Monolito x

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Contenido:

Arte en portada: El señor oros (30 x45 cm. Tinta/papel) de Sergio Astorga (México). Obra plástica: serie “Antojos” por Sergio Astorga.

En entrevista: Jeremías Marquines. Ensayo: “Contra el performance” de Avelina Lésper. Serie La Lucha Diaria. Tercera entrega: “La lucha diaria III: el Perro Aguayo” por Alejandro Montaño.

Reseña literaria por Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala.

Relatos: Paola Daniela Ruiz Velasco García, Araminta Gálvez, Silvina Maiuli, Nan Martínez. Minificciones: Eduardo Sangarcía, Sarko Medina Hinojosa, Moisés García Hernández, Felfema Mreosi. Poesía: Rafael Indi, Lemuel Luna, José J. González, Reyna Hernández Haro, Marianela Puebla, Horacio Pettinicchi, Andra Gabriela Prodea. Galería fotográfica por Karla Solorio.


Editorial

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A propósito de la galería fotográfica que te presentamos en esta edición, dedicada a los colores en México, colores que representan la calidez y diversidad del país, el Monolito igualmente ha sido, durante año y medio de vida, una revista de contrastes, de colores, donde cada uno de sus números nunca ha sido el mismo número, ni en su contenido, ni en su diseño. Los cuentos, relatos, ensayos, poemas y demás, tanto la pintura, escultura y fotografía, que te hemos presentado durante estos diez números (más el especial de arte y de aniversario), muestran una variedad de formas, estilos y mensajes que en sí mismo expresan e irradian un color distinto. Porque los colores pueden significar los sentimientos, los estados de ánimo, los padecimientos humanos. Cada expresión artística, cada poema o texto presentado expulsa los azules, rojos, negros, amarillos, rosas, blancos, etcétera. En cada una de las obras publicadas se ha reflejado el color del autor, los tonos de su inconformidad, de su crítica, de su imaginación; de ese mensaje que se coloca en el lector y hace de él una serie de tonalidades que en determinado momento encuentra la pausa, y entonces será azul si aquello le produjo un sentir de muerte o tal vez lo introdujo en un estado de locura y será entonces blanco porque ¿qué es la locura sino la mezcla de todos los colores? Toda esa infinita sensibilidad e inocencia que solamente cabe en los benditos locos. Por eso es que no somos sino colores. Los colores son parte del lenguaje, del arte, de la significación, y en ellos existe el continuo movimiento que los hace estar vivos, como nosotros. Por ello, el Monolito en esta edición que es especial por ser su décima entrega —llega para completar el círculo, y solamente lo logra para recomenzar—, decidió cerrar el año dándole la importancia al color, porque sin él, no hubiésemos podido llegar a tocar a nadie.

Blog: http://revistaliterariamonolito.blogspot.mx/ Canal en Youtube: https://www.youtube.com/user/MonolitoEdiciones?feature=watch Facebook: https://www.facebook.com/RevistaLiterariaMonolito Twitter: https://twitter.com/RevistaMonolito ¿Quieres colaborar? Manda tus obras a revistarusticamex@hotmail.com Cada uno de los textos e imágenes aquí presentados, son responsabilidad y propiedad de los autores. Registros en trámite.


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Contra el performance Por Avelina Lésper Me asignaron el libro número seis del catálogo de performance llamado Performagia. Empezaré por decir que el libro contiene una serie de textos de presentación escritos básicamente por performanceros. El texto de Pancho Casas es interesante y significativo porque su acercamiento al performance es una protesta con un objetivo definido: defender los derechos de los homosexuales y por ende los derechos humanos, y para ello pone en riesgo su integridad. Casas no se engolosina con la imagen del yo artista; protesta, y para hacerse ver crea formas de comunicación que llamen la atención. Hasta ahí el aporte. En el resto de los textos las similitudes son constantes: autobiográficos, con descripciones detalladas de acciones y la autocomplaciente historia de que todo el mundo es artista desde chiquito. Hay un esfuerzo descomunal por justificar y explicar la existencia del performance, por establecer que es el arte de nuestro tiempo, que todas las acciones tienen sentido y que si alguien camina o se resbala por un tobogán está haciendo una reflexión filosófica sobre el cuerpo y el espacio. Uno de los textos, que se supone irónico, tampoco aborda con profundidad el fenómeno y termina como una alabanza. Los argumentos a los que recurren son un cúmulo de los lugares comunes usados con la pretensión de validar una actividad que en los hechos se demuestra incapaz de sostenerse por sí sola. : El mito de la carne y la sangre La tesis del cuerpo como herramienta ha llegado a tal extremo de mitificación que pareciera que las otras formas de creación son telepáticas y en ellas no participara la acción física. Aclaremos puntos: el performance no cambió la concepción del cuerpo; si algo ha desmitificado nuestra naturaleza son la ciencia y la filosofía. El marqués de Sade ha aportado más a la racionalización del cuerpo que toda la historia del performance junta; por eso las religiones han entorpecido al máximo la investigación científica y han censurado a Sade.


En el terreno del arte, el cuerpo siempre ha sido herramienta y objeto de estudio, tanto de representación como de 5 trabajo. Somos únicamente cuerpo, todo lo que hacemos es a través de nuestro cuerpo. Su representación implica

un involucramiento que se centra en la observación, la conciencia y la utilización. Lucian Freud no veía personas, veía cuerpos, su trabajo como pintor era esencialmente físico. Este énfasis se desploma si además examinamos la historia humana. El castigo corporal es ejemplar porque tenemos conciencia del cuerpo, de su valor como propiedad única y universal, de la esencia que nos hace existir y ser. El cuerpo es un espacio real y simbólico que se maltrata, humilla, sacrifica, hiere, desde que tenemos presencia en este planeta. El castigo social es brutal, los colgados por homosexualidad en Irán, las mujeres musulmanas lapidadas, los terroristas con bombas en el cuerpo, los decapitados del narcotráfico, las procesiones religiosas, los latigazos de Semana Santa. En contraste, lo que podamos ver en un performance ni rebasa ni hace que tengamos conciencia de algo que todos sabemos, experimentamos y vemos. No hay novedades ni aportes. Que sea un acercamiento sin rigor no lo convierte en un acercamiento más osado. : El científico bipolar

En varios textos se afirma que el performance es una mezcla de ciencia exacta y arte. Se plantean novedades que en realidad no existen como tales. Si la ciencia rompe sus propios límites en la cirugía reconstructiva o la investigación celular, el performancero se injerta una oreja o unos senos de silicona. Es decir, algo sin trascendencia ni aportación científica, que además no enfrenta la responsabilidad del error científico. Su desfasada noción llega al extremo de citar las patológicas acciones de Orlan, que padece la enfermedad clínicamente llamada trastorno dismórfico corporal, o sea la adicción a cambiar la apariencia física entrando al quirófano tantas veces como la tarjeta de crédito lo permita. El vicio de Michael Jackson en Orlan es arte. Si de verdad quieren experimentar imiten la terrible experiencia, nada artística, de los mutilados de guerra y ampútense las piernas. Estas frivolidades únicamente sirven para tener un libro de Phaidon y una exposición en un museo del primer mundo. : Las acciones

Las acciones están sometidas a fronteras preconcebidas. Todas tienen una intención moral o una reflexión que justifica su resultado, y se dividen entre las que creen que el arte es una ONG o terapia de grupo, las que tratan de martirizar el cuerpo, las que imitan los programas de concurso o reality-shows, las de sexo decente y las de tareas cotidianas mínimas.


