MEMORIAS Almazán Tomo I - Segunda Parte

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MEMORIAS GBNEnar JuaN ANoRBU AruazÁN

TOMO I AD¿LsrRro Anruno Maopno Qumoca COMPILADOR

MoNrERRsv, NuEvo Lróru, MÉxrco 2011.


Primera edición,2011 Impreso y hecho en Monterey, México Printed and made in Monteney, Mexico

CRÉDITOS t o gr

áfi c as

Compilación:

Rep r o du cciones fo

Adalberto Arturo Madero Quiroga

Fernando Martínez, Alejandro Almazán y Maria Luisa Soler

:

Superuisión editorial: José

Antonlo Olvera Sandoval

Diseño gráfico:

Leonardo Arerns

Ar chioos do cwnent ales : Hemeroteca de El Universal. El gran diario de México, México, D.F. Archivo Histórico del Centro de Estudios de Historia de México CARSO, México, D.F.

Asesoría documental:

Josefina Moguel Flores Corrección de estilo:

Laura Guillén Soldevilla, Martha Johmsen, Ernesto Castillo, Francisco Ruiz, Salvador Guerra, Ricardo Martínez y José Antonio Olvera Capturistas:

María de Lourdes Vargas y Marco Antonio Mufuz

Archioos Jbtográficos:

Archivo Histórico de1 Centro de Estudios de Historia de México CARSO, México, D.F. Archivo privado de Carmen Almazán, México, D.F. Archivo privado de losefina Moguel Flores, México, D.F. Fototeca Macadám J.L.A. Palomo, México, D.F.


MEMORIAS GBNpRel JuaN ANpRยกu Arvazร N

TOMO I



GENEnal JueN ArrroRsu Aru.r.zÁu

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17

SnNrsrANze

I. II. il. IV. V. u. VII. Vm. IX. X. XL XII. Xm. XIV. XV. XVI.

OrmerÁ. Su rusronn v rr cenÁcrER

DE sus HABTTANTES

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67

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85

EN Pu¡ele DE Los ÁNcsrss 1907 Er-

105

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EN LAS TTNTEBLAS

Destellos en las tinieblas. Esperanzas que algún día serán realidad. Excelsitud del Libertador Bolívar. El Congreso de Panamá

Mi fe inextinguible en nuestro destino me lleva a repetir parte de 1o que en otras ocasiones he publicado con eltítulo "Hacia la victatia". ...Fue, pues, la realidad geográÍica, la que finalmente impuso la división de las posesiones españolas en cuatro virreinatos con sedes en México,Bogotá, Lima y Buenos Aires.

Ciertamente, después de la independencia de nuestros pueblos, siguió su desintegrací6n, agravada por la diversidad de culturas indígenas, por La desocupación de los militares que se formaron en la epopeya libertaria y por la anárquica actuación de los demagogos que de eIla emergieron como flores cancerosas, y a las


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que la fatal configuración topográfica impidió exterminar a tiempo. Recuérdese que Boiívar tuvo que abandonar a su recién formada Gran Colombia por largos cinco años para libertar el PerúycrearaBolivia. Afortunadamente, espíritus selectos entre los libertadores, lucharon siempre contra la divisióny el aniquilamiento de nuestros pueblos. Las guerras napoleónicas, escribe Felipe Barreda Laos, y 1a invasión de las tropas francesas a España, reflejaron sobre la administración y la vida polÍtica .n' social de ias colonias. Surgieron en éstas, grupos políticos afrancesados, en hondo antagonismo con los partidarios de la d minación española; v las gentes discutían, apasionadamente, en las calles y reuniones sociales, cada bando demostrando las excelencias de sus metrópolis y amos predilectos. Pero los criollos a cuya cabeza se encontraban los próceres de la Revolución no pensaron, ni sintieron, en igual forma: no fueron, ni quisieron ser franceses, ni españoles, sino sudamericanos; vencieron de todos los prejuicios y obstácuios artificiales, y crearon las nacionalidades independientes de América Hispana, libres de toda subyugación extranj era.

