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Asociación Sindical de Profesores Universitarios 216 horas. Huelga de hambre en la Universidad del Tolima / Asociación Sindical de Profesores Universitarios -- 1a.Ed. -Tolima : ASPU, 2016 136 p. : il., Fotos ISBN: 978-958-56052-0-6 1. Educación superior 2. Comunidad y universidad 3. Conflictos universitarios 4. Huelgas - Universidad del Tolima 306.432 A837d

216 horas Huelga de hambre en la Universidad del Tolima © ASPU, Seccional Universidad del Tolima

Junta Directiva ASPU Tolima Carlos Arturo Gamboa Bobadilla - Presidente César Augusto Fonseca - Vice-presidente Ricardo Andrés Pérez Bernal - Fiscal Pierre Edison Díaz -Secretario Oscar Abel Cardona - Tesorero Elsa María Ortiz Casallas -Vocal Coordinadora Relaciones Laborales Elmer Jefrey Hernández - Vocal Coordinador Formación Sindical Angélica Piedad Sandoval - Vocal Coordinadora Cultura José Ledesman Díaz - Vocal Coordinador de Comunicación y Divulgación Alexander Martínez Rivillas - Vocal Coordinador Política y Organización

Primera edición: 1000 ejemplares ISBN: 978-958-56052-0-6 Ibagué- Tolima Carátula: Dibujo Ernesto Bertani Diagramación y Diseño: Colors Editores S.A.S. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio, sin permiso expreso del autor.

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Contenido

Presentación

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Huelguistas de hambre: por la defensa de Universidad del Tolima

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Capítulo I: Pliego de peticiones unificado, el detonante de la huelga

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Capítulo II: Comunicados

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Capítulo III: La voz del hambre

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La escalada del hambre: carta abierta a la comunidad académica de la Universidad del Tolima Ricardo Andrés Pérez

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Con hambre y sed de justicia universitaria Carlos Arturo Gamboa

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Resistir es el único camino Carlos Arturo Gamboa

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¿Y después de la huelga qué? Carlos Arturo Gamboa

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La exitosa huelga de hambre que cambió la cara de la Universidad del Tolima en Colombia Lully Posada

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Capítulo IV: Disertaciones sobre la huelga de hambre

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La verdad de una causa justa Jorge Gantiva Silva

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La política, la agrótica y el hambre Alexander Martínez Rivillas Una huelga de hambre o las intelectual Elmer Hernández

tragedias del

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No solo de pan vive el hombre Ricardo Andrés Pérez

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Huelga de hambre Pierre Díaz

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Por la dignidad del sindicalismo universitario: ASPU, Tolima, un ejemplo a destacar 102 César Augusto Fonseca ASPU y SINTRAUNICOL: las organizaciones sindicales que actuaron con coherencia en la peor crisis de la historia de la Universidad del Tolima 107 Oscar Abel Cardona La idea de universidad El autor se reserva el nombre

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Capítulo V: Voces de solidaridad

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Capítulo VI: Registro fotográfico

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Presentación La Universidad del Tolima padece en la actualidad una alarmante crisis en los aspectos administrativo, financiero y académico, lo que se enmarca en la crisis general que en los mismos aspectos muestra la universidad pública en Colombia. No obstante, además de ello, la Universidad del Tolima presenta rasgos particulares en la administración, el manejo financiero y el cuidado de la academia. A raíz de esa situación, y desde 2012, algunos sectores de la comunidad educativa advirtieron acerca de la incertidumbre que se cernía sobre el porvenir de la Alma máter y que se demostraba en los malos manejos de un equipo administrativo apartado de los intereses estrictamente universitarios. Sin embargo, las advertencias y las denuncias caían en terreno estéril, pues, mientras las directivas hacían caso omiso, mentían, perseguían y segregaban a quienes denunciaban las acciones lesivas contra el centro educativo, la mayoría de la comunidad educativa se sumía en la indiferencia. En 2016, ante una crisis ya inocultable, con un movimiento de profesores y trabajadores más organizado; con la presencia de un sector de los estudiantes decidido a sumarse a la defensa de la universidad y en un escenario de ingobernabilidad, -nula credibilidad en el rector José Herman Muñoz, su equipo administrativo y sus seguidores-, se tomó la decisión consensuada de llevar a cabo una huelga de hambre, acción entre reflexiva y desesperada ante la desidia e indolencia administrativa. Este libro se constituye en la memoria de esa huelga de hambre y un homenaje a quienes (estudiantes, profesores y trabajadores) con voluntad, valentía y amor hacia la Universidad del Tolima, resistieron por muchos días las inclemencias de todo cuerpo puesto en riesgo por la inanición. También se constituye en un ejemplo y en la certeza de que, mediante la movilización y la acción de la comunidad, es posible contrarrestar los embates 216 HORAS

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del poder contra el cultivo del saber y el conocimiento. El texto se construye de la siguiente manera: El capítulo I, titulado, Pliego de peticiones unificado, el detonante de la huelga, presenta el documento del pliego de peticiones unificado que surgió de una asamblea triestamentaria de la Universidad del Tolima; un escrito de suma importancia, por cuanto, es un antecedente inmediato de la huelga de hambre y allí se evidencia la dimensión real de la crisis. El Capítulo II, Comunicados, se compone de los comunicados emitidos por los huelguistas durante la protesta pacífica. En lo fundamental, el propósito de estos fue informar a la comunidad en general sobre las negociaciones pertinentes, perseverar en las denuncias contra los malos manejos de la administración y mostrar el estado de salud de los huelguistas. El Capítulo III, La voz del hambre, se compone de una serie de textos escritos por los huelguistas durante su acción de protesta, cuyo valor consiste en que permite una aproximación a los sentimientos y los pensamientos de quienes han puesto a prueba su voluntad y su compromiso con una causa justa. Allí es posible vivenciar el significado de la huelga de hambre desde el corazón mismo de quién padece, es decir, el sujeto humanizado en la resistencia. El Capítulo IV, Disertaciones sobre la huelga de hambre, está constituido por una serie de textos escritos por profesores de la Universidad del Tolima, todos referentes a la huelga de hambre. Algunos de ellos abordan el problema de la política, la administración, el saber y el poder y sus condiciones de posibilidad en la Alma máter. Otros se refieren a los impactos de la huelga de hambre en el movimiento universitario, la administración y la comunidad educativa. Y todos ellos apuntan a la necesidad de transformación de la Universidad como formadora de sujetos proclives a una sociedad más libre y más justa.

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El Capítulo V, Voces de solidaridad, recoge aquellas expresiones escritas de la comunidad educativa de la UT, pero también de la comunidad en general, dirigidas a solidarizarse con los huelguistas y con la legítima lucha por la defensa de la Universidad del Tolima. En el Capítulo VI, se presenta un Registro fotográfico de los acontecimientos más importantes dados durante la huelga de hambre. Muestran la participación de las autoridades locales, departamentales y nacionales quienes acudieron al llamado de los huelguistas, la comunidad educativa perseverante en acompañar esta protesta tan firme como pacífica y demás actores cercanos a la protesta. Igualmente, el prólogo de este libro fue escrito por el profesor de la Universidad del Tolima, Carlos Arturo Gamboa Bobadilla, Presidente de ASPU-UT y partícipe en la huelga de hambre, donde se hace un análisis político de la huelga, sus antecedentes, sus resultados y las tareas que, en adelante, debe asumir la comunidad educativa de la UT, a fin de conjurar la crisis y edificar una universidad moderna. Elmer Hernández Profesor Universidad del Tolima

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Huelguistas de hambre: por la defensa de Universidad del Tolima El colectivo de los huelguistas de hambre, integrado por docentes, trabajadores y estudiantes, quienes nos instalamos en el campus de la Universidad del Tolima, durante nueve días (del 6 al 15 de julio de 2016) en un acto de legítima protesta ante la crisis profunda por la que atravesaba el Alma Máter, éramos conscientes del riesgo al que se sometían nuestros cuerpos; sin embargo, sabíamos que la defensa del más antiguo e importante centro de formación superior del departamento del Tolima, bien valía el sacrificio. Llegamos a esta acción, la huelga de hambre, después de haber insistido, mediante múltiples mecanismos de expresión y participación (asambleas, mítines, marchas, comunicados, declaraciones en medios, tomas del campus, cierres y denuncias públicas, entre otras) en llamar la atención sobre el avance de una crisis resultante de tres factores que confluyeron en tiempo y espacio: la desfinanciación estatal de la universidad pública, negligencia estatal que ha sumido a la educación superior en una sin salida, o en su tránsito hacia la privatización; las funestas políticas del gobierno departamental que, a través de los gobernadores de turno, le ha negado a la Universidad Tolima la posibilidad se fortalecer sus finanzas, incumpliendo con descaro la ley; y las nefastas decisiones del rector de ese momento, José Herman Muñoz Ñungo, quien a lo largo de cuatro años de gobierno (con reelección incluida) fue incapaz de construir estrategias para superar la crisis, al tiempo que acrecentó una nómina de contratistas, lo que terminó por estrangular las finanzas de la institución, provocando el descarrilamiento del bienestar de la comunidad universitaria. La huelga de hambre triestamentaria sirvió, además, como ejercicio contundente de divulgación y solidaridad, a propósito de la precaria situación de la Universidad del Tolima; y alertó a la comunidad regional y nacional sobre los graves riesgos que acechan a la institución si no se toman las medidas urgentes

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y necesarias que la orienten hacia su estabilización; de igual manera, denunció y puso en evidencia el fatal papel de los directorios políticos regionales, su intromisión en la autonomía universitaria y la voracidad burocrática de múltiples sectores que medran alrededor de las finanzas públicas. Los huelguistas de hambre nos juntamos alrededor de un Pliego Tristamentario, valorado como documento central para la recuperación de la Universidad del Tolima, dado que en ese documento se recogen los elementos fundamentales de los tres ejes causantes de la crisis que nos moviliza: la desfinanciación estatal, la deuda departamental y el mal manejo interno. Luego de nueve días (9) de protestas pacíficas, levantamos la huelga de hambre, gracias a la intermediación de altas autoridades académicas y gubernamentales, a quienes agradecemos su gestión: Clara López, Ministra de Trabajo; Monseñor Flavio Calle; Guillermo Alfonso Jaramillo, Alcalde de Ibagué; Andrés Rocha, ex rector de la Universidad del Tolima, Diputados y Concejales, y la comunidad en general, integrada por docentes, trabajadores y estudiantes. Nos levantamos del campus porque logramos unos acuerdos mínimos para seguir en la búsqueda de una salida a la crisis de la Universidad del Tolima, pero no desfalleceremos en la lucha por esta noble acción. Estaremos al tanto de que se cumplan las acciones pendientes de los sectores comprometidos. No cesaremos en el intento de poner toda nuestra dedicación y nuestro esfuerzo por recuperar el principal centro de formación universitaria de la región, que por más de sesenta (60) años ha abierto posibilidades de ascenso social y desarrollo al Tolima y a gran parte de Colombia. La Asociación Sindical de Profesores Universitarios, Seccional Tolima, ASPU-UT, de esta manera, da un ejemplo enconado de lucha, de acciones concretas para enfrentar las políticas y gobiernos lesivos que cada día ponen en riesgo la formación superior pública de los colombianos. Por lo tanto, en este 216 HORAS

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libro, memoria de luchas conjuntas, recogemos el espíritu combativo de los profesores, de los trabajadores (en especial los afiliados al Sintraunicol) y de los estudiantes, quienes son símbolo de la valentía y el desprendimiento por construir esa Universidad que aún seguimos soñando. Hasta que la dignidad se haga costumbre Carlos Arturo Gamboa Bobadilla Presidente ASPU Seccional Tolima-Huelguista de hambre

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CAPITULO I Pliego de peticiones unificado, el detonante de la huelga

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Asamblea triestamentaria: pliego de peticiones unificado Universidad del Tolima (Comunicado No. 1) Los estudiantes, docentes y trabajadores reunidos en Asamblea Triestamentaria, los días 29 y 30 de junio de 2016, se permiten presentar a los miembros del Consejo Académico y el Consejo Superior y a la Comunidad en general, el siguiente pliego de peticiones, cuyo propósito es orientar la superación de la crisis por la que atraviesa actualmente la Universidad del Tolima, crisis causada por una administración incapaz de sostener y consolidar un proyecto universitario, democrático y financieramente viable. En ese sentido, los puntos que se exponen a continuación, son el resultado de la disertación y el análisis profundo de la realidad actual de nuestra universidad. 1.

Exigir la renuncia del Rector de la Universidad del Tolima, José Herman Muñoz Ñungo, o su remoción inmediata por parte del Consejo Superior Universitario.

2.

Exigir la reestructuración de la alta dirección de la Universidad del Tolima, cuyo carácter burocrático tienen una responsabilidad enorme en la agudización de la actual crisis financiera y académica de la institución.

3.

Exigir un pronunciamiento objetivo y serio del Consejo Académico y el Consejo Superior, sobre la viabilidad académica y financiera para la realización del Semestre B-2016.

4.

Exigir a la Nación y al departamento la adecuada financiación para el normal funcionamiento de la Universidad del Tolima.

5.

Exigir el cumplimiento de la construcción total del Hospital Veterinario (proyecto social de la región 216 HORAS

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y estandarte académico de la facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia) y las garantías para su adecuado funcionamiento. 6.

Exigir el pago inmediato de los derechos laborales adeudados a los docentes y los funcionarios; representados en Prima de Navidad, Retroactivo del mes de enero y Prima de Junio.

7.

Exigir la restitución de los derechos profesorales (Comisiones de Estudio y Comisiones académicas).

8.

Exigir la restitución de Bienestar Universitario para los estudiantes (Calidad del servicio del restaurante, la oferta cultural y las asistencias administrativas)

9.

Exigir el respeto y el cumplimiento de las Convenciones, los Acuerdos y los demás derechos de los trabajadores que fueron desconocidos bajo el argumento de la crisis financiera de la Universidad del Tolima.

10.

Exigirle al Consejo Superior el reconocimiento de la Asamblea Universitaria y el otorgamiento del carácter vinculante que ella requiere, a fin de lograr la real transformación y la modernización de la Universidad del Tolima.

11.

Exigir la conformación inmediata de un equipo jurídico competente, que lidere el proceso de exigencia del pago de la deuda histórica de la Gobernación del Tolima con la Universidad de los tolimenses y, a su vez, desvirtúe la presunta deuda de pasivos pensionales de la Universidad hacia la Gobernación.

12.

Exigirle al Consejo Superior Universitario que le solicite a la Asamblea Departamental la elaboración y aprobación de un proyecto de ordenanza, el cual reconozca el histórico vínculo del departamento con la

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universidad; y que permita, a su vez, el aumento del aporte de la base presupuestal que anualmente debe realizar la gobernación a favor de la universidad. 13.

Exigirle al Consejo Superior que le solicite a la bancada parlamentaria tolimense, la tramitación de un proyecto de ley que le permita a la Universidad del Tolima acceder a nuevos recursos económicos en el marco de la ley 1777 de 2016, la cual regula las cuentas bancarias abandonadas, a fin de que algunos porcentajes se destinen a las universidades públicas y, en especial, a la Universidad del Tolima.

14.

Exigir la programación y la realización de una semana universitaria antes del inicio del semestre B de 2016, para que todos los miembros de la comunidad universitaria se informen, discutan y planteen salidas a la crisis en el marco de la Asamblea Universitaria.

15.

Exigir que los miembros del Consejo Superior rechacen cualquier iniciativa que conduzca a la aplicación de la ley 550 en la Universidad del Tolima; igualmente, la no aprobación de ningún tipo de crédito bancario.

16.

Exigir que los Consejos Académico y Superior presenten una carta dirigida a la Presidencia de la República, al Ministerio de Hacienda y al Ministerio de Educación, solicitando un aporte de los dineros disponibles para el ejercicio del posconflicto, a fin de que la Universidad se constituya en escenario de construcción de paz, toda vez que desempeña un papel de formación importante en el territorio regional y nacional.

17.

Exigirle al Consejo Académico las garantías para la normal culminación de las clases en el Semestre A-2016.

La Asamblea Triestamentaria aprobó que de no recibirse una respuesta positiva a este pliego de peticiones, se retomará el 216 HORAS

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cierre de la puerta principal de la Universidad del Tolima el próximo miércoles 6 de Julio. Invitamos al Consejo Superior, al Consejo Académico y a la comunidad en general su concurso y su mejor voluntad en un ejercicio mancomunado que lleve a la superación de la crisis y a la transformación de la Universidad del Tolima mediante la construcción de un gran Pacto Social Universitario. ASAMBLEA TRIESTAMENTARIA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA (Ibagué, Junio 30 de 2016)

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CAPITULO II Comunicados

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Comunicado No. 2 COMUNICADO CONJUNTO SINTRAUNICOL Y ASPU TOLIMA El Sindicato de Trabajadores y Empleados Universitarios de Colombia SINTRAUNICOL y La Asociación de profesores Universitarios ASPU, seccionales Tolima, conscientes de la grave crisis que atraviesa la Universidad del Tolima, emiten este comunicado conjunto invitando a la movilización, el debate y la construcción de una Universidad Autónoma: 1. Convocamos a todos los actores universitarios y regionales a defender la AUTONOMÍA UNIVERSITARIA y LA AUTORREGULACIÓN, como espacios propicios para elaborar propuestas de salida a la crisis. 2. Expresamos nuestro rechazo contundente a las tentativas de aplicación de la Ley 550 en la Universidad del Tolima, por ser lesiva para el proyecto de Universidad Pública, tomando como antecedente la fatídica aplicación de la misma en la Universidad del Atlántico; prueba de ello son los suicidios de trabajadores, el asesinato de estudiantes y los golpes dados a la estructura de la comunidad Académico – Administrativa, ocasionando con ello despidos masivos y alzas desproporcionadas de matrícula; los posteriores reintegros de trabajadores, por orden judicial dejando a la universidad en una situación más difícil de la que se encontraba inicialmente. 3. De igual manera, consideramos improcedente la aplicación de la Ley 1740 de Inspección y Vigilancia, porque en ella se configura otra velada intervención de la Universidad y le quita la posibilidad a los actores de la comunidad de construir escenarios concertados para superar la crisis. 4. Exigimos al rector JOSÉ HERMAN MUÑOZ, el pago de las primas de Navidad de 2015 y Prima de Mitad de Año 216 HORAS

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2016, así como la garantía del pago de nuestros salarios, al cual tenemos derecho por cumplir a cabalidad con nuestras funciones. 5. Expresamos nuestro rechazo al endeudamiento con la BANCA PRIVADA, debido a que ese escenario soluciona el flujo de caja de manera transitoria, pero hunde la Universidad del Tolima en una crisis de más largo aliento con una deuda imposible de pagar con las condiciones financieras actuales. 6. Exigimos la RENUNCIA DEL RECTOR JOSÉ HERMAN MUÑOZ, quien ha demostrado su incapacidad para gestionar una salida universitaria a la crisis, y por el contrario sigue llevando la Institución a un abismo sin retorno. SINTRAUNICOL ASPU TOLIMA UNIDOS POR LA DEFENSA DE LA UNIVERSIDAD PÚBLICA Y LOS DERECHOS DE LOS UNIVERSITARIOS

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Comunicado No. 3 DIRIGIDO A LOS PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA Julio 5 La Asamblea Triestamentaria de la UT hace una cordial invitación a los profesores y profesoras de nuestra universidad para que concerten con sus estudiantes, de la manera más democrática y académica posible, la culminación efectiva y satisfactoria del semestre académico A de 2016. Al respecto, debe recordarse que se amplió el plazo para el ingreso de notas a la plataforma hasta el 22 de julio. Las condiciones en la universidad están dadas para adelantar las actividades académicas pendientes en cada uno de los programas y las dependencias; la puerta y los bloques están abiertos desde el 6 de julio a las 2:00 pm. Del mismo modo, los invitamos a que se solidaricen con los compañeros y las compañeras (trabajadores, estudiantes y docentes) que desde hoy, miércoles 6 de julio de 2016 a las 2: 00 pm, se encuentran en HUELGA DE HAMBRE indefinida, exigiendo el cumplimiento del pliego de peticiones de la Asamblea Triestamentaria: culminemos el semestre al lado del movimiento triestamentario. Todos y todas por la defensa de nuestra universidad.

