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El fin último de la tecnología

Todo lo surgido en materia de avances tecnológicos nació con el fin de hacernos la vida simple, prolongada y el tiempo libre entretenido, pero hacer conciencia de que lo más fácil no es lo mejor.

Quiero empezar con una locución latina que alude a la brevedad de la existencia humana y de todo lo material, “Tempus Fugit”, el tiempo vuela. Qué sabios fueron nuestros antepasados que idealizaron un mundo, una edad en la cual aquello que tuvieron que construir en aquel presente fuese para las futuras generaciones, punto de partida y guía hacia un mundo mejor.

Por: Nacxit Salvador Domínguez Góngora, Desarrollador de IT en Grupo Contigo Grupo Contigo abc Grupo Contigo abc

www.grupoc-abc.com ventas@grupo-abc.com

Privilegiados somos de ver y/o haber visto cómo la tecnología avanza a grandes escalas, día a día, de manera ágil, y como ingeniero, trabajando con distintas tecnologías en el ámbito del software y hardware puedo presenciar de una manera más técnica el interior de estas.

Uno de los más novedosos nombres que han aparecido en la última escena y que más revuelo ha causado es el de la AI (Artificial Intelligence por sus siglas en inglés o Inteligencia Artificial, en español), esta tecnología vino a revolucionar la vida del ser humano en todos los ámbitos, tanto cotidianos y ordinarios como extraordinarios. Hemos visto cómo se ha implementado AI para todo aquello que antes necesitaba mano de obra humana para ser realizado.

Pero no he venido a hablar sobre los grandes beneficios que puede traernos en las áreas de salud o seguridad, o en calidad de vida, tampoco he venido a hablar de lo peligroso que puede ser desarrollar una AI con suficiente conciencia que llegue al punto de querer exterminarnos, tampoco sobre lo complejo que puedan ser sus algoritmos o cómo funcionan los sistemas de Inteligencia Artificial a nivel código; de esto existen demasiados artículos realizados por mentes brillantes y elocuentes; mi intención es hacer una meditación a todos los lectores, invitarlos a una contrareforma.

¿Cuál es el fin último de la tecnología?

Si la del hombre es la bienaventuranza, la dicha eterna como dicen los filósofos, debimos haber -como potencia de nuestra fin último-, creado todo para alcanzar el mayor gozo actual, y es claro que todo lo surgido en materia de avances tecnológicos nació con el fin de hacernos la vida simple, prolongada y el tiempo libre entretenido, pero hacer conciencia de que lo más fácil no es lo mejor, también tener la certeza de que algún día habremos de morir y que el tiempo libre debe ser invertido en la virtud o alguna otra ocupación que nos haga mejores, lejos del ocio.

Por consideraciones parecidas nace mi contrareforma, sí, mi rebelión personal contra la tecnología. Irónicamente soy ingeniero en sistemas computacionales, un apasionado por algoritmos y computadoras, amante de las tecnologías, y es precisamente de estas pasiones del alma donde surge una gran inquietud interior.

He trabajado como ingeniero de software, desarrollando en distintos lenguajes orientados hacia diferentes negocios y tecnologías, paso muchas horas de mis días frente a una computadora, pensando, leyendo códigos, pocas veces escribiendo (hablando irónicamente) y a menudo, desde los edificios y pisos más altos de la ciudad de México levanto la cabeza y miro los horizontes hermosos, con montañas coloridas que, según la estación del año se pintan de los más bellos atuendos, que hacen al alma y a todas sus potencias descansar en la contemplación de tal belleza.

Texturas que traían a mi sentido del tacto las húmedas flores bañadas con el rocío de la mañana, las cuales rozaban con los dedos; al final de mi pequeño viaje arrancaba algunas para llevarlas a casa. Ahora cada que veo una Buganvilia de camino a casa o al trabajo, me detengo por un momento para mirarle, qué brillantes colores tiene, sobre todo si ha llovido un poco, cosa muy común en la ciudad.

En verdad que el tiempo vuela, cuán rápido se puede consumir un día con el celular en mano, o frente a una pantalla. Cuántos ocasos y albas has dejado pasar sin disfrutar, de cuántas cosas hermosas nos perdemos, de cuantos gozos nos hemos privados por no levantar la cabeza un poco, o por no salir a caminar.

Cuántos buenos libros hemos podido leer, quizás ya tocarías algún instrumento si ocuparas mejor tu tiempo, o escribieras poesía, o pintaras, no hay época en la que haya más hombres deprimidos y tristes, e ingratos que la nuestra, ignoramos a nuestros padres o hermanos que los tenemos de frente o en la misma mesa, de cuántos hermosos coloquios con mamá y papá me he perdido, por preferir mirar aquella serie con los audífonos puestos mientras que.

El tiempo vuela para todos, para tus seres queridos también, y quizás vivas más que ellos, pero ten en cuenta que otra regla universal es que ese tiempo que pasa tan rápido no puede volver, no regresa, y todo lo que no hayas disfrutado en la virtud, pronto tendrás ausencia de aquello, y no te quedará más que desear haber sido propicio a lo que tenías.

Creo que ahora que tienes -querido lector-, más claro el punto principal de mi contrarreforma, como ingeniero, creo que hablo por todos los que trabajamos en el ámbito de la tecnología, hacemos nuestro esfuerzo para minimizar tu tiempo invertido en las cosas superfluas y menos importantes, para que puedas invertirlas en las cosas que de verdad importan.

Por supuesto que es trabajo nuestro estar frente a una pantalla, y es menester cumplir con nuestro deber de la mejor manera y con el mayor amor posible, porque sin duda la tecnología puede aportar buenas cosas en todos los ámbitos de la vida cotidiana, pero que no nos consuma o esclavice.

Usando la tecnología

Para nosotros los ingenieros, necesario es usar los aparatos tecnológicos -que con lo que trabajamos-, pero debemos tener cuidado de crear un mal habido de estar siempre frente a una pantalla, que a menudo se crea y fuera del trabajo seguimos con el celular u otra forma de tecnología a la cual miramos hasta al punto de tropezarnos mientras caminamos.

Para concluir quisiera adoptar un principio de la reforma Ignaciana, esta regla se llama el tanto por cuanto, que en este caso a diferencia de San Ignacio la aplicaremos a la tecnología para concluir así, “El hombre tanto ha de usar de la tecnología, cuanto sea necesario, y tanto debe privarse de ella cuanto pueda”

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