Boletín ASPU Presente No 6

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ASPU PRESENTE No 6. Boletín informativo de la Asociación Sindical de Profesores Universitarios ASPU Seccional Tolima. Ibagué, Mayo 2016. Año 3. Volumen 6. ISSN: 2422-2720

Universidad del Tolima: de la crisis profunda a la Reforma Universitaria 1


Editorial

Con la alegría de vivir y luchar El principio Esperanza hilvana nuestra huella y abrazo El tiempo del fruto está aún lejos; El tiempo de la flor ha llegado ya Krause, Ideal de la Humanidad para la vida

Junta Directiva ASPU Tolima

Los sindicatos son formas históricas de organización y lucha. Nacieron en los albores del capitalismo para defender los intereses de los trabajadores. Han sido protagonistas de grandes procesos de cambio, en medio de revoluciones y contrarrevoluciones; de sueños libertarios y recaídas liberticidas; cuna de utopías y engendros retardatarios; mundo multidiverso de matices, expresiones y corrientes dispares. Del patriarcalismo al anarcosindicalismo, de las momias de las “correas de transmisión” hasta los delirantes aparatos del patronalismo, los sindicatos son campos de batalla en esta fenecida modernidad de lastres imperiales y soberbios proyectos neoliberales. Para los tiempos que corren parecieran relatos de tiempos prehistóricos, tozudez de la rebeldía pro-operaria, persistencia creadora de soñadores de la vida, la dignidad y la liberación. En este trajinar de múltiples resistencias, resuenan historias de mujeres, jóvenes, hombres confrontando la opresión, la ignominia, la esclavitud asalariada, la felonía patronal y la traición. Del modelo cásico del sindicato obrero surgieron diversas formas de organización sindical; el mundo del trabajo hizo posible la pluralidad de formas y expresiones. Los encopetados empresarios y la socialdemocracia recurrieron a la división y confusión para el logro de sus propósitos diversionistas. No hay ha habido un solo sindicato, ni sindicalismo serio y orgánico que no haya librado batallas por la redefinición de su cometido social e histórico.

Jorge Gantiva Silva Carlos Arturo Gamboa Alex Martínez Rivillas Pierre Díaz Pomar Beatriz Jaime Oscar Cardona Walter Cataño

Contenido 1. Editorial Jorge Gantiva Silva 2. Contribuir a la modernización de la UT, tarea de la representación profesoral Beatriz Jaime Pérez 3. El rol del docente intelectual en la universidad Elsa María Ortiz Casallas

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4. Reflexión en torno a la “reforma profunda de la universidad” Richard Eduardo Hayek Pedraza

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5. Espacios, imaginarios y retos de la Reforma Universitaria Carlos Arturo Gamboa B.

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6. Los capitalistas de la UT Pierre Díaz

El nuestro es un ejemplo de afirmación coherente en torno a la idea de la independencia y autonomía universitaria, sin claudicaciones, ni concesiones ante las políticas reaccionarias del neoliberalismo y de las instituciones financieras internacionales, las administraciones clientelistas y corruptas. El sindicalismo universitario que inauguró la Asociación Sindical de Profesores Universitarios, ASPU - hace ya 50 años -, trazó un horizonte de transformación democrática de la universidad pública bajo el asedio de los planes imperialistas y el control tecno-burocrático de las clases gobernantes. Este largo ciclo de luchas sociales, políticas y sindicales por la soberanía y la liberación nacional marcó un hito histórico. Desde entonces los sindicatos libran una recia contienda con los gobiernos reaccionarios, las administraciones de turno, el social-oportunismo, el desparpajo de los renegados y la osadía de los conversos. En esta desigual disputa han ofrendado sus vidas muchos estudiantes, trabajadores y docentes universitarios. Pese a la persecución y la perfidia, el sindicalismo universitario ha mantenido la idea de compartir en lo más profundo de su ser las palpitaciones del alma nacional y popular. Son múltiples sus realizaciones y compromisos. En el transcurso de los distintos períodos

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7. La UT una institución con grilletes 15 Armando Moreno 8. Elecciones Nueva Junta Directiva ASPU Tolima.

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históricos: la dictadura militar, el Frente Nacional, el bipartidismo, la tragedia de la violencia y la globalización neoliberal, el movimiento sindical y los movimientos universitarios han escrito páginas relevantes de dignidad, resistencia y arrojo universitario. Enormes fuerzas han conjurado contra el sindicalismo universitario. El despotismo seudo-ilustrado de grupos que desprecian el movimiento social, la politización del mundo de la vida y el compromiso social, aferrándose a la tecno-burocracia y la comodidad inercial del clientelismo. El paramilitarismo, con sus viejas y renovadas estrategias del exterminio de la oposición y el pensamiento crítico que sacrifican la vida y el saber. El elitismo de derechas que repica frasecitas de Weber para desprestigiar la política en las universidades, ocultando sus estrechos vínculos con las élites y los grupos neoconservadores del poder nacional y regional. El indiferentismo de ciertas izquierdas que posan orondas ante la gravedad de la crisis de la universidad pública, y refrendan su cooptación con meros gestos grandilocuentes y simulacros. El odioso Estado que desestructura los cuerpos, los saberes y los lenguajes; y acentúa el proceso destructivo contra la universidad pública mediante políticas de mercantilización, desfinanciación y eliminación de la autonomía. Bajo la administración del rector José Herman Muñoz, la Universidad del Tolima – nido encumbrado del despilfarro y la simulación -, se vino a pique la dignidad y la calidad; y de su estruendosa caída se levantó una inmensa nube de “austeridad”, cinismo y la desolación. La colosal crisis presupuestal y de gobernabilidad denunciada oportunamente por nuestra dirección sindical, es hoy el eje sobre el cual transita nuestra Alma Mater, tan agobiada y violentada por la voracidad del clientelismo y la corrupción. En el transcurso de esta administración se instaló el sistema de judicialización del pensamiento crítico, se persiguió al viejo estilo patronal-granburgués la única organización social de resistencia y rebeldía cuya divisa siempre ha sido la autonomía, el saber, la dignidad y la independencia. Tal como prometimos derrotar la ignominia y la felonía que promovía la “dirección” de la universidad, así mismo desbaratamos la maniobra del grupo de choque que

orquestaba el tristemente famoso vicerrector “académico” dipsómano. Nunca fue más oscura la noche en la Universidad del Tolima cuando se acuarteló el sistema de cooptación y persecución. En este devenir de procesos, siempre opusimos a la patronal y a la ignominia, la lucha y el saber, la movilización y la propuesta, la reflexión y la resistencia. En el transcurso de este año no menos de medio de centenar de marchas, plantones y mítines se realizaron de manera unitaria, con fraternidad y alegría, una de cuyas expresiones mejor lograda ha sido la Asamblea Permanente, una idea maravillosa surgida de la convergencia, de la unidad y de la resistencia. En este curso de acción el profesorado presentó la propuesta de la Reforma Profunda que sintetiza importantes iniciativas de transformación de la universidad. A sabiendas que es una primera aproximación y que requiere debate y participación de todos los estamentos, despertó los más desaforados reproches justamente de quienes han pelechado los privilegios y la burocracia en los últimos 20 años. Son inmensas las experiencias, las reflexiones, las luchas y las movilizaciones en el transcurso de estos últimos años en los cuales la Junta Directiva de Aspu-Tolima bajo mi presidencia emprendió con alegría, fraternidad y espíritu colectivo. Además de un amplio reconocimiento logrado a nivel nacional y la publicación de nuestro Boletín, expresión de

