Nación 2021 | Género, región y cultura

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Nación 2021 Género, región y cultura Bicentenario de la Consumación de la Independencia 1821-2021

José Antonio Olvera Benjamín Galindo Ernesto Castillo


Rogelio G. Garza Rivera Rector Santos Guzmán López Secretario General Antonio Ramos Revilla Director de la Casa Universitaria del Libro Martín Muñiz Zamarrón Director Preparatoria 16, UANL Jorge Villarreal Diseño Primera edición, 2021 @Universidad Autónoma de Nuevo León @Jose Antonio Olvera, Benjamín Galindo y Ernesto Castillo ISBN: 978-607-27-1588-2 Impreso en Monterrey, Nuevo León, México Printed in Monterrey, Nuevo León, México




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Índice

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La consumación de la Independencia: 1821-2021

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Capítulo I: Heroínas de la independencia

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La Güera Rodríguez Leona Vicario María Gertrudis Bocanegra “La heroína de Pátzcuaro” María Manuela Molina “La Capitana” Mariana Rodríguez del Toro (1775 - 1821) Las olvidadas Las amazonas de la loma de la cantera Josefa Ortiz de Domínguez Las mujeres de Penjamo Madame Calderón de la Barca y la escritura femenina en México

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Capítulo II:Región

45 48 51 52 58 67 74

Los hermanos Herrera y Leyva Manuel de Santamaría, olvidado de la crónica histórica José Santiago Villarreal Monterrey después de Baján: la junta gubernativa y la fidelidad tlaxcalteca Bernardo Gutiérrez de Lara El cabildo de Monterrey y el abasto de alimentos durante la Independencia Independencia, regiomontanos y vascos

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Capítulo III: Cultura

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La literatura durante la Independencia José Joaquín Fernández de Lizardi y la novela de la Independencia. El discurso periodístico independentista Don Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés y el Seminario de Monterrey La cultura libresca en Nuevo León Los sabores de la Independencia Las fiestas patrias

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Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

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Dr. José Eleuterio González

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Consideraciones finales

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Semblanza de los autores

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Bibliografía general

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Anexo

Martín Muñiz Zamarrón

José Antonio Olvera, Benjamín Galindo y Ernesto Castillo

Benjamín Galindo

Ernesto Castillo y Benjamín Galindo

José Antonio Olvera



La Consumación de la Independencia: 1821-2021 La labor editorial en nuestra querida Preparatoria 16 de la UANL no ha sido ajena a las celebraciones importantes que se han dado en el contexto universitario y a nivel nacional, siempre con el fin de aportar un legado trascendente a las fechas. Damos algunos ejemplos: en los festejos por el 400 Aniversario de la ciudad publicamos la obra Monterrey, voces del viento, en la cual colaboraron diversos escritores reflexionando sobre tan relevante fecha. Del mismo modo, nos unimos a los festejos nacionales en 2001, por el centenario del poeta español Pedro Garfias (1901-2001), honrando a quien da nombre a nuestra biblioteca, entre otros. El pasado 27 de septiembre de 2021, se cumplieron dos siglos de la consumación de la Independencia Nacional, motivo por el cual publicamos la obra Nación 2021, Género, región y cultura. Bicentenario de la consumación de la Independencia 1821-2021. Propuesta elaborada por José Antonio Olvera, Benjamín Galindo y Ernesto Castillo, académicos de la UANL, mismos que organizaron un seminario itinerante y permanente para analizar los procesos socioeconómicos, políticos y culturales que surgen antes y después de 1821. Esta obra consta de cuatro capítulos, el primero es “Heroínas de la Independencia”, en el cual se destaca con justicia histórica la presencia de la mujer en la gesta heroica mencionada, se hace referencia a “La Güera Rodríguez”, Leona Vicario, “la Heroína de Pátzcuaro”, Josefa Ortiz de Domínguez, entre otras. Mientras que en el segundo capítulo se hace referencia a la presencia de la Independencia en nuestra localidad, describiendo cómo se recibió la misma en estas latitudes, la participación y negación de la gesta por parte de los neoloneses y, ante todo, el análisis sobre el hecho de que el cura Hidalgo haya sido apresado cerca de tierras regias. En el presente bosquejo no puede pasar por alto el desarrollo cultural de la época, y en ese sentido se analiza el papel de la prensa insurgente, la poesía, el teatro y narrativa que dieron cuenta de las condiciones sociales de la época. En el último apartado se desarrolla la perspectiva histográfica que ofrece el Dr. José Eleuterio González, primer historiador regional en abordar la independencia norestense. Ojalá que la presente obra enriquezca con su aporte cultural la visión que sobre la lucha independentista tenemos los mexicanos de estos tiempos. MEC Martín Muñiz Zamarrón San Nicolás de los Garza, N.L. Septiembre de 2021



Capítulo I: Heroínas de la Independencia

José Antonio Olvera Sandoval, Benjamín Galindo y Ernesto Castillo



Capítulo I: Heroínas de la Independencia

Capítulo I: Heroínas de la Independencia

José Antonio Olvera Sandoval, Benjamín Galindo y Ernesto Castillo La Güera Rodríguez De todos los personajes femeninos involucrados en el proceso independentista de 1808 a 1821, ella es quien más cautiva por encarnar como pocas los claroscuros morales e ideológicos de su tiempo. María Ignacia Javiera Rafaela Agustina Feliciana Rodríguez de Velasco Osorio Barba Jiménez Bello de Pereyra Fernández de Córdoba Salas Solano y Garfias, mejor conocida como La Güera Rodríguez, nació el 20 de noviembre de 1778, en la Ciudad de México. Hija de Antonio Rodríguez de Velasco y Jiménez, regidor perpetuo del Ayuntamiento de México, y de María Ignacia Osorio Barba y Bello Pereyra, pertenecientes ambos a la alcurnia virreinal. De entrada hay que señalar que buena parte de la “visión” que tenemos de esta “culta dama”, como la llamó Salvador Novo, ha sido fabricada por la crónica y el relato de quienes procuraron alabarla o denigrarla. El recurso literario ha imperado sobre la fundamentación documental, a la hora de describir la hazaña y los enredos de la considerada “Venus mexicana” (por Guillermo Prieto). Son pocas las contribuciones historiográficas que dan cuenta de la vida y circunstancias de una mujer que se supone estuvo inmersa en la conspiración, procesión, intimidad, seducción y escándalo de personajes que rubricaron desde la política y la cultura el proceso de Independencia nacional. En un intento por resumir la imagen construida se destacaría que fue una dama de esplendorosa belleza, probada inteligencia y astucia para

La Güera Rodríguez.

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moverse y colaborar con los conspiradores de la corona española, ligera de cascos y amante de renombrados civiles, militares y clérigos, lo que la llevó a vivir numerosos escándalos, muchos de ellos llevados hasta los tribunales de los que supuestamente salió airosa, como la separación de su primer esposo y los cargos por conspirar con los insurgentes, principalmente por apoyar económicamente al cura Hidalgo y servir de enlace con la élite novohispana que le dio la espalda a Fernando VII.

llevó a conocer y enredarse sentimentalmente con el arquitecto Manuel Tolsá y el varón Alexander von Humboldt, de este último se dice, lo acompañó en varias de sus expediciones y que llegó a afirmar que la Güera era la mujer más bella que había conocido en toda América. Todo esto se establece sin reparar que de estos personajes se ha enfatizado su tendencia homosexual. Sin embargo, el punto crucial de los históricos amores de María Ignacia Rodríguez fue su relación con Agustín de Iturbide, de quien se dijo no sólo fue su amante, sino que fue quien lo recomendó con la élite novohispana para que fuera el artífice de negociar la Independencia, involucrada en la correspondencia y redacción de diversos textos como el Plan de Iguala y quien lo convenció para que se convirtiera en el primer emperador del naciente país.

Es precisamente en el ámbito de la política, donde más se quiere engarzar a La Güera Rodríguez. Primero se afirma que fue la iniciadora sexual de Simón Bolívar, cuando éste apenas rebasaba los 16 años de edad y anduvo en la Ciudad de México antes de embarcarse para Cuba y preparar su aventura libertaria. Que su gusto por el arte y la cultura la

Heroínas de la Independencia.

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Capítulo I: Heroínas de la Independencia

Después de su aventura con el criollo emperador, la Güera desaparece de la escena “histórica” e incluso se dan fechas erróneas sobre su deceso, los hijos que procreó posteriormente, así como su situación económica y su estado de salud. Todo indica que al retornar a la esfera de la vida familiar dejó de tener interés por quienes le habían fabricado un relato para convertirla en un Don Juan femenino. Vivió 71 años, tiempo en el que combinó el glamour de la vida cortesana con arriesgadas conspiraciones con las élites novohispanas y los insurgentes, sin dejar de lado su dilatada genealogía que dio cuenta de tres maridos, siete hijos y más de una decena de nietos. Su certificado de defunción está fechado el 1º de noviembre de 1850, sus restos fueron depositados en la iglesia de San Francisco en la capital de la república, cerca de su residencia. Si bien es cierto que durante los primeros 70 años de su fallecimiento se tejieron historias que la refieren como partícipe o colaboradora de la insurgencia, desde autores como Lucas Alamán hasta Guillermo Prieto, pasando por Madame Calderón de la Barca –quien la entrevistó–, hasta su tataranieto Manuel Romero de Terreros, también lo es, que estos escritos sólo fueron conocidos por una élite de lectores, de tal manera que nuestro personaje no tuvo eco en el imaginario colectivo. Será hasta la segunda mitad del siglo XX, con la novela La Güera Rodríguez, de Artemio de Valle-Arizpe (1888-1961), considerada la narrativa más bella y mejor contada sobre María Ignacia Rodríguez, cuando esta dama comienza a cautivar a un mayor número de lectores que no reparan ni cuestionan la veracidad de la novela, es asumida como una biografía. El escritor abona más elementos sobre

Mujeres de clase alta.

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Las clases sociales de la época.

los excesos y la vida privada de una mujer que desde la alcoba se involucra con el poder y la guerra.

1808-1821. Al respecto establece: “Hay mucho que no podemos conocer, sobre todo porque no se han encontrado sus cartas ni otros papeles personales que revelen sus pensamientos íntimos. No obstante, la abundante información en los registros públicos y crónicas contemporáneas ilumina muchos aspectos de su vida. Muestran una mujer de alta sociedad convencional, esposa maltratada, viuda desvalida, trepadora social, devota madre y católica piadosa, por mencionar sólo algunas de sus posibles identidades. Pero no apoyan sus representaciones posteriores como liviana seductora o rebelde desafiante, e indican que su papel en el movimiento por la independencia ha sido sumamente exagerado”.

A finales del siglo XX se divulga más allá de los libros, se montan obras de teatro, se filma una película y a partir del Bicentenario de la Independencia su nombre aparece por vez primera en algunos diccionarios y obras conmemorativas, sin que se pueda afirmar que entró en la historia oficial, su presencia se mantiene en la cultura popular. A partir de los trabajos de la historiadora Silvia M. Arrom, principalmente La Güera Rodríguez: la construcción de una leyenda (2019), el balance entre la leyenda y la mujer de carne y hueso comienza a nivelarse, permitiéndonos la compresión de una dama aristócrata que superó las trabas misóginas de su época y fue capaz, como muchas otras, de participar activamente en la coyuntura política de

Entre los aspectos que registra la historia sustentada en archivos, se pueden mencionar los hechos del 28 de octubre de 1809, cuando denunció un complot de los “europeos” para envenenar al virrey. Esta acusación 14


Capítulo I: Heroínas de la Independencia

le valió el destierro temporal de la Ciudad de México, el 9 de marzo de 1810. Su participación en esta conspiración temprana no es prueba definitiva de su apoyo al movimiento independentista posterior, como tampoco lo son las denuncias que les llegaron a las autoridades en las que se le imputaba su apoyo a la causa de Hidalgo, con quien tuvo trato y apoyó económicamente antes de que el cura se “instituyera” como el Padre de la Patria. Si su respaldo al movimiento de Hidalgo no es del todo convincente, su apoyo a la causa en 1821 es indiscutible. De hecho, Iturbide se reunió con el mariscal Francisco Novella y el capitán general Juan O’Donojú el 13 de septiembre de 1821 para negociar la independencia en su Hacienda de La Patera. Después, durante el Imperio, ella y su familia tuvieron estrechas relaciones con el régimen. Sus hijos, yernos, dos sobrinos y una nieta –pero no ella misma– ocuparon cargos en la corte imperial.

Agustín I.

Bibliografía Arrom, Silvia M. “La Güera Rodríguez: la construcción de una leyenda”, en: Historia mexicana, México, El Colegio de México, octubre-diciembre, 2019, pp. 471-510.

Después de pasado el torbellino independentista, todo indica que María Ignacia se retira a la vida familiar con su tercer marido, el diplomático chileno don Juan Manuel Elizalde, se convirtió en una piadosa dama. Se vuelven a tener noticias suyas durante la Guerra con Estados Unidos, en la que formó parte de un grupo de mujeres que socorrieron a los soldados heridos y organizó un concierto de beneficio el 26 de diciembre de 1846. La narrativa en torno a la Güera Rodríguez demuestra cómo el pasado es constantemente reelaborado para adaptarlo al presente. Generaciones de mexicanos la han interpretado –y reinventado– de acuerdo con sus posiciones sobre el género, la política y la nación.

Calderón de la Barca, Madame. La vida en México durante una residencia de dos años en ese país, traducción y prólogo de Felipe Teixidor, México, Editorial Porrúa, 1959. Prieto, Guillermo. Memorias de mis tiempos (1828-1853), París-México, Vda. de C. Bouret, 1906, tomos. I y II. Mejía Chávez, Carlos Gutavo. “Que quieren dar veneno al señor Arzobispo –Virrey”, El Colegio de México, blog del 7 de julio de 2017, www.scielo. org.mx/pdf/quieren_envenenar_al_virrey/. Romero de Terreros y Vinet, Manuel. ExAntiquis: bocetos de la vida social en la Nueva España, Guadalajara, Jaime, 1919. Valle-Arizpe, Artemio de. La Güera Rodríguez, México, Editorial Porrúa, 1960.

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Leona Vicario María Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, mejor conocida como Leona Vicario, nació en la Ciudad de México el 10 de abril de 1789. Desde su niñez hasta su deceso, el 21 de agosto de 1842, su vida se caracterizó por su singularidad y la intensidad de la mayoría de sus actos. La formación científica y literaria que recibió no estaba en conflicto con la piedad cristiana que desplegó, siempre dispuesta a socorrer a los enfermos o ancianos, así como a brindar ayuda económica a los necesitados. Al conocerse el levantamiento de Dolores de 1810, se adhirió a la causa de la Independencia y convirtió su casa en centro de reunión proselitista, entonces tenía diecinueve años. Aportó su fortuna al financiamiento de la causa emancipadora y puso en riesgo su persona al convertirse en correo de la insurgencia, lo que le valió ser encarcelada. Los riesgos no le eran ajenos a la “Leona de la Independencia”, se advierte en la adquisición de armamento para los rebeldes, la fuga de su encierro o el traslado clandestino de una imprenta para la causa insurgente. La “mujer fuerte de la Independencia” bien puede ser considerada la primera mujer periodista en la historia de nuestro país, colaboró en los periódicos insurgentes El Ilustrador Americano, El Ilustrador Nacional y en El Semanario Patriótico Americano. A su muerte, el 21 de agosto de 1842, se le rindieron funerales de Estado que hasta el momento ninguna mujer había recibido.

Leona Vicario.

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Capítulo I: Heroínas de la Independencia

María Gertrudis Bocanegra “la Heroína de Pátzcuaro” Previo a la celebración del primer centenario del inicio de la Independencia, en tiempos porfiristas, se escucharon muchas y autorizadas voces reclamando el olvido de la participación femenil en la historia nacional. Actualmente, con motivo de la celebración de una centuria más de la Independencia mexicana y del Año Internacional de la Mujer, se sigue reprochando su ausencia en la memoria histórica. La actriz Ofelia Medina interpretó y produjo una obra cinematográfica sobre la Heroína de Pátzcuaro en 1991, con la intención de romper con la falacia histórica de que la participación de la mujer en los procesos revolucionarios sólo se limitó “a correr detrás de los soldados”. Bien por esta gran actriz que no se esperó hasta el bicentenario o el tricentenario para rescatar de la marginación histórica a Gertrudis Bocanegra. A diferencia las figuras femeninas más conocidas como Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario, que en vida fueron honradas y recompensadas, Gertrudis Bocanegra murió defendiendo la causa de la Independencia. Hija de un matrimonio español de buena posición económica, María Teodora Gertrudis Bocanegra Mendoza nació el 11 de abril de 1765 en Pátzcuaro, Michoacán. Su simpatía y compromiso con la insurrección se advierte cuando el alférez Pedro Advíncula Lazo de la Vega le pidió matrimonio, unión que aceptaría con la condición de renunciar a todo servicio al gobierno colonial. El pretendiente renunció a su puesto de alférez y se realizó el matrimonio, del que nacieron un varón y tres mujeres.

María Gertudris Bocanegra.

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Evocacion de la participación femenina.

se involucró más en la lucha, no fue suficiente recorrer pueblos, haciendas y ranchos para sumar nuevos adeptos, también acudió personalmente a exhortar con su entusiasmo a los insurgentes en los campos de batalla.

Al conocerse la insurrección convocada por Miguel Hidalgo, Gertrudis convenció a su esposo y su hijo de diecisiete años a tomar las armas y pelear por la causa. Por su parte, ella hizo de su casa un centro de reunión para los simpatizantes de la insurgencia, las juntas políticas se hacían bajo el pretexto de jugar al tresillo. Se comentaban las noticias del movimiento revolucionario y las formas de auxiliar con víveres y armas a los patriotas. Los acuerdos derivados de aquellas tertulias se registraban en cigarrillos especiales enrollados por la propia Gertrudis Bocanegra y se enviaban a los dirigentes de la insurgencia.

Sobre la detención y muerte de la Heroína de Pátzcuaro, existen diferentes versiones, una de las cuales es registrada en El Imparcial el 24 de febrero de 1910 y es el testimonio de una bisnieta. Según este relato, la casa de su bisabuela servía de refugio a los heridos de la guerra y como depósito de armas para los insurgentes. Era un lugar seguro hasta que un niño cometió la indiscreción de decirles a los soldados españoles que en la casa de su tía había muchas armas. Los realistas descubrieron las armas en la casa, pero sabían que Gertrudis Bocanegra era amiga de Francisco Javier Mina y trataron de obligarla a decir dónde se

En la batalla del Puente Calderón murió su hijo en combate y su esposo, herido gravemente, murió en el Beaterio de Morelia, mientras era atendido de sus heridas. Lejos de abatirse por la muerte de sus seres queridos, la madre y esposa 18


Capítulo I: Heroínas de la Independencia

escondía el caudillo español. Se resistió a delatarlo y le atormentaron sacándole un ojo, de nada sirvió, la heroína volvió a negarse, sus verdugos le extrajeron el otro ojo y la desnudaron frente a los soldados para ser objeto de burla. El escritor Victoriano Agüeros difiere totalmente de un final tan sanguinario, y culpa a un sargento insurgente de la delación, la heroína lo había salvado de ser fusilado por los realistas y el ingrato correspondió denunciándola como conspiradora ante el comandante realista de Pátzcuaro. Fue interrogada durante dos días, en ningún momento delató a sus compañeros. Después de ser confesada por un sacerdote franciscano, se le llevó con los ojos vendados hasta el lugar de su ejecución: “Pocos momentos antes de la descarga que habría de acabar con aquella preciosa existencia, la señora Bocanegra volvió a arengar al pueblo, tratando de quitarse la venda por última vez. No pudo conseguirlo, a causa de tenerla atada con mucha fuerza y resignada al fin, preparóse a recibir las

José María Morelos y Pavón.

Fusilamiento de la Heroína de Pátzcuaro.

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balas que habían de taladrar su cuerpo. Éstas no tardaron en ser disparadas por los fusiles realistas, cortando en un instante la vida de aquella admirable mujer, que supo sacrificarse por la patria, el 10 de octubre de 1817”.

de gracia, todavía estaba con vida después de la descarga de los fusiles. La crueldad del gobierno virreinal no terminó con el fusilamiento, se completó con el ultraje a su cadáver, colgándolo en la esquina de una casa. Al día siguiente por la mañana casi toda la población de Pátzcuaro asistió a su funeral.

Más convincente y equilibrada que las versiones anteriores, es la del doctor Juan García Purón, quien señala que después de la derrota sufrida por los insurgentes en la Cuesta de las Monjas, un lugar próximo a Pátzcuaro, algunos de los heridos se refugiaron en la casa de Gertrudis Bocanegra. El cuidado de los heridos difícilmente podía mantenerse en secreto, los realistas la vigilaban de forma permanente. La insurgente fue traicionada por el sargento Martínez y apresada el 8 de octubre. Durante los dos días de encierro previos a la ejecución fue interrogada por el comandante de la plaza, el coronel Aguirre, pero ni las amenazas ni los sobornos lograron que delatara a los dirigentes de la insurgencia. Durante la ejecución se le incendió el vestido porque fue fusilada a quemarropa y un oficial de la escolta se acercó a darle el tiro

La estatua de la patzcuarense será una de las doce que se incluirán en el Paseo de las Heroínas, próximo a construirse en la Ciudad de México. Referencias: Victoriano Agueros, “La Heroína de Pátzcuaro”, en El Tiempo Ilustrado, 25 de septiembre de 1910. María Orozco, “Heroínas de la independencia”, en: El Abogado Cristiano Ilustrado,12 de septiembre de 1907. Juan García Purón, “La mártir de Pátzcuaro o una heroína de la independencia de México”, en: El Combate, 21 de febrero de 1878.

Mujeres insurgentes enfriando el cañon.

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Capítulo I: Heroínas de la Independencia

María Manuela Molina “La Capitana” Los once años que duró la guerra de Independencia constituyeron un escenario en el que por primera vez las mujeres se involucraron notablemente en la vida pública del naciente país. La irrupción de las mujeres en la contienda emancipadora es revolucionaria por vía doble, en primer lugar, por su carácter histórico, es un acontecimiento inédito hasta ese momento y, en segundo lugar, porque la mayoría de las participantes lo hicieron desde el lado de la insurgencia. La presencia femenil se destacó en diferentes ámbitos: el cuidado de los insurgentes heridos, organizando conspiraciones, actuando como correos, donando dinero a la causa e, incluso, seduciendo con sus atributos físicos a los enemigos realistas. La realización de cualquiera de estas actividades podían desembocar para las mujeres insurgentes en la confiscación de bienes, el recogimiento o la pena de muerte. El caso de la aguerrida insurgente “La Capitana” es muy especial, porque todas sus acciones se dieron en los campos de batalla y al igual que en muchas de sus correligionarias, sus datos biográficos son escasos y algunos son sólo conjeturas. Durante mucho tiempo se creyó que su nombre era Manuela Medina y que había nacido en Texcoco. El historiador Luis González Obregón nos dice que participó en siete batallas y que murió en la misma población en marzo de 1822 a consecuencia de dos heridas en combate que la tuvieron postrada en cama durante un año y medio.1 “La Capitana”.

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Recientes investigaciones sugieren cambios en el nombre y lugar de nacimiento. Su nombre era María Manuela Molina y nació en Taxco, entre 1751 y 1752. Primero se le conoció como “La Barragana”, apodo que recibió cuando empezó a trabajar en las minas debido a su corpulencia y la fuerza de su voz. Se desconocen los motivos que la animaron a incorporarse con la insurrección a mediados de octubre de 1810.2 La Suprema Junta de Zitácuaro le otorgó el nombramiento de Capitana, con jurisdicción sobre el Real de Minas de Temascaltepec y el mando de una compañía de fusileros de sesenta soldados. A principios de 1813 se trasladó desde el lugar en que estaba su compañía para conocer personalmente a José María Morelos. María Manuela se distinguió por su arrojo en las batallas de Monte de las Cruces, Aculco, Zitácuaro y Jilotepec. Notas: 1. Luis González Obregón. Heroínas de la Independencia. México. 1910.

Taxco, origen de la heroína.

2. Moisés Guzmán Pérez. María Manuela Molina. Capitana titulada por la Suprema Junta. Morelia, 2013.

Pueblo minero.

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Capítulo I: Heroínas de la Independencia

Mariana Rodríguez del Toro (1775-1821) A simple vista la participación de la Ciudad de México en el movimiento insurgente no fue tan determinante como la desarrollada por otras poblaciones del centro y occidente de la Nueva España. Sin embargo, es un hecho que el primer intento por emanciparse del imperio español sucedió en la capital del virreinato, con la conspiración tramada por el virrey y algunos miembros del ayuntamiento de la Ciudad de México durante la crisis política de 1808, generada en la península ibérica con la renuncia obligada del rey Fernando VII al trono español. Esfuerzo fallido que culminó con la deposición del virrey José de Iturrigaray y la aprehensión de los licenciados Francisco Primo de Verdad, José Francisco Azcárate y el clérigo Melchor de Talamantes. Al año siguiente también fue descubierta y frustrada otra conspiración en Valladolid. La conspiración de Querétaro siguió el mismo destino que las anteriores y no quedó más alternativa que el alzamiento armado convocado por el cura Hidalgo en septiembre de 1810. El movimiento iniciado por Hidalgo en el Bajío encontró resonancia en la capital del virreinato, aparecieron simpatizantes que de forma aislada trabajaban por la independencia. La falta de cohesión en los esfuerzos y la necesidad de organizarse propiciaron el surgimiento de una sociedad secreta que en un principio se conoció como “El Águila” y posteriormente sería llamada “Los Guadalupes”. Esta sociedad tenía por objeto contribuir a la causa de diferentes formas: formar opinión, seducir a los soldados realistas, comprar armas y mantener correspondencia con los jefes insurgentes. “Los Guadalupes” participaron en la conspiración celebrada en la Ciudad de México en abril de 1811.1 En esta conjura se destacó por

Mariana Rodríguez del Toro.

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su decidida participación Mariana Rodríguez del Toro. Tanto ella como su esposo, el acaudalado minero Miguel Lazarín, celebraban en su casa tertulias con personas afines al movimiento de la insurgencia. A estas reuniones acudían oficiales del ejército virreinal, clérigos y criollos acomodados. La noche del lunes santo de 1811 los asistentes a la casa del matrimonio Lazarín escucharon el repique de las campanas de la Catedral y las salvas de artillería que celebraron la captura de los líderes insurgentes en Baján, el 21 de marzo de 1810. El suceso desalentó a los concurrentes, para ellos la causa de la independencia estaba acabada. Mariana Rodríguez les recriminó su falta de resolución y de gallardía, los aludidos se preguntaban qué podían hacer, la decidida mujer propuso la captura del virrey Francisco Venegas y ahorcarlo2 ( aunque algunos historiadores señalan que su pretensión era canjearlo por el cura Hidalgo).3 Al igual que las conspiraciones anteriores. El complot fue descubierto y Mariana Rodríguez fue encarcelada hasta el año de 1820. Murió a principios de 1821 y ya no vio la consumación de la Independencia. Notas: 1. Anastacio Zerecero. Memoria para las revoluciones en México. México, 1869. p 157. 2. Luis Gonzalez Obregón. “Heroínas de la independencia”, en: El Despertador. Méxíco, 23 de septiembre de 1893. 3. Francisco Martínez de Hoyos. “Las mujeres en la lucha por la independencia de México”. Nexos, septiembre, 2019.

En el periodismo insurgente se refleja el trabajo realizado por las mujeres.

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Capítulo I: Heroínas de la Independencia

Las olvidadas Durante la gesta independentista las mujeres jugaron un papel determinante, en el escenario tuvieron acción criollas, mestizas, indias, negras, ricas, pobres, esposas, madres, amantes, monjas y prostitutas. Con diferente grado de participación, así como de reconocimiento, ellas abrazaron la causa, lucharon y pusieron en riesgo sus vidas y las de sus hijos. Entre las mujeres que han sido poco referidas y escasamente documentadas están: 1. Manuela Herrera “La Benemérita”, quien fue uno de los principales apoyos económicos de Javier Mina, fue detenida junto con su hermano en 1817 y logró escapar. 2. María Andrea Martínez “La Campanera”, esposa del líder insurgente Domingo Martínez, famosa por su intrepidez y valentía; estuvo a punto de ser fusilada junto a su esposo en 1814, pero debido a su embarazo se pospuso su ejecución. 3. Francisca (Prisca) Marquina de Ocampo, de Taxco, también luchó junto a su marido, el jefe insurgente Antonio Pineda, atrapada en marzo de 1814 por el realista Eugenio de Villasana; era famosa por llevar charreteras y sables. 4. Juana Bautista Márquez “La Gabina” y su hijo José María, de Guanajuato, acompañaron al cura Hidalgo hasta su aprehensión en Acatita de Baján y fueron condenados a la horca en la plaza pública de Guanajuato, en septiembre de 1811. Fueron acusados de haber participado en la masacre de la Alhóndiga de Granaditas. Homenaje a las olvidadas.

Don José María Liceaga, al hablar de este suceso en sus Adiciones y rectificaciones a la historia de 25


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Plano de la batalla de Las Cruces.

dieron testimonio las guerrilleras que asaltaron el cuartel realista de Miahuatlán, en 1811, entre ellas Romana Jarquín, Rosa Patiño y Cecilia, Micaela, Pioquinta y Ramona Bustamante.

México, por Alamán, refiere que “La Gabina” y su hijo murieron siendo inocentes del delito que se les acusaba, supuesto que por error se les confundió con otra mujer que tenía el mismo apodo y con un pariente de ésta, que fueron los que en realidad habían participado en la toma de la Alhóndiga, el 28 de septiembre de 1810; pero el general Félix Calleja, que no ignoraba ese equívoco, dispuso que de todos modos, hubiera o no culpabilidad en La Gabina y en su hijo, se les hiciera morir en la horca, como así se verificó.

Durante la guerra de Independencia, las mujeres tuvieron una participación activa, no sólo acompañando y cuidando a los hombres y sus hijos, alimentándolos y curándolos, sino como espías y correos. Hubo quienes tomaron las armas, y también fueron botín de guerra, ultrajadas, encarceladas o ejecutadas, para someter a los insurgentes.

5. En Nueva Galicia, Ana María y María Trinidad Ortega, hermanas del cabecilla Saturnino Ortega, fueron detenidas con un cargamento de armas por Pedro Celestino Negrete y permanecieron en prisión hasta 1817, al ser indultadas por el comandante de Guadalajara José de la Cruz, quien lamentó no haberlas fusilado. De su arrojo

Hubo mujeres que ocultaron en sus casas a los insurgentes perseguidos, otras prestaron sus casas a las tropas rebeldes, para que en ellas descansaran y se alimentaran, unas más proporcionaron animales como caballos y bestias de carga, también hubo quienes se deshicieron de sus propiedades para 26


Capítulo I: Heroínas de la Independencia

6. María Teresa Medina de la Sota Riva. Era esposa del brigadier Manuel de la Sota Riva, quien tenía a su cargo la fuerza real de Xalapa. Al igual que la corregidora de Querétaro, doña María Teresa reunía en su casa a los simpatizantes de la insurgencia. Cuando la conspiración fue descubierta, sólo la influencia de su marido logró salvarla de las cárceles de la Inquisición. Debió jurar no inmiscuirse en la causa insurgente y fue exiliada de Xalapa. 7. Margarita Peinbert, Antonia Peña, María Camila Ganancia y Luisa de Orellana y Pozo, todas ellas hermanas y esposas de miembros insignes de la sociedad secreta “Los Guadalupes” en la Ciudad de México, sirvieron de correos e hicieron llegar la imprenta donde se imprimiría El Ilustrador Americano en Tlalpujahua. 8. La señorita La Mar —cuyo nombre de pila se ignora— es una de las pocas extranjeras (tal vez la única) que colaboró con la insurgencia. Llegó desde Cartagena de Indias a Galveston y cuando conoció a Xavier Mina lo acompañó a México. En Soto la Marina cuidó a los enfermos y tras la derrota de Mina fue hecha prisionera por las autoridades virreinales y enviada a Veracruz, donde se le destinó a cuidar a los enfermos. De ahí se fugó e incorporó a la división de Guadalupe Victoria, pero tras la derrota de este caudillo fue condenada a servir a una familia realista en julio de 1819. Fue hasta 1821cuando recuperó su libertad y abandonó el país.

Manuela Medina.

colaborar económicamente con la causa insurgente, otras quemaron sus pertenencias y propiedades para que no pudiesen ser aprovechadas por las tropas realistas. Las mujeres que participaron de forma pasiva, se quedaron en sus comunidades, realizando actividades igual de importantes para el movimiento independentista, sosteniendo a las familias, manteniendo de pie las propiedades, conservando productivos los campos, cuidando los animales, que eran los únicos medios de sustento para las familias y los insurgentes.

9. García de Bustamante. Esposa del licenciado Carlos Bustamante. Fue una infatigable colaboradora en los periódicos durante la guerra de Independencia. Llevó una vida de lucha y sacrificios al lado de su esposo a quien le salvó la vida cuando fue sorprendido por los realistas en el pueblo de Zacatlán.

Lamentablemente, los nombres de muchas mujeres insurgentes son poco conocidos. Sobre todo las de condición humilde. Como es el caso de las siguientes mujeres: 27


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10. María Josefa Marmolejo de Aldama, esposa del conspirador, fue hecha presa junto con otras mujeres de la élite al ser descubierto el parentesco de varias de ellas con los insurgentes. Se negaron a colaborar con los realistas y no revelaron el paradero de sus parientes a pesar de padecer amenazas y prisión.

de las mujeres sancionadas por este delito fueron llevadas al cadalso y expuestas sus cabezas en las plazas públicas para el escarmiento del resto de las mujeres. Es importante aclarar que seducir no significaba necesariamente entablar una relación sexual, sino más bien, “convencer” o inducir a la tropa realista para que cambiaran de mando o dejaran de atacar a los grupos insurgentes. Estos son algunos casos que han trascendido en la historiografía:

11. Otro caso de mujeres aristócratas que apoyaron la causa y perdieron su libertad, fue el de Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín, principal organizadora de la conspiración de abril de 1811, para aprehender al virrey Venegas. La conspiración fue descubierta y la familia Lazarín puesta en prisión hasta diciembre de 1820.

13. Carmen Camacho, acusada de seducir a los realistas. Fue sorprendida cuando instigaba a los Dragones para que desertaran y se unieran a los insurgentes en Zitácuaro. Se dijo que prometía, en nombre de los independentistas, caballos y tierras. Uno de aquellos soldados la denunció y se le formó proceso en Acámbaro y fue fusilada por órdenes de Félix Calleja, el 7 de diciembre de 1811. También se cuenta que se le amarró un letrero en el pecho que decía: “por adicta a la insurgencia”.

12. Francisca Michelena también fue apresada por simpatizar con la insurgencia, mismo caso de Margarita Peimbert y Mercedes y María Piña. La contribución femenina fue valiosa y decisiva para el movimiento de independencia. Con motivo de su participación sufrieron sanciones de todo tipo, algunas penales y otras de opresión y discriminación, sufrieron desde el desprestigio y la persecución, hasta la pérdida de sus propiedades, de su libertad e, incluso, la de su vida.

14. María Tomasa Estévez y Sala, de la que se dijo era tan hermosa que se le llamó “La Friné Mexicana”, fue comisionada para seducir a las tropas de Iturbide para que se pasaran al lado de los favorecedores de la insurgencia, fue tal vez el prototipo de la seductora de tropa. Fue fusilada en Salamanca el 9 de agosto de 1814 y colocada su cabeza en la plaza pública de dicho ciudad para escarmiento de las otras mujeres.

Ser espía, mensajera, ocultar a los rebeldes, realizar actividades revolucionarias o infidencia merecía diversas penas que muchas veces estaban condicionadas por el criterio y la brutalidad del comandante de la plaza. A veces, las mujeres eran condenadas a recogimiento en algún convento y otras a prisión con trabajos normales o forzados, a causa del mismo delito. Sin embargo, las mismas actividades en ocasiones las hacían acreedoras de la pena de muerte.

15. Otras seductoras de tropa menos famosas fueron las llamadas “Once mil vírgenes”: Felipa, Antonia, Feliciana, María Martina y María Gertrudis Castillo, quienes se dedicaban a convencer soldados realistas en los Llanos de Apan. Se sabe que Felipa fue sentenciada a cuatro años de trabajos en la cárcel de las Recogidas.

Una de las faltas castigada con más severidad fue la “seducción de la tropa”. Una buena parte 28


Capítulo I: Heroínas de la Independencia

20. Agustina “La Robledo”, mantenía una casa de “juego de rumbo” en Querétaro, que era la pantalla para realizar reuniones de insurgentes. 21. Josefa Navarrete y Josefa Huerta, las dos de Morelia, fueron acusadas y condenadas a ocho años de prisión por seducir a un oficial realista y pedirle llevar una carta a su superior para convencerlo de la causa insurgente. Este último las delató. 22. Ana Villegas, de Chincontepec, madre de los cabecillas Lorenzo y José Espinosa, fue detenida por seducir a los indios de su pueblo y fusilada en Tuxpan. 23. Las amantes también fueron a prisión, como fue el caso de María Josefa Paul, refundida como amasia del padre Torres.

La insurgencia femenina.

24. María Guadalupe Bernal, amante de Atilano García. Fue detenida por las fuerzas del coronel Ordoñez el 13 de julio de 1814 en Temascalcingo. Se le instruyó proceso en Tula, pero habiendo comprobado que no era cómplice de García sino “insurgente de palabras” se le dio por compurgada con el tiempo que duró su proceso judicial.

16. Otro caso muy sonado fue el de “Las seductoras de Tula”, quienes fueron condenas a muerte en dicho lugar. Ellas eran María Josefa Anaya, Juana Barrera y Luisa Vega, de quienes se dice tenían como misión seducir a la tropa del regimiento de infantería “sin detenerse ante nada”. 17. Mariana Anaya. También apresada por seducción, fue condenada a muerte en Tula en 1814, pero debido a su embarazo se le perdonó la vida y en 1816 recibió el indulto.

25. María Trinidad Uribe, encarcelada en la Ciudad de México por tener tratos amorosos con José María Villagrán. 26. María Juana Gutiérrez, detenida por amancebamiento con el cabecilla Mariano Osorio.

18. Manuela Niño y su hija María Sánchez, apodadas “Las Coheteras” en San Luis Potosí, albergaban en su casa a los legos de San Juan de Dios, conocidos como insurgentes. Cuando fueron acusadas, huyeron a Querétaro a seguir conspirando en favor de la insurgencia.

27. A veces la esposa y la amante compartieron la misma prisión, como fue el caso de Vicente Vargas, cuya esposa y sus dos amantes purgaron penas en el mismo presidio.

19. También en San Luis Potosí, Juana del Balero, esposa del intendente, organizaba tertulias en favor de la insurgencia.

Las autoridades virreinales calificaron de prostitutas a la mayoría de las mujeres que simpatizaron o 29


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se declararon partidarias de los insurgentes. Desprestigiando su conducta y suprimiendo sus posibilidades de acción política, por consiguiente, sus actos fueron valorados en términos morales y no en consideración a sus preferencias políticas o ideológicas. De esta manera, la vida privada y la conducta sexual de las mujeres se convirtieron en asuntos de seguridad política.

luchó con las armas en los campos de batalla, se dice que veces cogía el fusil de un muerto y sostenía el fuego al lado de su marido. Murió en la acción de Chichihualco, defendiéndose junto a Vicente Guerrero en febrero de 1821. 31. María Josefa Martínez, viuda del jefe insurgente Manuel Montiel, comandaba tropas vestida de hombre en la zona de Orizaba e infundía terror entre los rancheros de la región a quienes cobraba tributo para la causa insurgente. Sólo usaba su traje de mujer para entrar a Córdoba, Orizaba y Puebla a fin de averiguar los movimientos de las tropas realistas

María José Garrido, en su trabajo Entre hombres te veas… señala 134 casos de mujeres que realizaron actividades rebeldes que fueron simpatizantes de los insurgentes, de ellas, 94 mujeres fueron encarceladas y la mayoría de ellas procesadas, siete fusiladas y tres perdonadas por hallarse embarazadas. Resulta obvio que estas cifras pueden ser mayores, debido que todavía existen muchas lagunas sobre la cantidad de mujeres que participaron en las batallas y que por su condición humilde o por haber perecido en el campo de batalla, no se tuvo un registro de su muerte.

