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L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL

EN LENGUA ESPAÑOLA

Unicuique suum Año XLVI, número 41 (2.385)

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Ciudad del Vaticano

10 de octubre de 2014

Con claridad y humildad Al abrir la asamblea extraordinaria el Papa recuerda cómo se ejerce la sinodalidad «Hablar claro». Al introducir los trabajos del Sínodo de los obispos sobre el tema «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización», el Pontífice indicó explícitamente esta actitud como «condición general de base» para el desarrollo de la asamblea que estará reunida hasta el 19 de octubre. En la primera congregación general invitó a los padres a «decir todo lo que se siente con parresía». Después de su discurso siguieron las relaciones del secretario general —en páginas 9 a 11 de esta edición—, que recorrió el camino de preparación del Sínodo sobre la familia a partir de la conclusión de la asamblea general ordinaria de 2012 dedicada a la nueva evangelización, y del relator general —en páginas 14 a 18— quien ofreció una panorámica de la realidad actual de la Iglesia. El sábado 5 en la vigilia de oración organizada por la CEI, en la plaza de San Pedro, el Papa había invitado a los padres sinodales a escuchar «los latidos de este tiempo» y a mantener la mirada fija en Cristo, para dar vida a un «encuentro sincero, abierto y fraternal» sobre la familia. La mañana siguiente celebró la misa de apertura del Sínodo donde recordó que las asambleas sinodales «sirven para guardar y custodiar mejor la viña del Señor, para cooperar en su sueño, su proyecto de amor por su pueblo». VIGILIA

Y HOMILÍA EN PÁGINAS

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Y

El buen vino de la familia Fruto de los años conciliares, el actual Sínodo de los obispos se debe a la valentía clarividente de Pablo VI que lo instituyó hace medio siglo, poco antes de la conclusión del Vaticano II. Desde entonces las asambleas sinodales se han multiplicado y han contribuido, de hecho, a la maduración de esa colegialidad episcopal diseñada por el Concilio. En la tradición cristiana el camino sinodal y la colegialidad son, sin embargo, antiquísimas, jamás han sido abandonadas, no obstante acontecimientos alternos, y han marcado profundamente la historia de la Iglesia.

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En el Ángelus el aliento a quienes trabajan por derribar las barreras arquitectónicas

Un Biblia en cada familia «Una Biblia en cada familia»: así el Papa Francisco resumió el espíritu de iniciativa promovida por la la familia paulina, que en el Ángelus del domingo 5 de octubre distribuyó entre los fieles quince mil copias del texto sagrado. Queridos hermanos buenos días.

y

hermanas:

Esta mañana, con la celebración eucarística en la basílica de San Pedro, hemos inaugurado la Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los obispos. Los padres sinodales, provenientes de todas las partes del mundo, vivirán conmigo dos semanas intensas de escucha y discusión, fecundadas por la oración, sobre el tema «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización». Hoy la palabra de Dios presenta la imagen de la viña como símbolo del pueblo que el Señor eligió. Como una viña, el pueblo requiere mucho cuidado, requiere un amor paciente y fiel. Así se comporta Dios con nosotros, y así estamos llamados a comportarnos nosotros, los pastores. También cuidar a la familia es un modo de trabajar en la viña del Señor, para que produzca los frutos del reino de Dios (cf. Mt 21, 33-43). Sin embargo, para que la familia pueda caminar bien, con confianza y esperanza, es necesario que se alimente de la palabra de Dios. Por eso es una feliz coincidencia que

precisamente hoy nuestros hermanos paulinos hayan querido hacer una gran distribución de la Biblia aquí, en la plaza, y en muchos otros lugares. Demos gracias a nuestros hermanos paulinos. Lo hacen con ocasión del centenario de su fundación por parte del beato Santiago Alberione, gran apóstol de la comunicación. Entonces, hoy, mientras se

inaugura el Sínodo sobre la familia, con la ayuda de los paulinos podemos decir: una Biblia en cada familia. «Pero padre, ya tenemos dos, tres…». ¿Dónde la tenías escondida?... La Biblia no es para ponerla en un anaquel, sino para tenerla al alcance de la mano, para leerla a SIGUE EN LA PÁGINA 12

El secretario de Estado a los nuncios de Oriente Medio

No debemos ser neutrales o indiferentes

El Papa Francisco está decidido a continuar por este camino, avanzando más rápidamente. Así, muy significativo ha sido su saludo personal a cada participante de la asamblea sinodal extraordinaria sobre la familia antes de iniciar los trabajos. Y aún más significativas han sido sus palabras de bienvenida, con las que ha insistido precisamente sobre el «espíritu de colegialidad y sinodalidad», añadiendo que son «por el bien de la Iglesia y de las familias». Por eso el Pontífice ha hablado del método de elección de quien tendrá mayormente el cargo del trabajo sinodal y ha destacado que para la designación de los presidentes delegados, de nombramiento papal, decidió atenerse a las indicaciones del Consejo postsinondal, elegido por los participantes en la última asamblea. «Vosotros lleváis la voz de las Iglesias particulares» ha dicho, y «la lleváis en sinodalidad». Pero hablando con clara franqueza y escuchando con humildad. SIGUE EN LA PÁGINA 12

Del 6 al 8 de octubre

Síntesis de las congregaciones generales PÁGINAS 3

A

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Entre ecología e informática

Cómo influyó Teilhard en el Vaticano II

Niños refugiados en un campamento al norte de Aleppo (Reuters) HOMILÍA

DEL CARDENAL

PAROLIN

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MAURIZIO GRONCHI

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viernes 10 de octubre de 2014, número 41

La invitación del Papa Francisco a los padres sinodales en la apertura de los trabajos sinodales

Hablad claro y escuchad con humildad «Se necesita decir todo lo que se siente con parresía»: El Papa Francisco, al dirigirse a los obispos reunidos en el aula nueva del Sínodo el lunes 6 de octubre por la mañana, utilizó el término griego que indica la extrema franqueza. Una invitación directa que trazó el estilo que tendrá que caracterizar el trabajo de los padres sinodales: «hablar claro» y «escuchar con humildad». Eminencias, beatitudes, excelencias, hermanos y hermanas: Os doy mi cordial bienvenida a este encuentro y os doy las gracias de corazón por vuestra atenta y estimada presencia y asistencia. En nombre vuestro, quisiera expresar mi vivo y sincero agradecimiento a todas las personas que han trabajado con entrega, con paciencia y pericia, durante largos meses, leyendo, examinando, y elaborando los temas, los textos y los trabajos de esta Asamblea general extraordinaria. Permitidme dirigir un especial y cordial agradecimiento al cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo, a monseñor Fabio Fabene, subsecretario, y junto con ellos a todos los relatores, escritores, consultores, traductores y a todo el personal de la secretaría del Sínodo de los obispos. Han trabajado incansablemente, y siguen trabajando, por el buen resultado del presente Sínodo: ¡muchas gracias de verdad y que el Señor os recompense! Doy igualmente las gracias al Consejo postsinodal, al relator y al secretario especial; a las Conferencias episcopales que han trabajado bastante verdaderamente y, con ellos, agradezco a los tres presidentes delegados. Os agradezco también a vosotros, queridos cardenales, patriarcas, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas vuestra presencia y vuestra participación que enrique-

ce los trabajos y el espíritu de colegialidad y sinodalidad por el bien de la Iglesia y de las familias. He querido que este espíritu de sinodalidad estuviera también en la elección del relator, del secretario especial y de los presidentes delegados. Los pri-

A Francia en 2015 El Papa Francisco irá a Francia en el 2015. Lo dio a conocer el martes 7 de octubre, por la mañana, el director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, en el contexto de la presentación del programa de la visita del Pontífice al Parlamento europeo y al Consejo de Europa, el próximo 25 de novembre. El obispo de Roma llegará a Estrasburgo hacia las 10.00 de la mañana y tras pronunciar sus dos discursos en las sedes de las dos instituciones europeas, dejará la capital alsaciana poco antes de las 14.00

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00120 Ciudad del Vaticano ed.espanola@ossrom.va http://www.osservatoreromano.va TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE «L’OSSERVATORE ROMANO»

meros dos fueron elegidos directamente por el Consejo postsinodal, también éste elegido por los participantes del último Sínodo. En cambio, dado que los presidentes delegados deben ser elegidos por el Papa, pedí al mismo Consejo postsinodal que propusiera los nombres, y nombré a los que el Consejo me propuso. Vosotros lleváis la voz de las Iglesias particulares, reunidas a nivel de Iglesias locales mediante las Conferencias episcopales. La Iglesia universal y las Iglesias particulares son de institución divina; las Iglesias locales así entendidas son de institución humana. Esta voz la lleváis en sinodalidad. Es una gran responsabilidad: llevar las realidades y las problemáticas de las Iglesias, para ayudarlas a caminar en esa senda que es el Evangelio de la familia. Una condición general de base es esta: hablar claro. Que nadie diga: «Esto no se puede decir; pensará de mí así o así...». Se necesita decir to-

do lo que se siente con parresía. Después del último Consistorio (febrero de 2014), en el que se habló de la familia, un cardenal me escribió deciendo: lástima que algunos cardenales no tuvieron la valentía de decir algunas cosas por respeto al Papa, considerando quizás que el Papa pensara algo diverso. Esto no está bien, esto no es sinodalidad, porque es necesario decir todo lo que en el Señor se siente el deber de decir: sin respeto humano, sin timidez. Y, al mismo tiempo, se debe escuchar con humildad y acoger con corazón abierto lo que dicen los hermanos. Con estas dos actitudes se ejerce la sinodalidad. Por eso os pido, por favor, estas actitudes de hermanos en el Señor: hablar con parresía y escuchar con humildad. Y hacedlo con mucha tranquilidad y paz, porque el Sínodo se realiza siempre cum Petro et sub Petro, y la presencia del Papa es garantía para todos y custodia de la fe. Queridos hermanos, colaboremos todos para que se afirme con claridad la dinámica de la sinodalidad. Gracias.

Anunciado para el 20 de octubre en la tercera congregación general del sínodo

Un consistorio sobre Oriente Medio Un consistorio dedicado a Oriente Medio, al día siguiente de la clausura del Sínodo. Tendrá lugar el lunes 20 de octubre, sobre la base de las consideraciones surgidas del encuentro con los nuncios apostólicos de la región. Fue anunciado el martes 7 por la mañana, por iniciativa del Papa Francisco, al inicio de los trabajos de la tercera congregación general en el aula nueva del Sínodo de los obispos. Un consistorio en el que el Pontífice invitó a todos los purpurados que estarán en Roma junto a los seis patriarcas de Oriente Medio y al patriarca latino de Jerusalén, y que tendrá como momento central la intervención del cardenal secretario de Estado, Parolin. Por lo tanto, las cuestiones de la violencia y de la guerra entraron también en las discusiones de la asamblea: el drama de tantas familias cristianas en el vórtice de los conflictos en Nigeria, Irak y Siria fue denunciado en diversas intervenciones por los padres sinodales. Y en las intervenciones libres del 6 por la tarde, se propuso enviar un mensaje de solidaridad por las familias que están sufriendo en Oriente Medio. Idea que fue vota-

GIOVANNI MARIA VIAN director Carlo Di Cicco subdirector

Marta Lago redactor jefe de la edición

don Sergio Pellini S.D.B. director general

da y acogida por la asamblea. El martes el Sínodo volvió a reflexionar sobre la realidad de las parejas en dificultad, especialmente sobre la atención pastoral de los divorciados vueltos a casar, recordando que la Iglesia debe presentar no un juicio sino una verdad.

Significativa es la presencia de las parejas de esposos en los trabajos sinodales que, al inicio de cada congregación, introducen el tema del día hablando de las realidades de donde provienen y del papel que desempeñan en el seno de las comunidades.

La cita en Roma y en el mundo La vigilia de oración en la basílica de Santa María la Mayor, el sábado 29 de noviembre, por la tarde, y la misa en San Pedro el 30, por la mañana, abrirán el año de la vida consagrada. Numerosos son los acontecimientos y las celebraciones en programa, que en 2016 concluirá con una doble cita en la basilíca vaticana: el 30 de enero, está prevista la vigilia de acción de gracias y el 2 de febrero sucesivo la celebración de la Jornada mundial de la vida consagrada. En medio, una larga serie de encuentros internacionales en Roma y en diversos países. Comenzando el 8 de diciembre próximo cuando dará inicio una cadena mundial de oración en los monasterios. Después tendrá lugar un coloquio ecuménico de religiosas y religiosos (22-25 de enero de 2015), un seminario para formadoras y formadores (8-11 abril) y un laboratorio para las jóvenes y los jóvenes consagrados (23-25 de septiembre). Posteriormente, el 26 de septiembre, se celebrará la memoria de los santos y mártires de la vida consagrada, con sedes en diversas partes del mundo. Al mismo tiempo se organizarán laboratorios de investigación, muestras artísticas y testimonios. Significativas también las jornadas conclusivas de enero de 2016 durante los eventos dedicados a las diversas realidades de consagración, incluidos los institutos seculares, las nuevas formas y el ordo virginum.

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número 41, viernes 10 de octubre de 2014

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Las intervenciones de la segunda congregación general

Cercanos a las familias perseguidas Con la segunda congregación general del lunes 6 de octubre, por la tarde, dio inicio la discusión. Los temas previstos, de acuerdo con el orden del Instrumentum Laboris, fueron: «El designio de Dios acerca del matrimonio y la familia» (Parte I, cap 1) y «Conocimiento y Recepción de la Sagrada Escritura y los documentos de la Iglesia sobre matrimonio y familia» (Parte I, cap. 2). Dieciocho fueron las intervenciones programadas, entre las cuales se encuentran las de los cardenales Wuerl, Sodano, Sgreccia, Kasper, Tagle, Schönborn, Ouellet, y Ravasi y de los arzobispos Paglia y Fernández. Diecinueve las intervenciones libres —pidieron intervenir, entre otros, los cardenales Vingt-Trois, Filoni, Turkson, Sherer y de Aviz, los patriarcas Sako, Laham y Younan, y los arzobispos Forte y Schevchuk— además del testimonio de los cónyuges Romano y Mavis Pirola. Partiendo de la premisa de que la familia es el núcleo de la sociedad humana, la cuna del amor gratuito y de que hablar de la familia y el matrimonio implica una educación a la fidelidad se reiteró que la familia debe ser protegida porque es el futuro de la humanidad. En diversas intervenciones se abordó la necesidad de adaptar el lenguaje de la Iglesia para que la doctrina acerca de la familia, la vida y la sexualidad se entienda correctamente. Hay que entablar un diálogo con el mundo, siguiendo el ejemplo del Concilio Vaticano II, es decir,

con una apertura crítica pero sincera. Porque si la Iglesia no escucha al mundo, el mundo no escuchará a la Iglesia. Y el diálogo puede basarse en cuestiones importantes, como la igual dignidad de hombres y mujeres y el rechazo de la violencia. El Evangelio no se explica, se demuestra —se afirmó en el aula— y hay que involucrar, sobre todo, a los fieles laicos en el anuncio de la Buena Nueva, destacando su carisma misionero. La evangelización no debe ser una teoría despersonalizada, al contrario, tiene que llevar a que las mismas familias den, concretamente, testimonio de la belleza y de la verdad evangélicas. El reto, se dijo, es pasar de una situación defensiva a una propositiva y activa, relanzando el patrimonio de la fe con un lenguaje nuevo, con esperanza, ardor y entusiasmo, dando testimonios convincentes, creando un puente entre el lenguaje de la Iglesia y el de la sociedad. En este sentido, se puso de relieve la preferencia por una catequesis «bíblica» en lugar de «teológica-especulativa», porque —a pesar de las apariencias— el egoísmo no satisface a las personas que buscan, en cambio, ideales. Y esto se debe también a que el ser humano aspira a la felicidad y el cristiano sabe que la felicidad es Cristo, pero ya no encuentra el lenguaje adecuado para decírselo al mundo. La Iglesia, sin embargo, debe ser «magnética», trabajar por «atracción», con una actitud de amistad hacia el mundo. Por cuanto se refiere a las parejas

en dificultad, se insistió en la necesidad de que la Iglesia esté cerca de ellas con comprensión, perdón y misericordia. La misericordia —se dijo— es la primera prerrogativa de Dios, pero hay que considerarla en el contexto de la justicia, solamente así se respetará en su plenitud el designio divino. El matrimonio es y sigue siendo un sacramento indisoluble; sin embargo, ya que la verdad es Cristo, una Persona, y no un conjunto de reglas, es importante mantener los principios, no obstante cambien las formas concretas de su actuación. En resumen, como decía Benedicto XVI: novedad en la continuidad: el Sínodo no cuestiona la doctrina, pero reflexiona sobre la pastoral, es decir, sobre el discernimiento espiritual para la aplicación de la misma y enfrentar los retos de la familia contemporánea. En este sentido, la misericordia no elimina los mandamientos sino que es su clave hermenéutica. Por otra parte, se observó que incluso las situaciones imperfectas deben tratarse con respeto, por ejemplo, las uniones de hecho en que se convive con lealtad y amor, presentan elementos de santificación y de verdad. Lo esencial es, por lo tanto,

En la tercera congregación general del sínodo

El matrimonio como vocación auténtica Durante la tercera congregación general del martes 7 de octubre, por la mañana, continuó la discusión. Los temas previstos, de acuerdo con el orden del Instrumentum Laboris, fueron: «Evangelio de la familia y ley natural» (Parte I, cap. 3) y «La familia y la vocación de la persona en Cristo» (Parte I, cap 4.). Treinta fueron las intervenciones. Tomaron la palabra, entre otros, los cardenales Versaldi, Piacenza, Filoni, Grocholewski, Vingt-Trois, Thottunkal, Ezzati Andrello, Amato, Sarah, Ouédraogo y Bozanić; el patriarca Tarmouni; el arzobispo secretario especial Forte; el prepósito general de los jesuitas y el ministro general de la Orden de los Frailes menores capuchinos. En la apertura de la Congregación se anunció que el Consistorio ordinario, convocado por el Santo Padre para el lunes, 20 de octubre, estará dedicado a la situación en Oriente Medio, a la luz de los resultados de la reunión de algunos representantes pontificios y de los superiores de los dicasterios competentes celebrada en el Vaticano del 2 al 4 de octubre. El tema del Consistorio será presentado por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado. En el encuentro también

participarán seis patriarcas orientales y el patriarca latino de Jerusalén, S.B. Fouad Twal. El debate general siguió con los argumentos previstos. Se afirmó que era necesaria una mayor preparación para el matrimonio, para que éste no fuera sólo válido, sino también fructífero. La propuesta fue la de no preocuparse solamente por los remedios para el fracaso de la unión conyugal, sino también por las condiciones que la hacen válida y fructífera. Lo que hay que transmitir es una visión del matrimonio no sólo como punto de llegada, sino también como un camino hacia una meta más alta, un camino de crecimiento personal y de pareja,

una fuerza y fuente de energía. La elección del matrimonio es una vocación auténtica y como tal requiere fidelidad y coherencia para ser realmente un lugar de crecimiento y de salvaguardia de lo humano. Para ello, hay que acompañar constantemente a los cónyuges en su itinerario de vida, a través de una pastoral familiar intensa y vigorosa. El camino de preparación para el sacramento del matrimonio debe ser, por lo tanto, largo, personalizado y también severo, sin miedo a que eventualmente disminuya el número de bodas celebradas en la Iglesia. De lo contrario, se corre SIGUE EN LA PÁGINA 4

considerar ante todo los elementos positivos, para que el Sínodo infunda valor y esperanza también a las formas imperfectas de familia, que pueden ser valoradas según el principio de gradualidad. Hay que amar realmente a las familias necesitadas. En el contexto de una sociedad en la que prevalece una especie de «ego-latría», que conduce a la «desfamiliarización», se detecta una pérdida del sentido de la alianza entre el hombre (y la mujer) y Dios. El anuncio de la belleza de la familia, por lo tanto, no debería ser un esteticismo, la presentación de un mero ideal para imitar; al contrario, debería explicar la importancia del compromiso definitivo fundado en la alianza de los cónyuges con Dios. Otro punto esencial fue el rechazo del clericalismo: A veces parece que la Iglesia se preocupe más del poder que del servicio y por eso no inspira los corazones de los seres humanos. Es necesario, entonces, volver a imitar a Cristo, volver a encontrar la humildad: la reforma de la Iglesia debe comenzar por la reforma del clero, porque si los fieles ven que sus pastores imitan a Cristo, volverán a acercarse a la Iglesia, que pasará solamente de evangelizar a ser «evangelizadora». También se abordó la cuestión del valor esencial de la sexualidad dentro del matrimonio, Efectivamente, se habla tanto, críticamente, de la sexualidad fuera del matrimonio que la sexualidad conyugal parece casi la concesión a una imperfección. El Sínodo mencionó —brevemente— la necesidad de mejorar la formación de los sacerdotes, de políticas en favor de la familia y del relanzamiento de la transmisión de la fe en la familia. Durante la hora de la discusión libre, —18,00 a 19,00— también hubo dos propuestas: que el Sínodo enviase un mensaje de aliento y estima a las familias en Irak, amenazadas de exterminio por el fanatismo islámico y obligadas a huir para no renunciar a su fe. La propuesta fue sometida a votación y aprobada por mayoría. La segunda propuesta se refería a la necesidad de incluir en la reflexión al clero casado de las Iglesias Orientales, que a menudo vive también «crisis familiares», que pueden desembocar en la solicitud de divorcio.


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En la cuarta congregación general

En busca del lenguaje adecuado En la cuarta congregación general del martes 7 de octubre, por la tarde, continuó el debate siguiendo el orden del Instrumentum Laboris. El tema fue: «La pastoral de la familia: las diversas propuestas actuales» (Parte II, cap. I). Se tuvieron 17 intervenciones programadas —entre ellas las de los cardenales Stella, Robles Ortega, Bertello y Tempesta, y de los arzobispos Ouédrago y Fisichella—, además de los testimonios de los cónyuges estadounidenses Jeffrey y Alice Heinzen y veinte intervenciones libres: entre estas últimas, las de los cardenales Müller, Coccopalmerio, Caffarra, Martínez Sistach y Bagnasco. En primer lugar, se señaló el vínculo entre crisis de la fe y crisis de la familia afirmando que la primera genera la segunda. Y esto porque la fe se percibe generalmente como un conjunto de aportaciones doctrinales cuando en cambio es, ante todo, un acto libre por el que nos confiamos a Dios. De ahí, entre otras cosas, la propuesta de pensar en un «Vademecum», dedicado a la catequesis sobre la familia, para que ésta refuerce su misión evangelizadora. Además, se habló de la debilidad de la fe de muchos de los bautizados, causa de que muchos cónyuges lleguen al matrimonio sin ser plenamente conscientes de lo que éste lleva aparejado. En segundo lugar, se trató de uno de los grandes retos a los que se enfrenta hoy la familia, es decir la «dictadura del pensamiento único» que pretende introducir en la sociedad una serie de valores que distorsionan el concepto de matrimonio como unión entre hombre y mujer. La crisis de valores, el secularismo ateo, el hedonismo, la ambición de poder destruyen la familia, la desnaturalizan, debilitan a las personas y, en consecuencia, hacen también más frágil a la sociedad. Por eso es importante lograr que los fieles recuperen la conciencia de su pertenencia a la Iglesia, porque la Iglesia crece por atracción y son las familias de la Iglesia las que atraen a otras familias. Por su parte, la Iglesia, experta en humanidad, debe enfatizar la belleza y la necesidad que cada uno tiene de la familia, porque es irremplazable. Hace falta despertar en el ser humano el sentido de pertenencia al núcleo familiar. No sólo: La familia, en cuanto reflejo del amor de Dios —que no es nunca un amor aislado— se abre a los lazos y a las relaciones con los demás, convirtiéndose en el fundamento de la sociedad. Se recordó también la importancia de la relación entre sacerdotes y familias. Los primeros acompañan a

las familias en todas las etapas más importantes de la vida, compartiendo sus alegrías y dificultades; las familias, a su vez, ayudan a los sacerdotes a vivir el celibato como afectividad plena, equilibrada, y no como una renuncia. Pero además, la familia fue definida como «cuna de las vocaciones», porque es en el seno de las paredes domésticas, en la oración vivida en común, donde surge frecuentemente la llamada al sacerdocio. Asimismo se subrayó el vínculo entre el bautismo y el matrimonio. Sin una iniciación cristiana seria y profunda el significado del sacramento conyugal se ve disminuido. De ahí, la observación de que el matrimonio cristiano no puede ser sólo una tradición cultural o una exigencia social. Debe entenderse como una decisión vocacional, emprendida con una preparación adecuada que no se puede improvisar durante pocos encuentros, sino que exige tiempo. Después la reflexión se extendió a la repercusión del trabajo en la diná-

mica familiar. Se trata —se dijo— de dos dimensiones que hay que conciliar, debido también a los horarios de trabajo cada vez más flexibles, a los nuevos modelos contractuales, a las distancias geográficas entre el hogar y el lugar de trabajo. Además hay que tener en cuenta que con la tecnología el trabajo entra en casa haciendo más difícil el diálogo familiar. Numerosas intervenciones, en particular las relativas a África, llamaron la atención sobre los muchos desafíos que enfrentan las familias en este continente: la poligamia, el levirato, las sectas, la guerra, la pobreza, el drama doloroso de la emigración, la presión internacional para el control de nacimientos. Problemas todos que socavan la estabilidad de la familia, poniéndola en crisis. Hay que enfrentar estos retos con una evangelización profunda, capaz de promover los valores de la paz, la justicia y el amor, unida a una adecuada promoción del papel de la mujer en la sociedad, a la esmerada

educación de los niños y a la protección de los derechos de todas las víctimas de la violencia. En la hora dedicada a las intervenciones libres —entre las 18.00 y las 19.00 horas— se retomó el argumento de la exigencia de un nuevo lenguaje en el anuncio del Evangelio, refiriéndose esta vez en especial a las nuevas tecnologías de los medios de comunicación. Por cuanto respecta a la indisolubilidad del matrimonio, se señaló que en nuestros días parece como si la ley se contrapusiera al bien de la persona. En realidad, la verdad del vínculo conyugal y su estabilidad están grabadas en la persona, por lo tanto, no se trata de contraponer ley y persona, sino de verificar cómo contribuir a no traicionar la propia verdad. Se propuso, además, que se hablase de las familias que no han tenido el don de los hijos a pesar de quererlos, así como de las que viven en las regiones afectadas por el virus del ébola. Por último, se llamó la atención sobre la imagen de la Iglesia como luz, manifestando el deseo de que no fuese sólo la luz de un faro, que permanece fijo e ilumina a distancia, sino antorcha, es decir «luz amable» que acompaña a los seres humanos en su camino, paso tras paso. El Consejo pontificio para la familia regaló a los miembros del Sínodo una copia del voluminoso Enchiridion sobre la familia.

