba ) , como el individualismo anarquista que no reconoce fronteras, rechaza los nacionalismos, lucha contra la división de clases sociales y reniega de los partidos políticos. Estas tendencias luchan por imponerse y en


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el momento de mayo del 68 fueron contemporáneas del asesinato de Martin Luther King y Robert Kennedy en los Estados Unidos de América, de las protestas contra la guerra de Vietnam, del concierto de Woodstock y de los puños enguantados en negro de los "panteras negras" que suben al podio de los vencedores en los juegos olímpicos. En este sentido mayo del 68 tiene sus coletazos en el seno del mayor imperio del mundo contemporáneo. Y aun cuando inmediatamente en Francia se afianzó la derecha degaullista, desde entonces la visión del estado no puede ser la misma. Pero también es contemporáneo en otros ámbitos de la muerte del cura católico Camilo Torres en su primer y único acto guerrillero en las montañas de Colombia. De la muerte del Che, el idealista internacional acorralado en las montañas de Bolivia. ( ¿Quién es el Che? Me pregunta mi hijo de 20 años que lee estos renglones por encima de mi hombro, mientras desgrana su aburrimiento por haberle interrumpido el desarrollo de su último juego electrónico para escribir este artículo ) . En la Primavera de Praga irrumpen los tanques soviéticos y otras represiones dejan tendidos jóvenes muertos en la plaza de Tlatelolco o producen los genocidios de Camboya. Heroicos guerrilleros pueden transformarse en terroristas o ser totalitarios desde el gobierno, pero también se inicia el derrumbe de los estalinismos de estado. En lo educativo se ataca frontalmente el autoritarismo académico y se irrespeta la palabra sagrada del venerable profesor. Se lucha contra la obediencia civil y se rechaza el culto al orden. Existe la voluntad de modificar el curso de la vida y de participar en la historia, tanto en la macro como en la cotidiana. La escuela calcada de la modernidad industrial empieza a saltar en mil pedazos que aún hoy no se han recompuesto. Tampoco la academia desde entonces puede ser la misma. Y aunque la imaginación finalmente nunca llegó al poder ni a la escuela, si trata de controlar las barreras que le colocó la razón instrumental en estos siglos de imperio tecnológico.


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“ L A LEGITIMIDAD DE TODAS LAS INSTITUCIONES SALTÓ POR LOS AIRES ” , ENTREVISTA A DANIEL BLANCHARD Y HÉLÈNE ARNOLD. En: http://diagonalperiodico.net/article4068.html DIAGONAL: ¿Qué imágenes os vienen a la cabeza cuando recordáis Mayo del ‘ 6 8? DANIEL BLANCHARD: Una constante carrera. Todo pasaba a una velocidad increíble, que ya suponía en sí misma una ruptura radical con la rutina cotidiana. Entre medias de cada carrera nos parábamos a hablar, había discusiones colectivas y apasionadas por todas partes, que cambiaban a cada momento de interlocutores. Todos los días nos sorprendíamos de lo que pasaba. La ciudad era nuestra: todo el mundo estaba en huelga, todo estaba paralizado ( transportes, universidades, televisión ) . Una pintada lo resumía bien: “ la vida, rápido ” . D.: ¿Por qué se luchaba? D.B.: El movimiento empieza en la Universidad de Nanterre por cosas tales como la lucha contra la prohibición de mezclarse chicos y chicas en los dormitorios. La represión institucional y policial se abate sobre los estudiantes politizados sin extinguir su impulso, más bien todo lo contrario. El 22 de marzo un centenar de estudiantes ocupa un edificio administrativo en la universidad para protestar contra la detención de un compañero que se manifestaba contra la guerra de Vietnam en París. Ahí se crea el Movimiento 22 de Marzo. La represión politiza lo que toca: las protestas se vuelven cada vez más grandes, siempre al grito de “ liberad a nuestros camaradas ” . El movimiento pasa de Nanterre a París y desde allí se contagia a toda Francia. En Nantes, donde existía una larga tradición anarco-sindicalista, los obreros de la fábrica Sud-Aviation se ponen en huelga a mediados de mayo, sin reivindicaciones precisas, en solidaridad con la lucha en la calle de los estudiantes. HÉLÈNE ARNOLD: Creo que aprendimos por qué luchábamos luchando, descubrimos nuestras razones para estar allí estando allí. Al comienzo no había un objetivo claro. Cuando empezamos a encontrarnos y a actuar juntos, se reveló que teníamos mucha fuerza. Esa sensación de empoderamiento se contagió inmediatamente: “ no vamos a pedir ni a esperar, vamos a actuar ” .


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Una ciudad ocupada D.: ¿Cómo se transformó la realidad y el mismo sentimiento de la vida durante Mayo? D.B.: Hicimos la experiencia ( efímera ) de habitar la ciudad. La ruptura con el urbanismo policial fue completa. El centro de la ciudad estaba enteramente ocupado. No había lugares cerrados. Las universidades estaban ocupadas. Se dormía en los anfiteatros. Las fronteras sociales y las jerarquías se disolvieron como hielo al sol, todo el mundo hablaba con todo el mundo en un plano de igualdad sobre qué hacer. H.A.: Esa “ toma de la palabra ” fue generalizada: entre gentes de orígenes y generaciones diferentes, etc. No se trataba de hablar de cualquier cosa. No era sólo un desahogo, sino una palabra implicada. Se hablaba de la vida que llevábamos: las relaciones, el trabajo, el consumo. Todo aquello que no marchaba bien en la vida. Descubrimos una condición común: nadie era muy feliz. Las cosas se decían desde el fondo del corazón de cada cual, con palabras propias. Se cuestionó a cualquiera que quisiera arrogarse el derecho a hablar en nombre de los demás ( por ejemplo, los sindicatos ) . Por algunos momentos se puso fin al sistema de representación que nos arrebata diariamente la palabra. D.: ¿Qué recordáis de la experiencia del Movimiento 22 de Marzo y de los Comités de Acción? D.B.: Los Comités de Acción eran una especie de ‘ asambleas barriales ’ surgidas un poco por todos sitios. Sólo en París había 500 al final de mayo. Encarnaban la idea del vínculo entre estudiantes y trabajadores. Muchos fueron abordados enseguida por los grupúsculos marxistas -leninistas, pero algunos duraron varios años. La idea de nuestro Comité de Acción ( distritos 3º y 4º ) era interpelar a los vecinos del barrio, suscitar discusiones, requerir la palabra: íbamos al mercado, llevábamos cartulinas con las noticias del día prendidas, solicitábamos impresiones sobre lo que estaba sucediendo.


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H.A.: El Movimiento 22 de Marzo pasó de Nanterre a París. Era muy abierto, nosotros participamos sin ser estudiantes. Tenía la forma de una especie de asamblea permanente. Creo que lo más interesante era su concepción de la acción: lo que llamaban “ acción ejemplar” . No se trataba de una acción-modelo, sino de dar ejemplo de que la acción era posible. “ S i nos parece justo, lo hacemos ” . Rompían con la idea de que la acción se deducía de un análisis exhaustivo y total de la realidad. Asumían la diversidad de la sociedad: no se trataba de dar ejemplo de lo que debía hacerse, sino de abrir posibilidades, confiando en su contagio. D.: ¿Cómo se planteaba el movimiento el problema del poder? D.B.: A finales de mayo la izquierda quiso presentar una alternativa a De Gaulle, pero un gobierno más a la izquierda no era desde luego la idea de la gente activa. Nunca pensamos en tomar el poder. Más bien se trataba de construir otra sociedad. Esa nueva sociedad estaba ya contenida en nuestras prácticas: igualitarias, autónomas, autogestionarias. Las prácticas eran semillas de una nueva sociedad, pero no tuvieron tiempo para germinar. Fue una revuelta sobre todo en el plano simbólico: la legitimidad de todas las instituciones saltó por los aires. La autoridad del profesor, la necesidad de la producción, la legitimidad de la representación. Se puso en cuestión el sentido de todo. El poder quedó vacío. D.: ¿Fracasó Mayo? H.A.: Ahora se dice que hubiera sido necesaria una gran organización política, porque éramos muy “ individualistas ” . Pero había un gran sentido de la organización o, mejor dicho, de la autoorganización. No había individualismo, sino un sentido muy fuerte de la responsabilidad individual. Las organizaciones políticas tradicionales no entendían lo que pasaba porque lo interpretaban todo en términos de la toma del poder. Es verdad que no se superó el umbral de lo simbólico. No se desarrollaron estructuras ofensivas de contrapoder real, en las fábricas, etc. No se quiso ir más allá. El movimiento perdió sustancia y creatividad en junio, se esclerotizó y empezó a repetirse. Mayo fue derrotado por junio. En junio se agruparon masivamente los que tuvieron miedo en mayo. Miedo al ‘ desorden ’ , es decir, a la creación. Los sindicatos liquidaron el movimiento en las fábricas. La puntilla fue la dinámica electoral, que atomiza y despotencia a la gente e impide responder de manera colectiva y creativa. Una apertura se cerró, pero nada volvió a ser como antes.


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¿Algo ha cambiado?