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pensamiento crítico, la mayor alegría fue haber consolidado un punto de vista de coherencia y consistencia ética, intelectual y política en medio del “desierto de lo Real”, la cooptación y la infamia. Marx sostenía que los seres humanos no eligen las circunstancias históricas en las cuales tienen que vivir y librar sus batallas. Advertía, no obstante, que las circunstancias eran creadas precisamente por los propios seres humanos. Al empeño de realizar el proyecto de emancipación social e intelectual, nos encaminamos para que la universidad pueda ser un territorio de saber, pensamiento, resistencia y potencia creadora. Para el logro de este propósito es preciso vencer las fuerzas inerciales del acomodamiento, el cinismo y la sumisión al proyecto “hacendatario-señoral” que encarna el rector Muñoz y su grupo de cortesanos anodinos. En este sentido, nuestra organización sindical como proyecto senti-pensante, y afianzada en la idea gramsciana de la contrahegemonía intelectual y cultural convoca el despliegue de nuestra potencia para vivir, sentir, pensar y saber una universidad digna al reclamo de los nuevos tiempos. Esta nueva universidad nacerá de la fuerza creadora del saber y del poder constituyente de nuestras ideas y del espíritu democrático de la reforma profunda. Vale la pena haber luchado por una causa justa y consagrado nuestra voluntad y corporeidad a la conquista de la dignidad universitaria. Mil gracias, un gran abrazo. Jorge Gantiva Silva Presidente ASPU Tolima


Contribuir a la modernización de la UT, tarea de la representación profesoral Beatriz Jaime Pérez Profesora Facultad de Ciencias Humanas y Artes estamento docente sobre las decisiones estratégicas que debe defender esta representación en el CSU. Martínez Rivillas es enfático en advertir que la nueva representación profesoral ante el CSU debe poner un listón crítico muy alto, y que la crítica, si es responsable y auténtica, debe contener un ejercicio propositivo, lo que significa saber cuáles son las alternativas de solución como fundamento de la crítica. ¿Cuál es el papel académico y científico-técnico que debería jugar la Universidad del Tolima? El descalabro financiero que hoy afronta la Universidad del Tolima es evidencia de que el Consejo Superior Universitario (CSU) toma decisiones sobre la base de datos generales, algunas veces contradictorios y casi siempre insuficientes. Esa mala práctica se debe a que el nivel técnico y crítico de los debates en ese Consejo es precario. Así lo expresa Alexander Martínez Rivillas, miembro de la Junta Directa de ASPU y candidato a la representación profesoral ante este órgano de decisión universitario. Para Martínez Rivillas, el CSU no puede seguir aprobando presupuestos sobre la base de cifras que no muestran los detalles de las inversiones, los gastos fijos, los contratos, entre otros rubros. Adicionalmente, agrega que la impericia de buena parte de los consejeros para hacer diagnósticos acertados y evaluar resultados, se debe en gran medida a que estos órganos de decisión están integrados mayoritariamente por personas sin conocimientos teóricos y técnicos sobre el tema educativo y completamente insensibles frente a la defensa de lo público. Considera que la responsabilidad de elevar el nivel técnico y crítico en esos debates, recae sobre los académicos y principalmente sobre la representación profesoral. Y en este sentido destaca la necesidad de propiciar más y mejores espacios de discusión y de consulta al

Reconozco que la UT ha hecho avances importantes en proyección social, asistencia técnica y formación de talento humano durante muchos años, pero hay un vacío que se debe empezar a llenar para poder cerrar el círculo de los mínimos compromisos que debe asumir con la región. Un elemento clave tiene que ver con la intervención en el sistema escolar del departamento; no hay conexión directa entre los expertos, los grupos de investigación, las facultades y las instituciones educativas, sobre todo en básica primaria. Eso es imperdonable. La UT debería estar implicada en esos procesos, en diseños de currículos, formación de talento, aportaciones en tecnologías de la información. Este impacto no se ha logrado o es muy precario, sobre todo, en municipios de la periferia del departamento. No hay ningún vínculo con el sistema escolar básico. Este elemento hay que intervenirlo. La gobernabilidad local y regional es el otro tema en el que la Universidad debería intervenir. Hasta ahora se percibe que no ha hecho el esfuerzo de vincularse a pesar de que cuenta con un amplio abanico de expertos (politólogos, abogados, administradores, ingenieros) porque en la región se siguen haciendo proyectos mal formulados, improvisados, con diseños técnicos mediocres. Es decir, la Universidad debería aportar el saber

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técnico y científico suficiente. Debe implicarse directamente con ese saber en los procesos de la gobernanza regional. Hay que intentar hacer más injerencia en este sentido. ¿Qué le ha impedido a la Universidad tener un vínculo más propositivo con la región? El modelo de universidad que tenemos. Por ejemplo, la UT se diseñó en parte para hacerle la asistencia técnica al sistema mecanizado latifundista y olvidó las pequeñas parcelaciones de la montaña. Ha sido indiferente a las demandas de los campesinos de la montaña. Hay programas y profesores que atienden estas demandas, con modelos agroecológicos y aprovechamiento del potencial biológico, pero lo hacen como una iniciativa propia y de manera aislada, y no porque el modelo de universidad esté diseñado para hacerlo. Lo que hay detrás del funcionamiento cotidiano de la UT es un modelo premoderno en unas cosas, moderno en otras y proto-moderno en otras. Ese modelo necesita una reestructuración profunda, que obedezca a un proyecto de universidad moderna. ¿Qué supone ser modernos? En líneas generales, y de acuerdo con las agendas contemporáneas sobre las relaciones universidad-sociedad, es asumir un compromiso práctico con las demandas sociales y ambientales de la región y de la nación. Eso en primer lugar. Segundo, debe ser una institución altamente eficiente en el manejo de los recursos, capaz de adelantar procesos eficientes y con ahorros para que se pueda concentrar en lo estratégico. Y, tercero, debe ser una institución donde florezca la cultura letrada en sus múltiples expresiones. Esto no debe ser retórico sino que debe ser del día a día; es decir, reconocer las expresiones de la cultura y cuidarlas, enriquecerlas. En resumen: ahorro y


eficiencia, compromiso con la región y la nación para contribuir a resolver sus demandas sociales y ambientales; y una cultura letrada y un cosmopolitismo en permanente respeto y enriquecimiento.

estratégicos de la institución.

¿Qué agenda propone al Consejo Superior Universitario?

He percibido que hay profesores con una visión muy tradicionalista sobre la UT y para ellos la Institución, así como está, es el mejor de los lugares. Esto quiere decir que para ellos cualquier cambio mínimo, sutil, sería un desastre. Esas posturas tan conservadoras frente a las posibilidades de que la Universidad se modernice, verán cualquier propuesta de reforma como algo radical. Otros actores han visto

Reitero, son tres objetivos generales: elevar el nivel de la discusión técnica, ser crítico, lo que implica exigir información detallada sobre los asuntos que estén en discusión, y propiciar más espacios de discusión y consenso en el estamento profesoral sobre los temas

¿Cómo va a lidiar con la percepción de “actor que no negocia” que existe sobre usted, incluso en el mismo profesorado?

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como algo beligerante la defensa de los intereses del profesorado. Esas son maneras de ver la dialéctica entre contradictores como una suerte de amenaza, lo cual es un prejuicio que no deja ver la potencialidad de desarrollar los debates académicos. Ahora, si entienden por “no negociar” lo que han entendido los defensores de la administración, o el Rector mismo, es decir, negarse a participar de esta orgía presupuestal que ha habido en la Universidad, estaría muy cómodo con ese apelativo. Dicho de otra forma, esta valoración sobre mi candidatura también es una construcción deliberada para socavar mi credibilidad.


