Fzn Paro III

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¡ESTAMOS CONVENCIDOS, LA LUCHA ES EL CAMINO!

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Quito, tierra del Sol Recto. 19 de octubre del 2019

La juventud se redime y pone a disposición de la historia su aporte, presenta su fuerza para luchar contra quien pretende ejercer el poder en contra del pueblo. Lxs estudiantes nos convocamos, nos reunimos y nos organizamos. Nos armamos con consciencia de clase, encapuchados con sueños y anhelos de un mundo justo, y salimos de las aulas para poner la teoría en práctica. ¡Diciendo y haciendo! Agradecemos a los distintos sectores que componen la sociedad por la muestra de gallardía, rabia y violencia transformadora canalizada en la defensa del pueblo. Estudiantes y trabajadores fueron el combustible que preparó la llegada del movimiento indígena, motor fundamental de esta disputa.


La lucha de clases se materializó en su expresión máxima y la unión de clase nos cobijó tanto a “hombres y mujeres, heterosexuales y LGBT, migrantes y nacionales, indígenas, afros, blancos y mestizos”; también al “lumpen” casi siempre invisibilizado. El discurso del movimiento indígena no fue cultural ni representó intereses exclusivos; al contrario, pusieron en práctica un discurso de clase que representó el verdadero sentir del pueblo. El diálogo público, transmitido por televisión abierta, más interesante que cualquier partido de fútbol, permitió al pueblo la alegría de ver una dirigencia indígena arrojándole al gobierno sus verdades en la cara. La victoria empezó a materializarse; llegó la derogatoria del 883.

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Algarabía y festejo; banda de pueblo. ¡Guardia Guardia… Fuerza Fuerza! ¡Sí se pudo! ¡El pueblo unido, jamás será vencido! ¡Que viva el paro! No estamos acostumbrados a las buenas noticias. Una alegría después de tantas tragedias. Un sabor amargo.

En el paro aprendimos lo que es vivir en comunidad. A cuidarnos entre compañerxs que nunca habíamos visto.


Los médicos que meses atrás, en su lucha por un estipendio justo, nos decían “hoy por mí mañana por ti” sellaron su promesa organizando brigadas de primeros auxilios tan útiles frente a la violencia estatal. Las donaciones que desbordaban los centros de acopio nos hacen pensar que efectivamente existe suficiente comida en el mundo para todos y que nadie, absolutamente nadie, tendría porqué morirse de hambre. Los sicarios de la comunicación son reales y no ciencia ficción. Nos hablaban de grandes pérdidas económicas para el país cuando los únicos que sufrieron pérdidas fueron las élites y sus empresas. El pueblo no tenía nada que perder.

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Aunque son astutos, no perdemos de vista al verdadero enemigo; no está en nuestros pueblos, no son los migrantes pobres que sufren como nosotrxs, y no son los jóvenes que en las calles se manifiestan y se defienden con lo que pueden contra una policía represora. Decimos ¡fuera el FMI! Porque no queremos que nos digan cómo llevar las riendas de nuestras vidas. Hoy destruimos los discursos que buscan desconocer a lxs jóvenes. Que somos “millennials” que no nos cuestionamos nada. Rechazamos este intento


de adormecer las conciencias de la juventud rebelde por naturaleza. Nos reafirmamos. Todo cuanto queremos, lo vamos a conseguir con nuestras manos, moviendo nuestro cuerpo, alzando nuestra voz, organizándonos, todxs juntxs, “juntitos como quinua en costal” como decía mama Tránsito Amaguaña. Luchando. Frente a un estado que asesina, desaparece y criminaliza la lucha social por la exigencia de derechos, es legítima la violencia, la violencia que libera. La misma violencia que resistió y evitó que nos instauren una dictadura militar. La persecución es real. El gobierno no da tregua. Pero nosotrxs tampoco. ¡Libertad a lxs presxs por luchar!

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En Chile, en Cataluña, en Honduras, en Colombia, en Latinoamérica, en Kurdistán y el mundo, seguimos en pie de lucha.

Estudiantes, trabajadorxs y campesinxs cambiaremos las cosas. Un mundo justo no es utopía sino una necesidad histórica. A nuestros muertos, hermanxs guerrerxs que nos dejan tanto, buen viaje a las estrellas. Vivirán siempre en nuestra memoria y en nuestros corazones.


