Laberinto
David Toscana El hereje página 2 Armando González Torres Justicia poética página 3 Iván Ríos Gascón La mezquindad y las exequias página 9 Heriberto Yépez Octavio Paz, el PRI y Televisa página 12
N.o 467
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La apuesta multimedia
Héctor Perea Página 4 Claudia Guadarrama
MILENIO
La biblioteca mítica de México Juan Manuel Gómez Anitzel Díaz Página 6
02 b sábado 26 de mayo de 2012
MILENIO
antesala De culto
Penélope Córdova b fegari13@gmail.com ESPECIAL
El hereje
Iván Klíma
Un espectador comprometido
TOSCANADAS especial
David Toscana dtoscana@gmail.com
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uizá sea correcto que un profesor de literatura hable bien de autores disímbolos y aprecie a todos los clásicos. A fin de cuentas, ha de abarcar amplios mundos y tal vez no sea su papel influir en el gusto de los alumnos, sino abrirles puertas al variado mundo de las letras. Cuando un escritor hace lo mismo, cuando se expresa con igual entusiasmo de Borges o Rulfo, de Tolstoi o Dostoievski, de García Márquez o Vargas Llosa, entonces percibo algo falso en él, o peor aún, algo tibio. Hace unos días me escribió un escritor alemán. “Estuve leyendo a Borges”, me dijo. “¿Qué le ven los latinoamericanos a este escritor sin alma?”. Mi respuesta fue poco ilustradora: “No lo sé”, le dije, “jamás me he conmovido un ápice cuando lo leo”. Un amigo que conoce mi distancia con Borges me regaló un libro: El antiborges. Me quedé en la página siete. ¿Por qué un ateo necesitaría un libro que argumenta a favor del ateísmo? Los dioses están para las masas. Los escritores podemos amar a los profetas, a los pecadores, a los parias. Hemos de ser radicales, extremistas. Irreverentes. El crítico debe ser amplio de miras. El escritor ha de ser estrecho. El crítico sabe que todo cabe en una novela; el escritor se anda con mandamientos, con un credo. Un credo personal, claro está, no venido de las alturas. ¿Que si soy un admirador de Rulfo? Sí, lo soy. Y sin embargo hay cuentos de Jesús Gardea o de Eduardo Antonio Parra que me gustan más que cualquiera de El llano en llamas. Decir esto es una herejía, ¿pero qué le vamos a hacer?
Wagner es un gran músico; eso es indiscutible. A mí me aburre. Apenas voy en sus oberturas cuando digo “ya basta”. El sonsonete de las valquirias viene una y otra vez, como si no lo hubiésemos entendido en la primera oportunidad, como si el mero aumento de volumen le diera otro significado. Mil veces prefiero alzar mi copa mientras canto Libiamo, libiamo ne’ lieti calici che la bellezza infiora. Con Verdi puedo celebrar que estoy vivo. Más aún con Rossini. Con Wagner me siento en una interminable misa sin fe. Tolstoi escribió una especie de Antiwagner. Ese sí lo leí entero y lo gocé. Pero aunque disfruto leyendo a Tolstoi, me parece un autor bastante inferior a Dostoievski. El propio Isaac Bashevis Singer le lanza un reclamo. “A mí qué me importan los detalles del vestido de Anna Karenina. ¿Por qué no me hablas de su vida sexual?”. Es larga la lista de dioses a los que no les rezo; también la de olvidados pecadores que amo. Y es que ¿de qué va a escribir un escritor que no sea un hereje? La literatura está llena de ejemplos. Libros tibios. Correctos. Inofensivos. Policiacos. Pero no nos equivoquemos. No estoy tratando de demeritar a algunos escritores o músicos. Estoy hablando de que cuando se pasea por el Olimpo, y sólo por el Olimpo, se tiene el derecho de poner cerebro y corazón donde se sientan emocionados, conmovidos, seducidos, irritados, exaltados, iracundos. Esto no es una burda cuestión de gustos mal labrados. Quien diga que prefiere a Paulo Coelho por sobre García Márquez es un redomado imbécil sin importar el cristal con que se mire. L
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maginemos, escribe Timothy Garton Ash, a un crítico teatral al que de repente se le saca de su asiento para que actúe en la obra que va a presenciar. En Checoslovaquia, Václav Hável representaba al intelectual que se levantó de la butaca para subirse al proscenio. ¿Hasta dónde llega la responsabilidad del público que asiste a la reconstrucción de su país? Iván Klíma es un buen ejemplo del papel que podría asumir un espectador comprometido. Klíma (1931) es otro de los hijos de Praga, ferviente lector de Kafka, amigo de Hável y de Philip Roth, quien lo dio a conocer en Estados Unidos. En 1941, él y su familia fueron trasladados al guetto de Theresienstadt, ciudad utilizada por el Tercer Reich para desmentir el asesinato de judíos mediante el video El Führer regala una ciudad a los judíos, y que Sebald retoma en la novela Austerlitz. Klíma y su familia sobrevivieron al ser liberados por el Ejército Rojo. Pronto se vio que la “liberación” soviética no fue tal, que no hay soberanía para un pueblo que espera ser liberado, pues quien libera ejerce un nuevo sometimiento. La censura era moneda corriente y a los artistas se les invitaba a alinearse. Ya se sabe que los ardides para hacer válidas ciertas normas morales varían según los jugadores y los tiempos. La cimentación de nuevos parámetros es la labor más ardua e importante en la transición de un régimen a otro. Klíma escribió una novela política titulada Juez en juicio, donde el protagonista, Adam Kindl, es un hombre tibio, sin grandes gestos heroicos, lleno de dudas e incapaz de resolver sus
Ex libris
Bitácora Psicotrópica
conflictos personales. Pero Kindl es un juez que sirve al régimen y se le pide que aplique la pena de muerte a un hombre acusado de asesinato; un crimen del que no hay pruebas suficientes. Mediante la narración de su pasado, intercalada con reflexiones en presente, el libro suscita preguntas como dónde residen las facultades morales de un individuo, bajo qué criterios un hombre es capaz de juzgar a otro cuando la ley está sustentada por un sistema que señala, según su conveniencia, qué es y no es justo. Peor que alguien actúe fuera de la ley es una ley que justifique la injusticia. Al romperse el pacto de Varsovia en 1989, señala Klíma en una entrevista, el país esperaba que los escritores realizaran actos políticos y resolvieran problemas pendientes. Pero ése, señala el autor de Amor y basura, no es el papel del escritor; el papel del escritor es escribir. El intelectual cuestiona y critica, interviene en las discusiones políticas, pero no es legislador moral, sacerdote de la verdad ni conciencia de la nación. Pobre del país que necesita héroes, decía Brecht, y más cuando a los intelectuales se les pide que asuman dicho papel porque los políticos han caído en descrédito. A pesar del cuestionamiento y la inconformidad, al final debe haber esperanza. No podría escribir un libro, dice Klíma, si no tuviera esperanza. Hoy en día, en palabras de Garton Ash, Praga, la bella durmiente de Centroeuropa, no sólo se ha despertado gracias al beso de terciopelo de un príncipe. Se ha puesto los leotardos negros y se ha ido a la discoteca. L Neso bEKO
Xavier Velasco
El rencor es la lepra del espíritu.
MILENIO b LABERINTO b Dirección: José Luis Martínez S. Edición: Alicia Quiñones Coedición: Roberto Pliego Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía
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antesala
Poemas del viejo Una profunda y dramática reflexión sobre la vejez, sobre la experiencia de un ser que se sobrevive a sí mismo es lo que se procura —y logra— en estos versos poesía
Justicia poética Escolios especial
Eugen Dorcescu
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l viejo ha simplificado, ha hecho un gráfico de sus afectos. Dice que la jerarquía de sus amores comienza con Iah Eloim, continúa con su esposa, con los nietos, las hijas, con los parientes y los hermanos —los de la carne, los de la fe—, se detiene en los semejantes, diluyéndose enormemente, para repartirse por igual en cada uno, luego vuelve, regresa a sí misma, confiada, pero el viejo no quiere recibirla, sabe que amar a alguien de entre los hombres significa desear vivir en el lugar del otro para protegerle contra los horrores de la vida, sabe que odiar a alguien significa desear hacerle vivir en lugar de uno, y el viejo ni se ama a sí mismo ni se odia, hace mucho que ya no vive en su espacio, no vive en lugar alguno y no ha muerto todavía. Traducción del rumano de Rosa Lentini y Eugen Dorcescu
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on autorización de la editorial española Igitur, en esta página publicamos el primero de los treinta Poemas del viejo, de Eugen Dorcescu (Timisoara, 1942), “una de las voces más representativas de la actual poesía rumana”. Poeta, ensayista, traductor del francés y el español, Dorcescu es autor de La muerte del padre, En la Plaza Central y Elegías de Bad Hofgastein, entre otros libros. En el prefacio, Andrés Sánchez Robayna afirma que en Poemas del viejo su autor “nos sitúa ante ese drama [de la finitud] con palabras al mismo tiempo desnudas e inquietantes, unas palabras que no renuncian […] al sentimiento de misterio, como si éste fuera el sentimiento más constitutivamente humano, nuestra más viva posesión sensible”.
