Arte, Cultura, Internet, Represión, Revolución (Spanish Edition)

Page 1

Julio Carreras

Arte, Cultura, Internet, Represiรณn, Revoluciรณn

Quipu


Quipu Editorial Santiago del Estero, Argentina. Š 2015

91


ENCARCELADO POR LA DICTADURA MILITAR ENTRE 1976 Y 1983, JULIO CARRERAS TRABAJÓ COMO PERIODISTA, DESDE LOS VEINTIÚN AÑOS. NACIONALISTA Y REVOLUCIONARIO, CRISTIANO COMPROMETIDO, JAMÁS DECLINÓ SUS PRINCIPIOS ÉTICOS. Y LA CONVICCIÓN DE QUE ÚNICAMENTE UNA HUMANIDAD IGUALITARIA E INTEGRADA PUEDE SER DENOMINADA CON ESE NOMBRE. MIENTRAS TANTO –SEGÚN CARRERAS–, CONTINUARÁ SIENDO UNA GRAN MANADA RACIONAL DE BESTIAS, CUYA ÚNICA DIFERENCIA CON LAS SALVAJES SERÁ LA APLICACIÓN DE SU INTELIGENCIA PARA ACECHAR AL PRÓJIMO. EN ESTAS ENTREVISTAS EXPONE ALGUNOS DE SUS CONOCIMIENTOS, EXPERIENCIAS, Y ANÉCDOTAS IMPRESCINDIBLES, QUE APORTAN PARA COMPRENDER LA CULTURA Y LA HISTORIA DE UN PAÍS TAN COMPLEJO COMO LO ES LA ARGENTINA.

92


“SOMOS LOS BÁRBAROS DE LA GLOBALIZACIÓN” ENTREVISTADOR: JORDI FOIX (BP – MADRID) – 2003

Delgado, ágil, Julio Carreras ostenta una personalidad magnética. Hilos de plata matizan su pelo ondulado; sus ojos oscuros inquietan o tranquilizan. Preguntado el secreto de su vitalidad, contesta “vida sana”. No fuma, toma muy poco vino durante las comidas, es vegetariano, no sale de noche, se levanta bien temprano, lleva una vida regular con su familia –esposa y cuatro hijas–. Parece la antítesis de lo que se imagina como un revolucionario. Pero estuvo preso siete años, en condiciones infrahumanas, durante la dictadura militar argentina. Habita una amplia casa en las afueras de la ciudad. Su gabinete, aislado, fue construido al final de un patio, rodeado de árboles. Es una habitación con techo muy alto; en cada pared hay estantes repletos de libros, casi hasta arriba. En el medio, una mesa de dibujo, y sobre ella, la computadora, con un gran monitor, con su sistema de audio y demás adminículos


para trabajar con la mayor comodidad. Es que Julio Carreras, desde 1997, ha hecho de Internet el principal medio de difusión para su profusa actividad periodística. –¿Qué es un periodista de internet? –Alguien que se ha preparado para manejar esta tecnología y desarrolla su actividad informativa a través de ella. –¿No es mejor seguir llamándolo periodista a secas? –No. Pues internet tiene su lenguaje propio, además de sus técnicas particulares. El periodista de Internet – por ejemplo– no necesita una sede central. Cualquier otro periodista, sea de medios impresos, radiales o televisivos, dependen de un sitio –llámese Redacción, Estudio Central, etcétera– sin el cual no pueden difundir sus noticias. Un periodista de internet puede publicar la información desde las montañas en Bolivia o en una plaza de Francfurt. Basta con que tenga una notebook. Entonces se necesita otra mentalidad, para ser periodista de internet. –Usted fundó la Asociación de Periodistas de Internet,


¿cómo fue? –En el mes de febrero de 2000. Venía de un par de años un poco alejado de la actividad de internet, luego de que me despidiesen en el diario donde trabajaba. Entonces, al regresar a la red, pensé (un poco a causa de lo que ocurrió conmigo) en la necesidad de una organización que agrupe y defienda los derechos de los periodistas de internet. Suponiendo que ya existía alguna, busqué en la red, pero no encontré nada como esto. –¿A qué se refiere cuando dice “lo que ocurrió conmigo”? –El diario en que yo trabajaba –una empresa capitalista– me había seleccionado entre los miembros de la redacción para dirigir su edición digital. Entonces me prepararon, incluyendo un curso de Internet en Washington, Estados Unidos. Pero durante el proceso surgieron diferencias, y me despidieron sin más. –Entonces, ¿usted pensó a la API como una organización sindical? –Sí. Una organización que defienda los derechos de


los trabajadores de internet. Como tú sabes, desde mediados de los noventa han comenzado a proliferar los medios informativos en internet. Allí se han incorporado cientos de nuevos periodistas –generalmente recién salidos de las universidades–; los “garajes” surgieron como hongos, principalmente en las grandes ciudades, para difundir todo tipo de información o crear lugares de entretenimiento en la red. Las empresas, que vieron el negocio, auspiciaron este nuevo medio, a veces abiertamente –como los grandes diarios– a veces de un modo indirecto. Pero sólo en su faz tecnológica: se compraban los equipos, se instalaba lo necesario para que funcione el galpón... pero los periodistas eran –son– especie de aficionados, que trabajan generalmente “en negro” (esto es, sin aportes previsionales, etcétera), por lo cual estamos siempre expuestos a que nos despidan cuando los empresarios no nos consideren “rentables” –o les molestemos por alguna cuestión ideológica. –¿Y qué fue de la API? –Se desinfló. Luego de un primer año de entusiasmo, comenzó a decaer, hasta que un incidente menor entre algunos miembros me dio la oportunidad para considerar este intento –por ahora– clausurado.


–¿Cuáles fueron las razones para este... no sé si lo consideras un fracaso? –No. Tampoco fue un fracaso. Al ser la primera Asociación de Periodistas de Internet generó una nueva conciencia que al pasar los años creo se va a valorar. Instalamos luchas importantes, como la ocurrida con el periodista Cárdenas, despedido de un importante diario chileno de internet, el caso de la desaparición de un hijo de un periodista colombiano, Jorge Enrique Botero, o el de la discriminación ideológica hacia Andrés Dapuez en el diario de Córdoba, Argentina, La Voz del Interior... Nuestra asociación llegó a obtener la intervención de la SIP o la publicación de los temas denunciados en medios importantes como La Nación, de Buenos Aires, o El Mundo, de España. Luego hicimos campañas exitosas, como la efectuada en contra de la censura en España. –¿Puedes narrarnos alguno de estos casos que sea particularmente representativo para la API? –Tal vez el de Juan Pablo Cárdenas, sea paradigmático. El era director periodístico del diario Primera Línea, de Santiago, Chile. De un día para otro fue dejado fuera. Al despedirlo, el gerente le comunicó que la medida fue tomada porque “el Gobierno de Chile


no comparte la línea informativa seguida en los últimos meses por el periódico”. ¡Esto era tremendo! La API fue la única institución que levantó alguna polvareda por este asunto. Debido a que el gobierno de Chile tenía cierta aura “progresista” y “democrática”, incluso sectores de la izquierda domesticada silenciaron el asunto. Por nuestra parte, hicimos pública una carta al presidente Lagos que circuló profusamente, y logramos la promesa del director de Libertad de Expresión de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) Ricardo Trotti, de que se iba a ocupar del asunto. Por otra parte, la misma empresa que despidió a Juan Pablo Cárdenas tenía también un barniz “progresista”... con más razón pusimos mucho énfasis en esta campaña, pues si esto lo hacía una empresa “progresista”... ¿qué dejaremos entonces para las dominadas totalmente con los criterios del capitalismo salvaje?... –Y qué ocurrió con Cárdenas... ¿lo reintegraron a su puesto? –No. Desde el gobierno me contestó un secretario de la presidencia, diciendo muy ambiguamente que el presidente iba a estudiar el caso. También la promesa de Ricardo Trotti quedó sólo en eso, ni siquiera


difundieron el caso en alguno de los diarios que integra la impresionante cadena que tienen, pues como sabes la SIP cuenta con empresas periodísticas afiliadas a lo largo y lo ancho de toda América Latina. Pero aquí queda claro que la supuesta lucha de la SIP por la “Libertad de Prensa” lo es sólo por la “Libertad de Empresa”, pues actúan sólo en caso de ver amenazados los negocios de los diarios, y no cuando realmente se afectan los derechos de un periodista, como fue el caso de Cárdenas en Chile. –¿Y respecto de la censura? –En España se proyectó una ley que regulaba el manejo de la información en internet, con prescripciones verdaderamente cavernarias. Se la denominó Ley de Servicios de la Sociedad de la Información. Ella indicaba que los medios de comunicación digitales, cualquiera que sea su tamaño o propósito, deberían constar en registros públicos formalizando su existencia a niveles similares al de las empresas. De esa forma, toda información publicada quedaba sujeta a la intervención administrativa del Estado Español y se considerarían delitos actos como acompañar los artículos con vínculos a páginas “ilícitas”, no disponer de copias de artículos publicados y no retirar de la publicación aquellas


informaciones que las autoridades administrativas consideren “ilícitas”. Las multas llegaban hasta los cien millones de pesetas. Esta ley hubiese anulado la creación de comunidades libres en la Internet española, el anonimato, la discrepancia y la libertad de expresión. La definición que se da en el anteproyecto de ley a los “servicios de la sociedad de la información” es tan amplia que recoge cualquier actividad remunerada o no remunerada por sus destinatarios, de comercio electrónico o de simple valor periodístico. La API impulsó una campaña internacional en contra de esta ley, para evitar que se aprobara en España. Paradójicamente –o no– los principales medios de prensa que tienen sus grandes sitios en internet, no se sumaron a la campaña. Esto demuestra una vez más que ese mecanismo de la “concertación” con los gobiernos de turno, es el habitual en la prensa hoy, hasta el punto que normalmente los empresarios periodísticos tienen más puntos de acuerdo con quienes violan sistemáticamente los derechos periodísticos que con quienes los defienden. –¿Por qué se desdibujó la API? –Yo mismo la desactivé. Porque me di cuenta que no teníamos sustento interno como para seguir con la línea


proyectada. Llegamos a ser unos 200 miembros, dispersos en diferentes lugares del mundo, desde Chile a Japón, pasando por España, Alemania, México y varios países de Latinoamérica. Mas por un lado había una desintegración amorfa, en un sentido ideológico; por otro, carecíamos de sustento económico. –¿A qué te refieres con lo de “desintegración amorfa”? –Te contaré un caso, paradigmático. X es una periodista española, residente en Alemania. Pronto obtuvo un trabajo en la empresa que edita el diario El Mundo, de España, debido a que uno de sus directores era miembro de la API y conocido mío. X integraba el grupo de cuatro que éramos los únicos que realmente trabajábamos por la API: además de mí estaban Carolina Jerez Henríquez, chilena, quien trabajaba también en la Unesco. Ella desarrolló el sitio web de API, muy bien. Y Leo Sosa, quien trabajaba en un multimedia de Salta, Argentina.


Poco a poco X se fue apartando, hasta que sencillamente se borró. Luego de dos o tres mails donde me daba excusas de tipo personal –problemas con el marido, que era un alemán, o cosas así– terminó confesándome que la gente de Libertad Digital, un diario de internet que integra la galaxia de El Mundo, le había dicho que se aparte de la API... ¡y de mí! Que éramos unos “terroristas” y otras cosas que ya no quiso contarme. ¡Simplemente porque nos habíamos atrevido a defender la Libertad de Expresión en Internet y los derechos de los periodistas!... Así que te imaginas, si en la comisión directiva, entre los líderes de la Asociación, teníamos gente que cede tan fácilmente a las presiones de los poderosos, ¿qué podíamos esperar de los demás? Yo creo que debemos esperar aún que las condiciones maduren para formar una Asociación como la que pretendíamos impulsar. –¿Cómo ve la situación de los medios de prensa en internet hoy? –Internet es un espejo de lo que ocurre en la sociedad material. Las grandes empresas controlan los sitios de noticias más importantes en la web, lo hacen con los


mismos criterios que manejan sus diarios de papel: utilizan a los periodistas tanto para cubrir una conferencia de prensa como para diseñar una página, o los mandan a informar por radio en caso de necesidad. Absoluto desprecio por los derechos de los trabajadores. Pero después están los otros, los falsos “progresistas”, como algunos medios que adoptan una fachada seria, “profesional”, “honesta” pero de hecho son parte de la misma patraña capitalista extendida como una enfermedad viscosa a lo largo y lo ancho del ámbito informativo por todo el planeta. Yo tuve una discusión con un tal Albarrán, de la Reforma, de México. Fue con oportunidad de una denuncia de la API, esta vez hacia el gobierno argentino, ya que manejábamos información en el sentido de que se había instalado en la SIDE (organismo de espionaje del estado) toda una sección especial, incluyendo personal, para hackear a los periodistas de internet y a todo medio independiente. Albarrán reaccionó acusándonos de “apresurados” por haber hecho la denuncia. ¡Te das cuenta! Él confiaba más en un organismo que había sido fundamental para el secuestro, tortura y muerte de más de 40.000 argentinos durante la dictadura militar que en los datos obtenidos por nosotros!... Y decía hacerlo desde “la izquierda”. Por eso digo debemos tener paciencia para que las condiciones maduren un poco


más, pues hasta los sectores de izquierda están hoy irremediablemente infectados por el inmenso lavado de cerebros que ha hecho el capitalismo criminal desde los años 80 en adelante, con mucho éxito, hay que reconocerlo. –¿Hay alguna forma de luchar con esperanzas en contra de este gigantesco control? –Sí. Porque es un sistema que ha entrado en crisis. En esto también se refleja la crisis de la estructura capitalista global. En el mundo material, los países capitalistas se ven obligados a lanzar campañas criminales sobre otros países, como lo hicieron en Afganistán o recientemente en Iraq. Ello porque necesitan desesperadamente solucionar sus problemas de recesión continuada, déficits fiscales sin precedentes (EEUU lo tiene de un modo que jamás hubiera tolerado el FMI a cualquier país del Tercer Mundo). Entonces, en el ámbito de la prensa se retrocede también a situaciones de los años 20 o 30, o más atrás aún. Con censura interna llevada hasta grados ridículos, con el predominio de los más mediocres y obsecuentes en las redacciones de todos los medios informativos del mundo, ¡con una precariedad laboral que no se había visto desde la situación de capitalismo salvaje denunciada por Marx y Engels en Inglaterra


durante el siglo XIX! Pero esa crisis sin precedentes, con sus altas cuotas de violencia e injusticia descargándose sobre los más débiles, también está creando su antídoto. Son los movimientos “antiglobalización”, que aunque intentan ser infiltrados por los falsos progresistas como los mencionados, han adquirido una vigencia extraordinaria. Al igual que los bárbaros fueron el antídoto que logró sanear la sociedad, permitirle que continuara su evolución hacia sociedades más participativas, en un tiempo de ominosa opresión, degeneración, criminalidad, durante el Imperio Romano... ¡nosotros somos, ahora, los bárbaros de la globalización! Nuestra ventaja es que ahora tenemos internet... y el inmenso bagaje cultural de dos mil años más de evolución intelectual. Ello nos permite que cada uno de nuestros golpes pueda ser, ahora, diez mil veces más efectivo de lo que pudo haber imaginado jamás un – digamos– San Juan Crisóstomo, o San Agustín, que fueron quienes dotaron de ideología al visceral movimiento de rechazo al imperio promovido por los bárbaros de la Edad Antigua. –¿Que futuro supone para el periodismo de internet? –El futuro nos pertenece. Los diarios de papel


desaparecerán, quedarán sólo aquellos que tengan un valor agregado por sus contenidos (Cultura, Ciencias, cuestiones regionales). Pronto internet ocupará el espacio que aún domina la TV (fusionándose con ella).


GLOBALIZACIÓN Y BARBARIE POR SOL TAUBRIZ ENTREVISTA EFECTUADA EN FEBRERO DE 2004 PUBLICADA EN INDYMEDIA BARCELONA

ST: en una reciente entrevista (1) usted dice “somos los bárbaros de la globalización”... ¿puede ampliar más el concepto?... JC: Se emplea el término “bárbaros”, normalmente, para designar personas de costumbres violentas, gentes toscas, sin refinamiento, incapaces de apreciar la belleza, o simplemente bestiales. Sin embargo, cuando Ptolomeo u Aristóteles hablaban de “bárbaros”, no le daban estos sentidos, ni esos hábitos se consideraban típicos de los pueblos llamados así. Para los antiguos griegos, bárbaros eran sencillamente personas que no se habían acostumbrado a vivir en ciudades, y tampoco adoptaban el modo de organización económica que requiere la vida de ciudad. La característica principal de este tipo de vida era la autosuficiencia. Es decir, ellos se abastecían, en todo lo necesario, con la naturaleza que los rodeaba o


sus esfuerzos comunitarios. ST:...bárbaros serían hoy, entonces, grupos como los de Bin Laden... JC: ¡Claro!... o los zapatistas. O incluso la comunidad de Sai Baba. Qué decimos con esto: no se trata de grupos sociales antropológicamente retrasados: por el contrario, los verdaderos bárbaros, en todos los tiempos, suelen ser aquellos que están ofreciendo alternativas novedosas para una situación de crisis estructural del sistema, cíclicamente agobiado por una civilización determinada. ST: Por ejemplo los bárbaros que derribaron al imperio romano... JC: ¡Claro!... ¡Con ellos comenzó la historia de Occidente!... Los historiadores europeos gustan de decir que “la historia de Occidente comenzó con la epopeya de Maratón”, o la heroica resistencia de Leónidas y sus trecientos, que permitieron la derrota de las invasiones Persas. Se equivocan –en parte concientemente–: la historia de Occidente comenzó en realidad con la caída de Roma, en el siglo V.


ST: ¿Por qué dices “se equivocan concientemente”? JC: Toda sociedad próspera necesita crearse un pasado prestigioso. Igual como los nuevos ricos corren a comprarse un título de nobleza (en Europa tenemos ejemplos claros, como los barones de Rotschild). Es más prestigioso descender de Grecia y Roma que de las hordas de Clodoveo, los teutones, los suavos... todavía están muy claras las imágenes bestiales que daban de ellos los aristocráticos romanos. Sin ir más lejos en la reciente película “Gladiator”, se da la imagen de los romanos como si fuesen refinados tecnócratas del arte bélico, mientras se muestra a los germanos como peludos gigantes desharrapados, que combaten con rústicos troncos a modo de lanza en sus manos. Pero la verdad es diferente: ni los griegos ni los romanos se consideraban parte de Occidente: ellos amaban y eran hijos, en verdad, de la civilización Oriental, de la cual habían aprendido todo lo que consideraban bueno. Ellos se consideraban continuidad de Egipto, Babilonia y Persia. La prueba es que Alejandro Magno, una vez conquistado el trono del imperio persa, cambia sus vestidos inmediatamente por el estilo persa, y obliga a todos sus funcionarios a adoptar no sólo las vestiduras, sino los hábitos culturales y sociales de los persas, a quienes se consideraba representantes de una cultura


superior. Otro signo en tal sentido es que los emperadores romanos, en la época de mayor refinamiento cultural del imperio, emigran a Bizancio, es decir a Turquía, lo cual era claramente considerado Oriente, e instalan allí el Centro del Imperio. Entonces, Occidente, tal como lo consideramos hoy, surge como referencia cultural recién cuando los bárbaros del centronorte de Europa, junto a las islas británicas, comienzan a organizarse en ciudades. Es decir, hacia los siglos VII u VIII, bajo un sistema social novedoso, el feudalismo, y un eje cultural poderoso: el cristianismo. Tampoco es real que los romanos y griegos sean rubicundos, de ojos celestes, como nos los muestran hoy las películas norteamericanas. Eso es fruto del narcisismo germánico y anglosajón. Lo más probable es que tanto romanos como griegos fueran normalmente morenos, más bien bajos de estatura, del tipo que hoy son más o menos los italianos del sur. Sólo hay que ver las decenas de retratos de los baños de Pompeya, para comprender cómo eran realmente las clases dominantes en roma… no encuentras a una sola persona rubia allí… ST: Entonces, los bárbaros de hoy serían todos los países que desde Europa llamamos “Tercer Mundo”.


JC: En parte sí... no es tan simple. Más que los países, yo diría ciertos grupos sociales, organizados, deliberadamente o no, que sustentan proyectos de existencia alternativos, superadores al sistema ecológico-cultural vigente, que por su caducidad no permite seguir avanzando al desarrollo de la humanidad. ST: ¿Y cuál sería ese sistema ecológico-cultural que está en crisis? JC: El de considerar a la Tierra como un campo de batalla a disposición de los más criminales y audaces. A estos depredadores humanos, la civilización occidental llama “emprendedores” y “competentes”. Sustenta para ello una concepción largamente modelada, a través del darwinismo, el malthusianismo y modernas teorías ecologistas, de acuerdo a las cuales se justifica la existencia de la injusticia y la depredación de la naturaleza –a la cual se llama “recursos”, como si el universo hubiera sido hecho nada más que para sustentar al hombre–, se justifica, te digo, con malabarismos intelectuales que durante siglos han actuado sobre las conciencias con éxito. Esta concepción te muestra como natural que los pueblos sigan un ciclo


evolutivo de: valor individual, laboriosidad = éxito económico; luego tales pueblos crecen, y se vuelven colonialistas; más tarde van desarrollando una alta tecnología que les permite dominar el mundo conocido. A esta concepción, que justifica el dominio de “los recursos”, como les llaman ellos, por “los más aptos”, debe oponerse otra concepción (siempre surgió en la historia); la de los bárbaros. Y es la que finalmente triunfa, porque si no el mundo mismo – que no se compone solamente por humanos– iría hacia su desaparición. Y no existe ninguna esencia vital que tenga como designio la autoeliminación. La naturaleza resiste. No solamente los humanos conscientes de la perversidad del modelo occidental, sino toda la naturaleza: los animales, los bosques, los mares, los ríos contaminados, las montañas, la atmósfera... están diciendo ¡Basta!, hoy. Nosotros, los bárbaros, somos la expresión intelectual, nada más, de esta inmensa reacción cósmica que va a echar abajo a toda esta calaña de criminales ecológicos encabezados por Bush, Aznar y ese payaso inglés que arrastró a su país al crimen con amedrentamiento ideológico y mentiras. (1) Jordi Foix. Entrevista con Julio Carreras (h): “Somos los bárbaros de la globalización”.


50 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN CUBANA ENTREVISTA EFECTUADA POR ORESTES MARTÍ Y MANUEL ALBERTO RAMY. PUBLICADA POR CANARIAS INSURGENTE (ISLAS CANARIAS) Y EN EDICIÓN BILINGÜE, INGLÉS, CASTELLANO, POR PROGRESO WEEKLY (CUBA). DICIEMBRE DE 2008.

– Cuba se acerca a la celebración del 50 aniversario del triunfo de su Revolución ¿vivió aquel acontecimiento? en caso afirmativo ¿Cómo lo recuerda? R.: Yo tenía 9 años cuando triunfó la Revolución Cubana. Pero recuerdo con intensidad aquél suceso, pues para nosotros, los argentinos, eran también tiempos de lucha. Mi familia era peronista, y estábamos en el momento en que por todo el país se efectuaban actividades insurgentes contra una dictadura militar pro yanqui. Incluso, más o menos por esos mismos días, hubo ensayos guerrilleros como los Uturuncos, una


milicia peronista nacida precisamente en mi provincia, Santiago del Estero. Y que desde 1959 constituyó un campamento en las montañas del NOA, efectuando acciones guerrilleras y resistiendo a la represión militar por poco más de un año. Mi padre y mis tíos eran entonces jóvenes militantes peronistas, uno de ellos dirigente de un sindicato muy combativo, el de los docentes. Así que cuando triunfó la Revolución Cubana, se vivió en mi familia un clima de euforia y esperanza. Mis tíos, mi padre y sus compañeros de militancia conversaban mucho acerca de la Revolución Cubana. En tiempos en que no había aún TV, mi padre compraba todas las revistas informativas de entonces –que eran varias. En ello se complementaba con mis tíos. Incluso leían revistas norteamericanas (en español), como Visión, Selecciones del Reader´s Digest o Life. Recuerdo haber visto grandes fotografías del Ché en Life, si no me equivoco... debe de haber sido cuando estuvo en Punta del Este. Por esos tiempos también tuvo una entrevista –el Ché– con el presidente argentino, Arturo Frondizi, quien había sido elegido con los votos peronistas (pues el peronismo seguía prohibido). Pues bien, podría llenar varias páginas hablando de mi recuerdo infantil y adolescente sobre la Revolución Cubana. Pero en honor a vuestro espacio diré, cerrando


esta primera respuesta, que para los peronistas argentinos (la inmensa mayoría del pueblo), la Revolución Cubana fue objeto de estudio y se conocían muchos de sus detalles, paso a paso, a través de la red de militantes. – ¿Qué influencia considera ha tenido la Revolución cubana en su entorno social? R.: Así como yo, decenas de miles de niños argentinos deben de haber crecido escuchando a sus familias peronistas hablar de la Revolución Cubana. La presencia del delegado de Perón, John William Cooke y de un genial periodista militante, Rodolfo Walsh, junto a Massetti, entre los amigos de la Revolución, nos hacía sentir a Cuba casi como una parte de la Argentina. Entre la población en general también se respiraba una gran simpatía hacia la Revolución Cubana. Uno podía oír hablar, en bares, sitios sociales o centros culturales y educativos, elogiosamente de Cuba y su proceso revolucionario. Creo que la influencia de la Revolución Cubana en toda Latinoamérica fue muy estimulante. Y sus experiencias sostuvieron espiritualmente a millones de militantes nacionalistas y revolucionarios del mundo entero, desde los 60 hasta la actualidad. Y los siguen sosteniendo: él éxito de la película “Ché,


el Argentino”, lo demuestra claramente. Hoy surge otra oleada de jóvenes revolucionarios que observa con avidez cada detalle de lo conseguido en Cuba. – ¿Qué opinión le merece el bloqueo norteamericano a Cuba? ¿Aconsejaría a la nueva Administración norteamericana su levantamiento atendiendo al reclamo de la opinión pública internacional, especialmente a los resultados de las votaciones de la ONU? R.: En la ética de la guerra, no hay recurso más canalla que el sitio por hambre a los contrincantes. Esto significa en sí una declaración de derrota, pues se aplican recursos perversos hacia quienes no se puede derrotar en combate franco. La aplicaron los romanos, ante los valerosos soldados israelíes que no pudieron derrotar en el año 70 y se habían refugiado en Massada. La aplicaron también los españoles contra los valerosos indios Quilmes, del Noroeste Argentino, y terminaron sojuzgándolos por hambre. Es decir, obtuvieron como prisioneros sólo a las mujeres, los ancianos y los niños. Este mismo recurso vil es el que aplica EE.UU. luego de la estruendosa derrota que sufre con su invasión a Bahía de los Cochinos, en 1961. Comprendiendo que no podrá derrotar a Cuba por


medios abiertamente militares, decide socavar la moral de su población con un bloqueo inmoral. A lo largo de estos 50 años EE.UU. ha sugerido constantemente, además, que no le importa la opinión de los demás países del mundo. La reciente invasión a Iraq demostró de un modo brutal esta actitud consecuente. Igualmente con Cuba, utilizó las votaciones en la OEA cuando pudo manipularlas... posteriormente, cuando comenzaron a serle desfavorables, sencillamente las ignoró. Por cierto aconsejaría el desbloqueo inmediato a la nueva administración de Barack Obama, a quien considero alguien esperanzador. No sólo por razones de ética social, sino por conveniencia. EE.UU. atraviesa recién la primera parte de una agudísima debacle económica. Está emergiendo el despropósito capitalista, que prácticamente vació el potencial económico de ese inmenso país en los últimos 30 años. Así que una política de apertura de los EE.UU. no sólo es posible como estrategia para recomponer sus relaciones mundiales, sino es el único camino abierto ante el imperio para evitar su ruina total. – ¿Cuáles considera son las “asignaturas pendientes” del proceso revolucionario cubano?


R.: Desde fuera, hemos visto más aciertos que errores en el proceso revolucionario cubano, siempre. Particularmente el hecho de haber resistido, con sus propios medios –como se sabe, geográficamente modestos–, a tan tremenda exclusión económica como la que la sometió el imperialismo. Nos inquietaron, sin embargo, tres puntos: Cierta aparente indolencia en algunos sectores administrativos, particularmente aquellos que sostenían relación con el público (en embajadas, por ejemplo). Una actitud ideológicamente rígida en la primera etapa revolucionaria, acerca de cuestiones de Religión. La diferencia de status entre turistas y pueblo cubano común, que se palpaba de un modo muy evidente en los 80 o 90, y tendía a socavar, según creo, la moral revolucionaria. Por cierto estas son sólo apreciaciones muy superficiales, de alguien que observa desde fuera y pueden estar erradas. – ¿Cuáles son sus expectativas de la Revolución cubana en los próximos años? R.: La Revolución Cubana ha sido un faro ideológico y ejemplo no sólo para América Latina y el mundo. Creo que la misma Rusia –cuna de la primera revolución


socialista–, estå tomando muchos ejemplos ahora de lo que hizo Cuba. Mis expectativas son que, en el Nuevo Orden Socialista Mundial, Cuba sea el eje de un realineamiento, que permita avanzar hacia sistemas sociales mås justos y culturalmente evolucionados en todo el planeta.


“EL IMPERIALISMO FRACASARÁ EN IRAQ” 12 DE JULIO DE 2004. (DESGRABACIÓN DE LA ENTREVISTA EFECTUADA EN DIRECTO POR IRIB SPANISH RADIO, RADIO OFICIAL DE IRÁN, SECCIÓN INTERNACIONAL)

P– Como sabe usted, la situación en Iraq todavía sigue siendo muy complicada y esto es mientras que hace un poco, el 28 de junio pasado, se realizó la transición de poder en este país. Queríamos saber su opinión alrededor de este tema. R– Yo creo que como usted indicó, es un problema preocupante el de Iraq, porque, como habíamos dicho anteriormente también, la ocupación fue una avanzada del imperialismo, que intenta apropiarse de los recursos estratégicos del mundo. Esta lamentable avanzada bélica demuestra que ellos no están conformes con todo lo que han acumulado, en base a la destrucción y a la sangre, a lo largo de prácticamente los últimos 4 siglos. Pues debemos ver que, a partir del siglo dieciséis, cuando empieza la expansión de Europa y del colonialismo inglés, hasta el siglo diecinueve, en que se consolida y el siglo veinte en que se concluye su transferencia a los EE.UU., son las mismas razas las que van concentrando


el poder económico del mundo, y de entre ellas la dominante es la raza anglosajona. Pues los EE.UU., que son en este momento la avanzada del imperialismo, ven que en la perspectiva futura, los recursos naturales del mundo van a ser escasos... porque ellos mismos los derrocharon de una manera irracional. Entonces quieren concentrar el poder, el control sobre todos los recursos energéticos de la Tierra: quieren distribuir las riquezas de una manera aun más favorable únicamente para sus pueblos y para sus intereses económicos. Y no les interesa el futuro de las otras culturas, de los otros pueblos, de las otras civilizaciones. La invasión de Iraq no es más que es un intento descarado de este grupo económico poderosísimo, que se ha concentrado en Occidente, para dominar todo el mundo y someterlo a sus intereses, incluso provocando un genocidio, porque si llegan a tener éxito, es tal la concentración que va a provocar este avance imperial, que en el futuro el mundo va a ser únicamente para los dominadores y para los que acepten la dominación como pueblos esclavos. Así que esta supuesta “transferencia” del gobierno iraquí es sólo una pantalla para disimular su grosera violación de todas las normas internacionales civilizadas. Se la efectúa hacia personas repudiadas por su pueblo, el pueblo de Iraq. Incluso hay un delincuente financiero


allí, propuesto como presidente; es uno de los principales representantes del imperialismo norteamericano. Cierto que es de nacionalidad iraquí, pero también había sido repudiado y expulsado de Iraq, no por cuestiones políticas, sino por sus reiteradas estafas. No es absolutamente para nada representativo del pueblo iraquí. Entonces en este momento, con su actitud de quedarse para poner gobiernos títeres, lo que están haciendo ellos es prolongar una guerra, de la que estoy seguro que van a ser perdedores, porque la resistencia iraquí es cada vez más fuerte y el apoyo internacional al pueblo crece de un modo incesante; y es repudio, únicamente lo que ellos están cosechando – incluso entre el mismo pueblo norteamericano. Es muy posible que la Resistencia los obligue a un retroceso y que tarde o temprano se recupere la independencia de Iraq, eso sería lo verdaderamente democrático y justo. P– Las fuerzas de los EE.UU. están reprimiendo el pueblo iraquí, mientras que anteriormente ellos pretendieron una tutela sobre la democracia y estabilidad en Iraq y de otro lado, en todo Oriente Medio bajo el llamado plan de Gran Oriente Medio. ¿Cómo piensa usted sobre esta contradicción en el comportamiento de los mandatarios norteamericanos?


R– El imperialismo siempre se ha caracterizado por el doble discurso. Por una parte, proclaman los derechos humanos y la libertad, proclaman democracia pero, en la práctica, ellos siempre han impulsado la dictadura – porque no se puede imponer a ningún pueblo y a ninguna cultura del mundo, un sistema político por la fuerza. Si nosotros hablamos de democracia y de equilibrio mundial, por una parte, y sostenemos estos discursos con tanques de guerra, con aviones, con bombardeos, incluso con armas de destrucción masiva y otros tipos de bombas y recursos horrorosos, que se aplicaron sobre los pueblos que a lo largo de estos últimos 20 años han ido invadiendo los EE.UU., entonces es un discurso absolutamente contradictorio. Porque vemos que junto al discurso “por la democracia” de los EE.UU., se construye un muro en Israel, con el cual no solamente se segrega desde un punto de vista racial y cultural a todo un pueblo, sino que se le impide la subsistencia económica. Y a pesar de que sus tribunales más civilizados, como el tribunal de la Haya, condenan este muro, el gobierno de los EE.UU. y el capitalismo mundial apoyan prácticamente de un modo incondicional al régimen asesino de Sharon y a todos los avances inhumanos que está llevando adelante en su política. Es el único criminal que puede actuar con impunidad absoluta en todo Oriente Medio, mientras


que cuando muchos hombres valientes y decididos entregan su vida para defender a su pueblo, como pasa con los libaneses patriotas que combaten a los israelíes, se los llama terroristas. Así que entonces nosotros tenemos que hacer una lectura inteligente y aguda –que el pueblo de todos los países del mundo saben hacer, porque no se dejan engañar–: cuando se habla de “terroristas”, cuando se habla de “la lucha internacional en contra de los enemigos de la democracia”, el pueblo de todos los países del mundo sabe que se están refiriendo verdaderamente a quienes luchan por la libertad de su patria, por sus creencias y por su religión. Pero nosotros observamos signos políticos y sociales de que a pesar de este doble discurso, del inmenso poder mediático que tienen los EE.UU., a la larga van a ser derrotados. Porque así también creemos que los imperios nunca pueden seguir un camino que sea agradable a Dios y también nosotros somos convencidos religiosos y creemos que Dios no puede permitir en el mundo un triunfo perdurable o la tiranía del mal. Así que tarde o temprano este doble discurso será eliminado y los imperios caerán. Como cayó el imperio romano y como cayeron todos los imperios que en un momento determinado se opusieron a la paz, la justicia y la igualdad, que son la voluntad de Dios sobre la Tierra.


P– Otro asunto que se plantea es que los EE.UU. en su enfrentamiento con el pueblo iraquí en este país acusan a otros países vecinos de Iraq, como la República Islámica de Irán y Siria, de brindar apoyo militar a los grupos iraquíes y que también según ellos, refiero a los mandatarios estadounidenses, los terroristas pasan por territorio iraní y también de Siria. ¿Cómo opina usted sobre estos pretextos de los EE.UU.? R– Nosotros sufrimos constantemente la agresión y la ofensa por parte de estos grandes poderes del mundo, son los mismos que en las islas Malvinas o en los alrededores de Cuba, se arrogan el derecho de ocupar territorios. Como Guantánamo, o Gibraltar en España, en donde hace siglos han ocupado ilegítimamente un territorio que pertenece a España. Hace poco perpetraron uno de esos hechos más irritantes, la invasión (tal vez deliberada) con un buque de guerra estadounidense al espacio marítimo iraní, para amenazar también a Irán libre. Pero el gobierno de Irán dio una lección de dignidad al mundo entero cuando, de manera correcta, detuvo a estos invasores y agresores. Al imperialismo se le propinó una lección que no le va a ser fácil ignorar, esto es, que se debe respetar la voluntad de los pueblos del mundo que tienen dignidad. Mientras ellos hablan de la legalidad, de derechos


humanos y respeto por las leyes internacionales, hacen la guerra con métodos brutales, torturan y asesinan por doquier. Por eso todos los pueblos del mundo han aprendido a decodificar el lenguaje mentiroso del imperialismo. Ellos comprenden que cuando se habla “del terrorismo”, en realidad se está hablando por lo general de patriotas, de gente digna, de gente que es orgullosa de su cultura. Cuando se acusa a países de “apoyar al terrorismo”, muchas veces ese apoyo, si existiese, es comprendido y justificado por los pueblos de todo el mundo, porque se sabe que se está dando auxilio en la lucha justa, a jóvenes que arriesgan sus vidas en su lucha por la independencia de los pueblos. P– También vemos que los EE.UU. intentan crear un ámbito de tensión de discrepancias en Iraq entre diferentes grupos iraquíes. ¿Cómo piensa usted sobre estas intrigas de los EE.UU.? R– Esto ha sido una táctica histórica del imperialismo. Y lamentablemente en muchos casos es exitosa. Usted recordará muy bien que en el siglo diecinueve y a principios del siglo veinte, el imperialismo inglés –que étnicamente es el mismo que éste, porque como decíamos hace rato, hay una raza que es anglosajona, que tiene continuidad en este dominio


del mal sobre el mundo, debido a que su cultura es una cultura materialista, es una cultura que pone por encima de todo el lucro y las riquezas, como dioses, y por lo tanto, se opone a la voluntad de Dios sobre la tierra– pero, decía que el imperialismo inglés a finales del siglo diecinueve y a principios del siglo veinte, diseñó una geografía en Oriente Medio, que no es la geografía natural de estos territorios. Creó países, al mismo Iraq ya que lo mencionamos, lo diseñó de acuerdo a sus intereses imperialistas, en los siglos diecinueve y veinte. Ellos incluso se atribuyeron el derecho de designar gobernadores y comandantes militares, de establecer constituciones liberales y de acuerdo a sus necesidades imperiales, y eso es una práctica viejísima del imperialismo, el dividir a estos pueblos. Lamentablemente muchos de estos pueblos cayeron en la trampa y la prueba es que algunos de los países que resultaron de esas divisiones, actualmente siguen en pie. Entonces –como lo hicieron con Kuwait u otros países del Oriente Medio– es lógico que en este momento sigan con esta táctica que ha dado buenos resultados. Pero creo que en Iraq no dará un buen resultado, porque en este momento en Iraq se ve que hay un sólido acuerdo entre los principales grupos nacionalistas, religiosos y patriotas. Hay una unidad en la acción, que consiste principalmente en que todos quieren que los invasores


imperialistas se vayan de su país. Así que es muy posible que en muy corto tiempo tengamos más sorpresas aún en Iraq, en el sentido de que como se había estimado, la resistencia del pueblo y los combatientes, provoca que ahora estén arrepintiéndose de haber subestimado su capacidad vital, en sentido estratégico. Lo más probable es que tengan que retirarse humillados de este país, porque les van a quedar 2 caminos, únicamente: o destruir completamente Iraq, o someterse a la voluntad de su pueblo, que no quiere invasores en esa patria, quiere manejarse independientemente. Así que difícilmente su vieja táctica de dividir para reinar resulte. En este caso, creo que va a ser un fracaso.


CÓRDOBA, REPRESIÓN Y REVOLUCIÓN (1973–1976) ENTREVISTA EFECTUADA POR CEFERINO REATO (PARA EL LIBRO SANGRE, EDITORIAL PLANETA, 2014)

VIVA LA

Ceferino Reato: –Sobre el Navarrazo... * ¿Cómo evaluó el PRT-ERP la rebelión policial contra Obregón Cano? ¿Evaluaron en algún momento la defensa del gobierno de Obregón Cano o pensaron que era un episodio más de la lucha dentro del peronismo? ¿Cuál era la relación del ERP con el gobierno de Obregón Cano? ¿Qué pensaban de él? Julio Carreras: – Se lo evaluó como un “avance del fascismo”. Ello en el marco de la pronosticada ocupación de espacios de poder impulsada por López Rega y su grupo de ultraderechistas. Esa caracterización general se había venido usando para explicar, desde El Combatiente, la renuncia de Julio Troxler y de Bidegain (jefe de policía y gobernador, respectivamente, de la


provincia de Buenos Aires) y otros hechos, como la marginación de los diputados Montoneros en el esquema de poder peronista. Pese a ello, el golpe policíaco nos tomó por sorpresa. Creo que esto señala nuestra hiperactividad militante, lo cual nos otorgaba poco espacio para el análisis reflexivo. De inmediato no se efectuaron actividades directas de rechazo al golpe. Más que la multiplicación de pequeñas acciones armadas, como desvalijamiento de comisarías o desarmes a patrulleros. Se decidió esta multiplicación de acciones como una demostración de nuestro crecimiento entre las masas. En el ámbito público, de inmediato se efectuaron actos de repudio en las facultades, en el comedor universitario, en barrios y también en el estadio Córdoba Sport, lugar de convocatorias preferentemente usado por el sindicalismo combativo. En ese mismo estadio, el 28 de marzo –más o menos a un mes del golpe– se efectúa un gran acto del Movimiento Sindical Combativo, donde participaron unas veinticinco mil personas, según evaluaciones bastante objetivas. (Hay que considerar que se trataba de un Plenario Nacional, aún así, el grueso de los participantes eran cordobeses). Allí, Tosco pidió a la justicia la condena del usurpador del gobierno, llamándolo faccioso y fascista.


