ARTE, PALABRA Y LECTURA EN LA PRIMERA INFANCIA
En esta actividad, Eva Martínez Pardo proponía que cada participante construyera su propio final para el cuento Yorinda y Yoringuel, de los hermanos Grimm.
La piel del lobo
A continuación se expone una recopilación de los textos compartido en el grupo de Facebook del curso. Estos textos no han sido objeto de ningún proceso de edición, por lo que se muestran tal cual fueron escritos originalmente.
MOOC 2020
Acompañar las emociones con los cuentos tradicionales
Un final emocionalmente feliz Finales para Yorinda y Yoringuel
El cuento Había una vez un viejo castillo en medio de un vasto y espeso bosque donde vivía, totalmente solitaria, una vieja y poderosa hechicera. De día se transformaba en gata o en búho, pero de noche, en cambio, recobraba su figura normal. Sabía atraer a los animales de caza y a los pájaros, a los que mataba para cocinar y asar. Cuando alguien se acercaba a cien pasos del castillo, se
quedaba inmovilizado y no podía volverse hasta que ella lo soltaba con unas palabras; pero si alguna casta doncella penetraba en el cerco, ella solía transformarla en un pájaro y enjaularla en una cesta que guardaba luego en un aposento del castillo. Poseía alrededor de siete mil cestas con estos curiosos pájaros encantados. Ahora bien, había una doncella llamada Yorinda, que era más hermosa que todas las demás muchachas. Estaba prometida con un apuesto joven llamado Yoringuel, y durante el noviazgo se deparaban uno al otro la más grande dicha. Una vez, buscando la oportunidad de hablar a solas, fueron a pasear al bosque. Guárdate -le dijo Yoringel- de acercarte demasiado al castillo. Era un hermoso atardecer y entre los troncos el sol iluminaba el bosque verde oscuro, y las tórtolas cantaban quejumbrosamente en las viejas hayas que estaban brotando. De vez en cuando, Yorinda sollozaba y, sentándose donde brillaba el sol, se lamentaba; Yoringuel se lamentaba también. Se sentían tan deprimidos como si hubieran debido morir; miraron a su alrededor y se dieron cuenta de que se habían perdido y de que no sabían qué camino tomar para volver a casa. La mitad del sol se había puesto y la otra mitad quedaba sobre el monte. Yoringuel apartó los arbustos para mirar y, al ver muy cerca la muralla del castillo, se estremeció con un susto mortal. Yorinda cantó:
Canta de pena, pena, pena Zurú, zurú, zurú. Yoringuel buscó a Yorinda. Yorinda se había transformado en un ruiseñor que cantaba: Zurú, zurú. Con los ojos ardientes, un búho revoloteó tres veces alrededor de ella y tres veces gritó: Chu, ju, ju, ju. Por su parte, Yoringuel no podía moverse, pues se había quedado como una piedra, sin poder llorar ni hablar, con las manos y los pies rígidos. Ahora el sol se había puesto y el búho se había parado en un arbusto. De pronto, salió de él una vieja encorvada, amarillenta y flaca; tenía los ojos rojos y grandes, y su nariz curvada tocaba con la punta la barbilla. Murmuró algo y, cogiendo al ruiseñor, se lo llevó en la mano. Yoringuel nada podía decir ni podía moverse de su sitio; el ruiseñor había desparecido. Finalmente, la vieja regresó y dijo con voz ronca: ¡Salud, Satán! Ahora que la lunita brilla en la cestita, desátalo. ¡Enhorabuena! De este modo, Yoringuel quedó suelto. Arrodillándose delante de la vieja, le rogó que le devolviera a su Yorinda, pero ella le respondió que jamás volvería a tenerla y se marchó. Él gritó, lloró y se lamentó, pero todo fue en vano…
Pajarillo mío del rojo collar, Canta de pena, pena, pena La palomita su propia muerte va a cantar,
Arte, palabra y lectura en la primera infancia 2020. La piel del lobo. Finales para Yorinda y Yoringuel
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Vuestros finales
Ivette Chávez Sotelo Maria Ines Marine