Martha Nussbaum
Armando González Torres agonzale79@yahoo.com.mx
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artha Nussbaum, Premio Príncipe de Asturias de Humanidades, es una mujer de bello rostro y formas elegantes, pero, sobre todo, es una mente filosófica desbordante que incide en temas que van desde la filosofía clásica hasta las políticas públicas contemporáneas. Justicia poética (Andrés Bello, 1995) es un libro en el que la pensadora llama a restituir el enlace entre deliberación racional e imaginación literaria. Para la autora, la literatura resulta escasamente considerada en la deliberación filosófica, política, económica y jurídica pues, por un lado, se le asigna una función meramente recreativa y, por el otro, la segmentación académica limita su integración. Con todo, la imaginación literaria, como una forma de enfatizar la irreductibilidad del individuo y suscitar empatía, puede contribuir a elucidar temas que van desde la lógica jurídica hasta la justicia distributiva. Para Nussbaum la literatura (básicamente la tradición angloamericana de novela realista) reivindica la complejidad de la persona, pues tiende a revelar aspectos de la realidad desconocidos para muchos y a plantear las tensiones entre individuo y sociedad, entre biografía personal e historia, entre deseos íntimos y normas colectivas. De ahí la posibilidad de identificación emocional y moral y la posibilidad de inferir, en lo literario, muy distintas potencialidades de desdicha o realización humana y muy distintas
pautas de evolución ética. La literatura también enriquece las nociones de individualidad y motivación e ilumina la vida interior de seres radicalmente distintos y, con ello, contribuye a desmantelar el prejuicio uniformador. Por supuesto, Nussbaum no aconseja que la literatura sustituya la parte técnica y normativa de una deliberación, pero sí llama a cotejar la deliberación racional y la teoría filosófica, jurídica o económica con la emoción y la intuición moral que emana de la literatura. Porque, para Nussbaum, la imaginación literaria es un contrapeso a los utilitarismos extremos y a su propensión a medir y uniformar sin poner atención en las personas concretas. Dichos utilitarismos predominan tanto en las ciencias sociales como en la definición de las políticas públicas contemporáneas. El problema es que, al deshumanizar mediante la abstracción y la simplificación de las aspiraciones individuales, se niega el reconocimiento, respeto y justicia que todo individuo merece. Por eso, contra la convención que llama a desterrar las emociones de las deliberaciones filosóficas, económicas o jurídicas, Nussbaum insiste en integrarlas creativamente, pues éstas proporcionan información indispensable para entender el concepto mismo de moral y, por ejemplo, es muy difícil emprender un análisis jurídico sin apelar a los sentimientos de indignación o piedad que suscita un acto. Así pues: “Dotada de imaginación la razón se vuelve benéfica, guiada por una visión generosa de sus objetos; sin su caridad, la razón es fría y cruel”. L
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arte digital especial
la participación de los escritores en las vertientes alternativas propuestas originalmente por Carrión, y luego ampliadas con el surgimiento de las plataformas digitales, es mucho más decidida. Abierto como pocos a la comunicación en todos los niveles, a la charla de dos vías concretada a través de medios diversos aunque complementarios, Carrión había pasado de imprimir sus libros en mimeógrafo a establecer la referida comunicación por intermedio del arte-correo y la experimentación dentro del video-ficción, la transmisión televisiva, por radio y telefónica. Nacido en Tuxpan y asentado desde los años sesenta en Amsterdam, donde murió en 1989, con estudios en México y en las universidades de París y Leeds, en cierto sentido Carrión recuerda el caso del poeta José Juan Tablada, quien sin temores ni prejuicios había brincado de la poesía modernista a la vanguardista con marcada impronta visual. Seguidores de algunas de las propuestas del veracruzano fueron poco más adelante el artista alternativo y escritor Felipe Ehrenberg y la videoasta Pola Weiss, sus contemporáneos, así como otros futuros intérpretes del arte mestizo, multicultural y multimedia, como el chilango-chicano Guillermo Gómez-Peña y su troupe La Pocha Nostra.
La apuesta multimedia La creación literaria parece cada vez más inclinada a utilizar los soportes digitales. En México, son muchos los que han escuchado el canto de las nuevas tecnologías. Pero ¿quiénes son?, ¿qué caminos recorren sus obras?, ¿a qué tipo de lector-espectador se dirigen? ensayo Héctor Perea
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lises Carrión fue un auténtico raro dentro de la generación mexicana de medio siglo. Contemporáneo de Octavio Paz, Carlos Fuentes y Juan García Ponce, el autor del ensayo ¿Qué es un libro?,1 verdaderamente volátil, y de una videoacción en que se destruye y rearma un volumen de papel, podría identificarse sin embargo, más que con los anteriores, con autores de la talla y excentricidad de Salvador Elizondo, Francisco Tario o Pedro. F. Miret. Pero más allá de los estilos y trayectorias de los anteriores, Carrión, escritor con un pie en la creación literaria y otro en el performance en general, desde los años sesenta se constituyó en la imagen más contundente del escritor-artista del futuro. El veracruzano, artista del ámbito analógico, era ya desde entonces el creador multidimensional que anunciaba lo inminente: las producciones artística y literaria digitales. En este ejercicio de habilidades técnicas e imaginación productiva, la creación multimedia mexicana actual, influida en sus orígenes por el trabajo de Carrión, se ha venido dando por lo general
dentro de las vías y los parámetros más variados y contrastantes. De la misma forma, el fenómeno se desarrolla por igual dentro del panorama del hiperespacio, a través de diversos programas informáticos en red o, de manera presencial, dentro de los entornos arquitectónicos más actuales y en la amplitud de las contundentes masas de la antigüedad virreinal mexicana. ◆◆◆ En nota al pie de una de las reimpresiones del mencionado ¿Qué es un libro?, texto aparecido originalmente en la primera época de la revista Plural, bajo la dirección de Octavio Paz, Ulises Carrión dejó asentado el siguiente juicio, que resultaría un anticipo certero de lo que en cierta forma ha venido sucediendo en cuanto a la relación que el arte y la literatura mexicanos guardan con la creación, dentro y a partir de la maduración y el crecimiento de las nuevas tecnologías. Decía Carrión por entonces: Este texto ha sido publicado en revistas de arte y citado dentro de contextos artísticos. Sin embargo, originalmente fue dirigido a un público literario. En la actualidad, mis intereses se han vuelto interdisciplinarios. Esto significa que agradezco la respuesta que ha tenido mi texto entre los artistas, pero también que lamento que las reacciones de los escritores hayan sido tan escasas.2
Si en aquellos años, frente a la respuesta de los artistas, la reacción de los autores literarios había resultado más bien tímida, hoy en día
◆◆◆ Desde la perspectiva de una escritura propiamente literaria, podemos considerar que, aunque el grueso de la creación narrativa, poética y ensayística se ha desenvuelto en México sin explotar en realidad, o llevar hasta sus límites, las posibilidades del medio digital, hoy en día encontramos ya claros ejemplos de la penetración que las tecnologías digitales han tenido en el campo de las letras. En este sentido, quizás el género que más se ha beneficiado de estas nuevas formas sea el ensayístico. Sin embargo, tanto en la poesía como en la narrativa encontraremos también muestras de un trabajo literario mixto, que ha sabido sumergirse en las turbulentas aguas de la creación multimedia. La mayor parte de los escritores y escritoras nacionales, quizá por seguir una tendencia literaria arraigada en el país en los siglos XIX y XX, se ha interesado por canales de comunicación como el blog o el twitter para proyectar sus ideas más inmediatas. Aquí, repito, es la prosa ensayística la que más se ha compenetrado con estos medios. Esto se entiende, pues no hay que olvidar un hecho palpable: que todos ellos son, en cierta medida, extensiones del cuaderno de bitácora, aunque con formas de proyección hacia el público muy distintas de las de la bitácora tradicional. Mientras los impresos en papel han sido siempre medios discretos, incluso secretos frente al universo posible de lectores, el blog y el twitter presumen sin la menor reserva su apertura completa al mundo. Escritores que desde el principio descubrieron esta posibilidad, y que en la actualidad cuentan con una amplia trayectoria como blogueros, son, por ejemplo, Alberto Ruy Sánchez,3 Bernardo Ruiz,4 Sandro Cohen,5 Aurelio Asiain6 y Guillermo Sheridan.7 Pero Tomás Segovia, autor siempre atento a las virtudes e incesantes transformaciones del ámbito digital, estuvo también interesado en estas nuevas plataformas. Todos los escritores mencionados, tan distintos entre sí, ya sea a través de un solo blog, o combinando blogs diversos y complementarios con twitters, se han decantado además por la política de acceso libre, abierto y gratuito a los materiales puestos en la red. De hecho, este medio vino como anillo al dedo a Segovia, niño de la guerra que siempre había practicado la idea de la creación en comunidad y de la necesaria liberación, tanto por parte del escritor como del propio lector o público, de los canales de explotación autoral. En El blog de Tomás uno puede leer la siguiente entrada, más allá de leyenda, principio literario y moral del escritor: “Amigos: Si leerme sin pagar es piratería, vivan los piratas”.8 Ahora bien, entre los autores que mejor han comprendido la diferencia entre la escritura hecha para su plasmación en papel y la realizada para su difusión virtual está Alberto Chimal. Aparte de trabajar dentro del complejo entramado de redes sociales desprendido de su blog Las Historias,9 el responsable de más de quince libros de cuento y ensayo es autor del inusual volumen 83 novelas,10 compendio de microhistorias escritas originalmente en y bajo las reglas del twitter y luego publicado como libro
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arte digital especial
en papel. Chimal ha venido participando también, como un jurado dinámico, en el proyecto Caza de Letras,11 especie de talk-show literario desenvuelto dentro de los principios del blog y con una jugosa interactividad que se ha extendido a medios como la radio y la televisión. El inquieto ir y venir de un medio a otro de Chimal resulta muy próximo al de tres escritoras consolidadas y al de un autor joven, que brincan sin cesar de las letras convencionales —sin carga peyorativa— a las que no lo son tanto. Me refiero, primeramente, a la narradora y periodista Cristina Rivera Garza, a la poeta Rocío Cerón y a Ana Clavel, que ha practicado la novelística y la cuentística de corte erótico. Rivera Garza ha escrito para su blog No hay tal lugar,12 mientras escuchaba a The Kills en YouTube, una saga en prosa poética que, a manera de novela gráfica y bajo el título genérico de Las aventuras de la increíblemente pequeña, mezcla y hace interactuar soportes matéricos con digitales. Rocío Cerón, por su lado, se ha inclinado más bien por el performance multimedia, que parte de sus obras poéticas impresas en libro y explora la nítida relación, establecida desde hace tiempo, entre las diversas artes y la tecnología. El trabajo más conocido de Cerón es su poema performático Tiento, de representación colectiva. Pero considero que, para el tema aquí tratado, quizá resulte más interesante su video-clip Imperio,13 en el sentido de que en éste la fusión entre la palabra escrita y la imagen visual, cargadas ambas tanto de poesía como de reclamo político, se logra con gran efectividad dentro de un crisol tecnológico de enorme dinamismo. Ana Clavel ha logrado un efecto similar, aunque de registro absolutamente opuesto, en la primera video-acción que realiza a partir de su obra narrativa impresa, y que llamó Somos cuerpos encarcelados por nuestras mentes…14 Aquí el erotismo, sutil, aunque franco y perverso, llevará la voz cantante. Quien a pesar de su corta trayectoria ha explorado también en la convivencia entre las letras y las artes dentro del ámbito digital es el poeta acapulqueñocoahuilense Julián Herbert. En el epistolario audiotexto-visual Renga,15 composición firmada por Herbert al alimón con el artista sonoro Jorge Rangel, y sobre todo en diversos trabajos audiovisuales puestos en YouTube, de entre los que yo destacaría el videopoema colectivo, de inspiración falsamente romana, Tesis de Jano, el autor se muestra ya como un poeta multimedia de considerable interés. ◆◆◆ No sólo en el artístico sino también en el ámbito literario, hoy en día la videograbación digital es uno de los campos más utilizados en México. En esta forma de expresión nos toparemos con algunas piezas de considerable riqueza propositiva, con trabajos diversos que descubren ya a ciertas figuras como posibles hitos del siglo XXI mexicano. Aquí cabría destacar, desde luego, muchos de los video-performance, de amplio espectro en cuanto a ironía y contenido social, recogidos por Guillermo Gómez-Peña y La Pocha Nostra16 en los DVDs Ethno-tecno: los video graffitis y Homo Fronterizus, centrados en el tema de las complejas e injustas políticas migratorias aplicadas tanto en México como en Estados Unidos. Estos videoclips han encontrado un eco natural en libros del propio Gómez-Peña, como Bitácora de cruce, El Mexterminator o Conversations across borders, con lo que la relación entre uno y otro medio alcanza hoy una interesante continuación y un desdoblamiento completo en términos de proyección social. Gómez-Peña ha buscado siempre, y ante todo, la flexibilidad. De esta manera, pasará sin dificultad del español al inglés, y del inglés al spanglish. Igualmente, se valdrá del poema, el artículo periodístico, la instalación o los medios electrónicos y digitales con total libertad, bajo la única consigna de que su mensaje dé en el blanco y cale lo más hondo posible en el lector y el espectador. ◆◆◆ Espacio de confluencia entre artistas y escritores, pero también entre generaciones, ha sido y sigue siendo el del arte sonoro. Desde la época de Carrión y hasta las más recientes manifestaciones de la poesía y el arte experimental, diversos creadores literarios han encontrado en la grabación acústica, tanto analógica como digital, un medio importante de plasmación de,
en algunos casos, la obra que aun siendo marginal dentro de su producción más cercana a los cánones no resulta menos interesante. Esto podemos verlo, o más bien escucharlo, en trabajos desarrollados dentro de la clasificada como poesía sonora, en sus vertientes experimental y conceptual. Ejemplo de lo anterior son obras breves de los poetas Ulises Carrión, Ricardo Castillo, Eduardo Langagne, de nuevo Gómez-Peña con La Pocha Nostra, y, más recientemente, Rocío Cerón.17 Con mayor o menor proximidad a la música, a la palabra poética escrita o dicha en voz alta, a la expresada con una fuerte carga política; o bien al ruido incidental o preparado, esta forma de la creación multimedia mexicana, aun siendo modesta en proporción, se ha visto desde hace tiempo como parte significativa del movimiento internacional. En los casos de Castillo y Langagne resulta en cierta forma natural el giro de una parte más o menos marginal de su creación poética hacia las nuevas tecnologías. Y esto, gracias a la extensa trayectoria dentro del campo de la acción poética, acompañada de música en vivo, en relación con el trabajo del primero, y a la franca escritura literaria para este otro medio, en forma de canción popular, en el de Langagne. A pesar de la proximidad a maneras expresivas vinculadas con la representación artística convencional, el trabajo propiamente multimedia de ambos entra de lleno en la dinámica digital más extrema del momento. “Mulierme tuna olegre”, “Do farú”, “Mía pong”, de Castillo, o “Soneto Multilingüe”, de Langagne, guardan sorpresas inesperadas para el lector habituado a la poesía impresa o representada de estos autores.