32. La heroína de Huichapan, doña Altagracia Mercado, levantó a sus expensas una división de insurgentes. Se puso al frente de ella y en una acción se quedó sola, defendiéndose con tanto valor que los realistas la mantuvieron con vida. 33. María Francisca, a quien llamaban simplemente “La Fina”, en forma irónica, pues se afirma fue amante de varios insurgentes, entre ellos Manuel Muñiz (indultado) y antes de José María Marroquín. El primero de ellos abandonó a su mujer por irse con ella. Como castigo, se le deshonró con azotes en las posaderas en plena plaza de Tacámbaro. Se decía que ella no sólo era una “vil embaucadora”, sino que en realidad era quien daba las órdenes militares y disponía del presupuesto. Las tropas bajo su mando se apropiaron de las haciendas La Loma y Chupio, así como de los ranchos del Cirucio y del Quahulote.

28. Un número importante de mujeres participó en la toma de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato. Algunas referencias son las siguientes: Juana Bautista Márquez fue colgada después de su captura en el Puente de Calderón; Brígida Álvarez sufrió dos años de prisión; Rafaela Álvarez fue presa seis meses, y Dorotea, sin apellido, y “La Gabina” fueron pasadas por las armas. 29. Rita Pérez de Moreno, esposa de Pedro Moreno, estuvo presente en el sitio del Fuerte del Sombrero, cercano a San Juan de los Lagos, y algunas fuentes señalan que llevaba la contabilidad y realizaba diversos trabajos para la causa. Estuvo presa durante varios años hasta concluir la guerra.

34. Casimira Camargo y sus dos hijas, Ana María y Trinidad Ortega, lucharon con las armas en la mano en su hacienda de Cerro Gordo en la Nueva Galicia, hasta ser apresadas por los realistas.

30. María Fermina Rivera, de Tlatizapán, esposa del coronel de Caballería don José María Rivera, 30


Capítulo I: Heroínas de la Independencia

35. “La Guanajuateña” acompañó a López Rayón en la toma de Saltillo y con su contingente de mujeres se encargaron, según la crónica, de refrescar los cañones con su orina. Este batallón de mujeres jugó un papel central en la toma de otras haciendas. Siempre anónima murió en batalla.

Las Mujeres de Pénjamo y la Revolución de independencia”, en: Francisco Castro y Marcela Terrazas (coords.), Disidencia y disidentes en la historia de México, México, UNAM, 2003. Huerta-Nava, Raquel. Mujeres insurgentes, Random House Mondadori, Lumen, CONACULTA, INAH, México, 2008.

36. Un caso singular fue el de Bernarda Espinoza, quien se dijo fue encarcelada por mostrar sus simpatías en los triunfos de los insurgentes. El fiscal Juan María de Azcárate que le instruyó proceso, pidió que fuera fusilada por la espalda. Vecina de Valladolid y de 27 años de edad cuando fue detenida por realizar demostraciones de júbilo con motivo de una derrota de las tropas realistas en septiembre de 1815. Sin embargo, solamente fue encerrada en el Convento de las Recogidas en la ciudad de México, recobrando su libertad el 20 de mayo de 1817.

Olveda Legaspi, Jaime. “Entre la persecución y la muerte. Mujeres insurgentes”, en: Mujeres insurgentes, Senado de la República, Siglo XXI editores, México, 2010, pp. 189-232. Ortiz Escamilla, Juan. “La guerra de Independencia”, en: Zoraida Vázquez, Josefina (coord.) Gran Historia de México Ilustrada, Planeta DeAgostini/CONACULTA/INAH, tomo III, pp. 96-99. Ortiz Escamilla, Juan. “La guerra de Independencia”, en: Zoraida Vázquez, Josefina (coord.) Gran Historia de México Ilustrada, Planeta DeAgostini/CONACULTA/INAH, tomo III, pp. 96-99.

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Las Amazonas de la Loma de la Cantera

cercenó a cada prisionero la oreja del lado derecho y las envió a Monterrey para que fueron puestas a la vista del público colgándolas en la picota. El mismo día fue pasado por las armas el artillero Leandro de la Cruz en la plaza de Salinas y su cuerpo suspendido de un árbol camino a Pesquería.

La contribución femenil del Nuevo Reino de León al movimiento insurgente se hizo presente de forma colectiva, desde abajo, es decir, con mujeres pertenecientes a la clase trabajadora. Desgraciadamente, por la misma razón, muchos de sus nombres se desconocen y todavía están en el anonimato.

Otro ajusticiamiento se hizo la mañana del 18 de julio cuando José Urbina Cantú, con el rostro cubierto por un pañuelo blanco, las manos atadas y de rodillas, recibió varios disparos por la espalda. En la tarde fue cortada su cabeza y clavada en una escarpia en Santa Catarina.

El 3 de julio de 1813, el guerrillero insurgente José María Herrera atacó la guarnición asentada en la plaza mayor de Monterrey.1 No logró tomar la plaza, pero causó bajas entre los defensores y se retiró a Pesquería Grande, llevándose como botín un cañón. Aquí se unieron a la insurgencia un grupo de mujeres sirvientes provenientes de Salinas, Mamulique, Cañas, Guadalupe y Santa Catarina.

La mañana del 21 de julio entraron las fuerzas realistas a la capital del reino con sus soldados y exhibieron sus trofeos: 27 prisioneros en cuerda previamente castigados con 52 azotes cada uno en la plaza de Salinas, así como cabalgaduras tomadas al enemigo, armas de fuego, baúles con ropa, papeles de correspondencia, una bandera insurgente y el cañón. Los dos tambores del regimiento llevaban ostentosamente en sus sombreros la rosas de listón quitadas a las intrépidas mujeres que se habían unidos a la insurgencia.2

Los insurgentes dudaron entre repetir el ataque a la capital regiomontana o dirigirse a Saltillo. Un cabecilla indio, el general Doroteo sugirió trasladarse a “La Chorreada”, propuesta que fue aceptada y se enfilaron a Cerralvo. Al pasar por Salinas, en lugar conocido como Loma de la Cantera, se enfrentaron a los realistas con el cañón recientemente “adquirido” y con un grupo de mujeres montadas a la vanguardia.

Estas valerosas mujeres, para su desgracia, retornaron a su triste condición de servidumbre y fueron repartidas como sirvientes, unas en Monterrey y otras en Salinas, algunas retornaron con sus antiguos amos.

Al disponerse el ataque contra las fuerzas realistas las mujeres comenzaron a gritar intentando persuadir a los soldados realistas de no atacar a sus propios hermanos y que se unieran al bando americano. Los soldados respondieron con sus armas y lograron derrotar a los insurgentes. En la confusión, las mujeres quedaron abandonadas y fueron capturadas.

Notas. 1.Santiago Roel, Apuntes Históricos de Nuevo León, p. 100. (1984) 2.“Diario del padre Treviño”, en: José Eleuterio González, Colección de noticias y documentos para la historia del estado de Nuevo León , p. 624 ( 1867)

El jefe realista comunicó desde Salinas la captura de 52 rebeldes y para dar sustento a su informe 32


Capítulo I: Heroínas de la Independencia

Josefa Ortiz de Domínguez María Josefa Crescencia Ortiz Téllez-Girón, mejor conocida como “La Corregidora”, nació el 8 de septiembre de 1768 en Valladolid, actual Morelia, Michoacán; hija de Pedro Ortiz, quien capitaneaba el regimiento de Los Verdes y de Manuela Téllez-Girón, una española proveniente de una familia de alta alcurnia. Su progenitor fue asesinado cuando era niña y su madre falleció poco tiempo después. Su hermana mayor se hizo cargo de ella y le procuró una esmerada educación, llevando a la joven Josefa a ingresar al prestigiado Colegio de las Vizcaínas en la Ciudad de México. Ahí tuvo su primer contacto con la ideas de la Ilustración y con personas de la élite criolla que más adelante jugarán un papel importante en el proceso de la Independencia. Una de esas personas será precisamente su futuro esposo, el abogado Miguel Domínguez, quien a pesar de ser viudo y mayor que ella, la convence para que abandone el claustro y se va a vivir con él, finalmente se casan el 23 de enero de 1791 en el Sagrario Metropolitano y llegaron a procrear 14 hijos. En esos años el marido se desempeñaba como secretario de la Real Audiencia, sin embargo, gracias a sus influencias con el virrey Félix Berenguer de Marquina, fue designado corregidor de Querétaro, por lo que el matrimonio se traslada a dicha ciudad y pronto la pareja logra adaptarse al medio social y ganarse la simpatía de diferentes grupos sociales. Influenciados por el intelectualismo derivado de la Ilustración y por compartir el hartazgo de los criollos de ser relegados a puestos de segundo nivel por parte de los peninsulares, Josefa Ortiz y su esposo formaron parte de un grupo literario que en realidad era un grupo que conspiraba en contra del poderío

Reconocimiento.

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español en México, bautizadas después estas reuniones como “La Conspiración de Querétaro”.

condiciones propicias para llevar a cabo la liberalización novohispana del reino español.

Mientras se preparaban dichas conspiraciones, Josefa Ortiz, aprovechando su posición de corregidora, realizó muchas obras de caridad con la población humilde, abogó por los derechos de los indígenas, sobre todo, para evitar su mal trato.

Lo que había comenzado como charlas acaloradas alcanzó un nivel de organización que se consolidó en un plan para levantarse en armas el primero de octubre de 1810. En estas “tertulias” eran convocados cotidianamente personajes de la talla de Ignacio Allende, quien además cortejaba a una de las hijas de los corregidores, Miguel Hidalgo, Mariano Abasolo, Juan Aldama, entre otros.

En 1808, el corregidor Domínguez fue llamado por el virrey a permanecer en la Ciudad de México por un tiempo y en su permanencia escuchó la idea de organizar el Virreinato considerando las doctrinas democráticas, representativas e igualitarias, ante el vacío de poder que sufría la corona española debido a la invasión napoleónica. Al retornar el corregidor a Querétaro le comunicó a su esposa lo que había escuchado y ese elemento, entre otros, propició las reuniones en diferentes casas, incluso en la propia, para discutir las nuevas ideas y las

Al llegar al mes de septiembre de 1810, se dieron cinco diversas denuncias sobre una conspiración en Querétaro, y una de ellas hizo que el comandante militar García Rebollo ordenara al corregidor Domínguez el cateo de domicilios y la aprehensión de don Epigmenio y don Emeterio González a quienes hallaron, en su comercio de abarrotes, lanzas, pólvora y balas.

Lugar donde vivió la heroína.

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Capítulo I: Heroínas de la Independencia

Dos personajes comprometidos con la gesta de 1810.

El 13 de septiembre el corregidor Domínguez, al darse cuenta de que la conspiración en la que habían formado parte había sido descubierta, abandonó la causa e hizo encerrar a Josefa. Era el 14 de septiembre, cuando, enclaustrada en su recámara, se las ingenió para comunicarse con el alcaide Ignacio Pérez, quien acudió presuroso a San Miguel el Grande a enterar de lo sucedido al capitán Ignacio Allende y al cura Hidalgo en Dolores. Esto cambió, los planes de la primigenia insurgencia, y tras una discusión se tomaron varios acuerdos. Correspondería a Hidalgo, y no a Allende, encabezar en el poblado de Dolores, no en Valladolid ni en San Miguel el Grande, el inicio de la lucha armada, la mañana del 16 de septiembre de 1810.

Querétaro, obligó a este funcionario a librar la orden de detención del corregidor Domínguez y su esposa, remitiéndolos a los conventos de la Santa Cruz y Santa Clara, respectivamente, en la Ciudad de México, donde permanecieron varios días. La participación de Josefa en la conjura fue delatada el 11 de septiembre de 1810 por el alcalde Juan Ochoa, quien por medio de un escrito dio cuenta al virrey Calleja de la actitud asumida por la corregidora en dicha conspiración: “[…] la mayor locuacidad en contra de la nación española y en contra de algunos ministros”; además, adujo que el “torrente de esa señora ha conducido a depravados fines que he anunciado” y destacó que ella no tenía “empacho a concurrir en Juntas que forman los malévolos”. 1

En esta misma fecha, una nueva denuncia hecha por el capitán Joaquín Arías al Alcalde Ochoa de 35


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Como se señaló anteriormente, el gobierno realista desconfió de la lealtad de Miguel Domínguez y lo mantuvo en estrecha vigilancia, a pesar de que éste había negado ser parte de la referida conjura. Dicha presión no obstó para que la corregidora siguiera sosteniendo comunicación secreta con los insurgentes, de tal manera que en enero de 1811 el comandante del batallón Urbano Romero Martínez notificó a Calleja la actitud reincidente de Josefa, por lo que el Virrey conminó a su esposo a que pusiera fin a tales relaciones porque de lo contario sería encarcelada por subversiva.

más tarde, el 17 de junio 1817, fue liberada por el virrey Juan Ruiz de Apodaca. En 1822, Iturbide la invitó a ingresar en la corte como dama de honor de su esposa, Ana Huarte de Iturbide. Josefa rechazó el ofrecimiento, ya que ella era contraria a los ideales de instaurar una monarquía. En los últimos años de su vida, se relacionó con grupos liberales de corte radical, quienes muchas veces utilizaron su casa -ubicada en la calle del Indio Triste en la ciudad de México- como punto de reunión, ahí se dieron cita los generales Victoria, Guerrero, Bravo, López Rayón, entre otros, personajes que serían la base de una “nueva conjuración”, que en marzo de 1823 impulsaron el Supremo Poder Ejecutivo, principal antecedente de la República Federal iniciada el 4 de octubre de 1824.

A finales de 1813, Josefa fue nuevamente acusada, esta ocasión por el doctor Mariano Beristáin, enviado de Calleja para verificar las elecciones de renovación del Ayuntamiento. En su denuncia notificó al virrey Calleja que muchos queretanos seguían abrazando la causa insurgente y que el peligro más preocupante provenía de “…un[…] agente más efectivo, descarado, audaz e incorregible que no pierde ocasión ni un momento de inspirar odio al Rey, a la España, a la causa, y determinaciones y providencias justas del gobierno legítimo de este Reino. Y tal es Señor Excelentísimo, la mujer del Corregidor de esta ciudad. Esta es una verdadera Ana Bolena que ha tenido valor para intentar seducirme a mí mismo, aunque ingeniosa y cautelosamente”.2 Esta acusación sí tuvo efecto y Josefa fue arrestada y remitida a la Ciudad de México, siendo defendida por su marido en todo el proceso legal para lograr su libertad.

Falleció el 2 de marzo de 1829, a los 61 años de edad, en la Ciudad de México, sus restos fueron depositados en el Convento de Santa Catalina. El 23 de octubre de 1894 se trasladaron al Panteón de los Queretanos Ilustres, en donde años después también serían llevados los de su esposo.

Notas: 1. Josefa Ortíz de Domínguez: acusaciones realistas, en: https://inehrm.gob.mx/.../Josefa_Ortiz_de_Dominguez....

Dada su condición de encierro, en febrero de 1814, Josefa envió reiteradas misivas al virrey, en las que expuso la forma humillante y escandalosa en que fue apresada; además, le manifestó no conocer el motivo de su prisión y le solicitó audiencia. En una de esas cartas, Josefa apeló al sentido humanitario del virrey para que tomara en cuenta su condición de madre de catorce hijos y que su marido se encontraba solo y enfermo. 3 Fue hasta el 16 de noviembre de 1816, que recibió una condena de cuatro años de prisión. Unos meses

2. Ibidem. 3. Ruiza, M., Fernández, T. Y Tamaro, E. “Biografía de Josefa Ortiz de Domínguez”, en: Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea, Barcelona, 2004, en: https://www.biografiasyvidas.com/biogr.../o/ortiz_josefa.htm. 36


Capítulo I: Heroínas de la Independencia

Las mujeres de Pénjamo

la cercana Hacienda de Barajas. Fueron llevadas por la fuerza a Irapuato y Guanajuato, junto con sus hijos, donde fueron encarceladas sin formación de causa en los conventos de Recogidas de dichas ciudades, donde permanecieron más de dos años. Las mujeres enclaustradas en Irapuato fueron después trasladadas a Querétaro, entre éstas se supone estuvieron María Josefa Paul, acusada de ser la “amacia” de José Antonio Torres, y Juana María Villaseñor y María Josefa Sixtos, parientes del insurgente José Sixtos Verduzco.

No podíamos cerrar esta serie de reseñas en torno al papel de las mujeres durante el proceso de Independencia sin referir a las emblemáticas “Mujeres de Pénjamo”, cuyo espacio de vida fue escenario crucial del enfrentamiento entre las fuerzas realistas contra las insurgentes, durante casi todo el periodo de la guerra civil. Como sucede con los otros aspectos de la participación femenina, en éste también falta mucha información documental, sin embargo, queda claro que se trata de uno de los capítulos más relevantes de la gesta independentista, en el que juega un papel por demás siniestro Agustín de Iturbide, dicho acontecimiento será utilizado por sus innumerables detractores para adherirle un adjetivo más a su quebrantada figura histórica.

Antonio Labarrieta, cura de Guanajuato, abogó por la libertad de las mujeres de Barajas, a su modo y sentir de la época, las eximió de toda culpabilidad afirmando que carecían no sólo de interés político, sino también de ideas, opiniones y acciones que podían influir en los acontecimientos políticos.

Una de las principales estrategias militares del entonces general de las tropas del Bajío, y segundo del Ejército del Norte, fue mantener a raya a las tropas insurgentes del sur de Guanajuato, que ejercían una fuerte presión sobre esta amplia zona, lideradas principalmente por el aguerrido “Amo Torres”.

El gobierno realista recibió una oleada de críticas por estas acciones, por lo que Iturbide debió justificarse. Escribió entonces que: “esta clase de mujeres, en mi concepto, causan a veces mayor mal que algunos de los que andan agavillados, por más que se quieran alegar leyes en favor de este sexo, que si bien debe considerarse por su debilidad para aplicarle la pena, no puede dejarse en libertad para obrar males, y males de tanta gravedad y trascendencia: considérese el poder del sexo bello sobre el corazón del hombre, y esto sólo bastará para conocer el bien o el mal que pueden producir”.

Para derrotarlas, Iturbide echó mano de todo tipo de artimañas, sin reparar en el daño político o moral que pudiese representar implementar acciones más allá del enfrentamiento armado, esto es, presionar a la tropa insurgente secuestrando a sus familiares, esposas, padres e hijos, destruyendo sus precarias propiedades rurales, apropiándose de sus animales y mantener aisladas a las comunidades que proveían de alimento y recursos a los insurgentes.

Finalmente, fueron liberadas por orden del virrey Juan Ruiz de Apodaca entre enero y julio de 1817, aunque existen referencias de que todavía en febrero de 1818 al menos 16 de ellas continuaban recluidas en Guanajuato y un número desconocido en Irapuato. Durante su reclusión, algunas de esas prisioneras tomaron un papel de liderazgo en la casa de Recogidas, escribieron cartas pidiendo su liberación y la de las otras mujeres recluidas en la institución, denunciaron recibir poca comida, insultos y malos tratos.

En su afán por “arrinconar” a la insurgencia, el 29 de octubre de 1814, Iturbide ordenó la detención de las referidas mujeres. Los días 29 y 30 de noviembre de 1814 un número indeterminado de mujeres –se menciona que fueron más de cien y hasta trescientas– fueron arrestadas en Pénjamo y en 37


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Como bien señala María José Garrido, las fuentes no disponen de un registro detallado de las acciones en las que incurrieron cada una de las detenidas, menos aclaran las decisiones personales que pudieron tener para abrazar la causa insurgente, solamente permiten comprender cómo fueron vistas “por los otros”.

Bibliografía: “Mujeres de Pénjamo, episodio cruel de la guerra de Independencia”, en: https:// notus.com.mx/mujeres-de-penjamo-episodio-cruel.../ Garrido Aperó, María José. “Entre hombres te veas: Las mujeres de Pénjamo y la Revolución de Independencia”, en: Históricas Digital, Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, México, 2019, pp. 169-190, http:// www.historicas.unam.mx/.../407/407_04_08_ Penjamo.pdf

Algunos nombres de las mujeres detenidas de las cuales se tiene registro: Juana María Villaseñor, Petra Arellano, Micaela Vedolla, María Arias, Francisca Uribe, María Regina Barrón, María Manuela Suasto, María Bribiesca, María Josefa Sixtos, Rafaela González, María Josefa Rico, Manuela Gutiérrez, Casilda Rico, María Vicenta Izararás, María Josefa Paul, María de Jesús López, Ana María Machuca, Luisa Lozano y otras más.

Salmerón, Pedro. “Las mujeres de Pénjamo”, en: https://zonafranca.mx/opinion/las-mujeres-de-penjamo/30 de agosto de 2

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Capítulo I: Heroínas de la Independencia

Madame Calderón de la Barca y la escritura femenina en México La marquesa Calderón de la Barca escribió el libro La vida en México. Durante una residencia de dos años en ese país, escrito en inglés, de 1839 a 1842, y traducida al español en 1959. La obra se compone de 54 cartas, las cuales dan cuenta del mundo social y cultural posterior a la consumación de la Independencia de México. Madame Calderón de la Barca escribió la obra: La vida en México. Durante una residencia de dos años en ese país. Texto escrito inicialmente en ingles y traducido al español en 1959 por la Editorial Porrua. Misma que comprende 54 cartas, las cual refleja el contexto social y cultural posterior a la consumación de la Independencia. Su nombre original es Francis Erskine Inglis, nació en Edimburgo el 23 de diciembre de 1804, integrante de la aristocracia escocesa. Esta condición social le permitió tener una educación clásica, viajes ilustrativos por Italia, Francia, clases de música, de baile y apreciación artística. Formación que se refleja en su escritura; en su más de medio centenar de cartas retrata a la clase alta mexicana con la cual convive, pero dedica múltiples párrafos alusivos a la gente humilde y sus condiciones de vida, sin faltar la descripción de los exuberantes paisajes del México de aquellos años y la distinguida arquitectura colonial que le impresiona. En toda esta narrativa siempre hace énfasis en el papel que desempeñan las mujeres en las diferentes esferas sociales.

Madame Calderón de la Barca.

Calderón de la Barca vivió en Buena Vista, Ciudad de México.

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Escritora que enriqueció su visión del mundo con las obras del Ensayo político sobre Nueva España de Humboldt, las Cartas de relación de Hernán Cortés o La vida y los viajes de Cristóbal Colón, de la interesante prosa de Washington Irving, entre otras lecturas de su tiempo; desde esta perspectiva fue una mujer que asimiló su tiempo y realizó interesantes analogías para la historia; visión que le permitió describir un panorama amplio e interesante del México posterior a 1810.


Nación 2021, Género, región y cultura Bicentenario de la Consumación de la Independencia 1821-2021

Su estancia en México duró dos años, tiempo en el cual estuvo en la capital del país, Veracruz, Tampico, entre otras ciudades, cuyos recorridos le permitieron apreciar la belleza del paisaje mexicano y las diferencias sociales de aquellos años. Su escritura, amena y talentosa, es como pequeñas crónicas de los lugares que visitaba y de las personas con las que convivía. Son recuerdos históricos valiosos que hoy cobran otra dimensión.

con sus barbas y grises, extendiendo sus venerables brazos, centuria tras centuria, ya viejos cuando Moctezuma era un niño, aún vigorosos en los días de Bustamante” (p. 60). Con el anterior ejemplo también señalamos que la obra de la europea se caracteriza por una prosa poética, el desarrollo de la misma se ve permeado por un lenguaje literario diáfano, ameno y accesible. La escritora escocesa estuvo casada con don Ángel Calderón de la Barca, primer ministro plenipotenciario de España en México, circunstancia por la cual estuvieron en México entre 1939 y 1942. Visita que ella aprovechó para describir múltiples aspectos sociales y económicos de ese periodo y que plasmó en 54 cartas.

Al respecto, la investigadora María Soledad Arbeláez escribe: “La vida en México es igualmente valorada por los historiadores contemporáneos que consideran que su narrativa se adelantó a su época, pues ésta se encuentra muy cercana a la moderna historia social”, y ello es así por la claridad de su discurso y las descripciones objetivas y pasionales con las cuales va armando sus cartas.

Llama la atención su descripción de las mujeres. “En general, las mujeres más hermosas no son mexicanas, es decir, no han nacido en la capital, sino en las provincias. De Puebla, de Jalapa y de Veracruz, hemos visto muchas que se distinguen por el buen color de su cutis y magníficos dientes, y que son más altas y graciosas que aquellas nacidas en la Ciudad de México” (p. 86). Y la autora habla de los anteriores lugares ya que fueron por los que pasó antes de llegar a su destino. Su visión universal le permite apreciar las “bellas campesinas poblanas”, sus ricos bordados y rebozos exuberantes, y sin mucho recato crítica la vestimenta de un sector de la clase alta, quienes en aras de verse mejor caen en lo ridículo.

Y se adelantó a su época por una necesidad personal de involucrarse con el mundo intelectual de su tiempo, por destacar a partir de la formación cultural que recibió desde muy joven, y la cual canaliza a partir de su escritura, que demuestra un amplio y profundo conocimiento social. La opinión favorable que los especialistas, historiadores y literatos le asignan a La vida en México no es gratuita. Los historiadores fortalecen sus apreciaciones con los datos concretos que describe la autora y, por otra parte, los literatos toman como ejemplo la prosa de la misma como uno de los modelo de escritura romántica en nuestro país.

En su novena carta expone que conoció a “La Güera Rodríguez”, y apunta la europea: “…fue celebrada por Humboldt como la mujer más bella que él hubiera visto en todo el curso de sus viajes… mujer de gran talento y sobresaliente en el arte de conversar…” (p. 76), por su condición diplomática no expresa un juicio político de la labor realizada en el movimiento de la Independencia por parte de la Güera Rodríguez, se limita a decir “la más cabal de las crónicas vivientes”.

Por supuesto que la obra de la europea proporciona material para otras áreas del conocimiento: describe la vestimenta de ricos y pobres de la época, la gastronomía, costumbres, la arquitectura religiosa, sin faltar la diversidad del paisaje y la emoción que le provoca el mismo. Al visitar el Castillo de Chapultepec expresa: “Si estos blanquecinos cipreses pudieran hablar, qué historias no nos contarían; ellos que han estado de pie, 40


Capítulo I: Heroínas de la Independencia

Y es un modelo de literatura romántica, ya que en la misma la autora magnifica el paisaje mexicano, su exuberancia, ello distingue al romanticismo europeo. Después de salir de Veracruz, apunta en su carta IV: “El camino corre a través de un terreno boscoso. Arboles en flor, cubiertos de variedades de flores y cargados de las frutas tropicales mas deliciosas. Flores de todos colores esparciendo al aire su fragancia y la más fantástica profusión de plantas parasitas entrelazadas con las ramas de los árboles, para caer en cada una de ellas en brillantes botones. Palmas, cocoteros, naranjos, limoneros, se suceden unos a otros, y en una vuelta del camino, en el fondo de un encantador y verde valle, sorprendemos, en fugaz visión, a una india con su larga cabellera descansando bajo la sombra de un árbol majestuoso…” (Calderón, p. 32). Por un lado, magnifica la naturaleza; y por otro: resalta el tono poético que distingue a la obra en general. La obra que ahora comentamos no pierde su vigencia, esto es así por los múltiples datos que proporciona; en relación a la educación de las mujeres escribe: “No creo que existan más allá de media docena de mujeres casadas, y algunas muchachas por encima de los catorce, que lean un libro al año…” (p. 94). Además de los aspectos culturales que Madame Calderón de la Barca desarrolla en su obra, también está la descripción de los intelectuales y políticos de la época, aunque el momento que vivió no fue el de la Independencia, sí alcanzó a tratar con algunos protagonistas de la misma. Y su opinión es interesante por la formación intelectual que tuvo y el contexto social en el cual se desarrolló. También es relevante la visión que tiene de la época de la conquista española y el virreinato. Carta en la cual también reflexiona sobre las personalidades de Carlos Bustamante, Lucas Alamán, entre otros destacados intelectuales.

Ángel Calderón de la Barca, primer ministro plenipotenciario de España en México.

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Una reflexión interesante y tras casi dos décadas de concluir el movimiento de Independencia es: “Todo el mundo ha oído hablar de los abusos que determinaron la primera revolución: de la desigualdad de la riqueza, de la degeneración de los indios, de los altos precios de los artículos extranjeros; de la Inquisición, de la ignorancia del pueblo, del pésimo estado de las escuelas; de la dificultad para obtener justicia; la influencia del clero, y de la ignorancia en que aposta se mantenía a la juventud mexicana, ¿cuál de estos males ha sido resuelto?” (p. 385).

Entre otras anécdotas, está aquélla cuando en Puebla le regalaron un vestido de china poblana, le gustó tanto que pensó en utilizarlo en un baile oficial, motivo por el cual mandó traer gente de Puebla para que la vistieran con dicho atavío, sin embargo, cierto diplomático le mandó una carta explicándole que por su condición social ella no podía acudir a ese baile con tal indumentaria, situación que la desanimó. Qué decir de su gusto franco y llano por el pulque, de lo tanto que extrañaría esa bebida al estar lejos de México o del pletórico paisaje mexicano de aquellos años que motivaron excelsas descripciones poéticas y que todavía despiertan interés en las nuevas generaciones lectoras y, sobre todo, su visión sigue siendo un “documento” fundamental para comprender la diversidad social del país en sus primeras décadas de vida independiente.

Los elementos que menciona la autora en el párrafo citado los vivió y los reflexiona en su obra. Y un ejemplo de ello es la relación que se dio entre Santa Anna y el clero para que el “dictador” llegara al poder. En la crónica, Calderón menciona: “Santa Anna ha triunfado. Ayer en la tarde entró solemnemente a la Ciudad de México… No se oyó un viva mientras pasaban por las calles, ni después cuando leyó su discurso ante el Congreso” (p. 377). Uno de los intelectuales mexicanos que respeta y lo cita en diferentes momentos es a Valentín Gómez Farías: “También se asegura que es de temple enérgico y de imaginación ardiente. No ha ocurrido suceso de alguna importante en la República en que no aparezca su nombre. La Independencia le debió servicios importantes…” (p. 204). Calderón comenta que en esa época había un periódico titulado La Gaceta del Gobierno, que contiene órdenes y decretos, un periódico de oposición llamado El Cosmopolita, se publica dos veces por semana; un periódico español llamado Hisperia y otro titulado El Mosquito, de aguda crítica social; ediciones de las cuales la escritora escocesa abrevaba para tener un criterio más amplio de lo que ocurría en México en esos años. Su proclividad hacia el pueblo mexicano se manifiesta en varios comentarios, como su gusto por la comida y la vestimenta de las mujeres; del mismo modo externa sus juicios ante las injusticias sociales.

La sensibilidad de Madame de Calderón le permitió apreciar la cultura mexicana, entre ellas el vestuario de china poblana.

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Capítulo II: Región Benjamín Galindo



Capítulo II: Región

Capítulo II: Región

Benjamín Galindo Los hermanos Herrera y Leyva La invasión de Napoleón Bonaparte a la península ibérica y su proyecto de imponer a un hermano en el trono español ocasionó la abdicación de los Borbones. En menos de dos semanas los españoles de los dos continentes perdieron a sus dos monarcas, Carlos IV y su hijo Fernando VII, pero principalmente, esta situación inédita dejo en los súbditos resentimientos y confusión sobre dónde o en quién recaería la soberanía española. El 20 de agosto de 1808, el gobernador militar y político del Nuevo Reino de León, don Simón de Herrera y Leyva, los regidores don Joaquín Canales, don Bernardo Ussel y Guimbarda y el síndico procurador del Ayuntamiento de Monterrey se reunieron para leer y deliberar sobre un oficio enviado el 1 de agosto por el virrey don José de Iturrigaray. El gobernador y el ayuntamiento respondieron al virrey manifestando su dolor por los fatales acontecimientos en que se encontraba la monarquía y reafirmaban su amor a la patria, lealtad al soberano y la conservación intacta de la religión católica. 1 Otro oficio recibido por el Ayuntamiento el 2 de noviembre solicitaba de los vecinos del reino donativos por las circunstancias críticas en que se encontraba la nación a causa del aprisionamiento del monarca. Para auxiliar en la guerra con Francia los integrantes del Cabildo regiomontano se comprometieron a contribuir cada uno con cantidades de acuerdo a sus posibilidades. Don Pedro de Herrera y

Fernando VII.

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Plano de Monterey de fines del siglo XVIII.

Leyva con cien pesos y en adelante cincuenta pesos mensuales mientras durase la guerra; don Fernando de Uribe ya había mandado una cantidad con anticipación al igual que don Manuel Antonio de la Rigada; don Matías de Sada, cincuenta pesos y caballos de ser necesario; el mayordomo, 15 pesos y el secretario, seis pesos. Los regidores Bernardo Ussel y Guimbarda y Joaquín Canales se excusaron por no poder hacer sus contribuciones.2 La generosidad del gobernador contrasta notablemente con las modestas aportaciones de los miembros del Cabildo municipal, siendo los munícipes los hombres más ricos del reino.

y siempre se vio envuelto en una serie de conflictos con sus iguales en la jerarquía eclesiástica, los obispos Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés y su sucesor, Primo Feliciano Marín de Porras. Cuando fue enviado a la frontera nororiental de Texas con la misión de contener las incursiones norteamericanas con milicianos del Nuevo Reino de León y del Nuevo Santander, dejó como gobernador interino a su hermano Pedro. Los dos hermanos fueron acusados de muchas inmoralidades y concusiones, entre los acusadores estaba el capitán de Dragones provinciales, don Ignacio Elizondo, quien fue extorsionado por los Herrera con la cantidad de cinco mil pesos. Sobre este incidente el virrey Iturrigaray había ordenado al coronel Félix María Calleja, subinspector de las tropas de las Provincias Internas de Oriente, iniciara una averiguación. Toda la provincia estaba

Para explicar el desprendimiento del gobernador habría que determinar si el dinero era propio o del erario. Don Simón de Herrera y Leyva ejercía el gobierno de la provincia desde 1795 46


Capítulo II: Región

inundada de mercancías provenientes de Luisiana y entre los promotores de este contrabando, además de don Pedro y su hermano Simón, don Pedro de Zarza, estaban individuos pertenecientes a las familias más prominentes de la región, don Francisco Bruno Barrera Gómez de Castro y don José Froilán de Mier y Noriega, hermano del célebre padre Mier.3

de la religión católica, amor a la patria y lealtad a Fernando VII. Pero también, en el trasfondo, los motivos e intereses que nos permitirán aproximarnos a una mejor comprensión de las posiciones asumidas por los grupos o personas durante el devenir de los acontecimientos.

Referencias:

Fastidiar a la burocracia eclesiástica y fomentar el contrabando no era suficiente, los Herrera también robaban ganado y sustraían la mitad del salario de los soldados.4 Las imputaciones contra los dos hermanos no tenían límite, lo mismo se les acusaba de vender retratos de Napoleón y sus mariscales que de inventar una guerra con los norteamericanos para exprimir al erario, hacerse insoportables a la gente de las Provincias Internas y gozar de impunidad por contar los hermanos ladrones con la amistad y protección de Calleja. Con frecuencia se hacían denuncias anónimas sobre sus costumbres poco edificantes:

1. AMM. Actas de Cabildo 004, 20 de agosto, 1808. 2. AMM. Actas de Cabildo, 2 de noviembre, 1808. Las cantidades aportadas resultan muy por debajo de los 2,000 pesos proporcionados por la clase pudiente de Saltillo, Coahuila. Más irrisoria resulta la cantidad si la comparamos con los 93,000 pesos con que contribuyó la elite saltillense para el sostenimiento de 350 soldados en la península ibérica entre 1812 y 1817. 3. Francisco Bruno Barrera Gómez de Castro fue alcalde de la ciudad de Monterrey en los años 1805, 1806, 1816,1817, 1818 1819, 1823 y 1824. También fue gobernador José Froilán de Mier y Noriega fue alcalde de Monterrey en 1784, 1800, 1813 y 1815; síndico procurador en 1796; regidor en1798 y 1799; y gobernador interino del Nuevo Reino de León en 1815. Su hijo Francisco de Paula Mier también fue regidor del ayuntamiento regiomontano en 1813 y 1814; alcalde Segundo en 1821 y jefe político (cargo equivalente a gobernador) en 1823 y 1824.

En 1808, el virrey Garibay recibió una denuncia anónima haciéndole saber que las provincias de Coahuila y Nuevo Santander estaban atestadas de mercaderías de contrabando, introducidas desde la Luisiana por Herrera, expresando que en la feria de Saltillo dicho jefe vendió muchos géneros por medio de sus agentes y que después cruzaron muchas cargas por las inmediaciones de la Punta Lampazos. Agregaba la denuncia que los oficiales vendían a los norteamericanos mucha mulada cerrera, caballada mansa y potros, y en trueque recibían mercancías valiosas.5

4. Isidro Vizcaya Canales. En los albores de la independencia. Las Provincias Internas de Oriente durante la insurrección de Don Miguel Hidalgo y Costilla 1810 – 1811, p.27.

Hasta aquí tenemos un adelanto de las consignas o pretextos que harán suyos los bandos contendientes durante la fase armada del proceso de emancipación: repudio a los franceses, defensa

5. Vito Alessio Robles. Coahuila y Texas desde la consumación de la Independencia hasta los tratados de paz Guadalupe – Hidalgo, Tomo 1, pp. 622 – 623.

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Manuel de Santa María, olvidado de la crónica histórica Al aproximarse las fuerzas insurgentes dirigidas por Mariano Jiménez a Monterrey, las autoridades civiles, militares y eclesiásticas se enfrentaron a la disyuntiva de adherirse al movimiento revolucionario o huir y ocultarse. Enfrentarse al numeroso ejército insurgente no era una opción razonable, sería un acto demencial, la mayoría de la población lo entendió así y en especial la máxima autoridad castrense y civil del Nuevo Reino de León, el gobernador y comandante Manuel de Santa María, un oficial español condecorado con las más altas distinciones del gobierno español. La deserción de Santa María influyó en gran medida para que la provincia se sumara a la causa de la Independencia.

José Mariano Jiménez.

En la sesión del Congreso, celebrada el 10 de mayo de 1826, el diputado Simón Ortega solicitó honrar la memoria de Manuel de Santa María declarándolo Benemérito de la patria por sus servicios brindados a la Independencia y la devolución de sus bienes confiscados por el gobierno colonial.1 No se tomó en consideración la solicitud y al mes siguiente, María de los Ángeles de Santa María de Sardanela publicó una semblanza biográfica de su padre para sustentar la propuesta del diputado: “Hechos son los que me he propuesto publicar y lo es el de que los acreditados D. Ignacio y D. Ramón Rayón y el Sr. D. Servando Teresa de Mier han certificado la adhesión de mi padre

Feliciano Marín de Porras.

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Capítulo II: Región

Provincias internas de Oriente.

poniendo en manos de los independientes la llave de las Provincias de Occidente (sic), franqueó al partido un número considerable de tropas que lo protegiesen, municiones de guerra y boca, que lo amparasen; y la multitud de arbitrios en que abundan los pueblos que sujetaba a las armas americanas. Hecho es también certificado que el Exm. Sr. Ignacio Allende penetrado de los importantes servicios de mi padre, instruido de su pericia militar y convencido de su patriotismo, mandó extender aquél a éste el despacho de Mariscal de Campo, cuyo empleo desempeñó, así como la comisión de cuartel maestre general en las marchas emprendidas para tierra adentro por el ejército americano”.2

El 7 de enero llegó Mariano Jiménez a Aguanueva y en Carneros las fuerzas insurgentes se impusieron a las realistas y al día siguiente entraron a Saltillo. El 26 de enero Jiménez entró a Monterrey y recibió noticias de la derrota sufrida por Hidalgo el 17 de enero en la batalla del Puente de Calderón. En este lapso Santa María decidió sumarse a la insurgencia, para su desgracia eligió el peor momento. Después del desastre de Baján corrió la misma suerte que los principales dirigentes de la revolución, fue fusilado en Chihuahua el 26 de mayo de 1811, el mismo día que ejecutaron a Ignacio Allende, Mariano Jiménez y Juan Aldama. Manuel de Santa María fue el funcionario más importante de la administración colonial y el 49


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militar de mayor rango en activo que se pasó a la insurgencia, incluso su grado era superior al de Allende y Aldama, que eran capitanes de milicias antes de la guerra de independencia.3 No deja de sorprender el olvido en que se tiene el nombre de este personaje en Nuevo León, buena parte de los municipios del estado llevan nombres de insurgentes destacados e incluso de realistas connotados como el obispo Feliciano Marín de Porras o Agustín de Iturbide. La misma omisión se extiende a las calles céntricas de Monterrey, todos los nombres de la insurgencia local y nacional están representados en la nomenclatura menos el de Manuel de Santa María.

Referencias: 1.El Sol, 28 de mayo de 1826. 2.El Sol, 22 de junio de 1826. 3.Isidro Vizcaya Canales. En los albores de la independencia: las Provincias Internas de Oriente durante la insurrección de Miguel Hidalgo y Costilla, 1810 - 1811. p 289.

Paraje de Santa Catarina.