Entre la ONG y la terapia de grupo 6

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El performance de Lorena Wolffer consiste en una encuesta como las que innumerables ONG han realizado sobre violencia de género. La diferencia es que esta carece de la metodología y los objetivos que se exigen dentro de un marco de investigación científico-social. Ahora la pregunta es: ¿por qué su encuesta, que no plantea una hipótesis seria, es arte, y la de una ONG, realizada con la debida metodología, no es arte? Por el capricho del sistema del arte, porque ella lo decidió, porque los que eligieron su acción consideran que eso aporta algo, aunque no sepan qué. La lista de respuestas es inagotable. Los performanceros como Wolffer abordan temas que se suponen de interés social o psicológico, banalizan los problemas y los llevan hasta el ridículo, infantilizan sus argumentos para enfatizar que son el punto de vista de inteligencias inmaduras o arte emergente. Así, los ataques del 11-s son avioncitos de papel, la problemática de los inmigrantes es convivir con una almohada, y cito: “robada de casa de la madre del artista”, como si ese dato fuera relevante en los resultados. En terapia pública alguien confiesa sus secretos, o se enreda en un tejido, y cito: “para hablar del encierro propio”. : El performance que no entrará en los récords guinness La gran inspiración de muchas de estas acciones son los programas de concurso y los reality-shows en los que someten a pruebas absurdas y degradantes a los concursantes, quienes por pobreza o sed de fama se humillan para ganarse un premio. La televisión combate el aburrimiento con la explotación de fenómenos y esperpentos, y el performance encuentra virtudes artísticas en la zafiedad televisiva y la copia. La diferencia es que “la caja” se justifica con el rating y el performance se justifica en sus reflexiones. Si vemos en la televisión estas acciones o retos, les llamamos entretenimiento analfabeto o telebasura, pero si los vemos en el contexto de un festival artístico los tenemos que llamar arte. En este caso el premio es ser considerados artistas. Por ejemplo: Alguien rueda sandías y le llama “actividad exhaustiva”, pero eso a mí me recuerda la prueba de los troncos locos en la televisión. Exhaustiva es la jornada normal de diez horas en una mina o en una fábrica de ladrillos. Paola Paz Yee se mantuvo en vigilia por 36 horas; si se trata de durar, les diré que el récord Guinness sin dormir lo tiene Randy Gardner y aguantó 264 horas. La artística acción de ponerse desodorante tampoco alcanza premio; el récord de ponerse perfume es de un litro y medio en una hora. Jesús Iberri, que pedaleó cuatros horas en una bicicleta fija, cae derrotado ante la marca mundial en Italia de 224 horas, 24 minutos. James Bonachea se mete en un tanque con agua por una hora, un reto minúsculo si lo comparamos con el del ruso que nadó durante una hora en un río congelado a menos 20°c o el de cruzar nadando el Canal de la Mancha o el Estrecho de Bering.


Todas las acciones tienen una reflexión, y la de las sandías un texto largo de la concursante o performancera, en el que además se vanagloria de su esfuerzo.

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: Sin gratificación visual ni estética

Las primeras acciones que abordaron el sexo fueron las bacanales griegas y las orgías romanas. En el cine hemos visto todo tipo de escenas sexuales explícitas, y en internet el sexo se democratizó a tal punto que cualquiera puede ser actor de su propia película porno y subirla a la red. Así las cosas, ver una fiesta con gente desnuda o a alguien que se cose los genitales no aporta novedad ni crea nuevas fantasías, tan solo se suma a la cadena de repeticiones que además se queda corta con relación al patrón copiado. Pareciera que entrar en los límites de lo ilícito atemoriza u ofende a los performanceros. : Regocijémonos en el sufrimiento

El sufrimiento tiene dos vertientes: Uno es el que se padece por fatalidad y en este caso nos remite a las clases desprotegidas, a los grupos marginados. La pobreza provoca dolor, desde la falsa esperanza del que se martiriza para pedirle algo a un dios inexistente, hasta el que es víctima de una circunstancia social: en Egipto o en la India, a los niños les queman los ojos o los mutilan para que pidan limosna. La otra vertiente es la del dolor burgués, que coincide con lo dicho por Sartre en su Crítica de la razón dialéctica: “El burgués se somete a un sufrimiento que inventa, y lo ejerce en nombre de la no necesidad. Esta violencia corporal puede ser real o ficticia, lo importante es que sea pública”. Con esto demuestra que él también sufre y que falsamente se solidariza con la clase desprotegida. Caminar con un pie fracturado, como en el caso de Julián Higuerey, no es el martirio extremo de participar en una procesión religiosa, ni de vivir las mutilaciones de la India: es sufrimiento recreativo. El sufrimiento burgués de estos performances chantajea al espectador, nos impone solidarizarnos con una actividad ociosa, que ni de lejos alcanza el dolor real que inflige la sociedad. : La razón es ineficaz para la metafísica

La exaltación de la tarea sin objetivo: tejer, escuchar el propio corazón con un estetoscopio, pedir chile de puerta en puerta, caminar por una línea, romper libros (me imagino que siempre es mejor que leerlos), derretir un hielo con un soplete, escribir en una pizarra, meterse en una caja de cartón. Resulta que para el performance estas tareas


tienen implicaciones artísticas por el hecho de realizarse en un entorno privilegiado y con apoyos institucionales; 8 ESCRIBA EL TÍTULO AQUÍ se respaldan en reflexiones para explicar que su simpleza es aparente y su búsqueda buena para la humanidad. Lo

que signifiquen va más allá de la evidencia, su valor es una invención metafísica, no una realidad racional.

: El performancero: ¿centro del arte?

El performance no abre brechas; se asienta en conquistas de otras disciplinas, investiga en obviedades y se queda en representaciones mínimas de fenómenos que no comprende. Los performanceros califican sus obras como experimentos que están revolucionando el arte y responden a nuestra época, pero las evidencias fotográficas y la información adjunta nada tienen que ver con la teoría. Las reflexiones se imponen de forma artificial para dar valor a obras que sin estos argumentos jamás podrían ser vistas como arte. Esta situación es generalizada, lo pude apreciar en todos los volúmenes del catálogo y en varios de los performances a los que asistí. Y también sucede con las estrellas internacionales. Presencié el show de Marina Abramovic en el MoMA, con su contingente de guardias de seguridad, su sueldo estratosférico de 1.000 dólares la hora y la simpleza de la acción: sentarse en el átrium del museo en los horarios para el público, mientras unos guardias expulsaban a los espectadores que miraran por más de unos segundos a performanceros desnudos. Esa es la naturaleza de tales acciones: transcurren en un espacio que las protege y que les permite desarrollarse sin el peligro de enfrentar al público. De este modo no alcanzan, por ejemplo, el nivel que tiene Greenpeace en sus múltiples protestas, cuyos miembros han llegado a colarse en el Parlamento Europeo aunque les toque pagar con prisión esos actos.


: Conclusión

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En este catálogo no hay un solo análisis del resultado de las obras; pareciera que todas son exitosas, que en todas se logró lo deseado. No se explica bajo qué criterios fueron seleccionadas. Lo que sí se tiene clarísimo es que quienes hacen esto son artistas y que cualquier acción realizada por el artista, desde masticar y escupir comida hasta llenar un vaso con tierra o pintar sus glúteos de colores, se transforma en arte. Esa arrogancia da como resultado una colección inusitada de clichés y simplezas elevados a un estatus que no les corresponde. Lo digo con claridad: estos performances no aportan ni al arte, ni a la experiencia estética. Son acciones sin provocación, políticamente correctas, con argumentos débiles para cuestionamientos fáciles; cargadas de propósitos morales e ideas de inspiración burguesa. Con esta cascada de buenos propósitos los performanceros evaden la responsabilidad de hacer arte con oficio. Un movimiento que surgió como rompimiento, y que no requería de comprensión, ha degenerado en obras que acumulan explicaciones y discursos alineados con el statu quo. Ninguna de estas manifestaciones demuestra talento, técnica, lenguaje o capacidad creadora. No arriesgan más de lo que la pornografía, los programas de concurso, los reality-shows de la televisión, las procesiones religiosas, la ciencia y las protestas sociales ya han arriesgado. Entonces, ¿por qué llaman a esto arte, por qué se autodenominan artistas y cómo pueden decir que este es el arte de nuestra época? Los espectadores merecemos más, merecemos que hagan cosas realmente trascendentales. Si, como dice Freud, “la repetición manifiesta el instinto de muerte”, estas acciones que se copian, se repiten, se desgastan, están anunciando la muerte del performance. Porque esto, el contenido de este catálogo, no es arte, y así como está ahora el performance, en general, tampoco es arte.