Camilo Barcia Trelles, dice por su parte: Los intentos de coordinación hispanoamericana aparecen, desaparecen y reaparecen a 1o largo de la historia del Nuevo Mundo en el primer tercio del siglo XIX: tienen su iniciativa en distintas partes de1 Continente: Chile, Centroamérica, Uruguay, Colombia: son mantenedores del movimiento que tiende a lograr una deseab1e agregación de América, entre otros, Egaña, delValle, Artigas y Gual; sin mencionar a Simón Boiívar... | 340


CuueRal Ju,rx Axoneu An"r.lzÁx

EXCELSITU D DEL LIBEI{TADOR A Sirnón Bolívar, figura centrai de la época y principal mantenedor del Congreso del Istmo se le dirigió un reproche: el querer serru/ir los intereses de Colombia -ya que no ios personaies del propio Libertador-, convirtiéndola en núcleo y cabeza dirigente de 1a planeada Confederación Hispanoamericana. La r.erdad histórica exige una rectificación; en aquél año de 1820 -año que pudo ser decisivo para la rnarcha futura de Hispanoamérica, Bolívar fue ante todo v sobre todo, un c-lefensor de la unidad confeclerada l-rispanoamericana, no profesando e1 principio de n-rodo episódico, sino continuo; es el ideal de su vida; a la idea alude con reiteración y en términos bien terrninantes. En 1813, después de la victoria de

Araure, escribe: "Nuestras armas libertadoras han librado a Venezuela; el mayor de los ejército que han intentado subr.ugarnos yace tendido en el campo; otras glorias nos esperan, y cuando el suelo de la patria esté completamente libre, irernos a batir a los españoles a cualquier punto de América que dominen y los arrojaremos ai mar". Años después (1815), proscrito en Jamaica, escribe: "Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación, con un solo vínculo, que ligue sus partes entre sí con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debiera, por consiguiente, tener un mismo gobierno, que confederarse los diferentes Estados que havan de formarse; más no es posible, porque climas remotos, situa-

ciones diversas, intereses opuestos,

caracteres desemejantes, dividen la América. ¡Qué belio sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros 1o que e1 de Corinto para los griegos! Ojalá que algún dÍa tengamos la fortnna de instalar allí un augusto Congreso de 1os representantes de las repúb1icas, reinos e imperios a tratar 341

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de discurrir sobre los altos intereses delapazy de la guerra con las naciones de las otras tres parte del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna

época dichosa de nuestra regeneración".

La idea fija de Bo1ívar, agrega Barcia Treiles, se manifiesta de nuer.o en 1818 (carta escrita desde Angostura a M. de Puyrredón, director del gobierno de Buenos Aires): "Luego que el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su independencia o que circunstancias rnás far,,orables y relaciones más estrechas se establezcan, nosotros nos apresuramos con el más vivo interés a entablar por nuestra parte el pacto americano que, formando de nuestras repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un ejemplo de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida, si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la reina de las naciones, 1a madre de las repúblicas". Pero, es que en el Bolívar victorioso de 1825 ¿pueden apreciarse esos suptlestos propósitos de continentalismo aparente y de idealismo colombiano encubierto? 9ería injusto afirmarlo. Sus palabras en lo que concierne a este extremo son terminantes. En carta escrita desde La Plata al Presidente del Perú (25 de noviembre de 1825) mani-

fiesta Bolívar: "La América meridional formará, sin duda, una confederación cordial en los primeros años de su vida, y ésto 1o veo realizable cada día más y más. Quedándome un par de años en el sur de la Colombia (siempre que me io permita nuestro Congreso), me lisonjeo de que nuestras repúblicas se ligarán de tal modo, que no aparezcan en calidad de naciones, sino de hermanas unidas por todos los vínculos que nos han estrechado en los 1342