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Comunicado No. 4 Julio 6 Los estudiantes, los trabajadores y los docentes, reunidos el día 6 de julio en la puerta de la Universidad del Tolima, y luego de valorar el comunicado del rector José Herman Muñoz, en donde solo manifiesta su intención de participar en una asamblea triestamentaria, sin darle respuesta positiva al primer punto del pliego (y el único que le compete resolver), le comunicamos a la comunidad que no se considera al rector interlocutor válido, razón por la que reiteramos la exigencia de su renuncia; además, al leer el último comunicado emitido por el Consejo Académico, donde se mantiene la línea de no ofrecer respuestas claras y concretas sobre la viabilidad de la terminación del semestre A y las garantías de la realización de semestre B de 2016, lo que se suma al absoluto silencio del Consejo Superior, hemos decidido radicalizar nuestra protesta… A partir de las 2:00 pm, del día de hoy, los estudiantes, los trabajadores y los docentes NOS DECLARAMOS EN HUELGA DE HAMBRE hasta que recibamos respuestas claras, concisas y afirmativas a nuestro pliego triestamentario de peticiones. Del mismo modo, le informamos a toda la comunidad que las puertas están abiertas a partir de ahora, a fin de promover la discusión y el debate y contar con el apoyo solidario de quienes quieran sumarse a la huelga, cuyo fin único es la defensa de la Universidad del Tolima. Ahora bien, porque el Gobierno Nacional y Departamental son responsables también de la actual crisis por la que atraviesa nuestra amada Institución, y la única del pueblo y para el pueblo, los huelguistas exigimos la presencia de los Ministros de Hacienda, de Educación y de Trabajo, lo mismo

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que la presencia el Consejo Superior Universitario, ello con el propรณsito de resolver de manera inmediata, concertada y definitiva la crisis por la que atraviesa la Universidad del Tolima y que se sintetiza en el pliego del Estamento Triestamentario. POR LA DEFENSA DE LA UNIVERISDAD EL TOLIMA NO CLAUDICAREMOS INVITAMOS A TODA LA COMUNIDAD A UNIRSE

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Comunicado No. 5 A PESAR DEL SILENCIO, LA DIFAMACIÓN Y EL INTENTO DE COOPTACIÓN, NOS MANTENEMOS EN HUELGA 7 de julio La HUELGA DE HAMBRE que llevamos a cabo trabajadores, profesores y estudiantes para exigir respuestas ciertas y afirmativas al PLIEGO DE PETICIONES de la Asamblea Triestamentaria de la Universidad del Tolima, acaba de cumplir 22 horas. Son también 22 horas de silencio e indiferencia por parte de las directivas universitarias, en cabeza de José Herman Muñoz Ñungo, y de los Consejos Académico y Superior. No queremos dilación, ni burlas, ni mentiras; exigimos respuestas concretas y reales a la gravísima crisis de la Universidad del Tolima, nuestra universidad. Agradecemos honestamente la solidaridad expresada por cientos de integrantes de la comunidad universitaria, por los Concejales de Ibagué y la Personería municipal, quienes han brindado su apoyo y aliento a los huelguistas en resistencia. Pero también rechazamos enérgicamente la actitud de la Dirección Territorial del Trabajo, cuya posición frente a la huelga responde, en este momento, más a los intereses de un directorio político y de la jefatura de la universidad, que a la misión que le corresponde como entidad al servicio de los trabajadores. No levantaremos la huelga con promesas vacías y cifras falsas, las mismas con las que la alta dirección de la universidad se ha acostumbrado a engañar a la comunidad universitaria y a la opinión pública.

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Exigimos la presencia de los Ministerios de Hacienda, Trabajo y Educación, únicas instituciones de las que aceptaremos mediación para darle salidas a la crisis y construir acuerdos tendientes a responder el pliego de peticiones triestamentario. Nuestra protesta no es un capricho ni somos títeres de ningún poder de facto. En ese sentido, rechazamos también las afirmaciones, según las cuales, este movimiento se ha orquestado desde la Gobernación del Tolima. Por el contrario, exigimos al Gobernador Oscar Barreto Quiroga, como Presidente del Consejo Superior Universitario, a convocar urgentemente a sesión ordinaria de ese órgano directivo para que dé trámite al Pliego de Peticiones de la Asamblea Triestamentaria. Y también, le exigimos que se comprometa a definir un plan de pago riguroso, a fin de que cancele la deuda histórica que hasta el día de hoy el ente territorial tiene con la UT, la cual asciende a más de 104 mil millones de pesos. Le informamos a la comunidad en general, que ya algunos huelguistas empiezan a mostrar un deterioro en su salud. Necesitamos de su apoyo y solidaridad.

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Comunicado No. 6 ¡SEÑOR RECTOR NO DIFAME, RENUNCIE! 8 de julio Cuando se cumplen 48 horas de nuestra digna HUELGA DE HAMBRE, el desgaste físico y los riesgos a la salud son evidentes, pero nuestra determinación y sentido de lo justo siguen intactos. NO DESISTIREMOS, SEGUIREMOS ADELANTE, HASTA CUANDO LOS CONSEJOS ACADÉMICO Y SUPERIOR, Y LOS MINISTERIOS DE HACIENDA, EDUCACIÓN Y TRABAJO, DEN UNA RESPUESTA CONCRETA Y EFECTIVA A NUESTRO PLIEGO DE PETICIONES. Responsabilizamos moral, ética y políticamente de lo que suceda con nuestra integridad física y bienestar a la negligencia, la indolencia y la inhumanidad de estos funcionarios y consejeros, quienes siguen negándose de manera caprichosa y prepotente a sentar compromisos reales a la solución de la crisis de nuestra universidad. Le recordamos a la comunidad en general, que el rector de la UT, Herman Muñoz Ñungo, no es interlocutor válido para la Asamblea Triestamentaria, dado que no nos ofrece ninguna credibilidad ni confianza, aspectos éticos que degrada cada vez más cuando intenta con mentiras, falacias y distracciones, desvirtuar la justa lucha de los estamentos universitarios en huelga y su Pliego de Peticiones. Asimismo, se debe recordar que el punto No. 1 de nuestro pliego de peticiones, exige la renuncia del Rector En ese mismo sentido, la Asamblea Triestamentaria y los huelguistas, rechazamos y denunciamos el saboteo y las provocaciones que han intentado torpedear nuestro proceso de huelga y que provienen de personas incondicionales al Rector y a la administración.

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Agradecemos el apoyo sincero y la solidaridad mostrada por profesores, estudiantes y trabajadores de la UT a lo largo de estas horas de resistencia y valor. También, a los medios de comunicación que han cubierto de manera transparente esta acción; y a la comunidad en general, expectante ante lo que pueda suceder con nosotros en las horas que se avecinan. Estamos seguros de que todos ellos, como nosotros, creen y quieren a la Universidad del Tolima, y cada uno, a su manera, lucha ahora por ella. Eduardo Rueda, trabajador de la Granja de Armero, quien hizo parte del grupo inicial que se declaró en huelga se tuvo que retirar por calamidades domésticas. Le ofrecemos nuestra solidaridad y abrazo. En las últimas horas, DOS ESTUDIANTES Y UN PROFESOR MÁS SE HAN UNIDO AL GRUPO Y SE HAN DECLARADO EN HUELGA DE HAMBRE. En estos momentos cuando la debilidad y el cansancio se hacen presentes en nuestros cuerpos, pero con nuestra fuerza de voluntad firme en lograr nuestro objetivo, manifestamos la imperiosa necesidad de contar con servicios sanitarios cerca al sitio donde adelantamos nuestra protesta, puesto que los desplazamientos se vuelven cada vez más difíciles y tortuosos. Solicitamos al alcalde y/o al gobernador se instalen dos baterías sanitarias portátiles, asimismo el acompañamiento médico permanente que mejoren las condiciones de los huelguistas.

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Comunicado No. 7 CONTINUAMOS EN RESISTENCIA 9 de julio Cuando cumplimos 72 horas en huelga de hambre, saludamos con alegría a la Comunidad Universitaria y a la opinión pública en general, porque sigue solidarizándose con nosotros. La debilidad física es cada vez más dramática, pero la fortaleza espiritual y moral de los huelguistas se torna inquebrantable. Queremos agradecer muy fraternalmente la presencia, generosa y comprometida, del señor Alcalde de la Ciudad, Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez; Monseñor, Flavio Calle Zapata; y el doctor Andrés Rocha Bermúdez, ex rector de nuestra alma máter, quienes, en la mañana de hoy, han expresado su compromiso y su voluntad de continuar como mediadores en esta situación humanitaria, producto de la crisis a la que condujo la administración de la universidad. Es nuestro deseo enfatizar dos asuntos: 1. El señor Rector no es interlocutor válido de la Huelga, porque en estos cuatro años de administración de la universidad, ha demostrado con creces que no cumple con la palabra empeñada. No confiamos en él. No tiene ninguna credibilidad en el movimiento triestamentario. 2. Nuestra negociación solo será posible en el diálogo con los Ministerios de Hacienda, de Trabajo y de Educación; además, en el diálogo con el Consejo Superior Universitario, contando con su Presidencia, en cabeza del Gobernador, a fin de encontrar salidas concretas y viables a nuestro pliego de peticiones. La huelga, por ahora, no se levanta hasta tanto estos funcionarios no se hagan presentes en el campus universitario. No aceptamos la exigencia vaga del “Virreinato de Bogotá”, según la cual, si no levantamos la huelga no dialoga con los huelguistas. Por el contrario, exigimos, como condición

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procedimental, protestar como si no hubiera negociación y negociar como si no hubiera protesta. Denunciamos que en estos tres días de huelga, se han presentado toda clase de saboteos, ultrajes y provocaciones a los huelguistas. El día de ayer, un grupo de encapuchados detonó “petos” y “papas bomba” frente a los huelguistas; el Rector y su equipo de trabajo realizaron declaraciones difamatorias y abusivas en medios de comunicación en contra del movimiento de huelga de hambre; y, finalmente, un funcionario de Bienestar Universitario dio declaraciones tendenciosas a un medio de comunicación regional, para deslegitimar la huelga: insinuó que algunos huelguistas han aumentado su peso, antes que disminuirlo, lo cual no se corresponde con la realidad de su estado de salud. No aceptamos la mezquindad ni la violencia retórica y de acción. No aceptamos la prepotencia de Bogotá. No aceptamos la sinrazón de quienes, en su respaldo irrestricto e irreflexivo de la administración universitaria, han tratado de deslegitimar nuestras justas reclamaciones. Responsabilizamos de nuestra integridad, nuestra salud y nuestro bienestar, al comportamiento cínico, indolente y negligente de quienes perseveran en hundir la universidad de los tolimenses en la oscuridad, el abandono y el desmantelamiento.

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Comunicado No. 8 EN HUELGA DE HAMBRE 10 de julio Agradecemos la buena voluntad del señor Alcalde de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez; de Monseñor Flavio Calle Zapata; y del doctor Andrés Rocha Bermúdez, ex rector de la Universidad del Tolima por su disposición para propiciar, como mediadores, un espacio de negociación con el Gobierno Nacional y el Consejo Superior Universitario, para que den respuesta a nuestro pliego de peticiones. Sin embargo, NO ESTAMOS DE ACUERDO con la actitud dilatoria de la Comisión que, en virtud de su dinámica de discusión, respetable, abandonó el campus universitario sin brindarle a la comunidad que la esperaba, en especial, a los huelguistas, ningún tipo de explicación. No compartimos este gesto de desconocimiento porque estimamos que atenta contra la dignidad y la misma integridad de los huelguistas, pues debe considerarse que la preparación de cualquier tipo de reunión implica una gran inversión de energía física, tras 80 horas de huelga de hambre. Reiteramos que esta comisión de notables es solo una comisión de mediación y acercamiento; y no una comisión de negociación. Adicionalmente, comunicamos a la Comunidad Universitaria y a la opinión pública en general que hasta las 7:00 de la noche de hoy hemos reunimos 1.300 firmas – sumadas a otras 800 recogidas, previo a la presente jornada de protesta – y corresponden a trabajadores, profesores y estudiantes que exigen la renuncia de José Herman Muñoz Ñungo como rector de la Universidad del Tolima.

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Comunicado No. 9 100 HORAS DE RESISTENCIA Y LUCHA / 100 HORAS DE UNA DECISIÓN HERÓICA 11 de julio En la mañana de hoy escuchamos atentamente, sobre nuestro Pliego de Peticiones, las consideraciones de la Comisión de mediación, compuesta por el Alcalde de Ibagué, Doctor Guillermo Alfonso Jaramillo; Monseñor Flavio Calle Zapata, Doctor Andrés Rocha Bermúdez, ex rector de la Universidad del Tolima; y también las consideraciones de la delegada del Ministerio de Educación Nacional al Consejo Superior Universitario, Doctora Raquel Díaz. Saludamos su valiosa contribución al diálogo y valoramos objetivamente sus propuestas respecto de los escenarios posibles de solución a las peticiones de los huelguistas. De la misma manera, destacamos su actitud de escucha y comprensión acerca de nuestro pliego de petición y de solidaridad frente a la situación humanitaria desprendida de nuestra justa huelga de hambre, única acción posible de expresión que nos ha dejado la administración actual. Destacamos con beneplácito que la Comisión de mediación se ha comprometido con nosotros a hacer sus mejores esfuerzos para que hagan presencia mañana lunes en la tarde, el Gobierno Nacional (Ministerios de Educación, de Hacienda y de Trabajo) y del Gobierno Departamental (Gobernación, Alcaldía, Asamblea Departamental), a fin de realizar una reunión, en nuestro campus universitario, para proceder a la negociación de nuestro pliego de peticiones. Como resultado de este espacio de diálogo, los huelguistas nos ratificamos en las exigencias inicialmente planteadas: la renuncia del Rector, José Herman Muñoz Ñungo, y la negociación inmediata del pliego de peticiones con los ministerios de Hacienda, de Educación y de Trabajo, en 216 HORAS

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conjunto con el Consejo Superior Universitario, toda vez que son las instancias políticas y administrativas con la autoridad y el carácter decisorio que se requiere para dar una solución definitiva a la crisis de nuestra universidad. Esperamos que los funcionarios que encarnan las mencionadas instancias asuman una posición diligente, sincera y eficaz para dar salidas concretas y viables a nuestro pliego de peticiones, negociación que, además, solamente realizaremos en el campus universitario. Y, así mismo, advertimos que en sus manos están la salud y el bienestar de los nueve huelguistas de la Universidad del Tolima, cuya integridad se ve amenazada al paso del tiempo. Ratificamos una vez más que las puertas de la universidad han estado abiertas desde el inicio de nuestra Huelga de Hambre, el pasado miércoles 6 de julio, de modo que, tanto estudiantes, profesores y trabajadores como la comunidad en general, han ingresado a realizar sus actividades normales y a expresar su voz de solidaridad con nuestros huelguistas y nuestro pliego de peticiones.

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Comunicado No. 10 QUEREMOS NEGOCIACIÓN, NO DILACIÓN 13 de julio Cuando cumplimos nuestro séptimo día en Huelga de Hambre nos mantenemos firmes en la idea de que el gran responsable de la crisis de la Universidad del Tolima, su Rector, presente renuncia irrevocable a ese cargo. A esa determinación se han unido las Facultades de Ciencias de la Salud, Ingeniería Agronómica, Educación, Ciencias Económicas y Administrativas, Tecnologías y Ciencias Humanas y Artes. En conjunto con las más de 3.000 firmas de estudiantes, trabajadores y profesores recogidas a esta hora, el pronunciamiento de 7 Decanos (de 9 que componen el Consejo Académico) y la carta firmada por 5 miembros del Consejo Superior (de 9 consejeros en pleno), sumado a las recientes declaraciones del Viceministro de Educación Superior y las reiteradas del Gobernador del Tolima, creemos que la voluntad de todo los actores apunta en una sola dirección: SU RENUNCIA. El escaso compromiso de los Ministerios de Educación y de Hacienda merece nuestro más enérgico repudio. El desprecio que han mostrado por la vida de los huelguistas, al negarse a negociar nuestro pliego de peticiones, solo contribuye al empeoramiento de la situación y a la radicalidad del movimiento. Insistiendo en que, junto con la renuncia de la actual administración, la implementación de un plan de ajuste y el manejo responsable del presupuesto de la universidad, se necesita una importante inyección de recursos, ordinarios y extraordinarios, que oxigenen el actual estado de postración institucional.

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El modelo de liquidación de las transferencias de la nación, congelado desde 1993, aunado a la iniquidad con que se distribuyen esos escasos recursos, y a la deuda acumulada de la Gobernación, que data de ese mismo año, obligan a los gobiernos nacional y territorial a comprometerse con la financiación de la universidad de los tolimenses. Por su parte, el Consejo Superior Universitario debe comprometerse a dar trámite viable y concreto a nuestro Pliego de Peticiones, y a la implementación de medidas tendientes a la reestructuración de la alta burocracia institucional, a exigir el pago de la deuda de la gobernación, sobre la base de la modificación de su criterio de liquidación, y a gestionar recursos frescos del gobierno nacional, en el marco de los caros objetivos de la construcción de paz. Seguimos recibiendo la solidaridad de la comunidad universitaria, y la adhesión de diversos sindicatos y organizaciones gremiales. Agradecemos los pronunciamientos de la CONTUA, la Central Unitaria de Trabajadores, Sintraunicol Nacional y sus Subdirectivas de la Universidad de los Llanos, Universidad de Cartagena, Universidad de Antioquia, Universidad Francisco de Paula Santander, entre otros. También agradecemos la diligente y humanitaria labor que ha mantenido la comisión de garantes conformada por el Alcalde de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo; Monseñor Flavio Calle Zapata y el doctor Andrés Rocha Bermúdez, ex rector de la nuestra alma máter. Reconocemos la disposición del Ministerio de Trabajo, que se ha ofrecido a negociar con el movimiento.

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Comunicado No. 11 SOLO CON EL COMPROMISO DE LOS GOBIERNOS NACIONAL, DEPARTAMENTAL Y LOCAL, PODREMOS LLEVAR ADELANTE A LA U.T 14 de julio. Hoy, a las dos de la tarde, el movimiento universitario triestamentario completa OCHO DÍAS EN HUELGA DE HAMBRE. Una de nuestras exigencias, mediante la cual interpretamos el sentir de la comunidad universitaria y la sociedad tolimense, promete hacerse realidad el próximo 31 de julio: LA RENUNCIA DEL SEÑOR RECTOR, JOSÉ HERMAN MUÑOZ ÑUNGO. Pero no creemos en él. Como expresamos ayer, en presencia de la Ministra del Trabajo, Doctora Clara López Obregón, creemos en su palabra, pero no en la del Señor Rector, razón por la cual exigimos por escrito su decisión IRREVOCABLE de renunciar al cargo. Interpretamos esta renuncia como un efecto de la crisis financiera, ética y política de la universidad, pero no como su solución. Insistimos todos en los 16 puntos restantes de nuestro Pliego de Peticiones, y que, ante el cual, tanto el Consejo Superior como los gobiernos Nacional y Territorial, deben comprometerse; en primera medida, con un plan de ajuste serio y consistente, que no afecte la academia, el bienestar universitario ni la base de los trabajadores; y en segunda medida, con la inyección inmediata de recursos frescos para que la universidad retome su devenir normal. Esta justa lucha no busca, como piensan quienes todavía defienden la actual administración, quitar a un rector para poner otro. Buscamos, eso sí radicalmente, que de este 216 HORAS

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caos institucional emerja una institución distinta, moderna, eficiente y no clientelista. Bajo la administración de José Herman Muñoz, la universidad ha perdido su sentido, en cuanto casa de estudios superiores, para convertirse en un “trabajadero” y en un “tituladero”. Así mismo, advertimos que no nos interesa ningún tipo de acuerdo velado por debajo de la mesa con ninguna fuerza política tradicional, llámese “barretismo”, “gomezgallismo”, “jaramillismo”, “uribismo” o “santismo”, tal como lo ha hecho la actual administración. Lo que en verdad nos interesa es que la comunidad universitaria, en pleno, defina a quién quiere en el máximo cargo de dirección universitaria para que asuma la transición y la dirección en propiedad de nuestra alma máter. Insistimos en que dicha transición tendrá que materializarse en un gobierno de consenso, del que participen activamente los estamentos fundantes, los colectivos, las agremiaciones y las demás fuerzas que configuran nuestra comunidad universitaria. Un gobierno de consenso, insistimos, que no se base en el clientelismo y la burocracia, sino en las ideas que tiendan a la definición y puesta en marcha de un proyecto común de universidad regional comprometida, entre otros aspectos misionales, con la defensa del medio ambiente y la reconstrucción del tejido social en tiempos del posconflicto armado. La participación democrática debe ser central en la definición de los ejes estratégicos y la gobernabilidad de la nueva Universidad del Tolima.