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La Lucha Diaria III: el Perro Aguayo

Por Alejandro Montaño

Él es el Can de Nochistlán. Es el hijo perrilecto del estado de Zacatecas. Es el más querido de los Rudos… el más odiado de los Técnicos… Y en ambos bandos ha sido indiscutiblemente uno de los mejores y de los más respetados, incluso por sus más acérrimos enemigos. Es Pedro Aguayo Damián: El Perro Aguayo. Nacido el 18 de enero de 1946, viene, como todo luchador que se respete, de cuna humilde y llena de penurias. Con 16 hermanos y hermanas, Pedro supo desde pequeño lo que es pasar hambres, comer lo que había, cuando había, y sudar cada mañana para salir adelante. Antes de darle con pasión perruna al milenario arte de las llaves y contrallaves, Pedro fue a los cinco años pastor de chivos, con quien se dio sus primeros topes (si no fue así, debía haber sido). También fue panadero, pero sus panes le salían muy rudos… Él mismo cuenta cómo vivía en la panadería, comiendo diariamente un jitomate marchito, un chile seco y un bolillo duro, de los panes que se echaban a perder. Un tiempo fue zapatero, pero sus zapatos

quedaban de la patada… muestra de

ello fueron sus infaltables botas peludas de

puritito perro (no es cierto).


Dicen que fue futbolista, pero era tan sucio en su juego, que aseguran que era expulsado antes de que comenzara el partido (esto tampoco es cierto, pero 11 suena divertido). Por fin halló su lugar en el cuadrilátero, donde se dijo a sí mismo: “de aquí mero soy”. Primero fungió como sparring de boxeadores mucho menores en estatura y complexión que él, para pasar a ser boxeador, pero aunque le gustaba el deporte de los puños, lo ganó el de las llaves y los saltos mortales desde la tercera cuerda, donde podía hacer uso de marrullerías a mano limpia y dientes afilados. Desde chico se soñaba a sí mismo propinándoles castigo a quienes comenzaron siendo sus ídolos, como El Solitario, Blue Demon, o el Ángel Blanco, y terminaron siendo sus rivales o aliados. Durante 10 años fue luchador amateur, y olímpico, hasta que inició su carrera profesional (cual debe de ser) un día de las madres, 10 de mayo de 1970, como pupilo del maestro Cuauhtémoc “Diablo” Velazco, al lado de El Indio Jerónimo, contra Alfonso Dantés “El Tanque” y Red Terror. El error de un locutor que lo anunció como “El Perro” le dio su canino nombre. Aunque al principio no le gustó mucho, le quedaba como anillo al dedo, y se convirtió en el apodo que lo acompañó durante toda su carrera, de más de 30 años. Sus primeros trajes, con sus características botas y chaleco peludos, fueron confeccionados por su propio padre, y después se le sumó el sombrero charro y la Marcha de Zacatecas como leit motif de su entrada al ring.

Más de una costilla rompió con su característica “lanza Zacatecana” ruda, sencilla y efectiva, consistente simplemente en brincar de pie con todo su peso, sobre el pecho de su enemigo caído.

Desde el inicio de su carrera luchó sin máscara, y en muchas ocasiones su rostro terminó bañado en sangre (a veces suya, a veces la de su enemigo en turno); las cicatrices de su frente son testimonio vivo de que la lucha libre mexicana es mucho más que sólo circo, maroma y teatro.


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El Perro es un luchador cabal, de malas mañas, pero corazón de oro, un caballero debajo del ring. Amado por unos, odiado por otros, respetado por todos, porque sin tener gran técnica, ni vistoso traje, sin máscara que cubriera su rostro curtido, siempre fue auténtico, siempre se partió el alma en el ring, y nunca se olvidó de sus orígenes. Luchó durante casi treinta años en el bando de los rudos, y sus últimos combates fueron del lado técnico, pero sin olvidar jamás su origen perruno.

Puede decir, con orgullo, que fue uno de los últimos que lucharon contra el mismísimo Santo, contra quien combatió en su despedida de los encordados, el 12 de septiembre de 1982 y con quien lo unió una gran rivalidad... ser el odiado adversario del máximo ídolo de la Lucha Libre Mexicana, se dice fácil. Hay quien dice que si alguna vez El Santo estuvo en verdadero riesgo de perder su Máscara de Plata, después de su mítico combate con Black Shadow, fue en sus últimos años, a manos del Terrible Can. Eso no lo puede contar cualquiera.


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Sus combates contra el cubano Konnan The Barbarian también fueron míticos, cuando el Perro era ya un veterano y el segundo un impresionante joven enmascarado, con un físico notable; primero El Perro le arrebató la máscara en 1990 en una lucha de la cual aún se habla en la Arena México. Y luego el cubano se la cobró, dejándolo pelón... Entre las capuchas que arrancó con uñas y dientes, se encuentran:

El Diablo Rojo El Desertor The Black Power I y II Ranger de Texas Konnan The Barbarian Stuka Máscara Año 2000 El Globo Humano

También rapó a más de 100 luchadores, entre ellos:

Luis “Tigre” Mariscal (24 de diciembre de 1972 en Guadalajara) Karloff Lagarde (8 de junio de 1974, Tijuana) Ringo Mendoza (25 de mayo de 1975, Arena México)


Tony Salazar (17 de septiembre de 1982, Arena México) 14

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Negro Navarro (27 de mayo de 1983, Tijuana) El Texano (15 de julio de 1983, Tijuana) Faraón (noviembre de 1986, Monterrey) Sangre Chicana (15 de febrero de 1987, Edo. De Méx.) Scorpio Sr. ( agosto de 1987, Edo. de Méx) Babe Face (6 de diciembre de 1987, Pista Revolución) Gran Markus Sr. (abril de 1988, Monterrey) Ultraman (16 de julio de 1988, DF) El Indómito (mayo de 1989, Toreo de Cuatro Caminos) Coloso Colossetti (julio de 1991, Monterrey) El Cobarde (7 de marzo de 1999) Bestia Salvaje (enero de 2000, Arena México) Cien Caras (15 de diciembre de 2000, Arena México) Máscara Año 2000 (enero del 2001, Tijuana)

Pero hasta sus más odiados enemigos hablan de él con respeto; marrullero, pero leal en el combate, y un luchador a carta cabal. La dinastía del perro aguayo continúa con su hijo, digno heredero de la fama y glorias de su padre, al mando de la jauría de "los perros del mal". Este grande del pancracio, hecho al estilo antiguo, con la madera de los grandes, ha llenado páginas de gloria no sólo en México. También luchó en España y en otros países europeos, Centro y Sudamérica, así como en varios países de Asia, como Corea del Sur y Japón, donde es ídolo sólo comparable con mil máscaras y el propio Santo.


Nadie le dio nada, todo lo tuvo que ganar a punta de ladridos y mordiscos, cada cicatriz en su frente es la marca 15 del orgullo de quien se ganó a sangre y bravura el respeto de los demás y el cariño de una afición que siempre vio

en él a uno de los suyos, un ejemplo de cómo desde el más humilde origen, se puede ser un triunfador.

