LA FUNCION SOCIAL CULTURAL Y DOCENTE DE LA ESCUELA WILLIAM H. KILPATRICK
CAPITULO III Vivir y aprender, una concepción nueva y vieja del proceso de aprender En los dos capítulos anteriores consideramos a la educación desde el punto de vista social. Ahora tenemos que tratar dos temas desde el punto de vista psicológico: el aspecto de aprender, es decir, como concebir el proceso del aprender, y el aspecto del programa, como organizar las lecciones en el programa escolar. Un modo científico popular de abordar este proceso del aprender a sido tratar de reducir el pensar y el aprender a algo que es menos que pensar, tratar de colocar el pensar y el aprender en lo posible sobre una base mecanizada; recoger el pensar, el valorar y el aspirar y todas las manifestaciones superiores humanas y reducirlas a los términos más inferiores; reducir la psicología humana primero a psicología animal, después a filosofía y por ultimo a física y química. Ebbinghaus nos dijo como aprendemos silabas sin sentido, y lo que descubrió fue indudablemente correcto y valioso en lo que cabe; pero el aprender por el que estamos interesados no es el aprender silabas sin sentido, sino el aprender que tiene sentido, que lo tiene en una situación vital en que algo está dudoso, el aprender cómo tratar una situación de vida real. Si construimos una escala de todo el aprender desde el más bajo al más alto, colocaremos estas cosas en el extremo más bajo de ella, siendo el ensayo y error la más inferior de todas y poniendo no tan bajo, sino posiblemente un poco más alto el laberinto, y aun más altas quizás las silabas sin sentido, y así sucesivamente hasta el tipo más alto del aprender reflexivo. El método es viejo, porque a través de la historia ha habido hombres que han examinado el aprender desde el extremo superior como un modo de proceder reflexivo. Sabían mucho
de lo que voy a decir; pero hay que volver a decirlo, considerarlo y formularlo a la luz de las discusiones recientes y de los recientes estudios en otro sentido. El aprender es, absolutamente necesario para el escuchar con éxito, como este es absolutamente necesario para la réplica adecuada. Por tanto, si emprendemos cualquier asunto en la vida, tal como comprar un abrigo, si no aprendemos como hacerlo, nunca seleccionaremos el que nos presen ni podremos considerar el siguiente como deseable. Se trata aquí de algo más que de memorizar. Se evocan sentimientos y se aceptan para actuar. Se despiertan impulsos, y después de examinados se aceptan más o menos para actuar con ellos en algún sentido.
Primero, este género de aprender de la vida ocurre todo el tiempo en que estamos despiertos y realizamos algo, se realiza automáticamente. Construye una parte inherente de la actividad de la vida y raramente hacemos en todo lo que realizamos un esfuerzo para tal aprender. La parte del aprender viene por sí misma. Aprendemos algo en el grado en que le concedeos importancia.
Vivir es actuar y actuar es reaccionar. Ahora bien, parece ser cierto que la práctica o repetición puede fortalecer un aprender débil. Nosotros podemos no asignar mucha importancia a una cosa que oímos por vez primera. Entonces no la aprendemos mucho. La próxima vez que la aprendamos, la aprendemos un poco más y así sucesivamente, si esto ocurre son la suficiente frecuencia, acabaremos por aprenderla intensamente, esta parece ser el medio por el que aprendemos cosas como los números de teléfono.
En segundo lugar relacionamos lo que observamos. Podemos relacionar parte de lo que observamos con otra parte de lo observado, o podemos relacionar lo que observamos con otras cosas previamente aprendidas; pero relacionamos lo que observamos con lo que hacemos con ello, refiriéndolo a lo que sigue a nuestro interés.
En tercer lugar, aceptamos en algún sentido y grado lo que hemos relacionado y lo aceptamos en algún modo para actuar sobre ello.
Nosotros observamos y distinguimos, como referencia a nuestros intereses. Relacionamos con referencia a la prosecución de aquellos intereses y aceptamos en algún sentido para actuar, y después lo introducimos en nuestro propio ser conforme al modo como lo aceptamos y al grado en que lo aceptamos. La cosa más importante para nosotros, es que comprendamos estas cosas, que comprendamos que las materias y asignaturas que hemos estado enseñando demasiado en nuestras escuelas pueden ser la cosa menos importante en la vida. Debemos pues tener una nueva y diferente preocupación sobre el proceso de la educación. Nuestra preocupación no debe ser que el niño aprenda las materias de suerte que pueda rendir exámenes sobre ellos. Esto pude afectar a su vida muy superficialmente. Nuestra verdadera preocupación debería ser cómo inducir y fomentar la vida, una vida de la cualidad más fina y más alta, una vida de tal cualidad que deseáramos ver convertida en carácter. La prueba más importante y nuestro fin más importante para nuestros niños debe ser el que realmente viva. Pues ellos aprenderán lo que vivan, lo que escojan en las capas más íntimas de su alma con su modo de vivir.