Laberinto
Tomas Tranströmer Poesía página 3 Armando Alanís Cuentos crueles página 4 José Pablo Salas Entrevista con Enrique Serna página 4 Magali Tercero Alfonso Mena en el MAM página 12
N.o 522
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Rushdie y Weiwei, vidas paralelas
Roberta Garza Página 5 EDGAR CLÉMENT
Eduardo Subirats
“El exilio es la condición del pensamiento” Oriol Malló Página 6
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antesala
Los últimos días de Monterrey
EX LIBRIS
La toilette de Madame Delbene bEKO
TOSCANADAS David Toscana
asegura, con igual energía, la obediencia de los ciudadanos”. Caramba. ¿La Iglesia asegura ue la Iglesia católica la obediencia de los ciudadanos? se haya equivocado con Parece un buen negocio. el movimiento astral y ¿Qué quieres a cambio? Ah, que haya condenado a Galileo es pues muchas cositas: templos, peccata minuta, consecuencia obras de arte, impunidad de la inercia ptolemaica. Que no para mis pederastas, firma de aprueben las ideas científicas concordatos con el Vaticano, sobre la creación del mundo educación religiosa, exención y la evolución también se de impuestos, contabilidad entiende, pues ni la misma secreta, en fin, que todos mis ciencia ha terminado de armar el crímenes sean materia de rompecabezas. conciencia, no de derecho El pecado histórico de la Iglesia penal. es su respaldo al derecho divino ¿Dónde firmo? Dice el jefe de de los monarcas, ese matrimonio Estado a sabiendas de estar ante entre lo terrenal y lo divino que lo que los negociantes llaman durante siglos ha promovido el un trato de ganar–ganar. pisoteo de los derechos humanos Hoy mismo, quienes de quienes no son nobles ni buscan un puesto alto en las ricos ni clérigos. Tuvo su época democracias procuran amarrar de oro cuando tanto los del lado el favor de lo celestial: visitas al del César como los de Dios se Papa, matrimonios religiosos dedicaron a torturar y asesinar a previos a las elecciones, quienes se les atravesaran en el donaciones a grupos religiosos camino. y, más recientemente, entrega Cada rey o zar o emperador de ciudades al todopoderoso. requería su misa de coronación. Durante unos años la ciudad En ella bajaba la mano de de Monterrey ha padecido la Dios para darle iluminación al corruptoviolencia, pero ahora la monarca y más aún, le daba el alcaldesa se la ha entregado al derecho de hacer su voluntad sin cártel de Dios. tener que rendirle cuentas a los Ya sabemos que Cristo nunca súbditos; solo al final de su vida procuró la obediencia de los habría de negociar su más allá ciudadanos. Todo lo contrario: con el creador. En este maridaje tiene fama de sedicioso. la Iglesia recibía privilegios; el Tampoco fue muy hábil contra Estado recibía sumisión. el crimen. Apenas hizo una El rey Juan Carlos de España pataleta contra los cambistas tuvo su misa el 27 de noviembre en el templo de Jerusalén, sin de 1975. En la homilía, el cardenal solucionar nada, y terminó Vicente Enrique y Tarancón le ejecutado entre dos ladrones, a dijo que no iba a regatearle “su los que trató como colegas. estima y oración ni tampoco Hoy Monterrey ha quedado su colaboración”. Agregó que en manos de un impulsivo la Iglesia pediría “a todas las omnipotente con fama de autoridades que respeten, sin destructor de ciudades. Pero discriminaciones ni privilegios, Toscana está tranquilo, pues los derechos de las personas, que aunque no es Lot sí se montó protejan y promuevan el ejercicio en un Boeing de Lot y reposa de la adecuada libertad”. a diez mil kilómetros de su Lo interesante vino enseguida, ciudad reinera a la espera cuando el cardenal remata: “A de que comiencen a caer las cambio de tan estrictas exigencias primeras gotas de azufre a los que gobiernan, la Iglesia ardiente sobre sus paisanos. L dtoscana@gmail.com
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ESPECIAL
DE CULTO
ESPECIAL
Gustav Meyrink
La memoria embrujada del banquero
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n la Praga de principios del siglo XX, el Golem del rabino Judah Loew ben Bezalel volvió a la vida. El hombre de barro, con la palabra mágica escondida en su pecho, recorrió el gueto judío bajo el lente expresionista de Paul Wegener, y su origen cabalístico inspiró una novela que por título lleva su nombre. “El aprendiz de hombre”, como lo nombró Borges, significó para el novelista Gustav Meyrink un símbolo, una presencia, un morador interno, un aire sobre Praga, una silueta a través de la ventana enrejada de una torre, el doppelgänger del escritor que caminaba las noches a lo largo de una grieta entre el sueño y la vigilia. Durante sus caminatas nocturnas, Meyrink recorría su historia: los primeros años en Viena; después en las ciudades donde su madre, actriz teatral, cumpliera un contrato de temporada. En 1883, a los 15 años, decidió quedarse en Praga, sus callejas lo habían embrujado. Estudió comercio y fundó en sociedad el banco Meyer & Morgenstern. Años más tarde, el fracaso de su primer matrimonio y las complicaciones de otra relación amorosa, lo llevaron a pensar en el suicidio. Pero justo cuando colocó el arma en su frente, el empleado de una librería deslizó bajo la puerta unos folletos sobre ocultismo. Entonces Meyrink guardó el revólver y tomó el largo camino de las ciencias ocultas: entró en contacto con videntes y médiums, siguieron órdenes y hermandades, incluso en 1891 fundó la logia teosófica La Estrella Azul. Lo llamaron excéntrico, quizá porque en casa tenía
BITÁCORA PSICOTRÓPICA
La alcaldesa en la ceremonia de entrega del poder a Jesucristo
Lorel Manzanoblorel_hm@yahoo.com.mx
un terrarium con ratones africanos en una suerte de confesionario, retratos de Madame Blavatsky, un frasco con la espuma “teleplasmática” de una médium, un cofrecillo de hachís indio que llevaba a las reuniones de café y un dictógrafo con el cual realizó la traducción de Charles Dickens al alemán. En 1904 se vio envuelto en un escándalo por fraude. Para Egon Erwin Kisch, su detención arbitraria hizo crecer en él un “odio productivo” y le otorgó el mejor “impulso para escribir”. El proceso penal transformó al banquero Meyrink “en un gran escritor”. Poco después abandonó Praga y se mudó a Baviera, donde vivió hasta su muerte, ocurrida en 1932. En Munich trabajó en la redacción de la famosa revista Simplicissimus, en torno a la cual encontró la atmósfera cultural que lo estimularía a escribir sátiras, teatro a cuatro manos, narraciones breves, Cuentos de alquimistas y las novelas El rostro verde, El ángel de la ventana occidental, entre otras. En su obra, construida en desniveles y caminos subterráneos, deambulan “los habitantes de un reino que no conoce la muerte”, un poco enloquecidos de tantos rencores, venganzas, ambiciones, trampas, asesinatos. Con la memoria embrujada por la vieja Praga, Meyrink –igual que el rabino de Borges– se “dio a permutaciones de letras y complejas variaciones”, como observado por el Golem que moraba en su interior y lo seguía atento con “sus ojos menos de hombre que de perro/ y harto menos de perro que de cosa”. L Xavier Velasco
De todos los olvidos, solo el involuntario es imperdonable.
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La fúnebre góndola
La santa bohemia
Para el poeta sueco, en la niñez y la adolescencia aparecieron sus obsesiones; enigmas que lo han llevado a explorar la condición humana y los deseos POESÍA
ESCOLIOS ESPECIAL
Tomas Tranströmer Diario nocturno na noche de mayo atraqué bajo un glacial claro de luna. Césped y flores estaban grises pero el aroma verdecía.
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Me deslicé por encima de la pendiente de esa noche ciega al color mientras las blancas piedras hacían señales a la luna. Un espacio de tiempo de algunos minutos de largo y cincuenta y ocho años de ancho. Y detrás de mí más allá del agua de reflejos plomizos se encontraba la otra orilla y quienes ahí reinaban. Gente con futuro en lugar de rostro. Como si fuera niño
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omo si fuera niño y un insulto inaudito se tejiera sobre la cabeza como costal y se atisbara el relumbre de sol a través de la trama del costal y se escuchara canturrear a los cerezos. Pero es no ayuda, el gran insulto cubre cabeza, toros y rodillas y uno se agita esporádicamente pero sin alegrarse por la primavera. Sí, con la gorra luciente echada sobre el rostro mira a través del tejido. Anillos inaudibles de agua bullen por la bahía. Hojas verdes oscurecen la tierra. Traducción: Aline Pettersson
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omas Tranströmer nació en Estocolmo el 15 de abril de 1931 y ha sido considerado, desde hace largo tiempo, uno de los grandes poetas escandinavos contemporáneos. Psicólogo de profesión, es también un reconocido traductor literario. En 2011, fue reconocido con el Premio Nobel de Literatura. Entre sus poemarios se encuentran: Secretos en el camino, Senderos, Bálticos, Visión de la memoria y Deshielo a mediodía. Los textos que aquí se presentan, corresponden a la edición bilingüe de La fúnebre góndola (con texto introductorio y traducción de Aline Petterson) que en estos dias la UNAM ha puesto en circulación.
Armando González Torres agonzale79@yahoo.com.mx
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staba yo en ese restaurante al aire libre, absorto en una lectura, cuando percibí un penetrante olor a sudor y tabaco y, luego, una mano que ponía sobre mi mesa un delgado libro de colores chillantes. “¿Te gusta la poesía?”, me interrogó un joven alto y de melena gigantesca, que vestía como si fuera miembro de una estudiantina. “Es el tomo más reciente de mi poema cósmico”, agregó con una mirada que parecía decir “eres un imbécil si no sabes qué es un poema cósmico y si no compras mi libro”. “No, para nada me gusta la poesía” le dije molesto por la interrupción. “Eres un burgués”, me espetó con un gesto de indignación y se dirigió rápidamente a desplegar su mercancía ante comensales más sensibles. Al oír el adjetivo de burgués y al ver la extravagante indumentaria del frustrado vendedor, yo me sentí transportado mucho más de un siglo atrás, cuando la bohemia sacrificial se oponía al gusto filisteo. Cierto, aunque parece intemporal, la bohemia es una corriente de ideas y costumbres que está claramente situada en la historia intelectual y, como demuestra Jaime Álvarez Sánchez en su artículo “Bohemia, literatura e historia”, se origina en Francia durante la primera mitad del siglo XIX y, tras varias mutaciones, se traslada al mundo hispánico, donde extiende su influencia ética y su mórbida rebelión. A decir de Álvarez Sánchez, la bohemia francesa tiene varias etapas. Una inicial que se asocia a una alegre y
excéntrica, aunque inofensiva, rebelión contra lo convencional y burgués; una segunda, más politizada, que une los ideales de la bohemia al ánimo revolucionario de la Comuna de París y la tercera, tras el desencanto político, que hace más sombrías y subversivas (el alcohol, las drogas, los bajos fondos, la autodestrucción) sus formas de oponerse a la norma. Todas esas características, juntas, gravitan en la fauna de bohemios hispanoamericanos, cuyas estampas inolvidables trazaron desde Valle Inclán hasta Julio Sesto. El desaliño, la actitud desafiante, el sacrificio de las conveniencias mundanas, el vivir al día y desordenadamente son algunos de los ideales magnéticos que privan en la bohemia. La bohemia es un ascetismo del arte que precisa asumir la libertad y la precariedad, a fin de dejarse insuflar por lo aleatorio de la inspiración y por las corrientes más profundas de la existencia. Para el bohemio, por ejemplo, la literatura no es una actividad intelectual, sino una experiencia vital y sensorial en la que lo escrito es solo una parte de lo experimentado. Por supuesto, el reino de la bohemia está lleno de falsarios y fracasados o de mártires que han vivido tan desdichada e intensamente que no les ha dado tiempo de documentarlo. Por lo demás, el discurso contestatario de la bohemia puede ser profundamente predecible, sentimental y anacrónico; sin embargo, hay muchas reservas de vocación en esa actitud casi mística del individuo que aspira, nada menos, que a ofrendar o confundir su vida con el arte. L
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literatura CUENTOS CRUELES Armando Alanís aralanisc@yahoo.com.mx
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n La ternura caníbal (Páginas de Espuma, México, 2013), Enrique Serna regresa al cuento con su vigor acostumbrado. Son diez cuentos sin concesiones al lector, que analizan con microscopio de científico, y con un detenimiento casi morboso, las difíciles relaciones humanas, sobre todo, las de pareja. Un político de la vieja guardia, astuto y acostumbrado a hacer siempre su voluntad, se topa con una esposa que, luego de sufrir sus arbitrariedades y rudo carácter, sabrá vengarse; una mujer acepta tener una experiencia swinger con el objeto de revitalizar el amor por su marido, sin imaginar, ni ella ni él, cuál será el desenlace; un músico de vanguardia y una escultora posmoderna, casados, echarán a perder, por sus estúpidos celos profesionales, su mejor obra. Encontramos en este ramillete de cuentos largos personajes de muy distinta índole, desde un sacerdote que no puede zafarse de sus deseos carnales hasta un viejo homosexual enamorado de un raterillo joven que se parece a Kid Azteca; desde un poeta de provincia que ansía la gloria literaria hasta una secretaria que vomita todo su rencor en la cara de su marido moribundo, un físico nuclear que no tuvo en la vida el éxito profesional que anhelaba. Son cuentos crueles, cuyo desarrollo no permite adivinar el final. El lector va de sorpresa en sorpresa, mientras ante sus ojos se van develando los secretos de los personajes: sus ambiciones y sus mezquindades, su amor desaforado o su odio, muchas veces reprimido. En “Drama de honor”, el narrador traducirá así lo que sucede en el interior de la esposa que ha cedido a regañadientes a la petición de su marido de tener una experiencia sexual nueva para ellos: “Ni una sombra de culpa ensombrecía su placer, como si el relámpago de la libertad la hubiera inmunizado contra los agentes policiacos del alma.”En “La vanagloria”, escrito en primera persona, encontramos reflexiones como la siguiente: “La ventaja de capitular ante la adversidad es que te permite hacer borrón y cuenta nueva, recomenzar tu vida a partir de cero.” Este cuento, además, retrata con precisión de cirujano las rivalidades y envidias que suelen desatarse en los círculos literarios de las ciudades de provincia. El autor de Amores de segunda mano y El orgasmógrafo, despliega en La ternura caníbal su innegable habilidad para diseccionar los sentimientos humanos, y nos hace ver qué fácil es pasar del amor al odio, del perdón a la venganza, del consentimiento y la resignación a la rebeldía. En “La incondicional”, el cuento que cierra el volumen —lamentablemente plagado de erratas—, la mujercita abnegada resulta ser una fría calculadora, y en su sarta de reproches a un marido que no puede contestarle, le confiesa que encontró su diario y le reclama: “Hijo de la chingada, ¿conque todos estos años me has tenido lástima? ¿No sería más bien que necesitabas sentirte idolatrado por alguien? Cualquier otra mujer con más dignidad que yo te hubiera puesto en aprietos. Es muy cómodo tener en casa a una foca enamorada que te aplaude sin motivo, lo merezcas o no.” Un libro no apto para quienes buscan finales felices. L
ESPECIAL
Las preocupaciones de Enrique Serna Aunque al escritor mexicano le tiene sin cuidado cómo se cataloguen sus libros, la siguiente conversación y la revisión de su más reciente título, La ternura caníbal, delinean sus intereses literarios: crear una radiografía del ego y la crueldad ENTREVISTA MANUEL RIESTRA
José Pablo Salas josepablo.milenio@gmail.com
