Pluma y murmullos

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Miguel Varea: pluma y murmullos La primera visión que tengo de Miguel Varea (Quito, 1948) se remonta a finales de los años sesenta, cuando, a la distancia, contemplé a un muchacho con apariencia de hippie (delgado, pelo rubio tan largo que le llegaba hasta los hombros, barba, pantalón acampanado, chompa de cuero y un cigarrillo en los labios) que caminaba por la avenida Amazonas, con una enorme carpeta bajo el brazo, en que tal vez llevaba a alguna galería sus primeras obras. Después, muchos encuentros y una admiración creciente por su talento, su mordacidad, su ironía, pero, sobre todo, por su incesante, febril creación, su trazo exacto, su alfabeto casi indescifrable y su insobornable autenticidad humana y artística. Su casa está en Sangolquí. Y en ella (con un jardín en el que se nota el amor por las plantas, una decoración interior cuidada al detalle en que se mezclan piezas arqueológicas con coloniales y muebles de una madera pesada, antigua) tiene Miguel su taller y, sobre él, por una entrada independiente, se accede al de su mujer, Dayuma Guayasamín,1 también pintora y, además, diseñadora. Los dos espacios destinados al trabajo creativo de cada uno son amplios, generosos en luz… y desordenados, como corresponde. Las charlas con Miguel se sucedieron en el ámbito propio del artista, entre muchos cigarrillos e innumerables cafés. La primera tuvo lugar en mayo de 2012 y fue publicada en el Nº 361 de la revista Mundo Diners. A ella siguieron muchas otras, que son las que aquí se recogen. He pretendido que sea su voz la que se escuche, con sus giros, sus inflexiones, sus juegos de palabras, sus artificios y su personalísima construcción, todo lo cual contribuye a que la narración tenga un sello de autenticidad y, además, esté impregnada de ese desparpajo tan propio suyo. Este libro quiere ser, pues, un homenaje a un poeta de la vida y de la línea. ¿Un poeta maldito? Quizás el último que queda… Francisco Febres Cordero

1Dayuma

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Guayasamín, hija del pintor Oswaldo Guayasamín y de la artista y escritora Luce DePeron.






1 No me importa la trascendencia. No me interesa ese asunto. A mí me interesa hacer. El proceso que tenga el espectador con la obra no depende de uno. De todo lo que he hecho, hay ciertas obras que me dan curiosidad de saber, por lo menos, dónde estarán, qué se habrán hecho. Hice una vez una agenda en que llené cada hoja con distintos dibujos, en total son 365 dibujos. ¿Quién la tendrá? ¿Qué pondría yo en esa agenda? Tengo tanta obra, que me desespero para que se la lleven (vendida, claro). Y sigo haciendo. Tengo llenos los cajones con huevadas mías. La obra que hago para las exposiciones es otra, muy aparte de la que trabajo a diario. Me encanta llenar cuadernos y cuadernos y cuadernos con dibujos, con pensamientos, con frases. Pero todo es caótico, sin ilación, como me va saliendo. Y así mismo es la vida, no tiene mucha ilación. Eso me ha de quedar del colegio, de los cuadernos de deberes. A mí me sacaban todo el tiempo de las clases porque me pasaba dibujando en los cuadernos. Yo paso trabajando. Entro al taller tempranito, cuatro o cinco de la mañana, pongo música, leo y trabajo. Se va acumulando la obra y llega un rato que tienes que confrontar con la gente eso que has hecho. Si no, ¿para qué? Siempre hago caso a los comentarios, a la crítica. Eso es fundamental. Es un apoyo que no tiene nombre.

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2 Éramos seis hermanos, dos han muerto: María, a los 12 años, y Jorge, a los 37. Vivíamos en Quito, en la calle Manuel Larrea, en una casa de la cual a los dos años me caí desde el segundo piso. Me contaban que estaban pintando la fachada y yo había agarrado el corral donde dormía, que tenía unas paredes sacables, como escalera. Me subí a la escalera, se viró y me fui abajo. Me decían que había estado muerto dos meses en el Hospital Militar. Solo dizque movía un pie, nada más. El doctor Augusto Bonilla fue el que me salvó. Pero desde ahí quedé rayado. Y mi hermano Jorge, el que murió a los 37 años, se cayó de un tapial a los 12 años y se fracturó el cráneo. Eso sí me acuerdo clarito porque yo ahí tenía 15 años.

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3 Quiero irme a vivir a la playa. ¡Chuta el sol, la solachera! Me gusta la playa. La primera vez que vi el mar fue en Salinas. Mi hermana alquiló un cajón de cómics y pasábamos templados en la playa, leyendo. Yo soy blanco y ahí me dio una insolación que casi me muero de la ampollería. Creo que nosotros fuimos los descubridores de Atacames, en el 66 o 67, por ahí. Era el paraíso. No había nada. Después hicieron Los Bohíos, que era un galpón de madera, y el hotel Tahití. En el año 69 mi prima se compró una casa en la roca, donde antes era la bocana del Morro. Yo a los negros Estupiñán les conozco desde guaguas. Había también un decimero ciego. ¡Qué bestia que era ese viejo! Una vez estábamos con la Dayuma y salimos a caminar por la playa. Regresamos a la casa (que era del papá de la Dayuma, del Guayas) y resulta que alguien se había robado la filmadora de la Yanara, hermana de la Dayuma, y no sé cuánta plata de la otra hermana, la Shirma. Las dos estaban hechas un brazo de mar y le achacaron el robo al cuidador de la casa. Entonces le llevamos al cuidador donde el teniente político y todo el pueblo iba atrás nuestro, increíble. Yo le digo al teniente político oiga, guárdele a este ladrón, y el teniente político me mete un empujón y me dice oye hijueputa, qué te pasa si ese que dices que es ladrón es mi hermano. Una vez, con el Ramiro Jácome,2 alma bendita, estábamos ahí ya plutos con los Estupiñanes y el Cua-Cua, un bartender que era pura labia. Un serrano paseaba cerca de la orilla en un bote de caucho con motor, se vira, se cae el motor y se pierde. El serrano ya lloraba y ofreció una recompensa al que encontrara el motor y lo sacara. Todo el mundo se zambullía y nada el motor. A las cinco de la tarde, el Clodoveo dice voy a sacar el motor, se zambulle y lo saca, le entrega al serrano y el serrano no le da la recompensa. Entonces le quitamos el motor y el Cua-Cua le fue a botar mar adentro, donde ha de estar hasta ahora. En ese entonces no había droga en Atacames. Había que ir a la ciudad de Esmeraldas para conseguir. Un amigo, el Byron, fue a preguntar en el parque y se fue con un negro adentro, a un barrio, y no regresaba. El Gustavo, el Fabián y el Iván querían ir a buscarle y yo les decía no, locos, aguanten. Y ya sería como las seis, cuando pasa un negro, nos bota un teque y nos dice esto les manda su pana. Después asomó el Byron y ahí sí nos dimos a la fumadera. 2

Ramiro Jácome, pintor.

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4 Una vez, en uno de mis cuadernos que guardo, encontré esto que escribí, pero cuándo también sería: SERA DENMENDAR SERA DE TOKAR FONDO SERA DE DEJAR DESKAMPAR SERA DE MOJARSE UN POKO SERA DE TOMAR KONCIENCIA SERA DE PEGARSE UNA PERRA SERA DE TOMAR DESINFLAMANTES SERA DE ROGAR SERA DE DROGARSE SERA DE DESINTOXIKARSE SERA DE TOMAR AGÜITA DE ALGO SERA DE AYUNAR SERA DE ABSTENERSE SERA DE SALIR O SERA DE KEDARSE KE SERA KE MISMO SERA

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5 Por Varea y por Maldonado mis orígenes son latacungueños. Aunque nunca viví en Latacunga, sufrí el avasallamiento en la escuela por ser latacungueño, aunque yo y mi hermano menor nacimos en Quito. Mis papás se han de haber conocido en Latacunga, pero terminaron saliendo de esa ciudad porque allí no había nada que hacer, me imagino. Mi abuela materna era Miño Tapia. Mi abuelo, Maldonado Toledo. La casa de mi bisabuela por el lado de mi papá, Michita Terán Enríquez, es adosada a la iglesia de Santo Domingo y ahí mi abuela oía misa por una ventana. La casa de mi abuela era enorme, con patio interior y terraza. Mi abuela tenía molino de granos, una belleza. Subías a un altillo de madera donde estaba la cebada y abajo estaban las piedras del molino encerradas en una estructura de hierro y por ahí salía una banda que iba a enroscarse al otro lado en una más chiquita. Eso se accionaba con electricidad y entonces, ¡hijueputa! En la casa, mi abuela vendía fósforos, tabacos Full dorado, quesos que hacía ella, bizcochos, todo. Un sábado nos colgamos de un cabresto que usábamos como liana de Tarzán, decir que del molino se zafa la banda y mi hermano sale disparado y se estampa contra la harina y casi se saca la barriga. Latacunga es preciosa, yo no sé por qué le berrean. Ahora voy a veces nomás. Yo andaba en una carreta jalada por caballos que manejaba el Pichirilo, un runa que te chantajeaba en plata para dejarte conducir. Cuando mis papás se iban a la Yoni nos dejaban tres meses de vacaciones en Latacunga. Alpamala era una hacienda de mi familia. Yo creo que esos cuadros vacíos que tengo vienen de mis recuerdos de Alpamala, que era un desierto inmenso.

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6 Yo huyo de cualquier tipo de reunión. No es para mí. Hablaban en el colegio del compromiso social, de regalar a los pobrecitos, pero yo siempre, desde guagua, he estado aparte. Pavor a la escuela, al colegio, al grupo en que renuncias a tu individualidad y pasas al acolite de la colectividad y ahí te anatemizan si no haces lo que hace el grupo. Yo era considerado un extraño cuando me dejé el pelo largo, era heroico tener el pelo largo. Una vez estaba en Guayaquil y llegué a la casa de mi tío, que era militar, general, alma bendita. Entonces salí a cargarme de base, bastante, y me pasé la noche haciendo las pistolas de maduro con queso y les puse en una cajetilla. Al día siguiente voy al aeropuerto para regresar a Quito y estaba tomándome un café con mi tío y saco un tabaco. La cuestión es que saco también la otra cajetilla, la de los maduros, y me olvido sobre la mesa. Me fui a esperar que llamen al avión y empecé a oír un rumor que decía al hippie de café, al hippie de café y yo estaba de café y vienen dos gorilas y me cogen para llevarme a guardar a la cana y me sacan afuera, al jeep, y en eso pasa otro militar y dice ques pues, ¿al sobrino del general le estarán llevando? Y entonces los tombos me sueltan y me dicen chucha, ahí te quedas, marica. ¡Me salvé! Si no en Guayaquil de la cana no salía vivo. Pero yo sostengo que era muy necesario el consumo de droga para desinhibirse de toda la formación rigurosa que tenían las familias, la solemnidad. Para mí la droga fue una forma de sacudirme de eso.