El rol del docente intelectual en la universidad Elsa María Ortiz Casallas Profesora de Planta de la Universidad del Tolima Adscrita a la Facultad de Educación. La función de los intelectuales “orgánicos” es la de liderar “intelectual y moralmente” a la sociedad mediante la educación y la organización de la cultura, y no por los medios tradicionales de coacción jurídica y policía. (Gramsci, 1984). En Colombia, históricamente se han configurado diversos imaginarios del maestro tales como: el maestro apóstol (siglo XVIII); el maestro artesano, el maestro funcionario; el administrador de procesos y, el técnico u operador de currículos (Martínez, 1986). Sin embargo, el Movimiento Pedagógico de la década de los ochenta, intentó cambiar dicha mirada técnica del maestro, al poner en tensión la reforma conductual de la tecnología educativa, que por ese tiempo se intentaba aprobar en el país. De esta manera, la lucha gremial de dicho Movimiento, inició la reflexión para gestionar procesos alternativos pedagógicos y educativos en oposición a los modelos tayloristas. Se posicionó en ese contexto al maestro, no sólo de oficio y vocación (apóstol), como se había concebido históricamente, sino como el intelectual, transformador de la cultura. A pesar de ello, las desafiantes contrarreformas y políticas educativas globales, de orden estratégico y economicista, evidenciadas en principios como: evaluación, eficiencia, rendimiento, rapidez y resultados, han trastocado, reducido y simplificado el papel del maestro; algo que Perrenoud (2001) denomina desposesión simbólica. Los maestros, presos a su vez, por la maquinaria estratégica que gobierna bajo el régimen de la evaluación y del temor, se instalan, negocian y se acomodan, sin más. Al respecto, afirma la intelectual y educadora Emilia Ferreiro: “El oficio del maestro se ha ido burocratizando cada vez más y desprofesionalizando al mismo tiempo. Recibe instrucciones y las ejecuta: esa es la definición de un burócrata” (Emilia Ferreiro, 2014). También señala Rubens (2011), que años atrás se profesionalizaron los proletarios y hoy se están proletarizando los profesionales. En este contexto, vale la pena preguntar: ¿cuál es en general el papel de los maestros, y en particular, el rol del

docente intelectual en la universidad, especialmente en momentos de crisis? Gramsci, al respecto, habla del papel substantivo que juega el maestro y hace énfasis en la imposibilidad de separar pensamiento y acción, esto es, trabajo intelectual y trabajo manual; homo faber/ Homo sapiens, pues no existe actividad humana de la que puedan excluirse todas las formas de participación intelectual:

no puede seguir consistiendo en la elocuencia, (...) sino en la participación activa en la vida práctica como constructor, organizador y “persuasor permanente”, y no sólo un simple orador (...); desde la técnica-comotrabajo pasamos a la técnica-comociencia y a la concepción humanista de la historia, sin la cual se continúa siendo “especialista” y no se pasa a la categoría de “directivo” (especialista y político).

El modo de ser del nuevo intelectual

Como lo enuncia Gramsci, es un

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grave error dividir el pensar del hacer, excluyendo todo el sistema de relaciones que ambas actividades ocupan en el sistema de relaciones sociales, y a la vez ocultando, lo que esta división plantea en términos de: “directivos” y “subalternos”. En esta misma línea Michel Foucault indica que el papel de los docentes intelectuales no es el de crear normas, leyes, soluciones inmediatas y judicializar la academia como sucede comúnmente en las universidades; al respecto, y desde el rol de intelectual, Foucault indica lo siguiente: Mi rol es el de plantear verdaderamente los problemas, con efectividad: plantearlos con el mayor rigor posible, con complejidad y dificultad máxima, de modo que no surja una solución, así como así de un golpe, por la ocurrencia de algún reformador, o incluso en el cerebro de un partido político (…) hacen falta años, decenas de años de trabajo; y ese trabajo ha de realizarse en la base, con las personas directamente implicadas, restituyéndoles el derecho a la palabra y a la imaginación política (…) yo me guardo mucho de hacer la ley. Más bien, pienso en determinar los problemas, agitarlos, mostrarlos en un marco de gran complejidad para hacerles cerrar la boca a los profetas y a los legisladores: a todos los que hablan por los demás y sobre los demás. (Foucault, 2010: 142). Otro teórico: Henry Giroux, en su libro: los profesores como intelectuales (1990), insta a los maestros a asumir su papel como intelectuales orgánicos, transformadores de la cultura; plantea igualmente que el sistema mercantil ha reducido el papel del docente a meros operarios de currículos, al mismo tiempo que los descalifica y los aparta, de los procesos de deliberación y reflexión:

básica debe ser su papel en la creación y análisis de la ideología” (Chomsky. 2006:180). Producción y reflexión de ideologías, que por cierto, es bastante precaria en las universidades. Chomsky también indica que cada gobierno, en clave de intereses, elige sus intelectuales, que por lo general son tecnócratas orientados al ejercicio del poder o, al abuso del poder; por eso enuncia que: Si quieres mantener tu integridad, generalmente serás crítico, porque muchas de las cosas que suceden merecen críticas. Pero es muy difícil ser crítico, si uno forma parte de los círculos de poder. Por lo general, la mejor posición para un intelectual es estar comprometido con las fuerzas populares que tratan de mejorar las cosas” (Chomsky, 2013). De hecho, existen profesores intelectuales al servicio del poder de turno, es más, muchos maestros que en otrora fueron críticos, hoy son los llamados expertos que avalan y asesoran proyectos corporativos; bailan al son que les toquen; viven de lo que cuestionaron, y siguen reproduciendo lo que hoy critican. Peor aún, el relevo generacional, los jóvenes, maestros intelectuales, ya están corporativizados y sumidos en el discurso de la seducción educativa, vía mercantilización: light teachers de las universidades. Bauman (1997), plantea que cada momento histórico crea, fabrica y produce intelectuales. Pareciera que en general el profesorado padece la enfermedad

Personalmente he sostenido que el hecho de ver a los profesores como intelectuales nos capacita para empezar a repensar y reformar las tradiciones y condiciones que hasta ahora han impedido que los profesores asuman todo su potencial como académicos y profesionales activos y reflexivos. (Giroux, 1990:178) Continuando con el mismo cuestionamiento, Chomsky afirma: “Es responsabilidad de los intelectuales decir la verdad y sacar a la luz las mentiras” (…) “Cuando consideramos la responsabilidad de los intelectuales, el objeto de nuestra preocupación

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de la normosis: “la normosis es una enfermedad colectiva, no individual: proviene de la necesidad de legitimación del individuo frente al sistema de reglas, normas, valores y significados que se le impone” (Santos de Souza, 2016), lo cual ha hecho naufragar el pensamiento crítico, reflexivo, alternativo y creativo en las universidades. Finalmente, es preciso afirmar, que la crisis universitaria que vivimos tiene mucho que ver con la simplificación del papel de los profesores, a quienes se silencian, se cooptan y en general se expropian de su papel de intelectuales, en detrimento de su autonomía; por tal motivo, el reto y el desafío actual se nos presenta como una oportunidad para la autocrítica del ejercicio docente, para reinventar el imaginario y la formación del profesorado y, para reivindicar el papel de este colectivo. Nuestra responsabilidad como maestros intelectuales universitarios es enorme y viable; no podemos excluirnos del debate académico universitario, nuestro compromiso es histórico, político y social, y aún inédito; debemos trabajar para recuperar el status docente, para recobrar la palabra, el respeto, la dignidad y los espacios perdidos; logrando así, un reparto del poder más equitativo. Como maestros debemos lograr que lo pedagógico sea cada vez más político, y lo político más pedagógico. No sobra decir, que sólo desde las rupturas y complejidades enunciadas, es posible hablar de excelencia académica en la universidad.


