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Los Congresos Internacionales de Caminería: el paradigma de la diversidad

VIII Congreso Internacional de Caminería Hispánica (Pastrana, junio de 2006) y Actas del VII Congreso Internacional de Caminería Hispánica (Madrid – París, 2004), edición en CD-Rom del Ministerio de Fomento, Madrid, 2006: crónica y comentario

Con un calor en la calle que derretía las ideas, y un frío polar en la sala impropio de estos tórridos veranos del siglo XXI, tuvo lugar, fundamentalmente en la entrañable sede primigenia de Pastrana, la VIII edición de los Congresos Internacionales de Caminería. Ante todo, por tanto, un hecho es digno de destacar: que el empeño capitaneado por Manuel Criado de Val en los primeros años 90 alcanza ya la muy notoria cifra de ocho ediciones y, poco a poco, ha acabado por ser un foro distinto para los camineros. Sin embargo, el paso del tiempo, que ha contribuido a engrandecer el prestigio (y el tamaño…) de estas reuniones bienales, ha perpetuado también algunos de sus defectos, en particular la enorme dispersión temática de las comunicaciones presentadas. Afortunadamente, hace ya años se optó por fragmentar las mañanas de los congresos camineros y, de este modo, la subdivisión en diferentes comisiones consagra como compartimentos estancos los variados temas centrales en que se organiza el Congreso, lo que hace de las sesiones matinales un ir y venir de congresistas de una sede a otra, para coincidir tan sólo en las vespertinas sesiones.

Concebido como un congreso a la manera tradicional, con comunicaciones de variado pelaje, sucesión de actos públicos y recepciones de autoridades, programa de acompañantes, etc., el foro caminero se movió un año más por aquellos terrenos en los que se encuentra a gusto, con una especial presencia de la llamada "caminería literaria", abanderada por los filólogos de los que partió la idea original de organizar estas reuniones. Entre ellas se encuentran, sin duda, algunas comunicaciones realmente notables, como la ponencia inaugural, a cargo de Manuel Criado de Val, en la que se trató de establecer el hiato entre la arqueología y la caminería, o la leída por David Darst acerca de "San Agustín, Santo Tomás, y el Camino a Dios en la poesía de Fray Luis de León".

El congreso, en fin, incidió en otros aspectos quizás algo alejados de la temática de El Nuevo Miliario, aunque sin duda es justo resaltar algunos trabajos de gran nivel, como el presentado por Cecilia García Antón en torno a los habitantes de los caminos (arrieros y bandoleros), el de Robert Fiore titulado "La postura metafísica y política del auto sacramental", el de Ioannis Kioridis centrado en "Ciudades e itinerarios en el Cantar del Mío Cid y Diyenis Akritis" o el de Dolores López titulado "El lenguaje publicitario: el camino de la aculturación". Sirva, en fin, esta breve reseña de media docena de comunicaciones notables para evidenciar, de paso, la variada temática de este foro.

No obstante, la sección que más se acerca a la temática de esta revista es, sin duda, la denominada "Caminería física" a la que, como siempre, se incorporaron algunas comunicaciones apreciables, entre ellas varios trabajos sobre vías romanas y, en particular, dos sobre la célebre vía per loca maritima, presentados por Rosa Franco y Raúl Villanueva (que contribuye en este número de El Nuevo Miliario con un resumen de sus planteamientos), y uno acerca de la vía romana entre Castulo y Mentesa Bastia, de Martín Jiménez. Hubo, además, una conferencia realmente memorable a cargo del profesor José María Blázquez quien, con su inconfundible estilo, dictó una charla magistral sobre "Puertos y calzadas en la Hispania romana".

En épocas posteriores se centraron Pablo Guerra, que habló del Camino Real de Segovia, Elisa Álvarez Llopis y Esther Peña, que disertaron acerca del camino medieval entre Laredo y Burgos, o Sonia Fernández, que contribuyó con una visión de la evolución de la ciudad de Madrid a partir de la red viaria desde época romana hasta los últimos anillos de circunvalación. La caminería cervantina, en fin, tuvo también su hueco, ocupado por nuestro colaborador Jesús Sánchez Sánchez y por Justiniano Rodríguez Castillo, del mismo modo que hubo espacio para las cañadas y su relación con la toponimia y los caminos romanos, en concreto en las zonas de Soria (presentada por Darío Álvarez) y Guadalajara (con dos contribuciones de José Ramón López de los Mozos y José Antonio Ranz).

El Nuevo Miliario, por su parte, más que contribuir al congreso consiguió hacerse un hueco para hacer un resumen sobre la "Historiografía de las vías romanas en España: de los orígenes a El Nuevo Miliario" (que estará disponible en la página web de la revista próximamente), que sirviera a la vez de puesta al día de los estudios precedentes y de presentación en sociedad de la nueva revista, y quiere agradecer al profesor Criado de Val y a la organización del Congreso el haber abierto un hueco para nuestra revista en el programa de comunicaciones.

Hubo, por qué no decirlo, algunas intervenciones anómalas, como la de Dolores Borrell que, no se sabe bien si por falta de tiempo o de definición de objetivos, se limitó a dar unas pinceladas someras y difusas, como de aficionado a estas cosas, acerca de un asunto que, sin duda, daba mucho más juego ("Vía Augusta, Ciudades Mediterráneas, y Orden Político de Roma en Hispania"), o la dadaísta exposición de Gregorio Paniagua, que cerró una de las jornadas, con una intervención titulada "Ya por aquí no hay camino, que para el justo no hay ley (con interpretación directa al violoncello)", cosa ésta última que, ciertamente, se produjo, para estupefacción y asombro de los presentes.

Paralelamente, tuvo lugar la presentación de las Actas del Congreso anterior, celebrado en 2004 en Madrid y París y editadas (felizmente) en CD –Rom, circunstancia que, por cierto, suscitó la surrealista crítica de algún congresista, que anunció su intención de no presentar su comunicación para su edición dado que no iba a salir en papel. La edición ha estado esta vez a cargo del Ministerio de Fomento, a través del CEDEX. Conocidas las intervenciones desde el anterior congreso, llamamos la atención ahora tan sólo sobre alguna de ellas, como la aportación sobre calzadas de Lusitania debida a José María Álvarez Martínez y Trinidad Nogales, el estudio sobre la red viaria romana en el entorno de Gaucín (Serranía de Ronda), a cargo de Salvador Martín de Molina, la exposición sobre caminos de época moderna en el guipuzcoano barranco de Aritzaga (de Fermín Leizaola), el trabajo sobre la construcción del Canal del Manzanares (de María Teresa Fernández Talaya), o la exposición acerca de Roncesvalles como encrucijada en las andanzas de Carlomagno, debida a Caridad Rosa Posada, y que aborda temas similares a los tratados por Guillermo García Pérez en el número inaugural de El Nuevo Miliario. Cabe, en fin, destacar también la contribución de Enrique Gozalbes sobre los estudios de las vías romanas en España, que aporta una visión distinta a la modestamente ofrecida por quienes hacemos esta revista en el Congreso celebrado en 2006.

A pesar de la enorme dispersión que caracteriza la temática de estas reuniones, y lo difícil que resulta seguir un congreso de tamañas dimensiones para quienes limitan su interés a aspectos muy concretos de la caminería, es preciso concluir que, con el tiempo, la mayor aportación del profesor Criado de Val a la historiografía de los caminos no ha sido agrupar los diferentes estudios bajo el neologismo de la caminería, sino reunir a muchos estudiosos en un foro con periodicidad fija y con algunas intervenciones realmente notables.

C.C.

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