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CASA de VACAS Madrirámicas 2 Del 1 de abril al 8 de mayo de 2010 Organiza Distrito Retiro. Ayuntamiento de Madrid Alcalde de Madrid Alberrto Ruiz-Gallardón Concejal-Presidente Luis Asúa Brunt Consejera Técnica Estrella Ruiz Sánchez Asesora Técnica Victoria Palacios Wharrier Jefa de Unidad de Actividades Culturales, Formativas y Deportivas María Fresno Moreno Administración Estrella Albacete Díaz Mª Dolores Chamero Moyano Ana Isabel Hernández Torres Susana Menéndez Barberá María Luz Núñez Díez Esther Vicente Martín
Es para mi un placer presentar de nuevo en Madrid, en esta sala tan emblemática de nuestra ciudad, como es la Casa de Vacas del Retiro, la obra pictórica de Paula Varona, pintora malagueña de nacimiento y madrileña de adopción. Podremos disfrutar una vez más en el sencillo recorrido por estas salas, de las vistas, perspectivas y panorámicas de Madrid. El mismo título de la muestra juega con las palabras haciendo una inteligente síntesis de su contenido, panorámicas de Madrid Madrirámicas 2. Siendo el número dos, testigo de cómo hace ya tres años Paula nos deleitó con una muestra previa, con una pareja y tan atractiva temática. Una vez más Paula, por medio de sus pinceles y sus ojos, nos trae sus nuevas visiones, como testigos de sus paseos, y vuelos imaginarios sobre nuestra ciudad. Como sugerencia y reclamo para una visión renovada de la ciudad en la que vivimos y que nunca terminamos de conocer, del todo, en su singular hermosura. Espero, deseo e invito a todos a dejarse llevar por el impulso visual que Paula Varona nos brinda y que, motivados por sus sugerencias, podamos resoñar y revivir de una forma nueva, en sus calles y sus parques, nuestra gran ciudad. Luis Asúa Brunt Concejal Presidente Distrito de Retiro
It is for me a pleasure to present, once more in Madrid, in this emblematique gallery of our city, Casa de Vacas of the Retiro Park, the pictorial work of Paula Varona, a paintress born in Malaga, now living in Madrid. We can now enjoy, with a simple strolls through the hall’s of the exhibition, the views, perspectives and panoramas of Madrid. The title of the exhibition, in its self, plays with words, making a witty sum up of what it contend, Panoramic of Madrid, Madrirámicas2. Being the number two, witness of how three years ago, Paula delighted us with a previous exhibit with the same suggestive theme. Once more, Paula, with her brushes and eyes, brings us her new visions, as witness of her walks and imaginary flights over our city. As an arousement for a new vision of the town in which we live and that we never end up knowing, totally, in it’s significant beauty. I hope, wish and suggest you all to give way to the visual impulse that Paula Varona offers us, and aroused by her views, re-dream and re-vive a new vision of the streets and parks of our great city. Luis Asúa Brunt Head Councillor Retiro District
Paula en la ciudad feliz
Sales del estudio de Paula Varona con esa frase en la mente: ”Paula en la ciudad feliz”. Su estudio es como una isla en medio de un montón de edificios grandes que a su vez han empequeñecido a una tribu de callejuelas que se parecen al Madrid de El Verdugo, aquella miserable ciudad que acababa justamente aquí, antes de convertirse en un descampado que formaba parte de la anchura de Castilla. Aquí está Paula, en su estudio, rodeada de una felicidad que tiene paisajes, colores, gente andando, tomando helados, acariciándose a pesar del frío o de la nieve, gente que se quiere también bajo el calor tórrido que convierte Madrid en una sombra nítida en los veranos. Ella ha pintado todo esto como si se lo hubiera prendido en la memoria, como una fotografía inquieta que ya formara parte de su naturaleza. De su naturaleza. ¿Y por qué es tan feliz Paula Varona? Lo que ocurre no es bueno, y lo que ha ocurrido tampoco lo es. Ella pinta acerca de Madrid, de la que escribió Dámaso Alonso... ésta fue la ciudad devastada.
