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El Beneficio”: una ya vieja alternativa para Miaccum

Jesús Jiménez Guijarro Director Servicio de Arqueología de Collado Mediano Técnico Fac. Museos- Subdirección General de Museos (Comunidad de Madrid) jesus.jimenez.guijarro@madrid.org

Desde hace más de un siglo las pesquisas de numerosos investigadores, de nada dudoso comportamiento acientífico, del mundo romano y especialmente de sus vías de comunicación pusieron su centro de atención en la Sierra de Guadarrama. La razón es de sobra conocida por todos: la búsqueda del pretendido paso de la calzada romana desde Segovia hacia Miaccum…dondequiera que ésta se encontrase ésta última y dando por supuesto que Segovia se encontraría sino en el mismo solar de la actual ciudad castellana, sí en sus proximidades. Sin duda las pesquisas por estas tierras madrileñas tuvieron mucho que agradecer a los hallazgos epigráficos realizados en las cercanías de Villalba y publicados por E. Hübner (1869).

Desde los primeros, y en cierto modo –pese a su modestia- espectaculares, hallazgos de Blázquez (digamos a guiño de humor ‘El Viejo’, como cariñosamente nos enseñó ese otro gran investigador que comparte su mismo apellido) en torno a la localidad de Cercedilla, las claves de la investigación giraron en torno a la resolución del enigma de Miaccum, al menos una vez parecían bastante claras las correspondencias de Cauca, Segovia y posiblemente Complutum, como acabamos de ver.

Dos fragmentos de miliario, ajados y maltrechos por el tiempo –también se intuye que por la mano impía del hombre-, sirvieron para dotar de una cronología ‘indudablemente’ (entonces al menos) romana a un buen tramo de vía empedrada que discurría por la Fuenfría procedente de las tierras segovianas y que, aparentemente, descendía hacia las tierras madrileñas por esa localidad de Cercedilla para dirigirse hacia los predios de Collado Mediano (Blázquez y Sánchez Albornoz, 1920).

No muy lejos en el tiempo de las pesquisas de Antonio Blázquez, el modesto cura párroco de Collado Mediano descubría, por el azar que tantas veces acompaña a la arqueología, las ruinas de lo que parecía ser evidente muestra de la antigüedad (Jiménez Guijarro, 2006;e.p.). Pero la mofa de la Historia roba protagonismo a quien lo merece y a veces se lo da a quien no lo busca –o tampoco presenta méritos para ello-, y así, tratando el párroco de San Ildefonso de buscar más ciencia que la del Seminario, recurrió a la docta Academia de la Historia a quien, puntual y cumplidamente, comunicó el hallazgo arqueológico realizado en el municipio serrano, al tiempo que solicitaba a los ‘mineros de ocasión’ que desistiesen, no ya en su extracción de ‘gabarro’, sino también en su búsqueda de un tesoro que se resistía a comparecer. Y la burla que señalábamos llegó cuando la dicha carta, por error en el destinatario, no llegó a quien debía llegar y durmió el sueño ajado de los justos en un anaquel de aquella sabia Institución hasta 1997. En aquél año, los trabajos de reorganización –digamos también de revitalización- de la Real Academia de la Historia llevados a cabo por Martín Almagro Gorbea, permitieron que aquella carta, sencilla y aparentemente inútil, viera la luz (Maier,1998) y que empezase una de las historias más rocambolescas, y en parte divertidas (también con sus cruentas dosis de humor negro), que ha vivido el autor de estas líneas.

Mientras tanto, otro investigador de docta pluma y cristalina y sabia visión de la temática de la caminería romana –también buen y paciente caminante-, se percataba de las posibilidades que ofrecía un municipio como Collado Mediano (Arias Bonet, 1987). Así fue como, también por azar (no en vano seguía otra pista… como suele acontecer en tantas ocasiones al arqueólogo de campo), Gonzalo Arias redescubrió (por segunda vez) el yacimiento de El Beneficio. A la vista de los restos no dudó en elaborar y publicar la escueta hipótesis de que aquella ruina sencilla, no muy alejada de lo que se creía fue la calzada que Saavedra denominó XXIV en su estudio del Itinerario de Antonino, pudiese ser la buscada Miaccum. Negro sobre blanco quedó el lance y El Beneficio se sumió, de nuevo, en el sueño de los laureados.