Estuve en ese acto y no recuerdo haber notado ninguna presencia policial (seguramente había infiltrados). Sí numerosos compañeros de organizaciones revolucionarias, sindicalistas y partidos de izquierda, que garantizaban la custodia armada del acto, desde lugares estratégicos, dentro y fuera del estadio. En el PRT había dos lecturas de la realidad que no siempre lograban conciliarse. La una, inspirada en la épica vietnamita y en parte en la de Mao-Tse Tung, consideraba un proyecto estratégico de crecimiento revolucionario que debía evolucionar de la lucha guerrillera urbana y rural, a la guerra de aparatos. Se proyectaba la ininterrumpida construcción del Ejército Revolucionario para contraponerlo, llegado el momento, al Ejército Burgués. La otra lectura, minoritaria, consideraba la necesidad de profundizar el trabajo político en la sociedad. Y aprovechar los resquicios de la democracia burguesa para impulsar el desarrollo de fuertes sectores sindicales combativos y poderosas agrupaciones vecinales. Desde el PRT nadie consideraba la participación directa en el proceso electoral. (Aunque se había intentado este camino de un modo poco entusiasta, entre septiembre de 1972 y marzo del 73, aproximadamente.) En la primera –que llamaré, para simplificar,


“guerrerista”–, revistaba casi toda la dirección y la mayor parte de la militancia del PRT, constituida por dirigentes y cuadros con un promedio de 30–40 años de edad. En la segunda –llamémosla “populista”–, singularmente nos inscribíamos muchos jóvenes de entre 20–25 años y algunos de los más viejos militantes de la dirección, como Francisco René Santucho (fundador del FRIP). Desde esta última franja del PRT –constituida principalmente por militantes de superficie, como sindicalistas, abogados, periodistas, dirigentes vecinales– , se habían establecido vínculos muy operativos con el gobierno encabezado por Obregón Cano y Atilio López. Fue el sector que planteó impulsar grandes movilizaciones populares en repudio y elaboró documentos que se publicaron masivamente. La mayor parte del aparato del PRT, en cambio, estaba ya demasiado empeñado en la construcción de un Ejército Revolucionario. Dentro de esa perspectiva, el Navarrazo ocurrió como asordinado, “fuera de nosotros”, una catástrofe que nos fastidiaba pero a la vez confirmaba lo estúpido que era confiar en el bonapartismo burgués, como habían hecho los montoneros y Obregón Cano. Un capítulo más de la escalada en “las contradicciones internas de la


burguesía”. Se debe aclarar que el PRT establecía varias categorías para sus miembros. La más baja, “contacto”, era una persona común, que recibía la prensa, participaba de actos masivos y a quien podía encargársele tareas menores: como guardar en su casa material de propaganda, equipos o hasta armas. La que le seguía en orden ascendente era “contacto organizado”. Esta era una categoría que abría a la persona el ingreso a células partidarias, ciertos niveles de responsabilidad en actividades barriales o sindicales y participación en acciones armadas. Simpatizante, a pesar de su tenue significación aparente, conllevaba un compromiso en el cual ya se arriesgaba la vida cotidianamente. Eran simpatizantes algunos de los miembros de las células clandestinas del PRT. Simpatizante organizado era el penúltimo nivel antes de alcanzar el codiciado grado de “militante”. Militante era el título con el cual las mujeres y hombres del PRT ya podían sentirse miembros plenos del partido. Y “su expresión más alta”. En las células combatientes, los militantes eran los únicos que podían ostentar grados militares. 1973 había sido un año de crecimiento explosivo en


las adhesiones al PRT en Córdoba. De hecho “no se sabía qué hacer con tanta gente, cómo atenderlas”. Creo que allí comenzó un proceso que sería decisivo para nosotros. En el sentido de que, por falta de tiempo y suficientes cuadros de dirigencia, se relajaron los términos de selección. En el periodo anterior un militante llegaba a serlo luego de mucho tiempo, a veces años. En esta masiva incorporación de los 73–74, la flexibilidad adoptada permitía el rápido ascenso desde la simple calidad de simpatizante organizado a militante con responsabilidades. La alucinante escalada de asesinatos y represión brutal que comenzaría también con el Navarrazo, impulsada por el nuevo jefe de policía, comisario García Rey, paradójicamente estimulaba el mencionado proceso interno en la guerrilla: ante la rápida desaparición de combatientes o cuadros –por haber sido capturados, muertos en combate o asesinados– cada vez más jóvenes sin ninguna experiencia pasaban a ocupar puestos importantes. Debido a ello, quienes propiciábamos una prolongación –hasta donde fuera soportable– de las tácticas movilizatorias populares en el marco legal, fuimos quedando cada vez menos atendidos, en una organización cuyas cabezas consideraban sólo las acciones relacionadas con lo que proyectaban como una


gran guerra. Por último, de Obregón se decía que era “un buen tipo”, y “progresista”. Pero de última “un burgués”. Casi que se daba como natural que haya tenido ese fin. En cambio, de Atilio López, se tenía un concepto más elevado. Su afinidad y alianza con Tosco y sus cualidades personales eran tenidas en alto concepto. Creo que se lamentó mucho más su caída y posterior asesinato que la de todo el gobierno cordobés en aquella asonada. Respecto de los dirigentes sindicales, debe decirse que por entonces solían contar con grupos armados de custodia personal. Tosco tenía personal armado proveniente del ERP, Partido Comunista y sus propios hombres. A Atilio López lo custodiaba Montoneros. Salamanca –líder del SMATA– asimismo contaba con un pequeño ejército. Así varios otros sindicatos importantes de Córdoba, aunque algunos de ellos se armaban con hombres de derecha. * "El Navarrazo" (por el apellido del teniente coronel Navarro) se denominó a un golpe de mano policial-militar contra el gobierno de la provincia de Córdoba, ocurrido en 1974. El siguiente artículo explica suscintamente su desarrollo:


Córdoba 1974: el golpe de Perón Por Eduardo Castilla El 28 de febrero de 1974, el jefe de policía de la provincia de Córdoba, Antonio Navarro, depone al gobernador Obregón Cano y al vicegobernador Atilio López 1. Se impone, de hecho, un estado de sitio garantizado por la policía con el auxilio de grupos armados civiles, comandados por la Juventud Sindical Peronista. El “Navarrazo”, fue impulsado abiertamente por Perón con el aval de la patronal y la burocracia sindical. Este golpe justificado bajo la llamada “depuración ideológica” del peronismo, buscaba liquidar a la vanguardia obrera, estudiantil y popular que se venía desarrollando desde el Cordobazo 2. Perón en el poder Con la vuelta de Perón al país se inicia una ofensiva abierta de la derecha peronista contra los sectores ligados a la Tendencia Revolucionaria. El 1º de Febrero del ’74, la CGT de Santa Cruz denuncia “infiltraciones marxistas en el gobierno provincial”. Pocos días después las 62 organizaciones en Salta resuelven “declarar personas no gratas al gobernador de la provincia (…) por ‘ser cabezas visibles del aparato mentado por el marxismo’” 3. Esta ofensiva se repite en San Luis y Mendoza. En Córdoba, los diarios hablan constantemente de la posibilidad de una intervención federal. “Córdoba es un foco de infección” había dicho Perón. A fines del ‘73 los trabajadores del transporte obligan al gobierno a otorgar un aumento salarial. Al mismo tiempo los empleados públicos imponen a la Legislatura la aprobación del Estatuto del empleado público. El gobierno nacional acusa entonces a Córdoba de “romper el Pacto Social” y señala que éste “no puede tener eslabones débiles” 4.


La provocación patronal correrá a cargo de la FETAP (empresarios del transporte) que, negándose a aceptar el aumento salarial acordado, a partir del 19 de febrero inicia un lock-out patronal abierto: “de los aproximadamente 900 ómnibus que cubren sus recorridos habitualmente unos 350 habían cesado de andar” 5. En un clima completamente enrarecido el jefe de policía Navarro es acusado públicamente de mantener “reuniones clandestinas para conspirar contra la continuidad institucional de la provincia”. En estas reuniones con la derecha peronista y las 62 organizaciones se preparó el golpe del día 28. El levantamiento El día 27/02 el Gobierno comunica a Navarro su separación de la conducción de la Policía. Pocas horas después las fuerzas policiales se amotinan en el Cabildo. Señala La Voz “la gente no podía pasar hacia la Plaza San Martín. Todas las vías estaban cortadas. Policías con ropa de fajina y cascos de acero, lucían armas largas impidiendo la circulación de peatones” 6. Por la noche se toma la Casa de Gobierno, deteniendo a Obregón Cano, López y varios funcionarios más. Esa madrugada se llevarán a cabo ataques con bombas contra La Voz del Interior, la casa del gobernador y su ministro de gobierno, entre otros. Grupos parapoliciales coparán las principales radios de la ciudad para transmitir en apoyo a Navarro. En los dos días siguientes serán detenidos más de 80 personas y se producirán decenas de allanamientos ilegales. El rol golpista de la FETAP será evidente: los colectivos, ausentes durante días en las calles, serán parte de las barricadas montadas por los grupos parapoliciales. Se combinarán tres elementos para consolidar el golpe: en primer lugar, el accionar de las bandas paramilitares y la policía; en segundo lugar, la actuación del gobierno nacional, impulsando abiertamente un proyecto de intervención de la provincia (de esta forma Perón legalizaba el golpe de Navarro). Finalmente los empresarios y la burocracia de las


62 organizaciones actuarán en común para impedir una respuesta del movimiento obrero. El lock-out patronal se generaliza y las 62 organizaciones convocan a un paro por tiempo indeterminado en “adhesión a la valiente y patriótica actitud tomada por el peronismo de Córdoba en apoyo a su Policía”. De esta forma, hasta el 5 de marzo, la ciudad se halló virtualmente paralizada. Esto debilitó fuertemente a la clase obrera, al impedirle concentrarse en sus lugares de trabajo para dar una respuesta contundente al levantamiento policial. Algunas conclusiones y un debate El golpe fue abiertamente impulsado por Perón y el gobierno nacional. Tal es así que el mismo día se realizaba en Alta Gracia 7 el Congreso “Normalizador” de la CGT, con la presencia de Otero, Ministro de Trabajo de la Nación. ¿Qué se proponía este golpe? En primer lugar, establecer un mayor control sobre el conjunto del movimiento obrero y en particular derrotar a sus sectores de vanguardia. El movimiento obrero se hallaba escindido en Córdoba entre ortodoxos, legalistas, independientes y clasistas. Los tres últimos sectores, opositores al Pacto Social, controlaban gremios de peso estratégico: la UTA, Luz y Fuerza y SMATA, entre otros. En el resto del país los gremios más poderosos se hallaban en manos de la rama ortodoxa. En segundo lugar, se trataba de apropiarse del aparato del Estado para utilizarlo abiertamente contra la clase obrera y los sectores populares que enfrentaban crecientemente el Pacto Social y el conjunto de la política del gobierno de Perón. No era sólo una disputa de poder en el seno del peronismo, como lo presentó en ese momento la UCR o como lo señalan hoy algunos intelectuales 8, sino que se buscaba controlar el Estado para desatar una persecución abierta contra la clase obrera. Esto se continuaría y acentuaría luego bajo las intervenciones federales, en particular la de Lacabanne. En tercer lugar, Córdoba tenía un enorme peso dentro de la política


nacional, no sólo por su tradición de lucha reciente, sino por albergar a algunos de los dirigentes más importantes del movimiento obrero, como Tosco o Salamanca. “Imponer orden” en Córdoba, tenía entonces una enorme repercusión nacional 9. Ante esta ofensiva, la respuesta del movimiento obrero combativo aparece completamente impotente 10. En una entrevista realizada a Tosco, dirigente de Luz y Fuerza, se podía leer lo siguiente: “Pregunta: ¿Y cómo es que no se ha producido ninguna reacción de tipo masivo? Tosco: Se están haciendo actos relámpagos, algunas asambleas de fábrica, etc. (…), pero hay una relación de fuerzas básica que está dada por el teniente coronel Navarro y su policía con las armas en la mano. Centenares de fascistas armados y entrenados bajo la conducción de organismos policiales y parapoliciales” 11. ¿Como podía ocurrir esto en la ciudad del Cordobazo y el Viborazo, donde la clase obrera junto al movimiento estudiantil y el pueblo había logrado derrotar a las fuerzas policiales? La falta de una respuesta masiva se explica, en primer lugar, por la confianza que suscitaba Perón todavía en las grandes masas. Fue por ello que los golpistas enarbolaron la bandera del “auténtico peronismo”. Esto les garantizaba, sino el apoyo, por lo menos la pasividad de sectores amplios del movimiento obrero frente al golpe. La experiencia de sectores más amplios de las masas con el peronismo en el poder era frenada a cada paso por Montoneros y la JTP, que se negaban a enfrentar el Pacto Social y a denunciar abiertamente a Perón. Por el contrario mantenían una política de presión sobre el viejo caudillo 12. Fue por eso que no impulsaron ninguna respuesta a un golpe claramente orquestado por el mismo Perón. A esta política se adaptaron los dirigentes del sector combativo del movimiento obrero. Tal es así que el 5 de Febrero el MSC 13 criticaba las modificaciones de la Ley de Asociaciones Profesionales y la reforma al Código penal, pero “no se colocaba en una línea de oposición total al presidente Perón, sino a sus sectores burocráticos y de derecha”.


Esta política debilitó a la vanguardia, que se encontró impotente para movilizar a las masas frente al golpe. Las organizaciones obreras se limitaron a declaraciones de repudio y a un paro de 24 horas que no tuvo ninguna incidencia en la situación, al mismo tiempo que se preparaba “un paro provincial con fecha a determinar” que nunca se realizó. Junto a esto ninguna de estas organizaciones llamó al conjunto de la vanguardia nacional a movilizarse para enfrentar este golpe. Para quienes hoy quieren eximir de culpa a Perón por los asesinatos de la Triple A, las enseñanzas del Navarrazo muestran qué rol cumplió cuando se trató de liquidar a la vanguardia obrera y popular que se oponía a su política. Para los trabajadores que hoy salen a luchar es necesario conocer y profundizar en el estudio de esos convulsivos años para preparase para los futuros combates de clase. NOTAS 1 Obregón Cano se hallaba ligado a los sectores de izquierda peronista y López era Secretario General de la UTA. 2 Pocos días después, Raymundo Ongaro, dirigente gráfico, señalaría que se trató de un verdadero “Anti-Cordobazo”. 3 Los gobernadores de Salta, San Luis y Mendoza eran Miguel Ragone, Elías Adre y Martínez Baca. Todos habían sido apoyados por el ala izquierda del peronismo, al igual que Obregón Cano. La Voz del Interior, 05/02/74 y 06/02/74. 4 Comunicado de Prensa. Ministerio del Interior, 12/02/74. 5 La Voz, 20/02/74 6 La Voz, 28/02/74 7 Es decir, a no más de 25 Km. de Córdoba capital. 8 Tal es la postura desarrollada por Alicia Servetto en el libro De la Córdoba combativa a la Córdoba militarizada, donde señala que “La crisis provincial de marzo de 1974 debe leerse (…) fundamentalmente como resultado de las contradicciones internas del peronismo (…) predominó la disputa por la ampliación de los espacios de poder entre los distintos sectores y las instituciones del Estado fueron instaladas como arena de la lucha política”. Op. cit. Pág. 109. 9 Como señala James Brennan “Perón sabía que el éxito de la campaña


verticalista dependía de Córdoba. El reestablecimiento de la autoridad de la CGT central era necesario tanto para controlar la expansión de la militancia obrera a todo el país como para asegurar el éxito del Pacto Social (…) sólo Córdoba era capaz de aprovechar la oposición de la clase obrera al programa y darle la forma de un movimiento de importancia nacional”. El Cordobazo. Las guerras obreras en Córdoba 1955-1976.Ed. Sudamericana. Pág. 319 10 Así como la respuesta del mismo Obregón Cano, que se negó a llamar a la población en su apoyo para luego renunciar a su cargo, llamando a “la pacificación”. Una actitud similar a la tomada por Perón en el 55’. 11 La Voz, 13/03/74. 12 Esta política de presión sobre Perón se mantuvo incluso hasta el 1º de Mayo del ’74, como señala Julio Godio: “Los Montoneros continuaban con su política de “romper el cerco” que supuestamente rodeaba a Perón”. Perón. Regreso, muerte y soledad. Ed. Hyspamérica. Pág.193. Inclusive el balance presentado después de haber sido echados de Plaza de Mayo señala “no le regalaremos el peronismo a los burócratas (…) la esencia revolucionaria del peronismo es el pueblo movilizado y participando en la decisiones de su gobierno y su movimiento. Y nosotros seguimos reafirmando que por eso somos peronistas”. La Voluntad. Tomo II. Ed. Norma. Pág. 315. 13 Movimiento Sindical Combativo, centralmente integrado por Luz y Fuerza y el SMATA. Fuente: El Ortiba. www.elortiba.org

C.R.: – Sobre la intervención de Lacabanne: ¿Cuál fue la evaluación del PRT-ERP con relación a la designación de Lacabanne?... J.C.:–Bueno, otro avance más de la ultraderecha peronista dentro del esquema bonapartista de Perón... De algún modo, cada suceso de este tipo, cada cachetada que daba Perón a la izquierda de su movimiento, era


recibido con encubierto alborozo dentro del PRT: constituía la confirmación de nuestra línea (“Perón es básicamente de derecha, excluirá a los montos del gobierno, su plan es gobernar con el gran capitalismo, compartiendo sólo las migajas del banquete con los trabajadores”). En ese contexto, recuerdo cómo se debatía, pocos días antes del 1º de Mayo (de 1974), acerca de si Perón los iba a echar a los Montoneros de su movimiento... Parece increíble, pero algunos de nosotros llegamos a vaticinar claramente: “Perón echará de la plaza a los montos”. Por cierto, debido a nuestros contactos con los Montoneros sabíamos que ellos, ese día, iban a intentar obligar a Perón a definirse: o por los fachos, o por ellos... habían tocado un límite, no estaban dispuestos a tolerar más las actitudes complacientes del viejo líder hacia la derecha peronista. La respuesta del PRT al avance de la derecha fue: 1) Preparar a sus cuadros para la clandestinidad. 2) Acelerar el proceso de acuerdos con otras organizaciones armadas. 3) Multiplicar las acciones armadas. En el primer ítem, se comenzó a existir bajo un clima de inestabilidad permanente. Psicológicamente, las circunstancias habían cambiado de un modo dramático.


De la atmósfera de libertad, jolgorio, parcial relax vivido durante el breve gobierno de Obregón Cano y Atilio López, pasábamos a militar en las catacumbas. El segundo aspecto de la cuestión, reforzaba un objetivo estratégico, muy caro para el comandante Santucho, el cual consistía en “la unidad de las organizaciones armadas”. En tal sentido, se trataba de profundizar acuerdos con grupos muy afines, como El Obrero, FAL “Ché Guevara” y “América Latina”, sectores del PCR o Montoneros “Columna Sabino Navarro”. O incorporar a el combate en conjunto a otros grupos con quienes no había profunda afinidad ideológica pero dispuestos a pelear, como el M17 y otros comandos de las FAR o peronistas. Finalmente, varias de estas agrupaciones (a veces eran sólo un puñado de 10 o 12 personas que tenían algunas armas), fueron absorbidos por el ERP. En el tercer aspecto, la cadena creciente de asesinatos salvajes –durante el invierno de 1974 llegaban a aparecer catorce o quince cadáveres acribillados por treinta o cuarenta balazos–, el ERP contestó con tomas de comisarías u otras acciones mayores. En tal contexto sangriento y luego de la masacre de Catamarca vino la orden de Santucho acerca de “tomar represalia”. Durante un breve lapso se bajó la orden de que cualquier


militante del PRT que estuviera armado debía disparar inmediatamente si reconocía en la calle a un oficial o suboficial de las Fuerzas Armadas. Luego se levantó esa orden, a raíz del impacto mediático negativo que estaba teniendo la muerte del capitán Viola y su familia, ejecutada en cumplimiento de la consigna. Una acción destacable fue la efectuada el 24 de Mayo de 1975, en plena celebración patria, por parte del gobierno de Lacabanne. Esa noche se efectuó el operativo “fuga de la compañeras” de ERP y Montoneros, presas en la Cárcel del Buen Pastor. Un equipo de combatientes evacuó unas veinticinco o veintiséis presas políticas luego de que, con un camión, arrancaran las rejas desde la calle. Mientras tanto, decenas de militantes hacían actos relámpagos, tirando bombas molotov y volantes en diversos lugares de la ciudad, para distraer la atención de las fuerzas represivas. Eficaz, incruento y meticulosamente programado, fue un éxito rotundo. No sólo desde una perspectiva militar, sino también propagandística. Además de ridiculizar a la intervención derechista –en ese mismo momento asistiendo en pleno a una Velada de Gala en el teatro principal de la ciudad–, devolvió a la sociedad la imagen de “Robin Hood” acerca de los guerrilleros. En gran parte perdida después de casi un


año de sangrientos combates o asesinatos públicos. Esta acción fue comandada personalmente por Gorriarán Merlo, uno de los más altos jefes del ERP. C.R.: –Acerca del Comando Libertadores de América: ¿Cuándo comenzó a actuar y quiénes lo formaban? ¿Cuáles eran sus líderes? ¿Actuaban contra todos los grupos de izquierda o se ensañaban contra algunos? J.C.: –Entiendo que el Comando Libertadores de América comenzó a funcionar más o menos en el otoño de 1974. Su orquestación está relacionada con el ascenso en las jerarquías represoras de Raúl Pedro Telleldín. Charlie Moore describe bastante ampliamente a esta organización parapolicial cordobesa, en una extensa entrevista publicada como libro con el nombre de “La Búsqueda”. Por cierto, él dispone de muchas más fuentes de información que nosotros, ya que, como se sabe, fue un colaborador cercano del grupo parapolicial. Respecto de Telleldín, dice que su comando modificó “radicalmente” el modo como se encaraba la represión ilegal. Y atribuye elípticamente tal cualidad a su carácter de “militar”. Siempre según Moore, hasta entonces, la actividad del D2, conducido por un policía de carrera, el comisario Ledesma, había sido más medida, científica, “policial”.


A partir de su entrega a Telleldín se convierte en “más política”. Y a la vez muchísimo más salvaje, alterando cualquier norma de ética profesional en sus métodos de tortura, asesinato y producción de atentados. En efecto, tal cualidad puede percibirse claramente en algo que la policía nunca había hecho antes: la colocación de bombas o el asesinato de militantes, atribuyéndoselos luego al ERP o Montoneros. Esta inmoral campaña tenía dos objetivos: intimidación de los atacados (como en el caso del diario La Voz del Interior o abogados defensores de Derechos Humanos) y a la vez, desprestigiar a las organizaciones revolucionarias. La población media –no los jóvenes o universitarios–, podía aceptar con cierta tolerancia y hasta simpatía los copamientos de comisarías o cuarteles, efectuados por la guerrilla. Pero repudiaba indudablemente las bombas. Otro elemento importante que revela Moore en sus memorias es la introducción de civiles en el D2 (hasta entonces una fuerza de la estructura policial). Y la ingerencia en ella del susodicho comando “Libertadores”, del III Cuerpo del Ejército. Esto último por medio de oficiales que, a diferencia de otros grupos de las AAA, no se daba de un modo institucionalizado. En todo caso, algunos militares que participaban de las AAA en Buenos Aires o Rosario, lo eran, pero retirados. Aquí, en Córdoba, hay formalmente un delegado –


normalmente un mayor o capitán en servicio activo– ejerciendo la supervisión del III cuerpo sobre las operaciones ilegales. Personalmente sustento una opinión respecto de este grupo parapolicial. Creo que fue el engendro ideado por el ex suboficial Telleldín, al cual, además de su carácter de “militar”, asigno el de “militante”. Las características que este imprimió al grupo parapolicial represor en Córdoba, provenían no de una experiencia libresca o ni siquiera cuartelera. Sino de la que Telleldín poseía como ex militante revolucionario. El veterano combatiente del ERP Miguel Ángel Ceballos me contó en la cárcel que junto con Telleldín, habían sido parte de una delegación de revolucionarios argentinos que adiestraron la naciente guerrilla paraguaya del M14, a comienzos de la década de los 60. Ceballos –quien era santiagueño y por ello cultivó una particular afinidad conmigo–, sentía un cierto bochorno por la voltereta de Telledín, a quien, como miembro de la Resistencia Peronista, conoció como un combatiente de la Justicia y la Libertad. Con tal referencia, estimo que la “virtud” de Telleldín consistió en aplicar, de un modo sistemático, la rica experiencia acumulada entre 1956 y 1973, para establecer un extraordinariamente eficaz aparato represor. Dado que conocía los proyectos, las cualidades


y hasta los hábitos de los revolucionarios –por haber trabajado con ellos durante años–, pudo crear un refinadísimo mecanismo de aniquilación sistemática, luego. Entonces y para responder su pregunta creo que el líder central era Raúl Telleldín. Por más que como formalidad en algunos casos se diera una especie de comando unificado con militares, me parece que por su estatura ideológica este hombre era el comandante efectivo de todas las acciones. Respecto de si “actuaban contra todos los grupos de izquierda o se ensañaban contra algunos”... tengo la impresión de que se ensañaban con Montoneros. No sería descabellado imaginar que Telledin, como “peronista de pura cepa” odiase particularmente a los Montoneros, quienes en su inmensa mayoría provenían de familias demócratas cristianas, socialistas, comunistas o incluso antiperonistas. C.R.: –Acerca del D2 *: Usted estuvo detenido allí, descríbame, por favor, los métodos habituales de interrogatorio del D2 y la tarea de Charlie Moore y Kent. ¿Conoció allí o en la UP1 a una joven militante de Montoneros llamada Diana Fidelman? Si la respuesta es positiva, ¿qué recuerda de ella y de su asesinato?


J.C.: –Los métodos de interrogatorio del D2 salieron a la luz con la publicación del “Caso Siriani”, principalmente por medio de La Voz del Interior. Aún en blanco y negro, las fotografías, publicadas en la primera página del diario, mostraban el cadáver de un joven cuyo cuerpo había sido agujereado por la picana eléctrica. Verdaderos boquetes aparecían en sus brazos, pecho y piernas, como cráteres con los costados claramente oscurecidos por el fuego. Bien es cierto que este caso fue presentado más tarde como un “exceso”. Al parecer el joven, un karateca, que intentó evitar que violaran una vez más a cierta chica embarazada, enardeció con ello a los torturadores. El “submarino” (introducir la cabeza de los torturados en una bolsa de plástico y sumergirlos en una pileta), la picana eléctrica, golpes en tandas progresivas, colgarlos cabeza abajo durante varias horas, mantenerlos descalzos, con las ropas en jirones, sin atender sus lastimaduras o heridas, violar a las mujeres reiteradamente, efectuar simulacros de fusilamiento, eran los métodos más comunes allí. Por alguna razón que desconozco, la primer madrugada de mi permanencia en el D2 me llevaron al río, para practicar conmigo la tortura del “submarino” allí. La explicación que me sigue pareciendo sensata proviene de lo que ocurrió al final. Luego de muchos


golpes y asfixias bajo del agua –cuatro tipos estaban conmigo y se subían en mis espaldas para ahogarme–, repentinamente, uno de ellos me dijo: –Mirá lo que vamos a hacer con tu hija... Uno de los seis o siete torturadores que se había quedado afuera, de un ford falcon extrajo lo que la tenue luz de la luna parecía un bebé que apenas se movía. Tomándolo de sus piececitos, se acercó a la orilla y lo hundió de cabeza en el agua. Allí fue que perdí el conocimiento por la impresión. Cuando recobré la consciencia estaba nuevamente en el D2. Sucede que mi esposa y compañera del PRT –a quien yo, como responsable, había ordenado se fuera inmediatamente–, no había cumplido mi orden por buscar algún abogado para presentar un hábeas corpus y así salvar mi vida. En ese trance, la habían capturado con nuestra hijita –de cinco meses– en brazos. Yo sabía esto, entonces es posible que la escena del río haya sido en parte para quebrar mi resistencia. Sin embargo, mi esposa me dijo luego que nunca habían quitado a la niña de sus brazos durante las 48 horas que permaneció allí. Tan corta estadía de ella –yo estuve once días–, se debió posiblemente a dos factores: la presentación de un hábeas corpus por parte de su hermana y la acción inmediata de contactos muy influyentes que tenía su familia en la Legislatura.


Concretamente, un senador se interesó esa misma noche de nuestra detención por nuestro caso. Kent López me interrogó luego de varios días de permanecer en el D2. En el lapso anterior, los torturadores me habían sometido a sesiones más o menos prolongadas de submarino, golpes, un simulacro de fusilamiento, e interrogatorios que no pasaban más que de preguntarme “cuál era mi nombre de guerra”, “quiénes eran los otros miembros del ERP”, “quiénes eran tus contactos en Córdoba (capital)”. Pues yo militaba en la zona Este, un área que abarcaba tres ciudades en el límite con Santa Fe. Nunca en los once días que permanecí en este centro de torturas hablé con ningún policía. Cuando se acercaban a mí, en grupo, sabía que era para torturarme... fue mi única relación con ellos durante los once días. En cambio con Kent fue distinto. Luego de una monumental paliza, me habían dejado tendido en el suelo de una pequeña sala, completamente mojado por haberme sumergido en una pileta y con los testículos ardiendo por la picana eléctrica. Mis manos permanecían esposadas a la espalda, sangraba por una herida de mi brazo izquierdo, aunque ya no sentía dolor allí; mis ojos estaban siempre tapados por una venda. En estas condiciones repentinamente me llevaron entre dos pues casi no podía caminar, atravesando un


pasillo, hacia una oficina adelante. Allí me quitaron la venda de los ojos y me hicieron sentar frente a un hombre rubio, de ojos claros, que se presentó como “Kent, un compañero tuyo del ERP...” Esta era la función de Kent por entonces en la D2, conversar con los compañeros e intentar persuadirlos para que colaborasen con los represores. A Charlie Moore nunca lo vi; sí lo escuché. Era colérico y parlanchín, hablaba con la misma jerga de los represores, brutal y soez. Kent, en cambio, era silencioso y refinado. De no haber estado allí lo hubiese tomado por un aristócrata en su oficina. Sus modales eran los típicos del PRT: actitud modesta, pocas palabras, talante imperturbable. En dos oportunidades Kent se acercó sigilosamente a mí: la primera , cuando yo aún no sabía dónde estaba, para decirme que no me preocupase por mi esposa y mi hijita, que estaban bien (creo que fue luego de sesión del río). En la segunda oportunidad, me alcanzó comida y me pidió que les dijese a los compañeros que “Kent no torturaba”. Esto lo reiteró tres veces en los pocos segundos que utilizó para darme la comida que traía. No podría decir si Charlie torturaba o no. Lo cierto es que parecía disfrutar mucho de las acciones armadas – por los diálogos con Kent, que yo escuchaba–, además de estar muy convencido de que los militares los iban a


liberar a ambos, para que fueran a “colaborar, como mercenarios, con las fuerzas estadounidenses en África” (eso dijo una de las veces que conversaba con Kent en voz alta al lado de mi celda). Respecto de Diana Fidelman, no la conocimos, ni mi esposa ni yo. Mi esposa estuvo en la UP1 en el pabellón de mujeres, planta baja y ella estaba en la planta alta. Se veían a veces y mi esposa la ubicaba como militante montonera. Recuerda que fue una de las primeras chicas asesinadas por los militares sacándola de la cárcel, después del golpe de estado en 1976. C.R.: –Acerca de la detención y muerte de Marcos Osatinsky... ¿qué recuerda de este caso? Antes de su muerte, el ERP lanzó un ataque contra la jefatura de Policía de Córdoba y el D–2, ¿sabe si el objetivo de este ataque fue la liberación de Osatinsky? ¿Había relaciones entre el ERP y Montoneros en Córdoba? J.C.: –De Osatinsky entre los compañeros se decía que ostentaba el grado de coronel del Ejército Ruso. Era un cuadro muy importante dentro de la Conducción Nacional de Montoneros. Pese a ello, no creo que el ataque a la Jefatura y el D2 haya tenido el propósito de liberarlo. Es más, de acuerdo con los testimonios de compañeros que participaron de dicho tiroteo y


estuvieron presos juntos conmigo, ni siquiera se sabía que Osatinsky estaba allí cuando se atacó la manzana. No fue un operativo conjunto con Montoneros. El propósito del ERP en dicha acción tenía dos propósitos manifiestos: el primero, punitivo, por la magnitud de los crímenes que se estaban cometiendo en Córdoba desde el D2. El segundo, propagandístico, ya que un ataque de tal magnitud, contra una manzana entera de las fuerzas policiales, en pleno centro de la ciudad y a pleno día, debía demostrar la capacidad bélica que poseía nuestra guerrilla como un argumento para consolidar nuestro prestigio ante todo el pueblo. Si se lograba ingresar al D2 el propósito era liquidar a los represores que se encontran allí y capturar a Moore y Kent para someterlos a un tribunal revolucionario. De cualquier modo, no puedo asegurar que fueran sólo éstos los propósitos de dicho ataque, dado que nuestro partido reservaba únicamente para el manejo de la dirección algunos detalles vitales de las acciones armadas por efectuarse. Incluso sus mismos participantes –como quienes nos contaron luego parte de la acción–, ignoraban con frecuencia algunos de sus objetivos reales. Respecto de nuestras relaciones con Montoneros, eran buenas y de creciente colaboración. Resultaba difícil, sin embargo, establecer aún acciones de magnitud en


común. Cada organización planeaba y ejecutaba sus operativos bélicos con independencia. Sí sé que poco tiempo antes de realizarlas las cúpulas de ambas guerrillas solían advertir a los compañeros acerca de las acciones de envergadura, para que no hubiesen interferencias casuales o accidentes. C.R.: – Sobre Horacio Mendizábal: en uno de sus artículos periodísticos (http://juliocarreras.com.ar/charliemoore–libro.html), usted cuenta que Mendizábal fue liberado justo cuando usted y su esposa fueron a declarar al juzgado. ¿En qué fecha, en qué momento del día y cómo ocurrió eso? (Me interesan la mayor cantidad de detalles.) ¿Ustedes y Mendizábal habían sido trasladados en el mismo vehículo desde la cárcel? ¿Lo conocían? ¿Ustedes estaban fuera del despacho del juez? ¿Mendizábal y su abogado saltaron por la ventana del juzgado? Si lo hicieron, ¿saben si cayeron sobre un vehículo que los estaba esperando? J.C.: –La fuga de Mendizábal ocurrió de mañana, temprano –debe de haber sido alrededor de las ocho treinta o nueve. La fecha no la recuerdo con exactitud, sin duda a mediados o fines de febrero, ya que nosotros habíamos sido detenidos a mediados de enero y yo


ingresé a la cárcel recién hacia los últimos días de enero de 1976. Lo que recuerdo es la figura de Mendizábal –a quien no conocía de antes–, nuestro traslado conjunto hacia el juzgado, el posterior tiroteo y su fuga (todo desde dentro, por cierto). Luego nos enteramos de algunos detalles por las visitas de familiares, que se mantuvieron hasta los primeros días de abril, es decir, algunos días después del golpe. De Mendizábal me impresionó aquella mañana su porte militar. Bastante alto, erguido, bigotazos en punta hacia abajo, su actitud era la típica en los dirigentes montoneros. Con las esposas hacia adelante, creo recordar que llevaba una camperita liviana de color claro sobre una camisa a cuadros. Por lo demás, me parece que vestía vaqueros y mocasines con planta de goma. Fuimos nada más que nosotros tres en el camión celular, pero no pudimos conversar pues a cada uno de nosotros –mi esposa Gloria Gallegos, Mendizábal y yo–, nos habían encerrado en celdillas internas, donde viajamos parados. Yo podía ver –por las mirillas externas de la celda–, que nos seguía un verdadero operativo policial. Un camión blindado y dos patrulleros, es lo que recuerdo. Con nosotros iban seis guardiacárceles, armados con Itakas y pistolas. Fueron quienes nos acompañaron adentro del juzgado, luego de subir las escalinatas entre


un nutrido grupo de policías y otros individuos armados de quienes no sé a qué repartición pertenecían. Adentro del juzgado la situación se relajaba un poco, ya que por entonces no se permitía la permanencia de personal armado dentro del despacho de los jueces. Incluso los guardiacárceles armados con Itakas debieron quedar en hall de entrada, mientras que Mendizábal y nosotros fuimos acompañados nada más que por tres de ellos que llevaban únicamente pistolas en sus cartucheras al cinto. Fue así que a mi esposa Gloria y a mí nos llevaron a esperar a una sala, bastante amplia, de techos altos, mientras que Mendizábal ingresó directamente al despacho del juez, que estaba al lado. El guardiacárcel que nos cuidaba se había puesto junto a la ventana, desde la cual se podía ver la calle. A unos cinco metros de distancia, hacia dentro, mi esposa y yo, con las manos esposadas hacia adelante esperábamos sobre un sillón de madera. No habían pasado ni cinco minutos (me parece) cuando estalló el tiroteo. El guardiacárcel se puso muy nervioso; temblando, desenfundó la pistola y nos dijo que nos metiéramos bajo de un escritorio metálico que allí había, cerca de una pared lateral. Una de las balas que entró por la ventana dio contra la pared, cerca del lugar donde nosotros habíamos estado sentados hacía un momento, pero mucho más arriba. El guardiacárcel cada


tanto sacaba la pistola por la ventana y hacía un disparo, pero sin mirar. Era un hombre alto y bastante gordo. Desde mi sitio junto con mi esposa, bajo del escritorio, pude ver que temblaba. Le susurré a mi compañera que nos mantuviéramos alertas y si llegaban a ingresar los guerrilleros, tratásemos de largarnos por esa ventana. Por lo que recordábamos del juzgado, estaba muy cerca de la calle, apenas un poco más alto que el nivel del suelo, sobre una plataforma. Obviamente, ya nos habíamos dado cuenta de que los atacantes eran Montoneros. Lo que después supimos del escape de Mendizábal fue que su abogado, quien lo esperaba ya conversando cordialmente con el juez, había llevado una pistola calibre 45 disimulada entre sus carpetas. Apenas comenzado el acto de toma de declaración, extrayéndola, se la había dado a su defendido. Quien apuntando a los funcionarios, los había puesto boca abajo en el suelo, con sus manos sobre la nuca. Primero saltó el abogado y luego Mendizábal, antes de salir por la ventana, hizo un tiro al aire. Esa fue la señal para que desde la vereda del frente, una célula comenzara un tiroteo sistemático sobre el juzgado, usando fusiles y metralletas, para evitar que desde dentro salieran a perseguirlos. Simultáneamente, un automóvil de otros compañeros recogían a Mendizábal y su defensor legal de junto a la vereda, apenas a unos metros de la ventana por donde se habían


escapado. Fue un acción sencilla y prolija. Sin víctimas de ningún tipo. Tampoco nosotros sufrimos ninguna represalia luego, que yo recuerde. Simplemente fuimos llevados de regreso a la cárcel, a toda velocidad y dentro de un operativo mucho más impresionante del que nos había traído y en medio de sirenas. * D2: centro clandestino de detención entre 1973-1983, según lo comprobado hasta la actualidad, fueron asesinadas allí 50 personas. Orgánicamente dependía de la Jefatura de Policía de la Provincia. Aunque luego pasó a ser una dependencia directa del Gobierno Provincial y la Jefatura del Ejército. ** Unidad Penitenciaria Nº1, cárcel también conocida por sus siglas "UP1", donde se produjo la mayoría de los crímenes de lesa humanidad que tuvieron como objetivo a presos de la cárcel de San Martín. Allí, los detenidos políticos estuvieron totalmente incomunicados entre el 24 de marzo de 1976 y mayo de 1979. Si bien actualmente el lugar funciona bajo una concepción democrática y basada en los derechos humanos, fue el sitio que albergó a más de 800 militantes durante la dictadura.

