Reescribiendo la leyenda

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LA LLEGENDA DE SANT JORDI, otros rostros, otras visiones


Cada 23 de abril en Catalunya se celebra el Día del Libro y de la Rosa, que coincide con la festividad internacional del Día del Libro y que se conoce, en tierras catalanas, como Día de Sant Jordi. Cuenta la leyenda que hace muchos años, en un pueblo gobernado por un buen rey, llegó un dragón que quería devorar a todas las jóvenes del lugar. Cuando le tocó el turno a la bella princesa, la hija del rey, apareció Sant Jordi en un corcel blanco y le clavó una lanza al dragón. De la herida que provocó la lanza empezó a brotar sangre y de esta sangre nació un rosal. Ese día, tradicionalmente, los hombres regalaban rosas a las mujeres de sus vidas (madres, esposas, parejas, hermanas, etc.) y ellas les compraban libros. Ahora ya es indistinto y todo el mundo regala rosas y libros a los seres queridos. Es el día que se venden más libros y más rosas del año. El 23 de abril, todas las calles se llenan de flores, de vida, de literatura y para muchos es el día favorito del año. El Casal Català de la Península de Yucatán nació en Mérida el 23 de abril de hace ya 21 años. Este año lo festejamos colaborando con SOM Editorial Colectiva y el Banco del Tiempo. En esta fiesta de las letras reescribimos la leyenda de Sant Jordi desde la visión de otros personajes, las historias que nunca se contaron, y también propusimos otros talleres (reciclaje creativo y manualidades), música e intercambios. En este documento podrás leer las historias reescritas de la Llegenda de Sant Jordi.


reescribiendo

Changos Perros

LA PRIMERA MUJER JOVEN EN MORIR Entonces, las damas jóvenes se reunieron para decidir quién sería la primera víctima del dragón. Todas pensaron que ponerse de acuerdo sería imposible. Sin embargo, una de ellas se levantó y arrebató la palabra con un grito y anunció: “No hace falta discutir ni decirnos mentiras. Yo quiero ser la primera. ¡Pocas son las veces que tenemos para decidir cómo para perderme ésta!”. Se levantó de su silla y regresó a su casa para cenar. Anónimo


Nunca la pequeña Lucía pudo olvidar aquel día cuando caminaba de la mano de su madre por el rosal que se había extendido más allá de sus límites e invadido las tierras aledañas dejando infértil la tierra para crecer los alimentos básicos ya no para vivir sino para subsistir. La madre lloraba y con sus manos los arrancaba y las espinas le desgarraban la carne. Por cada rosa que arrancaba mil más brotaban de esa hidra vegetal. –

¡Madre, detente!– decía la pequeña Lucía.

Pero la madre no escuchaba. El cansancio surtió efecto y la madre cayó de rodillas. Lucía se acercó para tratar de decir algo pero no hubo nada qué decir. De repente, bajó del cielo azul una sombra. No les pareció un avión pues aún no habían sido inventados. Tampoco era un pájaro al ser tan grande… Era una lagartija que después vomitó fuego sobre las invasoras y quemó el rosal hasta la última hoja. Se fue volando hasta perderse en el horizonte. La madre y Lucía lloraban de alegría. La ceniza fertilizó la tierra y la comida brotó como agua de lluvia desde una colina. La pequeña Lucía se prometió aquel día no descansar hasta encontrar el ser que había traído tanta felicidad a sus vidas. Estudió a las lagartijas para saber cuál era su comida favorita. Fue hasta cinco años después, ya casi sin esperarlo, cuando un día sin nubes la Tierra se cubrió de sombras y ella corrió hasta el punto en el cu al vio aterrizar al gran dragón, pero la alegría poco le duró pues vio a un h*** de p*** atravesarle con una lanza el corazón y para empeorar las cosas, del cadáver del dragón brotó otro gran rosal. Ernesto Novelo

