Laberinto No. 480

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Laberinto

David Toscana Muerte por asilo página 2 Sandra Lorenzano Adiós a Héctor Tizón página 5 Claudia Hernández de Valle-Arizpe Raúl Renán página 8 Emmanuel Carballo Problemas sin resolver página 9

N.o 480

sábado 25 de agosto de 2012

Noticias de Gerardo Deniz

Fernando Fernández Página 4 EFE

Notas desde Siria Jonathan Littell Página 6

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02 b sábado 25 de agosto de 2012

MILENIO

antesala DE CULTO

ESPECIAL

Muerte por asilo

Yevgueni Yevtushenko

Un ruso latinoamericano

TOSCANADAS AP

Julian Assange

David Toscana dtoscana@gmail.com

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n la novela de Mijaíl Bulgákov, El maestro y Margarita, la sociedad de escritores tiene su sede en una casa que llaman “Griboyédov”, pues supuestamente ahí habría vivido Alexandr Serguéyevich Griboyédov, autor de una de las más populares obras del teatro ruso, cuyo título se ha traducido de distintos modos, entre los cuales mi preferido es La desgracia de tener talento. El zar Nicolás I nombró a Griboyédov su ministro plenipotenciario en Persia, sin saber que el escritor pronto tendría el final más trágico de la literatura. Militar de agallas y recién casado con la duquesa Nino Chavchavadze, de dieciséis años, a quien dejó embarazada, ejerció una breve misión diplomática. Y es que al poco tiempo de llegar a Teherán, se presentaron en la embajada tres armenios para pedir asilo: un eunuco y dos mujeres del harén del sultán. Griboyédov los recibió, pese a que ninguno de los tres perseguidos representaba lo más selecto de la sociedad ni lo más relevante de la intelectualidad. Los persas, azuzados con argumentos políticos y religiosos, reunieron una numerosa turba frente a la embajada para gritar consignas y amenazas. Ante la decisión de Griboyédov de respetar el derecho de asilo, la muchedumbre atacó la embajada. Aunque los rusos defendieron durante un tiempo su embajada, la acometida de cientos y hasta miles de teheranís se volvió todopoderosa. Las crónicas cuentan que hubo sólo un sobreviviente. El embajador cayó, espada en mano, quizá

Penélope Córdova b fegari13@gmail.com

pensando en un deber o en una ética, o quizás en ese caso sean lo mismo. Su cuerpo fue arrastrado por buena parte de la ciudad. Hombres, mujeres y niños se habrán divertido con el indigno acarreo del cadáver. Más tarde, un carnicero se encargó de trozarlo. A pedazos de carne quedó reducido un sagaz intelectual que dominaba el griego, latín, inglés, italiano, alemán, francés e incluso el persa moderno, al punto de haber escrito versos en ese idioma. Un escritor de los de antes, que conocía a los clásicos. Muy orgulloso se habrá sentido el matarife. El zar no quiso crear un conflicto con Persia, pues en ese momento necesitaba de su apoyo en la guerra que libraba contra los turcos, de modo que aceptó un enorme diamante en calidad de disculpa. La zarina, encantada. Además, el gobierno ruso no acababa de asimilar las ideas vanguardistas del buen Griboyédov, pues al momento de su muerte, su famosa obra de teatro aún se encontraba prohibida. El propio Dostoievski reaccionó ambiguamente ante La desgracia de tener talento. El personaje principal le parecía inteligente, cultivado, ingenioso, pero tal vez demasiado europeo. Para la duquesa Chavchavadze no hubo disculpa que valiera. Parió un niño muerto cuando llegaron las noticias de Teherán. Según se desenvuelvan las cosas, veremos hasta dónde el gobierno de Ecuador procede como Griboyédov, y hasta qué punto el británico se comporta como una turba primitiva, linchadora y descuartizadora. Eso sí, pase lo que pase, la justicia sueca ya quedó como dócil concubina del harén anglogringo. L

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n Rusia todo es superlativo. Hielo, guerra y poesía tienen prohibidas las medias tintas. El Transiberiano, la ruta ferroviaria más larga del mundo, compite con la Muralla China por ser el cementerio más poblado. Ahí, en la estación de Zima (Invierno), una pequeña ciudad cerca de Irkutsk, nació Yevgueni Yevtushenko en 1933. Sobrevivir al siglo XX sin censuras ni juicios genera responsabilidades. “En Rusia, un poeta es más que un poeta”, tituló Yevtushenko el poema con el que debutó en un estadio de futbol. Como una manifestación de temperamento, su obra literaria y su actividad política estarían marcadas por esta primera aparición: su poesía es un fenómeno social dirigido a los grandes públicos. El histrionismo de Yevtushenko y su evidente figura de superstar le han valido la ironía de la crítica. La convicción de que el poeta debe ser la voz no sólo de los oprimidos sino también de los desaparecidos, unida a su afición a los reflectores, lo han llevado por diversos caminos, los de cineasta, fotógrafo, actor y diputado. Pero no siempre resulta de mal gusto el amor por la fama. En ocasiones es útil porque posibilita la relativización de las fronteras y la empatía con el espectador. El autor de Autobiografía precoz viajó por todo el mundo. Medellín, La Habana, Buenos Aires, Santiago, Ciudad de México (1968) son sólo algunos de los lugares donde realizó lecturas en importantes escenarios. Yevtushenko desarrolló un entrañable apego por una América Latina devastada por golpes de Estado y conflictos sociales. La represión y los

crímenes cometidos contra el pueblo por la clase gobernante no debían permanecer en silencio. Una considerable parte de la obra poética de Yevtushenko está inspirada y dedicada a Latinoamérica y a las historias de la gente en lugares donde las exigencias de democracia y libertad eran una fastidiosa plaga que la clase política hacía todo lo posible por silenciar. “El ajedrez de México”, “La llave del comandante”, “Casi al final”, “Una paloma en Santiago” son testimonio de fraternidad. Este último poema narra la historia de un joven chileno que prefirió el suicidio al enfrentamiento con el mundo de las pasiones, donde todos terminan con el espíritu lacerado. Escribe el poeta que “la vida está hecha de vidas, y la historia es el nexo entre ellas”. No es posible esperar para contemplar la historia y juzgarla en perspectiva. Lo importante es registrar cómo atraviesa y vincula la existencia de las personas, hacia dónde las conduce. La historia nunca es impersonal. Yevtushenko lo sabía desde entonces. A pesar de haber denunciado los pogroms (Babi Yar) y la estalinización de las conciencias (“Los herederos de Stalin”), Brodsky le reprochó la ambigüedad de su postura, inscrita en los límites de lo permitido por el Kremlin. Hoy se sabe que cada una de sus lecturas y publicaciones eran seguidas minuciosamente por la KGB. Gracias a su elocuente presencia y a esa visión que le permitió comprender la similitud entre dos sufrimientos lejanos, Yevtushenko representa el más estrecho vínculo entre Rusia y Latinoamérica. L

EX LIBRIS

BITÁCORA PSICOTRÓPICA

Lewis Carroll bEKO

Xavier Velasco

La amargura es un cáncer asintomático.

MILENIO b LABERINTO b Dirección: José Luis Martínez S. Edición: Alicia Quiñones Coedición: Roberto Pliego Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía


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LABERINTO

antesala

Si en otro mundo todavía

Herencias post mortem

El poeta mexicano pinta la ciudad como la experiencia de una memoria en construcción, una nube que contiene el aliento

A SALTO DE LÍNEA ESPECIAL

POESÍA Jorge Fernández Granados

Constelación La ciudad es un resuello, un contingente de animales misteriosos, transmutada, infeliz. La ciudad, torpe esqueleto de rutas y monumentos, ombligo líquido que duerme un sueño largo y oscuro, con veinte millones de pasos cubriéndole la tristeza, un lenguaje híbrido de polvo y luz, un abismo latente y prehistórico. Éste es nuestro pantano con flores incrustadas de inaudita belleza, con todos los profetas y los imbéciles confundidos en un grandioso tiempo sin época. Vieja ciudad: giro en el aire, constelación, laberinto, imagen encinta, cruda, imperdonable, imperdonable ciudad hasta el fi n del tiempo cuando quema, hiede, palpita y penetra hasta la célula cima, reduce, droga, fragmenta: nube loca de luciérnagas innumerables que retiene el aliento, se ausenta, va y encuentra un lugar en el sueño, en la metáfora del imposible cielo. De La música de las esferas (1990)

S

i en otro mundo todavía, de Jorge Fernández Granados (México, 1965), es una antología personal de 17 años de trabajo. A ella van a dar sus intereses literarios: la imaginación, la memoria, la crítica social. Pero, ante todo, guarda la historia escritural de un autor al que la poesía le ha revelado un lenguaje intimista. El libro, que será presentado esta semana en Colombia, incluye piezas de La música de las esferas (1990), El arcángel ebrio (1995), Resurrección (1995), El cristal (2000), Los hábitos de la ceniza (2000) y Principio de incertidumbre (2007). Fernández Granados es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, y ha obtenido, entre otros, el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines (1995) y el Aguascalientes de Poesía (2000).

Frida Kahlo y Chavela Vargas

Braulio Peralta braulioperalta@yahoo.com.mx

I e dije a la reportera de espectáculos: —Vienes por el escándalo, no por la historia de Chavela. Aquel 7 de agosto, la cantante recibía un homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes. La familia de la artista se aprestaba —también— a propiciar el escándalo, y dar la “nota de color”. Una nonagenaria que le dio la vuelta al mundo con las canciones de José Alfredo Jiménez era un suculento plato para pensar en la inmensa fortuna que dejó, al menos con las regalías de sus discos… La periodista me sonrió. Me dijo: “Cómo eres…”. Y prosiguió su tarea. ¿A quién beneficiamos con ese tipo de material informativo? Chavela Vargas cruzó la línea del tiempo y se sobrepuso a la tragedia. De aquella imagen con Frida Kahlo, acostadas en el jardín, sonriendo a carcajadas, sabíamos que era un ser que decidió ser huérfana y vivir en consecuencia. La familia es la que formó en su camino en busca de la libertad. ¿Es tan difícil de comprender? Ella eligió la complicidad de María Cortina para morir poco a poco sus últimos años. Aquella familia que la vio nacer quedó atrás. Hoy sólo quieren algo de esa fama, y lo que dejó la cantante.

