LA CELESTINA · La Celestina confirma a cada paso la idea de que vivir es luchar, pues en ella entran en conflicto numerosas fuerzas contrarias: el deber y el deseo, la
norma
social
y
la
voluntad
personal,
la
dependencia y el afán de ser libre; la traición y la lealtad, el conformismo y la rebeldía... Incluso en el estilo de la obra se puede detectar el choque de dos modos distintos de escribir: un tendencia erudita, que incorpora expresiones latinizantes y citas filosóficas, y otra coloquial, que da cabida a dichos populares e incluso a expresiones vulgares. ACTO I Celestina. (...) ¿Qué dices a esto, Pármeno? ¡Tontito, loquito, angelico, perlica, simplecico! ¿Muecas en esa carita? Ven acá, que no sabes nada del mundo ni de sus placeres. (...) ¡Apuesto a que tienes inquieta la colita! Pármeno. ¡Como el alacrán! Celestina. Peor, porque la del alacrán muerde y la tuya hincha una barriga nueve meses. ACTO X Melibea. ¿Cómo llamas a este dolor que se ha adueñado de mi cuerpo? Celestina. Amor dulce. Melibea. Aclárame qué es, que con sólo oírlo, me alegro. Celestina. Es un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso veneno, una dulce amargura, un alegre tormento, una dulce herida, una blanda muerte.
· La Celestina sigue el modelo de las llamadas comedias humanísticas, obras remotamente inspiradas en las comedias de la antigüedad romana y que se escribieron en Italia en el siglo XV, casi siempre en latín. La comedias humanísticas nacieron como ejercicios escolares, en los que los estudiantes recreaban con pintoresco realismo casos amorosos protagonizados por una pareja de jóvenes. Al modo de piezas teatrales, desarrollaban la acción por medio del diálogo, si bien se destinaban a la recitación en público y no a la representación, lo que permitía que 1