Laberinto
David Toscana Nel blu, dipinto di blu página 2 Armando González Torres Mediocridad página 3 Iván Ríos Gascón Tan cerca del espot, tan lejos de Sartori página 9 Heriberto Yépez ¿Enseñar arte es un fraude? página 12
N.o 461
sábado 14 de abril de 2012
Papeles mexicanos
Michel Butor Página 4 devianart
100 años
El hundimiento del Titanic Hans Magnus Enzensberger Versión de José Emilio Pacheco
Página 6
MILENIO
02 b sábado 14 de abril de 2012
MILENIO
antesala De CulTO
Penélope Córdova bfegari13@gmail.com EspEcial
Nel blu, dipinto di blu
Andréi Biely
La carcajada rusa
TOSCANADAS EspEcial
David Toscana dtoscana@gmail.com
U
no de los grandes sueños del ser humano fue volar. Todos conocemos algunos de los antiguos, ingenuos e ingeniosos artilugios diseñados para tal fin. Si a Leonardo da Vinci le hubiésemos contado que quinientos años después de su nacimiento podríamos surcar los aires a 10 mil metros de altura, habría dado su vida a cambio de la experiencia. Sin embargo, hoy volar nos parece tan aburrido, que solemos pedir asientos en el pasillo, no en la ventanilla, pues más importante es pararse al baño cuando uno quiera que mirar el mundo de allá abajo, los mares interminables, las nubes a nuestra altura. ¡Ventanilla, por supuesto!, elegiría Leonardo, y dejaría las marcas de su sebosa nariz en el cristal. En cambio se hubiese burlado de mí de haberme visto hace quince días. Mal abrigado, me eché a caminar por cierta ruta que atraviesa Polonia y va a Rusia. Por ahí marchaban de modo forzado algunos de los deportados a Siberia. Me cayó lluvia, granizo y nieve; las noches eran de no sé cuánto bajo cero. Después de tres jornadas, no paraba de temblar. ¿Para qué?, me preguntaría Leonardo. Pues él sabe que esas caminatas no se hacen por gusto, sino por necesidad. De hecho, el placer de las excursiones viene de la era romántica, quizá como una reacción a la Revolución Industrial y la excesiva urbanización. Mi querido Leonardo, le explicaría, hago esto para sentirme vivo. Y él se hubiera reído. ¿No te basta con la vida misma? Entonces le habría invitado una copa de vino en mi departamento. Él se hubiera asombrado de la cantidad de
libros. Más aún de los que tienen fotografías, y sobre todo de los enormes volúmenes de Taschen, titulados Leonardo da Vinci . Entre copa y copa, le hubieran salido lágrimas al escuchar a Beethoven en mi aparato de sonido. Luego le hubiese dado una estocada con un nocturno de Chopin. ¿Vives en un mundo donde se vuela, se lee lo que se quiera sin que ninguna inquisición te prohíba nada, escuchas la música que prefieras, puedes ver fotografías de mis obras y del maldito Miguel Ángel, y no te das cuenta de que es un paraíso? Menos mal que no tengo televisor. Leonardo lo habría mirado con tal asombro que la conversación se hubiese terminado. En mi librero están los libros de Herling-Grudzinski, Shalamov, Solzhenitsyn, Dostoievski, y otros tantos que sí marcharon a Siberia y otros gulags, que pasaron allá algunos años, que no se pudieron rajar luego de cuatro días de frío. Cualquiera de ellos consideraría mi aventura como una mariconada. Ellos también me cuestionarían. Me costaría trabajo explicarles que en algo se transforma mi alma al dormir en el bosque y escuchar el silencio de la nieve que cae. Que al volver a mi existencia cotidiana, me conmueven más mis lecturas, la música que escucho, el alcohol que bebo. Mi sueño no es volar, sino algo imposible: no quiero ser contemporáneo de mí mismo. Mi deseo no es venderle el alma al diablo, sino comprársela a alguno de estos hombres. Quiero poder mirar la Mona Lisa o leer Los hermanos Karamazov o escuchar una sinfonía de Beethoven o pronunciar un poema de Goethe y hasta rezarle a un dios con el mismo fervor con que Leonardo hubiese mirado por la ventanilla de un avión. L
U
na colección de personajes absurdos y caricaturescos desfila entre la neblina de la avenida Nevski y calles aledañas. La ridícula aparición de una figura envuelta en un dominó rojo con el rostro cubierto por un antifaz de encaje negro convulsiona las páginas de la prensa y se pasea por las calles de Petersburgo, la compleja y magistral novela de Andréi Biely (1880-1934), escritor moscovita considerado precursor del modernismo ruso. Como novela de ciudad , y también por su magnitud, Petersburgo podría colocarse en la línea de Berlin Alexanderplatz o Ulises, y así se ha hecho frecuentemente, pero esto no responde más que a la urgencia taxonómica de la historia literaria. Además, los personajes de Biely, cuyo verdadero nombre era Boris Nikolayévich Bugáyev, tienen poco o nada en común con Biberkopf o Bloom. El autor recoge las enseñanzas de los maestros rusos, sólo que aquí los héroes pushkinianos se encuentran con encarnaciones demasiado mediocres para ser tomadas en serio. Sin embargo, esta novela se escribió en una época en que Rusia clamaba precisamente por nuevos héroes. Petersburgo fue publicada en 1906 y transcurre a partir de los últimos días de septiembre de 1905, durante la jornada de revueltas políticas. Nikólai Apolónovich, la figura del dominó rojo, ha recibido el encargo de asesinar a su padre, el viejo senador Apolón Apolónovich Abléujov, representación del decrépito régimen zarista a punto de desaparecer. ¿Qué hizo que Nabokov considerara la novela de Biely como una de las obras maestras de la prosa del siglo XX , junto a Ulises, Mrs. Dalloway y La metamorfosis ? La
grandeza de Petersburgo es perceptible a varios niveles y se niega a dejarse encasillar en algún ismo literario. En el entendido de que el arte es un quehacer sagrado (incluso místico), y que la creación es proceso y no acto finito, Biely desgrana una prosa deliberadamente volátil, llena de interrupciones en el hilo temporal e intromisiones por parte del narrador, quien gusta de dirigirse al lector para hacer puntualizaciones irónicas; una narrativa que parece construirse a sí misma, que se burla de las convenciones y seriedad de los puristas. El lenguaje, uno de los elementos más audaces de Petersburgo , adopta el ritmo y las figuras retóricas de la poesía; la ciudad late en cada lugar, cambia de respiración con las estaciones del año y configura abstracciones que, en la mente de los personajes, se tornan símbolo. Petersburgo es parte de una trilogía que se completa con La paloma de platay Yo, Kotik Letáiev , únicas piezas traducidas al español de la extensa obra de Biely, que abarca poesía, ensayo y novela autobiográfica. Así como Biely fue descendiente literario de Gógol y Pushkin, de Tolstoi y Dostoievsky, su herencia alcanzó a la última generación de rusos geniales: Pilniak, Bulgakov, Pasternak y el mismo Nabokov. Los grandes monumentos de la Rusia no están en sus ciudades, sino en las páginas de sus escritores visionarios. Aunque Trotsky haya dicho que su prosa rítmica era horrorosa y que Biely era un cadáver que no resucitaría ningún espíritu, es bien sabido que quien ríe al último... ríe mejor. El lector tiene la última carcajada. L
ex libriS
biTáCOrA PSiCOTróPiCA
Fanny Pistor bEKO
Xavier Velasco
Entre más le aborreces, mejor te le pareces.
MILENIO b LABERINTO b Dirección: José Luis Martínez S. Edición: Alicia Quiñones Coedición: Roberto Pliego Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía
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LABERINTO
antesala
Lo que saben los muertos Mediocridad Retroceder en el tiempo mediante una imagen recuerda la fugacidad de la vida y el débil actuar de la memoria poesía
escolios
EspEcial
Lawrence Raab Los vivos, en efecto, saben que morirán, pero los muertos no saben nada: para ellos ya no hay retribución porque su recuerdo cayó en el olvido. Se han esfumado sus amores, odios y rivalidades. Eclesiastés, 9
C
uando murió mi madre se llevó a otros con ella, todos esos a los que recordaba y cuya historia nadie más sabía. Algunos de ellos siguen viéndome fijamente a través de la imagen algo cuarteada, y sé que los he traicionado, que recuerdo tan sólo uno o dos nombres. Tres generaciones en sus mejores ropas y que miran severos al fotógrafo —con seguridad la vieron como una pequeña recompensa para permanecer, se dice, en la memoria, y debieron haberse consolado con los pasajes mucho más gozosos del otro testamento, promesas de un lugar en el que nuevamente habrían de reunirse con su gente querida y recordar, así, lo que la edad borró y arrebató, sano ya, restaurado, esfumada la pena humana como el polvo del camino. Este mundo es un hogar difícil, cosa que aceptaron, aunque ahora los hijos de sus hijos no vean más allá. De ahí que los que han muerto nada sepan y estén en parte alguna. Sea cual sea el espíritu que vaga por las noches en los pasillos, cuando el viento alza cortinas en cuartos viejos y vacíos, ella pronto no encontrará tablones donde poner su pie, ventanas que mirar o cristales que reflejen su rostro, su envidia de este mundo, como la nuestra por el que vendrá.