C.R.: –¿Cuánto tiempo permaneció en la UP1? ¿Cómo era el trato cotidiano luego del golpe? ¿Los generales Menéndez o Sasiaiñ visitaron alguna vez la cárcel? Sobre los fusilamientos, tengo el material del juicio, pero si quiere agregar algo, bienvenido. J.C.: –En la UP1 permanecí desde enero de 1976 hasta fines de septiembre de ese mismo año. Los primeros


meses, hasta fines de marzo, fueron tranquilos y hasta reconfortantes. Luego de pasar por el infierno de la D2, la vida en los pabellones era casi como en una “Escuela de Cuadros”. Convivíamos y compartíamos experiencias revolucionarias muy ricas, con otros compañeros. Y afloraba allí lo mejor de cada uno, en un ámbito donde se respetaban los derechos garantizados por la ley para todos los presos. La dirección de la cárcel concedía prácticamente todo lo que los presos políticos solicitaban respecto de su orden interno. Y debido a nuestra actitud comunitaria, disfrutábamos también de todo tipo de comodidades y alimentación muy buena, aportada por los familiares y compartidas por nosotros. Así, teníamos bibliotecas, televisores, radios, etcétera. Aunque su uso estaba dosificado por una estricta disciplina partidaria, que fijaba horarios y términos internos de cada organización para cada una de las actividades del día. La integración de los pabellones también era consensuada entre los presos políticos y la dirección civil de la cárcel. Debido a ello en nuestro pabellón se habían concentrado las direcciones de las dos organizaciones más importantes y sus militantes de más altos rangos. Medio pabellón estaba ocupado por miembros del PRT y otra mitad “pertenecía” a la Montoneros. Calculo que éramos más o menos 120


prisioneros ocupando la planta alta (pabellón 8). Abajo, en el pabellón 6, las condiciones eran algo más variadas, pero excepto algunos militantes de pequeñas organizaciones trotzkistas universitarias, o algunos dirigentes sindicales clasistas, también prevalecían ERP y Montoneros. Eran unos 150, creo. Por último se había habilitado un pabellón especial – solicitado de común acuerdo por nosotros y ellos– donde antes del golpe habitaban quienes se llamaban a sí mismos “independientes”, “independientes” o “garrones”. Se trataba de dirigentes sindicales, funcionarios públicos, simpatizantes de las organizaciones guerrilleras o compañeros que se habían abierto de las organizaciones. Algunos de esos casos se debían no tanto a diferencias “ideológicas”, sino a negarse a acatar nuestra disciplina. Por ejemplo, compañeros a quienes les gustaba dormir hasta tarde, mirar mucha televisión, o sencillamente no programar sus días con gimnasia, reuniones o actividades productivas organizadas. En es pabellón –el 9, llamado “de los independientes”– habitaban antes del golpe unos 30 compañeros. En total, entonces, constituíamos, hasta el 24 de marzo de 1976, unos trecientos presos políticos varones. De los cuales unos 160 éramos miembros del PRT o Montoneros. En otra área del penal, distante unos 200 metros de


nosotros, estaban nuestras compañeras. Muchas de ellas eran esposas de los compañeros presos, incluso algunos de nosotros teníamos también allí a nuestros hijos pequeños. En el pabellón 14, junto a Gloria –mi esposa desde el invierno de 1974 hasta hoy–, estaba también Anahí, nuestra pequeña hijita de cinco meses. En total, entre montoneras, del PRT, y muy pocas independientes, nuestras compañeras eran más o menos unas 150. Se podría escribir un libro nada más que con lo ocurrido después del golpe. Narraré aquí sólo algunos hechos representativos. A principios de abril de 1976 nos enteramos de que se habían suspendido las visitas. Tampoco se podían sacar cartas: estábamos incomunicados. Una tarde ingresaron decenas de guardiacárceles con presos comunes que los ayudaban. Y nos despojaron de todo lo que calificaban como “excedentes”: libros, mercadería de reserva, radios, ollas y otros adminículos, dejándonos casi únicamente con lo puesto. También nos quitaron frazadas y almohadones: quedó solamente una colcha para cada uno, una almohada y dos sábanas por persona. Ante los airados reclamos, los oficiales del servicio penitenciario decían hacerlo “por orden superior”. Sólo mirando furtivamente hacia los costados un guardiacárcel se atrevió a cuchichearle a un compañero: “¡Tengan cuidado: los milicos se han hecho cargo del


penal... estamos rodeados de «verdes» por todos lados!” Copio abajo algunos recuerdos que consigné en el obituario de un compañero querido, El Bonzo, cuando falleció durante el año 2010: Bauduco El primer día que entraron los militares en nuestro pabellón dejaría un muerto. A las cinco de la mañana, con griterío alucinante, ruido de botas y bayonetas, unos cien soldados, suboficiales y oficiales del Cuerpo de Paracaidistas ingresaron al pabellón ocho. Celda por celda, las iban abriendo y mientras los oficiales ordenaban que nos desnudáramos poniéndonos contra las paredes, los suboficiales y soldados nos golpeaban usando garrotes de goma con núcleo de acero. Desnudos, nos gritaban que bajáramos al patio, azuzando con las puntas de sus bayonetas a quienes se rezagaban. Para ello debíamos lanzarnos por una estrecha escalera, en cuya entrada había tres soldados que golpeaban en los testículos a los que íbamos llegando. Para evitar ese golpe me lancé hecho un ovillo hacia los escalones, e increíblemente llegué abajo, salvando el descanso y otros soldados sin un rasguño. Corrí al patio y me puse contra la pared. Tiritábamos: esa madrugada la temperatura estaba por debajo de cero. En el medio del


extenso perímetro, dos soldados con ametralladoras pesadas, tirados en el suelo nos apuntaban. Allí, en la semioscuridad del amanecer, continuaban golpeándonos, gritando insultos e “interrogando” de un modo absurdo a los prisioneros, que ya habíamos llenado el largo de las paredes. De repente, se escuchó el estampido de un tiro. Y vi pasar una mancha oscura, densa, por la canaleta del desagüe bajo mis pies descalzos. Era la sangre de Paco Bauduco. Un suboficial lo había golpeado con la goma en la nuca y no se había podido levantar. Un oficial – creo que Monner Ruiz– le había dado la orden de que lo ultimara. Miguel A Miguel lo mataron más tarde. Por entonces ya habían empezado a fusilar compañeros sacándolos de la cárcel de madrugada. Así, fueron ejecutados Vaca Narvaja, De Breuil, Miguel Ángel Mozé, José Svagusa, Ricardo Verón, Ricardo Yung, Diana Fidelman, Marta Rosetti, María Barberis... y varios más, hasta llegar a veintinueve. Miguel era uno de los dirigentes del PRT que más éxito con las chicas tenía: moreno, de ojos verde claro, por lo demás era un Adonis. ¿Habrá sido esto uno de los factores que exacerbó la saña de los milicos? El primer


factor, aparentemente, fue que durante una de esas “requisas” cotidianas, donde nos desnudaban, un oficialito descubrió cerca de su ingle una tira de cicatrices. –¡Esto es una ráfaga de ametralladora!... –gritó.– ¿Adónde te la han hecho, hijo de puta?... Miguel, por cierto, no contestó nada y resistió heroicamente la paliza posterior. Pero el oficial fue a la alcaidía y consultando los expedientes supo que había sido capturado durante el famoso ataque a la Jefatura, donde unos cien guerrilleros del ERP habían puesto en jaque durante varias horas al principal cuerpo policial, en pleno centro. A partir de entonces comenzaron a sacarlo mañana y tarde. Bajo la vigilancia de tres o cuatro soldados armados, otros dos, un oficial y un suboficial, lo golpeaban con las pesadas gomas –y alguna vez con bolsas de arena–, hasta quedar cansados. Miguel iba saliendo más dificultosamente de cada paliza. Cuando volvía a la celda, su cuerpo empezaba a no soportar las curaciones improvisadas a que tratábamos de someterlo. Se iba hinchando y la piel comenzaba a caérsele por pedazos. Entonces yo solicité una reunión urgente y propuse insurreccionarnos. –La próxima requisa grande que entre, los primeros


en salir inmovilicemos al oficial, los suboficiales y quitémosles las armas. Luego soltemos a los demás compañeros y avancemos hacia fuera. Dos compañeros armados que vayan inmediatamente a liberar a las compañeras... Así seguía mi propuesta, surgida de la indignación. El Bonzo, Dico Assadurián y Larguirucho acordaban conmigo. Con nobleza que me conmovió profundamente, uno de los pocos que se opuso, fue el mismo Miguel. Pese a ello, se envió la propuesta rápidamente, en papelitos, a todas las celdas del PRT y Montoneros, incluyendo las compañeras. Pero prevaleció la “prudencia”; nuestra moción fue rechazada. Miguel murió luego de quince días de golpes brutales, punzadas de bayoneta, pisotones, trompadas. Su cuerpo hermoso se había convertido en un guiñapo sanguinolento. Su nombre real era Carlos Alberto Sgandurra. Era tucumano, y arquitecto. El Bonzo Cada noche nos contábamos películas, rotativamente, para distraer nuestra imaginación. También rotativamente, cambiábamos de camas, pues de ese


modo quienes quedaban más cerca de la puerta –y por ello recibían los primeros golpes cuando entraban los milicos–, no eran siempre los mismos. Convivíamos unos veinticinco compañeros, en una ancha celda más o menos semejantes a las demás. Cada día, además de la gimnasia, reuniones de análisis político, escribíamos lo que iba sucediendo con Federico Bazán. Por ser él director de cine y yo periodista, nos habían designado para informar lo que estaba sucediendo. En “canutos” (huecos hechos durante el período democrático), en pisos y paredes, guardábamos papeles de cigarrillos, yerba, lapiceras, azúcar. En esos papelitos de cigarrillos, enrollados y envueltos en pequeños plásticos que sellábamos con fuego de fósforos, salieron los primeros informes sobre la UP1, que los organismos de Derechos Humanos publicaron en Colombia, México y Europa luego. Los presos comunes, con quienes nos conectábamos por las noches y las madrugadas, eran los encargados de sacar nuestros textos garrapateados bajo la luz de una vela. Entre otras actividades que organizábamos ya como resistencia, bromeábamos. Era la forma más linda de resistir. El Bonzo y Larguirucho se destacaban. Larguirucho por sus canciones, el Bonzo por su chispa cómica y su indeclinable sonrisa. “Para vos, todos somos personajes... porque tu


mundo, es de historieta”, le contestó Federico Bazán a “Larguirucho”, una tarde. Porque Larguirucho le había repetido “Federico... qué personaje que sos....” Días más tarde a Larguirucho lo mataron. Vinieron tres oficiales del ejército, poco después de las nueve de la noche. Él era muy alto. Sobresalía entre los militares, le ataron con una soga sus manos a la espalda. Sus manos de violonchelista. Yo lo vi. Pues me tocaba dormir frente a la puerta de la celda. Los ojos azules de un oficial brillaron bajo la franja negra que proyectaba el casco. No los olvidaré jamás. El Bonzo estaba al lado de mí cuando lo sacaron a Larguirucho Tramontini, para matarlo. Desde el siguiente día su sonrisa y sus reflexiones, siempre sensatas, me ayudarían a soportar esta nueva pérdida. –––––––– Fin de las citas ––––––––

Tengo recuerdos amargos y reconfortantes de aquel período atroz. Nuestras condiciones extremadamente antihigiénicas, con los cabellos y las barbas largas, andrajosos, rodeados de materia fecal y orín que hedían desde tarros que nos habían dado los guardiacárceles pues las celdas con un promedio de veinte internos no


poseían baños y desde el golpe no nos permitían salir de ellas. También del deterioro moral, percibir la actitud de compañeros que apenas luego de que sacaban a otro para fusilarlo comenzaban a “operar” discretamente para quedarse con sus míseras pertenencias: una frazada, una almohada un poco mejor, alguna campera que había quedado allí por descuido de los milicos. Los recuerdos gratos, dentro de tanta violencia ejercida sistemáticamente contra nosotros, son la organización que mantuvimos férreamente dentro de las celdas. Organizábamos “peñas”, obras de teatro, la narración de películas, y constantes reuniones de estudio, para que nuestro tiempo estuviese siempre ocupado en cuestiones útiles. Por previsión, se habían fabricado en cada celda de los pabellones al menos cuatro o cinco “canutos”. Eran agujeros bajo los mosaicos o en lugares muy altos de la pared, perfectamente disimulados. Ahí se guardaban grandes cantidades de yerba, uno que otro destornillador, cuadernos, hojitas para armar cigarrillos, tabaco y hasta pequeñas radios a transistores. Ninguno de estos escondites fueron descubiertos por los militares. A Federico Bazán y a mí nos habían designado para consignar los sucesos y enviarlos fuera. Pese a que estábamos incomunicados, contábamos con una eficiente red de contactos clandestinos entre los presos comunes. Federico –quien había sido rector de la Escuela de


Bellas Artes de la Universidad de Córdoba–, luego de su salida de la cárcel trabajaría en Francia como asistente de dirección de Costa Gavras. Ambos nos aplicábamos a la tarea bajo una luz de vela, mientras un compañero vigilaba junto a la mirilla de la gran celda. En papelitos de cigarrillos, íbamos narrando meticulosamente los crímenes y torturas que cometían los militares dentro de la cárcel. Luego, por las madrugadas, cuando el preso común que limpiaba las alcantarillas abajo nos daba su señal con un chiflido, bajábamos una “paloma”. Esta era una pequeña cajita armada con papel negro y bajada por medio de un hilo de cocer. Dentro llevaba el “caramelo”: los papelitos de armar cigarrillos doblados hasta su grado más pequeño, envueltos en plástico sellado con fuego de un fósforo. Estos caramelos eran puestos en la boca por los presos comunes y entregados a sus visitas para que se los dieran a nuestros familiares. Así, se logró publicar desde Colombia, México y Europa, lo que estaba sucediendo en la UP1, de un modo casi simultáneo. Un recuerdo grato que no quiero dejar pasar. Andrés Cañas, un compañero que estuvo conmigo en la UP1 y es actualmente profesor de Sociología en la Universidad Nacional de Río Cuarto. Jamás ni antes ni después conocí alguien tan solidario al extremo, como él. En


momentos cuando el hambre nos volvía casi histéricos y codiciábamos como animales acorralados cada pedacito de carne que flotaba en el sucio líquido recibido cada día como “almuerzos”, Andrés renunciaba sistemáticamente a gran parte de su comida para que comieran aquellos a quienes se percibía más débiles o enfermos. Y así con todas las poquísimas “comodidades” de que pudiéramos disponer. Ello me impresionó tanto que no lo puedo olvidar hasta el día de hoy. Andrés había sido periodista antes de caer preso y también por ello solíamos sustentar gran afinidad. El general Sasiaiñ estuvo una vez en nuestro pabellón. Previamente nos hicieron desnudar a todos y ponernos contra la pared. Al llegar él con su comitiva nos ordenaron volverlos para mirarlo. Nos “inspeccionó”. Por la forma de pararse, reconoció en uno de nuestros compañeros del PRT a un militar, ex oficial del ejército. Luego compuso una arenga cuyos tópicos fueron únicamente el recriminarnos por el asesinato de su cuñado, el general Cáceres Monié, y aseguranos que ninguno de nosotros iba a sobrevivir. Luego de afirmar que las Fuerzas Armadas tenían el control absoluto del Estado y no lo entregarían por mucho tiempo, nos comunicó que los comandos habían decidido ejecutarnos, uno por uno, a “todos los delincuentes


subversivos alojados en este pabellón”. Creo que la presión internacional, obtenida por las eficaces acciones de nuestros familiares, les impidió cumplir con tal objetivo. Recuerdo que en septiembre de 1976, mientras nos tenían encadenados, arrodillados contra el suelo y nuestros ojos vendados, en la cabina de un gran avión, para llevarnos a Buenos Aires, dos oficiales conversaban al lado nuestro. Recuerdo claramente lo que uno dijo: –”Estos hijos de puta... ahora los vamos a guardar para semilla... nosotros les hemos ganado la guerra de las armas, pero ellos nos van a ganar, ahora, la guerra ideológica... Y efectivamente. Así fue.

Información complementaria ERP: Copamiento al cuartel de Villa María Capítulo inspirado por mi compañero César Argañaráz, miembro de la Redacción de El Mundo, Patria Nueva y Posición, quien murió combatiendo en Villa María.

Contra el cielo negro silbaban las balas trazadoras.


Alguien había comenzado a disparar con una punto 50, desde las casamatas. –Hay que hacerlo callar– dijo el compañero Responsable–. ¿Te le animas Antón? Desde dentro del cuartel, los compañeros habían informado que todo iba bien. Los milicos estaban danzando, en el casino de oficiales. Era su fiesta de gala, por el 9 de Julio. Los compañeros los pescaron reunidos; no tuvieron más que arrearlos hasta el fondo del salón. Las mujeres chillaban, al principio. Era cómico ver las caras de los «duros» oficiales pidiendo por favor: «muchachos, no disparen, hay mujeres y ancianos». El jefe del batallón se había ido a dormir, porque le dolía la cabeza. Cuando se encontró con el caño de un Colt 44 apoyado en la sien parece que se olvidó del dolor. Ni chistó. Daba la impresión de no comprender qué pasaba. Los compañeros informaban por radio que habían empezado a cargar las armas en los camiones. Hasta ahora solamente había tiros en el destacamento de policía, dos quilómetros a retaguardia. Había sido provocado exprofeso por el equipo parapetado en la casa de enfrente, para hacer distracción. El resto de la columna había seguido avanzando, hasta rodear el cuartel. El soldado guardián del puesto 4 era un compañero. Por allí, habían entrado sin inconvenientes cuatro equipos. Los milicos ni se habían soñado el


copamiento. Esta vez les habían fallado los Servicios. –Voy– dijo Antón, descolgando una granada del cinto y empuñando en la otra el 38. –Cuando te diga, sales– dijo el compañero responsable–: ¡ya! El aire pareció estallar en tableteos y fogonazos; Antón saltó hacia el costado y empezó a reptar lo más rápido que pudo, a la derecha y adelante. Cuando alcanzó de nuevo la oscuridad de la roca, corrió. Los estampidos y tableteos de ametralladoras no cesaban. Ahora, a la punto 50 se le había sumado lo que parecía una Gussi, en la misma casamata. Antón se rasgó el pantalón al saltar por sobre el alambre de púas. Nadie lo vio. Al fin, consiguió ubicarse al pie de la torre que disparaba, por detrás. Subió uno a uno los escalones, con sus plantas de goma. Los vio. Un cabo joven, tal vez de su edad, y un sargento de bigotes. Estuvo mirándolos por un momento, concentrados ellos en su tarea de disparar las armas. Cuando hicieron una pausa, les habló: –Bueno muchachos– les dijo–: ya está. El cabito se quedó tieso y levantó las manos, dejando caer su metralleta. El viejo se dio vuelta sorprendido, haciendo ademán de sacar la pistola. –No te mates, hermano– le dijo Antón, corriendo apenas el caño del 38 amartillado en dirección a su


frente–: La cosa no es contra ustedes. El bigotudo se quedó tranquilo, y levantó sus brazos. Antón los hizo salir, enfilados, con los brazos en la nuca. Levantó la ametralladora liviana y se la colgó en el cuello. Caminaron por entre las barracas oscuras hacia la plaza de armas. Ahora no se escuchaba más ruido que el de los motores. Cuando llegaron, Antón los envió a reunirse con el resto de los prisioneros. Bajo un alero, un grupo de oficiales y suboficiales– los zumbos con ropa de dormir– mezclados con mujeres de largo y hombres de traje oscuro y de esmóquin observaban, nerviosos, las tareas de los compañeros. Una compañera y un compañero los vigilaban de cada lado. Casi era innecesario, pues nadie se movía. Ni siquiera se atrevían a hablar. Dos camiones con carteles de Vino Arizu y dos camionetas se habían acercado a la armería, para cargar. De adentro salían guerrilleros con brazadas de fusiles, FAL, ametralladoras pesadas, cajas de municiones y granadas... «Una verdadera fiesta», pensó Antón. –Te hai dao el gusto de entrar, varón– le dijo el compañero Comandante, guiñándole un ojo. Antón le sonrió. Después de que hubieron cargado todo lo que cabía en los camiones y las camionetas, encerraron con llaves a los prisioneros y se retiraron. Se llevaron consigo


solamente al jefe del batallón: un coronel. Antón lo observó temblar. Estaba en pijama, y hacía un frío de perros. Se sacó la campera con piel de corderito y se la alcanzó. El hombre le miró a los ojos, agradecido. No parecía mal tipo. El grueso de la columna se dispersó; los camiones partieron uno para el norte y otro para el sur. Pronto esas armas estarían enterradas o escondidas en cien lugares distintos, en Santiago, Tucumán, La Rioja... Antón fue designado para ir con dos equipos y el médico a ver a los compañeros que peleaban con la policía. Aquello era un infierno. Abriendo fuego con bazucas consiguieron acercarse a la casa y entrar. –¡Vamos compañeros! ¡Retirada!– gritó Antón. Le respondió la carcajada de César: –¡Yo de aquí ya no me muevo! ¡Y al carajo los milicos, que me maten si se animan! El corazón de Antón Tapia palpitó en falso: sobre la camisa verde del César se extendía un machón oscuro, a la altura del estómago. –¡Hermano¡ –gimió Antón– ¡estás herido! César le miró orgulloso, los ojitos verdes brillando, los bigotazos rubios más tiesos que nunca, los dientes, amarillos de mate, asomando en la sonrisa. César no es sólo un combatiente es un poeta, pensó Antón mirándolo jaranear y tomar vino de la botella en


la peña, recitar con voz potente los versos de Juan Carlos Dávalos, decir yo soy santiagueño, intelectual, mecánico, revolucionario, enamorado y camionero ¡qué carajo!, recopilando bibliografía de Lenín y Trotsky para demostrarle a Antón que ningún buen revolucionario podría ser también católico, ¡cómo se le ocurría! Tenía un boquete en el estómago, se lo habían hecho al comenzar nomás el tiroteo. La policía de la provincia rodeaba la casa; casi no se podía hablar por el ruido de los disparos. –Vamos dijo Antón–, apoyate en mí y vamos.–Es al pedo– le contestó el César –yo estoy acabado. Vayan ustedes. Yo me quedo a contenerlos un rato. Antón vio que había puesto un cajón de manzanas para apoyar el brazo con el arma, que sostenía con las dos manos. Estaba discutiendo si se iba o se quedaba cuando, repentinamente, se desmayó. De nuevo tuvieron que abrirse paso a bazucasos, hasta los vehículos. Antón alzó el cuerpo flaco de César en su dos brazos, y lo acomodó cuidadosamente a su lado, sobre la colchoneta. La camioneta con cúpula se puso en marcha. Anduvieron largo rato. Cuando Antón preguntó qué pasaba, si no iban a llegar nunca, le dijeron que todos los caminos a las ciudades estaban bloqueados: no hallaban por dónde salir. Iba a tener que huir hacia los cerros. Antón le tocó la frente al César: estaba helado.


Asustado, prendió la lucecitas del techo. La cara de César parecía una máscara de cera. Lo bajaron en un pequeño descampado entre los cerros. Antón empezó a cavar. Mas a poco de empezar no podía manejar las manos; la vista se le nublaba. Vaciló. Se le acercó un compañero y le dijo: –descansá Antón. Cavo yo. Se apoyó contra un árbol. Amanecía. El llanto lo sacudió en estertores, como una horrible carcajada.

Fragmento de la novela Ciclo de Antón Tapia, de Julio Carreras, el cual, según su autor, fue compuesto en base a relatos de protagonistas en el copamiento al cuartel de Villa María, efectuado el 10 de agosto de 1974 en la provincia de Córdoba, Argentina.


ELECCIONES 2007 - VICTORIA DE CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER

“EL DESAFÍO ES PONER EN CAJA A LOS GRANDES CAPITALISTAS INTERNACIONALES” POR ORESTES MARTÍ PUBLICADO POR CANARIAS INSURGENTE ISLAS CANARIAS, ESPAÑA, 2 DE NOVIEMBRE DE 2007.

- ¿Que valoración hace usted de los resultados electorales de la reciente consulta celebrada en la Argentina? Me parece que hemos obtenido el mejor resultado que se podía esperar desde los sectores más humildes, los trabajadores y el campo popular. Si bien el matrimonio Kirchner no ha emprendido el camino hacia el socialismo, el cual nunca figuró tampoco entre sus propósitos manifiestos, es cierto que han puesto orden y coherencia en la economía nacional. Y esto acompañado con una mejora sustancial en la situación de los sectores populares (trabajadores, desempleados, minorías étnicas marginales y otras). Argentina vive una situación muy delicada desde hace


unos treinta años atrás, momento en que se perpetró el proyecto del imperialismo, por medio de la sanguinaria dictadura militar que padecimos aquí. Luego de una situación favorable a principios del siglo XX, de la cual dos gobiernos populares, absolutamente democráticos, como los de Yrigoyen y luego el de Perón, supieron extraer beneficios para todos los argentinos, comienzan estos intentos imperialistas que consiguen triunfar recién en 1976. Y cuando digo “todos” los argentinos, quiero decir precisamente eso, esto es que también los grandes empresarios se vieron beneficiados por los gobiernos de Yrigoyen y Perón. Sólo que su acendrada mezquindad y estupidez de clase, aculturada y europeízada –pues se creían más anglosajones que argentinos–, le permitió al imperialismo manipularlos como instrumentos para la destrucción del país que habitaban sin comprenderlo.


Desde 1955, con los criminales bombardeos en Plaza de Mayo, donde mueren más de 300 personas inocentes, hasta 1976, en que obtienen el record de 30.000 desaparecidos y 20.000 presos políticos, los militares locales se convierten en el brazo ejecutor de esos pequeños grupos pseudo aristocráticos que trabajan para el imperialismo norteamericano. Cuando en 1982, producto de su derrota en Las Malvinas, la torpe política exterior desarrollada y su propia desorientación como sector político, el Partido Militar entra en retirada, han dejado un país devastado económicamente, pero principalmente quebrado en su aspecto moral y cultural. Tres generaciones de argentinos transitan prácticamente inutilizados moralmente el periodo posterior, idiotizados por el terror y la confusión ideológica impresas fuertemente por la dictadura militar. Debido a ello es que Raúl Alfonsín, pese a sus buenas intenciones –que apenas pueden inscribirse dentro de instaurar una socialdemocracia neoliberal muy tibia, al estilo de Lagos o Bachelet–, fracasa porque los yanquis querían mucho más: esto es, acabar con el vaciamiento completo de la Nación, entregando todos los servicios públicos y empresas del estado rentables a los monopolios internacionales, prácticamente a título de regalo. Finalmente es Carlos Saúl Menem quien lo realiza, adquiriendo con esto la designación de Principal Traidor


a la Patria, a su partido, a su trayectoria política y hasta a su familia, en la cual introdujo un tipo de existencia que provocó tragedias y patéticos desequilibrios. Creo que Fernando De La Rua y su equipo, por carecer de talento y de cohesión mafiosa suficiente, fueron incapaces de pilotear el desastre, lo que provocó finalmente una pueblada que obligó a los herederos de ese proceso miserable a huir por los aires, mientras en las calles se volvía a asesinar a nuestros sacrificados compatriotas, por si hubiese sido poca tanta sangre derramada. Kirchner toma el timón de un barco que se hunde y en el cual peligrosas pandillas se disputan el manejo de los bienes disponibles y los botes de salvataje. Logra introducirse con un exiguo espacio propio, debido a lo cual constantemente debe negociar con sus contrincantes para sostenerse en el poder. Pero a diferencia de los pandilleros militares o civiles que gobernaron el país desde la muerte de Perón en adelante –exceptuando sólo a Alfonsín–, Kirchner utiliza estos juegos políticos para llevar adelante un proyecto propio, de clara orientación nacional y popular. En tanto persiste una oposición de gran poder económico, principalmente por su estrecha vinculación con el imperialismo, que jaquea abierta y encubiertamente cualquier intento de desarrollo nacional


independiente. Esta oposición, cuyos mascarones de proa más conspicuos son Macri y Lopez Murphy, tiene sin embargo una batería de alternativas “progresistas” en su manga, como los sectores de Lavagna y la UCR, Elisa Carrió con su ARI y hasta numerosos grupos de “socialistas democráticos”, herederos históricos del desprecio a las mayorías “cabecitas negras” sustentado por su fundador, a quien acertadamente el gran historiador argentino Fermín Chávez motejó como “Norteamérico” Ghioldi (se llamaba Américo). En tanto, la pequeñez de la fuerza propia de Kirchner al inicio de la gestión, hacía temer un resultado que obligase a una segunda vuelta, cosa que podría haber terminado en fracaso para el único sector político popular con chances electorales en la Argentina. Pero finalmente y por suerte no fue así, y creo que todos debemos celebrar la victoria de Cristina Fernández de Kirchner. La cual, además, y a diferencia de la patética Isabel Martínez, cuyo único mérito era haber sido la tercera esposa de Perón, Cristina es una talentosa mujer, de gran capacidad política y recursos caracterológicos propios, a la cual el inmenso esfuerzo que significa ser presidenta de un país tan grande como este, estamos seguros no va a doblegar. - El Frente de Izquierda conformado por el PTS, el


MAS e Izquierda Socialista han denunciado situaciones de fraude electoral. ¿Qué información puede dar sobre el particular? No creo que haya habido fraude electoral. Sí es posible que haya habido negligencias, en muchos casos deliberadas o impulsadas como “picardías” por punteros y sectores del mismo partido gobernante, que en muchas provincias son dos, pues no olvidemos que Kirchner ha hecho alianzas profundas con la UCR, históricamente el segundo partido mayoritario en la Argentina junto con el peronismo. Así, por ejemplo, faltaron boletas de algunos partidos en las mesas de votación, cosa grave para quienes deseaban optar por esas alternativas. Y ésta fue la única irregularidad que se pudo detectar, aunque repito que esto en sí mismo ya es grave. Pero en esto hay que ver dos cosas: una, que estos partidos de los que faltaban boletas eran tan minoritarios, que se puede conjeturar como poco relevantes su resultados concretos, pues posiblemente de cada 10.000 votantes había uno o dos que buscaron aportar su voto por esa alternativa, con frecuencia cortando boletas y adjuntándolos como senadores o diputados para Cristina de Kirchner. Este fue el caso del partido del prestigioso cineasta


Fernando Pino Solanas, quien a pesar de ello hizo una elección excelente. Solanas, un hombre del nacionalismo revolucionario, se abrió del partido de Kirchner muy poco antes de las elecciones, pero aún así sacó más votos que Lopez Murphy, el candidato por excelencia del imperialismo yanqui. Si tenemos en cuenta que Lopez Murphy, en las elecciones de 2003, había sacado 3.173.475 sufragios, quedando así en tercer lugar, luego de Menem y Kircher, que en aquella oportunidad apenas obtuvo sólo 4.312.517 votos... debemos considerar que algo está cambiando de un modo muy favorable para nuestro país en la conciencia popular expresada a través de la reciente votación. - ¿Cuáles son a su juicio los principales retos a los que deberá enfrentarse la nueva Presidenta de Argentina? En la Argentina hoy existe un reto extraordinario que es poner en caja a los grandes capitalistas internacionales que impulsan un modelo de país obviamente perjudicial para sus habitantes e incluso para la propia naturaleza física de nuestro territorio. Uno de los principales ejemplos es la expansión brutal de los llamados “agronegocios”, donde grupos de capitalistas manejan desde oficinas en Buenos Aires, Londres o Nueva York la explotación salvaje de millones de hectáreas de tierras.


Ello produce ganancias que salen estrictamente del país, ya que por una parte benefician a estas empresas con cuentas generalmente en el extranjero y por la otra a las dos mayores y más tenebrosas multinacionales de la manipulación química con fines de lucro aplicada a lo natural, que son Monsanto y Dow Chemical. Los únicos beneficios que dejan estos “agronegocios” son ganancias por cánones de exportación que generan grandes ingresos a la administración pública, cosa que según creo ha impedido hasta ahora tomar ninguna medida para poner freno a esta salvaje destrucción de nuestra naturaleza, que se está realizando, de un modo cada vez mayor. Pero esto no debería continuar, pues de otro modo sería como si alguien subsistiera económicamente vendiendo sus órganos: primero vende un riñón, luego una mano, después un pie, más tarde un ojo... finalmente le quedará sólo un muñón, ya no será un cuerpo... es decir, un verdadero suicidio. Y lo que digo no es exagerado. El cuerpo natural de la Argentina está siendo destruido por los grandes emprendimientos sojeros, a los cuales ahora se han comenzado a sumar los del maíz transgénicos y los otros cultivos destinados a los que ellos llaman de un modo mendaz “biocombustibles”, pero que deberían llamarse en realidad “necrocombustibles”, pues están hechos sobre la abolición de la cualidad esencial de un


organismo vegetal, que son sus propiedades alimenticias (es decir, las que reproducen la vida). A ellos deben agregarse los de las grandes empresas mineras, que generalmente son las mismas que destruyen las montañas de Chile, Perú y ahora están por ir, con el beneplácito del gobierno chileno, sobre los glaciares. Si bien en la Argentina no han avanzado tanto como lo hicieron en el Perú, empresas como la Barrick Gold ya han causado daños gravísimos, han contaminado ríos, y han destruido sectores importantísimos de nuestras montañas. También se dice –yo no tengo pruebas, pero me lo han expresado personas muy honestas– que estas empresas están robando toneladas de uranio de la región ándida de la Argentina. A ellos el gobierno debe ponerles freno. Otras áreas donde es imperioso actuar son las controladas por las grandes empresas de servicios privatizados, como los teléfonos, el gas, la electricidad... ¡el agua! ¡las inmensas carreteras de la Argentina! Todo esto ha sido entregado a verdaderos vampiros a lo largo de los últimos cincuenta años en la Argentina (los peores, indudablemente, de toda su historia, exceptuando tal vez los que tuvieron que padecer los pobres aborígenes al ser avasallados por la brutal conquista española del siglo XVI). El presidente Kirchner demostró que es posible tomar


una iniciativa importante para revertir esta circunstancia nefasta cuando retiró la concesión a la multinacional francesa que manejaba el agua de Buenos Aires, la mayor cantidad de usuarios cautivos que jamás llegó a tener empresa alguna en todo el mundo, si no me equivoco. Y lo hizo sin violar siquiera una sola de las cláusulas del contrato escrito en tiempos favorables para ellos por la propia empresa. Pues es tanta la impunidad que gozan estas mafias empresariales en la Argentina, que ni siquiera se cuidan de cumplir los contratos que ellas mismas han impuesto... Muchas iniciativas como estas, a lo largo y lo ancho de todo el país, acompañadas por un proceso de fortalecimiento y apoyo de la industria nacional, la apertura de nuevas áreas de producción industrial, basadas en organizaciones locales, brindaría un impulso extraordinario a nuestra economía, un estímulo moral magnífico a toda la población e incluso un fortalecimiento político sin precedentes para la propia presidenta, lo cual le permitiría negociar en crecientes posiciones ventajosas con los eternos adversarios que supo ganarse por su capacidad estratégica nuestra Nación. - ¿Considera que habrá cambios significativos en la dirección del país o que el próximo gobierno continuará


con las líneas trazadas por el anterior? Este es el proyecto de un matrimonio, a todas luces armónico, por lo cual resulta muy probable que sea entonces una continuidad del modelo de desarrollo que ha iniciado con su gestión el presidente Néstor Kirchner. En realidad, lo único que parece claro exteriormente de la orientación de los Kirchner es que están dispuestos a ampliar sin límites todo el espacio que puedan recuperar de lo que se ha perdido, tanto en el manejo interno de la economía nacional, como en la relación de fuerzas con las potencias extranjeras, especialmente los Estados Unidos de Norteamérica. Para hacer una alegoría, los Kirchner y su Frente para la Victoria son como un pequeño grupo de campesinos que han sido arrinconados en dos hectáreas de tierra por grandes terratenientes y que en base a inteligencia y lucha van obligando a retroceder a sus opresores. En cada combate, logran recuperar un pedacito de tierra, y otro y otro... y a cada espacio recuperado, lo van alambrando, instalando además señas propias, que en el campo las llaman “de posesión”. Una mención especial merece su extraordinariamente valiente política de Derechos Humanos. Ellos han logrado un avance singular en este campo, poniendo en su sitio realmente a las Fuerzas Armadas, que es ni más


de menos que el de custodios de una nación y no sus opresores, como lamentablemente habían llegado a ser bajo conducciones extraviadas. Han logrado grandes avances en la Justicia Histórica, cultural, social de este país, lo cual ha estimulado extraordinariamente a la juventud, devolviéndoles su respeto a las instituciones nacionales. - ¿Cómo ve a la Argentina en el contexto internacional? La veo alineada con Venezuela, Brasil, Ecuador, Cuba, Nicaragua, Bolivia, y los grandes movimientos populares de países como México, Colombia, Centroamérica, Uruguay, Paraguay, Chile y toda Latinoamérica, como única alternativa para resistir al invasivo proyecto de dominación mundial que sigue fogoneando con poderoso ímpetu el imperialismo para la región. No debemos olvidar que aparte de la inmensa reserva natural que aún resta, y está siendo salvaje, criminalmente atacada por los agronegocios en la actualidad, somos una de las principales reservas acuíferas del mundo, por lo cual se deben esperar muy fuertes embates sobre nuestra soberanía territorial en las décadas por venir.


Y en el resto del mundo, la veo defendiendo su identidad étnica y cultural, verdaderamente riquísima, como producto de la feraz interacción y mixturas que se produjeron a lo largo de siglos entre razas aborígenes de cualidades variadas e innumerables, otras europeas y la inmigración africana –forzada, pero finalmente absorbida– que se introdujo con ellas. Las ciudades cosmopolitas, como Buenos Aires, deben abandonar la ilusión de que “los argentinos somos más europeos que latinoamericanos”. Durante la guerra de Las Malvinas tuvieron una pequeña prueba de lo que realmente los europeos piensan de nosotros, por sí hacía falta. Para los europeos y los yanquis, nosotros somos seres inferiores, que sólo servimos para ser sus sirvientes. Aunque muchos de nosotros tengan los ojos azules y el pelo rubio. Como los tenía Galtieri. Me parece que los Kirchner tienen en claro esto, la orientación de su política cultural en lo interior lo expresa muy elocuentemente. Pocas veces en los últimos treinta años han tenido tanto espacio en el ámbito público estatal las comunidades aborígenes, los folclores regionales de la Argentina o sus movimientos populares de todos los ámbitos. Pero si no asentamos esta defensa de nuestra identidad con la defensa de nuestro territorio bajo acciones


concretas, en lo económico, como lo son poner fin a la destrucción de la naturaleza que están llevando adelante las empresas sojeras, por ejemplo, dudo que tenga éxito finalmente ningún proyecto. Por eso es necesario ver unos meses más, qué acciones concretas va tomando la nueva presidenta, que asume el 10 de diciembre, lo cual nos llevaría hasta mediados del año 2008 para poder opinar con mayor certeza. Mi deseo es que se reviertan los procesos negativos a los cuales el presidente Kirchner no pudo abocarse por estar acosado por miles de presiones y problemas urgentes que debía resolver perentoriamente, que se profundicen los logros y desarrollos exitosos beneficiando a los más humildes, los desocupados, los trabajadores y campesinos de todo el país, y que se empiece con una industrialización y defensa de la soberanía nacional, en serio, de una vez por todas en nuestro apaleado país. Que tiene tantas riquezas naturales y posibilidades humanas, como para no depender absolutamente de nadie en el plano económico, e incluso puede ser capaz de ayudar al resto del mundo sin excesivo esfuerzo... sólo si se saca de encima, de una vez por todas, a los buitres norteamericanos y europeos que hasta ahora han logrado someter a casi todos sus gobiernos.


“TODAVÍA ESTAMOS EN

PELIGRO”

POR: MARCELA ARCE SEMANARIO LA COLUMNA Nº 747 – 20 DE MARZO DE 2008

CUANDO SE APROXIMA EL “DÍA DE LA MEMORIA, LA VERDAD Y LA JUSTICIA”, UN SANTIAGUEÑO QUE ESTUVO PRESO DURANTE 7 AÑOS ENTREGA UNA REFLEXIÓN DISTINTA DE LO SUCEDIDO. NO APELA AL COSTADO EMOTIVO, SINO QUE APUNTA A UN ASPECTO POCO CONOCIDO DE LO QUE DIO ORIGEN AL GENOCIDIO.

