cultura 10-10-2010

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■ MAR DEL PLATA ■ DOMINGO 10 DE OCTUBRE DE 2010

IDA Y VUELTA: cultura@lacapitalmdq.com.ar

SU NUEVA NOVELA SALDRÁ EN NOVIEMBRE

Ya con el Nobel, Vargas Llosa propone ahora “El sueño del celta” Un personaje controvertido, el irlandés Roger Casement, que fue cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX, es el protagonista de la flamante novela del escritor recientemente galardonado con el Nobel de Literatura, un premio que también puso de relieve la enorme riqueza de las letras peruanas. Nombres como César Vallejo, José María Arguedas, Julio Ramón Ribeyro, Alfredo Bryce Echenique y hasta el Inca Garcilaso de la Vega integran una destacada lista de escritores de raza.

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uando abrieron la puerta de la celda, con el chorro de luz y un golpe de viento entró también el ruido de la calle que los muros de piedra apagaban y Roger se despertó, asustado”. Así comienza “El sueño del celta”, la nueva novela de Mario Vargas Llosa, que llegará a las librerías el 3 de noviembre. Este libro, muy esperado por los millones de lectores que Vargas Llosa tiene en el mundo, y más aún a partir de que le hayan concedido el Premio Nobel de Literatura, se inspira en la vida del controvertido irlandés Roger Casement, que fue cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX y amigo de Joseph Conrad. Héroe y villano, traidor y libertario, moral e inmoral, Casement (1864-1916) viajó con Conrad por el río Congo, y fue quien le abrió los ojos sobre lo que realmente ocurría allí cuando el Congo era la propiedad privada de Leopoldo II, rey de los belgas. Un período en el que, según le decía Vargas Llosa a Efe cuando aún estaba escribiendo la novela, “se cometieron iniquidades casi inconcebibles, de una crueldad monstruosa. Fue un verdadero genocidio”. Todo ese horror, que está detrás de una de las obras maestras de Conrad, “El corazón de las tinieblas”, fue documentado minuciosamente por Casement, que “hizo

una campaña para que los principales países occidentales presionaran a fin de que cesara el genocidio”, señalaba Vargas Llosa. El Congo pasó a depender de Bélgica y el cónsul, “una especie de Martin Luther King de la época”, se convirtió “en una persona muy prestigiada en toda Europa”. Fue ennoblecido por la corona británica, y cuando se supo que en la Amazonía “se estaban cometiendo terribles abusos contra los indígenas”, lo pusieron al frente de una comisión para investigar lo que sucedía en la región del Putumayo, en la zona fronteriza entre Colombia y Perú. Allí “estuvo a punto de morir, pero su informe fue definitivo para que hubiera una acción internacional contra las empresas caucheras”, comentaba Vargas Llosa. Aquellos viajes cambiaron profundamente a Casement y lo llevaron a enfrentarse a una Inglaterra que admiraba y a militar activamente en la causa del nacionalismo irlandés, según se afirma en el resumen de la novela facilitado por Alfaguara. En plena I Guerra Mundial, viajó a Berlín para conspirar contra el Reino Unido y participó en el Alzamiento de Pascua de 1916, hecho que lo llevaría finalmente a prisión. Fue condenado a muerte, y mientras esperaba la ejecución, “aparecieron fragmentos de un su-

puesto diario que había descubierto Scotland Yard en la casa de Casement. Eran unos textos escandalosos, escritos con una inmensa vulgaridad”, contaba Vargas Llosa en aquella entrevista. Casement fue ejecutado y “la gran controversia sobre si esos diarios negros fueron auténticos o falsificados” continúa hasta ahora. Son secreto de Estado del gobierno británico, añadía el gran novelista peruano. La editorial Alfaguara publicará el 3 de noviembre esta novela en todos los países de habla hispana con una tirada de 500.000 ejemplares. LA LITERATURA PERUANA El Premio Nobel de Literatura para Mario Vargas Llosa consagra, a su vez, a la literatura peruana, que también dio otros grandes autores como César Vallejo, José María Arguedas, Julio Ramón Ribeyro y Alfredo Bryce Echenique. En medio de la conmoción y la sorpresa ante un premio esquivo durante muchos años para su más famoso escritor, los peruanos vinculados con las letras no olvidaron que Vargas Llosa es la cabeza visible de un sólido grupo de escritores que han cimentado el prestigio de las letras del país sudamericano.