“Reflexión en torno a la “reforma profunda de la universidad” Richard Eduardo Hayek Pedraza Estudiante IDEAD

Amigos míos, a ustedes les quería

hablar. No sé si este impulso sirva de algo e ignoro si aguantarán hasta el punto final de la misiva, pero lo escrito aquí contiene un algo inexplicable que tal vez entre todos podamos descifrar en aras de una mejor educación, no de una educación cualificada sino simplemente de la esperanza formativa con la cual emprendemos nuestro trasegar por la vida universitaria dejando atrás hogar y recuerdos, olvidando en ocasiones el camino de regreso, perdiendo en muchos casos la esencia humana procurando esa ilusión de porvenir tan distante del futuro prometido – ejecutado estratégicamente– por los amos del poder. Mi propuesta no es fácil, lo sé, pues nadie tiene tiempo para leer por estos días, además, los pocos textos disponibles –al alcance de la mano– son una “suerte de repeticiones” poco satisfactorias, aburridísimas y median como distractores del espectro visual colgado por doquier. Sin embargo, los invito a dejar a un lado sus celulares –petición a todas luces imposible– y les solicito me regalen unos cuantos minutos de amigable lectura y fraterno acompañamiento, como si esta carta fuese de esas que comunican un ascenso, el otorgamiento de una beca para un doctorado o el aumento de su asignación salarial gracias a su buen comportamiento y logros profesionales alcanzados. Quiero un sencillo gesto de expectación, una cómoda postura en sus escritorios atiborrados de papeles, consultas de lingüística y pedagogía, incertidumbres diarias anocheciendo la tarde, rutinas sucediéndose entre exposiciones y retoques de procesos, compromisos familiares incumplidos y demás tribulaciones de cualquier estudiante, docente y empleado universitario. Sin duda habrán escuchado acerca de la tal “reforma profunda de la universidad”, un rumor que fue creciendo con el paso de los meses en medio de noticias y

manifestaciones simbólicas surgidas en plena “crisis financiera” del alma máter. Pues bien, yo al igual que ustedes paré oreja desde mi casa y es inevitable no reflexionar en torno a semejante frase. De antemano suena algo contradictoria –¡¿no les parece?!–, pues en el mundo de la superficialidad ninguno le apuesta a “lo profundo”, es más, por estos tiempos se recurre a “la brevedad”, a “resumir” los diálogos usando ese “lenguaje tejido a retazos en las redes sociales”, a “opinar cualquier cosa” procurando salir “ilesos ante tanta estupidez agolpada en la fugacidad intelectual que desfila por los pasillos y aulas del claustro universitario”, a “cortar y pegar frases ajenas mostrándolas como una escritura propia” sin percatarnos siquiera de la evidente incongruencia entre lo escrito y “la poquedad del lenguaje saliendo con dificultad a través de nuestras gargantas”. Por lo anterior, es una “grata sorpresa” encontrar la palabra “profunda” en la frase introductoria de esta casual reflexión. Aún no he hablado del término “reforma”, lo cual podría denotar un cierto desorden en mis apreciaciones teniendo en cuenta la secuencialidad lógica aprendida en las muchas asignaturas vistas en mi corta trayectoria universitaria, ese cúmulo de teorías diversas con sus distintos saberes fragmentados en métodos, modelos y formas para interpretar, analizar, diagnosticar, evaluar y resignificar textos literarios, paradigmas pedagógicos, cuestiones didácticas y demás aspectos formativos imposibles de aplicar en “la deformada estructura educativa de este país”: una “patria boba” donde nos enseñan a “bajar los ojos yes, / doblar el cuerpo yes, / arrodillarse yes, / en aquel mundo libre yes” (Guillén, 2003, pp. 12-13). Debido a ello, me parece extraño y hasta increíble leer “reforma” porque eso de “cambiar” no está acorde a nuestra idiosincrasia, pues lo único que cambia es el calendario, aunque para docentes y estudiantes “todos los días son siempre el mismo día”: un lunes idéntico al martes anterior, dos semanas repitiéndose al cabo de seis meses, tres años apostándole a “una reforma parcial o definitiva” en los modos de enfrentar los encuentros formativos que a la distancia hacen presentes un alejamiento sistemático

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e irremediable entre la universidad y todos aquellos que la conforman sin llegar a configurarla en un futuro venidero. En ese sentido, la enunciación de “una reforma” es acaso recuperar en parte aquella utopía salida de un sueño, esa escena soñada desde tiempos inmemoriales pese a la escasez de soñadores comprometidos con el despertar formativo de la educación. Recuerdo haber re-leído por casualidad una separata dedicada a la memoria del profesor Hoyos, y quiero anotar que su planteamiento acerca del “ethos universitario” está íntimamente ligado a “este impulso de reformar la universidad”, lo cual, para el bienestar presente y por-venir de los involucrados con los hechos educativos de orden regional y nacional debe constituirse no sólo como una posibilidad, sino también como el paso necesario conducente a la reivindicación del pensamiento académico, la praxis pedagógica y el devenir mismo de la escuela. Así entonces, mis queridos lectores, pensar, hablar o escribir acerca de “una reforma profunda de la universidad” es quizás retornar a la estancia primigenia de nuestro sentido universitario fundado en “ese aire revolucionario post-bachillerato”, volver en un instante a ese tiempo donde solíamos imaginar cómo sería pisar nuevamente un aula de clase para debatir “con el tenor de los años pasados reprimiendo el libre albedrío”, rememorar sueños e ideales empujándonos a hacer lo posible y algo más por cambiar el rumbo de nuestras vidas y con ello la frecuencia de una sociedad suspendida en la completa ignorancia. Por tal motivo, compañeros, a estudiantes, docentes y trabajadores de la universidad solo nos queda una opción: creernos el cuento de la “reforma profunda”, después leer a conciencia la propuesta, seguidamente construir entre todos por lo menos un párrafo o dos páginas como aporte e impulso a las ideas que en manos de unos pocos tejen utopías en este “mundo de costumbres formativas, burocracias académicas y tiranías pedagógicas”. Para concluir, ¿quiénes están dispuestos a soñar utopías de tal magnitud, imaginar parpadeos formativos o recrear posibilidades transformadoras en esta pesadilla nuestra denominada educación?


Espacios, imaginarios y retos de la Reforma Universitaria Carlos Arturo Gamboa B.

Vicepresidente ASPU Tolima

Cuando iniciado el año 2011, en la Universidad del Tolima, emergió la idea de una Constituyente Universitaria como propuesta, mecanismo, metodología o espacio para enfrentar una aguda crisis de participación de la comunidad universitaria en la toma de las decisiones vitales para su existencia, no nació en el vacío; sin saberlo, quizás, estaba conectada por vasos comunicantes a la misma necesidad de reformular el proyecto de país. No obstante, la noción de Constituyente Universitaria estaba, desde su génesis, limitada a un espacio: la universidad pública. Ahora bien, si entendemos que “la universidad como una institución dinámica histórico-cultural cumple unos propósitos que afectan y a la vez es afectada por la construcción de una determinada sociedad en un momento histórico concreto” (Erazo,2013, p. 65), no es factible desconectar la crisis de la universidad pública colombiana de la frustrada construcción de país, cuyo proyecto inacabado se remonta a los tiempos de Bolívar. En ese sentido, pensar la educación es madurar una posibilidad de país, y cavilar en un país distinto es abrirle posibilidades a la universidad pública. De alguna extraña manera, nos encontramos frente a una dualidad simbiótica, pero no podemos supeditar lo uno a lo otro. Es decir, no es factible reconstruir el país para luego darle vida a una universidad moderna, y tampoco podemos refundar la universidad para que ella asuma la construcción de un país. Los dos proyectos son paralelos y de la existencia de cada uno dependen el otro. En ese sentido, definimos la Constituyente Universitaria como “una acción política de autodeterminación de la comunidad para la transformación de la educación universitaria, a través de la participación directa de todos y cada uno de nosotros; con el fin de construir un espacio educativo fundamentado en la democracia profunda” (Moreno, 2011, p. 1), definición que trascendía el espacio mismo de lo local y abarcaba, ambiciosamente, el espacio nacional. Ese desborde de entusiasmo actuó como movilizador inicial, pero bloqueó