LA LANZA No sabía por qué fue usada. Ella se sentía culpable. Ya no quería ser usada, así que intentó hacer de todo y no buscaba un fin. A fin de cuentas, del árbol nació y de las manos del herrero se forjó. Cuestionó su naturaleza. Después de ese episodio, Sant Jordi la olvidó, sucia y vieja, y en el sótano se quedó. Si un propósito tenía, ya lo cumplió. Abril González Ku


BUFÓN Después de una magnífica actuación en la cena con el rey el bufón, cuyo nombre nadie sabía, se dirigió a ver la princesa para ver si estaba sana y salva. La princesa, en realidad, era su hija. Óscar Muñoz Arellano

Encerraron a la princesa y durmió su última noche de vida, resignada. El pueblo ató a la princesa al gran árbol el día siguiente. Hizo su hermana todo lo posible por salvarla pero tenía el tiempo en su contra. El dragón se apresuraba veloz y al llegar al gran árbol se detuvo a observar las miradas que entre ellas se encontraban como si no existiera nada más que mereciera la pena mirar. El dragón al fin se fue. Solo. La princesa despertó, despertó de su último sueño en su último día de vida. Tenían que encontrarse y tomar una decisión. Anónimo

Al llegar a su casa el zapatero empezó a narrar una sangrienta escena a una bota zurda que remendaba: –

Una piel escamosa abrazó hasta la muerte a una pobre lanza que quería seguir volando libre.

La pobre bota, aburrida, sólo se imaginaba lo que era ser abrazada y lo comparaba con su labor de abrazar pies. –

Sinceramente, no suena muy divertido– pensó mientras el zapatero le quitaba mugre de entre sus dientes. “Si acaso sólo disfruto que me den grasa”, meditaba con una sonrisa torcida. Rulo Zetaka


Con el viento de abril las rosas sanguíneas se esparcieron por todos los confines de la Tierra anunciando la leyenda del dragón. Así, con un pétalo rojo que cayó en sus tierras, Anacleto supo de la muerte de su medio hermano. Una brisa gélida acarició sus escamas. Miró a su alrededor. El cielo entero estaba manchado de flores pero, sobre todo, de sangre. Quizás si él hubiera nacido dragón y no dinosaurio reinaría plácido desde su montaña pero de sus entrañas no brotaba el fuego que se necesita para dominar una nación. Entonces ocurrió que en su corazón de dinosaurio creció la idea de mudarse al pueblo y ser, con su pacífico aliento, su protector. Pero a los humanos les asustaba lo extraño y un Sant Jordi mata dragones andaba suelto y a él le hacía feliz no gobernar más allá de donde llegaba su cola. El pueblo siguió sin monarca y Anacleto siguió escondido. Alexia García Burgos

Timoteo es un joven zapatero enamorado perdidamente de la princesa. Desea ganarse su corazón con un acto heroico. Se pasa la noche entera ideando un plan para salvarla de las garras del dragón pero en el momento de atacar cae dormido y al despertar de un no tan breve sueño se encuentra con la prince sa en los brazos de Sant Jordi. Al llegar a su casa, Timoteo se prepara un enorme tazón de sopa. Se sienta frente a la ventana mientras observa cómo todo el pueblo admira al apuesto caballero. Desde su enorme furia decide escribir un libro en el cual desacredita la gallardía del caballero mencionando datos falsos como que le gusta patear perritos en la calle, que se saca los mocos o que es fanático del América. Sin embargo, las ediciones independientes no son tan populares en sus tiempos así que el libro nunca triunfa y mucho menos las dos malogradas secuelas. Ricardo Canul Ortiz

He fallado –le dijo el pequeño mago a su esposa. De verdad quería que dejara de existir esa princesa.

¿Por qué estás tan obsesionado?– le dijo ella.

Es que no entiendes… ese padre suyo es el culpable de que sea una miniatura. Por eso convertí esa rosa en dragón, pero cuando murió se convirtió en lo que empezó siendo. Berenice Ramírez Ortiz



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