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Capítulo XXII. En busca de una unidad de la personalidad

Sí, nos guía en todos los campos, podemos dialogar con él. Nos da la conjunción interior y las soluciones inmediatas a: -la vocación artística y científica, -el amor y la amistad, -la creatividad intelectual o pensamiento creador, -la prosperidad, -la mística. Nos permite realizar nuestra obra en todos los campos y desapegarnos con relación a la violencia de la Historia.

Capítulo XXII. En busca de una unidad de la personalidad.

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¿Porqué vincula Vd. la alquimia con el Antepasado – Guía?

Tal como la definió Jung, en el plano psicológico la alquimia tiende a crear una unidad en el seno de la personalidad. “Nuestra realización no es de concebir de modo extensivo, en el sentido de una acumulación. La realización íntegra es una realización del centro porque es desde el centro que irradia el Uno.” Lo cual es también la razón de ser del Antepasado – Guía.

Hay cuatro fases en la alquimia que son:

1.La obra en negro, que corresponde al trabajo sobre el árbol genealógico personal.

2.La obra en blanco, que corresponde al trabajo sobre los marcos históricos que pesan sobre nosotros.

3.La obra en amarillo, que corresponde a la emergencia del alma del mundo gracias al descubrimiento del Antepasado – Guía.

4.La obra en rojo, que corresponde a su manifestación tangible en nuestra vida porque para que no siga siendo una idea o un imaginario, vamos a anclar el Antepasado – Guía en nuestra realidad cotidiana merced a un acto llamado Acto de paso.

Merced a este acto, nos destinamos a una nueva destinación y salimos del incesto más grave, o sea el incesto geográfico, que nos mantiene preso de un lugar genealógico. Esta nueva destinación permitirá a nuestro cuerpo que esté vinculado de modo justo a nuestra encarnación. Entonces ya no sufriremos el peso del destino.

¿Cuál destinación?

El Antepasado – Guía nos indicará un camino y una destinación real que deberemos seguir gracias al descubrimiento de tres otros antepasados. Tendremos así cuatro antepasados igual como hay cuatro grados alquímicos mayores.

¿Debemos elaborar tres nuevos antepasados?

Sí, Jung descubrió que la correlación entre nuestra psique y el principio alquímico es la cuaternidad de nuestro ser. Disponemos de cuatro funciones que describió en Los tipos psicológicos. Para realizar la unidad de nuestra personalidad, debemos, en prioridad, equilibrar estas funciones. Las detallaremos luego y las trabajaremos dentro nuestro, merced a cada Antepasado –Guía que corresponde a cada función distinta.

La mayoría del tiempo, vivimos sin hacernos preguntas y entonces, nos hallamos a un nivel 1.

1-Participación pasiva. El 1° nivel es la participación pasiva a la vida. Aquí, no nos hacemos preguntas. Es más o menos impersonal y nada se vuelve a replantear. No nos damos cuenta de los procesos que obran adentro nuestro. Vivimos en una relativa inconsciencia. Reaccionamos de modo primitivo y extremo, en el “todo o nada”.

Cuando se ha empezado a trabajar en el nivel 1, el segundo nivel se presenta:

2-Crítica. Al nivel 2, emergen percepciones negativas, la consciencia de las dificultades interiores y exteriores. Uno lucha contra uno – mismo y contra los demás. Hay una crítica de los demás y de sí – mismo. Es un grado de proyección en el cual dominan el miedo, el aburrimiento, la duda. Es una fase bastante larga.

Luego llega el grado 3:

3-Antepasado – Guía. Renacimiento. En el 3° grado, hay una relativa unificación. Se entreve que hay otras formas de existencia que la lucha. El nivel espiritual aparece, tenemos a un maestro interior que puede ser personificado por un Antepasado – Guía. Empezamos a volvernos a crear nosotros – mismos. Es el principio de un renacimiento.

4- Unificación de la personalidad. Entre el 3° y el 4° nivel, el camino es mucho más difícil. Aquí, uno realiza el proceso alquímico, estamos dentro de la unificación de la personalidad. Entonces todo puede cambiar, y las programaciones familiares pueden desaparecer. Ignoramos a donde nos lleva este cambio. Es el universo que se expresa a través nuestro, ya no hay duda, la confianza es absoluta.