P: ¿Puedes citar un cambio significativo de entonces a ahora? D. B.: El impulso utópico se ha extinguido. Los ‘ 50 y ‘ 60 fueron muy optimistas, a pesar del bloqueo de la Guerra Fría y de la amenaza nuclear. La idea crítica por excelencia era el contraste entre lo posible y lo real, lo que puede haber y lo que hay. Entre las posibilidades tecnológicas y la vida sometida al trabajo, entre la abundancia y la pobreza material y subjetiva, etc. Ésa era la base de la sensación de lo intolerable. Y el contenido del optimismo y la crítica. Creíamos que todo podía cambiarse, enseguida. Podíamos recomenzarlo todo sobre nuevas bases. Creo que esa idea ha desaparecido.


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Beatriz Sarlo. “MAYO 68 / MAYO 98”, en Diario La Nación, Buenos Aires, 12 de abril, 1998. ¿Qué quedó de los ideales agitados en las revueltas estudiantiles europeas de hace treinta años, que luego se extendieron a países como la Argentina? Beatriz Sarlo hace un balance de tres momentos revolucionarios de aquellos tiempos y, en carácter de anticipo se publica un fragmento de Une envie de politique ( Editorial La Découverte/Le Monde ) , un libro de conversaciones de Daniel Cohn Bendit, el líder carismático del 68 ( hoy diputado del Parlamento Europeo ) , con Lucas Delattre y Guy Herzlich. Del Mayo francés tengo recuerdos tan intensos como contradictorios. Las fotos de la insurrección parisina se sobreimprimen con las fotos del Cordobazo, que sucede en la Argentina exactamente un año después. En ambos recuerdos, la gente es muy joven y está en la actitud de arrojar algo a la policía o a un edificio cercano. Las fotos tienen mucho humo y las imágenes están algo borrosas, porque se trata siempre de personas en movimiento, gesticulando, saltando o corriendo. Por supuesto, las consignas del Mayo francés han alcanzado una clasicidad incomparable. Traducidas a todas las lenguas, mantienen hasta hoy su potencia sugestiva como condensación poética del deseo revolucionario, y tienen un aire de familia con el rechazo absoluto que luego formará parte de otras tribus de la cultura juvenil. "No sé lo que quiero, pero lo quiero ya": esa frase ocupa el ojo de un torbellino. Como "pidamos lo imposible", podría decirse que no pertenece a nadie. En el Mayo francés había una estética revolucionaria que me parecía más atractiva que la de las movilizaciones tercermundistas. El Mayo francés fue el pop art, el arte conceptual, el happening, la instalación, los graffiti, el collage, la historieta: todas las formas del vanguardismo internacional sesentista. Incluso había tenido su film premonitorio: La chinoise, de Jean-Luc Godard, de 1967, donde un hombre de Les Temps


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Modernes, la revista de Sartre, era interrogado ( casi diría hostilizado ) por una estudiante de una célula maoísta afincada precisamente en Nanterre. El film de Godard presenta motivos que anuncian los del Mayo francés: el maoísmo, el oriente campesino y revolucionario, el juvenilismo, el sentido de absoluto, la violencia, el doctrinarismo. Los estudiantes franceses del 68 ocuparon el lugar de un proletariado europeo adormecido por el bienestar. Tal era el argumento. Todo el mundo discutía esa cita donde Marcuse indicaba que, en el capitalismo avanzado, las clases trabajadoras habían perdido su potencial revolucionario. Los estudiantes franceses superaron el cerco de la alienación trazado por Marcuse, porque su movimiento atrapó también a los obreros franceses. La vanguardia cultural estudiantil se había convertido en vanguardia política. En mayo de 1968, también creí que los estudiantes franceses ensayaban un acto insurreccional que sólo se cumpliría definitivamente en América. Ellos habían tomado la delantera, pero de este lado del Atlántico se preparaba la verdadera, definitiva, lucha revolucionaria. Y América incluía a los Estados Unidos en un arco que iba de los hippies al movimiento negro, representante del Tercer Mundo dentro del Primero. La idea de que había reservas insurreccionales en los más grandes países capitalistas ( el Mayo de Francia fue un mayo europeo: turinés, romano, berlinés y también un mayo californiano ) , chocaba sin que yo tuviera demasiada conciencia teórica, con otra idea: la de que la revolución iba a avanzar de la periferia hacia el centro, traída por los condenados de la tierra, como Franz Fanon llamaba a los campesinos. Y en la Argentina urbana, la clase obrera parecía capaz de destituir a sus dirigentes y avanzar en el camino de una radicalización juvenil que, por fin, garantizaba la vieja consigna de "obreros y estudiantes, unidos y adelante".


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No terminan acá las imágenes sobreimpresas. La Revolución Cultural china también proponía sus instantáneas de jóvenes revolucionarios que, con el brazo tenso, sostenían un libro de consignas: el Libro rojo, de Mao. La Revolución Cultural china era juvenil tanto como lo era la insurrección francesa. Muchos creíamos que un puñado de viejos dirigentes revolucionarios, comunicados directamente con las masas de jóvenes, habían recuperado el Partido Comunista chino para dirigir la lucha de clases, impidiendo que siguiera el camino de la nomenklatura soviética, corrupta y reformista. Ésa era una de las versiones corrientes y yo no tenía demasiados motivos para dudar de ella, ya que me ofrecía varias ventajas: la revolución llegaba, si venía de China, también desde el Tercer Mundo; era una insurrección donde las luchas de poder inclinaban la balanza del lado de los jóvenes guardias rojos, y, finalmente, Mao parecía un dirigente más afín al gran misterio argentino de aquellos años: Perón. Sin embargo, en una trampa irónica, con Perón entraba en escena el adversario de los estudiantes franceses, Charles de Gaulle, al que Perón decía admirar, olvidando que sus simpatías no habían sido tan intensas cuando De Gaulle era, durante la Segunda Guerra Mundial, el líder de la Francia libre que no aceptaba el colaboracionismo de los nazis. Otra capa de sentidos venía del lado de la Revolución Cubana y, sobre todo, de lo que comenzaba a ser el "guevarismo". El Mayo argentino tuvo lugar en 1969, un año después del francés; un año antes, en 1967, había muerto el Che comandando un movimiento guerrillero. Estas dos fechas enmarcan al Mayo francés y lo convierten en el volante de un tríptico formado por la revolución campesina y juvenil iniciada en Cuba, la revolución estudiantil de Francia, la insurrección obrera y estudiantil del Cordobazo. Las tres fechas quedan unidas imaginariamente por la juventud de sus protagonistas.


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Como en los sueños o en los mitos, en la Argentina de fines de los 60 los jóvenes del peronismo radicalizado o de la "nueva izquierda" disponíamos de estas imágenes culturalmente afines y políticamente contradictorias. Es lo que se llama un clima de época. Ese final de la década del 60 fue un tiempo de síntesis arrolladoras.


MAYO 68 : 40 AÑOS DESPUÉS


MAYO 68: 40 AÑOS DESPUÉS

EDGAR MORIN . "Mayo del 68 sigue siendo un 'electroshock" . ENTREVISTA: MAYO 68 - Memoria de un protagonista. Publicada en el Diario El País., EL 19 DE ABRIL DE 2008 J. M. MARTÍ FONT En mayo de 1968 Edgar Morin ( París, 1921 ) se había comprometido a sustituir a un profesor y a dar unas clases en la Universidad de Nanterre, entonces un lugar inhóspito de la periferia parisiense, en medio de un paisaje industrial y vecina de un poblado de chabolas. Poco podía imaginarse, cuando llegó, que ya había saltado la chispa. "Cuando llegué había un caos absoluto; los coches de policía hacían sonar las sirenas y un joven pelirrojo gesticulaba sobre las tarimas: era Daniel Cohn-Bendit", explica. Morin se dispuso a dar su clase. "Era un anfiteatro que no tenía ventanas", recuerda, "y unos cuantos estudiantes se acercaron a mí gritando: '¡Huelga, huelga!'. Les dije que si querían hacer huelga tenían que someterlo a votación. Se votó y la mayoría optó por dar la clase, así que empecé. Entonces unos cuantos alumnos se pusieron a gritar: '¡Morin, flic ( policía ) !', cortaron la electricidad, el micrófono y la luz. Y no pude dar la clase". PREGUNTA. ¿No se lo esperaba? ¿Qué estaba pasando? RESPUESTA. Creo que fue en febrero o en marzo de aquel año cuando di una conferencia en Italia, en Milán, sobre la internacionalidad de las revueltas estudiantiles, porque el Mayo del 68 francés no fue la primera, sino todo lo contrario, fue más bien la culminación. La cuestión era la siguiente: ¿cómo es que en toda una serie de países con sistemas sociales y regímenes políticos completamente diferentes se estaban produciendo revueltas de estudiantes al mismo tiempo? Las había en el mundo occidental, pero también en Egipto, en Polonia, en Checoslovaquia... Por supuesto, el denominador común era una revuelta contra la autoridad que tenía características diferentes. En Europa del Este era contra la dictadura del partido; en los países occidentales era, a la vez, la de la familia, es decir, la autoridad paternal, la de los catedráticos de la Universidad y la del Estado.