El próximo 24 de marzo se cumplirán 32 años desde que el régimen más sangriento de la historia reciente de Argentina fuera instaurado. Las desapariciones, las


torturas, los centros clandestinos de detención, y todas las consecuencias de aquella fatídica fecha, hoy más que nunca, son tema de debate constante. Para muchos, hablar de ello no es más que revolver en una vieja herida. Para otros, esa herida nunca cicatrizó. Ni lo hará hasta que todos los culpables sean castigados y mientras no se sepa la verdad. Una verdad que aun no termina de desentrañarse. Pero qué opinan los protagonistas de aquellos sucesos. Qué sienten las personas que sufrieron la cárcel, las humillaciones y todo el horror derivado de la más cruel de las represiones. A simple vista, pudiera pensarse que sólo sienten consternación por lo vivido, y quieren hablar sólo de ello. Contar sus experiencias personales durante el cautiverio, acusar a sus carceleros o recordar al compañero muerto a su lado. Este podría ser el homenaje a los compañeros desaparecidos. Pero Julio Carreras (h) no piensa lo mismo, aunque estuvo 7 años preso en diferentes cárceles y campos de concentración. Aunque su esposa pasó por lo mismo durante 6 años. Tenía 25 años cuando fue detenido en Córdoba. Había sido músico, pintor, escritor y periodista. Recién en los últimos meses del proceso, recuperó su libertad. Regresó a su tierra natal, donde, entre múltiples actividades ligadas al periodismo y la cultura


santiagueña, fue director de un diario en internet (Pantalla de Noticias), coordinador general de la Asociación de Periodistas de Internet. Escribe para varias revistas y medios, en papel e internet. Es, actualmente, editor general de @DIN (Agencia Digital de Noticias) en Internet. Escribió 9 libros, además de muchos artículos –y un par de libros de ensayos juveniles, que prefiere ignorar. Una de las novelas cortas fue traducida y editada en Italia. Trabaja ahora (de a poco) en tres novelas. Para él, hay otra historia que debe ser contada. Una historia que tiene que ver con los verdaderos hacedores de esta historia: los grupos económicos internacionales que presionaron al país de tal manera para imponer un plan que sólo significara ganancias para ellos, en desmedro de toda una nación. Un diálogo profundo, que permite conocer el otro lado de una laceración que no se cerrará mientras toda la verdad no salga a la luz. EL PLAN ECONÓMICO –A 32 años del horror que significara la instauración del golpe de facto y sus consecuencias trágicas, ¿se califica como un sobreviviente o un preso político? –Era un militante político. Por lo tanto, estaba


preparado para que me detuvieran, me torturasen o pasar por las horrendas situaciones con las que pasamos junto a mi esposa. Es cierto que he sobrevivido, pero no me considero ni una víctima ni un sobreviviente en el sentido de algo que me ha pasado por casualidad. Nosotros, los militantes revolucionarios de los años 70, estábamos preparados para enfrentar las situaciones que nos tocaron vivir después, y sabíamos que podría sobrevenir eso. –¿Cómo lo sabía? –En realidad, el golpe militar, la represión, las torturas, los crímenes y las desapariciones no son algo desprendido de un conjunto de medidas políticas y económicas que se querían llevar adelante. Esas son las causas verdaderas de esa represión, que tampoco es responsabilidad únicamente de algunos militares. No. Este es un plan político que se viene desarrollando e intentando aplicar en el mundo entero y que, finalmente, terminó exitosamente, sólo a través del uso de la violencia. –¿A qué plan económico se refiere? Este plan económico, desarrollado primero en Chile y


después en Argentina, constituye una reacción de los grupos económicos más poderosos del mundo ante el gran avance que había tenido la clase trabajadora del mundo y también algunos países de lo que ellos denominaban “el tercer mundo”. Después de la 2º Guerra Mundial, un gran economista inglés, Keynes, comprende que únicamente se podían evitar nuevas guerras si se lograba que la sociedad tuviese un mínimo estado de bienestar. Incluso, siendo ministro de Economía de Inglaterra, había estado en desacuerdo con las medidas que se le habían aplicado a Alemania después de su derrota en la 1º Guerra Mundial, porque con su tradición productiva y guerrera, vaticinó que podía haber otra guerra posterior. –Como finalmente sucedió. –Exacto. Sería una reacción de este país a la opresión económica a la que había sido sometida. Y esta presión económica no se da sólo por una cuestión de perversidad humana, sino que es mera consecuencia de la búsqueda del lucro desbocado de las grandes empresas capitalistas. –¿Esas empresas tienen nombre y apellido?


–Es un grupo que ha manejado al mundo en las sombras, desde principios del siglo 20. Es un grupo que, si bien tiene nombres y apellidos, como Ford, como Morgan, y tiene nombres de empresas como Mercedes Benz, City Bank, siempre permanecen en las sombras. Los protagonistas, los que aparecen, son escuelas económicas, ministros de Economía, gobiernos, nombres de presidentes que después la gente se los olvida, como (Domingo) Cavallo. Este proyecto económico se aplica, por primera vez, de una manera experimental en Indonesia, en 1965, con un detalle monstruoso: en poco más de 24 horas se eliminan a más de 1 millón de personas. Se establece un régimen sangriento que después lleva adelante un plan económico de ajustes neoliberales, que son los que convierten a Indonesia en un país capitalista salvaje, y un paraíso para las empresas capitalistas. LOS CHICAGO BOYS –¿Cuántos años tenía cuando comienza con la militancia?


–Más o menos 20 años, pero, en realidad, había mamado la política desde los 5 años, porque mi familia era peronista. Cuando se da el golpe de 1955, nosotros sufrimos mucho, no tanto económicamente, sino moralmente, por el estado feliz en que vivíamos como familia en la época de Perón. Recuerdo, por ejemplo, reuniones en mi casa con el Dr. López Bustos, el Dr. Abdulajad, militantes de la resistencia peronista. Recuerdo la alegría que tuvimos cuando Los Uturuncos se levantan en contra de ese régimen oprobioso que fue la llamada “Revolución Libertadora”. Desde mi infancia había una actitud de resistencia a algo que se percibía como maléfico y que se cierne entonces sobre el país. –Y surge entonces la necesidad de participar. –Exacto. Empezamos a militar en diferentes sectores, primero luchamos por el regreso de la democracia. Pero después ocurre que Perón, avejentado y hostigado por tantas desgracias que le habían ocurrido en la vida, acepta un plan capitalista, pero moderado. Entonces, algunos sectores nos seguimos oponiendo a esa política. Sin embargo, el plan capitalista, tal como estaba planteado, que había sido diseñado en la Universidad de


Chicago por los que después serían los tristemente célebres “Chicago Boys”, se empieza a aplicar en Argentina recién a fines de 1974. –Y se intensifica con la muerte de Perón. –Después de la muerte de Perón y cuando López Rega, prácticamente concentra la suma del poder. En junio de 1975 se lanza, prácticamente sin anestesia – como lo haría Menem otra vez en 1992– un plan de ajuste rabioso, que quita a los trabajadores y a toda la sociedad argentina todos los beneficios que habían obtenido en 50 años de lucha, en un solo plumazo. El “Rodrigazo”, fue el primer plan de ajuste salvaje que se hace en Argentina. La sociedad, con los sindicatos a la cabeza, reacciona de una manera airada, y llenan la Plaza de Mayo con una movilización de más de 300.000 participantes. Yo creo que eso termina de convencer a los que habían diseñado el plan económico, que no iba a ser posible aplicarlo sin una dictadura militar, exactamente como fue en Chile e Indonesia. –Había que eliminar toda resistencia –Absolutamente toda resistencia. Con esto queda claro


que, en realidad, la dictadura militar y su plan económico, y los civiles que la han apoyado, y todos los medios de comunicación y los factores de poder en Argentina que apoyaron la dictadura militar – porque muchos de los diarios que ahora sacan notas luctuosas sobre los desaparecidos y se solidarizan con los derechos humanos, fueron cómplices de la dictadura… Por ejemplo, la Carta Abierta que Rodolfo Walch escribe un año después se niegan a publicarla–… Entonces, te decía, ese golpe sirve para establecer un plan de capitalismo salvaje, en donde se beneficia únicamente un minúsculo puñado de grandes capitalistas de Argentina y algunos oportunistas, al estilo de Yabrán, Macri, etcétera, que estaban preparados para montarse dentro de ese tren destructivo que impulsan los Chicago Boys. Cuando en la década de los 80 y 90 la CIA desclasifica documentos, nos enteramos de detalles claves. Por ejemplo, que los planes económicos de Argentina, tanto los de la dictadura como los que después aplica Cavallo con el menemismo; la autoría no ha sido de ellos, sino que fueron redactados por el grupo Morgan (City Bank), en Estados Unidos, y el Departamento de Estado. Y también nos enteramos que Kissinger, que en ese momento era el canciller de Estados Unidos, le aconseja a Guzzetti, el canciller de Argentina, que terminen rápido con la aniquilación de


todos los opositores, porque si no después la lucha por los derechos humanos obstaculizaría el desarrollo de las políticas neoliberales del gobierno argentino. DERECHOS HUMANOS Y MILITARES –¿Por qué los luchadores de los Derechos Humanos no hablan de todo esto? –Las violaciones a los derechos humanos han emergido como algo autónomo y eso es, justamente, un error, más que nada provocado debido a los crímenes terribles y al terror que tenía la población argentina. Cuando se empieza a luchar por los derechos humanos de los desaparecidos y los que han sido torturados, los familiares y los abogados estaban tan aterrorizados que, aún conscientes de que aquí había todo un proyecto político y económico detrás, se concentraron únicamente en la violación de los derechos humanos. Además, eran condiciones que les ponían organizaciones internacionales que los apoyaban mundialmente, como Amnesty, sobre no politizar en absoluto la lucha por los derechos humanos, para poder lograr algún tipo de resultado, que fue lo que ocurrió. Lo que se buscaba desde el imperialismo era someter a nuestro país –que durante el 1º gobierno de Perón


había logrado ser prácticamente una potencia mundial– a los dictados del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, cuyos objetivos habían sido revertidos ya para impedir que los países emergentes se convirtiesen en competidores de los Estados Unidos. –Entonces, ¿qué papel les cupo a los militares? –Aquí no hay que confundirse, no es que los militares sean malos, muchas veces es al contrario. Algunos militares en Argentina, por ejemplo, han sido los autores de nuestra independencia económica, empezando por el general San Martín, el general Savio (que fue quien estableció las primeras estructuras industriales y la producción de acero en la Argentina), el general Mosconi, el general Perón y muchos otros. Han sido un pequeño grupo de militares quienes se han sometido a los dictados del extranjero y han traicionado a la Patria. No hay que confundirse, no hay que ir en contra de los militares como Institución. –¿Acaso no participaron todos? –Lamentablemente, en ese momento, como el ejército es una organización verticalista, muchos de ellos han


cometido el error de obedecer. Pero también, y eso se dice poco, ha habido 33 oficiales de alta graduación, tenientes coroneles, capitanes mayores, que se negaron en su momento a obedecer. Son los llamados 33 orientales. Algunos de ellos formarían después el CEMIDA, Centro de Militares para la Democracia. –¿Los está defendiendo? –Yo defiendo a mi Nación con todas sus instituciones. Defiendo a mi Nación con mi identidad y mi cultura. La nación Argentina con su religión, con sus fuerzas armadas, que tienen un sentido: la defensa de la Patria. A quienes ataco es a los militares genocidas, responsables de la entrega de nuestra nación –y también a los civiles, principalmente a los civiles, porque ellos han sido mucho más responsables, como Martinez de Hoz, Alemann, Cavallo. También hubo sacerdotes que han colaborado con esto, pero no por eso voy a atacar a la iglesia como Institución ni voy a dejar de ser cristiano. Lo que hay que discernir claramente es que ha habido un proyecto integral, llevado adelante por un grupo de personas que han sido traidores a la patria, y que no son las instituciones las que han llevado adelante el genocidio, sino un grupo concentrado de poder. Han


sido personas concretas, con un proyecto económico por detrás, quienes han aplicado un plan político de destrucción, para poderlo imponer.

EL OTRO HOMENAJE –Cuando se acerca el 24 de marzo, a la hora de los recordatorios, el común de la gente cree que se trató solo de genocidio, desapariciones forzadas, ignorando esta parte de la historia, como si no hubiesen sido ésta el detonante. –Así es. Cuando el Dr. Alfonsín se hace cargo del gobierno –celebré que haya sido así, porque los nuevos personeros del FMI eran personajes siniestros como Herminio Iglesias, como Italo Lúder, que fue el que aprobó la “ley de aniquilamiento de la guerrilla”, cuando en realidad esa ley sería para aniquilar dirigentes sindicales, estudiantiles, sociales, sacerdotes–; su ministro de Economía, Grinspun, con muy buenas intenciones, quería recuperar el desarrollo económico perdido de nuestra nación. Pero Alfonsín recibió presiones tremendas, para no aplicar ningún plan que no sea el de los Chicago Boys, que estaba impulsado por el FMI. Lamentablemente, no tuvo el coraje suficiente para


oponerse y se vio obligado a aplicar, a medias, el plan del FMI. Como eso no había obligado a satisfacer a estas pirañas y tiburones internacionales… –De pronto… apareció Menem. –Con Alfonsín no logran satisfacción, entonces lo desestabilizan y apoyan a Menem, quien le miente a la población… le miente a la gente que habrá una revolución productivo, que va a recuperar el nacionalismo industrial de Perón y, en realidad, lo pone a Cavallo al frente de la economía para que haga lo que la dictadura militar y Alfonsín no habían podido terminar. –Con esto, queda claro que el golpe de facto tuvo un costado fundamental, del que muchos parecieran querer olvidarse. –En este momento, este 24 de marzo lo que tenemos que visualizar no es solamente la criminalidad de la Junta Militar, sino comprender que esa criminalidad, los desaparecidos, los muertos y todo lo que aplicó la dictadura militar era porque sabían que era la única forma en que podían aplicar el plan económico que nos llevó a la situación en que estamos ahora. Por eso, va a


ser verdaderamente, un homenaje real a los desaparecidos y a los militantes que han sido bárbaramente atacados durante ese período, que la población comprenda que únicamente oponiéndose a estos planes de ajuste salvaje es como vamos a defender los derechos humanos de toda la nación, vamos a impedir que haya niños que se mueran de hambre, y que haya millones de personas desocupadas, en un país que tiene riquezas para abastecer al mundo. “NO CULPO A NADIE” –¿No cree que sería más conveniente recordar a sus compañeros desaparecidos, hablando de los crímenes, de las atrocidades sufridas? –Está muy bien que se lo haga. Hay mucha gente que ahora habla de eso, pero me parece que, en este momento, es necesario comprender por qué ha sido esa represión. El pueblo argentino podría haber defendido su patria, se podía haber sumado a la lucha que emprendíamos un puñado de jóvenes, que nos animábamos a arriesgar la vida, lo podían haber hecho y no estar en esta situación. Pero no hubo el coraje cívico suficiente. No culpo a nadie. No espero que un padre de familia


sea capaz de arriesgar su vida y someterse a un futuro incierto. En el 75 ya se veía eso, miles habían llenado las plazas en los años anteriores para apoyar a Montoneros, ahora no había quién salga. –Muchos hombres de su generación, no los que han luchado ni los que han tenido el coraje de salir a defender sus derechos, piensan que esta era una lucha de los zurditos, los locos aquellos. –Ese fue, justamente, el éxito de la dictadura militar. Tampoco fue un éxito casual, sino que tuvieron el apoyo de grandes estructuras internacionales y todo el apoyo de las estructuras mediáticas del capitalismo. Han revertido, prácticamente, la mentalidad de 4 o 5 generaciones. Pero la verdad no se puede ocultar. Tarde o temprano, la verdad sale a la luz. Yo le rindo homenaje a mis compañeros que han sido torturados, violentados, encarcelados. Yo he estado 7 años preso, mi esposa 6; hemos sido torturados, hemos visto compañeros a quienes queríamos muchísimo, morir al lado nuestro. Pero eso no es lo que me importa recordar ahora. Lo que me importa es que tengamos conciencia que todavía estamos en peligro, y que debemos ampliar este espacio de democracia y


participación que logramos para ser independientes, y para que no nos vuelvan a imponer un programa que nos destruya. No nos han destruido a nosotros. Vos me ves bien, porque he luchado por algo justo, he luchado y lucho para que no destruyan a miles de niños, para que no destruyan el optimismo del pueblo de nuestra patria, para que no destruyan nuestro futuro. Sobre eso tenemos que reflexionar este 24 de marzo. –Usted puede estar bien a pesar de todo lo que ha pasado, pero no sé si las madres, las abuelas, quienes perdieron a sus esposos, a sus padres, podrán decir lo mismo. Para muchos de ellos, el homenaje tendría que ser distinto. –Hebe de Bonafini dice claramente: “Mi homenaje es seguir con la ideología de mi hijo”. Es un homenaje político. No es únicamente porque era un buen tipo, una especie de samaritano bonachón al cual torturaron y asesinaron y después lo han hecho desaparecer, sino porque era alguien capaz de luchar por el bien de su patria. De algún modo, las madres, creo que consideran a todos los argentinos sus hijos. La mayoría de ellas están felices porque, al final, se está sabiendo la verdad. Su lucha ha servido para que muchos tengan conciencia que tenemos que defender nuestra patria y tenemos que


defender un mundo mejor. Si hay poderosos, criminales, personas inmorales dispuestas a imponer por la fuerza su voluntad, entonces tenemos que imponernos. Este es el mensaje.


RESPUESTAS A FERNANDA G. A., UNIVERSITARIA DE SANTA FE

ESTUDIANTE

1) ¿Cuáles son las causas del surgimiento de los movimientos armados en Argentina? Los movimientos armados surgen cuando se agotan las posibilidades de participación en las medidas de gobierno. Como ocurrió desde 1955 en adelante. Los antecedentes del siglo XIX, son la Revolución de Mayo. Y posteriormente las insurrecciones armadas impulsadas principalmente por la Unión Cívica Radical. También los atentados de grupos anarquistas a fines de ese siglo y principios del XX. 2) ¿En qué contexto nacional e internacional surgen? Luego de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos se propone organizar el mundo de acuerdo con sus intereses económicos y culturales. Para ello promueve el derrocamiento de todos los gobiernos que intenten un desarrollo independiente. Como el de Mossadegh, en Irán, Arbenz en Guatemala o más tarde Sukarno, en Indonesia, donde se asesinaron alrededor de un millón de


personas en un solo día. Todos los gobiernos derrocados por la CIA y sus aliados locales eran de origen absolutamente legítimo y democrático, elegidos por sus pueblos en elecciones libres. El derrocamiento Perón ocurre en circunstancias semejantes, con la abierta participación de la embajada de Estados Unidos en la Argentina. La primera guerrilla argentina, los Uturuncos, surge hacia 1958 debido a la proscripción de la principal fuerza política, el peronismo. ERP y Montoneros, nacen también con el propósito de recuperar la democracia. Se vive entonces la dictadura de Juan Carlos Onganía. Ambas –especialmente el ERP– , se proponen, además, alcanzar el socialismo. 3) ¿Cuáles son los más importantes? ¿Por qué? ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y Montoneros, fueron los grupos guerrilleros más importantes. El primero, llegó a contar unos seis mil militantes organizados en todo el país (aunque de ellos sólo unos ochocientos o novecientos realmente estaban armados). Montoneros también sustentaba su fuerza armada real en unos mil quinientos combatientes. Aunque en ciertos períodos de su desarrollo llegó a contar con cientos de


miles de simpatizantes, que colaboraban en su estructura legal. ERP fue pacientemente organizado desde las bases por decenas de militantes muy sacrificados, especie de cruzados del socialismo. Fue un trabajo de hormiga que comenzó a principios de los '60 y fructificó en los 70. Montoneros tenía el apoyo de algunos sectores empresarios nacionales y del movimiento peronista. 4) ¿Cómo impactan los golpes de estado ('43/ '55/'76) en ellos? El golpe del 43, si bien no parecía proponerse claramente eso, terminó por recuperar la democracia en la Argentina, perdida desde 1930. El gobierno peronista, entre 1946 y 1955, fue de prosperidad y desarrollo, además de respetarse las libertades públicas. El golpe de 1955, en cambio, comienza la siniestra saga de crímenes cada vez mayores que terminarían en su versión más perversa, la dictadura militar de 1976– 1983. Luego de 1955 es que los mejores militantes políticos de la sociedad civil comienzan a plantearse la lucha armada. 5) ¿Qué consecuencias políticas y sociales trajeron


estos movimientos en el país? Los movimientos guerrilleros fueron un factor importantísimo para obligar a la dictadura militar a conceder nuevamente elecciones, en 1973. Luego, el testimonio de vida de sus militantes y sus proyectos de una sociedad justa y libre, quedaron impresos en el inconsciente colectivo. Para las siguientes generaciones de jóvenes que, hoy, parecen estar recuperándolos. Las consecuencias de la derrota y aniquilamiento de los jóvenes idealistas de los 70 permitieron al imperialismo y a los peores políticos destruir el aparato productivo de la Argentina. Y convertirla en una nación mendiga, siendo que posee los recursos como para ser una de las más ricas del mundo.


DIARIO EL MUNDO (1973–74): EXTRAORDINARIA EXPERIENCIA DE UN MEDIO AL SERVICIO DE SU PUEBLO

ENTREVISTA CONCEDIDA A JÓVENES DE EL VIEJO TOPO, AGRUPACIÓN DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DE LA UBA.

1) ¿Qué objetivos perseguía el PRT-ERP a partir de la iniciativa de publicar un diario legal como “El Mundo”? En relación al contexto político-histórico: ¿por qué cree que surge a principios de 1973 y no antes?

El propósito del diario El Mundo fue convertirse en un instrumento masivo de difusión periodística. Para contrarrestar la desinformación de los medios comerciales capitalistas, únicos que en aquel tiempo dominaban el mercado noticioso. Hay que tener en cuenta que por entonces la TV se usaba apenas como un complemento, más para proveer esparcimiento que información e internet no existía. El diario en papel, pues, constituía el principal medio cotidiano de información. Y el que contaba con mayor grado de


credibilidad. La sociedad de entonces, había sido educada en el concepto de que “si algo salía impreso en letras de molde... era verdad”. Así pues, contar con un diario propio, constituía un avance gigantesco para las posibilidades comunicacionales de un movimiento revolucionario. El Estado represor lo comprendió muy pronto: por eso fue que comenzó a hostigarnos casi de inmediato. El mismo Perón se indignó con una de nuestras jóvenes periodistas, Ana Guzzetti*, por una pregunta que le hizo. Y ante las cámaras de televisión la amenazó de hacerla meter presa. Y nos dejaron durar muy poco, apenas un año (no recuerdo si alcanzamos a cumplir doce meses). El Mundo aparece como diario revolucionario (había sido en años anteriores un diario prestigioso, en los parámetros normales de la prensa capitalista) en 1973, debido a lo que se llamó entonces “el auge de masas”. Esto es un contexto extraordinario de apertura democrática, intensa participación popular y primavera cultural como jamás antes había vivido la Argentina, según creo, en toda su historia. El PRT compra ese diario y lo maneja, con inteligencia. Quiero decir, sin convertirlo en un pasquín propagandístico del PRT-ERP, sino informando bastante objetivamente lo que ocurría. Eso basta, para convertirlo, como quería Orwell, en un medio de información revolucionario.


Tuvo un éxito extraordinario. Se convirtió en un diario muy popular, sus grandes tiradas desaparecían de los kioscos y puestos de venta callejeros enseguida. Antes hubiera sido mucho más difícil, por la censura de prensa que se ejercía durante las dictaduras militares de Onganía y Lanusse (1966–1973). Se habían comenzado intentos, pese a ello, como la revista Nuevo Hombre, que se publicaba en Buenos Aires, o Posición y Patria Nueva en Córdoba, también con importantes tiradas y bastante populares. Por cierto, el PRT y el ERP tenían sus propios órganos de prensa: El Combatiente (PRT) y Estrella Roja (ERP). Que durante el breve interregno democrático de 1973 pasaron a ser legales por un tiempo. Y alcanzaron tiradas enormes, estimuladas por la demanda del “auge de masas”. * En una reunión de prensa, el 8 de febrero de 1974, Ana Guzzetti, del diario El Mundo , le preguntó al presidente Juan Domingo Perón si el gobierno planeaba tomar medidas para reprimir a los grupos parapoliciales. Perón contestó: –¡Aquí no hay grupos parapoliciales! ¡Los únicos que fomentan la violencia aquí son las bandas subversivas!... Tomando nuevamente la palabra, Ana Guzzetti le informó Perón que en las últimas dos semanas había habido “25 unidades básicas de la Juventud Peronista montonera voladas y doce militantes de izquierda muertos o desaparecidos”. E insistió en preguntar qué medidas iba a


tomar, para que se investiguen “estos atentados fascistas de grupos parapoliciales ultraderechistas”. Explosivamente fuscado, Perón, le espetó: –¿Usted se hace responsable de lo que dice? Eso de parapoliciales lo tiene que probar. –Y dirigiéndose a uno de sus edecanes militares: – ¡Toménle los datos a esta señorita para que el Ministerio de Justicia inicie la causa contra ella! Ana Guzzetti insistió: –Sólo queremos saber qué medidas va a tomar el gobierno para investigar tantos atentados parapoliciales... Perón replicó agriamente: –Las que se están tomando, esos son asuntos policiales... que están provocados por la ultraizquierda y la ultraderecha... y la ultraizquierda son ustedes... El 19 de ese mes fueron secuestrados Jorge Antelo y Reynaldo Roldán, militantes del ERP, de quienes nunca más se supo. En San Nicolás, fue asesinado el 16 de marzo el médico radical Rogelio Elena. El 30 lo mataron a balazos, en Lomas de Zamora, a Pedro Hanssen, dirigente de la JP, y al otro día asesinaron a Héctor Félix Petrone, en Lanús. El 9 de abril de 1974 fue secuestrado Ricardo José González, de la JUP. Esa misma noche le hicieron un simulacro de fusilamiento a Antonio Iglesias, militante de Vanguardia Comunista, en el parque Pereyra Iraola. El 24 abril 1974 es asesinada Liliana Ivanoff. Secuestrada en Monte Grande, su cuerpo apareció unas horas más tarde cerca del barrio El Gaucho, donde siempre vivió y había desarrollado su militancia. El 11 de mayo de 1974, al salir de la iglesia San Francisco Solano, fue asesinado el sacerdote Carlos Mugica. Muchos años después se comprobaría que este crimnen fue perpetrado por Rodolfo Almirón, uno de los jefes de la Triple A. Uno de los secuestrados por esos días, Salvador Bidegorry, de Montoneros, iba a aparecer muerto, el 13 de mayo, con signos de feroces torturas. El 28 se hallaron los cadáveres de Oscar Dalmacio Mesa, Antonio Moses y Carlos Domingo Zila, secuestrados de un local del


PST, en General Pacheco, y fusilados en un descampado de Pilar. El 2 de junio, el asesinado a balazos fue el joven Rubén Poggioni, por pegar carteles del Partido Comunista. El día 6, Gloria Moroni, de Tendencia Estudiantil Revolucionaria Socialista, sería secuestrada y torturada. El 14 se denunció la desaparición de Juan de Dios Odriozola, cuya madre fuera muerta en la batalla campal de Ezeiza. La información que se publicaba en los diarios comerciales era apenas el hallazgo de los cadáveres, cuando ocurría.

2) ¿Cómo se vincula esta experiencia con la estrategia política más general de esta organización políticomilitar?

El propósito de El Mundo era influir en toda la población. Difundir noticias que los diarios burgueses no publicaban. Y era muy importante, como los cotidianos secuestros, asesinatos o represión en las fábricas tomadas por los obreros, entre otras muchas. Luego, también, la información emanada del Frente Antiimperialista por el Socialismo, que era el instrumento de masas concebido por el PRT. Allí confluían varios partidos y grupos de izquierda, incluyendo ramas del mismo movimiento en el gobierno, el peronismo. La vinculación, lamentablemente, resultó demasiado evidente. No tanto por las noticias que se publicaban,


sino por la actividad de algunos compañeros y la detección de ello por los órganos de espionaje gubernamental. Como error del PRT, puedo señalar la obsesiva conducta de colocar a un cuadro militante como responsable político del medio de comunicación. Fuese o no periodista profesional, este militante ejercía el poder de decisión final sobre todo lo que se resolvía publicar o no. Generalmente, y debido a la intensísima actividad militante del PRT-ERP, estos hombres o mujeres del partido eran individuos que trabajaban todo el día o parte de él en la Redacción... y luego se iban a militar en organizaciones sindicales, barriales... ¡o hasta a combatir!... Un nítido ejemplo de ello es que nuestro jefe político de la corresponsalía Córdoba, César Argañaraz... moriría en agosto de 1974, con un arma en las manos, durante el copamiento del Cuartel de Villa María. Con ese talón de Aquiles que el mismo PRT dejaba en nuestra organización periodística, no era muy difícil para el gobierno sustentar jurídicamente su clausura, como muy pronto hizo, “por actividades subversivas”.

3) ¿El diario era escrito con el fin de llegar a ser leído


por las masas populares o pretendía ser un diario para el círculo militante-intelectual?

Sí, el diario tenía una clara orientación hacia los sectores populares. Ello había sido precisamente estudiado y se llevaba a la práctica publicando información breve, redactada con frases cortas y palabras sencillas. Se utilizaban titulares llamativos, sin llegar al chabacanismo de Crónica, pero de algún modo con parecida actitud. Esto es, llamar la atención rápidamente, informar lo más sencillamente que fuera posible. Un dibujante de historietas había inventado un personaje, llamado Fierrito, que tenía todas las características de un militante del PRT. Bigotito, pelo corto... con mameluco de obrero industrial. Todos los días, actuaba sobre cuestiones relacionadas con la política local. 4) ¿Lograba “El Mundo” algún tipo de influencia en la instalación de la agenda pública de ese período?

Podemos decir que la irrupción de El Mundo en el mercado informativo fue “explosiva”. En dos sentidos:


por la gran repercusión que tenía lo que diariamente se informaba y porque generaba estallidos de violencia (en su contra). Como la bomba que pusieron en la Redacción comandos parapoliciales, destrozando parte de las máquinas. O los allanamientos que sufrían... un grupo de la Federal quizo impedir la salida a la calle de un número donde se informaba abiertamente sobre una acción militar importante del ERP. Como no pudieron hacerlo legalmente, los sustituyeron pronto pandillas de parapoliciales encapuchados. Que si lograron parar una gran parte de la distribución del diario donde se daban detalles inéditos acerca del Copamiento del Cuartel de Azul, ocurrido durante esa misma madrugada. La ventaja de El Mundo era que, al ser vespertino, aportaba mucha información que los diarios más grandes sólo publicarían al día siguiente. Por lo cual, a tu pregunta, debo responder que sí, El Mundo llegó a influir soberanamente sobre la agenda pública de toda la sociedad argentina.

5) ¿Qué tirada promedio tenía el diario a nivel nacional? ¿Se podría decir que fue un medio masivo de comunicación durante el período que existió?


El Mundo tiraba unos cien mil ejemplares. Un número sin duda importante. Sí era un medio masivo de comunicación. El activismo que lo vendía en puertas de fábrica, en barrios y villas, escuelas y universidades, contribuía a ello. Aunque su estructura comercial intentaba manejarse dentro de los parámetros establecidos por el sistema. 6) ¿Cree que el diario “El Mundo” fue una experiencia exitosa en cuanto a los objetivos que se planteaba? ¿Cuáles eran las principales limitaciones que se les presentaban para el desarrollo del periódico? Fue exitosa mientras duró. El fracaso desde mi punto de vista fue el haber actuado tan abiertamente en relación con un partido y un grupo guerrillero que había pasado a la clandestinidad. Y que cotidianamente efectuaba acciones armadas, perseguidas y castigadas por la Justicia. Ello brindó, como dijimos, un talón de Aquiles demasiado visible. No le fue nada complicado al gobierno lograr su clausura final en muy poco tiempo. Me parece que esto contribuyó, también, en acrecentar esa atmósfera de aislamiento creciente, que íbamos sintiendo quienes compartíamos el proyecto revolucionario. Y comenzó a alejar rápidamente a las


clases medias u otros sectores, incluso de partidos tradicionales, como el radicalismo o el socialismo, que en algunos aspectos acompañaban las políticas del PRT. 7) ¿Cómo era la relación de “El Mundo” con el diario de Montoneros “Noticias”?

No se mantenía mucha relación con ellos, al menos desde Córdoba, donde yo actué. Me parece que de algún modo se reflejaba la tradicional distancia que habitualmente separaba a los dos movimientos políticos armados más grandes de la Argentina de entonces. Normalmente, las interacciones entre Montoneros y el ERP se daban casi únicamente en acciones militares contra objetivos compartidos. Especialmente en este período, cuando, a pesar de que finalmente fuesen echados por el mismo Perón y posteriormente declarados ilegales, Montoneros consideraba formar parte del gobierno. Personalmente, veía a Noticias como un diario más pequeño burgués, muy en la tónica de la línea montonera: un sector de las clases medias que intentaba infundir políticas progresistas en el peronismo de entonces. Su vigencia, según percibíamos, era casi


exclusivamente porteña. Donde la mentalidad pequeño burguesa está ampliamente expandida entre casi todos los sectores sociales. Con nosotros, desde el Frente Antiimperialista por el Socialismo, colaboraban un grupo denominado “Columna Sabino Navarro de Montoneros”. Pero no eran representativos de toda la organización, apenas una escisión minoritaria. Y también otro grupo, no sé si entre ellos habría ex montoneros, llamado “Frente Peronista Revolucionario”, de donde provenía también Manuel Gaggero, quien sustituyó hasta su cierre al Dr. Cerrutti Costa, primer director de El Mundo. También era un grupo pequeño, en el universo peronista, con representatividad casi únicamente en el Noroeste Argentino.


PRENSA CLANDESTINA

Entrevista efectuada por: René Ramírez 1.– Su ingreso al PRT a inicios de los ’70 y su condición de periodista, ¿implican algún grado de relación con los proyectos mediáticos del PRT? O del ERP? – Comenzaba a trabajar como periodista en un medio comercial y masivo (tenía 23 años). Fui detectado por dirigentes del PRT-ERP y se me ofreció trabajar en medios legales (revistas Posición, Patria Nueva y diario El Mundo). Para ello se me asignó alojamiento, viáticos y salario. Este ingreso sucedió en una circunstancia en la que el PRT había decidido profesionalizar sus publicaciones, para dotarlas de mayor efectividad. Por otra parte, yo había ingresado a una célula del PRT poco antes y también había colaborado con otra de sus publicaciones (Nuevo Hombre). 2.– En caso afirmativo, cuáles fueron estos? – En un periodo de gran crecimiento y auge de masas, el PRT necesitaba de difusión eficaz no sólo para su


información doctrinaria, sino para las noticias que eran omitidas por medios comerciales controlados por la derecha o los sectores colaboracionistas con los poderes instituidos. En ese proceso surgió el FAS (Frente Antiimperialista y por el Socialismo) llevando a Agustín Tosco como referente legal. Y una serie de proyectos de difusión masiva, que incluían revistas de sindicatos o boletines de información periódica, además de las revistas mencionadas, películas, obras de teatro, música, etcétera. 3.– En términos generales cuáles son, en su opinión, las condiciones políticas y sociales que justifican el nacimiento y desarrollo de la prensa clandestina? – Las de Argentina en ese momento eran las adecuadas. Veníamos de dictaduras militares ininterrumpidas desde 1955. Es decir, 18 años de férrea censura en todos los ámbitos. 4.– Cuáles son los objetivos específicos que persigue la decisión – riesgosa, por decir lo menos – de editar estos medios de forma continua? – El primer objetivo de la prensa clandestina o semi clandestina es difundir la realidad. Luego, aportar para el


desarrollo de proyectos políticos superadores de esta realidad social injusta para todo un pueblo. 5.– Desde el punto de vista operativo, cuál es la estructura que se dan las organizaciones para asegurar lo anterior y cuál su financiamiento? – En aquel momento la estructura constaba de dos planos: una legal (donde revistábamos nosotros), muy parecida a las de los medios convencionales. Y otra clandestina, con imprentas ocultas, y un aparato que no debía ser conocido más que por quienes participaban en él. Se financiaba de diferentes maneras, principalmente con “expropiaciones” (acciones guerrilleras para extraer dinero de bancos o empresas multinacionales). 6.– Cuáles fueron los principales “públicos objetivos” de las publicaciones del PRT y del ERP? En los años ' 70 el público para las ideas socialistas era masivo. Recordemos que había un auge de masas. La toma de posesión del presidente Cámpora se dio con la presencia de los presidentes de Cuba y Chile (Allende) una bofetada para los intereses imperialistas de ese momento. Y con un público de millones de personas.


También este público se dividía entre quienes se informaban por nuestra prensa legal (mayoritario) y los usuarios de la prensa clandestina (militantes). a) Pareciera – por su respuesta a la pregunta 6 – que la prensa clandestina tuviera como lectores solo a militantes. Esto es válido para las etapas democráticas o semi, o también para los períodos de dictadura abierta? – Su sentido era informar y formar a revolucionarios profesionales. Se buscaba también captar nuevos cuadros con ella. Y era usada como material de estudio en las reuniones de equipos partidarias. b) El Combatiente y Estrella Roja circulan tanto en legalidad como en dictadura, con las complicaciones propias de la segunda instancia. Cómo se regula que los contenidos cumplan con la tarea asignada desde las direcciones. Participan éstas de la producción de los contenidos? Quién asume la responsabilidad? – Estrella Roja y El Combatiente pudieron circular legalmente sólo en los escasos tres o cuatro meses que duró el interregno democrático en la Argentina (más o menos entre marzo y septiembre de 1973).


La responsabilidad de los contenidos en estos casos corría bajo resoluciones del Comité Ejecutivo del PRT. En el interregno democrático había editores legales, como Pedro Cazes Camarero, director. c) Sin imprentas ni locales “oficiales”, qué recursos técnicos se utilizan para la reproducción? – Imprentas propias. Algunas legales, otras clandestinas. d) Cuáles son los mecanismos clandestinos de distribución? A través de una red de contactos. Cada regional o zona recibía encomiendas por correo o retiraba por medio de compañeros sus cupos de prensa. e) Se modifican éstos en dictadura? Es de imaginar que los medios oficiales y los medios internacionales se usen para rebotar la información? – Durante las dictaduras se ajustaban las normas de seguridad. Con frecuencia medios legales se hacían eco de publicaciones clandestinas, particularmente cuando se verificaban copamientos de batallones, por ejemplo.


f) Respecto del futuro, ve usted condiciones o perspectivas para que surjan – ahora – medios clandestinos? Es necesario que existan? – En la Argentina no existe hoy la necesidad de medios clandestinos. Y espero que nunca más nuestro pueblo los necesite.


LA MISIÓN DE ESCRITOR ENTREVISTA PUBLICADA POR LA REVISTA EL PUNTO Y LA COMA EN 2008.