Tercera congregación general del sínodo VIENE DE LA PÁGINA 3

el riesgo de obstruir los tribunales de justicia con los procesos matrimoniales. Otro punto destacado en el aula fue la influencia de los medios de comunicación, a veces intrusivos, cuando presentan ideologías contrarias a la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia. En esta perspectiva, se reiteró que además de proteger a los católicos, también hay que prepararlos mejor. La Iglesia debe ofrecer su enseñanza de forma más incisiva, presentando la doctrina no como una lista de prohibiciones, sino haciéndose más cercana a los fieles, como hacía Jesús. De esta manera, actuando con empatía y ternura, será posible reducir la brecha entre la doctrina y la práctica, entre las enseñanzas de la Iglesia y la vida familiar. Porque lo que necesitamos no es una elección entre la doctrina y la misericordia, sino la puesta en marcha de una pastoral iluminada, para animar sobre todo a las familias en dificultades, que a menudo tienen la sensación de que no pertenecen a la Iglesia. Se reanudó el debate sobre el tema de las parejas con problemas, los divorciados vueltos a casar. A ellos, se dijo, la Iglesia no debe presentar un juicio, sino una verdad, con una mirada comprensiva, porque la gente sigue la verdad y

sigue a la Iglesia si ésta dice la verdad. La «medicina» de la misericordia da acogida, atención y apoyo. Sobre todo, porque —se destacó— las familias que sufren no buscan soluciones pastorales rápidas, no quieren ser una mera cifra estadística, sino que sienten la necesidad de ser aconsejadas y de sentirse aceptadas y amadas. Se debe dar más espacio a la lógica sacramental que a la jurídica. En cuanto al acercamiento a la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar, se reiteró que ese sacramento no es el sacramento de los perfectos, sino de aquellos que están en camino. Al igual que el lunes por la tarde la discusión se centró en la necesidad de renovar el lenguaje de la proclamación del Evangelio y de la transmisión de la doctrina. La Iglesia debe abrirse más al diálogo y escuchar con más frecuencia (y no sólo en casos excepcionales) las experiencias de las parejas casadas, porque sus luchas y sus fracasos no pueden ser ignorados; al contrario, pueden ser el fundamento de una teología real, verdadera. Y siempre a propósito del lenguaje, hubo alguna que otra perplejidad acerca de la sugerencia —incluida en el Instrumentum Laboris— de profundizar en el concepto, de inspiración bíblica, de «orden de la creación» como posibilidad de releer de una manera más significativa la «ley natural».

No es suficiente cambiar el vocabulario, se ha dicho, si luego no se consigue crear un puente de diálogo efectivo con los fieles. En este sentido, se afirmó que la vasta y difusamente sentida necesidad de cambio debe entenderse como conversión pastoral para que el anuncio del Evangelio sea más eficaz. A continuación se presentaron tres dimensiones específicas de la familia: la vocación a la vida; la misionera, entendida como testimonio de Cristo a través de la unidad familiar; y la aceptación del otro, ya que la familia es la primera escuela de alteridad, el lugar donde se pueden aprender la paciencia y la lentitud, en contraste con el ajetreo y el bullicio del mundo moderno. También se puso de relieve otra dimensión ulterior del núcleo familiar: la santidad, porque la familia educa a la santidad, es un icono de la Trinidad, Iglesia doméstica al servicio de la evangelización, futuro de la humanidad. Otros puntos mencionados durante la tercera congregación general fueron la importancia de la catequesis para las familias, especialmente para los niños, y la oración entre las paredes domésticas que da lugar a una auténtica generación de la fe, transmitiéndola de padres a hijos. Por último, se destacó la necesidad de una formación más profunda de los sacerdotes y catequistas.


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En la quinta congregación general presentado a los padres sinodales el trabajo en los diversos ámbitos internacionales

La voz de la Santa Sede en defensa de la familia En la quinta congregación general del miércoles 8 de octubre, por la mañana, el debate ha proseguido con los temas previstos por el Instrumentum laboris: «Los desafíos pastorales de la familia (parte II, cap. 2). La crisis de fe y la vida familiar / Situaciones críticas internas a la familia. Las presiones externas a la familia / Algunas situaciones particulares». En esta congregación se tuvieron otras treinta intervenciones. Tomaron la palabra, entre otros, los cardenales Parolin, Ryłko, Monsengwo Pasinya, Ton Hong, Sandri, Rodríguez Maradiaga, Tauran y Gracias, los patriarcas Raï y Twal y el arzobispo Zimowki. En los trabajos no estaba presente el Papa, ocupado en la audiencia general. El debate se centró en la Iglesia en el Oriente Medio y África del Norte. Ambas zonas viven en contextos políticos, económicos y religiosos difíciles que tienen graves repercusiones en las familias. Allí donde las leyes impiden, de hecho, la reunificación familiar y la pobreza conduce a la migración, donde hay fundamentalismo religioso y los cristianos no tienen los mismos derechos que los ciudadanos musulmanes, se plantean a menudo proble-

mas difíciles para las familias que surgen de los matrimonios mixtos. Efectivamente en estos contextos están presentes y aumentan los casos de matrimonios interreligiosos, los llamados «matrimonios mixtos». Se afirmó que el desafío de la Iglesia es entender qué catequesis ofrecer a los niños nacidos de esas uniones y cómo responder a la incógnita de los católicos que, unidos en un matrimonio mixto, quieren seguir practicando su fe. Estas parejas, según se dijo, no pueden dejarse de lado y la Iglesia debe seguir ocupándose de ellas. Un reto posterior es el de los cristianos que se convierten al Islam para casarse. También, en este caso, es necesaria una adecuada reflexión. La cuestión no es sólo interreligiosa, sino a veces también ecuménica. Por ejemplo, hay casos en que si un católico que ha contraído matrimonio canónico no logra obtener la declaración de nulidad, se pasa a otra confesión cristiana, volviendo a casarse en una iglesia que lo permita. En cualquier caso, y sin perjuicio del patrimonio común de la fe, se destacó la necesidad de tomar el camino de la misericordia para las situaciones difíciles. En cuanto a la cuestión de los divorciados vueltos a casar, se

evidenció que el Sínodo deberá ocuparse ciertamente de ella en su camino, con la prudencia que requieren las grandes causas, pero también conjugando la objetividad de la verdad con la misericordia por la persona y su sufrimiento. Hay que recordar que muchos fieles se encuentran en una situación de la que no son culpables. Se reiteró el compromiso de la Santa Sede que no deja de hacer oír su voz en defensa de la familia en todos los niveles —internacional, nacional y regional— con el objetivo de resaltar su dignidad y de llamar la atención sobre sus derechos y deberes, señalando siempre, como afirmaba Benedicto XVI, que sus «no» «Sagrada son, en realidad, los «sí» a la vida. Por esta razón, se enfatizó en que la Iglesia debe combatir el silencio de las familias en la educación y en la religión porque no hay lugar para la vacilación. Hace falta un compromiso más fuer-

La sexta congregación general dedicada a las situaciones pastorales difíciles

El arte de acompañar Durante la sexta congregación general del miércoles 8 de octubre, por la tarde, continuó el debate de acuerdo con el tema previsto en el índice del Instrumentum laboris: «Las situaciones pastorales difíciles (Parte II, cap. 3). Situaciones familiares / Acerca de las uniones entre personas del mismo sexo». Veinte fueron las intervenciones programadas, entre ellas las de los cardenales Erdő, Scola, Danneels, Martínez Sistach, Alencherry, Bagnasco y Burke, además del testimonio de los cónyuges sudafricanos Stephen y Sandra Conway. En primer lugar, se afirmó que la Iglesia no es una aduana, sino una casa paterna y por lo tanto debe acompañar pacientemente a todas las personas, incluso a aquellos que se encuentran en situaciones pastorales difíciles. La verdadera Iglesia católica cuenta con familias sanas y con familias en crisis, de ahí que en el esfuerzo de santificación diaria no deba mostrarse indiferente ante la debilidad porque la paciencia implica la ayuda activa a los más débiles. En cuanto al proceso de declaración de nulidad del matrimonio, se registra en general la necesidad de agilizar los procedimientos (y de la incorporación de laicos más competentes en los tribunales eclesiásticos), pero también se señala el peligro de la superficialidad y la necesidad de salvaguardar siempre el respeto a la verdad y los derechos de las partes. También porque —como se ha dicho— el proceso no es contrario a la caridad pastoral y la pastoral judicial debe evitar ideas que culpabilizan, favoreciendo en cambio, una discusión tranquila de los casos. A propósito de nulidad matrimonial se habló de recurrir a la vía administrativa, que no sustituye a la judicial, sino más bien la complementa. Se propuso que el obispo decida cuáles solicitudes de verificación de nulidad pueden tratarse por ese camino administrativo. Se hizo un fuerte hincapié en la actitud respetuosa con los divorciados vueltos a casar, porque a menudo experimentan también situaciones de malestar o de injusticia social, sufren en silencio y en muchos casos buscan a través de un camino gradual, llegar a participar más plenamente en la vida eclesial. La pastoral por lo tanto, no debe ser represiva, sino llena de misericordia. Con respecto a la poligamia, se señaló, por una parte, que se trata de una realidad que disminuye gradualmente porque está favorecida por el contexto rural, mientras hoy avanza la urbanización. Por otra, se hizo notar que dado que hay polígamos convertidos al cato-

licismo que desean recibir los sacramentos de la iniciación cristiana, surge la pregunta de si hay medidas pastorales específicas para salir al encuentro de estas situaciones con el discernimiento oportuno. También se volvió a hablar de mejorar la preparación para el matrimonio, especialmente entre los jóvenes a los que hay que presentar la belleza de la unión sacramental, junto con una educación afectiva adecuada, que no sea sólo una exhortación moralista, lo cual termina generando una especie de analfabetismo religioso y humano. Y el camino matrimonial requiere el crecimiento real de la persona. Durante la hora de discusión libre —entre las 18.00 y las 19.00 horas— las intervenciones se centraron en las experiencias y modelos concretos de pastoral para los divorciados vueltos a casar que se sirva de los grupos de escucha. Es importante —se afirmó— evitar cuidadosamente dar un juicio moral, hablar de «estado permanente de pecado» y tratar, en cambio, de que se comprenda que la no admisión al sacramento de la Eucaristía no elimina por completo la posibilidad de la gracia en Cristo y que se debe más bien a la situación objetiva de la permanencia de un precedente vínculo sacramental indisoluble. Con esta perspectiva, se reafirmó en numerosas ocasiones la importancia de la comunión espiritual. En cualquier caso, se observó que también estas propuestas tienen límites y que, ciertamente, no hay soluciones «fáciles» para esta problemática. Por lo que se refiere a la pastoral de las personas homosexuales se insitió también en la importancia de la escucha y en la de los grupos de escucha. Otras intervenciones abordaron la cuestión de los católicos que cambian de confesión cristiana, y viceversa, y de las consecuencias difíciles que se derivan de este hecho para los matrimonios interconfesionales y para la evaluación de su validez a la luz de las posibilidades de divorcio previstas por las Iglesias ortodoxas. Recordando el Sínodo Ordinario celebrado en 1980 y dedicado al tema «La familia cristiana», se evidenció la notable evolución que se ha producido desde esa fecha en la cultura jurídica internacional, la necesidad de que la Iglesia sea consciente de este dato y de que las instituciones culturales —como las universidades católicas— se confronten con esta situación para seguir desempeñando un papel en el debate actual.

Bartolomé Esteban Pérez Murillo, familia con el pequeño san Juan» (1655-1660)

te en el testimonio del Evangelio y siempre es necesaria la creatividad en la pastoral. También se habló de la contribución insustituible de los fieles laicos en el anuncio del Evangelio de la familia. Especialmente los jóvenes, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades desempeñan un servicio de importancia vital, llevando a cabo una misión profética y a contracorriente en la época actual. Escuchar a los laicos y creer más en ellos es esencial, porque es en ellos y con ellos, donde la Iglesia puede encontrar respuestas a los problemas de las familias. Otro tema afrontado fue la precariedad laboral y el desempleo. La angustia por la falta de un trabajo seguro crea dificultad en las familias, así como la pobreza económica, que a menudo hace que sea imposible tener un hogar. No sólo: la falta de dinero a veces hace que se le «divinice» y que las familias se sacrifiquen en aras del beneficio. Es necesario, en cambio, insistir en que el dinero debe servir y no gobernar. Se reflexionó de nuevo sobre la necesidad de una mayor preparación para el matrimonio, prestando también una atención específica a la educación afectiva y sexual, para fomentar una verdadera mística familiar de la sexualidad. Y se recordó la gran contribución de los abuelos en la transmisión de la fe en la familia. Siempre, en referencia a las personas mayores, se insitió en la importancia de que el núcleo familiar acoja, con solidaridad, cuidado y ternura, a las personas de la tercera edad. La misma importancia debe darse a los enfermos, para acabar con esa «cultura del descarte», de la que a menudo nos habla el Papa Francisco. El cardenal secretario general, anunció a los seis miembros de la comisión para el mensaje final del Sínodo, presidido por el cardenal Ravasi, con el arzobispo Fernández como vicepresidente: obtenida la aprobación de los presentes delegados, fueron nombrados el patriarca Raï, el cardenal Gracias, los arzobispos Hart y Durocher y los obispos Arborelius y Madega Lebouakeman.


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El secretario de Estado a los nuncios de Oriente Medio

No hay que permanecer neutrales o indiferentes PIETRO PAROLIN Nuestra reunión es fruto de la paz traída al mundo por Cristo, que se convierte en don para todos nosotros, en Eucaristía, viniendo a alimentarnos todos los días con la novedad de su vida divina; y está iluminada por la noble y santa figura de san Francisco, que testimonia el camino de la caridad, de la humildad y de la pobreza como sendas privilegiadas para llegar a ser verdaderamente criaturas nuevas, capaces de comprender y cumplir la voluntad del Padre y llegar a la salvación. El santo de Asís nos enseña la razón, la valentía y la paciencia del diálogo, incluso con los más lejanos, para que, conquistados por la pureza de nuestras intenciones, puedan arrepentirse y desistir de sus proyectos de violencia y abuso. Hoy celebramos esta santa Eucaristía con conmoción por todo lo que está sucediendo en algunos países de Oriente Medio.

vuestra presencia dais a la paz y a la comprensión entre los pueblos. A través de vosotros se escucha la voz del Santo Padre, a través de vosotros se aclara la acción de la Sede apostólica en favor del derecho a la vida y en favor de la libertad religiosa, fundamentos de los derechos humanos. A través de vuestra acción prudente se sensibiliza a los Gobiernos y a las organizaciones internacionales sobre su deber de garantizar, del modo establecido por el derecho internacional, la paz y la seguridad, a fin de evitar que los agresores ocasionen daño. Todos estamos llamados a realizar con empeño esta tarea por la paz en el mundo, por la continuidad y el desarrollo de la presencia de las comunidades cristianas en Oriente Medio y por el bien común de la humanidad. En el himno de júbilo, tomado del pasaje de Mateo que hemos proclamado, Jesús da gracias y alaba al Padre por haber revelado los misterios divinos a los pequeños, a los sencillos y puros de corazón (cf. Mateo 11, 25), a los que no se cierran al amor de Dios pensando que no lo necesitan y pueden prescindir de él. Y este misterio revelado es Jesucristo, en quien se manifiesta el verdadero rostro del Padre y cuyo yugo es en verdad suave y su peso ligero, mientras que los otros yugos son de tal pesadez e inhumanidad que deforman y desfiguran el rostro del ser humano. Que san Francisco, profundamente unido a Cristo, nuestra paz, y por eso profeta de la paz y del diálogo, interceda por nosotros, nos ayude a ser testigos creíbles de Cristo resucitado y pida al Señor que convierta el corazón de los violentos y los pliegue a su yugo suave.

tivo de felicidad. Por tanto, una ale- prueba y para detener a los violengría que no desaparece ni siquiera tos. La Providencia también quiere en la tribulación y en el peligro, servirse de nosotros, de nuestra lipuesto que se funda en Dios. Una bertad y de nuestra laboriosidad y alegría como la que experimentó san creatividad, de nuestras iniciativas y Francisco, hasta tal punto unido a de nuestro compromiso diario. Los cristianos perseguidos y todos Cristo crucificado, que recibió los estigmas en su misma carne. Es la ale- los que sufren injustamente han de gría de todo fiel poder reconocer a la Iglesia como la cristiano que sabe institución que los defiende, que reque la Providencia za y actúa por ellos, que no teme guía a la historia y afirmar la verdad, convirtiéndose en Misa en la capilla Paulina que las fuerzas del palabra de quien no tiene voz, en Publicamos la homilía que pronunció el mal no prevalece- baluarte y apoyo de quien está abansecretario de Estado durante la misa celebrada donado, refugiado y discriminado. rán. en la Capilla Paulina, el sábado 4 de octubre, En efecto, todo depende de Dios Esta certeza que con los nuncios de los países mediorientales. nos alegra, lejos de y de su gracia, pero es preciso actuar dejarnos inactivos o como si todo dependiera de nosotransformarnos en tros, de nuestra oración y nuestra soespectadores indife- lidaridad. Os agradezco, queridos nuncios Nos sentimos profundamente rentes, nos impulsa individualmente preocupados al ver la creciente ame- y como comunidad cristiana, como que trabajáis en Oriente Medio, que naza a la paz y turbados por las Iglesia, a rezar con constancia y con- hayáis aceptado esta invitación a escondiciones de las comunidades cris- fianza y a tomar todas las iniciativas tar presentes durante estos días en el tianas que viven en los territorios en- concretas que sirvan para sensibilizar Vaticano para profundizar cum et sub tre Siria e Irak, controlados por una a los Gobiernos y a la opinión pú- Petro la situación en los países adonorganización que desprecia el dere- blica. Hay que tratar de hacer todo de fuisteis enviados a representar a cho y adopta métodos terroristas pa- lo posible para aliviar las condicio- la Santa Sede. Os agradezco la conra intentar expandir su poder. nes de nuestros hermanos en la tribución que con vuestro trabajo y Por eso dichas comunidades, que desde los tiempos apostólicos viven en esa tierra, tienen que afrontar situaciones de grave peligro y abierta Concluido el encuentro de los representantes pontificios persecución, y con frecuencia se ven obligadas a abandonar todo y a escapar de sus hogares y de su país. Es triste constatar cuán persistentes y activas son las fuerzas del mal y cómo en algunas mentes corruptas ha ganado terreno la convicción de El sábado 4 de octubre concluyó el encuentro de los inicio de los trabajos. La presencia de los nuncios de que la violencia y el terror son métorepresentantes pontificios en los países mediorientales las regiones permitió conocer de primera mano la sidos que se pueden usar para imporeunidos en el Vaticano, por deseo del Papa, para refle- tuación de los cristianos en los diversos países, así coner a los demás la propia voluntad mo el contexto en el que viven. Los superiores de los xionar sobre la dramática situación en la región. de poder, disimulada incluso con la Los participantes a la reunión manifestaron su grati- diversos dicasterios contribuyeron dando una visión de pretensión de consolidar una detertud al Pontífice por esta iniciativa y por su presencia al conjunto. Expresando su cercanía a los patriarcas, a los minada concepción religiosa. pastores y a los cristianos de Oriente Medio y otros Se trata claramente de una pervercomponentes religiosos y étnicos que sufren a causa de sión del auténtico sentido religioso, la violencia que arrecia en toda la región, sobre todo que tiene efectos dramáticos y al que en Irak y en Siria, los participantes aseguraron su oraes necesario responder. La Iglesia no ción y la de toda la Iglesia. Y al mismo tiempo reafirpuede permanecer en silencio ante maron la necesidad de hacer todo lo posible por ayulas persecuciones que sufren sus dar a estas personas y salir en ayuda de sus necesidahijos, y la comunidad internacional des, como ha recordado muchas veces el Papa. no puede permanecer neutral entre La situación de violencia a la que se corre el riesgo los agredidos y el agresor. de acostumbrarse, dándola casi por descontada como «Protégeme, Dios mío, que me retema de crónica cotidiana, debe cesar. Los participanfugio en ti» (Salmo 15). Así reza el tes consideraron la urgencia de poner fin a las guerras salmista. Él, a quien no faltan difien acto que han provocado ya numerosísimas víctimas, cultades y adversarios violentos, se y denunciaron las violaciones de las partes con respecdirige confiado al Señor. Los impíos to a las normas más elementales del derecho humanitay sus maquinaciones no lo descorazonan, porque sabe que su vida está rio internacional, con una referencia particular a los suen las manos de Dios. Sabe que su frimientos de los niños y mujeres. Lamentablemente auténtica fuerza y seguridad es el continúa sin escrúpulos el tráfico de armas y más grave Señor, que le da paz y alegría y está Un militar turco con un pequeño refugiado sirio (LaPresse/Ap) SIGUE EN LA PÁGINA 7 preparando para él un futuro defini-

Para detener las violaciones de los derechos humanos


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número 41, viernes 10 de octubre de 2014

En el discurso al patriarca Mar Dinkha

IV

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la preocupación por las guerras y la violencia en Oriente Medio

Sufrimiento compartido Somos conscientes de que lo que nos une es mucho más de lo que nos divide No existen «razones religiosas, políticas o económicas que puedan justificar lo que le está sucediendo a centenares de miles de hombres, mujeres y niños inocentes» en Oriente Medio. Lo afirmó el Papa Francisco en el discurso que dirigió al catholicós Mar Dinkha IV, patriarca de la Iglesia asiria de Oriente, recibido en audiencia el jueves 2 de octubre por la mañana. Santidad, Cristo:

amados

hermanos

en

Es para mí un momento de gracia y de verdadera alegría poderos acoger aquí, ante la tumba del apóstol Pedro. Con afecto doy la bienvenida a Vuestra Santidad y también le agradezco las amables palabras que me ha dirigido en nombre de los distinguidos miembros de su delegación. A través de vosotros, saludo en el Señor a los obispos, al clero y a los fieles de la Iglesia asiria de Oriente. Con las palabras del apóstol Pablo, rezo para que «la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Flp 4, 7). Nuestro encuentro está marcado por el sufrimiento que compartimos por las guerras que se están librando en diversas regiones de Oriente Medio y, en particular, por la violencia que se está cometiendo contra los

cristianos y los miembros de otras minorías religiosas, especialmente en Irak y en Siria. ¡Cuántos hermanos y hermanas nuestros están sufriendo persecución diaria! Cuando pensamos en su sufrimiento, vamos espontáneamente más allá de las distinciones de rito o de confesión: en ellos está el cuerpo de Cristo que, aún hoy, es herido, golpeado, humillado. No existen razones religiosas, políticas o económicas que puedan justificar lo que le está sucediendo a centenares de miles de hombres, mujeres y niños inocentes. Nos sentimos profundamente unidos en la oración de intercesión y en la acción de caridad por estos miembros del cuerpo de Cristo que están sufriendo. Santidad: Vuestra visita es un ulterior paso por el camino de una creciente cercanía y comunión espiritual entre nosotros, después de las amargas incomprensiones de los siglos pasados. Hace ya veinte años, la Declaración cristológica común firmada por usted y por mi predecesor, el Papa san Juan Pablo II, constituyó una piedra miliar de nuestro camino hacia la comunión plena. Con ella reconocimos que confesamos la única fe de los Apóstoles, la fe en la divinidad y en la humanidad de nuestro Señor Jesucristo, unidas en una única persona, sin confusión ni cambio, sin división ni

separación. Para usar las palabras de ese documento histórico, «confesamos juntos la misma fe en el Hijo de Dios que se hizo hombre por nosotros para que nosotros, por medio de su gracia, llegáramos a ser hijos de Dios». Deseo asegurarle mi compromiso personal en seguir caminando a lo largo de esta senda, profundizando ulteriormente las relaciones de amistad y de comunión que existen entre la Iglesia de Roma y la Iglesia asiria de Oriente. Acompaño con la oración el trabajo de la Comisión mixta para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia asiria de Oriente para que, gracias a él, llegue pronto el día bendito en que podamos celebrar en el mismo altar el sacrificio de alabanza, por el que seremos uno en Cristo. En espera de ese día, sentimos que caminamos

El encuentro de los representantes pontificios VIENE DE LA PÁGINA 6

todavía, las personas mismas son objeto de comercio. Tras examinar la dramática situación humanitaria, de las que sufren las consecuencias, entre otros, los numerosos desplazados y refugiados en otros países, destacaron la imperiosa necesidad de que se garantice a todos la asistencia humanitaria sin discriminación. Despierta gran preocupación la conducta de algunos grupos extremistas, en especial del así llamado «Estado Islámico», cuyas violencias y abusos no pueden dejarnos indiferentes. No se puede callar, ni la comunidad internacional puede permanecer inerte, ante la masacre de personas solamente por causa de su pertenencia religiosa y étnica, ante la decapitación y crucifixión de seres humanos en las plazas públicas, el éxodo de miles de personas, la destrucción de los lugares de culto. Los participantes reafirmaron que es lícito detener al agresor injusto, siempre en el respeto del derecho internacional. Sin embargo, no se puede solamente confiar la solución del problema a la repuesta militar, sino que tiene que afrontarse más profundamente partiendo de las causas que están al origen y que son aprovechadas por la idelogía fundamentalista. Un papel importante deberían desempeñar los líderes religiosos, cristianos y musulmanes, colaborando para favorecer el diálogo y la educación en la comprensión recíproca, y denunciar claramente la instrumentalización de la religión para justificar la violencia. Ante el drama de tantas personas que han sido obligadas a dejar sus casas de manera brutal, los participantes ratificaron la necesidad de que se reconozca el derecho de los cristianos y de los demás grupos étnicos y religiosos a permanecer en sus tierras de origen y, en el caso de que hayan sido obligados a emigrar, el derecho de regresar en condiciones adecuadas de seguridad, teniendo la posibilidad de vivir y trabajar en libertad y con perspectivas para el futuro. Esto requiere en las circunstancias actuales el compromiso tanto de los Gobiernos interesados como de la comunidad inter-

juntos en presencia del Señor, así como hizo nuestro padre Abraham en su peregrinación de fe hacia la Tierra prometida, conscientes de que, aunque la meta parece lejana y solo podemos gustarla en la esperanza, es don prometido por el Señor y, por tanto, no dejará de manifestarse. Lo que ya nos une es mucho más que lo que nos separa, por este motivo nos sentimos impulsados por el Espíritu a intercambiar desde ahora los tesoros espirituales de nuestras tradiciones eclesiales, para vivir como verdaderos hermanos, compartiendo los dones que el Señor no cesa de otorgar a nuestras Iglesias como signo de su bondad y misericordia. Santidad: Le agradezco su visita e invoco sobre usted, sobre el clero y sobre los fieles encomendados a su cuidado pastoral, por intercesión de la Santísima Madre de Dios, la abundancia de las bendiciones divinas.