Cuando la bruja encerró a Yorinda olvido cerrar la puerta de la jaula. El avecita con su pico y sus patas se ayudó y logró salir. Una vez afuera comenzó a abrir la puerta de la jaula vecina, y así una a una las doncellas atrapadas en un cuerpo de ave se ayudaban mutuamente hasta llegar a liberarse las 7000. Cuando todas estaban libres se quitaron una pluma y con ellas formaron una manta fuerte y resistente, que no permitía pasar los sonidos. Cuando la manta estuvo lista, en silencioso vuelo se acercaron a la bruja que dormía, le cubrieron su boca para impedir que soltara sus conjuros. Y así fue que todas las aves juntas cantaron: PAJARILLO MIO DE ROJO COLLAR, CANTA DE ALEGRIA, LA PALOMITA SU PROPIA LIBERTAD VA A CANTAR, CANTA DE ALEGRIA, CANTA.zuru-zuru-zuru-, Y cuando la bruja despertó y quiso pronunciar sus maleficios, no pudo hacerlo, entonces Yorinde grito tres veces chu-ju-ju-ju dejando a la bruja dura como una piedra. Las aves alzaron vuelo escapando del castillo y a medida que llegaban al bosque se iban convirtiendo en las doncellas que habían sido. Atrás quedaban para siempre la bruja de piedra y el castillo encantado.
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Yoringuel siguió a la hechicera
y con sus encantos parecidos a
los de un príncipe, la convenció de que le traería el ave más hermosa de todo el reino y sólo él podría atraparla para ella. Terminó por convencerla cuando le mostró una pluma de color único y singular belleza. Yoringuel regresó después de unos días con una jaula brillante y un ave majestuosa dentro de ella. La hechicera sintió un gran deseo de poseerla. La vieja bruja perdió toda noción y tranquilidad para dedicarse a contemplar ese singular ejemplar. En ese descuido, todos los pájaros encantados escaparon de las cestas y metieron a la bruja en la jaula que tanto le había gustado. La bruja se convirtió en búho el ave fastuosa.
para después ser devorada por
Yorinda regresó a ser la doncella más agraciada de todas. Cuando se casó con Yoringuel, juntos abrieron la jaula de oro y dejaron escapar al ave que los había salvado.
Emilia Weber D'Agostino Yoringuel caminó hacia su pueblo llorando desconsoladamente, sin saber qué hacer para recuperar a su amada. Toda esa dicha que había sentido hacía algunas horas por compartir la vida con amada parecía haberse esfumado en pocos minutos y de forma irreversible.
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Cuando llegó al pueblo se dirigió a casa de su amigo Juan. Sólo él podía acompañarlo en este momento y ayudarlo a pensar cómo resolver la situación, porque Yoringuel no estaba dispuesto a bajar los brazos tan fácilmente. Juan lo recibió. Con un gran abrazo permitió a su amigo que dejara salir todas las lágrimas que fueran necesarias para dar paz a su cuerpo. Cuando hubo terminado le dio una taza de té y unas masitas y le dijo: "podemos ir a hablar con Cirila, ella es la mujer más vieja de este y de todos los pueblos, tal vez tenga un buen consejo para darnos". Y allá fueron los dos amigos antes que llegara la noche. Cirila los ayudó con gusto, ella también había perdido un amor y sabía lo que eso dolía. Les recomendó que buscaran en el bosque al ave de plumas azules, verdes y rojas. La malvada bruja sólo quería esa ave y como nunca había podido alcanzarla tendía esa trampa a las doncellas que se acercaban a su castillo, esperando causar dolor a los demás. El desafío no era sencillo pero Yoringuel no estaba solo. Con el consejo de Cirila y la compañía de su amigo Juan emprendió su aventura en el bosque. Recorrieron árbol por árbol, arroyos, grandes piedras, caminos… Después de tres días de ardua búsqueda, cuando pensaban que ese pájaro sólo había existido en la imaginación de Cirila, lo vieron sobre la rama de un ciprés. Con mucha cautela lograron atraparlo y comenzaron el camino hacia el castillo de la bruja malvada. Una vez allí, Yorinde comenzó a llamarla mientras mostraba el pájaro multicolor en su mano. La bruja apareció y aceptó el cambio que Yoringuel le proponía, su amada a cambio del ave. La bruja hizo aparecer a Yorinde quien corrió al lado de Yoringuel y,
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cuando este hizo el ademán de entregar el pájaro, éste voló alto y escapó. La bruja estuvo a punto de terminar con los amantes, pero todos los animales del bosque se pusieron de acuerdo ese día para dar su merecido a la malvada bruja. La llevaron a lo alto de un precipicio y la arrojaron con fuerza. Nunca más se supo de ella. Yorinde y Yoringuel entraron a su castillo y liberaron las aves que ahora pueblan con su canto y sus colores cada rincón de ese bello bosque.