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Y, sin embargo, Madrid renació. Paula, que tiene la edad de la esperanza… Paula retrata ese paisaje del alma alegre de la ciudad confiada. Da gusto mirarla mirar. Ha entrado en numerosos edificios, grandes y pequeños, solemnes y pobres, y se ha subido a las azoteas; como un pájaro vivo, ha mirado desde arriba y ha retratado las cúpulas, pero también ha bajado a los parques, y en ellos ha encontrado flores, plantas e incluso virutas, lo que el tiempo va dejando para que la ciudad se haga completa, no sólo con la fugacidad de las obras o de los hechos sino con la impronta espiritual del alma que los hombres, aunque sean fugaces, van dejando con sus suspiros. Es una felicidad alentada también por la memoria. La ciudad es memoria y si no no sería nada. Paula la ha retratado despertándose, durmiendo; de noche y de día, ese pincel que está dotado para lo minucioso es también el pincel de la metáfora; cuando expresa nieve no quiere decir frío, quiere afirmar la capacidad que tiene la ciudad para arroparse. Y cuando expresa día no quiere decir, tan solo, vida en las calles, mercado, tráfico. Hay en ese día de Madrid retratado por Paula Varona un grito tranquilo de lo cotidiano que expresa sin rubor que está feliz de seguir existiendo; y en la noche de Madrid, en el reverso de ese mundo que cuenta, la ciudad denota un entusiasmo parecido por vivir y por relacionarse con una realidad distinta en la que los hombres y las mujeres buscan el placer de un color o de una caricia. Ahí, en ese Madrid nocturno, hay dolce vita, lo que pensábamos que era la felicidad cuando salíamos de noche y empezaba la primavera política de España, instaurada en Madrid con el nombre propio de la movida. De esa época es la juventud de Paula, y no es extraño que ahora, en estos cuadros, se hallen esos efluvios que ahora convocan, a los que tienen más de cincuenta años, melancolía o, en todo caso, placer.
Cuenta su viuda que Guillermo Cabrera Infante escribió su novela de La Habana (La Habana para un infante difunto) recorriendo minuciosamente un mapa de su ciudad perdida, la ciudad de su infancia. Él lo hacía en Londres, sobre una mesa enorme. Imaginen a Paula Varona imaginando su ciudad; en situación mucho menos dramática que la del exiliado cubano, Paula ha recorrido minuciosamente un mapa del alma de Madrid, con una constancia y una fidelidad que son marca de la artista pero también consecuencia de su compromiso con el espíritu del lugar que retrata. Madrid no es cualquier cosa; es una ciudad de tejados y de alcantarillas; en el medio está la virtud, y aunque Paula ha pintado tejados y alcantarillas lo que nos deja para mirar es mucho más que un paisaje que contiene esos altibajos de las urbes: nos deja en esta exposición la obligación de mirar Madrid con sus ojos, que a veces son rojos o malvas o blancos de nieve o pétreos, en todo caso una mirada luminosa que nos ilumina y nos hace salir de sus cuadros como si estuviéramos viendo por primera vez la ciudad que antes de Paula parecía (para mi, para los que queremos verla con sus ojos) una sombra de lo que es ahora. Cuando me iba Paula me dijo que en su pintura caía como una sombra benéfica el espíritu de Van Gogh y el espíritu de los impresionistas. Desde que vi su pintura mi propia contemplación de Madrid está relacionada con sus cuadros; ahora miro las esquinas y los balcones, y esos árboles solitarios del invierno, y los parques vacíos, y las aceras con gente oscura o envenenada por la prisa o feliz por el sosiego o nocturna y me imagino a Paula inmortalizando ese movimiento. Acaso como ella imagina los campos de Van Gogh incendiándose debajo de esos pinceles que parecen ponerle una frontera a la locura. Madrid visto por Paula. Qué experiencia tan feliz. Juan Cruz, escritor y periodista Madrid, febrero de 2010
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PAULA IN THE HAPPY CITY
As you walk out of Paula Varona’s studio there’s a phrase in your mind: “Paula in the Happy City.” Her studio is like an island among a bunch of large buildings which have made even smaller a tribe of alleyways and lanes that resemble the Madrid of El Verdugo (Not On Your Life, L. G. Berlanga), a wretched city which ended right there, before becoming a wasteland that was part of the breadth of Castille. Here is Paula, in her studio, surrounded by a joy of landscapes, colours, of people walking, eating ice cream, caressing each other despite the cold or the snow, people who love even under the scorching heat that turns Madrid in the summer into a sharp shadow. She has painted all this as if she had learnt it by heart, like a restless photograph which had already become part of her nature. Her nature. Why is Paula Varona so happy? What happens is not good; what has already happened isn’t good either. Her painting is about Madrid, the city that the poet Dámaso Alonso wrote about… this was the devastated city.