El blog y el twitter presumen sin la menor reserva su apertura completa al mundo Desde una perspectiva opuesta, aunque próxima a la mantenida por la mayor parte de la creación literaria del siglo XX, y aquí vuelvo en cierta forma a la propuesta de Rubén Darío, los escritores mexicanos más raros serían en este momento los que a la manera de Cerón, Langagne, Castillo, Clavel, Blas Valdez o, con especial definición y conocimiento del medio, Diego Bonilla, se han atrevido a ver en el terreno multimedia la vía más adecuada para la creación y expresión literarias de nuestro tiempo. Aquí valdría la pena recordar la idea con que el muralista David Alfaro Siqueiros, polemista por excelencia, justificó en algún momento su manera de concebir y practicar el arte. Aquel que no trabaje con los materiales y las técnicas contemporáneas —escribió el creador del Polyforum— no está haciendo arte contemporáneo. Podrá pintar obras de primer nivel, ya sean éstas comerciales o marginales, pero la marca de nacimiento dejada por las técnicas tradicionales impedirá que puedan ser consideradas como verdaderamente de su tiempo. O como las más representativas de un momento histórico. ◆◆◆ En relación con una de las vías de creación literaria digital, quizá la menos seguida hasta el momento por los autores nacionales, en la que han destacado los nombres de Michael Joyce en el ámbito de habla inglesa y de Doménico Chiappe en el hispanohablante, que es la narrativa hipertextual, me gustaría sintetizar la experiencia que llevó por este camino a Blas Valdez, narrador mexicano con importantes lazos con Estados Unidos: Entiendo que el hipertexto pueda agobiar a algunos lectores. Lo caótico y angustiante que pueden resultar, para la persona que maneja el ratón, las páginas web con vínculos. Sin embargo, para mí el hipertexto es como estar en casa, es algo natural. De hecho, la mayor parte de lo que he escrito con papel y pluma siempre da una sensación hipertextual. Para dar una explicación más exacta de esto tendría que volver a mi infancia. Y cuando me refiero a mi infancia o mi adolescencia lo que enseguida me viene a la mente es un libro grande y grueso: el Manual de diagnóstico y estadísticas de los desórdenes mentales. Siento orgullo al decir que, desde la infancia, mostré síntomas de varios desórdenes mentales y que, con todas las de la ley, podría haber sido diagnosticado
dentro de cualquiera de ellos. Pero ahora quisiera concentrarme en uno de mis favoritos: el trastorno de falta de atención e hiperactividad. Al releer la descripción de esta afección recordé enseguida al hipertexto. Sentí que lo que estaba leyendo era un trabajo teórico sobre la cyberliteratura.18
Autor de un primer libro de incipiente hipertextualidad, Dolor y viceversa,19 uno de cuyos cuentos fue adaptado al cine, hoy Valdez explora a mayor profundidad las posibilidades del hipertexto en una nueva y arriesgada aventura cuentística titulada Deleting me. Por otro lado, y dentro de una de las posturas más complejas y radicales no sólo del ámbito de habla hispana, Diego Bonilla ha sido uno de los pioneros en el uso literario y visual de las nuevas tecnologías. Desde hace más de quince años este mexicano del DF, escritor y académico asentado en California, lleva a cabo un proyecto, originalmente poético y hoy también fotográfico y cinematográfico, llamado Hypergraphia.20 Sitio convertido hoy en un wiki, a lo largo de estos años Bonilla ha venido modificando la fisonomía de este espacio virtual en función de los muchos hipermedios surgidos dentro y en los márgenes de la literatura alternativa y la creación digital. Bonilla comenzó la experimentación en lo que hace tres lustros llamó poesía densa, suerte de creación y lectura aleatoria o secuencial. Aparte de hacerlo en su propia obra poética,21 probó en ese entonces la efectividad de su invención aplicándola a la obra de José Juan Tablada.22 Hoy este autor, a la manera de Ulises Carrión en su momento y con posibilidades técnicas desarrolladas por él mismo, ha dado un giro a su trabajo literario, con la mirada puesta en un tipo de creación cinematográfica experimental que define como Dense spaces. A la manera del artista mexicano-canadiense Rafael Lozano-Hemmer,23 los foros de proyección del trabajo de Bonilla lo hacen ver mucho más como un artista multimedia que como un escritor a la manera tradicional. O sea, de una sola vía. Aunque también, y con todas las diferencias que señalan sus muy diversas incursiones, la producción de Bonilla se podría emparentar con las de Gómez-Peña y Carrión. Además de concebir a la literatura como una parte ineludible en sus trabajos de amplio espectro, los tres han llegado a considerarla como elemento esencial dentro de un universo creativo mucho más amplio y ambicioso. Universo que trasciende, desde luego, al de la letra escrita e impresa en solitario. L 1 http://www.redlibrodeartista.org/IMG/article_PDF/article_a9.pdf 2 José Antonio Sarmiento (editor), Escrituras en libertad. Poesía experimental española e hispanoamericana del siglo XX, Instituto Cervantes/ Ministerio de Cultura, Madrid, 2009, p. 450. 3 http://albertoruysanchez.blogspot.com/ 4 http://ruix.blogspot.com/2009_05_01_archive.html 5 http://aurelioasiain.blogspot.mx/ 6 http://www.letraslibres.com/blogs/el-minutario 7 http://redaccionsindolor.blogspot.com/ 8 http://www.tomassegovia2.blogspot.com 9 http://www.lashistorias.com.mx/ 10 http://www.lashistorias.com.mx/descarga/83_novelas.pdf 11 http://www.cazadeletras.unam.mx/ 12 http://www.cristinariveragarza.blogspot.com/ 13 http://rocioceron.blogspot.com/ 14 http://anaclavel.com/ 15 http://www.youtube.com/watch?v=Zu_aECMDLF8 16 http://www.pochanostra.com/home/ 17 Acerca de estos trabajos sonoros, consúltese Hacia una arqueología de los medios y la invención en México, DVD 1, “Ready Media”, Laboratorio Arte Alameda/ INBACONACULTA, México, 2010. 18http://www.artshistory.mx/sitios/index. php?id_sitio=1221&id_seccion=9444&id_subseccion=6903&id_documento=2958 19 De este libro, véase “Violancelo, cuento hipertextual”, http://www.arts-history.mx/ sitios/index.php?id_sitio=1221&id_seccion=9444&id_subseccion=9837216 20 http://hypergraphia.wikispaces.com 21 Véase http://www.horizonte.unam.mx/autorret.html y http://www.horizonte.unam. mx/univer.html 22 http://www.hypergraphia.com/tablada/ 23 http://www.lozano-hemmer.com/
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La biblioteca
mítica de México Con la apertura al público del Fondo José Luis Martínez y la inminente inauguración del acervo de Antonio Castro Leal, la Ciudad de los Libros y la Imagen cobra ya visos de realidad. ¿Qué tesoros bibliográficos y hemerográficos oculta, qué orden y significado contiene? Estos paseos por sus espacios arquitectónicos y sus libros nos invitan a sentirnos como en casa Juan Manuel Gómez
imágenes: Claudia Guadarrama
Acervo de José Luis Martínez
Biblioteca Personal Antonio Castro Leal
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ntre 1981, año en que murió Antonio Castro Leal, y 2011, con los trabajos de rescate y catalogación de los 38 mil libros que guardaba en su casa, nadie entró en su biblioteca. Nadie en treinta años tuvo acceso a esos volúmenes entre los que hay ejemplares únicos en México y verdaderas joyas bibliográficas del mundo. El resto está formado (como José Emilio Pacheco dice modestamente de la suya) por “una biblioteca de trabajo”, de uso común, ¡vamos!, en la que se van juntando los documentos que se requieren para
Casa de papel Anitzel Diaz
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n pintor puede pintar las ruedas de un cañón cuadradas para expresar la inutilidad de la guerra. Un escultor también puede esculpir cuadradas las mismas ruedas. Pero un arquitecto debe usar ruedas circulares. Aunque la pintura y la escultura jueguen un papel espléndido en el campo de la arquitectura, no obedecen a la misma disciplina”. Kahn afirma así la especificidad de la arquitectura. Mientras que sería inconcebible añadir color a una pintura de Picasso o sumar un capítulo a un libro de Hemingway, la arquitectura permite recuperar, adecuar, sumar, transformar y crear espacios nuevos dentro de los ya existentes. Lo que alguna vez fue un cuartel militar, ahora es biblioteca; donde se fabricó tabaco ahora se atesora conocimiento. Un edificio se crea de acuerdo a su función, y el tiempo va marcando las huellas de sus transformaciones; las paredes cuentan historias. La arquitectura significativa es
escribir; por ejemplo, tres estudios imprescindibles en torno a Juan Ruiz de Alarcón (JRA, ingenio y sabiduría, Don JRA, su vida y obra y Cuatro comedias de JRA), además de Las dos partes del Quijote, La poesía mexicana moderna (1953), Una historia del siglo XX, La novela de la Revolución mexicana, La estética en México, La novela del México colonial, Alejandro de Humboldt y el arte prehispánico, El pensamiento musical de Carlos Chávez y El español, instrumento de una cultura. También hay que considerar que como colaborador habitual de los diarios Novedades,
Excélsior y El Universal, Antonio Castro Leal incrementaba su biblioteca día a día con las novedades y curiosidades con que le obsequiaban sus contemporáneos y con lo que el siglo XX tenía por ofrecerle al lector perfecto que, a decir de Borges, es “ocioso y curioso”. La dedicatoria con que Juan José Arreola le hizo llegar la primera edición de Confabulario es más que elocuente: “A Don Antonio Castro Leal, un lector que ambiciono”. Se sabía de la existencia de esa Babel de papel, porque se tenía noticia del raro gusto y la vehemencia con que el humanista potosino había atesorado ejemplares en torno a sus aficiones: Shakespeare (sería raro encontrar, incluso en Inglaterra, una selección tan completa en torno al bardo como la que hay aquí), la narrativa francesa, la picaresca, la arquitectura, los siglos XVII y XVIII... Como fundador de la colección Escritores Mexicanos, una de las que surgieron en 1940, cuando se constituyó legalmente la Editorial Porrúa, y habiendo elaborado más de 90 prólogos para Sepan Cuántos... y
acto de sentido, manifestación de la cultura de un lugar. Tiene una finalidad estética pero también ética. Arte y arquitectura son una misma cosa si atendemos a su fin. De esta manera se van adecuando construcciones antiguas para usos públicos como el edificio histórico de La Ciudadela. Los arquitectos Bernardo Gómez-Pimienta y Alejandro Sánchez encabezan la labor de transformar esta antigua fábrica de tabaco —donde actualmente se ubica la Biblioteca de México José Vasconcelos— en la Ciudad de los Libros y la Imagen. En palabras de los arquitectos: “Se intenta releer el edificio y reinterpretar el espacio para recuperarlo y dignificarlo. Se actualizará la construcción de más de tres hectáreas de superficie, conjuntando la belleza de un edificio neoclásico del siglo XVIII con la tecnología actual, sumando una visión comunitaria que incluye funciones de cine, teatro, exposiciones, cafetería y área infantil”. Será un edificio verde apto para personas con discapacidad visual que continuará la instalación bioclimática que ya funciona en la crujía que acoge el Fondo José Luis Martínez. Este sistema es único en México: a través de paneles solares se alimenta el sistema de aire acondicionado y parte de la iluminación, generando así microclimas que preservan los libros y conservan un clima agradable para los visitantes. Además del ahorro de energía, esta tecnología ayuda a reducir la huella de carbono.