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Enrique Serna no le da miedo el mundo swinger. Tampoco se espanta con los encuentros furtivos en los cines ni con los conflictos neuróticos que, a veces, puede provocarnos nuestra sexualidad. No. A Enrique Serna le preocupa que se le tome por un moralista, que se lean sus cuentos como fábulas y que se considere a la literatura erótica como un género menor. Quizá por eso, cuando le comento que se percibe una especie de enseñanza moral en algunos de sus relatos, el escritor niega con la cabeza y dice: “No creo que haya ninguna moraleja en mis cuentos, lo que trato de hacer es seguir las pasiones de mis personajes y ver a dónde los pueden ir conduciendo de acuerdo con la moral que tienen ellos, no yo como escritor”. Serna se ha rasurado el bigote con el que suele aparecer en sus fotografías y luce algo ansioso, aunque se le escapa una que otra risa cuando recuerda pasajes de sus cuentos. Y no es para menos, en La ternura caníbal, el volumen más reciente de sus relatos, Enrique Serna explora con humor, ironía y hasta crueldad los recovecos de lo que él llama “antropofagia sentimental”, la necesidad de comerse al otro, o, incluso, a uno mismo. Así, en “Entierro maya”, se narra la historia de un general retirado al que le prohíben someterse a emociones fuertes (orgasmos incluidos), por el peligro de un infarto al corazón. Y en “Drama de honor”, un marido intenta convencer a su celosa esposa de probar el intercambio de parejas para “afianzar” su relación. Pero no es la primera vez que el autor de Giros negros une literatura, sexualidad y conflicto. Su novela más reciente, La sangre erguida (Seix Barral, 2010), trata acerca de tres hombres cuya existencia es dictada por las necesidades de su pene. “Por un lado, sin conflicto no hay literatura, de modo que las historias felices de parejas que viven en perfecta armonía realmente no permiten escribir nada interesante. Por otro, me interesa ver qué pasa cuando el erotismo, que es una fuerza vital y el motor que mueve al mundo, se atrofia o encuentra un impedimento fuerte”. —¿Considera que escribe literatura erótica? —A mí realmente me tiene sin cuidado dónde quieran catalogar mis libros. Además, no creo que la novela erótica sea un género menor. Creo que la vida erótica es un reflejo de la educación, de la clase social, de la ideología, de la familia y de muchos otros factores, por eso creo que si alguien quiere escribir una buena novela erótica tiene que hacer una exploración a fondo de la existencia en general y no limitarse a escribir escenas de cama. Sin embargo, no todo en La ternura caníbal gira en torno al sexo. En cuentos como “El Manco Rodríguez”y “Soledad Coronada”, Serna critica el carácter amable y a la vez hipócrita del mexicano: —Es un tema que me interesa y que, en determinado momento, le pueden causar grandes sufrimientos a algunos personajes del libro. Esta aparente cordialidad, pero que en el fondo oculta cierta hostilidad. Creo que la suavidad de nuestros modales a veces nos conduce a ser muchísimo más crueles que la gente que es directa y áspera. Aquí el que dice “no” parece que es muy grosero, pero es preferible negarse de entrada que faltando 15 minutos para la comida. A pesar de la variedad de temas que aborda, parecería que en los cuentos de Serna el lector
Casi durante toda su vida, Weiwei ha sufrido encarcelamientos y tortura
Vidas paralelas Nueva York no solo es la capital del mundo sino epicentro de la cultura planetaria donde confluyen disidencias y rupturas con el orden establecido. En Manhattan se reunieron, en cuerpo presente y cuerpo virtual, Weiwei y Rushdie, dos artistas que han padecido el acoso del poder, sea por fanatismo o por vocación autoritaria CRÓNICA El autor de La sangre erguida
puede casi palpar la debacle del protagonista, lo que parece ser una rúbrica en su literatura. Al respecto, el escritor comenta: —No soy alguien que se sobreponga a los personajes como un juez que les haga condenas morales, lo que trato es de meterme en su piel desde un principio, pero a veces los cuentos los tengo pensados como historias trágicas o tragicómicas, eso hace que el destino de los personajes no sea siempre feliz. Y, por si fuera poco, al narrador todavía le quedan balas para criticar, siempre con humor, lo superfluo de los mundillos culturales. En “Los reyes desnudos”, una pareja de artistas conceptuales se da cuenta que cada uno desprecia las absurdas creaciones del otro. Mientras que “La vanagloria” cuenta cómo un poeta de provincia recibe una carta de Octavio Paz, misma que es su entrada al parnaso de los escritores regionales pero, también, a su infierno. —En “Los reyes desnudos” hay un cuestionamiento del mundillo cultural y el arte contemporáneo, ¿por qué? —Hay una crítica a la charlatanería en la que ha caído el arte conceptual y algunas versiones de la música electro–acústica. Es algo que he sentido desde hace mucho tiempo, pero que reforcé con la lectura de un ensayo estupendo de Carlos Granés, El puño invisible, donde hace una crítica de la evolución que han tenido las vanguardias desde principios del siglo XX hasta la actualidad, y muestra cómo se ha ido corrompiendo esto que en un principio era un movimiento revolucionario. —Son personajes completamente snobs, al grado de pagar a las galerías por exhibir piezas que para nadie significan algo. —Por eso ubiqué el cuento en París. Me parecía que estos dos snobs tan sofisticados era más fácil que existieran en una potencia cultural. De hecho, allá existen con el nombre concreto de bohemian bourgeois. —¿Es “La vanagloria” una crítica frontal al estado del arte de las letras en México? —Yo compadezco bastante a los poetas, porque dependen excesivamente de lo que otros colegas piensen de ellos por falta de un público lector de poesía. Eso puede propiciar ninguneos muy injustos porque, finalmente, obtener el favor de los colegas siempre desemboca en la politiquería. —Tanto que se privilegia el prestigio ante la calidad de la poesía... —Exacto, porque hay un cenáculo de mediocres en su provincia que es el que le impide el reconocimiento. La verdad es que, a pesar de que este cuento sea muy provinciano, este tipo de cenáculos corrompidos existen en todo el mundo. L
Roberta Garza
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a invitación anunciaba para el Día Mundial de la Libertad de Expresión un diálogo entre Ai Weiwei y Salman Rushdie llamado Freedom and Moral Courage. Weiwei, a quien su gobierno le tiene prohibido salir de China, hizo presencia en el auditorio del New York Times vía satélite, pero el enlace duró apenas diez minutos y solo sirvió para que el artista contestara una o dos olvidables preguntas lanzadas por la moderadora, Patricia Cohen, especialista en la Edad Media y encargada de Ideas y Vida Intelectual para el diario; en México asombra la mera existencia de semejante apartado temático. Nunca sucedió lo que todos en el abarrotado auditorio esperábamos: la interacción entre Weiwei y Rushdie, éste último en la ciudad para el encuentro anual Voces del Mundo, del PEN Club, del cual es fundador. Una vez desconectado el artista, el resto del tiempo, que apenas rozó la hora, lo usó el escritor para hablar sobre su libro autobiográfico, publicado en septiembre de 2012 y llamado Joseph Anton. A Memoir, mote que adoptó durante la década cuando la fatwa lanzada un día de San Valentín lo condenó a esconderse detrás del nombre de dos de sus autores favoritos: Anton Chéjov y Joseph Conrad. ◆◆◆ Ai Weiwei nació un agosto de 1957 de Ai Jing, artista, poeta, académico y comunista temprano, encarcelado y torturado en los años treinta por sus críticas a las políticas del Partido Nacionalista de Chiang Kai Shek. Por las mismas razones sería después recompensado por el partido de Mao con una invitación a reeducarse a través de trabajos forzados, castigo a donde fue enviado con su esposa y su hijo de un año. ¿La acusación? Ser de derecha, o defender la libertad de expresión de otros poetas acusados de derechistas por las veleidosas políticas de la revolución cultural que, aunque no sea lo mismo, a ellos les daba igual. Weiwei, artista conceptual y arquitecto, destaca más por sus irónicos y precisos señalamientos a la corrupción y al autoritarismo del gobierno chino que por la calidad de las propuestas artísticas que usa a modo de vehículo para lo anterior. Como sucede en casos similares, sus obras son juzgadas a la luz de su activismo, no pocas veces errático: criticó duramente el colaboracionismo y la ausencia de juicio moral del cineasta director de la ceremonia de apertura olímpica, Zhang Yimou —Ju Dou, Sorgo Rojo, Linterna Roja—, apuntando al triunfalismo falso del acontecimiento, mientras justificaba su involucramiento en el proyecto de la firma suiza Herzog & Meuron, el estadio Nido de
Pájaro, hoy abandonado por impráctico, aludiendo a su amor por el diseño y la arquitectura. El hecho es que mientras en el extranjero ha sido aclamado en los más prestigiados museos y galerías y ha visto su causa defendida vocalmente por la comunidad académica y política de los Estados Unidos y de Europa, en su patria Weiwei ha sido perseguido, censurado, golpeado, acosado y arrestado arbitrariamente por sus ideas y expresiones, cualesquiera que éstas sean. Nada que sorprenda: la mordacidad elegante del chino lo convierte en un formidable enemigo de la autocracia desde Pekín, al margen de sus méritos artísticos; sus reflexiones, tan elegantes como lapidarias, tejen finamente la relación entre el arte y la política, la creación y la crítica, la propuesta y la denuncia, donde la ironía es el veneno en la puntilla para cualquier político que se tome demasiado en serio. Es decir, para casi todos. “El arte se hace política cuando revela verdades ocultas, porque lo peor que hay es el exterminio de la memoria. Subversivo es una etiqueta que el gobierno le pone a quien tiene opiniones distintas, pero es cierto que la censura, la restricción, suelen impulsar la creatividad”, responde, ante la pregunta formulada de si el artista debe por fuerza asumir alguna postura política, algún compromiso a través de su estética. La moderadora intenta avanzar: “Entonces, ¿qué pasa con los creadores en las sociedades libres? ¿Se puede hacer arte en libertad?” La imagen de Weiwei, gigantesca en sus pixeles, flotando sobre el auditorio como la de un mago de Oz, sonríe apenas y remata así: “No hay sociedades realmente libres”. ◆◆◆ Ahmed Salman Rushdie le debe el apellido al filósofo musulmán aristotélico Ibn Rushd —para Occidente, Averroes—, impulsor desde el medioevo de una perspectiva racional, basada en la observación de hechos y alejada de cosmovisiones religiosas —laica, le llamaríamos ahora— para el estudio del universo: el nombre como destino.
Criado en India pero educado en inglés, Rushdie estudió Historia en Cambridge y, luego de una carrera mediocre en la industria de la publicidad y de un título olvidable —Grimus—, escribe la novela fundacional de la India independiente, quizá una de las más bellas obras modernas en inglés, comparable a la fluida y mágica prosa de Cien años de soledad pero mayor en cuanto a sus alcances intelectuales: Hijos de la medianoche. A partir de ésta sus entregas serán irregulares, ninguna alcanzando la redondez de su obra emblema. De cualquier modo la fama universal no le llegará por su talento, sino por publicar en 1988 Los versos satánicos. El título viene de una leyenda islámica que dice que, al predicar la nueva religión en La Meca, el Profeta recitó lo que luego se convertiría en los versos 19 y 20 de la Sura de la Estrella, revelada originalmente por el ángel Gabriel. Tentado por el deseo de ser escuchado y de ganar adeptos —o por Satanás, según—, adulteró la recitación para incluir una mención a tres deidades femeninas, de raíces paganas y muy veneradas por la población local, llamadas Al–Lat, Al–Uzza y Manat, hijas de Dios y sabias, poderosas e intercesoras. La historia cuenta que poco después Gabriel se le presentaría al Profeta, apesadumbrado, pidiéndole eliminar el pasaje que atentaba contra el monoteísmo omnipotente y masculino que predicaba el Islam. Alá, viendo el arrepentimiento de Mahoma, corrigió mágicamente los versos en una edición divina que por ende permanecería intacta en las compilaciones que luego se convertirían en el canon, en la ortodoxia: en el Corán. Rushdie no tuvo tanta clemencia. Su novela fue llamada blasfema, valiéndole la censura en India, Pakistán, Bangladesh, Tailandia, Sudán, Indonesia, Kenia, Tanzania, Sudáfrica, Singapur, Sri Lanka y Venezuela. Poco tiempo después, desde Irán vendría la sentencia de muerte extrajudicial y transfronteriza, a ser llevada a cabo en cualquier momento y lugar por cualquier devoto musulmán contra el enemigo de su fe. En su momento más álgido, la recompensa ofrecida por la sangre del autor rebasó los tres millones de dólares. Rushdie ya no está escondido, ni bajo la protección policial que durante diez años impidió su muerte. Al auditorio el público entró previo pago de cerca de 35 dólares y sin mayor aduana; yo llevaba, además de mi bolsa de mano, una sospechosa envoltura de plástico que contenía un paquete de letales almendras cubiertas de chocolate que ninguno de los edecanes revisó; después, la fila para que el autor firmara libros serpenteó impunemente por el lobby de vidrio del gran edificio a unos pasos de Times Square. Pero en su momento, en su nombre, hubo incendios y bombazos en librerías y casas editoriales, uno o dos traductores asesinados y un editor acuchillado, además de innumerables marchas, desde Bombay hasta Londres, pidiendo el repudio y la muerte del blasfemo, a las cuales se sumaron no pocos intelectuales y artistas occidentales; en un mundo previo al 11 de septiembre, al autor se le consideró el victimario, el agresor, el irrespetuoso e insensible destructor de lo sagrado. Quizá por eso no lo abandona el resentimiento; en parte por la pobre respuesta de una sociedad que se precia de ser moderna pero que, en el momento inicial de la crisis, tomó partido por las susceptibilidades de una cultura teocéntrica en lugar de contra la violencia que ésta volcó hacia la vida y la voz del escritor, y en parte por haber sido obligado a asumir una postura política —y el activismo que viene con ésta— en vez de dedicarse a los placeres puros de la creación estética: “La escritura es una ocupación privada, personal; tener una opinión política no es obligado pero, a veces, ésta se nos impone”, dijo el hindú desde la sede de un diario que, como tantos otros, poco defendió su caso públicamente, dato que menciona en un tono suave, casi superficial, pero que no por eso dejó de mandar la mirada de la moderadora al infinito y más allá. “Y es que pocos admiran al verdadero disidente, al que incomoda y nos obliga a cuestionar nuestra cosmovisión; al contrario, éste suele ser hostigado por su atrevimiento. Pero eso apenas existe hoy, cuando en su lugar los artistas e intelectuales rigurosos han sido sustituidos por estrellas del entretenimiento”, añade, para cerrar, sin que esto logre disculpar del todo a sus anfitriones. O al Occidente entero. L
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literatura CUENTOS CRUELES Armando Alanís aralanisc@yahoo.com.mx
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n La ternura caníbal (Páginas de Espuma, México, 2013), Enrique Serna regresa al cuento con su vigor acostumbrado. Son diez cuentos sin concesiones al lector, que analizan con microscopio de científico, y con un detenimiento casi morboso, las difíciles relaciones humanas, sobre todo, las de pareja. Un político de la vieja guardia, astuto y acostumbrado a hacer siempre su voluntad, se topa con una esposa que, luego de sufrir sus arbitrariedades y rudo carácter, sabrá vengarse; una mujer acepta tener una experiencia swinger con el objeto de revitalizar el amor por su marido, sin imaginar, ni ella ni él, cuál será el desenlace; un músico de vanguardia y una escultora posmoderna, casados, echarán a perder, por sus estúpidos celos profesionales, su mejor obra. Encontramos en este ramillete de cuentos largos personajes de muy distinta índole, desde un sacerdote que no puede zafarse de sus deseos carnales hasta un viejo homosexual enamorado de un raterillo joven que se parece a Kid Azteca; desde un poeta de provincia que ansía la gloria literaria hasta una secretaria que vomita todo su rencor en la cara de su marido moribundo, un físico nuclear que no tuvo en la vida el éxito profesional que anhelaba. Son cuentos crueles, cuyo desarrollo no permite adivinar el final. El lector va de sorpresa en sorpresa, mientras ante sus ojos se van develando los secretos de los personajes: sus ambiciones y sus mezquindades, su amor desaforado o su odio, muchas veces reprimido. En “Drama de honor”, el narrador traducirá así lo que sucede en el interior de la esposa que ha cedido a regañadientes a la petición de su marido de tener una experiencia sexual nueva para ellos: “Ni una sombra de culpa ensombrecía su placer, como si el relámpago de la libertad la hubiera inmunizado contra los agentes policiacos del alma.”En “La vanagloria”, escrito en primera persona, encontramos reflexiones como la siguiente: “La ventaja de capitular ante la adversidad es que te permite hacer borrón y cuenta nueva, recomenzar tu vida a partir de cero.” Este cuento, además, retrata con precisión de cirujano las rivalidades y envidias que suelen desatarse en los círculos literarios de las ciudades de provincia. El autor de Amores de segunda mano y El orgasmógrafo, despliega en La ternura caníbal su innegable habilidad para diseccionar los sentimientos humanos, y nos hace ver qué fácil es pasar del amor al odio, del perdón a la venganza, del consentimiento y la resignación a la rebeldía. En “La incondicional”, el cuento que cierra el volumen —lamentablemente plagado de erratas—, la mujercita abnegada resulta ser una fría calculadora, y en su sarta de reproches a un marido que no puede contestarle, le confiesa que encontró su diario y le reclama: “Hijo de la chingada, ¿conque todos estos años me has tenido lástima? ¿No sería más bien que necesitabas sentirte idolatrado por alguien? Cualquier otra mujer con más dignidad que yo te hubiera puesto en aprietos. Es muy cómodo tener en casa a una foca enamorada que te aplaude sin motivo, lo merezcas o no.” Un libro no apto para quienes buscan finales felices. L