Los tuits en @Pontifex_es 3 O CT [09.15 AM] La Iglesia y la sociedad necesita familias felices. #prayforsynod nacional. Están en juego los principios fundamentales como el valor de la vida, la dignidad humana, la libertad religiosa, y la convivencia pacífica y armoniosa entre las personas y entre los pueblos. No nos podemos resignar a pensar en Oriente Medio sin cristianos, que desde dos mil años, testimonian allí el nombre de Jesús. Ellos quieren seguir contribuyendo al bien de la sociedad, incorporados como ciudadanos a pleno título en la vida social, cultural y religiosa de las naciones a las que pertenecen. En ellas desempeñan un papel fundamental como artífices de paz, de reconciliación y de desarrollo. También fue confirmada la importancia de la acción de los fieles laicos en la vida social y política y, por tanto, la necesidad de una formación adecuada también por lo que respecta a la doctrina social de la Iglesia.

4 O CT [10.04 AM] Como Jesús le dijo a Marta en el Evangelio, sólo una cosa es necesaria: orar. #praywithus 5 O CT [10.00 AM] Al comenzar el Sínodo sobre la Familia, pidamos al Señor que nos muestre el camino. #prayforsynod 6 O CT [12.40 PM] Ven, Espíritu Santo, derrama sobre nosotros tus dones durante este Sínodo. #prayforsynod 7 O CT [13.00 PM] Pidamos al Señor la gracia de no hablar mal de nadie, de no criticar, de no chismorrear, de querer a todos


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El Papa al Consejo de las Conferencias episcopales del continente

Cómo hablar de Dios a Europa La invitación a «ser una “voz profética” dentro de la sociedad, sobre todo allí donde el proceso de secularización en curso en el continente tiende a hacer cada vez más marginal hablar de Dios», la dirigió el Papa Francisco a los participantes en la plenaria del Consejo de Conferencias episcopales de Europa (CCEE), recibidos en audiencia en la sala del Consistorio el viernes 3 de octubre por la mañana. A continuación, el texto del discurso del Pontífice. Queridos hermanos obispos: Os saludo con afecto a todos, con ocasión de la asamblea plenaria del Consejo de Conferencias episcopales de Europa y agradezco al cardenal Péter Erdő las palabras con las que ha introducido este encuentro. Como pastores cercanos a vuestro pueblo y atentos a las exigencias de la gente, conocéis bien la complejidad de los escenarios y la importancia de los desafíos que también debe afrontar la misión de la Iglesia en Europa. Como escribí en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, estamos llamados a ser una Iglesia «en salida», en movimiento desde el centro hacia la periferia, para salir al encuentro de todos, sin miedo, sin desconfianza y con valentía apostólica (cf. n. 20) ¡Cuántos hermanos y hermanas, cuántas situaciones, cuántos contextos, incluso los más difíciles, tienen necesidad de la luz del Evangelio! Quiero agradeceros, queridos hermanos, el compromiso con el que habéis acogido este texto. Sé que es-

te documento es cada vez más objeto de amplia reflexión pastoral y estímulo para caminos de fe y evangelización de tantas parroquias, comunidades y grupos. También este es un signo de comunión y unidad de la Iglesia. El tema de vuestra plenaria, «Familia y futuro de Europa», constituye una ocasión importante para reflexionar juntos sobre cómo valorizar a la familia en cuanto recurso inestimable para la renovación pastoral. Me parece importante que pastores y familias trabajen juntos, con espíritu de humildad y diálogo sincero, para que las comunidades parroquiales lleguen a ser «familia de familias». En este ámbito, dentro de vuestras respectivas Iglesias locales han florecido interesantes experiencias que merecen la atención necesaria y acrecentar una proficua colaboración. Novios que viven seriamente la preparación para el matri-

monio; parejas de esposos que acogen a hijos de otros de modo transitorio o en adopción; grupos de familias que en la parroquia o en los movimientos se ayudan en el camino de la vida y de la fe. No faltan diferentes experiencias de pastoral de la familia y de compromiso político y social en apoyo de las familias, ya sea de las que viven una vida matrimonial ordinaria, ya sea de las que viven afectadas por problemas o rupturas. Es importante captar estas experiencias significativas presentes en los diversos ámbitos de la vida de los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, acerca de los cuales hay que realizar un discernimiento oportuno para después «ponerlos en la red», implicando así a otras comunidades diocesanas. La colaboración entre pastores y familias también se extiende al campo de la educación. Por sí misma la familia que ya cumple bien su mi-

sión con sus miembros es una escuela de humanidad, de fraternidad, de amor, de comunión, que prepara a ciudadanos maduros y responsables. Una colaboración abierta entre realidad eclesial y familia favorecerá la maduración de un espíritu de justicia, de solidaridad, de paz y también de valentía en las propias convicciones. Se trata de apoyar a los padres en su responsabilidad de educar a los hijos, salvaguardando su derecho imprescindible de dar a sus hijos la educación que consideren más idónea. En efecto, los padres siguen siendo los primeros y principales educadores de sus hijos, por tanto, tienen el derecho de educarlos en conformidad con sus convicciones morales y religiosas. Al respecto, se podrán delinear comunes y coordinadas directrices pastorales que habrá que poner en práctica para promover y apoyar positivamente a las escuelas católicas. Queridos hermanos: Os aliento a proseguir vuestro compromiso de favorecer la comunión entre las distintas Iglesias de Europa, facilitando una adecuada colaboración con vistas a una evangelización fructuosa. También os invito a ser una «voz profética» dentro de la sociedad, sobre todo allí donde el proceso de secularización en curso en el continente tiende a hacer cada vez más marginal hablar de Dios. Que en esta tarea os sostenga la intercesión celestial de la Virgen María y de las santas y santos patronos de Europa. Os pido, por favor, que recéis por mí, y os bendigo de corazón.

Discurso a la plenaria Justicia y paz

Para tutelar el derecho al trabajo La necesidad de tutelar los derechos del trabajo y de promover reformas orientadas a redistribuir riqueza y soberanía fue indicada por el Papa a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo pontificio Justicia y paz, a quienes recibió en audiencia el jueves 2 de octubre, por la mañana, en la sala Clementina. Señores cardenales, queridos hermanos obispos y sacerdotes, hermanos y hermanas: Os saludo a todos con afecto y doy las gracias al cardenal Peter Turkson por las palabras con las que ha introducido este encuentro. Vuestra plenaria coincide con el quinto aniversario de la promulgación de la encíclica Caritas in veritate. Un documento fundamental para la evangelización del ámbito social, que ofrece valiosas indicaciones para la presencia de los católicos en la sociedad, en las instituciones, en la economía, en la finanza y en la política. La Caritas in veritate atrajo la atención sobre los beneficios pero también sobre los peligros de la globalización, cuando ella no se orienta al bien de los pueblos. Si la globalización acrecentó notablemente la riqueza global del conjunto y de mu-

chos Estados concretos, ella también aumentó las diferencias entre los diversos grupos sociales, creando desigualdades y nuevas pobrezas en los mismos países considerados más ricos. Uno de los aspectos del actual sistema económico es la explotación del desequilibrio internacional en los costes del trabajo, que afecta a miles de personas que viven con menos de dos dólares al día. Un tal desequilibrio no sólo no respeta la dignidad de quienes mantienen la mano de obra a bajo precio, sino que destruye fuentes de trabajo en esas regiones donde es mayormente tutelado. Aquí se presenta el problema de crear mecanismos de tutela de los derechos del trabajo, además del ambiente, en presencia de una creciente ideología de consumo, que no muestra responsabilidad en relación con las ciudades y la creación. El crecimiento de las desigualdades y las pobrezas ponen en riesgo la democracia inclusiva y participativa, la cual presupone siempre una economía y un mercado que no excluyen y que son justos. Se trata, entonces, de vencer las causas estructurales de las desigualdades y de la pobreza. En la exhortación apostóli-

ca Evangelii gaudium he querido señalar tres instrumentos fundamentales para la inclusión social de los más necesitados, como la educación, el acceso a la asistencia sanitaria y el trabajo para todos (cf. n. 192). En otras palabras, el Estado de derecho social no va rechazado y en particular el derecho fundamental al trabajo. Esto no puede considerarse una variable que depende de los mercados financieros y monetarios. Esto es un bien fundamental con respecto a la dignidad (cf. Ibid.), a la formación de una familia, a la realización del bien común y de la paz. La instrucción y el trabajo, el acceso al welfare para todos (cf. Ibid, 205), son elementos clave ya sea para el

desarrollo y la justa distribución de los bienes, ya sea para alcanzar la justicia social, ya sea para pertenecer a la sociedad (cf. Ibid, 53) y participar libre y responsablemente en la vida política, entendida como gestión de la res publica. Visiones que buscan aumentar la rentabilidad, a costa de la restricción del mercado del trabajo que crea nuevos excluidos, no son conformes a una economía al servicio del hombre y del bien común, a una democracia inclusiva y participativa. Otro problema surge de los desequilibrios permanentes entre sectores económicos, entre remuneraciones, SIGUE EN LA PÁGINA 22


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Durante la primera congregación general la relación del secretario general

Colegialidad en camino La primera congregación general se llevó a cabo el lunes 6 de octubre, por la mañana. Después del canto de la hora tercia, el saludo del cardenal André Vingt-Trois, presidente delegado de turno, y las palabras de introducción del Papa, tomó la palabra el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo. A continuación el texto de su relación. Beatísimo Padre, eminentísimos y excelentísimos padres sinodales, queridos hermanos y hermanas: Con gran honor y emoción me dirijo a la asamblea general del Sínodo de obispos, la III Extraordinaria, por primera vez en calidad de secretario general, después de mi nombramiento el 21 de septiembre de 2013, y deseo agradecer a Vuestra Santidad que al comienzo de su Pontificado haya convocado esta Asamblea, suprema expresión de la colegialidad episcopal, sobre el tema: «Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización». En la primera Homilía en la Capilla Sixtina (14 de marzo de 2013), Vuestra Santidad, al trazar la línea del Pontificado, citó tres verbos: caminar, edificar y profesar, situando en el primer puesto «caminar». Y caminar juntos es precisamente «syn-odós», «Synodus». Es la Iglesia, comunidad de los creyentes en Cristo, caminando hacia la casa del Padre, misionera en las calles del mundo, la que anuncia y profesa la fe en Cristo Jesús, desde su papel de organismo institucional y a través de los distintos carismas y ministerios que especifican en comunión el método, el estilo de vida y el testimonio del Evangelio. Querría, Santidad, expresar mi gratitud, además, por la buena noticia —que los padres Sinodales y la Iglesia entera han acogido y recibido con alegría— de la beatificación de Pablo VI, que se celebrará el próximo domingo 19 de octubre al final de esta Asamblea General Extraordinaria. El acontecimiento se inscribe en el contexto significativo de esta Asamblea, que cuenta con la presencia de miembros sinodales provenientes de todo el mundo, encuadrado en el gran marco de comunión que en estos días se manifiesta en numerosas iniciativas de oración por el buen resultado del Sínodo. Pablo VI, declarado beato en el contexto sinodal, marca un momento relevante de colegialidad y sinodalidad, por lo actual de su figura, a distancia de 50 años, como el Papa que guió y clausuró el Concilio Ecuménico Vaticano II y el Papa que, aplicando el Concilio, instituyó el Sínodo de los obispos y acompañó sus primeros pasos. El próximo año 2015, reunidos nuevamente en Sínodo, tendremos la satisfacción de celebrar los dos aniversarios. Deseo dirigirme a los 253 participantes de esta Asamblea Sinodal, presidida por el Sumo Pontífice, el Papa Francisco, Cabeza del Colegio Episcopal y Pastor de la Iglesia Uni-

versal, para darles una cordial y sentida bienvenida. Saludo a los padres sinodales provenientes de los cinco continentes, que son los jefes de los 13 Sínodos de obispos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, los presidentes de las 114 Conferencias episcopales y los 3 Representantes de la Unión de superiores generales. También saludo fraternalmente a los 26 jefes de los dicasterios de la curia romana, los 15 miembros del XIII Consejo ordinario y los 26 miembros de nombramiento pontificio. Dirijo un saludo especial a los 8 Delegados fraternos, representantes de Iglesias y comunidades eclesiales, que comparten con los católicos el compromiso de trabajar por una acción eficaz en favor de la familia. Asimismo saludo cordialmente a los 16 expertos y los 38 oyentes (Auditores), hombres y mujeres, elegidos entre muchos especialistas y personas comprometidas en la pastoral familiar, conscientes de que sus competencias y testimonios personales y los de sus respectivas comunidades enriquecerán los trabajos sinodales. Extiendo mi cordial saludo a los encargados de Prensa, a los asistentes, a los traductores, al personal técnico y, en especial, al Excmo. subsecretario, recientemente elevado al episcopado y a los colaboradores de la Secretaría General del Sínodo de los obispos, agradecido por su generosa y valiosa contribución en la preparación de la Asamblea sinodal. La Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los obispos, por su misma naturaleza, como consta en las normas estatutarias del Organismo (Ordo Synodi Episcoporum), se configura como una Asamblea con finalidades específicas tanto en la materia como en su rápida definición por el bien de la Iglesia universal. También se diferencia de la Ordinaria y de la Especial por la cualidad, por el número institucional de los miembros y por su duración. Para una nueva dinámica del Sínodo y por la urgencia que se atribuye al tema anunciado, «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización», el 8 de octubre de 2013 el Santo Padre eligió este tipo de Asamblea, cuando convocó la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo del 5-19 de octubre de 2014, que ahora estamos celebrando. Es una fecha importante porque la Secretaría General del Sínodo de obispos, junto con su Consejo ordinario, aceptó el deseo del Santo Padre de dividir el recorrido sinodal en varios tiempos —que se describirán más adelante—, es decir, en dos etapas, o más bien tres, si se incluye el Consistorio de cardenales del 20-21 del pasado febrero. El criterio que ha guiado este nuevo camino sinodal es el de seguir la normativa vigente, marchar hacia adelante y dar los pasos necesarios para alcanzar los objetivos de la eficacia y la tempestividad. Ahora me referiré a las distintas actividades del Sínodo de los obispos durante el lapso de tiempo transcurrido desde la XIII Asamblea

General Ordinaria celebrada en 2012, a la Preparación de la Asamblea General Extraordinaria y a las prospectivas y novedades de este Sínodo, con una conclusión.

Actividades entre la XIII Asamblea General Ordinaria de 2012 y la III Asamblea General Extraordinaria La Asamblea General Ordinaria finalizó el 28 de octubre de 2012 con las «propositiones» que fueron entregadas al Santo Padre, entonces el Papa Benedicto XIV, siguiendo la práctica habitual. Al final de esa Asamblea sinodal se constituyó el XIII Consejo ordinario de la Secretaría General, compuesto por 15 miembros (12 elegidos por la Asamblea y 3 por nombramiento pontificio), el cual celebró siete reuniones. La primera reunión se celebró justo al final de la Asamblea General Ordinaria, el 28 de octubre de 2012, durante la cual se dio a conocer el trabajo que había que hacer y se indicaron los pasos que había que dar. La segunda reunión, llevada a cabo el 26 de noviembre de 2012, tenía dos finalidades: por una parte, el examen del material obtenido en la XIII Asamblea General Ordinaria con vistas a la redacción de un borrador para un posible documento post-sinodal; por otra, la puesta en marcha de la consulta sobre el tema de la XIV Asamblea General Ordinaria prevista para el año 2015, aniversario de los 50 años de la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II. Durante la tercera reunión, que tuvo lugar del 23 al 24 de enero de 2013, el Consejo ordinario siguió preparando el borrador final del documento post-sinodal y el análisis de las propuestas para el tema de la siguiente Asamblea General Ordinaria. La reunión se cerró con la formulación de una terna de argumentos, entre los cuales aparecían en primer lugar la temática cristológica y la antropológica con especial referencia a la Const. conciliar Gaudium et spes, 22. Por aquel entonces se produjo la renuncia del Papa Benedicto XVI, el 11 de febrero de 2013 y la elección del sucesor, el Papa Francisco, el 13 de marzo de 2013. Tras su elección, el nuevo Pontífice, con ocasión de la cuarta reunión del XIII Consejo ordinario, que tuvo lugar durante los días 13 y 14 de junio, recibió en Audiencia al entonces Secretario General, Su Excelencia Nikola Eterović y a los miembros del Consejo ordinario. En dicha reunión se entregó al Santo Padre Francisco un texto que recogía los frutos de la XIII Asamblea General Ordinaria sobre la evangelización, así como los resultados de la consulta para el tema de la

siguiente Asamblea General Ordinaria. Posteriormente, el Santo Padre, en la Audiencia al Secretario General del 4 de julio de 2013, trazó las líneas generales de un tema relativo a la vocación de la persona y de la familia humana. Ahora hablaré de la preparación, remota e inmediata, de la III Asamblea General Extraordinaria que ayer se inauguró solemnemente con la celebración eucarística presidida por el Santo Padre y concelebrada por todos los padres sinodales así como por los presbíteros participantes en los trabajos sinodales.

Preparación de la III Asamblea General Extraordinaria Después de la cuarta reunión del Consejo ordinario, el 23 de agosto de 2013, el Papa Francisco recibió en Audiencia al Secretario General, el Excelentísimo Nikola Eterović, y en dicha ocasión decidió convocar la III Asamblea General Extraordinaria, eligiendo el tema de los desafíos pastorales en la familia. A continuación, el Papa Francisco, al confiarme, el 21 de septiembre de 2013, el encargo de guiar la Secretaría General del Sínodo de obispos, y al invitarme al mismo tiempo a dar un nuevo impulso y a potenciar la estructura sinodal, expresó su voluntad de convocar lo antes posible la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo con el tema que había anunciado, pero que aún no había proclamado oficialmente. Mientras tanto el XIII Consejo ordinario, presidido por el Santo Padre, se reunía los días 7 y 8 de octubre 2013: la quinta reunión. En esa reunión comenzó enseguida el proceso de preparación, con la redacción del primer borrador del Documento Preparatorio de la Asamblea General Extraordinaria. El texto, sometido al examen de los miembros del Consejo, incluía un Cuestionario que debía llegar a toSIGUE EN LA PÁGINA 10


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Relación del secretario general VIENE DE LA PÁGINA 9

dos los organismos implicados y, más extensamente, a toda la Iglesia para poner en marcha una consulta sobre los desafíos pastorales relativos a la familia. El documento fue aprobado más tarde con enmiendas, que se añadieron debidamente antes del envío a sus destinatarios y de su publicación. Precisamente al final de los trabajos de esta reunión, el Santo Padre convocó, el 8 de octubre de 2013, la III Asamblea General Extraordinaria, fijando definitivamente el tema con la siguiente formulación: «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización». En esa misma reunión el Santo Padre confió oficialmente los preparativos de la Asamblea General Ordinaria al XIII Consejo ordinario, elegido durante la XIII Asamblea General Ordinaria de 2012. Seguidamente, el día 14 de octubre de 2013 el Santo Padre Francisco nombró el Relator General, el Emmo. Card. Péter Erdő, y el Secretario Especial, el Excmo. Bruno Forte, miembros del XIII Consejo ordinario, los cuales, en estrecha colaboración con la Secretaría General del Sínodo de los obispos, se dispusieron a realizar lo mejor posible sus respectivas funciones. El Documento Preparatorio (Lineamenta) fue presentado en Conferencia de Prensa el 5 de noviembre de 2013 en seis idiomas (alemán, español, francés, inglés, italiano y portugués). Con este acto público se ofrecía una amplia consulta a toda la Iglesia, que ha visto trabajar a las comunidades locales en la reflexión y la oración sobre el tema de la Asamblea sinodal. El Cuestionario ha suscitado un gran interés entre los pastores y los fieles. Lo demuestra el alto porcentaje de las respuestas recibidas: el 83,11% del total de los interesados (88,59 % de las Conferencias episcopales; 65,38 % de los dicasterios de la curia romana; 76,92 % de los Sínodos de las Iglesias Orientales). A estas respuestas se añaden las numerosas observaciones de individuos y grupos, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Las aportaciones, que se han dado como respuestas al «Cuestionario» del Documento Preparatorio, han sido objeto de un esmerado examen y estudio por parte de la Secretaría General y del Consejo ordinario, que dedicó a esta tarea su sexta reunión, llevada a cabo del 24 al 25 de febrero de 2014, presidida por el Santo Padre, durante la cual se presentó el primer borrador del Instrumentum Laboris, fruto del trabajo de un equipo de 9 personas expertas que estudiaron y resumieron las respuestas al Cuestionario. Entre la sexta y la séptima reunión del Consejo ordinario tuvo lugar el nombramiento de los presidentes Delegados, los Eminentísimos cardenales André Vingt-Trois, Arzobispo de París, Luis Antonio G. Tagle, Arzobispo de Manila y Raymundo Damasceno Assis, Arzobispo de Aparecida (15 de marzo de 2014). Además, en ese mismo período, el Santo Padre elevó a la dignidad episcopal al subsecretario, el Excmo.

las Iglesias Católicas Orientales sui iuris, los presidentes de las 114 Conferencias episcopales y los jefes de 25 dicasterios de la curia romana. A estos se añaden, por disposición del Santo Padre, en calidad de miembros ex officio, los Prelados que forman parte del XIII Consejo ordinario, a los cuales se ha confiado la tarea de preparar la Asamblea Extraordinaria. Como miembros ex electione, participan 3 Religiosos elegidos por la Unión de superiores generales. Por último, también toman parte en la Asamblea sinodal 26 Miembros ex nominatione pontificia, provenientes de distintas partes del mundo: 14 cardenales, 5 Arzobispos, 3 obispos y 4 Presbíteros. En el conjunto de los 191 padres sinodales se cuentan 61 cardenales, 1 Patriarca cardenal, 7 Patriarcas, 1 Arzobispo Mayor, 66 Arzobispos (de los cuales 2 son Metropolitanos, 3 titulares y 2 eméritos), 47 obispos (de los cuales 1 es titular, 2 son Vicarios Apostólicos, 1 Exarca Apostólico y 1 emérito), 1 Obispo Auxiliar, 1 sacerdote Prelado y 6 Religiosos. Además, según el Art. 7 del Ordo Synodi, han sido invitados a esta Asamblea sinodal otros participantes en calidad de expertos o colaboradores del Secretario Especial (16), oyentes o Auditores (38) y Delegados Fraternos Maximino Cerezo Barredo, «Familia Santa» (8), provenientes de distintas yo de 2014. Traducido en los mismos culturas y naciones. Hay que subraseis idiomas del Documento Prepa- yar que, entre los oyentes, al tratarse ratorio, se hizo público en la Confe- de un sínodo dedicado a la familia, rencia de Prensa del 26 de junio de se ha querido dar especial importan2014 y se difundió ampliamente en cia a la participación de parejas casadas, padres y jefes de familia, cuyo la página Web de la Santa Sede. Por lo que se refiere a la composi- número es de 12. También entre los ción de esta Asamblea sinodal, hay 16 expertos se ha incluido a una paque recordar que según el Ordo Sy- reja casada. Agradecemos la presennodi Episcoporum (Art. 5 § 2) en la cia de los Delegados Fraternos, en Asamblea General Extraordinaria to- representación de otras Iglesias y coman parte, en calidad de miembros munidades eclesiales. Ellos sin duda ex officio, los jefes de las Iglesias comparten con la Iglesia católica el Orientales Católicas sui iuris, los interés por la evangelización y el presidentes de las Conferencias epis- cuidado pastoral de las familias en el copales (nacionales o de varias na- mundo actual. Paralelamente a las actividades de ciones) y tres Religiosos elegidos por la Unión de superiores genera- normal administración en preparales. Además, según las mismas nor- ción de la III Asamblea General Exmas sinodales (Art. 5 § 4) es prerro- traordinaria, la Secretaría General ha gativa del Santo Padre nombrar de llevado a cabo otras actividades relacionadas con el argumento sinodal, propia voluntad otros miembros. Por tanto, en esta Asamblea Extraor- con el fin de analizar algunos temas dinaria participan 191 padres sinoda- específicos que están estrechamente les según las tres siguientes catego- vinculados a la temática general. rías: 162 ex officio, 3 ex electione y 26 Con este propósito, se han organizaex nominatione pontificia. La Asam- do varias reuniones, llamadas «Interblea sinodal compuesta de esta for- dicasteriales», que han incluido a rema acoge a padres sinodales venidos presentantes de algunos dicasterios de los cinco continentes: 42 de Áfri- de la curia romana así como a persoca, 38 de América, 29 de Asia, 78 nalidades del mundo académico de Europa y 4 de Oceanía. las Universidades pontificias romaLos miembros ex officio son los je- nas. En estos encuentros se ha realifes de los 13 Sínodos de obispos de zado una importante tarea de estuMons. Fabio Fabene, el 8 de abril de 2014, asignándole la Diócesis titular de Acquapendente. En dicha ocasión el Santo Padre escribió una carta al Secretario General en la que manifestaba su voluntad de promover la colegialidad y desarrollar aún más la sinodalidad en la Iglesia. El abundante material recogido y ordenado por la Secretaría General en respuesta al Cuestionario del Documento Preparatorio se sintetizó en la redacción del Instrumentum laboris o Documento de trabajo, cuyo texto fue discutido y aprobado durante la séptima reunión del Consejo ordinario, celebrada los días 13 y 14 de ma-

dio y profundización que ha sido de gran utilidad para elaborar la síntesis de las respuestas, para redactar el texto del Instrumentum laboris y para preparar a la Secretaría General a afrontar los trabajos sinodales. Por último, la Secretaría General ha puesto en marcha para esta Asamblea Extraordinaria algunas iniciativas de oración acerca de la familia. Concretamente, la Solemnidad de la Sagrada Familia, el domingo 29 de diciembre de 2013, fue celebrada contemporáneamente con especial énfasis en tres importantes lugares de culto: la Basílica de la Anunciación en Nazaret en Tierra Santa, la Basílica de la Santa Casa de Loreto en Italia, y el Santuario de la Sagrada Familia en Barcelona. Además, el Santo Padre durante el Angelus de ese domingo apoyó la iniciativa invitando a toda la Iglesia a la oración por el buen éxito de la Asamblea sinodal. En esa ocasión se difundió en varias versiones lingüísticas la oración para el Sínodo sobre la familia, escrita ex profeso por el Santo Padre. También el domingo 28 de septiembre fue una jornada especial de oración por el Sínodo, que la Secretaría General promovió invitando a todas las Conferencias episcopales y otros Organismos eclesiales interesados a unirse en oración por las familias y los trabajos sinodales. Con ese fin, se ha propuesto y difundido un esquema de oración de los fieles para utilizar en las celebraciones de la Misa dominical. Desde hoy, mientras estamos aquí reunidos para llevar adelante nuestro trabajo, en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma los fieles rezarán por el Sínodo en la Capilla de la Salus Populi Romani, con la colaboración de la diócesis de Roma. Allí, estarán expuestas las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús y sus beatos padres, Zélie y Louis Martin, así como las reliquias de los beatos cónyuges Luigi e Maria Beltrame Quatrocchi.

