Pragmatismo Y cuatro ensayos de “El Significado de la Verdad” WILLIAM JAMES (profesor en Harvard) Editorial Robles México, D.F. México
PRIMERA CONFERENCIA
EL DILEMA ACTUAL EN FILOSOFIA “Existen personas, y yo soy una de ellas, que piensan todavía que la cualidad más útil e importante de un hombre es su idea del universo. Pensamos que para a propietaria de casa que estudia al nuevo inquilino es importante conocer su filosofía” Sé que todos y cada uno de vosotros, señoras y señores, tenéis una filosofía propia y que la característica más interesante e importante de vosotros es el modo en que esta filosofía determina la perspectiva de vuestros diversos mundos. A ello me arriesgo porque esas conferencias de que hablo tuvieron éxito en el sentido que atrajo un vasto público. Existe, debo decirlo, una curiosa fascinación de oír hablar de cosas profundas aun cuando ni nosotros, ni los disputantes, las entendamos. La filosofía es a la vez la más sublime y la más tribal de las aspiraciones humanas. Surge de las más diminutas comisuras y abre los más amplios panoramas. Con ella no se hace pan como se ha dicho, pero si nos puede inspirar valor. La historia de la filosofía es, hasta cierto punto, la historia del coque de los temperamentos humanos. Aunque esta consideración parezca indigna a algunos de mis colegas, tendré que tener en cuenta este choque para explicar por medio del buen número de las divergencias surgidas entre los filósofos. La mayoría de nosotros, no tenemos un temperamento intelectual bien definido; somos una mezcla de ingredientes opuestos presentes en nosotros en cantidades moderadas. Los empiristas son frecuentemente materialistas y su optimismo habrá de considerarse decididamente condicional y trémulo. El racionalismo es siempre monista. Parte de los enteros y los universales y hace énfasis en la unidad de las cosas. Este surge de las partes y no ve en el todo sino en conglomerado. Racionalista (que se guía por “principios”
Empirista (que se guía por “hechos”
Intelectualista Idealista
Sensacionalista Materialista
Optimista Religioso Indeterminista Monista Dogmático
pesimista Irreligioso Fatalista Pluralista Escéptico
SEGUNDA CONFERENCIA
EL SIGNIFICADO DEL PRAGMATISMO La palabra pragmatismo (pragmatism) proviene del vocablo griego pragma que significa acción, ACTO. El pragmatismo es un movimiento filosófico desarrollado especialmente en Estados Unidos a finales del siglo XIX. Busca la eficacia y la utilidad. El pragmatismo es la forma que adoptó el empirismo inglés en la filosofía contemporánea. Es la búsqueda de las consecuencias prácticas del pensamiento. Es una actitud de pensamiento que valora la utilidad y el valor práctico de las cosas. Reduce lo verdadero a lo útil, niega el conocimiento teórico en diversos grados, para los radicales sólo es verdadero aquello que conduce al éxito individual, mientras que para otros sólo es verdadero lo que se haya verificado con los hechos. Pero ¿Qué es el pragmatismo? el intelecto es dado al hombre, no para investigar y conocer la verdad, sino para poder orientarse en la realidad. El conocimiento humano recibe su sentido y su valor, en este está su destino práctico. Su verdad consiste en la congruencia de los pensamientos con los fines prácticos del hombre, en que aquellos resulten útiles y provechosos para la conducta práctica de éste. Se caracteriza por la insistencia en las consecuencias como manera de caracterizar la verdad o significado de las cosas. Se opone a la visión de que los conceptos humanos y el intelecto representan el significado real de las cosas. Rechaza la existencia de verdades absolutas o significados invariables, las ideas son provisionales y están abiertas al cambio, a la luz de la investigación futura. Para los pragmatistas la bondad y la verdad, deben ser medidas de acuerdo con el éxito que tengan en la práctica. En general, para las diversas formas de pragmatismo, la verdad radica en la utilidad y en el éxito, por lo tanto, todo conocimiento es práctico si sirve para algo, si es posible de realizar. En general, para las diversas formas de pragmatismo, la verdad radica en la utilidad y en el éxito, por lo tanto, todo conocimiento es práctico si sirve para algo, si es posible de realizar. Las manifestaciones socioeconómicas, políticas y culturales de finales del siglo XIX condujeron al florecimiento de una filosofía propiamente norteamericana. La aparición del pragmatismo sobrevino en una época (a partir de 1860) en que Estados Unidos comenzó a emerger como una de las grandes potencias capitalistas fuera de Europa. Durante el