Mientras tanto, con el paso del tiempo y el barrunto de los laureles de la gloria, Miaccum había sido establecida, a capón, en las inmediaciones de Madrid, cerca de la Casa de Campo por la similitud

fonética de la vetusta mansio y el Arroyo de Meaques. Así las cosas encajaban algo mejor y Titulcia podía bajarse hasta las cercanías del Tajo aunque, según A. Blázquez y Sánchez Albornoz (1920), seguía observándose un error en las distancias expresadas por el Itinerario. Saavedra había solucionado esta cuestión indicando la ausencia de la mención a una mansio justamente –y no deja de ser curioso- al descender la Sierra de Guadarrama; mansio que colocó, también ‘a capón’ en las inmediaciones de Guadarrama, allá donde se encontraban las ruinas de un ventorro abandonado. También en las cercanías –relativas- de donde se halló un tesorillo de aúreos romanos (Quiñones, 1620); también cerca de donde procedían algunas monedas de bronce, halladas con motivo de las entre otros, nombres personales como los de Amparo Martín, Carlos Caballero, Sonia Fernández o de aficionados con buenas lecturas y buen tino como Arturo Mohíno. Así, en el mismo momento en el que las viejas líneas del párroco de Collado veían de nuevo la luz, se redescubría (una vez más) un fragmento de miliario en Galapagar (Caballero et alii, 2002), se atisbaban restos de calzada (reales o no) por varios municipios –cada vez más- y sobre todo se llamaba la atención sobre los restos arqueológicos carpetanos existentes en los Cierros de la Asunción y lo que parecía más destacado, el redescubrimiento del potencial arqueológico que tenían los predios del actual apeadero de ferrocarril de San Yago, donde décadas atrás, Hübner avistase desde la ventana de un tren

Figura 1.- Vista general de la Vía empedrada en el acceso a la posada.

obras de construcción del nuevo camino de Guadarrama, que fueron remitidas a la Real Academia de la Historia y que el Padre Alejandro Panel estudió, por regia orden, en 1719.

Y dado por bueno el discurrir de la ‘calzada’ por los municipios del noroeste de la Comunidad de Madrid, y dada por más válida la construcción ad hoc de la retahíla de mansiones desde Segovia hasta Complutum, el tiempo dio paso a nuevas investigaciones y no menos sorprendentes hallazgos. Entre ellos destacan sin duda los derivados de la ingente labor de la Carta Arqueológica de la Comunidad de Madrid. Y destacan en esta labor, –más lento que los de ahora, sin duda- los restos epigráficos de varias aras votivas romanas.

Así, antes de que apareciese en escena el ajo de todas las salsas y quisiese vestir con plumas ajenas el hallazgo de otros a golpe de promesa y verborrea politiquera de baja estopa –pagado todo con el dinero público...con generosidad excesiva-, empezó a circular la hipótesis de que Miaccum pudo encontrarse en las cercanías de la finca de Monesterio, en El Escorial (Fernández Galiano, 1989). Aparentemente esta hipótesis se avalaba en unos descubrimientos arqueológicos de los que no tenemos, hasta la fecha, más que parcas evi

dencias, y lo sabe bien (mejor que nadie) quien nos impele a ofrecer dato sobre dato. Antes señaló también D. Fernández Galiano (Ibid.) su creencia en que allá pudiera ubicarse la Miaccum romana y en este mismo asunto abundaron y ahondaron otros investigadores (Caballero Casado, 1997). Lamentablemente, con el patinazo posterior del ‘reconocimiento’ de Titulcia en la villa romana de Carranque (Fernández Galiano, 2001), hay quien ha preferido dejarse a este investigador en el tintero. Nosotros, también negro sobre blanco, no lo hemos descuidado (Jiménez Guijarro, 2006 b) aunque, por impuesta carestía de espacio –que denota la elección de un tipo de letra infame- debimos dejar de mencionarlo en otra obrita que ha tenido o tendrá, quizás, algo más de difusión una Tesis, acuciado por los problemas de pecunio que achuchan a la práctica totalidad de los investigadores de campo despojados del oropel que la Universidad reserva sólo a los elegidos en comandita, y empujado al precipicio por insidias y envidiosos revestidos momentáneamente de poder, reculó en Collado Mediano con el encargo explícito de buscar las raíces de aquél municipio. A esta labor fui invitado amablemente por Cristina Ruiz, arqueóloga generosa que debía ocupar un lugar que yo alcancé, exclusivamente, por cuestiones administrativas. El regalo que me hizo entonces no he conseguido pagárselo aún –ni tal vez logre hacerlo nunca-.

(Jiménez Guijarro, 2006 a).

Y en esas estábamos cuando este modesto prehistoriador, buscando el desvelo de su pasión megalítica y neolítica con la que concluir incluso una copia ajada de la mencionada carta del párroco de San Ildefonso empezamos a excavar un lugar que ya habíamos sondeado en 1997. Pero esta vez la fortuna mostró otro rostro diferente, e iluminó lecturas viejas, y de golpe acudieron

Figura 2.- Vista general del área termal. En primer plano, bajo la cubierta de protección, suspensurae de latericium del caldarium.

