El debate en el que se bate constantemente el alma de cada hombre que marca sus pasos sobre el terreno etéreo, Pedroso y ecléctico. Algunos avanzan con grandeza y otros con un tanto menos que la miseria, cada quien carga sus ángeles y demonios y allí es donde nos adentramos consternados al espectáculo más banal de nuestra existencia, creer que nuestra mente puede todo, incluso amansar el noble estado natural y sin embargo ser dependiente de sus necesidades de ser biológico. Muchos en un estallido incesante de su pecho buscan la redención y escapar al campo, a las montañas o al frente del mar, como si algo desde lo más profundo del corazón les desatara y los alejara de la vida moderna. Muchas veces vivimos cegados con el día a día, tanto que no podemos reconocer la belleza en lo que nos rodea, quizás por eso muchos intentan escapar, para reencontrarse con esa parte de sí mismo que les recuerda que hacen parte de esta tierra y durante el recorrido se esperanzan en alcanzar de nuevo la