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P. ¿Y la represión sexual? R. Se puede decir que fue un elemento desencadenante de Mayo del 68, ya que en Nanterre la chispa partió de la prohibición de que los chicos entraran en los dormitorios de las chicas. Pero hay que decir que no hubo reivindicaciones sexuales. Las grandes reivindicaciones relacionadas con el sexo, el movimiento de liberación de la mujer o el movimiento de autonomización de los homosexuales, aparecieron después de Mayo del 68, como consecuencia. El Mayo del 68 francés tiene su origen en el movimiento del 20 de marzo en Nanterre, que era un movimiento de raíces libertarias. Hay que ponerlo en relación con lo que pasaba en California desde hacía algunos años, donde la juventud del país más rico del mundo, los hijos de familias extremadamente prósperas abandonaban la casa paterna para llevar una vida comunitaria, pero con una aspiración a la vez a lo comunitario y a la libertad. En fin, dos aspiraciones que parecen antagónicas pero que eran vividas conjuntamente. En aquellos años yo ya había estudiado los fenómenos relacionados con la adolescencia, y descubierto que los jóvenes, a través del rock, a través de toda una serie de cosas, manifestaban una voluntad de autonomía en la sociedad a través de una cultura propia. Con esta revuelta, la adolescencia, que se encuentra entre la burbuja de la infancia y la integración, véase la domesticación en el mundo adulto, expresaba una aspiración profunda en evidente contradicción con el proceso de integración en la sociedad que se les proponía, consistente en la especialización, el oficio, la cronometría, etcétera. P. ¿Cómo se vivió esta dialéctica entre lo libertario y lo comunitarista? R. Hay una aspiración que de hecho recorre toda la historia humana, que se ha expresado en la idea tanto libertaria como comunista o socialista. Las primeras semanas de Mayo del 68 son de carácter verdaderamente espontáneo, porque la ocupación de Censier, de Nanterre y finalmente de La Sorbona, fue una explosión a la vez estudiosa y exaltada, que tenía un componente muy, muy poético. Pero hay que decir que progresivamente los pequeños grupos políticos trotskistas, maoístas y otros, no solamente quisieron adueñarse del movimiento, sino que lo parasitaron.


MAYO 68: 40 AÑOS DESPUÉS P. En una entrevista de 1976, en el Magazine Littéraire, usted utiliza la expresión: "Los insectos necrófagos han devorado el cadáver". R. Si, de hecho, les decían a los estudiantes: seremos nosotros los que realizaremos vuestras aspiraciones por medio de la revolución proletaria. Lo parasitaban y pensaban responder a estas aspiraciones por medio del comunismo. En mi opinión, el Mayo del 68 en Francia tuvo dos fases: un primer momento de espontaneidad, un impulso, que toda la población parisiense vio con simpatía. Hay que decir, también, que la total inhibición del poder del Estado liberó a mucha gente de sus enfermedades psicosomáticas, de sus neurosis. Los gabinetes de los psicoanalistas y los psiquiatras se vaciaron. Pero luego, cuando empezó a faltar la gasolina y llegaron los problemas de abastecimiento, apareció la angustia entre la población y rápidamente la gente le volvió la espalda al movimiento estudiantil. P. ¿Qué efectos inmediatos tuvo Mayo del 68? R. Después de Mayo, los grupúsculos, especialmente los maoístas, creyeron que se trataba del ensayo general de la revolución. El movimiento tuvo varios efectos inmediatos; por un lado, un relanzamiento del marxismo como la explicación general de todo; por otro, un cierto movimiento de gente joven que se marchaba al campo para cambiar radicalmente de vida. Pero este segundo movimiento se disolvió rápidamente porque en 1973 estalló una crisis económica. Hasta aquel momento los jóvenes podían marcharse pero sabían que si volvían encontrarían de nuevo un trabajo. A partir de 1973 ya no fue así. El otro aspecto, a mi parecer, es que la civilización occidental o burguesa estaba muy segura de sí misma hasta 1968. La tesis sociológico-histórica era que la sociedad industrial desarrollada iba a disminuir al máximo las desigualdades, resolver el problema de la pobreza y consiguientemente generalizar la buena vida. Era la menos mala o la mejor sociedad posible. Evidentemente, en la Europa del Este se decía que era el sistema comunista el que iba a crear el futuro más radiante. Había dos visiones radiantes del mundo, aunque en lo que concierne al Este muy poca gente creía ya en ello. Pero en Occidente también empezó a ser evidente que allí donde reinaba el bienestar, también había una insatisfacción profunda. Yo lo había comprobado en California. Me marcó mucho la película No down payment ( Más fuerte que la vida, 1957 ) , de Martin Ritt, que mostraba la profunda infelicidad generada por la prosperidad económica.


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P. ¿Mayo del 68 marca el fin del sueño de la felicidad? R. Sí. El mundo maravilloso de las estrellas de Hollywood, que debían ser felices, tampoco era tal, como pudimos ver después del suicidio de Marilyn Monroe y otros. La mitología de la felicidad de esta sociedad se hundía. Hice una encuesta sobre la evolución de la prensa femenina después del 68 y descubrí que las mismas revistas que hasta entonces les decían a las mujeres que siendo bellas y cocinando bien podían ser felices y conservar a sus mariditos cambiaron el mensaje para recordarles que envejecían, que sus hijos se marchaban de casa y sus maridos las engañaban. Resistid, era el mensaje. Era evidente que no se podía vender felicidad. Mi tesis es que los adolescentes, en tanto que la malla más débil de la sociedad aún no integrada, sienten de forma más intensa las tragedias y las carencias de la sociedad. Mayo del 68 fue una revuelta que iba más allá de la simple protesta. Malraux la llamó, acertadamente, crisis de civilización. P. ¿Hay un antes y un después del 68? R. Creo que después del 68 el prestigio del modelo de la sociedad industrial desarrollada baja, y aún más en cuanto que, por primera vez, aparece una crisis que pone en duda su viabilidad, la crisis del petróleo de 1973 que supone que el desempleo se instale de forma permanente en nuestras sociedades. Por no hablar de las contaminaciones de todo tipo, el estrés de las grandes ciudades, la presión de la productividad, de la cronometrización y el deterioro de las condiciones de trabajo. P. ¿Y los cambios en las costumbres y en la moral social? R. ¿Qué es lo que cambió en las costumbres? Las relaciones en el interior de las familias. Hubo una evolución, a través del movimiento feminista, que estaba en vanguardia. No es por azar que, poco después, incluso bajo un Gobierno de derechas, Simone Veil consiguiera sacar adelante la ley sobre la interrupción del embarazo, una ley clásica de la reivindicación feminista. Hubo también la aceptación de la diver-


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sidad, de las diferentes minorías, sexuales, por ejemplo. Es cierto que hubo una cierta liberalización de las costumbres y éste es uno de los aspectos más interesantes de Mayo del 68. Por esta razón le llamamos la brecha, como una vía de agua en la línea de flotación del gran navío. Yo diría, además, que era lo que señalaba la vía de las revoluciones futuras, porque no pensé en ningún momento que ni los trotskistas ni los maoístas podrían tomar las riendas; al contrario, los tenía por regresivos. P. ¿Qué lectura política hace ahora? R. Desde un punto de vista político, se produjo un fenómeno muy interesante; pese a que los grupúsculos presentes eran marxistas, hubo una disminución de la influencia del partido comunista sobre la población y especialmente sobre los jóvenes. Los comunistas nunca estuvieron presentes en el movimiento del 68 e incluso lo condenaron. El propio George Marchais [secretario general del PCF] condenó explícitamente a Cohn-Bendit, del que dijo que era "un judío alemán". Condenaron el aspecto libertario y también, por supuesto, el hecho de que se declararan trotskistas y maoístas. Fue el principio del declive de la influencia comunista. P. Desde el presente, ¿cuál fue el impacto de Mayo del 68? R. Mayo del 68 debe ser relativizado hasta cierto punto, pero sigue siendo un electroshock. De entrada, porque fue una sorpresa gigantesca, y además porque convirtió a Francia en el único país en el que un movimiento estudiantil pudo desencadenar una gigantesca huelga obrera. Ciertamente, hubo un gran malentendido. En realidad, el movimiento estudiantil estaba apropiándose del papel revolucionario que se le atribuía a la clase obrera, pero fue la clase obrera la que se aprovechó de la situación para conseguir una serie de importantes aumentos de salario y derechos sindicales.