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Madrid, however, was reborn. Paula, who is the same age as hope… Paula portrays the landscape of the joyful soul of a confident city. It’s a pleasure to watch her watch. She has walked into many buildings, large and small, solemn and poor, and she has climbed up to the rooftops; like a lively bird she has looked from above and depicted the domes, but she has also descended into the parks to find flowers and plants, and even shavings, these remains of time which make the city complete, shavings not only of works or deeds, but of the souls of men, however brief their lives, who leave the imprint of their souls in their sighs. This happiness is also encouraged by memory. The city is memory, and it would be nothing without it. Paula has portrayed it as it wakes up, while it sleeps, in daylight and at night; her brush has a gift for the minute but it is also the brush of metaphor; when it expresses snow it doesn’t mean cold, its intention is to affirm the city’s capacity for wrapping up warm. And when it expresses day it not only means street life, markets, traffic. There is, in the Madrid day as portrayed by Paula Varona, the calm cry of the everyday expressing unabashedly that it is happy to exist. And in the night of Madrid, in the reverse of the world she tells us about, the city denotes a similar enthusiasm for living and for relating to a different reality, one in which men and women seek the pleasure of colour or caress. There, in Madrid at night time, there’s dolce vita, what we believed was happiness when Spain’s political Spring began, founded in Madrid under the name of the movida. From that era is Paula’s youth, so it is no surprise that now, in these paintings, we can find the emanations which, to those of us who are over fifty years old, convey a certain melancholy or at least the pleasure of having lived.
Guillermo Cabrera Infante’s widow says he wrote his novel of Havanna (La Habana para un Infante Difunto; English title: Infante’s Inferno) covering a detailed map of the lost city of his childhood. He did this in London, over a huge desk. Imagine Paula Varona imagining her city; in a situation far less dramatic than that of the Cuban exile, Paula has thoroughly covered a map of the soul of Madrid, with the perseverance and fidelity which are the artist’s stamp, but also a consequence of her commitment to the spirit of the place she portrays. Madrid is no small thing; it is a city of rooftops and sewers; virtue is in the middle, and although Paula has painted both rooftops and sewers what she leaves us for us to look at is much more than a landscape containing the ups and downs of cities: she leaves us with the obligation of looking at Madrid through her eyes which are sometimes red or lilac or snow white or stone, but in every case luminous eyes: to illuminate us and make us walk out from her paintings as if we saw the city for the first time, a city which before Paula seemed (to me, to those of us who want to see it through her eyes) a shadow of what it now is. As I walked out Paula told me that over her work fell, like a beneficial shadow, the spirit of Van Gogh and of the impressionists. From the moment I saw them, my own contemplation of Madrid is related to her paintings: now I look at corners and balconies, and at those lonely winter trees, and the empty parks, and the sidewalks with dark pedestrians, or people poisoned with haste, or joyful with serenity, or walking at night, and I imagine Paula making movement immortal. Perhaps she imagines Van Gogh’s fields coming alight under those brushes which seem to give shape to madness. Madrid as seen by Paula. What a happy experience. Juan Cruz, writer and journalist Madrid, February 2010
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LA IMPOSIBILIDAD FÍSICA DE LA BELLEZA EN LA MENTE DE UN ARQUITECTO VIVO
Otros mejor que yo pueden escribir sobre la pintura de Paula Varona. Otros mejor que yo, pueden explicar cómo en cada uno de sus cuadros hay una sutil materialización... Cómo también hay una búsqueda intencionada en el tema y en la forma... Cómo no es inocente la manera en la que hace que el motivo del cuadro llegue al equilibrio con el borde del lienzo y el encuadre. Otros mejor que yo, podrán analizar la forma y la textura de sus pinceladas. Podrán intentar explicar su sorprendente manera de captar la luz meridiana de Madrid, de sus mañanas de primavera, de las sugerencias de sus nocturnos. Otros mejor que yo podrán escribir sobre el misterio del espectro de su paleta de colores. Otros mejor que yo podrán explicar cómo sus cuadros producen en el espectador una suave inquietud. Una tenue sensación evocadora, mezcla de recuerdos, imágenes y anhelos. Una pulsión materializada, que nos atrae, nos imanta, que nos hace querer poseerlo.