Perspectivas y novedades La amplia descripción de las actividades de la Secretaría General, especialmente en preparación de la Asamblea Extraordinaria que se abre hoy, permite identificar las novedades y perspectivas en las cuales puede crecer el Sínodo de los obispos, como ya preveía Pablo VI en la introducción del Motu Proprio Apostolica Sollicitudo. Es evidente que la primera novedad concierne al camino sinodal que ha querido el Santo Padre. Un camino que se desarrollará entre dos sínodos: la actual Asamblea Extraordinaria y la Ordinaria del próximo año. Un tiempo fuerte y oportuno, un Kairos para toda la Iglesia: pastores y fieles, en el cual dejarse guiar por el Espíritu Santo para realizar la sinodalidad a la que nos ha llamado en diversas ocasiones el Santo Padre como elemento relevante del Pontificado y de la vida de la Iglesia. Juntos, cada uno con su improrrogable responsabilidad, somos llamados a reflexionar y profundizar, a la luz del Evangelio y de la fe de la Iglesia sobre el tema de la familia. En el camino preparatorio y en el hecho de


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estar aquí reunidos con el Obispo de Roma vemos realizada la enseñanza del Papa Francisco que no se cansa nunca de recordarnos que «debemos caminar juntos: la gente, los obispos y el Papa. La sinodalidad hay que vivirla a varios niveles (cf. Entrevista a La Civiltà Cattolica de septiembre de 2013 (n. 164 -19/09/2013- 465-466) y refiriéndose a la misión del Sucesor de Pedro de confirmar en la fe, el Santo Padre añadía: «Confirmar en la unidad: el Sínodo de los obispos, en armonía con el primado. Hemos de ir por este camino de la sinodalidad, crecer en armonía con el servicio del primado.… Esto debe impulsar a superar siempre cualquier conflicto que hiere el cuerpo de la Iglesia. Unidos en las diferencias: no hay otra vía católica para unirnos. Este es el espíritu católico, el espíritu cristiano: unirse en las diferencias. Este es el camino de Jesús...» (Homilía en la solemnidad de san Pedro y san Pablo, 29 de junio de 2013). En este espíritu sinodal de comunión fraterna se desarrolló la fase preparatoria de esta Asamblea sinodal, en la cual se escuchó al Pueblo de Dios en su variedad de obispos, presbíteros, diáconos y fieles laicos. Mediante el Cuestionario adjunto al Documento Preparatorio se expresaron además de las Conferencias episcopales y quienes tenían derecho a hacerlo, sacerdotes y numerosos fieles laicos o asociaciones de laicos, que con sus observaciones manifestaron su pensamiento acerca de las cuestiones más vivas de la familia en nuestro tiempo. Con el Cuestionario salió a la luz una realidad difusa en las diócesis y las parroquias de asociaciones y grupos formados por hombres y mujeres que trabajan para sostener a la familia en las diversas situaciones de cada continente. Las numerosas respuestas recibidas fueron alentadas, por una parte, por el tema del Sínodo que toca la vida pastoral de las comunidades y la solicitud que los obispos tienen desde hace tiempo por la familia. Por otra parte, ha contribuido el espíritu de libertad y de sinceridad deseados desde el principio. Esta amplia libertad de expresión debe caracterizar también esta asamblea sinodal, ya que expresar las propias convicciones siempre es positivo, si se hace con el debido respeto, caridad y sentido constructivo. Todos somos conscientes de que en la libertad crece la comunión fraterna, se enriquece el debate y se identifican las opciones pastorales más adecuadas para la familia de hoy. En efecto, es importante expresarse sin miedo y sin sospechas. Sentirse libres de ex-

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presar lo que se cree o aquello de lo que se duda muestra la cualidad del hombre que lo distingue de las otras criaturas y lo hace responsable ante Dios y ante los hombres. La discusión, pues, en el Sínodo será abierta, habrá confrontación y los participantes en sus diversas funciones están llamados a hacer predominar, no su propio interés o punto de vista, sino a buscar la verdad, que no es un concepto abstracto, fruto de especulación filosófica o teológica, sino la persona de Cristo, Hombre-Dios, hombre histórico e Hijo del Padre: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Hay que partir de ahí. El primer evangelizador fue Jesús, que salió a las calles y se dio a conocer con la palabra y con los signos y, finalmente, con su testimonio de vida. Entre los materiales que se han entregado a los padres sinodales y a todos los participantes se encuentran en particular el Vademecum, instrumento indispensable para seguir los trabajos de la Asamblea. Querría señalar algunos elementos nuevos que conciernen a la organización de los trabajos y, por tanto, relativos a la metodología interna de esta Asamblea. Su naturaleza de Extraordinaria ya conlleva una reducción en los tiempos y en el número de participantes, lo cual implica una mayor atención en la distribución de las intervenciones y en la logística. En el calendario, que se encuentra al final del Vademecum, podréis notar que durante el debate en el Aula, que tendrá lugar durante la primera semana, a partir de la 2ª Congregación general, se seguirá un orden temático en correspondencia con las partes y los capítulos del Instrumentum laboris. Así, el lunes por la tarde los temas serán dos: el designio de Dios acerca del matrimonio y la familia (I parte, cap. 1), y el conocimiento de la S. Escritura y del Magisterio sobre matrimonio y familia (I parte, cap, 2). Para la 3ª Congregación general están previstos otros dos temas: el Evangelio de la familia y la ley natural (I parte, cap. 3), la familia y la vocación de la persona en Cristo (I parte, cap. 4). La tarde de ese mismo día, se dedicará a la pastoral de la familia y las diversas propuestas actuales (II parte, cap. 1). El miércoles por la mañana, durante la 5ª Congregación general, seguirá el debate con los desafíos pastorales de la familia (II parte, cap. 2). En cambio, por la tarde la atención se dirigirá a las situaciones pastorales difíciles (II parte, cap. 3). La 7ª Congregación general tendrá por tema los desafíos pastorales acerca de la apertura a la vida (III parte,

cap. 1), mientras que la 8ª Congregación general abordará el tema de la Iglesia y la familia frente al desafío educativo (III parte, cap. 2). Cada una de estas sesiones temáticas se abrirá con una breve introducción del Presidente Delegado de turno, a la cual seguirá un testimonio de parte de los Auditores elegidos para la ocasión, y privilegiando la participación de las parejas de esposos. De este modo, ellos podrán iluminar con experiencias de vida personales la temática, ofreciendo una perspectiva laical que ciertamente contribuirá a enriquecer el debate sinodal. En las reuniones de los Círculos menores, que tendrán lugar durante la segunda semana de los trabajos sinodales, también se procederá a la discusión de la Relatio post-disceptationem siguiendo el mismo orden temático. Otra novedad de la metodología sinodal consiste en la Relatio Synodi, es decir, el Documento que contiene la síntesis de los trabajos sinodales y que, tras las oportunas enmiendas de los Círculos menores se presentará en el Aula en su redacción definitiva para la aprobación de la Asamblea. Esto significa que no habrá Propositiones, como en los otros tipos de Asambleas sinodales. Esta Relatio Synodi, una vez aprobada por la Asamblea, se entregará al Santo Padre para que disponga de ella a su discreción y decisión. Asimismo, será el punto de partida para la preparación de la segunda etapa del proceso sinodal, es decir, la XIV Asamblea General Ordinaria que se celebrará en el mes de octubre de 2015. En otras palabras, dicha Relatio se convertirá —con las debidas adaptaciones— en el Documento Preparatorio para la Asamblea sinodal sucesiva. Tal documento se enviará después a quienes sea de deber, los cuales después de haberlo discutido y profundizado, lo enviarán de nuevo a la Secretaría General para la elaboración del Instrumentum laboris de la XIV Asamblea General O rdinaria. También hay novedades por lo que se refiere a la difusión de las noticias relativas a la Asamblea Extraordinaria. De este servicio se ocupará la Oficina de Prensa de acuerdo con la Comisión para la información. En lugar del Boletín del Sínodo de los obispos, se difundirá el habitual Boletín de la Oficina de Prensa donde se encontrará la información general, que después se ampliará en los Briefings diarios dirigidos por el Director de la Oficina de Prensa con la colaboración de los

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encargados de Prensa y la participación de padres sinodales. Además, se contará con el servicio de los Twitter a fin de transmitir sintéticamente y en tiempo real las noticias más importantes acerca del desarrollo de los trabajos sinodales. La Relatio ante disceptationem presenta también algunos elementos de novedad, en el sentido de que esta vez se ha compuesto con la aportación de las intervenciones de los padres sinodales recibidas por la Secretaría General antes del comienzo del Sínodo. La Secretaría General pidió a los padres sinodales que enviaran anticipadamente su intervención, señalando en la medida de lo posible el tema principal para asegurar un orden mayor en el Aula, respetando el orden temático. El objetivo ciertamente no era controlar el contenido de las intervenciones, sino responder mejor al sentido sinodal y colegial de los padres, que son portadores de las experiencias y de las exigencias de las Iglesias particulares y de otros organismos. De este modo, dicha Relatio se convierte en un elemento básico seguro sobre el cual trabajar durante las intervenciones en el Aula de la primera semana de trabajos. La Relatio post disceptationem, que concluirá la primera semana de los trabajos se entregará a los padres sinodales, que la examinarán en los «circuli minores», la estudiarán y aportarán su contribución, siguiendo las normas descritas en el Vademecum, para la elaboración y redacción de la Relatio Synodi o documento final, que será un texto sinóptico integral, compuesto de partes, capítulos y números.

Conclusión La Iglesia es esencialmente comunión y lo es, como bien afirmó Pablo VI en la Homilía de apertura de la I Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los obispos del 11 de noviembre de 1969, «en su doble referencia de comunión en Cristo con Dios y de comunión en Cristo con quienes creen en Él y virtualmente con toda la humanidad». ¿Qué es la colegialidad sino una comunión, una solidaridad, una fraternidad, una caridad? ¿Qué es la sinodalidad sino la dinámica original de la vida y del camino de la Iglesia como comunidad, pueblo de Dios, que camina junto en «un ejercicio articulado de los diversos carismas y ministerios para el anuncio, el testimonio y la promoción de la venida del Reino entre los hombres»? (P. Coda, Rinnovamento a cinquant’anni dal Vaticano II, El Regno, Actualidad, 12/2014, p. 429). Deseo que esta Asamblea sinodal sea el lugar privilegiado de dicha colegialidad sinodal, que anuncia el Evangelio caminando, y que esté impregnada de una nueva apertura al Espíritu, de un método y un estilo de vida y de testimonio, que garantice la unidad en la diversidad, la apostolicidad en la catolicidad. Que el Espíritu Santo ilumine a los participantes de esta Asamblea y la protección de la Virgen y de los Santos y beatos intercesores velen por los buenos resultados de este Sínodo.


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Celebración eucarística inaugural con los padres sinodales en la basílica vaticana

El sueño de Dios

La invitación a escuchar «los latidos de este tiempo» y a mantener la mirada fija en Cristo, para dar vida a un «encuentro sincero, abierto y fraternal» sobre la familia, dirigió el Papa Francisco a los padres sinodales durante la vigilia de oración promovida por la Conferencia episcopal italiana en la plaza de San Pedro el sábado 4 de octubre, por la tarde, en la vigilia de apertura de la asamblea general extraordinaria. Queridas familias, ¡buenas noches! Cae ya la noche en nuestra asamblea. Es la hora en la que se regresa a casa de buen grado para encontrarse en la misma mesa, en el espesor de los afectos, del bien realizado y recibido, de los encuentros que enardecen el corazón y lo hacen crecer, buen vino que anticipa en los días del hombre la fiesta sin ocaso. Es también la hora más fuerte para quien se encuentra cara a cara con su propia soledad, en el crepúsculo amargo de sueños y proyectos destrozados: cuántas personas arrastran sus días en el callejón ciego de la resignación, del abandono, si no del rencor; en cuántas casas ha faltado el vino de la alegría y, por lo tanto, el sabor —la sabiduría misma— de la vida... De unos y de

El buen vino de la familia VIENE DE LA PÁGINA 1

A esta inequívoca invitación Francisco ha añadido inmediatamente una certeza igualmente transparente y firme: «y hacedlo con mucha tranquilidad y paz, porque el Sínodo se lleva a cabo sempre cum Petro et sub Petro, y la presencia del Papa es garantía para todos y custodia de la fe». En este marco —repitió después— es necesario que todos colaboren «para que se afirme con claridad la dinámica de la sinodalidad», iluminados por el Espíritu que da el «Señor Jesús, hijo de la Sagrada Familia de Nazaret». De la familia había hablado Francisco en la homilía de la misa de apertura del Sínodo y, con palabras que entraron en el corazón de muchas personas durante la vigilia de oración por los trabajos de la asamblea. Palabras que surgieron de la meditación de la Escritura, sobre la imagen de la viña como símbolo del pueblo de Dios, en la profecía del profeta Isaías y en las parábolas de Jesús, y en la del vino, fruto de la vid y signo de la fiesta que no tendrá fin. Así, con palabras sencillas el Papa ha sabido explicar la necesidad profunda del «buen vino» de la familia, que vive en el corazón de las mujeres y hombres de hoy. Y por lo tanto también el interés que suscita en muchos ambientes este largo camino sinodal, anunciado por el concistorio de febrero pasado y que se extenderá hasta la asamblea ordinaria del próximo año. En efecto, mientras más profundas son las raíces familiares —ha dicho Francisco— «es más posible salir e ir lejos en la vida, sin extraviarse».

«Las Asambleas sinodales no sirven para discutir ideas brillantes y originales, o para ver quién es más inteligente», al contrario «sirven para cultivar y guardar mejor la viña del Señor, para cooperar en su sueño, su proyecto de amor por su pueblo». Lo destacó el Papa Francisco durante la misa celebrada el domingo 5 de octubre, por la mañana, en la basília vaticana, por la apertura del Sínodo.

Vigilia de oración en la plaza de San Pedro

Si falta el vino de la alegría otros nos hacemos voz esta noche con nuestra oración, una oración para todos. Es significativo cómo —incluso en la cultura individualista que desnaturaliza y hace efímeros los vínculos— en cada nacido de mujer permanece vivo una necesidad esencial de estabilidad, de una puerta abierta, de alguien con quien entretejer y compartir la historia de la vida, una historia a la cual pertenecer. La comunión de vida asumida por los esposos, su apertura al don de la vida, la custodia recíproca, el encuentro y la memoria de las generaciones, el acompañamiento educativo, la transmisión de la fe cristiana a los hijos...: con todo esto la familia continúa siendo escuela inigualable de humanidad, contribución indispensable a una sociedad justa y solidaria (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 66-68). Y mientras más profundas son sus raíces, es más posible salir e ir lejos en la vida, sin extraviarse ni sentirse extranjeros en cualquier territorio. Este horizonte nos ayuda a percibir la importancia de la Asamblea sinodal que se abre mañana. Ya el convenire in unum en torno al obispo de Roma es un acontecimiento de gracia, en el que la colegialidad episcopal se manifiesta en un camino de discernimiento espiritual y pastoral. Para volver a buscar lo que hoy el Señor pide a su Iglesia, debemos escuchar los latidos de este tiempo y percibir el «olor» de los hombres de hoy, hasta quedar impregnados de sus alegrías y esperanzas, de sus tristezas y angustias (cf. Gaudium et spes, 1). En ese momento sabremos proponer con credibilidad la buena nueva sobre la familia. Conocemos, en efecto, cómo en el Evangelio existen una fuerza y una ternura capaces de vencer lo que crea infelicidad y violencia. ¡Sí, en el Evangelio está la salvación que colma las necesidades más profundas del hombre! De esta salvación —obra de la misericordia de Dios y de su gracia— como Iglesia somos signo e instrumento, sacramento vivo y eficaz (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 112). Si no fuera así, nuestro edificio quedaría sólo como un castillo de naipes y los pastores se reducirían a clérigos de estado, en cuyos labios el pueblo buscaría en vano la frescura y el «olor a Evangelio» (Ibid., 39). Surgen así, en este marco, los contenidos de nuestra oración. Pidamos ante todo al Espíritu Santo, para los padres sinodales, el don de la escucha: escucha de Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama. Junto con la escucha, invoquemos la disponibilidad a un en-

cuentro sincero, abierto y fraternal, que nos lleve a hacernos cargo con responsabilidad de los interrogantes que trae consigo este cambio de época. Dejemos que se derramen en nuestro corazón, sin perder jamás la paz, sino con la confianza serena de que a su tiempo el Señor conducirá de nuevo a la unidad. La historia de la Iglesia —lo sabemos—

sus aflicciones y dificultades, tanto internas como externas» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. sobre la Iglesia Lumen gentium, 8). Que el viento de Pentecostés pueda soplar sobre los trabajos sinodales, sobre la Iglesia, sobre la humanidad entera. Que desate los nudos que impiden

Hoy, el profeta Isaías y el Evangelio usan la imagen de la viña del Señor. La viña del Señor es su «sueño», el proyecto que él cultiva con todo su amor, como un campesino cuida su viña. La vid es una planta que requiere muchos cuidados. El «sueño» de Dios es su pueblo: Él lo ha plantado y lo cultiva con amor paciente y fiel, para que se convierta en un pueblo santo, un pueblo que dé muchos frutos buenos de justicia. Sin embargo, tanto en la antigua profecía como en la parábola de Jesús, el sueño de Dios queda frustrado. Isaías dice que la viña, tan amada y cuidada, en vez de uva «dio agrazones» (5, 2.4); Dios «esperaba derecho, y ahí tenéis: sangre derramada; espera-

ba justicia, y ahí tenéis: lamentos» (v. 7). En el Evangelio, en cambio, son los labradores quienes desbaratan el plan del Señor: no hacen su trabajo, sino que piensan en sus propios intereses. Con su parábola, Jesús se dirige a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo, es decir, a los «sabios», a la clase dirigente. A ellos ha encomendado Dios de manera especial su «sueño», es decir, a su pueblo, para que lo cultiven, lo cuiden y lo protejan de los animales salvajes. El cometido de los jefes del pueblo es éste: cultivar la viña con libertad, creatividad y laboriosidad. Pero Jesús dice que aquellos labradores se apoderaron de la viña; por su codicia y soberbia, quieren disponer de ella como quieran, quitando así a Dios la posibilidad de realizar su sueño sobre el pueblo que se ha elegido. La tentación de la codicia siempre está presente. También la encontramos en la gran profecía de Ezequiel sobre los pastores (cf. cap. 34), comentada por san Agustín en su célebre discurso que acabamos de leer en la Liturgia de las Horas. La codicia del dinero y del poder. Y para satisfacer esta codicia,

los malos pastores cargan sobre los hombros de las personas fardos insoportables, que ellos mismos ni siquiera tocan con un dedo (cf. Mt 23, 4). También nosotros estamos llamados en el Sínodo de los Obispos a trabajar por la viña del Señor. Las Asambleas sinodales no sirven para discutir ideas brillantes y originales, o para ver quién

Ante las reliquias de cónyuges modelos

¿no nos relata acaso tantas situaciones análogas, que nuestros padres supieron superar con obstinada paciencia y creatividad? El secreto está en una mirada: y es el tercer don que imploramos con nuestra oración. Porque, si de verdad queremos verificar nuestro paso en el terreno de los desafíos contemporáneos, la condición decisiva es mantener fija la mirada en Jesucristo, detenerse en la contemplación y en la adoración de su rostro. Si asumimos su modo de pensar, de vivir y de relacionarse, no tendremos dificultades en traducir el trabajo sinodal en indicaciones e itinerarios para la pastoral de la persona y de la familia. En efecto, cada vez que volvemos a la fuente de la experiencia cristiana se abren caminos nuevos y posibilidades inesperadas. Es lo que deja intuir la indicación evangélica: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2, 5). Son palabras que contienen el testamento espiritual de María, «amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 286). ¡Hagámoslas nuestras! A tal punto las tres cosas: nuestra escucha y nuestro encuentro sobre la familia, amada con la mirada de Cristo, llegarán a ser una ocasión providencial con la cual renovar —con el ejemplo de san Francisco— la Iglesia y la sociedad. Con la alegría del Evangelio volveremos a encontrar el paso de una Iglesia reconciliada y misericordiosa, pobre y amiga de los pobres; una Iglesia capaz de «triunfar con paciencia y caridad de

a las personas encontrarse, sane las heridas que sangran, mucho, reavive la esperanza; ¡hay mucha gente sin esperanza! Que nos conceda esa caridad creativa que permite amar como Jesús amó. Y nuestro anuncio volverá a encontrar la vitalidad y el dinamismo de los primeros misioneros del Evangelio.

En la basílica vaticana el Pontífice presidió la Eucaristía, concelebrada por los 191 entre cardenales, patriarcas, arzobispos mayores, prelados y sacerdotes miembros de la asamblea dedicada a la familia. Durante la procesión inicial, tras haber recorrido la nave central, el obispo de Roma se detuvo en oración ante el pilar de san Andrés, delante de la estatua de san Pedro, donde fueron colocadas las reliquias de santa Teresa del Niño Jesús, las de sus padres, los beatos Marie-Azélie Guérin y Louis Martin, y las de los esposos romanos, también ellos beatos, Maria Corsini y Luigi Beltrame Quattrocchi. Acompañado por el canto de las Laudes regiae el Papa Francisco llegó al altar de la Confesión donde, tras la liturgia de la palabra, pronunció su homilía que duró poco menos de siete minutos.

es más inteligente... Sirven para cultivar y guardar mejor la viña del Señor, para cooperar en su sueño, su proyecto de amor por su pueblo. En este caso, el Señor nos pide que cuidemos de la familia, que desde los orígenes es parte integral de su designio de amor por la humanidad. Somos todos pecadores y también nosotros podemos tener la tentación de «apoderarnos» de la viña, a causa de la codicia que nunca falta en nosotros, seres humanos. El sueño de Dios siempre se enfrenta con la hipocresía de algunos servidores suyos. Podemos «frustrar» el sueño de Dios si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. El Espíritu nos da la sabiduría que va más allá de la ciencia, para trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad. Hermanos sinodales, para cultivar y guardar bien la viña, es preciso que nuestro corazón y nuestra mente estén custodiados en Jesucristo por la «paz de Dios, que supera todo juicio» (Flp 4, 7). De este modo, nuestros pensamientos y nuestros proyectos serán conformes al sueño de Dios: formar un pueblo santo que le pertenezca y que produzca los frutos del Reino de Dios (cf. Mt 21, 43).

En el Ángelus el recuerdo de la nueva beata suor Demjanovich y el aliento a quienes trabajan por derribar las barreras arquitectónicas

Un Biblia en cada familia VIENE DE LA PÁGINA 1

menudo, todos los días, tanto individual como comunitariamente, marido y mujer, padres e hijos, quizás en la noche, especialmente el domingo. Así, la familia crece, camina con la luz y la fuerza de la Palabra de Dios. Esta es la Biblia que os darán los hermanos Paulinos: una para cada familia. Pero estad atentos para no haceros los listos: cogedla con una mano, no con dos, con una mano para llevarla a casa. Invito a todos a apoyar con la oración los trabajos del Sínodo, invocando la intercesión de la Virgen María. En este momento, nos unimos espiritualmente a cuantos, en el santuario de Pompeya, elevan la tradicional «súplica» a la Virgen del Rosario. Que obtenga la paz para las familias y para todo el mundo.