Armando González Torres agonzale79@yahoo.com.mx
E
s una celebridad de librerías de viejo: al abrirlo desprende ese característico aroma a humedad y hay que deslizarse con cuidado por sus páginas amarillentas y quebradizas. Llamó la atención en mi temprana juventud, precaria en lecturas prestigiosas, por su tono categórico y su oratoria vibrante. Nunca supe si era conocido entre mis contemporáneos, ni ellos lo mencionaban, ni yo presumía a un escritor que tenía apellido de constructor de puentes y cuya obra podía sonar a acusación: El hombre mediocre . Lo cierto es que el argentino José Ingenieros (1877-1925) es un típico ejemplar de esa galería de individuos excepcionales (Sarmiento, Bello, Alberdi, Rodó, Vasconcelos, Mariátegui, por mencionar algunos) que representan la faceta más influyente de la ensayística hispanoamericana del siglo XIX y principios del XX. Se trata de seres de infatigable curiosidad y laboriosidad, Traducción del inglés de Hernán Bravo Varela que abordan las más diversas disciplinas, que mezclan la vida activa con la contemplativa y que encuentran en la forja de sus naciones un designio que guía su vida y obra. Joven precoz, dandy de actitudes provocadoras, Ingenieros estudia medicina y de su profesión original transita a la l estadunidense Lawrence Raab (Pittsfield, Massachusetts, 1946) es autor de una docena de libros, entre los que destacan Lo que no sabemos el uno del otro (1993, ganador de las psiquiatría, la criminología, la sociología, la pedagogía, prestigiosas Series Nacionales de Poesía en 1992 y finalista del Premio Nacional del Libro de su país), Signos visibles: Poemas nuevos y escogidos (2003) y La historia de olvidar (2009). la filosofía y la política. Sus tentativas son vastas, casi De acuerdo con Thomas Lux, “la gracia, compasión, honestidad, integridad y claridad” de los abrumadoras: busca elucubrar poemas contenidos en Lo que no sabemos el uno del otro (entre los que destaca “Lo que saben los muertos”) se encuentran “afinadas al más alto nivel; a tan alto nivel, en realidad, que este libro los determinantes de la trayectoria histórica de su país, alcanza ese estado infrecuente y casi aterrador: la sabiduría”. (HBV) intenta trazar una genealogía de las ideas argentinas y
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pretende producir una filosofía rigurosa. El hombre mediocre , su obra más célebre, es un panfleto, con ambición de tratado, que se enfoca en la mediocridad, ese rasgo psicológico que se queda a medio camino entre lo que llama la degeneración de los inferiores y la excepcionalidad de los superiores. El mediocre es amorfo y sin ideales propios, dueño de una mentalidad corriente y vegetativa que hereda prejuicios del pasado y se consagra a la imitación. Para Ingenieros, uno de los rasgos más inquietantes de la mediocridad es su entronización en ámbitos, como el intelectual, que se supone están destinados a combatirla. En pocos aspectos, como en la crítica a sus congéneres, resulta tan actual este libro: la mediocridad en el medio intelectual tie nde a convertirse en norma y a erigir mecanismos de defensa y perpetuación, que transitan desde los polos antagónicos de quienes practican el aplauso mutuo y los pactos de no agresión hasta el de los que hacen de la provocación gratuita y la protesta pirotécnica su modus vivendi. Para Ingenieros, el antídoto contra la mediocracia era una ética idealista que elevara los parámetros de realización y mérito. Cierto, este llamado al idealismo llegó a alimentar el mesianismo y fanatismo intelectual tan nocivo para las sociedades hispanoamericanas; sin embargo, también es posible extraer de esta entrañable reliquia, una noción de virtud intelectual, que no se rinda al culto a la personalidad y que aprecie tanto las responsabilidades como las libertades. L
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MILENIO
literatura ESPECIAL
Papeles mexicanos
En los próximos días, Butor cumplirá su quinta visita a nuestro país. Poco frecuentado en lengua española, es el creador de una obra que se cuenta entre las mayores noticias del siglo XX. Estos textos, tomados de Transit, certifican el modo en que imagina la contigüidad entre el presente y el pasado prehispánico
El país de lo antiguo y lo extranjero
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ichel Butor (Mons-en-Barœul, 1926) es, a causa de múltiples traducciones a diversas lenguas, uno de los escritores franceses contemporáneos más conocidos en el extranjero. No es ni pod ría ser cuestión de moda. Su literatura, profunda en su exploración formal y clara en su estilo, desarrollada en medio siglo de viajes por todo el orbe, se parece a esa esfera borgiana de circunferencia inexistente y cuyo centro está en todas partes: infinitos lugares y problemáticas tienen cabida en ella. Pero la abundante labor de traducción-apropiación de sus nouveaux romans y de sus libros situados más allá de los géneros tradicionales, que hoy en día se realiza desde varios confines de la tierra, se debe, sobre todo, al diálogo vivo que entabla con las múltiples culturas que conforman nuestro mundo. Gracias a la editorial Ardiente Paciencia y a la Embajada de Francia, tenemos el gusto de contribuir a la historia de la recepción de la obra butoriana en nuestro país con un fragmento de este continente-archipiélago
Michel Butor
Quinta carta
Recuerdos de una novela
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ste texto siempre fue previsto para formar parte de Transit, pero deseaba que pudiera conservar suficiente independencia, como las otras regiones, todas publicadas aquí y allá al menos en primeras versiones, pero, señal extraordinaria, no lograba darle un título. De manera que lo llamaba “texto mexicano” o “¿es esto una novela?”. Pues no, no es una novela, no puede ser una novela. Son las ruinas de una novela. ¿Y cómo, sobre tal tema, podría escribirse un texto sino en ruinas? Porque si bien es cierto que los magníficos edificios de la época colonial o algunos impresionantes del siglo XX captan la atención, es imposible no volver incesantemente a lo que es traído a la luz, a este subsuelo cada vez más excavado; es como si su metamorfosis lo despertara. Del mismo modo los antiguos monumentos de Teotihuacan se aparecían a la gente de Tula, después a la de Cholula. Del mismo modo los antiguos monumentos de Tula se aparecían a la gente de México-Tenochtitlan.
literario, como lo llama Yves Mabin, en una monografía del crónicas de la Nueva España que nos legaron Sahagún y Ministère des Affaires Etrangères; pequeño fragmento que, Díaz del Castillo, los guiones para el Teatro de la Crueldad además, ofrece el doble atractivo de revelarnos la poética de Antonin Artaud, listas de los tributos que demandaba de este reputado polígrafo galo y de explorar los meandros la Gran Tenochtitlan, derrubios nuevos y viejos que, de nuestra propia herencia histórica. puestos unos junto a otros, como tomas de una película, Papeles mexicanos es una selección de textos realizada constituyen un montaje destinado a reflejar las insólitas por Frédéric-Yves Jeannet, escritor francés radicado en paradojas de nuestro pasado. México y especialista en Butor. Está conformada por Esta versión en castellano presentó varios retos singulares, dos segmentos. El primero contiene un poema de tópico como la retraducción de pasajes de los cronistas de la mexicano, procedente del libro Ici et là . El segundo Nueva España a partir de la versión en francés realizada segmento, tomado del cuarto volumen de la serie Le por el propio Butor. La meta fue, tanto en estos casos como Génie du lieu , titulado Transit, consiste en un collage de en otros, reflejar al mismo tiempo la tesitura del autor de textos y texturas en las que el autor intenta representar La modification y la sensación de extrañamiento original el conflicto latente de las fuerzas prehispánicas con laque estos materiales históricos producen en quien los contemporaneidad de la Ciudad de México. Las “cartas” lee. Hemos escogido un par de cartas que ayudan a dar que lo conforman, son el testimonio apócrifo de una una idea esencial del libro, buscando el doble criterio novela que nunca será escrita, una novela abortada desde de su inteligibilidad independiente del conjunto y de su nacimiento, en concordancia con el desideratum su representatividad dentro del mismo. En el marco butoriano de crear nuevas arquitecturas literarias y de la quinta visita de Michel Butor a México, Papeles también alusiva, de alguna manera, a esa colisión mexicanos representa una nueva vía de acceso a su obra y lluvia de escombros que fue la creación de nuestro y una invitación a conocer a uno de los grandes creadores país. Encontraremos en estas páginas extractos de las literarios del siglo XX. (José Luis Rico)
Como Bernal Díaz acaba de mencionar el Perú, haré intervenir aquí el texto que escribí para abrir el álbum del fotógrafo belga Marco Dejaegher sobre ese país. De no ser así, el hemisferio sur estaría demasiado ausente en el conjunto de Transit , incluso tomando en cuenta las menciones brasileñas en Carnaval transatlantique . Debo intentar corregir esto en el quinto y último volumen de Le Génie du lieu. Lo había titulado: El fantasma del Inca Garcilaso mira por encima del hombro del fotógrafo: Tú no creías esto posible joven y ávida mirada Nacida en este continente cubierto de libros donde morí Estos picos este cielo estos bosques estos cactus en los enormes deslaves Vestidos con largas espinas grises flexibles enredadas Como telarañas estremecidas o un vellón de polvo Estos cóndores pumas vicuñas colibríes y pericos Estas terrazas piedras caminos cerámicas metales Estos tejidos melodías procesiones y miserias
Continuaré en mi próxima carta, porque comprendo tu impaciencia por volver a México, a su metro, a sus obsesiones: Candelaria: había allí una iglesia consagrada a la purificación de la Virgen María, festejada el 2 de febrero, es decir en la Candelaria o durante el sacrificio de los niños para Tláloc. Lugar pantanoso poblado de patos. Pronto se instaló sobre la plaza de la iglesia un mercado de patos, de forma que tomó el sobrenombre de Candelaria de los Patos. Ya no hay. Símbolo: uno de los patos de antaño.