Con gran parte de esta información en la mente e

a la mente la carta mil veces leída del párroco de Collado Mediano, y regresaron los desvelados paseos por Cercedilla, y las opiniones de Gonzalo Arias tomaron todo su sentido–no en vano fue la primera persona a quien recurrimos para pedir su opinión al avanzar las excavaciones, pese a que Caballero incida en el “olvido” a su cita en el librito de marras ya glosado (Caballero Casado, 2006:76- 77; sirva este inciso incisivo de cariñosa estocada a mi amigo)-. Y excavamos, y excavamos, y creamos un Servicio de Arqueología, y dimos a conocer, porque lo creíamos importante, el hallazgo (y redescubrimos por tercera vez el yacimiento de El Beneficio). Y llegaron los miopes ávidos de hallazgos y los que se quieren lucir medallas que robaron, y los envidiosos, y los malos (que los hay y de les formados por grandes bloques de granito (Fig.1), un relleno de tierra y piedra menuda, organizado estratigráficamente. Camino este que alcanza, procedente de la Sierra, el edificio que a continuación describiremos, y lo supera –como no podía ser de otro modo- dejándolo a un lado para buscar, en rectilíneo discurrir, las tierras de Collado Villalba y Galapagar.

sexo variado y condición diversa) y decidieron hacer escarnio de la hipótesis con mente lenta y miope comportamiento. No faltaron airadas opiniones en Internet, ni llegó jamás la ayuda tan solicitada como imprescindible de la Dirección General de Patrimonio (la ley lo dice también….aunque quien deba cumplirla prefiera seguir favoreciendo a los amigos sólo). Y así llegamos hasta lo que de veras interesa: ¿qué hay en realidad en Collado Mediano?.

Hay un trazado viario romano bien conservado, que además hemos sondeado adecuadamente y que presenta, constreñido por los bordillos latera

Si interesante es la calzada, más aún lo son los restos de un edificio notable, parcialmente destruido, pero del que se han conservado en un estado aceptable algunos elementos, como las termas (Fig. 2). Y digo termas por alusiones (Caballero Casado, 2006), porque aquí no hay un suelo calefactado, sino un conjunto de tres salas,

Figura 3. Excavación de la calzada

articuladas de modo canónico y que conforman, en una misma ala del edificio – la orientada al Sur- , el circuito organizado del baño romano: caldarium, con restos de la suspensura del balneum, tepidarium y frigidarium con su pequeña bañera bien conservada. Y digo termas porque en el derrumbe que cubría los arruinados hyppocausta aparecieron numerosos tubulii.

Hoy, el avance de las excavaciones, que aún continúan a un ritmo destacado en cuanto a trabajo de campo, laboratorio e investigación se refiere, nos permite avanzar más respecto a las noticias publicadas (Jiménez Guijarro, 2006 a; 2006 b; e.p.) en

cuanto a la arquitectura del edificio –sin menosprecio del trabajo de caracterización de la arquitectura en el que estamos, junto a N. Morère, inmersos-.

Hoy tenemos la certeza de que los trabajos de extracción de ‘gabarro’ –una suerte de lamprófido-, y también de la búsqueda del tesoro que antes mencionamos, destrozaron al menos cinco estancias (hoy desaparecidas) que conformaban un ala lateral adosada al Este del edificio termal. De ellas, dada la profundidad alcanzada en aquellas excavaciones, no tenemos más evidencia que el arranque de unos muros y algunos centímetros de depósito adosado a los mismos y que confiamos que nos ofrezcan datos de interés acerca de la funcionalidad de estas estancias según avancen nuestros trabajos.

Respecto a la cronología, contamos con un dato de elevado interés como es la existencia de dos fases sucesivas de edificación. Este hecho no solo tiene un interés cronológico, dada la superposición de dos edificios aparentemente semejantes en planta, sino que nos permite obtener interesantes conclusiones acerca de la implantación inicial romana en la zona.

Dado que los restos documentados de esta primera fase corresponden casi exclusivamente a los niveles de cimentación/fundación, poco podemos avanzar respecto a la funcionalidad de los espacios presentes. De la zona de contacto entre las fases I y II proceden algunos de los más interesantes materiales que nos permiten ofrecer una cronología para el siglo I d.C. para la fundación inicial del edificio. Los materiales de esta primera fase son, sin embargo, muy escasos, lo cual parece ser una evidencia clara de la intencionalidad del desmontaje de la primera fase en el momento en que se decide construir la segunda –la de mayor esplendor-.