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II A María Félix su familia la sacó de su tumba para corroborar si había sido envenenada aquel 8 de abril de 2002. En realidad, disputaban la herencia que la actriz decidió al dejar sus bienes al chofer recomendado de Ernesto Alonso. Decisión inconcebible a los ojos de la sangre que reclama sangre

(y dinero). Meses duraron sus huesos fuera de la tumba. Nadie se dignó dar la orden para volver a encriptarla. Su rostro apareció en la revista Alarma!, al lado de las momias de Guanajuato. La belleza corroída. La familia se dio de topes al descubrir el forense que la artista sólo murió en soledad con la gente que la atendió sus últimos años. Y desaparecieron del espectáculo. III En palabras de Ernesto Alonso, “fue Dios quien quiso que tuviera a Diego y Lupita”. Hijos adoptados en los años sesenta, cuando las noticias del espectáculo nada tenían que ver con la vida privada. Niños recogidos por Ángel Fernández, pareja sentimental del “Señor Telenovela”. Niños que fallecieron mayores en situaciones adversas pero dejaron dos hijas, Mary y Julia, mismas que aun ahora no han podido recoger la herencia que les dejó Ernesto Alonso porque la madre —que llegó a la casa de Ernesto y Ángel como empleada doméstica—, se quedó con la herencia, y ahora pelea a Televisa los derechos de autor de las telenovelas de don Ernesto. ¿También Dios quiso que así sucediera? “Ay, ay, ay, ay, que la vida es un carnaval…”, cantaba Celia Cruz. Conclusión: no cabe duda que la vida tiene sus revanchas. Heredar es muy fácil. Hacer una vida pública, no. Y lograr reconocimiento, menos. Es algo que nunca entenderán los herederos. Es un asunto que mal hemos investigado los periodistas. Las vidas de Chavela Vargas, María Félix y Ernesto Alonso —sume las que usted guste— son asuntos que aun están por descubrirse. Coda Y el periodismo del espectáculo, en pañales. L

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literatura OMAR MENESES

El autor de Gatuperio en su casa, en 2008

Noticias de Deniz Tres libros de reciente salida abordan, invocan o vuelven a llamar la atención sobre la obra de uno de los poetas mexicanos más renuentes a la clasificación, dueño a su vez de una afilada ironía

CRÍTICA Fernando Fernández

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ésar Aira me citó en una desangelada cafetería muy cerca de la esquina de Callao y Corrientes. Era junio de 1999. El propósito de mi estancia en Buenos Aires era recabar información y hacer algunas entrevistas para escribir una crónica del centenario de Borges. Al poco de empezar a conversar, antes incluso de entrar en materia, Aira abordó un tema totalmente inesperado: Deniz. Me dijo que era uno de sus autores preferidos de la literatura mexicana y que lo leía y releía con verdadera fascinación. Estos días ha caído en mis manos un libro en el que el brillante narrador argentino expone las razones de su admiración por el poeta mexicano. Durante los últimos meses, en Argentina, México y Alemania han aparecido algunas publicaciones que contienen materiales sobre el autor de Gatuperio. Este artículo las enlista y comenta brevemente. Dunkle Tiger, Lateinamerikanische Lyrik (2012), un hermoso volumen editado en Frankfurt por la editorial S. Fischer bajo el título de Oscuro tigre, compila a algunos de los poetas hispanoamericanos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Se trata de un grupo de dieciséis autores de diez países entre los que están Olga Orozco y Juan Gelman (Argentina), Nicanor Parra y Gonzalo Rojas (Chile), Blanca Varela y Jorge Eduardo Eielson (Perú), Álvaro Mutis y Giovanni Quessep (Colombia) y Eliseo Diego y José Kozer (Cuba)… También aparecen Ida Vitale (Uruguay), Rafael Cadenas (Venezuela) y Carlos Martínez Rivas (Nicaragua). México es el único país que aporta tres poetas a la selección: Lizalde, Pacheco y Deniz. Firmada por Michi Strausfeld, una editora cuyo trabajo ha sido importante para la difusión de la literatura latinoamericana en tierras tudescas, la antología reúne el trabajo de diez traductores diferentes. Algo salta a la vista: es predecible que en ella estén Pacheco o Gelman, e incluso Parra, no así Deniz (cuyas versiones al alemán son de Susanne Lange). Copio la parte más interesante de la nota que le corresponde, en traducción de un amigo. Antes, no puedo dejar de anotar que la frase que se cita como del poeta contiene una ironía evidente que la editora alemana no parece percibir. “Su obra se nutre de literatura, ciencia y música, y de preferencia con materiales de ámbitos distantes de la lírica. Por causa de la variedad de sus influencias y por su lenguaje, ha sido considerado un neobarroco. En este sentido, Deniz no quiere mostrar

erudición sino hacer malabarismos con piezas móviles, para iluminar la realidad desde las perspectivas más diversas. Muchos poemas introducen la ironía y los experimentos lingüísticos en tono solemne. Así, su poesía ha sido señalada como una suerte de ‘contrapoesía’. Deniz dice: ‘yo mismo estoy consciente de que no escribo verdaderos poemas, sino a lo sumo parodias desvergonzadas de ese género sutil, difícil, selecto y variado llamado poesía’. Se le cuenta entre los autores marginales, ‘raros’, de la lírica mexicana, y sin embargo ha influido decisivamente en muchos poetas jóvenes. Los críticos lo consideran como uno de los poetas más innovadores de Latinoamérica”. Los poetas hispanomexicanos (Enrique López Aguilar, Ediciones EON / UAM-Azcapotzalco, México, 2012), una antología de trece poetas precedida por un estudio de 175 páginas, recoge la obra de los hijos de quienes pelearon la Guerra Civil y acabaron estableciéndose en condición de exiliados en México. Deniz aparece en ella junto a autores como Luis Rius, José Pascual Buxó, Jomí García Ascot, Angelina Muñiz-Huberman, Federico Patán, César Rodríguez Chicharro y Tomás Segovia. Habría mucho qué decir sobre este nuevo intento, el tercero por lo menos, de situar una poesía en principio planteada entre España y México y que acabó formando parte de la literatura de nuestro país. Llama la atención que de las publicaciones recientes con trabajo de o sobre nuestro poeta, ésta sea la menos comprensiva. Quizá la explicación esté en que algunos conceptos de su autor resulten algo estrechos y su punto de vista de cuando en cuando un tanto dogmático. Para explicar, por ejemplo, el mundo de los españoles en México no hace más que volver al maniqueo lugar común y dividirlos entre lo que llama “gachupines” y “republicanos”: los primeros, que emigraron a tierras mexicanas antes de la guerra, resultaban “represivos e intolerantes”; los segundos,

que llegaron aquí como consecuencia de ella, eran “formadores e inteligentes”. Más adelante llama a aquéllos “ignorantes, ambiciosos y conservadores” y dice que carecían de la “autoridad moral” que tenían los exiliados. (¿Cómo explicarle que la misma palabra “republicanos” es conflictiva e inexacta?) Según él mismo, Deniz es uno de los poetas más singulares del libro y probablemente el que menos lazos de unión tiene con el resto: no tuvo nada que ver con los maestros del grupo, no se dedicó a la docencia, no hizo tesis, no editó revistas, no manifestó nostalgia por una cultura o un paisaje… Quizá por esa singularidad, el significado y los alcances de su obra se le escapan de punta a punta. ¿Qué hacer con un autor que ha afirmado de todas las maneras posibles que no se identifica con el exilio político y que incluso ha denunciado algunos de sus aspectos negativos, al revés de la idealización a la que se ha tendido en México? Cuando se refiere a la importancia de su obra, que relativiza diciendo que si Tomás Segovia o Deniz son “si no famosos, por lo menos reconocibles para segmentos mexicanos cultos académicos que leen poesía”, no es porque quepa la posibilidad de que sean los mejores del grupo sino porque estuvieron “integrados al gran tranvía de la cultura presidida por Octavio Paz” (el subrayado es suyo), y todavía se refiere a “las tendenciosas encuestas de Letras Libres que suelen incluir a Deniz como si fuera el único poeta hispanomexicano”. Luego afirma que nuestro poeta empezó estudiando química pero “su actitud antiacademicista [sic] lo alejó de los estudios universitarios, convirtiéndose en un intelectual autodidacta y diletante”. A veces parece que para el pensamiento académico universitario sólo existe una alternativa a lo que no sea él mismo: la condición de aficionado, el diletantismo. Sin embargo, todo el que conozca a Deniz sabe que de ninguna manera le


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literatura ajusta ese calificativo, de innegable connotación negativa. (Es lo mismo que uno piensa al leer esta extraña observación: “sus libros se han publicado en editoriales no universitarias”, como si fuera sorprendente que hubiera vida más allá de los cubículos…) Más adelante dice que se interesó en “cuestiones de traducción”, lo que tampoco es cierto: si durante largos años Juan Almela tradujo fue como una forma enojosa de mantenerse —aunque hubo excepciones, como en todo—. ¿Y a qué se refiere cuando escribe que “para varios expertos en literatura contemporánea su literatura [es] estrambótica e incomprensible”? Es necesario preguntarle: ¿quiénes son esos “varios expertos”? Más allá de un par de casos anecdóticos, la crítica negativa a la obra de Deniz, si existe, no ha sido divulgada —o al menos que yo sepa—. Es significativo que el estudio acabe con una cita de Antonio Carreira en la que el prestigioso gongorista español describe a Deniz como “el más rebelde y original del conjunto, que ha alcanzado el paroxismo encerrando citas, enigmas y palabros en sus poemoides, y que acaba de arreglarlo con esta declaración: ‘Comprendo que no se me comprenda pues no hay nada que comprender’ ”. Con sus flaquezas, el libro de López Aguilar resulta valioso porque nos pone delante de una serie de poetas de difícil acceso (Perujo, Jomí, Buxó, incluso Chicharro) y nos descubre a otros como Nuria Parés. Incluso diría que también lo es para el estudio del propio Deniz porque le otorga a éste una perspectiva desde la que es interesante y aun necesario considerarlo: Los poetas hispanomexicanos ofrece un contexto a un poeta que parecería no tenerlo, aunque sea sólo para desmarcarse de él.