Cuando vivía en Nuevo México, se preparaba la fiesta de Navidad instalando sobre los bordes de todos los techos, de todos los jardines, linternas fabricadas con bolsas de supermercado al fondo de las que ardían pequeñas velas, lo que llenaba toda la ciudad de luz ambarina durante algunas semanas. Éstas eran las candelarias. En una de mis pesadillas, esta estación habría conducido hacia pirámides bordeadas de cráneos con lamparillas en las cuencas, que les darían una leve transparencia; y habrían goteado no sangre sino miel que niños vendrían a recoger en las palmas de sus manos para llevarla a sus casas a fin de salpicar las crepas. Todo esto se hubiera hundido poco a poco en una pesadilla donde un sacerdote, que al principio yo tomaría por católico, me habría arrancado, después de quitarse la sotana, un corazón chorreante de miel, y a la mañana siguiente al despertar mi iniciadora me habría hecho descubrir en un gran mercado la repostería ancestral. Merced: el convento de la Merced, construido al principio del siglo XVIII, fue destruido en agosto de 1862 para el establecimiento del mercado que tomó su nombre. Éste fue reconstruido en 1957. Allí se venden pájaros, pescado, carne, frutas y
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LABERINTO
literatura maxime godard
legumbres, pero también joyería, artesanías y flores. la bebió diciendo: “¿Qué es esto? Parece ser Símbolo: una canasta de manzanas. cosa muy buena y sabrosa; ya me sanó y quitó El primer día del quinto mes (es decir, el 23 o la enfermedad; ya estoy sano”. El viejo: “Bébala 22 de abril), gran fiesta en honor de Titlacauan, otra vez, porque es medicina muy buena y su también llamado Tezcatlipoca, que tenían por dios salud será todavía mejor”. de los dioses; le sacrificaban a un joven escogido Serpiente Emplumada bebió otra vez, lo que sin ningún defecto corporal, alimentado con lo emborrachó y comenzó a llorar tristemente, todo tipo de delicias durante un año, instruido para tocar y se conmocionó y se le ablandó el corazón música, cantar y hablar. por los deseos de partir, y no se le quitó del Ésta era la fiesta principal, como nuestras Pascuas, pensamiento lo que tenía por el engaño y la farsa del viejo nigromante; la medicina que y tenía lugar un poco después. Este joven bello y escogido entre todos debía dejar crecer sus cabellos bebió Serpiente Emplumada era el vino blanco hasta la cintura. de la tierra, hecho de agaves.1 Después de haberlo sacrificado, escogían a otro En el decimoctavo mes de su año (enero), que debía morir el año siguiente. Él iba por toda festejaban al dios del fuego;2 hacían una imagen la ciudad muy engalanado, flores en mano, con en su honor, de gran artificio, que parecía un séquito. Saludaba rozándolos graciosamente. echar llamas y cada cuatro años en esta fiesta Todos sabían que él era la imagen de Tezcatlipoca, se sacrificaban esclavos y cautivos, y perforaban postraban ante él y lo adoraban para que los tocara. las orejas de todos los niños nacidos en esos Veinte días antes de la fiesta, es decir durante todo años y les daban padrinos y madrinas. el mes precedente, se le daban cuatro bellas jóvenes El día diez de este mes prendían fuego nuevo preparadas para este efecto, con las que todos estos a media noche ante el ídolo muy curiosamente 20 días él debía tener relaciones carnales, y se le ataviado; a la mañana siguiente venían los cambiaba la apariencia cuando se le daban estas jóvenes y adolescentes varones y traían diversos jóvenes: se le cortaba el cabello como a un capitán animales que habían cazado en los diez días y se le vestía con hábitos más galantes. anteriores, unos de agua y otros de tierra, y Cinco días antes de su muerte lo agasajaban, en los ofrecían a los viejos que estaban a cargo lugares frescos y suaves, con fiestas y banquetes de este dios; y éstos lanzaban al fuego a todos en los que participaba la mayoría de los señores. estos animales, para que se asaran, y daban Venido el día fatal, lo conducían al templo u oratorio a cada uno de estos jóvenes y adolescentes llamado Tlacochcalco, y antes de llegar, él dejaba a sus varones un tamal hecho de bledo,3 los cuales mujeres en el lugar llamado Tlapitzoayán, se despedía todo el pueblo ofrecía aquel día, y todos los de ellas. Llegado al lugar del sacrificio, ascendía por comían muy calientes en honor a la fiesta, y sí mismo, quebrando a cada escalón un trozo de la bebían y se regocijaban. En esta fiesta durante flauta con la que había tocado todo el año; una vez los años comunes no mataban a nadie, pero arriba, se dejaba extender sobre el altar, donde leel año bisiesto mataban cautivos y esclavos, y arrancaban el corazón y los sacerdotes volvían a ataviaban a la imagen del ídolo especialmente, bajar su cuerpo sosteniéndolo en sus palmas; abajo y hacían numerosas y grandes ceremonias, le cortaban la cabeza y la ensartaban en una estaca. muchas más que en las otras fiestas ya dichas. Después del sacrificio todos los principales y En torno a una novela sobre México señores y personas ilustres, y el mismo emperador se vestían espléndidamente; y comenzaban una Decimoctava carta danza de gran solemnidad y gravedad.4 Sólo cada cuatro años y ese mismo día de madrugada, antes Andamiajes de una novela del amanecer, perforaban las orejas a los niños y niñas, y les ponían un casquete de plumas de ibreto de Antonin Artaud para el primer espectáculo papagayo pegadas con resina de pino.5 del Teatro de la Crueldad: Lo que impacta de esta religión no es solamente “Después, agitaciones ante los miasmas, cabezas el derroche casi perpetuo de la sangre en enormes con narices abotargadas por los olores; y las pirámides, que debía recubrirlas de una sólo españoles inmensos pero con muletas. Y como especie de barniz (¡cuán apacible, filosófico, un maremoto, como el estallido brusco de una casi administrativo es el culto de los antiguos tormenta, como el latigueo de la lluvia sobre el mar, egipcios en comparación!), sino la obsesión la revuelta que arrastra a toda la multitud por partes del corazón violentamente arrancado para ser con el cuerpo de Moctezuma muerto, columpiado quemado, palpitante aún, a fin de alimentar, de sobre las cabezas como un navío. Y los espasmos salvar a los dioses. Las cabezas eran conservadas, bruscos de la batalla, la espuma de las cabezas de los expuestas; se podía asistir a la lenta y hedionda españoles acorralados que se estrellan como sangre descarnadura de los cráneos, soportes y signos sobre las murallas enverdecidas”. de memoria, pero el corazón consumido El fantasma del Inca Garcilaso mira por encima tenía un valor completamente distinto. La del hombro del fotógrafo (8): operación, para ser exitosa, demandaba gran fuerza y destreza; el ejercicio era necesario. Y de todas las otras lenguas de Europa como la tuya Los sacerdotes jóvenes que sujetaban los En las planicies del Norte que nunca he visto miembros de las víctimas se habituaban Pues habiendo perdido la mayoría de mis creencias cristianas al espectáculo y se impregnaban de los En mi subsistencia fantasma tanto como mi madre las de gestos del sacrificador, como internos en una nuestros ancestros sala de operacione s; pero en lo sucesivo eran Busco como tú en nuestro doloroso mestizaje necesarios ensayos progresivos, esclavos o Más allá de todos estos rostros implacablemente resignados niños para ejercitar la mano con el fin de Más allá de todas estas fiestas imperturbablemente poseídas llegar a la casi perfección durante la apoteosis Una nueva manera de devolvernos a nuestro estado de las encarnaciones principales; las últimas primitivo de hijos del Sol palpitaciones consagrarían la unificación con la potencia devoradora y bienhechora. Como el Un conjunto de doce ciudades, cada seis meses: 2 mil corazón jugaba también un papel esencial en la abrigos-mantos; cada año: 22 trajes de gala, seis cofres representación que la nobleza europea se hacía grandes de grano. de sí misma, según nos lo enseñaron Corneille Otras seis, cada seis meses: mil 600 abrigos-mantos y los españoles de la época, los conquistadores de los que 400 debían ser bordados con el emblema del debieron sentirse muy pronto víctimas ideales viento torcido; cada año: 21 trajes de gala, cuatro cofres para estas ceremonias terribles y suntuosas. grandes de grano; cada 80 días: 2 mil panes de sal blanca. Ellos veían que los honores de los que eran Otras cuatro, cada seis meses: mil 600 abrigos de sisal objeto podrían terminar trágicamente, lo que multiplicó sus miedos y furores. L de los que 400 debían ser bordados; cada año: ocho cofres grandes de grano. Serpiente Emplumada, al oír estas palabras, se conmocionó, Destrucción de una novela sobre México y volvió a decirle el viejo: “Señor, tenga a bien beber esta medicina”. Y le respondió Serpiente Emplumada: “¡Oh, 1 Teometl en náhualt (N. del T.) viejo!, no quiero beber”. Y el viejo: “Señor, bébala, porque 2 xiuhtecutli o ixcozauhqui en náhuatl (N. del T.) 3 Uahquiltamalli en náhuatl (N. del T.). si no la bebe después tendrá antojo de ella; al menos póngala en su frente, o beba un poco”. 4 Llamada entre los aztecas netecuitotiliztli (N. del T.). Serpiente Emplumada gustó y la probó, y después 5 ocótzotl en náhualt (N. del T.).
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En la cabellera de Gert para Frédéric-Yves Jeannet y Angélica Arce
G
eneralmente se bautizan los ciclones con seductores nombres femeninos como Daisy Ava Marilyn o Betsy pero éste que de momento se pasea en el Golfo de México y sacude sus mechas de serpientes y sus trenzas de tempestad tiene un apodo un poco abrupto que le va bien a su furor de soberbio y sanguinario dios precolombino Terminábamos un rápido peregrinaje por la planta baja del Museo de Antropología donde saludamos con emoción a los vestigios de algunas de estas grandes civilizaciones que se sucedieron sobre el torso del continente como tornados lentos o estremecimientos de emoción y habíamos bajado al sótano para recargar las baterías de nuestras grabadoras con una comida ligera en la cafetería Cuando nos sentimos encerrados por el cielo cuyos aspersores de riego echaban haces rejas y palmas más tupidas que las del parque alrededor haciendo chorrear las escaleras en cascadas de terciopelo fosforescente recubriendo las terrazas con una espesa piel brillante un cuero de vidrio totalmente carcomido de erupciones de surtidor mortales pirotecnias sostenidas que aniquilan pueblos enteros a lo lejos Y yo pensaba en los niños en los patios de las escuelas chapoteando y salpicándose descalzos cubiertos con capuchas para protegerse los ojos ponchos sarapes o sombreros de paja o fieltro como si fueran grandes corolas riendo y cantando en este paraíso de Tláloc donde los recibirían las antiguas víctimas jóvenes transfiguradas en cada gota de agua como un destello en una lágrima L
LABERINTO
El hundimiento
del Titanic
El 10 de abril de 1912 el Titanic zarpó del puerto de Southampton rumbo a Nueva York. Nunca llegó a su destino. El 15 de abril naufragó en las aguas del Atlántico Norte. Estos versos recrean el suceso y fueron escritos originalmente en alemán por Hans Magnus Enzensberger. El autor tradujo al inglés su propio poema de 1978. A partir de esta versión, José Emilio Pacheco hizo en 1982 un texto completo en español que nunca se publicó. Lo entregó a Laberinto y de él hemos escogido algunos cantos en este centenario
Canto I
H
ay alguien que escucha, que espera, retiene el aliento, se halla muy próximo, aquí. Dice: Esta es mi voz. Dice: Nunca jamás volverá a estar tan quieto, tan seco y cálido como ahora. Se escucha a sí mismo en su cabeza murmurante. Dice: No hay nadie aquí sino yo. Esta debe de ser mi voz. Espero. Retengo el aliento. Escucho. El lejano rumor en mis oídos, antenas de carne blanda, no significa nada. Es tan sólo el latido de mi sangre en las venas. He esperado mucho tiempo reteniendo el aliento. Ruido blanco en los audífonos de mi máquina del tiempo. Sorda estática cósmica. Nadie toca a la puerta ni pide ayuda. No hay señales de radio o bien, este es el fin, me digo, o no hemos comenzado. ¡Aquí estamos! ¡Ahora! Sonido de arañazo. Un crujir. Un derrumbe. Esto es. Una uña helada que rasga la puerta y se queda inmóvil.