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7 Mi primera exposición fue en 1970, en la Casa de la Cultura. Se llamaba Hace poco la realidad se me escapa de la punta de los dedos. Eran siquiera unos 300 trabajos los que mostré. Tremenda exposición. Puro dibujo a plumilla. A mí la plumilla me venía tal vez de las clases de caligrafía que nos daban en la escuela. Quizás ahí me entró la gracia por la tinta. Para la caligrafía era malísimo, pero cuando estuve en el colegio empecé a reencontrarme con la tinta. Me fui haciendo a puro camello, porque no tenía referentes. Lo único que había visto en plumilla era lo de Roura Oxandaberro.3 También lo del Viteri,4 pero él no hacía trama sino solo línea. Yo era fanático de los libros y me llegaba una revista de Margaret Randall que se llamaba El corno emplumado, que era una maravilla. El papá de mi amigo Fabián Sandoval era de la Librería Cima y de ahí era también el señor Carrerita, un sabio de los libros. Como mi papá se desesperaba por el hecho de que yo me dedicara a las plumas y no tuviera de qué vivir y cómo, además, él era un gran lector, con el Javier Ponce,5 el Iván Cruz6 y el Fabián Sandoval íbamos a poner una librería en la calle Amazonas, pero fracasamos al final. 3 José

María Roura Oxandaberro, pintor español radicado en Guayaquil (1884-1947). Viteri, pintor y escultor. 5 Javier Ponce, poeta, novelista y periodista, antes de dedicarse a la política 6 Iván Cruz, arqueólogo, amigo de juventud de Miguel y luego esposo de Luce DePeron. 4 Oswaldo

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8 Mi papá quiso ser músico pero no le dejaron estudiar música porque eso no era bien visto. Tenía que ser médico, abogado… Entonces, se fue por las leyes. Él tocaba todos los instrumentos, todos, pero era fanático del piano. Mi papá era un pianista genial. En el tercer grado de escuela, le habían hecho dar un concierto de piano donde los hermanos cristianos, en Latacunga. Cuando estaba tocando el Cascanueces de Tchaicovsky se olvidó de pasar la partitura y entonces la gente que sabía notó eso y cuando terminó el concierto el hermano cristiano, furioso, le persiguió a matar a mi papá, porque no había tocado con partitura y mi papá agarró una piedra y le rompió la cabeza al cura, no le quedaba otra. Tocaba todo y todo de oído. Tenía oído puro. Yo me acuerdo, desde mi infancia, verle cómo se pegaba un whisky, se sentaba al piano y era el rey del pasillo. Buenazo. Era un personaje. Escribía unos pasillos del putas, con letra y todo, pero nosotros le serruchamos y no le dejamos que mandara a un concurso. No le dejamos por cojudos, pensando que cómo el doctor Varea iba a mandar pasillos a un concurso. ¿Qué se harían esos pasillos?, ¿dónde estarán? Por lo demás, él tenía un carácter fuerte. Yo le entiendo, porque perdió a sus padres cuando tenía 16 años. A mi abuelo le dio embolia cerebral y a mi abuela cáncer al estómago. Entonces mi papá se hizo cargo de su hermano Pepe y de la hermana menor de mi mamá. Era duro, tenaz. Pero, más que rígido, era muy cerebral, muy inteligente. Le encontraba solución a todo. Mi mamá, en cambio, era la creadora, la luchadora. Cuando ya pasaba lo peor, decía “como quiera hemos de hacer”. Y salía adelante. Mi mamá era un personaje. Era la que socapaba a toda la familia, la comprensiva, con una mente abierta. Mi hermana se murió cuando mi papá chocó en el carro que manejaba, entrando a una propiedad. Mi hermana salió despedida por el vidrio de atrás. Tenía 12 años. Eso fue tremendo. Mi papá se hizo mierda. Ahí se hizo mierda. Mi papá era el gurú de todos los políticos, de los abogados, y sabía todo.

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A mí me ha gustado la historia porque mi papá era profesor de Historia en La Salle, en el Mejía y, además, daba Sociología en la Universidad Católica. El man era bien versado. Era catalogado como un hombre de derecha, admirador de Ponce Enríquez,7 pero en la desgracia, porque mi papá era presidente del Tribunal Supremo Electoral y ganó Velasco8 cuando Ponce acabó el período y salió escupido. Entonces mi papá se acercó a Ponce a darle la solidaridad y ahí se hizo amigo y se reunían con el Pablo Dávalos,9 con Gonzalo Cordero,10 con todos esos cojudos. Todos ellos iban a mi casa y después hicieron que mi papá fuera ministro de Gobierno del borracho Arosemena.11 Cuando yo hablaba con mis amigos y mi papá me oía, me decía ve cojudo, yo rompí relaciones con Cuba, yo. ¡Ayayay! Pero, así mismo, cuando la dictadura les perseguía a los escritores izquierdosos como el Pedro Jorge Vera, el Humberto Salvador, el Atanasio Viteri, mi papá les salvaba. 7 Camilo

Ponce Enríquez, presidente de la República de 1956 a 1960. José María Velasco Ibarra, cinco veces presidente de la República. 9 Pablo Dávalos, político conservador. 10 Gonzalo Cordero, político conservador, candidato a la presidencia de la República en 1960. 11 Carlos Julio Arosemena Monroy, presidente de la República de 1961 a 1963. 8

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9 He fumado desde los 12 años. Ahora me pego tres cajetillas al día. Tengo Epoc, o sea insuficiencia respiratoria crónica, pero puedo caminar grandes distancias y no me pasa nada. De noche me mandan a dormir con oxígeno, pero no he pensado dejar de fumar, ¡qué va! Para que se licue la sangre el doctor me mandó a tomar viagra. Tomado viagra me fui a Sangolquí y llegué el rato que pasaba un desfile de una banda de guerra de puro chicas de colegio en faldas cortitas y yo les veía a todas preciosas, pero preciosas. ¡Qué piernotas! ¿Sería esa la realidad o sería efecto del viagra nomás?

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10 Mi infancia fue feliz, hasta que entré a la escuela, el pensionado Borja Nº 2. Odiaba la escuela. Creí que iba a ser un espacio luminoso y resultó tétrico. Los profesores eran unos normalistas amargados que, a la final, resultó que eran mis esbirros porque como mi papá era funcionario del Seguro Social, creo que querían préstamos y por eso hasta me hacían regalos. Yo era vaguísimo, pero me hice estrella por torero. En sexto grado hubo una corrida de becerritos. Los matadores eran el Alejandro Maldonado, el Javier Ponce, el Byron García y el Alberto Acosta. Yo era banderillero nomás, pero el rato que salió el becerro los matadores se ahuevaron y mi papá, que era bravísimo, de un carajazo me hizo salir a torear. Ahí quedé de estrella. Para la secundaria pasé al colegio San Gabriel donde tuve un profesor, el padre Mendoza, que me metió el vicio de pintar, porque era profesor de acuarela. A mí no me gustaban las materias, nada. A mí me gustó pintar. Y entonces, como era torero, pintaba toreros. En tercer curso fui compañero del Santiago Iturralde, hijo de Ernesto Iturralde que, además de médico, era un gran pintor. Y todos sus hijos pintaban. Entonces, con ellos nos reuníamos a pintar en la casa de mis papás; también iban el Byron García y otro chamo que después se suicidó por desencantos amorosos, cuando estaba en quinto curso del colegio. Yo pintaba como bestia, me formé solito, y con esos amigos hicimos varias exposiciones, una de ellas en el Museo de Arte Colonial, cuando teníamos 14 o 15 años. De bachiller me gradué en el colegio Gonzaga, porque me expulsaron del San Gabriel, noticia que recibí cuando regresé de un intercambio estudiantil en la Yoni, que me mantuvo en Nueva York durante unos meses.

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11 A la Dayuma le conocí en 1974 porque el Iván Cruz quería presentarme a la Luce DePeron, con quien se había casado. Me llevó a la galería Artes, de la que era dueña Luce, y ahí le conocí a su hija, la Dayuma, que era guagüita, diez años menor que yo: tenía 14. Le tenían trabajando de secretaria y le pagaban mil quinientos sucres, creo. Me daba todo a mí la Dayuma, nos hicimos amiguísimos y en eso ahí a ella se le murió un novio en un accidente de aviación y entonces nos juntamos. Nos enamoramos y huimos a Atacames. Cuando nos encontraron nos hicieron casar. Nos fuimos a un hotel del centro, frente al teatro Bolívar, y yo voladísimo comencé a hacer relajo y nos llevaron a los dos al Retén Sur, que era un infierno. Una casa antigua, altísima, con unas enormes puertas de reja y unas celdas putrefactas. En la mitad del cuarto estaba el meadero y uno tenía que dormir en el suelo porque las literas se las ganaban los más avispados. Pero yo casi les boto el retén a los hijueputas. Me agarraba de las puertas y con un negro las golpeábamos para tumbarlas. Les armé el coge y les hacía soliviantar a los demás presos. Me declaré profeta y les dije que a las siete de la noche me sacaba un pelado, y a las nueve estuvo llegando el Iván Cruz, totalmente pelado, vestido con un abrigo de piel de tigre, y me sacó. La Dayuma salió a la casa y yo al siquiátrico. Las casas de reposo eran súper frescas, aunque cuando ocurrían esas experiencias eran traumáticas, uno salía de allí con unas depres tremendas, pero ya a largo plazo es una maravilla de experiencia. Parcayacu, El Inca… ¡Había unos personajes! Ahí conocí al autor del himno de Esmeraldas, Tácito Ortiz Urreola, que en un cuaderno que hice del grupo de salud mental, escribió: Mi alma es como la cuerda tensa que vibra al menor roce del viento.

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Y también, en el mismo cuaderno, escribió En la cantina, que dice así: La vida me provoca beber, pero beber bastante y embriagarme de alcohol con ansia loca para matar este dolor sangrante. Pero antes, en El Inca, estuve con el tío del Ponce Leiva, el padre Ponce Ribadeneira, que le gustaba el guaro. Era brillante ese cura. Un día llegó el obispo y yo le digo al cura vea, salúdele al obispo, y él me dice ¡qué le voy a saludar a ese longo e mierda! ¡Qué personaje! En Parcayacu había un grandote, el Baltasari, que andaba en salida de cama, vendado las manos, como boxeador. Se pasaba así. Yo pasaba por al lado y el man me corchaba el paso: señor Varea, son 160 libras en cada puño. Qué chistoso que era. Una vez fue a aterrizar allá un chileno, un chiquito pero bien pilas el cojudo. Era el rey. Les tenía lavado el cerebro a las monjas. La huevada era que te pepeaban. La pepas que nos daban eran una barbaridad. Pero a la final eran ricas, te mantenían totalmente zombi y cuando te portabas mal era peor porque te ponían una inyección. Tengo trabajos que hice en ese estado. La casa de Parcayacu era bellísima, antigua, con dos pisos. El piso de arriba era bien alto y había un guambra, el Dorado, de unos 15 años, que se agarró a pelear con otro cojudo y le persiguieron para ponerle una inyección. El man llegó al piso de arriba, rompió el vidrio y cayó donde era la piscina, que estaba vacía. Cayó flexionado y siguió corriendo como si nada. Una sola monja controlaba a 40 cojudos y también había sucesos traumáticos. Para mí lo más jodido son las depresiones. No haces nada, no quieres hacer nada. La depre te viene de pronto. Amaneces y ya no quieres saber nada de nada. A mí me dio la primera vez cuando me guardaron en la clínica. O sea un rato cobras conciencia de que has estado guardado y te da tanta vergüenza que no quieres saber nada. Por suerte, ya tiempos que no me ha dado. Me duraba años. Es una sensación de vergüenza metafísica. Te escondes. No te soportas a vos mismo. Y cuando estás con la depre, ni fuerza tienes para matarte.

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12 Yo conozco el arte popular por mis amigos de Latacunga. Ellos, el Amílcar Albán, el Caucho Bedoya, son antropólogos expertos y no se perdían las fiestas de Saquisilí, de Pujilí, de Latacunga. Pero yo siempre he despreciado las costumbres aborígenes. El arte nativista no me conmueve, el ritual, el arte mágico-religioso, el arte mágico-patriótico, no me conmueven. El arte religioso, en cambio, es fundamental. Pero los museos eran una huevada y no había dónde ver las obras. Los mejores cuadros los tenían guardados los curas. En el colegio Gonzaga, por ejemplo, tenían unas bellezas de cuadros, de tres metros, con los mártires a los que les caían las hachas del cielo, sangrientos, enormes, qué maravilla. Los demás cuadros los tenían en la bodega y ahí se hacían mierda. Entonces, si se dañaban los bordes, mandaban a hacer unos bastidores más chiquitos y recortaban el lienzo. José Gabriel Navarro dice que no sé cuántos barcos salían de aquí llenos de obras de la escuela quiteña. Había una producción de arte religioso que, olvídate, intensa, intensa. El Sánchez Galque es genial, fue el primer pintor que apareció acá, que le descubrió Navarro en el Museo de las Américas, en Madrid. Navarro dice que Miguel de Santiago no puede haber surgido de la nada, un pintor tan versátil, tan genial, no puede ser el primero del arte quiteño. Por eso Navarro se dedica a investigar y le descubre a ese Sánchez Galque, que tiene esos cuadros preciosos de los negros esmeraldeños vestidos de españoles. Yo estudié eso solo por resentido, por vanidoso, cuando el Mario Monteforte sacó ese libro Los signos del hombre y a mí no me puso diciendo que yo solo era dibujante. Entonces yo, después de leer el libro, le mandé a la mierda en un artículo que publiqué en la revista de Difusión Cultural del Banco Central y para escribir eso estudié, aprendí sobre el arte quiteño, el modo de producción en los talleres durante la Colonia que es fundamental, porque es ahí donde se entiende la psiquis criolla. Dicen que, si al artífice le salía la Virgen con una teta más grande o un Cristo con el ojo más abajo, venía el maestro y le decía ve, eso está mal, y le hacía poner las manos sobre una vela encendida; luego se retiraban, les pegaban con una vara y les volvían a llevar las manos a la vela, hasta que entiendan. Así les enseñaron. Así era aquí. Era un arte de taller donde había el oficial, el aprendiz, el maestro.