Ecuador: breve balance y perspectiva de las jornadas de lucha proletaria en octubre del 2019

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“El proletariado es arrojado a la lucha de clases por su propia naturaleza de clase asalariada y explotada, sin necesidad que nadie le enseñe nada; lucha porque necesita sobrevivir. Cuando el proletariado se constituye en clase revolucionaria consciente, enfrentada al partido del capital, necesita asimilar las experiencias de la lucha de clases, apoyarse en las conquistas históricas, tanto teóricas como prácticas, y superar los inevitables errores, corregir críticamente los fallos cometidos, reforzar sus posiciones políticas por medio de la toma de conciencia de sus insuficiencias o lagunas y completar su programa; en fin, resolver los problemas no resueltos en su momento: apren-


der las lecciones que nos da la propia historia. Y ese aprendizaje sólo puede hacerse en la práctica de la lucha de clases de los distintos grupos de afinidad revolucionarios y de las diversas organizaciones del proletariado.” Agustín Guillamón. Proletariado y clases sociales, hoy (2013)

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A pesar de las debilidades, contradicciones, lastres ideológicos y errores prácticos que estuvieron presentes en el movimiento social real que protagonizó las recientes jornadas de octubre de este año en Ecuador, a saber: falta de radicalidad y autonomía frente al Estado Capitalista, aceptar el diálogo y la negociación con el gobierno, pedir la intermediación de la ONU, división entre algunas dirigencias y algunas bases del movimiento indígena, pacifismo de algunos sectores de este movimiento, deponer las medidas de hecho, pensar en nuevas elecciones de gobierno, ausencia de algunos sectores de trabajadores, presencia de algunos políticos oportunistas que quisieron pescar a río revuelto, discursos y símbolos nacionalistas y populistas, falta de claridad, organización y ofensiva; a pesar de esto, en los hechos lo que ocurrió en Ecuador duran-


te los 11 días de Paro Nacional fue una verdadera revuelta proletaria con tintes insurreccionales que logró desafiar y hacer retroceder un paso al Estado burgués que controla este territorio. Se hizo lo que se pudo hacer, lo que las fuerzas realmente existentes permitieron hacer, ni más ni menos; concretamente, obligar a derogar parcialmente las últimas medidas de austeridad capitalista o el “paquetazo” impuesto por el gobierno de Moreno (el decreto ejecutivo 883), desde las calles ganadas mediante la lucha día tras día y noche tras noche. Pero, como dijo Marx, un paso adelante del movimiento real vale más que una docena de programas.

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Esta victoria parcial del 13 de octubre (con cierto sabor a derrota por nuestros muertos y por la permanencia del actual gobierno de ladrones y asesinos y sus nefastas reformas laborales), fue el resultado de todas las acciones directas de masas realizadas desde el 3 de octubre: se tomaron instituciones gubernamentales, pozos petroleros, carreteras, hicieron marchas y cacerolazos, piquetes y barricadas, saquearon algunos comercios, quemaron regimientos policiales y tanques de guerra, capturaron y retuvieron policías y militares, le hicieron huir al presidente a Guayaquil, instauraron la Comuna de Quito como epicentro del Paro Nacional... Con tales acciones, en 11 días hicieron lo que no hicieron en 11 años. 11 días


de ruptura parcial, temporal y precaria pero real de la normalidad capitalista, sobre todo al interior de las protestas mismas: ruptura del trabajo asalariado y la circulación de mercancías (por algo fue un paro), de la propiedad privada y el dinero, sustituyéndolas por la solidaridad y la gratuidad (en los centros de acopio y las ollas comunitarias); a lo cual le acompañó a toda hora la discusión y toma colectiva de decisiones en las asambleas, y la valiente autodefensa desde las barricadas contra la brutal represión de los perros guardianes uniformados de los ricos y poderosos. En pocas palabras, en esos 11 días de Paro Nacional lxs explotadxs y oprimidxs en lucha de este país crearon y vivieron embriones de comunismo y anarquía; embriones espontáneos, caóticos, contradictorios, localizados, de corta duración, pero reales. Todo esto no fue poca cosa, fue un acontecimiento histórico con eco mundial, considerando que las masas proletarias del campo y la ciudad de esta “mitad del mundo” estuvieron dormidas o inactivas durante tantos años, y ya no lo están más. Estallaron cual volcán y siguen calientes. Y lxs anticapitalistas autónomxs que participamos como una parte más de ellas, también.