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P. Y después la derecha ganó las elecciones. R. Voila. La saturación de Mayo del 68, el miedo P. ¿Qué queda de Mayo del 68? R. Para empezar, el acontecimiento fue totalmente olvidado, escondido, por varias generaciones. Es ahora, con esta enorme conmemoración mediática, cuando la historia resurge. No sé lo que piensa la juventud de lo que pasó entonces, pero hay un fenómeno francés muy particular que los políticos no acaban de entender. La juventud pasa de fases estudiosas, aparentemente despolitizadas, en las que se diría que se ocupan exclusivamente de sí mismos, de sus estudios, a despertar bruscamente con una explosión, a menudo provocada por un proyecto de reformas, de hecho, de minirreformas secundarias y estúpidas, que sirve de detonador a una revuelta estudiantil. Lo interesante es que una vez que ha comenzado la revuelta proporciona un placer maravilloso a sus protagonistas, porque les permite desafiar a la autoridad, a la policía. Entonces las autoridades les hacen caso, les reciben en los palacios, y cuando el ministro cede y les dice: de acuerdo, vamos a satisfacer vuestras reivindicaciones, entonces contestan: no, no. Queremos más. Y toman la calle y desafían al mundo adulto y se emborrachan de felicidad. Luego la revuelta se descompone porque, por un lado, un cierto número de elementos activistas intentan controlar el movimiento y se pelean entre ellos, y el tiempo pasa y el movimiento se deshace. Pero lo importante es que cada uno de estos episodios consigue que los jóvenes se politicen, entren en la polis, en la sociedad política, en el juego de la cosa pública. Un proceso muy saludable para la sociedad francesa.


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P. El presidente Nicolás Sarkozy quiere acabar con la herencia de Mayo del 68 pero se apropia de tesis como la que usted enunció sobre la política de civilización. R. No, en realidad sólo se apropió del término. Sólo dijo aquello de que hay que cambiar la hegemonía de lo cuantitativo por la de lo cualitativo. Pero no ha abandonado la idea de que hay que mantener el crecimiento económico por encima de todo, con lo que se aleja mucho de mis tesis. Por otra parte, hay una crisis de esta idea universalista en favor de los particularismos. Yo soy uno de los últimos dinosaurios, en este sentido. -


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Martín Hopenhayn . LOS DISCRETOS ENCANTOS DEL DEVENIR: A cuarenta años de mayo del 68 Mayo del 68 parece hoy un rictus generacional excedido de interpretaciones. Tras cada década no sólo se suma el posible juic io retrospectivo de cada nueva generación, sino también se mueve el juicio de las viejas generaciones a medida que en la propia retina el pasado se hace más remoto o se reinterpreta con más agua bajos los puentes. En todo caso, tienta remontar la secuencia hacia atrás y hacia delante, conjeturar cómo se evaluó históricamente el mayo del 68 pasados diez, veinte y treinta años, reconstruyendo el camino de desencanto y renovación que viaja y nos pisa los talones. Por eso en mi caso particular, y habiendo escrito sobre mayo del 68 con recurrencia y ritualidad, ya no sé si tomarme en serio el relato para sondear mis propios cambios y los de mi forma de ver el mundo con horizontes de tiempo cada vez más largos. En rigor se me hace difícil tomar a mayo del 68 como emblema y umbral en esto de la radicalidad del devenir. El esfuerzo de reinvención o sugestión tendrá que incrementarse para seguir proyectando en ese mayo del 68, al que me asomé como adolescente aún impúber, el modelo de repulsa o de revuelta del siglo XX que podría inspirar el siglo XXI. ¿Con qué frescura en la memoria podría proponerlo como ícono de la liberación del espíritu y de las instituciones, con qué lucidez dejar que la fotografía penetre la duermevela y se active en película? ¿Y todo para que la imagen del cabello ondulante de una estudiante de la Sorbonne, sobre los hombros de su compañero entre las barricadas del Boulevard St. Michel, vuelva a bastar para recalentar las esperanzas de un mundo preñado de promesas y de una generación capaz de hacerlas realidad? Nada de eso. Hay demasiadas imágenes para explicar el transcurso de las cosas. En el lado de los apocalípticos de hoy el 68 sigue siendo parte de una última vigilia, después de la cual la historia cayó en la siesta de los acontecimientos o en la pesadilla de las dominaciones. La letanía todavía viste bien para algunos, mientras a otros les resulta patética. Viene entonces el amargo rumiar: ya nada será como pudo ser. Desde esta mirada, el estereotipo “ soixante-huitard ” evoca el no-lugar de la utopía atrapada en el no-tiempo de la nostalgia. Torrentes de afonía podrán fluir en el lamento de que nos habíamos amado tanto, cuando éramos felices e indocumentados, la revolución de las flores, la imaginación al poder y exijamos lo imposible. Seguro que todo eso puede hacer del presente un eructo de efectos especiales en contraste con la poesía-hecha-vida de lo que ayer casi fue. Pero semejante


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nostalgia es la crónica de un desenlace anunciado: la melancolía. Y esta última, desde que el psicoanálisis tomó la posta, suena mucho más a depresión que a poesía. Para enmascarar su propio duelo interruptus, la letanía se vuelve obsesión por las conspiraciones, viendo en todo lo que hoy se despliega por el mundo político, económico y cultural la voluntad concurrente de los poderes, y la prueba de que ellos, los críticos irreductibles, tenían la razón. Mientras más convierten trozos del pasado en epopeya, más proyectan pesadillas en trozos del presente. Y posiblemente no todo sea patología en esta forma de evocar. Algo de cierto, y algo le acierta, la crítica melancólica a los males del presente. Sobre todo en denunciar la sospechosa premura con que la complacencia de hoy declara anacrónica esa misma crítica. En el extremo opuesto, el cinismo. Aunque no todo es cinismo en ese abrazo a la modernidad de muchos “ mayistas ” reciclados. En ese abrazo proclama, el nuevo entusiasta, que la emancipación se parece mucho más a la democracia liberal que al socialismo o el populismo, que la diversidad cultural es más libertaria que la planificación dirigida, y que la secularización, en la versión promovida por mercados y flujos de bienes simbólicos, es lo más parecido a la liberación. En otros términos, confianza en que la apertura económica, política y cultural confluyen en una nueva forma de utopía no tan utópica. Y cómo desconocer que desde la mirada de quien se monta en el devenir conforme a lo que el devenir va presentando como nuevo sentido común, sensatez postmoderna, legitimación del utilitarismo y pasión por la modernidad, la letanía crítica tiene más gusto a aguafiestas que a Ave Fénix. En parte puede ser cierto. Pero nuevamente: ¿en qué parte no lo es? Dirá el lector que las disquisiciones previas van y vienen y no llegan a ningún lado. Cierto, la ambigüedad me viene. No me gusta ni el neoliberalismo, ni la integración tan marcada por aspiraciones y expansiones del consumo, ni el éxtasis comunicacional que coloca la red en el centro del universo, ni la urticaria anti-populista en el pellejo de quienes se atribuyen las luces de la modernidad. Mastico el devenir pero me cuesta digerirlo cuando se impone un devenir-exitoso como prueba de que uno está con el devenir ( ¿ el devenir ayuda a quien se ayuda a sí mismo? ) . Tanta euforia “ hacia delante ” puede llevarse todo por delante, creyendo que de eso se trata hoy ser agente de transformación. Pero en el otro extremo, cada vez empatizo menos con los agoreros que se relamen en las profecías catastrofistas.


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¿Cómo salir de esta ambigüedad? Servirá, quizás, hacer un ejercicio de genealogía del devenir, vale decir, escudriñar el devenir a la luz del modelo “ soixante-huitard ” : actualización de la agenda de la modernidad en términos de liberación de las costumbres, secularización de los valores, emancipación del trabajo, desjerarquización de los vínculos, democratización de las instituciones ( educación, familia, empresa, Estado ) . Devenir como advenimiento bastante súbito de todo lo anterior, vale decir, salto dialéctico del recalentamiento cuantitativo al espasmo cualitativo. Devenir como devenir-visible de lo contenido, devenir manifesto de lo latente ( no el síntoma de la enfermedad sino la extroversión de una nueva salud, para pasar de Freud a Nietzsche ) .

Devenir como devenir público de lo pulsional, y deven ir privado de

lo público. Y así podemos seguir con las barajas de mayo. Si del devenir se trata, mayo del 68 coloca en el devenir la idea de manifestación en el doble sentido de la palabra: como exteriorización y como expresión masiva. Desde esta doble ascepción, la fuerza del devenir en la experiencia “ soixante-huitard ” está más en la forma que en los fines, en la presencialidad que en su teleología. No significa que mayo sea débil en su discurso y reflexividad. Por el contrario, el devenir se representa allí excedido en sentidos, y como en otros tantos movimientos de la época, confluye el imperativo ético de la autenticidad, la justicia y la libertad; con el imperativo estético de recrear la propia vida como si fuese una creación singular. Pero aun así, creo que la marca registrada de mayo del 68 radica más en la manifestación misma. Así, el propio “ devenir-mayo ” lo asociamos al estallido como tal, la poetización del acontecimiento, el espiral de extroversión en cadena, la metamorfosis de adoquín en barricada, la fuerza centrífuga que va de la reivindicación universitaria al cuestionamiento total. El devenir, como idea de mayo, tiene su más alta concentración de energía en el movimiento mismo de la energía: parte desde un punto casi casual, del todo contingente, demanda “ estudiantil pequeño burguesa ” que luego trasciende en todos los sentidos; rebasa su conflicto de origen, su reivindicación inicial, su actor puntual y su momento histórico, para rozar la eternidad con su reverberancia. Uno se pregunta entonces, tejiendo puentes entre ayer y hoy: ¿qué queda de esa posibilidad de devenir en tanto manifestación? Irrumpe el acontecimiento de manera contagiosa, moviliza a algunos pero remueve a todos. Sobre todo al residuo pasivo de la sociedad. La manifestación, en esta incandescencia que la hace a la vez luminosa y efímera, vincula el acontecimiento con algo mayor, mucho mayor:


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una difusa promesa de felicidad, pero también una amenaza casi anhelada de trastocamiento general, una expectación hasta entonces dormida, que el acontecimiento parece activar, gatillar y a la vez crear desde la nada. De pronto la sociedad se sorprende a siímisma en aque-

llo que se manifiesta y en cómo lo hace. Hasta los protagonistas se sorprenden. El devenir qua manifestación tampoco es inédito en la historia moderna. Algo de ello debió ocurrir en la comuna de París, la revolución de Octubre, la primavera de Praga. Más difícil es sostenerlo como manifestación cuando la historia vuelca sobre sí un ritmo de rápida obsolescencia, cuando todo está desenmascarado y se rompe la dialéctica desenmascaramiento-movilización, tan seductora en el devenir “ s oixante-huitard ” . La proclama del Che, muy de afiche pero no menos poderosa en su intuición, definía el ideal del devenir de ese entonces: cuando lo extraordinario se hace cotidiano. Quizás la caída del muro de Berlín y el entorno que lo acompañó fue el canto del cisne de esta matriz del devenir. Anunciaba más el fin de una historia que el comienzo de una utopía. Lo que se impuso al final fue el devenir como ironía, o como crueldad: estalló la pobreza, la migración masiva, la desigualdad y la violencia étnica en esos mismos territorios que en el 89 hacían flamear la antorcha de la libertad. Volvamos a mayo. La manifestación no es sólo épica. También es lírica. Viste vocación de metáfora. El adoquín es más que el adoquín: es la materia misma de la ciudad que pierde su automatismo y se convierte en sustancia a recrear. Epifanía secular en que la historia se alquimiza en el presente del acontecimiento. Algo se manifiesta, se expresa y se desentraña. Algo se hace presente convirtiéndose en algo distinto de sí, más grande que sí, no bien se hace presente. Algo se pasa en limpio escribiéndose en borrador. La manifestación remonta la máscara al rostro, va de la potencia al acto, salta de lo singular a lo general. La dinámica va y viene entre el juego apolíneo de sugerir con sus figuras muchas otras figuras posibles, y la fusión dionisíaca en que los cuerpos se disuelven en el puro cuerpo de la manifestación. Mayo puede, por otro lado, ser sólo parte de una casuística que recorre y recurre en la historia: un caso particular con cierta fortuna en la memoria – con buena prensa-. ¿Pero por qué durante un buen tiempo reverberó hacia delante como emblema, arquetipo, modelo de manifestación moderna, ícono de una repulsa en que confluye lo épico y lo lírico, el acontecimiento y el proceso, la ilusión de cambiar la vida y transformar el mundo? Y posiblemente en esto mayo tiene un enclave que defender: individuación y masa, autopoiesis y fuerza de la histo-


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ria, liberación del trabajo e imaginación del sujeto, poesía y sociedad. Rimbaud y Marx unidos, jamás serán vencidos. Me atrevo aquí a postular que es sobre todo en ese cruce de lo heterogéneo donde mayo resuena como acontecimiento: en la feliz coincidencia, el doble mandato de recrear la vida propia y transformar las instituciones y estructuras, el reclamo por articular en tiempo y lugar ambos flancos. Poetizar la vida, transformar el mundo. Pretensioso, megalómano, y espontáneo. Mayo removió y hizo suya esta gran exageración del espíritu, imposible pero entendible, de encontrar plenitud de sentido a la vida personal en el torrente del movimiento histórico. Pretensión casi metafísica. Pero una vez más, mistificamos. Hoy probablemente el sentido del devenir se ha vuelto mucho más ambivalente de lo que podría pensarse desde la figura de la revuelta, del nuevo movimiento social o de la revolución. Esta ambivalencia cobra muchas figuras. Sólo a modo de ejemplo: la apertura de los mercados exacerba los contrastes sociales y las diferencias económicas, condena a muchos a la exclusión, pero pone al alcance de las masas oportunidades de comunicación, de consumo simbólico y material, que antes no soñaban. La sociedad de la información masifica el diálogo a distancia, la convivencia de lo múltiple, la conversación global y la voz pública para muchos que siempre vivieron invisibilizados; pero también crea una nueva línea divisoria entre integrados y marginados dependiendo del acceso a conectividad digital y telefonía móvil. El multiculturalismo se “ discursea ” como promesa de expansión del espíritu, riqueza de la diversidad, en fin, utopía de la vibración transcultural por la llegada del otro que me hace resonar con nuevos alfabetos; pero también es lo siniestro de la intolerancia, el milenarismo convertido en pasión por la muerte, el etnocentrismo que tolera la diferencia pero no comparte el poder ni la riqueza.

En las librerías y las conversaciones florecen los discursos de la auto-ayuda, el esoterismo y el desarrollo personal, lo que

trae nuevos aires a la conciencia, multiplica y pone al alcance caminos para sortear al hombre unidimensional, invita a combinar lo material y lo espiritual; pero también instaura la banalidad en medio de las búsquedas de sentido, mercantiliza y trivializa la oferta, multiplica estereotipos y lugares comunes sin que la humanidad se mueva necesariamente hacia la mayor lucidez y paz interior. Crece en el imaginario colectivo la preocupación ecológica, el respeto a la preservación del medio ambiente, el amor por el patrimonio natural; y aumenta al mismo tiempo el calentamiento global, los costos del paradigma industrial y de la competencia. Cada vez más conscientes de la salud y la relación con la alimentación, al mismo tiempo la obesidad mórbida se convierte en el principal problema de salud pública en los Estados Unidos.


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Valoramos más que nunca la autonomía y consumimos más que nunca drogas para que esa autonomía no se nos convierta en angustia, insomnio o depresión. El nuevo paradigma organizacional promete trabajo flexible, fin de los horarios tediosos y quiebres en las odiosas rutinas, relaciones menos verticales y más interactivas; pero se multiplica el trabajo semi-esclavo en el outsourcing, desde las fábricas de zapatillas hasta los call-centers, y la flexibilidad asume sobre todo la forma de la precarización laboral, la falta de protección social, la inseguridad respecto del ingreso a fin de mes. Qué duda cabe que hay cambios. Y razones para ponerse eufóricos y apocalípticos frente a los cambios. Más acceso y más exclusión, más democracia y más inseguridad, más pluralismo y más fundamentalismo, más espiritualidad y más fiebre de consumo, más potencial para liberar el trabajo y mayores brechas salariales y más estrés de productividad Nunca hubo, entonces, más devenir. Pero al mismo tiempo: ¡qué falso se reveló la matriz del progreso lineal, hasta qué punto se trocó la dialéctica del acontecimiento por la doble carga de la innovación! ¿Qué diría un “ soixante-huitard ” ? Hoy día el devenir opone a la densidad del acontecimiento su obsolescencia acelerada, su rápida incorporación a la máquina de reciclaje de las comunicaciones públicas, la pérdida de relevancia de cada novedad, la neutralización por vía del espectáculo o del relevo incesante de imágenes y unidades informativas. Si bien esto puede disgustar, ayuda a liberar la expresión y diversificarla. Los medios de comunicación necesitan intensificarse para no perder audiencia, y la excitabilidad progresiva con que captan la atención de las audiencias hace que éstas, a la vez, ostenten una tolerancia progresiva. Círculo vicioso o virtuoso del devenir como destape, según cómo se mire. El cambio en la subjetividad, si lo hay, no pasa por la marca indeleble de una repulsa juvenil u obrera, sino por este repiqueteo cotidiano, persistente, múltiple, que finalmente orada la calle y las cabezas sobre las cuales proyecta sus mensajes. Por lo mismo, tiene su precio. Triunfa el efecto sobre el sentido, la irreverencia se hace más importante que el pluralismo, la diatriba más que la crítica. Otra vez, como en mayo del 68, prevalece la forma, el procedimiento, la dinámica. Pero no en la misma clave. No pone de relieve la consistencia entre dinámica y contenido, como pudo ser en mayo hace cuarenta años, sino la trituración del contenido por la dinámica. ¿O no?


