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Nota editoral

El puerto da y quita. Tensiona, aturde, transforma. San Antonio es más que un puerto. Es su gente. El paisaje es más que una imagen, es hogar.

La cotidianidad volcada en el libro que tienes en tus manos es una breve radiografía de la diversidad, pero también de la conciencia social que conforma el latido de esta ciudad.

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En estas páginas vas a encontrar una multiplicidad de registros, sensibilidades y posturas que nos demuestra la complejidad de la realidad. Que nos muestra, que a pesar de las diferencias y aislamientos, seguimos tendiendo hacia la comunidad. Somos un entramado de cotidianidades. Somos seres particulares, pero a la vez colectivos.

Lxs escritores/as que conforman este libro son también sus editorxs. Las decisiones en torno a la organización del contenido, al diseño, a las materialidades y a los acabados se realizaron de forma colectiva. La diferencia supo organizarse para favorecer las voces, la cultura, el libro.

Esta es una invitación a la reflexión y al cuidado de la potencia de los espacios colectivos.

San Antonio no es solo una ciudad que posee un puerto y que pareciera depender de ello. Es mucho más que eso, son sus habitantes, sus paisajes escondidos, su música, cultura y sus trabajadores, en donde estos últimos han sido significativamente fundamental a la hora de darle vida a esta ciudad traicionada por el “progreso”.

Fueron las personas que llegaron a hacer de este territorio su hogar luego de la crisis del salitre a comienzos del siglo pasado, los que comenzarían a darle forma a la ciudad. Junto con la construcción del puerto en 1912, también se fue construyendo la ciudad a pulso y sudor de sus trabajadores. Serán estos obreros provenientes en su mayoría del norte, quienes vendrían con las ideas de Recabarren, de sindicalización y derechos laborales (cuestión social), es así como se pueden documentar variados sindicatos portuarios y de mimeógrafos en la hoy transitada calle Gregorio Mira. Todos ellos poniéndose siempre al servicio del bienestar y en defensa de los trabajadores.

Ahora bien, San Antonio antes de ser una ciudad que alberga un puerto, fue un territorio que albergó y vio como se desarrollo una cultura muy importante hasta el día de hoy, la cultura Bato o Llollewe. Una cultura que nos dejó varios legados, siendo una de ellas la pesca chinchorro, arte de pesca selectiva que privilegia la reproducción y conservación de la fauna marina.

Dentro de esta dualidad de construcción que ha mantenido la ciudad, también existen variadas percepciones que tenemos de nuestro territorio, percepciones que de una u otra manera hemos querido dejar de manifiesto en este trabajo colaborativo realizado a través del Taller Oficio Editorial impartido por Kikuyo Editorial. Visiones, perspectivas, sensaciones y emociones que nos hace florecer este territorio, que nos perturba, molesta y a veces nos querer arrancar de él, pero que al mismo tiempo nos atrapa con sus lugares ocultos, despejados del ruido de la ciudad, que nos hace quererlo y por sobre todo, defenderlo de ese progreso depredador que nos pretende quitar mucho más que nuestra identidad, nuestra calidad de vida.

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