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Los muertos y heridos en combate por parte del terrorismo de Estado tampoco son poca cosa. No fueron “muertes accidentales”, fueron crímenes de


Estado. ¡Ni perdón ni olvido! Por eso, negarlos o hacerlos de menos es una falta de respeto y hasta una muestra de cinismo para con ellos, sus seres queridos y sus compañeros. Una actitud pésima y rechazable, no sólo de algunos derechistas sino incluso de algunos izquierdistas locales. Muy por el contrario, lo mínimo que hay que hacer en estos momentos de “post-guerra” de clases (porque lo que hubo aquí fue una guerra de clases que aún no termina) es: solidarizarse con los compañeros detenidos y con las familias de los compañeros caídos; denunciar y oponerse activamente al terrorismo de Estado/ gobierno asesino, que en estos momentos está haciendo represión selectiva a modo de venganza contra miembros de organizaciones sociales que participaron del paro, por lo cual toca cuidarnos; estar alertas e impedir nuevas medidas de austeridad maquilladas y “focalizadas” (nuevo decreto ejecutivo); estar atentxs también al inicio de las privatizaciones para oponerse a las mismas, y a las movilizaciones anunciadas para fines de este mes contra las reformas laborales flexiblizadoras/precarizadoras aún vigentes; y, mantener la movilización y organización social que se dio espontáneamente para poder “acumularla”, radicalizarla y generalizarla a mediano y largo plazos con una perspectiva autónoma y revolucionaria. En ese sentido, esto acaba de

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empezar. La lucha sigue. Hasta el fin. Porque no se trata de sobrevivir menos mal, sino de vivir de verdad. Y no se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo. Es la insatisfacción de necesidades concretas del día a día, y no una u otra ideología, lo que lleva a la clase trabajadora a enfrentarse a la clase patronal y su Estado. En el seno de esta lucha, surgen y se desarrollan minorías conscientes, organizadas y activas que se esfuerzan por mantener viva la memoria, las lecciones y la llama rojinegra de la revolución proletaria. Pero una cosa es ser revolucionario y “ensuciarse las manos” en la lucha de clases real y contradictoria, estar ahí “donde las papas queman”, viviendo la solidaridad y la combatividad de nuestra clase proletaria en carne propia, aportando y aprendiendo lo más que se pueda (tanto en las barricadas como en los centros de acopio y las asambleas), siempre con autonomía y criticidad, al mismo tiempo que con humildad y sin prejuicios ideológicos ni huevadas personales o grupusculares; y otra cosa es decir ser revolucionario desde la comodidad de la cama, la pantalla, el escritorio o la vereda, además desde una ideología eurocentrista/racista, obrerista, pacifista y purista que dice ser “comunista” e “internacionalista”. O desde una ideología “marxista-leninista-maoísta” a “la vanguar-

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dia”. O desde una ideología “anarquista” nihilista o valeverguista. Da igual. La revolución social no es un hecho ideológico sino un hecho real o material y, por lo tanto, impuro y contradictorio, que hay que saber asumirlo como tal mientras se está luchando codo a codo junto a las masas y otras minorías, porque así toca hacerlo contra el enemigo de clase común cuando estalla la guerra social como aquí estalló. Obviamente aquí y en todas partes falta mucho para la revolución comunista anárquica mundial propiamente dicha, aún no existen las condiciones y las fuerzas para ello, pero por algo se empieza después de tanto letargo histórico. La emergente y actual lucha proletaria en Ecuador (las masas indígenas son parte de las masas proletarias del campo, no “un sector no explotador”, además que también salimos a luchar las masas proletarias de la ciudad) es parte de toda una oleada internacional de luchas proletarias (Haití, Hong Kong, Francia, Argelia, Irak, etc.) que hoy por hoy está cerrando un ciclo histórico de contrarrevolución (con medidas de austeridad y represión estatal a la orden del día en todas partes) y abriendo un nuevo ciclo de ascenso e intensificación de la lucha de clases, en medio de la actual crisis capitalista mundial.

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El papel de las minorías revolucionarias en todo esto, como siempre, es contribuir a desarrollar la autonomía y la ruptura proletaria en todo sentido, es decir contribuir a que lxs explotados y oprimidxs podamos liberarnos por completo y de raíz del Capital y del Estado con cabeza y mano propias; y, a que nos reapropiemos del programa invariante de la revolución social, forjado al calor de la lucha histórica del proletariado mundial, para hacerlo realidad de una vez por todas: abolición y superación de la propiedad privada, el trabajo asalariado (en todas sus formas), el valor, el dinero, las clases, el Estado, el mercado, las patrias, las razas, los géneros y toda otra forma de separación y opresión entre los seres humanos y sobre la naturaleza, para así poder vivir en comunidad y libertad reales.