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siglos pasados, con la diferencia que entonces obedecían a una sola tiranía y ahora vamos a abrazar una misma libertad, con le,ves diferentes y aírn gobiernos diversos, pues cada pueblo será libre a su modo v disfrutará de su Áoberanía áe las repriblicas; aquella "autoridad sublime" que tanto preocupa ai gobierno de Buenos Aires v cuva sola mención desplerta suspicacias en \\/ashington, no ha de entenderse en sentido de superposición, sino de reflejo, actuando como poder delegaclo, no en cuanto organismo preponderante v cu\-a r-ida exige el sacrificio previo de 1a soberanía de cada una de las repúblicas que integran aqué|". Bolír'ar, a mavor abundamiento, define su continentalismo, no tan sólo por afirmación, sino por negación; a tal fin, conclena las alianzas parciales que, realizadas, tendrían en América el mismo desenlace que en Europa, es decir, oponerse mutuamente, y ser instrurnentos adecuados para extender los conflictos internacionales a una serie de naciones, en vez de circunscribirse a luchas bilaterales. Quiere el Libertador una alianza de todas las repúrblicas hispanoamericanas frente a peligros exteriores. Que su pensamiento en este sentido es diáfano, 1o demuestran los términos de una carta escrita a Alrrear desde La Plata (5 de diciembre de 1825):

La primera demanda de usted es muy conforme con mis deseos íntirnos; añadiendo que la liga de esta República con la Argentina la quisiera yo extensiva a toda la América Española conforme al provecto general de federación. Una liga parcial no entra de modo alguno en mis convicciones, por hallarse en oposición con toda mi conducta. En fin y por si aún persiste

1a

duda en el ánimo del que leyere, 343 |


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permítasenos una última cita del Libertador que, a los efectos de nuestra tesis, encierra indudable importancia. Bolívar, aParte de acoger con escepticistno cuanto tienda a crear una sola República en Hispanoamérica reputó el propósito de peligroso; ¿por qué razones? Escuchérnoslo:

Aunque aspiro a ia perfecciór'r del Gobiemo de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo N4undo sea, por ei momento regido por una república: como es imposible, no me atret¡o a desearlo, y menos deseo una monarquía universal de América, porque este provecto, sin ser útil, es también imposible. En fin, una monarquía semejante sería un coloso deforme que su propio peso des-

plomaría a la menor convulsión. El destino de las pequeñas repúblicas es su permanencia; el de las granc1es, es vario, pero siernpre se inclina a1 imperio.

¡Visiórr admirabie del Libertadorl Leía el futuro de América con la penetración propia de un genio. Indudablemente, Bolívar fue un incomprendido. Vivió en un medio inepto para percibir 1o que significaba, respecto a1 futuro, su concepcién de una gran federación hispa noamerica na.

EL CONGRESO DE PANAMÁ Eldía 9 de diciembre de 1824 se dió la Batalla de Avacucho, escribe Carlos Perel.r¿, que hizo de Bolívar el personaje de mayor importancia en la América Española, v con 1a fecha del7, expidió en Lima 1a famosa circular de invitación a las Repúblicas Americanas, antes colonias españolas, para la asamblea de Panamá. En ella decía: "Después de quince años de sacrificios consagrados a la libertad de América por obtener el sistema de garantías que en pazy en guerra sea el escudo de nuestro destino, I 344


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tiempo,va que los intereses v las relaciones qlle unen va a las repúblicas americanas, antes coionias españoles, tengan una base fundamental que eternice, sí es posible, la duración de estos gobiernos. Entablar aquel sistema v consolidar el poder de este gran cuerpo político pertenece al ejercicio de una autoridad sublime que dirija la política de nuestros gobiernos, cuyo influjo mantenga la uniformidad de sus principios v cuyo nombre sólo calme nuestras tempestades. Tan respetable autoridad no puede exigir sino en una asamblea de pienipotenciarios, nombrados por cada una de nuestras repúblicas v reunidos bajo los auspicios de la victoria obtenida por nuestras armas contra e1 pocler español. Profundamente penetrado de estas ideas, invité en ochocientos rreintidós, como Presidente de 1a República de Colombia, a los gobiernos de México, Perú, Chiie y Buenos Aires para que formásemos una confederación v reuniésemos, en e1 Istmo de Panamá u otro punto elegido a piuralidad, una asamblea de plenipotenciarios de cada Estado, qr-le nos sirva de Consejo en 1os grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos cuando ocurran dificuitades, y de conciliador, en fin, de nuestras di{erencias... es