Más allá de un par de casos anecdóticos, la crítica negativa a la obra de Deniz, si existe, no ha sido divulgada A finales de 2010 estuvo en México el librero y editor argentino Francisco Garamona. Un lustro antes había fundado una editorial llamada Mansalva, nombre que tomó de la antología que reúne poemas de los tres primeros libros de Deniz (Lecturas Mexicanas, Segunda Serie, SEP, 1987). Garamona consiguió la anuencia del poeta para editar nuevamente Mansalva (Buenos Aires, 2012), esta vez bajo el sello bautizado en su honor y cuyo primer título, allá a finales de 2005, había sido El pequeño monje budista de César Aira (que por estos días reedita ERA en México). Pero lo mejor de la nueva edición es una nota precisamente de Aira reproducida en la contraportada y de la que copio algunas frases. Para él, los poemas de Deniz son “suntuosos acertijos cargados de vocablos raros, alusiones hipercultas y conclusiones oscuras. Pese a lo cual hay en ellos una luz intensa y una constante felicidad. […] Lo más atractivo de su obra son los poemas largos, o series de poemas, en los que actúan y dialogan algún personaje histórico o literario y un interlocutor menos ubicable […] en lo que terminan siendo verdaderas novelitas filosóficas pobladas de aventuras, que pueden releerse indefinidamente (porque nunca se las [sic] termina de entender), siempre con placer”. Y más abajo: “Con cuentagotas, ha publicado exégesis de algunos de sus poemas. Estos textos son del mayor interés pues iluminan de modo exhaustivo las alusiones históricas o enciclopédicas en general recónditas a las que el autor es proclive, y lo que parecía una máquina de puro efecto verbal se revela como un relato perfectamente razonable. […] Que estas explicaciones existan, y se hayan publicado, así sea en cantidades mínimas, carga de promesas el resto de su obra y la vuelve más intrigante todavía. De hecho, sugieren un procedimiento de composición con el que se podrían reconstruir mecánicamente todos los poemas”. Además de reeditar Mansalva, Garamona, que acaba de fundar la revista literaria Luz Artificial, incluyó en el número inaugural de esa publicación los fragmentos de las entrevistas denicianas que salieron bajo el título de “Superhiperbático” (Luvina, revista de la Universidad de Guadalajara, número 58, primavera de 2012). L

Dibujo de un narrador furtivo

Adiós a Héctor Tizón Ha muerto uno de los autores más originales de la literatura argentina, una suerte de Juan Rulfo de Jujuy. Su voz dio nombre a la decadencia y a la ausencia de identidad ENSAYO ESPECIAL

Sandra Lorenzano Para Flora, por supuesto Porque, dicho de una vez, esto es lo que somos los escritores que hemos decidido emboscarnos en el desierto del interior: narradores furtivos, francotiradores, aguafiestas desconfiables y sospechosos…1

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uando pensamos en literatura argentina, solemos pensar en Borges, en Cortázar, en Silvina Ocampo, en Manuel Puig. Algunos preferirán hablar quizá de Ricardo Piglia o de Juan Gelman, entre los contemporáneos. Todos ellos escritores de la zona del Río de la Plata; la mayor parte, habitantes de la ciudad de Buenos Aires. Pero poco se sabe de la literatura que se escribe en el resto del país. El centralismo argentino, tan característico de nuestros países, es evidente en el campo literario. También en la Argentina hay zonas olvidadas o “canceladas” en el imaginario nacional. Son pobres. Son mestizas. Son precarias. ¿Quién quiere hablar de ellas? Borran de un plumazo el mito del país blanco, europeo y cosmopolita. Como máximo sirven para mostrar cada tanto un colorido rostro folclórico. Ahí sí que nos emocionamos escuchando a la Negra Sosa o el “Carnavalito” (“Llegando está el carnaval quebradeño mi cholitay”). El país que no miramos se llamaba un programa de televisión de los años ochenta. Y en ese pedazo que preferimos no mirar, nació uno de los escritores más interesantes, propositivos y complejos de la segunda mitad del siglo XX. Alguien que se sacudió las etiquetas de regionalista, folclorista, provinciano, y otras tantas que quisieron endilgarle, a través de una prosa profunda, densa, deslumbrante en su despojamiento esencial. Hablo de Héctor Tizón, por supuesto, quien nació en 1929 en la provincia de Jujuy, en Yala, en el noroeste argentino, y allí mismo murió hace pocos días —el 30 de julio— dejándonos mucho más solos. Los “vientos de la historia”, como él los llamaba, lo habían llevado por el mundo: México, España, Italia, Francia. De a ratos la diplomacia. De a ratos el exilio. Así es la vida por estos rumbos latinoamericanos. Pero regresaba siempre a su patria chica. Si desde sus orígenes el Estado argentino construyó su legitimidad en la cancelación de cuerpos y voces, Tizón hablará a partir de esa “borradura”. De la memoria reciente y de la lejana, de la individual y de la del país. “Soy un ejemplar de frontera”, solía decir de sí mismo. Y con esto hacía referencia no sólo a lo geográfico sino a un espacio de contacto y conflicto, a los “bordes de la decadencia”: “No somos bordes de una cultura imperial y de una economía sólida, sino bordes de la decadencia. O bordes de una ausencia de idea nacional, lo que es terrible”.2 Siendo un joven abogado, Tizón fue nombrado agregado cultural de la embajada argentina en México. Aquí conoció a Juan Rulfo, uno de los escritores que mayor huella dejarían en su vida. Me animé a contarle que yo era un diplomático ocasional pero que en realidad quería escribir y le hablé de la perplejidad de la lengua, del conflicto entre la lengua del sur, las lenguas de la literatura y mi lengua. Rulfo, que nunca fue un ingenuo, me dijo: “De eso no tienes que cuidarte, tienes que encontrar la esencia del habla de tu propia gente, sólo el Papa habla ecuménicamente y habla mal en todos los idiomas. Un escritor escribe para alguien, para muy pocos, y ese alguien son tus paisanos”.3

Tizón supo, entonces, que tenía que seguir el consejo del creador de Pedro Páramo y se lanzó

"Soy un ejemplar de frontera", solía decir Héctor Tizón de sí mismo

a escribir algunos de los cuentos y novelas más originales que ha dado la literatura argentina. La presencia del silencio en sus obras, la búsqueda de un lenguaje personal fundado en la austeridad y el despojamiento, los roces entre la oralidad y la escritura, hacen que se lo conozca como “el Rulfo argentino”. En México, Tizón publicó el primero de sus libros, un conjunto de relatos titulado A un costado de los rieles, en 1960. A éste siguieron El cantar del profeta y el bandido, El jactancioso y la bella, Luz de las crueles provincias, La mujer de Strasser, Extraño y pálido fulgor, por nombrar sólo algunas obras, hasta llegar a sus últimos libros: las memorias tituladas El resplandor de la hoguera, y el conjunto de relatos reunidos en Memorial de la Puna, aparecido hace apenas algunos meses. Uno de sus libros más entrañables es La casa y el viento. La considero una de las mejores novelas que se han escrito sobre el exilio argentino, aunque, curiosamente, habla del camino previo al abandono del país. Antes de huir quería ver lo que dejaba, cargar mi corazón de imágenes para no contar ya mi vida en años sino en montañas, en gestos, en infinitos rostros; nunca en cifras sino en ternuras, en furores, en penas y alegrías. La áspera historia de mi pueblo.

El protagonista, un joven abogado, debe dejar la Argentina ante la violencia desatada por la dictadura militar, y lo hace en un viaje al norte del país en el cual se va despojando de todo aquello que carga, lo real y lo simbólico, para llegar así a lo esencial. Después de un largo recorrido que puede ser visto como un rito de aprendizaje, cruza la frontera con Bolivia a pie y con apenas un cuaderno y una pluma como equipaje. Entre los epígrafes que marcan el inicio del libro y la frase final (“Un soplo desvaneció mi casa, pero ahora sé que aquella casa todavía está aquí, erigida en mi corazón”) se desarrolla el viaje. Si la casa aún está en pie es porque el ejercicio de la memoria vuelto literatura pudo más que cualquier soplo. La memoria suma lo colectivo a lo individual en el dibujo de un territorio desolado, donde lo verdaderamente importante se esconde en las voces que murmuran, en las miradas furtivas, en los silencios de esos habitantes solitarios, herederos de siglos de tradición y olvidos. Hasta los confines del país, hasta esas tierras donde el sol cae a plomo y la nación es una idea ajena, llega la violencia buscando expoliar lo que ya ha sido expoliado, castigar lo que hace muchísimo tiempo vive castigado. Con esos escasos y dolidos materiales, en un ejercicio riguroso y austero, Tizón hablará de lo indecible. Éste será, al menos en mis apuntes, el testimonio balbuciente de mi exilio… El testimonio de alguien que en un momento se había puesto al servicio de la desdicha, que ahora huye pero anota y sabe que un pequeño papel escrito, una palabra, malogra el sueño del verdugo.

La pluma de este “narrador furtivo” que fue Héctor Tizón seguirá malogrando sueños. ¿Qué duda cabe? Nosotros, sus cómplices, seguiremos leyéndolo y extrañándolo. L 1 Héctor Tizón, “La narrativa del interior”, en Tizón, Rabanal, Gramuglio, La escritura argentina, Universidad Nacional del Litoral / Editorial De la Cortada, Buenos Aires, 1992. 2 Aníbal Ford y Héctor Tizón, “En la frontera”, conversaciones en “Radar”, suplemento de Página 12, s/f. 3 Héctor Tizón, “Experiencia y lenguaje I”, Punto de vista, año XVIII, núm. 51, Buenos Aires, abril de 1995, p. 2.


LABERINTO

Jonathan Littell

“Respecto a Siria, soy un pesimista” En 2006 el autor francoestadunidense causó sensación con Las benévolas. Su último libro, Notas desde Homs, del que ofrecemos un fragmento, está basado en sus experiencias con combatientes de la oposición en Siria. En estas páginas, presentamos también una conversación en la que Littell explica por qué cree que el caos en ese país puede expandirse a sus vecinos, Líbano incluido

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urante un viaje clandestino por Siria, Jonathan Littell, de 44 años, llevó un diario en el cual consignaba sus experiencias y conversaciones con activistas civiles y combatientes del Ejercito Libre de Siria (FSA). Las anotaciones, que van del 16 de enero al 4 de febrero de 2012, registran los últimos días de la resistencia en la ciudad de Homs, refugio para los rebeldes en combate contra el régimen del presidente Bashar Assad. Poco después, las tropas de Assad lanzaron una gran ofensiva que redujo los barrios a escombros. En entrevista con el reportero Romain Leick, de Spiegel on line international, el escritor explica que había intentado usar las anotaciones de su diario para escribir una serie de artículos para el periódico francés Le Monde. Pero eran tan extensas que decidió publicarlas en un libro, con la mínima edición. El resultado, Notas desde Homs, llegó a las librerías francesas en mayo y en agosto fue publicado por la editorial española RBA. Littell se enfrentó primero a los horrores de la guerra en Sarajevo en 1993, cuando trabajaba para la organización de ayuda humanitaria Action Contre la Faim (Accion Contra el Hambre). Siguió trabajando en numerosas áreas en conflicto hasta 2001, cuando resultó levemente herido en un ataque en Chechenia. Las experiencias de ese tiempo han permanecido con él. El fotógrafo francés Mani acompañó a Littell en Siria y sirvió como traductor. En el libro Mani aparece con el seudónimo de Raed. Muchos de los jóvenes que Littell y Mani conocieron en Homs están muertos. Por casi veinte años usted ha estado visitando lugares en guerra y viendo atrocidades en Bosnia, Chechenia, Georgia, Sudán, Congo... Su novela Las benévolas, que retrata el holocausto desde la perspectiva de una agente de la SS, obtuvo fama mundial. ¿Le atrae el homicidio? Digámoslo de esta forma: me interesa. De hecho, su trabajo deja la impresión de que usted está obsesionado con la violencia y sus excesos. ¿Por qué? Es una buena pregunta; no lo sé. ¿Le gustaría escribir una versión literaria de lo que vio y vivió en Siria? No por el momento. Mi libro Notas desde Homs es un informe, no un trabajo literario.

