Agradecimientos En especial a: Ian Dunbar por su inimitable inspiración, Danny Mills por iniciar el proceso, Richard May y Julie Clubley, de Hawthorn Primary School, por permitirme utilizar a los niños de 6 años como conejillos de indias, Wendy King por su constante insistencia para que presentase la versión definitiva, Karen Overall por sus valiosos consejos y sus críticas constructivas, Aidan Shepherd por su paciencia durante los frecuentes ataques de ira “computacional”, y a Rod por todo. También por supuesto a Victor Ambrus por sus maravillosos y humorísticos dibujos y a Catherine Mason de Broadcast Books por su apoyo y entusiasmo. Este libro está escrito para todo el mundo pero se lo dedico en especial a Linden, a todos los niños y niñas que han sido mordidos por perros, y a los que seguirán recibiendo mordiscos, hasta que nuestra comprensión de la naturaleza de los perros se ajuste a nuestra necesidad de su compañía.
Título original: The Canine Commandments
© 2007 Kendal Shepherd Publicado en Gran Bretaña en 2007 por Broadcast Books
© Ilustraciones 2007 Victor Ambrus
Publicado por Kns ediciones S.C. Apdo 692 - 15780 Santiago de Compostela A Coruña www.knsediciones.com
Impresión: Tórculo Artes Gráficas, S.A. Vía Édison, 33-35 - Polígono del Tambre 15890 Santiago de Compostela- A Coruña Impreso en España
Traducción: Benigno Paz Ramos
Corrección de estilo: Mensi Cortizas Bouza
ISBN: 978-84-936626-1-5 Depósito Legal: C 4407-2008
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Índice
Introducción para las madres y los padres........................................................................... 4
1 Que estés enfadado no te hace ser el jefe............................................................................ 6
2 Todos los perros pueden llegar a morder si se sienten en peligro.................... 8
3 Nunca pegues o des patadas a un perro.............................................................................. 10
4 No toques ni te acerques a un perro que no conoces................................................ 12
5 No hagas rabiar o excites a un perro de forma intencionada............................. 14
6 Los perros no saben distinguir entre bueno y malo, entre el bien y el mal................................................................................................................................................................. 16
7 El perro repetirá aquellos comportamientos con los que disfruta............... 18
8 A los perros tienes que enseñarles lo que quieres que hagan y ellos tienen que aceptar hacerlo................................................................................................. 20
9 No le quites nada al perro................................................................................................................. 22
10 Cuando los perros han sido “malos” es cuando necesitan más ayuda, no más castigo......................................................................................................................... 24
11 Haz que el perro se habitúe a tu estilo de vida. ............................................................ 26
12 Enseña a tu perro a pedir “por favor”..................................................................................... 28
Los peldaños de la agresión. .......................................................................................................... 30
Introducción para las madres y los padres Cada año se registran cientos de denuncias por mordiscos (en el Reino Unido más de 200.000), más de la mitad son mordiscos en la cara y las manos de niñas y niños. Las estimaciones de mordiscos que requieren atención hospitalaria varían en todo el mundo: de los 118 por 100.000 habitantes/año en UK a los 573 por cada 100.000 habitantes/año en EEUU. Contrariamente a la creencia popular, la mayoría de estos incidentes ocurren en el entorno familiar y están implicados niños y niñas, y un perro conocido, normalmente el perro de la casa. Añadamos a este alarmante número de denuncias que hay un gran número de incidentes que no se denuncian, con mordiscos infligidos a los propietarios y a sus familiares y amigos, que no desean admitir públicamente o dejar constancia de que el perro que aman y con el que conviven pueda comportarse de ese modo. Luego están los “pellizcos” o roces que no requieren atención médica, y las dentelladas y gruñidos. Estudios recientes, que incluyen información sobre todos estos incidentes, denunciados o no, confirman la existencia de mordiscos a niños y niñas menores de 15 años, 2.200 por cada 100.000 habitantes. También muestran que la gran mayoría de los mordiscos que ocurren en el hogar se producen durante las interacciones que habían sido iniciadas por los niños, lo que sugiere de forma clara que si el niño no se hubiese comportado de un determinado modo, el perro no le habría mordido. La intensa atención que los medios de comunicación prestan a los fatales ataques de los perros, aparentemente sin provocación previa, dan la falsa y exagerada impresión de que los perros suponen un gran riesgo. Estos trágicos, aunque ocasionales, incidentes están provocados casi invariablemente por acciones humanas inapropiadas, o bien por negligencia: la simple ausencia de una supervisión por parte de un adulto competente en presencia de un animal capaz de producir serios daños. Si, además, los perros son seleccionados o adiestrados de forma intencionada, deliberada, para atacar a las personas, este es un