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13 Soy heredero de mi papá, que era un drogo pesado. Sabía más que los médicos, se compraba las pepas él mismo y él mismo se medicaba. Tenía un botiquín repleto con pastillas para dormir, para los nervios, para todo. Vivía pegándose huevadas. ¡Qué pesadillas!, decía después de soplarse un frasco de un jarabe para dormir. Y encima, alcohol. Creo que siempre tuve un temperamento adictivo. Después de lo que me caí, a los dos años, cuentan que yo era bien inquieto, me subía a la terraza de la casa de mis papás, agarraba un galón de gasolina que había allí y empezaba a aspirar hasta que veía estrellitas. ¡Qué bestia! Yo no tenía más de tres años, pero de eso me acuerdo clarito. Eso creo que ha de haber influenciado en mi arte. Tengo camellos que son de eso, que vienen de allí, de esas alucinaciones. Mi papá me puteaba y todo, pero al mismo tiempo me daba materiales para que pintara. Viajaba bastante y de sus viajes me traía óleos, cartulinas, todo.

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14 Me tiré el año en el San Gabriel. Me bajaron de sexto a quinto curso, hijueputa. Me fui al Gonzaga y ahí apareció un día el Ramiro Jácome, que estudiaba en el García Moreno, que era la sección nocturna del Gonzaga. Había un cura Crespo Toral que tenía el Movimiento Juvenil Ecuatoriano y ahí se reunían los chamos para jugar ping-pong, ajedrez, cartas. Era como un club de jóvenes. Y el Ramiro iba allá. Yo no. Yo jamás he sido de ningún grupo. Entonces el Ramiro me dijo ve, está de organizar una exposición de pintura, porque él se había enterado que yo pintaba. ¿Participas?, me dijo. Ya pues, le dije. De ahí nació la amistad, que duró toda la vida, con algunas peleas en el intermedio. Yo siempre he hecho las letras de molde en mis dibujos y el Ramiro me dijo que iba a hacer un libro sobre la conquista y que iba a usar mis letras. Yo le dije bueno, pero pondrás el crédito. Y el man hizo las letras, pero sin el crédito. Ahí me cabrié. Esas letras me nacieron de la grafía hippie. Acá vino, en el año 67, una exposición del putas, en el Centro Ecuatoriano Norteamericano, que quedaba frente a la Universidad Central. Una exposición sicodélica de afiches. Ahí vi esas letras y empecé a hacer las mías. Mi tercera exposición se llamó La estética del disimulo. Nació porque aquí son unos chifichas. Todo el mundo tiene dos caras. Entonces, yo quise plasmar eso. Ya se daba en la juventud la costumbre de darte la puñalada y eso. Tonces ahí me inventé el nombrecito y empecé a expresar la hipocresía, la doblez, la sicología criolla, digamos, que es tremenda, alarmante. Pero desde mi primera exposición prácticamente ya lancé eso, fue en el 70, en la Casa de la Cultura, donde expuse 300 dibujos, gracias a que me abrió las puertas el Carlos Villacís.12 Hice un afiche grandote con un autorretrato que le di al Brehil y ese hijueputa, ¿qué haría de ese afiche? Porque el Brehil, el Javier Ponce y todos esos hijos de puta se hicieron chinos. Para ellos el arte era pecado mortal. Ese afiche era precioso. En la expo me fue muy bien. Hasta vendí. Al Ponce y al Brehil, que eran intelectuales, después les daba vergüenza su labor cuando se hicieron chinos. Se rasgaban las vestiduras de haber hecho algo intelectual. Ellos eran totalmente revolucionarios, insoportables. El Ponce andaba vestido de rojo entero, eran maoístas rabiosos. Ya regresados de Europa, uno no entendía cómo podían estar ahí con esos chinos que eran unos charlatanes, lavados el cerebro.

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Carlos Villacís Endara, escritor.

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15 En el año 70 entré a la Facultad de Artes. La facultad hizo el Jaime Andrade,13 que era un viejo mucho lote. Con él estaban el Oswaldo Viteri, el Mario Solís,14 el Filoteo Samaniego,15 al que yo le llamaba Filisteo. Ellos la crearon, pero luego vinieron los chinos y les mandaron trapeando y trajeron como profesores a unos pendejos. Velasco Ibarra clausuró la universidad y cuando regresé encontré que los nuevos profesores eran pésimos, a excepción del Edmundo Ribadeneira,16 que nos daba Teoría del Arte, y del maestro Leonardo Tejada,17 que nos daba Pintura. A la final hice dos años en la facultad, pero lo que más me ha formado ha sido lo que he aprendido por mi cuenta. Un tiempo tenía la intención de sacar el título porque con eso pensaba que podía obtener una beca para salir del país, que era mi intención, pero no resistí y me fui de la facultad. O sea en realidad siempre fui berreado, desde la escuela. Ir contra todo siempre me gustó. Por eso mismo nunca tuve una militancia política, ¡qué va! En la facultad les mandaba a la mierda a los chinos y a los cabezones. Era tremenda la dictadura de los políticos en la U.

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Jaime Andrade Moscoso, arquitecto y escultor. Solís, arquitecto y pintor. 15 Filoteo Samaniego, escritor, crítico de arte. 16 Edmundo Ribadeneira, escritor, crítico de arte. 17 Leonardo Tejada, pintor. 14 Mario

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16 En el año 72 me fui a ver el allendismo, allá en Santiago. Ahí vivía la Margarita Frías, que era mujer del Gonzalo Abad, aunque ya estaban abiertos. La Marga era hecha la intelectual, hicimos amistad y por eso me fui. Yo vivía donde ella, que era potentada porque ganaba en dólares y Salvador Allende nunca controló el mercado. El socialismo era un chiste. Yo me fui a pie y en Lima me quedé como tres o cuatro meses. Anclaba en el parque, ahí vivía mangando, como dicen a los que piden plata a la gente. En la mochila llevaba discos long play que iba vendiendo y por eso llegué sin un disco a Santiago, donde me quedé unos seis meses y de ahí nos fuimos a México. En México se armó el cogeculo por el papá de la Marga, que era un tártaro. Vivíamos en un hotel y con la Marga nos pegamos una bronca de campeonato, la man me secuestró el pasaporte, me rompió los pasajes de avión. Ella, como era mexicana, se fue a su casa y a mí me mandaron sacando a la calle, en el D.F. Pero como ya tenía experiencia acumulada en Lima, sabía manejarme en la calle. Fue durísima la vida en México. Nunca he podido conquistar México. Después, ya casado con la Dayuma y con nuestros dos hijos, regresamos. Ellos entraron a la escuela y todo. Fuimos porque yo tenía unos fanáticos a quienes conocí donde el papá de la Dayuma, o sea el Guayas. Unos dos mexicanos de apellido Bostelmann. El uno, Enrique, era una maravilla de fotógrafo. Ellos me pagaban por mis obras cuatro veces más que lo que me pagaban los de aquí. Me mandaban a hacer retratos de las niñas bien, así, fresco. Pero no me arreglaban la estadía y entonces estábamos ahí de contrabando y, después de tres o cuatro meses, regresamos todos.

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17 No soy de academias literarias ni nada. Y de círculos pictóricos, tampoco. El Wilson Hallo me vivía implorando que formara parte de Los Cuatro Mosqueteros18 y yo no, qué va. Bueno, ahí estaban el Jácome y el Unda19, pero con el Iza y el Román no, yo no. Eso de Los Cuatro Mosqueteros fue un invento del Hallo, que era un hacedor de imagen sensacional. Todo lo planificó él en el año 68. Les hizo hacer murales en las calles de Guayaquil y por eso les metieron en la cárcel. Se hizo un gran escándalo en la prensa y todo, tremenda promoción. El Wilson era un personaje, un lince para los negocios, un genio para ganarte los cuadros. Tenía la galería Siglo XX y, aparte de esa, solo había la Altamira, del Jaime Darquea, y la Artes, de la Luce DePeron. Después hubo una proliferación de galerías pero eso fue fugaz, aunque el mercado comenzó a moverse porque ya había petróleo. Yo, más que de las galerías, subsistí de la venta ambulante, vendiendo en mi taller. He tenido compradores fijos o gente como la Mary Lou Hay, que era mecenas. Una vez apareció un embajador de Bélgica, que me pagaba sin chistar hasta más de lo que yo pedía. Era un personaje. Decía “en el Ecuador no hay talla de condón para mí”. La nota. Además, yo tenía amigos en Cepe, en el Banco Central y los burócratas dorados me compraban obra. Pero desde hace tiempo que no vivo de lo que pinto. Desde hace rato, desde que a la Dayuma le sonríe la fortuna por la herencia que recibió de su papá, ya no hace falta lo mío. En realidad, nunca he dado valor a lo material. Mi papá ya me decía: “Este muchacho tiene atrofiado el sentido de lo económico”.

18 Los

Cuatro Mosqueteros, grupo de tendencia neofigurativa integrado, en 1969, por Ramiro Jácome, José Unda, Washington Iza y Nelson Román. 19 José Unda, pintor.

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18 No tenía buenas relaciones con mi suegro. Solo después de tres años de matrimonio, fui donde el Guayas. Yo no le soportaba. La Dayuma sí iba a los toros con su papá y cuando salían de la plaza él le dejaba a tres cuadras de la casa para ni verme. Una vez, ya casado, tenía que hablar con el Guayas y le llamé al teléfono. Contestó su mujer de entonces, Elena, que era francesa. Dice aló. Yo le digo por favor, ¿estará el Oswaldo? Ella dice ¿de pagte de quién? Y yo le digo de parte del doctor Carlos de la Torre Reyes.20 Se acerca el Guayas y dice aló Carlitos, y yo le digo cuál Carlitos pues longo hijueputa, hablas con Miguel Varea y le mando a la mierda, hasta que él cerró el teléfono. Después, cuando ya me llevaba bien con él, le pedí disculpas, aunque él dijo que no se acordaba de esa conversación. Con el tiempo nuestra relación mejoró, tanto que él, que nunca salía, vino a almorzar a mi casa unas dos veces. Era fanático de mi pintura, fanático. El man cuando iba a mis exposiciones decía si Miguel hubiera expuesto en la fundación le compraba todo, todo. Pero como no exponía ahí, no me compraba. Bronqueábamos porque él era una comunista compulsivo. No aceptaba nada contra Cuba, nada. Eran broncas políticas. Necio era el Guayas, cuadrado. A mí me mandaron a exponer en Cuba, me quedé un mes, pude ver la realidad desde todos los ángulos y regresé hablando pestes de la revolución. La Habana es un chiste cruel, francamente. La gente vive en las condiciones más precarias dentro de esa revolución socialista en que los líderes se dan vida de pashás, ¡qué banquetes!, ¡qué lujos! Y el pueblo jodido. A nivel oficial era la bonanza y la gente en la mierda, algo atroz. Pero el difunto Oswaldo no era mal intencionado. Él creía firmemente en su cuento. Hay que reconocer que Guayasamín era el artista ecuatoriano que más se proyectó, era un gran manejador de sí mismo. Y por eso también le odiaban. Cuando vino Marta Traba,21 que era una descabezadora de las vacas sagradas, dio una conferencia en la Casa de la Cultura y ahí estaba sentado el difunto y la Traba le mandó a la casa de la verga, ¡qué bestia!, y él sentado ahí, fumando los Chester hasta por los ojos, pero se aguantó. Ella le dijo que así como hay gamonales terratenientes, hay gamonales del arte, seres absorbentes que no auspician a las nuevas figuras. Yo después le comenté al finado y él me dijo esa Traba me odia porque no quise casarme con ella. Así decía.