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Las preocupaciones de Enrique Serna Aunque al escritor mexicano le tiene sin cuidado cómo se cataloguen sus libros, la siguiente conversación y la revisión de su más reciente título, La ternura caníbal, delinean sus intereses literarios: crear una radiografía del ego y la crueldad ENTREVISTA MANUEL RIESTRA
José Pablo Salas josepablo.milenio@gmail.com
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Enrique Serna no le da miedo el mundo swinger. Tampoco se espanta con los encuentros furtivos en los cines ni con los conflictos neuróticos que, a veces, puede provocarnos nuestra sexualidad. No. A Enrique Serna le preocupa que se le tome por un moralista, que se lean sus cuentos como fábulas y que se considere a la literatura erótica como un género menor. Quizá por eso, cuando le comento que se percibe una especie de enseñanza moral en algunos de sus relatos, el escritor niega con la cabeza y dice: “No creo que haya ninguna moraleja en mis cuentos, lo que trato de hacer es seguir las pasiones de mis personajes y ver a dónde los pueden ir conduciendo de acuerdo con la moral que tienen ellos, no yo como escritor”. Serna se ha rasurado el bigote con el que suele aparecer en sus fotografías y luce algo ansioso, aunque se le escapa una que otra risa cuando recuerda pasajes de sus cuentos. Y no es para menos, en La ternura caníbal, el volumen más reciente de sus relatos, Enrique Serna explora con humor, ironía y hasta crueldad los recovecos de lo que él llama “antropofagia sentimental”, la necesidad de comerse al otro, o, incluso, a uno mismo. Así, en “Entierro maya”, se narra la historia de un general retirado al que le prohíben someterse a emociones fuertes (orgasmos incluidos), por el peligro de un infarto al corazón. Y en “Drama de honor”, un marido intenta convencer a su celosa esposa de probar el intercambio de parejas para “afianzar” su relación. Pero no es la primera vez que el autor de Giros negros une literatura, sexualidad y conflicto. Su novela más reciente, La sangre erguida (Seix Barral, 2010), trata acerca de tres hombres cuya existencia es dictada por las necesidades de su pene. “Por un lado, sin conflicto no hay literatura, de modo que las historias felices de parejas que viven en perfecta armonía realmente no permiten escribir nada interesante. Por otro, me interesa ver qué pasa cuando el erotismo, que es una fuerza vital y el motor que mueve al mundo, se atrofia o encuentra un impedimento fuerte”. —¿Considera que escribe literatura erótica? —A mí realmente me tiene sin cuidado dónde quieran catalogar mis libros. Además, no creo que la novela erótica sea un género menor. Creo que la vida erótica es un reflejo de la educación, de la clase social, de la ideología, de la familia y de muchos otros factores, por eso creo que si alguien quiere escribir una buena novela erótica tiene que hacer una exploración a fondo de la existencia en general y no limitarse a escribir escenas de cama. Sin embargo, no todo en La ternura caníbal gira en torno al sexo. En cuentos como “El Manco Rodríguez”y “Soledad Coronada”, Serna critica el carácter amable y a la vez hipócrita del mexicano: —Es un tema que me interesa y que, en determinado momento, le pueden causar grandes sufrimientos a algunos personajes del libro. Esta aparente cordialidad, pero que en el fondo oculta cierta hostilidad. Creo que la suavidad de nuestros modales a veces nos conduce a ser muchísimo más crueles que la gente que es directa y áspera. Aquí el que dice “no” parece que es muy grosero, pero es preferible negarse de entrada que faltando 15 minutos para la comida. A pesar de la variedad de temas que aborda, parecería que en los cuentos de Serna el lector
Casi durante toda su vida, Weiwei ha sufrido encarcelamientos y tortura
Vidas paralelas Nueva York no solo es la capital del mundo sino epicentro de la cultura planetaria donde confluyen disidencias y rupturas con el orden establecido. En Manhattan se reunieron, en cuerpo presente y cuerpo virtual, Weiwei y Rushdie, dos artistas que han padecido el acoso del poder, sea por fanatismo o por vocación autoritaria CRÓNICA El autor de La sangre erguida
puede casi palpar la debacle del protagonista, lo que parece ser una rúbrica en su literatura. Al respecto, el escritor comenta: —No soy alguien que se sobreponga a los personajes como un juez que les haga condenas morales, lo que trato es de meterme en su piel desde un principio, pero a veces los cuentos los tengo pensados como historias trágicas o tragicómicas, eso hace que el destino de los personajes no sea siempre feliz. Y, por si fuera poco, al narrador todavía le quedan balas para criticar, siempre con humor, lo superfluo de los mundillos culturales. En “Los reyes desnudos”, una pareja de artistas conceptuales se da cuenta que cada uno desprecia las absurdas creaciones del otro. Mientras que “La vanagloria” cuenta cómo un poeta de provincia recibe una carta de Octavio Paz, misma que es su entrada al parnaso de los escritores regionales pero, también, a su infierno. —En “Los reyes desnudos” hay un cuestionamiento del mundillo cultural y el arte contemporáneo, ¿por qué? —Hay una crítica a la charlatanería en la que ha caído el arte conceptual y algunas versiones de la música electro–acústica. Es algo que he sentido desde hace mucho tiempo, pero que reforcé con la lectura de un ensayo estupendo de Carlos Granés, El puño invisible, donde hace una crítica de la evolución que han tenido las vanguardias desde principios del siglo XX hasta la actualidad, y muestra cómo se ha ido corrompiendo esto que en un principio era un movimiento revolucionario. —Son personajes completamente snobs, al grado de pagar a las galerías por exhibir piezas que para nadie significan algo. —Por eso ubiqué el cuento en París. Me parecía que estos dos snobs tan sofisticados era más fácil que existieran en una potencia cultural. De hecho, allá existen con el nombre concreto de bohemian bourgeois. —¿Es “La vanagloria” una crítica frontal al estado del arte de las letras en México? —Yo compadezco bastante a los poetas, porque dependen excesivamente de lo que otros colegas piensen de ellos por falta de un público lector de poesía. Eso puede propiciar ninguneos muy injustos porque, finalmente, obtener el favor de los colegas siempre desemboca en la politiquería. —Tanto que se privilegia el prestigio ante la calidad de la poesía... —Exacto, porque hay un cenáculo de mediocres en su provincia que es el que le impide el reconocimiento. La verdad es que, a pesar de que este cuento sea muy provinciano, este tipo de cenáculos corrompidos existen en todo el mundo. L
Roberta Garza
L
a invitación anunciaba para el Día Mundial de la Libertad de Expresión un diálogo entre Ai Weiwei y Salman Rushdie llamado Freedom and Moral Courage. Weiwei, a quien su gobierno le tiene prohibido salir de China, hizo presencia en el auditorio del New York Times vía satélite, pero el enlace duró apenas diez minutos y solo sirvió para que el artista contestara una o dos olvidables preguntas lanzadas por la moderadora, Patricia Cohen, especialista en la Edad Media y encargada de Ideas y Vida Intelectual para el diario; en México asombra la mera existencia de semejante apartado temático. Nunca sucedió lo que todos en el abarrotado auditorio esperábamos: la interacción entre Weiwei y Rushdie, éste último en la ciudad para el encuentro anual Voces del Mundo, del PEN Club, del cual es fundador. Una vez desconectado el artista, el resto del tiempo, que apenas rozó la hora, lo usó el escritor para hablar sobre su libro autobiográfico, publicado en septiembre de 2012 y llamado Joseph Anton. A Memoir, mote que adoptó durante la década cuando la fatwa lanzada un día de San Valentín lo condenó a esconderse detrás del nombre de dos de sus autores favoritos: Anton Chéjov y Joseph Conrad. ◆◆◆ Ai Weiwei nació un agosto de 1957 de Ai Jing, artista, poeta, académico y comunista temprano, encarcelado y torturado en los años treinta por sus críticas a las políticas del Partido Nacionalista de Chiang Kai Shek. Por las mismas razones sería después recompensado por el partido de Mao con una invitación a reeducarse a través de trabajos forzados, castigo a donde fue enviado con su esposa y su hijo de un año. ¿La acusación? Ser de derecha, o defender la libertad de expresión de otros poetas acusados de derechistas por las veleidosas políticas de la revolución cultural que, aunque no sea lo mismo, a ellos les daba igual. Weiwei, artista conceptual y arquitecto, destaca más por sus irónicos y precisos señalamientos a la corrupción y al autoritarismo del gobierno chino que por la calidad de las propuestas artísticas que usa a modo de vehículo para lo anterior. Como sucede en casos similares, sus obras son juzgadas a la luz de su activismo, no pocas veces errático: criticó duramente el colaboracionismo y la ausencia de juicio moral del cineasta director de la ceremonia de apertura olímpica, Zhang Yimou —Ju Dou, Sorgo Rojo, Linterna Roja—, apuntando al triunfalismo falso del acontecimiento, mientras justificaba su involucramiento en el proyecto de la firma suiza Herzog & Meuron, el estadio Nido de
Pájaro, hoy abandonado por impráctico, aludiendo a su amor por el diseño y la arquitectura. El hecho es que mientras en el extranjero ha sido aclamado en los más prestigiados museos y galerías y ha visto su causa defendida vocalmente por la comunidad académica y política de los Estados Unidos y de Europa, en su patria Weiwei ha sido perseguido, censurado, golpeado, acosado y arrestado arbitrariamente por sus ideas y expresiones, cualesquiera que éstas sean. Nada que sorprenda: la mordacidad elegante del chino lo convierte en un formidable enemigo de la autocracia desde Pekín, al margen de sus méritos artísticos; sus reflexiones, tan elegantes como lapidarias, tejen finamente la relación entre el arte y la política, la creación y la crítica, la propuesta y la denuncia, donde la ironía es el veneno en la puntilla para cualquier político que se tome demasiado en serio. Es decir, para casi todos. “El arte se hace política cuando revela verdades ocultas, porque lo peor que hay es el exterminio de la memoria. Subversivo es una etiqueta que el gobierno le pone a quien tiene opiniones distintas, pero es cierto que la censura, la restricción, suelen impulsar la creatividad”, responde, ante la pregunta formulada de si el artista debe por fuerza asumir alguna postura política, algún compromiso a través de su estética. La moderadora intenta avanzar: “Entonces, ¿qué pasa con los creadores en las sociedades libres? ¿Se puede hacer arte en libertad?” La imagen de Weiwei, gigantesca en sus pixeles, flotando sobre el auditorio como la de un mago de Oz, sonríe apenas y remata así: “No hay sociedades realmente libres”. ◆◆◆ Ahmed Salman Rushdie le debe el apellido al filósofo musulmán aristotélico Ibn Rushd —para Occidente, Averroes—, impulsor desde el medioevo de una perspectiva racional, basada en la observación de hechos y alejada de cosmovisiones religiosas —laica, le llamaríamos ahora— para el estudio del universo: el nombre como destino.
Criado en India pero educado en inglés, Rushdie estudió Historia en Cambridge y, luego de una carrera mediocre en la industria de la publicidad y de un título olvidable —Grimus—, escribe la novela fundacional de la India independiente, quizá una de las más bellas obras modernas en inglés, comparable a la fluida y mágica prosa de Cien años de soledad pero mayor en cuanto a sus alcances intelectuales: Hijos de la medianoche. A partir de ésta sus entregas serán irregulares, ninguna alcanzando la redondez de su obra emblema. De cualquier modo la fama universal no le llegará por su talento, sino por publicar en 1988 Los versos satánicos. El título viene de una leyenda islámica que dice que, al predicar la nueva religión en La Meca, el Profeta recitó lo que luego se convertiría en los versos 19 y 20 de la Sura de la Estrella, revelada originalmente por el ángel Gabriel. Tentado por el deseo de ser escuchado y de ganar adeptos —o por Satanás, según—, adulteró la recitación para incluir una mención a tres deidades femeninas, de raíces paganas y muy veneradas por la población local, llamadas Al–Lat, Al–Uzza y Manat, hijas de Dios y sabias, poderosas e intercesoras. La historia cuenta que poco después Gabriel se le presentaría al Profeta, apesadumbrado, pidiéndole eliminar el pasaje que atentaba contra el monoteísmo omnipotente y masculino que predicaba el Islam. Alá, viendo el arrepentimiento de Mahoma, corrigió mágicamente los versos en una edición divina que por ende permanecería intacta en las compilaciones que luego se convertirían en el canon, en la ortodoxia: en el Corán. Rushdie no tuvo tanta clemencia. Su novela fue llamada blasfema, valiéndole la censura en India, Pakistán, Bangladesh, Tailandia, Sudán, Indonesia, Kenia, Tanzania, Sudáfrica, Singapur, Sri Lanka y Venezuela. Poco tiempo después, desde Irán vendría la sentencia de muerte extrajudicial y transfronteriza, a ser llevada a cabo en cualquier momento y lugar por cualquier devoto musulmán contra el enemigo de su fe. En su momento más álgido, la recompensa ofrecida por la sangre del autor rebasó los tres millones de dólares. Rushdie ya no está escondido, ni bajo la protección policial que durante diez años impidió su muerte. Al auditorio el público entró previo pago de cerca de 35 dólares y sin mayor aduana; yo llevaba, además de mi bolsa de mano, una sospechosa envoltura de plástico que contenía un paquete de letales almendras cubiertas de chocolate que ninguno de los edecanes revisó; después, la fila para que el autor firmara libros serpenteó impunemente por el lobby de vidrio del gran edificio a unos pasos de Times Square. Pero en su momento, en su nombre, hubo incendios y bombazos en librerías y casas editoriales, uno o dos traductores asesinados y un editor acuchillado, además de innumerables marchas, desde Bombay hasta Londres, pidiendo el repudio y la muerte del blasfemo, a las cuales se sumaron no pocos intelectuales y artistas occidentales; en un mundo previo al 11 de septiembre, al autor se le consideró el victimario, el agresor, el irrespetuoso e insensible destructor de lo sagrado. Quizá por eso no lo abandona el resentimiento; en parte por la pobre respuesta de una sociedad que se precia de ser moderna pero que, en el momento inicial de la crisis, tomó partido por las susceptibilidades de una cultura teocéntrica en lugar de contra la violencia que ésta volcó hacia la vida y la voz del escritor, y en parte por haber sido obligado a asumir una postura política —y el activismo que viene con ésta— en vez de dedicarse a los placeres puros de la creación estética: “La escritura es una ocupación privada, personal; tener una opinión política no es obligado pero, a veces, ésta se nos impone”, dijo el hindú desde la sede de un diario que, como tantos otros, poco defendió su caso públicamente, dato que menciona en un tono suave, casi superficial, pero que no por eso dejó de mandar la mirada de la moderadora al infinito y más allá. “Y es que pocos admiran al verdadero disidente, al que incomoda y nos obliga a cuestionar nuestra cosmovisión; al contrario, éste suele ser hostigado por su atrevimiento. Pero eso apenas existe hoy, cuando en su lugar los artistas e intelectuales rigurosos han sido sustituidos por estrellas del entretenimiento”, añade, para cerrar, sin que esto logre disculpar del todo a sus anfitriones. O al Occidente entero. L
sábado 15 de junio de 2013 b07
LABERINTO
de portada FOTOS: CLAUDIA CANO MARIAUD
Eduardo Subirats
EDUARDO SUBIRATS O LA EXPERIENCIA DEL FIN
“El exilio es la condición del pensamiento”
S
e siente, y lo proclama, un verdadero exiliado. La única patria de Eduardo Subirats es la razón crítica; la búsqueda de un pensamiento libre que guió sus estudios entre Barcelona, París y Berlín. Un largo viaje intelectual con recalada final en Estados Unidos. De Princeton a la New York University, este ensayista siguió su camino lejos de las modas intelectuales: Desde La cultura como espectáculo (FCE, 1988) a Paraíso, ensayos sobre América Latina (FCE, 2013), decenas de libros respaldan un currículum abrumador. En los 70 tomó sus clases con Gilles Deleuze y Jean–François Lyotard pero también sus distancias. Subirats considera que el posmodernismo académico acabó con el espíritu revolucionario de 1968. Hoy en día, dice, los cultural studies ofrecen la excusa académica para bombardear Afganistán. Entender su exilio filosófico requiere rastrear su doble derrota. Su madre alemana tuvo que escapar del nazismo por su condición de judía. Su padre, republicano catalán, terminó encerrado en un campo de prisioneros tras la guerra civil española. El totalitarismo arrasó el mundo de sus padres y la cultura del espectáculo concluye, en el siglo XXI, un proceso de degradación humana que este filósofo analiza en cada una de sus obras. Este es el “exilio sin retorno” de Eduardo Subirats.