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Pero eso sólo es posible participando en las luchas sociales reales, metiendo y “ensuciándose las manos”, cometiendo errores y aciertos, pasos en falso y pasos en firme, avances y retrocesos, victorias y derrotas; siendo parte activa e incidente de las masas en revuelta, de la clase explotada y oprimida en pie de lucha por sus necesidades materiales, para desde ahí (y no desde la ideología, la comodidad ni el cinismo) poder sacar y aplicar las lecciones empíricas y teóricas aprendidas, para desde ahí poder criticar y superar en la práctica nuestras debilidades y contra-


dicciones con la perspectiva clara y firme de hacer la revolución hasta el fin, es decir hasta derrocar todo este sistema de explotación, miseria y muerte. Por ello, desde la resistencia y la dignidad que sólo la lucha otorga, decimos: por nuestros muertos y nuestras vidas, ¡ni un minuto de silencio, toda una vida de combate! ¡La solidaridad es nuestra mejor arma y les hará temblar de nuevo!

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¿Celebramos? Celebramos los 11 días de calles, de insurrección popular y las dinámicas de solidaridad que estas generan. Celebramos el hecho de que rompimos con la tradicionalidad de las marchas (caminatas democráticas) y devolvimos la potencia política a la movilización, con tanta claridad este efecto, que la represión y el estado de sitio llegó el día uno. No estábamos arrancando un derecho, ni exigiendo tal o cual bono, estábamos frenando la entrada del FMI al Estado-Nación llamado Ecuador, estábamos volviendo a marchar codo a codo después del entumecimiento social correísta, estábamos atentando contra el capital, estábamos defendiendo la dignidad humana. Celebramos la unidad, los compartires, la euforia, mingas, cadenas para armar barricadas. Celebramos a lxs médicos, celebramos el Campo, celebramos la toma de gobernaciones, de pozos petroleros, los cor-


tes de ruta, la quema de llantas interrumpiendo todo tránsito. Celebramos el fuego. Celebramos las miradas cómplices de rostros tapados, las consignas, las estrategias formuladas a gritos en el frente. Celebramos el viento a favor ahuyentando gas lacrimógeno. Celebramos el viento. Y las piedras, aliado eterno de los disconformes. Usamos la piedra, la tierra a nuestro favor, pues somos la tierra misma defendiéndose. Celebramos la tierra.

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Y el agua con bicarbonato, y el compa que grita “agua” y los sedientos nos acercamos. O el otrx que corre con un bidón de agua para meter la lacrimógena adentro y vencerla definitivamente. Te celebramos agua.

Hoy, al finalizar el paro. Celebramos eso, la organización construida y la que estamos acumulando. Por lo demás, no hay mucho que festejar. Más bien, un largo camino por recorrer. El/la que abrió los ojos, no vuelve a dormir tranquilx.


La comuna Plaza Tahrir ( El Cairo 2011), Puerta del Sol ( Madrid 2011), República Libre de la Magdalena (Val Susa 2011) Plaza Taksim (Istambul 2013) Parque el Arbolito ( Quito 2019)

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Las insurrecciones tienen la capacidad de romper fronteras, de crear un imaginario revolucionario que inmediatamente viaja por las redes sociales, difundiéndose por los cuatro puntos cardinales, alimentando los sueños y las esperanzas de otrxs suversivxs que en alguna parte del planeta esperan su momento.

La Comuna de Quito nos habla de la posibilidad de construir y vivir un mundo nuevo aquí y ahora. Podemos construir poder popular fuera de los mecanismos mezquinos y verticales del Estado, podemos habitar un lugar y transformarlo según nuestras necesidades. El Arbolito fue un hospital, un comedor, una guardería, un laboratorio, un hostal, una bodega de alimentos, medicinas y vestimentas. Una asamblea de miles de personas a cielo abierto, una casa.


Las comunas nacen alrededor del mundo y sostienen los levantamientos populares, crean un sentimiento colectivo de pertenencia, de cuidado, de solidaridad. Se abrió una brecha en la normalidad capitalista, esta brecha hay que habitarla, darle vida. Las relaciones que se construyeron en las barricadas, alrededor de una fogata o mientras se compartía un pan con avena, nos obligan a organizarnos, a dar sentido y planificación a nuestros más profundos deseos de liberación. Ya no somos solo unx, ahora somos muchxs. Ya no existe solo el Yo, ahora somos Nosotrxs. Nosotrxs de este lado de la trinchera y Ellxs del otro lado y la Comuna sigue siendo una posibilidad concreta.