20 Carlos 21 Marta

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de la Torre, escritor y periodista, director del diario El Tiempo, de Quito. Traba, escritora y crítica de arte argentina-colombiana.



No conozco la Capilla del Hombre. Cuando fui a Munich me hicieron dar una conferencia, por la que hasta me pagaron 200 euros. Entonces yo, a una cubana ricota que era el enlace, le dije que como conferencista me moría de hambre y que más bien dialoguemos, que ella me haga las preguntas y yo le respondo. Después comenzó a preguntarme la gente y alguien me dijo que qué opinaba de la Capilla del Hombre y yo le dije vea señor, yo no le podría informar porque ahí hay un sacristán patojo que me tiene prohibida la entrada. Es que a mí el Cacho Vera22 me ve y me saca a bastonazos. Me odia. Ha de ser porque yo vine hablando pestes de Cuba. Acá vino una abogada bien bonita que le tenía como prospecto al difunto Guayasamín, quería enlace matrimonial con él. Cuando yo me fui a Cuba, me dio la dirección de su mamá, que vivía en el barrio de El Vedado, donde también está la casa de Guayasamín, que es una ridiculez porque ahí está el monigote ese de metal, el Rumiñahui que ningún cubano sabe quién es ese Mazinger. Me alojé ahí como un pashá. Ella era rentista, tenía cinco pisos que arrendaba, les odiaba a Fidel y a los gorilas. Era una vieja chévere, casada con un cirujano famoso. Mi ilusión era putearle al comandante, por eso cuando vino acá y estuvo en la casa del Guayas, no me dejaron entrar. Yo quería armarle el pereque. 22

Alfredo Vera, político, yerno de Oswaldo Guayasamín.

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19 Yo era fanático de los libros. Tenía maravillas, pero el Ramiro Jácome me perdió todo cuando le encargué para irme a Chile. El man hizo chichirimico. Tenía uno de Octavio Paz que se llamaba el Libro Maleta, hecho a la manera de Duchamp. ¡Qué belleza! Era una caja que simulaba un tablero de ajedrez. El libro como objeto me fascina. Octaedro, de Cortázar, era un octógono y El último round, de Cortázar mismo, era de dos pisos y uno tenía que leer primero el piso de arriba y luego el de abajo, ilustrado por un buenazo, un Julio Silva que se llama. Esos libros los pedíamos por catálogo. Te rompía el esquema ver esos libritos. También tenía La novia desvestida por sus solteros todavía, de Octavio Paz, sobre un cuadro de Duchamp. Ese era ya basta. Duchamp se cagó en la sopa y se retiró. Tiene cosas geniales, como La fuente. Es que poner en un museo un urinario que se llama fuente, es una maravilla, tremendo es ese Marcelo del Campo, como le dice Cortázar. Y de otro que soy fanático es de ese polaco Gombrowicz, que es un genio, un gurú. Teatrero, novelista, ensayista. Le hace leña a ese pintor francés Dubuffet que dice que lo más grandioso es el arte y el Gombrowicz le dice cómo se ve que en Francia se come bien porque la mayor necesidad es el pan, el arte no es una necesidad, es un divertimento. Y dice que, mientras más se acerca a París, más siente la estupidez. Les odia a los franceses porque dice que son los refinados, los cultos. El Gombrowicz se fue a Buenos Aires, había sido meco y se fue a ejercer la homosexualidad allá en Argentina, donde se murió. Es un genio ese cojudo. Y esa novela de él, que se llama Ferdydurke, es lo máximo porque ahí habla de las tías culturales. Ya no me acuerdo mucho porque hace años que leí. También escribió La teoría del arte. Umberto Eco es hecho el mucho, esotérico. Es malo. Yo me leí El péndulo de Foucault y me pareció muy rebuscado. Bolaño es la maravilla en Los detectives salvajes. Ya basta. Yo leía bastante poesía. Hasta resistí leer los poemas del Gonzalo Escudero y del Jorgenrique Adoum. Era vicio para comprarme toditas esas colecciones. Había un judío que era un genio, que se llamaba Ludovic Milosz que es el mejor poeta que he leído, del tiempo de Saint John Perse, de Michaux, de esos. Toditos esos libros me perdió el Jácome, alma bendita.

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Los primeros textos que escribí eran poesía, pero entre el Iván Cruz y el Javier Ponce me berrearon, no me hicieron valer. El teatro también me gusta. Mi tesis de bachillerato hice sobre Samuel Beckett, pero una vez destruí todo, cuando me guardaron la primera vez. Cuando salí me agarró la depre y quemé todo en la chimenea. Mi papá leía solo para putiarme. Lees huevadas, decía. Cuando era estudiante leía a los cronistas de Indias que encontraba en la biblioteca de mi papá, Cieza de León, toditos esos, Huamán Poma de Ayala, el Inca Garcilazo. Los conquistadores no dejaron ni rastro de lo que había sabido haber acá, solo dejaron los barros enterrados, porque lo único que les interesaba era el oro. Hay ese libro precioso de Voltaire, que se llama Cándido, donde llegan, en el Perú, a una ciudad pavimentada con oro. ¿Cómo serían esas culturas originarias? Y en cambio nos metieron esa religión que, a la final, era incomprensible, con la Santísima Trinidad y esas cosas. Para evangelizar, para catequizar, para colonizar usaban la pintura. Los aborígenes aprendieron rápido un lenguaje bien distinto al que ellos tenían. Es un fenómeno esto del arte. Bonito oficio es el de la lectura. Pero soy caótico, no leo con ningún orden. Yo no conozco, por ejemplo, a los que nos hacían leer en el colegio, Homero, Virgilio. El Quijote sí, porque me encantaban las ilustraciones de Doré, ese grabador famosísimo. Y mi papá tenía La Vulgata Latina, una Biblia en cinco tomos con grabados originales tapados con papel de seda. Y tenía toda la colección de los registros oficiales, desde el uno. Les hizo empastar y después, en la arranquitis, vendió, y mi mamá, para rematar, donó al colegio Vicente León de Latacunga toda la biblioteca de mi papá, que era tremenda y tenía bellezas.

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20 Me gradué de bachiller y entré a estudiar Derecho, en la Católica, donde estuve un año. Con la marihuana empecé en el 68, porque buscábamos nuevas experiencias, éramos fanáticos de Los Beatles y todo eso. Tenía pelo largo, pelucón me dirían ahora. Pero era difícil conseguir marihuana. Por suerte el Iván Cruz tenía un compañero de la universidad que era policía, del departamento de antinarcóticos, y él tenía en su oficina así los costales de la droga capturada, de donde el Iván se robó un puñado. Esa fue la primera vez que probé. Después, el Celso Fiallo paraba en la U. Central. Había un portero en la Asociación de Empleados que se llamaba El Millón, también estaban el Mauro, Gasparín y el Teacher, todos ellos eran los evangelistas de la cannabis. El Celso era chino, se fue a la China en tiempo de Mao, pero después se hizo shamán siguiendo la doctrina de Castaneda y toda esa huevada. En Cotacachi le ubicó a la familia del taita Marcos Guerrero, que era shamán de allá, y el Celso empezó a ejercer el shamanismo con toda fe y hasta ahora lo hace, vive de eso: shamán white. Un tipo brillante el Celso. Yéndose a Cotacachi, se para el bus porque se había caído un poste, el Celso se baja a hacer fuerza para retirar el poste y el imbécil patea un alambre que ha sido un cable de alta tensión y ¡chucha!, se queda pegado al cable y le salían chispas por la cabeza. Ahí perdió el talón. Casi muere. Esa época era también de hongos y de toda esa vaina, ácidos. Ahí era el total consumo de alucinógenos. Te daban un circulito de papel así, y te decían cuatro dosis y entonces tenías que cortarle en cuatro a ese papelito. Yo me mandé la bola entera y me rayé. Después me guardaron y analizaron el producto y eso había sido una mezcla de guanto con cocaína. El guanto hace perder la voluntad y es lo que le dan a la gente a la que le chorean. Era una época ya basta. La onda hippie, sicodélica, claro.

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21 En el mismo cuaderno del que antes hablé, también hay esto: SERA KE LA TAN BUSKADA TRANQUILIDAD NUNKA LLEGARA AL DESGASTADO PUERTO DE LA EXISTENCIA DEL SUJETO KE ESTAS LINEAS ESCRIBE

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22 Después de la acuarela me dediqué al óleo. Ahí hice un retrato de mi hermana que se murió y le mandé a enmarcar donde Alfonso Montahuano y él comenzó a enseñarnos la obra de otros pintores que también le mandaban a enmarcar. Me dijo que tenía que dibujar y me dediqué a dibujar solo en blanco y negro. Cuando me casé hice tremendos murales en la casa en que vivíamos. En todo lado que vivo hago murales. A los 15 años llené un cuarto con murales pintados con atomix, lindísimos. Otro cuarto pinté, techo, paredes, todo, en la casa del actual vicealcalde de Quito, el Jorge Albán, que ya ha de haber dañado esa obra. Él quería tener un cuartito hippie y yo le hice por hacer. No me ha movido nunca la ilusión económica. Rara vez me sonríe la fortuna, jajajá. Yo era hijito de papá, hasta después que me casé. Mi papá nos dio un departamento para que viviéramos. Después arrendamos una casita en Los Chillos, hasta que el Guayas, a raíz de su divorcio con la Luce, arregló una deuda que tenía con la abuela de la Dayuma, Malvine, y nos dio esta casa, en 1978. Empecé a incorporar de joven las letras en mis dibujos. O sea a mí, por drogo, me guardaban mis papás. Entonces, después que salía del guarde, me daba una vergüenza social atroz. Me encerraba, no salía nunca. En uno de esos encierros, por ocupar el tiempo me dedicaba a sacar textos de los libros que leía, y después ya escribí mis propias huevadas. Con la gente que me llevaba antes ya no me llevo. Me topo, conversamos y nada más. Tengo otras relaciones porque vivo consiguiendo droga y ahí también conoces gente, aunque no llegas a tener amigos por más que creas que sí. Mis dos hijos, Jerónimo y Martín, son panísimas míos. Converso mucho con ellos, tengo una gran relación. Son chéveres los pelados. Son súper acolitadores en mi faceta drogodependiente. No le acolitan a la Dayuma, que quiere meterme al orden.

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23 El Guayas me gestionó una beca del Instituto de Cultura Hispánica. Me daban 15 000 pesetas mensuales y yo tenía que pagarme el depar. En 1977 nos fuimos a Madrid con la Dayuma y el Jerónimo, que tenía dos años. Dejamos arrendando aquí una casita que teníamos en Cotocollao, en una multifamiliar. Y nos largamos, con las maletas a cuestas. Fue lindo. Yo supuestamente tengo hecho hasta el segundo curso en Artes, educación superior que llaman. La Complutense estaba en huelga, o sea fermé, y mi beca era para que estudiara grabado. Entonces, me ubicaron en el Instituto de Artes y Oficios Artísticos. El profesor Sánchez Toda era mi maestro en grabado. Cuando tú le mostrabas la plancha, él decía a ver, a ver dijo el ciego y nunca vio. Bestial. Allá iba todos los días y la Dayuma se ubicó en el mismo instituto, pero en pintura. Ella fue la que contactó con el pusher para cargarse, porque éramos drogos. El pusher se llamaba Barrabás, preciosísimo nombre. Vivíamos en un minidepartamento en Diego de León, justo en El Retiro, y allá le llevaba yo al Jerónimo para que corriera en el triciclo. El Paco Tobar era el agregado cultural y me mandó a ver en un taxi. Él vivía con la Carmen Hurtado, a quien después le dio la calentura. El Paco era genial, el hijueputa. Tremendo individuo. Yo ya le conocía de aquí porque él era secretario de la Católica y, además, actor, dramaturgo, director de teatro y periodista. Tenía una columna en el diario El Tiempo que se llamaba “La tienda del mapapelotas” y yo escribí en una pared “Tobar, mapapelotas mental”. Entonces, en Madrid yo no quería ir a su casa, pero él me recibió diciendo ¿por qué no quieres entrar a la casa de Francisco Tobar García? Yo le dije no, don Paco, entro nomás. Quédate aquí, me dijo, y como no me tragas, yo me voy. Y se fue y nos dejó su depar en El Rastro, una maravilla.