Algo cruje. Una infinita extensión de lienzo, una inmaculada tela de lino al ser desgarrada, lentamente al principio, después más y más rápido, se parte en dos con un sonido silbante. Este es el principio. ¡Escuchen! ¿Lo oyen? ¡Por Dios, agárrense fuerte! Después silencio de nuevo. Sólo un tintineo sutil se escucha en las alacenas. Un temblor de cristales cada vez más débil hasta que se apaga. ¿Quieres decir que eso fue todo? Sí, eso fue todo. ¿Quieres decir que eso fue todo? Sí, lo vivimos. Este es el principio: el principio del fin siempre es discreto. Ahora son las 11:40 P.M. a bordo. Hay una grieta de doscientas yardas bajo la línea de flotación en el casco de acero, partido por un cuchillo gigantesco, el agua entra a borbotones
en las escotillas. A treinta yardas sobre el nivel del mar pasa en silencio el áisberg y se desliza brillante por el barco y se pierde entre las tinieblas.
Canto III
M
e acuerdo de La Habana, el yeso desprendiéndose de las paredes, un tenaz mal olor ahogando el puerto, el pasado voluptuosamente desvaneciéndose y la escasez royéndolo todo, día y noche, en el Plan de Diez Años, lleno de esperanza mientras yo escribía “El hundimiento del Titanic”. No había zapatos ni juguetes ni focos, no había siquiera un momento de calma. Entre la multitud los rumores como gruesos moscardones, nos recuerdo pensando: Mañana las cosas serán mejores. Y si no mañana, entonces pasado mañana. Bueno, tal vez no mucho mejores realmente pero distintas de todos modos. Sí, todas las cosas van a ser muy distintas. Maravilloso sentimiento, lo recuerdo. Escribo estas palabras en Berlín, y como Berlín huelo a viejas cajas de cartuchos vacías, a Europa del Este, a azufre, a desinfectante. Está enfriando de nuevo, poco a poco y poco a poco leo las ordenanzas. En la distancia se halla el Muro, inadvertido, oculto entre muchos cines y, tras él, algunos otros cines desolados se pierden en la distancia. Veo extranjeros solitarios con zapatos nuevos que solitariamente desertan por la nieve. Tengo frío, recuerdo —es difícil creerlo, no han pasado diez años— los raros y luminosos días de euforia. Entonces nadie pensaba en el Apocalipsis, ni siquiera en Berlín que mucho tiempo atrás
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de portada ESPECIAL
e investigando en interés de la nación, y resulta extraño que aún lo recuerde. No es mucho lo que he olvidado. Conversábamos chapurreando una mezcla de español, alemán y ruso, sobre la terrible zafra de las cien mil toneladas de azúcar —hoy nadie menciona ya la zafra, por supuesto. ¡Muera el azúcar! Vine como turista, aulló el desertor y luego citó a Horkheimer —¡Horkheimer, precisamente él en La Habana! Hablamos también de Stalin y de Dante, no puedo imaginarme por qué, cortar caña no era asunto de Dante. Y miré distraídamente por sobre el muelle el mar Caribe y lo vi, mucho más grande y blanco, más que todo lo blanco, muy lejano. Y fui el único que lo vio allí, en la oscura bahía, era noche sin nubes y el mar estaba oscuro y liso como espejo. Vi el áisberg que se cernía alto y helado, helado como una fata morgana, flotaba lento, irrevocablemente blanco, cerca de mí.
Canto IV
¡
había sobrevivido su propio final. La isla de Cuba no se tambaleaba a nuestros pies. Nos parecía como si algo estuviera próximo, algo que íbamos a inventar. No sabíamos que la fiesta había terminado tiempo atrás y cuanto quedaba eran asuntos para tratarse con el hombre del Banco Mundial y el camarada de Seguridad del Estado, exactamente como en nuestra patria o en cualquier otra parte. Habíamos intentado perdernos y encontrar algo en esta isla tropical donde crece la hierba sobre la chatarra de los Cadillac. El ron se agotó, los plátanos desaparecieron, y sin embargo nosotros buscábamos otra cosa —difícil decir qué era— y no pudimos encontrarla en este pequeño Nuevo Mundo resuelto a discutir sobre el azúcar, la liberación y un futuro abundante en focos, vacas lecheras, máquinas nuevas. Mulatas en las esquinas con sus fusiles automáticos me sonreían en La Habana o sonreían a cualquier otro, mientras tanto yo escribía y escribía “El hundimiento del Titanic”. Imposible dormir, las noches eran calurosas, vivía a la orilla del mar, no era de edad madura, tampoco un niño, sí más joven, diez años más joven entonces y pálido de entusiasmo. Debe de haber sido en junio, no: fue en abril, poco antes de Pascua, caminábamos por la Rampa después de la medianoche. María Alexsandrovna me miró con ojos encendidos de furia. Heberto Padilla fumaba un puro, aún no lo habían encarcelado; pero quién lo recuerda ahora, un hombre perdido, un amigo perdido, Padilla, y un desertor de Alemania, a quien sacudía una risa deforme, a él también lo encarcelaron pero fue más tarde. Y ahora está aquí de nuevo, vuelto a la patria, bebiendo
Eran los buenos tiempos! Yo creía en cada palabra y escribía “El hundimiento del Titanic”. Era un buen poema. Recuerdo exactamente cómo empezaba, con un sonido, “sonido de desgarramiento”, escribí, “deteniéndose en seco”. Silencio. No, no fue así. “Un largo repiqueteo, un temblor de plata”. Sí, de esta manera comenzaba, creo. Más o menos. Y de ahora en adelante cito de memoria. Olvidé el resto. ¡Qué placentero sentimiento resultaba ser un ingenuo! No quería admitir ante mí mismo que la fiesta tropical había terminado. (¿Qué quieres decir con “fiesta”? Era necesidad. Imbécil, necesidad necesaria.) Han pasado unos cuantos años miserables y ahora todo funciona, hay abundancia de zapatos, abundancia de focos y desempleados, novísimas máquinas y reglamentos. Siento el frío en los huesos, un anacronismo dentro de un anacronismo.
Puedo oler el carbón quemándose. Aquí es donde resido, en la ciudad más horrible de Europa, entre estatuas de príncipes prusianos que lentamente se pudren y miembros del comité central en amarga, angustiosa andrajosidad nacional. Y recuerdo y me acuerdo de mis recuerdos. No se preocupen, me decía a mí mismo, es sólo una fata morgana, de hecho la isla de Cuba no oscila bajo nuestros pies. Y tenía razón entonces porque en esa época nada zozobraba excepto mi poema sobre “El hundimiento del Titanic”. Era un poema a lápiz en un cuaderno de hule negro, no tenía copia porque en toda la isla de Cuba era imposible hallar una hoja de papel carbón. ¿Te gusta?, le pregunté a María Alexsandrovna y luego lo guardé en un sobre manila. Salió del puerto de La Habana en una saca postal hacia París y no volvió a aparecer. Todos sabemos el resto de la historia. Afuera nieva. Trato de tomar el hilo y a veces, ahora por ejemplo, creo haberlo encontrado. Lo jalo. El velo se parte en dos con un sonido silbante y a la luz del día los reconozco a todos: las mulatas, el capitán con su barba blanca, Dante (1265-1321), Jerome el fogonero (nombre de pila desconocido: ¿l888-l912?),
el viejo Maestro de Umbría con sus uñas manchadas de pintura, nacido en equis año y muerto más tarde. María Alexsandrovna (l943-). Todos ellos, los que murieron congelados, los que se ahogaron, 1217 en total, se dice, o 1500 según otros. ¡Sigan peleando, gusanos! Discutan, escarabajos de la muerte, en torno de las cifras. Yo cuando menos los conozco a todos, incluso a los cinco chinos, aplanados como costales de harina contra la tablazón del bote salvavidas. Creo que los conozco, creo que aún están vivos, pero no lo juraría. Así, estoy sentado, envuelto en cobijas, mientras afuera cae la nieve. Estoy jugando con el fin, el fin del Titanic. No tengo nada mejor que hacer. Como un dios, tengo tiempo. Trato con el menú, los radiogramas, los ahogados; los reúno, los recojo de las oscuras aguas heladas del pasado. Despojos, frases rotas, vacías cajas de fruta, pesados sobres de manila, empapados, sucios por el salitre. Saco versos de las olas, de las oscuras olas cálidas del Caribe, hirvientes de tiburones, versos rotos, salvavidas y souvenirs en remolino.
Canto V
T
omen lo que le fue arrebatado, recuperen por la fuerza lo que ha sido suyo, gritó, congelándose en su ajustada chaqueta, su pelo arrojaba vapores tras los brazos de las grúas que sirven para bajar los botes salvavidas. Uno más de ustedes, gritó. ¿Qué esperan? Ahora es el momento, derriben las barandas, arrojen por la borda a los hijos de puta con sus baúles, sus perros, sus lacayos, y también sus mujeres e inclusive sus hijos. Empleen la fuerza bruta, usen cuchillos, utilicen sus manos. Y les mostró el cuchillo y les mostró las manos. Los pasajeros de tercera clase, emigrantes todos, permanecieron inmóviles en la oscuridad, se quitaron las gorras y en silencio escucharon lo que dijo: ¿Cuándo van a vengarse si no ahora? ¿O me van a decir que no resisten ver la sangre? ¿Qué me dicen de la sangre de sus hijos y de su propia sangre? Y él se arañó la cara y se cortó las manos y les mostró su sangre. Los pasajeros de tercera clase lo escucharon sin moverse. No porque él no hablara lituano (no lo hablaba), no porque ellos estuvieran borrachos (habían vaciado sus viejos frascos envueltos en paliacates), no porque no estuvieran hambrientos estaban hambrientos. Era otra cosa. Es difícil de explicar. Ellos entendieron muy bien lo que él dijo, pero a él no lo entendieron. Las palabras de aquel hombre no eran palabras de los pasajeros de tercera clase. Gastados por otros miedos y otras esperanzas, nada más se quedaron inmóviles, pacientes, con sus maletas de tela, sus rosarios, sus raquíticos hijos, recostados en las barandas, dejando espacio para otros, escuchándolo respetuosamente y esperando hasta que todos se ahogaron.