De momento no hemos solucionado la razón o el motivo que subyace a la sustitución de una construcción por otra. Sí existe la certeza de la intencionalidad de limpiar y preparar la zona a la hora de edificar la segunda construcción, momento en el que los cimientos de la primera fase se emplean como soporte directo para algunos de los muros de la segunda y parte de la techumbre, convenientemente fracturada, se empleó para nivelar el terreno; este hecho ha supuesto para nosotros una ventaja al servir de notable capa de separación entre las dos fases constructivas.

Para algunos de los especialistas que han visitado el yacimiento los potentes derrumbes de tejas que colmatan algunas de las estancias –especialmente las Estancias 5 (frigidarium), 8, 9 y 13- corresponderían a rellenos de amortización efectuados por los últimos ocupantes del yacimiento (a los que llaman erróneamente ‘ocupas’ –y digo erróneamente puesto que no ‘ocupa’ quien ya vivía allí-). Nuestra opinión, basada en los datos empíricos, apunta a que se tratan de genuinos derrumbes del tejado –algo que hemos podido corroborar además recuperando un fragmento de techumbre, con su disposición original in situ-. Alcanzamos esta interpretación basándonos en el tamaño de las tejas –que aparecen normalmente prácticamente completas- y en su disposición ordenada.

En cuanto a los materiales, dejaremos de lado los procedentes de la primera fase, que como hemos dicho son muy pobres y se reducen a algunos fragmentos de cuenco de la forma Ritt.8. Los materiales de la Fase II presentan una clara preponderancia de los elementos datados a partir del 320 A.D., con notable representación de la forma 37T y de los platos y fuentes -Formas Palol 3, Lamboglia 59, 74 Palol 4- (Jiménez Guijarro, e.p.). En lo referente a las decoraciones se aprecia un recurso casi exclusivo a la temática –cronológicamente tardía- de los grandes círculos y lúnulas, todo ello dentro de un monótono y abrumador predominio de las cerámicas lisas de engobes pobres, de mala calidad y pastas anaranjadas propias de las producciones denominadas ‘africanas’.

El apartado de la cerámica de cocina es amplio y el material aparece disperso de forma desigual por las diferentes estancias; destacan algunas fuentes de asar con morfología similar a las fuentes de imitación rojo pompeyano, todas ellas con notables evidencias de sometimiento basal al fuego, lo que nos ha permitido realizar una aproximación a la temática culinaria de la posada.

CONCLUSIÓN

Las conclusiones preliminares a las que hemos llegado hasta la fecha, y aún siendo necesario avanzar y concluir los trabajos en curso, son interesantes (Fig.4).

La existencia del tramo viario ahora descubierto nos permite añadir un elemento más del posible trazado de la Vía XXIV del Itinerario de Antonino. Así, tenemos la certeza de que este camino descendía de la Sierra de Guadarrama hacia el actual término mu-

nicipal de Collado Villalba por un lugar diferente a aquél por el que, sin evidencia alguna, lo hicieron descender Blázquez y Sánchez Albornoz y por lo tanto aquella hipótesis de trabajo debe quedar descartada y superada por los nuevos hallazgos. El problema queda planteado respecto a por dónde discurría este camino antes de alcanzar la posada de El Beneficio. Las opciones son tres, como hemos señalado en otra ocasión (Jiménez Guijarro, 2006 b), atendiendo al hecho de que entre La Fuenfría y El Beneficio media la serranía de El Castillo. O bien se enlazaba directamente superando el Collado de Roblelpoyo, o mediante un rodeo por el Oeste (El Jaralón-Peña Rubia) o el Este (laderas de El Castillo-La Paloma) de los altozanos de la mencionada serranía. Segovia.

Cualquiera de las tres posibilidades presenta similares problemas y un hecho común: la ausencia generalizada de evidencias arqueológicas.

El trazado que nos parece más lógico es el que desde La Fuenfría, y una vez superada la actual localidad de Cercedilla se dirige por la actual carretera de Los Molinos a Collado Mediano. Aquí el camino discurriría a media ladera y en el fondo de valle, habiendo sido alterado por diversas construcciones, y especialmente por la mencionada carretera y por el trazado del ferrocarril que enlaza Madrid y obstante, la propia configuración del edificio, el hecho de que, siendo una construcción de porte modesto -en su totalidad de mampostería- cuente con un destacado espacio termal y sobre todo la evidencia de que el edificio se encuentre estrechamente ligado a una vía empedrada, así como su propia ubicación o el hecho de que las millas de separación entre Segovia y Miaccum, señaladas por el Itinerario de Antonino, se cumplan aquí perfectamente, nos imposibilitan a ofrecer de momento otra interpretación para el enclave.

Figura 4.- Mapa sintético con la propuesta de desarrollo de la Vía XXIV del Itinerario de Antonio y el Divertículo de Talamanca.