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Si mayo del 68 politizó lo privado y lo extrovirtió, el devenir mediático reconstruye a su modo la relación público-privado, o más bien abre la libertad de hacerlo. La gente dice más lo que piensa, ejerce con más espontaneidad su libertad de opinión y expresión; y es más fluido el acceso a la visibilidad pública por parte de distintos actores. Desde la perspectiva burguesa el destape es incluso “ de mal gusto ” , vale decir, rompe la jerarquía ( no la diferencia ) entre lo culto y lo popular, el buen gusto y el mal gusto, lo refinado y lo prosaico. No corroe el poder ni altera el sistema distributivo en lo material. Pero algo va minando. O así lo espero. En lo personal, confieso perplejidad. No desacredito la historia y las calurosas apuestas de la primavera parisina: de ellas he estado bebiendo, y de otras también, durante muchos años. Han sido fuente de inspiración, de consuelo y de indignación. Me han permitido por largo tiempo darle un contexto y un sentido a la reflexión teórica, evitando que palidezca en la aridez de la academia y en el ritualismo de las conferencias. A la larga la cosa era creer y también creer que se cree, como diría Vattimo. Mayo reverberó para muchos como un verosímil más que como un verdadero, un juego que, al jugarlo, producía efectos en el espíritu: ventanas imaginarias para acceder a vidas reales. Pero hoy tomo palco, sea porque entiendo menos o porque la energía en el cuerpo ya no es la misma. O por desensillar un rato y sin ningún objeto, patear piedras en potreros, tomar palco ante los discretos encantos del devenir que enroca la saga de la historia con exotismos de última generación.


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Javier Biardeau R. LA HERENCIA DEL 68: EL BLOQUEO DE LA UTOPÍA POR PARTE DE LA VIEJA IZQUIERDA Una de las enseñanzas de la herencia del 68 consiste en comprender el papel conservador de la vieja izquierda ante la emergencia de situaciones, aclimatadas por la presencia de las energías utópicas. Como estas situaciones-acontecimientos no siguen el guión de los manuales estalinistas ni el dictat de los aparatos, la vieja izquierda juega su tragicómico papel de neutralizar la potencia revolucionaria, cancelando al mismo tiempo la innovación de formas de pensamiento-praxis socialista. Por eso, se hace necesario desentrañar los dispositivos que hacen posible el bloqueo histórico de los movimientos anti-sistémicos, de manera tal que se puedan vislumbrar nuevos horizontes. ¿Cómo comprender y explicar que en menos de un mes, se asistiera en Francia del 68 a una crisis social y política de una extraordinaria fuerza, que en pocas semanas parecía disolver un sistema hegemónico y un Estado capitalista; en cuya cabeza figuraba uno de las figuras políticas más emblemáticos de la derecha del siglo XX: Charles De Gaulle; y que finalmente todo este “ g ran ensayo revolucionario ” , quedara recuperado? Una de las aristas para analizar estos sucesos, se articula al papel de la dirección del PCF en la coyuntura política, y al lastre que representó el estalinismo-burocrático, su visión estratégica, su modelo organizativo y su férreo control de la CGT ( sindicatos ) . Desde entonces, ni la derecha ni la vieja izquierda sacaron las consecuencias de aquel reconocimiento del primer ministro Pompidou, cuando se enfrentó al malestar generalizado que invadía la situación no solo francesa, sino internacional. Para Pompidou se revelaba una “ c risis de civilización ” . ( Casi 40 años, Sarkozi utiliza los enunciados de Edgar Morin, y habla de una política de civilizaciones, pero a la vez llama a liquidar la memoria del Mayo Francés; es decir, la memoria de una lucha por construir una “ civilización no represiva ” . El odio al 68 sigue siendo una actitud defensiva de los viejos valores, que precisamente socavan la posibilidad de despejar opciones de futuro, más allá del predominio del “ pragmatismo del poder ” , con todo lo que éste entraña en términos de miopía histórica. ) Ante el asombro del Gobierno de-


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recha y de la vieja izquierda, un movimiento de activistas de una universidad de las afueras de Paris ( Nanterre ) se transformó en una multitud, que integró de modo virtual a todos los estudiantes de París, y que gozó inicialmente de un inmenso apoyo popular, dando lugar a un aparente clima insurreccional. En un primer momentum, se fue generalización una huelga general espontánea de enormes proporciones, que culminó con el rechazo por parte de los huelguistas del acuerdo, que en su nombre, negociaron los líderes oficiales de los sindicatos y la patronal, bajo la tutela del gobierno. No podríamos comprender la resonancia de las ideas de Marcuse, Castoriadis, libertarios, situacionistas, trotskistas, y posteriormente maoistas; si no comprendemos el clima de rechazo a los viejos valores civilizatorios, si suponemos que fue la vieja izquierda la que asumió el protagonismo de los eventos. No podríamos comprender por qué razón Cohn-Bendit, un joven estudiante franco-alemán tituló su texto: El izquierdismo, remedio a la enfermedad senil del comunismo. ( Actualmente Cohn-Bendit, plantea desmitificar el Mayo Francés como fantasía revolucionaria…vueltas de las historia ) Cuando nace el Movimiento 22 de Marzo, Georges Marcháis, secretario general del PCF, con desprecio califica de “ gru púsculos izquierdistas ” , a estos movimientos. Las etiquetas se dirigen especialmente al anarquista “ alemán ” Cohn-Bendit. El discurso oficial del PCF dicta: la agitación favorece las “ provocaciones fascistas ” , esos “ seudo-revolucionarios ” pretenden “ dar lecciones al movimiento obrero ” . Marcháis concluye “ E sos falsos revolucionarios debían ser enérgicamente desenmascarados ” ( u na típica reacción paranoica del burócrata de turno ) . Por tanto, “ servían a los intereses del poder gaullista ” . No bastando las acusaciones de “ quinta-columnas ” , tenían como uno de sus referentes intelectuales a filósofos alemanes, como Bloch y Marcuse ( este último vivía en Estados Unidos ) . Marcháis utiliza citas textuales del entonces profesor de Berkeley para acusarlo de enemigo de los partidos comunistas. Ya antes de estos hechos, Marcuse había escrito “ El marxismo soviético ” donde desenmascaraba las falacias estalinistas. Estaba claro que a Marcháis y al PCF no le gustaban las ideas de Marcuse.


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ban las ideas de Marcuse. Ya en 1965 la dirección del PCF se había encargado de “ depurar ” a la UEC, la desobediente organización estudiantil comunista. En la fase política del 27 de mayo al 23 de junio, era claro el desbordamiento del poder. La sucesión parecía abierta. Sin embargo, las fuerzas contestatarias carecen de la unidad política para fructificar una insurrección. Se trata del fin de la revuelta, no del inicio de la revolución. Los obreros desconfían de los estudiantes, y la derecha comienza a manipular a la opinión pública con el pathos del miedo, los llamados al orden y la acción cívica en contra del “ terror y caos revolucionario ” . La CGT y el PC, hostiles al “ izquierdismo ” , apuestan p or el mantenimiento del poder establecido antes que por “ lo desconocido ” . Fue ese deseo infinito de forjar una civilización no represiva, donde reposa una de las herencia del 68. De ahí la desconfianza de la vieja izquierda, que representa aún la vieja civilización.


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Rigoberto Lanz. LA REFORMA UNIVERSITARIA Y EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL. Han pasado aquellos tiempos en los que “ Tomar el cielo por asalto ” era lo mínimo que un grupo estudiantil podía aspirar. El “ Mayo Francés ” y sus equivalentes en todo el mundo mostraban para entonces la vitalidad de la juventud como actor político frente a la decadencia de la cultura dominante. Todo estaba en cuestión. La universidad era sólo el pretexto para que la voz de la protesta generalizada tocara la raíz misma de una civilización en bancarrota. Los planteamientos en boga, las consignas incendiarias, la radicalidad de las luchas, eran todos síntomas elocuentes de la fuerza contra-cultural de este amplísimo movimiento ( t al vez una de las últimas oleadas planetarias de la protesta enganchada en su multiplicidad por una misma inspiración: gritar un rotundo NO frente a la gran farsa de la Modernidad ) . ¿Qué queda de aquél clima en los tiempos que corren? ¿Qué comparación podría hacerse entre aquel movimiento estudiantil y lo que tenemos hoy en liceos y universidades? Salta a la vista un profundo cambio de temperatura en la dinámica actual del movimiento estudiantil en el mundo. Su rol protagónico de otros tiempos ha sido disuelto. Estudiantes hay por millones. Los problemas se han multiplicado en estas décadas. Las universidades que anidaron aquella rebelión están iguales o peores. La decadencia de la cultura que inspiraba aquella gesta es hoy un marasmo patético. ¿Entones? ¿Qué ocurrió en el camino? Hay demasiadas señales que vienen desde las alturas de la propia civilización Moderna que ha entrado en crisis. En buena medida el desencanto posmoderno se ha expandido por todo el tejido de la sociedad creando en todos lados esta sensación de inmovilidad que es típica de estos tiempos. En ese sentido la invisibilidad del movimiento estudiantil en América Latina puede ser leída como muestra de la crisis de la