Aye Romero Les comparto algo maravilloso que acaba de suceder. Hice el intento de terminar con mi hijo de 5a el cuento... Ya se- me dijoel príncipe le dio con su espada, la bruja se cayó de la escoba al río y murió ahogada. Termina así? Pregunto-. No no, me dijo.. Bien rotundo - como va a terminar así? - Los finales de los cuentos son felices, no puede morir la bruja. El príncipe le roba la llave, libera al ave y vuelve a ser princesa! Y después de eso me pidió que sigamos inventando nuevos finales para otros cuentos ... Me encanto! Recomiendo probarlo con los peques que tengan cerca!
Felisa Barreto Pinzon Pero todo fue en vano. Yorinque con el paso del tiempo olvidó a su amada y encontró un nuevo amor con la que se casó y no vivió feliz, ni comió perdiz, porque todo había sido un sueño del que despertó cuando escucho el grito de su madre, Yorinquela: ¡ Hijo hora de levantarte!....
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Aye Romero Pero todo fue en vano hasta que descubrió que aquella bruja tenía una debilidad. Sentía profundo amor por el canto de las aves y solo así podía vivir. Entonces, el apuesto muchacho se escabulló en la biblioteca del castillo y encontró un libro mágico que detallaba cómo hacer un hechizo para ensordecer... Al día siguiente, fue decidido a buscar a la bruja. Enunció las palabras mágicas y eso fue lo último que la anciana pudo escuchar. Sorda la bruja, los hechizos malvados se habían acabado. El joven pudo liberar a las doncellas y la bruja murió de tristeza.
Esther Fernández La anciana entró en el castillo y colocó a Yorinda en una cesta encima de una silla. Desde ese ángulo ella podía ver un montón de lindos pajarillos que lloraban en silencio dentro de sus cestas. Yorinda comenzó a cantar, era una canción triste pero llamó la atención de los demás pajaritos que la miraban extrañados. - Zun zun zun, quienes sois? - Pío, pío, pío, las bellas doncellas encantadas por la bruja. – contestaron los pajaritos. Yorinda pensó que debían hacer algo y en un descuido de la anciana, animó al resto de doncellas a mover las alas con muchísima fuerza. Fue tan grande el viento que se levantó, que las cestas se rompieron y todas volaron atravesando la ventana. La anciana desconcertada corrió tras ellas sin poder alcanzarlas.
encontraron a Yoringuel que acudió con todos los vecinos del pueblo armados con antorchas. Con ellas quemaron el bosque y pronto el castillo ardió en llamas. Todos vieron cómo la anciana se transformaba en un dragón que se quemaba entre alaridos dentro del castillo. Con el paso del tiempo, el bosque se regeneró y nunca nadie tuvo miedo de pasear por el mismo.