Enterrar los vacíos clichés del posmodernismo para recuperar la razón crítica es la homérica tarea que se ha propuesto el filósofo Eduardo Subirats, profesor de la Universidad de Nueva York. Entre el legado de la hispanidad en América Latina y sus nuevos proyectos 2.0, aquí una plática sin red con un pensador original y valiente Oriol Malló
E
n marzo del 2013, y ante “el colapso del pensamiento”, un heterodoxo grupo de académicos, encabezado por Eduardo Subirats, fundó la revista digital Crisis & Crítica. Y esa fue la excusa perfecta para platicar con este exiliado intelectual del postfranquismo español que ha profundizado en las tinieblas de la filosofía, la política y la cultura. “Crisis global y Nueva Crítica nació en el fondo de la UNAM, en un seminario semiclandestino titulado “Invitación al Apocalipsis”. Es una revista electrónica que pretende tres objetivos: burlar las fronteras y censuras institucionales y lingüísticas que rigen las relaciones entre Norteamérica y la América al sur del río Bravo, romper las barreras de control corporativo y lingüístico por parte de la academia norteamericana que reduce la investigación de las Humanities a una tarea reproductiva en el mejor de los casos irrelevante, y en tercer lugar, crear un espacio de dialogo humanista latinoamericano que no respete las divisiones burocráticas y las dependencias lingüísticas impuestas por la universidad corporativa. Y todo eso atravesado por el proyecto de una nueva teoría crítica a la altura de las condiciones generadas por los nuevos poderes tecnológicos globales. Un amplio y ambicioso proyecto intelectual… ¿Fue el exilio intelectual de España el motor de su crítica visión de la hispanidad? Yo me fui de España durante el Estado de Excepción fascista de 1972. Mi madre y mi educación eran germánicas. Mi padre era republicano catalán. Ambos habían huido de los campos de concentración del nazismo y del franquismo. Yo nunca me sentí “español”. Tampoco alemán. Ahora tengo un pasaporte norteamericano. Esa condición de exilio es hoy universal. Su concepto lo formuló Thomas Mann frente a una Alemania completamente arrasada por millares de toneladas de bombas aéreas. Es un exilio sin retorno. Tras la destrucción militar de Europa, Mann se refugió en Suiza. Pero el exilio sin retorno también es la condición absoluta del pensamiento, desde Pitágoras y Sócrates hasta Ibn’ Arabi o Ibn Gabirol, por mencionar autores clásicos. Como intelectual nacido en España, ¿cómo se ha librado de este sentimiento de superioridad compasiva o misionera propia de los españoles cuando hablan de América Latina? Cuando era estudiante de medicina en Barcelona leí una única entrevista del historiador exiliado español y ciudadano norteamericano Américo Castro, cuyos libros estaban (y están) censurados en España. Y recuerdo una frase: España jamás podrá tener una relación inteligente con las América y el mundo mientras siga negándose a reconocer su propia y conflictiva historia. Los incontestados e incontestables eventos históricos del postfranquismo español han sido el Centenario del Descubrimiento, el Centenario del Desastre de 1898, y el Centenario de las Cortes de Cádiz. Han sido tres modelos de falsificación y trivialización pública
Crisis & Critica que precisamente incide frontalmente sobre esta falsificación de la relación Norte/ Sur de las Américas. Se titula Esclarecimiento en una edad de destrucción. Y plantea, en primer lugar, la necesidad de reivindicar el esclarecimiento contra la escuela francesa, que lo ha degradado a un asunto de panópticos y manicomios. Pero el telón de fondo de este proyecto es más intenso que eso: demostramos que el Enlightenment de América del Norte, y sus Human Rights, es un programa filosóficamente limitado que, desde los Founding Fathers, define un proyecto imperial. Atacamos esta versión limitada e imperialista de enlightenment. Al mismo tiempo cuestionamos la mera existencia de un Esclarecimiento (la palabra “Ilustración” es semánticamente un absurdo y carece de referente) en el mundo de habla hispano–portuguesa, dominado hasta entrados en el siglo XIX por la Inquisición.
de la memoria. Una falsificación incontestada por la mediocridad española. Esta nunca podrá reconocer que Iberia fue el espacio multireligioso que dio nacimiento al Primer Esclarecimiento Europeo en los siglos XII y XIII, con obras como las de Maimónides o Ibn Rushd (Averroes) que deben considerarse como el origen del concepto filosófico de Europa (concepto que excluye a la España contrarreformista y actual). Jamás podrá reconocer la envergadura de las altas culturas maya, inca, zapoteca, guaraní o azteca, porque las destruyó sistemática y absolutamente. Y jamás podrá reconocer el alto precio que pagó por su triunfante aventura feudal en América: el atraso intelectual, moral y social que hoy le convierten en la última rémora de la Unión Europea. Miguel León Portilla inventó el cuestionado concepto del “encuentro de dos mundos” para los festejos del Quinto Centenario en 1992. ¿Fue El continente vacío (Siglo XXI, 1994) su forma de responder a esta visión ecuménica y amigable de la conquista española de América? En cuanto a León Portilla no se me ocurre nada. Es el mayor responsable de la falsificación de la historia precolonial mesoamericana. En cuanto a El Continente vacío fue mi respuesta a mi experiencia personal viajera a lo ancho de México, Brasil, Venezuela, Perú, Argentina, Guatemala… en los años ochenta. Fue la respuesta a la despreciada riqueza intelectual y cultural de sus pueblos. Cierto: es una crítica letal contra la Teología de la Colonización. Y esa crítica fue la razón de que la edición española fuera destruida. Pero esta obra es, sobre todo, el primer reconocimiento filosófico al Inca Garcilaso de la Vega, el primer humanista de América latina y a su restauración del orden espiritual del mundo o los mundos americanos. ¿Existen dos líneas literarias contrapuestas en la cultura latinoamericana? En mi último manuscrito Mito y literatura (2011) explico claramente sus señales de identidad: crítica de una independencia traicionada, reconocimiento (no exactamente restauración) de las memorias de los pueblos históricos de las Américas, o sea las memorias indígenas o africanas, una concepción literaria y filosófica que arranca de los mitos (no de su parodia comercial “mágico–realista”), y un
proyecto lingüístico, cultural y político soberano. En Paraíso o en su versión reducida, Una última visión del paraíso (FCE, 2004), reconstruyo los mismos signos de identidad en la arquitectura y el arte latinoamericanos del siglo XX. No tengo nada más que decir. ¿El "imperio de las gramáticas y lexicografías coloniales" sigue dirigiendo la vida cultural de América Latina dos siglos después del fin del imperio español? Ya no se le puede llamar imperio. Es un caciquismo de barrio, económica, científica y tecnológicamente impotente: la Real Academia Española. Su lema sigue siendo “limpiar” (lo que significa eliminar las huellas étnicas extrañas, desde el hebreo y el árabe hasta el guaraní o el náhuatl, del español desesclarecido de Valladolid), y darle el “esplendor” de una lengua científicamente irrelevante a través de una política de premios literarios que ha celebrado la mediocridad a manos llenas.
¿La oralidad o experiencia de lo sagrado como contraposición a la cultura de los escribanos, los soldados y los comerciantes que conquistaron América sigue siendo válido en las ciudades perdidas del siglo XXI? Imagino que ésta era la creencia de los misioneros que torturaron y asesinaron a los sacerdotes nahuas, incendiaron sus códices y redujeron a polvo a sus dioses. En las minas y las encomiendas el trabajo etnocida y militarmente organizado debía transformar a las Américas en un páramo como el de Castilla. Sin embargo, no fue así. El verdadero espíritu de los pueblos nunca muere. Ha dicho varias veces que las fracasadas revoluciones hispanoamericanas son superiores a la norteamericana por su carácter inclusivo de los pueblos colonizados. ¿Podría explicar mejor una idea tan a contracorriente de lo establecido? Estamos preparando, una serie de intelectuales mexicanos y norteamericanos, el número dos de
¿Qué nombres representarían esta ilustración decapitada? En mi libro Memoria y exilio, que el próximo año reedita la editorial Anthropos en una versión ampliada y corregida bajo el título Reformar la memoria, señalo también los grandes testimonios de este esclarecimiento escamoteado por los teólogos de la liberación eclesiástica: Blanco White y Francisco Goya en España, Simón Rodríguez en Venezuela. Son tres grandes reformadores y esclarecidos, y los tres exiliados paradigmáticos de la monarquía hispano católica. Sus obras siguen siendo censuradas por la industria cultural y la academia a ambos lados del Atlántico. En su lectura personal, Pedro Páramo representaría ante todo el inframundo ahogado, el misterio de lo sagrado que late como prueba visceral y agónica de una Atlántida precolombina. ¿Es una forma de romper con los tópicos que cubren esta obra crucial? La realidad profunda de los pueblos de América la configuran sus memorias mitológicas y religiosas. Pedro Páramo es una gran novela porque revela esas memorias enterradas, las memorias de las diosas femeninas del Reino de Tláloc, y las opone, en una complicada trama, al mundo corrupto del cristianismo y el caciquismo post-
coloniales. Naturalmente, la ignorante academia norteamericana neutraliza la fuerza reflexiva de este planteamiento político y poético catalogándolo como neosurrealismo tercermundista o realismo mágico. El realismo mágico es, a su parecer, una forma de negar o cosificar la realidad latinoamericana pero ¿la novela de Carpentier no cuenta mejor que mil libros de historia las claves de la primera revolución americana en Haití? El problema aquí es lo que se entiende por “contar”. La estilización de las maravillas del Nuevo Mundo ha sido una fijación del público europeo desde la traducción alemana del siglo XVI de La destrucción de las Indias de Las Casas hasta la traducción alemana de Cien años de soledad en el siglo XX. La ficción comercial, las artes plásticas comerciales y los eventos culturales comercialmente diseñados reproducen hoy ese mismo principio. ¿Son las derivas políticas del mesianismo cristiano algo peligroso, como lo expresaba Enrique Krauze en un famoso artículo de Letras Libres llamado “El mesías tropical”? El concepto de mesías es bastante complejo. El retorno de Quetzalcóatl, que los misioneros coloniales identificaron propagandísticamente con Cortés, representa un mesianismo esclarecido. La Tierra sin mal de los indios guaraníes es un mesianismo espiritual. El templo a la Tierra fecunda de Chapingo, realizado por Rivera, representa un mesianismo revolucionario moderno vinculado a un orden armónico de la civilización y la naturaleza en cuyo centro está el culto a la Gran Madre de las religiones mesoamericanas antiguas… El mesianismo es un tema apasionante que no tiene fin. Pero a esos periodistas amarillos simplemente los ignoro. ¿Por qué le produce tanto enojo el giro que ha tomado la vida académica en los últimos 30 años? Los estudios culturales son la caricatura de la tradición hermenéutica que en América latina representan Antonio Cándido y Ángel Rama, y en Europa, Adorno o Ernst Bloch. En la ejemplar universidad norteamericana de hecho ya no existen los estudios literarios y la tradición humanista ha sido suplantada por un ejército de ignorantes especializados, o sea, los expertos. Tampoco se me ocurre nada sobre ellos. Me fascina el concepto de "multiculturalismo de apartheid" pero ¿qué significa exactamente? Significa que todos somos igualados bajo una misma ley, pero todos estamos separados por innominadas fronteras de raza, género, clase social, conducta sexual u otras infinitas clasificaciones y subcategorías. Su modelo clásico lo proporcionó el campo de concentración de Buchenwald en el que los prisioneros estaban rigurosamente clasificados y diferenciados en sus uniformes con respecto a la raza (judíos, gitanos, eslavos), sexualidad (homosexuales, ofensores de la pureza racial) o idearios políticos (comunistas, socialdemócratas, etc.). Este modelo hoy se aplica en gran escala. Solo quiero recordar que a este modelo de democracia racial vigilada, Darcy Ribeiro opuso el modelo brasileño de creación de pueblos nuevos a partir de la mezcla sexual y espiritual de razas y religiones “opuestas”. Desde Las poéticas colonizadas de América Latina al aún inédito Mito y literatura, pasando por Siete tesis contra el Hispanismo, una idea obsesiva recorre sus reflexiones: reivindicar los mundos arrasados por la arrogancia imperial. ¿Sigue solo en esta búsqueda o siente que desde las universidades alguien sigue su mismo camino? En este momento hay un colapso del pensamiento. México no es una excepción. Pero Crisis & Crítica es un intento de abrir un cauce a los intelectuales que se empeñan a pensar de manera soberana e independiente, y por eso la academia corporativa les cierra el camino. En su vida universitaria parece que le ha salido caro ir por la libre. ¿A qué cree que se deba? Solo tengo que recordar que Kant, en su famoso artículo “¿Qué es el esclarecimiento?”, puntualizaba: No vivimos en una edad esclarecida, sino en una edad de esclarecimiento. Y esclarecimiento supone acción, dinamismo, creación, y eso siempre molesta tanto a editores comerciales como a profesores corporativos. No por eso dejaremos de pensar. La civilización no se opone a la barbarie, se revela ella misma como barbarie. ¿Hace suya esta conclusión que extrae de la lectura de Yo, el supremo de Augusto Roa Bastos? La identificación de la civilización capitalista y su expansión imperialista con el desprecio a la vida humana, la destrucción de memorias culturales, la expansión universal de la corrupción y el crimen organizado, los genocidios de diversas especies y la guerra científica como su más alto exponente, ha sido un motivo constante de reflexión desde el holocausto de Auschwitz y su coronación en el holocausto nuclear de Hiroshima y Nagasaki. La lógica del progreso es la lógica de la barbarie. L
sábado 15 de junio de 2013 b07
LABERINTO
de portada FOTOS: CLAUDIA CANO MARIAUD
Eduardo Subirats
EDUARDO SUBIRATS O LA EXPERIENCIA DEL FIN
“El exilio es la condición del pensamiento”
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e siente, y lo proclama, un verdadero exiliado. La única patria de Eduardo Subirats es la razón crítica; la búsqueda de un pensamiento libre que guió sus estudios entre Barcelona, París y Berlín. Un largo viaje intelectual con recalada final en Estados Unidos. De Princeton a la New York University, este ensayista siguió su camino lejos de las modas intelectuales: Desde La cultura como espectáculo (FCE, 1988) a Paraíso, ensayos sobre América Latina (FCE, 2013), decenas de libros respaldan un currículum abrumador. En los 70 tomó sus clases con Gilles Deleuze y Jean–François Lyotard pero también sus distancias. Subirats considera que el posmodernismo académico acabó con el espíritu revolucionario de 1968. Hoy en día, dice, los cultural studies ofrecen la excusa académica para bombardear Afganistán. Entender su exilio filosófico requiere rastrear su doble derrota. Su madre alemana tuvo que escapar del nazismo por su condición de judía. Su padre, republicano catalán, terminó encerrado en un campo de prisioneros tras la guerra civil española. El totalitarismo arrasó el mundo de sus padres y la cultura del espectáculo concluye, en el siglo XXI, un proceso de degradación humana que este filósofo analiza en cada una de sus obras. Este es el “exilio sin retorno” de Eduardo Subirats.