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Comunicado No. 12 LEVANTAMIENTO DE LA HUELGA DE HAMBRE DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA 16 de julio Informamos a la comunidad universitaria y a la comunidad en general que el pasado 15 de julio de 2016, a las 2:00 pm, luego de 9 días (216 horas), levantamos la huelga de hambre, protesta legítima y pacífica del movimiento triestamentario de resistencia que surgió como respuesta a la crisis financiera, académica, administrativa y de gobernabilidad de la Universidad; pero también como defensa de la Universidad Pública, hoy amenazada por las políticas privatizadoras del Ministerio de Educación Nacional. Agradecemos a toda la comunidad universitaria por su apoyo activo en esta lucha noble y heroica en defensa de nuestro derecho a una educación digna y ética. Gracias a los estudiantes, los docentes y los trabajadores que participaron en la huelga de hambre, pero también a quienes siempre estuvieron al lado nuestro, cuidando nuestra condición de salud; gracias a nuestras familias, cuyo amor nos hizo más llevadero el padecer en resistencia; gracias a SINTRAUNICOL, ASPU, los profesores independientes y los estudiantes que se organizaron a partir del movimiento encabezado por los estudiantes de Medicina Veterinaria y Zootecnia, y sus libres y lúcidas orientaciones y acciones; a las organizaciones sociales, regionales, nacionales e internacionales, por su solidaridad sincera; a los medios de comunicación por cubrir día a día el acontecer de la huelga y enterar a la ciudad y al país sobre la delicada situación de la Universidad del Tolima. Gracias a todos, porque cada uno, desde su lugar y su condición, dieron su valioso aporte para dar hoy un paso importante, no el único, en la solución de la crisis de nuestra alma máter; todavía están pendientes 16 puntos de negociación del pliego con el Consejo Académico, el Consejo Superior, la 216 HORAS

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Gobernación del Tolima, el Ministerio de Educación Nacional, el Ministerio de Hacienda y el Ministerio del Trabajo. Hemos dado una muestra de que nuestro movimiento es propositivo, y dejamos claro que seguimos en alerta para movilizarnos en el momento en que la Universidad pública lo requiera. Damos un reconocimiento muy especial al aporte solidario de la Comisión mediadora, constituida por Monseñor Flavio Calle; el Alcalde de Ibagué, Doctor Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez, y al ex rector de la Universidad del Tolima, Doctor Andrés Rocha Bermúdez, por su trabajo incansable y permanente que contribuyó a levantar esta huelga de hambre y a construir caminos de entendimiento entre las partes. De la misma manera, damos un reconocimiento especial a la Señora Ministra de Trabajo, Doctora Clara López, quien, con su presencia y su palabra, abrió caminos promisorios para nuestra universidad. También, a la delegada del Ministerio de Educación Nacional, Doctora Raquel Díaz por atender a nuestro llamado. A nuestra comisión política, integrada por voceros de los estudiantes, los trabajadores y los profesores; a ASPU y Sintraunicol Nacional por su acompañamiento durante el proceso y a los representantes de los estudiantes, los profesores, las directivas académicas y los ex rectores ante el Consejo Superior, todo nuestro agradecimiento. Debemos informar a la comunidad universitaria y a la comunidad en general, que este movimiento no se reduce únicamente a la renuncia de un rector, es un ejercicio de transformación radical de la Universidad del Tolima, en el marco de la AUTONOMÍA, la AUTORREGULACIÓN Y la CALIDAD ACADEMICA; por eso convocamos a toda la comunidad a construir un gran pacto social que permita, desde el debate, la configuración de una universidad moderna, al servicio de la región y no de los intereses politiqueros de turno.

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Rechazamos cualquier intento de violación de la AUTONOMÍA UNIVERSITARIA, como es el caso de la Ley 550, la Ley 1740 o las reestructuraciones amañadas y a dedo; tampoco aceptaremos la imposición de manera autoritaria de un rector por parte de ningún sector; es decir, el rector encargado y los demás asignados, deberán obedecer a un proceso de legitimación dentro de la comunidad académica. Así mismo, debemos recordarle a la comunidad universitaria que, al levantar la huelga, luego de obtener avances claves con el Movimiento y la negociación, apenas termina un momento en la solución de la crisis de la Universidad del Tolima. Este proceso será largo y requerirá la participación decidida, activa y comprometida de toda la comunidad universitaria y de todos aquellos que conciben la Universidad del Tolima como la entidad académica que puede llevar a la región en la dirección de alcanzar verdaderos niveles de bienestar. Por eso, invitamos también a los escépticos y los incrédulos, y a quienes no compartieron nuestra expresión de inconformidad, a que, en un acto de amor y responsabilidad, se sumen al noble propósito de hacer de nuestra universidad un escenario de debate abierto, democrático y autónomo. Finalmente, convocamos desde ya a la comunidad universitaria y de la región, para exigirle al Consejo Superior Universitario, el reconocimiento del carácter soberano de la Asamblea Universitaria, instancia legítima que hará posible, desde la democracia y la autonomía, una reforma real de la universidad, tendiente a su modernización, como verdadero templo del saber y el conocimiento de los tolimenses y los colombianos. Y para constancia histórica, firmamos los huelguistas:

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María José Hoyos, estudiante Jorge Enrique López, estudiante Manuel Steven Barbosa, estudiante Juan Sebastián Cleves Romero, estudiante María del Pilar Albornoz, trabajadora Daniela Herrera, trabajadora Dubán Egidio Herrán Forero, trabajador Carlos Arturo Gamboa, profesor Pierre Díaz Pomar, profesor Ricardo Andrés Pérez Bernal, profesor Luis Eduardo Rueda, trabajador

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Acta de acuerdo para la finalizaciรณn de la huelga

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CAPITULO III La voz del hambre

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La escalada del hambre: carta abierta a la comunidad académica de la Universidad del Tolima

Ibagué, 10, 11, 12 y 13 de julio de 2016 Ahí reside la trágica originalidad del Cinema Novo delante del cine mundial: nuestra originalidad es nuestro hambre, y nuestra mayor miseria es que este hambre, siendo sentido, no es comprendido. Glouber Rocha en su manifiesto “La Estética del Hambre” Tal vez, para la mayoría de las personas del mundo que tienen para comer, la comida es un placer; congrega a la familia, está presente en las celebraciones, une las generaciones porque se transmite un legado de sazón y sabor. Y claro, es nuestro alimento corporal que le da los nutrientes a nuestro organismo para que funcione con toda regularidad. Un grupo de nueve personas estamos en huelga de hambre en la Universidad del Tolima; seis desde el 6 de julio y tres 216 HORAS

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más desde el 7 de julio hasta el presente, con el propósito de evitar que la Universidad se extinga entre pésimos manejos administrativos, llenos de clientelismo y corrupción, y la irresponsabilidad del Gobierno Nacional, el Ministerio de Educación Nacional y la Gobernación del Tolima. Recuerdo ahora, en mi delirio hambriento, el manifiesto del gran cineasta Glouber Rocha, titulado La estética del hambre (1965) en el que hacía los planteamientos del nuevo cine brasilero y latinoamericano para su viabilidad y su sinceridad estética. Historias contadas a partir de nuestras tradiciones repentistas, nuestras problemáticas y nuestra poética; al final, nuestra hambre física y de justicia social. En el seguimiento a la letra de La estética del hambre, ocurre la protesta pacífica de la huelga de hambre en la Universidad del Tolima. Para entenderla, debemos resumir los hechos que han ocurrido en el gobierno universitario desde noviembre de 2012, cuando empezó la rectoría de José Herman Muñoz Ñungo y su cúpula directiva, conformada por quienes se juraban los mayores intelectuales, pero que, en realidad, han actuado como gamonales de su pequeño feudo politiquero. Pensaban ellos que conducirían a la Universidad a los mayores “indicadores” académicos, pero la verdadera academia no debe estar atravesada por la politiquería ni por los privilegios desbordados, guiados por el “amiguismo”. Se convirtieron en los mayores disgregadores de la comunidad académica pública, en la que siempre debe existir la consideración humanista, el debate político, la interdisciplinariedad, la equidad y la fortaleza del saber y los conocimientos. Por ello, desde 2013 empezaron las denuncias, hechas desde la Asociación Sindical de Profesores Universitarios (ASPUTolima) por los excesivos contratos, las arbitrariedades de las directivas y el incumplimiento de acuerdos. En 2014 hubo muchos comunicados al respecto, se citó al rector a asambleas de profesores y se le intentó criticar (a pesar de sus artilugios para evitarlo) en sus rendiciones de cuentas “asépticas”, dado

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que las preguntas eran editadas al ser hechas por escrito. En el 2015, la situación era inocultable, aunque continuaba sin parar la seguidilla de mentiras. Parecía una película de psicópatas en la que el rector era el psicópata de las mentiras y asesinaba a todos con ellas, porque resultó que hubo mucha gente que le creyó, por lo menos al principio. En octubre de 2015, el Consejo Superior actuó sobre la base de mentiras y prebendas para reelegir a José Herman Muñoz como rector. Luego, entre noviembre y diciembre de 2015, un grupo de profesores y estudiantes cerramos la puerta de la UT por 5 días y se conformó el Frente Unido por la Defensa de la Universidad del Tolima, con el cual se demostró el ocultamiento sistemático de la crisis administrativa, financiera y ética de la Universidad. El martes, primero de diciembre, se realizó una marcha hacia el auditorio de Los Ocobos, Sede Centro de la UT, donde el rector sostenía una reunión con la facultad de Ciencias, cuyo propósito era dividir aún más a los estamentos. La marcha irrumpió en la reunión y obligó al rector a que se comprometiera, de manera pública, a asistir a una asamblea dentro del campus universitario y a que le respondiera a la comunidad. Sin embargo, y una vez más, entre propuestas como que los estudiantes pagaran las matrículas en diciembre, las cifras mentirosas de la crisis y la tremenda capacidad dilatoria y embustera del rector, las asambleas se diluyeron. El 2016 abrió con el justo paro de los trabajadores de Sintraunicol, puesto que no se había pagado el salario de diciembre, ni la prima de navidad. Luego se llegó a tener dos meses de pagos atrasados de salario; pero en diciembre de 2015, Muñoz les había asegurado a los empleados que el dinero de salarios estaba en una fiducia y que nunca iba a correr ningún riesgo. Una vez más, mintió de manera descarada. Muñoz hizo un acuerdo con Sintraunicol (que, por supuesto, después incumplió) con el propósito de empezar el semestre en una aparente “normalidad” que en realidad era una “normosis”; es decir, un estado en el que se cumplen las funciones, pero como un autómata que no tiene una visión crítica ni el discernimiento 216 HORAS

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propio para darse cuenta de que la Universidad avanza hacia el abismo y que ese avance no se detiene, debido a las prácticas administrativas y financieras de la cúpula directiva. En eso estábamos, cuando el hilo se reventó por la acción de los estudiantes de Medicina Veterinaria y Zootecnia (que era el estamento que faltaba por unirse a la protesta y a la denuncia): a finales de junio y principios de julio, bloquearon el acceso a la Universidad, en protesta contra el gran elefante blanco del Hospital Veterinario y, en general, por la desastrosa y amañada administración de Muñoz Ñungo. Entonces los estamentos se unieron (estudiantes, profesores y trabajadores) en asambleas celebradas en la puerta de la Universidad, y ya ni los grupos que apoyaban la administración, pudieron detener el proceso de protesta. Y en estas circunstancias, porque Muñoz y su administración no dejó ninguna otra alternativa, el miércoles 6 de julio, empezó la huelga de hambre en el parque Ducuara, al interior de la Universidad, pero con las puertas abiertas del alma máter. Esa es la escalada del hambre, porque, paulatinamente, hemos estado en el descubrimiento de unas prácticas que llevarían a la extinción de la Universidad, acompañadas de unas protestas que las han denunciado y las han tratado de detener. El hambre física es metafórica del hambre de justicia, y la desintoxicación que ocurre en los cuerpos cuando se aguanta hambre por más de dos días (vamos en 7), es la misma desintoxicación que le tiene que ocurrir a la Universidad de aquellos que la consumen como unos parásitos. Estamos en esa lucha y, por fuera del teatrino del Ducuara, varias personas dicen que esta protesta desprestigia a la Universidad, que es ridícula, o tonta, o que no es justificada; esas personas no se dan cuenta de que la verdadera lucha por las justas causas debe ser extrema; este es un tipo de protesta absolutamente pacífico, que le otorga una relevancia espiritual a lo que se quiere conseguir y que se trata de una decisión personal que pasa por el cuerpo y el riesgo de la propia salud,

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en busca del beneficio colectivo: en este caso, la construcción de comunidad académica, inclusive de interdisciplinariedad. Al respecto, no hay más que observar la congregación de personas en el Parque Ducuara, en la que se conversa sobre los más diferentes temas y se hacen las más diversas acciones para estar con los huelguistas y acompañar su lucha, una lucha que es de todos los que quieren una universidad pública perdurable, crítica y propositiva. Economistas, secretarias, agrónomos, aseadoras, historiadores, politólogos, tramitadores, poetas y veterinarios, todo tipo de miembros de los tres estamentos se unen para debatir, conversar y edificar mundos posibles. Se vive el encuentro, se vive la política y se vive la creación. Por momentos, el hambre da dolor de cabeza, desconcentración, somnolencia, debilidad y desgano, pero si uno está claramente dirigido hacia un objetivo, y que además es justo, la voluntad se enardece para seguir en pie, seguir sentado o seguir acostado, en todo caso siempre en la lucha. El hambre busca la justicia. El hambre física es la condición que sufren muchos de nuestros compatriotas en La Guajira, el Chocó, muchos barrios de nuestras ciudades u otros territorios; les comprendo y espero cada vez más el poder construir formas de cambiar esa situación; por el momento, hay que empezar con la Universidad del Tolima. La lucha sigue. Un saludo fraterno desde al área restringida, en la que no hay hambre de afecto. Universitariamente, Ricardo Andrés Pérez Bernal Profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes Huelguista de hambre, Teatrino Parque Ducuara, Universidad del Tolima

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Con hambre y sed de justicia universitaria

Julio 9 de 2016. 6:00 am. Quizás el hambre sea lo más humano que exista, porque recuerda nuestra finitud. Nos permite reafirmar nuestro parentesco natural, nuestro origen animal. Nos aproxima a los seres que agonizan y nos aleja de la prepotencia de los dioses. Dejar de comer es aceptar tajantemente que somos iguales a una oruga, un camello o una salamandra. Un día no estaremos aquí, seremos alimento de lo que antes devoramos. Por eso la huelga de hambre es quizás el mayor signo de desprendimiento de un sujeto, es la muestra de su compromiso consigo mismo y con lo “otro”.

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Cuando decidí declararme en huelga de hambre no me sumé a un acto desesperado, lo hice convencido de las ideas que defiendo, en este caso decantadas en la Universidad del Tolima, un lugar físico, pero también una idea, en donde convergen muchas de las convicciones que me han formado. Durante estas 64 horas que llevó en esta protesta pacífica, he recibido bastante aliento de amigos, conocidos y parientes, pero también muchas preguntas; entre estas últimas la más repetitiva ha sido: ¿vale la pena este sacrificio? He pensado en ella y este texto es el resultado de dichas divagaciones. El mundo actual, en el cual crecí, nos ha enseñado que lo más importante es el individuo, sus cosas y su bienestar, los demás poco importa; los otros, acaso, son un punto de referencia, no una acción. Poner en riesgo el Yo parece una locura para un mundo en donde el Yo es el amo. La individualización a la que nos condujo el sistema se refleja en casi todo: las formas en que nos dicen que debemos educar (competencias), las formas en que debemos vivir (producir) y las formas en que debemos amar (reproducir). Estamos en el tiempo de lo individual, es decir, la negación de lo colectivo. Estamos en tiempos egoístas, es decir, la negación de lo común. Hoy, asumir un discurso que defienda la ética, lo público y lo común de una Institución como la Universidad del Tolima, parece estar fuera de tiempo; pero, a mi modo de ver, es reafirmar lo colectivo, es una apuesta por un espacio y una idea, la de las posibilidades del saber, la de un lugar para todos con los riesgos que implica estar todos juntos. No tengo ninguna duda, la Universidad del Tolima es apenas un nombre que puede ser dotado de significado por quien lo pronuncia, y para mí, y creo que para quienes están conmigo en esta huelga, es el espacio de los sueños de nosotros y los otros. 216 HORAS

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En tal sentido, dejar de comer, asumir el riesgo de deteriorarnos hasta llegar al estado primigenio de la evolución, es la negación total de todo egoísmo y la posibilidad de rescatar lo colectivo. Por eso, mientras los minutos pasan, las ideas por las cuales me declaré en huelga de hambre se reafirman, mientras aumenta mi hambre y mi sed, pero de justicia universitaria. Carlos Arturo Gamboa Profesor del IDEAD Huelguista de hambre, Teatrino Parque Ducuara, Universidad del Tolima

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Resistir es el único camino

Julio 13. -2016- 4:00 AM Lo único peor que un dictador, es su soberbia. J. C. Escobar No se puede obligar a nadie a luchar, solo daré ejemplo luchando. Carlos A. Gamboa Las horas pasan, los minutos se hacen pesados. Las rodillas empiezan a tambalearse. El mareo sube hasta la cabeza como una oleada tibia, como un cosquilleo que roba energía. Debes respirar profundo, concentrarte. Las mañanas son tranquilas, el aire frío del amanecer tranquiliza la piel. He tenido sueños recurrentes de paisajes, de montañas, de ríos que humedecen mi rostro. Al despertar en las madrugadas, en mi carpa, he creído estar acampando en alguna ladera del 216 HORAS

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Combeima, cerca al Nevado del Tolima, luego el cerebro se resetea y escucho el lento gemir de mis compañeros de huelga. De día las personas llegan como una oleada de abejas que transportan energía. Nos abrazan, nos cuentan sus preocupaciones, nos traen noticias del campus de la universidad; estar tanto tiempo en un mismo lugar me hace pensar que para morir es suficiente un metro cuadrado. No entiendo por qué la gente necesita tantas cosas. Los mensajes para alimentar la fortaleza llegan de cada rincón. Por lo correos, las redes sociales, el celular. La tecnología sirve para extender la solidaridad, los mensajeros binarios llegan por miles; no hay muchas fuerzas para devolverlos cargados de agradecimientos. Me he quedado mucho tiempo mirando los rostros. Los de mis cercanos, los de mis amigos, los de aquellos compañeros de trabajo que quizás apenas un día saludé. Sus rostros dicen lo que sus bocas callan. Hay mucha angustia en las miradas, muchos deseos de que no claudiquemos, mucha preocupación por nuestros cuerpos que musitan una melodía lenta al desplazarse. He podido explorar más a fondo la mezquindad humana; algunos, apenas un puñado de alfileres en la pradera, se han burlado de nosotros, han convertido sus miedos en mofas que hieren el corazón del luchador, han antepuesto el interés pusilánime del tiempo ante la vida misma que dicen amar y celebrar. Los excuso, pero no los comprendo, no cambiaría la vida de nadie por un imperio. Las horas siguen su lento transcurrir, se hacen más lentas, se arrastran por las baldosas, se escurren por las paredes. Las enfermeras vienen y van, sus sonrisas alimentan el palpitar de los osciloscopios, sus agujas parecen avispones en la piel. Me siento más chuzado que el teléfono de Piedad Córdoba. Mis compañeros de huelga se han convertido en una cofradía de anécdotas. La mayoría de ellos antes eran rostros en el

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campus, quizás hasta rostros nunca vistos, pero me hacen recordar aquello de que “cada hombre es una historia”. Su generosidad, arrojo y desprendimiento es un tesoro para esta universidad, para este territorio, para este mundo. Mis amigos, constantemente, me hacen llamados a que no me mueva tanto, a que no escriba. Entonces suelo escabullirme de madrugada a ordenar palabras, como un campesino que de noche salta el broche y va a la ciudad en busca de placeres. Creo que nunca podré hacer huelga de palabras, no he nacido para ser sumo sacerdote del silencio. Un nuevo día empieza a descender desde las montañas. Consumo otro trago de suero comercial. Froto mis manos mientras pienso que en la distancia alguien padece nuestra osadía, pero muchos celebran nuestro rito acuoso de resistencia. Ayer mi hijo Jhon Alex, quien apenas tiene catorce limpios años, me envió un mensaje, pidiendo permiso para unirse a la huelga como respaldo, su arrojo es bofetadas para tantas cobardías. El inventario es muy extenso, mis dedos padecen cansancio de teclado. Son cerca de 170 horas de huelga de hambre. Aún no logramos derribar el dique de la indolencia, parece que el poder está recubierto con una capa de insensible plomo. Entonces vuelvo a recordar lo que dicen los miles de rostros que nos han venido a saludar: no se puede claudicar. Es inevitable, resistir es el único camino. Carlos Arturo Gamboa Profesor del IDEAD Huelguista de hambre, Teatrino Parque Ducuara, Universidad del Tolima

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¿Y después de la huelga qué?