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Ese deseo que los publicitarios dominan tan bien. Ese suave impulso que nos hace anhelar el objeto que representa lo deseado. La quimera irresoluta. La fuerza que nos hace desear el espejismo. Desear el cuadro que materializa la ilusión... Un marchante de arte contemporáneo podría explicar mejor que yo cómo estos cuadros, bien promovidos, puede llegar a ser un “Bien Posicional” que proyecta y delimita el ámbito social de su dueño. O recomendarnos títulos más cargados y sugerentes como el del famoso “tiburón” de Damien Hirst “La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo”... Un psicólogo, también, mejor que yo podrán explicar cómo Paula Varona, con su calidoscopio de imágenes, con ese puzzle de rectángulos, nos enseña nuestra ciudad de una forma sublimada, abierta a ser rellenada con el infinito número de sensaciones, anhelos y recuerdos que todos y cada uno de nosotros, llevamos dentro y que en sus cuadros proyectamos, con los que materializamos su deseo... Paula Varona nos pinta la Gran Vía... y la Gran Vía cumple en el 2010 cien años. Es algo más joven que los escritos de Adolf Loos sobre el ornato en la arquitectura. Es el arquitecto austriaco, quien, hacia 1908, inicia la revolución de la arquitectura contemporánea en su lucha por limpiarla de lo superfluo. Revolución que hoy padecemos. Con él se inicia la sustitución de los valores por los que se debe guiar la nueva arquitectura. Él inicia el fin de la búsqueda de la belleza y lo sustituye por la búsqueda de la verdad. Sustituye verdad por belleza.
A la Gran Vía tardó en llegar esa suplantación moderna de valores, y por ello, la vemos hoy, llena de ornatos y detalles. Es quizás esa riqueza decorativa otro de los factores que nos la hacen desear, ver y recrearnos en ella. Frente a “Paralepipedia”, la ciudad moderna posterior, yerma de belleza, suma de infinitos prismas limpios de lo superfluo, vemos en la arquitectura de la Gran Vía, la belleza, la sabiduría y la disciplina del detalle. La ciudad era la máxima expresión plástica del ser humano. Hoy ya no. Otros arquitectos posteriores, añadieron al valor loosiano de la verdad, la búsqueda de la ligereza, la tersura y la transparencia. Poniendo así las bases definitivas del vacío de la arquitectura actual. Los arquitectos vivos, como con las baratijas con las que se entretiene y amansa a los hombres primitivos, siguen atraídos por la inmediatez y simpleza estética del brillo de los prismas sencillos. ¿Cuándo volverán a recuperar la búsqueda de la belleza con los matices y las reglas de su propia disciplina académica abandonada? Hoy, solo diseñan cubos, tersos, ligeros, lisos, transparentes, estériles y refulgentes. Infinitos paralelepípedos que otras disciplinas más rapaces, mejor adaptadas al medio, han sabido utilizar como soporte, colmatando de significados, de publicidad, los yermos cubos arquitectónicos. En los edificios de la Gran Vía, la publicidad es tan solo otro elemento evocador, mientras que en la ciudad moderna, la publicidad es ya, y acabará siendo más aún, el único significado tangible. La pintura de Paula Varona se nutre de ese deseo de belleza no saciado. De la imposibilidad física de su búsqueda, en la simpleza estética de la arquitectura actual... Paula, en sus cuadros, sabe dar cobijo espiritual a los huérfanos de la ciudad moderna. La pintura de Paula Varona es una respuesta a las plegarias de la búsqueda de la belleza no atendidas. Iñigo Ortiz Castaño, arquitecto Madrid, febrero de 2010
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THE PHYSICAL IMPOSSIBILITY OF BEAUTY IN THE MIND OF A LIVING ARCHITECT