Primero queremos saber detalles del lugar y fecha de nacimiento, padre, madre, hermanos, infancia, adolescencia, juventud y militancia política. Un pantallazo del Santiago de aquellos años no vendría mal como marco para la entrevista. El nacimiento como tal ocurrió en un sanatorio cuyo nombre no recuerdo, sobre calle La Plata, entre Pellegrini y Salta, donde ahora hay un negocio que se llama Norte Beneficios. Pero yo siento haber nacido en Guasayán, puesto que ese mismo día todos volvimos allá, donde mi mamá vivía como maestra de escuela. Los primeros cielos estrellados, horizontes, voces, caballos, vacas, pájaros que entraron en mi conciencia fueron de allí, de Campo Verde, donde vivíamos con mi tío Agustín. Mi padre y mi madre estaban dispersos, en dos escuelitas diferentes, ella ahí cerca de Campo Verde, mi papá en Monte Quemado. Quien sabe por qué a mi me dejaron bajo la custodia de mi tío Agustín, que era


soltero aún, director de la escuela de Campo Verde, y de mi abuelo, Comisario de Guampacha con su esposa, Corina Coria, todos viviendo en una casa de Campo Verde. Esta fue mi familia hasta los cuatro años. Mi tío recuerda riendo la vez que le arruiné el Registro de la escuela por subirme a la mesa donde él trabajaba y volcar un tintero sobre aquel libro. Enojado, esa misma mañana preparó todas mis cositas, las puso en dos alforjas, y me mandó sobre un burro a la casa de mi mamá (que no debía ser demasiado lejos), acompañado por Dulcirio, un criado. Mi abuela lloraba. “A la tarde apareció de nuevo, sobre el burro”, narra Agustín: “¿Y ahora por qué vuelves?”, preguntó. “No me gusta allá. Es fiero. Me voy a quedar a vivir aquí”, dijo aquel niño temperamental que yo era. Y con ellos iba a quedarme hasta los cuatro años. Mi abuelo obtuvo una casa del plan de viviendas en el barrio “Eva Perón”, de la ciudad, y más o menos cuando yo tenía tres años –1953– fuimos a vivir con ellos en aquella verdadera casona, pues los planes de vivienda de aquel tiempo construían casas extraordinariamente dignas si uno las compara con lo que se comenzó a hacer mediando los setenta. La casa era tan grande, que luego mi tío y mi papá se repartirían el espacio, construyendo dos grandes


viviendas allí, para sus familias. Pero en aquel tiempo –los años 50– mi abuelo aprovechó rápidamente el espacio construyendo en el patio del costado un gigantesco encatrado, por donde treparon muy pronto dos plantas de uva negra y uva blanca que comenzaron a ser nuestras delicias en los veranos. Al fondo tenía una huerta, dividida en rectángulos bien ordenados, cada uno con remolacha, rabanitos, lechuga, perejil, achicoria, batata y papa. Cerrando el conjunto, una prolija herradura ancha cultivada con zapallo, calabaza, melón y sandía. Todo eso se podía hacer en aquella casa y se utilizaba para nuestras comidas –que éramos sólo cuatro, mi abuela Jita, mi “Tataviejo”, una joven muchacha a quien decíamos la “Petiza” y yo. En el jardín del frente mi Tataviejo, Brígido Carreras –que por entonces tenía 57 años–, comenzó a practicar todo tipo de injertos con rosales. Y obtenía unas flores gigantescas y exóticas, unas rosas blancas con pintas rojizas, claveles de diferentes colores en la misma planta, y fenómenos así. Solía pasar horas transplantando, haciendo cortes en los tallos para introducir los gajos de otras especies, y yo le ayudaba alcanzándole las herramientas o trasladando algunas plantitas de aquí para allá. Mi abuelo y mis padres eran peronistas. Mi abuelo era


algo filonazi, me hablaba muy bien especialmente del general Rommel, y se lamentaba de que hubiesen perdido la guerra. Pero mi mamá provenía de una familia liberal, se había casado con mi papá adolescente, al parecer más que nada para huir del Colegio de Belén, donde la habían internado al quedar viuda su madre, pues ellos vivían en Garza. Mi mamá dice que las monjas la obligaban a arrodillarse sobre maíces durante horas cuando consideraban que habían cometido alguna transgresión y ella estaba desesperada por salir de allí. Al menos así me lo contaría, mucho después, cuando volviera a verla, pues se fue de Santiago cuando yo tenía cinco años y pudimos conversar nuevamente sólo varios años más tarde. Mi padre comenzó a escribir para la radio cuando derribaron al gobierno peronista y los echaron a todos – Agustín, Mariano y él, los tres hermanos, maestros rurales–. Oscar A. Spaini, un empresario peronista, le hizo un espacio también en su negocio, como administrativo. Pero mi papá, luego de un tiempo, cedió ese espacio a mi tío Agustín, quien más tarde sería designado por Spaini como gerente de la Cámara de Comercio, por entonces de orientación filoperonista. Mi padre había cobrado prestigio como poeta desde muy joven –él se recibió de Maestro a los 18 años, con medalla de oro. Cultivaba su voz y vestía con elegancia


afectada, a la usanza de los poetas románticos. En un tiempo en que todo debía leerse, por la radio, se convirtió en el redactor principal de LV11, Radio del Norte y más tarde en Director Artístico. Pero lo que sería posiblemente su obra más importante, fue la creación, en 1958 –¡a los treinta años!–, de la Dirección de Cine y Radio Escolar. Él consiguió, como donación de la Embajada Alemana, un hermoso proyector de cine, de 35 mm, con el que llevaban el cine al campo, a lugares adonde jamás se lo había visto. Presentaban películas hermosas, como Shunko, donada por Lautaro Murúa, que durante su filmación se había hecho amigo de mi papá. Era una institución estatal, así que por primera vez en Santiago del Estero se hizo lo que ahora se llama “Cine Móvil”, desde el Estado. Hace un par de meses, en un seminario de la Subsecretaría de Cultura, un funcionario dijo que “estaban investigando si hubo alguna vez cine móvil en Santiago”. Pues bien, sí lo hubo, comenzó en 1958, fue creado por el Consejo General de Educación, debido a una iniciativa de mi padre, y duró hasta 1975, fecha en que por instigación militar detuvieron acusándolo de “subversivo” a mi padre. La ciudad de Santiago era muy hermosa como ámbito durante el periodo de transición en que me tocó


habitarla durante mi adolescencia. Uno podía cruzar tranquilamente, por ejemplo, una y otra vez desde la plaza Libertad hasta el Jockey Club y de allí volver – cosa que hacíamos los fines de semana y en vacaciones todas las tardes con mis amigos, pues formábamos barras que se esparcían por los bancos de la plaza, las mesas del Jockey Club, la Confitería Ideal, Siroco, o la galería Lindow, todos espacios deleitosos y amables donde nos exhibíamos los adolescentes, varones y mujeres, de entonces (1965-73), concertábamos todo tipo de combinaciones amistosas o sentimentales, o simplemente conversábamos o nos mirábamos. Por entonces había tan poco tránsito de vehículos con motor en las calles, que prácticamente todo el centro era una gran peatonal. Recuerdo que Utu Álvarez se dio el lujo de atravesar tranquilamente el centro en un hermoso caballo, alazán lavado, cierto mediodía dominguero con sol de invierno, cuando la plaza y las confiterías rebozaban de chicos, y chicas. Utu saludaba a uno y otro costado como si viviéramos en la época de Ibarra, y en el tiempo que él usó para cruzar viniendo desde la Roca hasta la plaza no fue molestado ni por un solo auto. Los jóvenes hacían cosas así. Para llamar la atención. Me acuerdo que había un muchacho de La Banda, Tufí creo, que una vez se vino con una cupé ford modelo 1930 más o menos, acondicionada de modo exquisito,


con la capota abierta, un chofer y él atrás. Ambos, el “chofer” y él, se habían vestido como en los años 30: llevaba frac y galera, y el chofer (un amigo) uniforme azul, con botones dorados, y gorra. Se bajó así –el chofer le abrió la puerta–, frente al Lawn Tennis, y te imaginas, todos lo miraban. Mi adolescencia transcurría aquí, entonces, tratando de manifestarme de un modo propio en un ámbito provinciano en el cual todos éramos más o menos importantes. Hallé la forma de ser fugazmente importante a través de la guitarra eléctrica, que tocaba en conjuntos sumamente populares entre las clases medias y altas. El mejor fue Los Zombies, que formamos con Hugo Mansilla, Kililo Alfano, Alejandro Bruhn Gauna y Caho Rigourd. Debo mencionar a Carlos Sánchez Gramajo (h), Mario Busnelli, Daniel Nassif y José María Curto, quienes fueron algunos de los jóvenes músicos, muy prestigiosos en ese tiempo, con quienes también toqué, puesto que con frecuencia se reorganizaban los grupos, cambiándose sólo de nombre. Por qué y para quién escribe. Cachín Díaz fue el responsable –para mal o para bien– de que yo empezara a escribir de un modo sistemático. Una tarde mientras descansábamos entre guardia y


guardia, en la colimba, me preguntó si querría escribir un comentario sobre música, para una nueva sección que se había creado en El Liberal. Quería llevarla al día siguiente. Me liberó de tareas para ello –pues él era cabo dragoneante–, me senté en el escritorio de la guardia, y en un rato le escribí un artículo comentando la música de Blood Sweat and Tears, un conjunto norteamericano que me gustaba. Cuando lo vi de nuevo, unos dos días después, estaba entusiasmado: –¡A los muchachos, Farreras y Di Piazza, les ha gustado mucho! ¡Me han dicho que escribas todas las semanas, que te van a pagar!...–dijo, apenas me vio. Me pagaron una suma que debe haber sido como unos cuarenta pesos, por ese artículo, y todos los que seguirían. Pero ver mis notas en el diario, además, me empezó a entusiasmar. En verdad no era tanto que apareciera mi nombre, aunque eso también me daba satisfacción, para qué negarlo, quizá como a un artesano de la madera le satisface firmar una pieza, por ejemplo un buen sillón. Me parecía un fenómeno algo mágico que ayer yo escribiese algo a mano, sobre un papel, y verlo después impreso, embellecido con las imágenes, pues publicaban carátulas de los discos que comentaba o las fotos de los músicos, para complementar. Después de ese período –desde fines de 1970 hasta


mediados de 1971–, dejé de escribir por un tiempo, para poner un negocio que se llamaba Ojo. También me enamoré por primera vez, y estas dos cuestiones llenaban mi vida. El negocio no duró mucho. Cometí el “error” que repetiría una y otra vez: pretendí vender buena música, buenos libros, que nada vendido en Ojo fuera banal, pasatista, estupidizante. Había alquilado el local de la Casa Diocesana –ese donde está Lave Rap, ahora, sobre la Independencia, entre Urquiza y Mitre–; había hecho pintar esos dos enormes locales de blanco, decorando las paredes con buenos afiches adquiridos en Buenos Aires. Los exhibidores, fabricados especialmente por un artesano del hierro, mostraba plenamente las carátulas de los discos contra las paredes blancas. El “Caballo” Pernigotti me había regalado un par de sillones y una mesita de quebracho colorado, luego de traerlos, supongo, de algún obraje suyo, pues estaban cortados directamente sobre gigantescos troncos del quebracho, eran unos muebles hermosos, como de hierro: todavía están, en la terraza de la casa de mi papá, después de haber pasado más de treinta años a la intemperie, como si nada. Había hecho un acuerdo con Kikí Ferreyra para que él ocupase un pequeño sector de los locales, con sus negocios de espectáculos, que iban muy bien con Ojo pues ya en aquel entonces el trabajaba con artistas de gran jerarquía, como Mercedes


Sosa o el grupo teatral compuesto por Walter Vidarte, Héctor Alterio, Ana María Picchio y Víctor Laplace. Tenía una empleada muy, pero muy bonita, que había salido Reina del Trigo. Se llamaba Rosita Martín. Bien. No hacía plata pero me sentía muy bien. Íbamos con Kikí a Buenos Aires, sustentados en parte por Johnny Diéguez, en cuyo Grand Hotel, o en La Jaula, boliche complementario, trabajábamos con Kikí, y también con Acho Vidal, Mario Feijóo, o el Gallego Dougnac. ¿Cómo no escribir, después, de tantas cosas interesantes y bellas que me ocurrían? Por otra parte, el ámbito donde se desenvolvía mi papá –con quien yo pasaba gran parte del día– era muy estimulante. Por ese tiempo él había creado una revista que se llamaba Santiago Educacional. Y tal vez siguiendo el ejemplo del IOSEP, por entonces de reciente formación, se le ocurrió que el Consejo les descontara una suma mínima –digamos veinticinco centavos, por planilla, a los maestros de toda la provincia, cada mes. Y con esos fondos hacían una hermosa revista, tapa a todo color y láminas internas también a color, que en aquél tiempo era lo máximo. Cada dos meses, se enviaban paquetes a cada escuela, con tantas revistas como maestros había en ella, para que se las distribuyeran. La revista tenía gran nivel.


Colaboraban en ellas personas muy inteligentes y capaces, como el licenciado Pedro Luna o Graciela Arán de Rizzo Patrón. Cada uno recibía su paga, estrictamente, como correspondía. Mi padre era el director de la institución –que por entonces había transformado su nombre en Dirección de Técnicas Audiovisuales, y más tarde Servicios Técnicos Educacionales, incorporando también un Centro de Documentación Educativa. Ahora había varios empleados, seleccionados entre los más inteligentes en el Consejo de Educación. Recuerdo por ejemplo a la señora Emalina López de Mansilla y a Pepito Balderrama. Estaba también, entre lo colaboradores más estrechos de mi padre, mi tío, Mariano Carreras, quien por entonces ya tenía una feraz carrera docente y había llegado a la máxima categoría: Supervisor. El “círculo áureo” que muchas veces por las tardes se reunía con mi papá estaba compuesto por Pedro Luna, mi tío Mariano, el doctor Juan Manuel Acuña, el ingeniero Braceras, “Pocho” Scarone Moyano. Todos tipos brillantes, yo solía estar silencioso en un rincón, durante horas, sin cansarme de escuchar. Frecuentemente se integraban también a las conversaciones Alfredo Gogna, Francisco René Santucho, Alberto Alba, Alberto Soli, Clementina Rosa Quenel, y con seguridad pasaba por aquellas oficinas cualquier tipo imaginativo o aventurero que viniese de


otros lugares del mundo, en nuestro país o el extranjero. Entonces la vida era muy interesante e intensa para mí. Después que debí cerrar el negocio porque me daba pérdidas, a mediados de 1972, fue el tiempo que con mi novia, que se llamaba Clara Beatriz Ledesma Medina y vivía en el Pasaje Figueroa, comenzamos a hacernos de izquierda. Ella estudiaba Ingeniería Forestal y en ese entonces la facultad era un hervidero de militantes revolucionarios. Yo venía ya de una creciente radicalización ideológica, empezada a los 18 años luego de la muerte del Ché Guevara, y sustentada más tarde durante la colimba, en que retomé la lectura dando preferencia a autores nacionalistas de izquierda, como Hernández Arregui, Jauretche, Rodolfo Walsh o revistas densamente políticas como Planeta, de Louis Pauwels y Jacques Bergier. Formamos un grupo al que bautizamos Ser, eligiendo como logotipo un perfil de Jimi Hendrix dibujado por mí; por ese entonces todo lo hacíamos juntos, ya, con Clara. También sacamos dos números de una revista (la primera fue increíble, pues la hicimos durante dos días encerrándonos a la siesta en el banco Coscrea, del cual un empleado, hermano de un miembro de Ser, nos prestaba en secreto las llaves, usando un mimeógrafo... salimos ese domingo como a las nueve de la noche, con el compañero de Ser que no quiero nombrar para no


botonearlo, que era quien conseguía la llave, cubiertos de tinta negra hasta la frente, pero felices, con quinientos ejemplares de una revista de 16 páginas empaquetados, el primer número de Ser.) También hicimos, tal vez esto lo más importante, el primer Recital de Música Contemporánea (rock nacional) de Santiago. Esto sería muy largo de contar, y participaron más de cincuenta personas en ese grupo, por lo que en honor al tiempo de ustedes lo voy a dejar para otra oportunidad. Allí empecé a escribir de nuevo. Yo escribía todos los volantes de Ser, que causaban envidia en las organizaciones políticas, pues solían despertar ecos importantes. También, obviamente, con la Clary, hacíamos todos los artículos de la revista. María Mercedes Tenti de Laitán conserva un ejemplar, que ya tiene mejor nivel gráfico, pues fue hecho en la Imprenta Amoroso, con carácter profesional. Bueno, para esa revista había escrito un artículo que se llamaba, creo, “Educación y dependencia”. Una tarde de sábado, luego del almuerzo, se lo di a mi padre para que lo corrigiera. Él lo tomó con seriedad, fue a sentarse en un lugar apartado y lo leyó de un tirón. Enseguida vino a mi pieza, me entregó el artículo y me dijo: “No tengo nada que corregirte. Los conceptos vertidos aquí son precisos y profundos. Has alcanzado ya una gran madurez intelectual” Pocos días antes me había dicho,


refiriéndose al Editorial: “Vos tienes un don: todo lo que escribes, es interesante e induce a leerlo. Debes aprovecharlo, formándote con gran disciplina en las ciencias que necesites desarrollar.” Para mí, esas dos frases fueron un gigantesco espaldarazo. A partir de entonces escribía constantemente, sobre cualquier tema, y leía durante horas –en realidad, como te decía, ya venía leyendo, con voracidad algo desmesurada, desde los 18 años, aunque también había leído mucho durante la infancia. La Librería Dimensión fue nuestro refugio cotidiano, con Clara. Su dueña, Gilda de Santucho, me daba los libros que yo quisiera, para que los pagase como pudiera, así mi afecto y agradecimiento hacia ella son muy grandes. Cierto día de 1972 me llegó una carta ofreciéndome la corresponsalía del periódico quincenal de izquierda Nuevo Hombre, que se imprimía en Buenos Aires. Su director era Silvio Frondizi. Iba a ser ad honorem, pero acepté fascinado, no me explicaba cómo ellos sabían de mí.


Más tarde ocurrió lo mismo con la revista Posición, de Córdoba, que tiraba 5.000 ejemplares. Finalmente, ya después de que me hubieran invitado a integrar el equipo editorial estable, para lo cual debí trasladarme a vivir en Córdoba –ahí ya sí con un sueldo–, me enteré que el artífice de todas esas invitaciones había sido Francisco René Santucho, quien por entonces integraba la dirección nacional del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). En Córdoba, también integré la Redacción en la corresponsalía del diario El Mundo, de Buenos Aires, y la revista Patria Nueva. La muerte de Clara me sumió en un periodo depresivo que duró poco, pues luego de eso (que fue lo peor que me pasó en la vida) me dije: o me suicido, o vivo con honor e hidalguía, haciendo siempre lo que me parezca el bien, aunque me cueste lo que sea. Ya por entonces, a los veintitrés años, la escritura se había convertido en mi trabajo diario. Quiénes son sus autores preferidos en el orden mundial, nacional y local.


Me estremeció desde niño el Martín Fierro de José Hernández, vibré en la adolescencia leyendo Facundo (pero ese libro, escrito para difamar al caudillo, sólo intensificó en mí la admiración que sentía por él); a los 18 años leí a Jorge Luis Borges y me gustó mucho, también Cortázar, Gudiño Kieffer, García Márquez y varios del Boom Latinoamericano, que por entonces – 68, 69– estaba en su mayor efervescencia. Yo vengo de una formación historietística en la infancia. Tuve la inmensa suerte de ser niño y adolescente justo cuando la Argentina se convirtió en la meca mundial de la historieta, con guionistas y dibujantes de quienes no dudo fueron los mejores del mundo. Digo Hugo Pratt, José Luis Salinas, Roume, Casalla, Vogt, Solano López, Breccia, Durañona... y Ohesterheld... el gran, el inmenso Ohesterheld. Pero con el tiempo los que fueron quedando en mi gusto, como preferidos, aquellos que uno desea leer una y otra vez, sin cansarse, fueron solamente tres: Edgar Allan Poe, Hermann Hesse y H. P. Lovecraft. En el orden local, el único que me llegó a gustar mucho fue Horacio Quiroga, y en el local–local, el Shunko de Jorge Washington Ábalos. Moisés Carol tiene historias magníficas, pero muchas veces ocluidas por su enredada


escritura. Me gustaría leer algo más de lo poquito que vi de Carlos Abregú Virreina, Roberto Castro, Carlos Bernabé Gómez o Andrónico Gil Rojas, pero no se consigue. Cuáles serían los escritores santiagueños indispensables en cualquier biblioteca. El mencionado Jorge Washington Ábalos, Clementina Rosa Quenel, Blanca Irurzum, Canal Feijóo, Betty Alba, Felipe Rojas, Alberto Alba, los hermanos Wagner; también, si se lo considera santiagueño, Ricardo Rojas. Y un libro, que no es de un escritor, sino de un especialista en literatura: Santiago en sus letras, de José Andrés Rivas. Este libro recoge muchas de las mejores páginas de la literatura santiagueña, inéditas o imposibles hoy de hallar. Actualmente hay autores que me parecen buenos, como escritores, que tienen libros necesarios; por ejemplo, Guillermo Pinto, y Juan Manuel Aragón (h).


¿Los santiagueños gustan leer los autores locales? Me parece que no, porque nadie se interesa por editar ni promover la literatura local. Por lo general los libros que salen aquí son pagados por sus propios autores, aunque lleven algún supuesto sello editorial. ¿Escribir es un oficio o un divertimento?, ¿por qué? Para mí es una profesión. Trabajo en ella como un constructor o un carpintero. Me pongo plazos y objetivos, horarios, volúmenes de producción y los cumplo. Todas las cosas que hice en mi vida, desde niño, fueron así. Cuando decidí dibujar y pintar, me sometía por voluntad propia a horas de agobiador ejercicio. Con la guitarra fue lo mismo. Tal vez la autora de ese criterio fuese una profesora de piano durante mi infancia, la señora Luisa Santini de Vélez. En el conservatorio Rossini, donde me inscribieron a los cuatro años, solía ponerme dos horas por día ante el piano repitiendo, una y otra vez, ejercicios de cuatro o cinco notas recurrentes, monótonas.


Recuerdo que solían aquejarme unas horribles cosquillas en la columna a la altura del coxis y ganas de huir corriendo de aquellas obligaciones extenuantes. Pero finalmente vencía a mi propia desesperación, y cumplía esas tareas con dignidad. ¿Le produce dolor escribir, como dicen algunos autores, siente placer o tiene otra sensación? Escribir cansa mucho. Especialmente los ojos. No, no lo hago por placer. Si fuera por mí, no escribiría. Lo que más me gustó hacer desde chico es pasear por los montes de Santiago. Acostarme en el suelo durante horas, mirar esos pequeños “bichitos” blancos que juegan contra el cielo celeste en los días de sol. O bañarme en el río. Esas cosas me gusta hacer, no escribir ni programar los argumentos que escribo. Si escribo, es porque creo que hay muchas cosas importantes que puedo decir, y también realidades que puedo ayudar a mejorar, escribiendo. ¿Debe cumplir una misión ética el escritor o solamente proporcionar un buen momento a sus lectores? A las empresas editoriales les conviene que el escritor


produzca bellas composiciones dentro de una ideología multivalente, permisiva. Que el libro también sea sólo un objeto de placer. Porque la base del comercio capitalista es que el objeto de uso agote su valor intrínseco, para que el consumidor – así lo llaman ellos– salga desesperado, si tiene dinero, a buscar un objeto nuevo. Que lo haga olvidarse de sí mismo, náufrago doliente en el perverso mundo de relaciones equívocas creado, precisamente, por el capitalismo. Así aparecen y desaparecen escritores como este brasileño mefistofélico, que ya ni me acuerdo cómo se llama, medio degenerado, de quien decían también que era amante de la Bolocco (cuando ya estaba con Menem). “Búm”, sus libros se venden como choripanes en La Bombonera durante una final de Boca y River. ¿Y después? Puf, desaparece. Ni sus nietos se acuerdan de él. Hacen mucha guita, por lo general, como Britney Spears o Madonna. Pero nadie puede decirme que esas dos minas son, ni felices ni verdadero ejemplo para nadie. La misión ética que debe cumplir un escritor, según creo, es ser cada vez mejor, acercarse cada vez más, en su vida personal, a la perfección. ¿Por qué? Pues porque si es responsable, se trata de alguien que tiene acceso, por sus estudios, a las mayores fuentes de sabiduría que creó la humanidad en su ya larga evolución de 50.000


años. ¿Y de qué se trata la perfección? Nadie vaya a creer que es vestirse bien o ponerse cada día anillos de oro distintos, a cual más sofisticado. Buda y Jesucristo nos indicaron muy claramente qué es la perfección. Basta con estudiar profundamente sus enseñanzas, y perseverar cada día en practicarlas con mayor eficiencia. Lo cual no es nada fácil, pero creo que sí es posible, al menos acercarse a ella, como muchos grandes sabios lo han demostrado, en estos últimos 2.000 años. ¿Es cierto que para escribir primero hay que vivir? Blaise Cendrars dice eso. También me di cuenta que al leer libros de personas que habían tenido una vida muy intensa, o practicaban estrictamente aquellas ciencias o disciplinas de las que escribían, eran mucho más convincentes e interesantes de leer. Personalmente desde niño siempre quise tener una vida tranquila. Ser un buen pequeño burgués, con una casita modesta pero linda, vivir rodeado de mi familia. Cruelmente me persiguió la fatalidad desde la infancia. Gran parte de mi vida transcurrió bajo tormentas políticas, sentimentales o sociales. La muerte, que desde niño me provocaba un dolor insoportable, una y otra vez me burló, fagocitando a seres muy queridos. Algunas


veces me quejé, interiormente, de tal destino. Pero ahora no: con el amor y el arrepentimiento, el esfuerzo por tratar de ser cada día un poquito mejor, las cosas, dentro de mí, fueron armonizándose. Y al pasar los años logré entrar en una etapa de constante tranquilidad y paz. Al presente periodo intenté reflejarlo en un libro, parecido a un diario, que se llama Fulgor de los damascos. En literatura, no hay cosa que más me guste que inventar un argumento metafísico, imposible, y convertirlo a través de palabras engarzadas, en algo convincente, real. Como esa vez, en 1986, que El Liberal publicó un cuento, El Malamor, y alguien a quien no conocía llamó por teléfono para que “le diéramos más datos”, pues creía que se trataba de una historia real. Guillermo Abregú, que por ese entonces estaba a cargo de la sección Cultura, me lo pasó. “No, doctor”, le dije por teléfono (era un médico, apellidado Anelli)... “esa historia es totalmente inventada”. Usted ha escrito novelas, cuentos, ensayos, poesías, artículos periodísticos. En cuál de estos rubros se siente más cómodo. Me gusta escribir cuentos. No muy largos, ni demasiado cortos. Y como les decía, cuando más totalmente imaginarios son, mejor. Siento una


satisfacción especial cuando los releo, luego de haberlos corregido, pasado en limpio y dejado descansar, al menos una semana, al considerarlos terminados. También ha publicado algunas revistas y colaboró en otras. Cuál le parece que fue la más importante, qué significó en su vida y cómo cree que influyó esa revista en Santiago. Para mí la revista más importante que hicimos, con Juan Manuel Aragón (h), es Quipu. Después hice otras con sentido algo utilitario, como La Razón del Consumidor, o espiritual, como Arcos. También me marcó el trabajo en revistas de Córdoba, durante mi juventud, como Patria Nueva o Posición, donde alcanzábamos una excelencia técnica por entonces difícil de lograr aquí. Pero Quipu de Cultura fue la publicación justa, en el momento justo, y los contenidos justos que debíamos dar a conocer en aquel periodo histórico. Seguramente ha influido en varios lectores santiagueños, eso se va viendo en un periodo largo de tiempo. La mayor influencia que suele darse es que esos lectores modifiquen sus vidas, para bien, y también que reproduzcan, apropiándoselos, aquellos contenidos, para transformarlos en nuevas obras de arte o pensamientos acrecentadores.


Debemos tener en cuenta, también, que Quipu se vendía sólo parcialmente aquí. De quinientos ejemplares, aquí se vendían más o menos la mitad. El resto iba a otras provincias, principalmente Córdoba. Allí teníamos una corresponsal extraordinaria, Ivana Alochis, joven escritora y profesora universitaria, que llegó a vender, ella sola, unos doscientos ejemplares. Hablo reiteradamente de “vender”, pues no teníamos un centavo de capital, y encima nuestros ingresos personales eran bastante magros. Así que cada número de Quipu se hacía con el dinero obtenido por las ventas del anterior. Si no se vendía un número, el número siguiente no salía. Así de simple. Y Quipu dejó de salir porque a mí me contrataron en El Liberal, para que hiciera el suplemento de Cultura, y Juan comenzó a trabajar en el Nuevo Diario. Entonces ya no nos quedaba tiempo para seguirla haciendo como queríamos, con un muy buen nivel. Sin embargo, no nos lamentamos: “cada cosa suele tener su tiempo bajo el sol”. ¿Qué significó en mi vida? Un momento de crecimiento espiritual. Recuerdo que una tarde, releyendo un Editorial, me di cuenta de lo que constituía el verdadero poder. Me di cuenta de que el poder no lo controlan quienes tienen grandes capitales, edificios, instalaciones o armas. El poder lo manejan quienes son capaces de controlar los conceptos, desde su interior. El


Universo es una gran dínamo, una fuente inagotable de energía. El nodo desde donde se conectan los entes, de todo tipo, con ese centro de poder universal está en el interior de cada ser. Comprender eso, modificó sustancialmente mi vida. Y ocurrió como parte del proceso para las ediciones de Quipu. Qué está escribiendo en estos momentos. Ahora, además de numerosos artículos que siempre escribo para medios en Internet, estoy pasando en limpio una novela que escribí de un tirón entre la primavera de 1989 y el verano, tórrido, del 90. Esa novela tendría también una trayectoria tórrida. Luego de escribirla, se la di para pasar en limpio a una especie de amiga que por entonces tenía, quien me cobró demasiado y (como yo no sabía nada de computadoras entonces), no me advirtió que podía guardar el contenido en disquetes. Luego, en tres copias, la mandé (apresuradamente) al concurso de Planeta, que no ganó. Cuando un amigo porteño fue a retirarla, le dijeron que la mitad de las carpetas, inexplicablemente (o sí, teniendo en cuenta el desprecio de los porteños hacia los autores de las provincias), se habían perdido (eran seis carpetones voluminosos, que había hecho encuadernar


en El Liberal). Cuando más tarde tuve una imprenta, encomendé a uno de los empleados que tipeara nuevamente la novela. Pasó tres meses haciendo nada más que eso (y cobrando un sueldo para hacerlo), pero lo hizo mal. La copia final quedó llena de errores, ortográficos y de tipeado, lo cual me deprimió bastante. Estaba tratando de recuperarla, cuando un llamado de mi esposa, censurándome por “desperdiciar tanto tiempo” en esa tarea me fastidió mucho, y para no descargar mi ira sobre nadie, en un arranque de amargura tomé todos los originales (cuatro cuadernos grandes que había escrito a mano) y todas las copias de la novela y los corté en varios pedacitos con la guillotina de la imprenta, tirándolos luego a un gran tacho de basura. Varios días después, cuando me había pasado la furia autodestructiva pero quedaba cierto amargor subyacente, como una borra en mi alma, un paquete extraño, arriba de unos estantes, me llamó la atención. Al bajarlo y abrirlo vi que había quedado allí... ¡una copia de la novela! La peor, la más llena de tachones y errores, impresa en hojas de descarte, alguna con manchas de tinta o impresiones que no tenían nada que ver al otro lado de las páginas. Por fortuna estaba visitándome en la imprenta en ese


momento una amiga entrañable, Tamara Sperat, a quien conté la historia, pues delante de ella había desarmado el paquete. Entonces me dijo, “no hagas nada ahora... dámela, yo te la voy a guardar, hasta que estés bien y decidas sin presiones qué vas a hacer... de paso, la leo”. Estuvo cerca de un año en su casa. Y cuando ella decidió trasladarse a otra provincia, tuve que ir a retirarla. Estuvo allí en una bolsa de plástico, bajo otros paquetes, durante algunos años. Pero cuando empecé a tipearla de nuevo, y por lo tanto leerla, me di cuenta de que es algo muy importante en mi vida dejar bien corregida y terminada esta novela. Por eso es que ahora me puse, con todo ahínco, a tipearla completamente otra vez. Y se sabe que pasar en limpio para un escritor nunca es sólo eso. En el proceso de transcripción agrego capítulos, mejoro otros, quito lo que ahora, algo más maduro espero, se me presenta como superfluo. Se llama El alma en cada abrazo. Es una historia de amor de los 70. La lectura, según algunos, es un hábito que se va perdiendo. ¿Es importante rescatarlo?, ¿por qué? Esta alarma por el supuesto decrecimiento de la


lectura yo nunca lo compartí. Desde sus inicios, hacia fines de los 70. Desde aquél tiempo es que se machaca con que “cada vez se lee menos”, que “los niños son cada vez más analfabetos”, y se toma la tarea de “promover la lectura” como una sagrada misión. Yo creo que siempre, desde la aparición del libro, la gente común leyó poco. O leyó obras de escasa trascendencia, como los millones de folletines que se difundían en Francia hacia finales del siglo XIX. Hay que tener en cuenta que en ese entonces los libros – explotados por los capitalistas como una industria editorial–, ocupaban en la existencia de las personas el sitio que hoy está llenando el televisor. No me parece tampoco una “sagrada misión” meterle medio a la fuerza a la gente la “obligación moral” de leer, son pena de ser estigmatizado de otro modo como un oscurantista regresivo. Esto en parte porque veo que muchos de quienes se ocupan de estas campañas de promoción hacen su negocio de ello, obteniendo buenos salarios, viáticos y otros beneficios que estarían ausentes de sus vidas sin dicho “apostolado”. Y también, por cierto, la que más se benefician, que son las gigantescas empresas editoriales que necesitan imperiosamente, no tanto que lean, sino que compren sus productos –es decir, los libros. Es que la lectura siempre tiene algo de trabajo, de


tarea, nunca es un “placer” completo. Al leer un libro, después de cien o doscientas páginas te arden los ojos, el cuerpo se te acalambra, si lees muchos libros llega un momento en que comienza a molestarte la columna. Sucede que, como escuchar música clásica, o desentrañar la física cuántica, leer es una de las actividades que mayores beneficios trae a los seres humanos. Leer es la mejor actividad para ejercitar el pensamiento, y se aprende a pensar sistemáticamente, precisamente, leyendo. Entonces, así como para todo ser humano la gimnasia debería ser algo imprescindible, también leer lo debería, pues como digo el pensar se parece a mover los músculos. Si no los ejercitas –a los músculos– se atrofian o se deforman. Pero bueno. Así como hay tantos obesos en Santiago, porque no tienen la voluntad suficiente para comer solamente lo necesario y mantener una dieta sana, así también hay personas que tienen la mente deforme porque no son capaces de leer más allá de alguna que otra noticia social en el diario. Y por eso los rectores de sus pensamientos son personajes tan tristes como Maradona, Tinelli o Mirtha Legrand. Sin embargo, aquellos que ejercitan sistemáticamente su pensamiento a través de la lectura, lo seguirán haciendo, desaparezcan o no los libros, los diarios y cualquier otra página impresa. Seguirán leyendo en las


computadoras, en holografías, o comoquiera que se presenten los textos mediante el desarrollo de nuevas tecnologías. El papiro, o los rollos de corteza, que atesoraban los conocimientos, por ejemplo en la Biblioteca de Alejandría, y eran tan importantes para el mundo antiguo, desaparecieron, y no por eso las siguientes generaciones quedaron sin lectores. ¿Qué le diría a quien se inicia como escritor? Es una linda profesión. Sólo que tienes que trabajar el doble. Tienes que trabajar –si quieres dejar escrito algo de verdadera importancia– en construir primero tus conocimientos, luego tu vida interior, por fin tu lenguaje, para escribir tus libros. Y tienes que trabajar en cualquier cosa, a veces hasta barriendo calles, si no queda otra, para obtener algún recurso económico (si quieres tener familia). Pues aunque la humanidad se ha beneficiado y ha obtenido sus avances espirituales casi exclusivamente por causa de los conceptos que han transmitido los escritores, nadie le paga a alguien para que sea solamente escritor.


“A MÍ LO QUE ME DECIDE A MILITAR ES LA MASACRE DE TRELEW…” ENTREVISTA EFECTUADA POR EL TALLER ARTE Y PARTE. CONFORMADO POR DOCENTES DE LA UBA (UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES). FECHA: 20 DE MAYO DE 2007. (DESGRABACIÓN.) ENTREVISTADORAS: ALEJANDRA NIÑO AMIEVA -

MERCEDES NIKLISON.

Entrevistadora: Nosotras estamos investigando en el ámbito de un proyecto llamado Artes comunitarias, colectivas y participativa. Prácticas artísticas de la sensibilidad social contemporánea en Argentina. Es un proyecto que abarca varias décadas y nosotras decidimos ubicarnos en la década del 70 porque nos interesaba mucho…detectamos una importante cantidad de grupos que no son leídos en la Historia del Arte primero, no son leídos como grupos, y a veces, los integrantes de esos grupos ni siquiera son reconocidos dentro de lo que es la Historia del Arte, entonces nos interesaban porque sus prácticas nos parecieron sumamente importantes y que de algún modo están siendo retomadas en la actualidad, mucho más levemente y con otras intenciones... pero bueno los antecedentes de todo esto que sucede en la actualidad y que se ve como novedoso, en nuestro arte lo rastreamos


más atrás. Con motivo de esto detectamos La Urpila (LU), que fue uno de los grupos activos y por intermedio de Liliana nos enteramos de que estuviste integrando la primera época de LU.