Reflexiones de un convaleciente Julio 16-2016 … Todo lo que debe ser transformado está empezando a transformarse. La Universidad del Tolima debe ser nuestro principal objetivo. Debemos evitar caer en la depredación por el poder. Este momento no es para buscar nombres, sino para construir un proyecto colectivo. Los nombres son secundarios y saldrán, pero si hay ideas claras esos nombres deben corresponderse a las ideas. Ojalá sean muchos los nombres éticos y universitarios, ojalá algunos de ellos estén dispuestos a gobernar en consenso. Debemos apostar por el reencuentro de los sectores para elaborar un vademécum que contenga los principios esenciales para un periodo de gobierno en transición. No se le puede entregar la universidad a un sector, ese ha sido nuestro gran error como comunidad.

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No busquemos un patriarca o un amo. El último “prócer” feneció en su soberbia, aun se escucha el ruido de las cosas al caer. No esperemos un mesías, no existen seres perfectos, las crisis deben afrontarse entre los que quieran solucionarlas. Muchos querrán que todo siga igual, tocará superarlos. Salgamos del confort, abandonemos la baldosa. Es muy fácil opinar si no te juegas el pellejo por tus ideas. Si esperas que alguien piense y haga por ti, seguro lo encontrarás. Aceptemos que las cosas no van bien. Mirémonos al espejo. Seguir defendiendo viejas estructuras, viejos modelos institucionales y añejas cotidianidades, es negarse a avanzar. La UT está habitada por seres capaces de emprender un proyecto sensato, desde el más humilde trabajador hasta el más altivo docente, o viceversa. Evaluemos la real dimensión de nuestra universidad, no tratemos de imitar modelos impuestos o copiados, la sed de ranking nos ha hecho mucho daño; los falsos postulados de calidad y acreditación son simulacros y tras ellos hemos perdido el objetivo de educar el pueblo. Desaferrémonos del puesto de trabajo, eso no es todo lo que ofrece la universidad. Juguémonos por un proyecto social de formación para la inclusión. Reflexionemos, muchas de las cosas permanecen estáticas porque no las queremos cambiar. No guardemos silencio ante lo que se hace mal, alertemos sobre ello. Al final la honestidad resplandece más. Dejemos de tenerle miedo al poder, los poderosos se alimentan de nuestro miedo. No le rindamos pleitesía a la mediocridad. El conformismo es tan agobiante como la ineficiencia pública. Creo que son parientes.

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Rescatemos espacios universitarios como las asambleas, los foros, los debates y los conversatorios. En los últimos meses se han venido convirtiendo en un lugar para volver a darle vida a la política. Ordenemos la casa, luego pensemos en la del vecino. ¿A usted le gusta el paisaje visual de la UT? A mí no. Transformémoslo. Hagamos bien lo que a cada quien le toca. Una sumatoria de buenos oficios es pilar de una moderna organización. Si todos trabajáramos como las compañeras de oficios generales, la universidad sería ejemplo de eficiencia. En tiempos cuando se habla de la construcción de la paz, como universitarios debemos procurar ser coherentes; pero la paz no se hace de abrazos, la paz es diferencia y defensa de lo diferente. Donde todos piensan igual no hay paz, hay estupidez colectiva. Volvamos a sentirnos universitarios, este no es un trabajadero, es una institución de formación superior para lo superior. Asumámoslo. Procuremos ser ejemplo de lo que deseamos. No somos perfectos, pero el ejemplo es pegamento entre las acciones y las ideas. Expresémonos. El silencio, en estos casos, causa frustración. Carlos Arturo Gamboa Profesor del IDEAD Ex - Huelguista de hambre.

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HUELGA DE HAMBRE EN LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA


La exitosa huelga de hambre que cambió la cara de la Universidad del Tolima en Colombia

Por: Lully Posada Publicado inicialmente en el portal de globalvoices.org Entre el 6 y el 15 de julio en la Universidad del Tolima, Colombia, nueve personas, entre estudiantes, profesores y trabajadores, realizaron una huelga de hambre en protesta por la grave crisis administrativa, financiera, democrática y de gobernabilidad por la que atraviesa esa institución superior y de la que responsabilizan directamente al rector, José Herman Muñoz Ñungo. Los protagonistas iniciaron la huelga después de agotar los conductos regulares. Entre sus peticiones estaban la respuesta a 21 cuestionamientos y un pliego de peticiones cuyo primer punto exigía la renuncia del rector. Pero éste no solo se manifestó reacio a dejar su cargo y no resolvió las inquietudes propuestas, sino que también el Consejo Superior guardó silencio. Esto desencadenó la prolongación de la huelga de hambre hasta nueve días, al cabo de los cuales, y gracias a la mediación de una comisión de personalidades de la región y la presencia del ministerio de Trabajo, se firmó el acuerdo del 216 HORAS

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cese a la huelga con la renuncia del rector para el 31 de julio y la aceptación por escrito de varios puntos del pliego. José Javier Cepera, del portal Rebelión, resumió así la lucha: En últimas, la sed de justicia en la Universidad es una necesidad, y se trata de intentar abrir nuevos espacios, realizar acciones colectivas en defensa de lo público pero exigiendo transformación estructurales – no solo consiste en buscar la captación de recursos económicos sino en repensar la Universidad, sus bases, directivas, acuerdos, normatividad, razones, sentimientos y proyectos que no sigan encaminadas al servicio del mercado, los grupos políticos y el servilismo politiquero sino para la soberanía de los pueblos excluidos de estos tiempos

El grupo de huelguistas escribió en el portal El Salmón que no solo se hizo ese acto en pro de la Universidad del Tolima sino que además fue “como defensa de la Universidad Pública, hoy amenazada por las políticas privatizadoras del Ministerio de Educación Nacional”. Asimismo, se refirieron respecto al compromiso que ellos esperan de parte de la comunidad para seguir de cerca este proceso: Debemos informar a la comunidad universitaria y a la comunidad en general, que este movimiento no se reduce únicamente a la renuncia de un rector, es un ejercicio de transformación radical de la Universidad del Tolima, en el marco de la AUTONOMÍA, la AUTORREGULACIÓN Y la CALIDAD ACADÉMICA; por eso convocamos a toda la comunidad a construir un gran pacto social que permita, desde el debate, la configuración de una universidad moderna, al servicio de la región y no de los intereses politiqueros de turno. Rechazamos cualquier intento de violación de la AUTONOMÍA UNIVERSITARIA, como es el caso de la Ley 550, la Ley 1740 o las reestructuraciones amañadas y a dedo; tampoco aceptaremos la imposición de manera autoritaria de un rector por parte de ningún sector; es decir, el rector encargado y los demás asignados, deberán obedecer a un proceso de legitimación dentro de la comunidad académica.

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Global Voices (GV) quiso adentrarse más en el sentir y argumentación de los huelguistas y se dio a la tarea de entrevistar a uno de ellos: Carlos Arturo Gamboa Bobadilla, un bloguero pionero en la blogosfera colombiana, escritor, activista, docente y presidente de la Asociación Sindical de Profesores Universitarios (ASPU). A pesar de su desgaste físico, estuvo informando desde su blog y cuenta en Facebook todo lo referente a la huelga, porque como él mismo lo expresó en uno de sus escritos: “Creo que nunca podré hacer huelga de palabras, no he nacido para ser sumo sacerdote del silencio”. GV: Para empezar, algo muy importante, ¿cómo te sientes en estos momentos a nivel físico y mental? El cuerpo se resiente bastante en nueve días de huelga de hambre, pero afortunadamente, según la valoración médica, no tengo ninguna complicación. La cuestión ahora consiste en descansar unos días y ejercer los cuidados correspondientes. Mentalmente los huelguistas salimos muy fortalecidos, logramos algunos objetivos concretos, pero sobre todo visibilizamos el problema de la Universidad del Tolima nacionalmente. Para que los problemas se empiecen a solucionar hay que aceptarlos primero, y creo que ahora muy pocas personas podrán mantenerse al margen de la realidad que padecemos. GV: ¿Cómo defines tu experiencia durante la huelga de hambre? ¿Consideras que valió la pena el sacrificio y el atentar contra tu propia vida? Aunque fue extrema, en el sentido de que arriesgas mucho de ti mismo en ello, como experiencia humana me permitió reflexionar sobre algunas cosas, entre ellas el tema de la solidaridad que siempre me ha inquietado. Nosotros nos indignamos por todo, pero no actuamos y cuando alguien actúa no nos solidarizamos. En la universidad encontré solidaridad de muchas personas, incluso de algunos muy distantes de nuestra forma de pensar. Padecer hambre es sentirse más humano, es acercarse a la condición animal que 216 HORAS

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nos antecede, es también reflexionar sobre el sentido de la existencia porque si no te alimentas te descompones y eso te hace pensar en la vida en el sentido de estar “aquí”. No creo que hubiese atentado contra mi vida, lo que hicimos los huelguistas fue un acto de desprendimiento por una institución que se hundía, es un símbolo de resistencia en donde la acción es igual de contundente a la idea. GV: ¿Cómo ves el futuro de la Universidad del Tolima y de la educación pública universitaria en Colombia? Lo que sucede en la Universidad del Tolima es casi un laboratorio de la situación de la educación superior en Colombia, con un ingrediente más, el fracaso de un grupo de poder que estuvo durante los últimos cuatro años al frente de su dirección. Ahora nos toca recomponer muchas cosas, la UT apenas lleva 60 años funcionando, digamos que está en su etapa embrionaria como institución. Es el momento de modernizarla, de blindarla contra la politiquería regional, de reorientarla académicamente, de entroncarla con la región, de limitarle su misión porque no podemos seguir intentando parecernos a lo que no somos. Para la educación pública nacional se debe venir un gran cambio, los tiempos de posconflicto lo requieren. Sin un sistema educativo nacional que le apueste a la reconstrucción del país, será más difícil enraizar el sentido de la paz. Creo que la educación, si se orienta bien, es fundamental para la redefinición de la democracia, la ciudadanía y la activación de un sujeto en derecho. Esto se debe presionar, el Estado no parece muy interesado en ello, entonces seremos nosotros, las comunidades educativas quienes empujen ese cambio. GV: ¿Cúal consideras que es el papel de la educación en estos tiempos del proceso de paz en Colombia? Esencial. La educación les permite a las personas adquirir otras dimensiones, otras lecturas del mundo, y sobre todo

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reconocer las posibilidades del saber. Para ello, los currículos deben ser transformados, deben estar en disposición de un proyecto de país, deben abandonar las falacias de la competitividad y el falso progreso como meta última y centrarse en esa primicia que Jacques Delors denomina «aprender a vivir juntos», es quizás lo que más nos falta como colombianos. GV: ¿Te consideras activista, escritor, docente, o algo más? Creo que todo está imbricado en mí. No me imagino ser un docente sin capacidad de acción y pensamiento críticos, o un escritor encerrado frente a un ordenador intentando narrar o poetizar la vida sin vivirla de facto. Si observas con cuidado todas estas acciones están cruzadas por la palabra, creo que vengo siendo eso: un encantado por las palabras que generen acción transformadora. Si la palabra no busca transformar es mejor guardar silencio. GV: Sobre tu frase: “El día en que me despierte sin ganas de cambiar el mundo, será el día en que el mundo me habrá cambiado”, ¿crees que llegue este día? La frase surgió tratando de elaborar un cuento en el cual el personaje central debía ser un idealista. El cuento fracasó y quedó la frase. La guardé para mí, en el fondo soy eso, un idealista y me agrada serlo. No me gusta el mundo en el que nací y el que habito, que es peor hoy que cuando nací; quisiera cambiarlo y cada día lo intento, desde las acciones más pequeñas, estamos en el tiempo de la revolución de las pequeñas cosas, por eso luchar por cambiar una institución formadora como la Universidad del Tolima, merece todo nuestro esfuerzo. Espero ser idealista hasta el final, porque me hastía ver tanto conformismo; también me desagrada ver antiguos luchadores refugiados en el confort que provee el egoísmo del bienestar individual.

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GV: ¿Algo más que desees compartir al mundo? El deseo de cambio. Estamos supeditados a ello o feneceremos. Debemos frenar. El mundo va al desfiladero de su existencia. Cada día contribuimos con nuestro consumismo desaforado a depredar el planeta, es fácil de ver, pero difícil de cambiar. A veces quisiera tener el poder de resetear las mentes, eso es imposible, por eso soy profesor, porque considero que desde las aulas es posible cambiar el chip de la autodestrucción que hace tiempo nos implantó el capitalismo. Muestras de solidaridad Fueron tantas las manifestaciones en línea y de la comunidad en general, que el Rector Múñoz se vio obligado a pedir – dentro de los acuerdos– el “cese de hostilidades y la violencia psicológica”. En favor de los huelguistas y sus derechos, hubo adhesión y pronunciamientos de diversos sindicatos y organizaciones gremiales a nivel nacional. Desde la propia Universidad de Tolima hubo tres grandes hitos de apoyo: una firmatón que exigía la renuncia del rector Muñoz y logró más de 3.000 firmas; la decisión universitaria de salir a paro de actividades desde el 12 de julio; y el llamado que miembros de la Universidad hicieron a la Fiscalía General de la Nación de investigar por peculado al rector y otros funcionarios. En Twitter hubo múltiples expresiones de solidaridad y acompañamiento a los huelguistas bajo la etiqueta: #HuelgaDeHambreUT

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CAPITULO IV Disertaciones sobre la huelga de hambre

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La verdad de una causa justa Jorge Gantiva Silva Profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes Universidad del Tolima

“La verdad nunca daña una causa que es justa” Mahama Gandhi La dignidad de la coherencia y de la resistencia En medio de la inercial fatalidad del ambiente universitario y la resistencia del movimiento triestamentario contra el proceso destructivo de la universidad pública, en la Universidad del Tolima se gestó un proceso de rebeldía, crítica y movilización por la verdad, la dignidad y el derecho a la educación, que desató la expresión más auténtica y coherente de la lucha universitaria: la Huelga de Hambre. Para que la verdad de la crisis saliera a flote, se organizaron debates, denuncias, movilizaciones y plantones; se citó a los responsables de los poderes fácticos a nivel nacional, regional y rectoral – para que dieran la cara. Casi siempre actuaron con mentiras, dilaciones y encubrimientos. El derrumbe institucional y el descrédito del rector se aceleró por un agudo proceso de desgobierno, deslegitimidad, pérdida de autoridad, derrumbamiento de credibilidad, no pago de sueldos, primas y compromisos institucionales, al punto de que la comunidad universitaria exigió la renuncia inmediata del rector y reclamó toda la verdad sobre la crisis. Producto de una larga lucha, análisis, denuncias y movilizaciones que Aspu había emprendido desde tiempo atrás, resultaba incuestionable el peso de los argumentos ante el derrumbe institucional. En noviembre de 2015, los profesores “catedráticos” realizaron un cese de actividades por el no pago de sus salarios. En enero de 2016, los trabajadores organizados en Sintraunicol hicieron un paro decisivo que evidenció la magnitud de la crisis. 216 HORAS

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En este contexto, el profesorado se dio cita para propiciar un proceso amplio, crítico y plural, denominado Asamblea Profesoral, que hizo florecer la idea de la Reforma Profunda, cuyo propósito central orienta en la construcción un proyecto de transformaciones de fondo. Tomó fuerza la idea de que, ante la crisis estructural, era preciso una reforma integral. Y en su enfrentamiento del prejuicio de los defensores de la administración, según el cual “todos somos responsables de la crisis”, el profesorado enarboló la bandera de la Reforma Profunda, que expresa la voluntad de construir alternativas democráticas en la universidad. De igual manera, los estudiantes de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, ante el incumplimiento sistemático de la construcción de la Clínica y la serie de escándalos de la contratación, entraron en paro indefinido. En el transcurso del semestre se aceleró la incertidumbre, la zozobra y la angustia, y ya al final del semestre, casi todas las facultades habían entrado en paro. Producto de toda la resistencia y la movilización, el movimiento triestamentario tuvo la inteligencia de acordar la Huelga de Hambre como momento de síntesis de su lucha estratégica. Constituía una fortaleza la valentía del grupo de estudiantes, trabajadores y profesores que conformaron el primer contingente de huelguistas. Sin lugar a dudas, la organización, la coherencia y la firmeza del movimiento hicieron posible que la Huelga de Hambre resistiera, la solidaridad se extendiera y los apoyos regionales y nacionales se ampliaran. En efecto, la puesta en marcha de esta acción civil, democrática, noble y rebelde puso de presente la validez de la verdad de las causas justas. Un sujeto digno, rebelde, abierto y crítico merece entonces que la historia le reconozca su coherencia y su dignidad. Un ejercicio de la política como acontecimiento “Primero te ignoran, luego te ridiculizan, después te atacan, y entonces ganas” Gandhi

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La Huelga de Hambre fue una escuela política, de formación, organización y lucha. Se estructuró de conformidad con el despliegue de un movimiento de profesores, trabajadores y estudiantes, mediante la conformación de un pliego triestamentario. Había un norte y la claridad de propósitos. La comprensión del momento político constituyó el punto álgido. Se conjuraron varios factores objetivos y subjetivos a su favor. Manejar la ansiedad, la prudencia, el estado de salud, la moral, la comunicación, las relaciones y los apoyos, representan un arte. Y la Huelga de Hambre cumplió a cabalidad estas exigencias. Hubo, sin duda, momentos difíciles, producto del desgaste, la acción dilatoria del adversario y los incumplimientos. En su conjunto, la dirección política acertó en el manejo de la huelga. Los factores externos desempeñaron un papel decisivo. El modo como operó la Comisión de Mediación, dada su jerarquía y autoridad, y de manera especial la intervención de la Ministra de Trabajo, Clara López, elevó la huelga a su condición de acontecimiento político regional y nacional, sobre la base de un movimiento desde abajo. En ese instante, la huelga alcanzó su clímax y se dispuso a resolver el conflicto mediante el diálogo y la coherencia de los objetivos. La firma de los Acuerdos de Compromisos reveló la justeza de la huelga y la coherencia de su movimiento. Pocas veces, la Universidad del Tolima había alcanzado el nivel de tensiones y sueños juntos. Pese a las consabidas maniobras de intimidación de actores de todo tipo, se supo sortear los dos mayores riesgos: manejar los tiempos de la subjetividad de los huelguistas y el implacable tiempo institucional, de un lado; y enfrentar la campaña de desprestigio, asedio y descalificación por parte de los defensores de la administración de José Herman Muñoz, de otro. La Huelga de Hambre fue un ejercicio político de lucha democrática que logró romper la línea de continuidad del grupo de poder que había sumido a la universidad en la mayor crisis, y desenmascaró el contubernio de los grupos que se aferraron a la decadente administración, autora del desfalco y el derrumbe de la universidad. En este sentido, la huelga fue 216 HORAS

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un proceso de trabajo serio, de coordinación y coherencia en la lucha. Un acontecimiento que quedará en la Memoria de la resistencia universitaria. El espectro del régimen “señorial-hacentario” “El silencio se convierte en cobardía cuando la ocasión exige decir toda la verdad y actuar en consecuencia” Gandhi Lo logrado con la Huelga de Hambre es un triunfo significativo en el proceso de transformación democrática de la Universidad del Tolima. Sin embargo, falta alcanzar aún la victoria sobre las élites regionales, el clientelismo, la política del gobierno nacional de desfinanciación y privatización. Hasta ahora se ha dado un paso en la búsqueda de un proyecto universitario democrático. Quizá el mayor reto reside en poder vencer la cultura del miedo, la fatalidad y el cinismo. Contrario al espíritu universitario, se ha erigido una costra de ausencias, indiferencias y apaciguamientos que consolida el designio de la subalternidad. No pareciera una institución del saber sino un desierto de la inopia y la indiferencia, como lo señala Renán Vega en su obra La universidad de la ignorancia. Será preciso abrir un proceso de participación y deliberación pública que enaltezca su significación como territorio de saber. Su renacimiento estará marcado por la posibilidad de redefinir su función social y revalorar el proyecto académico en el contexto de una nueva institucionalidad universitaria. El reto de otra universidad cobra su relevancia histórica, precisamente a partir del “empoderamiento” de la comunidad universitaria como condición y tarea de su destino. Tal vez, nuevas generaciones de profesores y estudiantes deberán encarar este desafío. La Asamblea Universitaria, como iniciativa democrática, será el espacio propicio para asentar la idea de reformar el pensamiento como fundamento para reformar la Universidad, proyecto sugerido desde los procesos históricos del grito de Córdoba hasta las reflexiones críticas

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del pensar contemporáneo (Morin, De Souza Santos, Dussel, Zizek, entre otros). La Huelga de Hambre enseñó el sentido de lucha por una nueva universidad y fortaleció la idea de reconocer la fuerza del despliegue de un movimiento universitario que desborde los límites del establecimiento hacendatario y recupere la dignidad de la palabra, los saberes, los cuerpos y los lenguajes, en una época que exige la ruptura de la colonialidad subalterna y la fosilización de los currículos, las prácticas autoritarias, el sistema tecno-burocrático de una academia endogámica, en un país que reclaman un horizonte plural y crítico de la formación, el pensamiento y la investigación en tiempos de búsquedas y proyectos de liberación humana. ¡¡¡Qué bueno la Huelga de Hambre!!! Como dijo el poeta alicantino: “El hambre es el primer conocimiento”. Y la huelga, la expresión de la dignidad. ¡¡¡Felicitaciones!!!

