Fzn Paro II: Asamblea autoconvocada

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6 de octubre Pensar que el pueblo ecuatoriano se ha levantado “solo” por la eliminación del subsidio a los combustibles, no solo es una lectura superficial y simplista de lo ocurrido en estos días, sino que se enmarca dentro de aquella miope costumbre de analizar la situación de los pobres exclusivamente desde los lentes que sus privilegios de clase les permite. Clasocentrismo que se traduce en indiferencia al hambre y la miseria, y en rabia cuando los que la padecen intentan salir de ella.

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Y es desde ahí, desde ese lugar carente de empatía que el gobierno y ciertos sectores de clase media y alta, tildaran a las manifestaciones de estos días como exageraciones de un pueblo ignorante, “zángano” (como lo ha dicho el propio Moreno), que en lugar de trabajar, entorpece la productividad del país, sembrando el caos y la ingobernabilidad. Es desde ahí que apelan al “diálogo”, a los “modos de exigir”, y a todos esos maquillados epítetos con los que intentan encauzar la rabia


acumulada de un pueblo hambriento hacia acuerdos coyunturales y pasajeros. No se trata solamente de que el pasaje suba de 25 a 40 centavos, como de manera caricaturesca lo pretenden pintar lxs de arriba. Se trata de un largo proceso entreguista y sumiso del Estado ecuatoriano ante los organismos internacionales de poder, financieros y extractivistas; se trata de una serie de pactos entre las élites políticas y económicas de este país, al absurdo tal de condonar deudas por 4000 millones de dólares en recaudación de impuestos. Se trata de un constante retroceso de los derechos laborales y de la degradación de los medios de subsistencia de cada vez más y más personas que se ahogan en la miseria.

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Ante esta violencia estructural y sistemática del Estado y la burguesía de este país, las manifestaciones de estos días no solo se justifican, sino que constituyen la mejor manera para que quienes están arriba sepan de una vez que sus privilegios y todo su sistema en el que cómodamente se asientan se derrumbará una vez que nosotrxs, lxs de abajo, tomemos consciencia de nuestro poder y nos organicemos en pos de una nueva sociedad. El verdadero poder, el poder popular, se encuentra entre nosotrxs. ¡Que viva el paro nacional carajo!


6to día de protestas 08 |10| 2019, Quito

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Tres cosas determinan estos momentos: la llegada de las comunidades indígenas a la capital (Quito), el traslado de la sede de gobierno a Guayaquil, bastión de la oligarquía en razón del estado de exepción y finalmente el incremento de la represión asesina estatal. La llegada de las comunidades comenzó la noche anterior despertando a casas culturales, colectivos y universidades. Demostrando que la unidad, el apoyo mutuo y la solidaridad rebasan el miedo impuesto por el actual Estado y sus lacayos. La mañana del 8 de octubre trajo asambleas multitudinarias y pequeñas, situadas sobre todo en la casa de la cultura y sus alrededores. Sin embargo, ante la existencia de varias personas con lanzas y machetes, sobre todo jóvenes, se determinó desde las comunidades indígenas, entre otras, la decisión de una marcha pacífica y en busca de negociación.


Determinante decíamos, es el traslado de la sede de gobierno a Guayaquil. Los escenarios que esto propone se refieren justamente a la avanzada de la represión. Escenarios que hablan sobre todo del espíritu que los mandatarios han tomado. Escenarios que separan todavía más a los jefes-mandatarios de los agredidos (sociedad real). Esta separación es capaz de deshumanizar cada vez más las decisiones de éstos. Drones, policías y militares muy armados, traiciones y mentiras transformaron la tarde del 8 en una batalla dolorosa. Heridos, muertos, lágrimas y rabia, digna rabia del puro animal humano vejado. La noche vino con el toque de queda, con patrullas del GOE (Grupo de operaciones especiales) afuera de algunas casas culturales, con luchas desesperadas y aguerridas de valientes que se aferraban a su derecho de reclamar. Se dice que mañana continúan las marchas pacíficas, que hay que asamblear.