La topografía y la ausencia de cualquier evidencia arqueológica invitan a suponer que cualquiera de los otros dos hipotéticos trazados resultan inviables, además, por los desniveles que deben superarse –obviando la lógica búsqueda del trazado longitudinal más acertado-.

Ahora bien, ¿podría haber cumplido el edificio de El Beneficio cualquier otra función distinta a la de una posada?. Honestamente, con los datos que poseemos creemos que no. Bien es cierto que la ausencia de excavaciones arqueológicas en posadas de cronología romana en nuestro país no nos ayuda mucho a la hora de establecer paralelos. No

Nuestra valoración no quita interés ni importancia a otros yacimientos. Lo digo específicamente por el caso de Monesterio. Alguno podría pensar en el hecho de que Monesterio hubiese sido la buscada Miaccum y entonces El Beneficio no fuese más que una mutatio dependiente de ella. Podría ser, y digo podría porque tan sólo el avance de las investigaciones en ese otro enclave podría arrojar algo de luz. Y digo podría porque no sería muy sencillo explicar la existencia de una mutatio y una mansio a tan escasa distancia, a no ser por su uso diferenciado. Y digo podría porque creo, honestamente, que de Monesterio está todo por decirse y demostrarse. Sin duda, y esto es algo que es importante tener claro, la zona de influencia de la finca Monesterio y el Puente del Herreño, estaban en relación directa con el tránsito de la vía romana que descendía desde Collado Mediano. Que esta fuese realmente la Vía XXIV es algo que sólo podemos certificar por la presencia de un fragmento de miliario, inequívocamente fuera de contexto: pocas golondrinas aún para determinar la existencia de una primavera, ¿no?.

Y por último, ¿cómo quedaría la configuración viaria en el contexto serrano a nuestro parecer atendiendo a los restos arqueológicos descubiertos?. En primer lugar debemos señalar, como ya hemos hecho en varias ocasiones (Jiménez Guijarro, 2006 a; 2006b; e.p.) nuestro convencimiento acerca de que la Vía XXIV fue un camino de segundo orden, bastante distante de lo que se tiene certeza que fueron los caminos principales del mundo romano en la provincia hispana. Es nuestra creencia además que el paso de esta vía de enlace entre la Meseta Norte y Sur, esto es, enlazando las cuencas del Tajo y del Duero, debía articularse en un panorama viario algo más complejo que lo definido hasta la actualidad. A modo de hipótesis no nos extrañaría, por los restos conservados en otros contextos geográficos, la existencia de un divertículo de enlace Este-Oeste y que uniese los territorios occidentales y orientales y los municipios en ellos comprendidos. Así, la red viaria romana quedaría definida, de un modo general, en el contexto del Norte de la Comunidad de Madrid de una forma más completa y articulada en torno al discurrir de las grandes cuencas fluviales atendiendo a su potencialidad económica: minería (cobre, plata, oro y piedra –granito y gabarro principalmente-) y pastos en el extremo centro-occidental y agricultura y piedra (caliza) en el oriental.

Sin muchas evidencias al respecto hemos pensado alguna vez en una vía que enlazase

Complutum con un hipotético camino hacia la Meseta Norte a través del puerto de Somosierra. Tan sólo la latinidad del término, un hallazgo monetario, aún inédito, en las inmediaciones de Somosierra, y la notable concentración de enclaves romanos en el espacio de influencia del curso medio y alto del Jarama nos permiten mantener esta hipótesis. La existencia de esta vía justificaría la necesidad de un divertículo que, bordeando la pre-sierra del eje Guadarrama-Somosierra, enlazase Collado Mediano –y la Vía XXIV- con Talamanca del Jarama. El divertículo meridional correspondería con la Vía XXIX –que enlaza la Lusitania con Zaragoza pasando por Titulcia-.

Titulcia debió ser mansio importante puesto que era nodo de las vías XXIV, XXV y XXIX. Titulcia se encontraba, si los datos del Itinerario pueden tomarse con cierta fidelidad, a 24 millas de Toletum y Miaccum respectivamente, a 30 millas de Complutum y 18 millas de Vico Cuminario. Miaccum pasaría a ser de este modo una parada más en un camino alternativo para alcanzar Caesaraugusta.

Si atendemos al criterio romano no sería difícil establecer la posibilidad de que su trazado viario hubiese sido establecido atendiendo al cuadriculado damero basado en ejes principales de orientación Norte-Sur y Este-Oeste, aproximados. Este planteamiento se asemeja a nuestra propuesta en la que, lamentablemente sólo contamos con los datos del Itinerario de Antonino, pero que aún así es de notable interés. Cabe suponer, aunque sea mucho suponer, la existencia, en la cara segoviana de la Sierra de Guadarrama, de un trazado paralelo al desarrollo de la sierra y por ello paralelo también a nuestra propuesta de divertículo en las inmediaciones de Collado Mediano y con evidencias en las tierras colmenareñas (Colmenarejo et alii, 2005). Este ramal, suponemos que también secundario, discurriría con un trazado similar al de la actual Nacional 110 y vendría corroborado por los abundantes restos arqueológicos localizados en los últimos años en su ámbito de influencia.