Su leyenda sigue viva, porque como el ídolo de Nochistlán quedan ya pocos, muy pocos. Honor a quien honor merece... la porra te saluda, con un sonoro ladrido, Perro Mayor.


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SONETO Tinta china papel 20 x 30 cm.


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Reseña de la novela Rumbo a Gaia

Por Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala Universidad de Sevilla Rumbo a Gaia, novela de Antonia María Carrascal. 176 págs. Editorial Edimáter Colecc. La vía láctea.

Los sueños pueden tener un poder sanador, incluso para que la persona en cuestión se apreste a enderezar una vida mal orientada. Obviamente, también pueden degenerar en pesadillas, y provocar o acentuar depresiones. Este carácter ambivalente de algo tan humano como son los sueños, lo aprovecha en positivo Antonia María Carrascal al idear y escribir esta novela, poniendo así en juego su vocación didáctica y su valiosa habilidad poética. Su relato constituye un reclamo muy atractivo para lectores de casi cualquier edad –desde los trece años, según se nos indica-, y lo considero especialmente útil para adolescentes y jóvenes, por su mensaje que fomenta –con atinado arte y sin retórica de sermón- muchos valores y energías positivas. “Rumbo a Gaia”, usando un grecismo inteligible, quiere decir “Rumbo a la Tierra”, pues a veces vivimos como de puntillas sobre ella, sin entrar en contacto con la realidad cotidiana.

Una joven bastante asqueada por lo rutinario de su vida sufre un accidente de automóvil en el que queda físicamente atrapada. Su mente, por el contrario, se evade en alas de un viaje fantástico, donde se halla en


compañía de otros jóvenes. Incluso tiene ocasión de compartir allí experiencias con su propia madre, convertida ESCRIBA EL TÍTULO AQUÍ ésta 18 en una compañera de viaje algo más avanzada en esa peregrinante escuela de valores humanos.

La convivencia con monitores y compañeros es básica en tal mundo paralelo, que resulta ser preliminar de una experiencia vivida con sentido en la tierra.

Antonia María Carrascal nació en Sevilla (España), es diplomada en Ciencias de la Educación, y trabaja como docente de Lengua y Literatura en un IES de la provincia. Siempre ha estado cerca de niños y adolescentes y encuentra un gran placer en escribir para ellos ayudándoles a amar la vida auténtica y a creer en ella.

Contacto con el autor: antamacarrascal@gmail.com www.facebook.com/Antonia M. Carrascal http://antoniamariacarrascal.blogspot.com.es


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RECUERDO RULFIANOS Tinta papel 20 x 30 cm.


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El hombre del cintillo

Por: Paola Daniela Ruiz Velasco García

Se levantó como a eso de las 4:00 de la tarde, como acostumbraba, después de su siesta, para alcanzar el tren. El tren de las 4:23, donde venían todos los migrantes; sudorosos, hambrientos, llenos de esperanza… y dolor.

Ese día en especial no quería despertar, había tenido un sueño tan dulce como los recuerdos y tan amargo como aquellos placeres. En sus sueños la vio, y ahí se quedó. Como si mis lágrimas no fueran suficientes. Vinieron a su mente todas esas tardes ilícitas que pasaron juntos, cómo sus cuerpos sudorosos disfrutaban de las impúdicas y sagaces delicias de la vida, cómo se proclamaban amor eterno antes de partir.

Abrió los ojos súbitamente para no dejarse llevar otra vez por su engañosa mente y se dedicó a sacar del refrigerador aquellos numerosos panes rellenos de crema, jamón, guisados, esperanza, alivio, gratificación. Los puso dentro de la canasta que ella le había dejado esa última tarde de tentación, en alguno de esos ayeres estuvo llena de frutas frescas que le traía para comer, siempre pensó que era demasiado flaco, que no se alimentaba bien, que por vivir al lado de las vías su vida era más miserable que la de ella. Dos caminos pueden tener pozos, pero no en el mismo lugar.

Mientras abatido caminaba hacia la puerta con su canasta llena de bondad, se le ocurrió mirar el reloj; 4:18, aún tenía 5 minutos de más. Se acordó del cintillo, de su cintillo. Dejó la canasta junto a la puerta y se dirigió al perchero que sostenía con nostalgia los sombreros de su juventud, buscó entre los empolvados chapeos y, por un momento, se sintió entre los brazos de la muerte al no encontrar su hermoso tesoro. Al darse cuenta que uno de los objetos había rozado sus pies lo recogió con gozo al recordar el antiguo escondite… seguía ahí dentro, como cuando en alguna de sus memorias lo dejó. Al tocarlo revivió aquel momento, tal vez el más feliz de su vida, cuando al abrir la puerta ella solo se desvistió, ahí frente a sus ojos deslumbrándolo con su desnudez… pero había algo diferente esa vez; todo su cuerpo estaba delicadamente cubierto con aquel verdoso cintillo que combinaba


con sus ojos. “Quítalo, quítalo todo y seré tuya por siempre”, había dicho ella convincentemente sin saber que 21

todo eso se convertiría en mentira. Fue la última vez que así la vio, Que le hizo el amor, Que le perteneció… Pero antes de partir el cintillo le regaló.

Una vez más casi se ahoga en el pasado sin darse cuenta de la hora, atentando contra su misión. 4:21 marcaba el reloj, 3 minutos habían pasado de recuerdos en vano, apenas un segundo para él. Corto es el tiempo cuando lo disfrutamos.

Un conocido y cercano silbido lo sacó de su ensimismamiento, avisándole que tenía que apurar la marcha. Tomó el cintillo y lo amarró como pudo a su cintura para no extraviarlo mientras hacia su noble labor, se agachó para tomar la canasta y abrió la puerta con prisa. Estaba a exactamente 20 pasos de las vías pero él solo caminaba 14, los exactos para alimentar de fe a esas hambrientas almas. Y entre el inusual destello de sol que se apreciaba aquella tarde vio venir el tren cargado de madera y algunos otros, en cuanto vieron al hombre del cintillo y su valiosa carga se les iluminó la cara cual niño al ver un dulce. El mortal con aire de Dios para los desdichados que ayudaba, comenzó a lanzarles con la certera mano el pan por el que rezaban cada día.

Materia alada que en segundos pasaba de mano en mano, sonrisas esculpidas en rostros demacrados, ojos agradecidos brillando de emoción. El hombre del cintillo había cumplido con la misma tarea a diario desde años atrás. Trabajo voluntario, pago incumplido. Hacía su trabajo tan desinteresadamente como el sol que sale a diario para iluminarnos el día sin saber realmente la importancia de su designio… ojalá algún día Dios me lo recompensara, pensó. Y de sus ensoñaciones despertó cuando un jalón sintió, su preciado cintillo se atoró en un gancho de la bestia de vapor; lo arrastró y se lo tragó. La canasta salió volando como recuerdo de su estancia, aunque nadie lo extrañaría, nadie se preocuparía por su final; porque solos nacemos y solos moriremos. Pero esa tarde el hombre del cintillo no murió, ya había muerto años atrás el día que ella lo abandonó y su sentencia le dejó. Si los labios fueran la pluma del destino. Hipotética víctima del karma instantáneo o supuesta razón de Dios… reunirse en el más allá con su amada sería su redención.


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PATIO DE SAN CARLOS Tinta papel 20 x 30 cm.


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Territorio tomado Por: Araminta Gálvez

Al sentir ese putrefacto olor, mezcla de desechos humanos y carne en descomposición, sentí la urgente necesidad de vaciar allí mismo la chuleta de cerdo y sus maravillosas grasas y el puré de papas degustado hacía no mucho. Ahora de nada servía el arrepentimiento por mi voracidad durante el almuerzo. Las arcadas se intensificaban y era casi inútil mi esfuerzo por contenerlas. Dejé de respirar, desesperada para no sentir esa hedentina, obligué a mis pensamientos a transportarme a otro lugar. Las montañas delineadas en la distancia fueron mi salvación.