A diferencia de intelectuales franceses como Bernard-Henri Lévy, usted no está usando su tiempo en Siria y la escritura de lo que vio ahí para hacer un encendido llamado a la intervención militar de Occidente. Eso me parecería absurdo, lo que no quiere decir que yo no tenga una posición al respecto. Simplemente, la expreso en otro nivel. La gente en Siria está muriendo, mientras la gente de otras partes habla de ello. Los diplomáticos de Occidente se han involucrado mediante pura palabrería ridícula, pero sin hacer nada. ¿Qué lograría al hacerles un llamado? Con esta situación, mi sugerencia desesperada sería más bien que haríamos mejor en callarnos y dejar a los sirios decidir su destino. Por desgracia, es lo que está pasando. Estados Unidos y la Unión Europea demandan en forma unánime que el presidente de Siria, Bashar Assad, debe irse. ¿Es la solución? Por mucho tiempo, ellos se hicieron de la vista gorda con este régimen. Hace menos de dos años, Bashar Assad fue recibido en París, junto a su esposa, como un dictador “bueno”, un supuesto modernizador y reformista. Y ahora estamos viendo el resultado. Occidente tiene una larga historia de arreglos con dictadores de todo tipo. Siria es un mosaico de religiones que han podido coexistir en forma más o menos armoniosa por largo tiempo. ¿Es inevitable que esta guerra civil se convierta en una guerra religiosa? La revolución siria no surgió por preocupaciones religiosas o étnicas, sino por preocupaciones económicas y sociales. Es una revolución auténticamente proletaria, de los trabajadores y granjeros, un levantamiento de aquellos a los que los ha superado el costo de la vida. Pero si la situación se sigue deteriorando, es posible que se

cumplan los temores de Occidente. Los yihadistas de todos lados se infiltrarán en Siria para usar la revolución según sus propios e inaceptables fines. Una razón más para no sentarse a esperar hasta que nos arranquemos el cabello gritando: “¡Dios mío, Dios mío, los islamistas!” ¿Acaso no llegamos ya a ese punto? No conocí a ningún fanático religioso en Homs. Pero el régimen está jugándose la carta religiosa y étnica para poner a las minorías no sunitas de su lado: los alawitas, los ismaelitas, los drusos, los cristianos. Esto revela cuán asediado se siente el régimen en este momento. En un comienzo, Assad podría haber apaciguado fácilmente la revolución iniciando reformas sociales. En principio, los manifestantes no tenían la intención de derrocarlo. Querían igualdad, no democracia, que es un concepto vago para ellos. Ahora, en cambio, se ha vuelto una batalla de vida o muerte. ¿Cuáles serán los resultados? El ejército sirio y las fuerzas de seguridad no son lo suficientemente fuertes para derrotar por completo a la revolución, como puede verse en el número creciente de desertores. Pero los rebeldes tampoco tienen la fuerza suficiente para vencer sin ayuda externa. Lo peor sería una larga guerra de desgaste que pueda destruir al país por completo. Puedo imaginar que, como último recurso, Assad y su gente consideren dividir el país y retirarse a un refugio alawi. Eso conduciría a la “libanización” del país y significaría una masiva limpieza étnica. El conflicto en Siria se vuelve cada vez más sangriento, con violencia en escalada en ambos lados y las victimas expuestas para inspirar miedo o rabia. ¿Cómo se puede detener la masacre? Ni idea. La situación ha sido tan mal manejada que


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de portada GORAN TOMASEVIC/REUTERS

Notas desde Homs Fragmento

L

a vida del soldado: dormir, comer, limpiar las armas, hacer guardia y, de vez en cuando, ir a la guerra. Demasiada paciencia y tedio a cambio de algunas horas intensas que a veces terminan con una herida, o con la muerte. Un joven que no conozco entra para proveerse de municiones. Vacía un costal de cartuchos y, arrodillado sobre un tapete, llena su cargador. Gorra negra, bigotillo, camisola negra con bandoleras encima de su rompevientos. Hay una curiosa sensación de desfase durante el combate. El ruido infernal de los tiros abruma los nervios, y sin embargo es fuego amigo, no hay peligro. Del otro lado, los disparos parecen petardos, un juego de niños, da risa. Tratamos de cubrirnos pero hay agujeros por todos lados, ejes de tiro por doquier, no tenemos clara idea de lo que es safe o no. Preguntamos y no nos queda sino confiar en lo que nos dicen. Todo esto es fabulosamente abstracto, incluso cuando los tipos de enfrente nos disparan. No es, imagino, sino al momento de recibir un impacto que todo se vuelve instantánea e irremediablemente concreto. Pero en tanto no nos pasa nada, todo parece curiosamente irreal, como si nos moviéramos en un sueño, como si todo lo que pasa les sucediera a los otros y no a uno. 17 h, Imad parte para ver a la familia de un herido, y se niega categóricamente a llevarnos. Ibn Pedro comienza a reprender a Raed, el fotógrafo, por sus fotos del último viaje; dice que alguien tuvo problemas por su culpa, lo cual es ridículo, dadas las precauciones que toma Raed. Le muestra los PDF y eso lo calma un poco; pero Ibn Pedro sigue enojado, no está del todo convencido.

Raed: “A veces tienes suerte de no saber árabe. Lo menos que puedo decir es que no fue nada agradable. Decir eso frente a los otros, así nada más, es una putada”. En un rincón el joven de la metralleta recarga de nuevo bandoleras con cartuchos que saca de una bolsa llena de municiones. Algunos otros lo imitan. Salgo con Alaa a hacer algunas compras. Las calles están anegadas, los faros de los autos se reflejan en los charcos. Los soldados del checkpoint parecen fantasmas, haciendo centellar sus celulares a manera de lámparas de mano. Compro jabón de Alepo cerca de la mezquita. Al regreso, los niños me gritan: “¡Estás con los de Alepo, estás con Bachar! Compras jabón de Alepo, ¡eres un traidor!” Hacia las 23 h, un joven soldado que se hace llamar El Gato nos lleva a pie a la casa de otros activistas, para la conexión de internet. Todos están en contra de la declaración de la yihad: “Nuestra revolución no es una revolución religiosa, es una revolución por la libertad. Declarar la yihad cambiaría por completo el mensaje de la revolución siria. Sí, algunas personas lanzaron esa consigna en la manifestación. Pero son gente sencilla, no saben”. Nuestro anfitrión, Abu Adnan, es un abogado comunista que defiende prisioneros políticos. Nos propone llevarnos al tribunal para que veamos. “Con dinero todo es posible”. Hay también un camarógrafo, Abu Yazan al-Homsi, que trabaja para al-Jazeera y otras cadenas... L Tomado de Carnets de Homs, Gallimard, 2012 Traducción del francés de José Abdón Flores

FRENCHPRIZE.COM

Parece ser que los rebeldes también están perpetrando cada vez más atrocidades. No lo vi, pero ciertamente hay grupos criminales operando en los bordes del FSA, cometiendo extorsiones, violaciones y asesinatos. Esas acciones aún no son tan sistemáticas como del lado del gobierno.

El ganador del Premio Goncourt de 2006

lo único que queda es evitar que el desastre se expanda. Si Siria cae en un caos total, arrastrará a sus vecinos, especialmente al Líbano. En su libro usted informa que algunos líderes militares del Ejército Libre de Siria (FSA) están jugando con la idea de involucrar a Israel en el combate. El conflicto terminará muy mal. Soy fundamentalmente un pesimista, y siempre considero el peor escenario no sólo posible, sino probable. ¿Cuál es su impresión de los combatientes del FSA, cuyas filas se alimentan de los soldados del régimen que desertan? Extraordinariamente motivados, decididos, valientes, preparados para morir. Para muchos de ellos, desertar del ejército, que puede ser un paso fatal en sí mismo, era un acto de inmenso alivio y liberación. A menudo, los desertores han participado en la represión siguiendo órdenes de disparar a los manifestantes —cuyas creencias comparten— acumulando un terrible sentimiento de culpa.

Usted escribe que a veces los rebeldes ejecutan prisioneros. Me mostraron a prisioneros heridos que estaban atendiendo en una clínica subterránea. Por otro lado, un combatiente rebelde que termine en manos de las tropas de gobierno será torturado de todas las formas posibles, eso por seguro. Admito que también vi a un miembro de la temida milicia Shabiha del régimen, que había sido linchado, y cuyo cuerpo desnudo y ensangrentado, con la cabeza aplastada, había sido puesto en la parte de atrás de un camión que desfilaba ante la multitud al grito de “Allahu akbar!” Era una procesión triunfante de venganza sangrienta. Depende de quién sea el que el FSA capture —un miembro de la milicia, un francotirador que ha estado disparando a civiles, mujeres y niños, o simplemente un recluta del ejército.

analizadas. Hay tres tipos de imágenes que se multiplican en Siria. Hay fotografías de las víctimas que sus familiares guardan en el celular, como recuerdos de la muerte violenta de un padre, hermano o esposo. Están las fotografías de aquellos asesinados en acción o torturados, imágenes sangrientas para motivar a los activistas de todo el mundo a la acción política. Y después, están los videos que los esbirros de Assad suben a la red, y que muestran su violencia, como una advertencia disuasiva: “¡Mira, esto es lo que va a ocurrirte!”. ¿Hay límites para lo que es razonable? Algunos de estos videos guardan cierta similitud con la pornografía. No estoy juzgando, sólo me refiero a la forma en que los videos son filmados: la cámara recorre el cuerpo mutilado y muestra sus heridas y los orificios de bala en un primer plano.

Los rebeldes le mostraron videos con escenas horribles. ¿Cómo reaccionó? Usted ha visto muchas atrocidades, ¿se ha adormecido? Lo más importante es tratar de reflexionar a partir de esas imágenes. ¿Qué es lo muestran, qué significan, cuál es el mensaje político que comunican? Esta plétora de imágenes ciertamente demanda que hagamos un esfuerzo especial para interpretarlas.

