"El Beneficio": una ya vieja alternativa para Miaccum Jesús Jiménez Guijarro Director Servicio de Arqueología de Collado Mediano Técnico Fac. Museos- Subdirección General de Museos (Comunidad de Madrid) jesus.jimenez.guijarro@madrid.org Desde hace más de un siglo las pesquisas de numerosos investigadores, de nada dudoso comportamiento acientífico, del mundo romano y especialmente de sus vías de comunicación pusieron su centro de atención en la Sierra de Guadarrama. La razón es de sobra conocida por todos: la búsqueda del pretendido paso de la calzada romana desde Segovia hacia Miaccum…dondequiera que ésta se encontrase ésta última y dando por supuesto que Segovia se encontraría sino en el mismo solar de la actual ciudad castellana, sí en sus proximidades. Sin duda las pesquisas por estas tierras madrileñas tuvieron mucho que agradecer a los hallazgos epigráficos realizados en las cercanías de Villalba y publicados por E. Hübner (1869). Desde los primeros, y en cierto modo –pese a su modestia- espectaculares, hallazgos de Blázquez (digamos a guiño de humor ‘El Viejo’, como cariñosamente nos enseñó ese otro gran investigador que comparte su mismo apellido) en torno a la localidad de Cercedilla, las claves de la investigación giraron en torno a la resolución del enigma de Miaccum, al menos una vez parecían bastante claras las correspondencias de Cauca, Segovia y posiblemente Complutum, como acabamos de ver. Dos fragmentos de miliario, ajados y maltrechos por el tiempo –también se intuye que por la mano impía del hombre-, sirvieron para dotar de una cronología ‘indudablemente’ (entonces al menos) romana a un buen tramo de vía empedrada que discurría por la Fuenfría procedente de las tierras segovianas y que, aparentemente, descendía hacia las tierras madrileñas por esa localidad de Cercedilla para dirigirse hacia los predios de Collado Mediano (Blázquez y Sánchez Albornoz, 1920). No muy lejos en el tiempo de las pesquisas de Antonio Blázquez, el modesto cura párroco de Collado Mediano descubría, por el azar que tantas veces acompaña a la arqueología, las ruinas de lo que parecía ser evidente muestra de la antigüedad (Jiménez Guijarro, 2006;e.p.). Pero la mofa de la Historia roba protagonismo a quien lo merece y a
nº 3, diciembre 2006
veces se lo da a quien no lo busca –o tampoco presenta méritos para ello-, y así, tratando el párroco de San Ildefonso de buscar más ciencia que la del Seminario, recurrió a la docta Academia de la Historia a quien, puntual y cumplidamente, comunicó el hallazgo arqueológico realizado en el municipio serrano, al tiempo que solicitaba a los ‘mineros de ocasión’ que desistiesen, no ya en su extracción de ‘gabarro’, sino también en su búsqueda de un tesoro que se resistía a comparecer. Y la burla que señalábamos llegó cuando la dicha carta, por error en el destinatario, no llegó a quien debía llegar y durmió el sueño ajado de los justos en un anaquel de aquella sabia Institución hasta 1997. En aquél año, los trabajos de reorganización –digamos también de revitalización- de la Real Academia de la Historia llevados a cabo por Martín Almagro Gorbea, permitieron que aquella carta, sencilla y aparentemente inútil, viera la luz (Maier,1998) y que empezase una de las historias más rocambolescas, y en parte divertidas (también con sus cruentas dosis de humor negro), que ha vivido el autor de estas líneas. Mientras tanto, otro investigador de docta pluma y cristalina y sabia visión de la temática de la caminería romana –también buen y paciente caminante-, se percataba de las posibilidades que ofrecía un municipio como Collado Mediano (Arias Bonet, 1987). Así fue como, también por azar (no en vano seguía otra pista… como suele acontecer en tantas ocasiones al arqueólogo de campo), Gonzalo Arias redescubrió (por segunda vez) el yacimiento de El Beneficio. A la vista de los restos no dudó en elaborar y publicar la escueta hipótesis de que aquella ruina sencilla, no muy alejada de lo que se creía fue la calzada que Saavedra denominó XXIV en su estudio del Itinerario de Antonino, pudiese ser la buscada Miaccum. Negro sobre blanco quedó el lance y El Beneficio se sumió, de nuevo, en el sueño de los laureados. Mientras tanto, con el paso del tiempo y el barrunto de los laureles de la gloria, Miaccum había sido establecida, a capón, en las inmediaciones de Madrid, cerca de la Casa de Campo por la similitud
El Nuevo Miliario
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