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Capítulo II: Región

José Santiago de Villarreal

Serrano de Lampazos y José S. Anaya de San Pedro Boca de Leones, refrendó su compromiso a seguir como fieles vasallos del rey y a rechazar los papeles seductivos de los insurgentes tumultuarios. Cambiaría de parecer después del 26 de enero de 1811, cuando entraron a Monterrey las tropas insurgentes dirigidas por el teniente general José Mariano Jiménez.

José Santiago de Villarreal nació en el Valle de las Salinas, población de la que fue alcalde mayor desde 1784. En el Archivo Municipal de Monterrey se encuentran registrados varios pleitos derivados de su actuación como autoridad ante sus gobernados y vecinos. Según refiere el historiador Israel Cavazos, por esto le apodaban el “ Virrey chiquito”. Hacendado de grandes recursos económicos, formaba parte de la elite regional y bien relacionados con sus miembros más conspicuos. En 1789 se constituyó en fiador de Julián de Arrese, vecino de Monterrey, para que obtuviera el cargo de Administrador de la Renta de Tabaco, la fianza de 2,000 pesos aportada por Villarreal era de consideración para la época. En 1799 otorgó fianza a favor de Joaquín Barbosa, de San Mateo del Pilón por la misma cantidad para acceder al mismo puesto. Otro rasgo que denota su importancia en la región y la confianza de que era objeto, se advierte al convertirse en albacea testamentario de los bienes del obispo Primo Feliciano Marín de Porras.

Después de dejarse tomar como prisionero el gobernador Santa María, los insurgentes nombraron en su lugar a don Santiago de Villarreal, quien gobernó hasta el 2 de abril de 1811, fecha en que se formó una Junta Gobernadora reconocida por el virrey. Ésta junta cumplió con sus funciones hasta el 11 de marzo de 1813, cuando fue designado gobernador Ramón Díaz de Bustamante. Se puso a disposición del nuevo gobernador y en 1813 le comunicó haber contribuido con 500 pesos para sostenimiento de la guerra contra la insurgencia. El mismo año reunió al vecindario del Valle de las Salinas para tomar prevenciones contra los enemigos de “ la Religión, el Rey y la Patria” y evitar los destrozos y asesinatos cometidos por los “ bandidos insurgentes”.

El 18 de octubre de 1810, al igual que los subdelegados Lorenzo Molina de Pesquería Grande, José Francisco de la Peña de San Pedro, Manuel

En 1814 dio muestras de su adhesión al realismo cuando pidió instrucciones para el alistamiento de tropas solicitado por el virrey.

Fragmento de arquitectura norestense

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Monterrey después de Baján: la junta gubernativa y la fidelidad tlaxcalteca La percepción de que la participación del noreste en el movimiento emancipador iniciado por Hidalgo en 1810 fue de carácter marginal o incidental, puede ser comprensible entre los historiadores de la Ciudad de México o del Bajío, pero que algunos historiadores locales asuman esa visión reduciendo el papel de los reineros al incidente de Baján, difícilmente se puede aceptar. Por el contrario, las medidas preventivas y represivas de la oligarquía regiomontana ante los nuevos desafíos insurreccionales indican que la proclividad hacia la independencia era compartida por buena parte de la población del Nuevo Reino de León. Después de los hechos de Baján, y la renuncia del gobernador insurgente Santiago Villarreal, se constituyó en la localidad una Junta Gobernadora, propuesta por Francisco Antonio Farías, procurador del Ayuntamiento de Monterrey. Fueron nombrados para integrar dicho órgano Blas Gómez de Castro, Bernardo Ussel y Guimbarda, José Valera, Melchor Núñez de Esquivel y José Vivero. La Junta Gobernadora ejerció el mando político y militar, su principal objetivo era restablecer el orden alterado por la insurgencia y lograr la tranquilidad y el sosiego tanto de la capital como de toda la provincia reinera.

Ignacio López Rayón.

El bando publicado el 7 de abril de 1811 dejó muy en claro cómo lograría su objetivo: la población debía presentar a la Junta Gobernadora todas las armas y municiones de que dispusiera,

Félix María Callejas.

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Capítulo II: Región

La emboscada de Baján.

de no hacerlo se castigaría con una pena de un mes de cárcel. Se prohibían las injurias derivadas de la pueril rivalidad entre gachupines y criollos, los que incurrieran en esta falta recibirían cepo y cárcel; además se prohibían las juntas nocturnas.

los medios para defender la justa causa y preservar la tranquilidad de la provincia. Desde su creación, el principal objeto de la Junta Gobernadora era impedir en su jurisdicción territorial a toda persona de “extraña condición” que hubiera servido en el ejército de los insurgentes, de ahí la circulación de las órdenes concernientes a los vagos y mal entretenidos, pero el “fiel patriota” hacia saber que en algunos lugres no se cumplían

En congruencia con las anteriores disposiciones, “un fiel patriota” presentó a la Junta, posiblemente por encargo de la misma, un escrito donde proponía 53


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los requisitos prevenidos en la ley. Por esta razón, proponía que no se permitiera en la provincia la presencia de individuos sin licencia gubernamental para residir en este territorio.1

pero esto se hacía más difícil por la actitud de muchos europeos que imprudentemente hacían reproches no solamente a los antiguos partidarios de la insurgencia, sino también a los americanos que se habían mantenido neutrales, e incluso su animosidad se extendía hasta demeritar las acciones de Ignacio Elizondo y Antonio Cordero y Bustamante durante la contrarrevolución.

Una tarea esencial de la Junta era eliminar la antipatía existente entre criollos y peninsulares, relación que se había exacerbado con la revolución de independencia. Según el historiador José Eleuterio González, los criollos no hablaban más que de independencia y los españoles, por su parte, los Insultaban y amenazaban, en consecuencia el tema de la independencia conectado a “la pueril rivalidad” entre criollos y peninsulares constituían la causa de todos los males padecidos en el reino. En nombre de la paz y tranquilidad pública el gobierno pugnaba por olvidar el reciente conflicto,

Las autoridades lamentaban que los españoles, en lugar de contribuir al exterminio de “la pueril rivalidad”, hicieran lo contrario resultando tan nocivos con sus improperios como las sugestiones de los sediciosos.2 Un ejemplo en este sentido sucedió en la Villa de Lampazos, cuando el párroco del lugar, Manuel María Canales, informó a la Junta Gobernadora el 23 de abril de 1812,

Representación de las Casas Reales según Israel Cavazos.

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Capítulo II: Región

Plaza de Armas, principios del siglo XIX.

haber mantenido alejados a sus feligreses del partido de la insurrección desde los inicios de la revolución, pero también, de cómo ha disminuido su labor por la imprudencia de dos europeos residentes en la villa que no hacían otra cosa que proferir insultos a todos los vecinos calificándolos de irreligiosos, infames, traidores y ladrones, amenazándolos con ser castigados al pacificarse la provincia.3

legitimar la erección de la junta ante la falta de gobernador no se detenía en burdas exageraciones, tales como la de haber sido unánimemente aceptada y la de haberse presentado todos con gusto al servicio de la causa justa. Muy importante es la valoración que la Junta hace de la fidelidad de la población tlaxcalteca: “Para desempeñar tan ardua empresa no contaba la Junta en aquel día con otro pie de ejército que cinco escopetas no muy buenas, algunas libras de pólvora y veintitrés hombres de lanza de los naturales del fidelísimo pueblo de Guadalupe de Tlaxcala en jurisdicción de esta ciudad.” 4

A finales de 1811 se envió una representación al virrey dando cuenta de las razones que obligaron al Ayuntamiento regiomontano a la formación de una Junta Gobernadora, esto era muy importante, la nueva institución tenía que legitimarse para poder ejercer su autoridad, no bastaba la aceptación de sus gobernados, se necesitaba el reconocimiento virreinal. Los integrantes de la Junta recordaban que la provincia fue ocupada por indefensa y, aún así, siempre se mantuvo firme en sostener la justa causa, la tríada religión, patria y rey. Se vanagloriaban de haber aprovechado la confusión de la insurgencia propiciada por la captura y aprisionamiento de sus principales dirigentes, pero en su alegato de

A poca distancia de Monterrey, los insurgentes tenían 3,500 hombres y 22 cañones en Saltillo al mando de Ignacio López Rayón y en la Villa de Aguayo 800 hombres con siete cañones. No obstante estar la capital entre dos fuegos, ni las fuerzas del poniente ni las del oriente se decidieron a tomar la ciudad, porque de acuerdo a la explicación de la Junta, los insurgentes creyeron que la ciudad estaba preparada para un ataque. Esta turbación de los rebeldes fue aprovechada por las autoridades regias para recoger armas, 55


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organizar compañías, pedir auxilio a Coahuila, informar al virrey y al brigadier Félix María Calleja, todo esto con el propósito de desmentir lo que informaron algunos periódicos de que Monterrey había sido atacada por los insurgentes y, sobre todo, para afirmar que la libertad de esta ciudad se logró con recursos propios, sin auxilio alguno, “para honra de esta provincia y desmentir todo concepto siniestro en que halla dado lugar la malignidad de los contrarios”.

No se podía culpar a la nación española por el proceder de algunos malos funcionarios, peor sería el trastorno de las leyes lo que inevitablemente conduciría a la sumisión de alguna potencia extranjera. La extensa proclama pasa de la arenga a la justificación de las acciones y procedimientos de la Junta Gobernadora. Después de sacudir “el infame yugo” de los insurgentes y ser expulsados de la provincia: “No había otro medio más seguro para conseguir unos objetos tan dignos de nuestro patriotismo que el establecimiento de una Junta de Gobierno que supliere la falta del jefe destinado por el soberano para esta empresa. Instalándose ésta y desde aquel feliz momento ha trabajado ininterrumpidamente en restituir la paz y seguridad de la Provincia con la observancia de las leyes, en el buscar con el mayor empeño los auxilios y medios de defensa para en caso de un nuevo ataque de los enemigos: en levantar y armar tropas para el mismo efecto, en preparar y contar víveres y municiones; en ocupar aquellos puntos mal dispuestos dejando a la capital una fuerza respetable para acudir a donde la ocasión lo requiera”.6

Como toda expresión de poder, la Junta Gobernadora enfrentó cuestionamientos a su desempeño, para los exaltados su papel era demasiado moderado mientras que para los conciliadores les parecían excesivas sus medidas, en respuesta la Junta dirigió una proclama a los habitantes de la Provincia el 16 de junio de 1811. En esta proclama alertaba sobre cuatro bachilleres, no menciona sus nombres, dedicados a entrometerse en conversaciones “biliosas” en torno a equivocadas noticias sobre el “infame partido de la insurrección” y a ignorar los perjuicios originados por los insurgentes. Los autores de la proclama, don Francisco Bruno Barrera, don José Blas Gómez de Castro y don Melchor Nuñez de Esquivel se sorprendían de que haya entre los reineros simpatizantes del “horroroso sistema” inventado para la destrucción de la religión, el trono y el orden social. Estas ideas, continúan, si en un principio deslumbraron a la población, era deber de todo cristiano acreditar con sincero arrepentimiento el odio a los rebeldes que no eran más que una chusma de bandidos dirigidas por los hombres más perversos y viciosos de América.5

La junta hizo público su reconocimiento a los tlaxcaltecas por la fidelidad y patriotismo demostrados durante la insurrección al mantener su posición inalterable en defensa del rey, conducta muy distinta a la observada por los ayaguas y los garzas que sí se sumaron a la causa de los insurgentes, poniéndose a las órdenes de Jiménez. Asimismo, parece ser que los tlaxcaltecas fueron determinantes en la instalación de la Junta Gobernadora, lo que no es de sorprender en 56


Capítulo II: Región

vista de los privilegios concedidos por la corona desde los tiempos de la Conquista. Definitivamente la Junta Gobernadora encarnaba los intereses de la elite reinero, su regocijo por el desenlace del drama de Baján llega al paroxismo cuando se enorgullece de uno de sus miembros, Ignacio Elizondo: “el héroe valeroso que apagó en media hora el incendió devorador que había siete meses devastado por todas partes la Nueva España, ¡oh, Elizondo, tú serás para los futuros tiempos la honra y resplandor de tu patria, la admiración de la América y el asombro de todo el mundo!”.7

de la Ciudad de México, al menos en el plano discursivo porque nunca desatendió sus responsabilidades con la élite reinera en los asuntos que más le concernían, los económicos y cotidianos de la provincia. Notas: 1. Archivo General del Estado de Nuevo León (AGENL). Correspondencia de Alcaldes, Lampazos, 19 de octubre de 1811, Caja 1. 2. González, José Eleuterio. Colección de noticias y documentos, p.531. 3. Ibíd. p.539

El Nuevo Reino de León fue gobernado por la Junta Gubernativa desde el primero de abril de 1811 hasta el 11 de marzo de 1813 cuando entregó el poder a don Pedro Manuel de Llano, quien fungió como gobernador, para después entregar el mando a Fernando de Uribe, alcalde mayor de Monterrey. Durante todo este tiempo la Junta Gobernadora desempeñó sus funciones con celo y eficacia, siempre de conformidad con los designios de la metrópoli española o

4. AGENL. Representación dirigida al virrey por las Junta Gobernadora en diciembre de 1811, Corespondencia de Alcaldes, Lampazos, Caja 1. 5. Ibídem. 6. Ibídem. 7. Ibidem.

El Obispado.

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Bernardo Gutiérrez de Lara Alfonso Reyes destacó del historiador José Eleuterio González “su tratamiento de la historia local como un capítulo digno y coherente de la historia patria”. La cita es del todo oportuna en lo que respecta a la revolución de Independencia desatada en el Bajío por Miguel Hidalgo e Ignacio Allende. La irrupción del alud revolucionario a las Provincias Internas de Oriente en diciembre de 1810 y su declinación en marzo de 1811 con la debacle de Baján insertan a los habitantes del noreste novohispano en el escenario nacional y, en cierta manera, en el contexto internacional. La azarosa vida de los hermanos Gutiérrez de Lara encarna muy bien esta dualidad de los acontecimientos, mientras Bernardo es un hombre de acción que se desenvuelve a escala continental, su hermano José Antonio es un letrado circunscrito al ámbito regional. Los hermanos Gutiérrez de Lara prefiguran para los años inmediatos otra aventura insurgente igualmente formada por filibusteros, pero más conocida en la historia nacional, la expedición libertaria del célebre padre Mier y el romántico liberal Francisco Javier Mina. Bernardo Gutiérrez de Lara es ante todo un hombre cosmopolita, el cumplimiento de su misión lo conduce a tratar con políticos y estadistas de diferentes nacionalidades: norteamericanos como el presidente James Monroe, los gobernadores James Wilkinson, W.C.C. Clairborne; el agente cubano José María Álvarez Toledo; el presidente haitiano Alexander Petiòn; y franceses asentados en Nueva Orleans como el general Jean Humbert.

Bernardo Gutiérrez de Lara.

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Capítulo II: Región

El internacionalismo de Gutiérrez de Lara deja entrever no sólo al primer diplomático de una nación todavía embrionaria, también los esfuerzos desesperados de la Corona española por acotar el expansionismo norteamericano que ya desde fines del siglo XVIII había puesto sus miras en el territorio más septentrional y extenso de las Provincias Internas de Oriente.

Bajío por Hidalgo y Allende. Se organizó una Junta de Gobierno y se procedió al encarcelamiento de los españoles peninsulares y al embargo de sus bienes. Casas fue elegido gobernador interino, puesto que le fue confirmado por el general Mariano Jiménez. El régimen de Casas se caracterizó por sus excesos y despóticas decisiones, haciéndolo insoportable al vecindario de Bexâr, esto originó que un grupo de vecinos encabezados por el cura Juan Manuel Zambrano lo depusieran el primero de marzo. Se constituyó una Junta de Gobierno realista con los principales

El mes de enero de 1811 el capitán Juan Bautista Casas se pronunció en Bexâr a favor del movimiento de independencia iniciado en el

Camino a tierra adentro.

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vecinos de San Antonio proclamando su adhesión al rey y a la religión católica.

buenas relaciones en Nueva Orleans, lo que significaba la posibilidad de adquirir hombres, armas y municiones para la continuación de la guerra. Estas razones eran suficientes para tener en él un buen sustituto del licenciado Aldama. La representación oficial de Bernardo Gutiérrez de Lara quedó sin efecto a los pocos días como resultado de la aprehensión de los caudillos revolucionarios en las norias de Baján, el 21 de marzo de 1811.2

En el golpe realizado por Zambrano y sus seguidores resultaron presos los agentes de la insurrección enviados a los Estados Unidos como representantes diplomáticos, el licenciado Ignacio Aldama y el cura Juan Salazar. Mientras esto sucedía en la provincia de Texas, Bernardo Gutiérrez de Lara y sus hermanos José Antonio y Enrique salían de la hacienda San Pedro el 14 de marzo de 1811 rumbo a la hacienda Santa María, ubicada en las cercanías de Saltillo, para entrevistarse y ofrecer sus servicios a los dirigentes de la insurrección.1 El 17 de marzo los hermanos Gutiérrez de Lara se presentaron con Hidalgo y Allende, quienes ya tenían conocimiento del aprisionamiento de sus emisarios y nombraron a Bernardo Gutiérrez de Lara ministro plenipotenciario ante los Estados Unidos y le otorgaron el grado de teniente coronel.

La captura de los líderes insurgentes no le impidió a Bernardo Gutiérrez de Lara continuar con su cometido, acompañado de 14 personas emprendió un viaje por tierra de mil cuatrocientas leguas hasta la capital estadounidense, atravesó los estados de Texas, Luisiana, Arkansas, Tennessee y Kentucky. Una travesía de cuatro meses y medio en que sufrió una serie de calamidades producto de una geografía dilatada e inhóspita plagada de indios salvajes, montañas, pantanos y caminos intransitables.

¿Quién era Bernardo Gutiérrez de Lara? Un contemporáneo lo describe como un hombre de cerca de 40 años de edad, estatura regular, atlética, de ingenio sagaz y carácter ardiente. Era originario de Revilla, población fronteriza del Nuevo Santander, además de ser un próspero comerciante, su familia poseía grandes extensiones de terreno en la región, eran propietarios de la hacienda San Pedro (Zuazua), comprada por los Gutiérrez de Lara a la familia Treviño. El fronterizo produjo grata impresión en los dirigentes de la insurgencia no sólo por su entusiasta adhesión a la causa libertaria, también mantenía

Su descomunal esfuerzo no dio los resultados esperados, no fue recibido como esperaba, su nombramiento de embajador había quedado invalidado por la captura de los insurgentes, además de las extremadas demandas territoriales del gobierno norteamericano a cambio de su ayuda. Se regresó con una carta de recomendación del Departamento de Estado para el gobernador de Luisiana, W.C.C. Clairborne y se estableció en Nueva Orleans. Lo que no obtuvo por la negociación pública lo alcanzaría por la negociación privada. Clairborne 60


Capítulo II: Región

lo ayudó a organizar una expedición contra los españoles en Texas y le presentó a un agente de James Monroe, William Shaler, que se convirtió en consejero de Gutiérrez de Lara. En la misma ciudad también entabló relación con el general James Wilkinson y uno de sus subalternos, el teniente William Magee. 3 Rápidamente organizaron un cuerpo expedicionario de 500 hombres, la mayoría norteamericanos, con algunos franceses y españoles. Formaban la oficialidad de esta tropa los norteamericanos Kemper, Lockett, Perry y Ross. En su avance a Nacogdoches incrementó el número de sus hombres con indios coxates y cazadores de la región, llegando a 700 el número de efectivos. En dirección a Bexâr, después de cruzar el río Colorado llegó a la Bahía del Espíritu Santo en los primeros días de noviembre de 1812. Este punto era importante por estar fortificado y resguardado por una compañía presidial, los insurgentes llegaron sorpresivamente, logrando ocuparlo sin resistencia por la huida de algunos soldados presidiales y los que se quedaron se incorporaron a la insurgencia.

en busca de reses y maíz provocándose enfrentamientos con las consecuentes pérdidas de hombres para los dos bandos. El invierno hacía más difícil la situación, no sólo para los fortificados, también para los realistas por las condiciones penosas de su campamento. El jefe realista no tuvo más remedio que emprender el asalto de la fortificación, pero los defensores ondearon una bandera blanca para parlamentar. No se llegó a ningún acuerdo sobre las condiciones de la rendición y se emprendió el asalto para ser rechazado, ocasionando graves pérdidas para Salcedo. Los realistas decidieron retirarse, pero fueron alcanzados por las fuerzas multinacionales y tejanas, Salcedo, Herrera y doce oficiales se rindieron a discreción y se entregaron a Gutiérrez de Lara con la promesa de que se respetarían sus vidas; sobre esta victoria escribió con jactancia: “Tuve la gloria de ver humillado a mis pies todo el Despotismo y arrogancia europea, pues ambos gobernadores salieron personalmente hasta mi campo a rendirme como me rindieron las armas: y subiéndome hasta los cielos con los títulos mas halagüeños, pomposos y honoríficos, postrados de rodillas imploraron de mi el perdón, la piedad y la gracia de la vida”.4

Mientras tanto, las fuerzas realistas, al mando de Manuel Salcedo y Simón de Herrera con 2,000 hombres se dirigieron a su encuentro y llegaron a la Bahía del Espíritu Santo el 7 de noviembre. Al cabo de ocho días los realistas decidieron atacar el fuerte, pero resultaba inútil oponerse a los insurgentes, fueron rechazados por los defensores ocasionándoles muertos y heridos. Para evitar más pérdidas humanas, Manuel de Salcedo optó por bloquear la bahía sabiendo que pronto se agotarían las provisiones de los sitiados, lo que en efecto sucedió, salieron

El primero de abril, Gutiérrez de Lara hizo su entrada triunfal a Béjar y el día 5 estableció una junta de trece personas que lo nombró generalísimo y gobernador de la provincia de Texas. El primer acto de gobierno de la junta consistió en la formación de un consejo de 61


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guerra destinado a juzgar a Salcedo, Herrera y los oficiales españoles, los que después de ser apresados fueron tratados como malhechores. El consejo de guerra estaba viciado en su composición, el fiscal y la mayoría de los vocales eran enemigos personales de Herrera y Salcedo. Como era de esperarse, el jurado los sentenció a muerte, veredicto que propició el desacuerdo de los norteamericanos y extranjeros de las tropas, por considerar el castigo excesivo y cruel. Los inconformes fueron tranquilizados con el engaño de que los prisioneros iban a ser repatriados a España.

Vaquero de la época.

la presencia de una fuerza de mil hombres al mundo de Ignacio Elizondo.

Con una escolta de sesenta hombres los sacó de la población llevándolos a un arroyo cercano donde fueron degollados, a excepción de Salcedo que suplicó le permutaran este tipo de muerte por la de fusilamiento. La ejecución de los realistas difícilmente podía mantenerse oculta a los norteamericanos, éstos, además de la indignación, se sintieron burlados por Gutiérrez de Lara. Kemper y varios oficiales le reprocharon el poco respeto al derecho de guerra. El caudillo insurgente justificó su conducta alegando el mal trato que en las mismas circunstancias habían recibido sus amigos y parientes por parte de los españoles.

Los norteamericanos y demás extranjeros estaban prestos a combatir a los realistas, en contraste con la pasividad de los novohispanos. Al mismo tiempo Ross recibía informes de su amante, una residente de Béjar, alertándolo de que las tropas novohispanas de la ciudad habían acordado unirse con Elizondo para enfrentar a los extranjeros y matarlos a todos. Alarmado, Ross convocó a sus soldados para preparar la retirada, pero fue en vano, sus hombres lo ignoraron. Ross decidió irse de la población y quedó en el mando el oficial Perry, éste rechazó el ofrecimiento de Elizondo consistente en permitir la retirada de sus fuerzas con la condición de entregarle a Gutiérrez de Lara y los novohispanos responsables de la muerte de Salcedo, Herrera y los oficiales españoles ejecutados.5

Con la retirada del coronel Kemper y sus hombres las fuerzas de Gutiérrez de Lara quedaron muy reducidas, esto los obligó a mantenerse estacionados en Béjar. La inactividad de las tropas originó actos de indisciplina y fricciones entre los extranjeros mandados por Ross y los novohispanos, para empeorar la situación empezó la escasez de víveres y la noticia recibida de 62


Capítulo II: Región

El 6 de abril de 1813, Bernardo Gutiérrez de Lara dirigió una comunicación con Bartolo Pérez a Ignacio Elizondo, planteando al jefe realista detener el derramamiento de sangre entre compatriotas, dada la inexistencia del rey y por las claras muestras de su íntegro y decidido patriotismo, lo exhortaba a unirse a la insurgencia para la pronta aprehensión de los enemigos de la causa y la incautación de sus caudales para el sostenimiento del ejército insurgente. Lo trata de intimidar cuando dice recibir noticias favorables de sus amigos en los EE.UU. por la próxima llegada de 3,000 hombres en espera de cruzar el río Sabinas y la llegada por Matagorda de tres barcos con armas, víveres y personas. La causa insurgente se vería enormemente beneficiada con la adhesión de Elizondo, y así podría borrar su acción en Baján, misma que, según Gutiérrez de Lara, fue inducida no por su iniciativa sino por los tiranos opresores de los americanos.

bien informado y rebate todas las exageraciones o mentiras de Gutiérrez de Lara; pues sabe que no venía ningún auxilio de Norteamérica, le reprocha y con razón que sus victorias han sido producto de la entrega de los traidores, y no de su capacidad militar; en cuanto al patriotismo, Elizondo no podía defeccionar hacia la insurgencia, pues estaba convencido de pelear en esta guerra por su religión, su rey y su patria. Pero la carta deja traslucir un aspecto de mucha relevancia sobre los orígenes de la revolución de la independencia: el de la soberanía. Elizondo tenía muy claro que aun cuando el rey muriese en cautiverio, quedaban muchos herederos de la corona y a falta de éstos quedaban los diputados provinciales, reducto de la soberanía de la nación española y de la legalidad del gobierno, esto tenía mucho de cierto, él mismo destaca cómo las diputaciones a las cortes generales habían hecho iguales a gachupines y criollos, así como de la i n d i visibilidad de la nación española, esto es, el conjunto firmado por la península ibérica y los territorios americanos. En este orden de ideas las acciones de Elizondo no obedecen solamente a su beneficio personal, erán, además de ser compartidos por las élites regionales, completamente legítimas y congruentes con el marco de la legalidad imperante. Contradictorio y confuso, como toda conducta humana, es el cierre de la misiva enviada a Gutiérrez de Lara:

“Quede usted seguro de mi buen afecto hacia su persona ofreciéndome ser de usted un fiel hermano y no un jefe, y que estoy enteramente decidido a promover el bien de nuestra patria y el de usted en particular por todos los medios que estén a mis alcances, como un verdadero patriota y amigo de usted que lo ama y atento su mano besa”.6 Pero ni el patriotismo criollo invocado ni el tono seductivo o amenazante de su carta lograron convencer a Elizondo, éste se mantuvo firme en su lealtad al bando realista. El 16 de abril le responde motejándolo de protestante, homicida y traidor a su patria. Elizondo estaba

“…estoy resuelto a que si en los infiernos te metes que será tu último refugio, sacarte de las greñas, sal con tu ejército de bandidos al campo 63


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de batalla y sabrás que si cortan las espadas de Coahuila y Chihuahua, y si tu cobardía no te dejara salir yo te sacaré y sabrás al hombre que has ofendido con tu carta embustera y seductiva; no obstante por lo que tengo de católico me compadezco de tu triste situación y te deseo la solución y que el Señor de los ejércitos te libre del infierno que tienes merecido por tus criminales excesos”.7

insurgentes fronterizos y nombró general de todas las tropas realistas de las Provincias Internas de Oriente al brigadier Joaquín de Arredondo, el 28 de abril de 1813, quien acabaría con la efímera independencia de Texas y su reinserción al imperio español, con la contundente derrota infligida a las fuerzas insurgentes de Toledo en los márgenes del río Medina el 18 de agosto de 1813.

Después del infructuoso intercambio epistolar, las fuerzas de Gutiérrez de Lara se dispusieron a ir al encuentro de los realistas la noche del 17 de abril y al día siguiente la suerte les favoreció al atacar las tropas de Elizondo mientras celebraban una misa, este descuido del jefe realista significó su completa derrota. Pero alzarse con la victoria militar sobre los realistas no era suficiente, debe tenerse presente la heterogeneidad nacional de las fuerzas insurgentes y el hecho innegable de que la expedición hacia Texas se había organizado desde suelo norteamericano, entonces era indispensable contar con el beneplácito del gobierno de Estados Unidos. Estaba pendiente el incidente de los oficiales degollados, acto que propició no sólo la deserción de los norteamericanos de su ejército, sino también la descalificación del gobierno yanqui al liderazgo de Gutiérrez de Lara, las consecuencias fueron su destitución y relevo por uno de sus colaboradores, José María Álvarez Toledo, éste logró atraer y reintegrar a sus fuerzas al coronel Kemper y sus soldados norteamericanos.

Después de la derrota de las fuerzas insurgentes, Bernardo Gutiérrez de Lara huyó a Nueva Orleans y en asociación con el general napoleónico Jean Humbert intentaron organizar una nueva expedición contra las Provincias Internas de Oriente, Se sabe que para mayo de 1814 ya había en Nueva Orleans un cuerpo expedicionario denominado Ejercito Republicano Mexicano del Norte del que Humbert era general en jefe, así como una junta de gobierno cuyo presidente era Gutiérrez de Lara. Ante esto el ministro plenipotenciario de España ante los Estados Unidos, Luis de Onís, elevaba sus quejas al gobierno norteamericano por su falta de cooperación pues seguía con su plan de apoderarse de La Florida y de apoyar a la insurgencia novohispana. Los reclamos del ministro español se justificaban y confirmaban cuando Bernardo Gutiérrez de Lara le escribía a su hermano José Antonio confiándole la seguridad de que los Estados Unidos apoyarían todo intento americano por sacudirse la tutela de cualquier gobierno europeo. La alianza se debería hacer, pero con reserva, tomando las precauciones necesarias en vista del evidente interés del gobierno y pueblo norteamericano por las riquezas de México.8

Ante los progresos de la insurgencia en Texas, el virrey concedió mayor importancia a los 64


Capítulo II: Región

Representación del Padre de la Patria.

En marzo de 1815 Onís informaba que Gutiérrez de Lara planeaba la toma de Tampico para apoderarse de los caudales que llegaban al puerto. Para ejecutar su plan contaba con la colaboración de Humbert y los piratas de Barataria, conjunto de islas próximas a Nueva Orleans.9

algunas, sino para la seguridad de su interior de su territorio. Vuestra solicitud no puede de tal manera de ser atendida por mí. Haré suministrar a don Girard, como lo solicitáis, los alimentos de que haya necesidad para su regreso. Tengo el honor de saludaros. Petiòn”.10 La realidad es que los insurgentes nunca recibieron apoyo oficial de ningún gobierno extranjero, ni del gobierno norteamericano, se advierte un optimismo desorbitado y cierto candor de los dirigentes del movimiento de independencia en la creencia de que los Estados Unidos les brindarían el reconocimiento diplomático de una forma inmediata, es difícil concebir a Gutiérrez de Lara como embajador, ya que no sabía hablar inglés y su predecesor diplomático, el guatemalteco Pascasio Ortiz de Letona, nombrado por Hidalgo y Allende, desconocía el país que representaba y fue aprehendido por los realistas mientras se dirigía al puerto de Veracruz. Otros emisarios insurgentes, como Tadeo Ortiz, José Manuel Herrera y Juan Pablo Anaya, no corrieron mejor suerte, también fueron desdeñados o tratados con indiferencia por los políticos norteamericanos.

Los insurgentes buscaron respaldo internacional para su causa no sólo en los Estados Unidos, también lo hicieron ante el gobierno de Haití. Bernardo Gutiérrez de Lara dirigió desde la ciudad de Nueva Orleans una carta con Pedro Girard el 22 de julio, solicitando apoyo para la recuperación de la provincia de Texas en nombre del gobierno de México. La respuesta obtenida a su petición fue más desalentadora que la del gobierno norteamericano, Alexandre Petiòn, presidente de Haití, le respondió lo siguiente: “… La República que tengo el honor de presidir se considera en paz con todas las naciones, y habiendo en consecuencia, adoptado un sistema de perfecta neutralidad, no puede hacer ningún armamento ni expediciones 65


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Notas:

Caso, originario del Nuevo Reino de León. Isidro Vizcaya Canales. En los albores de la independencia. Las provincias internas de Oriente durante la insurrección de don Miguel Hidalgo y Costilla.1810 – 1811. p 218.Archivo General del Estado de Nuevo León. Monterrey. 2003.

1. Carlos Leal Velasco. Hacienda de San Pedro, Zuazua, Nuevo León, En Origen y evolución de la hacienda en México: siglos XVI al XX. María Teresa Joaquín. Colegio Mexiquense. 1989. 2. Vicente Filisola. Memorias para la historia de la guerra de Tejas. p 48.Editora Nacional S.A. México. 1952

6. Juan E. Hernández y Dávalos. Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de 1808 a 1821. tomo v. p. 2. Coordinación Alfredo Ávila Virginia Guedea UNAM. México. 2008.

3. Historiadores mexicanos como Carlos Sánchez Navarro, Alberto María Carreño, Vito Alessio Robles e Isidro Vizcaya coinciden en desvalorizar la figura de Bernardo Gutiérrez de Lara al definirlo como una figura nominal, señalando a Augustus William Magee como el verdadero jefe de la expedición filibustera. En cambio, los historiadores norteamericanos describen a algunos de los socios de Gutiérrez de Lara en términos nada favorables, así Samuel Kemper era un filibustero dueño de una taberna emproblemado con las autoridades españolas, Magee, un resentido del ejército norteamericano; y el general James Wilkinson, corrupto, traidor de su país y agente pagado por la Corona española.

7. Ibid. p. 3- 4 8. Juan Ramón de Andrés Martín. La reacción realista ante las conspiraciones insurgentes en las fronteras y costas de Texas. Primeros antecedentes de la invasión de Javier Mina en 1817.Signos Históricos. Núm. 18. Julio – diciembre, 2007, p. 16. 9. Algunas costas e islas del Golfo de México y del Mar Caribe constituyeron durante el período de la guerra de independencia una zona propicia para las actividades corsarias. Se da una identificación de los filibusteros, contrabandistas y corsarios con los rebeldes insurgentes por diversas razones pero principalmente por el afán de enriquecimiento personal y el incremento de sus actividades en el sureste de los Estados Unidos , todo esto propiciado por la indefinición de las fronteras políticas, motivo de acres disputas entre el imperio español y la república norteamericana. Véase Johana Van Grafenstein Gareis. Patriotas y piratas en un territorio en disputa. 1810 – 1819. Theorethikus. Año III, número 1, enero – marzo. Universidad Francisco Gavidia. San Salvador, El Salvador. 2 000. P.17

4. Bernardo Gutiérrez de Lara, Breve apología que el Coronel Don José Bernardo Gutiérrez de Lara hace de las imposturas calumniosas que se le articulan en un folleto…. p 15 Imprenta de Don Pedro González, Monterrey, 1827 5. Además de Manuel Salcedo y Simón de Herrera, los oficiales ejecutados fueron su hermano Gerónimo, Juan Ignacio Arrambide, Francisco Pereyra, Gregorio Amador, Juan de Echavarría, José Goseascochea, José Mateos y el soldado Antonio López. Los oficiales criollos eran Bernardino Montero, Miguel de Arcos y sus hijos Francisco y Luis, todos ellos nacidos en el Nuevo Santander; y Juan

10. Citado por Genaro Estrada. Obras Completas Vol.2 Siglo XXI México. 1988. p 108. 66


Capítulo II: Región

El cabildo de Monterrey y el abasto de alimentos durante la Independencia I. El maíz Una de las principales obligaciones de los ayuntamientos durante el virreinato era la de garantizar la provisión de alimentos a los pobladores de las ciudades. El Ayuntamiento regiomontano no fue la excepción, se tomaba muy en serio su responsabilidad de que los productos alimenticios de primera necesidad estuvieran disponibles para la población, además de establecer una serie de regulaciones en materia de calidad y precios. Este marco regulatorio funcionaba casi siempre a favor del público consumidor, de todos los alimentos, el maíz y la carne fresca de res y carnero no podían faltar en la mesa regiomontana. En junio de 1809 el síndico procurador del Ayuntamiento de Monterrey presentó las quejas de los pobres por la escasez de maíz y su conocimiento de que había suficiente grano en poder de algunos labradores. Se hizo una visita de reconocimiento por las trojes existentes en la ciudad, para venderlo al precio fijado por el síndico procurador.1 A principios del año siguiente, el gobernador interino Simón Herrera y Leyva propuso atender y socorrer a los pobres de Monterrey por la calamidad que representan las cortas cosechas de maíz con un préstamo del Fondo de Propios por la cantidad de 916 pesos cuatro reales para la compra del cereal.2 Existían medidas regulatorias hacia los labradores para garantizar el suministro de cereal a la provincia, al igual que en las provincias vecinas. El 31

Alimentos del mexicano.

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de enero de 1810, el subdelegado del Real de Borbón y el cura de la parroquia José Miguel Ramos Arizpe dirigieron un escrito al gobernador Santa María explicando por la falta de labores de riego perpetuo en el valle toda la agricultura es de temporal y se encuentra sin semillas para subsistir. Se acordó con los vecinos pudientes la creación de un fondo o pósito para recibir en préstamo determinado número de fanegas de maíz. La adquisición de los granos se haría en los lugares inmediatos por las ventajas económicas de reducir los fletes. Se resolvió hacer la compra en Linares y solicitar al gobernador Santa María permitir la extracción de maíces.3

(General Terán), le urgía su venta fuera de la provincia para el pago de sus deudas. El gobernador Santa María le hizo saber los informes recibidos sobre la escasez de maíz en la provincia y la consecuente amenaza del hambre. Antes de tomar una decisión al respecto turnó el caso al subdelegado del Valle de la Mota, Domingo Narciso de Allende: “Digo que la cantidad que se solicita por la parte quedan los principales cosecheros de este valle con el maíz suficiente para el abasto de mi vecindario, y aún para extraer con licencia de S.S. mayores cantidades y más en las circunstancias actuales pues van los sembrados superiores y por regulación que se ha hecho por los pintos de tres mil seiscientas diez fanegas de maíz que participo a su señoría para su inteligencia.”6

A un mes de que estallara la rebelión del Bajío, se padeció escasez de maíz en las poblaciones de la provincia del Nuevo Reino de León y en la Villa de Saltillo. El gobernador prohibió la extracción de maíz blanco y pinto a los subdelegados hasta no socorrer a los pueblos para protegerlos del hambre e igualmente ayudar a los vecinos de Saltillo porque en circunstancias similares habían brindado auxilio a los reineros.4

El mismo día, el síndico procurador de Cadereyta le notificó al gobernador el sobrante de granos entre los cosecheros de su jurisdicción y el riesgo de pérdida por el impedimento de venderlo fuera de la provincia a personas que lo solicitan.7 El 11 de septiembre, el subdelegado de Lampazos, Juan Ignacio Ramón, hacía conocer a Santa María la situación de su jurisdicción. La sequía había causado estragos en los sembradíos de maíz pinto y sobre la cosecha de maíz blanco tardío se esperaba una producción de 1,500 fanegas de maíz y 200 de frijol, cantidad insuficiente para el consumo de los pobladores de Lampazos, habría la necesidad de traer el maíz de otras partes.

El 2 de septiembre cinco labradores de Río Blanco (Aramberri) informaban tener excedente de maíz pinto temprano y su deseo de venderlo en Real de Catorce para cubrir los créditos con que fueron habilitados. Pedían la intervención del subdelegado del lugar en vista de que había otros agricultores que sin necesidad de estar obligados por la prohibición estaban resignados a venderlo en Río Blanco y así garantizar el abasto de la población.5 El día 12 del mismo mes el presbítero Juan Bautista Cantú pidió permiso al gobernador para extraer 250 fanegas de maíz cosechado en el Valle de la Mota

Paradójica situación del Nuevo Reino de León, mientras en algunos lugares el excedente constituía una complicación por estar imposibilitados legalmente para venderlo fuera de la provincia, 68


Capítulo II: Región

Representación gráfica de la Plaza de Armas.

en otros había auténtica necesidad de los cereales y su acceso lo dificultaba la geografía de la región.8

autoridades municipales reconocían la necesidad de la libre circulación comercial de los alimentos de primera necesidad, no podía admitirse tanto rigor para la venta de carnes. Por lo mismo, se cuidaba de que la ordenanza no impidiera la libre matanza de ganado de pelo durante los meses de diciembre, enero y febrero por dos razones: la primera, por la importancia que tenía para la provincia el tráfico comercial del ganado cabrío y la segunda, porque la matanza de chivos y cabras beneficiaba principalmente a las familias más pobres, al permitirles el consumo de carne a precios más accesibles.