Fue diseñada por el arquitecto Luis Fernando Guillén, cuya experiencia en intervenciones de edificios históricos incluye la remodelación del castillo de Chapultepec. El arquitecto Gómez-Pimienta, también director de la carrera de Arquitectura de la Universidad Anáhuac del Norte, se extiende en la historia del edificio: “Lo diseñó un ingeniero militar, Miguel Constanzó. Ideó la parte principal de la estructura con un trazo vanguardista: diseñó una cimentación que consta de bóvedas. Se tardaron casi 20 años en construir el edificio que está prácticamente flotando (hay un piso abajo, por lo que éste se mantiene estable). Mide 175 metros por lado, casi tres hectáreas. Es un edificio claro, simétrico y fuerte. Lo concibió Constanzó pero lo terminó el arquitecto español Antonio González Velázquez, director de Arquitectura de la Academia Mexicana de San Carlos. Tardó tanto en construirse que en él intervinieron tres o cuatro arquitectos”. Dice que para su remodelación se está utilizando la técnica de aplanado de paredes con cal y baba de nopal, en desuso tras la llegada del concreto. De la intervención que el arquitecto Abraham Zabludovsky realizó en el sexenio de Miguel de la Madrid, Alejandro Sánchez menciona: “Bernardo, Abraham y yo creemos que la arquitectura debe ser contemporánea. Debe de reflejar el momento en el que se hace. Zabludovsky usaba los patios para la consulta abierta. Bernardo y yo regresamos
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de portada
Acervo de Antonio Castro Leal
compilaciones en libro de las 100 mejores poesías de Gutiérrez Nájera, Díaz Mirón, Nervo, Urbina, González Martínez, Darío, Lugones, Santos Chocano, Herrera y Reissig, Martí y Jaimes Freyre, es de imaginarse la cantidad de bibliografía que logró juntar al respecto. Uno de los primeros best-sellers poéticos (ahora un clásico de las antologías) es la investigación que realizó en conjunto con Alberto Vázquez del Mercado y Manuel Toussaint: Las cien mejores poesías líricas mexicanas (1914), en donde se incluye a sí mismo, cosa curiosa, bajo el pseudónimo de Miguel Potosí. Se intuía la existencia de esta gran biblioteca de la que salieron muchos de los libros originales que fueron editados en formato facsimilar por Porrúa y el Fondo de Cultura Económica. Seguramente unos pocos, elegidos, tuvieron acceso a ella. Lo cual debió ser un acto de suma intimidad, ya que los libros pronto rebozaron el lugar que don Antonio Castro Leal destinó a ellos y comenzaron a apoderarse subsecuentemente de las habitaciones de la casa. En algún momento, para consultar un tomo en particular hubo que tocar suavemente con los nudillos la puerta de una recámara, atravesarla de extremo a extremo, quizá brincar la cama destendida, y a quien estuviera en ella (quizás una de las hijas), y acercar la silla en la que se había depositado la ropa de calle para subirse en ella y alcanzar el tomo anhelado de uno de los estantes superiores. Se supo del incendio que estuvo a punto de destruirla cuando Paloma, una de las hijas de Antonio Castro Leal,
Instalación de Betsabeé Romero en la Biblioteca Personal de José Luis Martínez
se quedó dormida con un cigarrillo encendido entre los dedos. Al parecer, ella no corrió con tanta suerte como los libros de la sección francesa, que se encontraban en esa pieza, y que tan sólo quedaron ahumados; razón por la cual se encuentran ahora empastados en rojo. Esta era, tal como exclamó José Emilio Pacheco al contemplarla por primera vez, “la biblioteca mítica de México”. ¿Cómo hace un individuo para atesorar 38 mil libros y 12 mil revistas? ¿Qué le dice a su esposa, dónde los mete, cómo los encuentra para usarlos más tarde? Castro Leal nació en 1896 y murió en 1981. Eso suma un total de 85 años. Pongamos por caso que comenzó temprano, a los quince. En 70 años tuvo que haber llevado diariamente a casa dos libros o revistas, sin fallar un día, para acabalar tal cantidad. Estamos hablando de otra época, sin duda, de algo que se ha perdido para siempre. Nadie nunca volverá a reunir una biblioteca así en su casa, en parte porque no es necesaria gracias a herramientas como la internet y el libro electrónico, en parte porque el gusto por los libros (por olerlos, acariciarlos, leerlos) es algo cada vez más anacrónico. El siglo XXI ofrece alternativas mucho más sofisticadas (y que no implican ningún esfuerzo mental) en contra del aburrimiento que esos artefactos de papel, llenos de palabras, que invitan a imaginar, reflexionar, soñar. Ante un hombre de raigambre decimonónica como Antonio Castro Leal sería injusto poner a un lector promedio de libros del
mundo globalizado de hoy que, según el investigador y editor Camilo Ayala, lee un promedio de 200 libros en toda su vida. El universo y su centro Ya tenemos la biblioteca. Nos costó 12 millones y medio de pesos. Es “la biblioteca mítica de México”. Lo repito porque no estamos hablando de una cantidad determinada de libros, sino de un laberinto con tesoros que, a partir de hoy, se proyectan a los hombres del futuro. Estoy en mitad del hermoso espacio que construyó el arquitecto Bernardo Gómez-Pimienta, con libreros de madera oscura que tienen una lámpara de luz fría en cada entrepaño, la cual mantiene las condiciones idóneas para la conservación de los libros y, además, los ilumina discretamente. Los pasamanos son tubulares y las escaleras blancas de acrílico, como blancos son los sillones de lectura y las mesas de trabajo. El encargado de la biblioteca, Javier Castrejón Acosta, me alcanza un iPad que contiene, digitalizado, el tercero y cuarto volúmenes de la historia de la arquitectura de Sebastian Serlio Boloñes. Puedo consultar (detenerme, agrandar) las páginas y párrafos de ese tratado de 1573 que sirvió para edificar los arcos y las bóvedas de las iglesias coloniales que hubo y hay en México. También puedo verlo, físicamente, a través del cristal de una vitrina, para constatar que eso que manipulo a través de un archivo electrónico no es un sueño y está a un metro de distancia. Entre los anaqueles llama mi atención un pequeño libro. Lo tomo y, al abrirlo, leo: Chocolata Inda, Antonio Colmenero de Ledezma, 1644;
un pequeño tratado acerca de las bondades del chocolate escrito por un español para mostrar en Europa las virtudes de una bebida nueva que se diluía en agua y a la cual se agregaba chile. Extiendo la mano y tomo un volumen empastado que dice Revista Moderna y, al abrirlo, se ponen a bailar los faunos de Julio Ruelas. En verdad no sé qué pensar. Estoy abrumado. Me llama el encargado y me muestra unas láminas a colores con dibujos hechos a mano de motivos prehispánicos. Es el códice Dresde. Nunca lo había visto. Sabía que sólo se conservan cuatro códices de la cultura maya, pero nunca había visto éste que ahora sostengo en mis manos. Es verdad que el fondo reservado de la Biblioteca de México, la cual fue fundada, hay que recordarlo, por José Vasconcelos en 1946, cuenta con incunables y obras valiosísimas. Seguramente en la biblioteca del Museo de Antropología hay códices originales. Sin embargo, yo nunca había sostenido en mis manos una lámina preciosamente copiada del códice Dresde, que está en Alemania. La sostengo yo ahora, pero lo increíble es que a partir de octubre, cuando se den por concluidos los trabajos de remodelación de la Biblioteca de México, para convertirla en la Ciudad de los Libros y la Imagen, podrá sostenerla cualquiera que así lo desee. “Toda biblioteca —escribió Victor Hugo— es un acto de fe”, para salvar lo que Borges llama “el inestable y precioso mundo”. Tal vez el trajín contemporáneo impida que se forme otra biblioteca como ésta, pero no dejaré de celebrar la idea que alguien tuvo de abrirla al público. f cortesía conaculta
el edificio a su uso de biblioteca de lectura. Los patios vuelven a ser patios, las crujías son espacios de trabajo”. En cuanto a la pregunta de si tienen algún proyecto de diseño urbano de los alrededores, añaden que “las intervenciones son siempre detonadoras. Se trabaja en que se desocupen las banquetas, levantar tianguis, arreglar los alrededores, en especial los parques de La Ciudadela y Tolsá”. El edificio guarda la memoria de grandes acontecimientos. Fue construido tras una orden de los reyes de España para levantar una fábrica de tabaco en el siglo XVII. Durante la guerra de Independencia se convirtió oficialmente en Ciudadela, y sirvió como cuartel general y prisión: José María Morelos y Pavón pasó sus últimos días en esta cárcel antes de ser trasladado a Ecatepec para su fusilamiento. Fue testigo de la Decena Trágica. En la madrugada del 19 de febrero de 1913 Gustavo Madero, hermano de Francisco I. Madero, fue brutalmente asesinado, golpeado, pateado; una bayoneta le arrancó un ojo falso. Por algún tiempo, La Ciudadela estuvo a cargo de autoridades militares hasta que en 1944 el presidente Manuel Ávila Camacho concedió parte del inmueble a la Biblioteca de México gracias a las gestiones de José Vasconcelos.