Para llegar a este grado, hay que unificar las cuatro funciones siguientes en el seno de la personalidad (cf. “los tipos psicológicos” de Jung):

Sentimiento Pensamiento

Sensación Intuición

¿Puede Vd. explicarnos esto?

Estas funciones deben ser diferenciadas para ser armoniosamente complementarias. Lo que es problemático, es que según Jung, tenemos en nosotros una de estas funciones más diferenciada que las demás, sobre la cual nos apoyamos. Constituye el grado 1 que basa nuestra encarnación. Pero la función que está al opuesto en el plano horizontal no funciona bien. Es el principio de los vasos comunicantes, un exceso de una función conlleva un déficit en otra. Por ejemplo, si el Pensamiento está muy desarrollado, esto no funciona bien a nivel Sentimiento. Las dos otras funciones pueden sin embargo ayudarnos, de modo diferente sin embargo, una es bastante accesible al consciente, la otra lo es a medias.

En resumen, la función principal es una fuerza, la segunda es su aliada, la tercera sólo es parcialmente utilizable y la cuarta pertenece a la sombra.

La primera función llamada función dominante es la primera que se desarrolla, nos apoyamos esencialmente en ella pero es en respuesta a la carencia de la función menos desarrollada, llamada arcaica. Tomamos así la costumbre de usar en prioridad la función más fácil porque le hacemos más confianza que a las demás. Si esta función es la única que usamos o casi, puede volverse peligrosa porque no tiene protección de seguridad. Por ejemplo, alguien que sólo funciona por la sensación estará absorbida por los objetos y la materialidad. Funcionará con la cuarta parte de sus posibilidades.

¿Qué es lo que caracteriza la función en la sombra?

Es la más difícil, la más inconsciente, la última que se desarrolla si es que se consigue. Es lenta, necesita mucho tiempo para cumplir lo que, para otros, no presenta ninguna dificultad. Por ejemplo, el intuitivo asimilará en un tiempo sumamente corto la idea esencial de un libro grueso y tardará en cambio mucho tiempo en hacer su contabilidad. La función inferior es susceptible: tocarla activará reacciones emocionales violentas. Reacciona a contra tiempo. Por ejemplo, un hombre cuyo Pensamiento es dominante, puede estar totalmente paralizado en el momento de declarar su amor a una mujer o incluso de pronunciar palabras de simpatía profunda. ¡cuántas personas dicen “él (o ella) nunca me dijo “te amo””.

Por lo tanto deberemos actuar sobre lo que nos es lo menos fácil…

Sí, es decir integrar el nivel quedado arcaico en nosotros (transmutación de los elementos de los alquimistas) que hace que estemos poseídos por una dimensión colectiva. En este nivel, no podemos existir personalmente, sufrimos lo colectivo.

¿Es la sombra descrita por Jung?

Sí, por esto las funciones inferiores se expresan siempre por comportamientos estereotipados, clichés. También pueden sumergirnos como un movimiento irracional de la multitud. No reconocemos la sombra y puede destruirnos sin que podamos acogernos a elementos tangibles. Por ejemplo, una pasión amorosa que acaba por un suicidio para alguien que tiene la función Sentimiento arcaico.

En la alquimia también el trabajo empieza a partir de una material vil…

Sí, es dentro de una materia bruta que se esconde nuestro tesoro. Se extraerá de lo que es negativo, escondido y arcaico una solución que no se parece a ninguna otra, que nos es personal.

¿Porqué no están naturalmente equilibradas dichas funciones?

Lo que se ha vuelto arcaico viene de las carencias de nuestro árbol genealógico. Se sale del principio que es nuestra parte oculta, arcaica, la que empezará la cuaternidad. Es porque tenemos una carencia que se construye un exceso en frente por compensación. Por ejemplo si alguien no ha sido deseado por su padre (el padre quiso la muerte del hijo pidiendo a su mujer que aborte), esto tocará la función Sensación ya que es el cuerpo que está en juego o el envite mayor de la existencia. La función dominante estará en frente, la Intuición.

¿Puede Vd. explicarnos brevemente las cuatro funciones?