Para contextualizar esta información sólo se recordará que la mayor parte de las revoluciones son precedidas por la escasez de alimentos o algún desastre natural. De 1722 a 1811 se sucedieron en el país diez crisis alimentarias que trajeron hambrunas a los grupos miserables que sin el oportuno auxilio del clero hubieran desembocado en motines o rebeliones.9 II. La carne Al igual que en otras ciudades novohispanas, el ayuntamiento subastaba el abasto de carnes a la ciudad de Monterrey. Aunque dicho suministro funcionaba como estanco, las

En la convocatoria municipal se admitían posturas de carne de res o de carnero por separado. A ningún particular se le permitía matar animales, sólo podían hacerlo los reputados como criadores 69


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conforme a las ordenanzas de la Mesta. Para ser reconocido como criador no era suficiente con tener determinado número de cabezas de ganado vacuno, cabrío o lanar, se requería la propiedad de tierras y agostaderos. El introductor que ganaba que la contratación recibía el nombre de “obligado”, porque en el contrato adquiría la obligación de proveer de carne de res y carnero a la ciudad en un periodo anual, obligación a la que no podía renunciar durante el tiempo acordado.

carnes de esta ciudad comparezca abonando el informe, y se le admitirá la que hiciere”. La primera y única comparecencia fue la del anterior abastecedor, Tomás Gutiérrez, el 14 de diciembre hizo nueva postura para el abasto de carnes a la ciudad bajo las mismas condiciones en que lo venía haciendo desde el año anterior. El gobernador aceptó la postura del referido Tomás Gutiérrez y el 3 de enero se fijaron los rótulos para conocimiento del público y días después inició el nuevo contrato para el abasto de carnes de la ciudad.

El 25 de octubre de 1809, José Tomás Gutierrez, de la Villa de Marín, y José Antonio de la Mota, de San Fernando, dirigieron un escrito a las autoridades en el que afirmaban tener los recursos para sostener durante un año el abasto de carnes a la ciudad con un precio de seis libras de carne de res por un real, la que fue aceptada por el gobernador interino Pedro de Herrera. Para conocimiento de toda la población los pregones se hacían durante treinta días por un pregonero de oficio, además de fijar rótulos en las esquinas de costumbre. Los pregones se repitieron durante treinta días y no comparecieron más personas que que los ya mencionados Antonio de la Mota y Tomás Gutiérrez, los que obtuvieron el contrato.

La llegada de la insurgencia impidió que Tomás Gutiérrez se desempeñará como obligado del abasto de carnes, pero con el restablecimiento de las autoridades realistas volvió a presentar postura para el abasto. El 16 de agosto de 1811 se presentó de nuevo ante la Junta Gubernativa para señalar que anteriormente había hecho postura para el abasto ante el alcalde José Antonio de la Garza y Guerra y el entonces gobernador Manuel Santa María. El abasto de carnes se le había rematado a su favor, pero debido a las funestas consecuencias de la insurrección, se habían suspendido todos los negocios, incluido el comercio de carnes. Pidió a la Junta Gubernativa le restituyeran el abasto de carnes bajo las nuevas condiciones y se comprometió a satisfacer las necesidades de la población con los precios siguientes:

En los primeros días de diciembre de 1810, el alcalde de la ciudad, José Antonio de la Garza y Guerra, anunció una convocatoria para la celebración de nuevo contrato para el abasto de carnes en los términos acostumbrados. El pregón al abasto de carne de la ciudad corrió por voz de Pablo Villarreal, se dirigió la gente “a son de caja con altas e inteligibles voces: quien quisiera hacer posturas al abasto de

* Tres libras de carne de novillo, vaca o toro por medio real. * Los cueros de novillo y toro a un peso y los de vaca a seis reales. 70


Capítulo II: Región

* Las cabezas a un real y medio y las asaduras a un real. * Trece onzas de carnero a medio real, los cueros a dos reales y las asaduras y cabeza a medio real.

en fiadores del “obligado”, José Eustaquio Martínez, vecino de Marín, y Jacinto de la Garza, vecino de Cerralvo. El contrato celebrado con los abastecedores no impedía a los que tenían ganado propio matar para su consumo, sin embargo, en septiembre de 1812 el obligado Tomás Gutiérrez se presentó ante la Junta Gubernativa para quejarse de Jesús Barrera, Bernardino Quiroz y Cayetano Valdés, vecinos de la ciudad, que habían establecido un comercio para venta pública de chivo y carnero en su perjuicio, las ventas habían disminuido por culpa de estos “matanceros regatones”. En la venta de carnes daban porciones de carne mayores a las ofrecidas por el abasto porque compraban los chivos a precios ínfimos.

Por su parte las autoridades se comprometieron a garantizar el resguardo y seguridad del abasto mediante la observancia de algunas restricciones como la prohibición de extraer reses del Nuevo Reino de León hacia otras provincias y la de impedir que cualquier persona matara animales dentro de la ciudad, excepción hecha de los que tenían ganado propio, quienes podían matar con la salvedad que fuera para su consumo. Al término de los treinta pregones le fue concedido formalmente el remate a Tomás Gutiérrez el 3 de octubre de 1811. Se constituyeron

Durante la insurrección el abasto de carne fue insuficiente.

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El quejoso solicitó al administrador de alcabalas la suspensión de este comercio y el pago de los daños y perjuicios ocasionados por el mismo. Por su parte, el administrador de alcabalas le replicó no ser necesaria licencia para marcar las chivas y proceder a la matanza. En cuanto a los carneros, los demandados reconocieron haberlos traído, pero uno se lo dieron a un hermano de Bernardino Quiroz y otro a un sobrino. El resto permaneció sin haberse marcado ni vendido para su expendio como lo afirmó Tomas Gutiérrez. Por su parte, Cayetano Valdés reconoció haber matado chivos con licencia del procurador de la ciudad y respecto a los carneros aclaró no haber matado ninguno, los chivos sacrificados eran propiedad de Lorenzo Gutiérrez.10

preciso tirar la carne que se compraba, pero que ni los perros querían comerla. A su conducta ha de achacarse su atraso no a las matanzas de chivatos que han sobrevenido después y por las que clamaba el público ansioso de comer carne que se pudiese tragar.”11 Pero más que un alegato a favor de sus defendidos o la reprobación de las prácticas comerciales del responsable del abasto de carnes, el documento contempla aspectos más sustanciales, no sólo cuestiona la prohibición de las matanzas exigidas por Tomás Gutiérrez, también apremiaba a las autoridades a estimularlas eliminando todas las trabas que pudieran entorpecerlas. Además expone una descripción bastante lastimera de las vicisitudes de los traficantes de ganado del Nuevo Reino de León:

La disputa entre Tomás Gutiérrez y los matanceros regatones se prolongó hasta el año siguiente, en defensa de los acusados por Gutiérrez, el licenciado Juan José de la Garza envió un escrito al Ayuntamiento Municipal el 22 de febrero de 1813 donde manifiesta su sorpresa por las pretensiones de Tomás Gutiérrez, según el licenciado ya no había quien le fiara un toro moribundo para acabarlo de matar y sólo vendía cueros que no tenía a menos que “enyerbara perros y los desollará.” Las criticas al obligado también se extendían a su conducta:

“Recuerde usted por un instante aquellos desgraciados tiempos, en que esta hermosa provincia, la más fértil de Nueva España yacía en una suma miseria, hecha esclava de alienígenas, unos hombres sin principios comerciales feudatorios de los del comercio de San Miguel el Grande tenían esclavizados a los naturales de este país, abusando de su bondad e inciencia, los de aquella villa mandaban los géneros y efectos necesarios y recibían los ganados, y demás producciones y ponían precio a unos y otros, se extendió este comercio, con casi imperceptible ventaja a Fresnillo, Zacatecas, San Luis, Querétaro y otras partes ¿y cuál fue el resultado de este comercio tan indigno?

“Si Don Tomás Gutiérrez hubiese corregido su pasión por el juego en que ha perdido este año sumas considerables, como es notorio, habría satisfecho sus créditos pendientes, no se oirían tantos clamores en los ranchos de infelices, a quienes ha engañado, y habría surtido al público de carnes buenas no que muchas veces ha sido

Que el comerciante de esta provincia dejara en una suma miseria a sus hijos con un caudal imaginario cuyos totales se repartían sobre 72


Capítulo II: Región

unos libros de caja y les adjudicaban en dependencias incobrables, y los más criadores llenos de callos, después de mil sudores y afanes, comiendo una tortilla y un trago de leche, vistiendo gamuzas, y cuando mucho una camisa de manta, y unos calzones de paño, no alcanzaban a pagar con sus esquilmos la mitad de sus deudos, viéndose por eso arrastrados todos los días ante jueces”.12 Los planteamientos del licenciado Juan José de la Garza estaban muy acordes al liberalismo gaditano del momento, días después del escrito enviado al Ayuntamiento de Monterrey, el 1 de marzo de 1813 se publicó un Bando sobre libertad de carnes en la ciudad de México. Cocina mexicana.

Notas: 1. Archivo Municipal de Monterrey AMM. Actas de cabildo, 007, 22, junio 1809.

7. AGENL. Informe del síndico procurador de Cadereyta al gobernador. 1810. Caja 2.

2. AMM. Actas de cabildo, 002. 20 de enero, 1810.

8. AGENL. Informe de Juan Ignacio Ramón al Gobernador Santa María. 1810.Guerra de independencia. Caja 2

3. Archivo General del Estado de Nuevo León AGENL. Guerra de independencia, 1806 -1810. Caja 1.

9. Ernesto de la Torre Villar, La independencia de México. p.69. En el ámbito local podemos citar al obispo Marín de Porras cuando el 16 de agosto de 1814 envió al Ayuntamiento regiomontano 1,000 pesos para socorrer a los pobres durante una epidemia. Véase Carlos Pérez Maldonado, Documentos históricos.

4. AMM. Actas de cabildo, 012. 4 de agosto, 1810 5. AGENL. Petición de los labradores al Gobernador del Nuevo Reino de León. Guerra de independencia, 1810. Caja 2.

10. AMM,Misceláneos, Vol.1C, Expediente 4. 11. Ibid.p.73.

6. AGENL. Respuesta de Domingo Narciso Allende al gobernador Manuel de Santa María. 1810. Caja 2.

12. Ibid.p.76.

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Independencia, regiomontanos y vascos

la reticencia de los regiomontanos al centro del país, se esgrime como causa fundamental la situación periférica del Nuevo Reino de León respecto de las zonas más desarrolladas de la Nueva España. También se invoca como causas del carácter independiente de los regiomontanos, una supuesta escasez de recursos naturales, el perene conflicto mantenido con las tribus belicosas que poblaban la región e, incluso, el tan reiterado origen sefardita de los primeros pobladores.

La predisposición de los regiomontanos a la autonomía regional y su repulsa hacia los gobiernos generales asentados en la capital del país se ha presentado abiertamente en diferentes ocasiones, bastan algunos ejemplos muy conocidos, como los intentos separatistas atribuidos al gobernador Santiago Vidaurri durante su enfrentamiento con el gobierno federal en el siglo XIX o las fricciones de la elite económica de Monterrey, encarnada en la figura del empresario regiomontano Eugenio Garza Sada, con los gobiernos federales.

A estos señalamientos bien puede ponerse a consideración otro factor como sería el hecho de que a fines del siglo XVIII la mayor parte de los integrantes de la comuna mercantil y del Ayuntamiento regiomontano provenían o descendían de personas venidas de las provincias vascongadas de la Península Ibérica, una zona que

Inconformidad y recelo que se mantiene en la actualidad y que han suscrito una buena parte de la sociedad regiomontana. Se ha tratado de remontar hasta la época colonial el origen de

Coronación de Iturbide.

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Capítulo II: Región

actualmente se caracteriza por su gran dinamismo económico y orgullosa de un acentuado regionalismo, características similares a la capital nuevoleonesa. En la composición de la élite reinera contribuyeron de manera importante personajes que nacieron en el país del Euzkadi. Entre los más representativos pueden citarse los nombres del comerciante Fernando de Uribe, alcalde de Monterrey en 1798, nuevamente en 1808 y 1809 y gobernador en 1813 al morir el gobernador Ramón Díaz de Bustamante. Cosme de Arrese, en 1771 recibió nombramiento de administrador de las reales rentas estanco de tabacos. El comerciante Julián de Arrese, nombrado en 1788 administrador de las reales rentas de tabaco, pólvora y naipes del Nuevo Reino de León. Murió durante el ataque insurgente a Monterrey el 13 de julio de 1813. El comerciante Andrés Ayarzagoitia, alcalde de Monterrey en 1772 y 1783. El canónigo Fermín de Sada Echeverría , racionero de la catedral de Monterrey, secretario del Obispado y diputado provincial en 1820. Matías de Sada Echeverria, síndico, regidor y alcalde de Monterrey entre 1808 y 1811. Manuel de Sada Menaut , regidor perpetuo, contador de menores y alcalde de Monterrey en 1788. José Ignacio de Arancibia, obispo de Monterrey designado en 1818.

Manuel María de Llano.

de mayor longevidad política fue el capitán Francisco Bruno Barrera, ocupó las posiciones de síndico, regidor, alcalde, mayordomo de propios y de gobernador en distintas ocasiones desde 1781 hasta 1824. La lista puede continuar con Ignacio Elizondo, Bernardo Gutiérrez de Lara, Cosme Aramberri y muchos más. Posiblemente no sea ninguna casualidad que fueran hijos o descendientes de vascos los que iniciaron la gesta independiente en 1810 y su consumación en 1821. La historia registra sus nombres: Ignacio Allende, Juan e Ignacio Aldama, Mariano Abasolo y, aunque no muy reconocido, Agustín de Iturbide. Referencias: Archivo Histórico de Monterrey. Actas de cabildo.

La presencia del elemento vascuence en las instancias de poder se puede ampliar si sólo consideramos el origen de los apellidos, en este sentido bien pueden definirse como vascos o sus descendientes al comerciante Pedro Manuel de Llano, alcalde, regidor de Monterrey, gobernador y diputado provincial; otro comerciante, José Francisco de Arizpe, fue indistintamente regidor, síndico y regidor desde 1789 hasta 1802;

Amaya Garritz Ruiz, Realistas e insurgentes. Socios fundadores de la Real Sociedad bascongada de los amigos del Pais. México, 2014. José Francisco de Irigoyén, Colección alfabética de apellidos vascongados con sus significados. México, 1876. 75



Capítulo III: Cultura

Ernesto Castillo y Benjamín Galindo



Capítulo III: Cultura

Capítulo III: Cultura

Ernesto Castillo y Benjamín Galindo La literatura durante la Independencia A través de la poesía, el teatro y la narrativa, entre otros géneros, los escritores de esta época recrearon diversos rasgos religiosos, ideológicos, sociales y lingüísticos, aspectos que se m a n i f i e s t a n e n l a a rg u m e n t a c i ó n y e l desenvolvimiento de los personajes que encarnan sus obras. Al respecto, es importante revisar el trabajo Introducción a la literatura de la Independencia de México, realizado por Mariana Ozuna Castañeda. La autora señala que la república de las letras de la Nueva España era pequeña, pero vigorosa, al inicio del siglo XIX. Y una de las problemáticas para imprimir los textos amplios era la escasez de papel y lo caro del mismo, de ahí que proliferaban las obras menores como los diálogos, las cartas, los sueños, principalmente, y, por supuesto, la censura. Al respecto destaca Ozuna Castañeda: “… en 1783 la Administración de las Alcabalas giró una circular para que algunos documentos se redujeran de tamaño, se llenaran los márgenes y los blancos; en 1798 el virrey Azanza ordenó se redujera el uso del papel en despachos y oficinas de gobierno; nuevamente en 1805 José de Iturrigaray comunica a la Real Aduana que la crisis de papel ha de enfrentarse reduciendo el tamaño de la correspondencia de oficio a una o media cuartilla”. Estatua ecuestre de Carlos IV en la Real y Pontificia Universidad de México.

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El uso de la carta como género literario da margen para abordar cualquier tema, se pueden criticar, de manera humorística, aspectos locales, o como el ejemplo que pondremos enseguida, se critica la actitud revolucionaria de Hidalgo, carta que puede leerse en la Gazeta del gobierno de México, tomo I, núm. 110, 28 de septiembre de 1810:

que después de haber seducido a los incautos vecinos de dicho pueblo, los han llevado tumultuosamente y en forma de asonada, primero a la villa de S. Miguel el Grande y sucesivamente al pueblo de Chamacuaro, a la ciudad de Celaya, y al Valle de Salamanca, haciendo en todos esos parages la más infame obstentación de su inmoralidad y perversas costumbres; robando y saqueando las casas

NUEVA ESPAÑA

de los vecinos más honrados para saciar su

México 28 de septiembre.

vil codicia; y profanando con iguale e insultos

De orden del Exmo. Señor Don Francisco Xavier

a los clanseros religiosos y los lugares más

Venegas se publicó el siguiente bando.

sagrados: me han puesto en la necesidad de

Los inauditos y escandalosos atentados que

tomar prontas y eficaces y oportunas providencias

han cometido y continúan cometiendo el cura

para contenerlos y corregirlos, y de enviar tropas

de los Dolores Dr. D. Miguel Hidalgo y los

escogidas al cargo de gefes y oficiales de muy

capitanes de regimiento de dragones provinciales de la

acreditado valor… (https://inehrm.gob.mx/es/

Reyna de Ignacio Allende y D. Juan Aldama,

inehrm/Los_Escritos_contra_Hidalgo).

Este género epistolar va a ser muy socorrido para dar cuenta de las acciones y pormenores de los bandos en conflicto. La carta anterior es un comunicado que refleja la desesperación de una autoridad que comienza a perder poder. Uno de los intelectuales clave en el proceso previo a la Independencia es Andrés Quintana Roo, quien contribuyó de distintas maneras a la gesta revolucionaria, y una de ellas fue a través de la cultura impresa, de manera específica con su periódico independiente el Semanario Patriótico Americano. En los Documentos históricos mexicanos que publicó el ensayista Genaro García sobre Andrés Quintana Roo se manifiesta un estilo literario consolidado, los adjetivos utilizados y la sintaxis para expresar sus ideas hacen referencia a un

El periodismo insurgente.

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Capítulo III: Cultura

personaje preparado, a un humanista que refleja sus lecturas, pero ante todo un hombre de su tiempo: un ilustrado. En el Semanario Patriótico Americano apreciamos un fragmento de una de sus cartas: “Es ciertamente muy extraño que los enemigos de nuestra causa tengan panegiristas que pretenden justificar la más iniqua de las agresiones con la aplicación de principios, que muy distantes de conducir a sus intentos, sólo sirve para demostrar lo justo y conveniente de la guerra que les hacemos… La obligación que nos impone el destino a que nos hemos dedicado, cuyo principal objeto es propagar por medio de nuestro periódico las luces que puedan ilustrar la nación con respecto a sus derechos…”.

Ignacio Allende.

Las palabras de Quintana Roo sirven para ilustrar lo elegante de su prosa y lo preciso en su cuestionamiento. En su discurso hace referencia a un documento de una autoridad eclesiástica e n d o n d e d e s c o n o ce la le g itimid a d d e l movimiento libertario. Las cartas y documentos impresos cortos fueron un recurso para divulgar el pensamiento de los intelectuales involucrados en la Independencia de 1810. Escritores mexicanos que se comprometieron con el movimiento social a través de la palabra y las acciones.

que compartía con él su ardiente amor a la libertad, desafiando toda clase de peligros en aras de la causa...” (p. 305).

En un recuento que Madame Calderón de la Barca realiza sobre los intelectuales que participaron en la Independencia apunta: “… es Don Andrés Quintana Roo, el mejor poeta moderno de México… Dicen que posee grandes conocimientos y que su entusiasmo por la causa de la Independencia rayaba en fanatismo, de tal manera que junto con su esposa Leona Vicario,

La literatura impresa ofrece un panorama enriquecedor para comprender algunas facetas y pormenores del proceso de Independencia, testimonios escritos que contribuyen a tener una idea más objetiva del pasado.

Recordemos que la citada escritora europea estuvo en México entre 1839 y 1842, casi una década después de la consumación de la Independencia y en su obra La vida en México (1959) retrata con objetividad la situación social y algunos de los resultados tras finalizar el movimiento armado.

Señalamos al inicio que la literatura en sus diferentes géneros incorpora los aspectos 81


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Distintos autores señalan que la literatura de esta época nace con el sello de la censura, era normal aplicar prohibiciones a determinadas obras que llegaban de España, incluyendo la producción literaria que se realizaba en la Nueva España y el ejemplo más socorrido es El Periquillo Sarniento, de Joaquín Fernández de Lizardi, a quien para publicarle los capítulos que concluía, primero debían ser aprobados por la censura. En ese sentido, los intelectuales independentistas vieron como una necesidad prioritaria crear sus propias imprentas para poder publicar sus ideas revolucionarias. Imprentas que en ocasiones eran desmontables y tan pronto lograban burlar a la autoridad colonial, armaban la imprenta personal y a divulgar las idea de libertad o dar cuenta de hechos relevantes. Andrés Quintana Roo.

Ozuna Castañeda establece que las ideas de Independencia se remiten a la época de la Ilustración europea. Intelectuales como Andrés Quintana Roo o José María Cos no fueron ajenos al pensamiento contemporáneo del antiguo continente, incluyendo las ideas estéticas y literarias. Ideas y expresiones que el tribunal de la inquisición censuró hasta el último momento.

religiosos, ideológicos, sociales y lingüísticos de la época, contextos presentes en los argumentos de sus obras y en el desenvolvimiento de sus personajes. Al respecto, consideramos que la literatura previa a la Independencia circula en las páginas de la prensa novohispana, fundamentalmente en periódicos como el Diario de México. Rotativo en el que circulan autores que describen la fauna, la flora de la región, fiestas religiosas como el 12 de diciembre dedicado a la Virgen de Guadalupe, el registro satírico del castellano hablado por los indígenas, entre otros temas. Los documentos antologados por el ensayista G enaro Ga r c í a , e n cu an to a p e rió d ic o s in d ependentistas, es otro ejemplo de lo que ahora comentamos.

El género de la poesía fue otro de los recursos para canalizar las ideas rebeldes. Una de las inquietudes intelectuales durante el periodo novohispano y previo a la Independencia fue el culto a la Virgen de Guadalupe, los escritores la describen, pero intercalan en sus versos la inconformidad ante el régimen colonialista.

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Capítulo III: Cultura

Enseguida mostramos un fragmento de un poema escrito por el doctor José María Cos: ¿Qué será de la patria y sin moverte? ¿oirás, OH GUADALUPE, sus quexidos?, y tus hijos luchando con la muerte ¿siempre han de ser esclavos o vencidos? Los intelectuales independentistas asociaron a la Virgen de Guadalupe en el movimiento revolucionario y el estandarte que carga Hidalgo con la imagen de la Virgen es otro ejemplo de lo que ahora comentamos: la misma como sinónimo de libertad y justicia, frente a las arbitrariedades de los peninsulares. La sátira política, los poemas dedicados a los héroes que participaban en la lucha o el reconocimiento al pasado indígena mexicano también estuvieron presentes en la poesía. Citemos de nuevo al doctor José María Cos en una de sus odas:

El periodismo insurgente fortaleció la lucha armada.

Ozuna Castañeda señala que el teatro a principios del siglo XIX era parte esencial de la vida cotidiana de la sociedad novohispana, hecho que se refleja en los espacios en que se representaba, además de los lugares formales, da cuenta de las “guanajuas”, sitios donde se montaba el teatro popular en los arrabales de la ciudad.

Salve príncipe, salve héroe libertador de la tirana esclavitud indiana; salve delicia y gloria de mi crecido pueblo y generoso, tu excelso nombre y respetable historia muy a pesar del español impío serán eternos en el pecho mío.*

Por otra parte, es importante recordar que ese gusto por el teatro en las clases populares, tiene como antecedente el teatro de evangelización que implementaron diversas órdenes religiosas (franciscanos, jesuitas, dominicos, entre otras) para catequizar a los indígenas en los primeros

Cabe señalar que los escritores de la época que ahora mencionamos conocían la obra de autores peninsulares y en su quehacer poético reflejaban la influencia de Juan Meléndez Valdés, Gaspar Melchor de Jovellanos, entre otros.

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Teatro del siglo XIX.

años de la conquista. Tras lograr los propósitos religiosos, el teatro fue evolucionando y retomando las estéticas europeas, pero sin perder el ámbito religioso y dedicando obras a las autoridades católicas españolas o novohispanas.

Cuando estalla la Independencia prevalecía el teatro de géneros menores y de arraigo popular, entre ellos el entremés, obras en las cuales se reflejaba la vida cotidiana y el lenguaje popular, destacando el albur de los personajes como recurso para cobrar mayor presencia en los espectadores. Personajes que pese a la censura reflejaban también los momentos políticos de la época.

Ozuna Castañeda destaca que para finales del siglo XVIII el teatro en México se inspiraba en el espíritu reformista ilustrado y era para la élite culta; sin embargo, en el sector popular cobraba otras características. Algunos de los autores que la élite ilustrada promovía fueron Felipe Reyes Palacio, Luciano Francisco Comedia y José Joaquín Fernández de Lizardi.

Con el desarrollo y consumación de la Independencia, el teatro privilegiará los temas políticos y patrióticos, sin abandonar los religiosos y populares. 84


Capítulo III: Cultura

José Joaquín Fernández de Lizardi y la novela de Independencia Los historiadores y otras áreas del conocimiento abrevan de los discursos literarios para enriquecer sus propuestas. Un ejemplo de ello es El Periquillo Sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardí, las dimensiones sociales que se reflejan en la misma están vinculadas con aspectos lingüísticos, gastronómicos, históricos, estéticos, normatividad social, entre otros. Periodista, poeta, novelista y dramaturgo que nació en la Ciudad de México el 15 de noviembre de 1776, perteneció a una familia modesta. Realizó sus estudios primarios en Tepotzotlán, más adelante regresó a la capital y estudió en el Colegio de San Ildefonso; posteriormente asistió a la Universidad. Los estudiosos de su obra señalan que Lizardi es el primer novelista mexicano y uno de los que representan a ese género en América Latina. Entre sus novelas destacan: El Periquillo Sarniento, Noches tristes y día alegre, La Quijotita y su prima, Vida y hechos del famoso caballero don Catrín de la Fachenda, autor que desarrolló la temática propia de su tiempo: la novela picaresca española. Dentro de su producción literaria también están sus obras teatrales y libros de poesía, y destaca su interés como editor de periódicos relacionados con la Independencia. Pero ¿por qué destaca El periquillo Sarniento? En principio, porque refleja la condición social previa al movimiento de Independencia, y en la cual El Periquillo es el principal protagonista. Personaje que se involucra en diferentes clases

Joaquín Fernández de Lizardi.

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La obra comprende cuatro libros, textos que antes de ser publicados fueron expuestos a la censura, editados en partes y previamente autorizados por quienes censuraban en aquella época; antes de conocerse ya le habían dicho lo que tenía que quitar a la obra publicada en 1816. Además de lo anterior, el autor ofrece un contexto lingüístico relacionado con la identidad cultural mexicana, términos que escuchamos en voz de los personajes, los cuales consolidan una identidad lingüística: atole, ciscarse, chilaquil, chiripa, guarache, jacal, palero, payo, pilón, entre otras. El aspecto lingüístico es una de sus riquezas, es la apropiación del indígena por la lengua de Castilla y representa la consolidación de una nueva cara de nuestro español mexicano; amalgama de idiomas presente hasta la fecha.

Ilustración alusiva a un pasaje de la novela.

sociales de la época y con ello ofrece un panorama de su modo de vivir, costumbres, gustos y, ante todo, refleja la desigualdad social previa a la Independencia.

Al movimiento de Independencia le distinguió, entre otros propósitos, lograr una identidad nacional, rebasar el espíritu colonialista, en ese sentido, y a través del elemento lingüístico y cultura picaresca, se moldea el nuevo mexicano, desde ahí también se aprecia la aportación de Fernández de Lizardi.

Además de involucrase con las clases menos favorecidas, también expone diferentes aventuras en las cuales se relaciona con la gente de mayor poder adquisitivo y destaca su habilidad para involucrarse con las mismas. A través de sus enredos y complicaciones se manifiesta una crítica hacia esos sectores.

La obra fue publicada en 1816, sin embargo, cada tomo fue censurado y se le pidió que quitara o modificara determinados aspectos. Ideas que Fernández de Lizardi manifiesta en la presentación de su obra: “…con la necia y déspota inquisición encima”. Pese a la censura, fue más inteligente y logró retratar a la sociedad que le tocó vivir: “… si en ésta mi obrita hablo de los malos jueces, de los escribanos criminalistas, de los abogados

Con precisión, el novelista, a través de las aventuras del personaje central, perfila las agudas diferencias sociales previas al movimiento de Independencia, circunstancias que lo obligan a mentir, robar, ser honesto y en general alejarse de los principios morales que le inculcaron para sobrevivir, así como en algunas situaciones casi le cuesta la vida. 86


Capítulo III: Cultura

embrolladores, de los médicos desaplicados, de los padres de familias indolentes…”; sin pasar por la alto la crítica a la educación y el mal uso del lenguaje en los diferentes estratos sociales. Elementos que ahora son aspectos valiosos para el historiador, el antropólogo, el sociólogo y, en general, para quienes estudien la sociedad previa al movimiento de Independencia.

maestro que por otro lado traía todo el día el azote en la mano para ordenar a sus alumnos. Con respecto al uso del idioma español, era común que la gente no escribiera de acuerdo a las reglas gramaticales, y en los comercios se vieran anuncios como los siguientes: “ChocolaTeria famosa”, “El barbero de Cebilla” o “La Horgullosa”, entre otros ejemplos.

Con respecto a la incipiente educación de aquellos años, el autor narra la experiencia del Periquillo: “Por otra parte, mi maestro carecía de toda la habilidad que se requiere para desempeñar ese título. Sabía leer y escribir, cuando más, para entender y darse a entender, pero no para enseñar. No todos los que leen saben leer”,

Las críticas que Fernández de Lizardi describe en su obra se dan desde la pésima educación privada, el mal uso del español o de las normas sociales, y en relación a los velorios señala: “Ya se ve que todo este ceremonial es casi siempre un embuste solemne, un cumplimiento de rutina, y una de las costumbres más bien

El Periquillo y sus andanzas.

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recibidas…No puede menos que atormentarse el corazón de la mujer o hijo del difunto al oír decir: “¡qué bueno era don Fulano! ¡Qué atento! ¡Qué afable! ¡Ay, mi alma!, dice otra, tiene usted mil razones de llorarlo; no hallará otro marido como el que perdió; y otras sandeces de éstas…”. Descripciones que contribuyen al enriquecimiento de la obra. Por un lado, el interés permanente por describir las costumbres del pueblo y de la gente humilde, pero por otro la sátira de ciertos hechos. También apunta lo siguiente: “No son estas ficciones de mi pluma, el mundo es testigo de estas verdades. ¿Cuántos al tiempo de leer estos renglones dirán: mi hermano el doctor no me habla; otros, mi hermana la casada no me saluda?;… No quisiera decirlo, pero quizá por este vicio e ingratitud se inventó aquel trillado refrán que dice: quieren ver a un ruin, denle un cargo”. El Periquillo Sarniento representa a la clase popular por su vida picaresca y graciosa hasta cierto punto de la obra, pero ese pícaro también se convierte en un maleante al involucrarse en actividades más delictivas. “Pero dime ¿qué cosa es ser cócora de los juegos, o a quiénes le llaman así? A los que va a ellos, me dijo Juanario, sin blanca, sino sólo a ingeniarse, y son personas a las que algunos jugadores les tienen miedo, porque no tienen que perder, y con una ingeniada muchas veces les hacen un agujero. Cada vez, le dije, me agrada tu proyecto…”. Durante algún tiempo ganó dinero sin poner nada, sin embargo, más adelante se describe cómo estuvo a punto de perder la vida al señalarlo otros jugadores como tramposo.

La picaresca en El Periquillo Sarniento.

El Periquillo Sarniento es uno de los primeros estudios novelescos sobre la personalidad del mexicano, el hecho de exaltar las costumbres populares, las maneras de vivir, los bailes y bebidas mexicanas, los paisajes típicos, la música y danza en general y, ante todo, el bullicio urbano que se respiraba en el contexto social previo al movimiento de Independencia, anunciaba a la nueva nación mexicana y con ello comenzaban a desprenderse los hitos de la Colonia. 88


Capítulo III: Cultura

El discurso periodístico independentista El discurso periodístico independentista mexicano puede apreciares en la obra Documentos históricos mexicanos, Tomo III (1985), de Genaro García. Mediante una versión facsimilar de los periódicos El Ilustrador Nacional, fundado el 11 de abril de 1811 por el Dr. José María Cos; El Ilustrador Americano, fundado el 27 de mayo de 1812, o el Semanario Patriótica Americano, fundado por Andrés Quintana Roo en 1812, el lector aprecia las inquietudes sociales y culturales en general que distinguieron a los rebeldes durante el movimiento de Independencia. Pero ¿qué distingue a los mensajes de la época? Entre otros aspectos, resaltan los principios por los cuales están combatiendo, la importancia de divulgar los mismos, dar a conocer y promover cómo se avanza en el campo de batalla, mensajes emotivos y llenos de esperanza para alentar al resto de los mexicanos que se sumen a la lucha contra la autoridad peninsular…

Fray Servando Teresa de Mier.

Al respecto, escribe el Dr. José María Cos: “¡Oh Dios benéfico y terrible! ¡Dios de la paz y de la guerra! Vos sois el árbitro soberano de los destinos: vos sólo sois justo y remunerador de las acciones humanas, ¿qué recurso nos queda en vista de la destinada ceguedad de nuestros perseguidores? La nación americana, después de haber agotado todos sus arbitrios en el reclamo de sus derechos usurpados…”. Antes de continuar, debemos decir que las líneas citadas del Dr. Cos hacen referencia a su texto “Invocación al Ser Supremo”, escrito en donde el discurso periodístico va de la mano con el literario. Por un lado, su actitud contestataria

Imprenta que fray Servando trajo de Europa a América, se encuentra en el Museo del Obispado.

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ante el colonialismo español y, por otro, la elegancia del discurso literario. Lo anterior es producto de la persecución que las autoridades realistas –civiles y eclesiásticas– ejercían sobre los principales intelectuales mexicanos que impulsaban la Independencia de 1810, entre ellos Andrés Quintana Roo y el autor citado. A través de las notas periodísticas, los autores hacen referencia al contacto que tienen con otros intelectuales europeos y a los cuales expresan sus puntos de vista sobre el movimiento armado. También registran las dificultades para hacer llegar su información, y ante todo para convocar a una lucha organizada frente al gobierno usurpador. En otra nota leemos: “A pesar de los esfuerzos con que el déspota procura privar a los americanos de los medios de ilustración, saldrá nuestro periódico los miércoles y sábados de cada semana: su extensión será de medio pliego, su precio el de un real… Por medio de esta importante obra sabrán los españoles europeos que no hemos empuñado la espada para vengar personalidades odiosas, sino para recobrar nuestros derechos…”.

El periodismo insurgente logro propósitos básicos.

en el anterior párrafo. Resalta la preparación académica del Dr. Cos al plantear los motivos centrales de su insurgencia, discursos a través de los cuales consolida un estilo literario. Cabe señalar que el Dr. Cos es originario de Zacatecas, estudió Gramática y Retórica, posteriormente se doctoró en Teología en la Universidad de Guadalajara, institución que le extendió un reconocimiento académico por su dedicación al estudio. Se unió a las fuerzas de Ignacio López Rayón y en 1813 José María Morelos y Pavón le pide que se integre al Congreso de Chilpancingo.

La importancia de los rotativos referidos es trascendente porque a través de los mismos apreciamos el pensamiento político y humanístico de nuestros intelectuales mexicanos de la Independencia, y en los que resalta la unidad de los americanos contra el yugo español; sin pasar por alto la excelente prosa del poeta Andrés Quintana Roo o el periodismo literario del Dr. José María Cos. Del mismo modo se aprecia lo literario en el periodismo insurgente de los autores referidos

Gracias al libro de Genaro García sabemos que uno de los periódicos en los que participó el Dr. José María Cos fue el Ilustrador Americano, el cual fundó el 12 de mayo de 1812; tribuna política que utilizó para denunciar las tropelías 90


Capítulo III: Cultura

en prosa, pero por sus características estilísticas puede ser un poema. Ahora transcribimos un fragmento del mismo: ¡Oh, Dios benéfico y terrible! ¡Dios de la paz y de la guerra! / Vos sois el árbitro soberano de los destinos: vos solo sois justo y remunerador de las acciones humanas / ¿Qué recurso nos queda en vista de la destinada ceguedad de nuestros perseguidores? / La nación Americana, después de haber agotado todos sus arbitrios en el reclamo de sus derechos usurpados,/ Hace hoy alarde de reconoceros y admiraros como único juez de su casa,/ y vengador inmediato de sus agravios…

Magnificar o utilizar expresiones elegantes para destacar a una persona no era una novedad, ejemplos semejantes apreciamos en la Biblia, en determinados autores de la cultura griega o latina. Recordemos que Píndaro escribió brillantes poemas a atletas que se distinguieron por sus brillantes hazañas deportivas. Ahora José María Cos sublimizó una etapa que le tocó vivir y la cual nos concierne.

La importancia de la libre expresión.

de los españoles y el avance del movimiento de Independencia en el país y en otros lugares del continente americano.

En el Ilustrador Americano, además de relatar los pormenores que se vivían en los diferentes frentes insurgentes, la poesía hizo presencia en sus ediciones. En el número 33, fechado el sábado 12 de diciembre de 1812, reproduce una oda y en uno de sus fragmentos escribió:

“Invocación al Ser Supremo” es el primer texto del número 1 del Ilustrador Americano, firmado por el Dr. Cos. Escrito relativamente corto en el cual el autor hace una apología a la lucha por la Independencia, menciona la imposición de los españoles y su injusto gobierno. Documento que refleja su formación humanística y su relación con la cultura enciclopedista de la época, escrito elaborado

Y he aquí que se asoma el héroe destinado Para salvar la patria, y en la frente ¡oh Hidalgo idolatrado!

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que maneja y su preparación humanística hacen de él un personaje distinguido, notable por sus ideas a favor de la Independencia de América y por su compromiso personal desde el espacio periodístico. Señalamos que en sus textos documenta los avances de la lucha de Independencia, ante todo, del centro y sur del país, pero en sus discursos también pide solidaridad y comprensión en su insurgencia:

La cultura católica en el periodismo. ¡oh americana gente! El laurel inmortal lleva ceñido, Y el pueblo grita, príncipe querido Libertador augusto, rompe brioso Estas cadenas crueles, y tu gloria Sonara grata en el clarín famoso, Transmitiendo a tus siglos tu memoria.

La nación americana a los habitantes europeos de este continente. Hermanos, amigos y conciudadanos, la santa religión que profesamos, la recta razón, la humanidad, el parentesco, la amistad, y quantos vínculos respetables nos unen estrechamente de todos los modos que pueden unirse los habitantes de un mismo suelo… exigen imperiosamente que prestéis oídos a

La presente oda es extensa y se centra también en magnificar la presencia de la Virgen de Guadalupe en la cultura mexicana; asimismo, las batallas logradas por otros héroes de la Independencia como Allende y Rayón. Cada uno de los periódicos publicados por el Dr. Cos son crónicas de su época, desde las cuales impulsaba la lucha insurgente, que por supuesto no fue fácil, pero además se daba tiempo para magnificar importantes batallas de los insurrectos o destacar el liderazgo de algunos generales en su lucha contra los realistas.

nuestras justas quejas y pretensiones

Aspectos relacionadas con las injusticias sociales y que privaban en México previo a la Independencia... En el Ilustrador Americano persiste la idea de la unidad americana, pensamientos para liberarse de los españoles y la evocación no es solamente para los mexicanos, sino para aquellos países del continente que comenzaban su emancipación, anota Cos en uno de sus textos: “A pesar de los esfuerzos con que el déspota procura privar a los americanos de los medios de su ilustración saldrá nuestro periódico… en el concepto de que nuestra libertad de imprenta no se extienda a materiales de religión ni de costumbres”.

Lo emotivo del discurso del Dr. Cos, quien desde la tribuna periodística lanzó textos incendiarios a favor de la libertad, es que también reflejan el intercambio de ideas con intelectuales europeos y del continente americano, la información 92


Capítulo III: Cultura

Otro periodista importante de la época fue Andrés Quintana Roo, en sus escritos aboga por la libertad de América y de México en particular. Fue editor del periódico Semanario Patriótico Americano, y el primer número lo editó en julio de 1812. En sus páginas se devela la complicidad de la religión católica con el gobierno español para mantener el control político y ciudadano de la Nueva España. Y en las notas periodísticas de Quintana Roo se manifiesta el repudio hacia el gobierno español y la idea de unirse toda América para derrotar a los peninsulares. En relación a lo anterior, Quintana Roo señaló: “¡Oh!, yo gimo abrasado mi pecho de un dolor agudo, al ver mi patria, mi amada patria la América de tantos modos oprimida y tiranizada. Sí, oprimida de los que no quieren que ella viva para sí misma…”.

