Regresar a Primo Levi

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Regresar a Primo Levi Por: Antoni Puigverd Años atrás, compré un libro de bolsillo un tenderete de saldos editoriales en la romana Via del Corso. Es de tapa blanda y papel de escasa calidad. Con el uso, sus páginas se han arrugado; y su portada, originalmente blanca, tiende al color incierto. Pero en mi biblioteca, en la que no faltan ni clásicos ni vetustos volúmenes de cierto valor, este humilde libro de bolsillo ocupa un lugar central. Cambió mi percepción de la existencia humana. Contiene dos narraciones, Se questo è un uomo y La tregua, que relatan la experiencia de Primo Levi, un hebreo turinés que conoció el infierno de Auschwitz. Levi se impuso la misión de describir aquel infierno. En 1947 consiguió publicar Si esto es un hombre en una pequeña editorial, pero la narración pasó desapercibida. Europa había descubierto con horror, sí, la barbarie nazi, pero la desolación era enorme, nadie quería escuchar penalidades. Once años más tarde la reeditó Giulio Enaudi y por fin llegó a millones de lectores. Primo Levi describe en ella la experiencia límite de la humanidad: la extrema postración con que los judíos (y los gitanos) se enfrentaron a la experiencia del mal absoluto: querían exterminarlos por completo de la faz de la tierra. Describe Levi el infierno planificado por la culta Alemania nazi, huyendo de toda la retórica. Usando los desapasionados recursos de la prosa científica, sin adherencias sentimentales, sin concesión a la épica o a la sacarina elegiaca, huyendo del detallismo morboso, refrenando el resentimiento. Trascendiendo al anecdotismo de tantas películas y de tantas obras testimoniales, su relato conquista la verdad profunda de los campos de exterminio nazi, a saber: el exterminio de una parte de la humanidad sólo es posible si el verdugo consigue deshumanizar a sus víctimas. Si consigue verlas, no como personas, sino como bestias inmundas. En efecto, en los campos de exterminio no solamente abundaba la muerte y la desolación, sino una inmensa cantidad de normas aparentemente arbitrarias que se imponían con rigor maniaco a los encerrados. Vagones de ganado, que nunca se abrían, lo que obligaba a los deportados a yacer durante días entre sus propias heces. Sustitución del nombre por un número; que se tatuaba en la piel, como se marcan las reses. La escasez de cucharas para obligar a los prisioneros a tomar el acuoso mejunje a la manera de los perros. El uso de los cuerpos como ratas de laboratorio para experimentos. El aprovechamiento de los cadáveres (no sin antes haberles arrancado los dientes de oro) como materia prima: grasa para jabón, cabello para el textil, cenizas como fertilizante... Atención: lo verdaderamente significativo de estas normas no es el dolor que causaron en las víctimas. Ni en el horror que provocan en el lector civilizado (así los usa el cine, tan emocional). Ni, por supuesto, en el sadismo de los verdugos (el peor cine banal pone ahí su acento, tranquilizando la consciencia del espectador, cuando en realidad los soldados que controlaban los campos no eran ni sádicos, ni locos, ni, muchos de ellos, ideológicamente nazis: eran gente como usted, como yo). Sistemáticamente impuestos, estos mecanismos de bestialización cumplían el objetivo de deshumanizar a las víctimas. Condición imprescindible para poderlas después exterminar sin escrúpulos.


Regreso a Primo Levi para recordar en qué desembocó medio siglo atrás el prejuicio antisemita. Un prejuicio fosilizado en la tradición hispánica, que idealizó a golpe de inquisición la pureza de sangre y el desprecio a los marranos. Tradición que revive en los ataques ad hominem que reciben los escritores Culla, Rahola y Villatoro (la vieja insidia: no tienen opiniones libres, están vendidos al sionismo, versión moderna del usurero de antaño). Escribo en una ciudad, Girona, que obtiene agradables beneficios turísticos de su pasado hebreo, pero que en la edad media, antes de la expulsión de los judíos, incendió por dos veces el Call (judería). Todo esto pesa. No lo olvidemos, a la hora de censurar los errores de Israel. Regreso a Primo Levi para refrescar el verdadero sentido de las palabras nazi, genocidio y holocausto, que nunca deberían usarse en vano. La respuesta militar de Israel contra los ataques de Hamas ha causado más de 1.000 muertos: es, pues, un error trágico. Colosal. Pero asociar la cruz gamada a la estrella de David y afirmar que ahora los judíos hacen a los palestinos lo que les hicieron a ellos es desconocer el significado histórico del nazismo. Es trivializar la experiencia del mal absoluto. La izquierda propalestina debería mantener los ojos muy abiertos en este punto, pues coquetea con prejuicios muy peligrosos y enraizados. Dicho lo cual, creo que si Primo Levi viviera, reflexionaría ahora como hizo en unas severas declaraciones a La Repubblica en septiembre de 1982, después de la masacre de los campos palestinos de Sabra y Chatila: "Los argumentos que nosotros, los hebreos de la diáspora, podemos oponer a Menahem Begin son dos, uno moral y otro político. El moral es el siguiente: ni tan siquiera una guerra justifica la perversa vía sangrienta de Begin. El argumento político está claro: Israel se está precipitando hacia el aislamiento total. Debemos contener los impulsos de solidaridad emotiva con Israel para razonar con la mente fría sobre los errores de la actual clase dirigente israelí. Publicado por Quique Figueroa