Las imaginé emborrachadas de trinos, frescura y semillas que en sus entrañas ocultaban bosques enteros. Intuí su frescura y esa brutalidad de olores a tierra húmeda, descompuesta y configurada por millones de vidas minúsculas que morían y sobrevivían devorando y siendo devoradas. El rocío, con sus caudales de brillos e iridiscencias, se posaba en el temblor de las hojas, al tiempo que el sudor irreverente se deslizaba hasta la división de mis pechos, estremeciendo mi soledad. Relajé cada uno de los músculos y órganos de mi cuerpo. Sentí las paredes de mis costillas abrazándome el corazón. Escuché su ritmo de percusión mientras me drenaba la vida. Tomé conciencia del estallido de ruidos secretos que abarrotaban mi abdomen. Me identifiqué con la suavidad de líquidos que amortiguaban mis ojos defendiéndolos del impacto de luz y color, que sin misericordia, constantemente me poseían.


Sentí la suavidad de mi sexo abierto a esas tenues palpitaciones 24

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que lo aletargaban unas veces y otras lo hacían desfallecer. Desesperada por la falta de oxígeno, en un acto de valor extremo y por no tener otra salida; me enfrenté abruptamente a la repulsión y al asco incontenible del putrefacto cadáver que yacía desnudo, invadido por pequeños fantasmas que ya habían colocado su bandera de podredumbre y que a fuerza de pestilencias y excrecencias, declaraban ese territorio como suyo. EL CUERPO ESTABA TOMADO Y MI AMARGURA TAMBIÉN. Lo observé aparentando seguridad, manipulando mis emociones y desviando los sentimientos hacia el rincón del intelecto y la cordura. El amor aquí nada tenía que ver. 

Ese hombre no podía ser el cuerpo al que me había abrazado pocos días atrás, aletargada y completamente desposeída de resistencias.

Ese hombre no podía ser el mismo que me impregnó de su olor y de sus palabras exactas en el momento preciso. Como logras corazón, me dijo romper cadenas con el beso extinguir presagios con la boca aminorar los golpes del martillo que lastima mi pecho…

Ese hombre no podía ser el mismo que me arrancó la vida y que me la devolvió desbordada de placer y sensaciones.

Era imposible. Inconcebible

Pero sin duda... Era ÉL.

Firmé la hoja de identificación y esta vez, no tuve que hacer ningún esfuerzo para imaginarme un mundo vivo, porque aunque te parezca irónico, vida mía, tu cuerpo, tu maravilloso cuerpo, ahora es lo más cercano a un bosque, en el que millones de vidas minúsculas te sobreviven... devorándote…


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HIMNO ENTRE RUINAS Acrílico sobre tela 60 x 80 cm.


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Fuegos artificiales Por: Silvina Maiuli

Los fuegos artificiales retumbaban en la oscuridad de la pieza, estallaban a dos cuadras, en la Fiesta Patronal de Santiago Apóstol. No nos quedamos a verlos. Nos volvimos por el frío y por la falta de asombro. Luna ya dormía, sin inquietarse por las explosiones. La había visto llorar por un capricho un rato antes de dormir y, aunque era propio de sus cinco años, siempre me angustiaba. Escudriñé la oscuridad, adivinando las manchas de humedad del cielorraso. Los estallidos no terminaban nunca. “Parece que este año el santo recaudó buenos fondos”, pensé y recordé que, algún tiempo antes de partir, Luna me había preguntado “¿mamá vos lloras?” y no supe qué contestarle. “¿Nunca había llorado delante de ella…? Probablemente no, pero entonces ¿qué eran todas esas arrugas alrededor de los ojos?”. Por suerte había más frazadas en la casa que las calculadas para el mes de enero, la temperatura parecía seguir bajando. Al fin terminaron los fuegos artificiales. “Debería poder dormir ahora, pero no. Debería extrañarlo, pero no”. Luna se quejó entre sueños. La frazada extra me pesó al darme vuelta a tientas. “Ella sí debe extrañarlo. Preguntó cuándo vendría” y esa fue otra pregunta que no supe contestarle. Intenté recordarnos a los tres juntos, nos recordé en un ascensor, una caja metálica, sin espejos, no sé adónde íbamos. Recordé la risa de Luna al elevarse bruscamente el ascensor: las mariposas en el estómago. “¿Por qué será que a nosotros los grandes ya no nos hace mariposas el estómago?”, pensé. “¿Será que a los cinco años se es más liviano? ¿O se tienen menos culpas?” “¿Qué hora será?”. La pieza sigue oscura.


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CON TIEMPO Tinta china 20 x 30 cm.


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Sin extremidad Por: Nan Martínez El sol comenzó a salir desde la ventana de la combi, vi pasar carros y peatones que iban retrasados al trabajo. Toqué el timbre y bajé en la parada siguiente, caminé hasta el edificio. Después de entrar a mi departamento, busqué algo de comer y algo de beber. Mientras bebí lo que quedaba de la botella de ayer, fumé un cigarro en el balcón. Desde ahí vi caminar por la banqueta un par de niñas uniformadas. Pasaron felices tomadas de la mano de su papá. Azoté la puerta y me eché en el sillón a dormir. Horas después tocaron la puerta. “Ale, tu papá está al teléfono” era doña Luisa, “dígale que no estoy” la anciana se fue arrastrando los pies y estoy segura que hablando entre dientes. Me volví a quedar dormida y desperté pasadas las seis, seguí bebiendo. Alguien tocó la puerta de nuevo, esta vez no era doña Luisa. Los golpes eran fuertes, traté de no hacer ruido. Una silueta alargada se dibujó por debajo de la puerta. Una sombra negra no paró de moverse, después se fue. Me bañé con las luces apagadas y me preparé para salir.

Llegué al bar de la zona, reconocí unos amigos, caminé sobre las líneas que se dibujaron en el piso, tan blancas, tan largas. Las luces de neón bailaban en mi cuerpo durante toda la noche.

Falda corta y medias rasgadas es lo único que volteaban a ver los hombres en el camión. Toqué el timbre, bajé y caminé hasta el departamento. La luz entraba por el balcón, encandilándome, recorrí las cortinas y sentada en una esquina, apreté mis rodillas contra el pecho. Ahí me quedé no sé cuántos días. De nuevo los golpes en la puerta hicieron que despertara “¡Alejandra, abre la puerta!”, olvidé el tono grave de la voz del ruco. Lo estuve evitando durante más de seis meses. Me enteré por doña Luisa que el viejo estaba muy enfermo. Realmente no sentía ninguna preocupación por él. Desde que Catita murió los días siempre comenzaban y acababan igual. Evitaba al anciano, él era tan culpable como yo. Tapé mi boca con ambas manos, tratando de hacer el menor ruido posible. Por fin se fue. Si aquella noche no la hubiéramos dejado sola, aún estaría viva.


Quebré cada espejo del departamento, intentando huir de la culpa que se refleja en la mirada. Las marcas que 29 quedaron en mis brazos, en mis piernas, me recordaban los días que transcurrieron desde esa noche. Ya no las

quería ver. Cada día era más confuso que el anterior. Por las noches su perfume entraba por la ventana. Torturaba mi mente hasta dejarme inconsciente.