Enterrar los vacíos clichés del posmodernismo para recuperar la razón crítica es la homérica tarea que se ha propuesto el filósofo Eduardo Subirats, profesor de la Universidad de Nueva York. Entre el legado de la hispanidad en América Latina y sus nuevos proyectos 2.0, aquí una plática sin red con un pensador original y valiente Oriol Malló
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n marzo del 2013, y ante “el colapso del pensamiento”, un heterodoxo grupo de académicos, encabezado por Eduardo Subirats, fundó la revista digital Crisis & Crítica. Y esa fue la excusa perfecta para platicar con este exiliado intelectual del postfranquismo español que ha profundizado en las tinieblas de la filosofía, la política y la cultura. “Crisis global y Nueva Crítica nació en el fondo de la UNAM, en un seminario semiclandestino titulado “Invitación al Apocalipsis”. Es una revista electrónica que pretende tres objetivos: burlar las fronteras y censuras institucionales y lingüísticas que rigen las relaciones entre Norteamérica y la América al sur del río Bravo, romper las barreras de control corporativo y lingüístico por parte de la academia norteamericana que reduce la investigación de las Humanities a una tarea reproductiva en el mejor de los casos irrelevante, y en tercer lugar, crear un espacio de dialogo humanista latinoamericano que no respete las divisiones burocráticas y las dependencias lingüísticas impuestas por la universidad corporativa. Y todo eso atravesado por el proyecto de una nueva teoría crítica a la altura de las condiciones generadas por los nuevos poderes tecnológicos globales. Un amplio y ambicioso proyecto intelectual… ¿Fue el exilio intelectual de España el motor de su crítica visión de la hispanidad? Yo me fui de España durante el Estado de Excepción fascista de 1972. Mi madre y mi educación eran germánicas. Mi padre era republicano catalán. Ambos habían huido de los campos de concentración del nazismo y del franquismo. Yo nunca me sentí “español”. Tampoco alemán. Ahora tengo un pasaporte norteamericano. Esa condición de exilio es hoy universal. Su concepto lo formuló Thomas Mann frente a una Alemania completamente arrasada por millares de toneladas de bombas aéreas. Es un exilio sin retorno. Tras la destrucción militar de Europa, Mann se refugió en Suiza. Pero el exilio sin retorno también es la condición absoluta del pensamiento, desde Pitágoras y Sócrates hasta Ibn’ Arabi o Ibn Gabirol, por mencionar autores clásicos. Como intelectual nacido en España, ¿cómo se ha librado de este sentimiento de superioridad compasiva o misionera propia de los españoles cuando hablan de América Latina? Cuando era estudiante de medicina en Barcelona leí una única entrevista del historiador exiliado español y ciudadano norteamericano Américo Castro, cuyos libros estaban (y están) censurados en España. Y recuerdo una frase: España jamás podrá tener una relación inteligente con las América y el mundo mientras siga negándose a reconocer su propia y conflictiva historia. Los incontestados e incontestables eventos históricos del postfranquismo español han sido el Centenario del Descubrimiento, el Centenario del Desastre de 1898, y el Centenario de las Cortes de Cádiz. Han sido tres modelos de falsificación y trivialización pública
Crisis & Critica que precisamente incide frontalmente sobre esta falsificación de la relación Norte/ Sur de las Américas. Se titula Esclarecimiento en una edad de destrucción. Y plantea, en primer lugar, la necesidad de reivindicar el esclarecimiento contra la escuela francesa, que lo ha degradado a un asunto de panópticos y manicomios. Pero el telón de fondo de este proyecto es más intenso que eso: demostramos que el Enlightenment de América del Norte, y sus Human Rights, es un programa filosóficamente limitado que, desde los Founding Fathers, define un proyecto imperial. Atacamos esta versión limitada e imperialista de enlightenment. Al mismo tiempo cuestionamos la mera existencia de un Esclarecimiento (la palabra “Ilustración” es semánticamente un absurdo y carece de referente) en el mundo de habla hispano–portuguesa, dominado hasta entrados en el siglo XIX por la Inquisición.
de la memoria. Una falsificación incontestada por la mediocridad española. Esta nunca podrá reconocer que Iberia fue el espacio multireligioso que dio nacimiento al Primer Esclarecimiento Europeo en los siglos XII y XIII, con obras como las de Maimónides o Ibn Rushd (Averroes) que deben considerarse como el origen del concepto filosófico de Europa (concepto que excluye a la España contrarreformista y actual). Jamás podrá reconocer la envergadura de las altas culturas maya, inca, zapoteca, guaraní o azteca, porque las destruyó sistemática y absolutamente. Y jamás podrá reconocer el alto precio que pagó por su triunfante aventura feudal en América: el atraso intelectual, moral y social que hoy le convierten en la última rémora de la Unión Europea. Miguel León Portilla inventó el cuestionado concepto del “encuentro de dos mundos” para los festejos del Quinto Centenario en 1992. ¿Fue El continente vacío (Siglo XXI, 1994) su forma de responder a esta visión ecuménica y amigable de la conquista española de América? En cuanto a León Portilla no se me ocurre nada. Es el mayor responsable de la falsificación de la historia precolonial mesoamericana. En cuanto a El Continente vacío fue mi respuesta a mi experiencia personal viajera a lo ancho de México, Brasil, Venezuela, Perú, Argentina, Guatemala… en los años ochenta. Fue la respuesta a la despreciada riqueza intelectual y cultural de sus pueblos. Cierto: es una crítica letal contra la Teología de la Colonización. Y esa crítica fue la razón de que la edición española fuera destruida. Pero esta obra es, sobre todo, el primer reconocimiento filosófico al Inca Garcilaso de la Vega, el primer humanista de América latina y a su restauración del orden espiritual del mundo o los mundos americanos. ¿Existen dos líneas literarias contrapuestas en la cultura latinoamericana? En mi último manuscrito Mito y literatura (2011) explico claramente sus señales de identidad: crítica de una independencia traicionada, reconocimiento (no exactamente restauración) de las memorias de los pueblos históricos de las Américas, o sea las memorias indígenas o africanas, una concepción literaria y filosófica que arranca de los mitos (no de su parodia comercial “mágico–realista”), y un
proyecto lingüístico, cultural y político soberano. En Paraíso o en su versión reducida, Una última visión del paraíso (FCE, 2004), reconstruyo los mismos signos de identidad en la arquitectura y el arte latinoamericanos del siglo XX. No tengo nada más que decir. ¿El "imperio de las gramáticas y lexicografías coloniales" sigue dirigiendo la vida cultural de América Latina dos siglos después del fin del imperio español? Ya no se le puede llamar imperio. Es un caciquismo de barrio, económica, científica y tecnológicamente impotente: la Real Academia Española. Su lema sigue siendo “limpiar” (lo que significa eliminar las huellas étnicas extrañas, desde el hebreo y el árabe hasta el guaraní o el náhuatl, del español desesclarecido de Valladolid), y darle el “esplendor” de una lengua científicamente irrelevante a través de una política de premios literarios que ha celebrado la mediocridad a manos llenas.
¿La oralidad o experiencia de lo sagrado como contraposición a la cultura de los escribanos, los soldados y los comerciantes que conquistaron América sigue siendo válido en las ciudades perdidas del siglo XXI? Imagino que ésta era la creencia de los misioneros que torturaron y asesinaron a los sacerdotes nahuas, incendiaron sus códices y redujeron a polvo a sus dioses. En las minas y las encomiendas el trabajo etnocida y militarmente organizado debía transformar a las Américas en un páramo como el de Castilla. Sin embargo, no fue así. El verdadero espíritu de los pueblos nunca muere. Ha dicho varias veces que las fracasadas revoluciones hispanoamericanas son superiores a la norteamericana por su carácter inclusivo de los pueblos colonizados. ¿Podría explicar mejor una idea tan a contracorriente de lo establecido? Estamos preparando, una serie de intelectuales mexicanos y norteamericanos, el número dos de
¿Qué nombres representarían esta ilustración decapitada? En mi libro Memoria y exilio, que el próximo año reedita la editorial Anthropos en una versión ampliada y corregida bajo el título Reformar la memoria, señalo también los grandes testimonios de este esclarecimiento escamoteado por los teólogos de la liberación eclesiástica: Blanco White y Francisco Goya en España, Simón Rodríguez en Venezuela. Son tres grandes reformadores y esclarecidos, y los tres exiliados paradigmáticos de la monarquía hispano católica. Sus obras siguen siendo censuradas por la industria cultural y la academia a ambos lados del Atlántico. En su lectura personal, Pedro Páramo representaría ante todo el inframundo ahogado, el misterio de lo sagrado que late como prueba visceral y agónica de una Atlántida precolombina. ¿Es una forma de romper con los tópicos que cubren esta obra crucial? La realidad profunda de los pueblos de América la configuran sus memorias mitológicas y religiosas. Pedro Páramo es una gran novela porque revela esas memorias enterradas, las memorias de las diosas femeninas del Reino de Tláloc, y las opone, en una complicada trama, al mundo corrupto del cristianismo y el caciquismo post-
coloniales. Naturalmente, la ignorante academia norteamericana neutraliza la fuerza reflexiva de este planteamiento político y poético catalogándolo como neosurrealismo tercermundista o realismo mágico. El realismo mágico es, a su parecer, una forma de negar o cosificar la realidad latinoamericana pero ¿la novela de Carpentier no cuenta mejor que mil libros de historia las claves de la primera revolución americana en Haití? El problema aquí es lo que se entiende por “contar”. La estilización de las maravillas del Nuevo Mundo ha sido una fijación del público europeo desde la traducción alemana del siglo XVI de La destrucción de las Indias de Las Casas hasta la traducción alemana de Cien años de soledad en el siglo XX. La ficción comercial, las artes plásticas comerciales y los eventos culturales comercialmente diseñados reproducen hoy ese mismo principio. ¿Son las derivas políticas del mesianismo cristiano algo peligroso, como lo expresaba Enrique Krauze en un famoso artículo de Letras Libres llamado “El mesías tropical”? El concepto de mesías es bastante complejo. El retorno de Quetzalcóatl, que los misioneros coloniales identificaron propagandísticamente con Cortés, representa un mesianismo esclarecido. La Tierra sin mal de los indios guaraníes es un mesianismo espiritual. El templo a la Tierra fecunda de Chapingo, realizado por Rivera, representa un mesianismo revolucionario moderno vinculado a un orden armónico de la civilización y la naturaleza en cuyo centro está el culto a la Gran Madre de las religiones mesoamericanas antiguas… El mesianismo es un tema apasionante que no tiene fin. Pero a esos periodistas amarillos simplemente los ignoro. ¿Por qué le produce tanto enojo el giro que ha tomado la vida académica en los últimos 30 años? Los estudios culturales son la caricatura de la tradición hermenéutica que en América latina representan Antonio Cándido y Ángel Rama, y en Europa, Adorno o Ernst Bloch. En la ejemplar universidad norteamericana de hecho ya no existen los estudios literarios y la tradición humanista ha sido suplantada por un ejército de ignorantes especializados, o sea, los expertos. Tampoco se me ocurre nada sobre ellos. Me fascina el concepto de "multiculturalismo de apartheid" pero ¿qué significa exactamente? Significa que todos somos igualados bajo una misma ley, pero todos estamos separados por innominadas fronteras de raza, género, clase social, conducta sexual u otras infinitas clasificaciones y subcategorías. Su modelo clásico lo proporcionó el campo de concentración de Buchenwald en el que los prisioneros estaban rigurosamente clasificados y diferenciados en sus uniformes con respecto a la raza (judíos, gitanos, eslavos), sexualidad (homosexuales, ofensores de la pureza racial) o idearios políticos (comunistas, socialdemócratas, etc.). Este modelo hoy se aplica en gran escala. Solo quiero recordar que a este modelo de democracia racial vigilada, Darcy Ribeiro opuso el modelo brasileño de creación de pueblos nuevos a partir de la mezcla sexual y espiritual de razas y religiones “opuestas”. Desde Las poéticas colonizadas de América Latina al aún inédito Mito y literatura, pasando por Siete tesis contra el Hispanismo, una idea obsesiva recorre sus reflexiones: reivindicar los mundos arrasados por la arrogancia imperial. ¿Sigue solo en esta búsqueda o siente que desde las universidades alguien sigue su mismo camino? En este momento hay un colapso del pensamiento. México no es una excepción. Pero Crisis & Crítica es un intento de abrir un cauce a los intelectuales que se empeñan a pensar de manera soberana e independiente, y por eso la academia corporativa les cierra el camino. En su vida universitaria parece que le ha salido caro ir por la libre. ¿A qué cree que se deba? Solo tengo que recordar que Kant, en su famoso artículo “¿Qué es el esclarecimiento?”, puntualizaba: No vivimos en una edad esclarecida, sino en una edad de esclarecimiento. Y esclarecimiento supone acción, dinamismo, creación, y eso siempre molesta tanto a editores comerciales como a profesores corporativos. No por eso dejaremos de pensar. La civilización no se opone a la barbarie, se revela ella misma como barbarie. ¿Hace suya esta conclusión que extrae de la lectura de Yo, el supremo de Augusto Roa Bastos? La identificación de la civilización capitalista y su expansión imperialista con el desprecio a la vida humana, la destrucción de memorias culturales, la expansión universal de la corrupción y el crimen organizado, los genocidios de diversas especies y la guerra científica como su más alto exponente, ha sido un motivo constante de reflexión desde el holocausto de Auschwitz y su coronación en el holocausto nuclear de Hiroshima y Nagasaki. La lógica del progreso es la lógica de la barbarie. L
08 b sábado 15 de junio de 2013
MILENIO
teatro ESPECIAL
Las cartas de Frida A SALTO DE LÍNEA ESPECIAL
Escena de 9 días de guerra en Facebook, de Luis Mario Moncada
Montaje de Jesusa Rodríguez
Braulio Peralta juanamoza@gmail.com
¿
Qué esperan las autoridades para llevar a Bellas Artes Las cartas de Frida, la ópera de toilette de Marcela Rodríguez dirigida por Jesusa Rodríguez y Clarissa Malheiros? Sería el acontecimiento de la temporada, el hito del teatro que estamos esperando. El éxito sería arrollador. Van mis impresiones. El teatro no necesita de un museo o galería para crear una instalación. El teatro ha sido siempre arte contemporáneo. Jesusa Rodríguez lo sabe desde aquella ópera de Mozart y Da Ponte, Don Giovanni, convertida en “Donna Giovanni”. Con plena madurez regresa al género —junto con Clarissa Malheiros—, al brindarnos una Frida Kahlo sin estereotipos, desde los huesos, los nervios, las arterias, los músculos y sus cinco sentidos. Frida revivificada en su arte: sus pinturas, cartas, pensamientos e ideas sobre el mundo. No es la puesta de o sobre Frida Kahlo. Es la pintora desde sí misma, desde un vestido colgado del techo del teatro Sor Juana Inés de la Cruz, mientras una mujer con los pies en la tierra cuelga de dos cuerdas. Cielo e infierno. Poesía en movimiento donde el papel —cortado, rasgado, apretujado, ultrajado—, es protagonista y Frida al servicio de la devastación de una vida en su luz más nítida. El baño de la artista es la escenografía, la tina que inspiró la pintura “Lo que el agua me ha dado”. La música electrizante de Marcela Rodríguez —dirigida por Christian Gohmer e interpretada con nueve concertistas del ensamble de música contemporánea, Tempus Fugit—, es el abismo
al que los espectadores sucumben al embrujo de la ópera donde la soprano, Catalina Pereda, nos transporta a la voz de la artista con la tentación de existir. Es fuerza reír y llorar, abandonarse a razonamientos y emociones que evocan — no la imitación de algunas obras de la pintora—, sino la recreación, vivificación que realizan en la puesta en escena, con el papel en blanco metamorfoseado con los cuerpos de los actores, con la música que interpreta la sensibilidad de una creadora a flor de piel. Los que dicen admirar el arte contemporáneo deberían ver este montaje asombroso que en Alemania provocó reacciones positivas, sin indiferencia. Teatro digno de estar en el MoMa, en vivo, más allá de una simple caja de zapatos o la presencia congelada de una Marina Abramovic. Los artistas plásticos deberían saber que a los instaladores de hoy les falta la poesía —y el drama—, de esta pieza. La interpretación que se hace de Frida es con sus cartas, sí, pero Jesusa Rodríguez, Clarissa Malheiros y Marcela Rodríguez van más lejos, sin traicionar a la artista personificada en Catalina Pereda con gran aliento, una voz que cautiva y taladra la conciencia del más desorientado. El arte redime: es el ave Fénix que rejuvenece hasta a un alma vieja. Jesusa Rodríguez renace con este montaje, después de su adhesión a la política. Bravo, maestra. Coda Raquel Tibol recopiló, por años, las cartas de Frida. Les dio su lugar en la historia. No le dieron un solo crédito en el montaje de Jesusa. Una injusticia. L
De nombres y fechas DEBATE Fernando de Ita
A
unque Braulio Peralta se haya retirado por el momento del mundo editorial, sabe de sobra que la publicación de una antología no solo responde al criterio del recopilador sino a la intención del editor. En el caso de la antología que publicó en 1991 el Fondo de Cultura Económica, con el patrocinio del Ministerio de Cultura de España, bajo el título de Teatro Mexicano Contemporáneo, que Braulio da como referencia para una posible antología de los dramaturgos nacidos entre 1950 y 1980 (Laberinto, 8 de junio de 2013), el propósito cumplido del extraordinario difusor del teatro que fue en vida Moisés Pérez Coterillo, era aprovechar los dineros que había en las arcas españolas para festejar el quinto centenario del descubrimiento de América, publicando una antología del teatro de la segunda mitad del siglo XX en cada uno de los 19 países de Latinoamérica de habla castellana, incluyendo Puerto Rico. Como bien aprendió Braulio cuando vivió en España, a nuestros conquistadores les importa un pito el teatro latinoamericano, de manera que tienen una vasta ignorancia sobre el tema. Pensando en esto, todo lo que nos pidió Moisés a los recopiladores de tan desmesurada encomienda fue que consiguiéramos la colaboración de las sociedades de escritores de nuestros respectivos países para que ellas asumieran el derecho de autor. En aquel año, la Sogem era presidida monárquicamente por mi querido José María Fernández Unsaín y en su corte ocupaban lugares principales Rafael Solana y Luis G. Basurto. Solana fue un exitoso comediógrafo y el temido crítico de teatro de la revista Siempre¡ Basurto, que se hacía llamar con razón el soldado del teatro, fue el autor más popular de aquellas fechas y sus melodramas conmovieron al público de a pie de la Ciudad de México y otras regiones de la nopalera. Aunque Peralta está en lo cierto al decir que eran prescindibles en la antología, sobre todo porque ocuparon el lugar, por ejemplo, de Héctor Mendoza, Antonio González Caballero y Hugo Hiriart, cuyo teatro admiro. La inclusión de Luisa Josefina Hernández fue una imposición de Emilio Carballido: “Si no va Luisa Josefina yo retiro mi obra”, y como una antología del teatro mexicano de la segunda mitad del siglo XX sin Emilio era impensable, apareció la maestra Hernández para desconsuelo de los españoles. Pero eso ya es historia. Lo sabroso del tema es que Braulio lanzó para la polémica sus consideraciones respecto a la antología de los
autores siguientes: los discípulos de primera y segunda generación de las “madrotas” del teatro mexicano, como adjetivaba en privado Hugo Argüelles a él y sus contemporáneos. Mientras Braulio hacía libros, yo escribí diversos ensayos sobre los autores de la segunda mitad del siglo XX y la primera década del siglo XXI para publicaciones alemanas, españolas, colombianas, cubanas y polacas, que me enseñaron que a nuestros autores dramáticos no hay que catalogarlos por fecha de nacimiento sino por la data en que se publican o se montan sus obras. El ejemplo más notorio es el de la “Nueva Dramaturgia Mexicana” de los años 80, que agrupa autores nacidos en los años 30, 40, 50 y 60. Legom pertenece por fecha de nacencia a la generación de Luis Mario Moncada, David Olguín y Jaime Chabaud, pero es, definitivamente, el autor del siglo XXI mexicano. Sabina Berman, David Olguín, Luis Mario Moncada, Hugo Salcedo, Ximena Escalante, Claudio Valdés Kuri, Flavio González Mello, selección meritoria, irreprochable, pero fruto de la elección personal, que a la hora de antologar debe justificarle con criterios más sólidos que el de la preferencia individual, porque reitero que hay otro puñado de autores que compiten por el arbitrario espacio del florilegio. Me alegra que Braulio haya descubierto a Martín Zapata, quien lleva 30 años haciendo un teatro personal e irrepetible. Aprecio el trabajo escritural de Elena Guiochins por su experimentación y su temática, pero en ese registro también está el teatro de Bárbara Colio, Verónica Musalem, y en otro apartado, el de Estela Leñero. Como Braulio ha tenido la previsión de aclarar que un espacio tan amplio como el que le brindó Laberinto para hacer su propuesta antológica, no basta para dejar en claro su estudio del tema, espero la segunda entrega. En donde de plano se le barrió la pluma es en la coda de su provocador artículo. Decir que el Crack de Chias es un equivalente menor de De la calle, de Chucho González Dávila; que Rashid 9/11 de Jaime Chabaud, tiene algo que ver con 9 días de guerra en Facebook, de Luis Mario Moncada, y que el teatro de Hugo Salcedo es superior al de Legom por la comparación de La ley del ranchero de Hugo, con Sensacional de maricones, de Legom, es haber leído mal todos estos textos. Y algo peor, querido Braulio, es ignorar la obra completa de estos autores, que es la que los define no como escritores equivalentes del teatro mexicano sino como creadores de una ficción particular del teatro azteca. L
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LABERINTO
en librerías Inferno
Rímel Karla Zárate Suma México, 2013 250 pp.