la acción al tratar de abarcarlo todo sin poder transformar “algo en concreto”. Reclamar la “democracia profunda” como principal precepto de las decisiones constituyentes, trajo consigo la necesidad de recrear mecanismos de participación mediante los cuales las formas representativas tradicionales tenían que ser desbordadas, puestas en crisis, reformuladas, pero ¿cómo? Enfrentar el reto de derruir lo constituido implica educar para la libertad, para la autonomía, no se puede dar un brinco cualitativo de un sujeto heterónomo a uno autónomo, la libertad no se decreta, tampoco la participación real. Dado lo anterior, y después de muchos esfuerzos con pocos avances, entendimos que el proceso no era inmediatista, que la emergencia de sujetos constituyentes correspondía a un proceso histórico y cultural, con lo cual se asemejaba a los tiempos políticos de la misma universidad. La ansiedad de cambio y las prisas del mundo moderno, fácilmente desembocan en el desencanto; por ello debíamos encontrarnos con esos “otros” que en distintos espacios compartían la misma idea. Poder Constituyente desde las regiones En agosto de 2013 se llevó a cabo en Medellín la primera versión del, desde entonces denominado, Foro Nacional Interuniversitario Poder Constituyente. La sede fue la Universidad de Antioquia y el objetivo “discutir alrededor de las experiencias y reflexiones de varias universidades, distintas regiones del país, en torno a las formas de gobierno universitario, a las reformas universitaria en curso y sus caminos

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de construcción, y, en general, a los distintos mecanismos para el ejercicio del poder constituyente” (Manifiesto Medellín, 2013, p. 127). Por entonces el movimiento de la MANE había decaído, debido en gran parte a la forma cómo la mesa terminó operando bajo las mismas formas tradicionales de participación, en las cuales las mayorías son representadas y se tornan inactivas. Y, aunque el movimiento estudiantil había logrado detener el proyecto de reforma de la Ley 30, no pudo consolidar un escenario para solidificar una propuesta alternativa. En parte, la MANE se fue dilatando debido a que siendo un movimiento nacional, con alta repercusión de las regiones, terminó reducida o concentrada en Bogotá, con escasa participación del resto del país, retornando al viejo síndrome de la ciudad letrada. Una de las grandes conclusiones del I Foro dejaba evidente la preocupacón por reinventar las formas discursivas y operativas de la resistencia desde la academia: Nuestro discurso no puede ser contestatario, sino analítico, creativo y provocador, hace falta mucho trabajo para construir sociedad, asumir como eje central la formación política del profesorado y de los estamentos universitarios; para lograr esto se requiere del despliegue imaginativo de toda clase de lenguajes y dispositivos pedagógicos y didácticos con los cuales se forme y organice una base social generadora de argumentos que la reinventen. (Manifiesto Medellín, 2013, p. 129) Ahora bien, si consideramos todo manifiesto como una expresión


propia del deseo, tenemos en el anterior enunciado una ruta de trabajo, que a su vez devela ciertas carencias del momento: ausencia de formación política de los estamentos universitarios, falta de imaginación y creatividad en la construcción de dispositivos de resistencia, proliferación de discursos contestatarios y, algo caro al movimiento político académico: pedagogía y didáctica para ganar la voluntad de las mayorías. En esa línea de darle voz a las regiones, el II Foro se organizó en Villavicencio, esta vez actuó como anfitriona la Universidad de los Llanos y los temas de discusión siguieron la misma dinámica discursiva: gobiernos universitarios e ingobernabilidad, agotamiento de la autonomía universitaria, reformas y contrarreformas locales y nacionales, desconexión de la universidad con el entorno social y auge de la universidad empresa, entre distintos temas. La discusión avanzaba por otros territorios y para ese noviembre de 2013 escribía en una columna personal, un balance del evento: Esperamos seguir creciendo, en ideas y en lo colectivo, esperamos seguir contribuyendo a recuperar esa idea de sujeto universitario, esperamos contar con más universidades en el proceso. Solo los seres humanos que sueñan y se empecinan en transformar su realidad son dignos de futuro, por eso el reto de la Universidad Pública consiste en recuperar esos dos sentidos que la nombran: Lo universal incluyente y lo público. Los dos aspectos hoy parecen estar en sus últimos estertores, de nosotros depende que la universidad sobreviva en un tiempo de indicadores banales. (Gamboa, 2013, párraf. 14). El III Foro, programado para realizarse en la Universidad de Pamplona nunca se llevó a cabo, y solo hasta noviembre de 2014 nos pudimos dar cita de nuevo, esta vez en el Tolima, en donde la Universidad del Tolima actuó como sede. De esa manera retornábamos al territorio, casi tres años después desde que una Asamblea Triestamentaria de la Universidad del Tolima declarara que: (…) un momento constituyente se levanta como un proyecto de autonomía que tiene entonces que ver con una puesta en cuestión de las significaciones imaginarias vigentes tanto en el orden social y político como en el orden conceptual. Entonces, un momento de poder constituyente es un pensar

sujeto constituyente en las determinaciones fundamentales, no seguir asistiendo como espectadores. La paz no es solo la dejación de los fusiles, es la posibilidad de la vida misma, la justicia y la igualdad. El medioambiente, depredado, dispuesto a las máquinas del extractivismo, también no convoca a actuar, porque mientras el planeta agoniza Colombia permite que sus recursos sean subastados en las bolsas de valores. (Convocatoria III Foro, 2014, p. 1)

crítico que asume la democracia ancha y profunda como eje axial de la superación de lo estatuido. (Junta Constituyente, 2011, párraf. 1) Sí, retornaba la idea despúes de caminar por Colombia, y volvía a uno de sus escenarios más beligerantes, pero esta vez atravesada por dos coyunturas fundamentales para la idea de país: el proceso de paz y las políticas minero energéticas, ejes claves de la discusión, que por supuesto se sumaban a la discusión del sistema educativo nacional y sus problemas. Por esta razón, el III Foro amplió el campo de resonancia del debate, activando de esta manera la dimensión social de la universidad, a quien le compete pensar los problemas fundamentales de la sociedad y, desde el saber, intentar ofrecerle derroteros. En ese sentido, al momento de la convocatoria se planteaba que: Una nueva estocada sufre el sector educativo después de la fracasada intentona de reforma a la Ley 30, esta vez reflejado en un inconsulto plan reformista que busca de nuevo imponer la lógica del mercado, mientras las universidades públicas y demás instituciones educativas naufragan en sus cotidianidades. El proceso de paz camina, pero necesitamos replantear la participación del

Estos tres eje guiaron el debate y produjeron el documento de mandatos al final del proceso, convocando al IV Foro a realizarse en la Universidad de Nariño. Los lugares comunes de la antidemocracia Al reclamarnos como sujetos constituyentes, el epicentro del debate se ubica en las formas de participación frente a lo constituido como fuente hegemónica del poder establecido en el territorio universitario. Por lo tanto, nos aferramos a la premisa que el día en que la democracia real avance en las universidades públicas, el proyecto educativo se fortalecerá; participación real y academia son, en ese sentido, conceptos directamente proporcionales.