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La política, la agrótica y el hambre Alexander Martínez Rivillas Profesor de la Facultad de Ingeniería Agronómica Universidad del Tolima ¿Qué es la política? Me repito esta pregunta entre pensamientos imprecisos. Digo muchas cosas al respecto, como estas: el arte de debilitar los principios morales, o de sobrepasarlos con cinismo, o de desbordarlos con transparencia para decir que hay otro lugar de referencia de los valores. El arte de inventar otras visiones de mundo, y con ellas desatar un nuevo orden ético, moral y cultural, y sobre este suelo fértil implantar una vida social y económica. Pero también es el arte de desarrollar o diversificar las visiones inventadas, impedir a toda costa que mueran, y animarlas a seguir desatando su potencial, así su potencia solo sea crisis, trámite, negociación y privilegio. El arte de inventar o reinventar, he dicho, pero aún no estoy satisfecho. Creo que ninguno de los expertos en estas materias, de lejos no lo soy, tiene una respuesta inequívoca. La política es también el arte de sacar de rutina a lo que “es”, o sea, hacer que lo que “es” sea de otra manera. Superar su estado natural o ciego de desenvolvimiento, para decirlo con Deleuze u Onfray, con el fin de que “sea” por fuera de la cadena de causas y efectos que lo determina, y refunde una nueva cadena de causas y efectos. En realidad, Nietzsche ya lo había intuido, y nosotros solo agregamos cosas como “acontecimiento”, “emergencia”, “disrupción”, “grieta”, etcétera. Pero, ¿qué hay detrás de todos estos vericuetos del lenguaje? Creo que se emplean a fondo para defender su biologismo, u otra ontología materialista. Los científicos, en general, y los filósofos que aspiran a continuar los caminos de la metaciencia, recusan habitualmente el idealismo, la metafísica de las ideas, las imaginerías trascendentales. Rehúyen lo espiritual, lo simbólico, el alma.

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Combinar estas palabras no está bien para ellos: alma y extensión, pensamiento y carne, idea y sustancia, “yo” y lo “otro”, en últimas. Sin embargo, sus explicaciones tampoco me convencen del todo. He aquí un resumen: ese “yo” intangible, encerrado en esa envoltura de fluidos y tejidos, que actúan como una membrana en permanente acción “osmótica” con el “afuera” para que los mejores líquidos de la percepción lleguen a la inteligencia, que no la alcanza materialmente, pero que sí la cela, la rodea y la asedia hasta saltar sobre ella en un “acto mágico” que hace que las cosas extensas o materiales corran en sucesiones hacia el “límite”, que es la mente. Por un acto de convergencia de lo extenso, o de las cosas infinitamente pequeñas, la sustancia material se convierte o hace parte de la sustancia pensante, la cual está hecha de otros tejidos, de otro material, de fibras distintas, de infinitesimales inteligentes, de partículas hipersensibles y suficientemente informadas, que nos convierten en criaturas superiores a esa orquestación de carbonos, silicios, aluminios, hierros…, que es el mundo no humano. Hay algo que no cuadra. Nunca ha cuadrado. El materialismo e igualitarismo ontológico es tan precario como el idealismo y liberalismo ontológico. Creo que no podremos encontrar esa continuidad o interface de ruptura entre lo intangible y lo tangible, pues, como se decía desde antiguo: pensar pensamientos es una aporía. Este “gozne” a la sombra siempre será afectado por el instrumento que lo percibe, o sea, el gozne será construido por el propio pensamiento al momento de enunciar su existencia. Estamos ante la misma situación indecidible del cretense y los mentirosos de Epiménides. Quizás, cuando se encuentre el mecanismo de producción de ideas en función de interacciones electroquímicas en el cerebro, constataremos que siempre quedarán mecanismos a la sombra, cuyas explicaciones deberán rellenarse con otras “ideas” hipotéticas. Incluso, el demiurgo filosófico nos podría 216 HORAS

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estar jugando una broma imperdonable: podríamos estar frente a la reproducción material de mentes humanas, y aun así sospecharemos que hay atributos oscuros que nos impiden su cabal comprensión, esto es, ser como “yo”, literalmente. Nadie quisiera ser imitado así, pero la prueba final de una compresión integral del fenómeno del pensamiento sería una reproducción de una inteligencia humana particular. O sea, violar el hecho mejor asentado en las ciencias: las cosas son diferentes y no hay ninguna igual a otra, ni ninguna igual a sí misma en dos instantes subsecuentes. Reproducir la mente o las cosas parece ser un imposible material, y podría ser un axioma de las ciencias y la filosofía, dado que evidencia una limitación de la existencia misma del “yo” y del “yo” en su relación con el “mundo”. Por ello, este vacío es llenado con todo tipo de metáforas o narrativas, o bien desde la ontología materialista, o bien desde la ontología idealista. Usualmente, esto se llama vacío ontológico: los humanos solo practicamos actos arbitrarios, no hay nada transparente entre nosotros y las cosas, lo que media es una enorme orquestación de consonancias y disonancias en el piano de los sentidos. Y nuestro interior murmura, gruñe y habla sobre esos sonidos, pero con otros sonidos nuevos. La política es quizás el lugar climácico de estos nuevos sonidos, el acto más puro de arbitrariedad. El intento innegociable de producir el mundo según mis propias visiones, obsesiones, emociones e ideas, las cuales, casi siempre, abrevan en la misma matriz cultural, y por eso gozan de sentido. De otro modo, no habría política. La política es intento de reproducción de ideas y entidades materiales. La reproducción imperfecta de “mí mismo” y “mis amigos” de viaje en la política. La política es el acto supremo de violación del axioma de diferenciación de las entidades, pero, al mismo tiempo, el acto supremo de conciliación de sus viejas diferencias mediante la construcción de nuevas diferencias. En la transgresión del flujo ordinario de las cosas establecidas en la naturaleza o la sociedad, realizada por la política solamente,

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se juega la instalación de un nuevo flujo de causas y efectos, que nunca pueden escapar del causalismo mismo, y tampoco puede reproducirlo según las ideas personales o compartidas por mis copartidarios. La política es la irreproductibilidad material plena de las ideas, es la continua aproximación a ellas mediante su deformación, perturbación, descrédito. La política infama las ideas, pero es la política. La política se arroja al mundo para dejar que las viejas aguas discurran por otras corrientes, pero las aguas son irreductibles, lo mismo que sus canales y caprichos. Este arte instala un orden nuevo sobre la base de órdenes viejos, pero echa a la suerte el destino de sus nuevas corrientes. Por eso la política es también azar, coyunturas incontrolables, combinaciones impredecibles de cosas y acciones, consecuencialismo y traición inevitable. La práctica política es un acto fallido, frustración, “objeto-a”, pero también es la victoria, la conquista, la sangre simbólica sobre la arena dialógica. El régimen se remoza o se revienta desde sus entrañas. No hay otras alternativas. Los otros me construyen radicalmente, por eso “muero” en esa masa de simbolismos de la gente que me rodea, a propósito de la tesis lacaniana. Yo “no existo”, ni mis copartidarios “existen”. Los demás nos construyeron para bien o para mal. Pero esta tesis es convenientemente pasiva, excesivamente dócil, muy normalizada, volteriana en la corte o kantiana en la oficina del buen burócrata. Los otros son mis “víctimas”, los otros son también las “víctimas” de mis copartidarios, por el acto político mismo. La lógica de atrapamiento del “otro”, esa cadena trófica de un “gran otro”, ese metabolismo egocéntrico o sociocéntrico, y perturbadoramente antipersonal o antipsicológico, es la lógica de cualquier régimen, no solo del capitalismo. La idea es, y siempre ha sido, destruirlo, e instalar uno nuevo, esto es, instalar un nuevo “gran otro” sobre las ruinas del viejo leviatán lacaniano. Esta es la fortuna o el infortunio de la política. Y mis copartidarios lo intuyeron 216 HORAS

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desde el momento que vejaron sus cuerpos en una huelga de hambre. El hambre es un hecho que quiere reproducir una idea destructiva y creativa al mismo tiempo. Pero su materialidad es contradictoria, difusa, borrosa en las márgenes del cuerpo: el cuerpo se consume a sí mismo, los líquidos penetran su corporeidad, lo mismo que el aire y la radiación solar, pero no hay nada que tenga que ver con nuestro régimen de alimentación. Se proscribe el metabolismo construido culturalmente, de cualquier cultura digo, para exponer el cuerpo a la intemperie de la vida inerte, abiótica, en plena conexidad con los meteoros del día y la noche. La huelga de hambre es un acción política que sustancializa una idea, pero que no puede realizarse en su totalidad, pues la idea es irreproducible en lo sensible, solo será un gesto, doloroso, sí, pero un mero gesto de la idea. Por ello, su máxima expresión es el fanatismo, una idea que se trata de materializar a toda costa, y que falla en el límite: la inanición, la muerte y la derrota política. En la huelga de hambre el hambre misma es el instrumento de construcción de una percepción, de una imagen del mundo, local por supuesto, pero con resonancias nacionales. Dio un lugar a la mirada de mis copartidarios mismos en la opinión regional y nacional: penetró el “otro” constructor de todo sentido, le arrancó un pedazo de sus simbolizaciones, las cuales se pusieron en función de su programa de lucha, que era el mío. Vejaron sus cuerpos, en efecto, pero también “vejamos” al “otro” sórdido, indiferente, compasivo, consagrado a otras luchas, pero especialmente, se agredió a esa militancia que condenaba la huelga: a ellos se les dedicó la hambruna voluntaria; a ellos se les dijo: los estamos violentando con su propia compasión, pero también con su desesperación, con su propia intuición de la derrota.

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El pordioserismo de nuestros opositores probaron el límite, cual era obtener la idea, entre la opinión pública aclaro, de una persecución de parte de los perseguidos: la acción del pordiosero de robarse a sí mismo para pedir más crédito, o sea, más compasión, más pesar cristiano, más complacencia, más amiguismo, más indiferencia de parte de todos sus cortesanos y copartidarios: pero casi todos estaban viendo el acto del pordiosero. La política no tiene límites conocidos: su horizonte ontológico es infinito, al menos eso parece: Gandhi practicó la huelga de hambre, pero también mandó a matar a cientos en las huelgas de los trabajadores de la sal. Un alma grande, sagrada, a veces cruza el infierno de los deseos de reproducir una idea en el campo de batalla de los hombres, y sabe de antemano que muchos deben morir: la manipulación está a la vista de unos pocos, pero el acto de cinismo debe ser descarado, pues se sabe desde un principio que mueren por “mí” o “nuestra” idea. El animal político se ha mostrado a sus anchas en la arena urbana. Allí se encuentra en su elemento. La polis es su idea central, lo que no me deja tranquilo, pues esos seres urbanos desde antiguo me parecen demasiado ociosos, artificiosos, abstraídos de los quehaceres que dan base material al metabolismo de la ciudad: engullir recursos y vidas del campesinado (cualquier tipo sociológico o etnológico vale aquí), excretarlos por doquier, y luego hacer como si todo viniera de los cielos, de los ceremoniales, de los rituales, de los sacerdotes, del tesoro público, del Estado, del Banco Central, etcétera. La historia se repite. La política viene de lo urbano ocultando el campo, parece ser la sentencia. Pero quizás proviene de la infamia de las exacciones que se desataron sobre el mundo rural, lo que no ha cambiado y no cambiará. Pues las civilizaciones solo las podemos hacer a la medida de lo urbano y de lo que entendemos por lo no urbano. Diamond lo deja implicado en 216 HORAS

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esa omnicomprensiva historia de la tierra (“Armas, Gérmenes y Acero”), lo que no deja de ser desconcertante, pues algunos creemos en una política como cultivo de la naturaleza y nuestra naturaleza, y no su destrucción. Con el derecho que me asiste de restituir el sentido de algunas expresiones, digo: en lugar de la política la agrótica. La política es vanidosa, agonística, enfermiza, patológica, arbitraria, infame, viciosa, retórica, injusta, hedonista, elitista, clasista, racista, colonialista, y demás. La agrótica tiene su suelo nutricio en la agroteia, esto es, la teoría del campo, de la misma manera que la política ha tenido su politeia, la teoría de la ciudad. Y solo diré sobre esta idea y práctica lo siguiente: está por hacerse, pero hay mucho de donde beber y regodearse en teorías, ideologías y programas de trabajo. Por lo anterior, creo firmemente en que la huelga de hambre es una acción que se puede entender y aprovechar mejor como una idea agrótica y no como una idea política. Pues el hambre suspende toda lógica de invisibilización del campo en la ciudad. Destruye el sentido de una naturaleza que está en la nevera o el comedor, pero que a su vez no está aquí. El hambre da cuenta, por sí misma, de la dependencia manifiesta e irreductible que se tiene con el agrós, pero también de la arbitrariedad de la ciudad sobre el campo, de la glotonería urbana, en fin, de la fragilidad de la polis y la política, y de la potencialidad vitalista superior del agrós y la agrótica. La huelga de hambre de mis copartidarios es un gesto que materializa una idea de nueva universidad construida sobre sus ruinas hacendatarias y señoriales, por no decir coloniales. Pero fue una idea en una marcha imperfecta, por supuesto, que me afectó profundamente, y suscitó en mí la nueva idea de negarme a hacer política, y de girar hacia el cosmos de lo no urbano para hacer otra cosa, quizás el programa de una ontocracia o una agrocracia, en oposición a la democracia, y en busca no ya del poder político, sino del poder agrótico, el poder de la vida en toda su expresión bucólica, o lo que es lo mismo, la realización de los poemas de la tierra.

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Una huelga de hambre o las tragedias del intelectual Elmer Hernández Profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación Universidad del Tolima

¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero si niega, no renuncia: es también un hombre que dice sí, desde su primer movimiento. Un esclavo que ha recibido órdenes toda su vida, de pronto juzga inaceptable un nuevo mandato. ¿Cuál es el contenido de ese “no”? Albert Camus Por principio, una huelga de hambre se forja ante un imperio, un estado, una institución o una ley, ejercicios de poder, cuya arrogancia en perseverar en la injusticia no le deja al subordinado otra alternativa. La huelga de hambre es una respuesta a un poder hegemónico y dominador, donde el sujeto no encuentra un modo de expresión distinto que el de poner en riesgo, y en acto consciente, su propia sobrevivencia (la auto prohibición del alimento) como único modo de que su verdad sea atendida por quienes representan el poder. No se trata, empero, de cualquier poder; se trata de aquel que, en su represión de las voluntades y las acciones de los sujetos, se vale de la fuerza, pero también del sofisma y el engaño como recursos para justificarse y legitimarse. La historia está llena de esos casos, o quizá deba decir: la historia es la historia de esos casos. Según Peter Sloterdijk (2011) en su Crítica de la razón cínica, esta práctica del poder deviene cínica, si por cinismo se entiende el arte de mentir, mediante la enunciación de verdades. Sobre ese criterio, si el poder usa un repertorio de verdades para enmascarar sus reales intenciones, única garantía para imperar, implica que ha llamado en su auxilio a cierto tipo de saber, uno que se ofrece coherente con sus propósitos 216 HORAS

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de dominación. Hoy, además del uso y el abuso de la fuerza, todo poder hegemónico requiere un saber que garantice, por medios persuasivos, su consolidación y su expansión. Y esa es la razón por la que el poder se apropia de un saber. A su vez, el sujeto dominado, que por serlo no cuenta con un poder igual a la prepotencia del dominador, y que, por tanto, se presenta indefenso y frágil, posee, sin embargo, un saber (o mejor, un contra-saber) cuya intención consiste, en muchos casos, en asumir una actitud de resistencia frente al despliegue de fuerza del poder y develar su cinismo; es decir, mientras resiste las andanadas coercitivas del poder, desmiente aquel saber que al poder le sirve de escudo y lanza. Una resistencia y un desenmascaramiento materializados en acciones distintas al despliegue de fuerza, propia del poder en cuestión, como lo es, por ejemplo, una huelga de hambre. Dice Sloterdijk: “En cierto modo, “dominar” y “mentir” son sinónimos. La verdad del dominador y la verdad del criado tienen formulaciones distintas” (2011, Pág. 329). Una huelga de hambre es una acción que se planta al límite, pero firme, ante el cinismo del poder, por cuanto no solo es un acto de resistencia pacífica sino que se dirige a develar los artilugios de que se valen las prepotencias para imponerse. Y por supuesto, ante la huelga de hambre, el poder se molesta, y no tanto por la pérdida de sus máscaras, dado que nunca le faltan, como por su impotencia frente a un sujeto inerme que, insolente, lo desafía. Las acciones pacifistas tienen ese propósito y en la eterna confrontación entre el saber y el poder han sido bastante usuales, sobre todo en las dictaduras y los totalitarismos. También, en las democracias trasplantadas, aquellas donde pulula un buen surtido de máscaras con el que se cubren sus rostros los poderes más abominables. En ese sentido, como acciones pacifistas, tampoco son inusuales las huelgas de hambre. Lo que sí es inusual es que la huelga de hambre irrumpa en una universidad y en respuesta a procederes hegemónicos y prepotentes de un

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poder enquistado en la institución universitaria. Es inesperado y paradójico. No obstante, si el asunto se examina con detenimiento, por lo menos lo paradójico se difumina, gracias a la lógica de los valores invertidos, hoy en boga por el mundo entero. Sin duda, el origen, la esencia y el propósito fundamental de la universidad se sintetizan en el saber, sus juegos y su libre circulación. La Universidad es el territorio legítimo del saber abierto, punzante, indagador, robusto en su crítica de la realidad, motor indispensable para las pequeñas y las grandes transformaciones de los sujetos, las sociedades y las culturas. Pero, por ello mismo, se trata de un saber receloso, avizor y en vela contra los lances del poder, pues para el poder el saber es obstáculo, molestia y tormentosa canción que le rasga los suntuosos disfraces ante los ojos ingenuos de los pueblos. La universidad se cuida del poder porque desde siempre el poder se ha mostrado como su pertinaz amenaza. Ello explica la eterna lucha de la universidad por la defensa del ethos universitario, puesto que este espíritu es el sentido y la razón del alma máter ante la sociedad y frente al poder de toda procedencia; es natural, entonces, que despierte la desconfianza y la sospecha de un poder al que no le sienta bien la libertad, la independencia y la autonomía que reclaman los sujetos dedicados al cuidado del saber. Valga decir que la existencia del ethos universitario, en cuanto espíritu posible, basta para que el poder busque reprimir, perseguir y aniquilar el saber… O hacer que el saber se mueva a la margen, que se haga invisible, que guarde silencio... A veces se le encarcela para que no estorbe. Y, en efecto, una forma de cárcel del saber la constituye el currículo; sobre todo aquel que responde a unos lineamientos ajenos al alma máter y en sintonía con los intereses económicos y políticos de un poder extraño a los propósitos misionales universitarios. En la era neoliberal, no es el saber lo fundamental sino su administración. No se trata de respetar la 216 HORAS

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universidad como un espacio de saber y conocimiento sino de imponerle las reglas de la administración “eficiente” y “eficaz”, extrapoladas de los sectores empresariales. En esa línea, la universidad, en cuanto espacio de saber y conocimiento, muta hacia una factoría productora de tecnócratas. Y esa ya es, en sí misma, una condición imperativa para plantear una huelga de hambre. Es decir, el poder, que no duerme, ha aprendido que, bien administrado, el saber se constituye en una doble oportunidad; sabe que el saber es una estrategia “limpia” y más eficaz que el uso de la fuerza y el castigo para consolidarse y expandirse sobre los sujetos y las comunidades. Se trata del saber del poder, un saber prisionero en el mentiroso slogan del “aseguramiento de su calidad”, y al que se le exige una coherencia radical en su prestación de servicio a las políticas económicas, sociales y culturales del poder, y que halla en la escolaridad y la universidad los espacios “idóneos” para su promoción. El saber domeñado, por un lado, es excelente mercancía, cuyo usufructo se garantiza de antemano, dado que ofrece buenos dividendos en la cultura de la productividad monetaria, mediante el eficaz rol del tecnócrata, sujeto destinado al desarrollo de la producción. Y por otro, empaquetado y debidamente “asegurado”, educa sujetos dóciles, obedientes y serviles, por suprimir de entrada una visión amplia de vida, de mundo y de humanidad, lo que garantiza la perpetuación del poder. El tecnócrata está formado para justificar la legitimidad del poder y argumentar sobre su legalidad, dedicado como es a reproducir y afinar las formas y los mecanismos de dominación neoliberal, mientras olvida la misión de la universidad. En suma, el tecnócrata posee el saber del poder, de manera que se trata de un poder y un saber hermanados, ante los que se presenta, por ejemplo, en un campus universitario, la inusual acción de una huelga de hambre.