Al término de la oración mariana el Pontífice recordó a sor María Teresa Demjanovich, beatificada el sábado 4, de los Estados Unidos, y alentó a quienes trabajan por derribar las barreras arquitectónicas. Queridos hermanos y hermanas: Ayer en Estados Unidos fue proclamada beata sor María Teresa Demjanovich, de las Hermanas de la Caridad de Santa Isabel. Demos gracias a Dios por esta fiel discípula de Cristo, que llevó una intensa vida espiritual. Hoy en Italia se celebra la Jornada para el abatimiento de las barreras arquitectónicas. Aliento a cuantos se empeñan en garantizar iguales oportunidades de vida para todos, independientemente de la condición física de cada persona. D eseo que las instituciones y los ciudadanos estén cada vez más atentos a este importante objetivo social.

Y ahora os saludo cordialmente a todos vosotros, fieles romanos y peregrinos provenientes de Italia y de varios países. En particular, saludo a los estudiantes que han venido de Australia y a los del San Buenaventura Gymnasium Dilligen (Alemania), a los jóvenes de Jordania, a la asociación San Juan de Mata y a los fieles de la parroquia de San Pablo en Bérgamo. Saludo a los peregrinos que han venido en bicicleta para recordar a santa Juana Beretta Molla, santa madre de familia, testigo del evangelio de la vida, y los animo a proseguir su iniciativa de solidaridad en favor de las personas más frágiles. Por favor, no os olvidéis: rezad por el Sínodo, pedid a la Virgen que proteja a esta asamblea sinodal. Os deseo a todos un feliz domingo. Rezad por mí. Buen almuerzo y hasta la vista.


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L’OSSERVATORE ROMANO

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Pelegrí Clavé i Roqué, «El buen samaritano» (1838)

Publicamos el texto de la relación del cardenal Péter Erdő, relator general, durante la primera congregación general del lunes 6 de octubre por la mañana. Beatísimo Padre, Eminentísimos y Excelentísimos Padres sinodales, queridos hermanos y hermanas: Jesucristo es nuestro primer Maestro y nuestro único Señor. Sólo en Él se encuentran «palabras de vida eterna» (cf. Jn 6, 68). Esto también vale respecto a la vocación humana y a la familia. El mensaje de Cristo no es cómodo, sino exigente: requiere la conversión de nuestros corazones. Y, sin embargo, es una verdad que nos libera. El objetivo fundamental de la propuesta cristiana acerca de la familia debe ser «la alegría del Evangelio» que «llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús» y «se dejan salvar por Él» experimentando la liberación «del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento» —como enseña el Papa Francisco en la Evangelii gaudium (n. 1)—. Por esto es oportuno recordar la importancia de los temas de la esperanza (cf. Gaudium et spes n. 1) y de la misericordia, en los que tanto hace hincapié el Papa Francisco (cf., por ejemplo, Evangelii gaudium, 119 y 198). El anuncio, por tanto, se articula como propuesta, diálogo y camino juntos. Como dice el Papa Pablo VI en su magistral exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (n. 3) «necesitamos absolutamente ponernos en contacto con el patrimonio de fe que la Iglesia tiene el deber de preservar en toda su pureza, y a la vez el deber de presentarlo a los hombres de nuestro tiempo, con los medios a nuestro alcance, de una manera comprensible y persuasiva». La base, el contenido del anuncio es la fe de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, resumida en diversos documentos, de modo especial en la Gaudium et spes, en la Familiaris consortio de san Juan Pablo II, a quien el Papa Francisco definió «el Papa de la familia», en el Catecismo de la Iglesia Católica y en numerosos otros textos del Magisterio. La familia de hoy no sólo es objeto de evangelización, sino también sujeto primario en el anuncio de la buena nueva de Cristo al mundo. Por eso, es necesaria la incesante comprensión y puesta en práctica del Evangelio de la familia que el Espíritu sugiere a la Iglesia. Incluso las problemáticas familiares más graves hay que considerarlas como un «signo de los tiempos», a discernir a la luz del Evangelio: que hay que leer con los ojos y el corazón de Cristo, y con su mirada en casa de Simón el fariseo (cf. Lc 7, 36-50).

El Evangelio de la familia en el contexto de la evangelización Método de discernimiento sobre la familia La búsqueda de las respuestas pastorales tiene lugar en el contexto

Relación antes del debate

Con el espíritu del samaritano cultural de nuestros días. Muchos de nuestros contemporáneos encuentran dificultades a la hora de razonar lógicamente, de leer textos largos. Vivimos en una cultura de lo audiovisual, de los sentimientos, de las experiencias emocionales, de los símbolos. Los lugares de peregrinación, en numerosos países, incluso en los más secularizados, reciben cada vez más visitantes. Decenas de miles de cónyuges van, por ejemplo, al santuario mariano de Šaštin, en Eslovaquia, para pedir la ayuda de la Virgen en sus problemas matrimoniales. Muchos conciben su vida no ya como un proyecto, sino como una serie de momentos en los cuales el valor supremo es sentirse bien, estar bien. En esta visión cualquier compromiso estable parece temible, el futuro aparece como una amenaza, porque puede suceder que en el futuro nos sintamos peor. Asimismo, las relaciones sociales pueden parecer limitaciones y obstáculos. Respetar, «querer el bien» de otra persona, puede implicar renuncias. Por tanto, el aislamiento con frecuencia está vinculado con este culto del bienestar momentáneo. Dicha cultura general se refleja en el gran número de respuestas al Cuestionario preparatorio de esta Asamblea sinodal, que presentan un hecho casi global, es decir, la disminución de los matrimonios civiles, la tendencia cada vez más típica de vivir juntos sin ningún matrimonio, ni religioso ni civil. La huída de las instituciones se presenta como signo de individualización, así como síntoma de crisis de una sociedad harta de formalismos, obligaciones y burocracia. La huída de las instituciones, por tanto, se presenta como signo de pobreza, de debilidad del individuo frente a la difusa «complicación» de las estructuras. Éste es el contexto en el que debemos anunciar el Evangelio de la familia. Aun así, la cultura de la palabra no ha desaparecido. La transmisión del Evangelio acontece teniendo presente la riqueza de las enseñanzas de la Iglesia. Necesitamos la fuerza del Espíritu Santo para encontrar los caminos de la verdad en la caridad, las respuestas que expresen la justicia y al mismo tiempo la misericordia, porque son inseparables. Hesed y

tzedaka, misericordia y justicia en el Antiguo Testamento son propiedad de Dios, coinciden en Él. En nuestros trabajos confiamos en su ayuda. Es preciso subrayar que el Evangelio de la familia es ante todo la buena nueva de una gracia donada por el Espíritu en el sacramento del matrimonio: es una posibilidad nueva que se ofrece a la fragilidad del hombre, que hay que acoger y celebrar con alegría y gratitud, a nivel tanto personal como comunitario. Ciertamente no hay que olvidar las obligaciones que derivan del matrimonio, pero hay que verlas como exigencias del don, que el mismo don hace posibles. Al respecto, vale también la amonestación del Papa Francisco: «Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida» (Evangelii gaudium, n. 49). La clara y plena verdad del Evangelio da la luz, el sentido y la esperanza que tanto necesita el hombre de hoy. La Iglesia debe proponer esta «verdad medicinal» de forma que se reconozca efectivamente como «remedio», incluso para las numerosas situaciones familiares problemáticas, a menudo muy sufridas. En otras palabras, sin disminuir la verdad, hay que proponerla poniéndose en el lugar de aquellos a quienes más «les cuesta» reconocerla como tal y vivirla. Método de trabajo sinodal En el momento actual de la cultura, en el que somos propensos a olvidar las verdades esenciales, el marco global, y corremos la tentación de perdernos en los detalles, resulta especialmente útil ofrecer a los pastores de las comunidades locales líneas directrices claras para ayudar a cuantos viven en situaciones difíciles. De hecho, no es realista esperar que encuentren por sí solos las soluciones adecuadas, conformes a la verdad del Evangelio y cercanas a las situaciones particulares. En esta perspectiva, la colegialidad episcopal, que

tiene en el Sínodo una expresión privilegiada, está llamada a caracterizar sus propuestas, armonizando el respeto y la promoción de las experiencias específicas de cada Conferencia episcopal, con la búsqueda de líneas pastorales compartidas. Esto debe valer también a nivel de Iglesias locales, evitando las improvisaciones de una «pastoral casera», que acaba por hacer más difícil que se acepte del Evangelio de la familia. Asimismo, cabe recordar que la Asamblea sinodal extraordinaria de 2014 es la prima etapa de un camino eclesial que desembocará en la Asamblea ordinaria de 2015. En consecuencia, el lenguaje y las indicaciones deben promover la profundización teológica más noble, para escuchar con la máxima atención el mensaje del Señor, alentando al mismo tiempo la participación y la escucha de toda la comunidad de fieles. Por tanto, es importante la oración, para que nuestro trabajo dé los mejores frutos, los que Dios quiere.

El Evangelio de la familia y la pastoral familiar El desafío educativo de la familia: escuela de humanidad, socialidad, eclesialidad y santidad La solicitud de pastores y fieles respecto de las generaciones jóvenes se expresa, de modo particular, en el empeño formativo con quienes emprenden con valentía y esperanza el camino que lleva al matrimonio. Por tanto, es tarea propia de la pastoral familiar sostener el desafío educativo, en sus diversas fases: mediante la formación general de los jóvenes a la afectividad, en la preparación próxima a las nupcias, con el acompañamiento en la vida matrimonial y especialmente mediante el sostén en las situaciones más difíciles, de modo que la familia constituya una auténtica escuela de humanidad, socialidad, eclesialidad y santidad. La familia es escuela de humanidad, porque es escuela de amor en la vida y en el crecimiento de la persona (cf. Gaudium et spes 52: familia «escuela de humanidad»), gracias a la relación que el matrimonio requiere y establece entre los cónyuges y entre padres e hijos (cf. Gaudium et spes 49 y Familiaris consortio 11). La familia es escuela de socialidad porque hace crecer a la persona en el desarrollo de sus capacidades de socialización y en la construcción de la sociedad (cf. Familiaris consortio 15 y 37). Análogamente, la familia es seno de vida eclesial, que educa a vivir en la comunión de la Iglesia y a ser protagonistas activos de ésta (cf. Familiaris consortio 48 y 50). La familia es, por último, también escuela de santificación, en la que se ejerce y se alimenta el camino de santidad de los cónyuges y de los hijos (cf. Gaudium et spes 48 y Familiaris consortio 56 y 59). Por estas razones la Iglesia anuncia el valor y la belleza de la familia. Con esto presta un servicio decisivo a un mundo que pide, casi implora, ser iluminado con la luz de la esperanza. El variado perfil de la realidad familiar, que emerge del Instrumentum


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Laboris, muestra que en la variedad de los contextos socio-culturales existe un consenso —mayor de cuanto parece a primera vista— sobre el hecho de que matrimonio y familia son bienes originarios de la cultura de la humanidad, un patrimonio que es preciso custodiar, promover y, cuando sea necesario, defender. Hoy la mayor parte de los seres humanos también busca la felicidad de su vida en un vínculo duradero entre un hombre y una mujer, junto con los hijos engendrados en su unión. La familia ciertamente hoy encuentra muchas dificultades; pero no es un modelo anticuado, es más, entre los jóvenes en general se constata un nuevo deseo de familia. Lo demuestra, entre otras cosas, el testimonio de los numerosos matrimonios y familias cristianas que viven felizmente. No hay que perder de vista estas experiencias positivas, pese a las difundidas situaciones precarias e irregulares. Entre los cristianos católicos la sustancia de la enseñanza del Nuevo Testamento y del Catecismo de la Iglesia Católica sobre el matrimonio parece ser bastante conocida. Sin embargo, los aspectos específicos de la doctrina y del Magisterio de la Iglesia acerca del matrimonio y la familia no siempre son suficientemente conocidos entre los fieles. Además de la cuestión del conocimiento, se toma nota de que tal doctrina con frecuencia no se sigue en la práctica. Esto no significa que la gran mayoría de fieles y teólogos pongan en tela de juicio esta doctrina en línea de principio. En la forma como se presenta en el Concilio Vaticano II (cf. Gaudium et spes 4752), resumida en el Instrumentum Laboris, la doctrina encuentra un amplio consenso entre los católicos practicantes. Esto vale, en particular, por lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y su sacramentalidad entre los bautizados. No se cuestiona la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio en cuanto tal, es más, queda incontestada y en gran parte es observada en la praxis pastoral de la Iglesia con las personas que han fracasado en su matrimonio y que buscan un nuevo inicio. Por tanto, en este Sínodo no se discute sobre las cuestiones doctrinales, sino sobre las cuestiones prácticas —inseparables, por otro lado, de las verdades de la fe—, de naturaleza exquisitamente pastoral. Por último, del Instrumentum Laboris emergen dos aspectos claros respecto a la homosexualidad. Ante todo, un amplio consenso respecto al hecho que las personas de tendencia homosexual no deben ser discriminadas, como recalca también el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2357-2359). En segundo lugar, emerge con igual claridad que de parte de la mayoría de los bautizados —y de la totalidad de las Conferencias episcopales— no se espera una equiparación de estas relaciones con el matrimonio entre hombre y mujer. Tampoco las formas ideológicas de las teorías de gender cosechan consenso entre la gran mayoría de los católicos. Muchos quieren, en cambio, superar los tradicionales roles sociales, condicionados culturalmente, y la discriminación de las mujeres, que sigue presente, sin negar con esto la diferencia natural y criatural entre

L’OSSERVATORE ROMANO los sexos y su reciprocidad y complementariedad. No hay, pues, ningún motivo dentro de la Iglesia para un estado de ánimo de catastrofismo o de abdicación. Existe un patrimonio de fe claro y ampliamente compartido, del cual la asamblea sinodal puede partir, del que se debería hacer más universalmente conscientes a los fieles mediante una catequesis más profunda sobre el matrimonio y la familia. Basándose en esta fundamental convicción es posible una reflexión común sobre las tareas misioneras de las familias cristianas y sobre las cuestiones de la respuesta pastoral adecuada a las situaciones difíciles. Sería deseable que el Sínodo, partiendo de la base de fe común, mirara más allá del círculo de los católicos practicantes y, considerando la situación compleja de la sociedad, tratase de las objetivas dificultades sociales y culturales que hoy pesan sobre la vida matrimonial y familiar. No se trata sólo de problemas de ética individual, sino de estructuras de pecado hostiles a la familia, en un mundo de desigualdad y de injusticia social, de consumismo por

des están presentes en muchas parroquias del mundo y son un signo muy alentador de nuestros tiempos. En ese sentido, es preciso acompañar a los novios prometidos hacia una clara conciencia de lo que es el matrimonio en el designio del Creador, alianza que entre los bautizados tiene siempre la dignidad sacramental (CIC, can. 1055 §§ 1-2). Los elementos sustanciales y las propiedades esenciales (unicidad, fidelidad, fecundidad) de este designio, si son no simplemente desatendidos o, más aún, excluidos con un acto positivo de voluntad, invalidan el matrimonio. Por otra parte, la fe personal facilita la acogida de la gracia sacramental, que corrobora el matrimonio cristiano, buscando de modo responsable sus bienes esenciales. A pesar de las palabras tan claras de la liturgia que pronuncian los esposos, no pocos, en efecto, se acercan al sacramento sin la conciencia clara de que se asumen ante el Señor el compromiso de acoger y dar la vida al cónyuge, sin condiciones y para siempre. Es más, bajo el influjo de la cultura dominante, no pocos se reservan el llamado «derecho» de no

una parte y de pobreza por otra. El rápido cambio cultural en todos los ámbitos arrastra a las familias, que son la célula fundamental de la sociedad, en un proceso de alteración que cuestiona la cultura familiar tradicional y a menudo la destruye. Por otra parte, la familia es casi la última realidad humana acogedora en un mundo determinado casi exclusivamente por las finanzas y la tecnología. Una nueva cultura de la familia puede ser el punto de partida para una renovada civilización humana.

observar la fidelidad conyugal, de divorciarse y volverse a casar si el matrimonio no funciona, o de no abrirse a la vida. La asunción serena y valiente de esta responsabilidad, en cambio, es signo de la elección personal de fe sin la cual el sacramento, aunque sea válido, no resulta eficaz. El matrimonio, en efecto, además de ser una relación personalísima y un vínculo espiritual, es necesariamente una institución de la sociedad. Esto significa que la condición matrimonial de la persona ante Dios, realidad que no es perceptible con los sentidos humanos, debe ser acogida del modo más verdadero posible también por la comunidad. Por eso, son indispensables algunas presunciones acerca del estado matrimonial de la persona. De la misma naturaleza de las presunciones se desprende, sin embargo, la posibilidad de la divergencia entre la condición presunta y la real, sacramental, de la persona. En efecto, aunque el amor en sí mismo no sea una realidad sujeta al juicio y a la verificación de terceros, lo es, sin duda, el instituto del matrimonio y de la familia, dada su relevancia social y eclesial. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha querido salvaguardar la verdad de lo humano incluso con normas jurídicas, a fin de garantizar que el compromiso de la libertad, asumido

Firmeza y claridad en los itinerarios formativos Abordando ahora más de cerca la pastoral dirigida a las familias en vías de constitución, es preciso constatar la incertidumbre que acompaña a muchos jóvenes, que aspiran con esperanza a un amor estable y duradero. Al dirigirse a la Iglesia, piden —no siempre de modo explícito— que se les motive a vencer sus legítimos miedos y ser acogidos en una comunidad, que les testimonie la belleza y la concreción de la vida matrimonial con todas sus dificultades reales, especialmente relacionales y económicas. El deseo de familia que llevan en el corazón necesita de una confirmación y del sostén de catequesis firmes, que les inviten asimismo a entrar en la comunidad de las familias creyentes. Dichas comunida-

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con conciencia en el acto del consenso, no se equiparase a cualquier otro compromiso. El esfuerzo pastoral de la Iglesia a la hora de acompañar a los novios al matrimonio deberá ser siempre mayor para mostrar el valor y el atractivo de un vínculo perenne. La familia como protagonista de la evangelización Además de la vocación especial y primaria de la familia a la educación humana y cristiana de los hijos, existe una misión de los miembros de la familia de transmitir la fe y dar testimonio de ella ante los demás. La familia es también el núcleo de la comunidad parroquial. En muchos países del mundo existen comunidades vivas en las parroquias, compuestas por cónyuges o por familias enteras, que se encuentran regularmente, rezan juntos, estudian y profundizan en el Catecismo, leen la Biblia, hablan de problemas de la vida cotidiana, de las dificultades y bellezas de la vida común de pareja, de cuestiones de educación. En otras palabras, se esfuerzan por conjugar la fe con la vida. Se ayudan mutuamente en caso de enfermedad, desempleo u otros problemas. Muchos de ellos participan en el trabajo de la Cáritas. No pocos ayudan en la preparación de los esposos al matrimonio, estableciendo con ellos relaciones de amistad que perduran después de la celebración de las nupcias. Hay grupos de jóvenes madres católicas con niños pequeños que también acogen a madres sin una pertenencia religiosa o no creyentes, realizando así una nueva forma de misión. De las familias provienen diversas nuevas comunidades que ayudan a las parejas en crisis o asisten a las mujeres con dificultades existenciales o psicológicas. Parece importante promover y difundir estas iniciativas por toda la Iglesia. La acción pastoral en situaciones de crisis El Instrumentum Laboris constata: «la pérdida de valores e incluso la disgregación de la familia, se pueden transformar en ocasión de fortalecimiento del vínculo conyugal. Para superar la crisis puede ser una ayuda el sostén de otras familias dispuestas a acompañar el difícil camino de la pareja en crisis. En particular, se subraya la necesidad de que la parroquia muestre su cercanía como una familia de familias» (n. 63). Dificultades internas de la familia y presiones externas La dificultad generalizada a la hora de establecer una comunicación serena en el seno del núcleo familiar se debe a múltiples factores como: las preocupaciones de tipo laboral y económico; visiones distintas en la educación de los hijos, provenientes de diferentes modelos educativos de los padres; los reducidos tiempos para el diálogo y el descanso. A esto se añaden factores disgregadores como la separación y el divorcio, con las consecuencias de realidades familiares ampliadas o, viceversa, monoparentales, en las cuales la referencia de los padres se confunde o se reduce, hasta quedar anulada. Por último, no hay que subestimar la imSIGUE EN LA PÁGINA 16


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Discurso del relator en la primera congregación general VIENE DE LA PÁGINA 15

portancia de la generalizada mentalidad egoísta que se cierra a la vida, con el preocupante crecimiento de la práctica abortiva. El mismo egoísmo puede llevar a la falsa visión de considerar los hijos como objetos de propiedad de los padres, que se pueden fabricar según sus deseos. Especialmente en contextos donde la pobreza está ampliamente difundida, son particularmente las mujeres y los niños quienes sufren violencia y abusos; sin embargo, incluso en los contextos más desarrollados no faltan factores disgregadores, debidos a varias formas de dependencia, como el alcohol, las drogas, el juego de azar, la pornografía u otras formas de dependencia sexual, y las redes sociales (social network). Ante estos desafíos, la Iglesia siente la urgencia de evangelizar a la familia mediante el anuncio de la sobriedad y la esencialidad, promoviendo el valor de las relaciones personales, la sensibilidad para con los más pobres, la capacidad de un uso responsable de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías, respetando la dignidad de las personas, especialmente las más débiles e indefensas, que pagan el precio más alto de la soledad y de la marginación. Entre las presiones externas, la creciente precariedad laboral representa una pesadilla para muchas familias; con frecuencia el fenómeno migratorio introduce en la familia desequilibrios consistentes, como los que experimentan quienes dejan su tierra —a menudo a causa de la guerra y la pobreza— o quienes les reciben en su propio país. El apoyo concreto de parte de la Iglesia a estas familias no puede prescindir de un compromiso eficaz de los Estados y las entidades públicas responsables de la tutela y de la promoción del bien común, mediante políticas adecuadas.

Las situaciones pastorales difíciles La Iglesia como «casa paterna» (Evangelii gaudium 47) Como afirma el Papa Francisco: «La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales [...] la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad» (Evangelii gaudium, 66). Al respecto, el Instrumentum Laboris releva: «De las respuestas emerge la común consideración que, en el ámbito de lo que se pueden definir situaciones matrimoniales difíciles, se celan historias de gran sufrimiento, así como testimonios de amor sincero. «La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre»» (Evangelii gaudium 47). Una verdadera urgencia pastoral es permitir a estas personas sanar sus heridas, curarse y volver a caminar junto a toda la comunidad eclesial. Para afrontar correctamente tales situaciones, en primer lugar, la Iglesia afirma el valor irrenunciable de la verdad de la indisolubilidad del matrimonio, fundada en el proyecto original del Creador (Gén 1, 27; 2, 24; cf. Mt 19, 4-9). En cambio, res-

pecto a la dignidad sacramental que reviste el matrimonio entre los bautizados, afirma que se basa en la profunda conexión entre el vínculo nupcial y el vínculo indisoluble de Cristo con la Iglesia (Ef 5, 22-33). En segundo lugar, es necesaria una acción de pastoral familiar renovada y adecuada. Ésta debe sostener a los cónyuges en su compromiso de fidelidad recíproca y de dedicación a los hijos. Además, es necesario reflexionar sobre el mejor modo de acompañar a las personas que se encuentran en dichas situaciones, de modo que no se sientan excluidas de la vida de la Iglesia. Por último, es preciso individuar formas y lenguajes adecuados para anunciar que todos son y siguen siendo hijos, amados por Dios Padre y por la Iglesia madre. Verdad y misericordia En las últimas décadas el tema de la misericordia está cada vez más en primer plano como un punto de vista importante en el anuncio del Evangelio. El culmen de la misericordia de Dios, que ya se presenta ampliamente en el Antiguo Testamento (cf. Éx 34, 6; 2 Sam 24, 14; Sal 111, 4, etc.), se revela sobre todo en los gestos y en la predicación de Jesús. En la parábola del Padre misericordioso (cf. Lc 15, 11-32), además de en todo el Nuevo Testamento, la misericordia constituye una verdad central: Dios es rico de misericordia (cf. Ef 2,4). Según Tomás de Aquino, ésta es la propiedad más importante de Dios (cf. Summa theol. II/II q. 30 a. 4; Evangelii gaudium, 37); expresa la absoluta soberanía de Dios e indica la creadora fidelidad a sí mismo de Dios que es amor (cf. 1 Jn 4, 8.16). Para recibir esta misericordia, el hijo pródigo vuelve al Padre, pide perdón, comienza una vida nueva. La manifestación más decisiva de la divina misericordia con la humanidad es la Encarnación y la Obra salvífica de Cristo. Según el Evangelio de San Marcos, Cristo mismo comienza el anuncio de la Buena Nueva con la llamada a la conversión: «Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1, 15). Dios en efecto no se cansa nunca de perdonar al pecador que se convierte, y no se cansa de darle siempre una nueva posibilidad. Esta misericordia no significa justificación del pecado, sino justificación del pecador, pero en la medida en que se convierte y se propone no volver a pecar. La misericordia significa dar más de lo que es debido, regalar, ayudar. Sólo la misericordia de Dios puede realizar el verdadero perdón de los pecados. En la absolución sacramental Dios nos perdona mediante el ministerio de la Iglesia. A nosotros nos queda la tarea de dar testimonio de la misericordia de Dios y de ejercer los actos clásicos, conocidos ya en el Antiguo Testamento, de la misericordia espiritual y corporal. El lugar privilegiado para vivir estos actos de misericordia es precisamente la familia. El significado de la misericordia para la Iglesia de hoy lo resaltó San Juan XXIII en la apertura del Concilio Vaticano II. Declaró que la Iglesia en cada tiempo debe oponerse al error; hoy sin embargo, debe recurrir a la medicina de la misericordia más

que a las armas del rigor. De este modo el Papa confirió la tonalidad fundamental al Concilio. San Juan Pablo II retomó esta instancia en su segunda encíclica Dives in misericordia (1980) y dedicó a la Divina Misericordia el segundo domingo del tiempo pascual. El Papa Benedicto XVI profundizó el tema en la encíclica Deus caritas est (2005). Desde el comienzo de su pontificado, el Papa Francisco ha repetido: «Dios nunca se cansa de perdonar. Nunca. [...] Nosotros, a veces, nos cansamos de pedir perdón» (Ángelus del 17 de marzo de 2013). También en el caso de la familia, del matrimonio y del significado de su indisolubilidad, valen las palabras del Papa Francisco: «La salvación que Dios nos ofrece es obra de su misericordia. No hay acciones humanas, por más buenas que sean, que nos hagan merecer un don tan grande. Dios, por pura gracia, nos atrae para unirnos a sí. Él envía su Espíritu a nuestros corazones para hacernos sus hijos, para transformarnos y para volvernos capaces de responder con nuestra vida a ese amor. La Iglesia es enviada por

ca que, en el caso de un matrimonio sacramental (consumado), después de un divorcio, mientras el primer cónyuge siga con vida, no es posible un segundo matrimonio reconocido por la Iglesia. Las convivencias y los matrimonios civiles Como se observa en las respuestas al Cuestionario y se ha resumido en el Instrumentum Laboris, las situaciones difíciles o irregulares son diversas y no se puede establecer de forma rígida un mismo recorrido para todas (cf. n. 52), es preciso discernir caso por caso. En ese sentido, una dimensión nueva de la pastoral familiar hodierna, consiste en saber considerar adecuadamente la realidad de los matrimonios civiles y, con las debidas diferencias, también de las convivencias. En efecto, cuando la unión llega a una notable estabilidad a través de un vínculo público y está caracterizada por afecto profundo, responsabilidad respecto a la prole, capacidad de resistir en las pruebas, se puede ver como un germen que hay que acompañar en su desarrollo hacia el sacramento del matrimonio. Muy a menudo, en cambio, la convivencia no se establece con vistas a un posible matrimonio futuro, sino sin ninguna intención de establecer una relación institucional. La Iglesia no puede no reconocer incluso en situaciones a primera vista alejadas de criterios que respondan al Evangelio, una oportunidad para acompañar a las personas, a fin de que lleguen a una decisión consciente, verdadera y justa acerca de su relación. No existe ninguna situación humana que no pueda ser una ocasión para la Iglesia de encontrar lenguajes adecuados para hacer comprender el valor de la unión matrimonial y de la vida familiar a la luz del Evangelio. El desafío que afrontamos hoy, consiste en lograr mostrar lo mejor, que a menudo no se capta o se es incapaz de captar. El cuidado pastoral de los divorciados vueltos a casar