Ahora bien, como resultados de los distintos encuentros de debate, se puede concluir que existen unos factores o constantes que impide la construcción de democracia real en los campus universitarios; estos se muestran en la siguiente imagen: Hegemonías políticas

Burocracias Ineficientes

Tecnocracia Administrativista

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La Universidad tomada (Caudillos) (Leguleyos) (Corruptos)

Ausencia de participación real (Coacción y apatía)


Por un lado las hegemonías políticas, o más bien deberían enunciarse como “politiqueras”, se han venido apoltronando en las universidades, malgastando el oxígeno necesario para la vitalización constante que requiere una institución académica. La presencia de caudillos que gobiernan las universidades durante varios periodos se erigen como barreras de contención para los cambios; el staff de leguleyos también ha penetrado los entramados universitarios creando una especie de red obtusa en donde toda iniciativa de transformación queda atrapada, y por último, los enormes armazones de la corrupción, que en el país han construido un nicho alrededor de lo público, también medran en las universidades; estos tres aspectos asedían la universidad, la convierten en la “universidad tomada”. De la misma manera, las universidades están sometidas a una burocracia, cada vez más creciente, que no solo se conforma en convertir en botín los puestos públicos, sino que además subsume la vida administrativa en una ineficiencia kafkiana, lo cual,por supuesto, afecta el desarrollo académico en todos sus niveles. Estas burocracias están sostenidas por los politiqueros y por los tecnócratas quienes anidaron en la universidad pública buscando ser los gestores de ese sueño mercantilista disfrazado en el slogan “universidad-empresa”. Son estos últimos quienes llevaron las universidades al sometimiento de las Normas ISO, a los indicadores, a la simulación de los procesos de acreditaciones y, últimamente, al monstruo que habita en las entrañas de Colciencias y cuyos niños yupis quieren someter la investigación a sus limitadas mediciones. Como último aspecto, pero no menos importante, encontramos que un factor que limita la construcción de escenarios democráticos es la apatía de quienes deberían ser nombrados

como sujetos universitarios. Coacción y apatía son la ración diaria de muchas de las universidades públicas. Coacción impuesta desde las lógicas de persecución al pensamiento crítico y apatía generada por la nomia de muchos estudiantes que solo desean un diploma, de muchos docentes que solo desean un sueldo y trabajadores que apenas conciben la universidad como un “trabajadero”. Los retos del proceso de Reforma Universitaria Ante estos diques, la idea de Reforma Universitaria, primero debe seguir siendo eso, una idea que potencia los espíritus y los cuerpos hacia la transformación real del ethos universitario, y como segunda medida, un atrevimiento, quizás un acontecimiento que perviva en el tiempo y que permita consolidar una masa crítica de sujetos dispuestos a demoler lo constituido. Podemos agrupar estos retos en tres escenarios, como se muestra en la imagen a continuación: Pedagogía de la idea

Creatividad

Colectivización

En primera instancia, necesitamos elaborar una pedagogía profunda de lo que significa asumirse como Constituyente Primario y las implicaciones que dicha decisión conlleva. Una de las grandes debilidades del proceso son los distintos niveles

de concientización de los sujetos universitarios, respecto a los temas de la Reforma y sobre el papel en la misma, para ello debemos asumir una pedagogía en el sentido que nos los plantea Zizek, cuando afirma que: Es verdad que el siglo XX ha sido un siglo necesitado de mitos, pero mi opinión es que hoy no necesitamos profetas sino líderes, y cuando me refiero a líderes me refiero a líderes no autoritarios. Un verdadero líder no da órdenes, no le dice a la gente lo que debe hacer, un verdadero líder anima a hacer uso de la libertad. Dice “podemos hacerlo”. ( 2014) Un segundo aspecto a trabajar, consiste en asumir el proceso con una alta creatividad, esto debido a que los discursos de resistencia han caído en un territorio del lugar común, creando estructuras discursivas petrificadas, que incluso ya forman parte de lo instituido. El poder constituyente debe renovar su lenguaje, sus discursos y su acción, por ello el reclamo a la creatividad es imperante. Finalmente, debemos asumir los procesos de colectivización como un reto. Las nuevas formas de la comunicación y divulgación deben proveernos de un arsenal de herramientas para encontrarnos, para difundir los esfuerzos y para tejer más adecuadamente las redes. Las experiencias de las universidades de las distintas regiones de Colombia, en busca de construir verdaderos espacios para la democracia, deben ser compartidas, con el fin de avanzar desde el ejemplo y desde la motivación conjunta. Como en la historia del Subcomandante Marcos. “El león mata mirando”, es necesario adjudicarse el papel del topo, mirarnos hacia adentro, vencer los miedos y enfrentar los leones que nos quieren devorar, que cada vez son más letales.

Referencias bibliográficas Barba, Andrés (2014). Slavoj Zizek: “No necesitamos profetas sino líderes que nos animen a usar la libertad”. Disponible en: http://www.elcultural.com/revista/letras/Slavoj-Zizek-Nonecesitamos-profetas-sino-lideres-que-nos-animen-a-usar-la-libertad/35261 Erazo Coral, María Elena. (2013). La reforma de la Universidad de Nariño. El debate: Universidad-Empresa-Estado o Universidad-Región-Estado. En: Lectiva. Revista de la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia. Dosier: Poder Constituyente: compromiso ciudadano para la reconstrucción de la universidad pública. Pp. 65-76. Gamboa Bobadilla, Carlos Arturo. (2013) Constituyente Universitaria: la idea que sigue dando vueltas. Disponible en: http://www.noticiasdiaadia.com/opinion/42-noticias-de-opinion/5655constituyente-universitaria-la-idea-que-sigue-dando-vueltas. I Foro Nacional Interuniversitario Poder Constituyente (2013). Manifiesto Medellín. En: Lectiva. Revista de la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia. Dossier: Poder Constituyente: compromiso ciudadano para la reconstrucción de la universidad pública. Pp. 127-131. Junta Constituyente. (2011). Documento: Constituyente Universitaria. Universidad del Tolima. Disponible en: https://www.facebook.com/notes/constituyente-universitaria-ut/ documento-constituyente-universitaria/283335231685124 Moreno, Boris Edgardo. (2011). El espíritu constituyente. Disponible en: https://www.facebook.com/notes/constituyente-universitaria-ut/el-esp%C3%ADrituconstituyente/280877351930912.