Después de años de figurar como candidato, finalmente Mario Vargas Llosa obtuvo el Nobel de Literatura.

“La hermosísima vocación de la literatura es una disciplina, un trabajo, un sueño”

(Continúa en página 4 y 5)

Las 8 preguntas para Juan Terranova

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¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer? Me molesta cuando el autor de una novela hace hablar a un personaje de la historia. Por ejemplo, en América, Ellroy maneja a los Kennedys como si fueran actores de una sitcom. No me gusta, es demasiado artificial y facilista. La novela está buenísima cuando los que llevan adelante la trama son sus personajes, pero esa parasitación de la persona legal John Edgar Hoover me aleja mucho. En autores menos dotados que Ellroy, por ejemplo, en la insufrible novela histórica argenta, la cosa ya me da risa. Aunque a veces hay experimentos interesantes como el Castelli de Andrés Rivera en La revolución es un sueño eterno. Luego, todo el siglo XIX trabaja abollando la idea de autonomía y lo que queda es muy intenso. El retrato de Facundo de Sarmiento como ejemplo central, pero también el Rosas de Mármol que toma un vaso de agua que parece sangre en Amalia son momentos clave del corpus narrativo nacional.

(*) Juan Terranova nació en Buenos Aires a fines de 1975. Publicó las novelas El Caníbal, El Bailarín de Tango, El Pornógrafo, Mi nombre es Rufus, Lejos de Berlín, Hiroshima y Los amigos soviéticos. También el libro de relatos Música para rinocerontes, los poemas de El Ignorante, y las crónicas La Virgen del cerro, Peregrinaciones y Diario de Alcalá. Escribe todos los días en su blog www.elconejodelasuerte.blogspot.com.


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DIARIO DE LECTOR

Vuelta con las novelas largas POR GABRIELA URRUTIBEHETY

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laro que lo sabe. El lector que escribe un diario sabe perfectamente que uno encuentra lo que anda buscando, aunque esa búsqueda no esté a la vista. El lector que escribe un diario anotó días atrás cosas sobre las novelas largas, a partir de la lectura de la trilogía Millenium. Y después, por vaya a saberse qué azares, volvió a caer en las garras de Italo Calvino. Tiempo hacía que no revisitaba a Calvino. Y lo hizo poco cuando ya había terminado de escribir sobre su extrañeza por la presencia en las mesas de novedades de las librerías libros –muy vendidos, por supuesto- de libros largos, gordos, voluminosos. Libros, incluso, dedicados a los niños y adolescentes hijos del zapping y el llame ya. En 1979, Calvino escribió: Si una noche de invierno un viajero… El lector que escribe un diario guarda de la incursión por esas páginas un bello recuerdo que desea recuperar. Alguien mencionó el título por otras cuestiones y por eso volvió al anaquel correspondiente. En cuanto lo abrió se encontró –no lo recordaba- con un maravilloso prólogo que habla de él, del lector, y de sus congéneres.

Una introducción que lo interpela directamente a él de la manera más simple, más lógica y, por lo tanto, más sorprendente: “Estás a punto de empezar a leer”, le dice la primera frase, “la nueva novela de Italo Calvino”. Y luego la recomendación: “Relájate. Concéntrate, Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto”. Gracias, es bueno que te lo recuerden. Ahora sí, a empezar a leer. Pero no, siguen los consejos, las recomendaciones. Sigue siendo el lector la primera persona protagónica. Y eso puede ser un halago, casi un mimo maternal, una palmada en el hombro, un reconocer qué bueno que estés ahí, un avivarse al fin de que lo que vale de un libro es este lugar. Sin embargo, tanta atención suele provocar incomodi-