Imagen de la Sagrada familia donada por la Conferencia episcopal del Congo

Jesucristo como sacramento de la salvación ofrecida por Dios» (Evangelii gaudium 112). Ella es «el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio» (ibid 114). La misericordia, como tema central de la revelación de Dios, en definitiva es importante para la hermenéutica de la acción eclesial (cf. Evangelii gaudium 193 ss.); naturalmente, no elimina la verdad y no la relativiza, sino que lleva a interpretarla correctamente en el marco de la jerarquía de las verdades (cf. Unitatis redintegratio 11; Evangelii gaudium 3637). No elimina tampoco la exigencia de justicia. La misericordia, por tanto, tampoco anula los compromisos que nacen de las exigencias del vínculo matrimonial. Estos siguen subsistiendo incluso cuando el amor humano se ha debilitado o ha cesado. Esto signifi-

Ante todo, el problema de los divorciados vueltos a casar civilmente es sólo uno entre el gran número de desafíos pastorales apremiantes hoy (cf. al respecto Familiaris consortio 84). Es más, cabe observar que en algunos países no se da este problema, puesto que no existe matrimonio civil, mientras que en otros países el porcentaje de los divorciados vueltos a casar tiende a disminuir con motivo de la falta de voluntad de contraer un nuevo matrimonio —ni siquiera civil— después del fracaso del primero. De las respuestas al Cuestionario resulta que este problema tiene acentos diversos en las varias regiones del mundo (cf. Instrumentum Laboris nn. 98-100). A la luz de lo que ya se ha dicho, no se trata de poner en tela de juicio la palabra de Cristo (cf. Mt 19,3-12) y la verdad de la indisolubilidad del matrimonio (cf. Denzinger - Hünermann 1327; 1797; 1807; Gaudium et spes 49), ni tampoco considerar que ya no estén en vigor. Crearía, además, confusión el hecho de concentrarse sólo en la cuestión de la recepción de los sacramentos. La res-


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puesta, por tanto, hay que buscarla en el contexto de una pastoral juvenil más amplia y de preparación al matrimonio. Asimismo, es necesario un acompañamiento pastoral intensivo del matrimonio y de la familia, en particular en las situaciones de crisis. Por lo que concierne a los divorciados que se han vuelto a casar civilmente, no pocos sostienen que hay que tener en cuenta la diferencia entre quien culpablemente ha roto un matrimonio y quien ha sido abandonado. La pastoral de la Iglesia debería hacerse cargo de estas personas de modo particular. Los divorciados vueltos a casar civilmente pertenecen a la Iglesia. Necesitan ser acompañados por sus pastores y tienen derecho a ello (cf. Sacramentum caritatis n. 28). Se les invita a escuchar la palabra de Dios, a participar en la liturgia de la Iglesia, en la oración y a realizar obras buenas de caridad. La pastoral de la Iglesia debe cuidarles de una forma del todo particular, teniendo presente la situación de cada uno. De aquí la necesidad de tener al menos en cada Iglesia particular un sacerdote, debidamente preparado, que pueda previa y gratuitamente aconsejar a las partes sobre la validez de su matrimonio. En efecto, muchos esposos no son conscientes de los criterios de validez del matrimonio y menos aún de la posibilidad de la invalidez. Después del divorcio, hay que llevar a cabo esta verificación, en un contexto de diálogo pastoral sobre las causas del fracaso del matrimonio anterior, individuando posibles causas de nulidad. Al mismo tiempo, evitando la apariencia de un simple cumplimiento burocrático o de intereses económicos. Si se realiza todo esto con seriedad y buscando la verdad, la declaración de nulidad producirá una liberación de las conciencias de las partes. La praxis canónica de las causas matrimoniales y la vía extra-judicial Teniendo presente todo lo que se menciona en el Instrumentum Laboris, a propósito de la amplia solicitud de simplificación de las causas matrimoniales (cf. nn. 98-102), desde el punto de vista pastoral, y teniendo en cuenta la difusión de la mentalidad partidaria del divorcio, en cuanto a la válida celebración del sacramento, no parece imprudente, como acabamos de apuntar, considerar que no pocos matrimonios celebrados en la Iglesia pueden resultar no válidos. Para verificar la posible nulidad del vínculo de manera eficaz y ágil no son pocos quienes creen que hay que reconsiderar, en primer lugar, la obligatoriedad de la doble sentencia conforme a la declaración de nulidad del vínculo matrimonial, procediendo con el segundo grado sólo si hay apelación de una parte o de ambas partes, o bien de parte del defensor del vínculo, en un tiempo definido. Una posible solución de este tipo, en cualquier caso, debería evitar el mecanicismo y la impresión de la concesión de un divorcio. Sin embargo, en ciertos casos podrían ser necesarias otras garantías, por ejemplo, la obligación del defensor del vínculo de apelar, con el fin de evitar soluciones injustas y escandalosas. En segundo lugar, en cuanto a la ya mencionada amplia difusión de la

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crecimiento. Y sobre este aspecto también se requiere una reflexión que toca las dinámicas culturales y sociales, especialmente la relación entre las diversas generaciones. La familia en el contexto relacional

mentalidad partidaria del divorcio en muchas sociedades y vista la praxis de los tribunales civiles que pronuncian las sentencias de divorcio, sucede con frecuencia que las partes que celebran un matrimonio canónico, se reserven el derecho a divorciarse y contraer otro matrimonio cuando se presentan dificultades en la convivencia. Esta simulación, aun sin la plena conciencia de este aspecto ontológico y canónico, invalida el matrimonio. Para probar dicha exclusión de la indisolubilidad basta la confesión de la parte simuladora confirmada por las circunstancias y otros elementos (cf. Cic cann. 1536 § 2, 1679). Si es así ya en el proceso judicial, es pensable, para algunos, la producción de la misma prueba en el marco de un proceso administrativo. Además, según cualificadas propuestas, haría falta valorar la relevancia de la intención de la fe de los novios prometidos en orden a la validez del matrimonio sacramento, según el principio general que para la validez de un sacramento es necesario que haya la intención de hacer lo que hace la Iglesia (cf. Benedicto XVI, Discurso al Tribunal de la Rota Romana, 26 de enero de 2013, n. 4). Esta vía extra-judicial podría prever —según ellos— un itinerario de conocimiento, discernimiento y profundización que, en el caso de presencia de las condiciones de invalidez, podría culminar en la declaración de nulidad de parte del obispo diocesano, el cual propondría a su vez un camino de toma de conciencia y conversión a la persona interesada, con vistas a un posible matrimonio futuro, para no repetir la misma simulación. En tercer lugar, hay que tener presente que para resolver ciertos casos existe la posibilidad de aplicar el «privilegio paulino» (cf. Cic, cann. 1143-1147) o recurrir al «privilegio petrino» (en los casos de matrimonios contraídos con disparidad de culto). Por último, también hay que tener presente la posibilidad de la disolución, «por gracia», del matrimonio rato y no consumado. La praxis de las Iglesias ortodoxas El Instrumentum Laboris señala que algunas respuestas sugieren examinar más en profundidad la praxis de algunas de las Iglesias ortodoxas, que prevé la posibilidad de segundas nupcias y terceras connotadas por

un carácter penitencial (cf. n. 95). Dicho estudio es necesario para evitar interpretaciones y conclusiones que no estén suficientemente fundadas. Este tema subraya la importancia del estudio de la historia de la disciplina de la Iglesia en Oriente y en Occidente. Al respecto se podría reflexionar sobre la posible contribución del conocimiento de la tradición disciplinar, litúrgica y doctrinal de las Iglesias orientales.

La familia y el Evangelio de la vida Anunciar el Evangelio de la vida Dada la diversidad cultural y de tradiciones dentro de las diversas realidades que componen la Iglesia Católica, resulta de gran ayuda en la obra de evangelización, de inculturación del Evangelio, la aportación de las Conferencias episcopales. Análogamente a cuanto se realiza en la comunión episcopal, es necesario que esta sinergia en el anuncio se realice sub Petro et cum Petro. La apertura a la vida no se añade, por una imposición externa o por una elección opinable y facultativa, al amor conyugal, sino que es parte esencial de éste, exigencia intrínseca, porque este amor tiende a la comunión y la comunión engendra vida. En el mundo occidental no es raro encontrar parejas que elijan deliberadamente no tener hijos, situación paradójicamente similar a la de quien hace de todo por tenerlos. En ambos casos la posibilidad de engendrar un hijo se ve aplastada por la propia capacidad de autodeterminación, reducida a la dimensión de un proyecto cuyo centro es uno mismo: los propios deseos, las propias expectativas, la realización de los propios proyectos que no tienen presente al otro. El amor esponsal, y más en general la relación, nunca debe construirse como un círculo cerrado. En la acogida de los hijos se condensa la acogida del otro, de los demás, con la que se aprende a descubrir y a construir nuestra humanidad. Acoger a un hijo no es solamente traerlo al mundo, sino engendrarlo en su alteridad, darle la vida. La acogida de la vida no se puede pensar como limitada únicamente a la concepción y al nacimiento. Se completa en la educación de los hijos, en el sostén que se ofrece a su

Sin embargo, también es verdad que la acogida de la vida, el asumirse responsabilidades en orden a la generación de la vida y al cuidado que ésta requiere, sólo es posible si la familia no se concibe como un fragmento aislado, sino que se percibe insertada en una trama de relaciones. Se educa a acoger verdaderamente al hijo si uno está dentro de una realidad de relaciones parentales, amistosas, institucionales, tanto civiles como eclesiales. Es cada vez más importante no dejar a la familia o a las familias solas, sino acompañar y sostener su camino. Cuando esto no sucede, las tensiones y las inevitables fatigas de la comunicación implicada en la vida de la familia, en la relación entre cónyuges o en la relación entre padres e hijos, adquieren a veces tonos dramáticos, hasta explotar en gestos de locura destructiva. Detrás de las tragedias familiares con mucha frecuencia hay una desesperada soledad, un grito de sufrimiento que nadie ha sabido escuchar. Para poder acoger verdaderamente la vida en la familia y cuidarla siempre, desde la concepción hasta la muerte natural, es necesario recuperar el sentido de una solidaridad difusa y concreta. Recuperar la responsabilidad formativa de la comunidad, en particular de la comunidad eclesial. Activar a nivel institucional las condiciones que hagan posible este cuidado, ayudando a comprender que el nacimiento de un niño, así como la asistencia a un anciano, son un bien social que hay que tutelar y favorecer. Se necesitan comunidades eclesiales que organicen los tiempos y los espacios de la pastoral a medida de la familia. Además, es necesario superar la tendencia a la privatización de los afectos. El mundo occidental corre el riesgo de hacer de la familia una realidad confiada exclusivamente a las elecciones del individuo, totalmente desvinculada de un marco normativo e institucional. Tal privatización hace más frágiles los vínculos familiares, los vacía progresivamente del sentido que les es propio. La relación que da vida a una familia, las relaciones que se establecen en su seno, son punto de enlace entre la dimensión privada y la social. En las sociedades tradicionales la dimensión social del matrimonio y de la familia se explica en un control comunitario tan fuerte que a veces resulta sofocante. Es preciso encontrar el punto de equilibrio justo entre estas diferentes dimensiones, ambas esenciales tanto para la vida de la familia como para la realidad de la persona, que siempre es a la vez persona individual y persona social. En la vida de la familia se experimenta que en las elecciones más íntimas del sujeto está presente una dimensión de transcendencia. A través de los cónyuges, de su apertura concreta a la generación de la vida, se hace experiencia de un misterio que nos trasciende. El amor que une a SIGUE EN LA PÁGINA 18


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Con el espíritu del samaritano VIENE DE LA PÁGINA 17

los dos cónyuges y que se convierte en principio de nueva vida, es el amor de Dios. La responsabilidad de la Iglesia y la educación Corresponde a la Iglesia anunciar y testimoniar la altísima dignidad de la persona humana. La Iglesia no se limita a decir a los fieles y a los hombres de buena voluntad lo que deben hacer, sino que es solidaria con ellos. Comparte sus esperanzas, sus deseos y sus dificultades. Esto es un signo fuerte de credibilidad ante los ojos del mundo. En ese sentido, es preciso cuidar de modo particular la educación de la afectividad y de la sexualidad. En efecto, ante todo hay que saberla apreciar y anunciar su valor. Es preciso recalcar en ese sentido la importancia de los caminos formativos. El testimonio de parte de los adultos añade credibilidad a los ideales que deben presentarse con claridad. Sin duda, a las generaciones jóvenes les ayuda mucho el testimonio de un amor fiel y profundo hecho de ternura, de respeto, de acogida recíproca, de perdón, capaz de crecer en el tiempo sin consumirse en la inmediatez. Al mismo tiempo, sin embargo, es preciso evitar banalidades, la superficialidad y formas de «tolerancia» que escondan una indiferencia sustancial y una incapacidad de atención. Resulta, además, necesario continuar en la propuesta de la visión personalista del amor conyugal delineada por el Vaticano II (cf. Gaudium et spes, n. 49), teniendo en cuenta también los grandes desafíos que constituyen los modos de presentar el amor y la familia en muchos medios de comunicación. Este tema también requiere más estudio.

perspectiva que Pablo VI indicaba en la audiencia del 31 de julio de 1968: «… no es sólo la declaración de una ley moral negativa, es decir, la exclusión de toda acción que se proponga hacer imposible la procreación (n. 14), sino que sobre todo es la presentación positiva de la moralidad conyugal según su misión de amor y fecundidad «a la luz de una visión integral del hombre y de su vocación, no sólo natural y terrena sino también sobrenatural y eterna» (n. 7). Es la aclaración de un capítulo fundamental de la vida personal, conyugal, familiar y social del hombre, pero no es la exposición completa de todo lo relativo al ser humano en el campo del matrimonio, de la familia, de la honestidad de las costumbres, un campo inmenso en el cual el Magisterio de la Iglesia podrá y deberá quizá volver con un designio más amplio, orgánico y sintético». Asimismo, hay que especificar que la norma moral recordada se pone en práctica a la luz de la «ley de la gradualidad», según las indicaciones ya formuladas en el n. 34 de Familiaris consortio: recordando que el hombre en cuanto ser histórico «…conoce, ama y cumple el bien moral según etapas de crecimiento».

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Misa del Santo Padre en Santa Marta

Frederic J. Shields, «El ángel custodio» (1878)

Conclusión

Si observamos los orígenes del cristianismo, vemos que logró ser aceptado y acogido —a pesar de todo rechazo y diversidad cultural— por la profundidad y fuerza intrínseca de su mensaje. En efecto, logró iluminar la dignidad de la persona a la luz de la Revelación, también por lo que se refiere a la afectividad, la sexualidad y la familia. El desafío que el Sínodo debe aceptar es precisamente lograr proponer de nuevo al mundo de hoy, en ciertos aspectos tan similar al de Temas relativos los primeros tiempos de la Iglesia, a la Humanae vitae el atractivo del mensaje cristiano Desde esta perspectiva es posible respecto al matrimonio y la familia, volver a proponer de forma positiva subrayando la alegría que dan, pero el mensaje de la Humanae vitae a al mismo tiempo dar respuestas vertravés de una hermenéutica históri- daderas e impregnadas de caridad ca adecuada, que sepa captar los (cf. Ef 4, 15) a los numerosos profactores históricos y las preocupa- blemas que especialmente hoy tociones que han sostenido la redac- can la existencia de la familia. Poción de Pablo VI. En otras palabras, niendo de relieve que la auténtica hay que releer la Encíclica en la libertad moral no consiste en hacer lo que se siente, no vive sólo de emociones, sino que se realiza solamente adquiriendo el verdadero bien. En concreto se nos pide ante todo ponernos al lado de nuestros hermanas y hermanos con el espíritu del buen Samaritano (cf. Lc 10, 25-37): estar atentos a su vida, en particular estar cerca de aquellos a los que la vida ha «herido» y esperan una palabra de esperanza, que nosotros sabemos que sólo Cristo puede darnos (cf. Jn 6, 68). El mundo necesita a Cristo. El mundo también nos necesita a nosotros, porque perteneceTrento Longaretti, «Familia del músico» mos a Cristo.

Todos tenemos un ángel Todos tenemos un ángel siempre al lado, que jamás nos deja solos, y nos ayuda a no errar el camino. Y si somos como niños lograremos evitar la tentación de bastarnos a nosotros mismos, que desemboca en la soberbia y también en el carrerismo exacerbado. Es precisamente el papel decisivo de los ángeles custodios en la vida de los cristianos lo que el Papa Francisco recordó, el día de la fiesta litúrgica, durante la misa celebrada el jueves 2 de octubre en Santa Marta. Son dos las imágenes —el ángel y el niño— que, evidenció inmediatamente el Papa, «la Iglesia nos hace ver en la liturgia de hoy». El libro del Éxodo (23, 20-23a), especialmente, nos propone «la imagen del ángel», que «el Señor da a su pueblo para ayudarlo en su camino». Se lee en efecto: «Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado». Por lo tanto, comentó, «la vida es un camino, nuestra vida es un camino que termina en ese lugar que el Señor nos ha preparado». Pero, observó, «nadie camina solo: ¡nadie!». Porque «nadie puede caminar por sí solo». Y «si uno de nosotros creyese que puede caminar solo, se equivocaría mucho» y «caería en ese error, tan feo, que es la soberbia: creer ser grande». Terminando por tener esa actitud de «suficiencia» que le lleva a decirse así mismo: «Yo puedo, yo lo hago» solo. Sin embargo, el Señor da una clara indicación a su pueblo: «Ve, harás lo que yo te diga. Seguirás tu vida, pero te daré una ayuda que te recordará continuamente lo que debes hacer». Y así «dice a su pueblo

cómo debe ser la actitud con el ángel». La primera recomendación es: «Respeta su presencia». Y luego: «Escucha su voz y no te rebeles». Por ello, además de «respetar» se debe también saber «escuchar» y «no rebelarse». En el fondo, explicó el Papa, «es esa actitud dócil, pero no precisamente, de la obediencia hacia al padre, que es justo la obediencia del hijo». Se trata en esencia de «esa obediencia de la sabiduría, esa obediencia de escuchar los consejos y elegir lo mejor según los consejos». Y se necesita, añadió, «tener el corazón abierto para pedir y escuchar consejos». El pasaje del Evangelio de san Mateo (18, 1-5.10) propone en cambio la segunda imagen, la del niño. «Los discípulos —dijo el obispo de Roma comentando el pasaje— discutían sobre quién era el más grande entre ellos. Había una disputa interna: el carrerismo. Estos que son los primeros obispos tenían esta tentación del carrerismo» y decían entre ellos: «¡Yo quiero llegar a ser más grade que tú!». Al respecto el Papa señaló: «No es un buen ejemplo que los primeros obispos hayan hecho esto, pero es la realidad». Por su parte «Jesús les enseña la verdadera actitud»: llama a un niño, lo pone en medio de ellos —refiere san Mateo— y haciendo así indica explícitamente «la docilidad, la necesidad de consejo, la necesidad de ayuda, porque el niño es precisamente el símbolo de quien necesita ayuda, de docilidad para ir adelante». «Este es el camino», afirmó el Pontífice, y no el de determinar «quién es el más grande». En realidad, confirmó repitiendo las palabras de Jesús, «será el más grande» aquel que llegue a ser como un niño. Y aquí el Señor «hace ese vínculo misterioso que no se puede explicar, pero es verdad». Dice en efecto: «Cuidado con despreciar a uno de estos niños pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial». En concreto, sugirió el Pontífice, «es como si dijera: si vosotros tenéis esa actitud de docilidad, esa actitud de estar y escuchar los consejos, de corazón abierto, de no querer ser el más grande, esa actitud de no querer caminar solo el camino de la vida, estaréis más cerca a la actitud de un niño y más cercano a la contemplación del Padre». «Todos nosotros según la tradición de la Iglesia —explicó de nuevo el Papa— tenemos un ángel con nosotros, que nos protege, nos hace oír las cosas». Por lo demás, dijo, «cuántas veces hemos escuchado: “Pero, esto... debería hacer así... esto no está bien... ¡ten cuidado!”». Es precisamente «la voz de este compañero nuestro de viaje». Y podemos estar «seguros que él nos llevará al final de nuestra vida con sus consejos». Por eso se necesita «escuchar su voz, no rebelarnos». Sin embargo, «la rebelión, las ganas de ser independiente, es algo que todos tenemos: es la misma soberbia, la que tuvo nuestro padre Adán en el paraíso terrestre». De aquí la invitación del Papa a cada uno: «¡No


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Misa en Santa Marta te rebeles, sigue sus consejos!». En realidad, confirmó el Pontífice, «nadie camina solo y nadie de nosotros puede pensar que está solo: está siempre este compañero». Cierto, sucede que «cuando no queremos escuchar su consejo, escuchar su voz, le decimos: “¡Bah desaparece!”». Pero «poner de patitas en la calle al compañero de camino es peligroso, porque ningún hombre, ninguna mujer puede aconsejarse a sí mismo: yo puedo aconsejar a otro, pero no aconsejarme a mí mismo». En efecto, recordó el Papa, «Está el Espíritu Santo que me aconseja, está el ángel que me aconseja» y por eso lo «necesitamos». El Papa invitó a no considerar «esta doctrina de los ángeles algo fantasiosa». Se trata, por el contrario, de una «realidad». Es «lo que Jesús, lo que Dios dijo: Voy enviarte un ángel por delante, para que te cuide, para que te acompañe en el camino, para que no te equivoques». Al concluir el Papa Francisco propuso una serie de preguntas para que cada uno pueda hacer un examen de conciencia consigo mismo: «¿Cómo es mi relación con mi ángel custodio? ¿Lo escucho? ¿Le doy los buenos días en la mañana? ¿Le digo que me proteja durante el sueño? ¿Hablo con él? ¿le pido consejo? ¿Está a mi lado?». A estas preguntas, dijo, «podemos responder hoy»: cada uno de nosotros puede hacerlo para comprobar «cómo es la relación con este ángel que el Señor ha enviado para protegerme y acompañarme en el camino, y que ve siempre el rostro del Padre que está en el cielo».