Muchos reporteros han sido asesinados en Siria. ¿Cómo se enfrenta a la posibilidad de que Jonathan Littell, prominente figura literaria y un cronista del genocidio, pueda perder su vida en el sangriento conflicto del Medio Este? No hay mucho que decir al respecto. Todos los reporteros que trabajan en zonas de conflicto se exponen al peligro, y están conscientes de ello. Haces lo que puedes para minimizar el peligro, basado en tu experiencia y en tus instintos, pero siempre hay una gran posibilidad de que algo ocurra. Los activistas sirios han enfrentado muchos más riesgos que nosotros, y muchas veces lo hicieron para protegernos. Deberíamos prestar más atención al coraje de estos sirios tan hospitalarios con la prensa extranjera, que siempre tiene la opción de salir de escena cuando ya ha tenido suficiente. L

Las imágenes disparan emociones. Pero eso no quiere decir que no puedan ser

Tomado de Spiegel on line Traducción de Elisa Montesinos


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MILENIO

en librerías ESPECIAL

Ángeles y demonios de Lucha Reyes RESEÑA Alma Velasco Me llaman La Tequilera. Lucha Reyes: la cantante que innovó la canción ranchera Suma de letras México, 2012

Flor Cecilia Reyes

¿

Por qué otra vez Lucha Reyes, Alma Velasco? ¿Qué te enamora del desgarro de esa voz: el golpe de tequila que pega en el alma o los ojos tristes de una niña en soledad? En el espacio que tú le construiste, paréntesis de un volado, la voz de Lucha Reyes redime un tramo esencial del tiempo mexicano. La moneda en el aire. Águila: vida. Sol: muerte. Entre el sol del ocaso y el del amanecer de Lucha Reyes, signada por la ausencia, la pasión y la muerte, recobras con tu pluma el águila vital de un país que se desmorona y se reconstruye aferrándose a sus señas de identidad, particularmente a su música. Es la voz cercana, familiar, de palabras y decires cotidianos, que nos acompaña en tu novela con rostro de letra cursiva, inclinada a un discurso personal, un soliloquio obsesivo, confesional y a veces doloroso. Ahí está María de la Luz Flores Aceves, la que no sabe con exactitud su fecha de nacimiento, pero que vive con asombrados ojos el florecimiento del siglo XX, sin sospechar que sería “piedra fundacional en la historia de nuestro canto popular… quien da a luz a la canción bravía, rasgo indeleble de la nacionalidad mexicana”. Hilvanas y tejes, Alma Velasco, la “leyenda enmarañada entre velos de silencios y de mentiras”. Y nos presentas el lienzo de una vida singular en un contexto en el que se multiplican los datos y las anécdotas para dejarnos mirar la transformación de un México postrevolucionario, contradictorio y ávido de puntales que lo argumenten. Es evidente que la figura de Lucha Reyes te sedujo desde distintas perspectivas. La anécdota personal de “La reina del mariachi” tiene, en tu novela, referencias históricas, políticas, sociales, en donde se multiplican los personajes; el medio artístico llega a las casas a través de la radio. La música, sus creadores e intérpretes, forma parte de la vida cotidiana de los mexicanos. El incipiente cine nos muestra algo que podría parecerse a nuestra esencia. La Ciudad de México es también un personaje que huele y degusta, que se mueve y que canta. Una personaja, mejor dicho, que se interpreta a sí misma en su despertar cosmopolita. Tu investigación puntual no omite datos. Indagar en las fuentes ha sido un trabajo de años, pero también en la entrevista personal con la gente cercana a Lucha Reyes, testimonios y anécdotas que te han permitido mostrar a tus lectores a una mujer de carne y hueso, con sus debilidades y sus fortalezas, con su ángel y sus múltiples demonios. Y la certeza de que, por tu formación de cantante, ya intuías: la disciplina inquebrantable de Lucha Reyes para entregar, desde la entraña, una voz educada, pero con el coraje y la sapiencia para romper la regla y mover la emoción y el sentimiento de pertenencia en su público. Nos ofreces además una buena parte del repertorio musical de Lucha Reyes, que hace las veces del soundtrack de La Tequilera: “A la orilla de un palmar”, “Cielito lindo”, “Las pelonas”, “Siboney”, “Dónde estás, corazón”, “Pícaro tecolotito”, “La borrachita”, “Rayando el sol”, “La mensa”, “La Panchita”, “¡Ay Jalisco!” y tantas otras entrañables en su voz. El jilguero, como tú llamas a la mujer de portentosa voz, capaz de imponer un estilo, fue también capaz de integrar al tequila, su demonio mayor, a la leyenda que la erige: “Forjadora de escenografías vocales inéditas, impensables, con desplantes de soldadera, juega igual a dirigir su canto a un hombre que a una mujer. Contadora de historias, historias tejidas con melodías que conmueven del alma popular, Lucha Reyes es un parteaguas emblemático que le da un rostro nuevo a México”. Tu novela, querida Alma, es necesaria; no sólo por la riqueza del personaje, no sólo como instantánea de una época, sino como objeto de reflexión identitaria, desde el lúdico punto de vista de tu estilo. Diría Villaurrutia: “tiene el temblor artístico de una vida imaginaria”. L

RESEÑA

Raúl Renán, un poeta siempre joven Claudia Hernández de Valle-Arizpe

L

a aparición de una antología suele ser motivo de alegría para los lectores porque permite una visión global de la obra de un autor. En este caso, de la obra poética de Raúl Renán: la suma de los primeros ocho libros que el autor yucateco publicó, algunos de ellos, valga decirlo, inconseguibles desde hace años. Una antología también puede suponer un ejercicio de libertad, ya que, guiado por su interés y por su curiosidad, cada quien elige el orden en que va a leerla. Al final, de todas maneras, la visión será panorámica. Yo la leí del principio al final, y todavía guiada por algunas de las anotaciones que Jorge Pech hizo en la introducción titulada “La subversión como norma”. Título elocuente, por cierto, para calificar el trabajo de Renán, por tratarse de un poeta que conoce bien la lengua, las normas gramaticales, las figuras retóricas, las combinaciones métricas, y que sólo así, sabiendo todo esto, puede transgredir de manera sistemática la norma. Trasponer, jugar, obviar, suplantar —en materia poética— se da bien, generalmente, en quien lo hace conociendo al revés y al derecho la materia prima de su trabajo. Pero Raúl Renán es más que eso, porque en su poesía hay revelaciones de la forma pero también revelaciones de hondas verdades, de cosas que quizá sabíamos, intuíamos o ignorábamos, y que él dispone en sus minificciones, en sus poemas breves como aletazos que nos provocan y conmueven; a través de sus poemas rematados con broches de oro que sorprenden (como suele suceder en el cuento; rasgo heredado en él, quizá, de su primera vocación como narrador) y que encuentran algunos de sus mejores ejemplos en Lámparas oscuras (1976) o en Viajero en sí mismo (1991). Otra virtud de una antología es que nos ofrece la posibilidad de elegir no sólo el orden de la lectura, sino el libro o los volúmenes de nuestra preferencia. En mi caso, confieso especial gusto por Los urbanos, de 1988, y por Viajero en sí mismo. En ambos hay este nombrar de personas y de objetos: desde “Una moneda sin dueño”, un “Foco de la esquina” o un “Zapato a media calle”, hasta las figuras del Vieneviene y del Tirafuego. Y están el yo y el nombre propio, tanto como las partes del cuerpo humano. En la tradición de quienes también cantan a lo cotidiano y a lo pequeño; en la tradición de poetas como Rubén Bonifaz Nuño o Eliseo Diego, Raúl Renán ha escrito estos poemas breves y abarcadores, muchas veces con el trasfondo de la ciudad, de la urbe odiada y

Raúl Renán Poesía completa (tomo uno) Instituto de Cultura de Yucatán/ Conaculta México, 2011

querida que lo recibió siendo muy joven, ya hosca, ya grande, ya generadora de ruido y de suciedad, y que ha seguido siendo objeto de su interés y de su escritura. También permite una antología rastrear recurrencias, apegos y obsesiones: temas, objetos, palabras-leitmotiv, sin olvidar el ritmo, la cadencia de los versos, la velocidad y la gracia que afloran y determinan el discurso. Constatamos, en este caso, que hay sonetos, poesía amorosa, épica, urbana. Y son perceptibles ciertos recursos que revelan la naturaleza del poeta: el cultivo del dialogismo y del vocativo, por ejemplo, relacionados con algo que le es fundamental: la pregunta a uno mismo y al otro; la duda constante; la necesidad de cuestionarlo todo: sea una idea, una acción, un sentimiento, una función. En Catulinarias y Sáficas (1979) el poeta escribe: “¿Por qué te digo, Virtus/ que también es un feo vicio el vivir?” Y en Pan de tribulaciones (1984) leemos: “¿Dónde la tregua desmontó sus tiendas/ y el poema soltó las fuerzas vencidas?” Y al final: “¿Dónde el canto regresa a su registro?” Raúl Renán pregunta, sabiendo que lo esencial es la pregunta, no la respuesta. Otro rasgo en sus libros es la incorporación de palabras del habla popular, de algunas groserías, de ciertos neologismos. Todas ellas están bien dosificadas y aparecen cuando no las esperamos. Por ello funcionan. En el primer poema de Lámparas oscuras escribe: “En lo oscurito/ comparte sus mitades/ una naranja”. En otro: “frutos deseos/ en el curvado sitio/ de su meneo”. “¿A dónde va este ir, /esta cansada güeva?”, leemos en “Circo”. En lugar de “lejos del mundanal ruido”, Renán escribe: “Lejos del mierdanal ruido”, dejando constancia, una vez más, de su aversión por el ruido. Muchas son las razones para leer este volumen: una vocación de estilo, esa pluralidad de temas, el regreso a los clásicos y la necesidad de la experimentación, la renovación en la letra y en el espíritu de un poeta que siempre es joven. L


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LABERINTO

en librerías

Coronada de moscas

La orquesta de lluvia

Margo Glantz Sexto piso / UNAM México, 2012 131 pp.

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oncebido como un diario de viajes, Coronada de moscas consigna tres prolongadas incursiones a la India durante un lapso de cinco años. Impone la sensación de que no es posible ejercer una mirada hacia el subcontinente en la que no convivan la fascinación y la repugnancia, la solidaridad y el rechazo. Jaipur, por ejemplo, son sus palacios de mármol y también un enorme vertedero de mierda. Varanasi es un reducto de la espiritualidad hindú y a la vez una pasarela de tullidos, lisiados, limosneros. Glantz procede sin orden visible, sólo dejándose sorprender: tan pronto adelanta una descripción arquitectónica se deja tentar por un sari azul o rosa. Es una pena que los editores ignoraran la existencia de las comillas y la letra cursiva, sobre todo cuando hallamos tantas referencias literarias. Cierran el volumen 54 fotografías de Alina López Cámara, hermosa y coloridamente luminosas.

Mariposas en el cerebro

Hansjörg Schertenleib Sexto piso México, 2012 232 pp.

U

n escritor maduro, a quien su mujer ha dejado por otro hombre, parece hallar consuelo en el relato biográfico de una anciana irlandesa, nacida en el crudo invierno de 1940 y asentada en Alemania durante más de 30 años. Una íntima tristeza provinciana —un secreto celosamente vigilado— se posa sobre cada una de sus palabras: está sola, exhausta y demasiado cargada de desengaños como para dejarse sorprender por cualquier experiencia. La curiosidad da paso a la amistad y la amistad conduce a la resignación: queda sólo la sabiduría que proviene de toda pérdida o ausencia, queda incluso la sabiduría que antecede al triunfo de la muerte… o un permiso indefinido para volver a comenzar de nuevo. Ese es justamente el sentido que Schertenleib consigue atribuirle a una orquesta de lluvia: es un ritmo interior que nos mueve a consentirnos a nosotros mismos antes de ser hombres entre los hombres.

La sabiduría de las putas

Luis Javier Platas Paidós México, 2012 224 pp.