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No obstante, si existe un saber al servicio del poder, que se pliega a él y se cubre bajo su ala obscura, hay otro saber que se niegan a tal condición y, antes bien, se constituye en contrasaber del saber sobre el cual el poder pretende perpetuarse. Contradictor del poder, este saber pervive fuera de la escolaridad normalizada, pero dentro de la escuela. Es un saber anómalo que se ríe de las epistemologías convalidadas por el poder y sobre las que se asienta el saber “asegurado”. Es un saber crítico del saber del poder y, en esa medida, contradictor de un poder incapaz de erigirse y consolidarse en el vacío epistemológico. Es un saber que no se apega a cánones ni se acomoda en escalafones. Se ríe de ellos y los desprecia, pues entiende las falacias que los precede, es decir, la postura cínica que los anima en su arrodillamiento frente al poder. Por tanto, ningún saber es inocente porque ninguno escapa a la política ni a las lógicas del poder. Ambos saberes, hoy por hoy en el mundo, giran entorno de la universidad y a través de los sujetos, sin quienes el saber, sea cual fuere, no es posible. Había que preguntarse cuál es la condición de los sujetos de saber y de poder en la universidad. El proyecto de la modernidad, sobre todo la que se sustenta en los procesos de ilustración, el intelectual se caracteriza por el cultivo del saber y el conocimiento, pero, sobre todo, por la afinación de una conciencia ilustrada, distinta de la falsa conciencia o la conciencia de los sujetos sometidos al poder. Como ningún otro en la sociedad, este intelectual trabaja sobre su conciencia y su razón, lo que le permite apropiarse de sí mismo, comprender el mundo y situarse en la sociedad donde todo poder impone su deontología. Es claro que se trata de un intelectual que considera todavía válida la búsqueda de la libertad, la independencia y la autonomía de sí mismo y de los pueblos. Ese tipo de intelectual es el elegido para ocupar el lugar del saber en la universidad, pues, al fin y al cabo, fue formado en el juego de las ideas, las 216 HORAS

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creaciones del pensamiento y el ejercicio de la crítica. Es un privilegio que no tienen todos los miembros de una sociedad ni que ofrecen todas las épocas. Pero en nuestros tiempos, el intelectual padece su propia tragedia: es consciente de que su vida deviene en las férreas reglas de un poder hegemónico y opresor. Es posible que nadie se lo haya dicho de manera explícita, pero en la configuración incesante de su saber, el intelectual comprende que, ante el poder, debe adoptar ciertas formas de saber. Y lo sabe a conciencia. La pregunta es: ¿de qué conciencia se trata? Algo ha pasado en el mundo de los intelectuales. Hoy, como cualquier otro objeto de consumo, se abre un mercado de intelectuales: una amplia y surtida oferta de títulos en una variada gama de profesiones y destinados a distintos peldaños de los escalafones. Son títulos que acreditan al intelectual; es decir, sin título nadie es intelectual, dado que el título acredita o da crédito y, por tanto, se le puede creer. Como no está acreditado, un saber sin título no es digno de credibilidad. El título se constituye en un cínico mecanismo mediante el cual el poder determina qué es saber y qué no lo es. Y es verdad: una buena mayoría de intelectuales han pisado la trampa. Se infiere que el intelectual, en cuanto sujeto, pierde presencia ética, política y epistemológica, en la medida en que tales dimensiones son transferidas al título. De manera que hoy en la universidad, el tipo de intelectual que predomina es aquel que lo es por el título y no tanto por su quehacer como un sujeto, cuyas acciones determinarían, mediante el cultivo del saber, su vida y los destinos de la sociedad y las comunidades. Se trata de aquellos intelectuales acomodados bajo el poder: carece de importancia sus formas de pensar, sus ideas de mundo, su posición ética y política, dimensiones que deben relegarse al ámbito privado de una conciencia inexpresiva. Al contrario, hoy se hace meritoria la adhesión incondicional al poder, el cual, en contraprestación, les otorga a tales sujetos

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las dádivas indispensables para ganar peldaños en escalafones y, de tal modo, mejorar los ingresos y ascender en la escala social. Y aun así, ese intelectual lo sabe y lo sabe porque, pese a todo, conserva la conciencia, lo cual lo hace responsable. Un grupo de tales intelectuales, portadores de diversas ideologías (muchas de ellas, otrora nobles en la búsqueda de una sociedad más humana, más justa y más equitativa) es seducido por el poder para ocupar cargos en la administración de la universidad de los nuevos tiempos. Estos intelectuales, y en coherencia con una conciencia (que, en rigor, ya no es ilustrada) plegada al poder, no establecerán un compromiso real con el ethos universitario, ni con su defensa, toda vez que acceden a los juegos de poder, al tiempo que renuncian a las posibilidades abiertas y diversas del saber… Dejan a un lado su saber y se dedican a la administración y el control del saber que le sirve al poder. Su tragedia consiste en perder su ethos como maestros, en tanto cuidadores y cultivadores del saber, para convertirse en guardianes de un saber que, en su sano juicio, no es más que la cínica expresión de un poder que se impone. Es la consecuencia de una transacción: el cambio de la conciencia ilustrada por una falsa conciencia ilustrada. Y, al mismo tiempo, es la causa de una huelga de hambre. Otros intelectuales crean vínculos con la administración para obtener beneficios acordes con sus intereses personales. Y por supuesto, allí opera la misma transacción de conciencias, puesto que conciben a la universidad como una especie de cantera donde es posible obtener dividendos de diversos matices. Estos intelectuales, lejos de fortalecer el ethos universitario y plantear una defensa del saber frente al poder entronizado en la administración, prefieren hacerse del lado de quienes abogan por la perpetuación del status quo. Y es probable que, en algún lugar de la conciencia, la huelga de hambre les recuerde su condición. No obstante, la mayoría de ese tipo de intelectual prefiere salvaguardarse en el silencio y la inacción, en una cínica 216 HORAS

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indiferencia que desdice cualquier posibilidad de una conciencia ilustrada. Pero, con todo, es su decisión. Es el intelectual que teme perder lo obtenido en su lucha por alcanzar cierta estabilidad laboral, de modo que no le importa gran cosa el ente universitario como bastión del saber sino que se hagan efectivos sus denarios mensuales. Teme y se desconcierta al contemplar en el paisaje una huelga de hambre. Y esos sentimientos, por supuesto, le dejan libre el camino a un poder que no quiere otra cosa que consolidarse. Dirá Sloterdijk: “Psicológicamente se puede comprender al cínico de la actualidad como un caso límite de melancólico, un melancólico que mantiene bajo control sus síntomas depresivos y, hasta cierto punto, sigue siendo laboralmente capaz”. (2011, Pág. 40) En definitiva, una huelga de hambre en un campus universitario es resistencia y develamiento de las conciencias cínicas, responsables del cuidado y la defensa del ethos universitario, y que, al contrario, lo han socavado en beneficio del poder imperante. Esta acción pacífica, que entraña en sí misma un contra-saber, es un llamado de un puñado de sujetos de la comunidad universitaria, entre desesperado y soberbio, para que se le restituya a la universidad su impronta histórica: la formación de los sujetos en el cultivo del saber y el conocimiento, destinados a las transformaciones sociales que reclaman el bienestar de los sujetos y las comunidades. Pero, como es sabido, nadie le va a restituir a la universidad su histórica condición. No será el poder el llamado a respetar y fortalecer el deber ser universitario. Son los propios sujetos de saber, vinculados de una u otra forma a la universidad, los que pueden hacer posible la significación cotidiana del ethos universitario. Son los sujetos académicos quienes tiene la tarea de pensar y ejecutar una administración al servicio del saber en su infinita pluralidad, lo mismo que abrir espacios de diálogo que cultive y fortalezca dicha pluralidad epistemológica, de modo que se neutralicen las acciones del poder y regrese a su lugar el servil saber. Son los sujetos quienes deben

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correr el riesgo de plantarse frente al poder y afrontar las consecuencias. “Quien no busque el poder, tampoco querrá su saber, su equipamiento sapiencial, y quien rechaza ambos ya no es, en secreto, ciudadano de esta civilización”, dice Sloterdijk (2011, Pág. 16). Lo demás es simple coqueteo intelectual, sumisión ilustrada y juego de complicidades de quienes quieren que el poder los invite a su mesa.

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No solo de pan vive el hombre Ricardo Andrés Pérez Bernal Profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes Universidad del Tolima

Cuando se termina un ayuno prolongado o una huelga de hambre, eventos que no ocurren de manera cotidiana en nuestro hemisferio occidental, por lo menos en cuanto a un propósito voluntario (no a la obligación por condiciones económicas o de opresión) hay muchas personas que preguntan la manera de hacerlo: - ¿Cómo hicieron para no comer? - Yo no aguantaría un día sin comer, si nomás cuando no almuerzo a la hora ya estoy de mal genio. - Pero entonces, ¿no comían nada? Hay ayunos como el de Ramadán de los musulmanes, que se hacen desde el alba hasta la puesta de sol, durante un mes; pero al anochecer, y antes del alba, se puede tomar agua y consumir determinados alimentos. A lo largo de la historia, en las culturas y las religiones han existido diferentes motivaciones y prácticas de ayuno, que pueden ser de penitencia, iluminación, reivindicación, ofrenda y, en la actualidad, se han extendido como prácticas terapéuticas y de beneficios físicos y espirituales. Pero una huelga de hambre, que busca reivindicaciones políticas, es siempre distinta por la implicación de enfrentamiento y debate al que puede llevar. Así ocurrió en la huelga de hambre, llevada a cabo en la Universidad del Tolima, del 6 al 15 de julio de 2016. Sobre los huelguistas ejercieron una presión los sectores que no querían ningún cambio en los manejos éticos y administrativos de la universidad; la estrategia fue difamar y desacreditar al movimiento universitario triestamentario que acompañaba

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la huelga. A ello se agrega que, por las condiciones en que vivimos en nuestra sociedad, un buen número de personas no entendían el sentido de esta acción voluntaria y extrema. La estrategia de difamación siempre es muy similar a la que en el país establecen los sectores que quieren que las cosas no cambien; por ejemplo, se puede hablar de un partido político, como el Centro Democrático, y de personajes maquiavélicos, como el ex procurador Alejandro Ordoñez y el Señor de las sombras, Álvaro Uribe Vélez, capaces de mentir una y otra vez y acusar, preconstituir pruebas contra quienes los denuncian, a fin de acabarlos judicial, política o físicamente. Y lo que en ese momento ocurría en la Universidad del Tolima es que no había otro camino distinto a la protesta social para salir del anquilosamiento en el que se anestesia a las personas a través del trabajo, el “deber”, lo aceptado como “normal”, las prácticas clientelistas, los chantajes, la compra de conciencias y el conformismo, vicios que llevan a que los dirigentes abusen una y otra vez de su poder, de modo que no cambien los procesos, se mantenga el control sobre la sociedad y se evite la verdadera participación de la base social. Y, también, debe considerarse el otro monstruo presente en estas circunstancias: el miedo, el mismo que devora el alma, porque para muchas personas es su tradición escudarse en que no hay que cambiar las cosas porque así es como todo funciona, o porque “es mejor malo conocido que bueno por conocer”. Esas frases que una y otra vez repiten las sociedades conformistas y sometidas, presas del miedo. Ahora que en Colombia y el Tolima se están tomando decisiones trascendentales a través de la participación popular (porque tenemos derecho a decidir sobre nuestro destino como un país que construye una reconciliación y abandona los caminos de la guerra, sumado también a decidir sobre los usos de nuestro territorio y a preservar el agua que es 216 HORAS

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nuestro elemento vital) debemos seguir esta senda única de transformación que se ha dado durante este año bisiesto de 2016. Tenemos que tener una conciencia de lo público, una conciencia de que las empresas públicas son para el beneficio de todos los ciudadanos y no para el usufructo y la explotación por parte de una clase dirigente corrompida. No es posible que las personas observen inertes cómo la institución en que trabajan, o en la que estudian, o aquella en la que sus hijos y sus nietos estudiarán una carrera profesional, se acabe por los malos manejos, sin que se haga nada por impedirlo. Por ello, la justa lucha y la movilización social debe seguir mientras existan injusticias semejantes. Hay que concientizarse también de que, si a través de un movimiento de protesta pacífica y política se logró cambiar un rector y parte de su cúpula directiva que conducían a la debacle a la universidad, la justa lucha social debe seguir si llegan “nuevas” caras que continúen con prácticas clientelistas y corruptas, hasta que se entienda que a las instituciones y al país no los pueden seguir malversando financiera, administrativa y, sobre todo, éticamente. En tres libros de la Biblia está escrito que “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”; esto en un momento de falta de alimento en el desierto y otro de ayuno hecho para llegar a un estado nuevo de conocimiento. La huelga de hambre le dio a gran parte de la comunidad de la Universidad del Tolima un nuevo estado de conocimiento y los que fuimos huelguistas lo soportamos, a pesar de la presión, la difamación, los ataques y la debilidad física. Nuestro alimento fueron las palabras, la presencia, el aliento y el afecto amoroso de las personas que nos acompañaron en esta decisión personal que se volvió social. La fuerza de las mujeres fue definitiva para sobrellevar la falta de alimento, como ocurrió con las señoras de servicios generales que

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siempre estuvieron ahí, en la zona restringida de los huelguistas. Y también, nuestro alimento seguirá siendo la lucha por las justas causas, aquellas que defienden la vida, la paz y la construcción de una sociedad consciente, dónde no haya que mendigar los derechos; ¡hasta siempre!

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Huelga de hambre Pierre Díaz Profesor de la facultad de Ciencias Humanas y Artes Universidad del Tolima

1 En los tiempos acelerados del mundo contemporáneo es difícil deshabituarnos de los ritmos de vida, de sus reglas y sus costumbres. Educados para mantener el orden del mercado, asumimos como un despropósito existencial romper el espacio y el tiempo impuestos por las dinámicas históricas, y terminamos aceptando el sometimiento de la rutina como conducta natural de la especie. Pensar en la transformación social es hacer fáctica la ruptura del espacio y el tiempo, determinados por el sistema de dominación imperante. El tiempo y el espacio son invenciones históricas, íntimamente articuladas a la manera como las sociedades escriben a diario su existencia. Las huelgas, como los paros, las movilizaciones sociales y las revoluciones, irrumpen en la cotidianidad para demostrar que estamos hechos de sueños monstruosos, añorados por macabras criaturas que por la fuerza, el dolor, la violencia y la guerra, instalaron un teatro del mal que solo a ellos entretiene. La huelga de hambre es la irrupción del cuerpo colectivo que quiere subvertir el asco de la cotidianidad urdida en aquellas pesadillas provocadas por plutócratas y lamezuelas. El hambre de la huelga es el diálogo de las tripas que estrujan por la ira. La huelga de hambre es el acto de extrema pacificidad, convertido en promesa de lo posible. 2 Transformar el mundo es, entre otras cosas, desacelerarlo de manera concreta y definitiva. Es urgente descreer de las revoluciones espirituales, propuestas por The New Age, y aceptar, de una vez por todas, que sin actos reales que comprometan las ideas con el cuerpo es imposible modificar la cloaca hecha institucionalidad. Cuánto desearíamos que el

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mundo funcionara de tal manera que ante el decir y el acto injusto, canalla, déspota, politiquero y corrupto del poderoso, solo se necesitara la razón para que el equivocado aceptara y asumiera sus responsabilidades. A Herman Muñoz y su camarilla aduladora se le demostró en múltiples ocasiones que estaban equivocados, que la Universidad del Tolima estaba en una crisis financiera causada por pésimos manejos de los recursos, la carencia de planificación, la toma de decisiones inconsultas a la comunidad universitaria, los convenios irresueltos, una alta burocracia costosa e ineficiente, y que, por ello, era urgente tomar decisiones categóricas sobre el acontecer institucional. La respuesta de Muñoz no se hizo esperar: no hay crisis, la crisis es un invento de ciertos sectores sindicales y profesorales que niegan los logros obtenidos en la última gestión; la crisis no existe, pero la crisis es por los bloqueos en la entrada de la Universidad que impiden el ingreso de los profesores científicos que sí están comprometidos con la investigación y la academia. Gran descaro. A Herman Muñoz y su alta burocracia se le embolataron más de 30 mil millones de pesos; tenía pendiente el pago de salarios y primas de todos los trabajadores, a excepción de un minúsculo grupo de funcionarios, fieles a su patrón; suspendió el apoyo a las comisiones académicas, la asistencia de profesores a eventos y el derecho a la capacitación docente, pero, según él, el problema no era la crisis sino los que señalaban la crisis. Vieja estrategia retórica: cuando te cuestionen no respondas a los cuestionamientos sino inventa historias acerca de los que te cuestionan. 3 Lo que le sucede a la Universidad del Tolima recuerda lo que afirmaba Shopenhauer a mediados del siglo XIX: Si fuésemos honestos por naturaleza, intentaríamos simplemente que la verdad saliese a la luz en todo debate, sin preocuparnos en absoluto de si ésta se adapta a la opinión que

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previamente mantuvimos, o a la del otro; eso sería indiferente o en cualquier caso, algo muy secundario. Pero ahora es lo principal. La vanidad innata, que tan susceptible se muestra en lo que respecta a nuestra capacidad intelectual, no se resigna a aceptar que aquello que primero formulamos resulte ser falso, y verdadero lo del adversario.

En este país es normal que los arrogantes se apoltronen de manera desvergonzada. Es la fea costumbre de magistrados, fiscales, procuradores, presidentes, rectores y funcionarios de alto rango. En ellos, diría Schopenhauer, la verdad es secundaria porque la prioridad es la vanidad, de modo que, al saber que sus afirmaciones son falsas, equivocadas o carentes de razón, hacen todo lo posible por mostrarlas como lo contrario: no hay crisis financiera, es un problema pequeñín de caja, los responsables de la crisis son los que señalan que hay crisis y no los causantes de la crisis y en la institución solo hay logros académicos y de investigación; lo demás son meras habladurías. Ante la vanidad de unas directivas que esconden la falsedad de sus actos y sus palabras, la huelga de hambre le recuerda a la comunidad que el cuerpo está dispuesto a defender el poder de la palabra verdadera. 4 Cuatro trabajadores, tres estudiantes y tres profesores decidieron iniciar la huelga de hambre como un acto de amor por la Universidad del Tolima. Sin embargo, luego de varios días, era claro que para la Administración de la Universidad del Tolima, la Gobernación departamental y el Gobierno nacional, esas diez personas valían muy poco o, en realidad, nada. Es el precio por hacer parte de los condenados de la tierra. Si se tratara de un empresario, una primera dama, el gerente de una multinacional, el cabecilla de un partido político conservador, un hacendado o el gremio de ganaderos, el gobierno no esperaría para iniciar la negociación “con ese grupo de ciudadanos que están arriesgando sus vidas”. El pueblo, siempre urgido, debe esperar. Kafka dedicó buena parte de su obra a este tema. Si te quedas en la cama boca

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arriba, viendo el absurdo de la vida, te convertirán en una cucaracha, próxima a ser golpeada. Ante el más mínimo requerimiento, cualquier proceso para el pueblo es una indagación al infinito. La vida en el mundo moderno es una ficción textual, normativa y codificada que poco tiene que ver con lo que pasa en el día a día de la gente. Más bien, a lo que llaman modernidad es un discurso cargado de prácticas injustas que solo así le pueden dar vida al mundo moderno. 5 Eran las 10:20 del 8 de julio de 2016. Habíamos pasado las 56 horas de huelga de hambre y la noche era necesaria para descansar. Algunos conversábamos, otros reían, unos jugaban ajedrez y varios huelguistas intentaban conciliar el sueño. Don Jorge y Pilar, dos de los trabajadores en huelga, intentaban dormir en unas colchonetas prestadas porque aún no llegaban sus carpas. “Good Morning Mother Fucker, Good Morning Mother Fucker”, nos dijo el señor Basto, director de la oficina de Control Interno, a unos estudiantes y unos profesores que escuchábamos música y conversábamos, antes de subir a un auto rojo en el que, desde hacía rato, daba vueltas por la Universidad. A los tres minutos, Basto volvió: “Excuse me, excuse me” para retornar a su carro rojo, subir el volumen de su equipo de sonido y rondar por la Universidad. Mostraba un gran estado de beodez. Varios estábamos molestos e incómodos, pues no entendíamos qué quería el Basto. Diez minutos después parqueó su carro al lado de la carpa que instalamos al lado del Parque Ducuara y subió todo el volumen de su equipo de sonido. “Bájele a eso, respete, estamos en huelga de hambre, la gente necesita descansar”, le grité. El señor Basto me miró atónito y a los diez segundos dijo: “discúlpeme”, y tardó más de medio minuto en bajar el volumen de su equipo de sonido. Diez días después, el director de la oficina de control interno fue arrestado por agentes del CTI, acusado de extorsión. Ese mismo día, y “atendiendo las Instrucciones (sic) de la dirección de la universidad”, el grupo de comunicaciones e imagen 216 HORAS

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institucional de la UT, coordinado por Nahíma Gutierrez Castro, publicó un comunicado afirmando: La Universidad del Tolima frente a las informaciones suministradas por medios de comunicación en el día de hoy, espera que con apego a la Ley y bajo el debido proceso, Cesar Augusto Basto Bohórquez, Jefe de la Oficina de Control Interno Disciplinario de la Institución, pueda demostrar su inocencia por el bien suyo y de su familia. Así mismo, ofrece todo el apoyo a las autoridades competentes, en procura de que se establezca la verdad de los hechos, opere la justicia, cuyas determinaciones acatará, como es la obligación de todos los colombianos en un Estado Social de Derecho.