Salvados a nuestro modo El hombre vive «dentro de sí el drama de no aceptar la salvación de Dios», porque querría «salvarse a su modo». Y Jesús llega incluso a llorar por esta «resistencia» del hombre, volviendo a proponer siempre su misericordia y su perdón. En suma, no podemos decir precisamente «Sálvanos, Señor, pero a nuestro modo», afirmó el Papa Francisco en la misa celebrada el viernes 3 de octubre en la capilla de la Casa Santa Marta. En el pasaje del Evangelio propuesto por la liturgia, Lucas (10, 1316) presenta a Jesús que «parece algo enojado». Y «habla a esta gente para hacerla razonar», diciendo: «Si en las ciudades paganas se hubieran hecho los milagros que se hicieron entre vosotros, se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza. Y vosotros, no». Así, Jesús hace «precisamente un resumen de toda la historia de la salvación: es el drama de no querer ser salvados; es el drama de no aceptar la salvación de Dios». Es como si dijéramos: «Sálvanos, Señor, pero a nuestro modo». Jesús mismo recuerda muchas veces «cómo este pueblo rechazó a los profetas y apedreó a quienes le enviaron, porque eran incómodos». El pensamiento es siempre el mismo: «Queremos la salvación, pero como

nosotros la queremos. No como la quiere el Señor». El Pontífice precisó que estamos ante el «drama de la resistencia a ser salvados». Se trata de «una herencia que todos hemos recibido», porque «también en nuestro corazón está esta semilla de resistencia a ser salvados como el Señor quiere salvarnos». El contexto del pasaje evangélico de Lucas presenta a Jesús que «habla con sus discípulos que acaban de volver de una misión». Y también a ellos les dice: «Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vo-

dudas». Lo refiere Juan en el sexto capítulo de su Evangelio, expresando la opinión de cuantos hablan de Jesús: «Este hombre es algo extraño, ¿cómo puede darnos de comer su cuerpo? Sí, quizá sea algo extraño». Probablemente alguien decía estas cosas, afirmó Francisco, e incluso «sus discípulos comenzaron a echarse atrás». Así, «Jesús mira a los Doce» y les dice: «Si también vosotros queréis marcharos…». El Pontífice dijo que sin duda alguna «esta palabra es dura: la palabra de la cruz es siempre dura». Pero también es «la única puerta de

sotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado. Lo mismo hicieron vuestros padres con los profetas». De nuevo es el pensamiento de querer «salvarnos» a nuestro modo. Ciertamente, «el Señor nos salva en nuestra libertad», precisó el Papa, pero añadió que «no queremos salvarnos en la libertad, sino en nuestra autonomía: nosotros establecemos las reglas». El obispo de Roma observó que precisamente «este es el drama de la historia de la salvación, desde el primer momento». Es, ante todo, «un drama del pueblo», porque «el pueblo, por ejemplo, se rebela muchas veces en el desierto». Comoquiera que sea, añadió, «con las pruebas el pueblo madura: es más maduro». Y así «reconoce en Jesús a un gran profeta y también dice: Dios ha visitado a su pueblo». Al contrario, prosiguió, «es precisamente la clase dirigente la que cierra las puertas al modo como Jesús quiere salvarnos». En este sentido, «se comprenden los diálogos fuertes de Jesús con la clase dirigente de su tiempo: discuten con él, lo ponen a prueba, tratan de hacerlo caer en un trampa», porque en ellos hay precisamente «una resistencia a ser salvados». Ante esta actitud, Jesús les dice: «No os entiendo. Sois como esos niños: os hemos tocado la flauta y no habéis bailado, os hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado. ¿Qué queréis?». La respuesta sigue siendo: «Queremos la salvación a nuestro modo». Por tanto, vuelve «siempre esta cerrazón» ante el modo de obrar de Dios. Pero «cuando el Señor va adelante —recordó el Papa—, también en el grupo cercano a ellos comienzan las

salvación». Y «el pueblo creyente la acepta: buscaba a Jesús para curarse» y «para escuchar su palabra». En efecto, decía: «Este habla con autoridad. No como nuestra clase, los fariseos, los doctores de la Ley, los saduceos, que hablan con un lenguaje que nadie entendía». Para estos, la salvación estaba en el cumplimiento de los numerosísimos preceptos «que su fiebre intelectual y teológica había creado». Pero «el pobre pueblo no encontraba una salida de salvación». La encuentra, en cambio, en Jesús. Sin embargo, al final, afirmó el Papa, «hicieron lo mismo que sus padres: decidieron matar a Jesús». El Señor critica este modo de comportarse: «Vuestros padres mataron a los profetas, pero vosotros, para limpiaros la conciencia, les construís un hermoso monumento». Por eso «toman la decisión de matar a Jesús, es decir, de quitárselo de encima», porque, dicen, «este hombre nos traerá problemas: esta salvación no la queremos. Queremos una salvación bien disciplinada, segura. Esta no la queremos». En consecuencia, «también deciden matar a Lázaro, porque es testigo de lo que lleva Jesús: la vida», en cuanto «resucitó de entre los muertos». «Con esta decisión, la clase dirigente cancela la omnipotencia de Dios», comentó el obispo de Roma, recordando que «hoy, en la oración, al comienzo de la misa, hemos alabado muy bien la omnipotencia de Dios: “Señor, que revelas tu omnipotencia, principalmente en la misericordia y en el perdón”». El «drama de la resistencia a la salvación» lleva a no creer «en la misericordia y en el perdón», sino en los sacrificios. E impulsa a querer «todo bien ordenado, todo claro».

El Papa Francisco recordó que es «un drama» que «también cada uno de nosotros tiene dentro». Por eso sugirió algunas preguntas con vistas a un examen de conciencia: «¿Cómo quiero yo ser salvado? ¿A mi modo? ¿Al modo de una espiritualidad que es buena, que me hace bien, pero que está fija, tiene todo claro y no hay riesgo? ¿O al modo divino, es decir, siguiendo el camino de Jesús, que siempre nos sorprende, que siempre nos abre las puertas al misterio de la omnipotencia de Dios, que es la misericordia y el perdón?». Jesús, afirmó el Pontífice, «cuando ve este drama de la resistencia, incluso cuando ve la nuestra, llora». «Lloró ante la tumba de Lázaro, lloró contemplando a Jerusalén», y dijo: «Tú que matas a los profetas y apedreas a quienes te han sido enviados, ¿cuántas veces intenté reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas?». Y también llora «ante este drama de no aceptar su salvación, como la quiere el Padre». Por tanto, el Papa Francisco propuso «pensar que este drama está en nuestro corazón», insistiendo en que cada uno de nosotros se pregunte a sí mismo: «¿Cómo pienso que es el camino de mi salvación? ¿El de Jesús u otro? ¿Soy libre de aceptar la salvación o confundo libertad con autonomía, y quiero mi salvación, la que yo creo que es justa? ¿Creo que Jesús es el maestro que enseña la salvación, o voy por doquier siguiendo a gurús que me enseñan otra? ¿Un camino más seguro, o me refugio bajo el techo de las reglas y de los tantos preceptos dados por los hombres? ¿Y así me siento seguro, y con esta seguridad —es algo duro decir esto— compro mi salvación, que Jesús da gratuitamente, con la gratuidad de D ios?». Todas estas preguntas, que «nos hace bien formularnos hoy», culminan en la última pregunta del Papa: «¿Resisto a la salvación de Jesús?».

Si se pierde la memoria ¿Qué significa rezar? «Es hacer memoria de nuestra historia ante Dios. Porque nuestra historia» es «la historia de su amor por nosotros». En la misa celebrada el martes 7 de octubre por la mañana, en Santa Marta, el Papa Francisco eligió como hilo conductor de su homilía precisamente el de «hacer memoria». Introduciendo la reflexión, explicó ante todo que la Biblia recuerda muchas veces «que el Señor eligió a su pueblo y lo acompañó a lo largo del camino en el desierto durante toda la vida». En la práctica, «estuvo cerca de él», habiéndolo elegido y SIGUE EN LA PÁGINA 20


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Misa del Pontífice en Santa Marta de su historia» diciendo: «Él me eligió, me llamó, me salvó. Fue mi habiéndole prometido «llevarlo a compañero de camino». A tal punto una tierra de alegría, de felicidad»; que también la gente que conocía caminó con este pueblo y selló con su vida repetía las mismas palabras: él una alianza. «Aquel que una vez nos perseguía, Además, todo lo que «hizo con ahora va anunciando la fe que en su pueblo —añadió el Pontífice ac- otro tiempo quería destruir». Por tualizando el discurso—, lo ha he- tanto, «hacer memoria de la propia cho y lo hace con cada uno de no- vida es dar gloria a Dios». Y tamsotros». En efecto, prosiguió, «no- bién «hacer memoria de nuestros sotros hemos sido elegidos». Y es pecados, de los que el Señor nos ha tan evidente que se trata de «una salvado, es dar gloria a Dios». Por gracia», que bastaría preguntarse: lo demás, Pablo también «dice que «¿Por qué yo soy cristiano y no lo sólo se enorgullece de dos cosas: de es ese, lejano, que jamás ha oído sus pecados y de la gracia de Dios hablar de Jesús?». Es «una gracia Crucificado, de su gracia». En resude amor», remarcó el Papa, recormen, el Apóstol «hacía memoria de dando que el Señor «camina con nosotros por el camino de la vida», sus pecados», enorgulleciéndose de está a nuestro «lado», habiéndonos haber sido pecador, precisamente «prometido la alegría» y «habiendo porque Cristo crucificado lo había establecido con nosotros una alian- salvado. El Papa afirmó que «esta era la memoria de Pablo». Y «esta za». De ahí la invitación a «hacer me- es la memoria que el mismo Jesús moria de esta realidad» en la ora- nos invita a hacer». Basta pensar en lo que el Señor ción diaria. Una memoria que no debe ser abstracta, sino hecha «en le dice a Marta: «Andas inquieta y su concreción», como hace san Pa- preocupada con muchas cosas; sólo blo en la primera lectura de la litur- una es necesaria», mientras que gia (Gálatas 1, 13-24), cuando dice: «María eligió la parte mejor». «Hermanos: habéis oído hablar de ¿Cuál? «Escuchar al Señor y hacer mi pasada conducta en el judaísmo: memoria». Por eso «no se puede recon qué saña perseguía a la Iglesia zar cada día como si no tuviéramos de Dios y la asolaba». historia. Cada uno de nosotros tiene la suya. Y con esta historia en el corazón vamos a rezar». En este caso, el modelo es María, aunque nos parecemos más a Marta, puesto que, como ella, «muchas veces nos distraen los trabajos, la jornada, hacer las cosas que debemos hacer», y terminamos por olvidar nuestra historia. El Papa Francisco recordó que la historia de «nuestra relación Diego Velázquez, «Cristo en casa de María y Marta» (1620) con Dios no comienza el día del bautismo: A propósito de esto, el Papa ob- allí se sella». En realidad, empieza servó que el Apóstol no «comienza «cuando Dios, desde la eternidad, su presentación» diciendo: «Soy nos mira y nos elige». En síntesis, bueno, soy hijo de este, tengo cierta es una historia que «inicia en el conobleza…». Al contrario, se presen- razón de Dios». Así pues, rezar sigta como es: «Fui un perseguidor, nifica «hacer memoria de la elecfui malo». Y de este modo «Pablo ción que Dios hizo de nosotros; hahace memoria de su camino, y así cer memoria de nuestro camino de empieza a hacer memoria del prin- alianza». Significa preguntarse si cipio», como testimonian sus pala- «se ha respetado esta alianza» o no. bras: «Dios me eligió desde el seno Y, dado que fundamentalmente «sode mi madre y me llamó por su gra- mos pecadores», rezar quiere decir cia…». El obispo de Roma aclaró sobre todo «hacer memoria de la que lo mismo vale para nosotros promesa que Dios» nos hace y que que «somos cristianos», para «cada «jamás defrauda», la promesa «que uno de nosotros, porque Él nos ha es nuestra esperanza». elegido, y la elección es suya. No es En conclusión, el Papa Francisco nuestra. Es por gracia, es un rega- destacó que «esta es la verdadera lo». oración», sugiriendo que «humildePara el Papa Francisco la invita- mente» podríamos «comenzar nuesción a «hacer memoria» nace de la tra oración con el hermoso salmo constatación de que esta actitud es 138», que se ha proclamado durante una «costumbre no muy común en- la liturgia de la Palabra: «Señor: Tú tre nosotros. Olvidamos las cosas, me sondeas y me conoces. Me covivimos el momento, y después ol- noces cuando me siento o me levanvidamos la historia». to, de lejos penetras mis pensamienAl contrario, destacó, «cada uno tos, distingues mi camino y mi desde nosotros tiene una historia: una canso, todas mis sendas te son fahistoria de gracia, una historia de miliares. Tú has creado mis entrapecado, una historia de camino». ñas, me has tejido en el seno materPor eso «hace bien rezar con nues- no. Te doy gracias porque me has tra historia». Precisamente como plasmado portentosamente». Por«hace Pablo, que cuenta una parte que —comentó— «esto es rezar». VIENE DE LA PÁGINA 19

COMUNICACIONES Audiencias pontificias EL SANTO PADRE HA RECIBID O EN AUDIENCIA:

Jueves 2 de octubre —A Su Santidad Mar Dinkha IV, catholicós Patriarca de la Iglesia asiria de Oriente, con el séquito. —Al cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, arzobispo de Lima (Perú). —Al cardenal Mauro Piacenza, penitenciario apostólico. —A monseñor Pedro Ricardo Barreto Jimeno, S.J., ARZOBISPO DE HUANCAYO (PERÚ). —A monseñor Hugo Nicolás Barbaro, obispo de San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña (Argentina). —A monseñor Fernando Martín Croxatto, obispo titular de Fissiana, auxiliar de Comodoro Rivadavia (Argentina). A los obispos de la Conferencia episcopal del Chad, en visita «ad limina Apostolorum»: —Monseñor Rosario Pio Ramolo obispo de Goré.

O.F.M.CAP.,

Lutos en el episcopado —Monseñor SERVÍLIO CONTI, I.M.C., obispo titular de Tuburbo maggiore y prelado emérito de Roraima (Brasil), falleció el 1 de septiembre. Había nacido en Vertova, diócesis de Bérgamo, el 19 de octubre de 1916. Era sacerdote desde el 8 de abril de 1944. Pablo VI le nombró prelado de Roraima el 1 de enero de 1965 y posteriormente obispo titular de Tuburbo maggiore el 8 de febrero de 1968; recibió la ordenación episcopal el 5 de mayo sucesivo. El mismo Papa aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha prelatura el 3 de mayo de 1975. —Monseñor JOSÉ LUIS SERNA ALZATE, I.M.C., obispo emérito de Líbano-Honda (Colombia). Falleció el 28 de septiembre. Había nacido en Aranzazú, archidiócesis de Manizales, el 17 de febrero de 1936. Era sacerdote desde el 23 de diciembre de 1961. Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Cartenna y vicario apostólico de Florencia (Colombia) el 15 de noviembre de 1978; recibió la ordenación episcopal el 7 de diciembre del mismo año. El Santo Padre elevó dicho vicariato apostólico al rango de diócesis y nombró a mons. Serna Alzate primer obispo residencial el 9 de diciembre de 1985. El Papa erigió la diócesis de LíbanoHonda y lo trasladó como obispo de esta nueva circunscripción el 8 de julio de 1989; y aceptó su renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Líbano-Honda el 12 de julio de 2002.

—Monseñor Miguel Angel Sebastián Martínez, obispo de Lai administrador apostólico sede vacante «et ad nutum Sanctae Sedis» de D oba. —Monseñor Joachim Kouraleyo Tarounga, obispo de Moundou. —Monseñor Jean-Claude Bouchard, O.M.I., obispo de Pala. —Monseñor Goetbe Edmond Djitangar, obispo de Sarh. —Monseñor Henri Coudray, S.J. obispo titular de Silli, vicario apostólico de Mongo. —Sacerdote Alphonse Karamba, Administrador diocesano de N'Djaména. Viernes, día 3 —Al presidente de la República democrática socialista de Sri Lanka, Mahinda Rajapaksa, con el séquito. —Al cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de San Cristóbal de La Habana (Cuba). Sábado, día 4 —Al cardenal Marc Ouellet, P.S.S., prefecto de la Congregación para los obispos. —A monseñor Joseph Edward Kurtz, arzobispo de Louisville (Estados Unidos), presidente de la Conferencia de los obispos católicos de Estados Unidos; con el cardenal Daniel N. DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston, vicepresidente; monseñor Ronny E. Jenkins, secretario general; y monseñor Brian Bransfield, secretario general adjunto. —A monseñor Wojciech Załuski, arzobispo titular de Diocleziana, nuncio apostólico en Burundi. —A monseñor Paolo Rudelli, enviado especial, observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa en Estrasburgo.

Representaciones pontificias El Papa ha nombrado enviado especial, observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa en Estrasburgo a monseñor PAOLO RUDELLI, consejero de nunciatura. Paolo Rudelli nació en Gazzaniga (Italia) el 16 de julio de 1970. Recibió la ordenación sacerdotal el 10 de junio de 1995. Es doctor en teología moral. Entró en el servicio diplomático de la Santa Sede el 1 de julio de 2001. Ha prestado servicio en las representaciones pontificias en Ecuador y en Polonia y en la sección para los Asuntos generales de la Secretaría de Estado.


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A la Congregación para el clero el Pontífice recuerda la importancia del discernimiento vocacional

Diamante en bruto Las vocaciones tienen que ser custodiadas y cultivadas «para que den frutos maduros». En efecto «ellas son un “diamante en bruto”, que hay que trabajar con cuidado, respeto de la conciencia de las personas y paciencia, para que brillen en medio del pueblo de Dios». Lo dijo el Papa al recibir el viernes 3 de octubre por la mañana, en la sala Clementina, a la plenaria de la Congregación para el clero. Señores cardenales, queridos hermanos obispos y sacerdotes, hermanos y hermanas: Dirijo a cada uno un cordial saludo y un sincero agradecimiento por vuestra colaboración en la solicitud de la Santa Sede por los ministros ordenados y su acción pastoral. Agradezco al cardenal Beniamino Stella las palabras con las que introdujo este encuentro. Lo que quisiera deciros hoy gira en torno a tres temas, que corresponden a los fines y a las actividades de este dicasterio: vocación, formación, evangelización. Retomando la imagen del Evangelio de san Mateo, me agrada comparar la vocación del ministerio ordenado con el «tesoro escondido en un campo» (13, 44). Es verdaderamente un tesoro que Dios pone desde siempre en el corazón de algunos hombres, que Él eligió y llamó a seguirlo en este estado de vida especial. Este tesoro, que pide ser descubierto y llevado a la luz, no está hecho para «enriquecer» sólo a alguno. Quien está llamado al ministerio

no es «dueño» de su vocación, sino administrador de un don que Dios le ha confiado para el bien de todo el pueblo, es más, de todos los hombres, incluso los que se han alejado de la práctica religiosa o no profesan la fe en Cristo. Al mismo tiempo, toda la comunidad cristiana es custodio del tesoro de estas vocaciones, destinadas a su servicio, y debe percibir cada vez más la tarea de promoverlas, acogerlas y acompañarlas con afecto. Dios no cesa de llamar algunos a seguirlo y servirlo en el ministerio ordenado. Pero también nosotros, debemos hacer nuestra parte, mediante la formación, que es la respuesta del hombre, de la Iglesia al don de Dios, ese don que Dios le hace a través de las vocaciones. Se trata de custodiar y cultivar las vocaciones, para que den frutos maduros. Ellas son un «diamante en bruto», que hay que trabajar con cuidado, respeto de las personas y paciencia, para que brillen en medio del pueblo de Dios. La formación, por tanto, no es un acción unilateral, con el que alguien transmite nociones, teológicas o espirituales. Jesús no dijo a quienes llamaba: «ven, te explico», «sígueme, te enseño»: ¡no!; la formación que Cristo ofrece a sus discípulos se realiza, por el contrario, a través de un «ven y sígueme», «haz como yo hago», y este es el método que también hoy la Iglesia quiere adoptar para sus ministros. La formación de la que hablamos es una

experiencia discipular, que acerca a Cristo y permite configurarse cada vez más con Él. Precisamente por eso, ella no puede ser una tarea que se termina, porque los sacerdotes jamás dejan de ser discípulos de Jesús, de seguirlo. A veces avanzamos rápidamente, otras veces nuestro paso es incierto, nos detenemos y podemos también caer, pero siempre permaneciendo en el camino. Por lo tanto, la formación en cuanto discipulado acompaña toda la vida del ministro ordenado y concierne totalmente a su persona, intelectual, humana y espiritualmente. La formación inicial y la permanente se distinguen porque requieren modalidades y tiempos diversos, pero son las dos mitad de una realidad sola, la vida del discípulo clérigo, enamorado de su Señor y constantemente en su seguimiento. Un parecido itinerario de descubrimiento y valoración de la vocación tiene un fin preciso: la evangelización. Toda vocación es para la misión y la misión de los ministros or-

Cómo habla Jorge Mario Bergoglio

Vayan a hacer alpinismo JORGE MILIA El Papa Francisco aconsejó con ironía a los «trepas» que en vez de entrar a la Iglesia vayan a «hacer alpinismo», porque «es más sano». Los invitados a la ya tradicional Misa en Santa Marta lo escuchaban con atención —aunque el despertador hubiera sonado muy temprano esa mañana— e imagino que más de uno debe haber buscado con la mirada algún argentino que le explicara, al terminar la ceremonia, el significado de esa palabra tan rara, «trepas». Apenas habían transcurrido un par de horas de ese primer lunes de mayo —en cuyo Evangelio del día Jesús reprocha a la gente que lo sigue solamente porque ha saciado su hambre con la multiplicación de los panes y los peces— cuando en mi casilla de correo electrónico empezaron a llover mensajes. El «experto en bergoglismos» tenía la obligación moral de explicar qué había querido decir el Papa con aquella expresión que sonaba tan divertida aunque sin duda tenía un significado menos simpático. «Trepas», en plural, es la forma abreviada de trepadores. La palabra proviene del lunfardo, esa jerga de Buenos Aires que nace a fines del siglo XIX con la fuerte influencia de los inmigrantes europeos que llegaron a los puertos de las dos metrópolis del Río de la Plata, Buenos Aires y Montevideo. A diferencia de sus países de origen, las sociedades que se formaron en estas inmensas ciudades de América del Sur eran muy abiertas y permeables a las diversidades. Pero existían códigos de comportamiento que se debían respetar y el que no lo hacía era objeto de la desaprobación pública. Si el hijo del zapatero o del albañil llegaba a ser médico o abogado, este ascenso social se consideraba el fruto merecido del esfuerzo y del trabajo. Lo que de ninguna manera se aceptaba era la actitud de los que «subían» a costa de los demás, ocupándose solamente de sus propios intereses o de los igualmente mezquinos

intereses de su clan. Personas que por lo general quemaban etapas aprovechando influencias para obtener ventajas sin acreditar méritos personales o apropiándose de los méritos ajenos. Estos eran los «trepadores». En los años ‘60 Vance Packard publicó «Los trepadores de la pirámide» (The pyramid climbers) resultado de una amplia investigación sobre los problemas, los obstáculos, los fraudes, las falsificaciones intelectuales y la inmoralidad de los que pretendían escalar las pirámides empresariales en el mundo de las corporaciones a cualquier precio. En fin, los trepadores. En el español clásico existe otra palabra que prácticamente es un sinónimo de trepador: arribista. El arribista no duda en mostar solamente aquellos aspectos de su persona que son funcionales a sus objetivos. Pobre de títulos y virtudes, sabe manipular la vanidad, el desconcierto y la ignorancia de los demás. El arribista sube, sube cada vez más arriba. Tanto si se trata de una multinacional, de una asociación del pueblo, de un club deportivo o de la Iglesia Católica, a la que tal vez proclama que pertenece. «En el uso del dinero, por ejemplo, tratando de aprovecharse económicamente de la parroquia, de la diócesis, de la comunidad cristiana, del hospital, del colegio», explicó el Papa. ¡Qué bien que hacen sus palabras! Reconfortan a los que han sido víctima del desprecio y la violencia de los «trepas». «¡En la Iglesia también hay trepadores!», siguió diciendo. Y no es ninguna novedad, ya lo sabíamos, pero es una alegría escuchar que lo diga él mismo. Porque él también ha conocido muchos cuando era obispo y arzobispo de Buenos Aires. Los ha fustigado desde el púlpito de la catedral metropolitana, los ha confesado aceptando su arrepentimiento y alentándolos para que cambien de actitud. ¡Los peores «trepas» son los que usan a la Iglesia en provecho propio! Y aquí introduce el Papa su toque personal: «Si eso es lo que te gusta, mejor vete a hacer alpinismo. ¡Es más sano! Pero no vengas a la Iglesia para trepar».

denados es la evangelización, en todas sus formas. Ella parte en primer lugar del «ser», para luego traducirse en un «hacer». Los sacerdotes están unidos en una fraternidad sacramental, por lo tanto, la primera forma de evangelización es el testimonio de fraternidad y de comunión entre ellos y con el obispo. De una semejante comunión puede surgir un fuerte impulso misionero, que libra a los ministros ordenados de la cómoda tentación de estar más preocupados del consentimiento del otro y del propio bienestar en lugar de estar animados por la caridad pastoral, por el anuncio del Evangelio, hasta las más remotas periferias. En esta misión evangelizadora, los presbíteros están llamados a acrecentar la conciencia de ser pastores, enviados para estar en medio de su rebaño, para hacer presente al Señor a través de la Eucaristía y para dispensar su misericordia. Se trata de «ser» sacerdotes, no limitándose a «hacer» los sacerdotes, libres de toda mundanidad espiritual, conscientes de que es su vida la que evangeliza aún antes que sus obras. Qué hermoso es ver sacerdotes alegres con su vocación, con una serenidad de fondo, que los sostiene incluso en los momentos de fatiga y dolor. Y esto no sucede nunca sin la oración, la del corazón, ese diálogo con el Señor... que es el corazón, por decir así, de la vida sacerdotal. Tenemos necesidad de sacerdotes, faltan vocaciones. El Señor llama, pero no es suficiente. Y nosotros obispos tenemos la tentación de escoger sin discernimiento a los jóvenes que se presentan. ¡Esto es un mal para la Iglesia! Por favor, se necesita estudiar bien el itinerario de una vocación. Examinar bien si él es del Señor, si ese hombre está sano, si ese hombre es equilibrado, si ese hombre es capaz de dar vida, de evangelizar, si ese hombre es capaz de formar una familia y renunciar a ello para seguir a Jesús. Hoy hemos tenido muchos problemas, y en muchas diócesis, por este error de algunos obispos de escoger a los que llegan a veces expulsados de los seminarios o de las casas religiosas porque tienen necesidad de sacerdotes. ¡Por favor! tenemos que pensar en el bien del pueblo de Dios. Queridos hermanos y hermanas, los temas que estáis tratando en estos días de Asamblea son de gran importancia. Una vocación cuidada mediante una formación permanente, en la comunión, se convierte en un fuerte instrumento de evangelización, al servicio del pueblo de Dios. Que el Señor os ilumine en vuestras reflexiones, os acompañe también mi bendición. Y por favor, os pido que recéis por mí y por mi servicio a la Iglesia. Gracias.