Dan Brown Planeta México, 2013 300 pp.
E
n una severa crítica hecha desde los parámetros literarios a su nuevo thriller, a Dan Brown se le ha calificado no solo de ser mal escritor sino también de estar loco. Pero algo de este juicio se atenúa cuando dice que “los escritores de best sellers damos voz a otros autores”, en el sentido de que permiten que se publiquen a escritores “minoritarios”. Inspirada ahora en Dante Alighieri, Inferno permite a su alter ego Robert Langdon, embarcarse en nuevas aventuras. ¿Esto hará que se incrementen los lectores de la Divina Comedia? Lo dudamos.
En el hoy y mañana y ayer (Antología personal)
Y
estás sentada a la derecha de tu padre, a la izquierda de tu madre...”, así comienza Rímel, la primera novela de la autora mexicana Karla Zárate. Con el retrato de una familia en apariencia dulce, se da inicio a una historia protagonizada por Lissa y Kin, una pareja que ha compartido todo desde su infancia. Lissa y Kin viven una realidad paralela que día con día se vuelve más inquietante, sobre todo cuando comienzan a desaparecer, sin dejar rastro, algunas de las mujeres que las rodean.
l periodista, ensayista y poeta Juan Gelman ha compilado una antología personal que presenta los libros y poemas que para el autor de origen argentino representa lo más importante y entrañable de su obra. El viaje literario comienza con El juego en que andamos (Buenos Aires, 1956–58) y el poema “Oración”, y culmina con El emperrado corazón amora, fechado en 2010 en la Ciudad de México. Evodio Escalante, anota en el prólogo que el trabajo literario del Premio Cervantes es también “una poética del despojo, que se construye a partir de negaciones inesperadas”.
Un informante en el olvido: Alfonso Reyes
iempre se habla del periodismo de Alfonso Reyes, en el que exploró todos los géneros de la información, sin embargo, esta etapa crucial en la formación intelectual del autor de Ifigenia cruel, se ha olvidado. El libro de Marcos Daniel Aguilar rescata esta fase, donde la adrenalina del periodismo, de las rotativas, del olor a tinta corrió por las venas del regiomontano. “Se trata de un Reyes —anota Aguilar—poco conocido: reportero, crítico de cine, corresponsal e incluso fotoperiodista en España, en una de las épocas más difíciles de su vida”.
Poética de los dislocamientos Gisela Heffes (editora) Literal México, 2012 303 pp.
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scritora y ensayista, la argentina Gisela Heffes es también catedrática en la Rice University, en Houston, Texas, desde donde ha impulsado la reflexión sobre el proceso “de escritura creativa y la experiencia de migración y desplazamiento” que viven los escritores hispanoamericanos que han tenido que abandonar su país para radicar en otro. El volumen contiene, entre otros, ensayos de Rose Mary Salum, Ana Merno, Cristina Rivera Garza, Sergio Chejfec, Sylvia Molloy, Miguel Ángel Zapata, Eduardo Chirinos, Isaac Goldemberg, Arturo Arias y Sergio Ramírez.
ESPECIAL
Juan Gelman La Otra México, 2012 111 pp.
E
n este volumen, editado y prologado por Jorge Boccanegra, se recopilan algunos poemas que retratan las múltiples obsesiones de Juan Gelman. Así, este libro recorre el exilio, el amor, las revoluciones, la memoria y el papel de la escritura y la poesía en la vida, siempre con la voz retadora del argentino. A pesar de las pocas páginas de las que se compone, se hace un repaso a la enorme carrera de Gelman en la poesía, con textos que aparecieron desde Violín y otras cuestiones (1956) hasta El emperrado corazón amora (2010).
Las maravillas perdidas del mundo
Marcos Daniel Aguilar Conaculta México, 2013 206 pp.
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AMBOS MUNDOS
Animales del azar (Antología poética)
Juan Gelman UNAM México, 2012 361 pp.
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Balada para abstemios
Fernando Báez Océano España, 2012 384 pp.
O
riundo de Venezuela, Fernando Báez es una autoridad en lo referente a patrimonio cultural. Ha estado comisionado en Irak y en Haití para evaluar pérdidas relacionadas con la guerra y desastres naturales. Esta Breve historia de las grandes catástrofes culturales de la civilización, como reza el subtítulo, cierra una pentalogía sobre el tema de la destrucción cultural, para emplear sus palabras. Báez cuenta qué bienes ha dejado el ser humano que desaparezcan por negligencia, odio, avaricia u ignorancia a lo largo de su presencia en la Tierra.
Alejandro Rossi Olbeth Hansberg y Guillermo Hurtado (comps.) UNAM/ CONACULTA/ FCE/ El Colegio Nacional, México, 2013 193 pp.
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ste es un libro extraordinario, un conjunto de testimonios y fotografías que delinean la personalidad y el trabajo, la vida entera de Alejandro Rossi, el filósofo, el maestro, el escritor, pero también —dicen los compiladores— “el conversador incesante, el lector curioso, el observador acucioso, el viajero incansable, […] el amigo imprescindible”. Imágenes de su infancia, con su familia, con sus amigos enriquecen notablemente esta edición que contiene textos de autores como Enrique Krauze, Juan Villoro, Teodoro González de León y Fabienne Bradu.
Santiago Gamboa Facebook: Santiago Gamboa–círculo de lectores
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a realidad es una desagradable impresión producida por la falta de alcohol”, leí una vez en un bar de Bombay, y la verdad es que de inmediato me precipité a la barra y pedí una ginebra nacional doble (Bombay azul), pues hacía calor y eran ya pasadas las once de la mañana, hora universal aceptada por la iglesia y los rabinos y John Cheever para entrar en acción, abrir la botella y evacuar al genio que esconde cada uno por dentro y que nos ofrece mucho más que tres deseos, tantos como sueños o atardeceres solitarios de viejas películas. Digo atardecer citando a Vila–Matas, pues “cuando oscurece, siempre necesitamos a alguien”. ¿Qué hacen los abstemios a esa hora? Toman una foto con el celular, beben un té de menta, rellenan algún impreso, hablan por teléfono. Los he visto en todas partes y en el fondo sé muy bien lo que hacen: se vigilan, vigilan el mundo. Una amiga me lo confirmó: “Acostarse con un abstemio, después de una fiesta, es como hacer el amor con un inspector de rifas, juegos y espectáculos”, dijo, “¡se acuerdan de todo!” También miran obsesivamente el reloj para saber qué hora es en el mundo. “Es hora de tomarse un buen trago”, dicen los personajes de Graham Greene en cualquiera de sus novelas, siempre a las once de la mañana. No importa si están en un barco (Los comediantes) o en Saigón (El americano impasible). Lo que se dice con un trago en la mano es más profundo y las promesas son de vida o muerte.
Dice Scott Fitzgerald: “Muy pocas cosas resisten el examen de las tres de la mañana”, hora a la que solo se llega con un vaso en la mano, el hacha de Thor de las madrugadas frías. Las tres de la mañana: “La hora en que los muertos entran en agonía y la iglesia se llena de demonios” (Ernesto Cardenal). El abstemio nada sabe de esto: a esa hora él duerme porque muy temprano va al notario, y lo hace porque desconfía del mundo. Por eso quiere levantarse temprano y releer el contrato varias veces (cualquier contrato) y le grita a su secretaria si un desconocido lo llama por teléfono. Porque ser abstemio, en el fondo, es estar siempre de un genio terrible. Y no es para menos. “El alcohol es el peor enemigo del hombre, pero dios dijo: ama a tus enemigos”, teorizó Frank Sinatra. ¿En qué creen los abstemios? Les preocupa el pasivo pensional y creen en la ley de la oferta y la demanda. ¿Se arrepiente un abstemio? Jamás, porque nunca se equivoca ni se ausenta. Él siempre está ahí, vigilante. Es la realidad la que cambia, no él. A la realidad le da jet lag, no a él. Su moral y la realidad son una misma cosa porque nunca se mira desde el balcón del frente. Beber es mirarse desde el balcón del frente. Si el bebedor tiene su bar, el abstemio tiene su despacho público. ¿En qué oficina perdió ese hombre su juventud o su pelo, y su amor a la vida? Pero en el fondo, el abstemio y el bebedor tienen algo en común, cada uno a su manera: están solos y tienen miedo. L
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MILENIO
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LABERINTO
cine
teatro CORTESÍA PRODUCCIÓN
Planeta cúbico: Sábados, 20:30 hrs. Casa Azul. Av. México 200, col. Hipódromo Condesa. Boletos: planetacubico3@gmail.com
Conflictos entrelazados La pieza de Juan Carlos Vives acontese en tres escenarios: una fonda, una casa y un prostíbulo donde se esparcen engaños, venganzas y decepciones CRÍTICA Alegría Martínez alegriamtz@gmail.com
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na fonda en el primer piso, de la que salen en charola bebidas no autorizadas hacia el segundo nivel, un prostíbulo justo ahí y un departamento donde conviven un matrimonio formado por un contador y su mujer y la madre de ésta que tiene un padecimiento grave, son los
tres escenarios en los que acontece la acción de Planeta cúbico, espacio habitado por meseras, prostitutas, enfermeras, estudiantes, amantes, mafiosos y algún policía de inocente apellido. Esta puesta en escena invita al espectador a presenciar, la primera vez, solo una parte del universo de acciones que ocurren de manera simultánea en tres habitaciones distintas de un inmueble, donde 16 personajes conviven y
entrelazan sus conflictos, como si un hilo invisible hilvanara su existencia con la de todos los seres humanos que coinciden en los tres espacios de los que escapan gritos, pasos urgentes, golpes y el eco de un cúmulo de sucesos que generan la inquietud en quienes observan la entrada y salida de los distintos personajes, presos de un fragmento de reacción, cuya acción detonante —en algunos casos—, ocurrió en otro piso. Habría que acudir tres veces para poder abarcar el total de esta propuesta escrita por Juan Carlos Vives, quien dirige junto con Luis Lesher y Américo del Río a un grupo de jóvenes actores y actrices, quienes imprimen con vigor el misterio solapado de unos personajes que dan pistas de lo que sucede con su vida durante el lapso en que se les puede ver y escuchar. Planeta cúbico es un trabajo alentador en tanto todos los involucrados hacen percibir al espectador que algo en verdad extraño y urgente sucede ahí, dentro de una construcción que nos contiene a todos y que tal como en la vida, nadie puede tener todas las piezas a la vista para armar el rompecabezas completo, aunque sí la posibilidad de afinar su concentración para acercarse a lo que más llame su interés en la habitación que le toque en suerte permanecer. El texto de Vives, cúbicamente complejo en su estructura, construye un caos en ascenso que se desata lentamente hasta volverse centrífugo mediante diálogos actuales, inteligentes y enigmáticos que rumbo al final, caen libremente sobre una red fársica que el espectador disfruta. Sencilla y eficaz en su diseño escenográfico, al menos en el área de la fonda que remite a los merenderos cotidianos con sillas y mesas de metal, cortinillas de cocina, trastos llanos de mesa humilde, larga barra con espejo de pared y una reproducción pictórica, que para saber por qué fue sustituida habrá que estar en otro de los escenarios, Planeta cúbico apuesta con buenas herramientas al desempeño actoral y al contrapunto de acciones resueltas por los tres directores. Teatro joven que avanza por buena ruta y mantiene cupo lleno a través de una difusión que parte de las redes sociales y solicita reservar vía correo electrónico o Facebook. El equipo de actores conformado por Gina Martí, Aldo Escalante, Daniela Aguilera, Alejandra Reyes, Antonio Alcántara, Fabricio Fernández, David Sepúlveda Delgado, Andrea Bakjejian, Gabriela Montiel, Sofía Sylwin, Naza Gómez, Alejandra Toledo, Karina Lechuga, Carolina Gómez de Orozco, Florencia Ríos y Berenice González, propone un teatro distinto y vital que mantiene al público en estado de alerta para no perder la ocasión de ser partícipe de una experiencia tridimensional. Con producción de Frank Carrera Maul y música original de Diego Alejo, esta obra que exhala humor y sarcasmo, abre sus caras cual ventanas internas, para dejar atisbar más allá de lo que la figura proyecta, la irradiación de engaños descubiertos, venganza, conflictos personales, decepciones, contubernios, amenazas y muerte en un solo contendor. L
LA PUERTA ESTRECHA ESPECIAL
El canon de Villarreal Alicia Quiñones aquinonescontacto@gmail.com
P
arece que el siglo XXI se está distinguiendo por la excesiva publicación de antologías. Tan solo este mes llegaron a la mesa de redacción de Laberinto sobre cuentos fantásticos, “maravillosos”, sucios, de la calle, de poesía chilena, argentina, etcétera. Mientras los autores se pelean por formar parte de una antología, los lectores pasan de largo. El problema no es que existan estas publicaciones, sino que sirvan de algo —al menos construyen una memoria. Nada asegura que estos libros se vendan, menos aún que no caigan en el olvido. En esta variedad editorial encontré Grafías contra el planisferio paginado (UNAM, 2013) cuya selección y prólogo están a cargo de Alberto Villarreal, coordinado por Álvaro Uribe. Alberto Villarreal (Ciudad de México, 1977), uno de los jóvenes más interesantes, destacados e inteligentes del teatro mexicano contemporáneo, ha realizado montajes inolvidables como Ensayo sobre la melancolía. Villarreal tiene algo muy interesante en su trayectoria artística: es uno de los poquísimos que se ha dedicado a pensar el teatro. Es un ensayista que crea con un lenguaje que intenta alcanzar un tono filosófico; una escritura por momentos compleja y sostenida por reflexiones sobre la escritura y el ser humano y sus posibles representaciones.