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La noche sin embargo también trajo comida y descanso, risas extrañas y alentadoras en medio del despotismo. Alegría solo presente en lo heterotópico, en lo otro lejano al Estado nación y al capital.


7mo día de protestas 09 |10| 2019, Quito

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El día comienza con la espera de las declaraciones públicas de parte de las comunidades indígenas. Es radical y el discurso llena de euforia, 3 puntos: autonomía, territorio y justicia. El parque del arbolito es declarado territorio de las comunidades y pueblos. Moreno (“presidente” del Estado-nación Ecuador), Paula Romo y Jarrin pasan a ser personas no gratas, restringiendo su acceso a los territorios de los pueblos libres y pidiendo su encarcelamiento. Se llama a ajusticiar desde esa “otra justicia” -la justicia indígena- a quienes ataquen la marcha de aquel día. Se resalta la ausencia del presidente y de la asamblea en territorio (Quito) lo cual se traduce en que “presidentes somos todos”: el autogobierno pasa transversal en el discurso, los aplausos son significativos. La CCE (Casa de la Cultura Benjamin Carrión) es nuestra asamblea, dicen. No hemos venido a estar sentados, dicen. La convocatoria a la Marcha Pacífica comienza hacia el palacio de gobierno. Que se vea y se oiga nuestro rechazo.


Pero, me pregunto: ¿Cómo sostener esto? Caminamos alegres, somos miles, miles. Hay confeti que cae de algún edificio. La gente sale a los balcones. Me asalta un recuerdo: cientos trabajando para que los compañeros se alimenten, para que tengan donde dormir, hasta recuerdo al cura cantando en la Universidad Salesiana. No dura. Esta ilusión oculta la mano árida, fragmentada y podrida en su soledad, del poder. Alambres de púas y cientos de policías, bombas de gas lacrimógeno, y nosotros agradeciendo que el tumulto no se haya desbordado.

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Todo cambia. Hay ira. A tomar la asamblea dice la guardia indígena. Te levantas, te alistas, te agrupas y vas. Lo de siempre. Escudos, gritos. Hay tres frentes en la primera línea. Compañeros con escudos haciendo barricadas, pirotecnias mal apuntadas. Gas, bombas, bombas de sonido, disparos de quien sabe que tipo de mierdas. ¡Cúbrete la cara! ¡Agáchate! Sangre. Heridos. Y un montón de niebla toxica. Corremos, los caballos, las motos. Hay gente disparando gas desde los techos. Retrocedes y retrocedes, y retrocedes. Estamos ya lejos pero el gas cae como si siempre hubiese estado ahí. Un niño tierníso, ya no llora, se asfixia. Quien llora es su Madre. Los caballos se aproximan. Las sirenas te rugen en el rostro. ¿Qué hago? No sé de medicina. Llega una brigadista, le da respiración de boca a boca: lo salva. Alivio.


8vo día de Protestas 10 |10| 2019, Quito

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Día de luto, reflexión y discursos. Todo gira entorno a la muerte de Inocencio Tucumbí. A esto se suma: los policías capturados y retenidos en la Casa de la Cultura, y la supuesta retención de los medios de comunicación en ésta. “La policía está aquí porque ha violentado al pueblo, sin embargo, no se les aplicara la justicia indígena” dice Leonidas Iza. Se deben mantener estas formas de lo (supuestamente) civilizado para evitar que se tache de secuestro. Que los chapas carguen el féretro de nuestro muerto entonces. “Que pasen a hablar, que den la cara”, se oye. ¿Qué cara quieren que muestren? Me pregunto. ¿Acaso no ven que ese rostro es propiedad del estado? Los que alguna vez fueron personas con voluntad libre, ya no son sino seres autómatas sujetados a una jerarquía institucional depravada. “Sujetos” del estado nación. Ese rostro ha olvidado como legislarse a sí mismo. Pero ahí están con su carne y sus ojos,