Legado es aquello que permanece cuando nos hemos ido: una obra de arte, un libro, un edificio, una biblioteca. En el proyecto actual los protagonistas serán los libros. Albergará las bibliotecas de José Luis Martínez, Antonio Castro Leal, Jaime García Terrés, Carlos Monsiváis, Alí Chumacero. Será la biblioteca de bibliotecas, cada una llena de historias y naufragios, cada una hablando de las obsesiones y pasiones de sus dueños, cada una compartiendo un pedazo de tiempo. ¿Y qué libro están leyendo actualmente? Alejandro Sánchez responde: “Atmósferas de Peter Zumthor”. Bernardo Gómez-Pimienta confiesa ser un poco desordenado y estar consultando más de quince libros entre los cuales recuerda El cementerio de Praga de Umberto Eco. Varios artistas plásticos mexicanos se integrarán al proyecto. Magali Lara ejecutará un mural en las paredes del área infantil. El artista de origen holandés Jan Hendrix prepara una escultura de siete metros de altura que se instalará en la cafetería. En palabras del artista, “la obra es un diálogo simbólico y estético con la historia del lugar al representar conceptualmente una hoja de tabaco, perforada al centro, que parece una espiral que reduce poco a poco su radio. Al
Imagen del proyecto de La Ciudad de los Libros y la Imagen
mismo tiempo, esta hoja de tabaco hace alusión a una pila de libros”. El escenario para la biblioteca de Carlos Monsiváis dará cabida a un tapete tejido a mano diseñado por Francisco Toledo, con los gatos como figuras principales. Se está diseñando el mobiliario para los interiores; el diseñador Ariel Rojo propone lámparas en forma de libro. A la pregunta de qué opina del arte contemporáneo, el arquitecto Alejandro Sánchez responde: “El arte contemporáneo necesita instructivo. Cuesta trabajo alcanzarlo”. L
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MILENIO
en librerías ESPECIAL
El árbol y sus ramas No cabe duda de que la biblioteca de Antonio Castro Leal (el hombre al que tocó ser el último rector de la Universidad de México, el año en que se declaró la autonomía universitaria), adquirida en junio de 2010, es la cereza del pastel, pero el proyecto es todavía más ambicioso. Ya existe, organizada, catalogada, digitalizada (y hace un par de meses incluso abierta al público) la biblioteca de José Luis Martínez, que tiene una característica peculiar que deriva del afán obsesivo de su creador: cuenta con colecciones y series completas de libros, como la Pléiade de Gallimard, la venezolana Ayacucho y la SepSetentas, por poner tres ejemplos, o de revistas, como Jajá (que sirvió para la educación sentimental de varias generaciones), Cuadernos Americanos (cuya suscripción sigue vigente), Sur, La Orquesta o The Paris Review. Además de lo que puede uno encontrar en 73 mil volúmenes (50 mil libros y 23 mil revistas) mayormente especializados en literatura mexicana de los siglos XIX y XX. De los estantes saltan, a golpes de vista, ejemplares que llaman la atención, como la revista editada por Borges en Argentina: Proa, de la cual hay más ejemplares aquí que en Buenos Aires. Las primeras ediciones de Juan Rulfo y Carlos Fuentes. Y, entre los 251 registros de Octavio Paz, un raro librito artesanal fi rmado en 1933 por un Octavio Paz Lozano de 18 años; el número 9 de 75 ejemplares. “Octavio Paz —comenta Daniel Bañuelos, encargado de la Biblioteca Personal José Luis Martínez— tuvo siempre libre acceso a esta biblioteca, como muchos otros, porque José Luis Martínez era muy generoso a ese respecto”. Están libros raros como el ejemplar número 4 (de 120) de Jardín de niños, un juego puntillista de Vicente Rojo y José Emilio Pacheco. “A mí me tocó —afirma Miguel García Ruiz, subdirector de Promoción Cultural y Editorial— ir por la biblioteca, embalarla y transportarla para acá. Era como si le estuviéramos arrancando la piel a la casa”.
¿Cómo hace un individuo para atesorar 38 mil libros y 12 mil revistas? ¿Qué le dice a su esposa, dónde los mete...? La biblioteca de Jaime García Terrés ya se encuentra también terminada, pero en proceso de catalogación. Ahí la intervención artística que adorna el recinto semeja las hojas de un árbol suspendidas a medio salón. Corrió a cargo de Perla Krauze. Las otras intervenciones artísticas, montadas en los acervos adquiridos, también otorgan un toque contemporáneo a los espacios. En el caso de la de José Luis Martínez, medio centenar de aviones de latón sobrevuelan el aire. La hizo Betsabeé Romero; la tituló A vuelo de tinta. Y, por último, la de la Castro Leal fue realizada por Alejandra Zermeño y consiste en tres personajes de colores colocados estratégicamente para ofrecer una sensación distinta al visitante. Se trata de los tres Recursos del método: la Observación, la Reflexión y la Proyección. El proyecto de la Ciudad de los Libros y la Imagen concluirá con la incorporación de las bibliotecas de Alí Chumacero y Carlos Monsiváis. Habrá qué ver qué maravillas nos deparan. Sin duda y por razones de cronología elemental, cada uno de estos acervos complementa al anterior, además de que las obsesiones de sus creadores se suman entre sí de manera inevitable. En unos meses estará ya abierta al público, que es lo único importante, lo único que verdaderamente podría constituir ese acto de fe que salva al inestable y precioso mundo. Una inversión de dinero grande, pero inteligente y extremadamente rentable en materia cultural, cuyo principio es sumar esfuerzos, sin relación alguna con la construcción multimillonaria del vacío elefante blanco que hizo agua por todos lados en el sexenio de Vicente Fox. “Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere”, dice Borges, “soy incapaz de imaginar un mundo sin libros. A lo largo de la historia el hombre ha soñado y forjado un sinfín de instrumentos. Ha creado la llave, una barrita de metal que permite que alguien penetre en un vasto palacio. Ha creado la espada y el arado, prolongaciones del brazo del hombre que los usa. Ha creado el telescopio, que le ha permitido indagar el alto fi rmamento. Ha creado el libro, que es una extensión secular de su imaginación y de su memoria”. L
París no sólo era una fiesta RESEÑA Ernesto Jiménez Olín
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omo lo enseñó Proust, los recuerdos pueden aflorar amablemente mediante la magdalena (o algo semejante), o bien por la violencia de la cercanía de la muerte que es lo que Álvaro Uribe propone en su novela Morir más de una vez. El escenario de estos recuerdos es el París de fi nales de los años setenta del siglo pasado, que fue el que le tocó vivir al yo que narra. El punto de partida es un accidente que éste sufre, el cual le permite realizar una especie de desdoblamiento del que irán surgiendo las historias de los diferentes seres que pueblan el libro y sin cuya compañía no hubiera hecho suya la ciudad. Porque en principio eso es lo que habría que resaltar: aunque siempre se esté de paso en un lugar extraño, para erradicar la sensación de estar fuera de lugar se buscará la cercanía de la gente que consideramos nuestros iguales. Un espacio se volverá fundamental: el departamento de un par de jóvenes diplomáticos llamados aquí Samuel Sajarías y Alberto Urquidi, en el que sus asistentes, predominantemente mexicanos, tenían la sensación de que París era una fiesta. La fiesta, sin embargo, no podía ser eterna y cada uno de ellos va a tener que seguir su camino con mayor o menor fortuna, distanciándose en algún momento de quienes alguna vez estuvieron unidos. Todas las vidas presentadas tienen los atractivos suficientes para hacerlas inolvidables. La galería se abre con Josejuán, escrito así por la velocidad con que el susodicho pronunciaba el nombre —su variante, a la manera francesa, era Shoseshuán,—, un pintor de brocha gorda literalmente —si bien al principio el narrador cree que es un artista—, cuya historia es la que mejor ilustra el título del libro y quien le otorga su tono. Cuarentón, se vuelve famoso en ese círculo por representar la “picardía mexicana”. Un día, al estar arreglando un departamento ubicado en el mismo edificio donde vivía el par de diplomáticos, sufre una caída de un tercer piso que pudo ser mortal. Posteriormente, Pierrelucas, joven mexicano que está haciendo un posgrado en cine, decide que eso podría filmarse y trata de repetir el accidente —milagro en palabras de Josejuán— en todos sus detalles, aunque las cosas no sucederán como se planearon. Otro notable personaje es Gabrielle Anghelotti, una madura, atractiva y refinada mujer que era un elemento importante en la embajada mexicana en París. Acaso ella sea el único personaje verdaderamente extraordinario de la novela. La relación que tiene con uno de los jóvenes diplomáticos, donde la
Álvaro Uribe Morir más de una vez Tusquets México, 2011 230 pp. amistad y el amor se confunden, pone punto fi nal a la época que pinta el autor. Al narrador le toca ser testigo de su fi nal, que carece del aura de grandiosidad que la acompañó en vida. Los capítulos que se le dedican son de los más conmovedores y agridulces del libro. En Morir más de una vez Álvaro Uribe alcanza un dominio de recursos que hace sentir la escritura natural y espontánea. La lectura fácil provoca que pase inadvertida la complejidad de su concepción. Si bien he señalado que se trata de una novela, en realidad lo que el autor hace es romper las fronteras que hay entre los géneros narrativos porque las historias poseen un valor autónomo y bien pueden ser leídas como relatos autónomos a la manera del Carlos Fuentes de Agua quemada, donde hacía coincidir personajes que ya habían sido presentados. La técnica es cinematográfica y nos lleva a los entrecruzamientos a la manera de las películas de Robert Altman. De este modo, personajes que tienen roles importantes en una parte, en otra quedan como secundarios o ambientales. El manejo de los juegos temporales es otro recurso que le otorga dinamismo a lo que se cuenta. En su brevedad, la circunstancia humana se refleja en el libro en todos sus matices: encontramos amor, envidia, egoísmo, ternura, esplendor y caída de la fortuna. Un buen libro de un autor que entra en otra etapa de su evolución. L
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LABERINTO
en librerías
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ajo la superficie apacible de las ciudades costeras de Suecia, la codicia y la vileza moral yacen agazapadas. Es al menos lo que creemos saber mientras seguimos los pasos de la detective Karin Adler, infelizmente casada, reseca y sistemática. Ha recibido su primera encomienda: descubrir la identidad de un cadáver masculino emparedado en una antigua construcción de la isla de Hammenskär. Sus pesquisas, sin embargo, no conducen al presente sino a un pasado lejano. Sospechamos la existencia de un tesoro que permanece bajo las aguas y de secretos públicos aunque inconfesablemente callados. Sospechamos también que las manos pulcras de los millonarios se
El beso Elizabeth Hickey Suma de letras México, 2012 294 pp.