período comprendido entre 1860 y las primeras décadas del siglo XX se sucedieron, de forma vertiginosa, un conjunto de transformaciones socioeconómicas que permitieron tal prosperidad. Con el desarrollo del capitalismo premonopolista en Estados Unidos, el pensamiento filosófico burgués racionalista se convirtió en pensamiento obsoleto.• La ideología racionalista, enarbolada bajo las consignas de libertad, igualdad y fraternidad desde el siglo XVII, desapareció. La vuelta al empirismo idealista subjetivo desarrollado en Inglaterra en el siglo XVIII por Berkeley y Hume se hizo presente con una fuerza inusitada. La ciencia y su saber social fueron cuestionados o desarrollados desde esta perspectiva. El irracionalismo, la subjetividad y el pesimismo de un futuro incierto y de un presente sin futuro prendieron en el análisis del hombre en el mundo de la plusvalía, la ganancia y la explotación. En los Estados Unidos, la clase dominante empleó la filosofía teológica o religiosa para someter a los esclavos y los campesinos agricultores en el Sur. Establecidas las condiciones del desarrollo industrial y del proletariado a finales del siglo XIX, su sustituta debía ser la forma, que sin obviar los cánones religiosos y morales, se ajustara a los cambios de entonces. El pensamiento de Comte, Spencer y Stuart Mill penetró como un movimiento de avanzada que desataba los lazos eclesiásticos y ensalzaba el progreso científico. Esta corriente no respondió a las expectativas de la clase en el poder; pero sobre muchos de sus principios se erigió la primera expresión filosófica propia de los Estados Unidos: El Pragmatismo
TERCERA CONFERENCIA
ALGUNOS PROBLEMAS METAFISICOS CONSIDERADOS PREGMATICAMENTE Su aparición se produjo en la década de los años 1870. La depresión y el desconcierto tras la guerra civil animaron a un grupo de jóvenes intelectuales en Cambridge, que pretendieron convencer a las personas que son ellas mismas las responsables de su propio destino: Charles S. Peirce, Chauncy Wright, Oliver Wender Holmes, Joseph B. Warner, Nicolás St. John Green, John Fiske, Francis Eleengwood Abbat y William James conformaron el llamado Club metafísico, un espacio de intercambio profesional de donde emergió el pragmatismo. Trataré ahora de familiarizaros con el método pragmático ilustrado algunas de sus aplicaciones en la resolución de algunos problemas particulares. Empezaré por el más árido y lo primero del que trataré será del problema de la substancia. Ahora bien: muy pronto se advirtió que todo lo que nosotros conocemos de la tiza es la blancura, frialdad, etcétera; todo lo que sabemos de la madera es la combustibilidad y la estructura fibrosa. Las sustancias son conocidas como un grupo de atributos que
constituyen su único valor efectivo para nuestra experiencia actual. La sustancia se revela en cada caso por medio de ellos, sin los cuales ni siquiera sospecharíamos su existencia; y si Dios se guardara de enviárnoslos en un orden inalterado, aniquilando milagrosamente en un cierto momento la sustancia que los soporta, nunca notaríamos ese momento, porque nuestras mismas experiencias no se alterarlan. De acuerdo con esto, los nominalistas opinan que la sustancia es una idea falsa debido a nuestro inveterado ardid de convertir los nombres en cosas. Los fenómenos se dan en grupos -el grupo de las tizas, el grupo de la madera, etcétera- y cada grupo tiene su nombre. Entonces tratamos al nombre como si fuera el soporte del grupo de fenómenos. La baja temperatura de hoy, por ejemplo, se supone que procede de algo llamado clima, El clima es realmente sólo el nombre para cierto grupo de días, pero lo consideramos como si fuera algo que existe detrás del día, y en general, colocamos el nombre como si fuera un ser, detrás de los hechos que nombra. El modo de tratar Berkeley la noción de materia es tan conocido que no necesito mencionarlo. Lejos de negar el mundo exterior que conocemos, Berkeley lo corrobora. Fue la noción escolástica de una sustancia material inalcanzable para nosotros, detrás del mundo externo, más profunda y más real que él y que necesitaba ser su soporte, lo que Berkeley mantenía que era lo más efectivo de todo para reducir el mundo externo a la irrealidad. Abolid tal sustancia, decía, creed que Dios, al que podéis comprender y acercaros, os envía el mundo sensible directamente y confirmaréis éste, respaldado por su divina autoridad. La crítica que Berkeley hacía de la materia era, por consiguiente, absolutamente pragmática. La materia se conoce por nuestras sensaciones de color, figura, dureza y otras semejantes. Ellas son el valor efectivo del término. La diferencia que la materia establece para nosotros existiendo realmente, es que alcanzamos tales sensaciones; y no existiendo, que carecemos de ellas. Estas sensaciones constituyen su único significado. Berkeley, pues, no niega la materia; simplemente nos dice en qué consiste. Es el verdadero nombre para lo que recibimos por medio de las sensaciones. Locke, y más tarde Hume, aplicaron semejante crítica pragmática a la noción de sustancia espiritual. Mencionaré solamente el punto de vista de Locke sobre nuestra identidad personal. Inmediatamente reduce esta noción a su valor pragmático en términos de experiencia. Significa, dice, conciencia; es decir, el hecho de que en un momento de la vida recordamos otros momentos y lo sentimos como partes de una y la misma historia personal. El racionalismo ha explicado esta continuidad práctica en nuestra vida por la unidad de nuestra sustancia anímica. Pero Locke dice: supongamos que Dios suprimiera la conciencia: ¿sería mejor para nosotros tener aún el principio espiritual? Supóngase que se atribuye la misma conciencia a almas diferentes; ¿nos perjudicaría en algo por este hecho si nosotros nos damos cuenta?