Es por ello que, aun sin ser demasiado original, mantenemos la necesidad de seguir trabajando y profundizando en el análisis de la red viaria romana como una malla organizada tejida sobre los conocimientos geográficos, más o menos precisos, del momento. En cierto modo esta filosofía subyace en la teoría de los empalmes de Arias (1987) y en cierto modo se intuye en el mapa sintético realizado por Roldán. A nuestro modesto modo de ver

sería importante dejar de lado las cuestiones personales y personalistas respecto a mansiones y trazados viarios y trabajar (científicamente, no con la lengua) en la búsqueda y comprensión de las cuestiones económicas (zonas de explotación y productos explotados, por ejemplo) que subyacen al establecimiento de una red viaria compleja.

Languilla, Noviembre de 2006

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Titulcia, un enclave arqueológico aún por conocer Lorenzo Galindo San José Vicente Marcos Sánchez Sánchez-Moreno Arqueoestudio S. Coop.

Esta publicación viene motivada por la realización en el año 2005 del proyecto "Estudio sobre el patrimonio arqueológico en el término de Titulcia", trabajo promovido y encargado por la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, que incluía entre otros aspectos la prospección intensiva

del término municipal, la revisión de las Áreas de Protección Arqueológica de las Normas Subsidiarias del año 2000 y el diagnóstico del Patrimonio Arqueológico enfocado a su posterior conservación y difusión, trabajo que continuaba y ampliaba el realizado en el año 2001 de "Revisión de la Carta Arqueológica del Termino Municipal de Titulcia", llevado a cabo por el mismo equipo.

La existencia de restos arqueológicos bajo la actual ciudad de Titulcia es conocida desde antiguo, como atestigua la amplia bibliografía existente sobre el tema. Los resultados de las actuaciones realizadas verifican esta existencia, permitiéndonos

conocer algunas características de la ocupación histórica de la ciudad. Bajo el actual casco urbano de Titulcia y en el entorno próximo, se localiza un yacimiento arqueológico de grandes proporciones, que cuenta con varias fases cronológicas. Evidentemente su localización, delimitación y caracterización cronológica, cultural y tipológica, vie

Foto 1. Vista general del casco urbano de Titulcia

ne condicionada por la dificultad que conlleva su ubicación bajo una zona urbanizada, donde la mayoría de la superficie se encuentra construida, asfaltada, o bajo una nivel de relleno (escombros o basura) de cronología contemporánea. Aún así son numerosos los restos materiales y evidencias que hemos podido documentar en diferentes puntos del casco urbano y en las zonas colindantes.

El núcleo de poblamiento del territorio que compone el término municipal de Titulcia, lo constituye el espolón situado entre los ríos Jarama y Tajuña, emplazamiento del actual casco urbano. La elec

Fotos 2 y 3 Vistas generales de las nivelaciones realizadas en la parte sur del cerro

ción de este emplazamiento viene motivada por una serie de factores, principalmente naturales: buena visibilidad del territorio colindante, una delimitación natural del espacio urbano y una fácil defensa del mismo al contar con escarpes naturales, y dominio de las vegas, así como, la cercanía a rutas naturales de comunicación, como sin duda serían los amplios valles de los ríos. Es aquí donde se han documentado las cerámicas más antiguas del municipio, adscritas a la Edad del Bronce. La existencia de un oppidum carpetano en el espacio superior del espolón se encontraría atestiguada por una serie de evidencias localizadas principalmente en la parte más elevada del cerro, así

como en la zona norte y noreste. Los restos delimitan un espacio comprendido por el Cordel de la Tranquila por el norte y nordeste, hasta alcanzar la Cañada Galiana, los limites naturales del cerro por el oeste, y las calles Palomar y Mirador por la zona sur. Dentro del casco urbano se han documentado varios perfiles en los que se diferencian estratos arqueológicos de este periodo, sobre los que posteriormente se realizaron viviendas rupestres, actualmente abandonadas, que han perdido en algunos puntos la parte construida exterior, y el revoco de las paredes, dejando al descubierto niveles de cenizas y arenas, con abundantes materiales cerámicos de esta cronología, caracterizada por la docua la altura de la calle Mirador, que defendería el acceso por esta ladera, que junto con la ladera este, son las únicas accesibles. La existencia de numerosas viviendas excavadas en la roca, hoy día visibles, ha motivado la propuesta por algunos autores (URBINA, D., 2002) de su origen carpetano, principalmente aquellas localizadas en la ladera norte del cerro. Aunque como hemos mencionado anteriormente, aquellas actualmente accesibles y que presentan una estratigrafía asociada se encontrarían cortando a niveles de este periodo y por lo tanto serían de momento posteriores.