Esta circular, firmada por Bolívar, sigue diciendo Pereyra, encargado del mando supremo de1 Perú, y por su Ministro de gobierno y Relaciones Exteriores don José Sánchez Carrión, fue enviada a México v a Colombia. El Consejo de Cobierno del Perú 1a remitió a Chile, Buenos Aires y Cuatemala.

Cuando verdaderamente se abrió el Congreso en Panamá, en la sala no se hatrlaban sino unos pocos hombres; además de los delegados de Colornbia y del Perú, nacio345 |


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nes donde él mandaba, só1o estaban allí los de México y Guaternala. Después, y rnás bien como observadores, los de Inglaterra y Holanda. Los Estacios Unidos no intervinieron sino muy tarde. Ai fin de cuentas, el ternor de Inglaterra de ver constituirse una gran América unida, la división en todos los Estados del sur, lograron que, en vez de la anfictionía soñada por Bolívar se reuniera una exigua asamblea donde se hallaba representado solamente "e1 dominio" de Bolívar a1 lado de dos amigos.'.

Ni siquiera Bolivia pudo concurrir, pues en el país dominaban las amenazas de revolución. Los argentinos se hicieron a un lado, llenos de resentimientos contra Bolívar porque no quería entrar con ellos en 1a guerra contra el Brasil. Chile se disculpó pror su ausencia diciendo que su Congreso no se había reunido, el Brasil se negÓ a asistir, deseoso de permanecer neutral entre España y sus antiguas colouias. Los Estados Unidos ni quisieron discutir sino detalles concernientes a la navegación, e1 derecho marítimo -v a otros asuntos particulares; pero evitaron tratar los grande problemas y más aún cuaiquiera acción directa contra España. El obstáculo principal fue el celo de los dernás jefes de Estado por el éxito y la dirección del más célebre de todos a quien pertenecía 1a idea de todo aquello. Cuanto deseaba y había Proyectado Bo1írrar, quedó, pues/ en suspenso, a veces sin ser mencionado siquiera. Siete eran slls puntos; neutralidad perpetua, esto es: ninguna guerra entre partes. La doctrina de Monroe para toda la América y contra Europa. El derecho internacional debía introducirse en la legislación de cada país" Abolición de la esclavitud. Organización dernocrática en 1o interior. Sanción contra cualquier miembro que violase los principios fundamentales' Ejército federal. Todo ello contra el espíritu radical de la santa alianza, pero corl un sentirniento amistoso hacia In1