O

ceanógrafo e investigador, el autor ha dedicado igualmente una parte de su labor a divulgar cuestiones científicas con un buen estilo de escritura como se muestra en estos Cuarenta aleteos sobre ciencia, subtítulo de este volumen del que se publica la segunda edición. En el título los enterados encontrarán una referencia a un efecto del que ya se han hecho algunas películas. Hablando de divulgadores, una cosa debe quedar clara: la amenidad escritural nunca agotará las complejidades o abstracciones propias de la ciencia pero sí permitirá vislumbrar las inevitables referencias que tiene con la realidad. Temas como el movimiento browniano, los fractales, el movimiento del mar y el misticismo numérico, amén de los esbozos biográficos de científicos como Richard Feynman y Carl Djerassi, sirven de botana para tratar de entender más de un campo que en realidad no tiene nada de aburrido.

Tierra Adentro

Elizabeth Pisani Sexto Piso México, 2012 369 pp.

E

lizabeth Pisani es epidemióloga. Como especialista en la prevención del sida, trabajó en la ONU y otros organismos internacionales. Este libro es resultado de esas experiencias. Escrito con rigor, pero también con humor y desenfado, es un amplio recorrido por el mundo de las drogas, el sexo, la ciencia, la política, el dinero y tantas otras cosas que a veces se contraponen y evitan que el sida sea combatido con mayor eficacia, sobre todo en los países pobres. “La ciencia no existe aisladamente —explica Pisani—. Existe en un mundo de dinero y votos, un mundo de ruedas de prensa y lobbies, de farmacéuticas productoras y de activismo medioambiental y religiones e ideologías políticas, y todo el resto de complejidades de la vida humana”. Entre estas complejidades está el mercado del sexo, que estudió a profundidad —con resultados sorprendentes— en las zonas exclusivas y en los barrios miserables de Asia.

Variopinto Número 2 Agosto, 2012 88 pp.

Agosto-septiembre 2012 88 pp.

H

ace cincuenta años, se publicó Historias de cronopios y de famas, uno de los libros más célebres —y queridos— de Julio Cortázar. Para conmemorar el hecho, Tierra Adentro ha reunido una serie de autores que reflexionan sobre la vigencia de esa obra inclasificable, tan fragmentaria como lúdica. Romeo Tello A., Eduardo Casar, Julio Trujillo y Jorge F. Hernández recuerdan la primera vez que la leyeron y cómo, en algunos casos, determinó su vocación: “Me hizo virar de carrera cuando ya estaba yo perfilado en la pole position de la economía y entonces me torcí hacia las letras”, escribe Casar. Siete jóvenes escritores y cuatro ilustradores hacen un homenaje a la primera parte del libro (“Manual de instrucciones”) y escriben, entre otras, instrucciones para blanquearse los dientes, para sostener un gato o para acercarse a los fantasmas. Desde luego, hay mucho más en este número de colección.

E

nfocada a temas culturales y políticos, la nueva revista Variopinto ofrece una interesante selección de textos. Entre ellos, destaca el perfil del mejor superpolicía del mundo, Óscar Naranjo Trujillo, quien supuestamente será asesor de seguridad de Enrique Peña Nieto. Su historia es contada a través del testimonio de Baruch Vega, espía infiltrado de la DEA, el FBI y la CIA. Por otro lado, los editores proponen una mirada al exilio en la Ciudad de México a través de tres escritores: el poeta yugoslavo Xhevdet Bajrat, el sirio Mohamed Alaaedin Abdul Moula —quien habla sobre los elementos políticos, sociales y culturales que han alimentado la revuelta en Siria— y el africano Kously Lamko, director de la Casa Refugio Hankili África, en la que hospeda a autores amenazados. Con una variedad de firmas como Luis Humberto Crosthwaite y John M. Ackerman, Variopinto se suma a las publicaciones que proponen una reflexión sobre los tiempos actuales.

Problemas sin resolver CRÍTICA Emmanuel Carballo Autodidactismo Desde hace unos cuantos años algunos de los poemas escritos en México se me caen de las manos. Sobre todo si se trata de los escritos por nuestros poetas recién llegados. Casi todos ellos (poetas y poemas) inducen a jugar a los acertijos. Lectores y críticos, al leerlos, nos convertimos en vulgares eruditos de heráldica. Como no nos producen placer estético, nos fuerzan a explorar las raíces de su fracaso. Éste reside, supongo, en dos razones, una el autodidactismo; otra, el mimetismo. Nuestros poetas novísimos son hijos, fuera de matrimonio, de sus propias insuficiencias. Descendientes de Colón, se sienten obligados a emprender de nuevo la hazaña en la que su remoto antepasado empeñó sueño y salud. El universo que descubren es de su mismo tamaño: es necesaria la lupa para encontrarlo en el mapa. Equivale en términos de agronomía a repartir la superficie de Holanda a los habitantes de China. Mimetismo El mimetismo es la otra cara del mismo fenómeno: algunos de los poetas recién llegados son miméticos porque antes fueron autodidactas. Imitan porque carecen del nuevo Sócrates que los auxilie en el conocimiento de sí mismos. Inseguros y disminuidos optan, en detrimento de la suya propia, por aquellas voces que, en determinado momento, despertaron el entusiasmo de las mayorías y la aprobación de los exégetas. Poetas de arraigadas costumbres coloniales hablan el idioma de los conquistadores con exquisitos matices vernáculos. Cuentan las sílabas de sus poemas con el ábaco de los niños retrasados. Este tipo de poetas, alumnos de las escuelas de lento aprendizaje, ven en el verso libre el espejismo de una independencia ilusoria: tras la máscara de la libertad esconden su rostro de esclavos. Y la esclavitud es un enredo. También una exuberancia. Tal vez por ello algunos de nuestros poetas novísimos sean confusos y profusos. Por ello tal vez estos jóvenes poetas no sean poetas. El nacionalismo es un pasaporte El nacionalismo en literatura es como el aire, invisible de puro transparente. Como

en el proceso respiratorio lo aspiramos para luego exhalarlo teñido de nuestros propios humores. Nadie sale a la calle con la consigna de respirar y, lo que es más ridículo, de alimentarse únicamente con el aire de ciertas calles, barrios o ciudades. Lo autóctono (como afirma Alfonso Reyes) puede entenderse en dos sentidos. A veces es aquella fuerza instintiva, tan evidente que defenderla con sofismas es perjudicarla y querer apoyarla en planes premeditados es privarla de su mejor virtud: la espontaneidad… En otro sentido, más concreto y más fácilmente aprehensible, es un enorme yacimiento de materia prima, de objetos, formas, colores y sonidos que necesitan ser incorporados y disueltos en el fluido de la cultura, a la que comuniquen su fórmula de abigarrada y gustosa especiería. Algunos escritores cuidan su mexicanidad como las doncellas su pureza: no frecuentan otras literaturas para no perder su peculiar sello nacional. Aún se escuchan en nuestro medio opiniones como ésta: “No leo por temor a adquirir influencias”. Esta postura sólo tiene una explicación: quien la sostiene revela falta de personalidad, de madurez. Quien está seguro de su virtud no teme perderla al menor contacto. El influjo en sensibilidades generosamente dotadas no es contraproducente; por el contrario, resulta beneficioso. Caer en la copia, en el pastiche, es ir contra la literatura y posteriormente contra la literatura mexicana. Pero aun en estas formas bastardas de comunicación se manifiesta el pecado original del nacionalismo: no existe disfraz que consiga desaparecer un cuerpo. El influjo, por otra parte, es dinámico, muestra la capacidad receptora de una literatura, ayuda a derribar los muros que separan a los hombres. De allí que el insularismo por un lado, y el cosmopolitismo por el otro sean igualmente desaconsejables. El nacionalismo en literatura es como el pecado original: se nace con él, es producto de la geografía y la historia. No necesita que lo defendamos, se defiende por sí mismo. El nacionalismo sirve para fijar únicamente el “domicilio del artista”, es, ante todo, el pasaporte que nos permite asistir al “festín trágico de la vida”. L


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MILENIO

música Ivan Doroschuk

“No quiero ser parte de una gira de dinosaurios” El fundador de la icónica banda de new wave Men Without Hats habla sobre su nuevo disco y sobre el desafío que representa hacer música electrónica en la era del iPad ENTREVISTA ESPECIAL

La agrupación Men Without Hats

Juan Carlos Villanueva alteregoarlequin@hotmail.com

T

ranscurría 1982: ahí estaba Ivan Doroschuk, bailando la danza Morris y agitando su cabellera rubia y larga; lo acompañaba un enano —Mike Edmonds— vestido de arlequín. Ambos parecían extraviados en la era medieval, en alguna villa de West Kington, cerca de Bath, Inglaterra... Todo esto sucede en el video de “The safety dance”, canción del disco Rhythm of youth, el debut de Men Without Hats, uno de los más grandes éxitos del synth pop de la era new wave. Han pasado 30 años desde que el músico ucranianocanadiense tuvo este momento alucinante. Hoy, ¿qué resulta más difícil de envejecer? “Recordar cuando eras joven —responde en entrevista Ivan Doroschuk—. No existe nada más devastador que la aplastante melancolía o preguntas interminables como ‘¿Si hubiera…?’ y ‘¿Por qué?’. La pesadumbre

del tiempo transcurrido no consiste en su pérdida violenta, sino en sus consecuencias: el arrepentimiento, la sensación de que nunca podrás recuperarlo o las oportunidades que dejaste ir. Sin embargo, después de este devastador escenario, hay un comienzo. Entonces no existe una pérdida como tal, sólo es el fin de una temporada”. Men Without Hats tuvo éxitos comerciales como “The safety dance” y “Pop goes the world”, que retrataron la cultura pop de los años ochenta. Sin embargo, las pretensiones artísticas del grupo establecido en Montreal eran ambiciosas y experimentales: combinaban el minimalismo con elegantes sintetizadores análogos, todo auspiciado por la influencia proveniente del krautrock, rock progresivo, música disco y electrónica alemana, y de grupos como Kraftwerk y Neu! La historia de la banda ha estado llena de fracturas y recuperaciones: en 1991, el vocalista, compositor y fundador, Doroschuk, decidió retirarse del grupo tras el lanzamiento de Sideways.En 1997 lanzó