La divulgación del periodismo independiente.

El legado periodístico y literario del Dr. José María Cos y Andrés Quintana Roo hace referencia a su compromiso con las causas que dieron pie a la insurgencia, a través de los mismos se distingue su formación humanística y la importancia de resaltar los valores universales, circunstancia política que implicó poner en riesgo su vida; hombres de su época que respondieron a la época de la Ilustración.

José María Cos.

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Don Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés y el Seminario de Monterrey

mandó expedir el certificado de fundación en 1712” (“La vida religiosa en Monterrey”, Ernesto Casasus, El Porvenir, 31 de enero de 1944, p. 145).

Sobre los primeros intentos por establecer un centro de enseñanza en el Nuevo Reino de León, Ernesto Casasús establece: “A principios del siglo XVIII llegó a la ciudad de Nuestra Señora de Monterrey Don Jerónimo López Prieto, ordenado recientemente sacerdote en Guadalajara. Empeñóse en la prosperidad cultural de su ciudad y en los primeros días de marzo presentó ante el Gobernador Vergara pidiendo una manzana de tierra para edificar una iglesia que dedicaría a San Francisco Javier y junto a ella un colegio y un seminario… El Gobernador

También señala que más adelante el Seminario es abandonado y sus pocos alumnos tienen que trasladarse a Guadalajara para continuar sus estudios, vuelve a ver otro intento por abrir la institución, pero no resulta. Por su parte, un equipo de seminaristas, a principios de los noventa, publica un texto, La aventura de 200 años (1992), en donde se prosigue con esta línea de tiempo: “En la época virreinal

Don Ambrosio de Llanos y Valdés: un humanista en Monterrey.

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Capítulo III: Cultura

cátedras de Gramática, Teología Moral y Filosofía. En esta institución formó una amplia biblioteca e iniciaron clases en un local al lado de Catedral, posteriormente la institución estuvo a la altura de las actuales calles de Padre Mier y 20 de Noviembre. Por Gerardo Zapata Aguilar sabemos que De Llanos y Valdés donó su biblioteca personal al Seminario, bibliografía que contenía títulos religiosos, pero también obras relacionadas con el pensamiento europeo contemporáneo. Por la formación humanista que tuvo en la Ciudad de México, los títulos de sus libros y las acciones realizadas en esta región fueron las de un enciclopedista de la época.

A un lado de Catedral se fundó el Seminario.

un hombre deja su huella para las generaciones posteriores: Don Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés, hombre insigne por su obra en la región noreste del País” (p. 13). Realizó sus estudios superiores en la Ciudad de México. Obtiene su grado de doctor en sagrados cánones por la Real y Pontificia Universidad de México (el examen que sustentó duró todo el día). Personaje que ejerció su ministerio eclesiástico en Jerez, fue provisor, vicario general y gobernador del Obispado de León. Trayectoria que le permitió el cargo como tercer obispo del Nuevo Reino de León y llega a la ciudad de Monterrey en 1792.

Señala el profesor Israel Cavazos que dentro de los primeros alumnos del referido seminario están Servando Teresa de Mier, Miguel Ramos Arizpe y Bernardino Cantú, entre otros personajes, quienes desempeñaron puestos importantes en la vida cultural y social de Nuevo León. La aventura de 200 años… El seminario en las páginas de la historia es una obra realizada por un equipo de historia del Seminario de Monterrey para festejar el bicentenario de la institución religiosa: 1792-1992. Documento que comprende diez capítulos y dos apéndices. En los mismos apreciamos la descripción de los momentos en que se fundó el Seminario, su desarrollo durante la época virreinal, la Independencia y los diferentes rectores que tuvo hasta 1992.

Comenta el religioso Carlos Álvarez que De Llanos y Valdés llega a la ciudad de Monterrey a los 67 años acompañado de varios artesanos, los cuales enseñaron a los nativos a la fabricación de mantas, ropa de algodón, la elaboración de la azúcar y a los pocos días de haber llegado inicia los trabajos para la fundación del Colegio Seminario. Para principios de 1793 integra una lista de maestros en las 95


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Los autores del presente libro expresan que la idea central del Seminario responde a la iniciativa del pontífice Alejandro VI: “Con la condición de difundir y cultivar la fe cristiana”, condiciones que en estas latitudes geográficas no fue nada fácil debido a que los pueblos vivían hostigados por los indígenas seminómadas, entre otros factores. La siguiente acción del pontífice Pío VI de fundar en 1777 la Diócesis del Nuevo Reino de León, con sede en Linares, y abarcando las provincias de Coahuila, Texas, Saltillo y del Nuevo Reino de León, pertenecientes a Guadalajara, contribuyó al desarrollo social de la región. Al crear la Diócesis también se asignaba a un obispo responsable de instituir un Seminario en el cual prepararían a los futuros sacerdotes. Los historiadores seminaristas consignan que para estas regiones los dos primeros obispos fueron fray Antonio de Jesús Sacedón y Alosén (1777-1779) y fray Rafael José Verger y Suau (1783-1790), personajes que se encargaron de organizar la nueva Diócesis.

La cultura católica.

La información proporcionada por el equipo de historiadores deja en claro que el obispo Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés fue quien consolidó y fundó el Seminario de Monterrey, sin embargo, también exponen que previamente a De Llanos y Valdés hubo dos intentos de fundación.

Sin embargo, la presencia del nuevo obispo, don Ambrosio de Llanos y Valdés, va a dejar una huella para las siguientes generaciones, personaje que llega a la región cuando tenía 67 años de edad y traía como meta impulsar las actividades religiosas católicas de la región, pero también desarrollar las obras materiales, y entre sus objetivos estaban crear la catedral del Obispado, un hospital y el seminario para formar a los sacerdotes. Religioso que llega a Monterrey a principios de 1792 y para finales

La obra que ahora comentamos es un estudio amplio, ya que comprende las diferentes etapas que vivió el Seminario hasta 1992, sin embargo, ahora queremos resaltar su presencia previo a la Independencia y consumación de la misma en 1821, es decir, mencionar algunos de los aspectos relevantes como institución educativa en el contexto previo a 1810. 96


Capítulo III: Cultura

de dicho año ya estaba inaugurando el primer centro educativo de la región: el Real y Pontificio Tridentino Colegio Seminario de Monterrey. Para finales de la década de 1790, en el centro del país y otras regiones como Guanajuato, Guadalajara, y debido al desarrollo social y cultural adquirido, muy diferente al noreste del país, ya se sentían las inquietudes sociales por la desigualdad económica que privaba en el país, así como su animadversión a la autoridad española. En la Diócesis del Nuevo Reino de León, creada por el pontífice Pío VI en 1777, las cosas eran muy diferentes. Entre otras actividades, De Llanos y Valdés debe realizar visitas pastorales y en 1799 acude al estado de Tamaulipas, lugar en el cual contrae una enfermedad y fallece. Los investigadores seminaristas dan cuenta de que fue toda una odisea trasladar su cuerpo desde aquel lugar hasta la ciudad de Monterrey.

Antiguo Seminario de Monterrey.

de la vida, su carácter tierno y derretido para con el otro sexo, mucho más degradante que las fastidiosas insinuaciones del italiano, y sobre todo el atractivo de las riquezas y continua ocupación de bailes y pasatiempos, que ocupa la mayor parte de su vida, les aleja muchísimo de las grandes ideas de estudio e ilustración” (La aventura de 200 años. El Seminario en las páginas de Monterrey, 1992, p. 25).

Expresan los seminaristas que en 1804, José Antonio Gutiérrez de Lara, segundo rector del Seminario de Monterrey, se involucró en el movimiento de Independencia, pero no proporcionan más datos al respecto. El obispo que sustituye a De Llanos y Valdés es Feliciano Marín de Porras, el cual impartió las cátedras de Teología Escolástica, de Moral, de Filosofía y Latinidad. Personaje q u e n o s p r o p o rcio n a u n a p ers p ec tiv a d el contexto social en los años de la Independencia: “La benignidad del temperamento, la molicie

Definitivamente que los albores de la Independencia, la guerra y consumación de la misma tuvieron otras características en lo que fue bautizado como la Diócesis del Nuevo Reino de León, región que apenas consolidaba aspectos sociales que en el centro del país ya estaban desarrollados. 97


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La cultura libresca en Nuevo León La cultura libresca en México está relacionada con la cultura religiosa católica. Nuevo León no fue la excepción, así lo demuestra Gerardo Zapata Aguilar en su libro Bibliotecas antiguas de Nuevo León (1996), en el cual documenta la presencia de conquistadores y religiosos con sus libros a cuestas. Un caso que se destaca es el de Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés, tercer obispo del Nuevo Reino de León, quien fue nombrado con tal investidura a principios de 1772 y al llegar a estas tierras su biblioteca personal era muy amplia, entre sus obras contaba con el Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra; La historia de la Nueva España, de Lorenzana, y Descripción de las Indias Occidentales, biblioteca que fue creciendo con el paso de los años, obras que respondían a la cultura renacentista europea y a la producción editorial que ya se generaba en México, Guadalajara y Zacatecas.

Una de las obras que los españoles traían al llegar a Monterrey.

Otra obra que nos proporciona un panorama importante relacionado con el tema es El Colegio Civil de Nuevo León. Contribución para su historia (1957), de Israel Cavazos Garza. Dicho historiador hace referencia a un colegio jesuita que había en la ciudad de Monterrey hacia 1746, posteriormente menciona el Convento de San Francisco, lugares en los cuales se instruía a los jóvenes sobre temas religiosos y de filosofía, lugares de enseñanza y divulgación del conocimiento.

Por otra parte, De Llanos y Valdés fundó el Seminario de Monterrey, institución académica en la cual se divulgará el pensamiento humanístico y científico de ese tiempo, y con ello la cultura impresa. Zapata Aguilar también menciona a otros religiosos que durante el Virreinato, la Independencia y en la consumación de la misma, llegaron a estas tierras con ediciones de diversos tipos y favorecieron el contexto libresco regional.

Posteriormente surge el Seminario de Monterrey, impulsado por De Llanos y Valdés, ahí estudia José Alejandro de Treviño, quien más adelante se gradúa de licenciado y realiza una traducción 98


Capítulo III: Cultura

Otra obra que formó parte de la bibliografía en el Seminario de Monterrey.

del italiano de la Historia antigua de México, de Clavijero. Expresa Cavazos Garza que Alejandro de Treviño funda la cátedra de Derecho Canónico y Civil, establecida en el Seminario de Monterrey en 1824. Realizamos este breve recorrido para establecer que la cultura libresca se ha fincado en Nuevo León desde los tiempos coloniales, aunque con algunos vaivenes en el periodo independentista, será en la segunda mitad del siglo XIX, con la fundación del Colegio Civil, en 1859, cuando se enriquece el pensamiento crítico y la cultura impresa en estas regiones.

La poesía de fray Luis de León fue imprescindible en los religiosos católicos de la época.

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Mercado popular en Cadereyta.

Los sabores de la Independencia De sobra es conocida la anécdota de los chiles en nogada que fueron cocinados en Puebla por las monjas para honrar el cumpleaños de Agustín de Iturbide el 27 de septiembre y de pasada la firma de los Tratados de Córdoba. El origen conventual del platillo tricolor y su vinculación a los colores patrios son reiterados cansinamente año tras año, cada 16 de septiembre. Sabemos que el cura Hidalgo era de buen comer pero sin llegar a los excesos, el testimonio de una contemporánea suya de nombre Josefa Valverde lo describía “ chupadito, de cejas cargadas, ojos negros, pestañas quebradas, frente ancha y delgado de cuerpo”.1 El padre Hidalgo era más bien un comedor social que en cierta época gastó pródigamente

los ingresos de su parroquia en comidas, bailes y obras de teatro para todo tipo de gente, en la mesa de su casa eran convidados criollos, indios y castas. 2 La alimentación era cosa seria y aun en la desventura su presencia de ánimo se mantiene durante la mañana de su fusilamiento, el 29 de agosto de 1811, al notar en el desayuno menor cantidad de leche que la acostumbrada reclamó diciéndoles que no por ser la última debía beber menos. Gustaba de los dulces porque al dirigirse a su ejecución recordó unos dulces que había dejado debajo de la almohada y regresó por ellos para obsequiarlos a los soldados del pelotón de fusilamiento. Pero ¿qué comían los habitantes de la Nueva España en la época de la Independencia? Si nos atenemos a la mayoría de la población compuesta por indios y castas la respuesta es simple, el menú diario se reducía a tortillas de 100


Capítulo III: Cultura

maíz, chile y frijoles; ocasionalmente carne de res, atoles y tamales; y de bebidas ingerían pulque y champurrado. Los gustos culinarios de las élites criollas y peninsulares diferían de los grupos populares por su variedad y sofisticación, predominaba la combinación de lo dulce con lo salado, además eran exageradamente condimentados. Para esta época el mestizaje gastronómico ya estaba plenamente afianzado, la cocina ibérica con sus productos de origen animal, pan de trigo, almendras, especias, vinagres, vinos, ajos y cebollas se había fusionado con el guajolote, el maíz, los diferentes tipos de chile, tomates y jitomates aportados por las culturas prehispánicas. Como resultado de la feliz mezcla de ingredientes resultarían guisos y postres que ya podían considerarse mexicanos antes de la consumación de la Independencia. Ya se preparaban y

degustaban platillos como gallinas borrachas, albondigón frito, pollos cuajados, pollo agridulce, pollo enyerbado, guisado blanco, lampreado de jamón, plato regalado, guisado prieto, gallinas a la morisca, potaje chichimeca, cochinito en salchichón, pollos rellenos de mole oaxaqueño, pollos tapados, fricandado, pollos herejes y mole poblano. Las gallinas borrachas se preparaban asando una gallina en una cazuela con agua, vino, azúcar, nuez moscada, acitrón, canela, pimienta, pasas, almendras y jitomates molidos. El Albondigón frito se hacía con carne picada, huevos, migajón de pan con especias, pasas, almendras, piñones, pedacitos de huevo cocido y jamón. Se le añadía agua con especias.3 Se preparaban pollos chambergos, pollos cuajados, pollo agridulce o pollo enyerbado, todos ellos a base de jamón y pollo con especies, hierbas

Pastor de ovejas.

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Variedades de maíz.

de olor y chiles de diferentes tipos, además de otros ingredientes. Citaremos las recetas de dos platillos:

pollo muy bien dorado se echa en aquel caldillo y da un hervor corto; se le echan sus pasas, almendra y ajonjolí tostados, ya que está para ir a la mesa se le echa un poco de vinagre.”4

“El mexicano: póngase a cocer un lomo de puerco y se corta en rebanadas. Se echan a remojar unos chiles anchos conforme la cantidad de lomo: esto se muele con clavo, canela, pimienta, unos jitomates crudos y un migajón de pan: así que este molido se deshace todo con el caldo del lomo y se echa éste. Aparte se cuecen unas cebollas en gajos y se les echa vinagre”.

También había gran variedad de dulces y postres para cierre de las comidas, se degustaban buñuelos de asiento de atole, buñuelos de viento, ate de camote, buñuelos de camote o suspiros, entre otros.

“Pollos herejes. Se pone una cazuela con manteca y un ajo a freír, y así que esté bien frito se saca de la manteca: se muelen ocho jitomates para un pollo con clavo, canela, pimienta, jengibre, y se echa a freír en aquella manteca de donde se saca el ajo, y así que está muy bien frito, se echa un poco de vino y azúcar y ya estando el

2. Carlos Herrejón Peredo, El endeudamiento de Hidalgo, 2011.

Referencias: 1. Diario del hogar, 8 de septiembre de 1887.

3. Semanario Económico de México, 19 de abril de 1810. 4. Semanario Económico de México. 10 de mayo de 1810. 102


Capítulo III: Cultura

La información que disponemos sobre las prácticas alimentarias de los habitantes del Nuevo Reino de León es fragmentaria e insuficiente como para hablar de una gastronomía específicamente regional. No contamos con recetarios de los guisos y platillos preferidos por los reineros en las postrimerías de la colonia. En cambio, sí están documentados los recursos alimentarios provenientes de la caza, la pesca, la agricultura y la ganadería. Se practicaba la caza en parajes muy próximos a Monterrey, abundaban venados y guajolotes. El consumo de la carne de venado debió haber sido de consideración, un informe del alcalde de Cadereyta dirigido a Monterrey registró el envío de 88 cueros de venado en diciembre de 1784 y de otros 70 de la misma especie el mes de enero del año siguiente.1 En otro informe de 1791, se pondera la riqueza pesquera de los ríos por sus sabrosos y delicados peces, lo que nos indica el consumo de pescado, en el mismo se menciona la existencia de dos puentes que servían de presas usadas para regadío y su aprovechamiento para la cría de róbalos, truchas, langostinos y otros peces para el abasto público. Uno de los embalses recibía el nombre de Presa Grande y el otro le llamaban Presa Chica.2 Durante la epidemia de cólera de 1833, se publicaron las causas generales y particulares que predisponían este mal, entre estas últimas se encontraban la bebida y la alimentación excesiva. Una relación de los alimentos dañinos y de los que debían abstenerse en tiempos de la

enfermedad bien puede darnos una idea de la comida acostumbrada por los regiomontanos de la época, por cierto, bastante similar a la del centro y occidente del país: guisados con salsas irritantes y especies; carne salada; carnes de puerco, conejo, chivo y pato; chicharrón, longaniza y chorizo y pescados secos y frescos. De las verduras se proscribían los ejotes, coles, nabos, lechugas, espinacas y nopales. Tampoco debían comerse frutas como peras, manzanas, duraznos, chabacanos, higos, zapotes, tunas, plátanos, aguacates, capulines, guindas, melones, sandías, calabazas y elotes. Respecto a las bebidas, debían evitarse el vino, pulque, sendecho y tepache. Salvo el vino, las otras bebidas sugieren la presencia innegable de otras etnias como la purépecha y la otomí, no sólo de los tlaxcaltecas. En cambio, podían seguirse consumiendo atoles, caldos y sopas; ternera, carnero, capón, gallina, pavo, pollo, pichón y tórtola; garbanzos, frijoles, habas y arroz; bizcochos sin grasa, tortillas y pan. Podían beberse té, café y leche.3 El chocolate no s e me nc iona e n e s ta re la c ión, pe ro indis cutiblemente era la bebida novohispana por excelencia. No se descarta el consumo de plantas silvestres comestibles como el chilacayote, la tuna, la pitaya, y otras producciones naturales como la miel de abeja y las vainas de mezquite consumidas generalmente por los campesinos. Pero la base alimentaria de la región provenía principalmente de la producción del maíz y la crianza de reses y carneros. Muy propio de la

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Troje para conservar el maíz.

localidad era la recolección y consumo de chile chilpitin o piquín, producto de suma importancia que pagaba alcabala y tenía salida mercantil a San Luis Potosí. En la mesa también estaban presentes las leguminosas como el frijol y de forma temporal hortalizas y frutas. El consumo de maíz, al igual que en el resto del país se hacía en forma de tortillas, atole, tamales, elotes, pinole y galleta o bizcocho. Las compañías presidiales de la Colonia y las milicias de vecinos organizadas para defenderse de los indios bárbaros eran avitualladas con pinole endulzado, galleta o bizcocho y carne seca, productos de fácil consumo que evitaban las inconveniencias de utilizar fuego que los

pusiera en peligro de ser descubiertos por sus enemigos. En los inventarios de los testamentos se mencionan los enseres de cocina utilizados en la época, como asadores, ollas, metates, comales, cazos de cobre, molcajetes. Por los utensilios de cocina podemos inferir los ingredientes básicos de la alimentación regiomontana. El asador nos lleva a la carne asada; la olla de barro al puchero de carne con verduras, el metate y el comal a las tortillas de maíz y pinole; el cazo de cobre a los chicharrones y la manteca, y el molcajete a moler condimentos y la elaboración de salsa picante con chile piquín o chilpitin.

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Capítulo III: Cultura

Como puede advertirse, la actividad culinaria regiomontana tenía mucho en común con los alimentos preparados en la capital del virreinato y las ciudades del Bajío. Su afinidad se hace notar hasta en las denominaciones de los enseres de la cocina, palabras como metate, molcajete y comal, provenían del náhuatl. Sin embargo, la alusión a las flechas, agujas y asaduras de res, así como la preferencia y costumbre de saborear carneros y chivatos delatan la fuerte presencia mediterránea y, muy especialmente, la hispánica. En cuanto a la carne de puerco, su consumo entre los nuevoleoneses era mínimo y en los documentos de la época se registran con más frecuencia sus perjuicios que sus beneficios. El hecho de que la carne de cerdo no se considerara de matadero, no descarta la crianza de estos animales para el autoconsumo ni su importancia en la cocina regiomontana, el aceite de oliva debió haber estado fuera del alcance de la mayoría de la población, por consecuencia, la manteca de cerdo era la utilizada en los guisos. En cuanto a la forma de conservar la carne de cerdo destacaba la elaboración doméstica de chorizo, a diferencia de otras ciudades del centro y occidente del país, en Monterrey no había tocinerías. Pero la respuesta al bajo consumo de la carne de cerdo en el noreste bien puede encontrase un siglo atrás en la Ciudad de México. En 1731 un cronista destacaba los distantes lugares de donde provenían las reses, carneros y cerdos con que se abastecía de carne la capital del Virreinato. “Para los que quieren saber por una ojeada lo que es México, hago esta reflexión: ¿en qué ciudad del mundo se gastaron para alimentar diariamente a los cerdos que

engordan en las zahúrdas trescientas cargas de maíz, de esta preciosa semilla quizá más útil que el trigo?”.4 La producción de maíz en el noreste no era tan abundante como en el Valle de México o el Bajío, de hecho, era frecuente en algunas temporadas la falta de maíz para el consumo humano que sería una insensatez destinar parte de la cosecha a la engorda de cerdos. Una racionalidad bien ajustada al entorno ambiental podría ser la razón del prejuicio norestense hacia la carne de puerco y no el tan reiterado origen judío sefardita de los pobladores de Nuevo león. Los hábitos alimenticios de los reineros no variaron mucho al independizarse el país, Manuel Payno lo confirma en una descripción de lo que comieron a su llegada al municipio de Bustamante, Nuevo León: vino de Parras, Coahuila, queso, salchichones, galletas, almendras y cajeta de membrillo. Más rústica fue la cena ofrecida por la familia que les dio alojamiento, un cabrito asado del que cortaban pedazos y lo comían con tortillas.5

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Referencias: 1. AHMM. Volumen 123, Expediente 22. 2. La Presa Grande se ubicaba en lo que es actualmente la calle Diego de Montemayor, entre las calles Juan Ignacio Ramón y 15 de Mayo. La Presa Chica en el cruce de las calles Mariano Escobedo y Juan Ignacio Ramón. 3. Gazeta Constitucional, 22 de agosto de 1833. 4. HNDM. El Fénix de la Libertad, 3 de abril de 1833 5

. Manuel Payno, Novelas cortas, México, 1901.


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Corrida de toros.

Las fiestas patrias La ascensión de Carlos IV al trono español fue celebrada en Tehuantepec con la lidia de 51 toros durante tres días. Los principales, montados a caballo, usaban la vara larga con el toro y otros colocaban banderillas para después dejar paso a los picadores y chulos.1 Precisamente, a finales del siglo XVIII se pasó del toreo aristocrático a caballo, con rejón y lanza, al toreo de a pie, más propio de las clases populares.2 En San Luis Potosí, la celebración del ascenso duró varios días, hubo fuegos artificiales, reparto de monedas, paseos de carros triunfales y corridas de toros: “Se pagaron y vistieron con lucimiento ocho toreros o chulos de á pie, y dos de a caballo que desempeñaron su encargo con mucha destreza, y a satisfacción del innumerable concurso.”3

La ciudad de Monterrey no fue la excepción, no importaba mucho la naturaleza de los grandes acontecimiento, merecían celebrase alegremente, por esta razón debió afectar mucho a los regiomontanos el aprisionamiento de Fernando VII en España por las fuerzas napoleónicas. No tanto por la suerte del rey español, sino porque dicho acontecimiento significó la suspensión de las fiestas taurinas como una demostración de fidelidad de las corporaciones civiles y eclesiásticas hacia el monarca prisionero. Al parecer la prohibición se mantuvo desde su encarcelamiento en 1808 hasta mediados de 1814, cuando el vecindario de San Miguel de Aguayo pidió permiso al cabildo de Bustamante para solemnizar las festividades de los santos patronos, las que justificadamente habían sido prohibidas por el cautiverio de Fernando Vll. A finales de 1821 las corporaciones civiles, castrenses y eclesiásticas de Monterrey hicieron 106


Capítulo III: Cultura

la jura y celebración de la independencia del Imperio Mexicano. En una mesa adornada con un crucifijo y el libro de los evangelios inició la ceremonia con la lectura de la Declaración de Independencia, el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba. Al término de la ceremonia se arrojaron monedas al pueblo y fueron lanzadas vivas a la Independencia, hubo repique de campanas y descargas de fusiles. Los encargados de la organización de los festejos fueron los regidores Julián de Llano y José Antonio Rodríguez. La fiesta se prolongó durante varios días para regocijo popular con fuegos artificiales, bailes públicos y la principal atracción: corridas de toros.4 El 3 de julio de 1821, se reunieron las corporaciones eclesiásticas, autoridades civiles, militares y vecinos de la ciudad de Monterrey en la casa de don Joaquín de Arredondo para hacer el juramento de la Independencia conforme al plan proclamado en Iguala por Agustín de Iturbide. No deja de sorprender la impaciencia y descaro con que el perseguidor de insurgentes Joaquín de Arredondo y la oligarquía reinera se apresuraron a demostrar su lealtad al nuevo orden, pero su precipitación quedó sin efecto

Vicente Guerrero.

al tenerse conocimiento del decreto publicado el 6 de octubre de 1821 por la Junta Provisional Gubernativa, que ordenó jurar y proclamar con toda solemnidad la Independencia en todos los ayuntamientos del país. Ahora sí, con toda formalidad y enmarcada la celebración en un ambiente de festividad las corporaciones civiles, castrenses y religiosas de Monterrey juraron y proclamaron la Independencia del Imperio Mexicano el 18 de noviembre de 1821. En una mesa adornada con un crucifijo y el libro de los evangelios se inició la ceremonia leyéndose la Declaración de Independencia, el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba. Ante el nuevo comandante general de las Provincias Internas de Oriente, Gaspar López, todos los que hicieron la jura fueron los mismos personajes que se declararon enemigos de la insurgencia representada por Hidalgo y Bernardo Gutiérrez de Lara. Desfilaron en el evento, el alcalde de Monterrey, don Matías de Llano; la Diputación Provincial de las Provincias Internas de Oriente, integrada por José de León Lobo Guerrero, Ambrosio María Aldasoro y José Rafael de Llano; y el Cabildo Eclesiástico de Monterrey personificado por José Bernardino Cantú, Pedro de Hombre y José Antonio de la Garza. Al término de la ceremonia se arrojaron monedas al pueblo y se lanzaron vivas a la Independencia, hubo repique de campanas y descargas de fusiles. Los festejos se prolongaron durante varios días para regocijo popular con fuegos artificiales, bailes públicos y corridas de toros. 5 En un escrito firmado por el licenciado José Alejandro Treviño, el 2 de noviembre de 1822,

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EL 25 de octubre de 1822, el alcalde de Monterrey, Alejandro Treviño y Gutierrez, recibió un bando del emperador constitucional Agustín de Iturbide donde se decretaron los días feriados, fiestas de tabla y de corte, así como las notas cronológicas que debían fijarse en los calendarios. Las fiestas de tabla eran religiosas y las de corte eran de carácter civil o político. Como estas festividades se establecían por decreto, todos tenían la obligación de asistir o participar en ellas: pueblo, corporaciones eclesiásticas, ejército y autoridades políticas.7

Tratado de Córdova.

el Ayuntamiento acordó avisar al público de la realización de la Jura del Emperador el día 17 del próximo diciembre. Para realizar el acto con la mayor solemnidad y decoro, se decidió subastar la Plazuela del Mercado y sus alrededores durante los días de las fiestas al mejor postor, en el entendido de que deberá de haber corridas de toros y toda clase de diversiones.6 De esta forma se celebraron en la capital reinera los acontecimientos que dieron origen a una nueva nación, lo mismo la ascensión de Carlos IV y su hijo al trono español que la promulgación de la Constitución de Cádiz, al igual que la Independencia consumada por Agustín de Iturbide y su ascensión como emperador, relegando al olvido la lejana insurrección del Bajío iniciada por Miguel Hidalgo e Ignacio Allende.

El Congreso declaró fiestas nacionales o de corte obligatorios los días y cumpleaños de sus majestades y del príncipe imperial. No es ninguna casualidad que se haya designado el 2 7 de s e ptie mbre c omo e l día de la consumación de la Independencia, precisamente el día que nació Agustín de Iturbide. Lo mismo sucedió con las principales fechas a celebrar, la mayoría giraba en torno a la persona de Iturbide. Se decretaron como fiestas nacionales el cumpleaños del príncipe heredero, el 24 de febrero vinculada al Plan de Iguala y la instalación del Soberano Congreso Constituyente; el 2 de marzo, día en que el Ejército Trigarante proclamó el plan libertador; el 19 de mayo, para conmemorar el nombramiento del primer emperador constitucional de México; los días 16 y 17 de septiembre para honrar el Grito de Dolores y la memoria de los primeros defensores de la patria; y el 12 de diciembre, la aparición de la Virgen de Guadalupe.8 Durante el Virreinato las fiestas políticas se realizaban con el propósito de honrar la familia real española y todo aquello que relacionara a 108


Capítulo III: Cultura

la Nueva España con la metrópoli. En el imperio de Iturbide la intención iba en sentido contrario, se ensalzaban los acontecimientos alusivos a la ruptura con la madre patria en asociación con la preponderancia protagónica de Agustín de Iturbide. Lo que se pretendía con estas fiestas era legitimar el nuevo régimen independiente y su relación con sus gobernados, hacer público el poder personal de Iturbide. No se limitaron a la Ciudad de México o a la Nueva España, se dispuso su realización en todos los confines del naciente imperio para que adquirieran un carácter nacional. Durante el efímero imperio, las fiestas decretadas fueron numerosas y muy costosas, situación que se hacía más grave por estar el país en bancarrota después de once años de lucha armada.

José Alejandro Gutiérrez Treviño.

Referencias: 1. Hemeroteca Nacional (HNDM). Gazeta de México, 23 de noviembre de 1790. 2. Benjamín Flores Fernández. Organización de corridas de toros en la Nueva España del siglo XVIII y primeros años del XIX, p. 496. 3. HNDM. Gazeta de México, 6 de marzo de 1792. 4. Archivo Municipal de Monterrey (AMM). Actas de cabildo, 26 de noviembre de 1821. 5. El Porvenir, 25 de junio de 1921. 6. AMM. Correspondencia,Vol.10, Exp. 87. 7. AHMM. Correspondencia, Vol.10, Exp. 78. 8. María José Garrido Asperó. Las fiestas celebradas en la Ciudad de México. De capital de la Nueva España a capital del Imperio de Agustín Iturbide, permanencias y cambios en la legislación festiva. Biblioteca Jurídica Virtual. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 1998, p. 197.

Plan de Independencia.

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Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia José Antonio Olvera



Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia José Antonio Olvera

Dr. José Eleuterio González José Raymundo Eleuterio González Mendoza “Gonzalitos” nace en Guadalajara, Jalisco, el 20 de febrero de 1813. A los 12 años es inscrito en el Colegio Seminario de dicha ciudad, el cual abandona para después ingresar al Instituto Literario de Guadalajara, en donde inicia sus estudios de medicina. A la muerte de su padrino y protector ocurrida en 1830, decide emigrar a San Luis Potosí para continuar sus estudios. Ahí fue practicante de medicina en el Hospital Nacional de San Juan de Dios. Tres años después, por invitación de un fraile regiomontano, que había sido su protector en tierras potosinas, se traslada a Monterrey. A finales de 1833 ya se encuentra laborando como médico en el Hospital de Nuestra Señora del Rosario, único nosocomio en la entidad, y al poco tiempo es nombrado director interino de dicho hospital. Desde su establecimiento definitivo en Monterrey, en 1833, hasta su deceso en 1888, se convirte en el centro de la vida intelectual y científica de Nuevo León. En el transcurso de su vida recibe las mayores distinciones y reconocimientos, participando activamente en la creación de las bases de la nueva sociedad norestense.

Dr. José Eleuterio Gonzaléz, historiador del septentrión.

Gonzalitos fue un escritor prolífico de libros de historia y medicina, traductor, poeta, servidor público (tres veces gobernador y diputado local, 113


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y magistrado, una vez) y profesor de bachillerato y enseñanza superior, tuvo el ingenio y el temple necesarios para cumplir sus más caros anhelos y que son hoy en día su legado más importante: el Consejo de Salubridad (antecedente del ramo de salud pública), el Colegio Civil (preludio de nuestra Universidad), la Escuela de Medicina, el Hospital Civil (hoy Universitario), la Escuela de Primeras Letras (ensayo de la Normal básica), entre otros. Debido a la trascendencia de su obra científica, educativa y filantrópica, el doctor José Eleuterio González es considerado el humanista más descollante del siglo XIX en Nuevo León. Siendo la medicina y la historia las asignaturas que más cultiva, y sobre la cuales sustenta su práctica académica y de divulgación. Conocimientos que también le sirvieron para exaltar sus más altos valores: el amor a la ciencia, la enseñanza a los jóvenes y la atención de la humanidad doliente. La biografía del sabio médico es también la narrativa de los avatares de la historia del Seno mexicano en el siglo XIX. El tema de la Independencia lo aborda, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, como una investigación histórica sustentada en documentos de los archivos locales, así como en las obras clásicas del Padre Mier, Carlos María de Bustamante, Lucas Alamán, entre otros, además publica varios ensayos y discursos donde exalta el patriotismo y la causa de los insurgentes. De entrada, debemos considerar al Dr. González como el primer historiador del noreste en difundir

la gesta independentista, desde su manifestación en 1808 hasta la consumación de 1821, con un enfoque regional, en el que da cuenta del papel que jugaron las autoridades nuevoleonesas, las élites regionales, la milicia, los propietarios y el resto de la población en los momentos en que se enciende y apaga la flama iniciada por el cura de Dolores en 1810. Los textos más relevantes que podemos citar son los siguientes: 1. Colección de Noticias y Documentos para la historia del Estado de Nuevo León corregidos y ordenados, de manera que formen una relación seguida por el Ciudadano J. Eleuterio González, catedrático de Historia en el Colegio Civil de esta ciudad Monterrey, Tipografía de Antonio Mier, Monterrey, 1867. 2. “15 y 16 de septiembre”, artículo reproducido en el Boletín de la Sociedad de Geografía y Estadística, México, 1870. 3. “Discurso Oficial del 16 de septiembre de 1874”, en varios periódicos. 4. Biografía del Benemérito Mexicano D. Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra escrita por José Eleuterio González, Juan Peña Editor, Monterrey, 1876. 5. Lecciones orales de Historia de Nuevo León dadas a unos amigos suyos en el camino de México año 1881, edición de “La India”, Monterrey, 1881.

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Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

Hospital Nuestra Señora del Rosario.

6. “La fiesta del 16 de Septiembre”, Monterrey, s.n., 1883. 7. “Algo sobre la Independencia de México”, en: La Revista, Monterrey, 1864.

De todos sus escritos relativos a la Independencia, es en su Colección de noticias y documentos… (1867), segunda parte, donde Gonzalitos desarrolla los ejes temáticos de la gesta independentista, combinando el enfoque global con el regional, cubriendo el periodo 1808-1821 en doce capítulos.

8. Tomo IV de sus Obras Completas: “Cartas del Doctor Fray Servando Teresa de Mier al cronista de indias Doctor D. Juan Bautista Muños sobre la tradición de Nuestra Señora de Guadalupe de México escrita desde Burgos, España. Año 1797”, Monterrey, 1887. “Cartas del Dr. Fray Servando Teresa de Mier (Bajo el seudónimo de un americano) año 1811 y 1812”, Monterrey, 1888. “Biografía del Benemérito Mexicano. Fray Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra”, segunda edición, Monterrey 1887.

Segunda parte. Sucesos del tiempo de la guerra de Independencia. Capítulo I. Pretexto que tomaron los insurgentes y los realistas para defender su causa Capítulo II. Primeras noticias, primeras disposiciones Capítulo III. Alarma en la colonia del Nuevo Santander, carta de Don Antonio Cordero Capítulo IV. Nuevas armas Capítulo V. Venida del Teniente General Jiménez Capítulo VI. Prosigue la materia del pasado Capítulo VII. Jiménez en Monterrey Capítulo VIII. El traidor de Elizondo Capítulo IX. La Junta Gobernadora y sucesos del año 1813 Capítulo X. El General Arredondo Capítulo XI. Varios documentos curiosos Conclusiones 115


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Batalla de Aguanueva.

En el presente trabajo, vamos a reseñar brevemente el contenido más importante de los ocho capítulos iniciales, en los que se da cuenta de la situación que se vive en Nuevo León, Coahuila, Texas y Tamaulipas durante los primeros tres años de la gesta independentista, esto es, de 1810 a 1813, periodo en el que se cierra el primer gran ciclo de un conflicto que dura más de una década y que tiene el carácter de una guerra civil. En el primer capítulo, referente a los sucesos de la guerra de Independencia, destaca que José Bonaparte, una vez que toma las riendas

del trono español en 1808, envía emisarios a la Nueva España con el propósito de persuadir tanto a realistas como insurgentes para que se incorporaran a los dominios del nuevo monarca impuesto por Napoleón. Estas entrevistas que debieron darse en forma privada, si es que se llegaron a realizar, no cuentan con una documentación que respalde lo que pudo haberse negociado entre los grupos políticos novohispanos y los representantes del monarca español. Tan sólo se citan algunos testimonios en los que se señala que dichos emisarios se entrevistaron con las altas autoridades del virreinato y con los principales líderes insurgentes. Lo que sí resulta cierto, 116


Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

es que dichos intentos de diálogo, sirvieron a ambos bandos en conflicto, para reprocharse mutuamente que uno de ellos estaba “vendiendo la nación al tirano Napoleón Bonaparte”. Se menciona a un general D´Alvimar, militar francés quien afirmaba venía a recibir el mando que había de entregarle el virrey Iturrigaray. Este personaje también anduvo por tierras norteñas y, según un testigo, se entrevista con integrantes de las milicias regionales, y en el Bajío con los insurgentes Aldama e Hidalgo, teniendo con este último un encerrona “solos durante una noche entera en negocios secretos…”.1 En el segundo capítulo, destaca que fue hasta la tarde del 29 de septiembre de 1810 cuando las autoridades de Nuevo León se enteran del levantamiento del cura Hidalgo. La noticia la remite desde San Luis Potosí, el general Félix Calleja, al gobernador Manuel de Santa María.2 Además de informarle sobre los actos cometidos por los insurgentes, Calleja le solicita al gobernador reúna y le envíe tropas y pertrechos para fortalecer el ejército realista que habría de enfrentar a las tropas insurgentes. Le requiere de manera urgente los 250 “hombres de las milicias de esa Provincia, que por superior orden estaban destinados para reforzar la Provincia de Texas, y cuya providencia se suspendió posteriormente, formando las cinco compañías que se previene con sus correspondientes oficiales (…) Al mismo tiempo me remitirá usted toda la tropa y oficiales de la compañía volante de la Punta, que no hicieron absoluta falta para el servicio diario, remplazándolos con milicianos. (…) Despachada que sea la referida tropa, será

Félix María Calleja.

conveniente que a precaución de los sucesos y ocurrencias posteriores, proceda usted a formar y organizar otro cuerpo de las mismas milicias con la fuerza de trescientos hombres, en compañías de cincuenta plazas con sus correspondientes oficiales, para destinarlos a donde llame la necesidad”.3 Desde luego, unas eran las necesidades del Brigadier Calleja, y otras las posibilidades –incluso la voluntad política– del gobernador Santa María de sufragar tropa y armamento para el ejército realista. A través de varios oficios el gobernador justifica la imposibilidad de cumplir con el envío de tropas. Primero señala que todas las autoridades, incluidas las

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fuerzas militares, se encontraban en la Feria de Saltillo, evento cumbre en la región para las actividades comerciales, y que a la brevedad mandaría llamar “a la oficialidad y la tropa de mi mando, se restituyan inmediatamente a sus co m p a ñ í a s p o r ser in tere s a n te a l re a l servicio”.4 Posteriormente, con el argumento de que habría algunos levantamientos en varios puntos de la entidad a favor de la causa insurgente, así como la incursión de los indios seminómadas, que asolaban a los pueblos del norte, Santa María decide contener las fuerzas militares que supuestamente enviaría a Calleja para salvaguardar el orden y la seguridad del Nuevo Reino de León. Sería hasta mediados de octubre, cuando se cumple la orden de mandar refuerzos a San Luais Potosí; en lugar de 250 se envían 200 hombres al mando de Pedro Herrera y Leyva. Lo que más inquietaba al gobernador era la posible intromisión de propaganda subversiva, para efecto de contener y controlar cualquier comunicado insurgente, el 30 de septiembre publica circulares en todos los poblados, “… mandando que si en algún lugar apareciera alguna proclama o papel concerniente a la revolución, se le remitiera inmediatamente”.5 El 12 de octubre expidió una proclama, que se fija en todos los parajes públicos, dirigida a todos los habitantes de la entidad para conminarlos a que denunciaran cualquier acto o noticia sospechosa que estuviera relacionada con el bando insurgente. “Fidelísimos habitantes ya como os lo tengo anunciado, comienza la perfidia a querer triunfar de vuestra inocencia, ya

Dr. José Eleuterio Gonzaléz.