Macarena Bel Entonces Yoringuel vagó sin rumbo fijo por varios días. En ese caminar, se encontró con una mujer a quien le contó su triste historia con la vieja y poderosa hechicera. Ella, sintiendo mucha pena por Yoringuel y Yorinda, se ofreció para ayudarlo a llevar a cabo un plan para salvar a su amada. Al caer la noche, la mujer se adentró en el bosque en busca de la hechicera. Al encontrarla, le robó rápidamente las llaves de las siete mil jaulas y corrió a la entrada del castillo. Allí, fue convertida en pájaro, que llevaba hábilmente las llaves en su pico. Voló hasta llegar a las jaulas y rápidamente liberó a todos los pájaros que estaban encerrados. Todos volaron enajenadamente sobre la malvada hechicera y la corretearon hasta hacerla entrar al castillo, donde Yoringuel la encerró bajo siete mil llaves. Yoringuel, Yolinda y la valiente mujer, ambas transformadas en pájaros, vivieron entonces felices para siempre.
Todos los pajarillos salieron de las inmediaciones del castillo y se convirtieron nuevamente en doncellas. En ese momento
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Elizabeth Córdoba Yoringuel decidió alejarse del lugar, estado ya más tranquilo y habiendo caminado un largo trayecto se sentó en una roca a pensar de qué manera liberar a su amada Yorinda. Algo debe de haber, algún secreto debe tener esa malvada bruja, así que decidió regresar al castillo. El príncipe trato de ser cuidadoso al acercarse pues temía le sucediera lo de la vez primera así que se escondió entre los arbustos y así poder observar y escuchar a la bruja quien se paseaba algunas veces lejos del castillo. El príncipe Yoringuel aprovecho que la bruja se alejaba para ingresar al lugar y recorrerlo hasta el último rincón, pudo observar que no tenía espejos, algo curioso pues por más bruja una mujer siempre tiene uno así que pensó: Qué sucederá si coloco uno en la entrada a este castillo? El príncipe se apresuró a salir antes de que la bruja regresara. Al día siguiente al ver que la bruja salía de caza pues logro escuchar que tenía apetito, se dispuso con ayuda de un campesino que era su amigo colocar un gran espejo en una pared que daba de frente con la puerta de ingreso al castillo. Cuando la bruja regreso de caza y abrió la puerta para ingresar al castillo grito auxilio de manera insistente hasta ya no poder, el silencio causo curiosidad y al mismo tiempo miedo en los dos hombres quienes se dispusieron a ingresar, estando dentro se sorprendieron de ver el cuerpo de la bruja hecho cenizas e instantáneamente todas las aves recuperaban su forma humana entre ellas la princesa Yorinda quien al ver a su amando corrió a
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sus brazos para nunca más separarse de él y ser felices por siempre.
Claudia López Fernández Yoringuel se fue calmado poco a poco y dejó de llorar cuando se le ocurrió una idea para rescatar a Yorinda. Recordó que durante el día la hechicera se transformaba en gata. Meditó sobre su plan de rescate y salió a toda velocidad hacia el pueblo. Regresó con las primeras luces del amanecer pero no venía solo, sujetaba con sus manos la correa que ataba a un enorme perro negro, famoso como cazador de gatos. Se ocultaron tras unos arbustos desde donde se veía la enorme y oscura puerta del castillo. Pasados unos minutos, se escuchó un terrible chirrido y la puerta se abrió lentamente. Yoringuel empezó temblar de ira y temor al ver a la bruja/gata. Logra controlarse y suelta al terrible perro. Este da un salto, atrapa a la gata y de un bocado se la come. Yoringuel entra al castillo y libera a su amada y a todas las demás aves que al salir por la puerta y recibir el sol se fueron liberando del hechizo. Todos volvieron al pueblo y vivieron felices por siempre.
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Leslie Arribasplata Gonzáles Al escuchar los lamentos de su amado Yorinde se repone de su tristeza al verse convertida en ave, y con todas sus fuerzas comenzó a roer las uniones de la cesta que la aprisionaba. Al conseguirlo, otras aves encantadas la imitaron y lograron liberarse juntas. Siete mil prisiones se rompieron, dejando volar cientos de miles de aves. Muchas habían olvidado lo que eran antes, pero estar unidas, volar libres, las hizo recordar. Volaron raudas y valerosas encima de la bruja a cobrar venganza y al lograr su cometido se rompió el hechizo y todas volvieron a ser hermosas doncellas, pero ahora con la sabiduría que aquella experiencia les había dejado.
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