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abuso de la más elemental confianza mutua y de la armoniosa relación que tienen con nosotros. Pero, ¿en qué se parece nuestra agresividad humana cotidiana, en forma de palabras de enfado o lanzar objetos, a los gruñidos y dentelladas del perro? En las personas, como en los perros, la agresión es la expresión externa de un conflicto interno, y surge como fruto de una compleja mezcla de respuestas ante el entorno, instintivas y aprendidas. Por lo tanto, aprender a vivir de forma segura y en armonía con los perros, ya sea bajo el mismo techo o simplemente en la misma calle, implica aprender sobre nosotros mismos, y este es un proceso que es mejor iniciar en la infancia, si bien estas lecciones son igualmente aplicables a los adultos. Después de todo, gran parte de lo que los niños sufren por las potentes mandíbulas de los perros ha sido previamente creado, tanto en los perros como en los niños, por los adultos. Incrementar la comprensión de los niños y niñas, y sus conocimientos sobre los perros, para modificar el modo en que se comportan con ellos, debería reducir significativamente el riesgo de mordiscos, del mismo modo que la Educación Vial (o cómo comportarse en presencia de tráfico) se introdujo para prevenir los accidentes que implican a los peatones en las carreteras. Cualquier niña o niño lo suficientemente mayor para comprender el significado de la expresión “por favor” será capaz de asimilar los conceptos y principios que se exponen en este libro, en particular si se les anima a expresar y reflexionar sobre sus propias experiencias y reacciones en distintas situaciones; para después intentar predecir cómo se pueden sentir los perros, anticipar su previsible respuesta y responder de manera similar. Hay marcadas similitudes sociales entre un grupo de niños jugando y un grupo de perros. Sin percatarse de ello, los niños utilizan constantemente gestos y expresiones faciales para iniciar, mantener o rechazar el contacto social y las interacciones entre ellos. De este modo, cada niño activa el nivel de contacto social dentro del grupo
en el que se encuentra más a gusto, de modo que generalmente se mantienen la armonía y la estabilidad. Tales gestos no tienen nada que ver con la indicación de un rango o un estatus y son expresados de forma idéntica por individuos de todos los extractos sociales. Permiten que cualquier persona, independientemente de sus conocimientos y su experiencia, pueda comunicarse de forma efectiva con los demás y reducir las malas interpretaciones. Exactamente lo mismo es aplicable para los perros. El concepto de un “líder de la manada”, indicándoles a los demás qué es lo que tienen que hacer y aplicando frecuentemente la fuerza, está lamentablemente enraizado en nuestros días en la percepción popular como una necesidad esencial de los perros domésticos. No obstante este concepto debería estar restringido a los cánidos salvajes, que no han sufrido modificaciones durante cientos de años, ni por selección natural ni artificial, para adaptarse a nuestra sociedad. Los perros, al igual que los niños, necesitan compañía, afecto, comprensión y la posibilidad de mantener una relación amistosa con nosotros, y no que se imponga un liderazgo de forma agresiva. Los gestos sociales en los perros y en los humanos están determinados genéticamente, pero requieren gran cantidad de práctica para que tanto niños y niñas como los perros, individualmente, alcancen el “nivel social” aceptable. El grado en el que cada individuo disfruta o sobrelleva la interacción social depende tanto de elementos de su carácter como de sus experiencias previas. El significado exacto de ciertos gestos varía en las distintas culturas humanas y puede dar lugar a interpretaciones erróneas. En los perros, la cría selectiva de perros con narices chatas, piel arrugada o mirada fija, puede afectar de modo adverso a la habilidad de ciertas razas para utilizar alguna parte de su cuerpo para realizar señales y por lo tanto, limitar su destreza para hacerse entender por sus compañeros, ya sean humanos o caninos. Una de las características anatómicas más importantes, la cola, no puede ser utilizada si se amputa, atendiendo a los dictados de la moda impuesta por los humanos, y se deja un pequeño muñón. Algunos gestos humanos no aparecen de forma espontánea y natural, por ejemplo, saludar dando la mano o decir “por favor” y “gracias”. Pero se enseñan tan pronto como niños y niñas son lo