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voluntad, del Sujeto, de la política, de la universidad. Ello no disminuye las implicaciones de este fenómeno de reflujo político del estudiantado sino que sitúa el asunto en un ámbito en el que sería preciso comprender las propias huellas del “ fin de la Modernidad ” , de decir, los rasgos específicos de una coyuntura histórica signada por el colapso de los grandes proyectos de cambio de los que son deudores los movimientos estudiantiles del pasado. En un ambiente de derrumbe de los horizontes ético-políticos de las ideologías progresistas en el mundo, de crisis profunda de los paradigmas cognitivos que nos trajeron hasta aquí, con ello, de hondo resquebrajamiento de los modelos de educación que apalancaron las grandes promesas de la Modernidad triunfante en los siglos XVIII, XIX y XX. En un clima caracterizado por la decadencia de los sistemas universitarios en todas sus esferas, en fin, en una época signada por la incertidumbre y el desencantamiento, nada de extraño tiene que el mundo estudiantil permanezca sumergido en una pasmosa pasividad y postración. Allí no ocurre algo muy diferente de lo que acontece en el mundo del proletariado, del campesinado, del sindicalismo, de los gremios, incluso, de los “ nuevos movimientos sociales ” ( q ue a estas alturas ya no son ni “ n uevos ” ni “ movimientos ” ) . Vivimos pues una crisis que rebasa ampliamente la esfera de los desempeños de algún actor particular. El aguerrido movimiento estudiantil de tiempos lejanos ya no puede ser la referencia para valorar lo que acontece en la actualidad. Si se mantiene una línea demasiado recta entre una y otra época aparecen entonces las interpretaciones del tipo: la “ generación boba ” . Sería muy fácil atribuir las “ fa ltas ” de los jóvenes de hoy comparando linealmente los escenarios de uno y otro período. Pero tal vez lo que esté ocurriendo no es un escenario de “ faltas ” sino más bien la presencia de otro tipo de actor político, gente con otra sensibilidad , preocupada por otras cosas, activando otros dispositivos,


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( a jenos a los formatos de la vieja política ) . Desde luego, ello no puede entenderse como una apología del desconcierto, ni un elogio de las necedades narcisistas que tanto abundan en estos ambientes. La condición de joven o estudiante no es en sí misma una categoría ontológica sobre la que puedan decirse cosas universales ( como tampoco sobre la condición de profesor o de autoridad universitaria ) . Pero al mismo tiempo esas condiciones sociales no son intercambiables, es decir, tienen un conjunto de propiedades que definen en cierto modo el mapa socio-político de la institución de la universidad. Cuando se examina de cerca la experiencia de las reformas universitarias en América Latina es fácil constatar el papel asimétrico que están jugando estas diversas categorías sociopolíticas al interior de cada institución. Si bien no es posible anticipar un único curso de acción para cada sector, parece claro sin embargo que los movimientos estudiantiles ( por la persistencia de intereses objetivamente diferenciados) juegan un rol de activación de conflictos y de radicalización de expectativas de cambio que difícilmente pueden esperarse de otros componentes del mundo universitario. No se trata de la vieja definición de la “ vanguardia de la revolución ” o cosas parecidas. Quizás de un modo más discreto podría postularse, en conexión con la experiencia realmente existente, que desde el ámbito estudiantil se produce una presión política frente al status quo que puede traducir prácticas transformadoras, consignas movilizadoras, programas de luchas que cuestionan las bases mismas del modelo de universidad imperante. La radicalidad de las luchas estudiantiles no asegura una conexión con plataformas estratégicas de cambio ( puede ser emblemático de esta desconexión el largo y costoso conflicto vivido en México por la UNAM en años anteriores donde la energía política en escena y la agenda de transformación no parecen corresponder a una visión transformadora de las raíces mismas del modelo educativo que está en el fondo ) .


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Pero en el mismo registro habría que admitir que la ausencia de luchas radicales no evidencia automáticamente que no esté ocurriendo nada significativo. Justamente porque los cambios en esta nueva época ya no pueden transcurrir bajo el modelo espectacular del gran “ asalto revolucionario ” protagonizado por una “ vanguardia ” que guía a las “ masas ” , es por lo que será preciso mirar con otros lentes los procesos micrológicos de la vida cotidiana, los agenciamientos colectivos que se generan con arreglo a nuevos gregarismos, las lógicas tribales a partir de las cuales puede aparecer un horizonte común de insatisfacción y malestar con el estado de cosas, y eventualmente, una plataforma transitoria de acciones a favor de reformas y transformaciones. Eso es lo menos parecido al paradigma del “ guerrillero heroico ” que revoloteaba en el imaginario socio-político de las vanguardias de los años sesenta en América Latina. Nada que ver con las consignas incendiarias de la revuelta del “ Mayo francés ” . Estamos hoy en un escenario sensiblemente distinto. No se trata de restituir nostálgicamente un camino de etapas sucesivas con las que algún día llegaremos de nuevo a la febril agitación de otras épocas. Convendría más bien instalarse en los tiempos posmodernos que nos toca vivir y entender las pulsiones de las nuevas lógicas que se activan en la vida cotidiana, las modulaciones de las prácticas que están emergiendo, las sensibilidades con las que los jóvenes estudiantes encaran su pasaje por los territorios de la universidad. Sin este entendimiento – que no significa conformismo—será muy difícil desencadenar procesos irruptivos que pongan en tensión el status quo reinante. Los desafíos no han disminuido. Se trata una vez más de poder hacerse cargo de la complejidad de la sociedad que está configurándose, en cuyo seno se remodelan los conceptos de educación y de universidad. Al mismo tiempo, el reto de transitar las nuevas prácticas que irrumpen por los intersticios de la política, que redefinen los roles de actores, y operadores, que obligan a repensar los modos de hacer de los tradicionales organismos de representación estudiantil.


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Esta amplia gama de temas y problemas ha servido de pretexto para reunir en este volumen a una matizada constelación de voces que atienden de modos disímiles sus retos y dilemas. Estudiantes de diferente procedencia, de niveles heterogéneos ( pregrado y postgrado ) , junto a una selección de análisis especializado, conforman un cuerpo de enfoques y propuestas que servirá para enriquecer las miradas sobre el complejo mundo de la universidad.


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Magaldy Téllez. LA SUBVERSIÓN DEL LENGUAJE: Un puente hacia Mayo, 40 años después. En ese acontecimiento llamado “ Mayo Francés ” los movimientos estudiantiles, obreros y la participación de otros sectores de menor tradición combativa, se unieron en lo que cabe considerar como la única crisis revolucionaria que se produjo desde la posguerra en una metrópoli imperialista, involucrando una subversión de las relaciones entre las palabras y el poder. Como bien lo señala Jean Paul Arón en su libro

Los Modernos: "En Mayo los comportamientos desarticulan los mensajes ." Podríamos decir que pocos movimientos sociales estuvieron tan estrechamente vinculados a los debates en el campo intelectual de su época como los del Mayo 68 en Francia; especialmente a la crítica radical del orden social que, en la década del 60, produjo el trabajo de los intelectuales. En esos años, se ponían en cuestión esquemas de pensamiento de larga data, se derrumbaban fronteras académicas de la ciencia burguesa, se derribaban mitos etnocéntricos, se hacían objeto de análisis áreas hasta entonces inexploradas de la cultura; de modo que también son parte de este acontecimiento: el conjunto de mensajes que circulaban en la sociedad, las formas a través de los cuales circularon y sus modos de apropiación por los actores sociales. "No se encarnicen tanto con los edificios, nuestro objetivo son las instituciones ", se escribió en las paredes de París. En esta consigna se revelaba la subversión misma del lenguaje como un proceso inmanente al movimiento de Mayo, cuya imagen fundamental es la del pueblo apoderándose de los edificios y subvirtiendo los discursos y las prácticas de las instituciones que allí residían: universidades, fábricas, liceos, teatros, etc. Mientras el poder del estado burgués se replegaba, las asambleas soberanas y los comités electos se hicieron cargo de la gestión de estos lugares buscando establecer formas distintas de comunicación entre sí y con la sociedad, caracterizada como la constitución de redes de comunicación horizontal, en las que se rompía la relación vertical entre gobernantes y gobernados mediante el despliegue se diálogos multidireccionales. El discurso de los plurales movimientos que ejercieron su resistencia tuvo su espacio común en el imaginario anti-estatal y autogestionario, un espacio en el cual estos movimientos se reapropiación de imágenes provenientes de movimientos históricos que tomaron


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como referencia: la Comuna, los Soviets, las Comunas libertarias en la revolución española, la revolución cultural china. Este imaginario articuló corrientes de clara inspiración antiestatista ( como el anarquismo y el consejismo ) con otras que mantenían una tensión no resuelta entre centralismo jacobinista y auto-organización de las masas ( como el trotskismo y el maoísmo ) ; reavivando un lenguaje radical que muchos creían perdido y contraponiéndolo al lenguaje del poder estatal y partidista. Las propuestas autogestionarias se acompañaban con la reflexión sobre los impactos que las nuevas formas de la comunicación horizontal tenían y podían llegar a tener en la vida. De ahí que la comunicación horizontal fuera uno de los mecanismos utilizados por estudiantes y profesores para subvertir la vida de las universidades tomadas. Así, la vida universitaria en esas semanas de Mayo del 68 conoció la explosión de la palabra plural, entre cuyas expresiones destacan los seminarios abiertos como espacios donde se mostraba que una educación noautoritaria era posible; el diálogo permanente que mantuvieron los estudiantes españoles con los trabajadores españoles que constituían la mano de obra barata de las plantas automotrices francesas. De modo tal que la experiencia deliberativa, la gestión de la comunidad y la subversión de discursos y prácticas, provocaron un viraje del autoritarismo pedagógico francés que, al mismo tiempo, estaba comenzando a ser puesto en cuestión por parte de la sociología crítica de la educación. Las vanguardias estudiantiles también se inventaron nuevos canales de comunicación con otros actores sociales del movimiento: volantes, folletos y afiches que cada grupo distribuía casi a diario para informar y fijar su posición ante la marcha de la huelga, con una escritura en la que se manejaba un vocabulario diverso y se expresaba una posición versátil frente a la evolución de los hechos. Lo interesante es que estas formas de discurso rompían no sólo con el discurso del poder estatal, sino también con el del Partido Comunista Francés, que mantuvo una posición hostil frente a la rebelión estudiantil y, en general, frente a los acontecimientos revolucionarios de Mayo.