Julio Carreras: Lo que le decía a tu compañera, la primera vez que me llamó, es que yo no estuve en La Urpila, estuve en un grupo anterior … E: En SER … JC: Sí. La Urpila surgió en el momento en que yo me fui a Córdoba, pues, aunque seguía en relación con este tipo de tareas alternativas, se puede decir, estaba trabajando de un modo muy absorbente para una revista. E: ¿Era una revista relacionada con artes? JC: Era una revista más bien política […]tenía un perfil más bien político, se llamaba Posición. Además trabajaba en la corresponsalía de diario El Mundo […]. E: Ese grupo, SER… ¿Estaba conformado por artistas


de diferentes áreas? JC: Bueno, mirá… yo escribí una novela, la estoy corrigiendo, que está relacionada con el tema, porque fue un período breve pero muy intenso que se dio entre el año 71 y 73. Te lo digo porque el fenómeno –se puede decir– fue casi espontáneo; todos éramos músicos, yo tocaba la guitarra eléctrica en un conjunto que hacíamos temas de los Beatles y había otros changos que tocaban en otros grupos que se ganaban la plata que necesitaban trabajando en eso, pero querían hacer rock nacional, que era lo que en ese momento para nosotros era lo más interesante. Era la época en que surgió Almendra, La Cofradía de la flor solar, Aquelarre, etcétera. Entonces, de un modo espontáneo, porque un día nos convocamos para hacer una zapada... No sé si vos sabes a lo que se le llamaba zapada en esa época... E: Sí, sí. JC: Y bueno, la idea se me ocurrió, en realidad, porque estábamos en la casa de un chango que tocaba la batería, que era de una familia muy humilde de un barrio marginal de Santiago; era un día lluvioso, lloviznaba, y a pesar de eso estábamos en medio de la


llovizna, conversando. Yo escuchaba la música y tomé conciencia de repente de la importancia de la solidaridad, se puede decir, de la comunidad. Habíamos logrado que... poniendo desinteresadamente nuestros equipos cada uno, en el conjunto aunar tantos equipos con un sonido extraordinario… Entonces yo le dije a los changos: ché esto es extraordinario, estamos haciendo una música hermosa y con una potencia bárbara... ¿por qué no coordinamos y hacemos esto habitualmente y organizamos el primer recital de rock nacional aquí en Santiago?... Y bueno empezamos a trabajar con eso y logramos formar un grupo de más o menos unos cincuenta chicos y chicas, de músicos y también había gente que escribía, dibujantes… E: ¿Y se reunían en algún lugar en especial? JC: Teníamos una casa, primero empezamos a reunirnos en la casa de Lucky Gómez, porque todos éramos jóvenes que vivíamos la mayoría con nuestros padres, nos reuníamos en algunas de las casas de los miembros del grupo y después, un primo de uno de los miembros del grupo que tenía una casa desocupada nos prestó la casa. Bueno, entonces empezamos a reunirnos y a ensayar y como éramos muchos músicos decidimos hacer organizadamente, de acuerdo a las afinidades,


diferentes grupos. Todos éramos músicos relativamente comerciales… yo había dejado de tocar ya, me dedicaba más a dibujar y leer mucho, también escribía bastante… era una época en que estaba en una búsqueda política, era una época en que había un movimiento político nacional muy intenso… (inaudible) Entonces nosotros con nuestra música fijamos una serie de pautas que eran, por ejemplo, la primera invertir el proceso que se daba habitualmente en Santiago, que era que los mejores músicos incluyéndome a mí, que yo había sido un músico del “centro”, de las clases altas de Santiago... (la música de los Beatles la podían escuchar las clases altas), nosotros tocábamos y cantábamos inglés para las clases altas en los lugares de alto poder adquisitivo. En cambio en los barrios marginales se escuchaba música más rústica. Y los principales números artísticos que venían a Santiago generalmente tocaban en el centro también, entonces nosotros dijimos vamos a hacer un proceso inverso, vamos a hacer la mejor música pero para la gente más humilde; entonces vamos a salir del centro, vamos a los barrios… E: Con el mismo repertorio, con ese mismo repertorio que tocaban en otros lugares … JC: Claro…, un repertorio además rectificado porque


decíamos: no tenemos porqué cantar en inglés, vamos a cantar en castellano, vamos a hacer música que entienda la gente; vamos a hacer música que represente los problemas que tienen. Entonces les hablábamos por ejemplo de la discriminación, hablábamos de la necesidad de que todos los niños puedan estudiar, que coman... componíamos ese tipo de música… E: ¿Alcanzaron a grabar algo, Julio? JC: Mirá únicamente se grabó el recital, pero se perdió esa cinta, creo, no sé… o la tendrá alguno por ahí posiblemente, porque muchos de los que formaron parte de este grupo todavía andan aquí, son tipos de 55 años más o menos, promedio ¿no? Y algunos tienen fotos, algunos tienen una grabación posiblemente. Pero yo no tengo ninguna, a lo mejor con un poco de esfuerzo podríamos detectar algún chango que tenga alguna cinta… Porque en esa época era muy diferente a ahora, se grababa en cintas, era más complicado el proceso, nosotros somos una provincia pobre, en general no teníamos una alta tecnología. Y bueno, como te decía, entonces empezamos a organizarnos en diferentes grupos: se formaron dúos, se formaron conjuntos que hacían un rock más pesado, otros conjuntos que hacían rock más acústico… Y a ese movimiento lo bautizamos


SER. Básicamente... el nombre SER lo pusimos porque… Se nos ocurrió, como se me había ocurrido ponerle Ojo a un negocio que tenía en un tiempo anterior, de discos y de libros, y me preguntaban por qué y yo les decía: no sé… Ojo, por los ojos de Picasso, porque en esa época me gustaban los ojos de los dibujos de Picasso y SER porque nos parecía, a Clara y a mí, que era como una afirmación, nosotros somos, existimos, estamos… y bueno éramos muy entusiastas… escribí y dibujé todo en un stencil, me acuerdo, para el primer volante que hicimos, que era el manifiesto del grupo SER, con Jimmy Hendrix como logotipo, sobreimpreso […] muy difícil en esa época y también por amor a Jimmy Hendrix lo impuse como un símbolo del grupo; porque lo dibujé a Jimmy Hendrix, un perfil famoso que hay de Hendrix, como una silueta sobre el volante.. Alguno de los miembros, me lo mostró ahora, hace poco, que lo tiene. Eso se puede conseguir… E: Sería fantástico… JC: Y bueno, así surgió este grupo SER. El grupo llegó a ser muy convocante, porque todos los días había gente en la casa, y se empezó a dividir, porque nosotros éramos un sector que teníamos ya una clara vocación


política, de militancia política, empezamos a participar activamente en reuniones políticas, participamos… y el momento de crisis, de comienzo de la crisis fue cuando nosotros, un pequeño grupo que pertenecía a SER, tomó parte de la ocupación y toma por una noche de una facultad aquí en Santiago. La facultad fue rodeada por el Ejército, porque eran tiempos de dictadura militar también, y fue una noche muy intensa, fue toda una noche que se tomó completamente la facultad, después nos sacaron, nos detuvieron... nos liberaron más o menos enseguida, en una cuestión de horas, nos tomaron las huellas digitales, los nombres, etcétera. E: Pero tuvo repercusión ese hecho al interior del grupo. JC: Claro, y fue un hecho muy impresionante también, porque en esa época el diario local, que era prácticamente el único medio de mayor respetabilidad en Santiago, el más importante, publicó que había surgido un nuevo grupo subversivo que se llamaba SER por nuestras pintadas en las paredes de la facultad, el nombre del grupo ¿no?.... En realidad nosotros no teníamos ningún objetivo político, pero sí, de algún modo estábamos haciendo política. Porque al solidarizarnos con los movimientos revolucionarios


estábamos ya participando en todo un proceso que llevaba a que los medios nos caracterizaran como subversivos. Bueno, esa tarde, esa noche fue muy intensa, por la toma de la facultad y el siguiente también porque nos liberaron cerca del mediodía; volví a mi casa, era una crisis en mi casa porque mi papá que era muy peronista… Me acuerdo que tuve una discusión tremenda con mi papá porque yo tenía una foto de Marx en la pared, había puesto un afiche de Marx en la pared, y mi papá había sacado el afiche de Marx y había puesto una foto de Perón [risas]. E: Y vos discutiendo con él… JC: Yo, en realidad, a Perón también lo amaba porque había sido parte de mi infancia… pero me chocaba que mi padre se haya metido en mi pieza a revolver mis cosas… bueno una discusión porque mi papá me dice:¡cómo te vas ha hacer comunista!, ¡el comunismo es lo peor que hay!. Mi papá era peronista pero anticomunista… Bueno, salgo de ahí y después de discutir con mi papá voy y me encuentro con unos changos del grupo, varios changos de pelo largo porque era el sector que nosotros le llamábamos “los Hippies”; estábamos los otros, los que éramos más politizados,


también éramos músicos, también éramos artistas pero no nos interesaba tanto la cuestión de dejarnos el pelo largo, de meditar… sino que estábamos en la acción. E: Claro, ya habían pasado directamente a la acción política… y bueno es algo que sucedió con muchos grupos por entonces. El otro problema de investigar sobre estos grupos es que además muchos de sus miembros desaparecieron y no encontrás el rastro porque bueno, entendieron que llegaba un momento que tenían que actuar, no podían seguir… y era lógico en esa dinámica uno lo lee así, inevitablemente debían actuar. JC: Así es. Bueno, esa tarde me hacen un planteo diciéndome que les parecía mal, que por todas partes estaba saliendo el grupo como un grupo político y que ellos no querían meterse en política, no querían saber nada y que les parecía mal que nosotros los que habíamos participado en la toma de la facultad hubiésemos asumido la representatividad del grupo. A pesar de eso hicimos después en conjunto el recital, el grupo siguió pero también estaba ya la voluntad deliberada de los dos movimientos revolucionarios más grandes que eran el PRT y Montoneros de tratar de captar gente dentro de nuestros


grupos porque veían gente que era activa, que eran capaces de militar. Teníamos mucha gente de origen humilde, trabajadores, músicos de origen en las clases trabajadoras, entonces deliberadamente iban estudiantes universitarios militantes de diferentes partidos políticos, no solamente del PRT y de Montoneros, sino también del PC, del Partido Socialista Popular, del Poder Joven de […] tratando de captar gente. Y éramos cada vez más, un movimiento importante; en ese momento fue que muchos de nuestros miembros se fueron haciendo militantes, pero a pesar de eso…, y es el momento en que yo también entro en la militancia que es, más o menos a fines del 72, a mí lo que me decide, lo que me impulsa fuertemente a la lucha revolucionaria es el asesinato de los militantes que se habían fugado de Rawson, eso me… [se emociona] E: Claro es determinante para muchos… JC: Yo recuerdo todavía de un modo conmovedor la mañana cuando me levanté y vi las fotos en el diario, fue un golpe, como si me hubiesen atacado a mí, y te sientes cada vez más comprometido. Entonces ya empecé a buscar la militancia y en cambio otro sector del grupo siguió y ellos siguieron como dos años más, un grupo grande que únicamente se dedicó a la música;


siguieron haciendo recitales, incluso creo que hasta el 76 siguieron. E: ¿Ellos siguieron utilizando el nombre? JC: Siguieron utilizando el nombre, si, por eso incluso esa parte yo ya no la viví, también tendría que hablar con otros amigos que… Hay uno de ellos, por ejemplo, que ahora es artesano, se llama Juan Navarro, él se convirtió en impulsor principal de la segunda parte… E: ¿Y tuvieron más o menos las mismas intenciones que en el momento original?, desde el punto de vista estético-musical te estoy diciendo ¿mantuvieron las mismas ideas? JC: Sí. E: Lo único que se dedicaron más a la música… JC: Se dedicaron a hacer música y después cuando fue aumentando la represión se refugiaron, formaron una comunidad hippie y empezaron a incursionar en las drogas…


E:¿En Santiago mismo, no? JC: En Santiago, practicaban el amor libre, ese tipo de cosas, pero bien, seriamente, no como una degeneración. E: No, no, seguro, porque además en esta investigación se detecta esta tendencia en los grupos a, en un momento determinado, unirse en comunidades aisladas, así, están todos juntos, pero viviendo todos juntos; es algo que lo vemos como regular, y lo que vos me decís contrasta la hipótesis de que esta práctica era habitual. JC: Claro. E: Así es que hasta el 76, por lo menos, siguieron ellos JC: Siguieron, con menor fuerza porque se fueron separando, se fueron peleando entre ellos, cada uno formó una pareja estable; por ejemplo este tipo que te digo que ahora es artesano, él en realidad volvió a ser de nuevo un pequeño burgués, a trabajar en el correo, se casó con la compañera de él, siempre siguió con la misma, la compañera de él que también es


artesana ahora y canta, ella canta y él también canta, toca la guitarra eléctrica, ellos siempre tuvieron la vocación musical... pero él empezó a trabajar en el correo como empleado formal, fue cartero, después oficinista y se retiró o se jubiló en estos retiros voluntarios, o algo así. Y ahora retomó el aspecto exterior, anda con el pelo largo, barba, y la mujer también: vestida como hippie… E: Julio, te hago una pregunta, aparte de toda la actividad que tenía que ver con las acciones musicales, conciertos… ¿alcanzaron a tener algún tipo de manifiesto, fuerte, conjunto, sobre alguna cuestión (estética o política) al margen de la publicidad de algún recital? Por ejemplo ¿algún documento, que era tan habitual, marcando la posición con respecto a algo? JC: El primer volante fue un manifiesto en realidad. E: ¿Ese que contabas en que apareció el perfil? JC: Sí, que fue el de 1972, invitando al recital que expresaba ese principio que te decía: todos los espectáculos estéticos de mayor nivel han sido para las clases superiores económicamente, nosotros queremos llevar las artes a los sectores donde generalmente se


originan los mejores artistas, que son los grupos más humildes. Cosas así, pero aparte de eso, nosotros hicimos una revista, sacamos dos números, uno de esos números que para mi gusto es el mejor, lo tiene una historiadora de aquí de Santiago que también se puede conseguir, y ahí hay posiciones claras políticamente, antiimperialistas, a favor… Me río un poco porque, como toda persona que hace una revista cree que puede continuar más, nosotros estábamos haciendo algunas biografías en episodios y empezamos con la biografía de Augusto César Sandino, en el nº 1 y el n°2... Y bueno quedó trunca ahí porque sacamos dos números nada más. E: ¿No la pudieron sacar más por cuestiones económicas, por cuestiones de organización o por cuestiones de censura directamente? JC: No, en esa época todavía no había una censura… al menos no nos importaba a nosotros, la podíamos sortear relativamente fácil porque era un momento de auge de masas y cada día teníamos más poder, digamos. Pero ocurrieron dos cosas: una que el grupo se empezó a dividir, y otra que a mí ya me dejó de interesar demasiado y yo era el que hacía prácticamente la revista; y además de Buenos Aires me


designaron corresponsal de la revista Nuevo Hombre, porque me fui acercando al PRT, empecé a integrarme ya orgánicamente alrededor de la prensa del PRT y en ese carácter fue que me contrataron, pero también desde otra militancia, pasé a trabajar en el diario El Mundo y en la revista Posición de Córdoba. E: Julio, retomando un poco, esto nos interesa muchísimo y todo lo que podamos conseguir al respecto... ¿te acordás el nombre de la publicación que hicieron... la de los dos números? JC: Si, el mismo nombre del grupo, SER. E: Porque nos interesa además lo que se escribía, ¿a vos no te quedó nada, un ejemplar? JC: Yo puedo conseguir la revista… E: Porque por acá no creo que la consigamos JC: No, no, porque era una revista…


E: Claro, muy interna. JC: Hay otro documento que a lo mejor en Buenos Aires ustedes lo pueden conseguir, y es que uno de los miembros del grupo, que era un artista plástico… en realidad él era estudiante de artes de Tucumán, escribió una extensa carta donde narró el recital del grupo SER y la mandó a la revista Pelo. la Revista Pelo la publicó en la sección de cartas de lectores, o algo así. E: ¿En qué año? JC: Eso fue en el año 1972. E: ¿Y te acordás el nombre de este artista plástico tucumano? JC: Él se llama Ángel Garay, todavía está aquí en Santiago. E: ¿No sabés si estuvo en La Urpila? JC: Creo que después él estuvo en La Urpila, también…


E: Porque entre los miembros de LU, el que tenemos es un artista que se llama Luis Garay Estevenet… JC.: Ese es otro… E: El nombre de este artista que me estás nombrando no lo tenemos, sería interesante preguntarle si estuvo, si participó también… JC: Claro. Hoy me estaba comentando la esposa de Ricardo Touriño que LU en realidad nace de un grupo de gente mayor, que son ya pintores consagrados como es el caso de Alfredo Gogna, o el que dices vos, Luis Garay, que era un escultor, ya un hombre grande. En esa época ellos eran gente de 45 años, que para nosotros eran grandes. Se me ocurre que los chicos, como Ricardo Touriño, Rafa Touriño, después está Alejandro Díaz, que ha muerto ya, que era escultor, ellos le dan un sentido más novedoso y más social posteriormente, porque aparentemente LU al principio, era nada más que como un grupo que querían juntarse para potenciar el arte que hacían. E: Claro, para difundirlo más, hacerlo llegar a mayor cantidad de gente, legitimarlo... aparentemente, me


parece. Pero después no fue así, adquirieron algún tipo de prácticas revulsivas para entonces, me parece. JC: Lo que ocurrió aparentemente fue que muchos de los que … no querían ni hacer una militancia abierta en política, no les interesaba comprometerse políticamente, pero tampoco querían quedarse al margen completamente y parece que fueron integrándose ahí, en LU, pero… en realidad no quiero abundar mucho sobre eso, por eso […] Ricardo Touriño que él si fue un protagonista antiguo de eso… E: Claro, de él si tenemos unos reportajes que hemos conseguido, pero no hemos podido hablar con él, no lo hemos podido contactar, pero aparentemente si estuvo… es más los relatos sobre LU no dan muchos detalles… y nos interesaba sobre todo por el final… porque muchos miembros de LU no terminaron… JC: Si, lo que pasa es que ellos, como te digo, estaban comprometidos con el arte, con el arte como profesión. Aquí en Santiago se daba –y se da todavía, como en casi todas las provincias– que se considera al arte como una especie de actividad lateral, y lo que Ricardo Touriño, Rafael, Alejandro Díaz y todos ellos, de algún modo tomándolo como padrino a Gogna, que era como


el ideólogo principal de esa concepción, innovaron en Santiago en el sentido de decir: bueno nosotros nos dedicamos al arte completamente, somos profesionales del arte, somos pintores, somos escultores, somos dibujantes; no somos oficinistas que dibujamos los sábados y domingos. En eso tuvieron esa actitud, pero como además tenían sensibilidad social, los empezaron a marcar como grupo de izquierda, porque además Gogna era del Partido Comunista, entonces… yo te digo algo que ellos me comentaron y por una cuestión de delicadeza no quiero mencionar a uno de ellos... Ellos lo señalan como que era un infiltrado policial, uno de los miembros que después se fue a Buenos Aires, pero yo no lo quiero nombrar. Es un tipo conocido todavía, un tipo que se dedica al folclore, a la música, pero según ellos nunca tuvieron una actividad política, en un momento determinado le allanaron, creo, el local y los obligaron a dispersarse. Y ellos lo cuestionaban, los amigos digamos, Ricardo, Rafa y Alejandro Díaz, me lo señalaban a ese fulano, como que él había estado informando para granjearse la simpatía de los militares en ese momento, que ellos eran gente de izquierda, subversivos… E: ¿Y sabés por qué le pusieron LU, además de la referencia al cuadro de Gómez Cornet?


JC: Yo creo que fue por eso nomás, por la afirmación de un nombre que para nosotros es importante porque afirma la identidad santiagueña, la urpila es un pájaro muy local; es un nombre que está muy relacionado con nuestra lengua, con el ser del santiagueño. E: Julio estuvimos leyendo una entrevista que te hicieron, un reportaje que nos interesó muchísimo, me estoy refiriendo a una cuyo título es: “El error del ERP fue continuar la lucha armada luego de las elecciones del 73”… JC: Ah, sí sí, de un estudiante de la facultad de Historia de aquí en Santiago… E: Nos interesaron muchísimo tus reflexiones... Y bueno, es invalorable tu ayuda para con nosotras; todo lo que vayamos haciendo al respecto te lo vamos a ir enviando y en todo caso, desde luego estás invitado a opinar de lo que sea. Te vamos a mandar las actividades en las que estamos trabajando y los documentos que vayamos haciendo. A esto que grabamos le vamos a hacer la desgrabación textual y te la enviaremos también. Nos diste datos de muchísimo interés y nos gustaría mucho rastrear a este grupo SER que confirma muchas


de las prácticas que nosotros detectamos como habituales y que hoy aparecen como muy novedosas, y allí están ocupando un espacio importante en ese momento. JC: He visto por ahí que Ripoll, que es el que hacía la revista Pelo, él sigue en actividad en Buenos Aires como empresario de música, o algo así… E: Y Pelo es más fácil de conseguir, en un archivo la conseguís. JC: Si por eso tal vez se pueda conseguir esa carta de Ángel Emilio Garay el pintor que escribió esta carta, por que narra la experiencia que tuvo él... Porque como él no era músico y era un chango que estudiaba en Tucumán lo impresionó mucho y le quedó grabado en la mente, se ve, y lo escribió. Fijate que a raíz de eso me escribe un muchacho de Buenos Aires; le escribe a una pariente de él que me contacte a mí y nos hacemos amigos con este chango de Buenos Aires. O sea que tuvo, en ese momento, esa pequeña carta (que en realidad es una carta que debe estar siendo como de una página de tamaño A4 porque ocupaba como dos columnas de la revista a media página, es lo que yo me acuerdo) tuvo repercusión ese recital.


E: Bueno Julio, nuestro agradecimiento es inmenso, siempre es muy interesante hablar con un protagonista de esos años tan particulares y que lo ve a la distancia, que eso también es muy interesante. Nos mantenemos en contacto, ahora vamos a mirar el sitio de @DIN, ¿vos estás trabajando allí? JC: En realidad prácticamente la hago solo, tengo colaboraciones, pero casi la hago solo. E: También te vamos a pasar la dirección de la página de una revista, es más académica porque estamos en el ámbito más académico, a veces hay que ajustarse a ciertos géneros, pero te puede llegar a interesar, y sabemos lo que es eso porque también en nuestro caso es el director y una o dos personas más y están solas haciendo la revista, siempre es uno el que hace todo, suele suceder, pero a veces se arma un equipo y puede salir, es ideal generar un equipo… JC: Claro es lo que yo he buscado desde un principio. Incluso, otro tema, fijate hay una gente que hace un sitio que se llama El Ortiba, en Buenos Aires, yo les estaba proponiendo y a lo mejor lo hagamos en breve, volcar nuestras experiencias como periodistas alternativos, y yo


les decía que el verdadero periodismo siempre ha sido alternativo, porque al ser el capitalismo interesado en determinadas áreas de la información y en otras no, al ser el periodismo empresarial, lo obliga a ocultar ciertas cosas; entonces el periodismo vocacional siempre es alternativo, siempre sale como una especie de necesidad de decir la otra campana, de contar lo que no están contando los medios convencionales… E: Bueno Julio un gusto enorme hablar con vos, y nos mantenemos en contacto, un beso, Chau.


“LA SUBSECRETARÍA DE CULTURA DE SANTIAGO DEL ESTERO SE MANEJA CON HIPOCRESÍA Y LOS MEDIOS MANIPULAN LA INFORMACIÓN” PUBLICADA EN EL PUNTO Y LA COMA - @DIN - EL ORTIBA - ABRIL DE 2009

Para enviar una delegación a la Feria del Libro de Buenos Aires, la Subsecretaría de Cultura de Santiago del Estero usó un nuevo método. Este consistió en someter los libros propuestos a una comisión, integrada por “especialistas en lectura”. Los escritores debían presentar sus libros ante dicha comisión, para ser seleccionados. El resultado fue que sólo 4 autores santiagueños fueron seleccionado entre 19 que presentaron sus libros. La comisión de lectura eligió los libros “La palabra encendida, Poesías”, de Carlos Eduardo Figueroa; “La señal, Historias mínimas”, de Alicia Fernández Polido; “Poemas que avanzan retroceden”, de Hugo Orlando Ramírez y “Frenesí: Poemas de amor y erotismo”, de Betty Sayago. La comisión, por otra parte, se manifestó “preocupada” por la “baja calidad” de la literatura que se escribe en Santiago del Estero. Entrevistamos al


escritor Julio Carreras para solicitarle su perspectiva acerca de este nuevo proceso de selección dispuesto por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia. ¿Qué opina sobre la opinión de la Comisión de Lectura respecto de que en Santiago del Estero no se hace literatura de calidad? Julio Carreras: Que es una falta de respeto, inducida por la hipocresía y una manipulación informativa. ¿Puede aclararnos estos conceptos suyos? Julio Carreras: Una falta de respeto, pues escritores como Guillermo Pinto, Jorge Rosenberg, Juan Manuel Aragón (h), Amalia Beatriz Domínguez, por ejemplo, no merecen este alarde de suficiencia fatua con que se expresa esta comisión. Digo “inducida por la hipocresía”, pues los tres miembros de esta comisión conocen perfectamente a los mencionados escritores, y la calidad de su obra. Y sin embargo se permiten tales expresiones, por especulación política. Por fin, una manipulación informativa, pues se intenta instalar en la sociedad la idea de que en Santiago del Estero no hay escritores.


Y no es que haya “cientos, miles” de escritores. Hay pocos escritores de verdad, es cierto. Como en todo el mundo. En París hay pocos escritores. Y es una ciudad habitada por millones de personas. Siempre es así. Los artistas de verdad –no sólo los escritores– siempre son pocos. El tema aquí es que, además de ser pocos, no son reconocidos por la “cultura” oficial. ¿Por qué ocurre eso? (el no ser reconocidos por la cultura oficial). Julio Carreras: Porque los artistas de verdad generalmente son incómodos para las mojigatas anteojeras y compromisos que condicionan a los funcionarios gubernamentales. Y otra razón no menos importante: tenemos dignidad. El artista de verdad es conciente de su valor, y jamás va a rondar los pasillos burocráticos y las redacciones de los diarios. El requisito establecido por Legname * para participar de la Feria del Libro, es ofensivo y humillante. Ofensivo, porque presupone que los escritores debemos financiar nuestra propia obra como requisito para ser auspiciados por el gobierno. Humillante, porque presupone también que debemos desfilar por sus


despachos para que “ellos nos aprueben” las obras. Cuando ellos están cobrando suculentos sueldos y tienen un presupuesto que debería ser orientado a sustentar a la difusión de la importante obra de los escritores santiagueños. Que todo el mundo sabe quiénes somos los escritores santiagueños. *Rodolfo Legname. Subsecretario de Cultura de la provincia de Santiago del Estero.

¿Usted se siente discriminado con esta actitud oficial? Julio Carreras: Absolutamente. No sólo el gobierno demuestra una torpe ignorancia sobre mi obra, sino también los medios de información. Los medios locales hace por lo menos 10 años que no publican una sola obra mía. Y si se ven obligados, por ser un hecho de evidente vigencia pública, como la presentación de un libro donde participé, por ejemplo, lo hacen cuidando de no “elevar demasiado” mi nombre. Lo “curioso” es que esos mismos medios me otorgaban páginas enteras en los años 80, y yo fui autoridad literaria en ellos por algún periodo. ¿A qué considera se debe este giro?


Julio Carreras: A mi sinceridad, profesionalidad y apego a convicciones éticas. ¿Cómo es esto? Julio Carreras: Mi sinceridad me obliga a no callar acciones de los poderosos en contra de toda la sociedad. Por ejemplo cuando ocurrió la privatización de Aguas de Santiago, hubo una gran manipulación periodística complementaria al gran fraude que fue esa concesión. Yo fui uno de los que publicó mucho de eso y ahí empezaron a mirarme mal quienes antes me entronizaban. La existencia en esta sociedad capitalista me obligó a ejercer el periodismo para poder obtener ingresos económicos. Pero juré y cumplí ser honesto y “defender la verdad” (pero en serio, no como una declaración demagógica, útil sólo para una portada). Y lo cumplí. Ahí está uno de los motivos de mi actual marginación mediática. Otro factor, es la indolencia. Los periodistas que sobreviven al rasero feroz de los capataces (pomposamente llamados “jefes de redacción”) de los medios, son los más pasivos. Aquellos que aceptan todo para obtener un sueldo. Salvo honrosas excepciones,


pero que también se ven obligados a un bajo perfil para que no los echen. Tanto los funcionarios oficiales, como Chaparro, Terrera y Del Vitto saben perfectamente quiénes son los escritores en Santiago del Estero. Chaparro utilizaba mis libros en sus clases de Secundario. Terrera recomendó mi nombre para integrar un diccionario argentino de escritores actuales. Y Adriana conoce incluso más que ellos por haber trabajado juntos, la calidad de mi obra. Pero no debo ser “simpático” para Legname, supongo. Y en Santiago se practica la auto censura desde hace 400 años, cuando los gobernantes azotaban en la plaza pública a quienes se atrevían a contradecirlos. He ahí la “distracción” aplicada por estas personas. Usted dijo que es duro tener que publicarse su propia obra... Julio Carreras: Ya lo creo. Mientras vemos que se destinan millones a fiestas de borrachos, contratando conjuntos que cobran un promedio de 20.000 pesos por actuación, y a eso se denomina “cultura”... que un escritor valioso, no pueda acceder a los escasos 5.000 pesos que cuesta editar un libro de buena calidad... es en verdad indignante.


El otro día lo encontré a Guillermo Pinto en una oficina pública. Y le dije “Guillermo... decime por favor que no has dejado de escribir... porque para mí sos uno de los mejores escritores que hay, pero hace años que no veo nada tuyo...” Me tranquilizó diciéndome que ahora muy pronto sale un libro de él. Pero que tuvo que costeárselo por sí mismo. ¡Una ofensa! Que un escritor como él tenga que pagarse la edición de su propia obra es una ofensa. Y que encima Legname pretenda que desfilemos como corderitos por su despacho a rogarle que nos tenga en cuenta... es escupir sobre las llagas. ¿Entonces usted ve una realidad negra para los verdaderos escritores en Santiago del Estero? Julio Carreras: No. Veo una realidad luminosa. Porque los escritores no escribimos para Legname ni cualquier otro burócrata de turno. Escribimos para la eternidad. Escribimos porque tenemos un mensaje profundo para transmitir. Y la gente común, las personas que cotidianamente nos cruzamos por las calles, saben eso. Aunque no publiquemos una palabra, en los medios estos impregnados por la perversidad del “mercado”, reconocen nuestro talento. Y lo reconocerá la posteridad,


de eso estoy seguro. Por cierto, hay también excepciones entre los especialistas y funcionarios. Aquí hemos recibido numerosas pruebas de ello. Pero estos medios de difusión que se regodean publicando historias morbosas de violaciones de niños u otras perversidades, pasarán. Lo mismo que los burócratas. Nuestra literatura, la de los verdaderos escritores santiagueños, no pasará. Quedará por siempre en la consciencia colectiva, y será parte activa de su desarrollo cultural, siempre.

Nota: al momento de la reedición de este reportaje, año 2015, la Subsecretaría de Cultura lleva dilatados por cinco años el trámite de Julio Carreras para acogerse a la Pensión de Escritor, derecho consagrado por una Ley Provincial.


LA HUMANIDAD DE UN ROMÁNTICO DE ESTOS TIEMPOS

Foto: Gustavo Tarchini.

ENTREVISTA POR SILVIA PICCOLI (1992). SECCIÓN CULTURAL DEL DIARIO LA VOZ DE SAN JUSTO (SAN FRANCISCO, CÓRDOBA).

Ojos oscuros y profundos, como la voz. Nunca dejaron de impresionarme estos dos factores de su personalidad, pese a los años compartidos, de amistad, poesía y empeños del espíritu. El sentimiento, la pasión, la patética visión de la condición humana, hacen de Julio


Carreras un verdadero romántico. Muchas veces me ha sorprendido el protagonismo femenino en sus novelas y relatos. Las mujeres que él crea son arquetípicas, un poco al estilo de la “donna angelo” del “dolce stil novo”, como la Beatrice del Dante o aquella Laura de Petrarca: mujer que salva, que redime, que ilumina. Pero también puede ser criatura infernal, agente de destrucción, que arrastre al hombre a un destino trágico. En uno y otro caso, el instrumento de que se valen estas mujeres –para salvar o para perder– es el amor en todos sus matices. No he leído una sola obra de Julio en que una mujer no sea el factor decisivo de toda la historia, para bien o para mal. ¿Has pensado en lo que te lleva a escribir de tal manera que las mujeres tengan un papel tan importante en tus historias? Julio Carreras (h): Sí, lo he pensado. He empezado a pensar en la mujer, creo, a los cinco años, cuando mi padre me dijo con los ojos perdidos en la distancia, intentando disimular las lágrimas, que mi madre se había ido y no volvería más. (Mi madre era una muy bella mujer hispánica, como extraída de un poema de Bécquer). Lloviznaba y yo me figuré una mujer ideal a quien mi padre amaba y se diluía en el cielo gris, sin


permitirnos alcanzarla. Luego pensé en mi abuela, que vino a cuidarnos y parecía concentrar en ella todas las virtudes de la madre tierra. Y a medida que iba creciendo e iba escuchando las historias de mi propia familia –un Juan Carrera que se pegó un tiro a principio de siglo y como no se mató con el de la sien se metió el caño en la boca y esa vez lo consiguió; un Alberto Revainera (padre de mi mamá) que era concertista, se enamoró de una “Beatrice” italiana y se casó con otra por compromisos familiares, de los mismos Revaineras dueños y fundadores de un pueblo a mediados del siglo pasado, cuyas historias, con inmigrantes suecos, alemanes y los ingleses, desde el ferrocarril y las compañías forestales, dominando todo e imponiendo los usos y la cultura y entre ellos los Revaineras, como intermediarios válidos para la población... un abuelo Carrera que fue montonero y también un Coria que combatió con Güemes... en fin, tantas historias, incluyendo la de mi propio padre, que era un poeta famoso y seductor en su tiempo (y todos los conflictos morales que el donjuanismo le inducían y de los cuales nosotros con mi hermano sabíamos)... y siempre en las historias, mujeres... mujeres como ángeles, mujeres como “Lamiae”, hamadriadas o estrigas... Más tarde, cuando despuntó en mí la pubertad, empecé a pensar aún más en las mujeres; puesto que yo me crié únicamente entre hombres desde los cinco años


(éramos solamente mi hermano Gustavo y yo, mi padre, mi abuelo y mi abuela, que como te dije para mí era una mujer casi sólo en sentido simbólico); y bueno, para mí la mujer fue siempre uno de los más soberanos y apreciados misterios... Te podría hablar mucho de eso, pero creo que se puede tomarlo en parte, como vos lo dijiste, de mis novelas y cuentos. Como escritora, creo que cada línea que se escribe contiene una parte de uno mismo, un trazo grueso o sutil, oscuro o luminoso del propio ser. Sin embargo, aunque todo provenga de la misma persona, de la misma historia, cada línea, cada verso, cada página es diferente, única, singular. Por eso cada libro es un hijo del escritor, un hijo que tiene su propia personalidad, integrada por algo de su padre –que le da un “aire de familia”, identificándolo como producción del autor–, pero que tiene características particulares. ¿Cómo es esa personalidad de El Malamor? J. C.: Respecto de este libro, debo decir que se diferencia de los otros que he escrito principalmente en su tono. Esto es, mientras Abelardo por ejemplo, o Ciclo de Antón Tapia”, son novelas en las cuales campea permanentemente un trasfondo de tragedias, El Malamor es un libro fresco, divertido. Esto es natural, ya que las


de las novelas son acciones que transcurren sobre y entremezcladas con la historia de un período de la Argentina –los años que van de los 60 a los 80– en los cuales, si fuese de otra manera, significaría que el autor ha estado con la cabeza enterrada mientras a su alrededor el mundo se desenvolvía en medio de una dinámica al mismo tiempo frenética, sangrienta y calidoscópica. El Malamor –además de dar nombre al libro es uno de los cuentos, que trata sobre una relación de incesto, origen de una transformación metafísica monstruosa, como quieren los mitos de nuestra región de Argentina, El Malamor, te decía, es la reunión de incursiones absolutamente libres de la imaginación, fuera de esa dura realidad exterior que vivíamos en aquellos años, que fueron igualmente los de la creación de esos relatos. Contame sobre la gestación, sobre el origen de este libro. J.C. : Pese a haber sido escrito en períodos contemporáneos a los anteriores –normalmente escribo dos o tres libros paralelamente–, El Malamor lo fue de un modo desapegado, es decir, buscando deliberadamente los temas que no tenían relación directa con lo que sucedía, o podía tener matices sentimentales


directamente relacionados con la realidad histórica. También, de algún modo, significaba un descanso psíquico para mí: mientras escribía sobre historias atormentadas y tragedias – que en algunos casos, como en la novela “Ciclo de Antón Tapia”, producían asociaciones históricas, con la represión mitrista del siglo pasado a los montoneros del interior, o los combates recientes–, cuando escribía sobre asesinatos e historias de amor destruidas, como te decía, sentía muchas veces la necesidad de hacer un “cuento perfecto” (para mí un cuento perfecto es un argumento totalmente imaginario, desde la primera a la última frase, aparte de formalmente cuidado y bello); entonces me ponía a escribir, por ejemplo, sobre las posibilidades metafísicas de la materia y el tiempo, las leyendas del almamula, el “petiso fantasma” o una historia de amor entre adolescentes durante unas vacaciones de verano... Salió, entonces una serie de relatos divertidos, si se puede llamarlos así y en general muy cuidados en el lenguaje. En tus escritos, sobre todo en las novelas, hay mucho de tu experiencia vital. Creo que no ocurre lo mismo con tus cuentos, en los que yo veo –porque te conozco hace mucho tiempo– una suerte de dimensión imaginaria, ficticia, como de despegue total de la


realidad. Me da la impresión de que sos más libre en tus cuentos, más feliz si se quiere. Acaso escribir un cuento sea para vos intentar re-vivir tu historia, para reflejar de otro modo tu experiencia personal... J.C. : Prefiero no hablar tanto sobre lo personal. Mi vida ha sido dotada, si se puede llamarlo así, de una intensidad poco frecuente (o tal vez mi propia imaginación la ha teñido y modelado, como sostienen algunas religiones orientales); lo cierto es que a veces temo que hablar de ella es hacer competencia a mis libros. Tú sabes que mi padre es un ex-poeta conocido aquí, tú sabes que estudié piano desde la infancia, más tarde pintura y toqué en conjuntos de rock; tú sabes que escribí mis primeras cosas como periodista, que desde los veinte años escribí en varios periódicos, por lo cual tuve problemas en la época del proceso... cosa que me sirvió pues, como dice Nieztche “todo lo que no te destruye te fortalece” y porque el hastío de tanta violencia de ese período me convirtió en convencido pacifista... en fin... También me casé, hace 18 años, con una vitalísima cordobesa de San Francisco y con ella tengo cuatro hijas... De hecho, mi vida se refleja en gran parte dentro de lo que escribo, particularmente en mis novelas, en las cuales, si bien no hago un relato estricto de ella, tomo más o menos algunos hechos que


sucedieron a mi alrededor –y conmigo– personas que conocí, o cosas que me contaron como reales, mas siempre subsidiariamente respecto de los ejes del argumento, que siempre es imaginario, es decir una composición de sucesos que nunca se presentó de tal forma precisamente en la historia. ¿Crees que un pasado desconocido, inaccesible a través de la ciencia histórica, esté presente de algún modo en el “hoy” del que escribe? J.C. : Sí; por ejemplo en la novela El Jinete Oscuro, que hasta ahora es la más larga que escribí (unas 500 páginas de libro), toma como eje dos vidas que en cierto modo me pertenecen: la personal (en su sentido familiar) desde cuatro años antes de mi nacimiento, en 1949, hasta 1963 y la de un antepasado militar, combatiente de las luchas por la organización nacional, durante la década de 1870. Estas dos historias juegan un papel concertado, aunque en este, que es el primer tomo de una saga que he planeado en cuatro libros, apenas esbozo la segunda, para dar prevalencia a la familia del protagonista; el padre –un poeta que trabaja como libretista de una radio– , sus abuelos –un comisario retirado, que de joven fue arriero, mayoral de estancia, cuchillero y por fin comisario– una abuela cuya personalidad es un arquetipo


de la cultura “hispanoaborigen”... y otros que, sí, pueden encontrárselos en mi vida. ¿Cómo se manifiesta en tus novelas ese tu otro pasado, es decir, esa historia que objetivamente puedes contar, que has vivido? J.C. : Bueno, también en Ciclo... y la novela Abelardo, editada a fines de 1991 y mi última novela, una historia de amor en los '70 aún inédita, que tú conoces, hay bastante de lo personal... durante casi todo lo que duró el proceso militar conocí y viví miles de historias personales de mis amigos, de sus familias, con desapariciones, torturas, combates armados que me narraban, en fin... todo eso se refleja en parte en estas novelas, cuyos argumentos transcurren durante ese periodo... pero sólo un reflejo parcial, pues creo que para escribir sobre eso –como una vez le decía a Mempo Giardinelli– soy cauto y todavía tiene que pasar un tiempo, para escribir sobre las historias de las cárceles y la lucha armada sin que se convierta en una mera obra testimonial... ¿Sabes?, el escritor tiene mucha responsabilidad, porque su obra trasciende; un video u otro tipo de obras, aún no han logrado la trascendencia de un libro a lo largo de los siglos... entonces, uno debe despojarse de todo sentimiento malsano que pueda


enturbiar la creación: rencores, aspiraciones personales, por muy justas que le parezcan (siempre nos parecen justos nuestros propios reclamos), para que lo producido, sea una obra de arte, algo que acreciente al lector – de ahora y de las próximas generaciones– y no que le infunda odios o confusiones. Una obra de arte, para serlo realmente, debe transmitir las esencias de los sucesos, su sentido oculto... recuerdo que Mempo me dijo “epa, sos muy ambicioso”, porque le comenté que aspiraba a escribir algo como “La condición humana” de André Malraux, respecto de la época del proceso y para ello debía dejar pasar los años, que mis sentimientos se calmen... y sí, creo que para ser artista hay que ser ambicioso. ¿Te sentiste identificado con André Malraux, ideológicamente, como ensayista de arte, o te agradó su literatura? ¿Qué escritor te influyó? J.C. : Bueno, no sentí particular atracción por Malraux; sólo La condición humana me conmovió muchísimo (yo tenía 21 años), pero no creo que lo ideológico (en el sentido de un “cuerpo de ideas” que constituya una cosmogonía) sea determinante para la literatura; al menos no lo fue en mí: yo tenía por ejemplo la “contradicción” de que mientras me crié en un hogar


de un conservadorismo filonazi (con el cual también me identificaba en la infancia), leía las vidas de los pintores “malditos”, obras de comunistas como Gorki o autores judíos. En mi etapa de elección vocacional, a los veinte años, me agradaba muchísimo Alexsandr Solhenitzin – por inducción de sus libros devoré luego a Dostoievsky y Tolstoi–. Pero mis verdaderos maestros fueron cuatro: José Hernández, Gustavo Adolfo Bécquer, Edgar Allan Poe y Hermann Hesse. En ese orden. A propósito de tus inclinaciones “ideológicas” en el arte, se que integras un movimiento vanguardista internacional... ¿el INIsmo? J.C. : Así es. ¿Qué es el INIsmo? J.C.: Es agua y es viento. Es fuego y aire: la intención de este movimiento es recuperar el aliento creador de la humanidad, que ha perdido la iniciativa en este campo, deslumbrada por la tecnología, que de algún modo ha sustituido esa prerrogativa propia de los humanos. Entonces, el INIsmo, está trabajando para crear otra vez, a partir de la molécula más pequeña, una nueva forma de ser humanos...


¿Es un movimiento europeo? J.C.: El INIsmo nace en Francia, en 1980, fundado por Gabriele-Aldo Bertozzi –quien continúa siendo su orientador. Pero a poco de andar, se convierte en un movimiento internacional. De hecho, casi simultáneamente hace su aparición en Argentina, a través de una entrevista a Bertozzi publicada por la revista Pájaro de Fuego, ese mismo año de su fundación. Enseguida se conecta con ellos el poeta porteño Hugo Fiorentino y a través de él, que era mi amigo, conozco a este movimiento que integro hasta hoy. Presentame a El Malamor… J.C. : Este libro contiene 28 cuentos, algunos cortos, algunos largos, como “Niebla en los árboles” una historia de ficción que llega casi a las 60 páginas... Bueno, en este libro hay un poco de todos los campos en que se puede incursionar: policiales, creaciones en base a los mitos, como la salamanca, el duende, las ánimas del bosque; cuentos de amor, cuentos experimentales, donde se inventan palabras y se alude a realidades multidimensionales; cuentos “de terror”, de ficción fantástica, filosóficos... en síntesis, un muestrario,


cuyos hilos unitivos fundamentales son el haber sido escritos más o menos en cierto periodo y algunas pautas éticas, percepciones del universo particulares y un código que refiere a realidades trascendentes. Me gustó mucho escribirlo y ahora que lo releo para corregirlo antes de que salga publicado... también me pone muy contento.


EXPLICAR LA REALIDAD A TRAVÉS DE LA MAGIA POR MARIELA RUTH GÓMEZ - ENTREVISTA GRABADA EN TRES SESIONES 1993. LO QUE SE TRANSCRIBE A CONTINUACIÓN, ES SU EXTRACTO, PUBLICADO POR EL DIARIO EL LIBERAL EN FEBRERO DE 1993. DURANTE EL MES DE ENERO DE

El Norte Argentino es una región de bellas y enigmáticas leyendas que, custodiadas por sus habitantes, guardan celosamente la magia, los secretos que envuelven cada una de ellas. Atrayendo a incrédulos, ofreciendo el poder de ahondar y rescatar el origen profundo de ciertas características de nuestra identidad. Poder descifrar tales historias, recobrar puramente su significado y transmitir su mensaje, requiere arduo trabajo, gran imaginación y, por qué no, de magia. Julio Carreras ha logrado en sus cuentos una pacífica convivencia entre estas historias, su experiencia personal y variantes especialmente fantásticas. El autor es un hombre dueño de un don muy especial... el de transformar la realidad en poesía. Con cuarenta y tres años es autor de cuatro novelas, dos libros de cuentos, múltiples ensayos y libros de poesías donde su cálida y pacífica personalidad se transmite en cada línea. Estudió


artes plásticas en la Academia Nacional de Bellas Artes “Juan Yaparí”, también música en el conservatorio Rossini de Paula; quizá sea ese aire de artista innato lo que le permite pintar con palabras y traducir en música literaria toda la esencia y ese marco misterioso de nuestra identidad. Su actual trabajo a cargo del suplemento Cultura y Educación del diario EL LIBERAL le permite canalizar gran parte de este talento, que llevó a Mempo Giardinelli a calificarlo como “uno de los escritores del año 2001” (“Así se escribe un cuento”, editorial BEAS, Buenos Aires, 1992).