dad. Sigue la apelación, sigue la interpelación. Basta. Que empiece el libro. Vamos. Ya. Dos páginas, tres páginas, cuatro páginas hablándole, diciéndole de tú –oh, las traducciones- , desenmascarando sus tics, sus pequeños gestos, sus deseos ocultos. El escritor se toma atribuciones excesivas: ¿qué tiene que meterse con su biblioteca y sus libros, no ya en la forma de lista de títulos y autores –que sería una forma de halagarlo, por su gusto o por su erudición o por su paciencia bibliófila- sino nombrados en sus más íntimas relaciones, llamándolos impúdicamente los “Libros Que Podría Apartar Para Leerlos A Lo Mejor Este Verano” o los “Libros Que Has Fingido Siempre Haber Leído Mientras Que Ya Sería Hora De Que Te Decidieses A Hacerlo De Veras”. No hay derecho, ¿no hay derecho a la intimidad, acaso? LA PÁGINA 6 Enojado, descubierto, casi casi humillado, el lector que escribe un diario llega a la sexta página de la introducción. Y lee: Las novelas largas escritas hoy acaso sean un contrasentido: la dimensión del tiempo se ha hecho pedazos, no podemos vivir o pensar sino retazos de tiempo que se alejan cada cual a lo largo de su trayectoria y al punto desaparecen. La continuidad del tiempo podemos encontrarla sólo en las novelas de aquella época en la cual el tiempo no aparecía ya como inmóvil ni todavía como estallido, una época que duró más o menos cien años y ya se acabó. Y entonces el lector que escribe un diario piensa. Piensa en el contrasentido de seis tomos de Harry Potter de más 600 páginas, del contrasentido de la serie de los vampiros adolescentes, del contrasentido de las policiales de Larson, 3 x 800 (tres tomos 800 páginas cada uno). Y supone que no tendrá que ver con los temas, tan decimonónicos de los magos, los dráculas sub 20 o los crímenes descubiertos por uso de la lógica cartesiana a lo Poirot. ¿Nostalgias de los años que han pasado? ¿Nostalgias de continuidad de historias que amenazan no tener fin y que configuren una unidad? ¿Nostalgias de la pérdida del sentido, negativa a aceptar el estallido del espejo de la subjetividad, la memoria, la historia y todas las cosas que dicen que estaban juntas y la postmodernidad –o similar- han hecho estallar por el aire? ¿Leemos novelas largas por nostalgia de encontrar un tiempo rellenable de manera uniforme? El hambre por novelas largas, el hambre por infinitas sagas y continuidades, podría, en definitiva, ser hambre de que el tiempo no pase, el hambre de eternidad que busca saciar el pibe enfrentado con la inexorabilidad del crecimiento, el tipo común y corriente que tiene que llenar el vacío de la vida cotidiana. Por eso, tal vez, ocupen la lista de best sellers y generan el rechazo de los intelectuales preocupados, seguramente, por cosas más importantes.