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glaterra y los Estados Unidos, que eran entonces los soportes de las ideas liberales. Este magnifico programa difiere de los sueños de Sully o de Saint Pierre en la enérgica seguridad conque la unión debía de inundarse aquí sobre 1¿r autoridad, es decir, sobre un ejercito común, v sobre la aplicación de sanciones ai agresor. Todo cuanto condujo después a la Unión Panamericana ya figuraba aquí, de suerte que puede cornprobarse ante la historia cuánto más lejos alcanzaba ia mirada de Bolívar que la de Monroe. El único error de aquél consistió en ilegar con cien años de anticipación (Emil Ludr.r,ig). El Congreso de Panamá abrtó sus sesiones eldía 22 de (unio de 1826) y las suspendió el día 15 de julio, para reanudarlas en Tacubava dentro del término de ocho meses, con el objeto de canjear las ratificaciones de un tratado de Unión, Liga y Confederación perpetua entre las Repúblicas de Colombia, Centroamérica, Perú y lV{éxico. También se ajustó una convención de contingentes para formar un ejército de sesenta mil hombres y una fuerza naval que se determinaba pormenorizadamente. Colombia debía alistar 15,250 hombres, con un gasto de fi2,205,714 pesos y 85,14 para marina: México 32,750 hombres que obligarían a la erogación de fi4,558,475 pesos, más777,710 para 1a marina: Guatemala levantaría 6,75A hombres, gastaría $955.811 pesos para ejército v 37,746 para la marina; el Perú tendría 5,250 hombres sobre 1as armas su propia marina, pero contribuiría a1 sostenimiento de las fuerzas nal,ales del Atlántico. El estado invadido recibiría un subsidio de $200,000 pesos. Una Convención militar estipuiaba que la invasión se consideraría amenazadora si la fuerza de desembarco pasaba de 5,000 hombres. El Estado invadido recibiría un contingente de 25,000 hornbres, pero debía ese mes

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poner en campaña el doble del número de tropas invasoras. Estas obligaciones, fuera de proporción con las posibilidades, catecía de objeto por Ia irrealidad de los peligros. Eran natural que leios de asegurarse a la ratificación y al canje de taies comprolnisos, los Estados contratantes se entregasen a la resolución de los problemas del proceso disolutivo interno... (Carios Perel'ra) Pero aírn antes de la Batalla de AYacucho, el Lratriota e incomprenclido General Guadalupe Vicioria, primer Presidente de México, expr:esaba su decepción para la doctrtna llonroe l' ansiaba ardientemente la unióri hispanoamericana \r con el ailsimo desinterés en él característico, proponía 1a jefatura continental para el Libertador. En su rnensaje al Conp'eso, el23 de maYo deL824, dice: "Un documento oficial publicado recientemenie arroja mucha luz sobre la política de1 gabinete de \Vashmgton en lo que atane a la lucha existente en una gran parte de América, La memorable promesa del Presiciente Monroe contenida en sL1 mensaie del2 de diciembre de 1823, ha sido repudiada por el presente Gobierno de 1os Estados Unidos, ei cual ha declarado púbiicamente que no ha contraído compromiso ni hecho promesa a los gobiemos de México o de Sud América respecto a que Norte América no permitiría la intromisión de pocleres extraños en 1a independencia o en la forma de gobierno de las naciones hispanoamericanas". Terminaba Victoria: "Es ciertamente ex.acto que Mr. C1ay, Secretario de Estado y autor de esta nota, proclama 1a simpatía de los Estados Unidos y 1a comunidad de interés con las nuevas repúbiicas, pero no io es menos que carecemos de toda suerte de garantía en 1o que afecta a la participación de aquel gobierno en la lucha si una tercera potencia ayuda a España".

Bolívar mismo nos revela el encomiable desinterés de Victoria, en sus dos cartas al General Santander que copio a continuación: Ocaña,8 de mayo de 1823... Ayer he recibido una carta I 348


Grxrnu

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del 2 de febrero en que un señor Bustamante, amigo íntimo, según parece, del General Victoria, me escribe que dicho general no solamente ansiaba por la federación, sino que estaba pronto a que se me nombrase el Generalísimo de 1a Unión Americana. Esto se conforma con la memoria publicada por el ministro de Estado de México, 1a cual habla con mucho elogio del provecto de la federación, y de la parte de nuestro gobierno, en este plan. Ya se sabía en México la victoria de Avacucho, Y se ha1laban temiendo de la parte de la Europa alguna nueva reacción por causa de nuestras últimas victoria. Todo esto nos da ahora la facilidad de reunir con suceso el Congreso. Sobre esto repetiré nuevamente que la federación con Buenos Aires v los Estados Unidos me parece muy peligrosa; porque se van a cruzaÍ nuestros intereses con ia Gran Bretaña l'los tronos del Continente a causa del Brasil. Y e120 de mayo de 1825, desde Arequipa:

A propósito de México: Un amigo de Victoria me ha escrito instándome mucho para que se verifique la federación; con ese motivo yo he instado al gobierno del Perú para que l,uelen sus diputados al lstmo. El mismo amigo me dice que México sufragará en mí para Generalísimo de 1a Unión. Yo no quiero tal generalato aunque mucho me lisonjea:y mucho agradezco a los mexicanos la buena opinión que les merezco. Suplico a usted que Prevenga a 1os cliputados del Istmo a que de ningún modo convengal1 en que un p;eneral de Colombia y en particular, -vo, sea nombrado como jefe militar de la Liga. Este paso no es honroso y no nos atraerá sino rivalidades y disgustos. Una amargura profunda invade e1ánimo cuando recuerda tan34e I


I Mrr.roRtas

tas posibilidades frustradas. Sin embargo, de cada fracaso hay que sacar una lección. Todavía hay que aprender más de Bolívar, en el sincero respecto que daba a los gobiernos de países consanguíneos, como puede verse en estas dos admirables cartas para e1 mismo General Santander:

Guayaquil,14 de febrero de 1823.- ...El Emperador de México parece que tiene sus dificultades cot-r algunas provincias y con algunas facciones republicanas. Se dice que han echado a nuestro enviado de México, Por que estaba comprendido entre los mal contentos. Si esto es así, el señor Santamaría debe ser juzgado v nosotros debemos dar una satisfacción a aquél gobierno. Ya usted ve que en el Perú no nos quieren porque somos demasiado liberales, y el1os no quieren 1a igualdad; lo mismo en Chile; en N{éxico otro tanto, en el Brasil será 1o mismo: luego estaremos aborrecidos de todos en el nuevo y viejo mundo. Yo no digo que debemos cambiar de principios, porque sería peor que el aborrecimiento general, pero sí

digo que debemos tratar muv bien a todo gobierno, y mucho más si es americano. Guayaquil,2g de marzo de 1823.- ...Todos ofrecen su servicio con tal de que yo los emplee; hasta el comercio ofrece su dinero con esta condición, Chile, Buenos Aires y México están en grandes apuros revolucionarios, así no debemos contar con ellos para nada. Chile ha depuesto a O'Higgins, y el General Freire debe reemplazarlo probablemente. Ambos son 1o mismo, y peores que San Martín. Si es posible, Buenos Aires continúa en anar-

quía y en nulidad. México 1o mismo, porque Iturbide tiene el pueblo sobre sus brazos, es decir, contra é1. Mando a usted un impreso de México que complica a Santamaría en la conspiración contra el Imperio. Ya he I

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GrNrnar Juax

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Arl't.rzÁN

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escrito a Iturbide contestándole a su magnifica carta, porque es de decencia y de justicia. Nadie detesta más que yo la conducta de lturbide, pero no tengo derecho aluzgar de su conducta. Pocos soberanos de Europa son más legítimos que é1, y puede ser que no sean tantos. Así es que la conducta de Santamaría es muy reprensible si es tal como se pinta. A propósito, creo que el gobierno debe hacer un gran sacrificio expiatorio de un personaje diplomático. Jamás se han visto más grandes crímenes en una diplornacia, ni más virtud en un ejército, como se observa en Colombia. Es una abominación 1o que han hecho algunos de nuestros agentes !, por consiguiente, debemos dar una espléndida satisfacción al universo, que tiene un derecho a conocer cuál es el órgano de CoIombia en su fe v en su crédito nacional.

Funesto como fue que mil circunstancias frustraran la gloriosa empresa del Libertador, debe alentarnos 1a comprobación de que su idea es inmortal. Prácticamente coincidían en 1830, la disolución de la Gran Colombia de Bolívar, con la reorganización de 1a unidad centroamericana, lograda por el preclaro hijo de Tegucigalpa, Francisco Morazán, quien pudo conservarla hasta 1840.

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