Alguna mañana doña Luisa entró, me vio tirada. Vio mi brazo izquierdo con asco, intentó no rozarlo, pero su bolso resbaló del hombro. Un grito desgarrador inundó mi pecho, no pude pasar saliva, todo estaba borroso, todo se puso negro. Desperté en el hospital, estaba sola en el pasillo. Sin un brazo. Postrada en una cama, con los labios agrietados y saliva amarga en la garganta. Quería irme de ahí, me repugnaba toda esa gente vestida de blanco, aparentando pureza y limpieza en sus vidas. ¡Enfermeras pendejas, con su estúpido chongo y su ridículo gorrito! ¿Y por qué no un poco de labial rojo en el hocico? Le escupía al que pasaba por el pasillo. La comezón en el cuerpo no paraba. No soporté el suero en la vena, arranqué la aguja de un tirón y comenzó a sangrar. Después de vomitar, sentí presión en la nuca. Un calambre se extendió por toda mi columna, hizo que comenzara a retorcer la cabeza y a gritar sin control, se acercó una enfermera e inyecto una sustancia en el conducto del suero. Mis ojos comenzaron a cerrarse lentamente, mi cuerpo se aflojo y quedé profundamente dormida.

Germán vino a visitarme, se ha enterado de lo que pasó. Él luce bien, con sus tres pequeños hijos y su esposa. Definitivamente no estar en esta ciudad le ha ayudado. Mientras conducía no paró de llorar. Yo no pude, no tenía fuerzas suficientes. Me llevó al departamento. Antes de irse dejó su número anotado en un papel. Al lado unas cuantas monedas y billetes. No me había dado cuenta de lo sola que estoy. ¡Odio a mi hermano! Llegó doña Luisa, me consoló en sus brazos, preparó algo de cenar y me lo dio. Me dijo que pronto me recuperaría. Diario venía a alimentarme, me bañaba, me peinaba y se iba. Pasaron los días y comencé a recuperarme. Doña Luisa había sido tan buena conmigo.

Una noche decidí salir al bar. Con los amigos empezaba la buena onda. Sólo quería bailar y bailar, eran las dos de la mañana cuando vi pasar una sombra por atrás de la barra. Era un hombre con una pistola. Entró por mí, me tomó del brazo y me azotó contra la barra. Nadie se movía, la música no paraba. Se apartaron y dejaron que me llevara. Abrió la puerta del auto y me empujó al asiento del copiloto, subió al carro y prendió el motor. La poca luz no me dejó ver su cara. ” ¡Ya te has divertido demasiado, párale a tu desmadre Alejandra!”, a toda velocidad el carro arrancó y este hombre condujo por el libramiento. Su voz la había oído antes, pero no estaba segura de quién era. “¡Te amputaron el brazo! ¿Por qué no te quieres dar cuenta que estás mal? Deja de meterte tantas porquerías. Intérnate en una clínica. Enfrenta la muerte de tu madre”. Comenzó de nuevo el dolor en la columna, después vino el vómito. En un abrir y cerrar de ojos me encontraba en la casa de mis papás. En la cama de mi madre, encima de sus sabanas, en el mismo colchón en donde la mataron. Ahí estaba, con un pañuelo


atravesándome la boca, y la mano atada a la cabecera. En la alfombra, aún se veían las manchas de sangre, aún 30 ESCRIBA EL TÍTULO AQUÍ estaba el vaso con agua, el cuchillo y el cable.

El anciano entró, me quitó el pañuelo, y me dio de beber el vaso con agua a la fuerza, estaba salada, le escupí en la cara. Dentro del vaso lo que era agua, se convierte en algo baboso y espeso. “Yo te voy a cuidar Alejandrita, tranquila” dijo el anciano, al mismo tiempo que acariciaba mi pelo, intentando hacer una trenza.

Mi pulso aumentó, voltee lentamente a la izquierda y sobre mi cuello había una aguja. No me di cuenta en qué momento el anciano me la clavo. Sentí que la sangre se me iba a chorrear por los oídos, por la nariz. A cada segundo, el palpitar se hacía más lento. Se adormilan mis sentidos.

Amaneció, desperté en el departamento, busqué los Delicados y disfruté la última bocanada de humo en el balcón.


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CONFUSIÓN Tinta papel 20 x 30 cm.


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Estando las puertas cerradas Por Eduardo Sangarcía

No había por qué creerlo y no lo hicimos, no al principio. Se había terminado, debíamos regresar a nuestra aldea a olvidar y, con un poco de suerte, ser olvidados. Seguíamos en París por precaución, por si nos buscaban, aunque no había indicios de ello; después de todo, estábamos con él cuando lo aprehendieron y no intentaron detenernos, nos ignoraron como si no estuviésemos ahí. Es que nos protegió, decían los otros, por eso no nos atraparon, nos protegió demostrándonos una vez más su grandeza. Nosotros no podíamos creer, cómo íbamos a creer si en la Plaza del Carrousel, dispersos entre la muchedumbre, vimos aquella máquina endemoniada acabar con toda esperanza. Vivimos tiempos convulsos, el Gran Comité decidió que lo último que la Revolución necesitaba era un chiflado que enardeciera a las masas cándidas; había que cortar el cardo de raíz antes de que se extendiera, demasiado trabajo tenían ya separando al trigo de la cizaña. Así, entre las ejecuciones de dos jacobinos, él también fue ajusticiado. Así que no había modo de creerlo. Lo dijimos en voz alta, ante el asombro y la indignación de los demás, ante la mirada de honda decepción que él nos lanzó mientras se alzaba la cabeza del cuello para que tuviéramos al fin — al fin— un poco de fe.


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MICROMUNDO Acuarela papel 70 x 110 cm.


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Libre albedrío

Por Sarko Medina Hinojosa

Cada niño clonado es libre de escoger un nombre propio, para que, ante la decisión de usar la cláusula de libre albedrío en algún momento, pudiera salir al mundo real y usarlo. Para el caso de Six-098-K, se le dejó investigar un poco en la red Go! para que lo escogiera libremente, antes de ser enviado a los campos de cultivo biogenético. Como sucedía siempre, luego de ver las desventajas del individualismo actual, el adolescente escogió su propio número de serie, como todos los demás, renunciando así a valerse algún día por sí mismo.


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DE MENTIRAS Acuarela papel 20 x 30 cm.


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La cita Por Moisés García Hernández

Sintió la frialdad del arma en sus dedos como una prolongación del sentimiento que lo decidía. Miró a su alrededor estudiando el escenario: las frondas de los abetos apenas agitadas por la brisa, el césped que parecía un ejército inclinándose al contacto del aire. Lo despoblado del parque le resultó acorde al sentimiento de fatalidad que deseaba infundir a un posible testigo. Ahora sólo restaba la presencia de Silvia. Echó una ojeada a su reloj y sintió la aflicción condensada en su garganta: Ya no debería tardar “la serpiente”. En cualquier momento la vería avanzar en zigzag entre los abetos como algunos reptiles. Disfrutó la sensación de imaginarla frente a él: los ojos pasmados, quizá con la expectativa del perdón todavía revoloteando en su cabeza, la boca entreabriéndose al ritmo del surgimiento del revólver y su grito de horror segundos antes del disparo. Pasado un tiempo consultó nuevamente el reloj. Esperaría sentado con la esperanza absurda de que su presencia retuviera la claridad de esa tarde nublada, lo húmedo y pastoso del aire. De pronto la vio parada frente a él con el abrigo abierto, con su belleza nómada insinuándose en las medias. Había llegado por detrás rodeando el estanque. La miró como quien mira un árbol, con una indiferencia forjada a golpe de recelo. Sin una palabra, limitándose a sostener la mirada inquisitiva de la mujer, ocultó la mano izquierda en el sobretodo y sintió la frialdad del metal ascendiéndole a la palma, al corazón encogido tras sus barrotes de hueso, al cerebro que ahora recibía el impacto; esa heladez pánica transmitiéndose hasta la mujer que gritaba horrorizada pidiendo ayuda.