Others better than I could write about Paula Varona’s painting. Others better than I could explain how a subtle materialization can be found in every one of her paintings… How there is also an intentional search in both theme and form… How there is never anything innocent in the way in which she makes the painting’s motif reach a balance with the edge of the canvas and the framing. Others better than I could analyze the shape and texture of her brushstrokes. They could try to explain the surprising way in which she captures the meridian light of Madrid, of its spring mornings, of the suggestions of her nocturnes. Others better than I could write about the mysteries of the spectrum of her colour palette. Others better than I could explain how her paintings produce in the viewer a gentle restlessness. A tenuous feeling of evocation which is a mixture of memories, images and desires. A materialized urge that attracts us, magnetizes us, makes us want to possess it.
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It’s a desire advertising executives know well. The soft urge that makes us long for the object which represents that which we desire. The unresolved chimera. The force that draws us to the mirage. To desire the painting which materializes the illusion… A contemporary art dealer could explain better than I how these paintings, well promoted, could become “positional goods”, projecting and defining their owner’s social standing. Or recommend more charged and suggestive titles, such as Damien Hirst’s famous shark, “The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living …” A psychologist could also, better than I, explain how Paula Varona, with her kaleidoscope of images, with her puzzle of rectangles, shows us our own city in a sublimated manner, open to being filled with the infinite number of feelings, longings and memories we all carry within ourselves and project onto her paintings, to materialize these desires… Paula Varona paints the Gran Vía for us … and the Gran Vía is 100 years old in 2010. It’s a little younger than Adolf Loos’s writings on ornamentation in architecture. He is the Austrian architect who, circa 1908, began the revolution of contemporary architecture in an effort to rid it of the superfluous. A revolution we are suffering from today. With him begins the substitution of the values which should guide the new architecture. He begins the end of the search for beauty, substituted by the quest for truth. He substitutes truth for beauty.
This modern substitution of values was late to arrive at the Gran Vía, which is why we see it today full of ornamentation and detail. Maybe this decorative richness is another factor that makes us desire it, look at it, derive pleasure from it. As opposed to the “Parallelepipedia,” the posterior modern city, barren of beauty, a sum of infinite prisms empty of anything superfluous, in the Gran Vía we see the beauty, the wisdom, and the discipline of detail. The city was the chief plastic expression of the human being. Not anymore. Other later architects added to the Loosian value of truth a search for lightness, smoothness and transparency; thereby setting the definitive foundations of contemporary architecture. Living architects are still attracted by the immediacy and aesthetic simplicity of simple prisms, like primitive men tamed and entertained trinkets. When will they recover the search for beauty and nuance, as well as the rules of their own academic discipline, now abandoned? Now they design only cubes: smooth, light, plain, transparent, sterile and glowing. Infinite parallelepipeds which other disciplines, being