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El Pontífice alienta a los obispos de Chad desarrollar el diálogo interreligioso contra cualquier forma de violencia

Catequesis de calidad La Iglesia debe estar plenamente insertada en el entramado social, pero el compromiso en las obras sociales no agota la acción evangelizadora: es oportuno formar sólidamente a los fieles desde el punto de vista doctrinal y espiritual. Lo recordó el Papa Francisco a los obispos de Chad recibidos el jueves 2 de octubre, con ocasión de su visita «ad limina». En su discurso, el Pontífice invitó a los prelados a tender a una «catequesis de calidad» y también a acrecentar el diálogo con las otras religiones para desalentar el desarrollo de la violencia, de la que son víctimas los cristianos en algunos países cercanos. A continuación, la traducción del discurso en francés entregado por el Papa. Queridos hermanos obispos: Es una gran alegría acogeros en el Vaticano con ocasión de vuestra visita ad limina. Agradezco cordialmente a monseñor Jean Claude Bouchard, presidente de vuestra Conferencia episcopal, las palabras que me ha dirigido. Esta peregrinación regular de los obispos de todo el mundo a las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo es una ocasión particularmente significativa para vivir la colegialidad. No solo muestra y fortalece los vínculos de comunión con el Sucesor de Pedro, sino que también recuerda la solicitud fraterna que cada obispo debe tener por las demás Iglesias particulares, sobre todo por las que se encuentran en el mismo país. Expreso mis mejores deseos de que volváis a vuestras diócesis fortalecidos en la convicción de que no estáis solos en vuestra difícil y exigente misión, sino que junto a vosotros tenéis a hermanos y hermanas que comparten la misma preocupación de anunciar el Evangelio y servir a la Iglesia en Chad, y también la certeza de que el Papa, con toda la Iglesia universal, os recuerda en su oración y os anima en vuestro ministerio. Ante todo, quiero agradeceros la obra de evangelización que estáis realizando. Vuestras comunidades están creciendo no sólo en el plano numérico, sino también en la calidad y en el vigor de su compromiso. En verdad, me alegro por el trabajo realizado en los ámbitos de la educación, la salud y el desarrollo. Por lo demás, las autoridades civiles están muy agradecidas con la Iglesia católica por su aportación al conjunto de la sociedad chadiana. Os animo a perseverar en este camino, puesto que hay un vínculo íntimo entre evangelización y promoción humana, vínculo que debe expresarse y desarrollarse en toda la acción evangelizadora (cf. Evangelii gaudium, 178). El servicio a los pobres y a los más débiles es dar verdadero testimonio de Cristo, que se hizo pobre para acercarse a nosotros y salvarnos. Las congregaciones religiosas, así como los laicos que trabajan con ellas, tienen un papel considerable en este ámbito, por lo cual les estamos muy agradecidos. Es verdad, sin embargo, que este compromiso en las obras sociales no podrá agotar por sí solo toda la acción evangelizadora; una profundización y una raigambre de la fe en el corazón de los fieles —que se traduzcan en un auténtico camino espiritual y sacramental— son indispensables para que ella sea capaz de resistir a las pruebas, hoy numerosas, y para que el comportamiento de los fieles se adapte cada vez más a las exigencias del Evangelio, permitiéndoles progresar en una santidad auténtica. Esto es particularmente cier-

to en un país donde el peso de algunas tradiciones culturales es muy fuerte, donde propuestas religiosas más fáciles en el plano moral aparecen por doquier, y donde la secularización comienza a hacerse sentir. Es oportuno, pues, que los fieles se formen sólidamente desde el punto de vista doctrinal y espiritual. Y el primer ámbito de esta formación es, indudablemente, la catequesis. Os invito, con renovado espíritu misionero, a actualizar los métodos catequísticos utilizados en vuestras diócesis. Por un lado, lo que es bueno en vuestras tradiciones culturales se debe tener en consideración y valorar —puesto que Cristo no vino para destruir las culturas sino para perfeccionarlas (cf. Audiencia general, 20 de agosto de 2014)—; por otro, lo que no es cristiano se debe denunciar lo más claramente posible. Al mismo tiempo, es indispensable velar por la exactitud y la exhaustividad del contenido doctrinal de estos itinerarios. Dicho contenido se expresa con claridad en el Catecismo de la Iglesia católica, al que deben referirse todos los itinerarios de formación. La preocupación por una catequesis de calidad plantea necesariamente la cuestión de la formación de los catequistas. Son muy numerosos en vuestras diócesis y su papel es insustituible en el anuncio de la fe. Os pido que les transmitáis mi más profundo aliento. El catequista debe formarse oportunamente no solo desde el punto de vista intelectual —algo absolutamente indispensable—, sino también humano y espiri-

tual para que, como verdadero testigo de Cristo, su enseñanza dé realmente fruto. ¿Acaso cada diócesis debería dotarse de un centro de formación destinado a los catequistas, que podría ser útil, más en general, para la formación permanente de los laicos? De hecho, el trabajo de evangelización entre los fieles ha de ser retomado y profundizado continuamente. Esto también vale para las familias, que son «la célula vital de la sociedad y de la Iglesia» (Africae munus, 42) y que hoy se encuentran muy debilitadas. Os recomiendo —pero sé que ya lo hacéis— prestarles una atención particular; necesitan vuestra orientación, vuestra enseñanza, vuestra protección. Y, en el seno de la familia, es importante que el papel y la dignidad de la mujer se valoricen, para dar un testimonio elocuente del Evangelio. Es oportuno, pues, que en este ámbito «los comportamientos dentro de la Iglesia sean un modelo para el conjunto de la sociedad» (Africae munus, 56). En fin, la fecundidad y la solidez de la evangelización dependen naturalmente de la calidad del clero. Dirijo a todos los sacerdotes mi más afectuoso saludo. Es verdad, su tarea es difícil, realizada a veces en condiciones de indigencia y de soledad. Para apoyarlos en su misión, y para que su ministerio entre los fieles sea fecundo, es menester cuidar de modo particular su formación en los semi-

A la plenaria Iustitia et Pax VIENE DE LA PÁGINA 8

entre bancos comerciales y bancos de especulación, entre instituciones y problemas globales: se necesita mantener viva la preocupación por los pobres y la justicia social (cf. Evangelii gaudium, 201). Ella exige, por una parte, profundas reformas que prevean la redistribución de la riqueza producida y la universalización de mercados libres al servicio de las familias, por otra, la redistribución de la soberanía, tanto en el ámbito nacional como en el supranacional. La Caritas in veritate nos ha impulsado también a mirar la actual cuestión social como cuestión ambiental. En particular, enfatizó el vínculo entre ecología ambiental y ecología humana, entre la primera y la ética de la vida. El principio de la Caritas in veritate es de extrema actualidad.

Un amor colmado de verdad es, en efecto, la base sobre la cual construir la paz que hoy es especialmente deseada y necesaria para el bien de todos. Permite superar fanatismos peligrosos, conflictos por la posesión de los recursos, migraciones de dimensiones bíblicas, las llagas persistentes del hambre y la pobreza, la trata de personas, injusticias y desigualdades sociales y económicas, desequilibrios en acceder a los bienes colectivos. Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia está siempre en camino, en búsqueda de nuevos caminos para el anuncio del Evangelio también en el campo del ámbito social. Agradezco vuestro compromiso en este ámbito y, al encomendaros a la maternal intercesión de la Bienaventurada Virgen María, os pido que recéis por mí y os bendigo de corazón.

narios. Sé qué inversión —en dinero y en personas— representa para una diócesis. Pero os recomiendo vivamente actuar de manera concreta para designar y formar a profesores estables y competentes. No dudéis en comprometeros personalmente, visitando vosotros mismos los seminarios, mostrándoos cercanos a los profesores y a los seminaristas, para conocer mejor las riquezas y las lagunas de la formación, para consolidar unas y remediar otras. En cuanto a la formación permanente del clero, a nivel diocesano, para que todos puedan participar en ella, es necesario ciertamente retomar y recordar las exigencias de la vida sacerdotal en cada uno de sus aspectos —espiritual, intelectual, moral, pastoral, litúrgico…—, así como suscitar una fraternidad sacerdotal sincera y entusiasta. Queridos hermanos obispos: la Iglesia en Chad, a pesar de su vitalidad y su desarrollo, es muy minoritaria en medio de un pueblo de mayoría musulmana y que en parte aún está apegado a sus cultos tradicionales. Os animo a esforzaros para que la Iglesia, que es respetada y escuchada, conserve todo el lugar que le corresponde en la sociedad chadiana, de la que ha llegado a ser un elemento estructurante, incluso allí donde es minoritaria. En semejante contexto, no puedo dejar de alentaros a desarrollar el diálogo interreligioso, iniciado tan felizmente por el fallecido arzobispo de Yamena, monseñor Mathias N’Gartéri Mayadi, que se dedicó mucho a promover la coexistencia entre las diversas comunidades religiosas. Pienso que hay que proseguir con semejantes iniciativas para desalentar el desarrollo de la violencia, de la que son víctimas los cristianos en algunos países cercanos al vuestro. Además, es muy importante mantener las buenas relaciones establecidas con las autoridades civiles, que permitieron recientemente la firma de un Acuerdo-marco entre la Santa Sede y la República de Chad, el cual, una vez ratificado, ayudará mucho a la misión de la Iglesia. ¡Ojalá que pongáis en marcha plenamente dicho Acuerdo para mayor difusión del Evangelio! Con esta esperanza, encomendándoos a todos vosotros, así como a los sacerdotes, las personas consagradas, los catequistas y todos los fieles laicos de vuestras diócesis a la protección de la Virgen María, Madre de la Iglesia, y a la intercesión de san Juan Pablo II, os imparto de todo corazón la bendición apostólica.


número 41, viernes 10 de octubre de 2014

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Entre ecología e informática

Cómo influyó Teilhard en el Vaticano MAURIZIO GRONCHI

II

que (Vida) y conciencia (Pensamiento), y utilizando resultados desconocidos en la época de Teilhard, debidos a Wolfram, Chaitin y Tononi, el autor pone en evidencia la posibilidad de interpretar el orden último del universo, algunos fenómenos de la biosfera y el concepto mismo de conciencia en clave computacional, o sea, como fenómenos emergentes vinculados a procesos de elaboración de la información. El ecólogo pisano Fabio Caporali, tratando «La ecología profética de Teilhard de Chardin», sostiene la existencia, por lo menos, de dos elementos de analogía entre la ciencia de la ecología y el pensamiento teil-

Sólo puede sorprendernos gratamente la atención dedicada al grande y controvertido estudioso de la materia en busca del espíritu que fue el jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955). Como muestran los ensayos aparecidos en la revista «Studium» (número 3, mayo-junio de 2014) y en el número del 5-6 de julio del periódico «La Croix», la figura de Teilhard asume, cada vez más, los contornos nítidos de aquel rar un pionero en la fundación del la fecundidad de un pensamiento singular buscador de Dios en el uninuevo campo de investigación de la que no sólo sigue siendo actual sino verso en movimiento que, desde la ecoética. también profético, y un referente pamitad del siglo pasado hasta el preEl último ensayo, de Paolo Trian- ra diferentes disciplinas y, en espesente, ha merecido severas críticas y ni, teólogo pisano, también afronta cial, para la informática y la ecoloaplausos entusiásticos. un tema fascinante y actual, por lo gía. Los cincuenta años demás poco tratado en los estudios En fin, por lo que respecta a la del Concilio Vaticano II La evolución espiritual exige un paso teilhardianos: «Teilhard de Chardin, teología de las religiones, es necesafueron la ocasión para a través de la realidad cósmica, profeta y precursor del diálogo interreli- rio reconocer al gran jesuita francés un redescubrimiento del gioso y de la teología de las religiones». haber permanecido dentro de los lívalor del pensamiento por lo cual la distancia del mundo La idea que guía al estudioso es la mites de la doctrina con mayor pruteilhardiano, que estise realiza en el paso a través del mundo contribución indirecta que Teilhard dencia aún que la de otros teólogos mula a considerar el habría dado al Vaticano II, en parti- de su época y sucesivos, que han inevolucionismo no sólo cular a los documentos Nostra aetate fluido más directamente en el Concicomo teoría científica compatible con la fe cristiana, sino hardiano. El primero se refiere al en- y Dignitatis humanae, también gra- lio y en la teología siguiente. Por último, mencionamos el retambién como modelo interpretativo foque metodológico de la transdisci- cias a su experiencia oriental, como de carácter antropológico y ecológi- plinariedad como base epistemológi- su estancia en China y cierta afini- ciente estudio de Henri Madelin co. La creación y la familia humana, ca para la concepción y la comunica- dad con algunas perspectivas místi- —del Service jésuite européen— publipor obra de Dios, están en camino ción de una visión unitaria del uni- cas indianas. El artículo introduce a cado en «La Croix». Aun admitienhacia su cumplimiento último, en- verso. El segundo concierne a la la teología espiritual de Teilhard co- do que el pensamiento de Teilhard cuentro con el Cristo venturo, y el participación en el paradigma sisté- mo reflejo de su evolucionismo teo- no está exento de lagunas y dificulhombre representa el ápice conscien- mico y en sus cuatro propiedades: lógico; en efecto, la evolución espiri- tades (en vez de «ambigüedades pete y responsable de su desarrollo en jerarquía, emergencia, comunicación tual exige un paso a través de la rea- ligrosas y graves errores», como reel tiempo de la historia. A esta reno- y control. La conclusión del autor es lidad cósmica, por lo vada sensibilidad teológica por la que a Teilhard se le puede conside- cual el desapego del salvaguardia de la creación muchas mundo se realiza en el La figura del jesuita francés asume personas dirigen hoy su atención, paso a través del muncada vez más hoy los contornos nítidos comenzando por el Papa Francisco, do. quien acoge y da impulso a este teEn definitiva, es poside aquel singular buscador de Dios ma, ya tratado por el Papa Benedicble reconocer a Teilhard en el universo en movimiento. to XVI. de Chardin el mérito de La revista «Studium» dedicó una haber sido un precursor Por eso ha merecido severas críticas sección monográfica a Teilhard de del diálogo interreligioy aplausos entusiásticos Chardin, hoy y mañana, con cuatro so, pero también un ensayos significativos, que abarcan teólogo de las religiolas ciencias biológicas, la teología, la nes, colocado predomiinformática, la ecoética y la teología nantemente en la perspectiva de la zaba el Monitum del Santo Oficio de las religiones. El coordinador de teoría del cumplimiento, según la del 30 de junio de 1962), el jesuita la sección, Ludovico Galleni, zoólocual todas las religiones convergerán —citando, entre otros, «L’O sservatogo pisano, presenta en su introducen el Cristo Universal: «La única re Romano» del 29 de diciembre de ción el cuadro de los estudios teilposibilidad de convergencia del 2013— reconoce la influencia explícihardianos dentro del panorama cienmundo, la única forma imaginable ta ejercida por Teilhard en el Vaticatífico actual, y después profundiza, para una religión del futuro» («Lo no II, en particular en el texto de en el tercer ensayo de la sección, la que yo creo»). Gaudium et spes n. 5, como pequeño El apreciable intento de los distin- concentrado de gran desarrollo que perspectiva que más le interesa y tos ensayistas en la sección mono- se encuentra en la obra de Teilhard más ha investigado: «El moverse hagráfica dedicada a Teilhard muestra de Chardin. cia, de Teilhard de Chardin: aspectos científicos, filosóficos y teológicos». El resultado final del concepto de «moverse hacia» de la materia hacia la complejidad, y de la vida hacia la El Papa en apoyo a la campaña de Caritas internationalis complejidad y la cerebralización es la aparición de la conciencia y la libertad humana, por la cual el ser pensante es capaz de responder a la propuesta de alianza divina. En defi«“Tuve hambre y me disteis de comer”. Las palabras dicembre de 2013 con el fin de vencer definitivamente nitiva, el «moverse hacia» de la evode nuestro Señor nos exhortan hoy, diciéndonos que el hambre en el mundo para el año 2025. lución refleja el proyecto de Dios sono miremos hacia otro lado, que no seamos indiferenEn el centro del proyecto está la semana de acción, bre el hombre y culmina en el punto tes cuando veamos a nuestro prójimo hambriento». Lo en programa del 12 al 19 de octubre, que implicará a Omega, que es la segunda venida de afirmó el Papa en un videomensaje para ayudar a la las organizaciones pertenecientes a Cáritas y a las paCristo. campaña mundial «Una sola familia humana. Alimen- rroquias. Previstas también numerosas actividades en El análisis de Tommaso Bolognesi tos para todos» promovida por Caritas internationalis. más de 50 países del mundo que incluyen actividades (investigador del CNR de Pisa), esta«Aliento a los fieles —continúa el Pontífice— a parti- de apoyo a los agricultores pobres y de compartir exblece, en cambio, una interesante recipar en la campaña de Cáritas “Alimentos para todos” periencias de familias para asegurar el alimento diario. lación entre Teilhard y la informátiy a alzar la voz en favor de las personas que sufren La campaña busca hacer presión a los Gobiernos para ca: «Teilhard de Chardin y Wolfram: hambre, especialmente durante la “semana de acción” que garanticen los derechos de los agricultores, en parmodelos de universo computacional y que se lleva a cabo en el mes de octubre». El Santo ticular los derechos de las mujeres, que se reconozcan emergencia del folleto interno de las coPadre hizo referencia a la iniciativa que por primera por ley, y que se ponga fin a la especulación alimentasas». Siguiendo la tripartición teilvez integra a 160 Cáritas nacionales, comprometidas en ria y se garanticen redes de seguridad adecuadas para hardiana de materia (Previda), psiuna campaña lanzada por el Pontífice mismo el 10 de combatir la mala nutrición infantil.

No a la indiferencia ante el hambre


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viernes 10 de octubre de 2014, número 41

En la catequesis del 8 de octubre el Papa habla del camino hacia la unidad de los cristianos

No nos resignemos a las divisiones Continuando la catequesis sobre la naturaleza y la belleza de la Iglesia el Pontífice, en la audiencia general en la plaza de San Pedro, recordó las divisiones presentes entre quienes comparten la fe en Cristo. «Muchos se han resignado a esta división, que en el curso de la historia ha sido a menudo causa de conflictos y sufrimientos»; pero, preguntó el Papa, «¿Estamos también nosotros resignados, si no hasta indiferentes? O bien ¿creemos firmemente que se puede y se debe caminar en la dirección de la reconciliación y de la plena comunión?». Queridos hermanos ¡buenos días!

y

hermanas,

En las últimas catequesis, buscamos destacar la naturaleza y la belleza de la Iglesia, y nos preguntamos qué implica para cada uno de nosotros formar parte de este pueblo, pueblo de Dios que es la Iglesia. No debemos, sin embargo, olvidar que son muchos los hermanos que comparten con nosotros la fe en Cristo, pero que pertenecen a otras confesiones o a tradiciones diferentes de la nuestra. Muchos se han resignado a esta división —también dentro de nuestra Iglesia católica se han resignado—, que en el curso de la historia ha sido a menudo causa de conflictos y sufrimientos, también de guerras y ¡esto es una vergüenza! También hoy, las relaciones no están siempre marcadas por el respeto y la cordialidad... Pero me pregunto: nosotros, ¿cómo nos situamos ante todo esto? ¿Estamos también nosotros resignados, si no hasta indiferentes a esta división? O bien ¿creemos firmemente que se puede y se debe caminar en la dirección de la reconciliación y de la plena comunión? La plena comunión, es decir, poder particiapar todos juntos en el cuerpo y la sangre de Cristo. Las divisiones entre los cristianos, mientras hieren a la Iglesia, hieren a Cristo, y nosotros divididos provocamos una herida a Cristo: la Iglesia, en efecto, es el cuerpo del cual Cristo es la cabeza. Sabemos bien cuánto interesó a Jesús que sus discípulos permanecieran unidos en su amor. Basta pensar en sus palabras referidas en el capítulo diecisiete del Evangelio de san Juan, la oración dirigida al Padre en la inminencia de su pasión: «Padre Santo guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como noso-

tros» (Jn 17, 11). Esta unidad era ya amenzada cuando Jesús estaba aún entre los suyos: en el Evangelio, en efecto, se recuerda que los apóstoles discutían entre ellos sobre quién era el más grande, el más importante (cf. Lc 9, 46). El Señor, sin embargo, insistió mucho en la unidad en el nombre del Padre, haciéndonos entender que nuestro anuncio y nuestro testimonio serán tanto más creíbles cuanto más nosotros primero seamos capaces de vivir en comunión y amarnos. Es lo que después sus apóstoles, con la gracia del Espíritu Santo, comprendieron profundamente y tomaron en serio, de modo que san Pablo llegará a implorar a la comunidad de Corinto con estas palabras: «Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que digáis todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros. Estad bien unidos con un mismo pensar y un mismo sentir» (1 Cor 1, 10). Durante su camino en la historia, la Iglesia es tentada por el maligno, que busca dividirla, y lamentablemente ha estado marcada por separaciones graves y dolorosas. Son divisiones que a veces se han prolongado a lo largo del tiempo, hasta hoy, por lo que resulta ya difícil reconstruir todas sus motivaciones y sobre todo encontrar las posibles soluciones. Las razones que llevaron a las fracturas y a las separaciones pueden ser las más diversas: desde las divergencias sobre principios dogmáticos y morales y sobre concepciones teológicas y pastorales diferentes, los motivos políticos y de conveniencia, hasta las discusiones debidas a antipatías y ambiciones personales... Lo cierto es que, de un modo u otro, detrás de estas laceraciones está siempre la soberbia y el egoísmo, que son causa de todo de-

La invitación a orar por el Sínodo Al término de la audiencia, al saludar a los peregrinos de lengua francesa, el Papa volvió a renovar su invitación a rezar por el Sínodo de los obispos. Os invito a encomendar en vuestra oración los trabajos del Sínodo sobre la familia que dio inicio el domingo pasado. Es un momento importante en la vida de la Iglesia, así como la ayuda a nuestras familias a menudo heridas y provadas de muchas maneras. sacuerdo y que nos hacen intolerantes, incapaces de escuchar y aceptar a quien tiene una visión o una postura diversa de la nuestra. Ahora, ante todo esto, ¿hay algo que cada uno de nosotros, como miembros de la santa madre Iglesia, podemos y debemos hacer? Desde luego no debe faltar la oración, en continuidad y en comunión con la de Jesús, la oración por la unidad de los cristianos. Y junto con la oración, el Señor nos pide una apertura renovada: nos pide que no nos cerremos al diálogo y al encuentro, sino que acojamos todo lo que de válido y positivo se nos ofrece también de quien piensa diverso de nosotros o mantiene posturas diferentes. Nos pide que no fijemos la mirada sobre lo que nos divide, sino más bien sobre lo que nos une, buscando conocer mejor y amar a Jesús, y compartir la riqueza de su amor. Y esto implica concretamente la adhesión a la verdad, junto con la capacidad de perdonar, de sentirse parte de la misma familia, de considerarse un don el uno para el otro y hacer jun-

El logo del año de la vida consagrada El logo para el año de la vida consagrada —obra de la pintora Carmela Boccasile, que comparte su trabajo artístico con su esposo Lillo Dellino y su hijo Dario— expresa en símbolos los valores fundamentales de la consagración religiosa. En ella se reconoce la «obra incesante del Espíritu Santo, que a lo largo de los siglos difunde las riquezas de la práctica de los consejos evangélicos a través de múltiples carismas, y que también por esta vía hace presente de modo perenne en la Iglesia y en el mundo, en el tiempo y en el espacio, el misterio de Cristo» (Vita consecrata, 5). En el signo gráfico que delinea la paloma se intuye en árabe «paz»: un llamado a la vocación de la vida consagrada a ser ejemplo de reconciliación universal en Cristo. Las aguas, formadas por teselas de mosaico, indican la complejidad y la armonía de los elementos humanos y cósmicos que el Espíritu hace «brotar» según los misteriosos designios de Dios (cf. Romanos 8, 26-27) para que converjan en el encuentro acogedor y fecundo que lleva a una nueva creación. La paloma vuela sobre

las aguas del diluvio entre las olas de la historia (cf. Génesis 8, 8-14). Los consagrados y consagradas en el signo del Evangelio, peregrinos desde siempre, viven entre los pueblos su diversidad carismática y diaconal como «buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 Pedro 4, 10); marcados por la Cruz de Cristo hasta el martirio, viven la historia con la sabiduría del Evangelio, Iglesia que abraza y sana todo lo humano en Cristo.

tos muchas cosas buenas, y obras de caridad. Es un dolor pero hay divisiones, existen cristianos divididos, estamos divididos entre nosotros. Pero todos tenemos algo en común: todos creemos en Jesucristo, el Señor. Todos creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, y todos caminamos juntos, estamos en camino. ¡Ayudémonos unos a otros! Pero tú la piensas así, tú la piensas así... En todas las comunidades hay buenos teólogos, que ellos discutan, que ellos busquen la verdad teológica porque es un deber, pero nosotros caminemos juntos, orando unos por otros y haciendo obras de caridad. Y así hagamos la comunión en camino. Esto se llama ecumenismo espiritual: caminar el camino de la vida todos juntos en nuestra fe, en Jesucristo el Señor. Se dice que no se puede hablar de cosas personales, pero no resisto la tentación. Estamos hablando de comunión... comunión entre nosotros. Y hoy estoy muy agradecido al Señor porque hoy son 70 años desde que hice la Primera Comunión. Pero hacer la primera comunión todos debemos saber que significa entrar en comunión con los demás, en comunión con los hermanos de nuestra Iglesia, pero también en comunión con todos los que pertenecen a comunidades diversas pero creen en Jesús. Agradezcamos al Señor por nuestro Bautismo, agradezcamos al Señor por nuestra comunión, y para que esta comunión termine siendo de todos, juntos. Queridos amigos, sigamos adelante entonces hacia la plena unidad. La historia nos ha separado, pero estamos en camino hacia la reconciliación y la comunión. ¡Y esto es verdad! ¡Y esto tenemos que defenderlo! Todos estamos en camino hacia la comunión. Y cuando la meta nos parezca demasiado distante, casi inalcanzable, y nos veamos sorprendidos por el desaliento, que nos anime la idea de que Dios no puede hacer oídos sordos a la voz de su propio Hijo Jesús y no atender su oración y la nuestra, para que todos los cristianos sean verdaderamente una sola cosa.


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