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Los profesionales y obreros que participaron del movimiento también formaron sus propias redes de comunicación, entre las cuales la más extensa e intensa fue la “ red de consejos de las fábricas ocupadas ” , revitalizando la experiencia de los consejos de fábrica llevada a cabo en la huelga general de 1936 y en las huelgas de 1947-48 y 1953 contra la política del pacto social. Pero hacia 1968 entraba en escena una nueva clase obrera, producto de los cambios en el capitalismo francés. Los obreros de la línea de producción automatizada junto a los técnicos e ingenieros, habían ido ejerciendo formas de resistencia dentro de las fábricas, que consistían en pequeños boicots expresados en la alteración de los ritmos de trabajo que afectaban las pautas de programación. En el Mayo Francés, esta experiencia salió de las fábricas hacia las calles, bajo las consignas de recuperación de los saberes técnicos expropiados por el fordismo, y de la autogestión, convirtiéndose en referentes del discurso que circulaba en la red de fábricas tomadas. Pero el “ agenciamiento colectivo de enunciación ” ( G uattari ) que quizá muestra de manera más contundente el lenguaje radical del Mayo 68, es el de los grafitti: una especie de un gran texto donde se entrecruzaron el pensamiento crítico y la crítica al presente. Un texto con creadores y destinatarios anónimos, colectivos y múltiples: allí fue donde se subvirtió el lenguaje del poder y su historia. Por ello, se ha dicho que en el Mayo Francés “ l as paredes hablaron ” . En efecto, los grafitti fueron obra de militantes anónimos, fueron un tipo de lenguaje que rompía, incluso, con la escritura de los grupos de vanguardia, haciendo un ejercicio de intertextualidad, mezclando textos que provenían de distintas corrientes de pensamiento crítico y sus propias vivencias de la subversión. Las citas textuales reproducidas en los grafitti convocaban a los jacobinos, a Nietzsche, a los pensadores más radicales del marxismo y del anarquismo ( Marx, Proudhon, Bakunin, Lenin, Trotski, Rosa Luxemburgo ) y a los poetas malditos ( Rimbaud, Artaud, Breton ) . Los grafitti pusieron en juego la sátira sobre el presente, la impugnación de la dominación en todas las esferas de lo social, de la moral sexual dominante, el rechazo al funcionamiento jerárquico y autoritario que inundaba las instituciones de la sociedad francesa, el cuestionamiento al orden del saber imperante en la universidad, etc.


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Bajo diversas formas de expresión, el discurso que reunió a todas las redes del movimiento fue el rechazo a la represión, al dominio del poder político estatal sobre los cuerpos individuales y colectivos, a toda forma de autoritarismo en la vida cotidiana. Esta fue la bandera que acompañó las grandes movilizaciones que conmovieron a París en el momento más álgido del Mayo Francés ( 13 de mayo-30 de mayo]. Un pueblo puesto en estado de asamblea permanente no logró que la imaginación tomara el poder, pero resquebrajó el lenguaje del poder y creó las bases de un lenguaje otro anudado a la esperanza de ser dueño de su propio destino. Como lo señaló Michel Certeau en su libro La Toma

de la Palabra, publicado pocos meses después de la revuelta, si el movimiento había sido desarticulado con relativa facilidad, Mayo fue la irrupción de nuevos sujetos sociales que tomaron la palabra para impugnar, en distinto grado, aspectos del orden social hasta el momento no cuestionados. En Mayo, el pueblo se tomó en serio el lenguaje democrático, el lenguaje impugnador del viejo orden, pero tanto las elecciones como el aluvión de discursos contra Mayo, fueron mecanismos para neutralizar el movimiento a través de la recomposición de las representaciones políticas: la estructura se tragó el acontecimiento. La producción intelectual de la década siguiente demostró que el punto de inflexión del Mayo Francés en el debate de las ciencias sociales fue profundo. Para Certeau, por ejemplo, el principal legado de Mayo es la crítica del sistema de saber de la vieja sociedad, basada en la idea del "conocimiento como un poder sobre los objetos", crítica que permite pensar el conocimiento como un intercambio entre los distintos sujetos. Para Touraine, más que la toma de la palabra, Mayo fue el movimiento fue un impresionante ensayo de anti-sociedad, pues los espacios de la producción material e intelectual fueron reapropiados por los sujetos que hacían posible su funcionamiento. En tal sentido, el movimiento dejó como legado una experiencia antiautoritaria protagonizada por una multitud. Para Foucault, Mayo del 68 sacudió el modo de pensar la cuestión del poder y del papel de los intelectuales en los procesos de transformación social, razón por la cual, bajo el impacto de Mayo, replanteó las relaciones entre el poder y el saber, analizando los mecanismos de control sobre las personas por medio de un conjunto de disciplinas, las formas de auto-represión del deseo en las sociedades modernas, mostrando la sexualidad como el punto de fuga de una serie de discur -


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cursos ( jurídicos, médicos, psiquiátricos ) que hacen a la arquitectura del poder en el mundo contemporáneo, así como la violencia ejercida a través de los distintos saberes y prácticas institucionales. Tal vez el balance sobre Mayo del 68 no esté saldado, pero, como movimiento impugnador de la racionalidad económica del capitalismo, de las relaciones entre dirigentes y dirigidos, y del status quo académico y científico, es innegable la subversión lingüística que cuestionó no sólo el sistema capitalista y sus diversas legitimaciones ideológicas, sino también los modelos políticos que se presentaban como alternativos ( i zquierda tradicional, regímenes burocráticos, modelos de partidos centralizados, etc. ) . Mientras los dogmas de derecha y de izquierda agonizaban, la palabra impugnadora habitaba en cada espacio o grupo que elegía sus propios interlocutores sin necesidad de pasar por alcabalas políticas o académicas. Esas palabras que impugnaban las mismas cosas pero que no venían ni iban en una única dirección, planteaban un desafío intelectual y político: cambiar radicalmente el modo de pensar lo social que se negaba a ser reducido a una contradicción única, y proyectar en el plano político la necesidad de construir un discurso y una praxis capaz de hacer lugar a las plurales formas de resistencia que se despliegan en el tejido social. Mayo, sin duda, instaló en la agenda de la izquierda fenómenos como la opresión de género, los problemas del medio ambiente, las minorías, la crítica a las instituciones carcelarias, psiquiátricas, que, entre otros, quedaban fuera del orden de saber moderno. Hoy, como en los días de Mayo, el desafío sigue siendo la construcción de herramientas teóricas y políticas que permitan establecer una relación multidireccional entre las distintas redes y espacios desde donde se impugnan las relaciones de poder-saber. Ese redescubrimiento del lenguaje como herramienta política en los días de Mayo, ha de seguir resonando en los debates y en las prácticas que buscan redefinir los sujeto políticos y sociales que corporeizan las pulsiones revolucionarias así como en las formas de construir experiencias autogestionarias y de democracia directa como espacios de construcción de nuevas relaciones sociales y nuevas formas de vida política .Se trata de impugnar al sistema en todas partes y hacer que la palabra impugnadora de los oprimidos hable por sí misma.


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Es la imaginación y su potencia creadora, desplegada en la resistencia estudiantil y popular del mayo francés, lo que lo que sigue persistiendo; porque ni entonces ni ahora la poética de las multitudes, como el arte de decir más allá de los estados de sitio, puede ser aniquilada, porque entonces y ahora es la multitud la que escribe su historia como creación de lo que en las raíces del deseo revolucionario ha ido tejiéndose y diciéndose polifónicamente, superponiendo plurales voces en un decir que se quiere libre. Porque ese lenguaje también escrito con indignación y sangre no puede ser capturado por las racionalidades de turno, sobre todo la massmediática, y su fuerza no está ni estará clausurada. Tal vez esa imaginación y ese lenguaje esté comenzando a cobrar nuevo cuerpo en plurales cuerpos de los pueblos oprimidos que, como en el caso de América Latina, reverbera de modo plural en los cuerpos indígenas, afrodescendientes y mestizos, en los cuales se producen múltiples inscripciones: económicas, sociales, políticas, simbólicas, deseantes, para devenir sujetos que aparecen en la escena pública introduciendo el litigio fundamental, como afirma Jacques Rancière, por el que hay política y hay democracia: el litigio por la parte y la voz de los sin parte y sin voz. Las revueltas, sin duda, ya no nacen ni nacerán en la universidad.


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