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La esperanza, el miedo, la euforia, la alegrìa y la tristeza, son sentimientos que nos tienen, no somos lxs mismxs de antes y nada podrá ser como antes. Estamos escribiendo la historia, con nuestros pares, por nuestros abuelxs, por lxs caídos, por el porvenir.


VIOLENCIA ES LA DESIGUALDAD SOCIAL La dinámica del sistema capitalista es la dinámica del poder, que por definición resulta en la imposta de un dominio hegemónico sobre uno o varios individuos a partir de los recursos y herramientas que caracterizan al discurso del capital bajo la cobertura de la denominada democracia. Este discurso se impone de manera violenta a través de la dinámica de la explotación cuyo representante es el Estado que tiene como única función defender los intereses de la clase dueña de los medios de producción, la burguesía

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De por sí, ya la división de clases, fundamental para el modelo capitalista, establece una primigenia desigualdad, misma que es ratificada por los organismos e instituciones creados para defenderla (policías, FF.AA), que, como lo hemos experimentado, disponen de un arsenal de recursos casi ilimitado para su accionar represivo. La organización de las masas po-


pulares que se vuelcan hacia la manifestación es una (por no decir la única) afrenta real contra las clases burguesas y el Estado, por ello la represión desde sus custodios esta dirigida hacia extinguir del todo el fuego de la lucha popular, usando el mecanismo del “uso progresivo de la fuerza” para matarnos y estrategias más ruines y bajas como la infiltracion, para justificar el uso de la fuerza sin misericordia ni honor. Compañerxs la lucha popular en el sistema capitalista siempre será una pelea cuesta arriba, pero es en la organización, el número y las calles donde yace nuestra fuerza. Es evidente que la guerra no es de raza, genero, etnia o ideología. La guerra es de clases!

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NNO TODXS SOMOS PUEBLO

Cuando era niño mi viejo me llevò una vez al estadio, al final del partido estabàmos tan contentos por haber ganado el partido que la policìa nos diò palo, sin ningùn motivo. Esa fue la primera vez que vivì sobre mi piel la violencia de la policìa.

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En el colegio cuando salìamos a las bullas, en las calles cuando tratamos de vender nuestra mercaderìa, cuando nos piden papeles y nos requisan solo por ser extranjerxs, en los estadios cuando nos tratan come criminales. En todos lados cotidinamanete experimentamos el abuso de la policìa nacional, criminales con uniforme que abusan de su poder para satisfacer sus delirios de omnipotencia.

Durante los 11 dìas de huelga nacional, la policìa nacional junto al ejèrcito botaron definitivamente la màscara y nos reprimieron como nunca antes, con niveles de violencia tipicos de una dictadura. No


olvidaremos jamàs sus caras de satisfacciòn mientras violentaban nuestros derechos, mientras nos caian a palo y nos perseguìan. El estado de excepciòn fue una declaraciòn de guerra al pueblo ecuatoriano, la militarizaciòn de nuestras ciudades un mensaje claro, era como si nos quisieran decir “aquì mandamos nosotrxs y si se rebelan lxs matamos”. Marìa Paula Romo y Oswaldo Jarrìn son los responsables de las muertes de nuestrx compañerxs, de las detenciones arbitrarias, de los heridos, por eso tienen que renunciar y pagar por sus crìmenes.

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El pueblo se organizò para frenar la violencia policial y militar, por eso las personas detuvieron policias y caravanas de militares que se dirigian hacia elcentro para reprimir a los indìgenas y a lxs estudiantes. Todxs nos dimos cuenta que los militares y la policìa defienden los intereses de los de arriba. ¿Que diferencia existe entre un sicario y un militar o policìa? Ninguno,ambos trabajan por dinero, ambos ejercen una profesiòn sin ètica, sin empatìa y por dinero estàn dispuestos a matarnos. La policìa y los militares no nos cuidan, nos cuidan lxs compañerxs de lucha. Nosotrxs somos pueblo, ellx no.


Busca el playlist “Seguimos rebebaicabezeable”

” del usuario de youtube: “Asamblea A” Sino, acá el link



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