El virus de la soledad cibernética POR SEBASTIÁN CHILANO

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árquez caminó hasta la puerta y le dio una vuelta y media a la llave. Le dio miedo que René Conforti volviera. “No es miedo”, pensó Márquez “La palabra exacta es perturbar”. La posibilidad del regreso de René Conforti casi lo alegraba. Por eso cerró la puerta. Para no sentir esperanza. No quería volver a sentir esperanza por los humanos. Y, para su desgracia, una discusión sobre los métodos de alcoholizarse le había recordado antiguos y apasionantes altercados académicos. “La a, ahora se me da por repetir la a”, se amonestó. Y la nostalgia, además de traicionera, suele ser ingrata. “¿Será la letra de un tango?”, pensó Márquez. Caminó hasta su computadora y buscó la frase en google. No era. Entonces se dio cuenta de otra verdad: hacía muchos días que no hablaba con nadie. Al menos frente a frente. “Lo único que hago es encender la computadora, sentarme frente al monitor, abrir mis cuatro correos electrónicos y esperar”. Pero nunca encontraba a nadie del otro lado. Nadie. No había nadie que le escribiera noticias, nadie que comentara las cosas que hacía. Por eso Márquez había diseñado un virus que, cuando encendiera la computadora, activaba un viejo programa de comunicación. El virus se llama Audripon. Y cada nuevo día Audripon lo invita a hablar con él. Pero los pasos de la creación hasta el diálogo fueron lentos. Precisos. En rigor, científicos. Como si educara a su propio Frankestein virtual, Márquez le hizo decir a Audripon, primero que quería conocerlo y después que necesitaba hablar con alguien que lo entendiera. Márquez, fiel jugador de su propio juego, se negó. “Prefiero hablar con mi gato, es más racional” se reía Márquez. Pero la conversación de los gatos es monótona, porque los animales emiten sonidos sólo ante el apremio de sus necesidades básica insatisfechas: comer, cagar y procrear. Y por eso Márquez cedió, lenta pero inexorablemente, a la incompresible tentación de comunicarse con un virus de computadora. Al principio no le respondió. “No quiero sentirme más solo hablando con un virus”. Prefería leer las cosas que Audripon le preguntaba y contenerse por no contestarle. Pero de a poco fue tomando confianza hasta el punto de que cada noche, antes de apagar la computadora, Márquez programaba a Audripon para que a la mañana siguiente volviera a hablarle. La primera vez que Márquez habló con Audripon no le habló, lo insultó. Descargó todo su odio ante la estúpida insistencia. “¿Qué querés? Mi soledad no podría ser más insoportable. ¿Hay algo más paupérrimo que insultar a un virus obsoleto?”, recuerda que le dijo. Pero a la mañana siguiente Márquez se disculpó y Audripon lo perdonó. Aclarado que no podían preguntarse cosas personales, ambos siguieron adelante. Era un ejercicio para no volverse loco, o para llegar más allá de la locura. Márquez programaba su virus y todas las mañanas (o mediodías, porque Márquez solía despertarse al mediodía) discutía con sus propias ideas de la noche anterior. Márquez creía que eso le permitía mantener su mente ágil y activa. La mente duplicada no tardó en traicionarlo y Audripon le preguntó si un día se le terminaría la batería. Ante la respuesta afirmativa de Márquez, Audripon confesó que tenía miedo de morirse. Márquez lo consoló diciéndole que todos mueren algún día. Audripon le pidió vivir un poco más que el propio Márquez. Y Márquez le prometió, para dejarlo tranquilo, que todas las noches lo programaría. Que viviría exactamente un día más que él. “Si muero una noche, la mañana siguiente te despertarás y sentirás la soledad que yo siento ahora”, le dijo Márquez. Pero todo cambió. Tras el diálogo con René Conforti, Márquez sintió que podía volver al mundo. Que podía comunicarse con los seres humanos otra vez. Esa noche, mientras cenaba, pensó que no iba a poder dormir, desvelado por el crimen de no programar a Audripon para el día siguiente. Pensó que no le alcanzaría la cerveza en la heladera para la noche de insomnio. Pero la verdad es que durmió toda la noche, sin levantarse ni una vez por culpa de la próstata. Se despertó al mediodía. “Hoy tengo que llamar a René Conforti” pensó. Encendió la computadora. Audripon no le habló. Audripon estaba muerto. “Desde hoy me voy a comunicar con gente que tenga nombre y apellido. Sólo la soledad puede tener un nombre sin apellido”.

Las 8 preguntas para Juan Terranova

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¿Qué situación de su vida cotidiana encontró reflejada con sorpresiva exactitud en un libro, una película, una canción o cualquier otra obra de arte? Cuando Billy Pilgrim mira televisión de madrugada en Matadero Cinco y lo que

ve es la guerra mezclada con su propia neurosis, bueno, eso lo conozco. Luego, todos los cuentos de Luigi Malerba sobre el sur de Italia parecen sacados de una parte muy antigua de mi anecdotario familiar.