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Con la Dayuma conocimos todas las galerías y ahí expuse dos veces, una que asignaban a todo cojudo que llegaba y le ponían en el Centro Internacional de Prensa, y otra en una galería privada. Vendí solo un cuadro, que me compró el Alfonso Barrera Valverde, que había estado de embajador del Ecuador en España, pero me hicieron reportajes en todo lado, en el ABC, en la revista Guadalimar, que era prestigiosísima. Viajábamos con frecuencia a París, porque ahí vivía la hermana de la Dayuma, la Shirma. Me regresé de marica, después de estar un año con la beca. Aquí era época de elecciones y la Luce, con el Javier Vásconez,23 el Alexis Naranjo,24 el Javier Ponce, publicaron la revista Artes y a mí me sacaron en el primer número unas tarjetas que dibujé y un dibujo de esos le hicieron portada, pero con fondo naranja. Yo me regresé a putiarles, porque me hicieron quedar mal. Escribían sandeces sobre el arte, hacían pasar vergüenzas, cosa que yo comencé a sabotear la huevada. Y el Javier Ponce, que ya era rojillo, les contrató de ideólogos al Iván Égüez25 y al Humberto Vinueza,26 y con eso se acabó la revista.

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Javier Vásconez, escritor. Naranjo, pintor y escritor. 25 Iván Égüez, escritor. 26 Humberto Vinueza, escritor. 24 Alexis

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24 Por el año 79 teníamos un local para la práctica artística en el segundo piso de la casa de mi mamá, con el Gabriel García, mi hermano Pablo, mi hermana Gloria, la Dayuma y yo. La Dayuma daba pintura; mi hermano Pablo, música; el marido de mi hermana Gloria, el Juan Franco, guitarra; mi hermana Gloria, que es profesora de música, flauta. Dábamos cursos. Era una casa dedicada al arte. Los alumnos eran niños, la mayoría hijos de diplomáticos y de extranjeros. Era lindo el local, pero mi hermano chiquito botó la casa para que construyan un edificio y ahí se acabó todo.

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25 Cuando entré a la Facultad de Artes buscaba desesperadamente aprender grabado, materia que daban solo en el segundo año, pero era una barbaridad porque el profesor decía vean guambras, vayan a los periódicos y digan que les regalen los clichés, unas planchas de metal que eran las que servían para imprimir las fotografías. Entonces yo iba al diario El Tiempo para que me regalaran los clichés. Eso quería el profesor que usáramos del lado que estaba vacío, pero era imposible porque la plancha para hacer el grabado tiene que estar impecable y la de los clichés ya estaban usadas por la una cara y la del reverso, aunque estaba vacía, era una desgracia. Salía una porquería la estampa y uno decía chucha, el grabado ha sido una huevada, no ha valido. Me despeché, hasta que me fui a Madrid y aprendí bien. Ahí, durante los diez meses que duró el año lectivo, habré hecho por lo menos unos 20 grabados. Cuando regresé coincidió que aquí abrió el Nicolás Svistoonoff 27 un taller de grabado en la Casa de la Cultura. Él sí sabía el oficio y con él trabajamos el Mogollón y otro man que se llamaba Jorge Lovato, cuando en eso asomó el Juan Manuel Lugo, un bogotano que era genial, un capo, miembro del famoso taller La Huella, de Colombia, traído por el Diners para hacer la primera carpeta de grabado, cuando el Diners era una oficinita insignificante donde trabajaba el Fidel Egas. Esa carpeta se hizo con obras del Viteri, el Román,28 el Svistoonoff, el Jácome y mías. Como el Fidel Egas era conocido del colegio, mi grabado lo sacó en la portada del número cero de la revista Diners y, por eso, los otros se cabriaron. Mi grabado se llama Crítico de derecha, crítico de izquierda, en el que el crítico de derecha es rojo y el de izquierda, azul, y los dos se dan un yucazo. Así es el grabado. El taller del Svistoonoff duró tres años y, mientras él estuvo a cargo funcionó a la perfección, pero después le dieron la puñalada y le sacaron. Del despecho, creo que el Nicolás se dedicó más bien al cultivo de las orquídeas, de las que se volvió fanático. Después el Guayas me regaló una prensa que me trajo de España, debe haberle costado harto billete, por lo menos unas diez lucas, flojo. Es una prensa de acero templado que aquí no hay, aquí solo hay de hierro y eso se comba.

27

Nicolás Svistoonoff, pintor. Román, pintor.

28 Nelson

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La esencia del grabado en metal está en la calcografía, es decir, reproducir un dibujo en la plancha. Eso es lo jodido, ese es un saber que aprendí en Madrid. El dibujo hay que calcarlo en un papel de acetato, de ahí le tiras polvo de lápiz y le frotas y sale en la placa el dibujo, invertido. En la placa tiene que estar el reflejo. Vos trabajas en negativo, la visión especular o velut in spekulo, que dice Leonardo. Lo bueno del grabado es que de una plancha puedes sacar trescientas, hasta quinientas estampas, pero hacer una plancha es trabajosísimo. Hay un libro de uno que es un sabio, Lewis Munfur, y ahí da el dato de un Matheus Finiguerra, que es el que se inventó el aguafuerte, por 1600. Una cosa es hacer la plancha y otra sacar la estampa. ¡Qué maravilla! Ese es un oficio. Después el Román puso en La Ronda un taller que se llamaba Grabas, donde trabajaban también el Mogollón y el Artieda. Aquí el primero que hizo grabado fue Juan Agustín Guerrero quien, en 1830, creó la Escuela Miguel de Santiago, pero esa tradición no prosperó. Ya en el siglo XX, esporádicamente hacían grabado en metal el Leonardo Tejada y el Kurt Muller, que ese sí era grabador a tiempo completo. Después el Carlos Rosero también hizo un taller que se llamaba GrafiK. Y ahora el Monsalve tiene Imaginar, y hace bastantísimo grabado. A mí francamente el grabado me encanta y por eso sigo haciendo, hasta ahora.

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26 No tengo buen oído, pero me encanta la música, vivo oyendo música. Cuando me fui a la Yoni, a ese intercambio cultural al que me mandó mi papá para que me civilice, viajé a Toronto y allá llegaron Los Beatles, Mick Jagger, Peter, Paul and Mary. Ahí vives la expresión cultural. Sales y en cada calle hay un conjunto musical ensayando en el garaje. Ahí el arte tiene vida. Por eso ha de ser que aquí no camina la vaina, porque no hay formación desde que se es chamo. Llevar un rondín a la escuela como que era subversivo, peor oír música, negado. Aquí no hay una valoración de lo que es la parte sensorial, no prospera la imaginación profunda y esa es la única forma de mantener la memoria histórica.

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27 Un tiempo hice abstracto, cuando iba a entrar el siglo XXI y yo hablaba de la transición. Leonardo se refería al oscurecimiento de la filosofía de la luz, y eso data de los fines de siglo. En el fin de siglo, todo en lo que la gente ha creído cae en desgracia, se oscurece la luz. Ahí viene el realismo esperpéntico. Eso dinamiza la expresión. Esa etapa abstracta me tuvo del 99 hasta 2009. Hice bastante obra vacía, totalmente vacía, pero era durísimo tratar de llenar el espacio solo con luz.

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28 De la generación anterior a la mía hay artistas que son un ejemplo, Guayasamín, Eduardo Kingman, Oswaldo Viteri, Oswaldo Moreno, Estuardo Maldonado, Enrique Tábara. Después de ese tramo se cruzaron Los Cuatro Mosqueteros, que armaron el pereque en la Bienal del 68, que organizó el Guayas cuando fue presidente de la Casa de la Cultura, y los artistas que no estaban conformes con el veredicto organizaron la antibienal en Quito y después el antisalón en Guayaquil. Esa fue una época movida, candela, donde ocurrían horrores en la plástica. También venían cosas de afuera, como la exposición del arte gráfico alemán, de la que no me olvido. Cosas notables ocurrían. Después están los más jóvenes como el Marcelo Aguirre, el Luigi Stornaiolo, que son excelentes y bien trabajadores. El Aguirre ganó en México el Premio Marco, tremendo premio, significativo y, además, con harto billete. La obra del Marcelo es buenísima, él es un artista dinámico, que se renueva permanentemente, que sorprende. El Jaime Zapata es un gran pintor, académico, bien formado. En escultura, el Gabriel García es calidad, tiene obras imponentes. Y ahora creo que hay una cantidad de gente más joven, de chamos que están pintando pero a ellos no les conozco, francamente, no les he seguido.

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29 Con el Ramiro Jácome y el Washington Iza pusimos los talleres de Guápulo. En la inauguración el encerado que había puesto la Sheila Bravo, mujer del Ramiro, era un peligro total, la gente se resbalaba y se caía. Exponíamos el Iza, el Jácome y yo. Teníamos también talleres, sala de exposición y un cuartito comedor. Ahí estábamos y entra la hija del Ramiro que era guagua, con el Jerónimo que era también guagua, agarran una pintura y le hacen action-paiting al cuadro del Iza, que era de una nitidez bárbara. Hubo que restaurarle calladitos. Así era. Después de la inauguración hicimos un chupe bárbaro. Todos estábamos plutos y grifísimos. Y en eso la Sheila, alma bendita, que era totalmente sacudida, se le despapaya a un colombiano que asomó, y el Ramiro da un golpe al vidrio y se corta todito el brazo, las venas, todo. Eran las tres de la mañana y el Byron García coge y le amarra el brazo con una soga y con el atizador de la chimenea le ajustaba para hacerle el torniquete. ¡Qué bestia! Todo pasaba en esos talleres, era algo alucinante. Los talleres de Guápulo estaban auspiciados por el Teacher, que era un man que llegó de Estados Unidos graduado de matemático puro y era profesor en la Facultad de Arquitectura. Se hizo panísima nuestro por el asunto de la marihuana. Traía de Estados Unidos la plata que había ganado y nos dio 25 000 sucres para todo: arriendo del local, muebles, pintura. Era el mecenas el Teacher. Puso hartísima plata y un día va a pedir las cuentas, la Sheila va a buscar el cuaderno pero el guagua le había botado a la chimenea, no había cuentas, no había nada, era el caos absoluto. Bonita era esa época.

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30 Soy fanático de Pitágoras. Le descubrí porque una vez le mandaron a mi hijo Jerónimo a hacer alguna figura geométrica y a mi hermano Pablo, que era arquitecto, le digo ve, dame haciendo, y él me dice ahí tengo un libro que enseña a hacer todo. Ese había sido el libro de Mathyla C. Ghyka, que estudia todas las figuras geométricas, y entonces yo me dediqué a conseguir todos los libros de ese autor, un rumano tremendo, buenazo. El libro se llamaba Estética de las proporciones en la naturaleza y en las artes. Un genio ese Mathyla. Dice que los aborígenes de no sé dónde le ven al tiburón que se desliza en el agua y le copian para hacer la piragua. Todo lo que va haciendo el ser humano es así, sacado de la naturaleza. Ahí me enteré que ha habido un triángulo sagrado, también los rectángulos notables que son de consumo irresistible. Todo estudiaba, los cristales de nieve, las formas de la naturaleza y te demuestra cómo se da en todos los estilos del arte. Tiene otro libro que se llama El número de oro. Tres libros conozco de ese autor.