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Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

ha llegado a mis manos y por las fieles de uno de nuestros compatriotas, ciertos papelejos seductivos, que a su paso por San Miguel le hicieron recibir y él admitió con las oportunas ideas de conducirlos a este Gobierno, para que impuesto, y con materialismo del disparatado plan de los revolucionarios, contrarestase a sus depravados designios, que no son otros sino el de robar y oponerse, bajo una evidente hipocresía, a las sabias equitativas leyes que por espacio de doscientos ochenta y nueve años mantuvieron este Nuevo Mundo, con la paz, con la fraternidad, y con la íntima unión que se persuaden destruir, mediando al efecto objeciones débiles, rebatibles, e irreligiosas, pero llenas del egoísmo más criminal.

No conforme con la proclama del 12 de octubre, en la que el gobernador Santa María ordena a los habitantes nuevoleoneses denuncien todo tipo de propaganda sediciosa, así como a las personas que difundan estos escritos, un día antes le escribe al obispo del Nuevo Reino de León, Primo Feliciano Marín de Porras, persuadiéndolo para que girara una circular por todos los curatos de la diócesis imponiendo la pena espiritual de excomunión “a todas las personas que propagasen, leyeren, retuvieren y no entregasen la tal proclama en el término de seis días, contando también contra los que de hecho o de palabra difundieren las especies seductoras que contiene ésta, y cuantas dirijan al mismo fin”.7 El obispo Marín de Porras atiende de inmediato la solicitud del gobernador, y el 15 de octubre expide la siguiente pastoral:

Habitantes, tened entendido, que en los Hidalgos, Aldamas y demás cabecillas tumultuarios, distantes de llevar en su débil desconcertado proyecto, ni aun las lucidas miras que decantan, no respiran a otra cosa que imitando a los Napoleones elevarse a costa de vuestro deshonor, a precio de vuestra sangre y últimamente de vuestra alma, pues teniendo como tenemos empeñada la sagrada Religión del juramento(…) a efecto de que despreciando tan disparatado e irreligioso plan, cuyo germen será destruido, imitéis a este fiel vecino, pasando inmediatamente a mi noticia cualesquiera sospecha, y capaz de alterar vuestra dilatada quietud, e íntima dependiente unión con los europeos(…)”6

“A todos los eclesiásticos seculares y regulares, y demás fieles estantes y habitantes de todo nuestro Obispado… ¡Ah hermanos míos! Un profundo dolor y excesiva tristeza ocupa en este momento nuestro corazón, y despedaza nuestras entrañas: estamos en tiempos muy peligrosos: el infierno parece que ha roto sus puertas, y se ha retirado el Ángel del Señor que guardaba las llaves del Abismo(…) El hombre de perdición que ha trastornado la Europa con sus artes malignas, ha logrado introducirlas en nuestros países (…) se ha atrevido a levantar el estandarte de la rebelión y amenaza acabar con nuestra santa religión 119


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Napoleón sometiendo al pueblo español.

y llevar la desolación y la muerte por los terrenos pacíficos (…) Bajo el capcioso y seductivo pretexto de introducir entre nosotros un Nuevo Gobierno que haga felices a los habitantes de esta Nueva España… se os convida a todos, nada menos, a desenvainar la espada, y afilar vuestros puñales para ensangrentaros; y saciarlos en la sangre de vuestros hermanos…

c o n vidándolos a la licencia monstruosa de las costumbres; al olvido y desprecio de todo lo sagrado; al saqueo y a la rapiña; a poner en convulsión al Estado y felicidad de los ciudadanos (…) Y porque la malicia de nuestros enemigos es demasiado sutil, para inventar, y abrirse nuevos caminos para extender y propagar sus ideas, os encargamos muy particularmente, que tratéis de inquirir y averiguar en dónde, y porque medios se han extendido las proclamas, qué sujetos las tienen y el uso que han hecho, o hacen de ellas; para que informados legítimamente de todo; podamos instruir con brevedad y

Y para que el contagio pestilente de la rebelión se dilate y propague con una espantosa rapidez, han extendido multitud de proclamas, para inquietar y poner en armas a los honrados y fidelísimos habitantes de este mi Obispado… 120


Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

de las Provincias Internas de Oriente; por lo que había que evitar que en estas tierras se reprodujeran las ideas y los actos de violencia protagonizados por los insurgentes. En el tercer capítulo, Gonzalitos expone la situación imperante en el vecino estado de Tamaulipas (Nuevo Santander), en donde también comienza a imperar el pánico, según manifiesta el gobernador de dicha entidad, Manuel de Iturbe e Iraeta, a Santa María en un comunicado del 13 de octubre de 1810. Iturbe describe todos los sitios que habían tomado las fuerzas insurgentes, la violencia con que habían actuado en Guanajuato y la amenaza que representaban para las tierras norteñas, dado que dichas tropas pronto estarían asolando el cercano estado de San Luis Potosí, cuyo mando militar realista estaba a las órdenes del general Félix Calleja. Sugiere que para poder hacer frente a una tropa tan numerosa, era necesario unir

Mapa del Nuevo Santander.

prontitud a la superioridad, a fin de que el pronto y asombroso castigo de los cómplices y fautores, contenga todos los excesos, e imponga a todos los malvados el silencio eterno. Prohibiendo, como prohibimos bajo la pena de excomunión mayor, y otras a nuestro arbitrio a todos los legos, seculares, y además de esto la de suspensión ipso facto incurrenda a todos nuestros eclesiásticos tanto domiciliarios, como forasteros, seculares y regulares de este nuestro Obispado, que retengan, u oculten, o traten de ocultar dichas proclamas (…)”.8 El obispo Marín de Porras, que más adelante jugará un papel determinante en el proceso de la contrainsurgencia, daba cabida no solamente a la preocupación de Santa María, sino a la inquietud de las élites locales que veían muy próxima la llegada de los insurgentes, por lo que estaba en peligro su estatus político, así como su patrimonio y la seguridad de sus familias. En sus mentalidades estaban fijos los eventos de la toma de Guanajuato, descritos de manera trágica en los oficios que remitieron los mandos militares realistas a las autoridades

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“…todas las fuerzas de esa Provincia del mando de usted, de las de Coahuila y Texas, y de las de esta a mi cargo, para que unidas éstas a las del Sr. Comandante General Don Nemecio Salcedo, cuya pericia militar es bien notoria, pudiésemos… confundir el orgullo de los mencionados insurgentes, haciéndoles ver que si ellos han pretendido usurpar injustamente sus augustos derechos, a el mejor y más benigno de los soberanos, nosotros hemos tratado de volver por su justa causa y defender éstos sus repetidos dominios, hasta haberlo conseguido, o morir por nuestro Rey, por la Patria y por la Religión, cuyos sagrados ritos se tratan también de profanar”.9


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Los jefes políticos se comprometían a mantenerse informados sobre las novedades en los diversos frentes de batalla. Más adelante se reproducen varias cartas donde se da cuenta de algunas derrotas que sufrieron los insurgentes. El 15 de octubre se informa que diez días antes el ejército realista había replegado a las fuerzas de Hidalgo, en su avanzada por el rumbo de Querétaro. Que esta ciudad y Guadalajara se habían fortalecido con artillería y tropa. Por otra parte, en otras ciudades como Zacatecas y Aguascalientes, los españoles se habían trasladado a lugares más seguros como Durango. Sumando el contenido de las misivas remitidas entre el mes de octubre y la primera quincena de noviembre de 1810, todo parecía indicar que el ejército realista estaba a punto de tomar el control en las principales ciudades y de someter a las tropas de Hidalgo y Allende, y de esta manera evitar que se propagara a tierras norteñas el frenesí independentista.

de reunir al Ayuntamiento el 15 de noviembre, para dar a conocer el oficio referido y para que los integrantes de dicho órgano dictasen las providencias oportunas para hacer frente a una posible invasión. El único acuerdo que deriva de dicha reunión fue conminar al gobernador Santa María para que se presentara a la brevedad para dirigir la defensa de la capital “del fuego que le amenaza la turba de tumultuarios, [haciéndolo responsable si no lo verifica] para con Dios, el Rey y la causa pública…”.11 Ese mismo día el capitán Ramón envía comunicado al Cabildo Eclesiástico solicitando consejo y recursos económicos. Dos días después recibe una inestimada contestación. En primer lugar, el referido cabildo lamenta no poder ayudar con dinero por no disponer de momento y porque los pocos recursos que existían ya los había dispuesto el Obispo para un préstamo a las cajas reales de Saltillo. En cuanto al “consejo” que el prelado sugiere para hacer frente a los posibles ataques de los insurgentes, recomienda que

En el capítulo cuatro, “Nuevas alarmas”, destaca que poco le duró la tranquilidad a la élite gobernante de Nuevo León, que suponía que las fuerzas realistas estaban repeliendo con eficacia la avanzada insurgente. Todo lo contrario, el 14 de noviembre de 1810, el gobernador coahuilense Antonio Cordero le comunica a Santa María que la ciudad de San Luis Potosí había sido tomada por los insurgentes. El gobernador nuevoleonés no se entera porque había salido de la capital y su lugar fue ocupado interinamente por Juan Ignacio Ramón,10 capitán de la compañía veterana de Lampazos, quien se va a encargar

“…se pase orden ejecutiva a los subdelegados de Cadereyta, Pesquería y Salinas a efecto de que con la posible brevedad formen las correspondientes listas comprensivas de todos los individuos, vecinos y dependientes de las haciendas y ranchos, previniéndoles a los primeros, y a los dueños de las segundas, los habiliten de hondas, teniendo especial cuidado, de que se ejerciten en este oficio (…) que estén entendidos… que se les dé la correspondiente orden (…) a hacer la 122


Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

Monterrey 1846.

debida resistencia a los insurgentes, que intenten invadir y posesionarse de esta ciudad, y demás pueblos de esta vasta Provincia”.12 Esta respuesta causa hilaridad en el propio Gonzalitos quien comenta: “No deja de ser curioso ver a los Dres. teólogos aconsejar que se resista a los insurgentes a pedradas, y defender el dinero hasta donde les era posible”.13 La amenaza de la presencia insurgente cada vez se hacía más latente, sobre todo cuando se informa que además de Zacatecas y San Luis Potosí, los independentistas al mando de Rafael Iriarte14 habían tomado el poblado minero de Real de Catorce, obligando la huida de los propietarios españoles, quienes

se trasladan a la ciudad de Saltillo. En otro comunicado, fechado el 17 de noviembre, Pedro Borrego, subdelegado del Valle del Pilón (hoy Montemorelos, Nuevo León), informaba a su homólogo del Valle de la Mota (actual General Terán, de la misma entidad), Domingo Narciso de Allende,15 que las fuerzas insurgentes, además del referido mineral, habían tomado las poblaciones vecinas de Cedral y Matehuala, “…que vienen como 22,000 personas (sic) al mando de Iriarte, y del Coronel Canal; haciendo unas terribles atrocidades con las mujeres, causando robos. De suerte que el lugar que hace resistencia, y después lo ganan, pasan la gente a cuchillo”.16 Por su parte, el gobernador Santa María contesta el día 16 la “conminación” que le hizo llegar el Ayuntamiento de Monterrey, aludiendo que no había necesidad de que “conminasen sus

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honrados procederes, que se regresaría inmediatamente a la capital y que contando con la buena disposición, no sólo de la ciudad sino de toda la provincia, se hallaba resuelto a defenderla hasta exterminar el último quilate de su sangre”. 17 Tan pronto llega a su despacho, comienza a girar órdenes a todos los poblados de la entidad para que contribuyeran con gente, armas y dinero para la defensa de esta provincia. Las respuestas no se hicieron esperar, aunque no con los resultados esperados. El 19 de noviembre, el Ayuntamiento de Linares, cuyas autoridades se sentían amenazadas debido a que las fuerzas insurgentes comandadas por Rafael Iriarte acababan de tomar poblaciones vecinas en el estado de Tamaulipas, se excusa de no atender el llamado del gobernador en virtud de que: “…padecemos a la presente un contagio de calenturas tan general, que los que no están enfermos están convalecientes. No llegan a diez armas de fuego las que hay en todo el vecindario, pues todo o la mayor parte de él se compone de gente pobre, ordinaria y de servicio, y por lo mismo susceptible a toda impresión revolucionaria. […]y antes agradeceríamos a V.S. nos facilitase, si es posible, algunos auxilios que nos ayuden a defender nuestra frontera que es por este rumbo la llave de la provincia”.18 Señala Gonzalitos que a pesar de las dificultades que encontró el gobernador para que los poblados lo proveyeran de tropa, armas y recursos económicos, trataba de organizar las tropas de

milicias de la mejor manera. Para tal efecto, el 26 de noviembre nombra al capitán de milicias Vicente Vedia y Pinto, oficial habilitado “con poder amplio y general, para que pueda extraer todos los caudales que se necesiten para el surtimiento y entretenimiento de la fuerza armada, no sólo en los ramos de la real hacienda, sino de la clavería de esta Catedral, con cuyos enseres se cuenta por falta de suficiente numerario y de todos aquellos que se presten gustosos, bajo calidad de reintegro o de donativo, a tan importantes fieles miras…”.19 Ese mismo día, Santa María celebra una junta de guerra para determinar las acciones que deberían llevarse a cabo para defender, con tan limitados recursos, los puntos estratégicos del Nuevo Reino de León, sobre todo, la región sur que colindaba con los poblados que recientemente habían atacado los insurgentes. La junta resuelve aprobar la propuesta del gobernador que consiste en formar la mayor cantidad de tropas, surtirlas de armas, “para guarnecer los interesantes puntos o avenidas de tierra fuera… para que en caso de ser atacada, se use de la resistencia que proporciona la tropa arreglada y con alteración dispuesta a repeler al enemigo”.20 Una vez que se aprueba su estrategia para defender esta provincia, el 4 de diciembre el gobernador le escribe al virrey Francisco Venegas para informarle sobre los preparativos y la estrategia que estaba llevando a cabo para enfrentar a las fuerzas rebeldes. En primer lugar, le avisa que para mantener contacto directo con el virrey, sin el peligro de que la correspondencia fuera interceptada por el enemigo, nombra al capitán de milicias urbanas Domingo 124


Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

había conseguido un préstamo de 16 mil pesos, proporcionados por el Obispo, cantidad que apenas alcanzaría para mantener las tropas por un mes.21

Parroquia de Matehuala.

Narciso de Allende como su informante, para que personalmente le haga entrega del reporte sobre la situación que guardaba la defensa del Nuevo Reino de León. En cuanto a la integración de milicias, aclara que envió a San Luis cuatro compañías de 50 hombres cada una, solicitadas por el general Félix Calleja y que de momento se encontraba formando cinco más, pero que tenía problemas para completar estas tropas que por el momento sumaban 400 elementos, además de una formada por indios tlaxcaltecas y, sobre todo, le urgía proveerse de recursos para solventar todas las necesidades de este cuerpo militar; destaca que tuvo que disponer de su sueldo para suministrar algunos apoyos a estas milicias. Agrega que a pesar de toda la reticencia que tuvo al principio, finalmente

Será hasta principios de diciembre cuando la rebelión comienza a impactar en el territorio nuevoleonés. Sobre todo cuando los insurgentes someten la ciudad de San Luis y los españoles abandonan los pueblos del norte de esta provincia. Desde aquel punto, los jefes insurgentes, sobre todo Iriarte, envían comisionados por todos los pueblos vecinos para fomentar la rebelión. Sin embargo, Iriarte permanece poco tiempo en la capital potosina, quien se encargará de organizar la ofensiva hacia el norte será el teniente general José Mariano Jiménez, encomienda que había recibido por parte de los jefes insurgentes en el poblado de San Felipe, a finales del mes de noviembre. El 3 de diciembre se encuentra en San Luis, pero está poco tiempo, su idea era avanzar lo antes posible hacia el norte. El día 6 llega a Venado y dos días después se encontraba en Charcas, y posteriormente se dirige a Matehuala, donde instala su cuartel general. Para esas fechas contaba con un ejército numeroso de cerca de ocho mil hombres, que se había integrado no solamente por gente de campo y sacerdotes del clero regular y secular, sino además, por una gran cantidad de jefes y soldados desertores del ejército realista.22 La amenaza era más que latente para las provincias del Septentrión, sólo sería cuestión de semanas para que se develara el impacto de la gue rra ins urge nte e n la s oc ie da d nuev oleonesa.

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estaba por el propio partido”.24 Los capítulos quinto, sexto y séptimo los dedica a resaltar la figura del insurgente Mariano Jiménez 23. Quien había recibido, a finales de 1810, el encargo de insurreccionar las Provincias Internas de Oriente, contando para tal efecto con e l n o m bramiento de Coronel y un ejército de más de siete mil hombres y una artillería de 28 cañones. Gonzalitos da algunos pormenores sobre las campañas de Jiménez antes de emprender su misión por el norte. Destaca su participación en la toma de la Alhóndiga de Granaditas, donde contribuye con un ejército de tres mil efectivos, la batalla del Monte de las Cruces, en la que fue comisionado para reclamar la rendición del virrey Francisco Javier Venegas y la entrega de la Ciudad de México –recibe una rotunda negativa por lo que Hidalgo decide no atacar dicha ciudad–, la defensa de Guanajuato, el 26 de noviembre, al ser derrotado se dirige a San Felipe y posteriormente a la hacienda El Molino, en donde fue comisionado para atraer a la insurgencia a las provincias de “Tierra Adentro”, como se le llamaba al territorio del actual noreste de México, incluido Texas. Así lo menciona el sabio médico: “Saliendo el Ejército de la villa de San Felipe y hecho mansión un día en la Hacienda del Molino, a propuesta de Don Mariano Jiménez, se le otorgó la comisión para seducir por el partido de Hidalgo y Allende las provincias de tierra adentro, que es como las nombraban, c u y o f i n f u e a c o m p a ñ a d o d e D o n J u a n Bautista Carrasco, Don Luis Gonzaga Mireles, Don Luis Malo, y autorizado para tomar caudales y gente en San Luis Potosí, que ya

Según Gonzalitos, Jiménez debió partir para las Provincias Internas de Oriente a finales de noviembre o principios de diciembre de 1810. De acuerdo a otras fuentes, todo indica que el ejército insurgente avanza rápidamente por los poblados potosinos, desde donde se preparara el ataque decisivo a los poblados norteños, en este caso, Saltillo es considerado punto estratégico para doblegar a las fuerzas realistas. El 3 de diciembre se encontraba en San Luis Potosí, pero no se queda mucho tiempo en la ciudad, ya para el día 6 estaba en Venado. El día 8 ya se encontraba en Charcas. Instala su cuartel general en Matehuala, en donde llega a formar un ejército de ocho mil hombres. En ese lugar se le unen los soldados desertores de Nuevo Santander que habían estado al mando del capitán Vidal de Lorca. Posteriormente se fueron incorporando otros soldados realistas que desertaron del campamento de Aguanueva, tanto de las tropas de Coahuila como de las del Nuevo Reino de León. Muchos individuos del bajo clero también se unen a la insurrección.25 Jiménez fomentaba estas deserciones escribiendo a todos los oficiales, especialmente a los criollos, exponiéndoles el propósito de la insurrección e invitándolos a que se le unieran. En una carta del 16 de diciembre, se aclara que Jiménez se encontraba establecido en Matehuala, en donde se le unieron indígenas de la región y disponía de una amplia casa que fungía como cuartel: “…Don Mariano Jiménez que está en dicho Valle con su Ejército de siete mil hombres y hasta los mecos de Nola se les 126


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En este caso, desde Galeana, al sur del reino, Juan Ignacio Ramón mantiene informado al gobernador Santa María sobre los movimientos que realizan las fuerzas comandadas por Mariano Jiménez. El 7 de diciembre de 1819 le informa que los insurgentes ya se dirigían a Saltillo y que para tal efecto habían tomado el poblado de Venado, bajo el mando de un párroco de apellido Villerías “con catorce mil hombres (sic)… este padre Villerías es un lego que ha entrado varias ocasiones al Saltillo con demanda, y, según dicen, es de muy mala condición…”.27 En su trayecto se menciona que el cura fue repartiendo entre la población proclamas firmadas por Miguel Hidalgo en donde exhorta a la rebelión para acabar con “el mal gobierno”.

Portada Colección de noticias…, obra clásica de Gonzalitos.

vinieron a incorporarse con el Ejército que está en Matehuala y salió el Sr. General a tomarlos. En las casas de Soldevilla es palacio y debajo de los portales está nuestro católico Fernando VII en un cuadro, y de parte de noche, le arden dos cirios y con centinelas. De día y de noche no se oye más que viva el Rey y Nuestra Señora de Guadalupe”.26

Según Gonzalitos, la población norteña, y particularmente las élites provinciales, estaban confiadas en que el movimiento independentista duraría poco tiempo y que desde los puntos estratégicos de Galeana (en Nuevo León) y Aguanueva (en Coahuila) se podría contener el avance de las fuerzas insurgentes hacia el territorio de estas provincias. Sin embargo, la realidad distaba mucho de sus convicciones, ya que el 19 de diciembre se informa que las fuerzas de Jiménez habían atacado varios poblados y haciendas del sur: “…se ha sacado de las dos Lajas, de Albarcones, Canelo, Cedral, Raíces y Santo Domingo y Lobos las caballerías que había mansas y 300 hombres de los sirvientes de dichas haciendas, extendiendo sus miras a lo interior de nuestra Provincia”.28

Para estas fechas, el ejército realista del Nuevo Reino de León ya había dispuesto algunos sitios desde donde se mantendrían vigiladas las maniobras de las tropas insurgentes, así como El 27 de diciembre Ramón le reitera al los puntos estratégicos en los que se les repelería. gobernador el número de fuerzas que dispone 127


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el ejército insurgente, dejando en claro la inferioridad y poco éxito que tendría el ejército realista en su misión de defender el sur de la provincia. “El Ejército es, como digo, de ocho mil y más, la indiada de flecha es grande, hay tropa de la colonia, así de milicias como de veteranos; y últimamente la seducción ha cundido por todas partes, no me cabe duda, ni usted, la tenga, pues se lo asegura quien a costa de su sueldo lo ha conseguido saber”.29 Esa misma fecha, le envía una copia de un comunicado que le remite dos días antes el “Teniente General de América” Mariano Jiménez, desde su cuartel de Matehuala, en el que establece los objetivos de la lucha de independencia y lo conmina a apoyar y sumarse a este movimiento libertario. Todo indicaba que el comandante Ramón, al ver la desigualdad de fuerzas en que se encontraba y que presagiaba una contundente derrota, no vacila en considerar el cambio de bando, sea por estrategia militar o convicción ideológica. El comunicado, que es un texto bastante amplio, refiere entre otras cuestiones que: “…las miras de la Nación en la presente guerra, la cual ya habrá penetrado usted que no se dirige contra la religión, pues somos católicos, obedientes súbditos de nuestra santa madre Iglesia, en cuyo obsequio nos sacrificamos gustosos. No contra el Rey pues ya está usted mirando que el procurar la independencia con peligro de nuestras vidas y haciendas, es sólo para conservarle este último retazo que le queda para lenitivo de su desgracia. No contra la Patria, pues lo que procuramos es que no corra la suerte

miserable de España, esto es, que no sea presa de los Bonapartes como aquélla, pues sólo así permanecerá intacta la fe de nuestros padres. Si usted señor Comandante, me hiciera la justicia de dar firme ascenso a cuanto tengo expuesto, y en virtud de ello tuviese a bien reunir sus fuerzas con las mías, para recoger a todo europeo, y separar los buenos de los malos, contaré esta conquista por una de las mas gloriosas de mi expedición, y su mérito brillara ante los ojos de la Nación”.30 Estas comunicaciones, afirma Gonzalitos, aturdieron sin duda a Manuel de Santa María, al poner en duda la lealtad de Juan Ignacio Ramón, su principal jefe militar, de manera de no quedarle más recurso que salir de Monterrey con ánimo de irse a la provincia vecina del Nuevo Santander y buscar respaldo con su homólogo Manuel de Iturbe e Iraeta, con quien había mantenido una comunicación epistolar en la que éste dejó entrever un plan para unir a todas las fuerzas realistas del Septentrión bajo el mando de su comandante general.31 En el camino hacia dicha provincia, se detiene en el Valle del Pilón, en donde se mantiene los primeros días de enero de 1811, recibe varios comunicados enterándolo de la derrota que sufrieron los realistas en Aguanueva y la inminente entrada de los insurgentes a la ciudad de Saltillo. Ante esta situación, Santa María tendrá que decidir si prosigue en estas tierras como fiel representante del gobierno realista o dejarse seducir por la invitación de Mariano Jiménez de pasarse al bando de la 128


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había concentrado tropas de la región en el campamento de Aguanueva,33 a menos de 30 kilómetros de Saltillo, y el referido puerto se localizaba más al sur, en la parte limítrofe con San Luis Potosí. Tomando en consideración el número de efectivos y los pertrechos de guerra con que contaban ambos bandos, el enfrentamiento resultaba abrumadoramente desigual para el ejército comandado por Cordero, que apenas rebasaba los 700 hombres con cuatro cañones, contra los ocho mil soldados y 16 cañones que disponía la tropa de Mariano Jiménez. Así describe un soldado insurgente los acontecimientos de ese día:

Camino real de Coahuila.

insurgencia. En pocos días se daría a conocer el rumbo tomado por el gobernador del Nuevo Reino de León. El ejército insurgente comandado por Mariano Jiménez sale de Matehuala rumbo a Saltillo el 28 de diciembre de 1810. En el camino se le une una gran cantidad de soldados desertores del ejército realista, tanto de Coahuila como de Nuevo León. El 7 de enero de 1811 llega al puerto de Carneros, puesto defendido por José Antonio Cordero y Bustamante, gobernador de la Provincia de Coahuila32, quien desde octubre de 1810 129

“El día 7 de éste llegamos al Puerto de Carnero, cual dicho puerto era donde tenía el refuerzo el Sr. Cordero como con setecientos hombres bien armados, y cuatro cañones, nosotros de nuestro ejército éramos ocho mil hombres y diez y seis cañones, lo cual sólo de ver poner en batalla nuestro ejército, sólo el segundo batallón que es el nuestro, que nos pusimos en paraje de dicho puerto, en buena parada, tuvo que romper el Sr. Cordero en huida y muchos soldados, pero la mayor parte se reunió a nuestro ejército, y así mismo se agarró al Sr. Cordero en Mesías (Mesillas) y está con sus guardias, y los europeos que se han agarrado y presentado, se han dado libres, porque su excelencia es un hombre benigno, y así usted verá lo más pronto que pueda presentarse con voluntad al Sr. Comisionado porque ahora es ocasión de lograrla. Según se dice por el día 18 que es viernes, se ha dicho que


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sale nuestro Regimiento a Monterrey, ayer mismo salió el Coronel Carrasco de embajador”.34 A pesar de que muchos historiadores consideran que e st e e n c u e n t r o fu e u n a b a ta lla , la d o cu mentación histórica sugiere que se trata de un leve enfrentamiento, en el que una vez que los insurgentes inician sus maniobras militares, la tropa de Cordero, casi en su totalidad, se pasa al bando insurgente. Lo más trascendente de este episodio es que dicha victoria es la llave que abre las puertas a las Provincias Internas de Oriente. En menos de un mes, desde Saltillo y hasta Béjar (San Antonio, Texas), incluidos los poblados del Nuevo Santander (Tamaulipas), dichas provincias se declaran a favor de la causa insurgente. Mariano Jiménez entra a Saltillo el 8 de enero y ese mismo día en la tarde Cordero fue capturado por sus mismas tropas que lo iban persiguiendo, en la estancia de Mesillas al norte de Saltillo. Un día después, Jiménez envía subalternos por distintos rumbos a ocupar el resto de las Provincias. A Pedro de Aranda lo manda a Monclova, llegando a esta villa con 500 hombres entre el 17 y 18 de enero. Para Monterrey designa al coronel Juan Bautista Carrasco, quien sale de Saltillo el 15 de enero, por lo que debe haber llegado a más tardar el día 17.35

el g o bernador reinero había celebrado el 1 de enero de 1811 una junta con el Ayuntamiento, en la que se acuerda dejar el mando político de la provincia al regidor Bernardo Ussel y Guimbarda, mientras él se reuniría con el gobernador del Nuevo Santander.36 Posteriormente, el 12 de enero celebra un consejo de guerra en el Valle del Pilón para dispersar las tropas y “al día siguiente se pronunció por la independencia –antes de que llegaran a Monterrey los comisionados Camargo y Carrasco–, mientras que desde antes, el 31 de diciembre de 1810, Juan Ignacio Ramón y los soldados de la Punta (de Lampazos) habían servido a las fuerzas insurgentes”.37 En virtud de lo anterior, Santa María ya no se entrevista con el gobernador de Nuevo Santander, sino que, junto con Ramón se trasladan a Monterrey para unirse al ejército insurgente. Finalmente, la mañana del 26 de enero de 1811, Mariano Jiménez llega a Monterrey y es recibido con gran júbilo popular. Ese mismo día expide una proclama que se distribuye por toda la provincia. En un discurso publicado por el Dr. González en 1874, se inserta copia de esta proclama cuyo contenido más apoteótico es el siguiente: “Americanos(…) si tenéis sentimientos de humanidad, si os horroriza el ver derramar la sangre de vuestros hermanos, y no queréis que se renueven a cada paso las espantosas escenas de Guanajuato, del paso de las Cruces, de San Gerónimo Aculco, de la Barca y otras, si deseáis la quietud pública y la seguridad de vuestras personas, familias y haciendas y la

Mientras esto acontecía en Saltillo, el gobernador del Nuevo Reino de León, Manuel de Santa María, y su capitán, pertrechado en el sur del reino, Juan Ignacio Ramón, ya habían decidido pasarse al ban d o i n su rg e n t e. S eg ú n G o n z a lito s , 130


Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

patriotismo sin querer oponer sus personas a las de nuestras tropas, conociendo que en los imprudentes choques se debilita la amable y oprimida nación americana, en la fanática idea de querer conservar los tiranos europeos: ya es tiempo amados compatriotas que nos reunamos todos en la fuerza posible para acabar de desquiciar el coloso que ya casi toca en el abismo de su propia destrucción: sí, valerosos soldados que pertenecéis al Gobierno de Monterrey, me prometo de vuestro amor a la patria, que en el momento que veáis estas líneas no lo perderéis en correr apresurados a disfrutar de la compañía de nuestros hermanos, como de los brazos de vuestro Teniente General y compañeros, y del premio y atención con que sabe distinguir la nación americana a sus verdaderos hijos.-Dios guarde a ustedes muchos años. Cuartel General de la ciudad de Monterrey, enero 26 de 1811.-José Mariano Jiménez, Teniente General de América”.39

prosperidad de este Reyno, si apetecéis que estos movimientos no degeneren en una revolución en que nos matemos unos a otros los Americanos, exponiéndonos esta confianza a que venga un extranjero a dominarnos; en fin, si queréis ser felices(…) venid a uniros con nosotros: Dejad que se defiendan sólo los ultramarinos y veréis esto acabado en un día, sin peligro de ellos ni vuestro y sin que perezca un solo individuo; pues nuestro ánimo es sólo despojarlos del mando sin ultrajar sus personas ni haciendas”.38 También redacta un comunicado en el que manifiesta su regocijo por haber liberado la capital del Nuevo Reino de León, agradece el apoyo de las élites civiles y eclesiásticas, conmina a todos los poblados a unirse a la causa independentista y reconoce la actitud pacifista del gobernador Santa María, quien tiene un simulacro de apresamiento para posteriormente ser liberado y sumarse a las fuerzas insurgentes. “Nuestro Señor Dios de los ejércitos que tan visiblemente auxilia y protege nuestras armas americanas, ha permitido en la mañana del día de hoy se hubiere dirigido nuestro arribo a esta ciudad logrando en él la mayor satisfacción por el gusto y regocijo con que fuimos recibidos por los Ilustrísimos Señores del Cabildo eclesiástico, Secular y demás vecindario, quedando prisionero a discreción D. Manuel Santa María. Las tropas que estaban a las órdenes de este Gobernador se han dispersado, impelidas de un verdadero

Por su parte, el comandante Ramón, quien desde finales de 1810 se había sumado a las fuerzas insurgentes, el 28 de enero envía un comunicado a todos los poblados de Nuevo León para exhortarlos a sumarse a la causa y anunciarles que seguía desempeñando el mando militar en la provincia: “Hallándome autorizado por el Excmo. Sr. Teniente General D. Mariano Jiménez para continuar el mismo mando que he tenido en la provincia de segundo Jefe de ella, prevengo a ustedes los Señores 131


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la misma causa. Acusando a ustedes a continuación el obedecimiento, y haciéndolo efectivo como personas que representan a la Nación Americana.” 40 No es muy abundante la información que ofrece Gonzalitos sobre la estancia de las tropas insurgentes en la provincia del Nuevo Reino del León. Antes de incursionar a tierras regias, Mariano Jiménez envía desde Saltillo al brigadier Juan Bautista Carrasco 41 para acordar con el gobernador y las autoridades civiles y eclesiásticas la rendición de la plaza y prepararle la bienvenida triunfante. Se supone que Carrasco llega a Monterrey el 17 de enero de 1811. Para esta fecha, tanto el gobernador Santa María como el teniente Ramón se encuentran en esta ciudad a la espera de los insurgentes, ambos ya habían acordado con Jiménez su adhesión a la causa independentista. Según testimonio de uno de sus sirvientes, el día 16 de dicho mes, Santa María había revisado el archivo del gobierno para desaparecer toda la documentación que lo comprometiera: “…un día antes de que llegara Don Juan Bautista Carrasco, de parlamentario de los insurgentes a esta ciudad, estando el que declara con dicho Santa María, le mandó que abriera un baúl, cuya llave tenía el que responde, y que sacara todos los papeles que en él había, aunque fueran chiquitos, y que habiéndolos sacado, dijo el mismo Santa María: es necesario registrarlos porque estos que vienen los han de querer registrar todos, y me han de querer hacer grande prejuicio, y

Teniente general Mariano Jiménez.