suficientemente mayores para aprenderlos, de modo que sean capaces de facilitar la interacción con otras personas en situaciones sociales. El equivalente canino a dar la mano para saludar entre las personas como modo de introducción social es “sentarse para saludar”. Esto es algo que ya está presente en el repertorio de comportamientos caninos pero ha de ser reforzado de forma sistemática desde el periodo de cachorro si queremos lograr que cuando el perro sea adulto se comporte de modo adecuado y no esté saltándonos encima constantemente. Niños, niñas y perros aprenden que los gestos aceptados socialmente son un buen modo de lograr que otros sean buenos con nosotros y una buena manera de alcanzar aquello que se desea. La educación y los buenos modales se han convertido en normas culturales tanto para los humanos como para los perros, simplemente porque resultan de gran utilidad. Hemos creado el presente libro para guiar a los niños y las niñas, y, por supuesto, a los adultos con los que conviven, a interaccionar de forma más segura con los perros. Son un conjunto de normas fáciles de comprender y relevantes para todos, convivan actualmente con un perro o no. Además incluimos los peldaños de la agresión canina, y una ilustración representativa de la escalada de gestos que utilizará el perro si sus esfuerzos por mantener la paz son ignorados o mal interpretados. Los peldaños de la escalera culminan con gruñidos, dentelladas y mordiscos. Ningún niño que haya comprendido y aprendido las “normas de convivencia canina” debería llegar a ponerse en una posición en la que exista el riesgo de ser mordido, independientemente de las experiencias previas del perro con las personas y el entorno. Al mismo tiempo, los perros con los que interaccionen se sentirán aliviados por no recibir una presión social indeseada y sentirán poca, o ninguna, necesidad de morder. Como consecuencia, tanto los niños y las niñas como sus compañeros caninos, mantendrán una relación considerablemente más calmada y más satisfactoria para todos. Estoy en deuda con Victor Ambrus por su entusiasmo por el tema y por plasmar el contenido del texto en una humorística y precisa interpretación gráfica.
Kendal Shepherd, BVSc, CCAB, MRCVS 2007
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Que estés enfadado no te hace ser el jefe
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ya no utilizan la agresión para lograr ser los jefes. Lamentablemente, sin embargo, muchas personas siguen creyendo que un perro enfadado y agresivo está intentando ser el jefe y el “perro líder”. También creen que para lograr ser los “jefes” tienen que comportarse con sus perros de forma mandona y agresiva. Esto no sólo es erróneo sino que además es extremadamente peligroso.
Ahora que ya no tienen que perseguir animales para poder matarlos y comerlos,
Si los perros o las personas se enfadan o se ponen agresivos, es porque se sienten amenazados. No es porque sean los “jefes”, y tampoco hace que ellos sean los “jefes”. Ponte en la posición del perro e imagínate que alguien te sigue gritando y se muestra enfadado contigo pese a que le has pedido disculpas, le has dicho que lo sientes o has intentado calmarlo, pasado un tiempo considerarás que necesitas enfadarte con esa persona. Que ganes o no la discusión dependerá de lo que decida hacer la otra persona. Puede decidir cambiar su postura y mostrarse de acuerdo contigo o quizás decida continuar la discusión y seguir peleando. Sea cual sea el resultado final, el enfado no hace a ninguno ser el “jefe”.
ese a que todos nuestros perros son descendientes del lobo, el perro tal y como lo conocemos hoy en día ya no vive en manadas como lo hacen los lobos. En lugar de cazar para vivir el perro ha evolucionado, ahora como carroñero de los restos que las personas tiran y por lo tanto ya no necesita tener un único líder o “perro superior”. Pese a que los perros siguen disfrutando persiguiendo cosas, pelotas, palos o conejos, ya no tienen que trabajar en grupo para matar y comerse lo que persiguen. Si un grupo de perros corre persiguiendo un mismo objeto es porque les resulta divertido hacerlo y es un comportamiento social, del mismo modo que puede ser para ti jugar un partido de fútbol; no están tratando de conseguir la cena. Una de las razones por las que nos llevamos tan bien con los perros es porque se nos parecen mucho y ellos también necesitan vivir como nosotros, como una familia o con un grupo de amigos.