The spell, su disco solista. En 2003, Men Without Hats regresó con el espontáneo No hats beyond this point. A fines de 2010, Doroschuk reformó al grupo con nuevos integrantes, entre ellos los tecladistas Lou Dawson y Mark Olexson, y el guitarrista James Love. Tras casi 20 años de no realizar giras, Men Without Hats ha emprendido una extensa gira por Norteamérica y prepara nuevo material para el disco Love in the age of war, un proyecto que retoma el sonido synth pop de principios de los años ochenta, así como algunas críticas hacia la sociedad contemporánea. “Es un ensayo sobre el consumismo, la saturación de información a través de las redes sociales: la incapacidad de conectar con el prójimo a través del contacto. ¿No es estúpido decir y decir cosas en Twitter pero ser incapaz de entablar una charla profunda viendo a los ojos?”, dice. Para la creación de Love in the age of war, la banda ha estado capturando los ensayos y jams que ha ejecutado. “Ha sido estimulante ‘palomear’ con este nuevo grupo. Es nueva sangre. Estuvimos de gira con The Human League y B-52s. Reunirse con viejos amigos fue emocionante, pero también determinante para decir: ‘¡No quiero ser parte de una gira de dinosaurios, sino ser de lo nuevo, de la vanguardia!’ Estuve componiendo en mi iPad. Salieron una, dos, tres canciones hasta que me di cuenta que tenía ya unas 17 rolas para grabar. Es un sonido muy orgánico. Hay nuevas ideas en el aire, ya no todo es la música alemana de los años setenta. Ahora existen cosas igual de interesantes como Massive Attack, Portishead o el grupo español Esplendor Geométrico”. ¿Ve este regreso como una reinvención? Tengo claro que quiero retomar el sonido que tuvimos en Rythm of youth, pero también estoy convencido de que es momento de mirar hacia nuevos horizontes. Es fundamental que la música sea tocada por humanos, no por máquinas y computadoras. Quiero mantener los sintetizadores análogos. La escena musical ha cambiado y quiero dignificar a los hombres que tocan sintetizadores. Ahora hay MIDI digitales y programas que producen efectos de sintetizadores reales. Los dj’s han destruido todo aquello que leyendas como Kraftwerk o Tangerine Dream establecieron con la música electrónica. Cualquier tipo puede subirse al escenario, ponerle play a su tracklist y simular que está mezclando mientras agita los brazos. Supongo que su evolución no ha sido sólo musical. Las letras deben de ser más profundas… Por supuesto. Es divertido cantar “Pop goes the world” pero a veces es necesario ser íntimo. En este disco expongo todos mis sentimientos relacionados con mi divorcio. Al hablar sobre el dolor y la pérdida obedecí a una necesidad de saciar mis emociones. Existen grandes discos inspirados en el divorcio; ahí está Synchronicity, de The Police. ¿No es demasiado hedonista? Soy egoísta, es parte de mi naturaleza como artista. En Love in the age of war exploro la separación de mi segunda esposa. Pero no todo es mi historia; abordo también otros temas como el movimiento Occupy Wall Street. ¿Qué significa hacer música electrónica en la era del iPad, cuando cualquiera tiene un estudio de grabación en sus manos? Es extraño. Como dices, cualquiera puede ser productor, músico o empresario. Creo que el resurgimiento del vinil puede ser una buena opción para volver a la música como arte. El contacto físico con el arte se ha extraviado: la gente se ha acostumbrado a ver los tracks en su iPad o iPod, y se ha perdido de la experiencia de oler un acetato y tocar las texturas. Pero la pérdida nunca es completa; estamos en el comienzo de una era en la cual algunos prefieren “bajar” música y otros poner viniles en su equipo de sonido con grandes bocinas. L

EL PAPEL DE LAS NOTAS

Dialéctica del barroco Eusebio Ruvalcaba

P

or encima de otra cosa, el barroco es virtuosismo. Más allá de la impronta melódica —que incluso llega a evaporarse—, el barroco es súper abundancia de elementos. De filigranas que se traslapan hasta desaparecer, una encima de la siguiente. Cuando el oído empieza a disfrutar un acorde de aquella bourrée, ya la música se ha desplazado más allá de lo insospechado. 2) Desde esta premisa, cabe explicarse la grandeza de Bach. Porque en su caso la floritura no se come al fino lirismo. Siempre es posible distinguir la melodía. Que tiene su lado romántico es ineludible —en el caso de Bach—. En este sentido quien escucha encuentra cierta premonición. Pero la verdad es que la respuesta acaso radique en la estructura, y no en el estilo. 3) Quien se sienta a oír la Suite número 5 para violonchelo solo de Bach —o cualesquiera de sus partitas, o de sus variaciones— se llevará una amable sorpresa: la carpeta bordada no se come al lirismo; al contrario, le permite respirar. 4) Sea por lo que se ha llamado el horror al vacío, o bien el abigarramiento

de adornos hasta el límite mismo de la paciencia humana, cada vez que el barroco se manifiesta el escucha sabe que sólo disfrutará la parte sonora de aquella ola de combustión musical. La pureza, el sonido por el sonido. Sin emociones contaminantes. 5) Quien esto escribe creía tener nociones sobre la música barroca. Creía que bastaba con haber escuchado toda la vida a genios como Purcell, Corelli o Locatelli. En fin. Navegamos en un mar de incertidumbre. Aun lo que nos resulta familiar, termina siendo tan extraño como un personaje de Lovecraft. Eso es prodigioso, porque a través de la ignorancia tocamos la sustancia de la que estamos constituidos, y el asombro sobreviene. El barroco es inextinguible. Como la llamarada de un pozo petrolero. 6) Heinrich Ignaz Franz von Biber (1644-1704), príncipe del barroco. Para este violinista ínclito y compositor maestro —de quien ahora mismo escucho su sonata Cristo en el monte de los Olivos—, queda claro que la melodía no es lo más importante. Sino la sobrecarga. Como ornamento decorativo, una nota se encima con la siguiente; apenas alcanza a descubrirse en el oído, desaparece ante la sucesión

de la siguiente. Pero lo verdaderamente admirable es que aquella nota permanece reverberando en nuestro interior. Hay una sed de lo insaciable. Por ahí va la vehemencia del barroco. Sólo así se explica la inclusión de los movimientos lánguidos —reciban el nombre de largo, adagio o andante—. En aquel mar embravecido, cuajado de trifulcas sonoras, de acordes que pugnan por su propia voz, sumergirse en aquel vaivén incesante es proeza de escucha samaritano. Que somos todos los que oímos música. 7) Jean-Philippe Rameau (1683-1764) es el colmo del barroco. Y conste que hablar del colmo del colmo es asfixiante. Compuso tantas obras para el clavecín como pelos tiene la piel de un gato. Se las escucha y la proliferación, la abundancia, la multiplicación, la irradiación, la proliferación sonora se apropian de nuestra voluntad. No creo que nadie haya conducido el barroco hasta los límites mismos del consentimiento humano. 8) Luego de escucharlo, el barroco no se puede silbar. 9) El barroco reverbera en los oídos como un eco infinito. L


sábado 25 de agosto de 2012 b 11

LABERINTO

cine CORTESÍA PRODUCCIÓN

Zombis en La Habana En su película Juan de los muertos, el realizador Alejandro Brugués satiriza por partida doble a la Revolución y al exilio ENTREVISTA Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com

S

in más explicaciones, un buen día aparecen zombis en Cuba. Se expanden como epidemia y mientras que para unos son una nueva forma de intervención yanqui, para otros son resabios de una anquilosada revolución. Acompañado por su camarilla de amigos, Juan (Alexis Díaz de Villegas) se propone terminar con el ejército de muertos vivientes. En tono de sátira, el cineasta cubano Alejandro Brugués filma Juan de los muertos, cinta con múltiples lecturas sobre la actualidad de la isla. ¿Qué lo lleva a realizar Juan de los muertos? Me gustan mucho las películas de zombis pero nunca había pensado hacer una. Un día, mientras caminaba con mi productor, vimos a una persona de rostro extraño y se me ocurrió decirle, a manera de broma, que podría haber salido de una cinta de muertos vivientes. Ahí empezó todo. Pudo filmarla dentro de los esquemas del cine de horror, pero le imprimió un tono de sátira. Las películas de zombis tienen mucho de sátira. Contienen un importante sustrato social y se han prestado para la comedia. George A. Romero era un maestro a la hora de filmar historias de zombis con contenido social… La idea era seguir con la tradición de Romero. En realidad, hice una película cercana a la realidad de Cuba, sobreponiendo zombis al contexto. Tomé escenas de hechos que he vivido o que en verdad sucedieron. Su película tiene muchas lecturas: satiriza a la revolución pero también al exilio. Está claro que se cuidó de no favorecer a nadie. Cuando haces comedia tienes que saber burlarte de todo el mundo sin ofender a nadie. No hago películas para ofender. Al mismo tiempo, si filmas una historia con un humor tan negro debes ser consciente de que si no eres cuidadoso se te puede ir la mano. En mi caso, mientras escribía me interesaba pasar un buen rato. Antes de sentarme a trabajar, me puse a tomar notas, aprendí a mirar la realidad cubana desde otra perspectiva. Fue un año de un humor negro increíble. Respecto al cuidado al que te refieres, antes que imparcialidad, lo llamaría equilibrio.

Escena de Juan de los muertos

Me sorprenden las libertades que le dieron en Cuba para filmar la historia. ¿Es por eso que no alude directamente a las figuras del gobierno? No tuve ninguna condicionante a la hora de escribir el guión. A lo mejor debería tener una historia más interesante que contarte, pero no la tengo. Filmé lo que estaba escrito en papel desde el principio. ¿Aquellos episodios con un comité que condiciona la realización de una película son cosa del pasado? No sé qué te hayan comentado, pero aquellas historias del comité sólo son reflejo de una mentalidad atrasada. En cualquier lugar del mundo hay un grupo que evalúa si invierte o no en una película. Ellos leyeron mi guión como cualquier otro productor. Si decidieron apoyarlo fue porque se la pasaron bien y punto. ¿En Cuba existe una tradición de películas de este género? Aquí no se han hecho películas de terror y menos del corte de Juan de los muertos, pero no creo que sea un mal de Cuba sino de Latinoamérica en general. El género se presta para llegar al público joven. ¿Concibió el filme como una obra para este sector? ¿Por qué la pregunta? ¿Me estás queriendo decir que yo quería sembrar cierta reflexión entre los jóvenes? Sólo me refiero al renacimiento del género.