Comandantes de tropas, Subdelegados de partidos y demás personas visibles, pasen a esta capital a presentarse a su Excelencia y manifestarle el verdadero patriotismo de que se hallan poseídos a la causa justa y su defensa, que es la que ha promovido tantas fatigas a su Excelencia y demás ejércitos que andan siguiendo 132


Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

que a presencia del que responde, los fue registrando todos, y separando unos a una mano y otros a otra, y conforme los separaba iba rompiéndolos, que le parecía en cuyo hecho estaba llorando, pero que no supo el contenido de unos y otros papeles, ni tampoco si eran relativos al Gobierno…”. 42

intenciones…”. 44

Carrasco llega a Monterrey acompañado de Ignacio Camargo y otros jefes militares. Según el Dr. González: “…el mismo día, que se presentó aquí, se pronunciaron todos por el partido de la Independencia, incluso el Gobernador Santa María, que acaudilló el pronunciamiento. Por supuesto que el patriota Capitán Ramón debió hacer en esta escena el principal papel, como que había estado ya en relaciones con Jiménez y Aranda; y él, puede decirse, había sido el Apóstol que catequizó al Gobernador”. 43 El sabio médico lamenta no haber encontrado el acta de este pronunciamiento. Finalmente, la mañana del 26 de enero Mariano Jiménez, teniente general de América, hace su entrada triunfal a la ciudad de Monterrey: “…en medio de las mayores demostraciones de júbilo de parte del pueblo, el cual, con todas sus autoridades se pronunció por la insurrección, quedando prisionero el Gobernador Santa María. La prisión de este Gobernador fue sin duda una simulación para encubrir sus verdaderas

Respecto a las acciones emprendidas por Jiménez en el Nuevo Reino de León, el Dr. González apunta: “… fue recibido con el mayor entusiasmo, sacó una gruesa suma de las arcas de la catedral, de la que invirtió una parte en el socorro de sus tropas, y la otra la dejó en la Tesorería para lo que después se ofreciera.”45 Expide dos órdenes. La primera del 29 de enero exenta a los vecinos de presentar y entregar sus armas si en sus poblados había el peligro de ser invadidos por los indios bárbaros. 46 La otra corresponde al 31 de enero, mediante la cual ordena se deje en libertad, sin causarle vejación alguna, a un europeo que tenían preso de nombre Francisco María Torrea, quien debía presentarse ante el propio Jiménez. 47 Durante su estancia en Monterrey, Jiménez otorga indultos a los europeos que se encontraban en la provincia y en algunos casos les regresa los bienes que les había confiscado el ejército insurgente. Gonzalitos considera que don Mariano “había adoptado un sistema de lenidad verdaderamente político. A ningún europeo perseguía, y tenía especial cuidado de que aquellos a quienes concedía el indulto fueran respetados.” 48 En cuanto a la incautación de bienes y dinero, trataba de evitar desórdenes y el desprestigio de la insurrección, pero no podía tener un control total de sus subalternos, por lo que establece una oficina regional para que se encargara del secuestro de los bienes de los peninsulares conforme a reglas determinadas. 49 Para tal efecto, nombra a José María López de Letona, auditor general de los Reales Ejércitos

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Americanos de las operaciones del Norte. El 1º. de febrero López de Letona publica un bando en el que manifiesta que en muchas casas de Monterrey se encontraban bienes pertenecientes a los españoles que habían emigrado y que para proceder a la confiscación de éstos, nombraba al coronel Vicente Villaseñor “para que catee, y reconozca los bienes, muebles y enseres pertenecientes a los europeos que han emigrado de ella, y los entregue al tesorero provisional (de Monterrey) Don Matías de Sada”. 50 Se dice que Villaseñor era un sujeto que p o r su p r o b i d ad y b u e n a c o n d u c ta des empeñaría eficazmente este cargo, sin causar vejación ni disgusto a persona alguna. El 11 de febrero de 1811 se le amplía la comisión a Villaseñor “a todos y cualesquiera lugares comprendidos en la Provincia del Nuevo Reyno de León donde haya pertenecientes a ultramarinos para que los reconozca y inventaríe”. 51 El 13 de febrero de 1811, desde su cuartel general de Charcas, San Luis Potosí, el Generalísimo Ignacio Allende envía un comunicado al capitán comisionado en Linares, Nuevo León, Rafael González Hermosillo, dando algunas instrucciones sobre el trato a los europeos y al resto de la población nuevoleonesa: “Los que haya esclavos deben quedar libres de sus amos; pues no consetimos esclavitud alguna, lo mismo sucede con los americanos que son deudores a europeos que son absueltos de sus deudas, a exepción de aquéllos que estén en proporción para satisfacer, que en ese

caso se le exige en calidad de préstamo para las urgencias presentes de la Nación, y no hay mérito para que teniendo no satisfagan”. 52 Con la ocupación de Monterrey, los insurgentes prácticamente tenían controlada la zona norte, pues Antonio Cordero y Bustamante, gobernador de Coahuila, era prisionero de Mariano Jiménez; Manuel María de Salcedo, gobernador de Texas, era prisionero de Juan Bautista de las Casas; Manuel de Iturbe e Iraeta de Nuevo Santander había huido a la costa sur de dicha entidad y Santa María de Nuevo León se había adherido a la causa revolucionaria. Según el Dr. González, fuera de embargar los bienes de los españoles, Jiménez no parece tener un plan bien definido para la provincia del Nuevo Reino de León. “Parece que una de las preocupaciones fundamentales de Jiménez era completar la conquista del Nuevo Santander apoderándose de Altamira. Temía que el gobernador Iturbe, quien se había replegado a ese lugar, recibiera refuerzos que bien le podían llegar de Veracruz o de Cuba”. 53 A pesar de que planea perseguir y apresar a Iturbe, misión que confiere a Carrasco y otros jefes militares, los acontecimientos posteriores a la derrota que sufrieron los altos mandos insurgentes en Puente Calderón el 17 de enero 1811, cambiará los planes de Jiménez en el septentrión novohispano, ahora se avocará a reforzar el suministro y la custodia del derrotado ejército insurgentre comandado por Ignacio Allende cuando éste se aproxime a finales de 134


Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

La ruta de la derrota insurgente, 1811.

febrero a las Provincias Internas de Oriente. Estando Jiménez en Monterrey recibe la noticia de la derrota insurgente en el Puente de Calderón y también que un ejército realista al mando de Facundo Melgares avanzaba de Parras rumbo a Saltillo. Esto hizo que se regresara precipitadamente a Saltillo, a principios de febrero, llevándose a Manuel de Santa María y nombra gobernador del Nuevo Reino de León a don Santiago Villarreal, vecino del Valle de las Salinas. También debió haberse llevado a Juan Ignacio Ramón; el primero obtuvo el grado de mariscal de campo y lo hicieron cuartel maestre del ejército y el segundo recibió el grado de brigadier. 54 En el capítulo 8, titulado “El traidor Elizondo”, 55 el Dr. González describe el perfil y las

acciones oprobiosas de este militar realista durante la guerra de independencia, destacando su papel en los hechos fatídicos de Acatita de Baján, Coahuila, ocurridos el 21 de marzo de 1811. Señala que después de la batalla de Aguanueva –7 de enero de 1811–, con la que los insurgentes aseguran la entrada a las Provincias Internas de Oriente, el capitán de presidiales Ignacio Elizondo, natural de Salinas Victoria, Nuevo León, y vecino de Pesquería Grande (hoy García, N.L.) se pasa al bando de los insurgentes y entabla una relación cercana con Mariano Jiménez, quien lo asciende a teniente coronel, en virtud de que Elizondo juega un papel determinante para que muchos pueblos del Nuevo Reino de León se sumaran a la insurrección. Sin embargo, apunta el médico historiador,

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“pretendió a poco se le diera el despacho de Teniente General, y no habiéndolo conseguido se disgustó”. 56 Según Lucas Alamán, citado por Gonzalitos, José María Elizondo, hermano de Ignacio, en 1839 le comenta que después de no lograr su ascenso, Ignacio se entrevista en el Valle de las Salinas con el obispo Marín de Porras, considerado uno de los principales confabuladores para apresar a los jefes insurgentes, quien iba huyendo de la insurrección, refiere: “… el día que mi hermano vino resentido de los Generales, porque no lo habían atendido a su mérito, el Obispo, que estaba cerca de Salinas, vino y pasó la noche con mi hermano Ignacio. Yo no sé lo que hablarían ni vi a mi hermano el día siguiente, porque al amanecer el Obispo se fue al rancho de donde había venido, y mi hermano para Monclova”. 57

Por su parte, las fuerzas insurgentes comandadas por Hidalgo y Allende, luego de la terrible derrota en Puente de Calderón, el 17 de enero de 1811, a mano de los realistas encabezados por Félix María Calleja, salen de Guadalajara rumbo a las Provincias Internas de Oriente con la intención de llegar a Estados Unidos, según lo dejan entrever, para proveerse de dinero, armas y tropa y reorganizar la lucha independentista.58 En el camino experimentaron sed, frío, y escasez de alimentos, por lo que toman descanso en algunos poblados que no estaban bajo el control realista, su principal estrategia antes de dirigirse a Texas y pasar al país vecino era abastecerse en Saltillo. “Donde sabían que Jiménez tenía un grueso ejército en las cuatro provincias, las que estaban ya todas pacíficas y hechas, como hemos dicho, al partido de la independencia”. 59

La emboscada en Acatita de Baján

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Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

Como señalamos anteriormente, al enterarse Mariano Jiménez que los líderes insurgentes se dirigían a Saltillo, apresuradamente sale de Monterrey a su encuentro, haciéndose acompañar por Manuel de Santa María y Juan Ignacio Ramón y designa a Santiago Villarreal 60 gobernador del Nuevo Reino de León. 61 El 24 de febrero, Allende llega a Saltillo e Hidalgo hace lo propio el 4 de marzo. El día 6 se hace formal la renuncia obligada de Hidalgo efectuada días antes en la Hacienda de Pabellón, ratificándose en junta de jefes el nombramiento de Allende como generalísimo. Al día siguiente hay festejos por el encumbramiento de Allende con misa y sermón de fray Bernardo Conde. 62 El día 13 reciben comunicado del virrey proponiéndoles el indulto, el cual es rechazado. 63 El 14 de marzo los dirigentes acuerdan que solamente 1,500 elementos proseguirán el viaje hacia el norte, la mayor parte del ejército, 3,500 soldados, permanecerían en Saltillo hasta el 26 de marzo, para después retornar al centro del país y continuar la insurrección. 64 La salida se fija para el 16 de marzo, y ese mismo día se celebró una junta general para designar a los comandantes de las tropas que se quedaban en Saltillo. Los escogidos fueron el licenciado don Ignacio López Rayón y don José María Liceaga. 65

Hospital Real de Monclova.

no salir de la población, los realistas Manuel Salcedo (gobernador de Texas), Simón de Herrera y Leiva, Bernardo Villamil y Ramón Díaz Bustamante “El capitán Colorado”. Los detalles de dicha conspiración los resume de la siguiente manera:

Mientras tanto, la conspiración contra los jefes insurgentes seguía en marcha. De acuerdo al Dr. González, la contrainsurgencia se inicia el 17 de marzo de 1811 en Monclova, Coahuila, que era gobernada por el insurgente Pedro Aranda,66 en donde se encontraban detenidos, aunque andaban libres con la limitación de 137

“…formaron una junta de cinco, que fueron los que hicieron la contrarrevolución que dio por resultado la prisión de los héroes que promovieron nuestra i n d e pendencia. Hicieron entrar en el complot algunos españoles adinerados, que pudieron dar algo, sedujeron, la poca tropa que había, armaron algunos vecinos de su confianza e hicieron un baile para obsequiar a Don Pedro Aranda, que aunque viejo era alegre. El 17 de marzo llegó Elizondo secretamente y esa noche, en el baile, a la voz de viva el Rey y mueran los traidores, aprehendió al Gobernador Aranda y a otros, los hizo engrillar y conducir a la cárcel. En tres horas sin tirar un tiro se hizo la contrarrevolución y Elizondo quedó dueño


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de la Villa de Monclova. Se nombró una junta llamada de Seguridad, quedando de Gobernador interino Don Simón Herrera y de Secretario Don Bernardo Villamil. Sabiendo que los independientes debían pasar precisamente por Baján, único punto donde había agua, se dispuso que Elizondo los fuera a encontrar con todas las apariencias de un recibimiento obsequioso, de lo que se dio aviso anticipado a Jiménez, tomando, al mismo tiempo, todas las precauciones para que no tuviera noticia de lo acaecido”. 67 Los conspiradores vuelven a reunirse el día 19 de marzo, acordando que Ignacio Elizondo, el teniente Rafael del Valle y el alférez José María Uranga saldrían a Baján con poco menos de 200 hombres y esperarían a don Tomás Flores y a su hijo Vicente, quienes se les reunirían posteriormente con más refuerzos. Elizondo llega a Baján el día 20 entre las 8 y 10 de la mañana y Flores, acompañado de más hombres, llegó en la noche del mismo día. El contingente que toma parte en esta operación estaba integrado por 394 hombres. El campamento de la tropa se situó a un cuarto de legua delante de Baján y a una distancia similar se puso una avanzada “con orden de que cuantos viniesen se les recibiese con buen modo y dejasen pasar”.68 Todo estaba preparado para el fatídico día 21 de marzo, con el que se cerraría una de las etapas más importantes del movimiento de independencia.

hacia el norte, el 16 de marzo de 1811. Ese mismo día se había celebrado una junta general para designar a los comandantes de las tropas que se quedaban en esa ciudad. Los escogidos fueron Ignacio López Rayón y José María Liceaga. En cuanto a la ruta a seguir, determinan dirigirse a Monclova, y para tal efecto giran instrucciones al jefe insurgente en Coahuila, Pedro Aranda, para que los resguardara durante su travesía por las Norias del Baján, sin estar enterados que Aranda había sido apresado por Ignacio Elizondo. 69 Mientras tanto, en Monterrey, Juan Bautista Carrasco, comandante insurgente del Nuevo Reino de León, abandona la ciudad el día 17 para incorporarse a la caravana de los jefes de la rebelión, pues había recibido un mensaje de Mariano Jiménez ordenándole su incorporación. Posteriormente, destaca el médico historiador, “…salieron treinta y cuatro mil pesos por el camino de Villaldama procedentes del préstamo que Jiménez había impuesto a la Catedral, e iban destinados a la tesorería del Ejército que marchaba del Saltillo a Monclova. (…) La verdad es, que habiendo llegado dicha partida de insurgentes, con algunos españoles prisioneros y el dinero…los vecinos de este real los aprehendieron y poniendo a los españoles en libertad, remitieron a Monterrey el dinero y los insurgentes presos…”. 70 Todo comenzaba a salir mal, como un presagio del fatal desenlace que se aproximaba. Elizondo llega a Baján la mañana del 20 de marzo, para llevar a cabo su siniestro plan, según Gonzalitos:

Los insurgentes salen de Saltillo, en su camino 138


Capítulo IV: Gonzalitos. Historiador de la Independencia

Mapa de Texas y Luisiana.

asegurados con tropa suficiente, se dirigió Elizondo con ciento cincuenta soldados contra quinientos que venían atrás, formando retaguardia; y después de haber hecho fuego por una y otra parte se pasaron a Elizondo muchos soldados de los que habían desamparado en Agua Nueva a Cordero; otros se rindieron y los demás se dispersaron, siguiéndolos en el alcance la tropa de Elizondo unida a treinta y nueve comanches, Mezcaleros y otros indios de la misión de Peyotes, que hicieron bastante destrozo en los fugitivos”.72

“Las acciones comienzan el día 21. Los insurgentes creían que las tropas de Elizondo salían a recibirlos para escoltarlos hasta Monclova. Había colocado 50 hombres a la retaguardia para que apresaran a los que dejara pasar libremente, porque no hacían resistencia. Su división constaba de 341 elementos a los que días después se suman dos refuerzos con 425 hombres (…)”.71 En cuanto a la captura de Hidalgo y la rendición de las tropas insurgentes destaca: “Cerraba esta procesión el coche de Hidalgo, a quien escoltaban veinte hombres presentando las armas, que también se rindieron. Presos ya estos Jefes y bien

La captura de los insurgentes se facilita porque la caravana marchaba en partes, esto es, en convoyes que guardaban cierta distancia uno de otro, en 139


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un camino cerrado con poca visibilidad hacia los puntos cardinales, por lo que no se daban cuenta de la situación que guardaban los grupos que iban adelante. Las fuerzas de Elizondo los fueron haciendo prisioneros en pequeños grupos sin que pudieran ofrecer ninguna resistencia. Además, llevaban una pesada carga de plata y dinero, cañones y municiones, y varios carruajes donde viajan los jefes, eclesiásticos, mujeres, enfermos, lo que aunado al territorio árido y accidentado, con agua escasa, hacía que la marcha fuera lenta y peligrosa.73 En la trifulca mueren aproximadamente 40 insurgentes, son capturados cerca de mil, quienes apresados pernoctan en Baján. Una vez instalados en Monclova, el día 22, se decide el destino de los principales líderes del movimiento. En un principio, se considera enviarlos a la Ciudad de México para ser juzgados, pero como fueron aprehendidos en la jurisdicción de las Provincias Internas, se decide que los princ i p a l e s c a u d i l l o s s e a n ju z g ad o s e n Chihuahua.74 El 24 de marzo, Manuel Salcedo, 75 gobernador de la provincia de Texas, determina que de los prisioneros se formen tres grupos: el primero de 30 con destino a la villa de Chihuahua, entre ellos Miguel Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, Abasolo, Santa María, Ramón y otros más. Los religiosos y clérigos, excepto Hidalgo, forman otro grupo con destino a Durango: son 10. El resto de los apresados queda en Monclova, de los que algunos serán fusilados y otros continuarán en prisión o enviados a los trabajos forzados. 76 En cuanto al balance de los eventos ocurridos en Baján, el Dr. González apunta:

“Presumo que serían cuarenta o cincuenta los artilleros; los prisioneros fueron ochocientos noventa y tres; el dinero tomado, acuñado y en barras se cree pasaba de medio millón de pesos; los cañones apresados fueron veinticuatro de calibre de 4 a 8, con más tres pedreros y muchas municiones de guerra”.77 Respecto al destino de los presos que se retienen en Monclova, que suman más de 500, Gonzalitos destaca la violencia con que fueron tratados durante un mes y 25 días por parte de Ignacio Elizondo. Citando el testimonio de un reo que logro sobrevivir refiere: “(Elizondo) la hacía de fiscal de causas y llamaba por sus nombres a dos, tres y hasta seis de aquellos desgraciados, los sacaba al patio y a la vista de los demás los fusilaban, obligando diariamente a ocho o diez presos a que cargaran los cadáveres de sus compañeros, los condujeran al campo, abrieran una fosa y los sepultaran”. 78 De los 519 prisioneros que ingresan a la cárcel de Monclova, “213 salieron sentenciados a servir de últimos soldados y 306 fueron fusilados”. 79 Basado en Lucas Alamán, el Dr. González señala que el 26 de marzo sale de Monclova Manuel Salcedo escoltando a los principales prisioneros que se remitieron a Chihuahua. 80 El 23 de abril, después de un tormentoso y largo peregrinar, llegan por la tarde a la villa de Chihuahua. El 26 de junio se lleva a cabo la ejecución de Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez en la Plazuela de Ejércitos 140


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a las 6 de la mañana y el día 30 de julio a las 7 de la mañana es fusilado Miguel Hidalgo. 81 De los insurgentes enviados a Chihuahua después de la emboscada de Baján, destaca el sabio médico: “…seis de ellos habían figurado prominentemente en las Provincias Internas de Oriente: Mariano Jiménez, Manuel de Santa María, Francisco Lanzagorta, Juan Bautista Carrasco, Juan Ignacio Ramón y Pedro de Aranda. Los cinco primeros murieron fusilados y el último fue condenado a presidio ultramarino por diez años. Carrasco murió el 10 de mayo de 1811, Lazagorta al día siguiente, Ramón el 6 de junio y Jiménez y Santa María el 26 de este mes, el mismo día que Ignacio Allende y Juan Aldama”. 82 Como recompensa por la aprehensión de los jefes insurgentes, el comandante general de las Provincias Internas, Nemesio Salcedo, 83 otorga el grado de coronel a Ignacio Elizondo y de teniente coronel al capitán Colorado 84 y concede el título de ciudad a la villa de Monclova. 85 Después de los hechos fatídicos de Acatita de Baján, la actividad política y militar de Elizondo fue decreciendo, más allá de despertar envidias en algunos gobernantes del septentrión, quienes lo consideran una amenaza para sus puestos, al ser el flamante artífice de la contrainsurgencia norteña, comete sendos errores que afectan su imagen y ponen en peligro su integridad. En lo que se mantiene

firme, es en su actitud violenta con los insurgentes, a quienes –según testigos– persigue, tortura y asesina despiadadamente. El Dr. González menciona que cuando el ejército relista prepara sus operaciones militares para recuperar la Provincia de Texas, que había sido asolada desde agosto de 1812 por el ejército republicano del Norte –integrado por insurgentes y mercenarios norteamericanos– y comandado por Bernardo Gutiérrez de Lara,86 el gobernador Cordero ordena a Ignacio Elizondo mantener vigilada la frontera norte de Coahuila, en un punto denominado La Peña.87 Estando es ese lugar recibe correspondencia del comandante general de las Provincias Internas de Oriente, Joaquín Arredondo, a quien recientemente se le había designado dicho cargo con la misión de pacificar el noreste novohispano. La principal instrucción que Arredondo envía desde Laredo, en su camino hacia San Antonio de Béjar, es que Elizondo “obrara siempre en combinación con los movimientos del ejército”. 88 Todo indica que éste hace todo lo contrario, confiado en que dispone de dos mil soldados, sale hacia la capital texana convencido de que podrá derrotar a las fuerzas de Gutiérrez de Lara. Quien al enterarse de que Elizondo se dirigía a enfrentarlo, no lo espera, sino que sale a su encuentro y el 20 de junio de 1813, en el paraje del Alazán, libran una tenaz batalla que dura cuatro horas y en la que sale derrotado el ejército realista, con la pérdida de 400 hombres. Dirá Gutiérrez de Lara en su “Apología”, citada por Gonzalitos:

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“…hizo mi tropa en los enemigos una sangrienta carnicería (…) quedaron completamente derrotados, poniéndose los que se escaparon en precipitada y vergonzosa fuga… y dejando en mi poder el campo inundado de sangre y de cadáveres, toda la artillería, todo el parque y todas las municiones de guerra y de boca; con más una gran riqueza de plata que en sus ajuares y monturas portaba aquel galán y vistoso ejército”. 89 Uno de los que huye de la escena es el propio Elizondo, quien a los pocos días se reúne con Arredondo en un punto denominado Cañada Verde , y é st e l e d e s ig n a 4 0 0 h o mb re s a caballo para que marche a la vanguardia. El 19 de agosto de 1813, Elizondo recibe la orden de adelantar sus tropas para atacar al ejército insurgente ahora comandado por José Álvarez de Toledo –en virtud de que Gutiérrez de Lara había sido despojado del mando– en los márgenes del río de Medina, a siete leguas de San Antonio. Las fuerzas de Elizondo son rechazadas y perseguidas hasta un punto denominado el Atascoso, en donde se encontraba Arredondo con más de 2,500 hombres, por lo que se tiende una emboscada y le infringen una terrible derrota al ejército insurgente. 90

manda catear las casas de la ciudad y envía a prisión a todos los “implicados” en la i n s u rrección, incluyendo a sus familias. Al enterarse Elizondo de que mucha gente de dinero se encontraba huyendo al país vecino, le solicita permiso a Arredondo para darles alcance, el que le fue concedido de inmediato. 91 Logra atrapar a muchas personas y aprovecha la ocasión para evidenciar su carácter violento y despiadado. Desde el 30 de agosto comienza la aprehensión de decenas de familias que llevaban más de diez días de cruzar el desierto, desprovistas de agua, alimento y vestido. Comenta nuestro autor: “día a día conducían familias fugitivas que encontraban en el campo; las mujeres quedaban prisioneras, y los hombres, conforme iban llegando, los llevaban al mismo sitio que había escogido Elizondo para los sacrificios y allí eran fusilados. Aquel era un campo horrible de muerte. Allí yacían desnudos e insepultos cadáveres hacinados del día anterior, de dos, de tres días, ya en estado de descomposición, ya comidos por las fieras y las aves de rapiña, ya esqueletos desunidos los huesos, rodando por todas partes las amarillentas calaveras.(…) el aire se hizo tan pestilente y el agua… se corrompió de tal modo, que le fue necesario a Elizondo levantar el campo y emprender la retirada, después de haber fusilado más de cien patricios, llevándose prisioneros 72 hombres y 114 mujeres entre viudas, doncellas y casadas, muchas con sus hijos que aún tomaba el pecho y otros de 5 hasta 9 años”. 92

Señala el Dr. González que los vecinos de San Antonio, al enterarse de la derrota del ejército insurgente, les invade el pánico y muchos huyen con sus familias hacia los Estados Unidos, dejando sus propiedades y parte considerable de sus bienes. Al hacer su entrada triunfal a la capital texana, Arredondo 142


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El día 19 de septiembre, después de ir a paso lento debido a que las mujeres y los niños marchaban a pie, se detienen en una ribera del río Trinidad e instalan el campamento. A partir de ese día las horas de vida de Elizondo estaban contadas, ya que al llegar la noche éste y su cuñado, el coronel Isidro de la Garza, que era su segundo en jefe, se retiran a su tienda, en la que horas más tarde serán brutalmente asesinados por el capitán Ignacio Serrano, español a quien Joaquín Arredondo había encomendado integrar esta misión. Según un testigo, esa noche Elizondo y su cuñado “dormían como unos justos, Don Isidro de la Garza, el cual estaba más cerca de la puerta… fue la primera víctima. Empuñó Serrano su sable y le dio dos estocadas pasándole de costado a costado. Apenas pudo incorporarse dar un grito y quedó muerto. Elizondo lo escuchó, quiso ponerse de pie y tomar su sable; pero antes de que lo lograra ya el de Serrano le había entrado por el pecho y salido por la espalda; luego le dio dos estocadas más, una en el estómago y otra en la garganta. Y todo quedó en silencio y nadie se apercibió de lo que había pasado”. 93 Refiere Gonzalitos que la mayoría de la tropa se muestra insensible ante el doble asesinato de esa noche. Por la mañana del día 20, levantan el campamento y por la tarde inhuman –sin honores militares– los cuerpos en la margen izquierda del río Guadalupe, “a cosa de 50 leguas del desemboque de éste en la bahía del

Espíritu Santo del Golfo de México, y como 40 leguas de la ciudad de Béjar”. 94 Aunque queda claro que el autor material del homicidio fue Ignacio Serrano, quien es apresado después de dialogar largamente con el militar que ocupara el puesto de Elizondo, se manifiesta que estaba loco, por lo que es trasladado al Hospital de San Hipólito de la Ciudad de México, donde se supone que estuvo detenido largo tiempo. Lo que no queda plenamente aclarado es quién fue el autor intelectual, unos suponen que fue Joaquín Arredondo, quien veía con celo y envidia “el valimento que … tiene con el Virrey a causa de lo de Baján. Teme que de un momento a otro le quiten el mando de estas provincias para dárselo a él, y yo sé de positivo –destaca un alto militar realista– de que ha resuelto su muerte”. 95 Hay otras versiones que apuntan que Serrano no estaba loco, “aunque lo declararon tal y lo mandaron bien recomendado a San Hipólito; sino que fue comisionado para matar a Elizondo por el Gobernador de Coahuila, que lo era el Brigadier Don Antonio Cordero…”. 96 Por último, el médico historiador señala que se desconoce el destino final que tuvieron sus restos, ya que un año después fueron inhumados y no se sabe si fueron depositados en suelo texano o traídos a Nuevo León. Para el Dr. González el asesinato de Ignacio Elizondo era más que merecido, apunta que los hechos fueron obra de la Providencia que

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“se cansó de sufrir a este desventurado indigno aun de ser hombre y dispuso librar de él a la tierra; y para ello se valió, no de un rayo venido de las nubes, no de


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un ejército armado, sino de un loco verdadero o fingido que en un momento lo cosiera a estocadas, sin que sus numerosos servidores pudieran evitarlo y sin que hicieran después ninguna demostración de sentimiento… no se dignaron tributarle ni los honores militares”. 97 Las 24 páginas que el sabio médico le dedica a Elizondo están cargadas de coraje y repulsión, lo cataloga como un antihéroe y confiesa que escribir sobre este personaje: “…ha sido para mi tarea tan ingrata como repugnante; pero también los monstruos pertenecen a la historia, y también merecen ser presentados en espectáculo ante la faz del mundo, para escarmiento de algunos, enmienda de otros y saludable ejemplo para todos, que los aterrorice y les impida caer en la inmunda sentina, en que por sus malos instintos cayó el desventurado y alevoso proditor de los primeros héroes de nuestra independencia”. 98 Con la ejecución de los primeros caudillos de la Independencia y la muerte de Elizondo, Gonzalitos cierra el periodo primigenio de este gran movimiento que dura más de diez años y que conmociona la estructura económica, política y social de México durante las décadas iniciales del siglo XIX.

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Notas:

el juramento de estilo el 16 de marzo en San Luis Potosí, ante Félix María Calleja. Será hasta el 26 de abril de 1810 cuando toma posesión del gobierno del Nuevo Reino de León. Cfr. Vizcaya Canales, Isidro. En los albores de la Independencia. Las Provincias Internas de Oriente durante la insurrección de don Miguel Hidalgo y Costilla 1810-1811, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Monterrey, 1976, pp. 1-8.

1. González, José Eleuterio. Colección de noticias y documentos para la historia del Estado de Nuevo León, recogidos y ordenados de manera que formen una relación seguida…, 2da. edición, Imprenta del Gobierno, en Palacio, Monterrey, 1885, p. 382. Gaëtan Souchet D Alvimar (17701854), mejor conocido como Octaviano D´ Alvimar, considerado como espía, filibustero y artista, estuvo en la Nueva España en dos ocasiones; la primera en 1808 por órdenes de Napoleón I, para participar como general francés en una misión secreta, al poco tiempo fue expulsado bajo la acusación de espionaje. Durante su juicio, Hidalgo reconoció haberse entrevistado con él, pero sin llegar a ningún acuerdo que comprometiera al movimiento insurgente con los Bonaparte. Cfr. www.biblioteca.tv.“Causa contra el cura Hidalgo y su primera declaración en defensa”, Chihuahua, 6 de mayo de 1811.

3. Ibid, pp. 383-384. Félix María Calleja del Rey nació el 11 de noviembre de 1753 en Medina del Campo, Reino de Castilla la Vieja. El 29 de noviembre de 1773 se incorporó como cadete al regimiento de infantería de Saboya. Tuvo que sortear muchos obstáculos para ascender a capitán, puesto que ostentaba al momento en que el virrey novohispano Juan Vicente de Güemes y Horcasitas, lo incorpora en el cuerpo de oficiales. Se casó con Francisca de la Gándara, sobrina del hombre más rico de San Luis Potosí, lo que le permitió acrecentar una fortuna al adquirir diversas propiedades agrarias y entablar importantes negocios con los comerciantes más importantes de esa región. Estando en tierras potosinas estalla la guerra civil de 1810, desde ahí prepara su tropa y el 24 de octubre sale en campaña con la convicción de aniquilar la principal fuerza insurgente y restablecer el orden. A partir de entonces, llevará una carrera en ascenso, que culminará con su designación de virrey de la Nueva España (1813-1816). Cfr. Ávila, Alfredo, et.al. Diccionario de la Independencia de México, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2010, pp. 36-42.

2. Manuel de Santa María nacido en Sevilla en 1767, desde muy joven emigró con sus padres a la Nueva España. Se inicia en la carrera de las armas en 1784, como cadete del Regimiento de Infantería Provincial de México. Para 1800, siendo capitán de granaderos del Regimiento de Nueva España, acepta pasar como sargento mayor al Regimiento de Dragones de San Carlos (San Luis Potosí). Durante una década se la pasa supervisando y adiestrando a las milicias, y al encontrarse el virreinato en paz, no había oportunidad para realizar grandes hazañas y los ascensos eran muy lentos. Considerando que tenía más de 25 años de carrera militar, a partir de 1809 comienza a promover su ascenso ante los virreyes en turno, será con el arzobispo Francisco Javier Lizana cuando recibe el tan esperado nombramiento de gobernador, el 6 de enero de 1810. Tardaría varios meses en tomar posesión de su cargo, debido a la falta de dinero para desplazarse e instalarse debidamente en Monterrey. Hizo

4. González, José Eleuterio. Op. Cit.,p. 386. 5. Ibid, p. 385. 6. Ibid, pp. 392-393. 7. Ibid, p. 391. Primo Feliciano Marín de Porras,

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oriundo de la villa de Tamarón del arzobispado de Burgos, capital de Castilla la Vieja. Propuesto por el rey Carlos IV para suceder al obispo Llanos y Valdez, arriba a Monterrey en 1803. Considerado como un prelado ilustrado. Fue capellán de honor del rey Carlos IV, su predicador de número y penitenciario de su real capilla. Sabía latín, griego y hebreo, poseedor de una vasta biblioteca. Desde su llegada, según el historiador Vizcaya Canales, tiene fuertes conflictos con los hermanos Herrera, quienes habían concentrado el poder en la entidad por muchos años y tuvieron infinidad de acusaciones sobre corrupción y abusos de autoridad. Por lo que se investigan dichos casos y “se forman voluminosos expedientes de acusaciones y contra acusaciones, y finalmente, determinará varios años después que los Herrera sean desalojados del gobierno de la provincia.” (Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., p.16.).

León decidieron incorporarse a la insurgencia, que era comandada por el Teniente General Mariano Jiménez. Acompañó junto con Santa María a la comitiva en la que iban los caudillos insurgentes rumbo al Paso del Norte, por lo que también fue sorprendido el 21 de marzo en Acatita de Baján, Coahuila. Fue enviado por el desierto hasta Chihuahua y fusilado el 6 de junio de 1811 (Covarrubias, Ricardo. Nuevoleoneses ilustres. Editorial Ricardo Covarrubias, Monterrey, 1990, pp 174-177). 11.González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 416. 12.Ibid, pp. 418-419. 13.Ibid, p. 421. 14.Según el historiador Isidro Vizcaya Canales, José Rafael de Iriarte fue uno de los insurgentes de más renombre en los primeros meses de la guerra de Independencia; sólo superado en la jerarquía militar por Hidalgo y Allende, ya que ostentaba el grado de teniente general. Debió haber nacido entre 1772 y 1774 en el pueblo de Venado, San Luis Potosí. Hijo de un sacerdote de apellido Iriarte, y de una mujer apellidada Leitona. Para 1800 ya se había dado de alta como soldado en el Regimiento de la Corona y posteriormente pasa a formar parte del Regimiento de San Carlos, perteneciente a la décima brigada que tenía su jefatura en la capital potosina, al mando de Félix María Calleja.

8. González, J. Eleuterio. Op. Cit., pp. 397-404. 9. Ibid., pp. 408-409. 10. Juan Ignacio Ramón nació presumiblemente en la villa de Lampazos, Nuevo León, en el año de 1754. En el momento de la Independencia tenía el grado de teniente primero, comandaba desde 1788 la compañía veterana de la Punta de Lampazos. Descendía de una familia de destacados militares que habían contribuido a la expansión del Imperio Español en el norte de la Nueva España. Al llegar la noticia del “Grito de Dolores”, de inmediato se pone a las órdenes del gobernador Manuel de Santa María ya fuera para incorporarse a las fuerzas que desde San Luis Potosí solicitaba el general Félix Calleja, o defender los puntos estratégicos de la entidad. Sin embargo, la escasez de pertrechos y la indecisión del gobernador maniató a Juan Ignacio Ramón, quien finalmente el 12 de enero de 1811, después de llevarse a cabo un “Consejo de Guerra”, las autoridades del Nuevo Reino de

No hay información fidedigna sobre su cambio de bando, aunque para esos años era muy común que los militares realistas abrazaran la causa insurgente. Su primera referencia en el bando insurgente corresponde al 4 de octubre de 1810, cuando entra a la ciudad de León, aunque es probable que antes hubiese estado en la toma de Guanajuato, y haber tenido un trato cercano con Hidalgo. Estuvo con los jefes insurgentes cuando

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fueron capturados por los realistas en Acatita de Baján, siendo de los pocos jefes que logran escapar, pero al llegar a Saltillo, donde Ignacio López Rayón había quedado como jefe de las tropas insurgentes, fue juzgado por un Consejo de Guerra y fusilado en marzo de 1811. Se dijo que fue Allende quien dio las órdenes a Rayón, que si regresaba Iriarte, lo ejecutara. (Vizcaya Canales, Isidro. El archivo del insurgente José Rafael de Iriarte, Archivo General del Estado de Nuevo León, Monterrey, 1985, pp. 9-21).

22.Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., pp. 87-89. 23.Nació en San Luis Potosí, el 18 de agosto de 1781. Hijo de José Román Jiménez y María Josefa Maldonado Zapata. Realizó sus estudios primarios con los padres franciscanos en su ciudad natal y después, cursó estudios en el Colegio de Minería de la Ciudad de México, graduándose como ingeniero de minas en 1804. Se mudó a Guanajuato, donde se dedicó al ejercicio de su profesión trabajando en la mina de La Valenciana, donde llegó a ser director. En 1805 se casó con Mariana Ayala y Barreda, con quien tuvo varios hijos.

15.Primo del insurgente Ignacio Allende, llevaba el nombre del padre de este último. Había nacido en Sodupe del Consejo de Güeñez en la provincia de Vizcaya en 1770. Llega a la Nueva España a la edad de 12 años, trasladándose poco después a la villa de San Miguel el Grande a la casa de su tío, el padre de Ignacio. Ya para 1794, después de haber administrado una hacienda agrícola, se encontraba en el Valle de la Mota, dedicado al manejo de sus bienes particulares. En 1810 ostenta el cargo de teniente subdelegado del referido valle, lugar en el que adquiere fama de ser muy soberbio, altanero e intrépido. (Vizcaya Canales, Isidro. Op.Cit., pp. 87-88)

Ejerció su profesión en la ciudad de Guanajuato, hasta el 28 de septiembre de 1810, fecha en la que, una vez tomada la plaza por las fuerzas insurgentes comandadas por Hidalgo y Allende, ofrece sus servicios a la causa independentista. Fue nombrado teniente coronel, y al poco tiempo fue ascendido a coronel. Participó en importantes batallas, demostrando sus dotes como minero, al proveer de artillería a la tropa insurgente, ejerció un fuerte liderazgo entre sus soldados y tuvo mucha labor de convencimiento para atraer al movimiento a soldados y funcionarios realistas.

16.González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 424. Fue comisionado por los jefes insurgentes para extender la rebelión en las Provincias Internas de Oriente. Véase: http://www.arhivohistorico2010.sedena.gob.mx/personajeshistoricos/ don-jose-mariano-jimenez, consultado el 20 de mayo de 2021.

17.Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., p.75. 18.González, José Eleuterio. Op. Cit., pp. 427428. 19.Ibid., pp. 431-432. El capitán Vedia y Pinto ya se había retirado, pero dadas las circunstancias se incorpora nuevamente a las fuerzas armadas para desempeñar este importante cargo.

24. González, José Eleuterio. Op. Cit., pp.441-442. 25. Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., pp. 98-100.

20.Ibid., p. 433.

26. González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 442.

21.Ibid., pp. 434-440.

27. Ibid., pp. 444-445. Fray Juan de Villerías, lego de la Orden Hospitalaria de San Juan de

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Dios, cuya misión fundamental fue el cuidado y atención de los enfermos. Su origen es incierto, aunque se especula que nació en 1775 en el estado de San Luis Potosí, algunos sugieren que fue en Matehuala, ciudad perteneciente a dicho estado. Ignacio Allende lo destacó a las tropas de Mariano Jiménez. Participó en la batalla de Agua Nueva y realizó la campaña de Nuevo León. Después de la captura de los líderes insurgentes, se incorporó a las fuerzas de Ignacio López Rayón, participó en varias batallas, sin embargo se distanció de él y partió rumbo a Tamaulipas. En este lugar sufre numerosas derrotas a manos del jefe realista Joaquín de Arredondo, por lo que volvió a San Luis Potosí. El 16 de mayo de 1811 en Real de Catorce fue abatido y muerto en combate por José María Semper. Ver: Juan de Villerías https://archivos.juridicas. unam.mx/www/bjv/libros/6/2652/25.pdf, consultado el 20 de mayo de 2021.

año siguiente ascendió a capitán y realizó más de veinte misiones a lo largo de la frontera entre los presidios de Janos y San Buenaventura. (Ver: http://dbe.rah.es/biografias/72829/antonio-cordero-y-bustamante, consultada el 28 de mayo de 2021). Fue gobernador de Coahuila en 1797, pero en 1805 fue nombrado también gobernador interino de Texas, debido al conflicto de frontera con los Estados Unidos y por estar gravemente enfermo el gobernador propietario don Juan Bautista Elguézabal. Desde entonces Cordero se estableció en San Antonio, pero conservando en propiedad también el gobierno de Coahuila, donde administraron en su ausencia dos gobernadores interinos. Según una semblanza del explorador norteamericano Zebulon Montgomery Pike, Cordero“(…) Hablaba bien el latín y el francés, era generoso, cortés, valiente y sinceramente fiel a su rey y país. Estas numerosas cualidades lo habían llevado al grado de coronel de caballería y gobernador de las provincias de Coahuila y Texas. Su residencia usual era Monclova la cual había embellecido grandemente, pero desde que nosotros tomamos posesión de la Luisiana, se había movido a San Antonio con el fin de aproximarse a la frontera para estar en condiciones de aplicar el remedio a cualquier mal que pudiera sobrevenir de la colisión de nuestros ejércitos”. (Cfr. Vizcaya, Isidro, Op. Cit., pp. 12-13.)

28. Ibid., pp. 452-453. 29. Ibid., p. 456. 30. Ibid., p. 463. 31. Ibid., p. 470. 32. José Antonio Cordero y Bustamante nació en 1753 en la provincia de Cádiz, España. Al cumplir 14 años se unió al ejército español, donde comenzó su carrera como cadete del Regimiento de Infantería de Zamora el 1 de diciembre 1767. Se mantuvo en la Península en distintos empleos hasta 1774, en que, ya como alférez de compañía, fue trasladado al Virreinato de Nueva España formando parte del Regimiento de Dragones de España. Su aplicación y buena conducta le valió una rápida escalada militar dentro del virreinato, ya que en 1782 aparece como comandante de una de las compañías del presidio de San Buenaventura, en el cordón presidial del norte del virreinato. Al

Como gobernador de Coahuila no dependía jerárquicamente del virrey, sino del comandante general don Nemesio Salcedo cuya residencia estaba en la villa de Chihuahua, Calleja no le ordenaba enviara tropas, pero trataba de hacerle patente la gravedad de la situación para que adoptara las medidas que le parecieran más acertadas en la provincia de su mando. Por lo que empezó a reconcentrar tropas en Saltillo, algunas de ellas sacadas de las cuatro compañías presidiales de Coahuila: Monclova, Aguaverde,

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La Bavia y Río Grande, además de las compañías de milicias que se fueron formando en distintos lugares de la provincia. (Ibid., p.64.)

hombres contra las fuerzas novohispanas, estando a las órdenes de Mariano Jiménez. Defendió Guanajuato, y luego se retiró a Zacatecas con Ignacio Allende, quien al enviar a Mar i an o Ji m én ez al n o r t e, co m i si o n ó a Carrasco como uno de sus subalternos. Participó en la Batalla de Aguanueva y entró con sus tropas a Saltillo. Por órdenes de Jiménez, continuó la campaña hasta Monterrey con 200 hombres. Estando en Monterrey contrae nupcias con Manuela de Ugartechea.

33. Para tener una información detallada de las jornadas militares que se afrontaron en el campamento de Aguanueva y el puerto de Carneros Cfr. Martínez Sánchez, Lucas. Hidalgo y los insurgentes en la Provincia de Coahuila, Gobierno del Estado Coahuila de Zaragoza, Saltillo, 2015. 34. González, José Eleuterio. Op. Cit., pp. 471-472. 35. Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., pp.117-129.

Considerado una de las figuras prominentes en los acontecimientos de las Provincias Internas de Oriente, comandas por Mariano Jiménez. Al enterarse de la derrota de los insurgentes y de su retirada al norte del país, se retiró junto con Santa María a la Hacienda de Patos, donde se encontró con Ignacio Allende. Fue designado para ir a Estados Unidos en busca de un refugio, pero cayó prisionero en Baján, siendo llevado a Chihuahua para ser juzgado. Fue fusilado el 10 de mayo de 1811. Cfr. Villaseñor y Villaseñor, Alejandro. Biografías de los héroes y caudillos de la Independencia, tomo I, Editorial Jus, México, 1962, pp. 217-220, en: Senado de la República/ Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México: http://www.senado2010.gob.mx/docs/bibliotecaVirtual/9/2652/47.pdf (consultado el 20 de mayo de 2021.)

36. González, José Eleuterio. “Lecciones orales de historia de Nuevo León: dadas … a unos amigos suyos en el camino de México en el año de 1881”, en: Obras Completas, tomo III, reimpresas en la Imprenta del Gobierno, por Viviano Flores, Monterrey, 1887, pp. 130-131. 37. Ibid., p. 202. 38. González, José Eleuterio. Discurso pronunciado el 16 de septiembre de 1874, Tipografía del Comercio, Monterrey, 1874, pp. 10-11. 39. González, José Eleuterio. “Lecciones orales de historia…”, pp. 133-134. 40. Ibid. pp. 132-133. 41. Juan Bautista Carrasco, aunque no se tiene el dato de su lugar de nacimiento, todo indica que era peninsular y que presumiblemente nace en el año de 1757. Se incorporó a la lucha armada en San Miguel el Grande. Fue nombrado Brigadier en Celaya. Fue despachado a Acámbaro por órdenes de Miguel Hidalgo con el fin de conseguir parque, recursos y soldados, reincorporándose en Silao pocos días después. Durante la Batalla del Monte de las Cruces y la Batalla de Guanajuato mandó su columna de

42. Este testimonio fue promovido por la Junta Gobernadora el 22 de julio de 1811, cuando Santa María ya había sido pasado por las armas, véase: González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 479. El historiador Isidro Vizcaya considera que esta declaración es falsa, ya que en el archivo estatal existen muchos documentos de este periodo. “Casi se puede seguir lo que el gobernador estuvo haciendo día tras día, desde que recibió, el 29 de septiembre, el oficio de Calleja informándole de la insurrección,

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Nación 2021, Género, región y cultura Bicentenario de la Consumación de la Independencia 1821-2021 hasta fines de diciembre, poco antes de su salida al Valle del Pilón.(…) Probablemente lo que la Junta de Gobierno quería saber era si Santa María había tenido correspondencia con los insurgentes, y naturalmente ésta no la encontraron en el Archivo porque nunca existió”. (Vizcaya Canales, Op. Cit., p. 127).