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l tren en el que viaja Emilie Flöge se detiene dos paradas al este de Salzburgo. A pesar de sus cabellos grises, Emilie huye del régimen nazi y de la segunda gran guerra que se ha apoderado
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ocas cosas producen tanto placer como la prosa de un gran poeta”, dice de Charles Simic su traductor Rafael Vargas, uno de nuestros principales especialistas en literatura norteamericana. Además de esta selección de ensayos que abarca de 1972 a 2003, Vargas ha traducido del escritor nacido en Belgrado en 1938, y avecindado en Estados Unidos desde 1954, la antología El sueño del alquimista (UNAM, 1994) y Una boda en el infierno (Breve Fondo Editorial, 1996). El libro sigue la divisa de Simic que reza: “Siempre me han gustado las cosas que no son ni una ni otra”. De este modo podemos encontrar aforismos, ensayos críticos y de reflexión, y también
Trauma, vínculo y constelaciones familiares Franz Ruppert Paidós México, 2012 334 pp.
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esulta inevitable que en todas las áreas del conocimiento éste llegue al pueblo —sea bajo o alto— despojado de su substratum científico, un fenómeno conocido como “vulgarización”. Así, una expresión como “estás traumado” la dice
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l común denominador de este libro es que las protagonistas son periodistas valientes que “no se conformaron con ir tras la nota que les encargaron, sino que investigaron más allá. Las mayores han abierto un camino que recorren hoy las jóvenes”, explica la autora. En su opinión, todavía hoy las mujeres se enfrentan a un medio machista, “aunque ya no tan salvaje y evidente como antes. Aún hay resabios de esto, pero en algunos casos las periodistas que presento han dignificado ciertas fuentes como la cultura. Si las mujeres han comenzado a ocupar otras áreas en los periódicos es por su talento, pero por desgracia por ser mujeres resultan incómodas”.
FE DE ERRATAS En el número 466 de Laberinto se acreditaron erróneamente las fotografías de Elena Poniatowska en la portada y la de Carlos Fuentes en la página 9. La primera es de Demián Chávez, de la agencia Cuartoscuro, y la segunda de Arturo Fuentes. A ellos y a nuestros lectores les ofrecemos una disculpa. Los editores
La mujer del faro Ann Rosman Salamandra Barcelona, 2011 283 pp. mancharon alguna vez de sangre. La mujer del faro no aspira a la crítica social sino al entretenimiento que procura el thriller policiaco. No obstante, deja ver a individuos cuyas soledades apenas y encuentran consuelo en la abundancia.
de Viena hacia 1944. Las prisas y el peligro le han hecho huir de la ciudad donde nació y vivió, cargada sólo con una carpeta llena de dibujos; trazos rápidos que delinean mujeres en posiciones provocadoras y sensuales; dibujos de Alma, de María, de Mizzi y de Adela, que trazó el pintor más renombrado en la historia de Austria: Gustav Klimt. En la soledad de su cuarto, la ahora anciana Flöge imita las posturas que pintó su antiguo maestro, mientras recuerda la relación apasionada entre ella y el pintor. Lo que comenzó como un encuentro banal y poco interesante, muta hacia el amor y el drama, insertos en una de las épocas más oscuras en la historia de la humanidad.
El flautista en el pozo Charles Simic Cal y arena México, 2011 276 pp. ensayos narrativos. Emily Dickinson, Vasko Popa, Benjamin Péret y Octavio Paz son algunos de los escritores a quienes se aproxima, mientras que en la parte reflexiva destacan aquellos textos donde relaciona la poesía con la historia y la filosofía.
cualquier persona a las primeras de cambio sin saber realmente lo que significa. Como lo explica Ruppert, psicólogo alemán, en el capítulo 4 del libro que se comenta, el término “trauma” es de origen médico y se refiere a una anomalía física causada por un golpe. El trauma psicológico tiene análogamente esa significación, de tal manera que es inevitable que se asocie a la anormalidad mental. En este sentido, como lo enseñaron los antipsiquiatras ingleses, no hay persona en el mundo que no padezca uno en mayor o menor medida. A nivel clínico, el autor estudia cómo las experiencias ligadas a la guerra o a la violencia intrafamiliar afectan al individuo.
Ellas, tecleando su historia Elvira García Grijalbo México, 2012 261 pp. Desde una perspectiva femenina, añade, “quise hacer un libro de crítica hacia ciertos modos de ejercer el periodismo”. El volumen se ordena de la periodista más joven —Ana Lilia Pérez— a la más veterana —Stella Calloni.
La mezquindad y las exequias LOS PAISAJES INVISIBLES ESPECIAL
Iván Ríos Gascón thewhitesubway@yahoo.com
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as exequias no siempre tributan al duelo personal o colectivo, a la fi nitud existencial o a la conseja del latín memento mori, no acostumbramos recordar o preferimos rehuir a la certeza de la muerte: en cada funeral la insensata fantasía de eternidad se enquista en los sobrevivientes y esa ventaja pasajera instiga reverencia o impiedad, sobre todo si el difunto destacó en cualquier ámbito mundano, si inspiró respeto o ignominia o fue pieza esencial de la historia universal de la gloria o de la infamia. Mientras el planeta siga girando bajo nuestros pies, asistiremos a algunos velatorios, de familiares, amigos o desconocidos, daremos pésames sentidos o fi ngidos, un sepelio ofrece la oportunidad de la despedida, la reconciliación o la morosa tregua si el que permanece tuvo una rivalidad o un desencuentro con el fiambre, la hipocresía y el resentimiento se ceban en la desaparición irreversible. Al artista se le suelen regatear virtudes y defectos, la materia propia de lo humano. El artista incita reproches, ruindades, recuerdos oportunos de su pasado íntimo o su participación política y su relación con el poder, lo dijo un Bertolt Brecht proscrito por los nazis, acosado por el macarthismo: “Así como la política es una acción contra la imperfección del planeta, puesto que siempre se hará política sólo porque nada es satisfactorio sobre la Tierra, así también la literatura es una acción contra la imperfección del hombre. Los literatos son quienes eclipsan la nada, la literatura sola puebla la Tierra. Sólo la bestia que se aburre necesita de engaños. ¿La única cosa trágica no es que todos se parezcan tanto?” En una época en la que internet no era ni siquiera un sueño de
opio e impensable la amplia conexión que facilitan twitter o facebook, aquellos tiempos en los que las redes sociales eran frágiles tendidos epistolares, verbales o terrestres, los muertos fueron juzgados con el acompañamiento o la ausencia en sus entierros, con la loa o el silencio, la indulgencia, el laurel o la deshonra, basta pensar en Céline y el repudio y posterior olvido que le decretó el gobierno francés, o en la desarrapada agonía de un Oscar Wilde que, defenestrado de los salones que alguna vez imploraron su presencia, después de Reading se ocultó en París bajo el seudónimo de Sebastian Melmoth. Todo fallecido tiene deudos y detractores. Generalmente, la ferocidad de los segundos se mide en proporción a su mediocridad y su amargura, y en la actualidad nadie puede morirse sin que una horda vierta un poco de pus en su memoria. La muerte repentina de Carlos Fuentes no fue la excepción. Las redes sociales mostraron un breve pero patético espectáculo de inquina, donde se ventiló el ímpetu canallesco de los sobrevivientes: vituperios a la obra, a la opinión política, a su protagonismo histórico, a su cosmopolitismo y hasta escarnio en torno a sus tragedias familiares, fueron suscritos en 140 caracteres o un poco más, donde la invectiva mostró que la mezquindad custodia a las exequias. Y como suele suceder en las fábulas morales, lo más curioso fue que parte de los dicterios provinieron del gremio cultural, esa región donde nada ni nadie es transparente, donde la discrepancia se vuelca en insalvable enemistad. Ningún muerto es sagrado, por supuesto. La crítica es imprescindible pero el insulto sólo debería ejercitarse entre los vivos, Nietzsche tenía razón: “injuriar es un placer para el pobre diablo: le proporciona una módica embriaguez de poderío”. L
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MILENIO
teatro cortesía producción
Pesadilla múltiple Labyrnthos es una puesta coral no sólo porque convoca varios lenguajes artísticos sino porque salva la distancia convencional entre actores y público crítica Alegría Martínez alegriamtz@gmail.com
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n un laberinto con dieciséis paradas se vinculan el bien y el mal hasta dejar al descubierto las contradicciones humanas. Un recorrido por los mitos griegos, que parte del Minotauro y transita hacia la modernidad, interna al espectador hasta un espacio donde convive con la dualidad de Ariadna y lo espera el propio Dédalo, constructor del misterioso espacio, habitado también por un monje, un agente del FBI, un médico, un cantante, el Tío Sam, soldados y los reyes de un ajedrez viviente con todo y torre negra. Labyrnthos es el título de esta obra interdisciplinaria que dirige Rocío Carrillo en la que convergen dramaturgia, actuación, música en vivo, escultura, video y fotografía; expresiones que se ciernen sobre un reducido público de veinte personas quienes, como en una visita guiada, siguen al personaje que les indica en silencio el camino por donde continúa esta especie de viaje por el laberinto propio y el de los personajes. La experiencia se asemeja a la de ser parte de una pesadilla múltiple: se mezclan los símbolos griegos, los recuerdos que cada quien pudiera tener de Alicia en el país de las maravillas y de las décadas de 1940 y 1960, aderezada con las notas de “Hapiness is a warm gun” de los Beatles, “Only you” en versión de Los Platters, música original de Betsy Pecanins y letras de Jaime López. Las acciones de la obra, los inevitables rompimientos que se crean al avanzar por el laberinto creado en la galería Helen Escobedo del Museo del Chopo, la posibilidad de caminar, sentarse y mirar de pie las escenas, de ver el rostro y las reacciones del espectador de al lado —que puede taparse los ojos o mirar al piso mientras a un metro de distancia sigue su curso una escena erótica entre