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MILENIO
de portada Canto XII
Pecado de arrogancia
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e ahora en adelante todo procederá de acuerdo con el plan. El casco de acero ya no palpita, las máquinas quedaron en silencio, hace mucho extinguieron los incendios. ¿Qué pasa? ¿Por qué no seguimos adelante? ¡Escuchen! Alguien murmura en la cubierta, reza el rosario. El mar está vidrioso, oscuro, calmo. No hay Luna. No se preocupen por favor, nada se ha destrozado todavía; ni un jarrón ni una copa de champán. La gente espera en grupitos, sin decir palabra, inquieta, dócil, vestida con sus batas, sus abrigos de pieles y sobretodos. Hacen girar los cables, quitan los toldos a los botes, las grúas se balancean. Los pasajeros se ven ligeramente narcotizados. Por ejemplo, este tipo arrastra un cello por la infinita cubierta, se puede oír la punta que raspa y raspa los tablones y uno piensa: Deben ser alucinaciones. —¡Mira: una bengala! ¡Han lanzado una bengala! Pero luego sólo hay un débil zumbido, un resplandor azulado que débilmente chisporrotea en el cielo e ilumina rostros huecos. En la cubierta se alinean cargadores, masajistas y panaderos. A bordo del California, un cascarón decrépito, a doce millas de aquí, el telegrafista ante su tablero se da vuelta y se duerme. ¡Atención! ¡Las mujeres y los niños primero! Pregunto por qué. Responden: Estamos dispuestos a ahogarnos como caballeros. Ya veo. Mil seiscientos son dejados atrás. Una calma increíble reina a bordo. Atención, el capitán les habla. Son las dos en punto de la mañana y ordeno: ¡Sálvese quien pueda! ¡Música, maestro! Ahora el director de orquesta alza la batuta para tocar la última pieza.
Canto XIII
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reseÑa eduardo salgado
La ruta del Titanic
Roberto Pliego robertopliego61@gmail.com
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(Escrito a partir de himnos religiosos y canciones populares)
l barco se estremece bajo el ventarrón, grado once en la escala de Beaufort... Nada puede apoyar mis pasos, no tengo fuerzas para conquistar... El mar está furioso y voraz, no se ven Luna ni estrellas... Sálvame de las aguas poderosas, permite que resista mi alma fatigada... Pienso a menudo: Todo se acabó, estoy tan solo... El día declina en noche. Dices: también yo debo declinar. Pero en seguida reflexiono y me doy cuenta: de nada sirve quejarse. Aunque en una cruz me levanten mi canción será siempre: Un viejo marinero con sus brazos en jarras está preparado y nunca tiene miedo. ¡Rosemarie! Aunque como el vagabundo el Sol se pone, las tinieblas me cubren, la piedra es mi reposo. El día del Juicio no va a estar a la vuelta de la esquina nada más porque me siento triste. ¿Por qué esperar, me digo, y amedrentarme entre escenas de muerte y de pecado? No quiero estar de luto, quiero a mi amante y mi botella... Me alzará hasta la gloria, y de nuevo hallaré la verdadera vida... Ay, todo está podrido y crees que el final se acerca... Pero aun ahora, cuando el infierno anda suelto y tu corazón se llena de miedo... Sin embargo, en mis sueños estaré más cerca de ti, Dios mío... Porque un viejo marinero no navega hacia el limbo, nunca tiene miedo y siempre se salva, ¡Rosemarie! Y sobre mí los ángeles felices me indican dulcemente el camino del cielo... El fin del mundo no está a la vuelta de la esquina porque de algo sirve el mundo todavía de algo sirve de algo sirve de algo sirve ¡de algo sirve el mundo todavía!
L
onocemos de sobra los pormenores. La madrugada del 15 de abril de 1912 el Titanic, un buque de pasajeros de 45 mil toneladas, impactó por la popa con un iceberg mientras iba camino a Nueva York a una velocidad cercana a catorce nudos por hora. Se hundió después de dos horas y media de conmoción y espanto. Murieron mil 517 pasajeros y tripulantes, la mayoría por falta de espacio en los botes salvavidas. Lo que muy pocos sabemos, quizá por omisión o desmemoria, es que esa catástrofe condujo a una serie de investigaciones aparentemente encaminadas a establecer culpas y responsabilidades. La Joseph Conrad Cámara de Comercio del Reino Unido exculpó a El Titanic la compañía naval, a los ingenieros, armadores Gadir Madrid, 2011 y consultores. Del otro lado del Atlántico, el 95 pp. senador por el estado de Michigan William Alden Smith encabezó una comisión apenas facultada para entender la diferencia entre los Y uno no puede menos que considerar términos “timón al medio” y “viraje”. que un buque de menos dimensiones habría Indignado ante la torpeza y la arrogancia tenido que prescindir de un café francés, un con las que corrieron las investigaciones, gimnasio, un salón de baile y una alberca. Joseph Conrad publicó, en mayo de 1912, En efecto: Conrad no puede pasar por alto “Algunas reflexiones sobre la pérdida del la fatuidad de los millonarios: tienen tanto Titanic” y, unos meses después, “Ciertos dinero que ya no saben qué hacer con él. aspectos de la admirable investigación sobre Entonces aspiran a ocupar un faraónico la pérdida del Titanic” en la English Review ; hotel flotante “para lograr la ovación de dos eran, bajo la apariencia de dos artículos continentes”. Y luego está la fatuidad de los periodísticos, un encendido alegato contra expertos, directores y vendedores de pasajes. “la excesiva confianza que la humanidad Conrad cita la declaración de uno de ellos, uno deposita en sí misma”. No hay duda de que de esos acólitos del desarrollo a quienes en estaba sobradamente facultado para escribir verdad aborrece: la catástrofe no dejó lección acerca de calderas, compartimentos estancos, alguna; si acaso, debía aceptarse que si alguna planchas de acero, grosor de los baos, grúas falla podía atribuirse a la manufactura del mecánicas y —claro— hundimientos. Sirvió, Titanic era que ¡transportaba demasiados hasta la edad de 37 años, en barcos de cabotaje botes salvavidas! y en la marina mercante. Sus conocimientos El estilo de Conrad es irónico y mordaz y técnicos, sin embargo, no empañan la hondura renuncia a tocar las fibras del corazón. Es moral de sus argumentos. Donde todos ven racional en su método de exposición y ético la voluntad divina, Conrad observa el rostro en el alcance de sus conclusiones, sobre todo marmóreo de la rapiña comercial. ¿No fue ese porque aspira a despojarse de la “vestimenta rostro, pregunta, el mismo que ofrecieron los romántica” con la cual la prensa cubrió publicistas y periodistas que, seducidos por el hundimiento del Titanic. “No soy un bobo el tamaño del Titanic, propagaron la certeza humanitarista a la moda”, dice Conrad. Y no de que se trataba de un buque insumergible? lo es, decimos cien años después, porque, Ocurre, sin embargo, que el tamaño fue en medio de una atmósfera de golpes de justamente la causa que impidió una maniobra pecho y sentimentalismo edificante, de limpia de evasión. “Me resultaría mucho más gritos falsos de alarma que salían “de debajo sencillo creer”, concluye, “que existe un buque de las pelucas ceremoniales”, reconoció al insumergible de 3 mil toneladas que uno de verdadero enemigo, el mismo que nos llena 40 mil toneladas”. Uno no puede menos que de horror en El corazón de las tinieblas: la imaginarse en el papel del oficial de guardia fe ciega en el progreso, esa bestia que, en intentando maniobrar a una monstruosidad vista de su escandaloso tonelaje, no puede de tal peso. “variar ligeramente de rumbo”. L
sábado 14 de abril de 2012 b 09
LABERINTO
en librerías
Vidas secretas
Bahía Blanca
Rogelio Guedea Ediciones B México, 2012 139 pp.
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os historias paralelas se cuentan en esta novela que transcurre en las lejanas tierras de Nueva Zelanda: el amour fou que el profesor mexicano Jonathan Saldaña, avecindado en ese país, siente por su alumna Natasha Colbert, quien se dedica al table dance , y las vicisitudes de la vida académica universitaria. Con una escritura directa y ajena a cualquier malabar sintáctico o conceptual, Guedea nos presenta una historia que atrapa desde su arranque. En lo referente al asunto de la vida académica, lo que nos permite ver lo narrado por el autor es que sus problemas son universales: la envidia, la prepotencia y la soberbia son cosas comunes que ocurren aquí y en Nueva Zelanda. En cuanto a la otra historia, lo que le va a suceder al protagonista puede ser interpretado desde un punto de vista moral: no se puede tener una doble vida sin merecer las consecuencias. La realidad siempre se impone.
Martín Kohan Anagrama Barcelona, 2012 276 pp.
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n la historia de las letras abundan los homenajes a París, Dublín, San Petersburgo, Nueva York, Buenos Aires, Viena, Lisboa…, ciudades tan bellas que mueven al estupor. Por qué elegir un enclave sin portentos, donde el viento helado cercena la garganta, donde el clericalismo, los fastos militares, la mala suerte y la fealdad arquitectónica pasean a sus anchas. Por qué elegir un enclave con el cual no podemos establecer relación alguna, tan sólo una sensación de irresponsable desapego. Justamente porque se antoja el escenario perfecto para contar la historia de un hombre decidido a voltear la página. Bahía Blanca tirita al sur de Argentina y gracias a la pausada escritura de Martín Kohan ocupa ya un sitio reconocible en el mapa de la literatura latinoamericana. Ella es la novela y también un no lugar que hace posible reinventarse a uno mismo, ese que hace llamarse Mario Novoa.