¿Qué entendemos por materia? ¿Qué diferencia práctica implicaría que el mundo estuviera regido por la materia o por el espíritu? Creo que el problema adquiere así un carácter diferente. Primero de todo, quiero llamar la atención sobre un hecho curioso. Nada afectaría al pasado del mundo, si lo juzgamos producto de la materia o si pensamos que es su autor un espíritu divino. Imagínese, en efecto, todo el contenido del mundo, dado de una vez irrevocablemente. Imagínese que termina en este mismo momento y que no tiene futuro; y entonces dejemos a los teístas y materialistas aplicar sus explicaciones rivales a su historia. Los teístas enseñan que lo hizo Dios; los materialistas, y suponemos que con igual éxito, dicen que es el resultado de fuerzas físicas actuando ciegamente. Permitamos que el pragmatista elija entre estas teorías. ¿Cómo podrá aplicar su criterio en un mundo ya completo? Para él los conceptos son cosas con que penetrar en la experiencia, instrumentos para hacernos buscar diferencias. Pero, por hipótesis, no existe experiencia ni diferencias posibles que se puedan buscar. Ambas teorías han mostrado todas sus consecuencias y, de acuerdo con la hipótesis que adoptamos, son idénticas. El pragmatista debe, por consiguiente, decir que las dos teorías, a pesar de sus diferentes nombres, significan exactamente lo mismo y que la disputa es puramente verbal. (Supongo, naturalmente, que las dos teorías han tenido éxito en sus aplicaciones respectivas). Teísmo y materialismo, tan indiferentes cuando se consideran retrospectivamente, apuntan, cuando los consideramos en perspectiva, a diferentes manifestaciones de la experiencia. Según la teoría de la evolución mecánica, las leyes de redistribución de la materia y el movimiento a las que debemos las mejores horas que nuestro organismo nos ha proporcionado y los ideales que nuestra mente ha forjado, están, sin embargo, fatalmente condenadas a deshacer de nuevo su obra, a disolver todo cuanto crearon en la evolución. Todos ustedes conocen la descripción del fin del mundo que prevén los hombres de ciencia evolucionistas. Citaré las palabras de Balfour: Las energías de nuestro sistema decaerán, se eclipsará la luz del sol, y la Tierra, sin mareas, inerte, no podrá mantener a la especie que durante un momento perturbó su soledad. Con el hombre desaparecerán los frutos de su pensamiento. La inquieta conciencia que en este oscuro rincón ha roto durante un breve espacio de tiempo el resignado silencio del Universo, volverá a reposar. La materia no tendrá conciencia de sí misma más tiempo. Los monumentos imperecederos, los hechos inmortales, la muerte misma, y el amor, más fuerte que la muerte, serán como si no hubieran existido. Nada de lo que existe será mejor o peor por mucho que haya sido el genio, el trabajo, la constancia y el sufrimiento del hombre para efectuarlo a través de edades incalculables.
Este cambio significa que las cuestiones filosóficas serán tratadas por espíritus de carácter menos abstracto que hasta aquí lo han sido, por espíritus más científicos e individualistas en su tono y, sin embargo, no irreligiosos. Habrá un traslado en la sede de la autoridad, parecida a la de la reforma protestante. Y así como para los espíritus papistas el protestantismo les ha parecido con frecuencia anarquía y confusión, tal parecerá sin duda el pragmatismo a los espíritus ultra racionalistas en filosofía. Parecerá una extraña basura, filosóficamente. Pero la vida sigue, a pesar de todo, y cumple sus fines en los países protestantes. Me aventuro a pensar que el protestantismo filosófico logrará una propended análoga.