Escasos de lógica Días pasados se levantó la excomunión que pesaba sobre cuatro obispos ordenados por Marcel Lefevbre en 1988. Precisamente la ordenación de los mismos fué la gota que rebasó la paciencia, y desencadenó la sanción por parte del Papa Juan Pablo II, bajo la forma de carta apostólica "Ecclesia Dei". Se levanta la excomunión, y se los reincorpora a la grey con el grado de obispos? Cuestión compleja, que lleva tiempo, y no suele darse de un día para otro. Uno de ellos aparece en la TV sueca y se pone a pontificar sobre la cantidad de judíos masacrados, diciendo que no fueron millones, sino unos miles (..), que no hubo cámaras de gas .. Este señor no tiene intenciones de retornar a ningún rebaño. Hay un acercamiento hacia el ala mas conservadora de la Iglesia católica, esperamos se haga lo propio hacia otros sectores de nuestra Iglesia. Sin embargo, el sector de relaciones internacionales del Vaticano, debería haber previsto que el día 27 de enero, se recuerda el Holocausto. Hubiese sido interesante poner en la mesa de diálogo interreligioso a estas ovejas descarriadas, como parte de un trabajo previo a la gracia otorgada, para ver si (efectivamente), existía un interés real en volver al redil. Las noticias de los diarios, y los medios, contrastarán con El Domingo - periódico que nos une como iglesia, en cuya contratapa leeremos este domingo, un artículo de Juan Carlos Pisano, que dice:


El diálogo con El Judaísmo (2) La actitud de diálogo entre cristianos y judíos no sólo expresa el valor general del diálogo entre las religiones, sino también la participación en el largo camino que lleva del Antiguo Testamento al Nuevo. Hay un largo tramo de la historia de la salvación que contemplamos juntos. A diferencia de otras religiones no cristianas, la fe judía ya es una respuesta a la revelación de Dios en la Antigua Alianza. Una historia iluminada por una multitud de personas santas, cuya vida testimonia la posesión, en la fe, de lo que se espera. La carta a los Hebreos pone de relieve, precisamente, esta respuesta de fe. El testimonio valiente debería marcar también hoy la colaboracióm de cristianos y judíos para proclamar y actuar el designio salvífico de Dios a favor de la humanidad entera. El hecho de que este designio sea interpretado en forma diversa de la aceptación de Cristo, implica una divergencia decisiva que está en la raíz misma del cristianismo, pero eso no quita que muchos elementos sigan siendo comunes. Tenemos el deber de promover una condición humana más acorde con el designio de Dios. Así, reconociendo a Dios sobre la creación, los creyentes están llamados a traducir su fe en un compromiso concreto para proteger el carácter sagrado de la vida humana y defender la dignidad de todo hermano y hermana. A veces el aleteo de una mariposa, puede desencadenar un huracán .. Publicado por Quique Figueroa

Que difícil es escuchar Según muchos sabios cuando Moisés subió al Monte Sinaí le preguntó a Dios porque tenemos dos oídos, dos ojos y una sola boca, a lo que el Eterno respondió que era más importante lo que se percibía que lo que se hablaba; este pensamiento también está presente en muchas culturas. Esto viene por algo que ocurrió la semana pasada en mi trabajo; estaba finalizando un día cuando alguien me viene de alguna manera a increpar por el conflicto actual en Gaza; tuve que escuchar todo tipo de bravuconadas sin poder exponer absolutamente nada. Creo que es muy inteligente la entrada de Gabriel Zanotti, sobre dejar de recordar cosas que pasaron hace años, más todavía cuando esos "recuerdos" son muy controvertidos como en el caso del conflicto de Oriente Medio; esta persona entre las cosas que me increpaba era que "hace 60 años que el mundo está castigado por ese conflicto"; suponiendo que fuera cierta la postura de este señor; que "Israel invadió Palestina en 1948", si el mundo haría revisionismos territoriales, tendríamos una guerra entre Estados Unidos y México por Texas, California, Arizona, New México, Colorado y Nevada; entre Argentina y Paraguay por Formosa y Misiones, entre Paraguay y Brasil por el Matto Grosso; entre Bolivia y Chile por el litoral Pacífico, entre Perú y Chile por Tarapacá; entre Hungría y Rumania por Transilvania, entre Colombia y Panamá por este último país, entre Guatemala y Belize; entre Venezuela y Guyana; entre España y el Reino Unido por Gibraltar, etc. etc. etc. Creo que hubiese sido mejor por parte de esta persona preguntarme mi visión sobre este conflicto y no querer imponer su postura; creo que si escucháramos más la otra versión de los hechos y dejáramos de fanatizarnos siempre con lo mismo se acabarían muchos enfrentamientos en este mundo; alguien inteligente en ese aspecto fue el Rey Hussein de Jordania, país que tiene un acuerdo de paz con Israel, según él "hay que ponerse en los zapatos de los otros"; también es muy inteligente Leo Trepp en su libro "Una historia de la experiencia judía" que arguye que tomar como inaceptable otras creencias llevó a grandes distanciamientos en la historia de las religiones monoteístas. Cuanto más difícil sea una situación más moderación hay que tener en lo que se opina. Publicado por Gabriel Julián Sus



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