y es necesario. Se los trata bien. Pero hay dolor en la gente. Uno tras otro, pasan los periodistas ha decir, resaltar que están por su voluntad, menos el de Teleamazonas. “Que se largue entonces. Es nuestro derecho recibir información verídica. Se nos ha lastimado, vejado, arrastrado: ¡transmite! Se nos encarcela por hablar: ¡transmite! Mujeres con recién nacidos ahogados por el gas, encarcelados, encerrados por un toque de queda ridículo: ¡transmite! Se asesina pues señorxs: ¡transmitan!”

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Se va preparando la calle de honor para recibir al féretro. El ambiente se torna más negro: luto. Un danzante retumba. Venimos juntos y volveré solo, dice un pariente de Tucumbí. No se como recibir esta perdida. Me acerco a misa, camino, voy a oír los danzantes de despedida. La algarabía se junta con el olor de palo santo, el cura canta en quichua, me toma la mano la compañera de alado y se reza. La música crece, el danzante se hace yumbo. La tensión se sostiene por una cuerda muy delgada. Las trompetas se alzan con mas fuerza que los pingullos: la gente zapatea. Nos ponemos ha bailar. La transición es asombrosa. Ashta Kashkaman compa.


9no día de protestas 11 |10| 2019, Quito

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Tres veces hemos sido emboscados y aplastados: 1.- Entramos a la asamblea, confías: bombas (día 6). 2.- Marcha pacífica por el centro histórico de Quito. La consigna es no lanzar ni una piedra. Bombas, motos, asedio. Nos cazaron(día7). La raíz de lo que acontece se hunde en el abismo. La cara estupefacta, las palabras inútiles. Hasta te ríes, pero algo en tus ojos ya no es lo mismo. Te han dado piedra en vez de pan y vos mordiste. Corres, gritas del dolor y la rabia, pero ya solo sientes sangre en tu boca, los dientes están rotos. Es la mañana, estamos en la calle 10 de agosto y en 5 minutos las comunidades indígenas se toman las calles. Son miles, estaban muy bien coordinados. El elemento sorpresa maneja toda la situación. Parece que van al palacio de gobierno y en segundos giran de regreso a la asamblea. Vamos por la calle Gran Colombia, tenemos tierra alta, por fin, para asaltar la asamblea. Está cla-


rísimo, hemos logrado una ventaja importante. En el frente de siempre (tierras bajas) se sigue “guerreando”. Sueltan bombas y bombas (es una ráfaga inusual) para despejarnos, pero se insiste. No sé qué extraño acontecer, que hilos se han movido que no hemos visto. Los chapas sacan una bandera blanca (espera lo peor me dicen). Los dirigentes van a hablar. Niños y madres van a la primera línea de batalla para ver que pasa. Se ven helicópteros volando para llegar a la asamblea, pensamos que llevaban a la gente del gobierno. Se aplaude, incluso hay quien corea: “policía amigo el pueblo está contigo”. ¡Que giro! La vida parece siempre reservar sorpresas. Los de la guardia indígena nos piden que nos tranquilicemos, que alcemos las manos. Gritan paz. La bandera blanca de la policía es ondeada por uno de ellos. Los niños en primera línea de barricada pasean. Parece que lo que hay al final de esta contienda es pan. Explota. Los dientes sienten la piedra. Gas: el niño se está ahogando, ayúdenlo. Le agarran, le dan agua con bicarbonato y cuando menos te lo esperas ves que el chapa, de frente, viéndote con quien estabas, lanza una bomba, a la cara del niño. Es radical, ridículo. ¡Que mierda pasa aquí! Buscas una mirada, tu cabeza se contornea como perdida, buscas cuidar a tus compas, corres como

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sin saber a dónde vas, te echas la culpa, debiste estar más alerta hermanx mío. Todo lo que te rodea es Traición. Hay rayas (infiltrados) por todos lados. 3.-(tercer engaño): usan la democracia como un instrumento táctico y de terror: los helicópteros que llegaron les estaban suministrando de armamento, la bandera era para darles tiempo porque se quedaron sin bombas. El pan no debe ser mordido. Ira. La gente se alza en ira. Escudos, cadenas de personas pasan piedras para armar barricadas. Es la primera vez que se ve una organización así en estos días de protesta. No pueden bajar los chapas, la noche cae y la lucha sigue.