Mariela Gómez: Con respecto a esto último... ¿cómo logras esta conjunción de elementos, en tu obra El malamor? Julio Carreras: El cuento del título es una recreación de la leyenda del “almamula”; te digo recreación porque de hecho, creo que los mitos son una base de creación y su interpretación se va transformando a medida que se va modificando la realidad histórica. No se puede contar la leyenda del almamula como lo contaban nuestros abuelos, ahora, en tiempos de aviones y televisión. “El malamor” es un cuento ubicado en los años cincuenta y trata de un hombre maduro, que luego de un matrimonio


desafortunado, durante sus vacaciones, conoce a una chica de la cual se enamora y que resulta ser un almamula. Pero en el cuento no se dice que ese animal monstruoso que aparece fugazmente sea ella; aunque quede tácitamente explícito. No es el único elemento que sirve de base a este libro, pues además tiene un sentido de síntesis de los problemas que le interesan al hombre de hoy, respecto de la forma en que se relaciona con los demás y respecto de la forma en que se relaciona, si puede decirse así, consigo mismo. Entonces ciertos mitos santiagueños fundamentalmente han servido de base para algunos cuentos (no para todos). Yo creo que los mitos americanos son una fuerza riquísima para la creación y desde hace unos diez años que acaricio el proyecto de hacer un libro exclusivamente en base a mitos populares. Es un trabajo que posiblemente encare dentro de poco tiempo.

M.: Personalmente, de este libro me impactó el cuento “Negro mano chusa”, en el que descarga, sobre la leyenda de “la salamanca” una batería de sucesos irreales, instancias inéditas, increíbles... J.: Te agradezco mucho. Yo creo que lo que transforma en valioso a un trabajo artístico es su


universalidad, no porque necesariamente el autor lo haya intentado con deliberación, sino porque de algún modo se dan naturalmente. En el “Negro mano chusa”, por ejemplo, hay muchos personajes que podrían haber sido griegos, alemanes o norteamericanos; entonces un elemento que creo que podría tener importancia es que ese cuento les llega especialmente a quienes tienen mucha sensibilidad, sean de donde sean (te lo digo porque fue publicado en Buenos Aires y leído en otras provincias y despertó un eco particular, incluyendo un director cinematográfico que me dijo “si tuviera los medios – pues tiene muchísimos personajes– lo llevaría en el acto al cine”). Para mí es muy importante, también, la trascendencia; que el cuento o la novela no sean solamente la novela o la historia formal, sino que dejen un sentido trascendente a los lectores –aunque no siempre éste lo descubra racionalmente. M.: Cuéntenos sobre el génesis, la inspiración de este libro. J.: El primer cuento que hice, de este libro, no fue en realidad “El malamor”, sino otro, incluido en el mismo libro, que se llama “Hijo de Poeta”. Este surge de un sueño que tuve y que no pude escribir sino hasta dos años más tarde, porque no encontraba las condiciones de


tranquilidad que se requerían para hacerlo –era el año 1977, había dictadura militar y yo estaba preso, en condiciones bastante crueles–; a pesar de ello, lo escribí tal como lo soñé. Me quedó muy grabado, porque había sido como una película en mi mente. Es una historia en la cual un prisionero de las catacumbas cuenta una historia que, de un modo un poco fantástico va a ir a culminar en la figura (en parte simbólica) del emperador Nerón. Este cuento, casi textualmente se puede decir que es el “plagio” de un sueño. Ese fue el primer cuento de este libro. Y en base a éste se fueron enhebrando otros. Los tres primeros cuentos que escribí de esta serie son: “Hijo de Poeta”, “Negro Mano Chusa” y “La piel de Renata.” Esta última es la historia de un pintor que encuentra a “la mujer perfecta” y quiere representarla en un cuadro, pero no lo logra; toda la obra se basa en los intentos desesperados de este hombre por plasmar la belleza (la esencia de su belleza) de esta mujer –que es una modelo internacional. M.: En sus relatos la mujer parece distante, difícil de alcanzar, mala o buena: pero casi siempre inaccesible: ¿Cuál es el verdadero sentido o el papel que le da a la mujer en sus obras? J.: Considero que la mujer es mucho más importante


de lo que hasta ahora la ha considerado la historia de la humanidad –escrita por hombres–; creo que justamente por eso está omnipresente en mi trabajo... Pues al percibir lo que te dije, esa importancia acumulada y no manifestada, de la mujer a lo largo de los siglos, trato en lo posible de transmitirlo y compartirlo con los lectores... M.: Pero también percibo algo, un poco más complejo, más personal... J.: Personalmente me entusiasma la idea de que la mujer representa el camino de la perfección y la perdición para el hombre. Tanto la caída como la salvación se logran a través de una mujer, en las más antiguas tradiciones teológicas. Siento que el camino para nosotros, los hombres, puede estar en perseguir esa ensoñación que por lo general nos acosa a los poetas desde la infancia: la mujer ideal, dispensadora de calma, confianza, paz y perdón. La mujer virginal, que al unirse al hombre también lo mata –y se mata a sí misma–, pues allí termina su trayectoria material para convertirse ambos en puro espíritu... La metáfora de Romeo y Julieta creo que es esa: la de un amor perfecto, que culmina con la unión definitiva, que no se produce ya en este mundo – pues la limitación material del cuerpo


hace eso imposible... Y en lo personal, podría decirte muchísimas cosas, hablar horas sobre el tema, incluyendo el de que por cierto he vivido –y vivo– cotidianamente incluido en esa metáfora, de que te hablé; pero eso tal vez no sea apropiado conversarlo en un reportaje literario. M.: Si es que lo está: ¿hacia qué tipo de lector está orientada tu obra en general? J.: Yo escribo como pintar, como filmar, como hacer música; nunca he dejado de lado ninguna de esas actividades, con las cuales me he educado desde que nací (no es una metáfora: mi padre, que también era poeta, tocaba en su violín la “Serenata de Schubert” en el desolado silencio del campo santiagueño, junto a mi cuna de bebé, para arrullarme); entonces, al igual que el cine o la música, mi literatura está dirigida a todos y espero que todos puedan encontrar algo que les pueda interesar allí. Y, aunque para algunos sea comprensible sólo un aspecto de esta literatura, creo que para todos es válida. M. ¿Qué intenta transmitir a quienes lean, éste último libro, El Malamor?


J.: El libro contiene varios cuentos y cada uno de ellos, un intento diferente... por ejemplo, una vez tuve una experiencia que me demostró que no siempre se percibe, en un trabajo, lo que se quiere transmitir profundamente. Una vez en Buenos Aires, me encontré con un antiguo amigo mío, abogado, quien fuera también consultor de la UNESCO en Francia *, hacía poco. Cuando nos encontramos, en su oficina –muy a lo “ejecutivo de Nueva York”– él me contó que había leído “Negro mano chusa” y que le parecía un cuento excelente... “se nota la mano de un escritor profesional –recuerdo que me dijo– y por partes me recordó a Borges... pero el final, me dice, me pareció muy rápido, casi abrupto”. Esto me dejó decepcionado, pues me di cuenta –aunque por cortesía no lo hice notar– de que en realidad este hombre educadísimo no había percibido el sentido oculto de este cuento... que consiste en una metáfora, que sugiere de una manera sutil una salamanca, un infierno antiquísimo, aquí mismo... en nuestro mundo. Este sentido fue captado claramente, fijate, por una chica de 18 años, estudiante secundaria, que me habló de “Negro mano chusa” sin saber que yo era su autor (fue una conversación casual, mágica, en una librería; ella había leído ese cuento en “Clepsidra” una revista literaria de Buenos Aires, que adquiriera poco antes en Marcos Vizoso)... lo cual demuestra que


no necesariamente son los intelectuales quienes perciben los sentidos más profundos de las cosas. * Se refiere a Rodolfo Mattarolo.

M. ¿A qué atribuye ese “toque” mágico que caracteriza a sus obras, tanto en El Malamor como en su libro anterior... Abelardo? J.: Mi concepción de la magia, en el momento en que escribí estas obras –y ahora, con un carácter más complejo va en este sentido; siempre he buscado comprender el sentido de lo metafísico, de lo que sucede por atrás y por encima de lo material, por lo que me interesan mucho las antiguas civilizaciones, donde la magia era el factor desencadenante de la vida; es decir, era lo que existía entre la ciencia y lo divino, formando un tercer elemento relacionante, ocupándose de temas terrenales, sin perder su referencia inmediata a lo sobrenatural. Para mí, el nexo entre Dios y el mundo es la magia; entonces la magia siempre me ha interesado como un elemento imprescindible para poder explicar la realidad... ninguna realidad se puede comprender de una manera profunda si no se apela a un sentido mágico. En el libro Abelardo, la comunicación que se da entre este y su amigo (comunicación sin palabras) es una situación


puramente mágica, en la cual se conjugan los elementos metafísicos con los elementos materiales, que se expresan en la conciencia a través de los sentidos del cuerpo. Esta relación, en situaciones particulares –no se si recuerdas la transformación de La Madre en cóndor en cierto pasaje de Abelardo–, logra alcanzar efectos mágicos. Deberíamos decir aproximadamente qué es la magia... bueno... la magia es, principalmente, la comprensión de ciertos mecanismos que tienen las fuerzas ocultas de la naturaleza en manifestarse y su manejo como si se trataran de elementos objetivos. Eso es la magia. Pero la civilización actual –que en realidad es la civilización de fines del siglo XVIII– ha dejado de lado y en algunos casos hasta ha atrofiado el sentido del instinto y de la intuición, que son elementos fundamentales para comprender lo mágico. M.: La recepción que la sociedad santiagueña le ha dado a la literatura de Julio Carreras, ¿lo ha gratificado como escritor? J.: Estoy muy conforme con el pueblo de Santiago del Estero... –parece el discurso de un político...–, pero realmente es así. Después de una primera etapa, cuando recuperé la libertad (en 1982) en la que fui ignorado totalmente por los “intelectuales” santiagueños (a


excepción de Alberto Tasso, cuyo entusiasmo por mi trabajo me gratificó de entrada), luego aparecieron las viejas amistades y con ellas el reconocimiento humano de la gente, que para mí es muy importante... Guillermo Abregú jugó un papel importante en mi carrera literaria, pues cuando lo pusieron como encargado del Suplemento Cultural del diario EL LIBERAL, una de las primeras cosas que publicó fue un cuento mío... y a lo largo de su gestión no cesó de pedirme y publicar trabajos míos, y, algo que es muy importante, fue el primero que obtuvo para mis cuentos una remuneración... después vendría La Voz del Interior, de Córdoba y otros, pero Guillermo fue el primero y a él yo le estoy muy reconocido... Abelardo trajo consigo mi reconocimiento popular como escritor, no sólo el de los intelectuales, sino el de la gente “común” –si se puede decir así. Estoy, pues, muy conforme con el eco de mi trabajo en Santiago. M: “El proceso” le privó años de libertad (1976 a 1982)... ¿influyó esto en su carrera de escritor?.. ¿cómo? J.: Recuerdo no sin estremecimientos íntimos que una vez en 1975, agobiado por las muertes cotidianas y la lucha, además de las luchas para mantener a mi familia (yo era recién casado y trabajaba como jefe de personal


en una fábrica, en Córdoba; me era imposible ya trabajar de periodista por las persecuciones políticas y había andado casi un año escondido, agarrando trabajos de albañil para subsistir), cansado y transido por el dolor de esa guerra, pensé “me gustaría que me metieran preso por tres años, para poder escribir”... tal vez lo presentí, pero te aseguro que no lo volvería a pensar; lo cierto es que me tuvieron siete años, también a mi esposa y no dejo de dar gracias porque hayamos salvado la vida... Y sí, ello ha influido mucho en mi vida y en mi profesión... pero creo que muy bien, pues como decía Nieztche “todo lo que no te destruye te puede fortalecer” y eso es exactamente lo que conmigo sucedió. M.: ¿Podía escribir, estando preso? Usted me dijo que escribió su primer cuento “bueno” estando en Sierra Chica, que, si no me equivoco, fue la misma cárcel en donde lo tuvieron a Juan Moreira... J.: Sí, no te equivocas... fue allí, en una de aquellas celdas medievales con puerta doble y ventanucos enrejados y altos a los cuales teníamos prohibido subirnos... a los veintisiete o veintiocho años más o menos, recuerdo, una mañana luminosa de otoño... había leído, en La Biblia, un relato que me pareció genial: el libro de Tobías, que me había motivado intensamente (es


una obra literaria maravillosa) y parece que actuó en mí como una especie de catalizador de ideas. Mientras almorzaba (muy livianito, para no perturbar mi capacidad creativa), se me ocurrió el argumento, e inmediatamente después me puse a escribir. En una hora había conseguido elaborar un cuento perfecto, el primer cuento perfecto que escribí en mi vida, de más de quince páginas, al que titulé “El hombre que se convirtió en gato”. A este cuento lo perdí luego, en una requisa, es decir, un grupo de soldados, suboficiales y oficiales, que entraron en mi celda y con la percepción que tiene el represor para descubrir lo que más te agrada, lo que sientes y quieres, tomaron mi cuaderno y sin tocar absolutamente nada de lo escrito con anterioridad, arrancaron justo ése cuento, destruyéndolo luego. Uno de mis compañeros, a quien le gustaba Fray Mocho, tuvo tiempo de leerlo antes... y con un criterio, no se, tal vez un poco exagerado me dijo que mi cuento le gustaba mucho más que los de Fray Mocho... Para mí fue una gran emoción... y esta experiencia es la que me arrojó a escribir casi todos los cuentos de El Malamor. M.: ¿Cuáles son las características de este cuento, “El hombre que se convirtió en gato”, que hacen a tus agresores identificarlo, fácilmente, como peligroso para ellos?..


J.: Esta historia de la “puntería” de los milicos me hizo reflexionar bastante... en un principio me dejó perplejo, aparte de dolorido... porque, según mi criterio, no tenía nada demasiado transgresor, nada directamente “político”, o “izquierdista”, que era lo que ellos reprimían... era la historia de un hombre joven, quien, al borde de la desesperación, descubre en un viejo libro obtenido de un buhonero, la fórmula para convertirse en gato y escapar sin que lo viera la dueña de la pensión, a quien debía medio año de alquiler... por una serie de encadenamientos de sucesos casuales, comprende luego que, como gato, pero con inteligencia humana (y la posibilidad de retomar su condición anterior) puede enterarse de muchos datos vitales para el funcionamiento de la sociedad... bajo las mesas de los industriales, en las reuniones de los sindicatos, en las de los altos mandos y las reuniones secretas del gobierno, como un inocente gato, accede a las claves del sistema y pronto se convierte en un hombre de poder inmenso... el cuento termina con una metáfora sobre la coprofagia del poder... bueno te lo podría contar a todo, ya que nunca lo volví a escribir: hasta el detalle de que, por supuesto, convertido en magnate luego de hundir a su socio, se queda también con su mujer, una bellísima y peligrosa sílfide que luego termina dándole el mismo tratamiento


que a su marido... pero no, no es oportuno en un reportaje. Bueno, ese cuento no les gustó. Mucho tiempo después, llegué a la conclusión de que, aunque eran individuos primitivos y brutales (y justamente por eso, muy instintivos), percibieron que yo había logrado penetrar muy profundamente en los mecanismos que echan a rodar el funcionamiento de la opresora sociedad industrial, es decir, las grandes líneas sobre las que basan el poder los Estados de este siglo (sean capitalistas o comunistas, porque en eso no hay diferencias), particularmente la caracterización del rol de integrador o nexo de las partes del “aparato” social (lo que la jerga industrial llama “el ejecutivo”, que hoy juega un papel vital para la estructura de poder) y lo identificaron rápido como algo inquietante, como algo que ponía en peligro – por entendimiento– a ese sistema, del cual ellos eran cancerberos. M.: ¿Cuánto tiempo dedica, como escritor, a cada una de sus obras?.. puesto que, aparte de esta actividad, es reconocido su trabajo en el diario EL LIBERAL, a cargo del suplemento Cultura y Educación? J.: Normalmente escribo muchas cosas al mismo tiempo, aunque a veces demoro meses en retomar alguna


que dejé en el camino, para entusiasmarme con otro... salvo alguna novela o cuento para los cuales me pongo un plazo y lo cumplo... casi siempre hago cuentos paralelamente, cuando trabajo en alguna novela; esta es una disciplina que aprendí de grandes intelectuales, como Marx o Thomas Mann, puesto que el cambiar de género, significa también una especie de descanso psíquico... Soy un escritor disciplinado, como ves, pues considero eso fundamental. En la actualidad puedo dedicar sólo una hora por día, más o menos, al trabajo literario personal; pero eso no me preocupa, por tres razones: escribo muy rápido, así que tal vez en una hora puedo producir dos o tres capítulos de algo; tengo muchos libros sin editar “de reserva”, del tiempo feliz en que mi esposa –con un buen puesto que había obtenido y que no le impedía controlar los aspectos esenciales del hogar– podía apoyarme para que yo escribiera todo el día. Y luego y finalmente, que el hacer la sección cultural de un diario es para mí un trabajo totalmente integrado a mi vocación, hasta el punto que lo considero con seguridad parte de mi profesión de escritor. M.: El trabajo que conlleva crear una obra, un libro, no sólo consiste en escribir cada una de sus páginas sino también en transmitir a través de su “fachada” toda la esencia del contenido; buscar y armar un equipo,


disponer de capital, etc... ¿cómo se desarrolló este proceso en el libro El malamor? J.: Muchas veces los escritores optan por entregar sus obras a las imprentas, para que hagan con ellas lo que quieran (eso se justifica y hasta cierto punto, hasta cierto punto, con las grandes editoriales de libros, que aquí no las hay); por el contrario, a mí me gusta ocuparme de cada detalle de mis libros, como si fuese una artesanía. Por ejemplo, para la tapa de Abelardo, sacamos más de cien fotos de una modelo, con diferentes ropas o sin ellas (naturalmente en situaciones expresivas que le iba creando yo, en el campo o en escenarios particulares y un fotógrafo, Gustavo Tarchini, de gran profesionalidad) Para representar la tapa de El Malamor trabajé al principio con un grupo conformado por una psicóloga y actriz, joven, muy linda y expresiva, un músico de rock que tiene una pinta de duende de cabellos largos, genial y gran plasticidad, otro actor joven, un fotógrafo tucumano que además es actor... en fin, un equipazo... llegamos a hacer tres o cuatro ensayos muy buenos, con ellos haciendo expresión corporal, con música de Manolo Juárez, de Pablo Aznárez y Litto Nebbia y sacamos varias fotos... Pero luego se empezaron a entrecruzar cuestiones personales, diálogos encontrados y muy largos, malos entendidos... no resultaba, pues


debíamos ser ejecutivos, ya que el tiempo no sobraba. Así que finalmente decidí cambiar sobre la marcha, llamé a una adolescente muy bella, Pamela David, a Manuel Gómez Aguilar, un arquitecto que también es actor, ya maduro y con ellos y el infalible Gustavo Tarchini, hice las fotos, que esta vez sí, resultaron bellísimas y ya elegí una de ellas para la tapa. Como ves, la edición de un libro en estas provincias (al menos si uno lo quiere hacer al mejor nivel) es un emprendimiento que moviliza actores, modelos, camarógrafos... todo un mundo que se mueve alrededor de lo que, finalmente, resulta simplemente en una buena tapa que exprese el sentido del libro y atraiga al lector. M.: ¿Cuál es el sentido de tu obra, si crees que tiene alguno? J.: Alabar a Dios. Digo esto con cierta osadía, pues la civilización centroeuropea del racionalismo ha calado hondo en estos tres últimos siglos y ha llegado a considerarse “de mal tono” que un intelectual hable de Dios. Pero mi obra, como mi vida misma, está consagrada a desarrollar este “talento” (en su sentido bíblico) que me ha sido otorgado junto con mi persona al nacer. Y dentro de este sentido global, otros: la búsqueda de los orígenes de la humanidad, cuestión que me


interesa sobremanera; las posibles razones por las cuales se destruyen los vivientes, las de por qué se aman, en fin, creo que la mayor parte de ellos explorados y hasta obsesivamente buscados por las artes y las ciencias desde hace siglos, pero no por ello menos vigentes. M.: ¿Para usted es muy importante el éxito? J.: Sí, el éxito es necesario como una forma de constatar que el trabajo de uno posee verdadero valor. Pero no me refiero al éxito que generalmente se entiende por tal. M.: ¿Qué significa la palabra “éxito” para usted? J.: Primero te diré, si me permites, lo que no significa. Hay dos maneras de interpretar el éxito que son equivocadas y justamente son las que la gente común sustenta. Una es creer que éxito es recibir aclamaciones y la gente lo reconozca a uno y “le palmee el lomo”, como vulgarmente se dice. La otra, que sus libros se vendan mucho. Pero el verdadero éxito no se mide fácilmente, tampoco se lo percibe fácilmente, pues se trata de algo esencialmente inmaterial. El éxito que el escritor consciente busca es en el interior del lector. Es decir, que en el interior del lector, en su corazón, en su mente,


se produzca una transformación. No en el sentido de cambiarle la ideología o algo por el estilo, sino de que el lector le crea a uno, crea en el mundo que le está entregando y lo haga suyo. Entonces, al hacer suyo el mundo que tú has creado, ese lector ya ha modificado su mundo , ha incorporado el tuyo. Y ha enriquecido el suyo. No importa entonces la cantidad de lectores. Con uno que te lea y acreciente su mundo, tu misión como escritor está cumplido y tu vida tiene sentido. M.: ¿Cuál es ese sentido? J.: El de encarnar la función de “creador”. Pues al hacer un mundo creíble, un mundo que se incorpora a la imaginación del lector, que “te cree”, al autor cumple la más elevada posibilidad que se nos dio a los humanos: la del creador. Has creado mundos que existen. Existen en la mente del lector. M: ¿Cuáles son tus planes futuros e inmediatos? J.: Hay varias cosas. Una película pendiente, cuyo guión ya está hecho por Ricardo Aznárez, sobre “El malamor”... continuar con Quipu, cosa que haremos con Silvia Piccoli (ella se está ocupando también de tipear en computadora “El alma en cada abrazo”, la última y una


de las más largas novelas que escribí)... pero lo más concreto, lo que se dará en poco tiempo, es fundar una editorial, que trabaje sobre la demanda de hipotéticos lectores del centro, el oeste y el norte del país... eso ya está en una etapa avanzada de gestación... o, mejor dicho, se puede decir que ya ha empezado, con El Malamor.


“SANTIAGUEÑO

SOY SEÑORES”

ENTREVISTA EFECTUADA EN ABRIL DE 1993 POR SILVIA BAREI - PUBLICADA EN ALEPH, MENDOZA, ARGENTINA, EN JUNIO DE 1993.

LA REVISTA

Silvia Barei: –Escritor y periodista, ¿dos profesiones distintas o dos caras de la misma moneda? Julio Carreras : –La cuestión de “periodismo o literatura” ha sido algo permanentemente debatido ya que supuestamente la profesión de escritor confronta con la de periodista. El escritor elabora un lenguaje que tiene total libertad para buscar la belleza, que es el objetivo del arte. El periodismo trata de reflejar lo que nosotros llamamos “realidad”, que a veces es contradictoria, difícil y llena de presiones, con el agregado de que el periodismo está limitado a reproducir con la mayor fidelidad posible sucesos muchas veces olvidables. Cuando se produce la confrontación de la tarea del escritor con la del periodista, generalmente sucede en el campo de lo cultural, como en mi caso por ejemplo, dirigiendo un suplemento literario; lo que se hace, entonces es literatura, bajo la forma de un cierto


periodismo especializado. Pero los escritores que deben apelar al trabajo en una redacción para ganar un salario, muchas veces no tienen esta suerte. Entonces, sí, puede darse la necesidad de dolorosos desdoblamientos para poder cumplir cada función. S.B.: –Una pregunta repetida y necesaria: ser escritor y vivir en Santiago... ¿un espacio para el reconocimiento o un lugar negado en la literatura argentina? J.C.: –Los aborígenes, los tawantisuyus, tenían una especie de aforismo sosteniendo que el Cuzco, el lugar donde ellos estaban parados, era “el centro del mundo”. Vivir en el interior conlleva factores negativos y positivos: Santiago es una provincia pequeña, mediocre en muchos aspectos, particularmente en sus ciudades. Hay que vencer la absoluta incomprensión de la sociedad que no concibe que un hombre o una mujer vivan para el arte. Pero tiene las ventajas de no estar del todo infectado ni moldeado por concepciones que pertenecen a las culturas masivas de las grandes metrópolis. Nosotros, los escritores de provincias, tenemos la libertad que nos da la soledad. Hacemos y rehacemos en silencio nuestras obras y a fuerza de educar nuestro espíritu nos volvemos una especie de eco de la cultura


de nuestros pueblos. Por otra parte, los avances de la tecnología han hecho que el aislamiento ya no sea tal: podemos comunicarnos con cualquier lugar del mundo, puedo editar en Santiago como podría hacerlo en una imprenta de Nueva York, puedo recibir en tres días una revista literaria de España. (1) Yo he publicado en una revista de la Universidad de Los Angeles, otra de la Universidad de Roma y en revistas de París. De algún modo sucede como lo que dice Lao Tsi en un poema del Tao: “sin moverme de mi casa/ conozco el mundo”. S.B.: –Hablemos de Abelardo, una novela sobre Malvinas, sobre el Proceso, sobre el país que duele, sobre búsquedas existenciales... J.C.: –Algunos intelectuales que han leído Abelardo con un sentido crítico dice que es un libro excesivamente condensado, lo cual hace su lenguaje un poco frío. Tal vez sea porque intenté escribir un libro dentro de lo que considero “literatura pura”. Mi propuesta quería ser la de una obra bella, una historia precisa, una novela que sea también poesía. Y de algún modo me he propuesto también escribir una parte de la historia de mi país. Como no puedo comprender cuáles son los lenguajes de mi inconsciente,


he tratado de representarlos en códigos oníricos, para que el lector encuentre nuevas lecturas y simbolismos sobre la historia de nuestra nación. Esa larga escena en la cual el personaje entra –de algún modo también como un homenaje a la entrada que hace en el inconsciente simbólico Harry Haller, en El Lobo Estepario–, esa entrada al lugar que la novela llama Almacén La Flor del Seibo, donde se desarrolla una desmesurada y por por momentos convulsionada Fiesta, representa la entrada a lo profundo del inconsciente de lo que yo percibo como La Nación Argentina. Acerca de ello se trata de reflexionar en este libro, no con métodos lógicos sino simbólicos. Bien, pero creo que en última instancia los objetivos son desconocidos para el escritor, que como todo artista, nunca sabe exactamente por qué está creando como lo hace. Sabe nada más que debe hacerlo. S.B.: –Estás trabajando en un proyecto de video. ¿Cómo se compatibiliza el lenguaje de la palabra y el de la imagen? J.C.: –Esta es la primera vez que hago un trabajo completo con video, aunque en otras oportunidades colabré con dos santiagueños que tienen premios nacionales, Juan Carlos Díaz Gallardo y José Luis


Doucornou. Ellos también están a cargo del aspecto técnico y las cámaras en esta filmación, sobre un cuento mío que se llama El malamor (con guión de Ricardo Aznárez y actores cordobeses del Taller Alta Córdoba). Es la historia de un hombre maduro que se va a Catamarca y se enamora de una chica sobre la que se cuentan historias extrañas, sugiriendo su condición de “almamula” (se sugiere que puede haber tenido relaciones sexuales con su hermano, y que debido a ello se convierte en un animal monstruoso y devora a sus amantes). El trabajo con la imagen es fascinante; pese a ello creo que la palabra es el origen de todo. Yo soy un hombre de convicciones religiosas –a las cuales he llegado por la fe y la razón–, uno de los factores que sostiene mi certidumbre acerca del valor objetivamente constructor de la Palabra (así con mayúscula, cuando se trata de la Palabra creadora). Es el motivo por el cual tambén considero que la literatura nunca va a desaparecer. Para mí todo es literatura: el cine es literatura, los actos de mi vida son literatura. Tengo un cuento –publicado en su revista literaria por la Universidad de Los Angeles– titulado El día potencial; allí un hombre comienza a caminar por una ciudad que se deshace, una realidad paralela, una realidad potencial generada por sus pensamientos. Este


paralelismo es semejante a la dialéctica de literatura y cine: el argumento se escribe se desarrolla originalmente en base a imágenes. El proceso continúa con la traducción nuevamente a las imágenes que se concretan en la película, esa “otra realidad”. S.B.: –Tu opinión sobre la cultura popular: Stavenhagen dice que es actividad creadora y no consumo pasivo de bienes industrializados. ¿Hay límites o cruces entre las culturas populares y las masivas? J.C.: –La columna vertebral de nuestra cultura se constituye como cruce de dos grandes afluentes: la cultura aborigen y la cultura latina. Por mi parte considero que la cultura española y la italiana configuran un bloque común, pero no la italiana de fines del siglo pasado, sino la medieval, que proviene de la conquista española. En la Edad Media casi todos los países que bordeaban el Mediterráneo tenían una cultura común, muy fuerte. Si se quiere hilar fino, se encontrará en esta cultura medieval también una significativa afluencia del pensamiento alemán a través del reinado de los Habsburgo, durante una de las etapas decisivas de la conquista y colonización. Es, pues, esta cultura común la que llegó a Latinoamérica con los españoles. Por otro lado, la tradición aborigen también era muy


fuerte en sus aspectos culturales y no había forma de ignorarla (salvo que existiera una brutal decisión de exterminio, como sucedió en el caso de los anglosajones que entraron en América del Norte). Los gobernantes hispánicos más esclarecidos tuvieron la capacidad de sentirse seducidos por algunos rasgos de esta cultura, e hicieron un trabajo de reelaboración que ha permitido que parte de esa cultura sobreviva. En el pueblo de mis abuelos, Garza, acá en el sur, me he sentido conmovido por el espíritu de una cultura que pervive en las maneras de la gente y hasta en la forma en que se construyen las casas, con un estilo que recuerda a construcciones de España o Italia. Yo creo que son los sectores populares quienes han conservado la cultura de los pueblos americanos y si es que hay un cruce, pasa principalmente por estas dos culturas: españoles y aborígenes. Después viene todo lo demás: inmigrantes de otras épocas y de otras nacionalidades que no siempre se han mezclado y la influencia de la cultura masiva que se muy grande en el plano de la superficie, pero en el plano de lo profundo no ha calado todavía en los sectores populares de manera definitiva. Una prueba de esto es que, particularmente en el sector de la inmigración interna, hay miles de santiagueños en Buenos Aires, o hijos de santiagueños,


que hablan como porteños o se visten con remeras de la Universidad de Harvard o cosas así. Pero siguen viniendo año tras año a peregrinar a la fiesta semi pagana en el santuario de Mailín. Si hay un lugar en Santiago del Estero que se parece al Comala de Pedro Páramo ese es Mailín. Allí se desarrolla, durante sólo par de frenéticas, alucinantes jornadas, un ritual continuo que es el afluir de esta cultura. Es decir, el lugar donde se encuentra el origen de una cultura, un espacio que no ha sido modificado aún por los mensajes reguladores de la cultura masiva. S.B.: –En relación con esta pervivencia de las culturas autóctonas, ¿qué sentido tiene para América la conmemoración de los 500 años? J.C.: –La llegada de los españoles no puede verse como un “encuentro”, porque fue una conquista, muy parecida a muchas de las conquistas que han sucedido durante la historia de la humanidad. A mí me resulta comparable a las conquistas de Ciro el Grande, esto es, una conquista cruenta pero con ciertos aspectos benévolos, provista en este caso por el componente “cristiano”. Ciro permitió, por ejemplo, a los hebreos la práctica de algunos aspectos propios de su cultura, siempre bajo la égida de la Gran Persia, pero de un


modo distinto a la brutal sujeción debida a los Asirios, por ejemplo. Lo que no tiene demasiado sentido es la conmemoración. Creo, en síntesis, que ha sido una conquista cruenta: pero siempre la historia humana se ha desarrollado en base principalmente a conquistas. Es una fatal condición de los humanos el apropiarse de los territorios ajenos en base a la fuerza. En esto los españoles no se diferenciaron de los romanos o posteriormente los belgas o ingleses. Me agrada cierta observación de Mario Benedetti, cuando dice que el festejo de los españoles de lo que ahora llaman “Encuentro de Culturas”, es como si en Italia se festejara la sangrienta conquista de España por parte de los romanos. S.B.: –¿Crees que la conquista tiene un aspecto condenable, entonces? Básicamente condeno todo acto de conquista, pues supone violencia contra los habitantes naturales de una región. Así, creo que la conquista española sobre los aborígenes fue un crimen, tanto como la del Imperio Romano sobre Germania en el siglo II, antes de Cristo. Reitero que no me satisfacen los categóricos juicios de valor. Recordemos que los aztecas también fueron


crueles conquistadores, que sacrificaban vivos a sus prisioneros, arrancándoles el corazón. Ello no justifica por cierto los crímenes de los españoles. Pero cuando estudiamos la historia debemos poner todos los elementos en la balanza. Si uno trata de vivir con sentido, debe aprender a valorar los elementos positivos y negativos de todas las acciones humanas, de sus ideologías, no con actitud de rechazo hacia unos u otros, sino integrándolos en un proceso dialéctico, tanto para enriquecer su vida personal, como para aplicarlos al devenir histórico de la humanidad. Se trata de entender el proceso evolutivo de la humanidad y su naturaleza. Y de ese modo saber cuál será el papel que en ella cada uno de nosotros puede cumplir. Notas (1) Por esos años aún no se había comenzado a utilizar públicamente Internet. Con más razón, luego, aproximadamente desde 1996, esta afirmación resultaría válida.


“EL ERROR DEL ERP FUE CONTINUAR LA LUCHA ARMADA LUEGO DE LAS ELECCIONES DE 1973” ENTREVISTA EFECTUADA POR PABLO JULIO CÉSAR SORIA, EL 21 DE FEBRERO DE 2001, PARA SU TESIS DE HISTORIA ARGENTINA.

Julio Carreras es más conocido como escritor y periodista que como militante político. Sin embargo estuvo preso 7 años durante la dictadura militar argentina, debido a su militancia en el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) una organización que impulsaba la lucha armada para obtener el socialismo. Pese a que la mayor parte de su militancia se desarrolló en Córdoba, como periodista en diarios y revistas de Izquierda, hemos enfocado las preguntas principalmente sobre una realidad que también el escritor conocía mucho: la de Santiago del Estero, poco analizada hasta hoy. Pregunta: ¿Cómo fue tu juventud en Santiago y por ende, tus inicios hacia la política?


Julio Carreras: Mis comienzos han estado relacionados con las ideas revolucionarias del peronismo puesto que, tanto mi abuelo como mi padre han sido militantes peronistas y la conciencia política, de alguna manera vaga para mí, comienza alrededor de los cinco años, en 1955, cuando sucede el golpe en contra del gobierno de Perón. Allí lo veo a mi tío, un militante peronista que andaba escondido. A él le llevaba la comida que mi abuela le mandaba a una casa dónde estaba escondido. Me acuerdo claramente como me impresiona mi tío, uno de ésos días, cuando al dejarle la comida tenía un revolver sobre la mesa, una pistola calibre 38 largo, era imponente. Sin embargo, mi tío después niega que estuviera armado en la actualidad. Yo creo que eso forma parte del miedo retrospectivo que nos lleva a negar nuestra propia militancia o como sería el caso de Uriondo también, quién le negó una entrevista a un amigo mío, a Juan Manuel Aragón. Se escondió y nunca le pudo preguntar sobre su participación en los Uturuncos; Uriondo niega su participación en los Uturuncos porque ahora es un hombre del sistema y sin embargo para mí, que era un chico de 6 o 7 años, Uriondo era como un ejemplo, un


personaje heroico, yo lo recuerdo claramente; a lo mejor es un poco exagerado por la imaginación, yo lo recuerdo porque mi tío y todos los peronistas de aquellos tiempos como López Bustos, Abdulajad y mi viejo también, anduvieron tratando de conseguir la libertad de los Uturuncos que estaban presos, y en el ámbito familiar hablando bien de la guerrilla peronista como los llamaban ellos. Así que éstos son los primeros esbozos de conciencia política que hacia la adolescencia se fue perfilando más bien como un nacionalismo de derecha porque mi abuelo era un hombre con ideas conservadoras –no en el sentido liberal sino en el sentido de ser un patriota cuyo libro de cabecera era el Martín Fierro, cuya raza privilegiada era el gaucho, mezcla de hispano con aborigen y que hacía un culto al amor por la patria. Admiraba al nazismo, por ejemplo, o al fascismo pero principalmente al nazismo nada más porque había sido un aliado del país en contra de los intereses norteamericanos e ingleses. O sea que no lo veía con un sentido de movimiento antisionista o imperialista, como en realidad fue el nazismo sino como el aliado natural que tuvieron los movimientos nacionalistas e independentistas latinoamericanos en contra de su principal opresor, y así por eso también, después mis tíos veían a la U.R.S.S. con simpatía no porque fueran


comunistas sino porque era un aliado en contra de los norteamericanos. El verdadero peronista que en ése tiempo existía y que todavía existe, nada más que ahora mienten mucho, dirigentes peronistas que se han transformado o aggiornado, el verdadero peronista, digo, era un hombre nacionalista y socialista al mismo tiempo, un tipo de socialismo dentro de un capitalismo moderado y esto era lo que sustentaba aproximadamente mi familia. Nunca habían sido ni marxistas ni un socialistas, pero no hace falta ser un marxista para ser un revolucionario. Por entonces López Bustos junto con Abdulajad eran los que mantenían viva la llama del peronismo en Santiago, cuando muchos otros que después han sido funcionarios y gobernantes estaban con duda o directamente se habían borrado de la militancia . En esa infancia y adolescencia yo conocí a todos lo dirigentes peronistas de Santiago y de otras provincias, conocí también a José Alonso, a Vandor si bien no hablé con ellos –yo era un niño–, fui a las movilizaciones donde mis tíos me llevaban y hablaban ellos. Sobre todo, cuando hubo conflictos, aquí en Santiago, con los maestros que hacían movilizaciones en contra del plan CONINTES en la época de Frondizi. Esa fue la raíz de mi pensamiento político.