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Un perro realmente superior es un individuo muy calmado y seguro de sí mismo que en muy contadas ocasiones tiene que mostrar su enfado o agresividad con nadie. El mejor modo de lograr que tu perro considere que eres superior y que puede confiar en ti para tomar las decisiones acertadas, es que permanezcas muy relajado cuando estás a su lado y no ponerte a jugar con
él simplemente porque parece que le apetece. En vez de eso tienes que indicarle claramente lo que quieres que haga, sin mostrarte enfadado. Si nos irritamos el perro pensará automáticamente que no somos de fiar, ni de confianza. También se pondrá nervioso y mostrará ansiedad, e incluso puede que sienta la necesidad de auto defenderse y llegue a gruñir o morder.
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Todos los perros pueden llegar a morder si se sienten en peligro
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eguramente habrás visto a algún adulto enfadarse con un perro, intentar empujarlo o tirar de él para que haga lo que esa persona pretende. ¡No lo imites! Forzar a un perro para que haga algo que no quiere es una de las principales razones por las que los perros muerden. Eso también explica por qué las manos y los brazos son las partes de nuestro cuerpo que muerden con más frecuencia. Inicialmente los perros no tienen intención de mordernos pero el modo en que nosotros nos comportamos en ocasiones hace que se sientan en peligro. Del mismo modo puede haber ocasiones en las que discutes con un amigo, hermano o hermana y termináis peleando. Tú no querías que terminase de ese modo y habrías preferido que tu amigo o hermana/o estuviese de acuerdo contigo. Nosotros tenemos la voz, palabras y manos para discutir y pelearnos. Los perros sólo tienen los dientes.
utilizamos las palabras para decir “para ya, no me agrada lo que estás haciendo”, y en la mayoría de las ocasiones las personas que nos rodean nos comprenden y no tenemos que alterarnos o enfadarnos. Los perros utilizan sus cuerpos para “hablar, comunicarse” con otros perros y con nosotros:
Con frecuencia los perros sienten que tienen que morder cuando de forma accidental nosotros interpretamos mal lo que ellos tratan de decirnos con su lenguaje corporal. Nosotros
Si queremos llevarnos bien con nuestros perros no debemos actuar de modo que les parezca amenazante, ni amenazarlos nunca, ni mostrarnos como algo peligroso para ellos.
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Si un perro se aleja de ti, simplemente te está diciendo “estoy un poco agobiado por estar tan cerca de ti”. Si, cuando tratas de ponerle el collar o tiras de él para bajarlo del sofá, gira su cabeza para el otro lado, te está diciendo “estás haciéndome sentir inseguro y amenazado”. Si caminas hacia él para intentar que se acerque a tu lado o sigues tirando de él, estarás, desde la perspectiva del perro, “comenzando una discusión” que bien puede terminar en “llantos” o algo peor.
Que un perro se sienta en peligro o no depende también de lo que le haya ocurrido anteriormente y lo habituado que esté a las cosas que le rodean. Si bien nosotros sabemos que los trenes, los aviones, las personas con aparatosos sombreros, el cartero y el veterinario no son peligrosos, no podemos asumir que nuestro perro también lo sabe. Del mismo modo que hay personas que odian ir al dentista, porque tienen miedo de que les pueda hacer daño, los perros también se muestran temerosos ante aquellas cosas que consideran que les pueden lastimar. El hecho de que el veterinario no quiera lastimar al perro no cambia la percepción que nuestro perro tiene de la situación. Sencillamente, si un perro no puede salir corriendo cuando se siente atemorizado, porque está encerrado en una habitación o atado con una correa,
es muy probable que muerda. Es necesario enseñarle que el mundo y las cosas que en él se encuentran son buenas. Si le damos golosinas para perros mientras personas de todo tipo lo acarician y abrazan, nuestro perro aprenderá a disfrutar de toda esa atención. Si nuestras manos lo premian en lugar de castigarlo, las manos pasarán a ser buenas noticias en lugar de algo malo que temer.
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