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10mo día de protestas 12 |10| 2019, Quito ¿Por qué? ¿Qué hacemos acá? ¿Para qué arriesgarse, para qué ir? Estrategias, razones para no hacer hay miles: no sabemos a dónde irá esta revuelta, no hay coordinación de base que logre estructurar una organización horizontal, la fragmentación entre campo y ciudad atomiza a las partes, enfrentarse al aparato represivo del estado con palos es una ilusión. La acción siempre se enfrenta a lo indeterminado. Indefinido es el panorama. Pero la buena batalla llama, el corazón exige dejar de lado el sillón, el descanso… el trabajo, incluso la chacra. Nuestras razones, nuestros principios prácticos no están sujetos a las causas o consecuencias. La pregunta ahora es ¿qué determina nuestra voluntad? Las luchas han durado toda la noche y madrugada. Explosiones fuertísimas resuenan en los sueños de todos los que residen en Quito. La mañana explota, los vecinos se toman sus barrios. Palos quemados cierran las calles. Se oyen gritos de norte a sur, de Carcelén a Monjas, del Valle de


los Chillos a Tumbaco. En el arbolito hay humo, barricadas inmensas, escudos y voladores por todas partes. Te bombardean. La sangre brota, desmayados, aturdidos. En los centros médicos las camas improvisadas se llenan y despejan al momento. Siempre hay voluntarios para ayudar a los caídos siempre hay quien arriesga el pellejo para sacar al herido incluso de la primera línea. No nos une un amor concreto. Este es azaroso y cuando se traiciona se convierte en odio. Nos une el dolor compartido, somos hermanos en esta tragedia. Primera razón que determina nuestra voluntad.

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Se decreta toque de queda a las 3 pm. Se ha invadido otro edificio público: la contraloría. Se ha atrapado a un militar y se lo pone en la Casa de la Cultura. Alegría y miedo se cruzan como esquizofrenia constantemente. Hay llamas en varios frentes. ¿A qué hora nos caen con militares? ¿A qué rato meten bala? ¿En qué momento desalojan nuestro centro de paz, nuestra casa de la cultura?. Corren rumores: antimotines y militares vienen por los túneles del metro. La orden es desalojar con criterio de fuerza progresiva: nos van a masacrar. ¿Resistir en la Casa de la Cultura o replegarse?


Todos acá nos lo preguntamos. No es sensato quedarse, es obvio. Todo indica que vienen a pisar con sus botas de hierro. Para que quedarse?, ¿Qué hacemos acá, para que arriesgarse? Mañana continúa la batalla, es cierto, no hay razón lógica para resistir. Pero el corazón jala. Si ellos, mujeres, hombres, niños con los que hemos luchado y comido se quedan ¿cómo dejarlos?. Somos hermanos en esta tragedia. Replegarse en este momento es la soledad. Esa soledad árida de la que hemos venido huyendo toda la vida. Esa soledad exige verlo al otro desde el interior para así negarse así misma. Acompañar, permanecer, compartir. Es eso lo que motiva la voluntad.