P. : En ese momento Carlos A. Juárez qué papel jugaba si es que jugaba realmente y qué posición empezó a adoptar... J.C.: Yo recuerdo vagamente –vale repetir que era casi un niño, tenía 12 años cuando los milicos lo voltearon también a Frondizi, en 1962– pero lo que tengo en claro es que Juárez intentó hacer un movimiento por fuera de la línea del peronismo siguiendo la línea de Vandor, él fue uno de los dirigentes peronistas que quiso presentarse a las elecciones de 1963. Intentó con Sapag, Bittel y Vandor hacer un peronismo sin Perón; eso le costó que muchas organizaciones como la 62 organizaciones lo declararan persona no grata y se alejaran de él (esto me lo contó Cárdenas, un dirigente sindical que luego fue vicegobernador de Juárez). Con mucha habilidad y con inteligencia también, me parece que logró reinsertarse en la sociedad porque en los 70 ya estaba de nuevo integrado, aunque después fue por líneas separadas con el peronismo institucional y las organizaciones revolucionarias. En las elecciones del regreso de Perón, Juárez fue a elecciones con el lema de la Democracia Cristiana, aliada con el Partido Comunista, en contra del peronismo, y ganó. Por eso es que Cerro fue senador, o diputado, no recuerdo bien, ese fue el


negocio de Cerro, alquilarle el partido a Juárez a cambio de algunos puestos – porque si iban solos la Democracia Cristiana y el Partido Comunista juntos no sacaban ni para un concejal. P. : Cómo se vivían las luchas de los estudiantes en el 69 y 71, en Santiago... J.C.: En Santiago no tenían gran repercusión; aquí había entrado la provincia en una etapa de cierta anestesia política. Yo era un chico de clase media que quería ser un niño bien argentino, un chico de aquellos que se peinaban a la gomina, que admiraban al gaucho porque era una onda sustentada por una parte de las clases dominantes en la Argentina, también porque cultivaba un antiimperialismo más bien de derecha en lo que se refiere a las costumbres, por lo tanto era un anticomunista. Para mí el comunismo era una fuerza oscura, rara, de individuos complejos y exóticos, que fumaban en pipa y asumían actitudes presuntuosas. Así me parecían los pocos miembros del Partido Comunista que había llegado a conocer algo porque eran amigos de mi papá. Entonces cuando surge el gobierno de Onganía creo que a todos los que tenemos una raíz nacionalista nos pasa lo mismo, mi padre por ejemplo en la época de Onganía –que aquí ponen como


gobernador a un general, Uriondo, pariente del otro Uriondo que fue Uturunco, ponen como ministro de gobierno a un Tte. Coronel Cáceres que era amigo de mi papá, a éste lo designan funcionario del gobierno; ellos hacen una hábil diplomacia política con respecto al peronismo prometiéndole participación y prácticamente en Santiago lo neutralizan por completo. Los sectores de izquierda por entonces eran muy pequeños –aunque en un par de años crecerían como hongos–; los únicos que se solidarizaban y lograban algún tipo de apoyo en conjunto con los movimientos estudiantiles eran estos sectores de izquierda; pero eran muy pequeños, así que desde el punto de vista colectivo pasaban casi desapercibidas aquí las movilizaciones nacionales y más aún otras como las del Mayo Francés. No para mí, a mí me impactó mucho El Cordobazo, por ejemplo, y me hizo pensar. Porque yo venía ya desde los 16 0 17 años en un proceso de reflexión, empezando por la guerra de Biafra que se da en el año 1967 aproximadamente, lo que se estaba empezando a conocer sobre la guerra de Vietnam todo eso va haciéndome reflexionar y ya venía con una creciente radicalización aunque era muy suave. Como te digo mi padre leía mucho, tenía amigos de gran nivel intelectual, como el Dr. Acuña, el Lic. Pedro Luna o el gran pintor Alfredo Gogna, con ellos discutía


con frecuencia sobre política y yo escuchaba. También por esos tiempos salió la revista Planeta –que aunque con cierta pereza empecé a leer cada vez más. Era una revista hecha por un marxista y un católico franceses, los mismos autores de El Retorno de los Brujos. Allí se abría un panorama muy amplio donde se incluía por cierto las movilizaciones juveniles, los grandes movimientos culturales de ruptura que se iniciaban, Vietnam... P.: Digamos que los hechos internacionales tienen mucho que ver en el pensamiento de una generación, puesto que como vos dices Vietnam, Biafra, el Mayo Francés son de alguna manera los referentes a nivel internacional con los cuales la juventud va tener como hitos. Ahora bien, tu decisión hacia la militancia política a qué se debe y cuándo se produce, porque tengamos en cuenta también que durante ése período, finales de los 60 y principios de los 70, otra parte de la juventud estuvo volcada al rock; porque recordemos que desde 1966 al 1970 se dio en EE.UU. todo un movimiento social que fue el movimiento Hippie, que indudablemente no pasó desapercibido en ésta parte del continente, incluso aquí dicho movimiento tuvo sus adherentes. Entonces podemos encontrar a dos tipos de adolescentes que enfocan o que tratan de dar


respuestas de diferentes ángulos. Uno desde la vertiente de la cultura y el otro desde lo político. Cómo ves vos el tema de los adolescentes y por ende cuándo fue el momento en el que optaste por la vertiente política. J.C.: Bueno a mí se me dio una situación privilegiada porque cuando aparecen los Beatles yo tenía 14 años más o menos, vivía como te digo en el seno de una familia que tenía una militancia política pero también leía mucho. Mi padre compraba todas, aunque suene exagerado, todas las publicaciones que salían. Esto te da una idea del poder adquisitivo, puesto que él era un empleado público que tenía dos puestos, pero con sueldos normales. Trabajaba en ese tiempo en Salud Pública como simple oficinista y por la tarde, trabajaba en la casa Spaini llevando la contabilidad; con eso mi padre pudo comprar todas las revistas del momento, incluso brasileñas, como una que recuerdo bien: O´Cruzeiro. Que tenía un página de chistes, muy simpática y bien hecha, perdoná la digresión, que se llamaba “El amigo de la onÇa”, muy graciosa y bien dibujada (también yo dibujaba historietas). Así es que tenía acceso a un material de primera mano. Por otra parte, cuando tenía 14 años, también estaba en la vertiente del rock puesto que tocaba la guitarra


eléctrica. Desde los 14 años empecé a trabajar como músico, no a tocar por “hobby” sino ganar plata con la música. La escuela me parecía estúpida y estéril, incluso mi propio padre, tiene parte de culpa en eso, porque él vivía diciendo que los sistemas educacionales eran caducos, que no se enseñaba nada, que aparte todo era mentira, tanto desde el punto de vista histórico como de la supuesta democracia que proclamaban los radicales de Illia, ya que en un país donde estaba proscrito el movimiento mayoritario era absurdo hablar de democracia. La politización para mí vino en tres etapas. El primer golpe fuerte que recibí fue a los 18 años cuando en la TV, que era nueva en Santiago, en un noticiero, vi la guerra de Biafra, vi la miseria en que vivían los pueblos africanos. Recuerdo claramente esa noche. De repente en el televisor apareció un niño que era imposible, no podía haber en el mundo alguien tan desnutrido, con tanta desolación en los ojos, con la pancita hinchada por el hambre, y el cuerpo arrugado como el de un viejo, a pesar que no debía de tener más de siete u ocho años. Entonces eso me chocó muchísimo, y yo que era un chango gordo, lleno de comodidades, repantigado en un cómodo sillón frente al televisor me puse a llorar, me salieron las lágrimas solas y me sentí lleno de vergüenza y dije “yo tengo


que hacer algo”. No sabía entonces qué, pero me dije no puedo ir a las reuniones de la acción católica y misas todos los días solamente para encontrarme con los boludos y las minitas del centro, aquí hay problemas más importantes para un cristiano. Y empecé a tomar conciencia de la pobreza en mi propia provincia por lo tanto pensé que mi ubicación debía estar al lado de ésa gente como cristiano, aunque por esos tiempos aún no se me presentaba muy claramente la noción de la lucha armada. Es cierto que había ocurrido la muerte del Ché en Bolivia, y me había conmovido mucho eso. Recuerdo que yo pensé en el acto, cuando lo vi al Ché tendido con los ojos abiertos, luego de ser asesinado, pensé “pero es la misma cara que tenía Jesús” (en un cuadro del Tintoretto, creo). Eso y que el Ché era argentino. Me sentía muy orgulloso de que alguien tan generoso y grande fuera argentino. El segundo choque fue el Cordobazo, cuyas imágenes las ví por TV y me dio otra opción, si bien no lo procesé en el acto pero me quedó grabado en la mente y después cuando entré al servicio militar actuó como el segundo de dos factores. Yo por una cuestión familiar tenía mucha simpatía por lo militar. Un oficial del ejército que me probó verdugueándome mucho y era evidente que me observaba desde que entré a la


colimba, un día al ver mi resistencia física y agilidad mental me dijo que yo tenía “madera de militar”, así me dijo, que termine el bachillerato –pues no lo había terminado– y siguiera la carrera de oficial. Ese militar era un Tte. Coronel * al cual habían dado de baja por peronista y después dieron trabajo de nuevo, yo me hice amigo de él, lo visitaba aún luego de terminar el servicio militar, lo visitaba con mi novia, Clara, quien era una chica muy hermosa y sensible, junto con quien andábamos buscando la manera de hacer algo muy grande por nuestra patria, a la que sentíamos tan intensamente dentro de nosotros. Conversábamos bastante sobre política con este militar, pero yo ya me estaba yendo hacia la izquierda y a él lo asustaba esa posición mía. Una de las cosas que me contó, durante una de estas visitas con Clara, fue su nuevo alejamiento del ejército porque no lo había querido torturar a Robi Santucho cuando lo detuvieron, aquí en Santiago. Paradójicamente mi posición definitiva hacia finales del año 71 vino a través de la admiración que empecé a sentir hacia los revolucionarios negros de los EE.UU. y por la lectura de un libro que llegó a ser la piedra angular de mi ideología: el libro se llamaba Alma encadenada de Eldridge Cleaver. Este era un dirigente político negro que en la cárcel había conocido a los


seguidores de Malcom X y a través de sus seguidores, cuando salió de la cárcel junto con otros compañeros de militancia musulmana, orgullosos de su raza, fundó el partido “Pantera Negra”. Para entonces Eldridge Cleaver ya había leído Lenin y al Ché Guevara, entonces el partido fue revolucionario y propenso a la lucha armada. Este partido fue una respuesta, porque ellos planteaban que la única forma de luchar a favor de los oprimidos, que eran los negros, era a través del marxismo–leninismo que indicaba un camino correcto para la organización de la sociedad y la resistencia. Con esto ya se perfilaba emocionalmente cual iba a ser mi decisión. * Se refiere al Tte. Cnel. Hugo Galván Achával.

P.: Para el año 71 las organizaciones armadas ya habían salido a la luz, en Santiago cual de las dos tuvo más peso, teniendo en cuenta que Santucho era el fundador de una de ellas. J.C: Aquí en Santiago hay dos aspectos de la cuestión: desde el punto de vista de lo que es una organización armada el ERP era mucho más poderoso que Montoneros, en parte porque Santucho incidió un


poco. Ahora desde el punto de vista orgánico, de poder real, el PRT tenía más fuerza; desde el punto de vista de las movilizaciones era Montoneros porque ellos movilizaban públicamente a mucha gente que era simpatizante pero lo único que hacían era ir a la plaza libertad con pancartas, no tenían una militancia real, de ahí iban a las U.B. que era como decir vamos a dónde van todos los jóvenes; en ésa época todos los jóvenes tenían algún tipo de militancia. La parte de Montoneros tenía mucho atractivo porque tenían muchas minas lindas, porque toda la clase media de la acción católica se había volcado para ahí. En cambio la del PRT era más silenciosa pero más poderosa porque estaba compuesta por 300 o 400 hombres y mujeres que eran militantes reales, capaces de ir a volantear e incluso hacer algunas acciones armadas si era necesario. P.: ¿Hubo acciones armadas importantes en Santiago? J.C.: Aquí en Santiago hubo muy pocas acciones armadas, principalmente porque desde el punto de vista organizativo del PRT, se lo había tomado como una región neutra, principalmente orientada a hacer apoyo logístico. Por ejemplo, si se copaba un regimiento en


Córdoba y se recuperaban 200 fusiles se venía y se los guardaba en Santiago que era una zona tranquila y poco vigilada, entonces había una fuerte organización que servía para el apoyo. Supongamos que un compañero se escapaba de una cárcel de Buenos Aires; se lo traía y se lo escondía en Santiago y comenzaba a realizar trabajo de base aquí. Lo mismo sucedía si un compañero caía herido, por ejemplo en Rosario, también se lo traía a Santiago entonces cumplía un rol muy importante pero no relacionado de una manera abierta con la lucha armada. Aquí hubo sí atentados pero no del ERP y además porque existía una política de preservar esta región para el trabajo político entre la gente del campo y no había que exponer anticipadamente a la gente del campo y por otro factor, aquí en Santiago el partido era bastante fuerte porque aquí el trabajo se había hecho desde el año '57, un trabajo sistemático, sacrificado, en el campo principalmente y ése trabajo no lo había hecho “Robi” Santucho sino Francisco Santucho, que es el verdadero fundador del FRIP, que vendría a ser como el verdadero fundador del PRT porque de ahí sale el PRT después. Todas las ideas principales del PRT están prácticamente presentes ya en el FRIP, menos dos: que Robi era marxista-leninista y Francisco Santucho se


hace marxista-leninista, a desgano, se puede decir por disciplina va aceptando lo que el partido le va imponiendo. El era más bien un nacionalista, poco a poco volcado hacia la izquierda, al estilo de Haya de La Torre, por eso tenía muy buena relación con el Peronismo de los Argentinos de Raimundo Ongaro, había una excelente relación incluso salieron acuerdos importantes del PRT con Ongaro, gracias a ésa amistad que ellos tenían. Y había otro factor, que Francisco Santucho estaba en desacuerdo con la lucha armada. Entonces yo considero, sin estar seguro de esto, que a Santiago no lo han incluido en la lucha armada directamente porque el principal referente de aquí era Francisco Santucho, quien no estaba de acuerdo con tomar las armas; y ello le costó a él que había sido uno de los fundadores estar siempre en una posición secundaria dentro del partido, como por ejemplo de ocuparse de las ediciones de libros, revistas, ocuparse del trabajo político sindical. Entonces a eso se debía principalmente que en Santiago del Estero se hubiese dado un perfil bajo a la lucha armada. Se privilegiaba la lucha política y sindical. P.: Qué papel jugaron las Universidades aquí, teniendo en cuenta que el peronismo había ingresado por primera vez en ellas como así también la Iglesia


puesto que los Sacerdotes para el Tercer Mundo ya habían comenzado a participar activamente. J.C: Aquí se da un proceso o fenómeno muy acelerado, si tenemos en cuenta que ya en 1969 no existió ninguna repercusión del cordobazo. Si tenemos en cuenta que en el 71 y en el 72 ya habían movilizaciones importantes en cada aniversario del cordobazo. Hay un proceso de concientización y politización en la juventud, increíble. En el 69 como te decía casi no hay ecos aquí y vos tienes que en el 72 se toman facultades, como la de Ciencias Económicas de la UCSE, existe una movilización constante durante todo ese año en contra de la dictadura y son movilizaciones importantes que congregaban a mil o mil quinientas personas que para Santiago es muy importante realmente. Entonces ése proceso se va dando por una parte por la existencia de la universidad, por otra parte, debido al excelente trabajo de los compañeros de las distintas organizaciones y ahí particularmente en la universidad católica adquiere muchísima fuerza el PRT en las organizaciones estudiantiles, pues maneja todos los centros de estudiantes de la universidad con aliados del PRT, como también por Montoneros, que en éste caso trabajan juntos, pero había más presencia en la


universidad de gente de izquierda que de los montoneros. La iglesia como institución actúa de una manera reaccionaria en ése momento, o sea públicamente sigue siendo la iglesia de los ricos y se conservan las tradiciones y los temores respecto de la izquierda; te condena incluso a veces en algunas misas. Yo he escuchado la condena de algunos sacerdotes. Después cuando comienza la lucha armada y comienzan a morir changos o a desaparecer en el caso de un muchacho Ledesma, algunos curas y sobre todo un cura español de quién no recuerdo su nombre pero creo que continua aquí, yo lo escuché públicamente hablar de una manera muy rencorosa y violenta en contra de la guerrilla, culpándolos a ellos de la desaparición de muchachos. Hablaba de la misma forma que hablaban los militares diciendo “bueno si ellos han desaparecido es porque ha habido gente marxista que les habían metido en la cabeza ideas raras, lo cual los llevó a meterse en contra del ejército y por eso han terminado desapareciendo y quién te dice que no lo hayan matado los mismos compañeros”. Ese era el discurso de la represión, de militares y policías que mientras tanto estaban torturando y violando a chicas de 18 años y mujeres embarazadas, y que muchos sectores de la Iglesia Católica


acompañaban. Así que una vez más en la historia el sector dirigente de la Iglesia Católica actuaba en contra de la doctrina cristiana. Esta corriente quería dar una idea de que la guerrilla era como una mafia. “Por otra parte había 3 o 4 curas progresistas que siendo personas que no estaban comprometidas políticamente eran tolerantes y así se daba en ellos, también, que al ver que la presencia de la movilización estudiantil era importante, trataban de canalizarla y acogerla haciendo huelgas de hambres, o brindando refugio a la gente cuando había represión, acogiéndonos en iglesias como La Merced o la Iglesia del Colegio de Belén. Por otra parte, aquí en Santiago yo no recuerdo que haya habido ningún cura comprometido con el movimiento para el Tercer Mundo, pero digamos que había tolerancia, y entre los muchachos y chicas había una militancia a favor de los curas del Tercer Mundo que muchos de ellos cultivaban a través de cartas, de viajes a otras provincias. P. : Qué repercusiones tuvieron El Cordobazo y la dictadura de Onganía en Santiago... J.C.: Apenas algunas corridas, producto de las manifestaciones estudiantiles de apoyo que se dieron en


la plaza principal, y que debido a la gran cantidad de manifestantes refugiados en Siroco –una confitería frente a la plaza– humorísticamente se lo denominó “El Sirocazo”. El Loco Rosenberg hizo un simpático zoco sobre eso. Sin embargo esta primera confrontación violenta tendría una gran influencia en el desarrollo de la actividad y la conciencia estudiantil. “La Universidad Católica había pasado por un período en el cual los grupos de izquierda tuvieron posibilidad de convocar a asambleas de libre participación y dar a conocer sus ideas. Al calor de estas asambleas se dio una veloz radicalización de los jóvenes que hacían sus primeras experiencias universitarias en Santiago. El Pbro. Mayer –quien permitió esa apertura– sería rápidamente removido por los miembros del Consejo de Administración – verdaderos “propietarios” de la Universidad, de acuerdo a sus estatutos–, pero el movimiento iniciado por él ya era indetenible. A través de elecciones democráticas los sectores de izquierda ganaron todos los centros de estudiantes. Franja Morada (UCR), AUN (PSP), corrientes más o menos reformistas –es decir, que no propugnaban un cambio revolucionario de la sociedad–, habían ganado algunos centros, mientras que la mayoría de los otros estaban ya en manos del MOR (Partido Comunista), y ALE (PRT) corrientes


que defendían abiertamente una línea marxista– leninista. El peronismo que había logrado alguna participación en los centros de estudiantes, era el de izquierda, y en caso de concertar alianzas, solía hacerlas con el PRT antes que con los otros sectores. “El 29 de junio de 1972 se efectuó una concentración en la plaza principal de Santiago, para repudiar el sexto aniversario de la dictadura militar de Onganía. La ocasión se había hecho propicia para reclamar además la rebaja de los aranceles universitarios, que habían sido aumentados por las autoridades. Particularmente los de la Facultad de Ciencias Económicas, de la Universidad Católica, habían sido fijados a una altura que los convertía en casi inalcanzables para los recursos de las familias de clase media-baja en Santiago. Se habían concentrado unos mil jóvenes hacia las siete y media de la tarde. Entre consignas y arengas espontáneas, las columnas de estudiantes daban vueltas a la plaza, frente a la policía y la catedral, hasta que fueron amenazados con un avance por la guardia de infantería. “A viva voz, los dirigentes llamaron a la dispersión, para volver a concentrarse en la Plaza San Martín, frente a la Casa de Gobierno. El lugar altamente simbólico. La estatua ecuestre de San Martín, ubicada


por entonces en el centro de la plaza, tenía hacia uno de sus costados a la Casa de Gobierno; a sus espaldas, la Casa del Pueblo, local histórico del Partido Socialista, y enfrente al Convento de Belén, donde, por falta de local propio, funcionaba además la Facultad de Ciencias Económicas –en conflicto con sus autoridades, como se recordará. La Casa de Gobierno aparecía oscura y distante, rodeada de policías. En la Casa del Pueblo – que a la sazón estaba administrada por el Partido Socialista Popular– se efectuaba justamente su asamblea a anual. El PSP tenía un excelente trabajo político en el interior, por lo cual la gran sala del imponente edificio estaba llena con los delegados de esos pueblos, entre los cuales se contaban muchos delegados de los obreros rurales y los hacheros. “Hacia las ocho de la noche se iban reuniendo otra vez los grupos de activistas, acompañados cada vez por menos estudiantes comunes. La actitud policial había disuadido a más de la mitad de quienes concurrieran entusiastas a la convocatoria anterior: quizá el grupo reunido alcanzara a duras penas a los quinientos jóvenes que esta vez se reagruparon frente al edificio de la Sociedad Sirio Libanesa, en medio de la calle. “La policía había cortado ya la calle Jujuy, a la altura de la Avda. Belgrano y en su intersección con Absalón Rojas; también la Avenida Rivadavia,


ocupando con carros de asalto y efectivos de la Guardia de Infantería toda la franja entre Absalón Rojas y Juárez Celman, frente a la Casa de Gobierno. De esta manera los estudiantes que habían llegado hacia esa hora quedaban encerrados. Previendo que las fuerzas policiales podrían impedir el acceso a la facultad de Ciencias Económicas, los dirigentes acarrearon a la multitud hacia allí. Y frente a la puerta principal del Colegio de Belén, sobre Jujuy, que lo era también de la facultad, se comenzó a sesionar en asamblea. “Entonces fue que un estudiante de abogacía del Partido Comunista, propuso la toma de la facultad de Ciencias Económicas, para presionar a las autoridades hacia una baja de los aranceles. Debido a la amenaza de la policía, las discusiones tenían un trámite desordenado, y las propuestas se sucedían sin que la gente prestara mayor atención. De repente, los policías comenzaron a atacar con gases lacrimógenos. Entonces, el autor de la propuesta de tomar la facultad, a los gritos, orientó a la mayor parte de los estudiantes para que en vez de huir entraran a la facultad. Pese a ello, una gran parte de la manifestación se dispersó, apenas unos cien alcanzaron a entrar y enseguida se clausuraron desde adentro las pesadas puertas del edificio colonial. “Unos cien jóvenes quedaron adentro de la facultad. La asamblea prosiguió, y antes de que la


policía acerrojara totalmente el edificio por fuera: yo propuse que se buscara la solidaridad popular y sindical, tratando de reproducir el acuerdo logrado en Córdoba entre sindicatos y estudiantes. La mayoría estuvo de acuerdo y se me nombró con un joven porteño que se hacía llamar “Quique” Gutiérrez para llevar la representación de la asamblea ante el Partido Socialista Popular y la CGT. Fuimos a cumplir esa misión pues, y dada la urgencia nos repartimos la tarea: yo fui al PSP y Quique a la CGT. “No obtuvimos adhesión alguna. El viejo Ismael Soria, que presidía el congreso del PSP, me lanzó una filípica por haber interrumpido sus importantes deliberaciones, y ante mi insistencia dijo, frente a los numerosos concurrentes de su local, que “si quedaba tiempo” tratarían el tema de una supuesta solidaridad del PSP con los estudiantes “luego de que se trataran todos los puntos del temario para el congreso”. A Quique le dijeron los sindicalistas que no querían saber nada de meterse con cuestiones de la universidad. “Ambos volvimos a la facultad tomada; debimos saltar por sobre las vallas que la policía había puesto; al llegar a la puerta vieron que el promotor de la toma se deslizaba entre los grupos de jóvenes que aún se retiraban de allí, hacia la Avenida Belgrano. “La facultad estuvo toda la noche tomada. Las


monjas del convento hablaron con los estudiantes y los invitaron a pasar a las aulas y la capilla, donde se improvisaron reductos para pasar la noche con colchonetas y frazadas provistas por el convento. A eso de las 3 de la madrugada arribaron fuerzas del Ejército, quienes rodearon por completo la manzana, e instalaron armas pesadas, como morteros o ametralladoras antiaéreas. En tanto, habían quedado en la facultad unos cincuenta estudiantes, entre varones y mujeres, que escuchaban radio, se turnaban para vigilar los techos y practicaban reuniones de pequeños grupos para hablar de política, historia, sociología –los temas del momento. Ante un pedido de los militares, las monjas se negaron a que ellos o la policía ingresasen al convento para sacar a los estudiantes. Se nombraron negociadores –uno de ellos Coli Bader– que tuvieron a su cargo el diálogo con las autoridades (a viva voz, o por teléfono). Cerca de las cuatro de la madrugada se le permitió la entrada al dirigente peronista Abraham Abdulajad, pues tenía la confianza de los jóvenes montoneros. A eso de las cuatro y media, el rector de la universidad, Francisco Cerro, exigió la rendición incondicional de los estudiantes y el abandono de la facultad, como último aviso antes de apelar a la fuerza. A su lado estaba el Jefe del Batallón 141 de Ingenieros de Combate, con asiento en Santiago del Estero, con


casco y uniforme de combate. Los estudiantes se negaron, y contestaron que únicamente saldrían si se convocaba al periodismo y a un juez, además de otorgar garantías de que no se iba a detener e incomunicar a los participantes de la toma. Finalmente se obtuvo esta promesa. “A las cinco de la mañana, los estudiantes desfilaron ante la mirada adusta de Cerro, los jefes militares y policiales, jueces, periodistas y algunos pocos curiosos, hacia los camiones de la policía. En ellos los trasladaron, fuertemente vigilados, hacia la jefatura. Allí les tomaban las impresiones digitales y una fotografía e iban largándolos de a uno. A eso de las dos de la tarde no quedaba ninguno ya en el antiguo edificio del Cabildo, usado desde hacía algunos años por la Jefatura de Policía. P.: ¿Qué pasó en las elecciones de 1973 entre Juárez y López Bustos?… J.C.: López Bustos había sido el elegido de Perón para que lo represente en Santiago, y tenía el apoyo principalmente de los sectores de montoneros porque el era un hombre que estaba alineado con los sectores revolucionarios del peronismo, pero se vislumbraba ya que el apoyo masivo lo tendría Juárez, incluso se da un


fenómeno extraño desde el punto de vista político, los sectores de izquierda tenían más simpatía por Juárez que por López Bustos... P.: ...a que se debe eso.... J.C.: A que se lo veía a Perón y montoneros con un claro proyecto bonapartista-capitalista, que aliado con los capitales europeos iba a instalar un capitalismo de estado que pronto iba a comenzar a aniquilar a la izquierda y se lo veía que iba a ser como una futura anestesia sobre las inquietudes revolucionarias del pueblo y que se iba a detener en una etapa inferior del desarrollo. Al menos así los veíamos nosotros. No puedo negar que mi visión estaba bastante influida por mi familia, que era juarista, pero también es cierto que por ejemplo mi tío, que era un dirigente juarista me demostraba con documentos que el programa de Juárez apuntaba a la industrialización de Santiago, y eso en sí era superior a lo que ofrecían los montoneristas, como Darío Moreno, que sólo hablaban de “lealtad a Perón”. “Si bien Perón había sido revolucionario en la década del 50, en la actualidad que ya había un proceso hacia el socialismo, y Perón que era claramente anti socialista y anti comunista, se lo veía como a una persona que representaba un peligro para el desarrollo


de toda la potencia revolucionaria que se venía dando a través de la lucha armada. Además de eso había mucho rechazo hacia los montoneros porque eran muy soberbios, muy prepotentes, incluso con actitudes muy de derecha. Yo no me hice montonero principalmente porque me producía mucho rechazo la actitud de ellos, en cambio observaba la actitud de los militantes de izquierda como de mayor humildad, seriedad en su militancia y paradójicamente nosotros veíamos que el sector de Juárez tenía un proyecto de industrialización para Santiago en su programa de gobierno, nosotros leíamos el programa de gobierno y lo que veíamos con López Bustos para Santiago era una participación subordinada a Cámpora, Solano Lima y Montoneros. Pero lo que sucede después en el gobierno de Juárez es que no cumple con ninguno de los propósitos que se anunciaba en el proyecto que figuraba. Sin embargo alguna gente de izquierda creímos oportuno apoyarlo porque lo veíamos más progresista en ése momento. Juárez siempre tuvo gran capacidad para percibir qué era lo más querido por el pueblo y lo más anhelado en ése momento era el despegue de Santiago, se hablaba de una Argentina potencia, del despegue de Santiago; y cómo iba suceder ello si no había industrias que posibiliten la existencia de la clase revolucionaria por


excelencia, el proletariado. Así pensábamos en aquella época, quizá un poco mecánicamente, pero fijate, como prueba de ello, que el Partido Comunista fue a las elecciones junto con Juárez, él ganó aquellas elecciones con una alianza donde estaban los comunistas y la Democracia Cristiana. P.: Puedes hacer un análisis global de la época y que perspectivas ves en la actualidad para cambiar la situación... J.C.: Yo creo que los movimientos revolucionarios armados han sido producto de una época de avance de la concientización de la juventud principalmente, opino que todo movimiento político difícilmente, si es revolucionario, pueda renunciar a algún tipo de violencia, porque el sistema está mantenido principalmente sobre la base de la violencia. Entonces puede llegar un momento en que sea necesaria la violencia como un método de autodefensa, entonces es muy posible que en aquel tiempo si nosotros no hubiésemos utilizado la violencia igual nos hubieran aniquilado, secuestrado o desaparecido porque en realidad la violencia de la represión del proceso, por ejemplo y de las tres A y toda la estructura represiva del peronismo en el gobierno del 74, no estaba dirigida


únicamente a la guerrilla y la prueba es que de los 20 mil desaparecidos la mayoría no son guerrilleros reales, algunos fueron simpatizantes, otros intelectuales, otros sindicalistas, etcétera. “Lo cual significa que el verdadero objetivo estratégico de la represión fue la de desmontar toda estructura política que ponga algún tipo de obstáculo al proyecto del imperialismo. Entonces yo creo que el error nuestro fue continuar la lucha armada cuando accedió el peronismo al poder, no porque tuviésemos que renunciar definitivamente a la lucha armada sino por una cuestión política: era necesario aprovechar la instancia democrática para crecer como movimiento político dejando a un costado el ejército revolucionario, que ya estaba bien diseñado, seguirlo manteniendo de una manera preventiva, para defendernos en caso de que hubiere una nueva avanzada de la represión que seguramente se iba a dar en algún momento. O por lo menos para negociar políticamente en posición de fuerza... Desde esa perspectiva yo creo que era necesario formar un movimiento político que tuviera un gran poder de movilización y no encarar la tarea alucinada que tuvo Robi Santucho de crear un Ejército Regular del proletariado, para oponerlo al de la Nación. En aquel tiempo yo veía esto en parte, pero esa dinámica


de la lucha y el estar adentro del Partido (al cual me había costado entrar, porque era un partido elitista, no cualquiera entraba), me disuadía de cuestionar mucho. Además me decía “yo soy un pendejo, de 22 años... ¿qué le puedo discutir a Robi, que es el Comandante y conoce muchas cosas que yo no sé”… Bueno, por suerte a mí nunca me tocó estar en ninguna acción armada, porque no estaba del todo convencido como para ello. “En este momento ya no asumiría la lucha armada por una cuestión de evolución intelectual mía. Ha pasado mucho tiempo, han muerto muchos amigos queridos en esas batallas, he sufrido mucho por su muerte y he visto también el dolor de la gente que perdía a sus familiares, sea de un lado o de otro. Yo he tomado conciencia de que un ser humano, lo consideremos malo o bueno, es algo infinitamente sutil y complejo, una creación divina… entonces nada, ninguna causa justifica matarlo. P.: ¿Esto se puede interpretar como que dejaste de ser “subversivo”? J. C.: Fui y soy subversivo. Con el tiempo se aprende a disimularlo mejor, si se sobrevive. A veces se lo disimula tanto que de hecho ya no se lo es. Espero


que no llegue a sucederme. Creo que todos los artistas somos básicamente subversivos. Pues no ser subversivo significa aceptar que los poderosos te midan el mundo y te digan por donde puedes caminar, y por donde no –no son otros que quienes han sido capaces de ser despiadadamente crueles con sus semejantes para quitarles su parte y engrosar la suya e infundirles el suficiente miedo para que no la reclamen más. Un país sin subversivos es un país muerto. Fueron los subversivos quienes hicieron la Revolución Industrial en Inglaterra. Los subversivos quienes derribaron a la nobleza parasitaria en 1789 – la Revolución Francesa–; sin esas subversiones el mundo occidental aún estaría habitado únicamente por amos y esclavos. Pero eso no significa que sea violento.


“A LOS JÓVENES HAY QUE DEVOLVERLES LO LES HA SIDO QUITADO: SU LIBERTAD” POR: OMAR ESTANCIERO REVISTA LA LUPA SEPTIEMBRE DE 2009.

Julio Carreras, con su buena predisposición de siempre, se prestó a una entrevista para la revista La Lupa. Se publica como parte de un informe especial sobre la Primavera, para la cual se han receptado testimonios de jóvenes santiagueños de entre 15 a 23 años aproximadamente, para conocer en qué andan y como sobrellevan sus vidas en tiempos donde la falta de valores, los malos hábitos, las nuevas modas, y en fin tantos otros temas que son moneda corriente nos preocupan a todos y por supuesto también a ellos… La nueva sección que incorporamos hace dos meses atrás en La Lupa se llama “Camino al Bicentenario”, allí


reflejamos la opinión sobre qué tipo de país ansiamos tener desde aquí los santiagueños, discutir qué se debe modificar y proponer para tener una Argentina más próspera y justa para todos. En base a esto, y entendiendo el rol importante que cumple nuestra juventud, queríamos hacer un paralelismo entre la juventud de nuestros días y aquella de los años sesenta que vos viviste, y que de una forma muy particular enfrentaron a la sociedad de su tiempo desde lo que se denominó como contracultura. ¿Hasta que punto el estilo de vida de los jóvenes de hoy puede asemejarse a aquella juventud idealista de los años sesenta? Hay dos características que diferencian de un modo singular el espíritu de la juventud de cuarenta años atrás con la de hoy. Una es la Ingenuidad de aquellos tiempos, comparada con el Escepticismo de hoy.


La segunda es la Intrepidez de aquellos jóvenes de los sesenta-setenta, contra la Incertidumbre e Inseguridad de los chicos actuales. La Ingenuidad juvenil de los setenta se ha perdido a causa de un acontecimiento terrible: la brutal represión sufrida por varias generaciones. De la cual el caso Kamenetzky, en Santiago, es un ejemplo típico. Es decir, un joven bueno, lindo, de una familia de buena posición, que sin ninguna “necesidad” quiso luchar por los más pobres, por los niños, en suma, por nuestra postergada provincia de Santiago. Fue apresado, torturado, humillado y luego brutalmente asesinado por los monstruos que en ese momento ocupaban altos cargos policiales y gubernamentales en esta provincia. ¿Cómo no va a ser escéptica y miedosa la juventud después de semejantes “lecciones” criminales? No fue uno: fueron miles quienes padecieron en la Argentina esos


vejámenes y asesinatos. El mensaje de la represión era claro: “no intentes hacer nada contra los viejos modelos de opresión social, cultural y política: si lo haces... te va a pasar lo que le pasó a Kamenetzky”. O a Mario Giribaldi, otro noble y maravilloso joven de entonces. A cambio, les ofrecen una vida “tinelizada”: a las chicas, ofrecer sus cuerpos como una mercancía. Participando en estupideces como estos concursos de nalgas y tetas que organiza Chester, pues el erotismo es “moneda” en esta sociedad sin genuinos valores. A los jóvenes, lujuria, bienes materiales, y como figuras emblemáticas los “triunfadores”: ricachos que acumulan fortuna sin importarles el sufrimiento de los demás. El egoísmo como eje central de la existencia. Diversión, dinero, viajes, playa, sexo, figuración: son los únicos mensajes que recibe de los medios masivos la juventud, hoy. Eso es “legal”. Ocuparse de las millones de familias que sufren


miseria, de los niños pobres, sin educación, de las injusticias sociales... es no sólo “perder el tiempo”, sino además peligroso e “ilegal”. ¿Cual fue el papel de los jóvenes de aquella década teniendo en cuenta los parámetros de la contracultura? Debemos aclarar que aún en las mejores épocas de lucha juvenil, quienes luchábamos éramos una minoría. Es cierto que éramos miles – por ejemplo, en Córdoba, cuando yo vivía allí a mis 23 años, a un acto convocado por Agustín Tosco de un día para el otro, iban fácilmente unas 10.000 personas...– Pero hay que tener cuenta que estamos hablando de una provincia que en esos tiempos tenía más de dos millones de habitantes... de los cuales, cerca de un millón eran jóvenes... Así que estamos hablando de que más o menos 900.000 jóvenes no participaban, en realidad, en actividades políticas revolucionarias...


Sucede que esos jóvenes eran no sólo los más activos sino los más educados, los más talentosos, con relativa facilidad llegaban, por ejemplo, a las conducciones de los Centros de Estudiantes Universitarios... Entonces tenían un poder social formidable, por su ejemplaridad... Esto es lo que sucede cuando se ejerce la democracia de un modo real: surgen los que realmente son los mejores. En cambio con una democracia acotada y manipulada, como la que se impuso después, llegan al poder los elegidos por los viejos, por los que siempre han manejado, realmente, todo, en base a dinero o crimen. Pese a ello, pese a la monstruosa represión y los denodados intentos de ocultamiento, los jóvenes de los sesenta–setenta, constituimos un modelo. El modelo de la Verdad, la Paz sin condicionamientos... y la Libertad. El Canal Encuentro está promoviendo desde hace un tiempo una


interesante programación televisiva, pero más allá de esto ¿Qué debería hacer el estado en el marco de la futura ley de Servicios de Medios Audiovisuales para interesar a los jóvenes con otro tipo de comunicación alternativa en los canales de mayor audiencia? A los jóvenes no hay que “estimularlos”. Este es un concepto paternalista, que pertenece a los viejos y una concepción autoritaria. A los jóvenes hay que devolverles lo que les pertenece y les ha sido quitado, por un estado opresor: su libertad. Su participación, de igual a igual y realmente, con los viejos, en las decisiones del estado. A los jóvenes no hay que ofrecerles “programas de televisión para jóvenes”: hay que devolverles el derecho de hacer sus propios programas. No sólo sus programas, hacer todo lo que les interesa y constituyen elementos vitales en su existencia: los programas


universitarios, los proyectos de desarrollo social, político, económico de su provincia. Los jóvenes hoy no participan de ningún modo en las políticas del Estado. Por ello están mal, oprimidos, sin destino, conflictuados. Para los chicos el sistema educativo muchas veces no responde a sus inquietudes ni llena sus expectativas. A tu parecer ¿cómo debería encararse esta falla? El ámbito educacional fue siempre un campo de lucha para los dos grandes contendientes históricos: el pueblo argentino y sus opresores. El sistema Educacional en Argentina nace luego de una masacre, más o menos similar a lo que fue la dictadura militar reciente, pero en el siglo diecinueve. Esa masacre fue efectuada por grupos militares y paramilitares, cuyos jefes eran Mitre y Sarmiento. ¿Contra quién se dirigió dicha


masacre? Contra los gauchos y los gobernantes del interior argentino. Después, se dividieron el diseño de nuestra Cultura: Mitre escribió la “Historia”. Sarmiento diseñó la “Educación”. ¿Y qué contenía ese diseño? En primer lugar ponía como modelo a los rubios europeos. Por lo cual los argentinos, como Michael Jackson, teníamos que “blanquearnos” para ser buenos. En segundo lugar, nos convertía en parte de un sistema que nos ubicaba en el papel de eternos servidores de los intereses europeos. Después los norteamericanos (blancos) ocuparían el lugar de los europeos. Por el contrario, los intelectuales del pueblo argentino, como José Hernández o más adelante Arturo Jauretche, sostenían que debíamos educarnos en base a nuestras propias culturas y valores criollos. Esto generó una lucha política desde entonces: Unitarios contra Federales, Radicales contra Conservadores,


Peronistas contra Liberales, Guerrilleros contra Militares... Esa lucha nunca terminó, sigue. Por eso nuestra educación está sometida constantemente a marchas y contramarchas. Una vez que se resuelvan de un modo definitivo esas luchas, la educación podrá reflejar, por fin, las necesidades reales de nuestros niños. De una encuesta realizada en Plaza Libertad, observé claramente que los jóvenes cuestionan todo pero de ninguna manera dejan estancar sus vidas. En algún punto demuestran que tiene un espíritu de riesgo, de valentía y mucha capacidad creativa para responder a los cambios y exigencias del mundo en que viven. De cara al Bicentenario ¿es posible crear un mundo con incentivo para el futuro de nuestros jóvenes a pesar de tanta competencia social desmedida? Aprovecho para referirme a la


declaraciones de un estúpido abogado que publicó uno de los más grandes medios locales. Este hombre, de mi generación, hablaba pestes de los chicos Emos, que veía en la plaza Libertad. Los demonizaba y vilipendiaba, como si fuesen delincuentes. Quiero decir –ya que ese medio no publicaría jamás una declaración mía– que si los jóvenes de hoy tienen problemas, TODA la responsabilidad es nuestra: de los mayores. A los jóvenes no los trajo una cigüeña ni los crió una loba, como a los mellizos de Roma. Los criaron padres de carne y hueso, los criamos nosotros. Y si esos padres los criaron sin valores, abandonándolos toda su vida frente al televisor o dejándolos en manos de personas desconocidas, es todavía más vil demonizarlos ahora. Esos padres incompetentes –tal vez no por culpa de ellos, pues son continuidad de la educación del Proceso–, ahora quieren “corregir” sus propios errores con otro error: la


represión. Abogan por más “control”, más policía en las calles, reducción horaria para los boliches, análisis de alcoholemia, cámaras ocultas, etcétera. Pero el modelo descarriado lo indujeron ellos. Cuando no les inculcaron a sus niños valores elevados y espirituales, sino su “viveza criolla”, la ley del más fuerte o astuto, y la búsqueda sistemática de la riqueza o el placer, como únicos objetivos. Son los más sensibles de esos niños, los que no quieren parecerse a animales salvajes, quienes muchas veces se convierten en emos, darks, góticos o cualquier otro modo de expresión que, traducido, significa: “yo no quiero saber nada con esta sociedad de hipócritas y estafadores, yo no quiero comprometerme con estas leyes de bestias”. Por eso, merecen nuestro mayor respeto.


Quipu Editorial 2015

editorial.quipu@gmail.com


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.