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31 En Quito mi infancia fue por el parque de Santa Clara; mi casa estaba un poco más al norte, pasando la Colón, donde había un cine que también se llamaba Colón. Yo era vicio del cine, me iba todos los días, conozco todos los cines. En Latacunga daban solo mexicanas, de Miguel Aveces Gemía,29 Luis Aguilar, Pedro Infante, María Félix. En Quito, en cambio, mi cine era el gringo, de caballos, de perros, de guerra. No había otra cosa que hacer que ir al cine. No me olvido cuando pusieron el primer canal de televisión. Papá era vicio de irse a Miami y se trajo una televisión antes de que hubiera aquí canales. Teníamos el aparato, pero no había qué ver, sino rayas. Después pusieron un canal pero seguíamos sin ver porque al aparato había sido de moverle unos botones de atrás, pero eso no sabíamos. Cuando ya funcionó la tele, iban los del barrio a ver y nosotros poníamos sillas. Los programas eran una huevada, cantaban las hermanitas López Rohn, el dúo Chon y Delgado, era una lástima. También había los coros de los protestantes. Después tuvimos un proyector de cine de ocho milímetros y pasábamos películas y a los de barrio ya les cobrábamos entrada y con mi hermano sí les dábamos buenas películas, francamente.

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Se refiere a Miguel Aceves Mejía.

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32 José Luis Cuevas a mí sí me marcó. El libro ese Cuevas por Cuevas me he de haber conseguido por el 69 o el 70. Cuevas escribe mejor que dibuja, sus libros son buenísimos. Y me impactó también Gironella, toditos esos mexicanos son unos capos. Yo tenía cantidades y cantidades de libros sobre arte. Aquí no había nada, sino La bufanda del sol, que era una revista hecha casi casi en papel periódico.

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33 Yo era neurótico. Casi no salía de la casa, así me crio mi papá. Me compró bicicleta, pero me tenía prohibido salir a la calle, me dejaba solo montar en el patio de la casa. Lo bueno es que a mi casa podían ir todos mis amigos a hacer lo que sea. En mi casa mi mamá nos acolitaba, les daba café, les atendía. Atrás había un canchón que hizo mi papá, con sillas, equipo de música, pista de carros, toda la huevada. Entonces, toditos iban allá. Y los amigos de mi hermano que se murió, alma bendita, también iban. Después armábamos ahí los chupes cuando mis papás se iban a Latacunga los viernes y regresaban el domingo.

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34 Mi papá tenía plata. En Latacunga su familia era dueña del cerro Alpamala, además de varias haciendas. Después mi papá se compró una hacienda en Salcedo y puso vacas. Las otras tierras las regaló a los indios. Bueno, les vendió pero como no le pagaban les dijo ya, cojan, cojan, y les dio el cerro. Era enguitado, gamonal de provincia, y el papá de él, igual. Mi mamá solucionaba la vida de todo el mundo, era rayada. Salía a las ocho a dejarles a mis hermanas en el colegio y no regresaba. Mi papá llegaba del trabajo y, furioso, preguntaba ¿dónde está la Gloria? No había. Después mi mamá confesaba que se había ido a Latacunga para solucionar la vida de los de allá. Después a mi papá le dio una huevada que también le dio al papá de él y se paralizó. Se quedó hecho mierda, porque perdió el movimiento de un lado de su cuerpo. El Hurtado, cuando era presidente, le iba a ver y le hizo asesor. Mi papá, de vanidoso, no salía. Es que quedarse así ha de haber sido feo.

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35 Cuando estuvimos en Madrid hacíamos frecuentes viajes a París, donde estaba el pintor Carreño, mi amigo, y la hermana de la Dayuma, la Shirma, casada con el Jacques Bonaud, que hasta ahora tiene la galería Rue de Nesle. Él era socio del príncipe Tibault de Orleans, quien meses antes apareció en Quito, a la galería Artes, con dos perros pastor alemán y una princesa chilena. Ahí el príncipe me compró un dibujo. Yo le dije soy artista, grabador, ¿y tú? Yo soy príncipe, me dijo. En París el príncipe era dueño de una galería que estaba debajo del Sena y ahí exponía un viejo ladrón, un genio de la falsificación. El príncipe llevaba la colección de arte y arqueología que traía de Latinoamérica a mostrar en las casas de los pudientes, y aprovechaba para observar la mansión y después proceder a desvalijarla. Una vez en una casa había habido una sofisticada alarma, llegó la policía y pescó a la banda: Jacques Bonavol, el Frankie y el príncipe. Fue un escándalo. Cuando subió Mitterrand al poder una socia del príncipe era Lamouche, que llegó a ser secretaria privada de Mitterrand y entonces el príncipe salió de la cárcel (aunque en realidad él estaba guardado en un convento de monjas, por intervención de su padre, el conde de París), mientras Jacques vino acá a poner una galería. Después el príncipe se fue a África y le partieron en dos, por meco. Y así acabó su vida.

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36 El Guayas quería que yo le ayudara en la Capilla del Hombre y yo le dije huevada, pues. Yo le veía trabajar al Guayas con un par de ayudantes que tenía, el Tomás Otero, un argentino moreno, grandote, y una pelada que se rayó, que ahora es famosa, Verónica León, una machaleña ricota, peladita. Los dos eran operarios que hacían todos los engendros esos en la capilla. A ellos el Guayas les entregaba los bocetos, y a esta Verónica León, la machaleña, se le mete entre ceja y ceja que el Guayasamín se va a casar con ella y como no se casó, se rayó la pelada, le guardaron en La Habana y ahora es artista famosa radicada en París. El Guayas pintaba en el suelo, sobre fibra de vidrio. Así hizo también el mural del Congreso. Esas planchas de fibra le hacía un mecánico que se llamaba Cosme Paredes, que era lo máximo. A mí una vez el Julio Bueno30 me dice oye, bien que te encuentro, necesito la escenografía para el concurso de reina de Quito y quiero que vos hagas, pero necesito un cuadro que gire. Puta, entonces me topo con el Cosme y él dice huevada hacer un cuadro que gire, yo lo hago. El man se hizo unos tubos con unos cojinetes de bola, tenía que instalar un motorcito y con eso giraba la tela. Pero los del municipio dijeron no pues, eso es automático, mejor pongámosle una manivela y le hacemos longomático, con un guambra que esté dándole a la manivela, y así mismo hicieron, no hicieron valer lo del Cosme, que era un genio. 30

Julio Bueno, músico.

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37 La primera exposición que hice fue Hace poco la realidad se me salía por los ojos, en 1970. De ahí no hice sino colectivas. He participado en más de 50 colectivas en Ecuador, Francia, Bolivia, Colombia, Perú, España, Estados Unidos, República Dominicana, Puerto Rico, México, Egipto, Brasil, Chile, Argentina. En 1976 expuse Listo para la foto y Mariguanero, le grita mamá, en la facultad y Dimes y diretes, en la Alianza Francesa. Mariguanero, le grita mamá, que también después viajó a Latacunga, estaba hecha en unas cartulinas grandes, Bristol, de 100 x 70, y también en rollos de papel enormes, de 15, 20 y hasta 40 metros. La expo era sacudida, puro pincel, y había una obra de una mano que le introducía una bayoneta por el sexo de una mujer y eso le molestó al alcalde de Lata que clausuró la expo que yo ni alcancé a ver, porque cuando llegué ya estaba cerrada por orden de la autoridad. Pero yo sí he expuesto otras veces en Lata y es una maravilla porque una camioneta pasa perifoneando por el parque para que la gente acuda. Con la Dayuma llevamos a Pedro Vicente Maldonado, en el noroccidente, exposiciones de Rendón, de Tábara, de Viteri, de Guayasamín, porque la Dayuma hizo una Fundación Socio-Cultural Latinoamericana, de la cual ella era jeque, y se contactó con un huevón famoso, Vicario se llamaba, que era del Convenio Andrés Bello y ellos ponían el billete. La Dayuma también organizó la primera feria de dulces en el Museo de la Ciudad, en Quito, y, dentro de las jornadas culturales, llevamos exposiciones a Cayambe. En 1978 expuse en la Artes Ciclo de la imaginación; en ese año también expuse, en Madrid, Ver con otros ojos las mismas cosas, en la galería Gorem, y Una versión para la historia de las perversiones, en el Club Internacional de Prensa, de Madrid.

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En 1980, Sobre las visitas, en La Galería. En 1983, Una estética del disimulo, en el Local Esporádiko. En 1985, En un país komo el nuestro, en La Galería, y en 1987, también En un país komo el nuestro, en la Fundación Guayasamín. En 1989, Para entrar en detalles y una concepción inmaculada, en La Galería. En 1993, Tintas, en La Galería. En 1997, Rayadismo fractal, en la Artes. En 1997, Personajes sin paisaje, en La Galería. En 1997, Las sagradas instituciones, dentro del programa Agosto Mes de las Artes. En 2003, Una estética del disimulo, en el Centro Cultural de la Universidad Católica. En 2007, Un país con la Korrea al cuello, en la Casa San Lucas, y también Sobredosis patriótika, en la Artes. En 2008, Vareaciones, en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo, en Guayaquil. En 2008, En un país komo el nuestro, en el Instituto Cervantes de Munich, Alemania. En 2009, El paisito marcha, exposición antológica, en la Casa de la Cultura de Quito y Cuenca. La última fue Tóxico, en 2011, en el Museo de Arte Colonial. Además, he publicado tres libros, Sobredosis patriótika, Una estética del disimulo y Vareaciones. Como tengo cantidad de obra, cuando llega una exposición el Martín y la Dayuma se encargan de seleccionarla y con eso la arman, yo le bautizo y después me invento la cantaleta, claro.

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38 Antes no era organizado. En eso, la Dayuma es todo. Ella es una persona muy metódica y, si ella no hubiera guardado, clasificado mi obra, yo no tendría nada, nada. Ella es la que ha valorado las obras. Antes yo guardaba mis trabajos en cajas y se comían las ratas. La labor de la Dayuma es increíble. En todo ha sido fundamental, yo he sido en la vida un derrotista, pero ella es la de la fuerza, del ñeque. Hemos superado algún pereque sentimental, pero de ahí nada más. La Dayuma se ha batido con nuestros dos hijos, porque creo que yo era rayado y, por mí, no les hacía estudiar a los chamos. Pero la Dayuma, que es prófuga de segundo curso, fue la que les hizo estudiar, siendo que ella llegó solo a segundo curso de colegio. Se ha formado solita, informándose, leyendo, es tremenda lectora. Y nuestros hijos, el Jerónimo y el Martín, son bestiales. Además, están mis dos nietos, hijos del Martín: el Miguicho y la Agustina, que son lo máximo los pelados.