Alberto Villarreal
Grafías contra el planisferio paginado tiene un acierto muy importante: es el primero que recopila a autores nacidos en los ochenta. Y como dicen: el que pega primero, pega dos veces. En esta selección aparecen Lucía Leonor Enríquez, Alejandro Ricaño, Gabino Rodríguez, David Gaitán, Enrique Olmos de Ita y Francisco Javier Nuño Márquez.
Experimentales e imaginativos, esta generación de dramaturgos está marcada por un rasgo interesante: la violencia. Pero no solo una violencia generada por los cárteles de droga, sino también por la violencia de las casas, las calles; aquella que se genera cuando el hombre está con su gente más querida. “Nacidos en una década que exaltó la idea de juventud —escribe Villarreal—, sus nacidos llegan con intentos de maduración pronta. (...) Entre la espectacularidad de la violencia que persiguió la dramaturgia de la última década del siglo XX, y el optimismo y democratización y ecologismo literario de la primera década del siglo XXI, lo que distingue o unifica —no sin forzar a esta generación —, es que todo tema debe perder su matiz de experimentación y buscar la madurez”. Sin duda, estos dramaturgos proponen una representación de la realidad conforme la han desmenuzado y recreado. De ellos, quien demuestra una solvencia literaria y escritural, sin temor a equivocarme, es Enrique Olmos. En su pieza Job, habla de los secuestros, de la violencia y del dolor a través del mito bíblico de Job. Esta pieza puede leerse como teatro, pero también como un ensayo literario e incluso como un inicio de novela. La literatura de Olmos no radica solamente en la imaginación, también en el exhaustivo tratamiento que le ha dado a sus historias. L
José Antonio Cordero
“La música también es visual” Música ocular, documental narrado en lenguaje de señas, retoma los orígenes del cine: contar una historia solo con imágenes ESPECIAL
Fotograma del filme narrado con señas
ENTREVISTA Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com
C
onvocado por el documentalista José Antonio Cordero, un grupo de sordos oaxaqueños participa en la experiencia de hacer una película. Así nace Música ocular, documental narrado en lenguaje de señas que regresa a los orígenes primarios del cine: comunicar algo exclusivamente con imágenes. Convencido de que se trata de algo inédito en nuestro país, el realizador mexicano reconoce que lo que empezó como un proyecto con vocación de hacer conciencia, terminó por convertirse en un filme de tintes oníricos.
Ha definido la película como esquizofrénica, ¿por qué? Lo esquizofrénico fue el proceso. Es una película para personas sordas y oyentes, por lo mismo debía atender ambos terrenos. No miento si te digo que es algo único, porque es el primer filme mexicano actuado y hablado en lenguaje de señas. ¿Qué lo llevó interesarse por el mundo de los sordos? Durante unas vacaciones en las costas oaxaqueñas conocí a Eric, el protagonista. Mientras intentaba comunicarse conmigo, descubrí que nosotros somos los incapacitados para comunicarnos con
los sordos. Lo primero que hice fue estudiar su mundo, aprender su lenguaje; de ahí brinqué al interés por filmar algo que sensibilizara al público. ¿Cómo fue el proceso mediante el que ellos decidieron hacer una película acerca de sus sueños? Primero les mostré películas silentes o donde aparecen sordos. En la segunda etapa, les pregunté si sentían que esos filmes retrataban su realidad. Después les propuse hacer una película de y para sordos. Por último, alrededor de dibujos y fotografías ellos ilustraron los temas de los que querían hablar. Fue sorprendente porque escogieron hablar sobre sí mismos y sus sueños. Uno de los casos más impactantes fue el de Eric, quien utilizó su historia para salir del clóset. Es decir, lo que empezó como documental terminó siendo un filme onírico. Es interesante la influencia que ejercen en ellos las películas que usted les muestra. Por ejemplo, hay quien hace un símil de Metrópolis. Es una muestra de cómo el cine nos une. Cuando apareció el cine mudo o silente se le nombró el lenguaje universal. Una vez que se incorpora la voz se resquebraja y adquiere nacionalidades, pero la esencia de la experiencia cinematográfica es onírica y común a todos. ¿Hubo algún momento complicado entre la comunicación de usted con ellos? No lo hubo, decidimos trabajar con este grupo porque se lo tomaron de una manera muy divertida. Al principio pensé en retratar el sufrimiento de los sordos, pero la verdad es que pequé de ingenuo porque ellos de inmediato decidieron hablar sobre sus sueños. ¿Durante el proceso de investigación para Música ocular, encontró trabajos similares? En Estados Unidos existe la Universidad Gallaudet, es un centro de estudios dedicado a los sordos. Ahí puedes encontrar cortometrajes narrados con lenguaje de señas, pero en términos de largometrajes solo encontré dos más. Deafula, de Peter Hamilton y En el país de los sordos de Nicholas Philibert, son las únicas películas habladas totalmente en lenguaje de señas; esta sería la tercera y la primera en Latinoamérica. Una discapacidad suele potenciar otras aptitudes. ¿En el caso de los sordos qué descubrió? El director de teatro Alberto Lomnitz me dijo que los sordos son actores natos pues la lengua de señas requiere de una expresividad particular. Al principio pensé que era exagerado pero es cierto, es impresionante su naturalidad para expresarse gestualmente. En alusión al título de la película, ¿hubo una estructura musical que definiera el ritmo de la edición o el tipo de fotografía? El título está inspirado en una frase del libro Veo una voz, de Oliver Sacks, donde define que la música no solo puede ser auditiva, también es visual. La construcción sonora está modificada para que pueda ser percibida por los sordos. L
HOMBRE DE CELULOIDE ESPECIAL
La vocación de filmar Fernando Zamora @fernandovzamora
E
ste mes, la Cineteca Nacional hace homenaje a Jaime Humberto Hermosillo con motivo de la entrega de la medalla Salvador Toscano. A Jaime Humberto se le compara a menudo con Almodóvar. Ambos tienen humor ácido (más de sonrisa que de carcajada) y el ojo puesto en la moral del burgués. Creo que la comparación va bien, pero quiero cambiar el orden: Almodóvar tiene algo de Jaime Humberto. Comparemos La verdadera vocación de Magdalena con Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón: en ambas el director/guionista se mofa de la moral políticamente reinante y subraya la represión sexual. Ambas son una segunda película; las dos consolidan al autor luego de una ópera prima que promete poco (Los nuestros en el caso de Hermosillo y ¡Folle… folle… fólleme, Tim! en el caso de Almodóvar). En ambas los recursos técnicos y estilísticos son pocos y, más importante, ambas se filman en un momento crítico del cine que las produjo. Si en España estaba llegando La movida como parte de una reinvención política,
en México el arte se despeñaba a causa de una crisis política que no termina (ni entonces ni ahora) por morir o madurar. Vista en retrospectiva La verdadera vocación de Magdalena, con sus tomas de Avándaro, el retrato de una juventud que bebe coca cola y hace rock en inglés con letras washa–washa, resulta conmovedor. Es el retrato fiel de una juventud castrada. Vista a la distancia, la historia de Magdalena es la que hubiésemos deseado para México: que se emancipara de la madre aplastante (que tan bien actúa en comedia Carmen Montejo) y que encontrara su propio camino liberador. Tanto La verdadera vocación... como Pepi, Lucy, Bom… terminan en clave de esperanza, la diferencia estriba en que España sí se liberó del franquismo mientras que México sigue amarrado a sus propios desatinos. “Durante doce años me tuvieron cerradas las puertas del Imcine” dijo Jaime Humberto el día que le entregaron la Salvador Toscano. Y es cierto. Sin afán de caer en la estética–ficción, si Jaime Humberto hubiese tenido recursos suficientes para hacer el cine que quiere hacer, su obra sería tan importante como la de Almodóvar a nivel mundial. Es aquí donde entra el cambio de ecuación que proponía al principio de este texto. Estoy convencido de que si Almodóvar hubiese vivido en un país de puertas cerradas, hubiese tenido que filmar con el mismo tesón de Hermosillo: usando video y todo recurso posible. Ambos cineastas tienen una muy profunda cultura fílmica, una intuición aguda para encontrar el chiste que ofende al burgués y, en suma, una visión contestataria del mundo que lejos de amargar nos
La verdadera vocación de Magdalena. Dirección: Jaime Humberto Hermosillo. Guión: Jaime Humberto Hermosillo. Música: Sergio Guerrero. Fotografía: Rosalío Solano. Con Angélica María, Carmen Montejo y Javier Martín del Campo. México, 1972. hace sonreír. El suyo no es un cine que, en la denuncia, se solace en presentar atrocidades que más convencen a la clase media de que el arte es peligroso (aunque lo es). Tanto el cine de Almodóvar como el de Hermosillo golpean con esta contundencia: “no hay destino que el desprecio no pueda superar”. Así decía Nietzsche. Y tenía razón. El desprecio de los grandes, sin embargo, sabe más a miel que a hiel y Jaime Humberto no tiene nada que lamentar. L
10 b sábado 15 de junio de 2013
MILENIO
sábado 15 de junio de 2013 b 11
LABERINTO
cine
teatro CORTESÍA PRODUCCIÓN
Planeta cúbico: Sábados, 20:30 hrs. Casa Azul. Av. México 200, col. Hipódromo Condesa. Boletos: planetacubico3@gmail.com
Conflictos entrelazados La pieza de Juan Carlos Vives acontese en tres escenarios: una fonda, una casa y un prostíbulo donde se esparcen engaños, venganzas y decepciones CRÍTICA Alegría Martínez alegriamtz@gmail.com
U
na fonda en el primer piso, de la que salen en charola bebidas no autorizadas hacia el segundo nivel, un prostíbulo justo ahí y un departamento donde conviven un matrimonio formado por un contador y su mujer y la madre de ésta que tiene un padecimiento grave, son los
tres escenarios en los que acontece la acción de Planeta cúbico, espacio habitado por meseras, prostitutas, enfermeras, estudiantes, amantes, mafiosos y algún policía de inocente apellido. Esta puesta en escena invita al espectador a presenciar, la primera vez, solo una parte del universo de acciones que ocurren de manera simultánea en tres habitaciones distintas de un inmueble, donde 16 personajes conviven y
entrelazan sus conflictos, como si un hilo invisible hilvanara su existencia con la de todos los seres humanos que coinciden en los tres espacios de los que escapan gritos, pasos urgentes, golpes y el eco de un cúmulo de sucesos que generan la inquietud en quienes observan la entrada y salida de los distintos personajes, presos de un fragmento de reacción, cuya acción detonante —en algunos casos—, ocurrió en otro piso. Habría que acudir tres veces para poder abarcar el total de esta propuesta escrita por Juan Carlos Vives, quien dirige junto con Luis Lesher y Américo del Río a un grupo de jóvenes actores y actrices, quienes imprimen con vigor el misterio solapado de unos personajes que dan pistas de lo que sucede con su vida durante el lapso en que se les puede ver y escuchar. Planeta cúbico es un trabajo alentador en tanto todos los involucrados hacen percibir al espectador que algo en verdad extraño y urgente sucede ahí, dentro de una construcción que nos contiene a todos y que tal como en la vida, nadie puede tener todas las piezas a la vista para armar el rompecabezas completo, aunque sí la posibilidad de afinar su concentración para acercarse a lo que más llame su interés en la habitación que le toque en suerte permanecer. El texto de Vives, cúbicamente complejo en su estructura, construye un caos en ascenso que se desata lentamente hasta volverse centrífugo mediante diálogos actuales, inteligentes y enigmáticos que rumbo al final, caen libremente sobre una red fársica que el espectador disfruta. Sencilla y eficaz en su diseño escenográfico, al menos en el área de la fonda que remite a los merenderos cotidianos con sillas y mesas de metal, cortinillas de cocina, trastos llanos de mesa humilde, larga barra con espejo de pared y una reproducción pictórica, que para saber por qué fue sustituida habrá que estar en otro de los escenarios, Planeta cúbico apuesta con buenas herramientas al desempeño actoral y al contrapunto de acciones resueltas por los tres directores. Teatro joven que avanza por buena ruta y mantiene cupo lleno a través de una difusión que parte de las redes sociales y solicita reservar vía correo electrónico o Facebook. El equipo de actores conformado por Gina Martí, Aldo Escalante, Daniela Aguilera, Alejandra Reyes, Antonio Alcántara, Fabricio Fernández, David Sepúlveda Delgado, Andrea Bakjejian, Gabriela Montiel, Sofía Sylwin, Naza Gómez, Alejandra Toledo, Karina Lechuga, Carolina Gómez de Orozco, Florencia Ríos y Berenice González, propone un teatro distinto y vital que mantiene al público en estado de alerta para no perder la ocasión de ser partícipe de una experiencia tridimensional. Con producción de Frank Carrera Maul y música original de Diego Alejo, esta obra que exhala humor y sarcasmo, abre sus caras cual ventanas internas, para dejar atisbar más allá de lo que la figura proyecta, la irradiación de engaños descubiertos, venganza, conflictos personales, decepciones, contubernios, amenazas y muerte en un solo contendor. L
LA PUERTA ESTRECHA ESPECIAL
El canon de Villarreal Alicia Quiñones aquinonescontacto@gmail.com
P
arece que el siglo XXI se está distinguiendo por la excesiva publicación de antologías. Tan solo este mes llegaron a la mesa de redacción de Laberinto sobre cuentos fantásticos, “maravillosos”, sucios, de la calle, de poesía chilena, argentina, etcétera. Mientras los autores se pelean por formar parte de una antología, los lectores pasan de largo. El problema no es que existan estas publicaciones, sino que sirvan de algo —al menos construyen una memoria. Nada asegura que estos libros se vendan, menos aún que no caigan en el olvido. En esta variedad editorial encontré Grafías contra el planisferio paginado (UNAM, 2013) cuya selección y prólogo están a cargo de Alberto Villarreal, coordinado por Álvaro Uribe. Alberto Villarreal (Ciudad de México, 1977), uno de los jóvenes más interesantes, destacados e inteligentes del teatro mexicano contemporáneo, ha realizado montajes inolvidables como Ensayo sobre la melancolía. Villarreal tiene algo muy interesante en su trayectoria artística: es uno de los poquísimos que se ha dedicado a pensar el teatro. Es un ensayista que crea con un lenguaje que intenta alcanzar un tono filosófico; una escritura por momentos compleja y sostenida por reflexiones sobre la escritura y el ser humano y sus posibles representaciones.
