UN DÍA EN EL COLE Empieza otro día en el cole. Ahora nos toca clase de historia y estamos terminando el tema de Hispania en tiempos de los romanos. Me aburre un montón la historia. Se me cierran los ojos de aburrimiento......Ah, por cierto, mi nombre es Mario. Estando en clase, de repente, entró un grupo de personas vestidas de manera muy rara y un hombre con muy mal genio interrumpió la clase:
- Mi nombre es Aníbal, soy general del ejército cartaginés y vengo a conquistar este territorio- dijo Aníbal con voz fuerte y grave – hemos perdido las guerras púnicas pero no dejaremos que los romanos se queden con esta clase.
Uno de mis compañeros se echó a reír y el general, muy enfadado, le dijo: - Tú, cómo te llamas. - Ce...Ce.....César, señor. Me llamo César – dijo César con el miedo dibujado en sus ojos. - ¡César Augusto! - exclamó el general. - No señor, me llamo César y nací en Agosto, pero nada más – respondió César.
- ¡Cállate, romano! ¡Detenedle!- ordenó Anibal a su ejército. César se echó a llorar y su amigo Alberto salió en su defensa. Señor Anibal, César está diciendo la verdad – dijo Alberto con voz temblorosa.
- Y tú cómo te llamas y cómo te atreves a dirigirme la palabra – respondió Anibal. Alberto tragó saliva e intentó decir:
- Al...Al...Al...- titubeó Alberto.
- ¡ ALMANZOR ! - gritó Anibal - pero dónde estamos, en Hispania o en Al Ándalus - dijo confuso Anibal. - Da lo mismo. ¡Detenedle también! - ordenó.
- ¡No señoooor, me llamo Alberto, Alberto...!- gritaba inútilmente el pobre Alberto.
Los soldados de Anibal se iban llevando a toda la clase. Anibal se fijó en mí y me preguntó.
- Y tú, ¿cómo te llamas? Pareces demasiado rubio para ser romano. ¿No serás celta? - preguntó Anibal mirándome fijamente.
- No señor, no sé ni lo que es un celta – respondí asustado – siempre suspendo historia, lo juro. Además yo soy del Osasuna – dije con orgullo.
Anibal me miro entre confundido y enfadado. En ese momento sentí como una especie de proyectil impactaba en mi cabeza. El profesor me había tirado una tiza desde la pizarra. Cuando conseguí saber qué pasaba, vi cómo toda la clase se reía y el profesor me miraba muy enfadado. Me había dormido en clase de historia y todo había sido un sueño.
UN DÍA EN EL COLE
Había una vez un niño llamado Nicolás. Hasta cuarto vivió en Cintruénigo. Desde la guardería fue conmigo a clase. Era de los que más amigos tenía. Todos queríamos que jugase en nuestro equipo de fútbol porque era muy buen delantero y metía muchos goles. Cuando jugábamos al escondite siempre ganaba; era el más rápido. Al "muerto" también era muy bueno y siempre mis amigos y yo nos peleábamos porque fuese con nosotros. Además de ser de los mejores en todos los juegos era muy majo y divertido.
Hace dos años se fue a vivir a otro pueblo. Un día en el recreo uno de mis amigos dijo que su madre le había dicho que Nicolás había tenido un accidente con el coche, pero no dijo nada más.
Antes de irnos de vacaciones de Navidad, el profe nos dijo que después de las vacaciones Nicolás iba a volver a clase con nosotros. Todos nos pusimos muy contentos y empezamos a hablar y hacer planes para cuando llegara.
El primer día después de las vacaciones entramos en clase y preguntamos porque Nicolás no estaba. El profe nos dijo que iba a venir a la hora del recreo. Tocó la sirena y todos bajamos corriendo al patio. Estábamos jugando al fútbol y uno de mi equipo gritó que venía Nicolás. Todos corrimos hacia el coche de su padre que estaba aparcando en la puerta del cole. Cuando su padre sacó una silla de ruedas del maletero y montó a Nicolás, nos quedamos todos sorprendidos y no sabíamos que decir. Ya en clase el profe y él nos explicaron lo que le pasó y que no podía ni andar, ni correr, ni jugar al fútbol…
Al día siguiente, a la hora del recreo todos corrimos para el patio y así un día y otro y otro y otro… Ninguno nos acordamos de Nicolás . Pasó de ser el más popular a pasar desapercibido para todos nosotros.