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39 Desde hace años me vienen diciendo que ya me muero. Me llevan de los pelos a la clínica, pero si es de morir, ha de ser de morir, no me preocupa. Yo soy religiosísimo. Me santiguo. Yo sí creo. Pero a la formación cristiana le tengo aclimatada a mi forma de ser. Yo sí tengo una actitud de ecobeata, jajajá. Ahora estoy preparando mi cuarto libro, A la luz de una esperma nuevecita. Ahí van cosas como esta: Un día intrascendente, igual ke el día de ayer ke o komo será un día trascedente los días trascendentales pasan desapercibidos para alguien intrascendente komo yo

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© 2013Miguel Varea © 2013 de esta edición, Dinediciones ISBN: 978-9978-954-39-3 Derechos de autor 042238 Depósito legal 004968 Textos Francisco Febres Cordero Curaduría Martín Varea Dirección de arte y diseño Estefanía Rivas Corrección de textos Paulina Rodríguez Fotografías Christoph Hirtz Digitalización de fotografías Gustavo Moya Impresión Imprenta Mariscal La reproducción parcial o total de esta obra, por cualquier medio, sin el consentimiento expreso de los titulares del Copyright, está prohibida al amparo de la legislación vigente. Impreso en Ecuador Printed in Ecuador Quito, 2013


OBRA PORTADA Yo como John Lennon, tinta china sobre papel, 1989, 60 x 45 cm. Aperturas Un virus ke me persigue, acrílico sobre tela, 2000, 5 x 3 m. PRÓLOGO Fragmento, tinta china sobre cartón, 1970, 70 x 30 cm. Mariguanero, le grita mamá, tinta china sobre papel, 1975, 120 x 240 cm. CAPÍTULO 1 Vareaciones, tinta china sobre papel, 1972, 17 x 23 cm. Silencio I, tinta china sobre papel, 1972, 26 x 23 cm. Silencio II, tinta china sobre papel, 1972, 17 x 23 cm. CAPÍTULO 2 Estétika de Plotino, serigrafía, 1983, 75 x 55 cm. CAPÍTULO 3 De la kolección I, tinta china sobre papel, 1986, 32 x 22 cm De la kolección II, tinta china sobre papel, 1986, 32 x 22 cm De la kolección III, tinta china sobre papel, 1986, 32 x 22 cm De la kolección IV, tinta china sobre papel, 1986, 32 x 22 cm CAPÍTULO 4 Konvídate una raya I, tinta china sobre papel, 2000, 22 x 17 cm. Konvídate una raya II, tinta china sobre papel, 2000, 22 x 17 cm. Konvídate una raya III, tinta china sobre papel, 2000, 22 x 17 cm. CAPÍTULO 5 Antiguos recuerdos, tinta china sobre cartulina, 1983, 110 x 75 cm. Infanta, tinta china sobre cartulina, 1993, 110 x 75 cm. Nube, tinta china sobre cartulina, 1982, 80 x 55 cm. CAPÍTULO 6 Époka de mala muerte, tinta china sobre cartulina, 1975, 110 x 75 cm. CAPÍTULO 7 De los miedos, tinta china sobre papel, 1969, 27 x 20 cm. Vieja loka represiones, tinta china sobre papel, 1969, 23 x 18 cm. De las tías, tinta china sobre papel, 1969, 45 x 30 cm. CAPÍTULO 8 El doc, tinta china sobre cartulina, 1983, 55 x 40 cm. La ñora, tinta china sobre cartón, 1983, 55 x 40 cm. CAPÍTULO 9 Desnudo, tinta china sobre papel, 1975, 32 x 22 cm. La pelona, tinta china sobre papel, 1989, 60 x 45 cm. (Colección Ovidio Wappenstein) Niña, tinta china sobre papel, 1989, 60 x 45 cm. (Colección Rodrigo Espinoza V.) CAPÍTULO 10 Maestra, tinta china sobre papel, 1986, 32 x 22 cm. Aprendiz, tinta china sobre papel, 1986, 32 x 22 cm. De la corrupción, tinta china sobre papel, 1986, 32 x 22 cm. Figura sentada, tinta china sobre papel, 1986, 32 x 22 cm. CAPÍTULO 11 Tuko de chancho, tinta y lápiz sobre cartón, 1982, 75 x 50 cm A Mikaela se le kae la kara de vergüenza, tinta y lápiz sobre cartón, 1983, 75 x 50 cm. (Colección Celia Varea) CAPÍTULO 12 Busto bolivariano, lápiz de color sobre cartulina, 2011, 75 x 55 cm. Eskudo borroso, lápiz de color sobre cartulina, 2011, 75 x 55 cm. La patria hasta en la sopa, lápiz de color sobre cartulina, 2011, 75 x 55 cm. CAPÍTULO 13 Reunión, bolígrafo sobre papel, 1976, 22 x 32 cm. Hecho funda, bolígrafo sobre papel, 1976, 22 x 32 cm. Doña diabla, bolígrafo sobre papel, 1976, 32 x 22 cm. Agüita en los ojos, bolígrafo sobre papel, 1976, 32 x 22 cm. CAPÍTULO 14 Asunto difícil, aguafuerte, 1983, 35 x 25 cm. CAPÍTULO 15 S/N, tinta china sobre papel, 1968, 50 x 30 cm. Déjate llevar I, tinta sobre papel, 1968, 28 x 20 cm. Déjate llevar II, tinta sobre papel, 1968, 28 x 20 cm. Déjate llevar III, tinta sobre papel, 1968, 28 x 20 cm. S/N, tinta china sobre papel, 1968, 50 x 30 cm. S/N, tinta china sobre papel, 1968, 50 x 30 cm. CAPÍTULO 16 De las lesbianas I, tinta china sobre papel, 1971, 27 x 21 cm. De las lesbianas II, tinta china sobre papel, 1971, 27 x 21 cm. De las lesbianas III, tinta china sobre papel, 1971, 27 x 21 cm. CAPÍTULO 17 S/N, tinta china sobre papel, 1973, 27 x 21 cm. S/N, tinta china sobre papel, 1973, 27 x 21 cm. S/N, tinta china sobre papel, 1973, 27 x 21 cm. CAPÍTULO 18 El regreso de la perra Kolorada, acrílico sobre tela, 1997, 1,30 x 10 m. (Colección Ministerio de Cultura del Ecuador) Lea, señora lea, acrílico sobre cartón, 1976, 2 x 2 m. CAPÍTULO 19 Octavio Paz - el arko y la lira I, tinta china sobre papel, 1972, 27 x 21 cm. Octavio Paz - el arko y la lira II, tinta china sobre papel, 1972, 27 x 21 cm.

CAPÍTULO 20 Mater filides, tinta china sobre cartulina, 1992, 100 x 70 cm. (Colección Rodrigo Espinoza B.) CAPÍTULO 21 Habla para ke te vea, tinta china sobre cartulina, 1988, 100 x 70 cm. (Colección Ovidio Wappenstein) Autorretrato, tinta china sobre papel, 1972, 27 x 21 cm. Krepúskulo de la desaparición, tinta china sobre cartulina, 1993, 150 x 120 cm. CAPÍTULO 22 Hermana, óleo sobre tela, 1968, 80 x 69 cm. Capítulo 23 De visita, tinta sobre papel, 1976, 21 x 27 cm. Hora de las visitas, tinta sobre papel, 1976, 21 x 27 cm. Personajes sin paisaje I, tinta sobre papel, 1976, 21 x 27 cm. De las sagradas instituciones, tinta sobre papel, 1976, 21 x 27 cm. CAPÍTULO 24 De las visitas, (espalda), acrílico sobre madera, 1986, 185 x 240 cm. (Colección John B. Hay) De las visitas, (frente), acrílico sobre madera, 1986, 185 x 240 cm. (Colección John B. Hay) CAPÍTULO 25 Tarde de domingo I, aguafuerte, 1977, 30 x 25 cm. De las sagradas instituciones, aguafuerte, 1978, 25 x 30 cm Archimboldesko, aguafuerte, 197, 13 x 22 cm. Kolokios, aguafuerte, 1977, 13 x 22 cm. Tardes de domingo II, aguafuerte, 1977, 31 x 22 cm. CAPÍTULO 26 Esperando el fuego liberador I, óleo sobre tabla, 1965, 80 x 60 cm. Homenaje a Atahualpa Yupanqui, óleo sobre tabla, 1965, 60 x 40 cm. (Colección Celia Varea) Esperando el fuego liberador II, óleo sobre tabla, 1965, 90 x 60 cm. Esperando el fuego liberador III, óleo sobre tabla, 1965, 90 x 69 cm. CAPÍTULO 27 Dolarízate Longo Puerco I, tinta china sobre, 1998, 75 x 55 cm. Dolarízate Longo Puerco II, tinta china sobre, 1998, 75 x 55 cm. Dolarízate Longo Puerco III, tinta china sobre, 1998, 75 x 55 cm. CAPÍTULO 28 Kuando Filuko se hizo plumas, tinta china sobre cartulina, 2005, 150 x 120 cm. CAPÍTULO 29 Bestia de arriba, bestia de abajo, aguafuerte, 1986, 60 x 50 cm. Nativismo I, aguafuerte, 1986, 30 x 25 cm. Nativismo, aguafuerte, 1986, 30 x 25 cm. CAPÍTULO 30 Fotos para la cédula I, óleo sobre cartón, 2006, 90 x 120 cm CAPÍTULO 31 Fotos para la cédula II, óleo sobre cartón, 2006, 90 x 120 cm CAPÍTULO 32 Kabeza, bolígrafo sobre papel, 1977, 24 x 18 cm Korte de justicia ancestral, tinta china sobre cartulina, 2007, 120 x 150 cm. Zafarrancho, acrílico sobre tabla, 2013, 2,45 x 8 m. CAPÍTULO 33 La pelona, tinta sobre papel, 1990, 24 x 18 cm. CAPÍTULO 34 Doktor, tinta china sobre papel, 1989, 60 x 50 cm. CAPÍTULO 35 Perros de a perro I, tinta china sobre papel, 1986, 24 x 18 cm. Perros de a perro II, tinta china sobre papel, 1986, 24 x 18 cm. Perros de a perro III, tinta china sobre papel, 1986, 24 x 18 cm. Perros de a perro IV, tinta china sobre papel, 1986, 24 x 18 cm. CAPÍTULO 36 Gorila, tinta sobre cartulina, 1986, 100 x 70 cm. CAPÍTULO 37 Ekobeatas de la revolución, óleo sobre tela, 2006, 120 x 120 cm. La nube rosada de ese entonces, óleo sobre tela, 2006, 141 x 72 cm. Eskondiendo la mullapa, óleo sobre tela, 2006, 110 x 75 cm. Esperando el bono, óleo sobre tela, 2006, 110 x 75 cm. Barriendo ajeno, óleo sobre tela, 2006, 110 x 175 cm. Bolivariano ya mayor, óleo sobre tela, 2006, 125 x 82 cm. CAPÍTULO 38 Nuestra verdad es interior, tinta china y lápiz sobre cartulina, 2013, 70 x 50 cm. CAPÍTULO 39 Artista junto a su obra, (fragmento), lápiz sobre papel, 1999, 120 x 120 cm. Krepúskulo de la desaparición, tinta china sobre papel, 1996, 150 x 120 cm. AGRADECIMIENTOS Hieros logos, tinta china sobre cartón, 1994, 75 x 55 cm.


MIGUEL VAREA Nació en Quito, Ecuador, en 1948. Estudios 1968-1969, Facultad de Artes, Universidad Central del Ecuador, Quito - Ecuador 1977-1978, Grabado calcográfico, Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, Madrid - España 2004 Talleres 1975, Talleres Guápulo 1981, Taller de Grabado, CCE Benjamín Carrión, Quito - Ecuador 1986-95, Lokal Para la Práktica Artístika, Quito - Ecuador 1995-2011, Estampa Lokal, Sangolquí - Ecuador Principales exposiciones individuales 2011 Tóxico, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito - Ecuador 2009 El paisito marcha, exposición antológica, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito y Cuenca - Ecuador Y si nuevas cadenas preparan… el paisito marcha, Arteactual Flacso, Quito - Ecuador 2008 En un país komo el nuestro, Instituto Cervantes, Munich - Alemania 2008 Vareaciones, Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), Guayaquil - Ecuador 2007 Sobredosis patriótika, Galería Artes, Quito - Ecuador 2007 Un país kon la Korrea al kuello, Casa San Lucas, Quito - Ecuador 2003 Una estética del disimulo, Centro Cultural PUCE, Quito - Ecuador Galería en Movimiento, Quito - Ecuador 1997 Las sagradas instituciones, Agosto Mes de las Artes, Museo Filanbanco, Quito - Ecuador Personajes sin paisaje, La Galería, Quito - Ecuador El crepúsculo de la desaparición, Galería M&S, Quito - Ecuador Grabados, Galería La Chuquiragua, Quito - Ecuador Retrospectiva, C. C. El Recreo, Quito - Ecuador La Casa de Al Lado, Quito - Ecuador Rayadismo fractal, Galería Artes, Quito - Ecuador 1993 Tintas, La Galería, Quito - Ecuador 1991 Galería Art-Forum, Quito - Ecuador 1989 Para entrar en detalles y Una concepción inmaculada, La Galería, Quito - Ecuador 1987 En un país komo el nuestro, Fundación Guayasamín, Quito - Ecuador 1985 En un país komo el nuestro, La Galería, Quito - Ecuador 1983 Una estetika del disimulo, Local Esporadiko, Quito - Ecuador 1982 Salón del Pueblo, CCE, Cuenca 1981 Sobre cosas tenebricosas, Galería Altamira, Quito - Ecuador 1980 Sobre Las visitas, La Galería, Quito - Ecuador 1978 Una versión para la historia de las perversiones, Club Internacional de la Prensa, Madrid - España Ver con otros ojos las mismas cosas, Galería Gorem, Madrid - España Ciclo de la imaginación, Galería Artes, Quito - Ecuador 1977 Galería LibriMundi, Quito - Ecuador 1976 Dimes y Diretes, Alianza Francesa, Quito - Ecuador Mariguanero, le grita mamá, Municipio Latacunga - Ecuador Listo para la foto, Facultad de Artes, Universidad Central, Quito - Ecuador 1970 Hace poco la realidad se me salía por los ojos, Dibujos Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito - Ecuador Libros 2007 2001 1997