more rapacious, better adapted to the environment, have known how to use as bases to crown with meaning, in the form of advertisements, these barren architectural cubes. In the buildings of the Gran Vía, publicity is just another evocative element, whereas in the modern city publicity is already, and will become increasingly, the only tangible meaning. Paula Varona’s painting feeds off this unquenched desire for beauty; the physical impossibility of the search for it in the aesthetic simplicity of contemporary architecture… In her paintings, Paula knows how to give spiritual shelter to the orphans of the modern city. Paula Varona’s painting is an answer to the neglected prayers of the search for beauty. Iñigo Ortiz Castaño, architect Madrid, February 2010
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Madrirรกmicas 2
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Majestic glow 140 Ă— 200 cm
20
Mayor’s office 125 × 150 cm
22
Grand way 122 × 200 cm
24
Gran Vía blitzzard 120 × 120 cm
26
Black night 120 × 120 cm
28
Sol de Andalucía embotellado II 150 × 150 cm
30
Broad walk 65 × 200 cm
32
Snow angel 120 Ă— 120 cm
34
Rush hour august 130 Ă— 65 cm
36
Loewe’s way 153,5 × 125 cm
38
Bank light 116 Ă— 81 cm
Winter light 26 × 80 cm
40
Summer light 26 × 80 cm
42
Gothic stop 130 Ă— 50 cm
44
SsllupP 150 × 50 cm
46
Pink pond 30 Ă— 100 cm
48
Scooter 100 × 73 cm
50
Tacones 130 Ă— 42 cm
Grand Hotel 37 × 130 cm
52
Night out 37 × 130 cm
54
Pilon water 100 Ă— 50 cm
Diurno mirando al Este 65 Ă— 160 cm
56
Nocturno intramuros mirando al Este 40 Ă— 100 cm
58
Red umbrellas 92 Ă— 65 cm
60
Bus stop 92 Ă— 65 cm
Snow white boulevard 22 × 66 cm
62
May day 25 × 60 cm
64
Snow way 55 × 38 cm
Noon walk 22 × 66 cm
66
Sunny bitter 30 × 100 cm
68
Snow white
Spring light
55 × 38 cm
55 × 38 cm
70
Ă ngel sobre Madrid 60 Ă— 30 cm
72
Frozen dome 55 Ă— 38 cm
74
Green Crystal Palace 100 Ă— 73 cm
76
Convexo invernal
Convexo estival
46 × 33 cm
46 × 33 cm
78
Angel’s 130 × 89 cm
80
Red scooter white snow 60 Ă— 30 cm
Spring clear sky 40 × 100 cm
82
Three hours to Sevilla 22 × 66 cm
84
Campanile 73 Ă— 54 cm
86
Wedding cake
White light
66 × 22 cm
66 × 22 cm
Wedding set 38 × 55 cm
88
Otra primavera en El Retiro 38 × 55 cm
90
Noon shadow 60 × 35 cm
92
Azimut de siluetas 80 Ă— 60 cm
94
Campo del Moro 40 Ă— 149 cm
96
Puerta de Oriente 114 Ă— 162 cm
98
Traficorama 135 Ă— 150 cm
100
Auditores 170 Ă— 100 cm
102
Agradecimientos: Ana Álvarez de Eulate, María Arrizabalaga, Luis Asua, Bacardí, Rosita Blake, Ana Blanco, Susana Blázquez, Koro Castellano, Paco Cedrón, Eva Cruz, Juan Cruz, Sergio Deike, Manzani Diaz-Agero, Patricia Espinosa de los Monteros, Julio Fernández, María Fernández-Vega, Koldo Fuentes, Catira Gallego, Luis González Sterling, Virginia Henkart, José María Irujo, Sol Jáudenes, Bárbara Jiménez, Lacasitos, Las cenas de Varona, Kike Laucirica, François Legrand, González Byass, Juan José Litrán, Laura Loiseau, Marta Marín, Ana Belén Moreno, Alejandro Núñez, Iñigo Ortiz, Mª Eugenia Ortiz, Pedro Ortiz, Iñigo Ortiz Varona, Begoña Ortúzar, Cristina Parra, Maite Puentes, Paty San Román, Carolina Sánchez de Movellán, Felipe Scheffel, Sergio Redondo, María Subrá, Carmen Trillo, Josechu Urbina, Carmen Varona, Marisa Varona, Concha Varona, Anabel Zamora y todos aquellos amigos que a lo largo de todo este tiempo me han ayudado.
Comisaria Manzani Diaz-Agero Montaje exposición Corzón, S.L. Diseño gráfico y catálogo Koldo Fuentes Fotografías Felipe Scheffel Henar Yebra Traducciones Eva Cruz Iñigo Ortiz
Imprime Graphitis Impresores, S.L. Depósito Legal M-15132-2010
www.paulavarona.com
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