El profe se dio cuenta de esta situación y pensó como podía ayudar a Nicolás. Una mañana, nos dijo que después del recreo venía un señor de una empresa que tenía “personas que cuidan de personas”, a enseñarnos cosas nuevas. Ese señor se llamaba
Rafael
y todos nos quedamos
boquiabiertos cuando le vimos. Nos dijo que a los amigos había que quererlos tal y como como eran y no por ser más guapos, mejores jugando a los juegos… Después de esto, nos entregó un folio en el que ponía “Mapfre” en letras rojas y blancas, con juegos a los que antes, yo por lo menos no había jugado. “Rafa”, que así nos dijo que le llamásemos, nos enseñó alguno de ellos y nos comentó cual era su favorito. También nos dijo que lo más divertido era que podíamos jugar todos: chicos y chicas, rápidos y lentos, listos y menos listos, jóvenes y viejos..... osea todas las personas que quisiesen pasar un buen rato.
Al día siguiente cuando tocó la sirena para bajar al patio, nadie bajó corriendo.Esperamos a Nicolás, para ayudarle a bajar. Jugamos a los palillos. Al día siguiente, hicimos lo mismo. Otro recreo jugamos a la petanca, otro a las tabas, otro al 3 en raya… y así todos los recreos. Disfrutamos un montón, porque casi todos días jugábamos a algo distinto. Además si alguien se olvidaba el almuerzo lo compartíamos.
Un recreo Nicolás nos dijo que estaba muy contento de tener “amigos que cuidan de amigos”.
UN DÍA EN EL COLE
Desde que tenemos pizarras digitales en las clases hay muchas cosas que han cambiado en nuestra escuela. En una pequeña habitación del cole se llenan de polvo un montón de aparatos que ya no usamos: proyector de diapositivas, microscopios, grandes láminas con mapas, etc... pero hay un esqueleto, que nos sirve para estudiar los huesos del cuerpo y otro muñeco para los músculos, que siguen en clase porque ya les hemos cogido cariño. Les hemos puesto hasta nombre: Sr. Musculitos y D. Huesitos (la teacher le llama Mr. Bones). El oro día estábamos estudiando los huesos del cuerpo: tibia, peroné, cráneo, húmero....no sé, unos nombres rarísimos pero que yo, al menos, he conseguido aprenderme. Cuando terminó la clase me quedé un poco rezagada y al salir noté como alguien me llamaba: - Chisss,chissss.....eh, tú, niña. Giré mi cabeza pero no vi a nadie y seguí mi camino. Pero al momento: - Oye, María. Escúchame, por favor. - Me quedé helada cuando comprobé que quien me llamaba era D. Huesitos. Me hizo un gesto con la mano para que me acercara. - ¿Qué quiere de mí? ¿Y como sabe mi nombre?- dije con más miedo que otra cosa. - No te preocupes, María. Conozco tu nombre porque lo oigo todos los días. Al parecer eres la más traviesa de la clase y el" profe" te tiene vigilada. - Es que me tiene manía- dije, como justificándome. - No importa, éso es lo de menos.Solo quiero hacerte una pregunta. ¿ Por qué le ponéis esos nombres tan raros a los huesos?- dijo el esqueleto- Nosotros le llamamos: hueso 1, hueso 2, hueso del medio, hueso del culo, perdón de la parte trasera.... - Pues no sé, la verdad- le respondí ya con cierta confianza. Seguramente al TEMPORAL se lo puso algún meteorólogo, el SACRO, algún cura y el RADIO,alguien que trabaja en Los 40
Principales....¡Yo qué sé! - Pues es que ahora yo me los tengo que aprender y es muy difícil- dijo D. Huesitos. - Bueno, lo siento, me tengo que ir - dije, al darme cuenta que ya no quedaba nadie en cole. Cuando salí de la escuela le conté lo sucedido a mis amigos y amigas. Por supuesto, nadie me creyó. - Si no me creéis- dije ya algo enfadada- esta noche entraremos a la escuela por la ventana del cuarto de la limpieza y lo comprobaréis vosotros mismos. Por la noche entramos en el cole. se empezaron a escuchar un susurro y como un sonido de huesos. Parecía un xilófono. Abrimos un poco la puerta y ahí estaban Mr. Musculitos y, mi amigo, D. Huesitos, con sus huesudas manos, estudiando en la pizarra digital sus propios huesos. Mis amigos y amigas no se lo podían creer. -Desde luego, es que nunca para uno de aprender- dijo Paz, una de mis mejores amigas- Mañana mismo voy a ponerme a estudiar. Y así fue como a todos no entraron unas enormes ganas de aprender. Y ya nunca jamás volvimos a mirar igual a nuestros nuevos amigos "Huesi" y "Musculitos" ( ya teníamos confianza) pero, ese es otro cuento que ya contaremos en otro momento.