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Los capitalistas de la UT Pierre Díaz

Docente Universidad del Tolima Facultad de Ciencias Humanas y Artes

La Universidad del Tolima atraviesa por su peor crisis histórica y por eso mismo está ad portas de una transformación definitiva y sustancial capaz de trascender los predios del barrio Santa Helena y trastocar los cimientos universitarios embadurnados de clientelismo, politiquería, corrupción, serruchos, amiguismo, nepotismos y endogamia. Cruzar la puerta de la crisis significa desmedievalizar la Universidad del Tolima, un proyecto académico, político y cultural harto complejo y por eso necesario porque es decidir, de una buena vez y por mucho tiempo, que los hábitos y verdades heredadas culturalmente de un mundo medieval sincretizado por la experiencia colonial de la Modernidad, especialmente, la Modernidad capitalista, deben ser reveladas, reconocidas y destruidas. El trabajo de destrucción definitiva se revela obligatorio porque es imposible consolidar una Universidad realmente democrática, crítica de las relaciones dominantes y propositiva de otra cotidianidad, de otro tiempo, de otro territorio y de otra sociedad sin finiquitar para siempre la racionalidad del mundo que día a día es defendida y replicada por ciertos sujetos y camarillas universitarias. De ninguna manera se debe pensar que la crisis financiera, ética, académica y administrativa a la que Herman Muñoz Ñungo como máximo responsable condujo a la única institución de Educación Superior del Departamento del Tolima, se debe a una megaestructura omnipoderosa que regida por los áulicos del capital supedita a cualquiera que se ponga en su camino convirtiéndolo en un mísero autómata incapaz de decidir de manera voluntaria. Sin lugar a dudas, la historia de la Modernidad capitalista es el proceso de conquista, colonización, sometimiento y aniquilación poblacional, pero esa historia siempre ha contado con agentes sumisos dispuestos a tomar decisiones en pro del sometimiento, la corrupción y la aniquilación. La corrupción, como la politiquería, la dádiva, el cohecho, la clientela y otras prácticas

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y sus ministerios de educación y que piensan la universidad como un lugar social autofinanciable, generador de conocimiento para el desarrollo y de la mano de obra exigida por las tendencias del mercado laboral. Nadie niega que en el caso colombiano las universidades públicas han sufrido de una continua desfinanciación que las ha puesto al filo de la bancarrota y las ha supeditado a la venta de servicios, consultas y asesorías a hacendados, empresarios nacionales y grandes multinacionales generadoras del mal vivir (explotación laboral, despojo territorial-cultural, daño ambiental, pauperización de la vida, etc.). Pero a su vez es innegable que no puede existir una macroestructura de sometimiento, explotación, capitalización y corrupción si dicha macroestructura no cuenta con agentes de carne y hueso, sujetos que en el día a día han hecho de tal macroestructura, su modus vivendi, su racionalidad en el mundo. Lo molar no se sostiene sin lo molecular. El capitalismo entendido como una macrofísica económica y cultural necesita de un staff de servidoras/es dispuestas/os a engrasar y engranar la maquinaria.

históricas no son procesos humanos de una genética determinista que obliga a un cuerpo humano a actuar de manera mecánica e instintiva. El corrupto sabe qué ha decidido y que está ejecutando y es totalmente responsable de sus actos. Las y los capitalistas de la UT son esos personajes grotescos y repudiables que con su actuar desmantelan lo público y lo común de la Institución. Desde finales de 1970 en el mundo se puso de moda el término capitalizar, un eufemismo utilizado por los ministros de economía cercanos a la neoliberalización propuesta por los Chicago boys que

en realidad significa privatizar. Cuando los gobiernos latinoamericanos hablaban de la capitalización de las empresas públicas lo que en realidad estaban diciendo es que esas empresas tenían que pasar a manos del sector privado. Capitalizar es privatizar, la capitalización es la privatización y la privación de aquello que era común y beneficiaba al colectivo. En el caso de las universidades, no es un secreto que existen las “recomendaciones” que el consenso de Washington, el FMI, el tratado de Bologna, la OCDE y otros organismos internacionales han promovido desde hace más de 30 años, que han sido acatadas por la mayoría de los gobiernos del mundo

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Se debe advertir que el neoliberalismo no solo es una doctrina económica o una ideología sino que es, sobre todo, la razón del capitalismo contemporáneo. En ese sentido, además de crear relaciones políticas y económicas es un modelo de vida que, como tal, genera subjetividades, es decir, gente que ama, piensa, cree, se emociona, ríe, llora y hace el día a día desde los preceptos del neoliberalismo. Por ello, aunque es importante y estoy plenamente de acuerdo en que la OCDE, el tratado de Bologna, el FMI, el gobierno nacional, el MEN y el gobierno departamental son responsables de la debacle de la Universidad del Tolima, esta lectura es insuficiente si se ignora la existencia de las/os servidoras/es que esta macroestructura mantiene en la UT. ……. En la Asamblea trisestamentaria realizada en el Coliseo de la UT el jueves 26 de noviembre de 2015, Herman Muñoz se comprometió “a rediseñar el plan de asuteridad contando con la


participación de los estamentos” pues se le dejó claro que no se permitiría que dicho plan recayera en la academia, la investigación y los trabajadores de base. La reestructuración de la Universidad solo es posible con un ejercicio de democracia real entendido como la participación decisoria de los estamentos universitarios que de manera crítica y autocrítica asuman su rol activo en la reforma profunda. Esta crisis es la posibilidad de actuar desde la capacidad real de acción de los sectores realmente interesados en desmantelar el colonialismo interno presente en muchas dependencias, oficinas, aulas, creencias y relaciones intersubjetivas de la UT. No actuar de manera descolonizada y radical es aceptar que los de siempre, esa ralea detestable y desdeñosa siempre dispuesta a votar y defender al patrón soberbio, mentiroso e incapaz, sigan deshaciendo la Universidad del Tolima. No hacer la reforma profunda es asumir que la política que nos tiene jodidos es la política que nos va a sacar del atolladero. Herman Muñoz y su grupo han hiperdemostrado su arrogante incompetencia para administrar y hacer universidad. Ofertado como el académico que ahora sí haría de la UT el lugar antonomásico de la academia, su camarilla aduladora ignoraba que tener título de doctor no convierte al adulado en un académico. Sobre lo que el rector y su séquito le ha hecho a la Universidad del Tolima, se asoman varias posibilidades: aprobación de crédito financiero, intervención del Ministerio de Educación Nacional y la reforma profunda. Las dos primeras posibilidades son consustanciales a un proyecto anti-universitario pues sostienen y reproducen un modelo de gobernanza que niega la participación de la comunidad afectada. El crédito financiero es la aprobación de la ineptitud administrativa de unos cuantos que termina siendo pagada por toda la comunidad universitaria bajo la estúpida tesis según la cual “aquí todos somos responsables”. Es la medida de aquellas/os que dicen que con el préstamo va a mejorar todo cuando en realidad lo que quieren es que todo siga igual. En el caso hipotético de que se apruebe el dichoso préstamo bancario: ¿tiene sentido entregarle el dinero a una administración que ha generado la mayor crisis en la historia de la Universidad del Tolima? Cualquiera

de las dos primeras posibilidades es pensar que las soluciones vendrán de las metodologías, políticas, discursos y sujetos que apoyan, reivindican y laboran para mantener el modelo colonial de Universidad sustentado en dádivas, amiguerismos, régimen de familias, apellidos, corrupción, ética de la antiética, sometimiento del ser, del saber, del poder, del lenguaje, del cuerpo, de los hábitos y verdades a estructuras antidemocráticas y privatizadoras. Otra Universidad solo es posible a través de una reforma profunda. …… El decir instrumental del poder establecido siempre ha planteado la imposibilidad de que el pueblo se autodetermine y ha defendido a ultranza al poder instituido. La UT no es una excepción y en su interior se encuentra una rosca aduladora que rechaza vehementemente cualquier iniciativa de participación de la comunidad universitaria en la toma de decisiones trascendentales de la institución. La rosca reniega de cualquier persona, encuentro, reunión, convocatoria, discusión y espacio asambleario que cuestiona al poder establecido afirmando la necesidad de modificar de manera definitiva la universidad a través de la participación de sus estamentos. La pseudoanarquía y el pseudomarxismo de la Universidad del Tolima aducen un carácter social del tolimense dado a defender lo establecido y reacio a la participación y también sostienen que la UT es una institución dependiente del MEN y del gobierno nacional y mal se haría en querer cuestionar dicha subordinación a través de una reforma profunda. La argucia del poder establecido que no se puede tocar fortalecería la relación unívoca entre lo molas y lo molecular: Lo dictaminado por el FMI es acogido por el gobierno nacional y la UT lo único que puede hacer es aceptar lo establecido. No obstante, aunque lo molar y lo molecular son dimensiones complementarias que en muchas ocasiones se siguen unilateralmente, también es cierto que lo molecular es una dimensión que contrasta, tensiona y se opone a la dimensión molar. Es decir, así como la UT cuenta con un grupo de servidores que ejecutan a cabalidad la razón neoliberal a través de actos corruptos, clientelistas,