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No pasa nada los rumores se dispersan entre comida y alegría esquizofrénica. Conocemos a nuestros hermanxs. Ellxs nos acompañan: han permanecido, han compartido. El corazón esta enterrado en tierra fértil: Ayllu mashicunapa


11vo día de protestas 13 |10| 2019, Quito

La ocupación del puro animal humano insurrecto. Sostener un espacio como el parque “El Arbolito” y la Casa de la Cultura demuestra el horizonte de nuestras luchas: territorio libre, autónomo, con prácticas organizativas horizontales. Territorio que es casa, que es alimento, que es comunidad. Territorio, que hemos sostenido con tesón, ha develado la necesidad de un espacio físico donde nuestras esperanzas tengan donde desarrollarse. Nuestros anhelos que han sido incautados, más allá de un decreto o un tratado con el FMI, ahora parecen empezar a liberarse. Un espacio, el del arbolito, que revela que los policías lejos de protegernos de los malandros y los peligros, son el peligro. Un espacio donde se a develado que el capital lejos de articular nuestras necesidades pervierte la iniciativa solidaria. Un espacio donde el estado indica su verdadero rostro, ya no coordinando nuestros proyectos sino aplastadolos. Sin ignorar las inmensas dificultades


que se presentaron, encuentro en esta ocupación insurrecta una semilla capaz de entender que al delegar nuestra protección, alimento y sanidad a un tercero, un articulador de nuestras soledades, peligra nuestro sentido de autodeterminación. El día empieza con la novedad de los diálogos. La guardia pide no salir a protestar: los dirigentes indígenas se reunirán con el gobierno para acordar 5 puntos: derogar el decreto 883, inmunidad a los que participaron en la protesta, la renuncia de los ministros de interior y de defensa(Romo y Jarrin), liberación de los detenidos y levantamiento del estado de excepción. La espera. Parece que el gobierno no dará las garantías para el diálogo. Los dirigentes necesitan un espacio neutral donde no se los encarcele. La ONU y la conferencia episcopal serán los mediadores. Nuevo vuelco, se darán las negociaciones. Suben una pantalla al ágora de la Casa de la Cultura, nos sentamos con miedo, con ansiedad, con cansancio. La espera. Diálogos casi ininteligibles resuenan con eco, abruptos, en el ágora. Rarísimo, es un insulto realmente ver la cara de Moreno dentro del ágora. La cara de un asesino, de un traidor entrar sin problemas a nuestra casa. El rostro, el de Moreno, al que pertenecen los rostros de quienes nos han

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aplastado, disparado y vejado (los chapas) se alza frente a nosotros intocable: el Estado nación omnipresente. Los diálogos siguen, se dicen palabras interesantes, la expectativa se alza, pero no hay resoluciones. Se toman un tiempo para pensar las propuestas. La espera. Se dice que han quedado en botar el decreto 883. Hemos ganado, dicen. La gente en catarsis festeja. ¿Como describir esa euforia? Alguna vez mi Taita dijo que la alegría oculta el cansancio, y la ira el dolor y la pena. Esta euforia es cansancio y penas desbordadas: dolor y suciedad en manos del fuego y la música amasando personas. Las arrejunta, las vuelca, las abraza, las desnuda, las separan. Abrazo a mucha gente. Me resuenan petardos en el pecho. Curioso, el mismo sonido del pánico ahora es color. Subo la mirada, sigo las luces de los pirotécnicos, es luna llena. Mi compañera aulla, yo grito. Cantamos: “caraju, caraju/500 años de lucha, 11 días de resistencia/ caraju, caraju/ solidaridad es resistencia/ caraju caraju/ ser una parte es ser parte del todo. Omnia Sunt Communia: Todo es de todos

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“El verdadero viaje es el retorno” (Úrsula K. Leguin) hemos viajado a la protesta, pero nuestro


hogar es la lucha por el territorio. Territorio autónomo, libre, comunitario y horizontal. Caminamos hacia la huelga, volvemos a buscar la autodeterminación. Fuimos a las calles, es momento de retornar a la “naturaleza” de nuestras prácticas. Fuimos a gritar al despotismo del enemigo, volvemos a construirnos a través del otro.

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