47. Ibid., p. 487. 48. Ibid., p. 488. 49. Ibid., p. 483. 50. Ibid., p. 485. Según Isidro Vizcaya, los nombramientos de López Letona, Villaseñor y Sada ya fueron tardíos para poder contrarrestar el desorden. Esto había sido grave en Saltillo, donde estaban acumulados los bienes de los españoles de Zacatecas y de los pueblos del norte de la provincia de San Luis Potosí. (Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit.,pp. 152-153.)

43. González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 480. En una investigación más reciente, el historiador Benjamín Galindo afirma que cuando llegó Carrasco a Monterrey, el gobernador Santa María y el ayuntamiento ya se habían adherido a la causa de la independencia, igual cosa sucedía en el Nuevo Santander y Texas, en esta última provincia el capitán Juan Bautista Casas se pronunció a favor de la independencia y aprehendió al gobernador Manuel María Salcedo y al coronel Simón de Herrera y Leyva, comandante de las fuerzas armadas, remitiéndolos a Monclova con grillos. (Cfr. Galindo, Benjamín. “La independencia en el Nuevo Reino de León. Los reineros y sus impresiones”, en: Flores, Óscar y Benjamín Galindo. Independencia y revolución en el norte de México: 1808-1920, Universidad Autónoma de Nuevo León/Universidad de Monterrey, 2010, p. 43.)

51. Ibid., p. 486. 52. Ibid., p. 490. 53. González, José Eleuterio. “Lecciones orales de historia…”, p. 154. 54. Ibid., pp. 130-131. 55. Francisco Ignacio Elizondo Villarreal, hijo del matrimonio formado por José Marcos de Elizondo y María Josefa de Villarreal. Nace en el Valle de las Salinas, actual Salinas Victoria, N.L., el 9 de marzo de 1766. Su familia fijó su residencia en Pesquería Grande (actual municipio de García), donde contrae matrimonio con María Gertrudis García, el 5 de noviembre de 1787. Su esposa muere el 6 de marzo de 1797, al nacer su hijo, José Rafael Eusebio.

44. González, José Eleuterio. “Lecciones orales de historia…”, pp. 201-202. 45. González, José Eleuterio. “Colección de noticias…”, p. 486. Vizcaya aclara que el cabildo eclesiástico de Monterrey franqueó a Jiménez 125 mil pesos, una cantidad muy superior a los 145 pesos que dichas autoridades eclesiásticas habían entregado al gobernador Santa María, cuando se encontraba en apuros. (Vizcaya Canales, Op. Cit., p.130)

Inicia su carrera militar como teniente de la compañía de caballería de milicias provinciales de Pesquería, N.L., en 1798. Dos años después asciende a capitán de Dragones Provinciales de la Punta de Lampazos, en el que solo está un año, ya que retorna a su antiguo puesto. En 1806 el gobernador Pedro de Herrera y Leyva le asigna el mando de la Octava Compañía de

46. González, José Eleuterio. “Colección de noticias…”, p. 486.

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Dragones que debería de auxiliar a Texas. Elizondo solicita al virrey le exima de dicho cargo, ya que no quería distraer la administración de dos haciendas que disponía en la región, En ese año contrae segundas nupcias con María Romana Carrasco.

d e s e p tiembre de 1813 en San Marcos, Texas, EE.UU. Véase: Cavazos Garza, Israel. Diccionario biográfico de Nuevo León, 2da. ed., Grafo Print Editores, Monterrey, 1996, pp- 139-140. 56. González, José Eleuterio. “Colección de noticias…”, p. 495.

Endeudado con la catedral por más de 28 mil pesos y enemistado con la familia de los Herrera y Leyva, se refugia en la hacienda de San Juan de Canoas, en Coahuila. Es probable que para 1809 se haya retirado del servicio militar. Sin embargo, cuando estalla la independencia y, sobre todo, a raíz de la batalla de Aguanueva con la que se define la entrada triunfante del ejército insurgente a las Provincias Internas de Oriente, Elizondo se incorpora a la causa independentista, en enero de 1811. Ese mismo mes participa en Río Grande, con su suegro Pedro Nolasco en la aprehensión del tesorero Royuela y en la captura de los caudales realistas en Monclova. En Laredo, al mando de 120 soldados incauta varios bienes de los peninsulares.

57. Ibid., p. 496. 58. Después de la derrota en Puente de Calderón los caudillos se dispersan. Las fuerzas más numerosas dirigidas por Ignacio Allende se trasladan a Aguascalientes, mientras que Miguel Hidalgo con pocos soldados se dirige a San José de Gracia, en la misma entidad. Se vuelven a reunir en la hacienda de San Blas de Pabellón, de esa misma jurisdicción, donde Hidalgo es despojado del mando supremo, que toma Allende el 25 de enero de 1811. Ignacio López Rayón trata de paliar el incidente proponiendo que el mando militar recaiga todo en Allende e Hidalgo conserve el político. Cfr. Herrejón Peredo, Carlos. La ruta de Hidalgo, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, México, 2012, pp. 62-63.

Fue pieza clave para que muchos pueblos del noreste se adhirieran a la insurrección. Existen diversas versiones sobre los motivos que lo llevaron a traicionar la causa insurgente, el 21 de marzo de 1811. Una apunta a que pide a Allende el grado de teniente general, mismo que le fue negado, se ofende y concibe el plan para apoderarse de los jefes insurgentes y entregarlos a las autoridades españolas. Otra plantea que fue persuadido por el obispo Marín de Porras. También se sugiere que fue en Laredo donde el coronel Díaz de Bustamante lo convence para regresar a las tropas realistas. Como premio a su alta traición recibe el grado de coronel del ejército español.

59. González, José Eleuterio. Op. Cit, pp. 487-488. 60. José Santiago de Villarreal nació en el Valle de las Salinas, población de la que fue alcalde mayor desde 1784. En el Archivo Municipal de Monterrey se encuentran registrados varios pleitos derivados de su actuación como autoridad ante sus gobernados y vecinos. Según refiere el historiador Israel Cavazos por esto le apodaban el “virrey chiquito”. Hacendado de grandes recursos económicos, formaba parte de la èlite regional.

Durante una expedición en Texas fue asesinado a cuchilladas por el teniente Miguel Serrano, mientras dormía en su campamento a orillas del r í o S a n M a r c o s e n Te x a s . F a l l e c e e l 2

El 18 de octubre de 1810 refrendó su compromiso a seguir como fiel vasallo del Rey y a rechazar los papeles seductivos de los insurgentes. Cambiaría de parecer después del 26 de enero de 1811,

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cuando entraron a Monterrey las tropas insurgentes dirigidas por el teniente general José Mariano Jiménez.

64. Cfr. Herrejón Peredo, Carlos. Op. Cit., pp. 71-72. 65. Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., p. 174.

Después de dejarse tomar como prisionero el gobernador Santa María, los insurgentes nombraron en su lugar a Don Santiago Villarreal, quien gobernó hasta el 2 de abril de 1811, fecha en que se formó una Junta Gobernadora reconocida por el Virrey.

66. Pedro de Aranda nació en Comanja, actual Lagos de Moreno, Jalisco. Antes de participar en el movimiento de independencia se desempeñó en la hacienda Penjamillo el Alto, que era de su propiedad, dedicándose a la agricultura. Se unió a la lucha a invitación de Rafael Iriarte, por lo que fue enviado a expedicionar por San Luis Potosí y Zacatecas, hasta que Ignacio Allende lo destinó a las fuerzas del Mariscal Mariano Jiménez, participando en la Batalla de Aguanueva y en la Toma de Saltillo. Luego de estas batallas, fue enviado por Jiménez en calidad de Gobernador de Coahuila a Monclova -en sustitución de Antonio Cordero y Bustamante- que era la capital de la provincia. Su gobierno fue breve, del 13 de enero al 17 de marzo de 1811.

En 1814 dio muestras de su adhesión al realismo cuando pidió instrucciones para el alistamiento de tropas solicitado por el Virrey. Cfr. Galindo, Benjamín. “José Santiago Villarreal” en: Nación 2021. Bicentenario de la Consumación de la Independencia Nacional, Preparatoria 16 de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, 2021, (en prensa). 61. González, José Eleuterio. Op. Cit., pp. 48-482. 62. Cfr. Herrejón Peredo, Carlos. Op. Cit., pp. 70-71. Según Vizcaya Canales, para celebrar el nombramiento de Allende además de la misa de acción de gracias, se realizan corridas de toros, se iluminó la población por tres días y el Generalísimo arenga a la multitud reunida en la plaza de armas y le tira dinero. Cfr. Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., p. 156.

El 17 de marzo de 1811 fue capturado por José de Rábago, un militar realista que había sido nombrado Comandante de armas en Monclova. Juzgado en Chihuahua, se le sentenció a 10 años de cárcel en el obraje de Encinillas, donde murió en 1813. Véase: https://vanguardia.com.mx/ columnas-pedroarandajaliscienseprimergobernadordecoahuila-729943.html (consultado el 28 de mayo de 2021.)

63. Vizcaya Canales afirma que Allende recibe el comunicado del virrey dándole a conocer la amnistía que las Cortes de España habían decretado el 15 de octubre de 1810 a favor de todos los países de ultramar que se hubieran rebelado contra las autoridades españolas. Sólo hay seguridad de que hayan conocido este documento Hidalgo, Allende y Jiménez, pues parece que lo ocultaron a los demás. La decisión fue no acogerse a él, diciéndole al Virrey que el indulto era para los criminales, no para los defensores de la patria, “y menos para los que son superiores en fuerzas”. Vizcaya Canales. Ibid. pp. 172-173.

67. González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 497. 68. Vizcaya Canales. Op. Cit., p.175. 69. Cfr. Herrejón Peredo, Carlos. Op. Cit., pp. 72-75, y Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., pp.172-173. 70. González, José Eleuterio. Op. Cit., pp. 493-494. Con base en Lucas Alamán, nuestro autor señala que fue el Capitán Colorado quien derroto a esta partida.

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71. González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 498.

ascenso y otras recompensas si renunciaba a sus tendencias revolucionarias. Tras enterarse que Texas había sido recuperada por las tropas realistas, Elizondo volvió a cambiar de bando. Con su ayuda, el 13 de marzo, Salcedo y sus militares lograron capturar a Pedro de Aranda, quien tenía documentos que detallaban los movimientos del ejército revolucionario. Una semana después, Salcedo lideró un grupo que capturó a gran parte del ejército de Hidalgo, así como a 27 líderes rebeldes. Salcedo acompañó a los líderes capturados desde Monclova hasta Chihuahua, sede del Comandante General. El 26 de abril de 1811, el Comandante General nombró a Salcedo presidente de un tribunal de siete miembros para juzgar a los revolucionarios. Retomó el mando de gobernador el 15 de diciembre de 1811. En: https://es.xcv.wiki/wiki/Manuel_Mar%C3%ADa_de_Salcedo (consultada el 25 de mayo de 2021).

72. Ibid., p. 499. 73. Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., p. 174. 74. González Lezama, Raúl. Voces insurgentes. Declaraciones de los caudillos de la independencia, edición en formato digital, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, México, 2019, pp. 17-18. 75. Manuel María de Salcedo nació en Málaga, España, el 3 de abril de 1776, hijo de Juan Manuel de Salcedo y Francisca de Quiroga y Manso. Se incorporó a la Infantería, donde alcanzó el grado de teniente y sirvió a las órdenes de su padre en Santa Cruz de Tenerife en Canarias. En 1801, su padre se convirtió en gobernador de la Luisiana española y Salcedo lo acompañó a Nueva Orleans. Ahí se desempeñó como comisionado de fronteras mientras España se preparaba para transferir la colonia a Francia. Se casó en 1803 con una mujer local de ascendencia española y francesa, María Guadalupe Prietto y la Ronde. Regresaron a España al año siguiente después de que Napoleón transfiriera Luisiana a los Estados Unidos. Mientras vivía en España, fue nombrado gobernador de Texas, asumiendo el cargo el 7 de noviembre de 1808. El 21 de enero, Juan Bautista de las Casas, un capitán de milicia retirado de Nuevo Santander dirigió a un grupo de sargentos del ejército para dar un golpe de estado en San Antonio de Béjar. A la mañana siguiente arrestaron a Salcedo y a todo su personal militar. Las Casas encadenó a Salcedo, Simón de Herrera, el gobernador de Nuevo Santander que vivía en San Antonio, y otros doce oficiales españoles y los humilló frente al pueblo. Luego, los prisioneros fueron trasladados a Monclova en Coahuila. Durante su cautiverio, Salcedo había estado seduciendo lentamente a Ignacio Elizondo (su captor), con promesas de un

76. Herrejón Peredo, Carlos. Op. Cit. p. 76. 77. González, José Eleuterio. Op. Cit.,p. 500. 78. Ibid., pp. 501-502. 79. Ibid., p. 503. 80. Ibidem. Aunque otros autores establecen que fue un día antes, el 25 de marzo. Cfr. Herrejón Peredo, Carlos. Op. Cit., p. 80. 81. Cfr. Herrejón Peredo, Carlos. Op. Cit., pp. 80-96. 82. González, José Eleuterio.“Lecciones orales de historia…”, p. 217. 83. Nacido en Bilbao, Vizcaya, el 19 de diciembre de 1750. Hijo de Manuel Salcedo Varela y de Agustina Serralta Salcedo. Desde la infancia se incorpora al ejército español y en 1766, fue ascendido a capitán y trasladado al Regimiento de

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Navarra. Se mantuvo con este rango hasta 1780, cuando es ascendido a sargento mayor, y poco después se traslada a América.

comandante de la villa de San Agustín de Laredo. El historiador Vizcaya Canales señala que a pesar de atribuírsele numerosos desfalcos, era de los hombres de confianza del gobierno español en la frontera y con frecuencia le conferían atribuciones más amplias que las que normalmente tenía un capitán de presidio. Además de ser la máxima autoridad militar en el norte del Nuevo Santander, también detentaba la autoridad civil de la villa de Laredo, de la que era el justicia mayor.

En 1783 se le otorgó el grado de teniente coronel graduado, sirviendo en la expedición de Argel, así como en la toma de Mobila. Sus éxitos militares y su posición nobiliaria le permitieron un nuevo ascenso en 1790 a coronel del Regimiento de Infantería de la Corona de Nueva España. En 1794 fue comisionado como intendente de San Luis Potosí y Zacatecas, donde creó dos regimientos de caballería provinciales. Como recompensa fue ascendido nuevamente en 1795 a brigadier y encargado de la revista de inspección de la compañía de voluntarios de Cataluña y del Cuerpo General de Inválidos de Nueva España. Sus logros en la política administrativa y militar del virreinato, así como las influencias adquiridas, le valieron el cargo de general de las Provincias Internas con fecha 26 de agosto de 1800. Una de las mayores preocupaciones de Salcedo era poner orden en las medidas defensivas que hubiera que tomar en Texas, cuyo problema con los indios, en especial los cherokee, empezaba a ser endémico. A demás , de intentar f r e n a r l a i n c u r s i ó n d e norteamericanos al territorio texano, sin embargo, la guerra con los franceses en 1808 desvaneció toda posibilidad de que estableciera una política de contención angloamericana en la frontera norte. Se mantuvo en su puesto de comandante general hasta 1813 en que, perdida ya buena parte de la frontera norte, no tenía sentido práctico el mantenimiento de su cargo. Antes de su retirada, fue el encargado de ordenar en 1811 la ejecución de los líderes insurgentes. Cfr. Serrano Álvarez, José Manuel, «Nemesio Salcedo», en: Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico electrónico, en red, http://dbe.rah.es/

Fue persuadido por los jefes insurgentes, cuando éstos controlaban las provincias de Coahuila y Nuevo León, para cambiar de bando, ofreciéndole el cargo de coronel y dándole la encomienda de embargar los bienes de los españoles asentados en la villa de Laredo, pero nunca aceptó dicha propuesta. Más bien, su plan era trasladarse a San Antonio de Béjar y unirse a las fuerzas de Simón de Herrera y Manuel Salcedo. Se entrevista con Ignacio Elizondo cuando éste, apoyando todavía a las tropas insurgentes, acude a Laredo en busca de los peninsulares que iban huyendo, le manifiesta su punto de vista sobre el curso que podía tomar la lucha armada y todo indica, que fue el Capitán Colorado el principal artífice para convencer a Elizondo de que retornara al bando realista. Por lo tanto, ya desde fines de enero de 1811, se fragua la aprehensión de los principales jefes insurgentes. Cfr. Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., pp. 161-162. 85. González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 504. 86. José Bernardo Gutiérrez de Lara nació en la Villa de Revilla (hoy Ciudad Guerrero, Tamaulipas), siendo sus padres Santiago Gutiérrez de Lara y Rosa María de Uribe. Se dedicó a oficios de herrería y talabartería. El 16 de marzo de 1811 se presentó ante Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende y Mariano Jiménez en la hacienda de Santa María del Anhelo, lugar cercano a SaItillo, Coahuila, en donde se le confiere el grado de Teniente Coronel y el encargo de sublevar, con su hermano Antonio, a los pueblos y villas del norte de Tamaulipas contra el virreinato, así como trasladarse a los Estados Unidos de

84. El Capitán Colorado cuyo nombre era José Ramón Díaz de Bustamante y Berroterán, había nacido en 1756 en el pueblo de Nuestra Señora de Guadalupe del Conchos en la provincia de la Nueva Vizcaya. Para 1811 ya tenía más de dos décadas de ocupar el puesto de capitán de la Tercera Compañía Volante de Nuevo Santander y

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Norteamérica como diplomático del ejército insurgente para solicitar un empréstito para armas y municiones.

91. González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 507. De acuerdo al historiador Vizcaya, Elizondo entra a San Antonio de Béjar con 200 hombres de caballería el 18 de agosto de 1813 y Arredondo llega al día siguiente. Ahí, da la orden a Elizondo para que con 500 hombres persiga a los fugitivos que huían hacia la frontera de la Luisiana. La persecución fue muy enérgica y despiadada. El 2 de septiembre, Elizondo informaba desde el campamento de La Trinidad haber mandado pasar por las armas a 61 individuos, incluyendo a Antonio Delgado, quien dirigió el degüello de Simón de Herrera y Manuel Salcedo. Cfr. Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., pp. 213-214.

Fue recibido por el Secretario de Estado James Monroe con quien se entrevistó varias ocasiones pero rechazó la colaboración del gobierno de los Estados Unidos debido a sus exigencias y pretensiones expansionistas. Se distinguió en la lucha insurgentes en Texas cuyas operaciones dirigió como jefe militar con habilidad, habiendo ocupado parte del territorio citado, venciendo a los realistas en la Batalla de Rosillo y tomado la ciudad de San Antonio de Béjar el 1 de abril de 1813. Días después volvió a derrotar a los realistas en la Batalla del Arroyo del Alazán, pero por conflictos internos la Junta Gubernativa Insurgente lo obligó a dimitir. Residió desde 1814 hasta 1824 en Natchitoches, Louisiana y después de consumarse la independencia se le designo por la primera legislatura constituyente de Tamaulipas gobernador del Estado. Véase: Biografía de José Bernardo Gutiérrez de Lara, Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, en: https://iih.uat.edu.mx/EL%20IIH%20EN%20 LA%20HISTORIA/FOTOS%20JULIO/GUTIERREZDE%20LARA.htm(consultada el 15 de febrero de 2021).

92. González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 512. 93. Ibid., p. 514. El historiador Vizcaya Canales refiere que Isidro de la Garza era primo de Elizondo. Y aclara que Miguel Serrano antes de la insurrección había sido alférez de la Compañía Volante de Lampazos y después de los acontecimientos de Baján, pasó con el grado de teniente a la villa de Laredo. Respecto a la muerte de Elizondo y De la Garza, menciona que el primero no fallece en ese campamento, sino más adelante, en la margen del río San Marcos. Cfr. Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., p. 214.

87. González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 504.

94. González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 508.

88. Ibid., pp. 504-505.

95. Ibidem.

89. Ibid., p. 505. Según Vizcaya Canales en el primer ataque a San Antonio, Elizondo solamente dispone de mil hombres de caballería y no dos mil como refiere Gonzalitos. El enfrentamiento se da en El Alazán, a dos leguas de San Antonio, el 19 de junio de 1813. Después de la derrota, Elizondo huye al presidio de Río Grande, mientras en Laredo, Arredondo organiza durante dos meses el ataque a la capital texana. Cfr. Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., p. 305.

96. Ibid., p. 516. El Hospital de San Hipólito es considerado el primer hospital psiquiátrico de América y uno de los primeros manicomios del mundo, fue fundado en 1567 por fray Bernardino Álvarez. Primero funcionó como hospital psiquiátrico y hospicio para viajeros, y posteriormente se dedicó a atender enfermos mentales. Véase: Quijano-Pitman, Fernando. “El primer hospital psiquiátrico de América, 1567”, en: Primicias Médicas Nacionales, en: www.anmm.org.mx (consultado el 20 de junio de 2021).

90. González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 506. Vizcaya Canales menciona que el enfrentamiento fue el 18 de agosto. Cfr. Vizcaya Canales, Isidro. Op. Cit., p. 213.

97. González, José Eleuterio. Op. Cit., p. 518. 98. Ibid., p. 517.

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Consideraciones finales



Consideraciones finales La percepción de que el noreste –particularmente Monterrey– tuvo una participación incidental y hasta incierta durante la guerra de Independencia de 1810 sigue prevaleciendo en importantes sectores del ámbito académico y la difusión cultural. Esto puede ser comprensible entre los historiadores de la Ciudad de México o del Bajío, pero que algunos colegas de la localidad asuman esa visión, reduciendo el papel de los reineros al incidente de Baján, difícilmente se puede aceptar. Por el contrario, como se señala en los capítulos anteriores, las medidas preventivas y represivas de la oligarquía regiomontana ante los nuevos desafíos insurreccionales indican que la proclividad hacia la independencia era compartida por buena parte de la población del todavía Nuevo Reino de León. La mayor parte de las élites provenían o descendían de personas venidas de las provincias vascongadas. La lucha por la independencia en su forma violenta fue una revolución que sacudió los cimientos del orden colonial novohispano, un conflicto con todos los tintes de una guerra civil y de reivindicación social, pero también, en lo que respecta a las élites locales, se advierte su deseo de emancipación por la vía consensual, cuando las cortes españolas convocaron a los americanos a designar diputados. El mismo objetivo, pero diferentes procedimientos, al mismo tiempo que Miguel Hidalgo se pronunciaba ante las multitudes del Bajío, otro cura, Miguel Ramos Arizpe, recibía el 26 de septiembre de sus representados, las élites norestenses, su nombramiento de diputado a las cortes españolas.

Sin duda, los tres meses que controla la región el ejército insurgente de Mariano Jiménez, así como los efímeros brotes guerrilleros seguidos después de la captura de los caudillos insurgentes, dejaron secuelas, pero éstas fueron muy bien encauzadas por las élites regionales, al implementar un gobierno con vocación policial, que al amparo de la amenaza revolucionaria legitimaba un estricto control sobre la población. Salvo los intereses de grupo o personales, las consignas y banderas de los bandos contendientes eran las mismas: repudio a los franceses, defensa de la religión católica, amor a la patria y lealtad a Fernando VII. Algunos personajes, tanto realistas como insurgentes, de la élite reinera o vinculados a ella, rebasaron con su participación el ámbito local durante los diez años que dura la lucha armada: los hermanos Pedro y Simón de Herrera y Leyva, Ignacio Elizondo, Marín de Porras, Joaquín de Arredondo, Bernardo Gutiérrez de Lara o Servando Teresa de Mier. La exagerada importancia concedida al desenvolvimiento militar de la gesta independentista ha obnubilado la relevancia de otros ámbitos como el político, con la creación de la Junta Gubernativa de Monterrey, así como la integración de las Diputaciones Provinciales. También en el plano socioeconómico hay omisiones, como las referentes al abasto alimentario, el colapso del tráfico comercial o las funciones policiales de los subdelegados en los municipios. La guerra de Independencia constituye un escenario en que por primera vez las mujeres se involucran notablemente en la vida pública del naciente país. En el escenario tienen acción criollas, mestizas, indias, negras, ricas, pobres, esposas, madres, amantes, monjas y

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prostitutas. Con diferente grado de participación, así como de reconocimiento, ellas abrazaron la causa, lucharon y pusieron en riesgo sus vidas y las de sus hijos. La irrupción de las mujeres en la contienda emancipadora es revolucionaria por vía doble, en primer lugar, por su carácter histórico, es un acontecimiento inédito hasta ese momento y, en segundo lugar, porque la mayoría de las participantes lo hicieron desde el lado de la insurgencia. En este tema vimos desfilar un gran número de mujeres, de todos los niveles sociales y de diferentes regiones, lo mismo referimos a las heroínas clásicas como Josefa Ortiz de Domínguez o Leona Vicario, que a las mujeres de Pénjamo, las olvidadas, las que vivieron en el escándalo como la Güera Rodríguez o quienes desde la diplomacia trazaron las primeras narrativas literarias de estos eventos, como fue el caso de Madame Calderón de la Barca. Durante el conflicto armado, las mujeres tuvieron una participación activa, no sólo acompañando y cuidando a los hombres y sus hijos, alimentándolos y curándolos, sino como espías y correos. Hubo quienes tomaron las armas, y también fueron botín de guerra, ultrajadas, encarceladas o ejecutadas, para someter a los insurrectos. Otras ocultaron en sus casas a los insurgentes perseguidos, prestaron sus casas a las tropas rebeldes, para que en ellas descansaran y se alimentaran, unas más proporcionaron animales como caballos y bestias de carga, también hubo quienes se deshicieron de sus propiedades para colaborar económicamente con la causa insurgente, otras quemaron sus pertenencias y propiedades para que no pudiesen ser aprovechadas por las tropas realistas. Ser espía, mensajera, ocultar a los rebeldes, realizar actividades revolucionarias

o infidencia merecía diversas penas que muchas veces estaban condicionadas por el criterio y la brutalidad del comandante de la plaza. A veces, las mujeres eran condenadas a recogimiento en algún convento y otras a prisión con trabajos normales o forzados, a causa del mismo delito. Sin embargo, las mismas actividades en ocasiones las hacían acreedoras de la pena de muerte. Las mujeres que participaron de forma pasiva, se quedaron en sus comunidades, realizando actividades igual de importantes para el movimiento independentista, sosteniendo a las familias, manteniendo de pie las propiedades, conservando productivos los campos, cuidando los animales, que eran los únicos medios de sustento para las familias y los insurgentes. Lamentablemente, los nombres de muchas mujeres insurgentes son poco conocidos. Sobre todo las de condición humilde, caso contrario de las que pertenecieron a la élite económica, de quienes existe mayor información documental, periodística y literaria. Como sucede con los otros aspectos de la participación femenina, en éste también falta mucha información documental, sin embargo, queda claro que se trata de uno de los capítulos más relevantes de la gesta independentista. La contribución femenil del Nuevo Reino de León al movimiento insurgente se hizo presente de forma colectiva, desde abajo, es decir, con mujeres pertenecientes a la clase trabajadora. Desgraciadamente, por la misma razón, muchos de sus nombres se desconocen y todavía están en el anonimato. En cuanto al plano cultural entre la Ciudad de México y el noreste novohispano en 1810, es importante aclarar que las diferencias eran abismales. Por ejemplo, el periodismo insurgente 160


surgió porque un conjunto de intelectuales, entre ellos el Dr. José María Cos y Andrés Quintana Roo, mostraron su descontento ante la forma de gobernar de los peninsulares y a través de los periódicos que fundan denuncian las injusticas cometidas al pueblo mexicano, reclamos que dieron pie al levantamiento de 1810; son intelectuales formados en la cultura de la ilustración europea y con un compromiso social arraigado. En la capital ya estaba consolidada una cultura impresa que refleja los intereses de los gobiernos coloniales, experiencia que posteriormente se canaliza para dar pie a un periodismo insurgente, que además de reflejar la actitud contestataria de los insurgentes, también encontramos ejemplos de poesía alusiva al descontento social de la época. Mientras el desenvolvimiento cultural se daba en el centro del país, el proceso de evangelización y de cultura en general fue más lento en las provincias del noreste. La primera institución educativa fue el Seminario de Monterrey, fundado en diciembre de 1772. Tendrán que pasar muchos años para la consolidación del Seminario y ver sus primeros frutos intelectuales, dentro de los que sobresalen fray Servando Teresa de Mier y Miguel Ramos Arizpe, o que del Seminario surja la primera catedra de Derecho que dará pie a la Escuela de Jurisprudencia de Nuevo León. Si bien es cierto que los primeros conquistadores y religiosos que llegaron a estas tierras cargaban con sus bibliotecas particulares, también lo es que ese conocimiento impreso no fue masificado, fue más esencial enseñar cosas prácticas. La literatura impresa ofrece un panorama enriquecedor para comprender algunas

facetas y pormenores del proceso de independencia. A través de la poesía, el teatro y la narrativa, entre otros géneros, los autores de aquella época registran diversos aspectos religiosos, ideológicos, sociales y lingüísticos, dramas que están presentes en los argumentos de sus obras y en el desenvolvimiento de sus personajes. El periodismo y la literatura tuvieron brillo en las principales ciudades novohispanas desde principios del siglo XIX y durante toda la lucha armada, a pesar de la censura y la persecución a los pensadores que promulgan el cambio hacia una sociedad más autónoma del reino español. Alfonso Reyes destacó del historiador Dr. José Eleuterio González “su tratamiento de la historia local como un capítulo digno y coherente de la historia patria”. Es el autor clásico de la gesta independentista en el septentrión novohispano. Fundamentado en fuentes primarias, textos y periódicos de la época, Gonzalitos ofrece un abundante relato que da cuenta de la situación política, económica y social de las Provinc i a s Internas de Oriente en los años previos a 1810, el impacto que tiene en estas tierras el pronunciamiento y la campaña militar de los insurgentes, los personajes locales, nacionales e internacionales involucrados en la guerra desatada en las poblaciones norteñas, así como el papel que desempeñan las élites regionales en los escenarios y las coyunturas entre 1813 y 1821. En este libro sintetizamos ocho capítulos de su obra alusivos a los primeros años de la Independencia, en donde el sabio médico es el primero en revelar –de acuerdo a sus posibilidades– la magnitud y trascendencia de este hecho histórico en una perspectiva regional y global. En varios temas el sabio médico rompe la imparcialidad y deja escapar

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su pasión por determinado evento o personaje, como sucede cuando describe el paso de Mariano Jiménez por el noreste y, desde luego, también denuncia y condena la actuación de algunos, como es el caso de Ignacio Elizondo. Una historia documentada, pero apasionada, es la que nos ofrece el Dr. González, se trata de la primera gran versión del proceso independentista en el noreste de México. Esperamos que este texto contribuya a tener un mayor conocimiento y mejor comprensión de una etapa histórica que fue determinante para el nacimiento del país que hoy somos. Una mirada al pasado siempre es cautivante y necesaria para efecto de tomar conciencia de nuestros antecedentes, de la problemática resuelta y pendiente y, sobre todo, forjar la unidad en la diversidad para retomar el rumbo hacia una sociedad más libre, democrática y pensante. Agradecemos infinitamente el respaldo de las instituciones que permitieron el desarrollo del seminario de reflexión Nacion 2021, principalmente a la Preparatoria 16 de nuestra Máxima Casa de Estudios y a su director el Mtro. Martín Muñiz Zamarrón por apoyar la edición de la presente obra, desde luego, los contenidos, así como los errores y omisiones son responsabilidad de los autores.

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Semblanza de los autores



Semblanza de los autores: José Antonio Olvera Sandoval Historiador egresado de la UANL. Ha publicado trabajos sobre la lucha por el agua en la región citrícola en el siglo XIX, los biógrafos de Gonzalitos y recientemente sobre la integración del Hospital-Escuela de Nuevo León, 1825-1955. Profesor de Historia de México e Historiografía Mexicana en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras y coordinador de la Sala Museo de la Facultad de Medicina y Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Benjamín Galindo Cárdenas Nació en Monterrey en 1961. Es egresado del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Es autor de los libros: El Liberalismo Social (1991); El Provincialismo Nuevoleonés en la época de Parás Ballesteros, 1822-1850 (2006); Cautiverio y Servidumbre en Nuevo León, 1820-1850 (2009); Independencia y revolución en el Norte de México, 1808–1920. (Coautor con Óscar Flores, 2010) y La tempestad de 1909. Una crónica pluvial sobre Monterrey y Bernardo Reyes (2018). Ha colaborado en obras colectivas como Monterrey Histórico; Nuevo León Insurgente-Revolucionario; La Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Jurisprudencia de los derechos fundamentales,1917–2011 y Las calles de Monterrey (cuarto tomo, 2010). En las revistas Quehacer Regio y Entorno Universitario ha publicado artículos de historia regional. Ernesto Castillo Ramírez Egresado del Colegio de Letras Españolas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Catedrático de la Preparatoria Núm. 16, de 1987 a la fecha. Ha escrito: Escritura y docencia en el nivel medio superior de la UANL; Flores en el desierto, poesía femenina de Monterrey y La escritura de la ciudad. La literatura en el área metropolitana de Nuevo León de 1985 a 1995. Actualmente es editor de la revista Entorno Universitario de la referida Preparatoria 16.

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Anexo



ANEXO Benjamín Galindo l. La Independencia en la nomenclatura de los estados y municipios mexicanos 1. Aguascalientes. (11) 2. Baja California Norte. (5) 3. Baja California Sur. (5) 4. Ciudad de México. (16 demarcaciones municipales) Cuajimalpa de Morelos y Miguel Hidalgo. 5. Campeche. (11) 6. Colima. (10) 7. Coahuila de Zaragoza. (38). Abasolo, Allende, Guerrero, Hidalgo, Jiménez, Matamoros, Morelos, Múzquiz, Ramos Arizpe y Saltillo (Leona Vicario). 8. Chiapas. (124) Aldama, Allende, Bejucal de Ocampo, Frontera Hidalgo, La Independencia y Rayón. 9. Chihuahua. (67). Aldama, Allende, Galeana, Gran Morelos, Guerrero, Hidalgo del Parral, Jiménez, Matamoros y Morelos. 10. Durango. (39). Guadalupe Victoria, Hidalgo, Vicente Guerrero y General Simón Bolívar. 11. México. (125). Ecatepec de Morelos, Morelos, Rayón, San Simón de Guerrero, Valle de Bravo, Villa de Allende, Villa Guerrero y Villa Victoria. 12. Guanajuato. (46). Abasolo, San Miguel de Allende, Dolores Hidalgo Cuna de la Independencia Nacional, San José Iturbide y Victoria. 13. Guerrero. (81). Alcozauca de Guerrero, Chilapa de Álvarez, Chilpancingo de los Bravo, Iguala de la Independencia, Leonardo Bravo, Tecpan de Galeana, José Joaquín de Herrera, Pedro Ascencio Alquisiras y Mártir de Cuilapan. 14. Hidalgo. (84). Agua Blanca de Iturbide, Juárez Hidalgo, Tepehuacan de Guerrero, Texontepec de Aldama, Tula de Allende y Tulancingo de Bravo.

15. Jalisco. (125). Lagos de Moreno, San Martín Hidalgo, Villa Hidalgo, Talpa de Allende, Tepatitlán de Morelos y Villa Guerrero 16. Michoacán de Ocampo.(113). Hidalgo, Jiménez, Morelia y Morelos. 17. Morelos. (33) 18. Nayarit. (20) 19. Nuevo León. (51) Abasolo, Allende, Apodaca, Bustamante, Cadereyta Jiménez, Doctor Coss, Galeana, General Bravo, General Terán, Hidalgo, Iturbide, Los Aldamas, Los Herreras, Los Ramones, Marín, Mier y Noriega, Mina, Montemorelos, Rayones, Sabinas Hidalgo, Salinas Victoria, y Villaldama. 20. Puebla (217) Ayotoxco de Guerrero, Cañada Morelos, Guadalupe Victoria, Hermenegildo Galeana, Ixcamilpa de Guerrero, Izúcar de Matamoros, Nicolás Bravo, Tepatlaxco de Hidalgo, Totoltepec de Guerrero, Tuzcamapan de Galeana, Vicente Guerrero y Xayacatlan de Bravo. 21. Oaxaca. (570). Cuilapam de Guerrero, Chalectongo de Hidalgo, Mesones Hidalgo, Villa Hidalgo, Huautla de Jimenez, Ocotlán de Morelos, Pluma Hidalgo, Putla Villa de Guerrero, San Nicolás Hidalgo, San Sebastián Abasolo, Santa Cruz de Bravo, Santa Cruz Tecoche de Mina, Ayoquezco de Aldama, Santo Domingo de Morelos, Tepelmeme Villa de Morelos, Heroica Villa de Tezoctlan de Segura y Luna, Cuna de la Independencia de Oaxaca, Tlacolula de Matamoros, Totentepec Villa de Morelos, Unión Hidalgo e Yutanduchi de Guerrero. 22. Querétaro. (18) Corregidora y Landa de Matamoros. 23. Quintana Roo. (11). José María Morelos y Puerto Morelos. 24. San Luis Potosí. (58). Rayón y Villa Hidalgo) 25. Sinaloa. (18).

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26. Sonora. (69). Rayón y Villa Hidalgo 27. Tabasco. (17) 28. Tlaxcala. (60). Amayac de Guerrero, Ixtacuixtla de Mariano Matamoros, Mazatecachco de José María Morelos y Acuamanala de Miguel Hidalgo 29. Tamaulipas. (43). Abasolo, Aldama, Antiguo Morelos, Bustamante, Guerrero, Hidalgo, Jiménez, Matamoros, Mier, Nuevo Morelos y Victoria. 30. Veracruz de Ignacio de La Llave. (212). Hidalgotitlán, Medellín de Bravo, Minatitlán, Poza Rica de Hidalgo, Villaldama y Zozocalco de Hidalgo. 31. Yucatán. (106) Dzilam de Bravo y Quintana Roo. 32.Zacatecas. (58) Juan Aldama, Morelos, Villa de Cos, Villa Hidalgo y Jiménez de Teul. ll. Ponderaciones a) De las 32 entidades federativas cuatro llevan los nombres de personajes de la Independencia: Guerrero, Hidalgo, Morelos y Quintana Roo. b) Nueve entidades federales no tienen ninguna denominación alusiva a la Independencia en sus municipios. c) En todos los municipios del país destaca la ausencia del género femenino en sus denominaciones. La única excepción se presenta en el estado de Querétaro con el municipio “La Corregidora”, pero sin el nombre de Josefa Ortiz de Domínguez. d) Escasa incidencia de los personajes regionales en los nombres de los municipios. e) La preponderancia en los nombres de los municipios de Hidalgo (27), Morelos (21) y Guerrero (18). Muy por debajo quedan personajes como Allende (8), Aldama (9), Jiménez (7) y Abasolo (5). En el caso de Iturbide su recurrencia es mucho menor, apenas tres municipios fueron honrados con su apellido.

III. Singularidades de Nuevo León a) En el estado de Nuevo León se tomaron muy en serio la independencia nacional, de todos los estados de la república, es el que tiene más municipios con nombres alusivos a la Independencia. De 51 municipios que lo conforman 22 llevan los nombres de algún personaje participante en el movimiento independentista. b) Nuevo León es el estado que le concede especial relevancia a personajes regionales, como muestra están los municipios de Los Herreras, Los Ramones, Marín y Mier y Noriega. Sólo Jalisco hizo el reconocimiento a una de sus figuras regionales en el municipio de Lagos de Moreno. c) Otra singularidad del estado es la existencia de dos municipios que llevan los apellidos de dos destacados realistas: el obispo Primo Feliciano Marín de Porras y el virrey Juan Ruiz de Apodaca. d) El barrio más emblemático de la ciudad de Monterrey se llama “Independencia”. Fuente: cuentame.inegi.org.mx

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Nación 2021. Género, región y cultura. Bicentenario de la consumación de la Independencia 1821-2021 de José Antonio Olvera, Benjamín Galindo y Ernesto Castillo se imprimió en septiembre 2021. El cuidado de la edición estuvo a cargo de los autores y Luis Enrique Gómez Vanegas. Diseño editorial: Jorge Villarreal.




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