Sobredosis patriótika, dibujos políticos, Quito - Ecuador Una estétika del disimulo, recopilación de textos, Quito - Ecuador Vareaciones, selección de textos de Una estétika del disimulo, Quito - Ecuador

Videos 1997 1989

Trañas, audiovisual Sergio Maldonado, Quito - Ecuador Para entrar en detalles, audiovisual Sergio Maldonado, Quito - Ecuador

2002 2001 2000

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1980 Principales exposiciones colectivas 2011 Inhumano, El cuerpo en el arte ecuatoriano, Centro de Arte Contemporáneo, Quito - Ecuador Fibra, 3 generaciones de artistas contemporáneos, Cultural de Cooperación Floreal Gorini, Buenos Aires - Argentina 2010 Arte y cultura en la Semana Mayor, Centro de Convenciones Eugenio Espejo, Quito - Ecuador 2009 Los Disparates de Goya, Visiones contemporáneas, Centro Cultural Metropolitano, Quito - Ecuador 2008 La Huella del Grabado, Centro Cultural PUCE, Quito - Ecuador 2007 Paisajes, Galería Artes, Quito - Ecuador 2006 Claves, Museo de Arte Contemporáneo, Guayaquil - Ecuador 2005 Mitos, Art Forum, Quito - Ecuador

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Mitos, Centro Cultural Flacso, Quito - Ecuador XXIV Aniversario, Salón Nacional de Artistas Ecuatorianos, Museo Municipal de Arte Moderno de Cuenca, Cuenca - Ecuador Carpeta de grabado de homenaje Alfredo Gangotena, Alianza Francesa, Quito - Ecuador Diez pintores del Ecuador, Banco Central del Ecuador, Manta - Ecuador Arte a dos manos, Operación Sonrisa, Quito - Ecuador Ecuador contemporáneo, Corporación Cultural de Viña del Mar - Chile Arte a dos manos, Operación Sonrisa, Quito - Ecuador Muestra Colectiva Retrospectiva Cotopaxi 2004, Casa de los Marqueses, Latacunga - Ecuador II Encuentro Latinoamericano de Artistas Plásticos, Cusco - Perú La Huella del Grabado, Centro Cultural PUCE, Quito - Ecuador Diálogo Ecuador Brasil, Galería Marta Traba, São Paulo - Brasil Diálogo Ecuador Brasil, Centro Cultural PUCE, Quito - Ecuador Quito Testimonio Vivo del Arte Contemporáneo, Centro Cultural Metropolitano, Quito - Ecuador Cien artistas por los niños, Hotel Oro Verde, Quito - Ecuador XI Bienal Iberoamericana de Arte, Grabado Iberoamericano, Instituto Cultural Domecq, México DF. - México Centro Cultural PUCE, Quito - Ecuador Art Alter Incarcelation, Pro Arts, Oakland - EEUU Centro Cultural Reina Sofía, Madrid - España IV Trienal Mundial de Estampas de Pequeño Formato, Chamalières Auverne - Francia Pintando con los Niños, Chile - Ecuador Muestra de Pintura Contemporánea, VIII Asamblea Plenaria CEAL, Quito - Ecuador, I Bienal Gráfica de El Cairo - Egipto X Bienal Iberoamericana de Arte, Grabado Iberoamericano, Instituto Cultural Domecq, México DF. - México III Trienal Mundial de Estampas de Pequeño Formato, Chamalières Auverne - Francia IV Salón del Dibujo, Instituto de Cultura Puertorriqueña - Puerto Rico Festival de arte ecuatoriano, Boston - EE. UU. IV Salón del Dibujo, Museo de Arte Moderno, Sto. Domingo - República Dominicana Festival La Huella de Europa- Ecuador 95, Museo Archivo de Arquitectura, Quito - Ecuador 100 años de cine. Seis visiones, Galería Art Forum, Quito - Ecuador Tercer Salón Iberoamericano de Artes Plásticas, Instituto Cultural Brasilero - Americano, Washington DC - EE. UU. Expo Sevilla, Sevilla - España Skecth Gallery, Quito - Ecuador Por una tierra siempre viva, Posada de las Artes Kingman, Quito - Ecuador III Salón de Arte Proesa, Posada de las Artes Kingman, Quito - Ecuador III Salón de Arte Proesa, Museo del Monasterio de la Concepción, Cuenca - Ecuador III Salón de Arte Proesa, Museo Nahim Isaías, Guayaquil - Ecuador Arte - Amazonía 12 Reflexiones, Posada de las Artes Kingman, Quito - Ecuador 10 años, 100 ediciones, 100 artistas Diners, Posada de las Artes Kingman, Quito - Ecuador II Salón de Arte Proesa, CCE, Quito - Ecuador Galería de Arte Expresiones, Guayaquil - Ecuador Estampa Local, Local Para la Práktica Artística, Quito - Ecuador Salón del Dibujo 84, Galería Perspectiva, Guayaquil - Ecuador Pintura Joven Itinerante, Convenio Andrés Bello, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú Primera Exposición del Taller de Grabado, CCE Benjamín Carrión, Quito - Ecuador La Galería, Quito - Ecuador Taller de Grabado, CCE, Quito - Ecuador Carpeta de Grabado, Consejo Provincial de Pichincha, Quito - Ecuador Municipalidad de Latacunga - Ecuador Galería Altamira, Quito - Ecuador García, Iza, Jácome, Varea, Galería Artes, Quito - Ecuador Carpeta de Grabado Diners, Quito - Ecuador Salón Nacional Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito - Ecuador Galería Artes, Quito - Ecuador Galería Goríbar, Quito - Ecuador Galería Altamira, Quito - Ecuador Galería Siglo XX, Quito - Ecuador Galería LibriMundi, Quito - Ecuador Le jardin de 100 Ilustrateurs, Centre d’Art Rive Gauche, París - Francia Iza, Jácome Varea, Talleres Guápulo, Quito - Ecuador Galería Artes, Quito - Ecuador Centre d’Art Rive Gauche, París - Francia


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1966 1965 1964

Blanco y Negro, Sala de los Artistas del Museo de Arte Hispanoamericano, CCE, Quito - Ecuador Centro Andino, Quito - Ecuador III Exposición Juvenil, Alianza Francesa, Quito - Ecuador II Exposición Juvenil, Museo de Arte Colonial, Quito - Ecuador Primer Salón de Artes Plásticas, Colegio San Gabriel, Quito - Ecuador

Publicaciones 2011 Inhumano, El cuerpo en el arte ecuatoriano, Fundación Museos de la Ciudad, Quito - Ecuador Catálogo Fibra, 3 generaciones de artistas contemporáneos, Cultural de Cooperación Floreal Gorini, Buenos Aires - Argentina Palabra de pintores. Artistas del Ecuador, Marco Antonio Rodríguez, Quito - Ecuador 2009 Catálogo Los Disparates de Goya, Visiones contemporáneas, Centro Cultural Metropolitano, Quito - Ecuador 2008 Catálogo La Huella del Grabado, Centro Cultural PUCE, Quito - Ecuador 2009 Revista Caras, Nº 24, Quito - Ecuador Revista Diners, Nº 329, Quito - Ecuador Revista Vanguardia, Nº 185, Quito - Ecuador 2008 Revista Cosas, Nº 191, Quito - Ecuador 2007 Registro, Arte Actual - Flacso, Quito - Ecuador Revista La Casa, Nº 59, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito - Ecuador Revista Diners, Nº 303, Quito - Ecuador Revista Vistazo, Nº 964, Quito - Ecuador Revista La Casa, Nº 56, Casa de Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito - Ecuador Revista Vanguardia, Nº 105, Quito - Ecuador 2006 Revista Mundo Diners, Nº 287, año XXVII, Quito - Ecuador XXIV Aniversario, Salón Nacional de Artistas Ecuatorianos, Museo Municipal de Arte Moderno de Cuenca - Ecuador 2004 Revista Mundo Diners, Nº 263, año XXV, Quito - Ecuador Revista Vistazo, Nº 875, Quito - Ecuador Revista País Secreto, Nº 8, Quito - Ecuador 2002 Artistas plásticos del Ecuador, Dirección General de Promoción Cultural, Ministerio de Relaciones Exteriores, Quito - Ecuador Revista Sente, Nº 2, enero 2001, Quito - Ecuador 2000 Catálogo Diálogo Ecuador Brasil, Galería Marta Traba, São Paulo - Brasil Revista Clubing, año 1, Nº 9, Quito - Ecuador 1999 Palabra e imagen, Marco Antonio Rodríguez, Quito - Ecuador Revista Ilaló, Nº 4, Quito - Ecuador 1998 Revista Diners, Nº 195, Dinediciones, Quito - Ecuador Revista Cosas Ecuador, Nº 46, Quito - Ecuador 1997 IV Trienal Mundial de Estampas de Pequeño Formato, Chamaliers Auverne - Francia Ecuador Contemporáneo, Casa de América, Madrid - España 1996 Bupearte # 2, Quito - Ecuador 1995 El Arte Ecuatoriano de Hoy, Festival La Huella de Europa, Ecuador 95, Quito - Ecuador Memorias del Festival La Huella de Europa, Ecuador 95, Quito - Ecuador Catálogo IV Salón del Dibujo, Museo de Arte Moderno, Sto. Domingo República Dominicana 1994 Catálogo Tercer Salón Iberoamericano de Artes Plásticas, Instituto Cultural Brasilero-Americano, Washington DC, EE. UU. Revista Nacional de Cultura, Nº 2, Quito - Ecuador 1992 100 artistas del Ecuador, Dinediciones, Quito - Ecuador 1990 Ecuador Historia de la República, A. Pareja Diezcanseco, “Las artes plásticas del Ecuador en el siglo XX”, Quito - Ecuador Revista del Domingo, diario Hoy, año 1, Nº 18, Quito - Ecuador Diccionario de arte, Quito - Ecuador 1988 Catálogo El siglo XX de las artes visuales, Museo del Arte, Banco Central del Ecuador, Guayaquil - Ecuador Revista Diners, Nº 70, Dinediciones, Quito - Ecuador 1987 Palabra Suelta, Nº 3, Quito - Ecuador 1985 Revista Impulso 200, Nº 3, octubre 1985, Quito - Ecuador 1983 Revista Nueva, Quito - Ecuador 1981 Historia del Ecuador, Salvat Editores, Nº 75, Quito - Ecuador Carpeta Banco Central del Ecuador, Quito - Ecuador 1980 Revista Nueva, Nº 60, junio 1980, Quito - Ecuador 1979 Cinco Ilustraciones, Revista Cultura, Quito - Ecuador Revista Diners, Nº 0, Quito - Ecuador 1978 Historia del Arte Ecuatoriano, Salvat Editores, Nº 46, Quito - Ecuador Revista Blanco y Negro, Nº 3.440, abril 78, Madrid - España Revista Triunfo, Nº 795, abril 78, Madrid - España Revista Difusión Cultural, Ediciones Banco Central del Ecuador, Quito - Ecuador Revista Guadalimar, Madrid - España

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Agradecemos la colaboración de los coleccionistas Ovidio Wapestein, Jhon Hay, Rodrigo Espinosa Bermeo, Rodrigo Espinosa Villaquirán, Celia Varea, Verónica Ordóñez, Rubén Ordóñez y Gogo Anhalzer, así como al Banco Central del Ecuador, que nos permitieron acceder a obras fundamentales de la trayectoria pictórica de Miguel Varea.





Índice Miguel Varea: pluma y murmullos Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31 Capítulo 32 Capítulo 33 Capítulo 34 Capítulo 35 Capítulo 36 Capítulo 37 Capítulo 38 Capítulo 39

Impreso en Quito - Ecuador Noviembre 2013

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