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DOMINGO


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Electrizada Por Felfema Mreosi

Hermana, acércate a mí; yo ya sé pelear contra las abejas No ves que lo que ahora temo son las bajezas que sello en mi interior. Orestes, Bóreas me rapta, eleva mis faldas y no hay nada que contra eso se pueda hacer. Hace huracán dentro de mí con su lengua de serpiente. Vas a decir que estoy loca pero aquí lo injusto no es que él se contente en mí, sino que yo no pueda contentarlo a él como quisiera.


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UNA PAZ Tinta papel 20 x 30 cm.


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“Un antojo es la cicatriz de un deseo y son múltiples los deseos perdidos, por eso desde el río Grande, sonámbulos y húmedos, navegarán ante sus ojos la ganancia de las perdidas”.

Por debilidad más que por Antojo; por petición más que convicción y como ánima que lleva el tiempo, escribo estas notas biográficas con la nostalgia de mejores vivencias. Soy de México, de su ciudad, y gracias al tezontle — como primera piedra— el rojo comenzó a retumbar entre mis ojos y el cascabel se escucha por los cuatro puntos cardinales. Como tantos otros, tuve que dejar mis lecturas para entrar a la UNAM para cursar la Licenciatura en Comunicación Gráfica en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (Antigua Academia de San Carlos). Tuve el descaro de impartir el taller de Dibujo durante doce años en la UNAM. A la línea le faltaba la palabra y entré a la Facultad de Filosofía y Letras y por un descalabro gramatical, no sé conjugar el verbo someter, soy independiente, es decir hombre libre, si la arrogancia no me cobra la factura. Vivo de la pintura y de lo que sea su voluntad. Desde el año de 2004 radico en la medieval ciudad de Porto, en Portugal. He regresado de Los Álamos, New México en los Estados Unidos, con otra sed en los ojos.

Blog del artista: http://astorgaser.blogspot.mx/ Temporal: http://www.amazon.com/Temporal-ebook/dp/B0096R135Y/ref=sr_1_1?s=digitaltext&ie=UTF8&qid=1351078489&sr=1-1&keywords=temporal+sergio+astorga


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Rafael Indi

Sacromonte Esta ciudad se parece demasiado a nosotros.

Calle a calle competimos en n炭mero de batallas perdidas y luces escondidas bajo alguna latitud incierta. Sus noches justifican al fin el insomnio errante de unos bien desnacidos. Como ella, hemos so単ado ya todos los sue単os azules que quedaban por so単ar.

Esta ciudad se parece demasiado a nosotros.


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Lemuel Luna

Un orgasmo en la palabra

Anoche descubrí que Adán y Eva eran una quimera, que el Big Bang jamás detonó y que mi nacimiento está en tu boca. Anoche descubrí el evangelio en tus ojos y un orgasmo en la palabra.


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José J. González

El sello de tu cuerpo I Me convierto en tu nombre sinónimo de árboles truenos, confundiéndome en la alcatraz de tus sabores, sumergiéndome en los siempres de tus días de aguanieve y sereno.

Nómada, ruiseñor occiso clarividencia entregada a la profecía del sonámbulo y su música de cascabeles; inventario de tus besos y aromas de llama entre la penumbra de mis palmas entregadas a la locura.

Metafísica presencia te acompaña suave durazno maravillosa multitud de sensaciones, catarata explosiva y latente: estructura de tu cuerpo que poco a poco se duerme.

Me convierto en tu nombre y grito la consonante de tu apellido vanagloriado por los pueblos verdes, mariposa que sobrevuela el mar y su espuma bajo el ritmo de las almejas batientes.


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Reyna Hernández Haro

I Se respira el aire gélido hasta los pulmones. Las escamas de la epidermis caen por las calles. Renunciar a pensar para ir matando las esperanzas. Te compro el silencio con la ropa que llevo puesta; al fin, poco importa.

II Un cuerpo desnudo deambula por la plaza. Ojos nublados, perdidos. Oídos sangrantes Moretones en el rostro. "¿Hay alguien?"- interroga en el vacío.

III Somebody in a sometime... The most beautiful thing, voice, word, discourse, text. Time... time... time. Just silence, just say it, is just... this place. ALL is the PART of nothing.


IV 53 I don't know who are you

where are you. I saw you, alone, walking I'm whit you, don't forget.


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Marianela Puebla No vuelves Ya no vuelves, tu sonrisa se ha quedado prendida en el cristal del tiempo. Bebo el aliento del universo cuando desfallece en cada atardecer junto a mi ventana esperando el candil de tu regreso.

En vano dejo mis sueños a la deriva y que encuentren el puerto de tu desembarco, son bellos anhelos ensopados de estrellas y lunas que caen en la nada de la desilusión.

Ya no vuelves, me lo han dicho mil veces con su graznar pasajero las gaviotas del olvido y la sombra de los recuerdos oscurecen mis días cuando aún bosteza la boca del cielo.

No vuelve el perfume de tus besos enredados en el vendaval que arrasó tu presencia de mis brazos. Miro el camino vacío hacia adelante sin más presencia que un invierno cruel que avecina su paso, desbaratando mis deseos que se pierden entre un tumulto de hojas marchitas.

No vuelves, no volverás a cruzar mi solitaria senda,


ni tus palabras de amor harán música en mis oídos, ni mi boca tendrá el sabor de tus labios. La sombra del recuerdo cae lentamente, sobre mis sueños, humedece la tarde con su oscuro y gélido roce, toca el cristal con campanadas de agua y disuelve las ultimas huellas de mi melancolía.

Tal vez mañana cuando deslumbre el alba esto sólo sea un mal sueño y tú estés sonriendo a mi lado, como si nunca te hubieras ido. Como si jamás te hubieras marchado…

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Horacio Pettinicchi

Escrituras en la piel

Desnocho la noche, dibujo palabras, las amortajo en olvidos, las mezo, las acuno en ausencias, las deshijo, las cargo en mis brazos, y las llevo a vos. Artigo tu cuerpo, mujer, y las siembro en él, plurales palabras que hablan de vidas que fueron, y otras, que no llegaron a ser. Paisito mujer, recorro la geografía de tu cuerpo, descanso en el llano de tu vientre, arrumbo en tus ojos y me embriago en sueños. Paisito mujer, escalo tus pechos, atalayas, mi mirada te cubre como hierba buena, llueve, me llueves y me lluevo,


una lluvia seca que vulnera, 57

te inunda de abandonos, de viejas tristezas, llueve, y te ahogas en orfandades. Navego tus contornos, naufrago en el istmo de tu seno, huelesmojedumbres, a tierra mojada, te brota de la cara una luz limpia, una luna nueva, la llama de tu cuerpo crepita en gemidos, gemidos que estallan en colores de olvido y nuevas palabras, inaugural verbo, que nos redime de nosotros mismos.


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Andra Gabriela Prodea

Espejismo del olvido

Hoy amanecí con un rasguño en la carne Quedarán de mi las plumas de melancolía que aprieto entre los puños cerrados con la alegría apresurada de un niño y me paro en una esquina de carne y hueso para mirar cómo transcurre el olvido en la delirante ebriedad de las horas.