mentación de fragmentos con decoraciones pintadas de tipo geométrico y estampilladas, así como bordes de pico de pato. En los terrenos sin edificar, localizados al norte y noreste del casco urbano, con el límite de la Cañada Galiana, zona con protección de Reserva Arqueológica, encontramos también abundante material cerámico en superficie con las mismas características que las anteriormente descritas, así como restos de adobes. No son tantos los ejemplos inmuebles existentes, debido a la ocupación urbanística masiva y sin control que se realizó desde los años ochenta. El único resto inmueble de estos momentos corresponde con un paramento que interpretamos como parte de una muralla localizada en la ladera sur del cerro,

Por tanto este yacimiento debemos de ponerlo en

Foto 4 Vista del interior de la "Cueva de la Entrada"

relación con los yacimientos en altura de la segunda edad del Hierro de la Comunidad de Madrid como Cerro Redondo (Fuente del Saz del Jarama), el Llano de la Horca (Santorcaz) o el Cerro de la Gavia (Madrid). De este mismo momento se ha localizado otro yacimiento que se encontraría a una distancia de 900 m. lineales, en la margen izquierda del río Jarama en los límites de su plataforma de inundación. De éste sólo conocemos la presencia de abundantes restos cerámicos que presentan los mismos rasgos crono-culturales que los documentados en el castro, no pudiéndose interpretar la finalidad del mismo, pudiéndose tratar de necrópolis o hábitat en llano.

El estudio del espacio urbano de época romana es el que más datos aporta. La ubicación e identificación de la Titulcia Romana es un tema de debate antiguo, que en la actualidad no se encuentra resuelto. Son numerosas las publicaciones sobre los hallazgos realizados tanto en el propio cerro como en sus cercanías, destacando sobre todo las referentes a la epigrafía y en especial al llamado "Arco o Monumento de Ciempozuelos" (CABALLERO ZOREDA, L., MARINÉ, M., 1982-83, MARINER BIGORRA, S., 1983 y STYLOW, A. U., VON HESBERG, H., 2004). Por medio de este trabajo no pretendemos resolver la controversia, sino tan sólo apuntar la existencia de un núcleo urbano de épo

dum carpetano que sólo utilizaba la parte superior del cerro, llegando a ser, incluso, mayor que en la actualidad. La elección de esta ladera para el desarrollo urbanístico tiene grandes ventajas en las condiciones de habitabilidad, como son el mayor número de horas de insolación y una protección de los vientos fríos del norte. De momento poco se puede decir de la jerarquización urbana y de su estructura interna.

ca romana de gran importancia, según indica el registro arqueológico, debajo de la actual Titulcia. Así la documentación de calles, casas rupestres y una puerta de acceso, conforman este núcleo que, como veremos más adelante, vértebra un espacio geográfico colindante. El desarrollo urbano en estos momentos genera una transformación del espacio muy importante, principalmente mediante la realización de aterrazamientos en la ladera sur del cerro, con el fin de poder ordenar los diferentes espacios en planos horizontales, a diferentes alturas y la generación de calles, que permiten la utilización urbanística de toda la ladera, ampliándose de esta forma el espacio urbano respecto al oppi

Como decíamos, la planificación urbana en época romana se ha ideado mediante la generación de espacios aterrazados o nivelados, para los cuales sean realizando rebajes en la roca del cerro, sobre

Foto 5 Puerta excavada de acceso desde el río Jarama

los que se construyen los viales o calles. Este modelo urbanístico se ha documentado al pie de la ladera sur. El abandono de estos viales urbanos han tenido como consecuencia la formación potentes rellenos con materiales de cronología romana, de los siglos I y II d.C., donde destaca la aparición de restos de estucos de pintura mural, junto con abundantes restos constructivos y cerámicos, destacando la presencia de Terra Sigillata Hispanica alto imperial y cerámicas comunes romanas.