UN DÍA EN EL COLE Llegó una vez, a un pueblo llamado Nosedónde, un niño al que todos llamaron Luar. Luar tenía 10 años, era alto para su edad, moreno y ojos verdes, e iba a 5º de primaria.Su verdadero nombre era Raúl, pero a él le gustaba que le llamaran Luar, que es como se lee Raúl visto en un espejo. Y es que el padre de Raúl se dedicaba a vender unos cuadros preciosos hechos sobre espejo. Cuando era pequeño su padre hizo un cuadro con su nombre y, claro, tuvo que escribir por la parte de atrás LUAR, para que se leyera Raúl. La hermana mayor de Raúl, perdón, Luar, se llamaba Paula.Tenía 12 años, era baja y delgada.Gastaba muy mal genio y estaba siempre estaba haciéndole rabiar. Luar, iba a la escuela pero no tenía muchos amigos. No sé bien por qué pero todos los niños se metían con él.Su hermana siempre le defendía y, si hacía falta, era capaz de reñir con los demás niños. Y es que Luar tenía un problema, no podía oír, era sordo. En la escuela tenía un profesor especial que le enseñaba lenguaje de signos y que siempre utilizaba una palabra muy rara para definir la enfermedad de Luar: Hipoacusia. A mí, Luar, me parecía un chico de lo más majo. Algo tímido y raro, pero muy majo. Un día estaba solo en el recreo y me acerqué a él. Le pregunté con gestos si quería jugar conmigo al fútbol, Raúl me dijo que sí con la cabeza y comenzamos a jugar. Desde ese día estaban siempre estábamos juntos.Un día en que los demás niños no tenían balón nos pidieron jugar con nosotros. Todos los niños se hicieron muy amigos de Luar y dejaron de meterse con él.Le ayudábamos en todo y siempre le defendíamos si alguien se metía con él. Decidimos darle una sorpresa para su cumpleaños y aprendimos a hablar con signos.
El día de su cumpleaños cuando Raúl llego a la escuela todos estábamos callados. Luar nos miró extrañados y de repente empezamos a hablar con signos.Raúl no se podía creer que sus amigos le hubieran hecho un regalo tan especial, y así poder hablar con ellos . Un día el padre de Luar nos dijo que le iban a operar para poder oír. Luar se puso muy contento y cuando nos lo contó todos le abrazamos muy felices y le deseamos mucha suerte. El día de la operación Raúl estaba muy nervioso, pero todo salió bien. Fuimos todos su a verle al hospital y le llevamos regalos. Uno de ellos muy especial: un mp4 para que pudiera escuchar música. Raúl tuvo que aprender a hablar, pero con la ayuda de todos y su esfuerzo pudo comenzar a hablar Pasado el tiempo, cuando queríamos hablar de algo sin que nadie se enterase, hablábamos con signos.Luar nos enseñó mucho y nosotros a él seguro que también.
FIN
UN DIA EN EL COLE
Érase una vez un grupo de niños que siempre jugaban juntos. Un día un juego que quería uno, otro día el que quería otro y así sucesivamente .Cada día jugaban más niños, el primer día eran dos, después cinco, luego eran nueve y al final veintidós niños. También en la escuela los niños atendían al profesor y no tenían problemas para las asignaturas. Los niños comían bien, verduras, carne, pasta, ensalada, legumbre… Al finalizar las clases los niños hacían las tareas en sus casas, y luego se llamaban por teléfono y quedaban para ir a jugar, se llamaban a todos, y no dejaban a ninguno fuera y sin jugar con ellos. Todos los días hacían lo mismo hasta que un día llego un niño nuevo a su clase, se llamaba Pablo. Pablo era un niño celiaco. Juan y sus amigos no querían jugar con el porque decían que él no podía comer trigo y que ellos no querían jugar con él. Resulta que Pablo era un niño que ya había estado en este colegio y que ya había jugado con ellos pero ellos no le reconocieron, porque antes estaba más bajo y más obeso, y no se habían dado cuenta de que era celiaco. Pablo fue a llamar a sus amigos, entonces Sara, una chica del grupo de Juan se dio cuenta de que Pablo era su amigo, el que se marchó del colegio para ir a ver a sus abuelos. Sara se lo dijo a los demás pero ellos no le creyeron la única que le creyó fue su amiga Marta. Marta vio a Pablo y si, ella también le reconoció, Marta que había traído manzana le dio un trozo a Pablo, Sara había traído bocadillo y también le ofreció pero Pablo le dijo que el no podía comer trigo y las dos se preguntaban porque. Pablo les explico que era celiaco y las dos se quedaron asombradas. Al acabar el recreo Pablo, Sara y Marta subieron a clase le explicaron al profesor que Pablo era celiaco y que Juan y los demás no querían jugar con él.