¿Quiénes eran los que hablaban en nombre de la Universidad del Tolima?, ¿Quién decidió que esa era la posición de la Universidad del Tolima? Por cierto, ¿qué pasó con el señor Basto? 6 En la huelga de hambre se ven muchas cosas: las mirlas pican las pomarrosas; el chimbilá busca su rama en la tarde; todos los días los perros ahí, al lado, firmes en la huelga; las señoras de los oficios varios que siempre nos preguntan cómo amanecimos y que siempre quieren que podamos descansar; los niños y las niñas corren libres y hacen suya la Universidad con juegos improvisados, risas, gritos, llantos; estudiantes de colegios públicos se acercan a la huelga porque saben que la Universidad del Tolima les pertenece y que la deben defender porque es la única alternativa que tienen para seguir sus estudios; los músicos ofrecen conciertos en vivo en el Parque Ducuara y los poetas sus recitales, en solidaridad con la universidad pública; las tertulias permiten revivir las historias de la Institución a lo largo del siglo XX, lo que confirma que la actual crisis es única en su especie; los loros chocolateros, las mirlas, los toches, las ardillas y los azulejos siempre están pendientes de la huelga y la alegran. También las ratas, las de verdad y las de dos patas; las últimas merodean por el Ducuara y llevan noticias insulsas al poder que las engorda.

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7 En este tipo de sociedad casi todo indigna: el sistema de transporte que, como la educación, es cada vez menos público; el sistema de salud privatizado, cuyo manual hace de la auscultación un acto milagroso y una normativa el irrespeto al médico que devenga un salario miserable y el trato inmisericorde al paciente; el trabajo tercerizado, que busca convencer que el problema radica en quienes cuentan con salarios decentes y contratos fijos, y no los empresarios intermediarios que, en sus cuentas, entre más paupericen las condiciones laborales de la gente más ganancias obtienen; las ciudades construidas por empresas de bienes inmuebles, cuyos proyectos se orientan a la urbanización en los estratos 4, 5, 6 y 7, mientras dejan para la población mayoritaria los proyectos de vivienda subsidiada, del tamaño de una caja de bocadillos; la tierra expropiada a las sociedades agrarias para beneficio de los grandes empresarios de la minería y la agroindustria. Indigna que lo público se lo hayan tomado los agentes de lo privado. Es claro que se debe cuestionar el proyecto de educación neoliberal, impuesto desde hace varias décadas en Colombia. Y que se debe combatir la desfinanciación de la Universidad pública y que hay que oponerse al consenso de Washington, el FMI y el Banco Mundial, puesto que deshumanizan las relaciones económicas y sociales en beneficio de una política dependentista. Y del mismo modo, no se puede omitir que, en los últimos años, en la UT hubo un grupo de gente que lo hizo demasiado mal desde la administración. Es verdad que la universidad pública necesita mayor financiación departamental y nacional y que, para exigirlo, el sector triestamentario debe organizarse; pero también es cierto que la administración de Herman Muñoz recibió la Universidad con un superávit de 27 mil millones de pesos y, no obstante, a finales de 2014, ya a la Universidad le faltaban más de 5 mil millones de pesos; y a finales de 2015, luego de tres años de su Administración y con una reelección encima, a Herman Muñoz y su equipo de trabajo le faltaban más de 30 mil millones de pesos.

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Una cosa son las políticas arbitrarias nacionales e internacionales, puesto que supeditan las instituciones a las leyes del mercado, y otra cosa son los agentes del capital y el pensamiento colonial que trabajan en pro de la maquinaria a la que se deben. Los seudo-capitalistas de la UT desfalcaron la Universidad, mientras se atrevían a decir públicamente que todo era un problema de flujo de caja o un complot de ASPU UT y que la Universidad marchaba a la perfección. Seudo-capitalistas, al fin de cuentas. 8 En Asamblea triestamentaria se redactó un pliego unificado de 17 puntos, dirigido al Consejo Académico y al Consejo Superior de la UT. Como solo se recibieron respuestas superfluas, el miércoles 6 de julio de 2016, a las 2:00 de la tarde, estudiantes, trabajadores y profesores decidimos iniciar la huelga de hambre, la que estaría en pie hasta las 2 de la tarde del viernes 15 de julio. 216 horas. El pliego exige la renuncia del rector Muñoz, la garantía del semestre B 2016 y del Hospital veterinario, el pago de los salarios y las primas pendientes, la reestructuración de la alta administración y una mayor financiación por parte de los gobiernos nacional y departamental, la restitución de los derechos laborales profesorales y el bienestar universitario del estudiantado, el cumplimiento de los convenios sindicales y la conformación de un equipo jurídico competente que lidere el proceso de pago de la deuda histórica de la Gobernación del Tolima con la Universidad, entre otros. Los huelguistas no exigimos extravagancias metafísicas. Dos meses después de la huelga, está pendiente la gran mayoría de las exigencias del pliego unificado. 9 El departamento del Tolima tiene una relación familiar con el amor, el odio, la injusticia, el respeto, la solidaridad y la arbitrariedad. Por amor a la tranquilidad, la gente se ha organizado contra el gamonal, el terrateniente y el agente del Estado que viene a usurpar las historias del campo, el trabajo digno y la solidaridad. La huelga de hambre es la expresión de la vida digna, es un acto de amor por el respeto y la defensa de lo público, lo común, denigrado por camarillas aduladoras y séquitos corruptos, mentirosos y oportunistas. Por más de que el gran poder quiera cooptar, silenciar e invisibilizar sus

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cochinadas, la gente siempre estarĂĄ dispuesta a dejar disfrutes vitales con tal de hacer tambalear y destruir al maldito glotĂłn que, siendo poder, apenas piensa en su pĂştrida barriga.

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Por la dignidad del sindicalismo universitario: ASPU, Tolima, un ejemplo a destacar César Augusto Fonseca Arquez Catedrático de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes Universidad del Tolima La idea de trabajar en el horizonte de la formación política atiende al desafío contemporáneo de convertir al movimiento sindical colombiano en un actor social y político de primer orden en la nueva fase de desarrollo del capitalismo. Su papel es determinante en la construcción de la democracia, la paz y la justicia social. La recuperación de su protagonismo político y social busca replantear las relaciones entre el sindicalismo y la política, entre los movimientos sociales y la cultura.

Jorge Gantiva Silva En épocas de crisis como las actuales, cuando muchos de los partidos políticos, los movimientos y las organizaciones que tradicionalmente habían liderado los procesos de luchas sociales, en la reivindicación de mejores condiciones de trabajo y la defensa de los derechos fundamentales, entre otros, se vienen diluyendo o han perdido protagonismo, surgen y se destacan organizaciones sindicales que siguen consecuentes con su razón de ser. Es en este contexto que quiero resaltar la destacada labor que ASPU, seccional Tolima, viene cumpliendo. Un sindicato con más de 40 años de historia y que, en los últimos tiempos y después de superar múltiples crisis, hoy se encuentra fuertemente posicionado al interior de la Universidad del Tolima. En los últimos años, y en particular desde que se inició la administración del actual rector, José Hermán Muñoz Ñungo, a finales del 2012, el sindicato asumió una postura

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crítica frente a los múltiples desaciertos en el manejo de la institución. Este hecho trajo como consecuencia que se orquestara una fuerte campaña de desprestigio en contra de la organización y, en particular, contra algunos miembros de la Junta Directiva, quienes asumieron con fortaleza y dignidad esta confrontación. La radicalidad de la persecución se expresó en la apertura de varios procesos disciplinarios y la judicialización de algunas actuaciones de los compañeros. Por fortuna, y gracias a la persistencia y a la convicción de hacer las cosas de manera correcta, al final se han ganado todos los procesos, y hoy podemos decir, con la frente en alto, que los colegas y el sindicato están cada vez más reconocidos y legitimados como protagonistas en el diario acontecer de la Universidad. En el último año, y ante la acentuación de la crisis, ASPU ha mantenido su labor de denuncia y de llamado a toda la comunidad para emprender nuevas luchas en procura de la construcción de nuevos caminos en defensa de la Universidad. Cuando la situación financiera se hizo insostenible y la mencionada crisis se generalizó en todos los aspectos, de nuevo ASPU se hizo presente para liderar los procesos de lucha y resistencia. En la ausencia de protagonismo de las organizaciones estudiantiles y el tímido actuar del sindicato de trabajadores, fue ASPU, en su condición de sindicato mayoritario de los profesores, el que nuevamente invitó a la comunidad universitaria en su conjunto a concretar nuevos espacios para la lucha. A final del 2015, el panorama no pudo ser peor: por primera vez en la historia de la Universidad, todos sus trabajadores salimos a vacaciones sin recibir el pago de la prima de navidad y el salario del mes de diciembre. Frente a esta situación, y con la mayor incertidumbre acerca del futuro de la Universidad, y una vez que los trabajadores agremiados a SINTRAUNICOL deciden entrar en cese de actividades desde el primer día de regreso de vacaciones (enero 14), de nuevo ASPU, junto a un 216 HORAS

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grupo de profesores independientes, inician un proceso de reflexión en torno a la crisis, lo cual produjo como hecho más notable un documento propositivo, denominado Reforma Profunda, documento que se ha convertido en la principal bandera de la Asamblea Permanente de profesores. Esta propuesta de trabajo, que no sólo ha identificado las causas de la crisis, se atreve a proponer diversos escenarios que conduzcan a la reorganización de la Universidad, a la luz de la autorregulación y en el uso de la autonomía universitaria. El documento referido va en su tercera versión y sigue siendo un documento abierto en su construcción. La significativa presencia y el liderazgo de ASPU en la Universidad del Tolima es evidente hoy. Varios son los ejemplos con los que podemos corroborarlo: - -

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Fortalecimiento de las alianzas estratégicas con sectores independientes del profesorado. Fortalecimiento de la hermandad con SINTRAUNICOL, Tolima, organización que ha jugado un papel destacado en la presente lucha. El triunfo en las recientes elecciones de representantes profesorales a los consejos Académico, Superior y Comité de asignación de puntajes, CIARP, todo ello en alianza con otros sectores del profesorado. Participación efectiva en el proceso asambleario que, durante los días 29 y 30 de Junio, logró construir un pliego de peticiones unificado, el cual fue remitido a los Consejos Académico y Superior. Un pliego que, por su importancia, ha ganado la mayor legitimidad, al punto de convertirse en la principal bandera de la lucha por la transformación de la Universidad del Tolima. Participación decidida en la huelga de hambre, realizada del 6 al 15 de julio. Esta actividad de resistencia pacífica se hizo realidad con la participación de SINTRAUNICOL y un grupo de estudiantes, en su mayoría, proveniente del programa de Medicina Veterinaria y Zootecnia. HUELGA DE HAMBRE EN LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA


Por la significación y los logros alcanzados, creemos oportuno destacar la importancia de la huelga de hambre y la participación en ella de tres huelguistas del estamento profesoral, integrantes de la actual junta Directiva de ASPU, presidente, secretario y fiscal. Sin lugar a dudas, un ejemplo de grandeza en términos de Gramsci cuando se refiere al comportamiento de intelectuales orgánicos. La huelga de hambre, además de aglutinar a diversos sectores de la comunidad universitaria, logró un gran reconocimiento y apoyo. En plena efervescencia, consiguió que seis Facultades y un Departamento se declarasen en cese de actividades, quienes no sólo manifestaron su solidaridad para con ella sino que se asumió la defensa del mencionado pliego de peticiones, que, como se recordará, exige en su primer punto la renuncia inmediata del rector. La huelga de hambre culminó con la firma de un acuerdo en el cual se destaca que el rector se compromete en renunciar, reconociendo que con este acto la Universidad empezará a superar la situación de ingobernabilidad que la tiene sumida, en lo que quizás sea la peor crisis a lo largo de su historia. En la fecha acordada para su renuncia, el rector sorprendió a toda la comunidad universitaria al radicar una carta en la cual hizo dejación del cargo. Este hecho, contrario a la renuncia acordada, desató una amplia polémica y requirió de dos sesiones del Consejo Superior para, finalmente, en una votación dividida, se aceptase la mencionada comunicación como una renuncia. Estamos convencidos de que la salida de una administración que tanto daño le hizo a la Universidad, puede considerarse a todas luces una buena noticia. Al rector encargado, designado para el periodo de transición, ya le hemos hecho saber que nuestra principal bandera sigue

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siendo el pliego de peticiones triestamentario, enviado al Consejo Superior el pasado 1 de julio. Las expectativas son muchas, el panorama es bastante complejo, pero frente a él, hoy tenemos un sindicato cada vez más fuerte, no sólo por su significativo número de afiliados sino porque muchos de sus integrantes hemos asumido con seriedad y responsabilidad el papel que históricamente nos corresponde. Todo esto de la mano de una renovada Junta Directiva que ha potenciado el accionar trazado por Juntas anteriores para seguir concretando y consolidando alianzas estratégicas con otros sindicatos, organizaciones y grupos de trabajo de los estamentos que conforman la comunidad universitaria y la comunidad en general.

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ASPU y SINTRAUNICOL: las organizaciones sindicales que actuaron con coherencia en la peor crisis de la historia de la Universidad del Tolima Oscar Abel Cardona Hurtado Profesor Catedrático Universidad del Tolima

En la Universidad del Tolima existen dos organizaciones sindicales de docentes: ASPU–UT y SINPROUT; y dos de administrativos: SINTRAUNICOL y ASEPCUT. Sin embargo, solo ASPU-UT y SINTRAUNICOL actuaron con coherencia en la peor crisis que ha vivido la Universidad del Tolima en toda su historia; estas asociaciones se la jugaron por los derechos de los trabajadores y por la defensa de la única Universidad Pública del Departamento del Tolima. José Herman Muñoz Ñungo fue designado como rector para el periodo 2012–2015, recibió una institución boyante en el aspecto económico. Un año después, ASPU–UT (Asociación Sindical de Profesores Universitarios Seccional Universidad del Tolima) empezó a emitir alertas sobre malos manejos en el alma máter. La respuesta de la dirección de la UT, en cabeza de Muñoz Ñungo y David Benítez, fue tildar de farsantes a los denunciantes y emprendió una fuerte persecución contra los líderes gremiales. A pesar de las serias acusaciones, Muñoz Ñungo fue reelegido como rector para el periodo 2015–2018. Pocos meses después de su posesión, la crisis se agudizó y el rector se vio obligado a reconocerla; la Junta Directiva de ASPU-UT consideró que el rector debía renunciar a su cargo y lo expresó públicamente; así mismo, organismos gubernamentales corroboraron la caótica situación que atraviesa la UT. En diciembre de 2016, los trabajadores de la Universidad se fueron a vacaciones sin recibir la prima de navidad ni el salario correspondiente a ese mes. El semestre A de 2016 inició con muchos tropiezos; el 216 HORAS

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rector perdió credibilidad y gobernabilidad; esta vez, ASPUUT y la Asamblea de Profesores exigieron la renuncia de Muñoz. En julio de 2016, ASPU, SINTRAUNICOL y un grupo de estudiantes de Medicina Veterinaria y Zootecnia (MVZ) adelantaron una huelga de hambre, lo que precipitó la salida del rector y le dio otra oportunidad a la Universidad de los tolimenses. José Herman Muñoz Ñungo, profesor de planta de la Universidad del Tolima, quien estuvo en altos cargos de dirección desde el año 2000 (Vicerrectoría Académica y Vicerrectoría de Desarrollo Humano) había recibido la Institución con algunas dificultades de tipo académico y administrativo, pero con un superávit de 25 mil millones de pesos y, por lo tanto, estable. En las alertas tempranas, hechas por ASPU-UT, no solo se denunciaba el despilfarro del presupuesto, sino una crisis de carácter ético y académico. Los siguientes apartes del comunicado que se encuentra publicado en el blog del sindicato de docentes, el cual fue emitido el 3 de diciembre de 2013 por la Junta Directiva de esta agremiación, ponen de manifiesto la gravedad crisis: En la administración del rector José Herman Muñoz y el vicerrector David Benítez se ha acelerado el proceso de postración académica e institucional: la UT carece de acreditación institucional; se ha impuesto un régimen autoritario y antidemocrático; el Plan de Desarrollo y el PEI han sido impuestos de manera vertical; no existe una voluntad de garantizar la participación democrática, por el contrario, se ha establecido la cooptación como política de control y sumisión; en un (1) año de administración el clientelismo ha sido desaforado; el criterio dadivoso de los poderes paralelos y feudales impera en la gestión administrativa; la academia, las investigaciones, las revistas y las publicaciones se encuentran en un punto de languidez. Nos hallamos verdaderamente en el “Desierto de lo real” sin una dirección universitaria idónea, democrática, comprometida con la academia y el porvenir de las nuevas generaciones.

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Ante las serias y argumentadas denuncias de crisis, hechas por los líderes sindicales, Muñoz y Benítez, como principales directivos de la Institución, calificaron de mentirosos a los denunciantes; luego vino una campaña de desprestigio y una fuerte persecución contra los miembros de la Junta Directiva de ASPU-UT; especialmente, contra los profesores Alexander Martínez Rivillas y Jorge Gantiva; en su momento, el primero de ellos, vocal de la Asociación, y el segundo, Presidente. Al respecto, la profesora Beatriz Jaimes, en un artículo publicado el 3 agosto de 2015, titulado Calumnia, calumnia que de la calumnia algo queda, expresó lo siguiente: (…) se dedican con saña, en actitud casi de consagración, a perseguir a directivos de ASPU con demandas en los tribunales, mientras abandonan sin pudor los procesos en los que la UT necesita ser defendida. Lo anteriormente enunciado no es una opinión; es una información que cualquier persona puede consultar en la página web de la Rama Judicial. (…) En esa plataforma se constata que desde enero de 2013, la administración de José Herman Muñoz Ñungo ha iniciado 27 procesos jurídicos, de los cuales once son contra dos miembros de la Junta Directiva de ASPU y otros doce contra cinco profesores más. Es decir, 23 demandas contra profesores, en lo que va corrido de su administración, de 27 procesos que ha iniciado en total. (…) Entre tanto, el único proceso contra la Gobernación por el tema de los aportes que ésta le debe a la Universidad del Tolima, estuvo dos años abandonada por esos mismos asesores jurídicos que estaban ocupados en perseguir sindicalistas, tiempo que aprovechó la Gobernación para saturar el expediente con información de pagos por otros conceptos, al punto de que por poco es la Universidad la que le sale a deber.