Asterión y Dánae— generan una experiencia artística diferente. Personajes y objetos cobran un mayor significado que cuando se encuentran a la distancia sobre el escenario. La celda de un monje, un quirófano con fetos de barro y órganos expuestos en vitrinas, la telaraña formada por la soga de una Ariadna que toca el violoncello mientras su parte oscura susurra y acecha, la estancia verde de una casa que se atisba a través de un rectángulo abierto en la pared, la frontera con Estados Unidos en un video que mezcla personajes reales con paisajes de juego virtual, el laboratorio del FBI y el tablero de ajedrez como un territorio de posibilidades, estrategias y enfrentamientos, son elementos de los que participan juntos observadores y protagonistas. Alas metálicas de mecano para un soldado muerto, casco con pantalla exclusiva para los ojos de quien lo usa, armas, detonaciones, imágenes alteradas, una televisión encendida sin imágenes y los cuernos de un Asterión cuya presencia deja una estela de inquietud a lo largo del laberinto, son parte del cúmulo de elementos que apuntalan esta visita al pasado y a un presente en continua transformación. La creación dramatúrgica colectiva en la que colaboró Edith Ibarra, con la asesoría de Luis Mario Moncada, conforma un concierto de expresiones visuales y sonoras. La estridencia y la diversidad de tonos generan una simbiosis que permea el espectáculo, en contrapunto constante. Ulises Basurto, Leticia Garza, Carlos Guízar, Maricarmen Graue —al violoncello—, Alejandro Juárez-Carrejo, Ernesto Lecuona, Sabina Marentes, Ulises Martínez M., Jonathan Ramos y Pablo Sierra —de voz diáfana— interpretan a los personajes. La naturaleza de la propuesta de instalación escénica exige de los actores no sólo la interpretación de su personaje sino la conducción del espectador,
La obra se presenta de jueves a domingo en el Museo del Chopo
mientras interactúan con él, así como el cuidado del buen curso del recorrido, al tiempo en que entran y salen de la ficción que deben crear y, a ratos, establecen contacto visual directo con el público, por lo que dos o tres no acaban de ser totalmente dueños de su circunstancia. Sin embargo, el objetivo se consigue. El tránsito por los accidentes geográficos, teológicos, políticos, cotidianos y de ensoñación de este Labyrnthos que parte de la idea original de Rocío Carrillo, y cuenta con el diseño de ambientación y esculturas de Juan Manuel Marentes, expone al espectador a un bombardeo de estímulos que lo impulsan a internarse en mayores honduras. Las imágenes y acciones —virtuales, en combinación con tiempo y personajes reales—, la sucesión de escenas y el cúmulo de elementos siembran evocaciones. Antes de irse, los espectadores se verán rodeados por dieciséis puertas cerradas al interior de un tablero de ajedrez, en compañía de los personajes que los conducirán de nuevo a un exterior que encontrarán distinto, sin que éste haya sufrido modificación alguna. L
columna invitada ESPECIAL
Dos asesinatos, dos inicios, dos propuestas Araceli Álvarez Ugalde araceli_au@yahoo.com.mx
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utilaron los cuerpos, les arrancaron los ojos, sus instrumentos de trabajo fueron los que utilizaron para asesinar a sus patronas. Eran las sirvientas modelo. En 1933 un hecho trágico, como todos los de la nota roja, conmocionó a Francia: dos jóvenes hermanas asesinaron de manera sanguinaria a sus jefas sin motivo aparente. ¿Fue su conciencia de clase frente a la opresión de la burguesía la que las orilló al crimen, los daños mentales que después terminaron con la vida de una de ellas? ¿Dentro de la casa no se vivía en la felicidad completa? El mundo comenzó a hacerse preguntas; desde todos los ámbitos de la sociedad se crearon conjeturas sobre los motivos de Léa y Christine Papin para cometer el doble asesinato. Reflejo de la realidad, el teatro no pudo resistir un hecho tan dramático para llevarlo a su cauce y Genet fue el artífice en Las criadas (1947), en la cual resaltó el rencor de las hermanas por la vida que no tendrían; obra emblemática que ha sido mundialmente representada. Versos para convocar homicidas y Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar son dos propuestas escénicas que toman como punto de partida el caso de las hermanas Papin y la obra de Genet, con resultados distintos por completo. Ambas, sin embargo, remueven por dentro al espectador. Versos…, de David Gaitán, traslada a las jóvenes y su ama a un
teatro, único lugar en el que pueden existir y que han elegido para hablar de sus conflictos. Dos hermanas han sido criadas desde niñas por una mujer que las alejó del mundo real para construir, dentro de su hogar, uno perfecto. La señora las provee de conocimientos, les explica el significado de las palabras, el mundo que no conocen. Ella resuelve todas sus necesidades, hasta las físicas, pero al paraíso entraron las dudas, las obsesiones, los temores. Entonces las inocentes la mataron con la idea de que todo volviera a empezar, sin saber que cometían un crimen. “Nos quejamos de la violencia y acudimos a un espacio oscuro a aplaudirle. ¿Qué pasa si el público no aplaude al final de la obra?, ¿qué pasa
si no quiere irse?”, pregunta Christine, pero Léa se ha arrepentido de la plática. El enfrentamiento con los demás la hace recordar las dudas y ahora suplica al público que abandone su asiento. “¡Quédate quieta para que se vayan!”, le dice una hermana a la otra. La convención sugiere: toma tu asiento, guarda silencio, escucha, ve lo que ellos hacen en el escenario, aplaude cuando se apague la luz. Ellas vienen a decir: no vamos a hacer lo que ustedes esperan, aquí se habla de cosas importantes y nosotras sólo queremos discutir nuestro problema. ¿Guarda silencio y ve lo que ya está preparado para que suceda? No, aquí el espectador decidirá lo que deba pasar. Cuando la sociedad francesa se enteró del hecho, psicólogos, periodistas, criminalistas, policías, todos, analizaron a las hermanas. Su sexualidad, sus motivaciones, su salud mental, sus co ndiciones sociales, su extraña relación, su manera de ser. Lo único que necesita una gran actriz…, creación colectiva de Vaca 35 Teatro, parte de estos factores para presentar a dos actrices ensayando el texto de Genet en un cuarto de azotea. Al terminar el ensayo empiezan las adulaciones mutuas, para luego pasar a las descalificaciones, a insultos llenos de rencor. Veremos a las hermanas, amigas, amantes, colegas, pasar por una gama de emociones, desde el amor fraternal de las francesas hasta el odio de las pintadas por el escritor. Dos obras arriesgadas y propositivas que no puede dejar pasar. Al salir, vaya con cuidado, el regreso a la realidad puede ser complicado. L
sábado 26 de mayo de 2012
LABERINTO
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cine caribbeancinemas
Henning Carlsen
“Es necesario traicionar al libro para convertirlo en filme” El director de Memoria de mis putas tristes conversa aquí sobre las ambiguas y peligrosas relaciones entre la literatura y el cine entrevista Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com
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s alto el riesgo de llevar al cine una obra de García Márquez. La literatura del colombiano ha inspirado al menos veinte filmes, de los cuales la mayoría han arrojado resultados fallidos. Alberto Isaac (En este pueblo no hay ladrones), Arturo Ripstein (Tiempo de morir y El coronel no tiene quien le escriba), Luis Alcoriza (Presagio y Juego peligroso), Miguel Littín (La viuda de Montiel), Jaime Humberto Hermosillo (María de mi corazón), Felipe Cazals (El año de la peste), Francesco Rosi (Crónica de una muerte anunciada), Mike Newell (El amor en los tiempos del cólera) son algunos de los directores que han intentado traducir en imágenes la prosa del Nobel. A esta lista se suma el experimentado y octogenario realizador danés Henning Carlsen, quien se aventuró junto con Jean-Claude Carrière —guionista que colaboró con Luis Buñuel— a adaptar Memoria de mis putas tristes. La cinta protagonizada por Emilio Echevarría, Geraldine Chaplin y Paola Medina narra la historia de un periodista anciano que decide festejar su cumpleaños número 90 contratando los servicios de una joven virgen. Tan polémica como la novela, la cinta ha recibido críticas de círculos conservadores que la califican de machista y de promover la pederastia. A unos días de su estreno en México, el cineasta escandinavo habla de los retos que supone trabajar a partir de un relato del mayor exponente del realismo mágico. ¿Por qué adaptar una novela de García Márquez? Es difícil explicarlo. No es como decir “Leí el libro y voy a hacer un filme con ello”. De hecho, llegué a la novela un año y medio después de que salió. Entonces no contaba con las condiciones adecuadas para trabajar. Tengo que reconocer que en principio la obra no me impactó; es más, me olvidé de ella
durante unos meses. Tiempo después empecé a repensarlo y me pareció fascinante: la historia de un hombre muy viejo, enamorado de su madre pero que decide pagar por una mujer más joven cuando cumple 90 años… es surrealista. Nunca tiene relaciones sexuales con ella porque en realidad está enamorado de su inocencia. En fin, tiene muchas subtramas, eso me pareció bello y fascinante. ¿Cómo ocurre el proceso de transferir la imagen mental creada por el libro a la película? Ese es mi trabajo. Primero me enganché con la historia detrás de la historia. Cuando haces una adaptación no puedes poner todo el libro en la película. La cuestión radica en encontrar una vertiente escondida y sobre la que se pueda profundizar. Una vez que la tuve me concentré en crear el ambiente que proponía la novela. En este sentido, como escandinavo me resultó muy interesante recrear el ambiente caribeño. ¿Cómo creó la atmósfera tropical? Trabajé junto a un equipo profesional de cineastas mexicanos y sudamericanos. Tuve un gran camarógrafo, Alejandro Martínez, y a Roberto Bonelli como diseñador de producción. Ambos me ayudaron mucho, tuvimos una feliz colaboración. Me sentí fusionado con el ambiente sudamericano. Casi todos sus trabajos son realistas. ¿Cuáles fueron los retos de hacer una película que proviene del realismo mágico? Utilicé los elementos más visuales de la novela de García Márquez. Te pongo un ejemplo: el novelista habla de un caracol llorando. Son palabras reales pero en una situación irreal. Nadie sabe lo que quiso decir con ello, pero nos lo quedamos. Es decir, nuestro trabajo consistió en reconstruir o recrear sin la pretensión de hacer las cosas idénticas. No se trata de crear una atmósfera igual sino equitativa.