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Jeremías Marquines. Villahermosa, Tabasco 1968. Poeta y periodista. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Premio Nacional de Poesía AguascalientesBellas Artes 2012. Premio Clemencia Isaura 2003, Mazatlán, Sinaloa. Premio José Carlos Becerra 2000, Villahermosa, Tab. Premio Nacional de Poesía de Calkini, Campeche (1999). Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines (1998). Premio Nacional de Poesía, Efraín Huerta, Tampico, Tam. (1996). Premio Regional de Poesía, Palizada, Campeche (1996). Premio Nacional de Poesía y Cuento, de la Universidad de Occidente, Guasave, Sinaloa (1995). Juegos Florales Nacionales de San Román, Campeche (1994). Radica en Acapulco, Guerrero donde ejerce el periodismo. Ha publicado El ojo es una alcándara de luz en los espejos (poesía). Fondo Editorial Tierra Adentro, México (1997). De más antes miraba los todos muertos (poesía). Gobierno del Estado de Chiapas, (1999). Las formas de ser gris adentro (poesía). Coedición Editorial Praxis, Gob. Del Edo., de Tabasco, (2001). Las formas del petirrojo. Editorial Universidad Autónoma de Estado de México y La Tinta de Alcatraz, estado de México (2001). Duros pensamientos zarpan al anochecer en barcos de hierro. Universidad Autónoma de Tabasco. Villahermosa, Tabasco, (2002). Varias especies de animales extraños cubiertos de piel jugando en una cueva con un pico mientras Richard Dadd observa desde un calabozo de Bethlem (poesía). Instituto Estatal de Cultura de Tabasco (2008). Bordes Trashumantes (poesía). Instituto Sonorense de la Cultura, Gobierno de Sonora (2008). Dónde tiene el hoyo la pantera rosa (poesía) Edit. El Celta Miserable. Córdova, Ver., (2009). Acapulco Golden (poesía) Edit. Era, (2012). Obra poética (2006-2012). Parte de su obra se encuentra antologada en los libros de poemas: Poetas de Tierra Adentro III, Fondo Editorial Tierra Adentro, México (1997). "Poetas tabasqueños contemporáneos", Revista Cultura de Veracruz, Veracruz. (1997). “Los mejores poemas de 2005”; Joaquín Mortiz-Conaculta, (2005). Anuario de poesía (2005), Fondo de Cultura Económica. Eco de voces; Edit. Arlequín 2003. Poetas tabasqueños contemporáneos; Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (2005). Su obra aparece comentada en el libro de ensayos sobre literatura tabasqueña contemporánea Circaria, de Miguel Ángel Ruiz Magdónel, Fondo Editorial Tierra Adentro, México (1998).


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La escritura a temprana edad es una suerte de imitación consciente o inconscientemente (como toda acción primera en la vida) de los autores que leemos, después el escritor poco a poco va consiguiendo su propio estilo, su voz. En el caso de Jeremías Maquines, ¿en qué momento consiguió tener su propia voz poética? No estoy seguro si tengo una voz poética propia, de lo que sí creo estar seguro es que tengo una voz que no conozco. No creo en la institución de voces monolíticas en la poesía porque eso significa que a partir de ahí todo es aburrido; los poetas que se dice, tienen una voz, es porque de alguna manera se instalaron en un recurso cómodo para dejar de buscar. Particularmente trato de experimentar siempre con distintas voces, en cada libro me instala en una distinta y desde ahí construyo mi discurso poético.

Malcom, tu personaje en Acapulco Golden, encontró lo poético en Acapulco, tanto que se olvidó de su quehacer para entregarse al lenguaje que le transmitía el lugar. ¿Te pasó algo similar al encontrarte con la bahía y su gente?

Absolutamente sí. Me llevó tiempo pero desde que las atmósferas de la bahía de Santa Lucía, que es donde yo vivo, atravesaron mi piel, mi escritura tomó un rumbo distinto. Aunque a veces no se puede escribir nada en Acapulco porque todo es muy delirante, caótico, iconoclasta y anárquico, cuando no hace calor, el mar se queda vertical en su sillita enana, entonces los lenguajes de la poesía se alambican con el olor de marañonas y los morritos de pez vela. ¿“Escribes para cavar una tumba más honda para tu alma”?

Creo que es lo que hacemos todos. Escribir es cavar adentro de uno mismo; no escribo para recordar, sino para olvidar.


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“La vida es un lugar aburridísimo”, ¿lo crees así?

Absolutamente sí; hoy pocas cosas pueden sorprenderte sostenida y largamente. Vivimos en el hastío permanente de cientos de canales de televisión, de miles de revistas, de variedades de infinitas de colores, la diversidad termina por aburrirnos, por cansarnos; creo que como sociedad se debe volver a lo frugal, a lo limitado, ahí es donde podemos volver a sorprendernos; la nuestra es una vida demasiado encandilada, demasiado visual donde las categorías que le imponemos al mundo ya no están determinadas por nuestras experiencias, sino por las etiquetas, y por los objetos con los que ayudamos a nuestro sistema de representación a percibir la realidad.

Jan, pareja sentimental de Malcom en tu libro Acapulco Golden, no comprende el hacer nuevo poético de Malcom y se lo reclama al no poder ver lo que él, esto es un poco un símil de la visión que tiene la sociedad con respecto al poeta. ¿De qué manera influye esta falta de comunicación, este no entender el hacer de sus poetas (ni el lenguaje poético) en la situación individual y colectiva del mexicano, en tiempos actuales?

Actualmente existe una discontinuidad entre la poesía y los públicos. Hay una indeterminación de la posición del poeta con respecto al mundo y la sociedad en que vive; no estamos ciertos si las mismas palabras que usamos comunican lo que los otros necesitan entender.

La poesía es necesidad pero esta necesidad se oscurece junto con la noción misma de significado, e incluso, la noción misma de verdad en la poesía. La relación, digamos conductista, entre la poesía y el público ya no existe, la comunicación está rota porque las estructuras básicas están en entredicho y los poetas no están aportando nada a nuestro sistema lírico conceptual. De allí que no sea raro ese sentido de ajenidad del público a la poesía.


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¿Cuál es la lucha que buscas al ejercer la crítica política desde tu punto de vista de periodista?

Más que lucha, lo que pretendo es formular los problemas de otra manera, quizá un poco más clara, trato de ser útil a los otros explicando qué es lo que se tiene qué ver, qué analizar, en qué reflexionar, qué buscar y dónde buscar posibles soluciones. En el periodismo intento de alguna manera ser un escéptico integral y un antidogmático convencido como lo fue Luciano de Samosata que dijo: “Odio a los impostores, pícaros, embusteros y soberbios y a toda la raza de los malvados, que son innumerables, como sabes... Pero conozco también a la perfección el arte contrario a éste, o sea, el que tiene por móvil el amor: amo la belleza, la verdad, la sencillez y cuanto merece ser amado”.

La situación actual de la poesía mexicana que se está haciendo, ¿te deja con un buen sabor de boca o, por el contrario, no te entusiasma?

Yo pienso que no hay poesía actual en México, es la misma endogamia de siempre. Primero, debemos precisar ¿a qué se le llama poesía actual? ¿Qué la hace realmente diferente de otra, en otras latitudes?, ¿con respecto a qué es actual? ¿Es actual porque ha actualizado de manera radical las cosmovisiones, o simplemente, es actual porque aparenta tener una actitud posmoderna? La poesía que se está haciendo en México, al menos la poesía que yo he leído, es una poesía más de aparentar ser, que de ser. Limitadamente auténtica, y palabras que penetren en la estructura misma de nuestras experiencias.

¿Actualmente trabajas en un nuevo libro?

Sí, escribo el último libro de una trilogía sobre Acapulco. Es un lugar lleno de historias y experiencias fascinantes.


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Gracias, Jeremías Marquines, por aceptar la entrevista.


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Visiten la revista literaria española Los sábados, las prostitutas madrugan mucho para estar dispuestas. http://www.revistaliteraria.es/

http://puertaabiertachilemexico.wordpress.com/ Visita a la Agrupación Puerta Abierta Chile México


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Revista cultural (Colima) http://colimarte.blogspot.mx/

Editorial Río Negro (Perú) http://www.librosperuanos.com/editoriales/detalle/872/Rio-Negro

Revista Chile-Argentina http://revistalairademorfeo.net/index/


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