Tan cerca del espot, tan lejos de Sartori LOS PAISAJES INVISIBLES ESPECIAL
Iván Ríos Gascón
nos remite a las pezuñas de un Parque Jurásico que creíamos hace tiempo superado. Josefi na Vázquez Mota se dice “diferente” e apuesta por el olvido y pero no precisa a qué o a quién, los estímulos primarios mientras su equipo de campaña del televidente o el se renueva con personajes que radioescucha, por el impacto del insulto y la descalifi cación dejan cuentas pendientes en el pasado inmediato como la a priori y sin sentido crítico y guardería ABC. Andrés Manuel mucho menos autocrítico. Se López Obrador prosigue con tiran los dados con todo tipo de su eslogan a lo Fuenteovejuna, promesas y “declaraciones con aquello de que sólo el de principios” sin pasar por el polígrafo que tanto le urge a pueblo, señor, puede salvar la mitómana clase política en al pueblo, y lo endulza con amor. todos sus niveles. Se maquilla, Y el tal Quadri no tiene empacho se peina y viste a los candidatos en proponer “educación de como en un concurso de calidad para formar ciudadanos la fl or más bella del ejido, libres y productivos” sin los adjetivos y los verbos de mencionar el árbol al que sus alocuciones carecen de se arrima, ese tronco cuyas imaginación, campean en el nocivas raíces han paralizado espinoso vericueto del lugar por completo al aparato común: “diferente”, “cambio”, educativo nacional. “cumplo”, “compromiso”. Qué razón tenía Giovanni La sociedad teledirigida y el Sartori cuando observó que “el telespectador es más un homo videns mexicano se animal vidente que un animal regeneran, se recargan cada simbólico. Para él las cosas periodo electoral, desde que los partidos y su monopolio del representadas en imágenes poder se atribuyeron el derecho cuentan y pesan más que las al despilfarro millonario en un cosas dichas con palabras”, país de pobres, cuyo tianguis una verdad absoluta en los mediático y politiquero convierte tiempos del espot que son, a los candidatos en productos a su vez, los que confi rman milagro: las campañas se parecen la condición lacayuna de a los anuncios de shampoo que la sociedad sometida a la aseguran reducir la caspa pero incesante metralla de los soslayan el grado de deterioro del clips electoreros. Ante este cuero cabelludo o de sustancias panorama, comienza a enfl aquecedoras para gordos circular un video llamado sedentarios y tragones. “Niños incómodos” que pide la atención de los cuatro H. L. Mencken consideraba que la probabilidad de encontrar candidatos para cambiar la deplorable condición en que a un político honrado es tan vivimos, aunque lo único cierto, grande como la de que uno sea por aciago y tenebroso, se halla un ladrón honesto y, aunque millones de mexicanos ni siquiera en su claridad simbólica: el tiempo es implacable y sin una sepan quién fue ese periodista renovación total, defi nitiva, llamado el Sabio de Baltimore, nada impedirá que el niño la experiencia de los regímenes de hoy sea el secuestrador, priístas y del fracaso o el fraude el corrupto, el insensible, el de la “alternancia” los ha hecho ladrón o el asesino de mañana, padecer y repudiar al sistema y su “democracia” cimentada en el pero ¿realmente creemos en un candidato o en un partido? simulacro y la mentira. Enrique Hagamos caso omiso del espot Peña Nieto afi rma que todo lo y votemos por conciencia y no cumple y te lo fi rma, por el conformismo o por la así que debíamos preguntarnos inercia que cultivan la imagen y qué valor real tiene el porvenir las palabras huecas. L de un garabato cuya impronta thewhitesubway@yahoo.com
Emiliano Zapata
La infancia y la justicia en México
Octavio Paz Solórzano FCE México, 2012 231 pp.
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adre del poeta y Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz Solórzano combatió en las fi las zapatistas, antes de partir al exilio. A pesar de ello, este libro se inscribe en el género de la biografía y no en el de las memorias. Vio la luz en 1936, como parte de una Historia de la Revolución Mexicana , editada y coordinada por el periodista José T. Meléndez. Como la mayoría de los hombres de su tiempo, Paz Solórzano dibuja sin claroscuros el retrato de Zapata, a quien, por ejemplo, describe como un hombre respetuoso, que nunca mató a nadie, amable, cariñoso, “con un corazón tan tierno…”. Llama a interés la puntualidad con la que recrea los años rebeldes y el gusto por brindarle al lector un cuadro puntual de las batallas y campañas militares. Es difícil evitar la sensación de creerse testigo de primera mano. Emiliano Zapata abre con un prólogo de Octavio Paz Lozano, fechado en enero de 1986.
Mujeres bellas, exitosas y poderosas...
Varios autores Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia / INACIPE México, 2011, 162 pp.
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as normas del Derecho Penal mexicano fueron creadas por y para adultos, lo que ha provocado que los niños hayan sido sistemáticamente olvidados o desatendidos. Los investigadores Elisa Franco Martínez del Campo, Margarita Griesbach Guízar y Alejandro Rojas Pruneda revisan en La infancia y la justicia en Méxicolas medidas que se han establecido en relación al sistema penal acusatorio. El problema en nuestro país —se anota— es el desconocimiento de las diferencias que hay entre aplicar una ley a un niño o a un adulto. Cuando los procedimientos jurídicos son desarrollados de forma adecuada, “guardan estrecha correspondencia con los objetivos terapéuticos que se buscan al trabajar con víctimas”. Por ello, el libro presenta una serie de protocolos y procedimientos que favorecen a los niños, pero que dependerán de la preparación que reciba el personal especializado en las instituciones públicas.
Revista de la Universidad de México
Tere Bermea Norma México, 2012 184 pp.
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n su más reciente libro, la conductora mexicana Tere Bermea intenta explicar por qué las mujeres exitosas están solas o tienen relaciones de pareja marcadas por el infortunio. Lo hace a través de su historia de vida y de técnicas basadas en el psicoanálisis y en terapias alternativas. Todo parte —escribe— de cómo las personas se miran a sí mismas y de la forma en que transcurrió su infancia, de sus temores, irresoluciones y abismos de conducta. Sin rodeos, propone una lectura en nueve “puertas” —o capítulos— en las cuales las lectoras podrán identifi car algunas de las situaciones que las han llevado a tomar decisiones erróneas (la mayoría tienen relación directa con la imagen del padre). Cada “puerta” incluye una tarea específi ca que será “reconfortante y sanadora”. Se podría señalar que Mujeres bellas, exitosas y poderosas... es una especie de diván a domicilio, pero con porras incluidas.
Número 98 Abril, 2012 109 pp.
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n este número, la publicación universitaria rinde homenaje a la recientemente fallecida Clementina Díaz y de Ovando con un texto suyo —“Vicente Riva Palacio: el llamado a la patria”— y otro de Elisa García Barragán que la recuerda —“Clementina Díaz y de Ovando: su horizonte intelectual”—. Don Miguel León-Portilla, por su parte, advierte sobre el riesgo que corre un sitio importante de nuestra ciudad en “El Pedregal de San Ángel. Hábitat milenario en peligro”. Las aportaciones del cineasta egresado del CUEC, Alfredo Joskowicz, son expuestas por Gonzalo Celorio. Pablo Soler-Frost, en el cuento “Inmensos paisajes diminutos”, vuelve a acercarse al tema de las experiencias con las plantas de los dioses, pero no por ello puede considerarse un continuador de la Onda. El importante libro compilado por Tedi López Mills, Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, es analizado por Pura López Colomé.