Alberto Villarreal
Grafías contra el planisferio paginado tiene un acierto muy importante: es el primero que recopila a autores nacidos en los ochenta. Y como dicen: el que pega primero, pega dos veces. En esta selección aparecen Lucía Leonor Enríquez, Alejandro Ricaño, Gabino Rodríguez, David Gaitán, Enrique Olmos de Ita y Francisco Javier Nuño Márquez.
Experimentales e imaginativos, esta generación de dramaturgos está marcada por un rasgo interesante: la violencia. Pero no solo una violencia generada por los cárteles de droga, sino también por la violencia de las casas, las calles; aquella que se genera cuando el hombre está con su gente más querida. “Nacidos en una década que exaltó la idea de juventud —escribe Villarreal—, sus nacidos llegan con intentos de maduración pronta. (...) Entre la espectacularidad de la violencia que persiguió la dramaturgia de la última década del siglo XX, y el optimismo y democratización y ecologismo literario de la primera década del siglo XXI, lo que distingue o unifica —no sin forzar a esta generación —, es que todo tema debe perder su matiz de experimentación y buscar la madurez”. Sin duda, estos dramaturgos proponen una representación de la realidad conforme la han desmenuzado y recreado. De ellos, quien demuestra una solvencia literaria y escritural, sin temor a equivocarme, es Enrique Olmos. En su pieza Job, habla de los secuestros, de la violencia y del dolor a través del mito bíblico de Job. Esta pieza puede leerse como teatro, pero también como un ensayo literario e incluso como un inicio de novela. La literatura de Olmos no radica solamente en la imaginación, también en el exhaustivo tratamiento que le ha dado a sus historias. L
José Antonio Cordero
“La música también es visual” Música ocular, documental narrado en lenguaje de señas, retoma los orígenes del cine: contar una historia solo con imágenes ESPECIAL
Fotograma del filme narrado con señas
ENTREVISTA Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com
C
onvocado por el documentalista José Antonio Cordero, un grupo de sordos oaxaqueños participa en la experiencia de hacer una película. Así nace Música ocular, documental narrado en lenguaje de señas que regresa a los orígenes primarios del cine: comunicar algo exclusivamente con imágenes. Convencido de que se trata de algo inédito en nuestro país, el realizador mexicano reconoce que lo que empezó como un proyecto con vocación de hacer conciencia, terminó por convertirse en un filme de tintes oníricos.
Ha definido la película como esquizofrénica, ¿por qué? Lo esquizofrénico fue el proceso. Es una película para personas sordas y oyentes, por lo mismo debía atender ambos terrenos. No miento si te digo que es algo único, porque es el primer filme mexicano actuado y hablado en lenguaje de señas. ¿Qué lo llevó interesarse por el mundo de los sordos? Durante unas vacaciones en las costas oaxaqueñas conocí a Eric, el protagonista. Mientras intentaba comunicarse conmigo, descubrí que nosotros somos los incapacitados para comunicarnos con
los sordos. Lo primero que hice fue estudiar su mundo, aprender su lenguaje; de ahí brinqué al interés por filmar algo que sensibilizara al público. ¿Cómo fue el proceso mediante el que ellos decidieron hacer una película acerca de sus sueños? Primero les mostré películas silentes o donde aparecen sordos. En la segunda etapa, les pregunté si sentían que esos filmes retrataban su realidad. Después les propuse hacer una película de y para sordos. Por último, alrededor de dibujos y fotografías ellos ilustraron los temas de los que querían hablar. Fue sorprendente porque escogieron hablar sobre sí mismos y sus sueños. Uno de los casos más impactantes fue el de Eric, quien utilizó su historia para salir del clóset. Es decir, lo que empezó como documental terminó siendo un filme onírico. Es interesante la influencia que ejercen en ellos las películas que usted les muestra. Por ejemplo, hay quien hace un símil de Metrópolis. Es una muestra de cómo el cine nos une. Cuando apareció el cine mudo o silente se le nombró el lenguaje universal. Una vez que se incorpora la voz se resquebraja y adquiere nacionalidades, pero la esencia de la experiencia cinematográfica es onírica y común a todos. ¿Hubo algún momento complicado entre la comunicación de usted con ellos? No lo hubo, decidimos trabajar con este grupo porque se lo tomaron de una manera muy divertida. Al principio pensé en retratar el sufrimiento de los sordos, pero la verdad es que pequé de ingenuo porque ellos de inmediato decidieron hablar sobre sus sueños. ¿Durante el proceso de investigación para Música ocular, encontró trabajos similares? En Estados Unidos existe la Universidad Gallaudet, es un centro de estudios dedicado a los sordos. Ahí puedes encontrar cortometrajes narrados con lenguaje de señas, pero en términos de largometrajes solo encontré dos más. Deafula, de Peter Hamilton y En el país de los sordos de Nicholas Philibert, son las únicas películas habladas totalmente en lenguaje de señas; esta sería la tercera y la primera en Latinoamérica. Una discapacidad suele potenciar otras aptitudes. ¿En el caso de los sordos qué descubrió? El director de teatro Alberto Lomnitz me dijo que los sordos son actores natos pues la lengua de señas requiere de una expresividad particular. Al principio pensé que era exagerado pero es cierto, es impresionante su naturalidad para expresarse gestualmente. En alusión al título de la película, ¿hubo una estructura musical que definiera el ritmo de la edición o el tipo de fotografía? El título está inspirado en una frase del libro Veo una voz, de Oliver Sacks, donde define que la música no solo puede ser auditiva, también es visual. La construcción sonora está modificada para que pueda ser percibida por los sordos. L
HOMBRE DE CELULOIDE ESPECIAL
La vocación de filmar Fernando Zamora @fernandovzamora
E
ste mes, la Cineteca Nacional hace homenaje a Jaime Humberto Hermosillo con motivo de la entrega de la medalla Salvador Toscano. A Jaime Humberto se le compara a menudo con Almodóvar. Ambos tienen humor ácido (más de sonrisa que de carcajada) y el ojo puesto en la moral del burgués. Creo que la comparación va bien, pero quiero cambiar el orden: Almodóvar tiene algo de Jaime Humberto. Comparemos La verdadera vocación de Magdalena con Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón: en ambas el director/guionista se mofa de la moral políticamente reinante y subraya la represión sexual. Ambas son una segunda película; las dos consolidan al autor luego de una ópera prima que promete poco (Los nuestros en el caso de Hermosillo y ¡Folle… folle… fólleme, Tim! en el caso de Almodóvar). En ambas los recursos técnicos y estilísticos son pocos y, más importante, ambas se filman en un momento crítico del cine que las produjo. Si en España estaba llegando La movida como parte de una reinvención política,
en México el arte se despeñaba a causa de una crisis política que no termina (ni entonces ni ahora) por morir o madurar. Vista en retrospectiva La verdadera vocación de Magdalena, con sus tomas de Avándaro, el retrato de una juventud que bebe coca cola y hace rock en inglés con letras washa–washa, resulta conmovedor. Es el retrato fiel de una juventud castrada. Vista a la distancia, la historia de Magdalena es la que hubiésemos deseado para México: que se emancipara de la madre aplastante (que tan bien actúa en comedia Carmen Montejo) y que encontrara su propio camino liberador. Tanto La verdadera vocación... como Pepi, Lucy, Bom… terminan en clave de esperanza, la diferencia estriba en que España sí se liberó del franquismo mientras que México sigue amarrado a sus propios desatinos. “Durante doce años me tuvieron cerradas las puertas del Imcine” dijo Jaime Humberto el día que le entregaron la Salvador Toscano. Y es cierto. Sin afán de caer en la estética–ficción, si Jaime Humberto hubiese tenido recursos suficientes para hacer el cine que quiere hacer, su obra sería tan importante como la de Almodóvar a nivel mundial. Es aquí donde entra el cambio de ecuación que proponía al principio de este texto. Estoy convencido de que si Almodóvar hubiese vivido en un país de puertas cerradas, hubiese tenido que filmar con el mismo tesón de Hermosillo: usando video y todo recurso posible. Ambos cineastas tienen una muy profunda cultura fílmica, una intuición aguda para encontrar el chiste que ofende al burgués y, en suma, una visión contestataria del mundo que lejos de amargar nos
La verdadera vocación de Magdalena. Dirección: Jaime Humberto Hermosillo. Guión: Jaime Humberto Hermosillo. Música: Sergio Guerrero. Fotografía: Rosalío Solano. Con Angélica María, Carmen Montejo y Javier Martín del Campo. México, 1972. hace sonreír. El suyo no es un cine que, en la denuncia, se solace en presentar atrocidades que más convencen a la clase media de que el arte es peligroso (aunque lo es). Tanto el cine de Almodóvar como el de Hermosillo golpean con esta contundencia: “no hay destino que el desprecio no pueda superar”. Así decía Nietzsche. Y tenía razón. El desprecio de los grandes, sin embargo, sabe más a miel que a hiel y Jaime Humberto no tiene nada que lamentar. L
12 b sábado 15 de junio de 2013
MILENIO
varia ALFONSO MENA PACHECO
ESPECIAL
El Nobel mexicano
De la serie Seducción
Octavio Paz vislumbrado por Evodio Escalante
Seducción: Alfonso Mena en el MAM
ARCHIVO HACHE
GUÍA VISUAL
Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com
E
n la última década, Evodio Escalante ha publicado importantes libros sobre José Gorostiza — quizá su mejor obra—, Jorge Cuesta y los estridentistas. Este 2013 aparece Las sendas perdidas de Octavio Paz (UAM/ Ediciones Sin Nombre). Escalante hace crítica hermenéutica: escribe para des–cubrir el significado de obras literarias. Aquí explica desde el joven Paz hasta su concepción del tiempo. Mientras los críticos nacidos en los sesenta y setenta retroceden a la reseña basada en gusto canónico, Escalante hace ensayos o capítulos donde busca sentidos ocultos. Pero Escalante no prescinde de lo estético. Aquí deja ver su propia poética, según la cual la poesía alcanza su cima en la epifanía: “La culminación de esta asimilación del instante conduce a un momento de epifanía... un trance conciliatorio” (p. 157). Concibe la crítica como la búsqueda de “aquellos pasajes en los que la aparición se despliega del modo más genuino posible” (154). Y da a entender que el poeta poseído es identificable por “una sensación de vértigo relacionada con la experiencia del tiempo” (148). El libro termina con el comentario a una escena masturbatoria, eyaculación y éxtasis de Paz. Final sorprendente, significativo. En zonas previas del libro, Escalante criticó a Paz. Por ejemplo, censa sus errores de interpretación sobre los Contemporáneos y recuerda que Neruda definió a Paz como un “pululante poetiso” de “dientes solapados”.
A la pura mitad del libro coloca su discrepancia más ríspida. Escalante recorre el modo en que Paz define surrealismo y vanguardismo en general, y concluye: “Paz está valorando siempre de acuerdo con un prisma que arroja luces múltiples. Y, para sorpresa nuestra, el último rayo de luz arroja siempre una sombra conservadora. Una sombra de conformismo... Viéndolo de otro modo: mejor nos quedamos como estamos” (75). Este libro de Escalante es crítico de Paz y, a la vez, cae en “su extraordinario poder de seducción”. Paz era un poeta metafísico. Escalante es un crítico metafísico. En esa zona en que coinciden, Escalante lo salva. Lo condena cuando localiza errores de lectura de Paz y cuando su postura político–filosófica se acerca al quietismo. Escalante prefiere cierto espíritu de revuelta. ¿Es Escalante un paceano de izquierda? Esta parece ser la paradoja de su zigzag, donde la poesía se define como Aparición intermitente y el crítico como fenomenólogo posible. En el libro, Escalante prácticamente no dialoga con académicos. Es crítica literaria dentro de la tradición mexicana. De ahí su exaltación. Para Escalante poesía es revelación. Fustiga a Paz cuando no la logra y cae en equívocos mundanos o bibliográficos. Celebra al Paz poseído por aquello que también lo posee: la experiencia metafísica de la poesía. Sendas perdidas: recuento de los desvíos ideológicos y las vías místicas de Paz. L
Magali Tercero mtercero2000@yahoo.com.mx
A
lfonso Mena Pacheco, pintor mexicano nacido en la Ciudad de México en 1961, presenta una de las exposiciones más ambiciosas de este verano en el Museo de Arte Moderno (MAM) hasta el 8 de septiembre. Seducción nace con la idea de realizar una enciclopedia visual desde la seducción de las cosas del mundo en los sentidos. Mena se ha caracterizado por su interés en la técnica. Por eso sorprende el primer óleo de la muestra: “Semejanzas” (2005), donde traza un gesto y se deja fluir con la mayor libertad. “Casi salió solo”, explica, aunque según cuenta durante la visita guiada que le pido para ver de nuevo Seducción, frotó aceite de linaza y grafito sobre lino para hacer visibles las cruces estructurales del bastidor. Aquí parece haber logrado aquel sueño del músico Mario Lavista: dominar la técnica para llegar a la libertad. De hecho, el cuadro está realizado con una técnica muy sencilla. “Luego dibujé un poco con carbón y puse óleo”. Parecería que cualquiera puede hacerlo. Pero no. Ese gesto, ese dejar fluir la obra es una libertad conquistada después de muchos años. Al lado, se expone una escultura pequeña y compleja: “Seducción” (2012). El juego es hacer creer a quien ve — siempre hay quien no quiere hacerlo—, que la escultura proyecta una sombra hechiza: “Crea un juego extraño porque el cubo también está dibujado y vuelve todo más irreal”. La obra está hecha con pequeñas pesas para pescar. El artista tomó un curso de emplomado con un vitralista italiano y engarzó las pesas que sus vecinos polacos de Brooklyn colocaban en los anzuelos cuando se iban de pesca al Hudson. Por ahí anda una serie de desnudos envueltos en encáustica. Tan sutiles que apenas vemos los cuerpos retratados. Moderno etnógrafo Mena vivió casi una década en Nueva York y esto ha significado un cambio importante en su obra. En la Gran Manzana ha vuelto a mirar las cosas del mundo. Quizá por eso pensó en crear su propia enciclopedia. Durante siete años investigó no solo sobre Plinio el Viejo y Diderot sino volvió a sus orígenes y consiguió un facsímil completo de la obra original de Bernardino de Sahagún: la Historia general de las cosas de Nueva España, escrita en
español y en náhuatl. A los reyes de España no les convenía que los conquistados comprendieran la Historia… porque así “podrían manipularlos” y la obra en náhuatl fue prohibida. Mena se ha convertido en una especie de moderno etnógrafo buscador de tesoros, un coleccionista de hallazgos ahora expuestos en vitrinas, que encuentra objetos antiguos y los convierte no solo en contenedores sino en dibujo, pintura, escultura y, a veces, instalación. Por ejemplo, una maquinita de escribir para niños que es un juguete antiguo. Otro objeto más lo sacó de contexto para darle una relectura por medio del dibujo: una apropiación del objeto que le gustó mucho a Raquel Tibol. En el uso de papeles, hindués o chinos donde inscribe alfabetos, Mena reflexiona sobre la materia, uno de sus temas principales. La “y” de yacer y la “z” de dormir están representadas con una almohada. Baudrillard y el sistema de los objetos Detrás de la obra de Mena están sus muchas lecturas sobre filosofía y de Jean Baudrillard, algunos de cuyos libros se encuentran en una mesita junto con los catálogos del artista. En los gabinetes, maneja dos alfabetos y muestra al espectador dibujos en técnica mixta: “continuidad”, “objeto”, “fear”, “mentira”, “wait”. Nombrar el mundo nos da carta de existencia, digo siempre a mis alumnos de los talleres de crónica. Una de sus palabras es “nightmare”. La toma del ensayo donde Borges explica que este término tiene más fuerza en inglés que en español por una sola razón: significa “yegua de la noche”. Pero a Mena le interesan más cosas. La geometría integrada a lo orgánico, por nombrar una. Le importan los límites también y esto se ve en el montaje, a base de espejos, de su cuadro titulado “Parengón”(2011), en alusión a la fe, que formó parte de “Akaso” (proyecto del coleccionista Sergio Autrey con 26 obras de gran formato, de igual número de artistas, exhibidas en el Museo del Chopo en 2011). Podría seguir escribiendo unas horas más sobre los objetos, y su desdoblamiento en obras, de Seducción. Por lo pronto, baste mencionar que esta exposición va a estar en el Museo de Arte Abstracto creado por Manuel Felguérez en Zacatecas, además de otros recintos. L