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oportunistas, politiqueros y nepotistas, en la Universidad existe una población crítica conocedora de las prácticas déspotas, arbitrarias e irracionales de ciertos sujetos que son los causantes de la hecatombe institucional. El hecho de que una camarilla aduladora del poder haya sido incapaz de autorregularse y autodeterminarse como sujeto universitario convirtiéndola en un digno reproductor de la razón neoliberal, no significa que la Universidad del Tolima, como un todo constituido por varios estamentos sea la causante de la crisis de la institución. Que quede claro: la camarilla inepta hace parte de la UT pero no es la UT en su totalidad. He ahí el sofisma de los zalameros del rector: nosotros los zalameros somos responsables de la crisis de la UT, tú estudiante, profesor y trabajador de oficios varios haces parte de la UT, por tanto tú eres responsable de la crisis de la UT. …… Ante la engañifa sistemática de la actual administración y de la política nacional de educación superior, la reforma profunda es la política institucional que a través de la Asamblea Universitaria piensa y hace efectiva la transformación sustancial de la UT. A través de la representación estudiantil, profesoral y trabajadora la Asamblea universitaria cuenta con todas las garantías institucionales para sesionar semanalmente y decidir sobre los temas fundamentales: estatutos, apuesta epistémica, académica e investigativa, Universidad y región, defensa de lo público, bien vivir, reivindicación de lo común, etc. La Universidad distrital y la Universidad de Nariño vienen desarrollando procesos de reforma universitaria que no violan ninguna ley y que comprueban que la Universidad sí se puede hacer de una manera distinta a la de la razón neoliberal. Es la mayoría universitaria la que decide hacer efectiva una educación superior que se opone a la mercantilización de la vida y se compromete públicamente con el mundo, el conocimiento, la imaginación y la región. Ante la canallada de las/ os lisonjeras/os del actuar del rector, la reforma profunda es la consolidación efectiva del razonar crítico como condición incuestionable y permanente de la vida universitaria.


La UT una institución con grilletes Armando Moreno

Profesor – Cere

En el transcurso de este año el debate ha sido la crisis financiera que atraviesa la UT y las posibles soluciones para salvarla de la actual hecatombe. La propuesta que más ha generado palabrería está relacionada con la reforma administrativa. Aunque el comentario generalizado, comenzando por el gobernador del Tolima, de que a la UT se la tragó la politiquería, es uno de los tantos problemas que la agobian, también carga el lastre de ser una institución con una estructura administrativa demasiada pesada, lo cual la hace lenta. Pero, cuando se dice pesada, pareciera que apuntara al personal administrativo que labora en ella, olvidándose de la excesiva y engorrosa normatividad que la gobierna.

A lo dicho hay que añadirle la concentración del poder, que es muy dado en algunos funcionarios con mentalidad premoderna. Para demostrar que las cosas son como lo he dicho, pondré como ejemplo lo que aconteció con la norma que establece los permisos del personal docente. En el Estatuto Profesoral, en su artículo 63, está establecido que el profesor tiene como máximo hasta tres días de permiso remunerado y que corresponde al director concederlo o negarlo. El artículo como está expresado, en mis 25 años de laborar en la UT, nunca se cumplió pues a alguien se le ocurrió que, a lo mejor, también debería llevar la firma del Decano. Pero al rector Herman Muñoz, y estando David Benítez en la Vicerrectoría Académica, se les ocurrió que para hacer más eficiente la administración, lo correcto según ellos, era controlar los permisos de los profesores exigiendo, y dependiendo de los días de permiso, la firma del Rector o del Vicerrector académico. Uno se pregunta ¿qué necesidad había de cambiar la norma, o la costumbre si se quiere, si lo que había era rápido y menos engorroso?

Ahora que el rector de la UT y el gobernador del Tolima hablan de sesudos estudios para una posible reforma administrativa, encaminada seguramente a un recorte de personal, la pregunta que surge es ¿qué tanto serviría si la normatividad que actualmente la rige no se toca y se deja tal cual? Si hay una institución atrapada en la norma es la UT. La cultura anti-trámite no ha podido calar en la UT, a pesar de que en el año 2012 el Estado facultó a sus instituciones para que suprimiera o reformara trámites innecesarios. Hacer un trámite académico, una compra o cualesquier gestión al interior de la UT, es todo un galimatías. Pero lo más triste de todo, es que quienes llegan a los cargos administrativos piensan que la manera más indicada de administrar es creando nuevas normas o poniéndole más trabas a las que ya están. Esta manera de administrar, y que ha sido propio de todos los rectores de la UT, en realidad lo que han hecho es fomentar el caos y el desorden.

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Si el rector Muñoz hubiese pensando en una administración moderna, en vez de entrabar y hacer arduo el procedimiento, lo que tenía que hacer era haber liberado al decano y al director del Departamento de gestiones vacuas y haberle endosado dicha función a los jefes de programa, pues, al fin y al cabo, los profesores están adscritos a un programa. Y así como este ejemplo, hay miles. Aunque a veces son vistos como nimiedades es lo que hace que, en la práctica, la institución se vuelva paquidérmica e impere el favor, y no el deber del funcionario de cumplir con sus obligaciones. Lamentablemente quienes están al frente de las dependencias lo que hacen, y les encanta, es ponerle grilletes a la institución. Sin ser ave de mal agüero, la tan cacareada reforma administrativa, si no ataca este flagelo, será un ladrar a la luna. Ni hablar de la tan anunciada reforma académica. Que es igual o peor de pesada que lo administrativo. Será tema de otro artículo.


Elecciones nueva Junta Directiva ASPU Tolima (2016-2018) VOTACIÓN EN URNAS 2 JUNIO DE 9:00 a.m - 7:00 p.m MURO DE LOS LAMENTOS Marco normativo • Se regula de acuerdo a los Estatutos de ASPU Vigencia 2012. • Referencias: Capítulo VII (De la Junta Directiva Nacional) Artículo 21. • Referencias: Capítulo XI (Sobre las seccionales) Artículos 66-67.

PLANCHA No 1 No

NOMBRE

FACULTAD

1

Pierre Edison Díaz

2 3

Elsa Maria Ortiz Casallas Ricardo Andrés Pérez Bernal

4

José Ledesman Díaz

Ciencias Humanas y Artes Educación Ciencias Humanas y Artes IDEAD

Procedimiento • Apertura de inscripciones de planchas (Abril 14) • Cierre de inscripciones (Mayo 3) • Reporte de planchas a Bogotá, ASPU Nacional. (Mayo 5) • Sorteo de listas y adjudicación de números. • Reporte a Ibagué y publicación de planchas con número. • Debates, publicidad y demás actos de difusión. • Elección de nueva Junta Directiva (Junio 2)

PLANCHA No 2 No

NOMBRE

FACULTAD

1 2

Carlos Arturo Gamboa B. Alexander Martínez Rivillas

IDEAD Agronomía

3

César Augusto Fonseca

4 5 6

Oscar Abel Cardona Elmer Jefrey Hernández Angélica Pineda Sandoval

Ciencias Humanas y Artes Ciencias Básicas Educación Agronomía

Envíanos tus comentarios, dudas y reflexiones al correo: asputol@ut.edu.co. Visita nuestro blog http:// asputol.blogspot.com

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