Es que pareciera que todo tiene un sentido político. No sabría decir por qué pero me ha sorprendido ver la cantidad de ancianos que han ido a ver la película. Sé que el rango primordial son los jóvenes, pero en realidad se ha movido entre un público muy amplio. El principio y el final de la película son contrastantes. ¿Por qué? Es muy difícil desentrañar el proceso de escritura. Desde que imaginé la película tuve claro el principio y el final. Me pareció una dinámica lógica porque por un lado era algo distinto a lo que suele suceder en las películas de zombis y, por otro, quería un final que resumiera mi discurso sobre Cuba. Entonces, cuando casi al final Juan dice “Soy un sobreviviente”, ¿estamos ante su visión de la isla? No lo pensé como una reflexión sobre Cuba. Aquí, cuando le preguntas a una persona “¿Cómo estás?”, muchas veces responde: “Sobreviviendo”. Nuestra realidad consiste en sobrevivir día a día y quería jugar con eso. ¿El humor neutraliza el impacto de la sangre? En todo caso creo que es al revés. Juan de los muertos es sobre todo una comedia y necesita del humor. La sangre puede estropear un chiste. Una escena demasiado violenta deja de ser graciosa. Si se te va la mano con la sangre, te cargas la comedia. L

HOMBRE DE CELULOIDE ESPECIAL

Una mujer frente a La Hegemonía Fernando Zamora @fernandovzamora

L

a Venus noire de Abdellatif Kechiche es un filme incómodo. El tunecino se basa en este hecho real: una mujer sudafricana somete su cuerpo a la mirada de perversos y científicos que ven en ella esta extrañeza, no ser “como todos”. La película de Kechiche recrea la vida de Sarah Baartman, mujer expuesta en el Musée de l’Homme de París aun ya muerta. No fue sino hasta que Nelson Mandela pidió a Francia que devolviese los restos de Sarah, que ella pudo volver, 213 años después de su nacimiento, a casa. En una primera intuición, se me ocurre clasificar Venus noire entra los filmes de freaks, nombre que tomo del clásico de 1932 dirigido por Tod Browning. The elephant man de 1980 (dirigida por David Lynch) es tal vez la obra más acabada en este rubro, el del discurso en torno a la crueldad del humano contra el humano. La discusión de fondo es ésta: ¿qué significa exactamente ser humano? El asunto pareciese ser tan sólo antropológico. Pero la Venus negra demuestra que la pregunta tiene también un fondo político. Kechiche parece recordar aquí la célebre Controversia de Valladolid que dirigió originalmente para la televisión Jean Daniel Verhaeghe basado en una obra de teatro

de Jean-Claude Carrière. LaControversia…daba cuenta del célebre debate que tuvo lugar en el siglo XVI en torno a la llamada “polémica de los naturales”: “¿tienen los habitantes de América un alma?” Algo así se discute durante varias escenas en Venus negra, filme que, en este sentido, pareciese continuación del contundente y terrible final del filme de Verhaeghe. No se trata, en el fondo, de decir sólo que todos tenemos derecho a una vida digna. Aspiramos a más. Aspiramos a vivir (como diría Rorty) en un mundo en el que nadie tiene derecho a humillar a nadie. El tema de fondo es éste: la humillación hegemónica, el “racismo científico”, ese que dio lugar a la más sistemática y, por tanto impía, masacre de la historia humana: la Shoah, el Holocausto. Pero la cosa es aún más compleja si se detiene uno a mirar, en Venus negra, el asunto de la hegemonía. Después de todo la humillación, la explotación y, en fin, la sumisión de esta joven sudafricana tuvo lugar con su propia complicidad. Tenía razón Gramsci: la hegemonía ha triunfado cuando la clase dominante logra que sus intereses sean considerados propios por la clase dominada. Los “socios” de Sarah Baartman (un afrikáner primero y, luego, un parisino interpretado magistralmente por Olivier Gourmet) han conseguido que ella misma se considere extraña. Está alienada. La

Venus noire (Venus negra). Dirección Abdellatif Kechiche. Guión Abdellatif Kechiche y Ghalia Lacroix. Fotografía Lubomir Bakchev. Música Slaheddine Kechiche. Con Yahima Torres, André Jacobs y Olivier Gourmet. Francia, 2010 actuación de Yahima Torres está en los ojos. En la expresión de tristeza, en el llanto que se derrama de pronto insensato, en un solo grito, en el deseo ávido de encontrarse en el camino con una botella. Sí, la Venus negra es una película incómoda. Y es apenas una pequeña muestra de los crímenes del humano contra el humano; de todos los crímenes por los que tendría que pagar esa Europa que, creyendo civilizar, terminó humillando. L


12 b sábado 25 de agosto de 2012

MILENIO

varia SZAPOCZNIKOW ESPECIAL

Creaciones mas ticad

as, 1971

La tradición se volvió una red

Fotoescultura en goma de mascar

ARCHIVO HACHE

GUÍA VISUAL

Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com

E

l efecto de las redes sociales sobre la literatura mexicana no ha sido percatado por la crítica o la academia. Comenzó en 2002 con el blog y su redistribución del poder literario. Antes del blog era la aparición en revistas y editoriales de la Ciudad de México lo que construía el pre-canon de jóvenes plumas. Editores en DeFe controlaban el ingreso a la “tradición”. El blog provocó un leve cambio. El norte fue especialmente efectivo en hacer sentir su presencia y beligerancia al centro (que, por cierto, no supo entender el lenguaje post-literario del blog). Esto cambió con la aparición de Facebook y Twitter. Para ese momento, el norte cometió el error de integrarse a la “literatura mexicana” y la siguiente generación de escritores en el norte ya no tuvo —ni siquiera en su primera fase— el ánimo polémico de generaciones norteñas previas. Nacieron tierradentrizados. El tiempo real “compartido” venció a la historia de una resistencia. Las redes sociales sirvieron en México para que al fi n de la primera década del siglo se conformara, por primera vez, una red de contactos inmediatos entre escritores de distintas geografías. El poder y prestigio de las revistas decayó. No totalmente. Las redes sociales —sobre todo FB— se volvieron una plataforma complementaria a los procesos estándar de pre-canonización. Y, sobre todo, hicieron posible el fenómeno dominante de la literatura mexicana

actual: su transición de un modelo vertical a un modelo horizontal. El escritor mexicano pre-redes sociales aspiraba a integrarse a una línea diacrónica, que lo conectaba con escritores muertos y el Honorable Pasado Inmediato; a partir de las redes sociales y su “democratización”, el escritor mexicano actual promedio aspira a conectarse horizontalmente con sus pares. Lo favorable es que se debilitó la tradición vertical, la “sucesión”. Lo desfavorable es que ese debilitamiento del peso simbólico de lo vertical fue acompañado de una consolidación de la estructura gubernamental que distribuye el reconocimiento del status dentro del mundo literario. Nótese, por ejemplo, la disminución del espíritu parricida y el incremento de la concentración en el seguimiento horizontal de la carrera de los pares. Se aflojaron las jerarquías verticales. Pero se extendió el fascismo entre elementos contemporáneos del sistema. Por un lado, internet incitó la preeminencia de lo horizontal sobre lo vertical; por otro, el fortalecimiento del aparato cultural gubernamental fue un contrapeso para evitar la caída completa de la pirámide. Esta combinación de factores salvó la “unidad” y lo “nacional”. No sé si será permanente pero ahora la literatura mexicana activa es más una red que una tradición. Esa red tiene inercia centrípeta, autoritaria. Ella es el nuevo enemigo. L

Magali Tercero http://magalitercero.arteven.com

Heterodoxia material Cierto domingo de junio Alina Szapocznikow, artista de la Polonia comunista apenas redescubierta, escribió con su soltura habitual: “El otro día, […] cansada de pasarme horas puliendo mi Rolls-Royce de mármol portugués rosa, me senté al sol y tuve un ensueño diurno mientras masticaba, maquinalmente, un chicle. Modelaba con la boca formas antiguas, bizarras, cuando de pronto descubrí la serie de esculturas abstractas que se paseaba entre mis dientes. Ahora sólo tenía que fotografiar y ampliar mis creaciones masticadas para darles una presencia escultórica. Mastica bien entonces. Mira alrededor tuyo. La creación nace justo entre los sueños y el trabajo diario”.

Undone A 39 años de su muerte por cáncer de pecho a los 47 años, Alina Szapocznikow (1926-1973) realizó este 2012, ¿por qué no decirlo así?, su primera exposición internacional: Sculpture Undone, 1955-1972 —en Nueva York, Los Ángeles, Bruselas y Ohio—. El catálogo-libro, espléndidamente editado por The Museum of Modern Art (MoMA) y Mercatorfonds, acaba de llegar a México. Siento decir que el único ejemplar de la librería ahora pertenece a mi esposo. No hay otro en el DF pero me alegra contarles sobre esta extraordinaria pionera, esta soberbia señora de la casta de Louise Bourgueois y Eva Hesse (por quienes puedo llegar a sentir amour fou). Erotismo y terror Puro erotismo es su obra. No importa que aparezca con el rostro aterrador del Holocausto —sobrevivió a Auschwitz, a donde llegó a sus 16 años—, o con la estela de pesadillas traducidas desde la apropiación del surrealismo, el arte pop, el nuevo realismo, el arte objeto o el body art. Szapocznikow fue pionera en la Polonia comunista con su discurso crítico y lleno de humor —aunque los críticos se concentraran en el Holocausto—, y luego en el París de los años sesenta. Lo fue por materiales inusuales como el chicle, ya mencionado, con el cual hizo una serie de cuerpos dislocados. En el principio Alina dominó la escultura clásica. Por eso, cuando la olvidó, hizo lo que quiso. Como en las obras finales donde bromea, tan dolorosa y alegremente, sobre el cáncer que la destruyó. Donde, tan artista siempre, da forma y rostro a las células que la traicionan. “No nos une el amor sino el espanto”. Labios iluminados Los músculos de la boca suelen mentir. Los ojos jamás.

Alina Szapocznikow: Sculpture Undone. 1955-1972 catálogo, MoMA / Mercatorfonds Nueva York / Bruselas, 2011 216 pp. Me imagino, o quiero verme así, sonriendo desde la alegría cantante de una artista que llenó su estudio de risas. Me veo con tanto o más disfrute que en Labios iluminados, una de sus esculturas mejor conocidas en París (donde también vivió). En un blog sobre el gozo donde es mencionada, hay una definición del acto de sonreír. Proviene de la Asociación de Ciencia Psicológica. Gloso así: cuando los ojos sonríen estás ante una emoción verdadera. ¿Cómo reías, Alina, en tus retratos, en tus piezas-lámpara, en tus gomas de mascar convertidas en esculturas casi aéreas vía el ensueño, tus piezas-piernas, tus dibujos sobre ti misma con una costura inmensa y sin seno izquierdo, en tus autorretratos donde fumas sonriente, desnuda y sentada, con puntos y más puntos en el torso (te encantaba jugar ante la cámara, ante el espejo)? Me gustan estos adjetivos (Y mucho.) Elena Filipovic, curadora con Joanna Mytkowska de esta muestra itinerante, los usa en el catálogo. Resplandecen juntos: “hechicera, visceral, frágil, inolvidable, persistente, lúdica, perturbadora, sensual, devastadoramente crítica, misteriosa para siempre”. Filipovic afirma que Szapocznikow es “una historia de esculturas no realizadas” (undone). “Su escultura herética buscó”, sobre todas las cosas digo yo, “desestabilizar la idea de lo que es escultura”. ¿Qué más buscar en el artista vero? Alina: no te conocía. Eres formidable. Veo tu influencia en varios artistas de mi tiempo. Gracias (¿o prefieres dzieki?). Me emocionas. No me enamoraba (de ningún artista) desde hace tiempo. Cito de nuevo: “Mastica bien entonces. Mira alrededor tuyo. La creación nace justo entre los sueños y el trabajo diario”. Y afirmo: el amor por el artista nace entre los sueños y la vida cotidiana. Y digo que entre Frida Kahlo y tú, artistas cuya materia fue también el cuerpo propio, me quedo contigo. Voilà! L


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