Otra de las característica principales es la existencia de arquitectura rupestre, bien atestiguada en algunas ciudades romanas asentadas sobre anti

guos oppida celtibéricos. Los ejemplos de este tipo de arquitectura los encontramos en ciudades como Tiermes, Iruña, Roa o Valeria. Arquitectónicamente se puede dividir en dos tipos: arquitectura rupestre retallada, en donde se realiza la base de los suelos, cimientos y arranques de las paredes tallándolas en la roca; y la excavada, en donde los espacios son excavados en las laderas de los cerros, principalmente habitaciones y corredores que pueden presentar hornacinas y lucernarios igualmente tallados en la roca. A este último tipo de arquitectura rupestre corresponden las casas documentadas en la parte norte de Titulcia ("Cueva de Vascos", "Cueva de la Mora" y "Cueva de la Entrada"), así so, que permitiría el paso desde el río Jarama (desde la zona baja del páramo) hasta la zona alta del Cerrón.

como muy posiblemente las documentadas en la parte inferior del cerro, en su ladera sur, casas que tendrían los accesos desde los viales retallados.

En relación con este enclave arqueológico, se ha documentado también una posible puerta o accea la localización de algún tramo de vía muy deteriorada a la altura de Madrid, debajo del Antiguo Camino de Torrelaguna (REDONDO GÓMEZ, E et alli, en prensa), durante la excavación puntual del yacimiento arqueológico del Guijo, que uniría todo el conjunto de yacimientos rurales de esta crono

Foto 6 Foto área con circulo en torno al que se distribuyen los yacimientos sincrónicos

Este acceso aprovecharía un posible paso natural por un cortado, que habría sido ampliado y adaptado mediante la excavación en trinchera con sección cuadrangular en su tramo superior, que tendría la función de suavizar la pendiente, mientras que la parte inferior, que arrancaría desde el valle hasta enlazar con el tramo superior, se construiría utilizando la técnica del terraplén con muro de contención, desde aquí se enlazaría con la posible calzada que recorrería el valle del Jarama, debido

Fotos 7 y 8 Vista de la vía documentada en las cercanías de Titulcia

logía localizados entorno al río. El acceso en su parte superior se bifurca en dos, siguiendo uno de los tramos en el Cordel de la Tranquila, y el otro se dirige hacia el sur, con dirección hacia el pueblo. En este último camino, en los laterales se han documentado amontonamientos de piedras y cantos, y en menor medida restos de adobe y ladrillo que podrían corresponder con un cierre murario, además, en el entorno se observan perfiles que presentan abundante material cerámico, mayoritariamente carpetano y estructuras talladas en la roca.

Este núcleo urbano de época romana, situado debajo de la actual Titulcia, actúa de punto focal del territorio circundante, articulándose entorno a él los demás yacimientos de cronología romana localizados en el municipio ("Casa del Campanario", "El Butarrón", "Chozos Bajo", "Los Arenales", "La Encomienda" y "Soto del Hinojar") y que, a priori, tendrían una funcionalidad rural. Todos estos yacimientos son sincrónicos y se distribuyen en torno a un círculo (con centro en el espolón donde se emplaza la ciudad) de aproximadamente 1.170 m. de radio estando, en la mayoría de los casos, separados unos de otros por la misma distancia. Estos datos nos atestiguan una planificación del territorio circundante.

Los enclaves rurales documentados se sitúan sobre llano, en su mayoría en las cercanías de las riberas de los ríos Jarama y Tajuña, siendo aptos para la explotación agropecuaria de las fértiles vegas, con tamaños que oscilan entre 3 y 10 hectáreas. El yacimiento "La Casa de la Encomienda" parece tener características diferentes al resto por el abundante material latericio, principalmente fragmentos de ímbrices, y por su cercanía a una vía romana, que han dado pie a pensar que este correspondería con una necrópolis hispanorromana o con un centro industrial de material constructivo.

La documentación de materiales cerámicos de época visigoda en la mayoría de los yacimientos, nos demuestra la existencia de una continuidad en la explotación del medio rural y del centro urbano. En cuanto a los viales, se localizó en la vega de la margen derecha del río Tajuña, al oeste del casco urbano de Titulcia, un espacio excavado en trinchera en una pequeña elevación que delimita la zona de vega, cuyas dimensiones son de 52 m de largo y 29 m de ancho, con orientación SW-NE y que interpretamos como parte de una calzada de época romana, realizada con una técnica habitual en la construcción de estas vías para salvar pequeños collados (MORENO GALLO, I, 2004) y que compartiría características con el tramo superior del acceso existente desde "El Cerrón" hasta la ribera del río Jarama. Este tramo enlazaría con una antiguo camino que vendría por la margen derecha del Tajuña desde el casco urbano de Titulcia y que parece continuar hacia el actual municipio de Chinchón.

La documentación de esta vía, la fosilización de caminos históricos como la Cañada Galiana y el Cordel de los Manchegos, así como su situación privilegiada en la unión de los ríos Jarama y Tajuña hacen de este municipio un nudo de comunicación importante desde época antigua, haciendo del enclave del Cerrón un lugar idóneo para controlar las vías de comunicación del espacio sureste de la región de Madrid y que articularía el territorio de esta ciudad.

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