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10 b sábado 14 de abril de 2012
MILENIO
música ESPECIAL
El blues del optimista De tan colorido, el nuevo disco de Leonard Cohen suscita, por igual, entusiasmo y alegre desenfado REsEña Hugo García Michel
lo hace de manera triste y decepcionada. Al contrario, estamos ante uno de los trabajos más optimistas y coloridos de este n estos tiempos en los que la juventud músico, con canciones llenas de momentos se idealiza, se sobrevalora y se lúdicos y de admirable entusiasmo en los sublima en detrimento de lo viejo que se permite burlarse de sí mismo con y su identificación con la decadencia, el alegre desenfado pero también expresar declive y la inutilidad, no deja de resultar frases de inusitada esperanza. refrescante que un hombre de 77 años Old ideas da inicio con “Going home”, —Leonard Cohen— ponga la nota creativa en la que una música sublime es el marco y demuestre, una vez más, que el talento y para que Cohen cante, con voz a la vez la sensibilidad poética no están peleados tierna y cavernosa, frases en las que con la edad. habla de sí mismo en tercera persona: Cohen, músico, poeta y novelista, acaba “Me encanta hablar con Leonard/ es de grabar un álbum extraordinario de título un deportista y un pastor/ Un perezoso tan irónico como intencionado: Old ideas bastardo que vive dentro de un traje…/ Él (Columbia, 2012). Diez composiciones quiere escribir una canción de amor/ Un espléndidas, en las que el autor de El himno al perdón/ Un manual para vivir libro del anhelo da rienda suelta a su en la derrota”. El hermoso coro femenino inagotable inventiva y recorre diversos no hace sino servir como contrapunto géneros musicales en medio de arreglos frente al autoescarnio. tan austeros como exactos, para presentar “Dime otra vez cuando vaya llegando un disco que raya en esa imperfecta al río/ y sea llevado al límite de mi perfección a la que sólo llegan los autores sed/ Dime otra vez cuando esté limpio que lo han trascendido casi todo. y sobrio/ Cuando haya visto a través Lúcido y a la vez oscuro, el artista del horror/ Cuando la suciedad del canadiense llega con su decimoctavo carnicero/ sea lavada por la sangre del opus en estudio y nos regala un tesoro cordero/ Dime que me amarás entonces/”, lleno de belleza y sarcasmo, de agudeza canta en el segundo corte, “Amén”, una analítica y de capacidad para conmover preciosa y dura plegaria en medio de un lo más profundo del alma. acompañamiento de jazz lento (escobillas Estas viejas ideas en realidad resultan percusivas incluidas). nuevas. Porque no estamos ante un De ese modo va transcurriendo este disco El músico y poeta canadiense remake de sus primeros discos, y aunque que mucho tiene también de religioso y permanece el inconfundible estilo que místico. Así lo demuestran temas como “Show “Crazy to love you”), el folk campirano una letra insidiosa: “Nos encontramos en conocimos en álbumes como Songs of me the place” o esa absoluta y exultante (en la falsamente ingenua “Banjo”) o lados diferentes/ de una línea que nadie Leonard Cohen (1968), Songs from a room maravilla que es “Come healing” (si esos el country western (en la evocadora trazó/ Ambos decimos que hay leyes (1969) y Songs of love & hate ( 1971), o coros no son interpretados por ángeles, “Lullaby”, una curiosa canción de cuna para obedecer/ Sí, pero francamente no de verdad no sé de dónde provienen). incluso en The future (1992), la voz resuena que parecería sacada del Nashville skyline me gusta tu tono/ Tú quieres cambiar la Hay lugar en el álbum para la música de Bob Dylan). más gutural que nunca y hay un alcance manera como hacemos el amor/ Pero yo y una profundidad hasta ahora inéditos. tradicional estadunidense, ya sea el blues Old ideas culmina con la que quizá sea quiero dejar eso por la paz”. Parece una Leonard Cohen le canta a la vida y a la (en la sabrosísima y cachonda “Darkness”), la pieza musicalmente más discreta del canción de enojo. Extraña elección para muerte, al amor y a la enfermedad. Pero no el folk (en la preciosa y desencantada álbum. “Different sides” tiene, sin embargo, terminar un disco. L hgmichel55@yahoo.com.mx
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El papEl dE las notas ESPECIAL
debe hacer saltar el fuego del espíritu”. Y prosiguió, ante el desconcierto de Goethe, que dificultosamente trataba de disimular las lágrimas: “La mayor parte de la gente se emociona por algo hermoso, pero es Eusebio Ruvalcaba porque no tienen naturaleza de artistas. Los artistas eusebius1951_2@yahoo.com.mx son de fuego, no lloran”. Y ya entrados en gastos, las cosas no mejoraron para Goethe. Al día siguiente, eethoven odiaba las reacciones sentimentalistas de las personas el compositor y el poeta decidieron improvisar un cuando escuchaban su música. Se cuentan muchas anécdotas paseo por los corredores del balneario. Allí estaban en este sentido. En Berlín tocó el piano para la crema y nata de aquellos pasillos que la realeza solía recorrer. Y en la aristocracia alemana —cuando se sentaba ante el instrumento, más efecto, aquella mañana la nobleza y los artistas que tocar improvisaba—. La música brotaba de sus manos como el agua coincidieron en el mismo camino; aunque en sentido del manantial, y no había alma que pudiera sustraerse al influjo de la contrario. Cuando Beethoven avistó al grupo —que belleza de su sonido. Aquella vez, cuando terminó, esperó la reacción caminaba tan cordialmente, el señor emperador, del público. Después de unos segundos, volvió la cabeza. Allí estaba toda la señora emperatriz, el archiduque, la princesa, esa gente, con pañuelos en la mano enjugándose las lágrimas. Azotó la el conde—, le dijo a Goethe: “¡No se me despegue! tapa del piano, y gritó a voz en cuello: “¡Yo tengo la culpa por componer Deben ellos hacernos lugar, nosotros no”. Pero música para cerdos!” Y más todavía. Estando en el balneario de Baden naturalmente que Goethe se despegó para dejar para someterse a una de las curaciones que le ordenaba su médico para pasar a la comitiva. Se hizo a un lado y se quitó el aliviar su sordera, se topó allí mismo con Goethe, el más grande poeta sombrero. Beethoven, con las manos a la espalda, alemán. Beethoven lo admiraba muchísimo —“es muy fácil ponerle arremetió contra el grupo, que terminó quitándose música a sus poemas porque en sí mismos contienen la música celestial para que él pasara. En cuanto lo hizo, le increpó a del alma”, le escribió cuando le hizo llegar siete poemas que había Goethe: “Usted no debe mostrarse así. Usted hace musicalizado y que Goethe, fiel a su costumbre, había desdeñado—, y mal. Sería mejor que les dijera francamente todo la sola vista de Goethe, en la administración del balneario, provocó en lo que piensa. De otra manera, ellos no aprenderán él una reacción espontánea. “Venga usted a mi habitación. Tocaré para nada. No hay una princesa que reconozca al Dante, usted”, le dijo, y Goethe acudió presuroso. Se dice que Beethoven se sentó a no ser que le apriete el zapato de la vanidad. ¡Yo los al piano, y que tocó con todo su poder. Cuando terminó, le preguntó trato de otro modo! Usted puede muy bien colgarle a a Goethe qué opinaba de su música, y el poeta, el sabio, el erudito, sealguien una orden honorífica: con eso el individuo limitó a responder: “Su música es… encantadora”. Beethoven estalló. no habrá mejorado ni el espesor de un cabello. Puede “¿Es todo lo que puede decir? Me paso más de 40 años soñando con tocar usted fabricar lo que sea, pero nunca podrá fabricar para Goethe ¿y es todo lo que puede salir de su boca? Señor, la música un Beethoven, un Goethe”. L
Beethoven y Goethe
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sábado 14 de abril de 2012 b 11
LABERINTO
cine ESPECIAL
escribía. Cuando se separaron, Colette se enamoró de una mujer y se le ocurrió desnudarse a manera de reivindicación. Ese acto de libertad me pareció muy interesante porque hoy parece que vivimos lo contrario: las mujeres que se desnudan lo hacen porque son presas de su propio cuerpo. ¿Cómo llega a las chicas del New Burlesque? A través de un artículo publicado en Libération. Era una reseña de su actuación en un cabaret parisino. Las imágenes de “Dirty Martini” y “Kitten on the Keys” me conectaron de inmediato con los textos de Colette y su tórrida sensualidad. Creo que son mujeres en las cuales coinciden la timidez, el valor y la fragilidad. No tienen el cuerpo que la sociedad cree que deben mostrar, ni la edad que se supone hay que tener para desnudarse; sin embargo, reivindican su libertad. ¿Cómo fue dirigir a esta compañía que, si bien da espectáculos de manera constante, no está conformada por actrices profesionales? No fue tan complicado porque esas mujeres están acostumbradas a desnudarse. Todos los shows fueron filmados en teatros. Ellas los ofrecían gratuitamente, con la idea de que parecieran reales. Una escena de Tournée, de próximo estreno
mathieu amalric
“Una película también sirve para plasmar los fantasmas del director” El realizador y actor francés da vida a una compañía de bailarinas que emprende un tour por una Francia con el rostro del teatro de cabaret entrevista Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com
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oachim Zanda es un veterano productor francés que decide viajar a Estados Unidos para iniciar una nueva vida. Su aventura sólo se salva por el proyecto de llevar de gira a las damas del New Burlesque por los grandes teatros galos. La compañía, conformada por mujeres mayores y voluptuosas a las que no les importa otra cosa que no sea el escenario, acepta la propuesta y emprende un tour que no hará más que evidenciar un mundo tan entrañable como sórdido. Bajo la premisa de “el show debe continuar”, el realizador y actor francés Mathieu Amalric —también interpreta a Zanda— insufla vida a Tournée, que en 2010 obtuvo en Cannes los premios a la Mejor Dirección y el Fipresci, y que está por estrenarse en México.
Es interesante el contrapunteo entre la personalidad de las mujeres y la de Joachim, el productor, quien finalmente es quien se ve más frágil. El texto de Colette es fascinante. Como hombre sentía que gracias a su escritura podía meterme en la cabeza de una mujer. Siempre tuve claro que debía acercarme a una de las chicas, pero no sabía a cuál. En realidad, el conjunto de sus soledades forma un grupo, y Joachim no puede entrar a él de inmediato. Eso lo hace más frágil. De hecho, al final, dentro de un hotel abandonado donde no hay más que el calor humano de las chicas, ellas terminan por aceptar y adoptar al productor. Percibo ecos de Fellini. ¿Es así? Sí, pero en sentidos diferentes. Por un lado están los cuerpos de las mujeres y por otro La dolce vita , que al principio parece una película llena de energía y vida nocturna, cuando en realidad es una historia desesperada que, entre otras cosas, se refiere a la imposibilidad de hablar con el padre. Es decir, de Fellini me interesaba la manera de tapar la soledad con espectáculo. Sin embargo, mis influencias más fuertes se encuentran en el cine estadunidense de los años setenta y John Cassavetes.
¿Qué detona Tournée? Un cúmulo de cosas. La invitación de Laetitia González y Yael Fogiel, los productores; la relectura de un texto de Colette llamado El otro lado del Music ¿Por eso el coqueteo con la road movie? Hall, una suerte de crónicas que escribió para un Más bien intentamos hacer una falsa road movie. Los hoteles son siempre periódico durante su tiempo como actriz. Otro los mismos: la compañía no llega a conocer nada de Francia. Cuando uno suceso determinante fue el suicidio del productor está de gira, no tiene tiempo para conocer el lugar, sólo visita estaciones independiente Humbert Balsan, que me hizo pensar y hoteles que al final terminan siendo muy parecidos. Joachim les vende en la fragilidad del ser humano. una idea de Francia que nunca verán; ni siquiera llegan a Paris.