La Sensación.

Al sensorial le gusta lo concreto. Como Santo Tomás, cree solo lo que ve. Le gustan los hechos precisos y mensurables. Vive esencialmente en el presente. Su comprensión del mundo se hace por etapa, con lógica. Las palabras se toman en su sentido literal. Le gustan los modos de hacer ya probados, sólo habla de lo que ha leído. Es metódico y medido. Pragmático, espera de los con quienes se encuentra un comportamiento claro y coherente. Cuando esta función es arcaica, la causa se encuentra en un acontecimiento familiar vivido negativamente referente al hábitat, las finanzas, un desplazamiento repentino, una enfermedad, etc. Entonces existe una incapacidad a ganar dinero. Se está en el todo o la nada – incluso si uno tiene mucho, tiene la sensación de no tener nada. Al límite, uno se burla de él. Es una dimensión que aún no está encarnada, el dinero queda un ideal, y por lo tanto arcaico y mágico. En consecuencia, la función Intuición que le hace frente, estará muy desarrollada.

La Intuición:

Al intuitivo le gusta lo que emerge pero aún no es. Lo que le interesa son las potencialidades. Su mente se proyecta en el futuro, ama la originalidad y lo nuevo. No le gustan los detalles.

Tiene una visión global de las cosas. Las palabras son importantes por lo que evocan. Le gusta hacer nuevos experimentos. Es espontáneo y rápido. Para él, la relación sólo tiene valor si es portadora de proyectos. Es todo lo que se refiere a creatividad y sexualidad. Cuando esta función es dominante, uno se queda en lo imaginario, no se actúa, nunca se pasa al acto. Cuando se ha quedado arcaico, los problemas sexuales y de trabajo aparecen de modo repetitivo. Se carece de creatividad. Al extremo, uno tiene mala suerte, no tiene instinto de la mejor actitud que adoptar en una situación dada. El origen genealógico de este arcaísmo se halla en prioridad, en la inhibición de la vocación de nuestros antepasados.

El Sentimiento

Esta función hace tener en cuenta lo experimentado de las personas que frecuentamos a diario, para tomar una decisión o para actuar. Podemos fácilmente ponernos en su lugar, se reacciona por empatía. Las personas nos afectan, nos conmueven. Las decisiones tienden a la armonía. Es todo lo que se refiere a la vida de pareja, y el lazo afectivo con los demás. En exceso, uno está sumergido por las emociones y para no generar conflictos, se prefiere ceder delante del deseo de los demás. Uno se olvida de sí – mismo. Cuando esta función se ha quedado arcaica, se padece mayormente de problemas sentimentales. Al extremo, no se logra formar pareja. Se tienen pocos amigos, o sólo amigos y ninguna pareja. Nuestra vida afectiva está segada por una clientela, una colectividad, civil o religiosa. El origen genealógico de este arcaísmo se halla en la formación de las parejas de nuestros antepasados. Por ejemplo, bodas obligadas, alianzas sin amor, amor desaparecido e idealizado.

El Pensamiento

Permite tener una posición desapegada para tomar decisiones, el experimentado de los demás ya no es más importante que un dato “x”. Hay una voluntad de tomar las decisiones “justas”. En exceso uno no escucha bastante a los demás y la persona está percibida como alguien arrogante y frío, lo cual nos enajena la simpatía de nuestro entorno. Cuando es arcaica, uno no tiene opinión personal, ninguna opinión. De aquí una dificultad en elegir, tomar decisiones. Uno se expresa por pensamientos generales, observaciones banales, proverbios… Se necesita una ideología para pensar (la política, la psicoanálisis). Nunca se lee, etc.… El aspecto arcaico de esta función se arraiga en situaciones genealógicas no resueltas, como por ejemplo estudios abandonados prematuramente por nuestros antepasados directos, o la absorción del pensamiento en ideologías política o religiosas.

Poseemos estas cuatro funciones que idealmente deberían ser bien diferenciadas y funcionar armoniosamente en el mismo objetivo: vincularnos con el mundo sin daños, ni para nosotros, ni para los que nos rodean, y hacer que estemos en el lugar justo, en el buen momento.

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