La adaptación de Carlsen está por llegar a México
Mientras que en la novela hay un primer y segundo narrador, en el filme no los hay. Eso genera un mundo diferente. Tampoco puedo decir que hay un método; se trata más bien de encontrar la manera de combinar todo. ¿En qué punto el filme toma el estilo de Henning Carlsen? En mi experiencia, es necesario traicionar al libro para convertirlo en filme, y cuando digo traicionar me refiero a no copiarlo. Adaptar no es copiar; la adaptación cinematográfica es un medio diferente. En la película hay diálogos que no son de García Márquez sino míos o de Jean-Claude Carrière. Cuando trabajamos en el guión, era yo quien escribía la mayor parte del tiempo y le mandaba mis borradores a Jean-Claude. Él los corregía y aportaba nuevas ideas. Carrière escribió tres hermosas cartas de amor y también aquella en la cual el protagonista anuncia su retiro. Es increíble cómo plasmó el espíritu de García Márquez. Creo que ahí estuvo la clave: nos concentramos en encontrar la esencia de la novela y en trabajar a partir de ella. La novela de García Márquez fue criticada por círculos conservadores: decían que promueve el machismo y la pederastia. Cuando empezó a filmar su película en 2009 también el proyecto fue criticado. ¿Qué opina de esto? No hay pedofilia en el filme. En el primer borrador del guión saqué todas las preocupaciones acerca de la edad. Algunos de los que protestaron en 2009 ni siquiera han leído el guión. Incluso la actriz que interpreta a Delgadina tiene 29 años. L
Hombre de celuloide ESPECIAL
Dúo Fernando Zamora @fernandovzamora
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y week with Marilyn está construida con base en tensiones binarias: Marilyn Monroe es la estrella que quiere volverse actriz, Laurence Olivier es el actor que quiere volverse estrella. Este es el ejemplo más evidente de la tensión entre opuestos que teje Adrian Hodges, guionista que hizo oficio en el arte de las series televisivas. Hodges mismo es polo en estos opuestos: la abundancia poética del recurso fílmico complementa la sólida precisión del recurso televisivo. Hay aquí gran cine. Algo vibra, un embeleso que además nos pone al borde del asiento. Michele Williams ha conseguido su mejor papel hasta la fecha. Ha dejado atrás el rol secundario para protagonizar el virtuosismo de la transparencia. Traer a presencia a Marilyn Monroe. He aquí un reto. Y sin embargo, a través de Williams brilla una belleza que no puede representarse (porque toda belleza es única). Y hay tensión entre transparencia y presencia. El cine inglés y el cine de Hollywood, el cine de sindicatos y el cine de libre empresa, el teatro clásico y la actuación del método. Todo en My week with Marilyn es tensión entre opuestos. Hodges sabe entretener y edificar.
Hay dos polos que me llaman la atención en forma particular. Norma Jeane habita en Marilyn Monroe (¿o es al revés?). Norma es la niña abandonada, la de asombrosa inteligencia, la que sabe utilizar sus carencias (incluso el hecho de ser considerada tonta por la única razón de ser hermosa) para llegar a la cima de Hollywood. Marilyn es una tontilla adorable, inocente, perversa, cara de nena y cuerpo de diosa. Las dos habitan el mismo ser que vive en esta película. ¿Y cuál de los polos devora al otro? Marilyn quiere ser actriz, Norma no la deja dormir; Marilyn quiere una familia, Norma quiere ser Marilyn (¿o es al revés?). ¿Quién mató a Marilyn Monroe? ¿Acaso fue Norma Jeane? Los diálogos tienen la elegancia de la simplicidad. Con pinceladas de dos o tres palabras reviven el universo de un personaje tan complejo como Norma-Marilyn-Jeane-Monroe. El otro dúo particularmente interesante en My week with Marilyn es el de la tensión entre lo femenino y lo masculino. Sería demasiado fácil pensar que en esta película es Marilyn Monroe quien seduce a Colin Clark. Esto se da por descontado. La realidad es que el guión es tan complejo que a través de las referencias a las que apunta entendemos que es en verdad Colin quien seduce a Marilyn. Es Colin el verdadero “príncipe enamorado de la corista”, es él la parte erótica en un filme que no adolece de la presunción vulgar de revivir a Monroe. El objeto del deseo es aquí este muchachito que se transforma en el adorable seductor de una mujer atormentada entre Norma y Marilyn, un niño que, apenas
My week with Marilyn (Mi semana con Marilyn). Dirección Simon Curtis. Guión Adrian Hodges basado en un libro de Colin Clark. Fotografía Ben Smithard. Música Conrad Pope. Con Michele Williams, Eddie Redymayne, Julia Ormond y Kenneth Branagh. Estados Unidos, Gran Bretaña, 2011 aprende a besar, seduce a la mujer más solicitada del mundo. ¿Por qué? Porque se ha atrevido a verla con los ojos abiertos, porque ha dejado atrás Eaton, la aristocracia y el castillo de su padre. Colin quiere una vida digna del cine. Pero para crecer, ha de dejarse romper el corazón. L
12 b sábado 26 de mayo de 2012
varia vik muniz
academia de comunicación
Monalisa
Octavio Paz, el PRI y Televisa
Efímero
archivo hache
Casta diva
Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com
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espués de mi columna “Carlos Fuentes y el PRI” en que dije que Fuentes y Octavio Paz fueron dos variantes del mismo tipo de “intelectual revolucionario institucional” y señalé la identificación de Paz con PRI y Televisa, lectores me reclamaron con dureza. Y Fernando García Ramírez (colaborador de Letras Libres) me pidió —en twitter— dar evidencia de los elogios de Paz a Zedillo y Azcárraga. Creo relevante, entonces, citar en extensión dicho pasaje en que Paz habló elogiosamente del ex presidente e incluso utilizó al poeta visionario William Blake (!) para rememorar al Tigre Azcárraga, una de las figuras más cuestionables de las últimas décadas mexicanas. Dijo Paz en discurso: “Sheridan se va a encargar de todo el trabajo cultural, y un poco burocrático, de nuestro instituto. Naturalmente, en primer término, guardará los papeles que han pronunciado los miembros fundadores y, entre ellos, estos papeluchos que escribí anoche. Los guardo como un testimonio personal de mi afecto y mi admiración por Ernesto Zedillo. “Cuando el presidente Zedillo me encargó presentar ante ustedes los grandes lineamientos de este proyecto cultural que lleva mi nombre, bueno, me sentí aturdido pero no pude menos que aceptar porque me ligan lazos recientes, pero muy profundos, de amistad con él... “Él me ha hecho, incluso, cambiar en buena medida mi idea no sólo de los hombres,
sino, muy especialmente, de los hombres políticos... Hay en su corazón una zona luminosa, generosa, solar... “Creo que una de las cosas que distingue a la historia de México es la frecuencia con que aparecen los amigos y benefactores de los escritores, poetas... “Quisiera decir algo sobre alguna de las personas que me han ayudado de un modo tan amistoso. Acaba de hablar, en representación de estos hombres, el hijo de mi amigo Emilio Azcárraga Milmo. “Acabo de pronunciar un nombre sulfuroso, con un poco de tranquilidad. Antes, cuando decía que yo era, de todos modos, amigo de Emilio Azcárraga, este apasionado de las discusiones, era muy difícil defenderlo. “Era un personaje que había exaltado la vida pública mexicana... con una gran dosis de novedad, de originalidad y, digamos la verdad, de generosidad. Pues ese hombre difícil, huraño, no era nada más difícil y huraño: no era sólo El Tigre sino también un ser solar: los tigres son animales solares como nos recuerda William Blake: Tiger, tiger burning bright / in the forests of the night. “Bueno, esta mezcla de oscuridad y de luz caracteriza no sólo a El Tigre, sino también a todos nuestros amigos: todos tienen algo de tigres”. El discurso completo se puede leer en “Nubes y sol”, Anuario de la Fundación Octavio Paz (número 1, Fundación Octavio Paz, México, 1999, pp. 11-13). Nada que añadir. Este testamento de Paz habla por sí solo. L
Avelina Lésper avelinalesper@gmail.com
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a distanasia es el empecinamiento moral de la medicina que obliga a vivir a un enfermo que no tiene curación. También llamado ensañamiento terapéutico, es una actitud ciega ante la realidad del enfermo y su sufrimiento. La conservación de las obras de arte está pasando por momentos oscuros y extremos. La restauración se toma atribuciones que no le corresponden, haciendo que las obras vivan más, prolongando una existencia que no fue pensada para eso. Las contradicciones teóricas del arte contemporáneo son su piedra fundacional: rechazó al museo y vaticinó su muerte, lo llamó sepulcro del arte para ser dependiente in extremis de la institución y creó obras efímeras para que los conservadores les dieran vida artificial. Al cambiar los objetivos del arte, el desprecio por las técnicas derivó en desprecio por los materiales. Los artistas, como una protesta a la institucionalidad del objeto artístico y su presencia perenne en el museo, eligieron materiales que no podían resistir el paso del tiempo, produciendo objetos desechables. El happening , la fiesta ritual que se acaba, continuó en el objeto y su creación, la obra, tiene que durar un momento o ser realizada con materiales vulnerables que no existirán en la posteridad. Los simposios de conservación de arte, contradiciendo los deseos y las bases teóricas de estos trabajos, se obsesionan por hacerlos vivir más tiempo; y ya que usan términos médicos en sus protocolos de trabajo, diremos que esta obcecación es ensañamiento terapéutico o distanasia. Las obras de Vik Muniz realizadas con jarabes de sabores, los pasteles de Gabriel Orozco o el alpiste de Jessica Witte no necesitan conservarse: que el museo sea congruente con sus ideas, acepte que compró un momento, un timeline, no documente el objeto y asuma su pérdida material. El coleccionista adquiere un gesto, la decisión del artista de escoger entre una cosa u otra. Cuando Sarah Lucas cuelga un pollo muerto sabe que se pudrirá. Pues que se pudra. Su
intención es demostrar una actitud “irreverente” ante el arte. Empeñarse en sustituir el pollo por otro recién muerto e investigar técnicas para restaurar el jarabe contraviene el sentido y la naturaleza fugaz de la obra. Son objetos performáticos que existen mientras suceden. El menosprecio por la trascendencia no es una broma, es una posición que debe llevarse a sus últimas consecuencias. Las obras que buscan permanecer, ir más allá de sí mismas y de su tiempo son las que trascienden. Una obra de Otto Dix o Rembrandt es algo más que una presencia material: conmueve, emociona o golpea aunque el momento de su creación haya quedado atrás. Es un asunto de implicación, de un estilo que sobrepasó los límites, un significado que superó los motivos que lo generaron. Los materiales duraderos responden a la necesidad de dejar testimonio: las cavernas están pintadas con pigmentos que soportaron el tiempo y el clima. La utilización de la piedra es práctica y es simbólica, es la transformación en arte de un material que tiene la edad de la Tierra. Esculturas de grasa son físicamente efímeras y, además, lo son intelectualmente. Esclavizadas a su mínimo marco histórico, se reducen a una realidad pasajera; no pueden ir más lejos del instante en que existen. Imposibilitadas de un impacto en el futuro, no aportan conocimiento y su significado es una imposición irracional, una falsa identidad. Son repeticiones literales de la realidad, lo que las hace prescindibles. Los artistas que no temen a su cita con el futuro dejan obras que puedan ser analizadas, juzgadas o admiradas siglos después. Bolsas infladas con el aliento del artista, obras de hielo o de gel para el cabello, son de química y concepto perecederos. ¿Por qué los conservadores de arte, los compradores y las instituciones les imponen una existencia artificial? El fondo converge con la forma. Sin valor estético es válido que no permanezcan para otras generaciones y no dejen testimonio de un cuerpo enfermo, sin talento. No las hagan vivir más tiempo, no las restauren, no las sustituyan por otro animal fresco; déjenlas morir. El que elige el olvido no merece la trascendencia. L