La historia refleja de manera bastante fidedigna ¿Por qué autodirigirse? ¿Es una cuestión de proyección personal? los ambientes parisinos que describía Colette. El personaje tiene muchas cosas que yo no me permito, como hablar mal Colette tenía entre 33 y 39 años cuando fue actriz.de las mujeres, maltratar a los hijos, ser violento. Una película también Nos interesaba rescatar el espíritu de sus textos y nos sirve para plasmar las peores emociones y los fantasmas del director. concentramos en eso, asumiendo también que era Tampoco creo que sea una cuestión de ego porque se decidió que yo necesario encontrar sus equivalentes contemporáneos. actuara tan sólo tres semanas antes de iniciar el rodaje. Pensándolo bien, Así se nos ocurrió el striptease y la vida nocturna. creo que sí puede ser un autorretrato porque todos somos una dualidad: Recordemos también que estuvo casada con un tenemos nuestra personalidad cotidiana pero también tenemos una hombre llamado Willy, que firmaba los libros que ella especie de vaquero al que nunca dejamos expresarse. L
Hombre de celuloide ESPECIAL
el desierto y nos muestra la iniciación. El viaje de Ulises y el de Moisés son el mapa de estos dos niños que viven el trayecto de nuestras vidas. Allá adelante está la casa del padre. Dos niños suben a un tren que va hacia Alemania, tierra mítica en 1988, cuando se está cocinando la guerra en Kosovo. El viaje tiene peligros mundanos para quien así quiere verlo. Si uno abre los ojos, Fernando Zamora verá en Paisaje en la niebla que el trayecto está @fernandovzamora poblado también con héroes y dioses. Orestes, el asesino, los guía. “¿Qué significa frontera?”, pregunta n artista que aspira a la inmortalidad Alexandros. La frontera, pareciera responder dialoga con Homero; apuesta por una Angelopoulos, es lo que violenta este viaje. obra a la altura de Sófocles, Apeles o En Paisaje en la niebla los niños se encuentran Zeuxis. Así ha dicho Harold Bloom. Creo trece años después con los actores que en 1975 que Theo Angelopoulos estaría de acuerdo. En cruzaban Grecia en O thiasos (La compañía ). La su obra, Angelopoulos aspira a la belleza como pugna entre nazis, fascistas y comunistas sigue aquí trascendente metafísico, atributo indiscernible y los niños que se pierden en la oscuridad para ir a de la creación. Uno mira Paisaje en la niebla y no Alemania son metáfora de los países balcánicos. Topio stin omihli (Paisaje en la niebla). Dirección Theo Angelopoulos . puede seguir siendo el mismo. Se ha contagiado En 1988 están por entrar en una secuela más de Guión Theo Angelopoulos, Tonino Guerra y Thanassis Valtinos. Música la II Guerra Mundial. de la belleza, como quien se contagia de peste. Eleni Karaindrou. Fotografía Giorgios Arvanitis. Con Michalis Zeke, Tania Las imágenes violentan el ojo. Una niña se mira El universo de Paisaje en la niebla es también el Palaiologou y Stratos Tzortzoglou. Grecia-Italia-Francia, 1988. curiosa las manos ensangrentadas. Lo que hemos de dos caballeros andantes. Voula (cuyo nombre visto ¿es acaso un horror? Lo es. También el llanto significa gaviota) es un pequeño Quijote y Alexandros de Príamo y Aquiles. Quien se deja contagiar es Sancho. Sabio en su tozudez. Los dos están Angelopoulos sostiene que también América Latina es Europa. Lo por estas imágenes no puede seguir siendo el un poco locos, pero enseñan a ver el mundo: es porque, queramos o no, el Mediterráneo es nuestra madre. El día mismo. No puede seguir mirando al mundo de un viaje, dos caballeros y la locura. Claramente que México entienda el lugar en el que habita su madre, entenderá igual manera. Angelopoulos dialoga con la más profunda tradición también el sentido de estas palabras en Paisaje en la niebla: viaje, “Mi hogar es el viaje”, dice Angelopoulos en una de Occidente, esta tierra que amanece en el patria, frontera, padre. entrevista. Toda historia es un viaje. Iniciación. viaje de Moisés y atardece en el viaje de esos locos El pasado 24 de enero murió Theo Angelopoulos cuando filmaba Ulises se interna en el camino de Ítaca y nos inicia conquistadores que también fueron caballeros la tercera parte de una trilogía que quedó inacabada. El antiguo en la historia de la nostalgia. Israel se interna en andantes. En la entrevista “Mi hogar es el viaje”, cine Bella Época le rinde homenaje y yo, a mi modo, también. L
Mi patria es el viaje
U
12 b sábado 14 de abril de 2012
varia jean-honoré fragonard
especial
Sueño de amor
¿Enseñar arte es un fraude?
Voyerismo
archivo hache
casta diva
Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com
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uis Camnitzer —artista conceptual y profesor jubilado— ha ocasionado fuertes discusiones a raíz de una conferencia leída (de nuevo) en Madrid y Bogotá este 2012. Su afirmación central es que “el proceso de educación de los artistas... hoy es un fraude”. Dice: “En los 35 años que estuve enseñando a nivel universitario en Estados Unidos, probablemente tuve contacto con alrededor de 5 mil estudiantes. Unos 500 tenían la esperanza de lograr el éxito a través de muestras en el circuito de galerías. Quizás una veintena de ellos lo haya logrado. Esto significa que 480 terminaron con la esperanza de vivir de la enseñanza. No sé cuántos lograron conseguir un puesto de profesor. Pero sí puedo sacar la cuenta de que si 5 mil estudiantes fueron necesarios para asegurar mi salario y luego mi bienvenida jubilación, esos 480 estudiantes necesitan una base estudiantil de 240 mil para sobrevivir”. Cuando yo era niño, un mediodía un librero ambulante de mi colonia me explicó la historia de México a través de una naranja que tenía en su mano. Nunca he olvidado esa lección. Por eso cuando los artistas exhiben un cachivache y lo llaman arte, no me escandalizo. Creo que a través de piezas conceptuales, ready-mades o incluso “ocurrencias” se puede mostrar un aspecto profundo del mundo. Así lo hacía el Zen. Les critico, en cambio, que no se paren todas esas horas en la galería o feria de arte para explicar a la gente por qué es tan importante y significativo
ese gesto, objeto, idea, ese estar parado junto al arte en este momento del mundo. Lo que dijo Camnitzer lo sabemos muchos profesores de arte. Pero muchas veces no lo saben los jóvenes. Y no quieren escucharlo. No quiere escucharlo nadie... ya que implicaría replantear el modelo de enseñanza. Replantear el arte. Los artistas no deben lamentarse de no poder vivir de vender sus obras y, en su lugar, dedicarse a la enseñanza por-para el arte. La vanguardia que viene involucrará una revolución de la enseñanza artística. Este giro no será una nueva manera de hacer objetos sino sujetos. Es momento de sustituir lo estético por lo ético. La sociedad tiene miedo del cambio. Cuando cambie el arte de esta época, esta época, a su vez, será puesta de cabeza. Por más que el arte contemporáneo esté equivocado, nunca lo está tanto como la sociedad que lo compra como adorno elitista o lo desprecia con los mismos argumentos con que Hitler despreciaba la vanguardia. El principal obstáculo para un cambio no son funcionarios, estudiantes o ciudadanos. Quienes detienen el nuevo giro del arte son los anhelos de artistas de vivir de vender imágenes y objetos estéticos. El problema actual del arte es que sueña con que una galería salvará su vida. Y mientras el 99% de los artistas sueña ser parte del 1%, su misión radical se esfuma: educar. L
Avelina Lésper www.avelinalesper.com
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a transgresión de la intimidad fue un invento de los pintores del siglo XVIII. Las escenas galantes del rococó francés de Fragonard, Boucher y Watteau entraron en la intimidad que únicamente podemos vivir si pertenecemos a ese entorno. Las escenas de Veermer o de los interiores de Rembrandt se limitaban a lo que se podía presenciar como testigo; no iban más allá. Esta violación y exhibición de lo más privado de la existencia es lo que permitió la realización de la fantasía del mirón, del voyeur, y es una negación del concepto del pudor. Para Fragonard el desnudo no es una pose que se justifica en una mitología: su pintura es la intromisión en un acto íntimo que se consagra en su exhibición pública. A partir de esta revolución, de la apreciación de la curiosidad como un vicio social compartido, y como un detonador del exhibicionismo, los diarios personales, las cartas amorosas, los testimonios, se escribieron para la posteridad, no para resguardarse en las manos de un destinatario. La vida privada se convirtió en una vía de conocimiento y excitación. Las sutilezas de la naturaleza humana se daban a conocer con falsa sinceridad porque se colocaban, desde su concepción, en un escenario. A pesar de la abrumadora naturalidad de las escenas de Fragonard, con mujeres que duermen con las sábanas arrugadas, enredadas entre las piernas, como sustitutos de otro cuerpo, mostrando el culo, con la piel brillante de sudor, sin mirar al espectador, la situación está planeada, creada, es artificio. El arte abrió la puerta y se metió en nuestra cama, en la suciedad de la casa, y no salió de ahí. De los impresionistas a Lucian Freud la privacidad dejó de existir. El artista se asumió un manipulador y provocador de nuestro voyerismo, explotando las posibilidades estéticas del interior, de la luz, la composición y la construcción narrativa. El arte captura la excepcionalidad, lo imaginario crece con la materialización. Esta intromisión crea una comunicación con el espectador en un rango emocional. La representación
liberadora de lo que tendríamos que ocultar y proteger, cerrar los círculos de la existencia hasta el límite de nuestra esencia más impura hermana a la contemplación estética con la satisfacción sensorial: gozamos, espiar es un placer. La destrucción de la vida como propiedad privada no es consecuencia de internet ni de los reality shows , es una aportación de estos pintores que, además, fueron juzgados de frívolos. Tres siglos después el arte contemporáneo, que llega tarde con la mayoría de sus propuestas, cree que inventa algo con sus videos de la vida del artista minuto a minuto, con performances en los cuales los artistas se llevan media casa al museo y viven ahí. Imitan los reality shows, que son su inspiración filosófica y estética, para romper barreras que ya fueron derribadas hace siglos, con la diferencia de que estos videos carecen de una propuesta estética. El artista, asumido él mismo como obra de arte, nos da su vida aburrida como pieza artística, sin otra aportación que su propia e insulsa cotidianeidad. Destroza el sentido de la emancipación del espectador que entra de su mano a un sitio que tiene vedado. La intervención vérité de la vida cotidiana se convierte en una pesada carga para presenciar; el seguimiento de estas vidas es deprimente. Es imposible ver dos veces la película interminable de Andy Warhol acerca de su amante durmiendo. La desacralización de la intimidad no se logra con la exhibición total, vigilante y homologada de una vida; se alcanza con la captura de un instante fugaz privilegiado. La presencia documental de la vida diaria pone una barrera moral al evitar el tratamiento estético; su acercamiento es puritano. La idealización se consigue con la recreación. La manipulación de los elementos visuales mitifica los detalles íntimos, los hace imborrables. El voyerista no quiere presenciar verdad o realidad. Quiere ser testigo de algo que sobrepase su propia cotidianeidad y que lo haga sentir que rompió una barrera, que violó un espacio, una vida. El arte levanta la maldición y el castigo por una actividad perversa. Nos permite la realización de una fantasía, deja aflorar nuestro pequeño libertino. L