En medio de ese ambiente enrarecido de denuncias y persecución sindical, trascurrió el periodo de gobierno de José Herman Muñoz como rector. Y a pesar de que ASPUUT le demostró a la comunidad universitaria que la gestión de Muñoz era desastrosa, el Consejo Superior Universitario lo reeligió para un nuevo periodo (2015 – 2018); días después, 216 HORAS

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el rector se vio obligado a reconocer que sí había una grave crisis. De allí se desprende que, o bien Muñoz mintió y engañó a la comunidad universitaria y tolimense con tal de lograr su reelección, o bien no estaba enterado de lo que en la universidad ocurría, lo que no es menos grave. De nuevo, la Junta Directiva de ASPU-UT le exigió al rector que no le causara más daño a la Universidad y se hiciera a un lado. Abismada la crisis, entes gubernamentales se pronunciaron al corroborar el descalabro por el cual pasaba la Universidad: los días 25, 26 y 27 de febrero de 2016, un equipo técnico del Ministerio de Educación Nacional visitó la UT con el objetivo de conocer la situación real, dado que la dirección universitaria había sido incapaz de hacer este trabajo. Algunos datos señalados en el informe del MEN: a 31 de diciembre de 2015, la UT presenta un déficit en sus estados financieros de 18 mil millones 933 mil 137 pesos; la población estudiantil pasó de 36.523 en 2012 a 21.995 en 2015; no obstante, se evidenció aumento en la planta de personal y aumento en los contratos de prestación de servicios (entre 2012 y 2015 se celebraron 1.303 contratos bajo esta figura) Es decir, mientras el número de estudiantes disminuía en un 40%, la planta de personal y los contratos de prestación de servicios aumentaban. Por su parte, Camilo Enciso Vanegas, Zar Anticorrupción de la Presidencia de la República, el 26 de junio de 2016 manifestó en los medios de comunicación locales: “Advertí lo de los juegos nacionales, también hay irregularidades en la UT”. De igual forma, el Contralor Departamental presentó un informe y anunció detrimento patrimonial en el centro educativo. Ante la gravedad de los hechos, con el liderazgo de ASPUUT, un importante grupo de docentes empezó a reunirse en un espacio denominado Asamblea Profesoral, a fin de buscar salidas a la crisis de la UT; este trabajo produjo un importante fruto: un documento denominado Reforma Profunda y que propone medidas audaces para sortear la difícil situación que atraviesa la institución, mediante el ataque al clientelismo y

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la politiquería, y la protección del bienestar universitario y la academia. El semestre académico B de 2016, que estaba programado para iniciar la primera semana de febrero, comenzó el 14 de marzo en medio de una situación tensa; los trabajadores administrativos, los docentes y sus familias sufrían una difícil situación económica por el incumplimiento en los pagos salariales; el rector perdió la credibilidad y el desgobierno se apoderó de la UT. La gran mayoría de la comunidad universitaria le pedía al rector que si en realidad quería lo mejor para la Universidad, debía abandonar el cargo. El rector no escuchó. Conscientes de que la Universidad iba al abismo, ASPU-UT, SINTRAUNICOL y un grupo de estudiantes de MVZ, el 27 de junio bloquearon la entrada al campus universitario, con el fin de llamar la atención de los tolimenses y para alertarle a los estamentos universitarios que la única Universidad pública del Departamento estaba en cuidados intensivos. Pero como esta medida fue insuficiente para una dirección universitaria atornillada al poder, el 6 de julio de 2016, un grupo de valientes miembros de la comunidad universitaria decidieron plantar una huelga de hambre junto con un pliego de peticiones, cuya primera exigencia era la salida del rector. Los valientes huelguistas, quienes pusieron en juego su integridad y su vida por la defensa de la Universidad del Tolima, son: por parte de ASPU-UT, los profesores Carlos Arturo Gamboa, Pierre Díaz Pomar y Ricardo Andrés Pérez; por parte de SINTRAUNICOL, los trabajadores María del Pilar Albornoz, Daniela Herrera, Dubán Egidio Herrán y Luis Eduardo Rueda; y por parte de los estudiantes de MVZ, María José Hoyos, Jorge Enrique López, Manuel Steven Barbosa y Juan Sebastián Cleves Romero. La presión establecida por la huelga de hambre forzó un acuerdo entre los huelguistas y el rector, según el cual este 216 HORAS

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último se comprometía a renunciar al cargo a cambio de que la medida de hecho terminara. La huelga de hambre se levantó el 15 de julio de 2016. El papel de las Asociaciones Sindicales ASPU-UT y SINTRAUNICOL fue definitivo para que José Herman Muñoz dejara su cargo como rector y, así, darle una nueva oportunidad a la Universidad, como institución de educación superior que le permite estudiar a los más humildes del Tolima. Hay que decir que los demás sindicatos con presencia en la Universidad del Tolima, SINPROUT y ASEPCUT, fueron indiferentes ante la grave crisis, dado que cuando no guardaron silencio lo hicieron para pronunciarse a favor del rector y de su pésima administración. Para finalizar, quiero llamar la atención sobre un hecho: mientras terminaba de construir este documento, al escribir la palabra SINPROUT en Google y otros buscadores de Internet, encuentro la siguiente respuesta en la pantalla de mi computador portátil: “no se ha encontrado ningún resultado para sinprout”.

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La idea de universidad1 La actual Universidad del Tolima resume sus condiciones de institución de educación superior con las limitaciones propias de la ciudad y la región. Pero se deben reconocer sus intentos por reaccionar contra sí misma y su contexto. La formación que imparte, aún se resiente de la tendencia a la profesionalización, exigida por un mercado que no le corresponde en sus ofertas de trabajo. La formación integral no se asume en la malla curricular por una fuerte propensión de las decanaturas de las áreas de ciencias y tecnologías a concebir la formación profesionalizante como la única válida, mientras se sospecha de la formación humanista, ofertada por el departamento de Ciencias Sociales. Por ejemplo, piensan las humanidades en el terreno de lo instrumental, propio del área de profesionalización, mientras el inglés y las metodologías de investigación se consideran suficientes en la formación integral de los estudiantes. En ese sentido, el oficio se privilegia sobre la visión integral de los sujetos y su rol en la sociedad. La dificultad para concretar el 30% de cursos, propios de la formación humanística, obedece a una actitud de los entes administrativos que lo señala como pérdida de tiempo y desperdicio de espacios curriculares que, según ellos, deberían ocuparse con cursos de las áreas de formación profesional y de fundamentación teórica de la disciplina, o profesión específica. En lo histórico, este proceder se reflejó en el cierre de la Escuela de Bellas Artes, concebida entonces como no rentable o inútil y ajena a una necesidad social. Las empresas buscan innovar sus técnicas y sus procesos, por eso se pide que los currículos atiendan estas necesidades del desarrollo económico del país y se insiste en la formación profesionalizante: estar de espaldas al país es la falta de vínculo de las profesiones a la producción, de modo que los 1 El autor de este texto se reserva su nombre.

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profesionales son necesarios para las empresas, si son sujetos debidamente cualificados. El informe Atcon, en los años 60, señalaba a las universidades que estaban de espaldas al país, porque no formaban a los profesionales, según las exigencias del desarrollo de estos países, y porque ofertaban carreras poco estratégicas. Sobre esta racionalidad de medios para fines instrumentales (educación para la productividad), se estructuraron reformas educativas tan importantes en América Latina y el Caribe, como las de los años sesentas del siglo XX, en las que el modelo Atcon de educación proponía encontrar una senda estable y segura para incrementar las fuerzas productivas e incidir en el organismo social sin pasar por una revolución socialista (Atcon, 1963). Este modelo se impulsó en Colombia con el Plan Básico para la Educación Superior (ASCUN, 1968) y el giro hacia el modelo educativo norteamericano, auspiciado por los empréstitos del Banco Interamericano de Desarrollo. (Acevedo, w.historiayespacio.com, 2007)

La hegemónica tendencia de profesionalización tiene estos antecedentes, y es posible hallar una línea de continuidad entre los 60 del siglo XX y las tendencias neoliberales, en la articulación del sistema educativo a las exigencias del libre mercado. El plan Atcon se oponía a una universidad que formaba médicos, ingenieros, abogados, filósofos y artistas, desvinculados del mercado de trabajo y con disparidades entre la organización académica y la estructura organizativa, además de la “politización” de los estudiantes, que consistía en la difusión de las ideas de izquierda y que fungían como recipiente de los movimientos comunistas que tanto se combatían desde los Estados Unidos. La concreción del plan Atcon se materializa en el Plan Básico, con su concepción estratégica de concebir la universidad como acicate para el desarrollo: “instrumento del cambio económico y social del país”. La formación se vincula al desarrollo, pero no se define qué tipo de desarrollo en las efectivas políticas macroeconómicas y sociales de los gobiernos

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de turno. Prexiste una concepción de desarrollo en la que la educación de profesionales despolitizados conformaría un conglomerado de sujetos sociales preparados para impulsar la economía y la administración eficiente del Estado. Actualmente2, la formación se ha abierto a la investigación, pero aún ocupa el terreno de las orientaciones positivas de una investigación científica y de innovación con un criterio de instrumento para el desarrollo de la economía. Ello explica la persistencia de Colciencias por articular un programa, cuya estrategia sea la relación Empresa-Universidad-Estado, en la que la investigación se articule de modo dominante a las innovaciones y los desarrollos que exigen los niveles competitivos internacionales, a partir de la capacidad de producción de las empresas y los planes de desarrollo de la economía. Este tipo de formación privilegia la orientación profesionalizante, articulada al desarrollo de la productividad y la competitividad de las empresas privadas y públicas del país. Sin embargo, la Universidad resiste: hay casos de una visible investigación social que crea conocimientos sobre los procesos de la nación en sus dimensiones más conflictivas. Pero la investigación en las áreas de la estética y la cultura, es hegemonizada por las políticas estatales que privilegian la investigación en función del desarrollo económico que, por cierto, es el desarrollo los sectores hegemónicos (financieros, industriales y agroindustriales) y no de la población en su conjunto. Y cabe preguntarse: ¿el desarrollo para quiénes? La investigación se ha convertido en el elemento central de la caracterización de la Universidad y se constituye en canon para diferenciarla de las instituciones tecnológicas. Se cree 2 Desde 1867 con la Universidad en el contexto del radicalismo, la orientación positivista de José María Samper, la influencia de las escuelas inglesas y francesas, se propuso la educación gratuita para hacerla más democrática; la universidad nacional de los EEUU de Colombia proponía una educación técnica en la Ingeniería, al lado de Facultades de Derecho, Medicina, Ciencias naturales, Artes y oficios, Literatura y Filosofía. N del A.

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que los tecnólogos y los técnicos no pueden investigar, lo que contradice los procesos de instituciones en el mundo, cuyos institutos tecnológicos han llevado la investigación a niveles de una complejidad que muchas veces han sentado las bases de una investigación científica de frontera. También, en el país, se trata de diferenciar entre universidades de investigación y de profundización, sobre todo en los programas de maestría, cuyas líneas de trabajo profundizan en un campo específico, mientras otras investigan. La eclosión de grupos de investigación en las universidades, fruto de una política de Colciencias que generalizó su conformación, mediante convocatorias públicas emitidas por las oficinas de investigación de las universidades, reafirmó en la universidad una de las características de su definición como organismos que, además de la formación desde la docencia, debía asumir la formación a través de la investigación, como uno de los tres pilares de su actividad. Se vivía la etapa de la investigación producida por la iniciativa individual, propia del sujeto dedicado a la indagación disciplinar, según su trayectoria académica y vocacional. No había oficinas o dependencias de investigación, ni la explícita y consciente formulación de una investigación en grupos y por líneas. Después, fue posible formular líneas de investigación, a partir de las actividades de investigación que hacían camino en la institución; es decir, la pertinencia se definía según las prácticas del investigador y los grupos de la Universidad. Fue difícil el momento de pensar las prioridades en la investigación, porque no se había promovido su discusión. Una muestra de esta contradicción en la Universidad del Tolima, es esta: un profesor del Museo Antropológico presentó un proyecto de arqueología histórica en las minas de Santa Ana, norte del Tolima. En el comité de investigaciones, la Vicerrectora académica de entonces, la profesora Francia Helena Betancourt, se opuso porque, según ella, ese tipo de trabajos no era pertinente para la institución. Con respeto y firmeza intelectual se le refutó el veto: la prioridad de

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los proyectos debía examinarse a la luz de lo que el grupo proponente había desarrollado en investigación y en la historia de la institución, sus huellas, sus resultados, sus libros, sus artículos publicados, sus productos tangibles, el impacto en la docencia y el contexto social donde se hallaba inscrito el objeto de sus trabajos. Al parecer, para la profesora, lo pertinente en investigación tenía que ver con Medicina, en su especialidad de enfermería, unidad académica de ella y el rector de entonces, el profesor Ramón Rivera, o con el campo agropecuario, o con la Ciencia biológica; en educación, tal vez Economía y Administración. El proyecto del profesor del área de Arqueología histórica quizá le pareció algo exótico, desconociendo la trayectoria del Museo Antropológico, sus investigaciones arqueológicas en la región y sus resultados, muy visibles y al alcance de la mano. La Vicerrectora no explicitó sus argumentos, solo se limitó a enunciar la no pertinencia de este tipo de trabajos. El tema de las prioridades no se ha asumido como debiera en la universidad; ha quedado en lo implícito, de modo que se aceptan criterios espontáneos, pero articulados a líneas y políticas no autónomas, emanadas de los grupos internos que, a su vez, adoptan las políticas de los planes de desarrollo de los mandatarios locales, y las políticas de Colciencias en su versión más positivista. Lo que se observa es la hegemonía de la investigación en su relación con los clústeres y cadenas productivas de la economía regional, los lineamientos de los planes de desarrollo regionales de cada mandatario, y la persistencia, al interior de la universidad, de las líneas de trabajo del área de ciencias básicas, cultura, ciencias sociales, educación, agropecuarias y ambientales. Es notoria la determinación de los planes de desarrollo sobre el uso de los fondos de regalías para financiar proyectos de investigación en 2012. De nuevo, la formación profesional y la investigación se articulan a las necesidades del desarrollo económico 216 HORAS

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productivo del país. El mismo director de Colciencias lo reconocía en el II Seminario de investigadores de cine, promovido por la dirección de cinematografía y el Instituto de investigaciones estéticas de la universidad Nacional. Ante la pregunta de por qué la investigación en las áreas artísticas y audiovisuales, no se valoraba tanto como la investigación de las áreas científicas, el funcionario aseguró que se debía en lo fundamental a la orientación positivista, predominante en Colciencias desde sus inicios. Por ello, se debe confrontar el tipo de desarrollo al que se quiere articular la formación profesional y la investigación, de modo que se vea con claridad la configuración de una política que oriente la educación superior. De este modo, la problemática se desplazaría hacia establecer si se forman profesionales o no para el desarrollo económico de las empresas públicas o privadas o para el sector burocrático estatal, o si se investiga en función de la empresa y el Estado. Se esclarecería el tema de qué tipo de profesionales debe formarse, y para qué tipo de desarrollo, y en función de qué necesidades sociales. Pero es claro que la Universidad del Tolima no ha enfrentado la cuestión ni se preocupa por ella, silenciando así un problema central de su caracterización. En relación con la extensión o la proyección social de la Universidad, lejos se está de las caracterizaciones atrapadas en la noción de servicio social, lindante con la asistencia social. En general, los recursos que se pudieran dedicar a este rubro en las condiciones de una asistencia a poblaciones vulnerables, por ejemplo, rebasaría los costos de las necesidades que se quisiera suplir. Hoy, la proyección social se ve en la actividad de formación profesional y en la actividad investigativa de algunas universidades. Proyección social puede significar lo que hace la Universidad Nacional con la extensión de sus sedes a varias regiones del país: cubre territorios distintos en sus condiciones culturales y geográficas. Hace presencia en las regiones

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amazónica, pacifica, andina y caribe, con una proyección en la formación y la investigación que marca actitudes culturales muy distintas a las de una institución al servicio de las empresas o la burocracia del Estado, pues incide en la visión que las poblaciones tienen de sus territorios y proporciona la configuración de sujetos sociales conscientes de sus potencialidades como sociedad y ambiente. Se constituyen sujetos sociales activos en el estudio, conscientes de sus dinámicas y contradicciones, de sus recursos y posibilidades de desarrollo como sociedad y como cultura. La proyección social también son los espacios de comunicación que visibilizan los problemas nacionales, ignorados, a su vez, por los medios de comunicación hegemónicos, cuyas agendas saturan de formatos que ejercen un efecto de borramiento y olvido de los procesos y los acontecimientos. La proyección social fragmenta lo que puede ser representado, refiriendo los contextos, las relaciones y las funciones de estructura, de manera que incide en las agendas más sensibles del acontecer, en el corto y mediano plazo y en las explicaciones estructurales de los acontecimientos complejos. La proyección social es el conocimiento producido en sus laboratorios y sus grupos de investigación sobre los problemas de la sociedad y que afectan a todos. Y tanto en el campo de la ciencia y la tecnología como en el campo de la sociedad y la cultura: el conocimiento de las dinámicas políticas, el diagnostico de las injusticias y las desigualdades, la desestructuración de verdades establecidas, el desvelamiento de las mentiras configuradas desde el poder y los que le han hecho trampa al país, el estudio de las estrategias de expoliación y crimen cometidos por quienes detentan la imagen de la decencia en el territorio y la formación de una conciencia que afecte a toda la población. En este nivel se abordan las necesidades sociales y la articulación que, respeto de tales, debe asumir la Universidad del Tolima. Las necesidades sociales no son solo de las empresas y de la administración estatal. Sobre todo, la sociedad la constituye 216 HORAS

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una población y un territorio, y se da – no en términos de reales tendencias históricas que tienen el sentido casi de naturales- en una estructura de relaciones sociales, con poderes hegemónicos y sectores subordinados. Como institución social, la universidad se debe a la sociedad, pero se enfrenta a la sociedad; debe asumir la educación como un bien público y no como un servicio público; y en efecto, confronta las necesidades sociales. Ella misma es una necesidad social, histórica, inmersa en la dinámica presente y futura. Pero las necesidades sociales pueden referirse a aquellas que históricamente se han configurado y se han hecho reales como objeto de una solicitud que busca una solución. Son necesidades la salud, la alimentación, la vivienda, la educación, el esparcimiento, la cultura… Y la universidad debe dar conocimientos que caractericen estos problemas y, en consecuencia, señalar las soluciones pertinentes, en función del bien público. En esta dirección, se concibe la universidad como una institución de cultura, como producción de conocimientos de la más diversa índole, articulados a las diferentes prácticas sociales. Por eso fue un inmenso error el cierre de la Escuela de bellas artes, al considerar que el arte no era una necesidad social y era más útil y más barato formar un ingeniero forestal o un agrónomo. El arte, la formación de la sensibilidad de los sujetos sociales, es una necesidad aún mayor cuando se observa el maltrato y el irrespeto a las personas y las cosas, la rispidez de las maneras de relacionarse, la violencia cotidiana intrafamiliar en todos los estratos sociales, las corruptelas, los crímenes. Una ética del respeto a los seres humanos se deriva de una formación estética en profundidad, de tal manera que se afectan los patrones inconscientes de cultura que se exhiben impúdicamente en tantos actos, los más violentos y graves, como las masacres que se han generalizado en el reciente pasado y el presente. En los actos de horror vividos en la violencia liberal conservadora, y reproducidos en la violencia paramilitar, la

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brutalidad guerrillera, la confabulación del ejercito con los delincuentes, la procacidad de los narcotraficantes, toda estas actitudes y comportamientos, que van de la mano con los niveles más atroces de analfabetismo e instrucción mínima, se cristaliza la ausencia de una dimensión estética que muestre otras formas de ser y de relacionarse, derivadas de una sensibilidad emanada de las dimensiones de las artes. En tiempos del horror y la procacidad, vestida con ropajes miserables o trajes de frac, la necesidad del arte se hace pertinente, más allá de sus usos como distinción o expresión. Es una vía para la dignidad del ser humano y el respeto de los sujetos sociales. Así pues, la proyección social reviste una significación más compleja que los programas y las actividades sin contexto y de eventuales alcances. La universidad debe relacionarse con la empresa de una manera crítica que afecte la organización técnica de la producción (innovación y desarrollo tecnológico) y la organización del trabajo, para confrontar la sobreexplotación y la negación de los derechos de lo trabajador, la cultura empresarial autoritaria y el mal trato, las violencias calladas, la conculcación de los derechos de organización y su expresión. Debe enfrentar el abuso de las formas de trabajo intermediadas por organizaciones que precarizan las labores y niegan los derechos adquiridos. Debe discutir la innovación como instrumento de expoliación y que no mejora las cualidades de los productos y las condiciones del trabajador. Así mismo, la proyección universitaria debe considerar a las comunidades, los sectores vulnerables y los estratos empobrecidos; y confrontar las políticas causantes del desplazamiento, la desigualdad, la distribución inequitativa de la tierra y el ingreso, la violencia sobre campesinos, indígenas, afros, gitanos y marginados urbanos. En ese sentido, las políticas del estado deben articularse a los conocimientos que las universidades proporcionen sobre los problemas y las instituciones que coadyuven a mejorar las condiciones 216 HORAS

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de calidad de vida, pensando el desarrollo en función de los sujetos sociales y no en los dividendos de las empresas. Por supuesto, debe relacionarse con el Estado para confrontar la administración que no sirve al ciudadano, a la corrupción que corroe las entidades y al botín burocrático de los ganadores de turno; y plantear la exigencia de concursos de méritos para los funcionarios, a fin de que los cargos funcionen como servicio y no como prebenda. Debe producir un conocimiento crítico que devele los alcances y los impactos negativos de los planes de gobierno; para el caso presente, las agresiones al medio ambiente y a los pobladores devastadas o amenazadas por la locomotora de la minería. Por eso es necesario que persista la pregunta: ¿y el desarrollo para quién?

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CAPITULO V Voces de solidaridad

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CAPITULO VI Registro fotogrรกfico

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