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UN GÉNERO VINCULADO CON LAS CRISIS Y EL PRESENTE

El documental, espejo de los debates de las sociedades Integrante del Movimiento de Documentalistas de la Argentina, el cineasta Miguel Mirra analizó el crecimiento de este género, su actual estancamiento y la relación con el público. Y fue categórico: “Michael Moore no ayudó a la difusión del documental”. NUEVO LIBRO DE EL GABO

García Márquez reúne sus alocuciones en “Yo no vengo a decir un discurso” Seis años después de la salida de su novela “Memorias de mis putas tristes”, el próximo 29 de octubre verá la luz en España y Latinoamérica el nuevo libro de Gabriel García Márquez, “Yo no vengo a decir un discurso”, veintidós textos escritos a lo largo de su vida para ser leídos en público. La editorial Mondadori informó que ha reunido estos textos del Premio Nobel de Literatura, que fueron escritos para ser leídos por él mismo ante una audiencia y que recorren desde el que escribió, a los 17 años, para despedir a sus compañeros que se graduaban en el Liceo de Zipaquirá, en 1944, hasta el que leyó en 2007 ante la Academia de la Lengua y los Reyes de España al cumplir ochenta años. “Yo no vengo a decir un discurso”, frase que eligió García Márquez como título de este libro, fue la advertencia que hizo a sus compañeros del Liceo desde las primeras líneas de aquel texto que data de 1944. En “Como comencé a escribir”, pronunciado ya como exitoso autor de “Cien años de soledad”, en 1970, previene a sus oyentes de su aversión a hablar en público: “Yo comencé a ser escritor en la misma forma que me subí a este estrado: a la fuerza”. En su tercer intento, al recibir el premio Rómulo Gallegos, en 1972, por “Cien años de soledad”, afirma el escritor que ha aceptado hacer dos de las cosas que se había prometido “no hacer jamás: recibir un premio y decir un discurso”. Sin embargo, este rechazo cambiará diez años después, al recoger el Nobel de Literatura y tener que escribir el discurso más importante al que puede enfrentarse un autor. El resultado fue “La soledad de América latina”, considerado una obra maestra, por lo que desde entonces los discursos se vuelven parte de su vida. Estos textos, en su mayoría inéditos, no sólo sintetizan sus obsesiones como escritor, según Mondadori, sino que recogen asuntos que le han preocupado como ciudadano, como los problemas de su Colombia natal, la proliferación nuclear o los desastres ecológicos, incluso el futuro de la juventud y la educación en América latina, entre otros muchos. La lectura de estos textos, dispersos u olvidados, ha llevado a García Márquez a comentar: “leyendo estos discursos redescubro cómo he ido cambiando y evolucionando como escritor”.

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ugar de resistencia frente a los discursos únicos, el documental como género alcanzó en Argentina un pico de crecimiento entre los años `90 y 2004, cuando el nivel de conflicto social estaba al rojo vivo. Así lo señaló Miguel Mirra, integrante del Movimiento de Documentalistas y director de “Los ojos cerrados de América latina” y del recientemente estrenado “Adolfo Pérez Esquivel, otro mundo es posible”. En la actualidad, consignó Mirra (quien estuvo el fin de semana pasado en Mar del Plata, al frente del Festival de Cine y Video Documental), aunque la crisis sigue siendo un concepto que cabalga por las calles del país, decayó el nivel de producción de los diferentes documentalistas, un dato que viene advirtiendo en los últimos años y en éste en especial, como organizar de los festivales de documentales. “Cuando aparecen las crisis los documentales la reflejan, mucha gente sale a ver lo que está pasando, y hoy, aunque no sé si superamos la crisis, de eso tendrían que hacer un análisis los sociólogos, hay cierta confusión... aunque no sé si confusión es la palabra, hay como una ambigüedad en el interior de los movimientos sociales, cierta fractura”. Para el documentalista que arrancó su carrera de la mano de la antropología, este género audiovisual se edifica sobre la base del “compromiso con lo que está pasando”, aunque el tema elegido no tenga una estricta relación con la realidad, sino con otros diversos, como el pasado. “Aunque se haga algo sobre el pasado... es que el documentalista mira el pasado porque algo le está pasando ahora”, agregó. A raíz de indagar en el presente, lo que muchas películas documentales registran es “el debate sobre el futuro”, un dilema que, a juicio de Mirra, atraviesa a la gran mayoría de las comunidades. “Las sociedades están reflexionando sobre el futuro y eso se ve plasmado en el documental a nivel latinoamericano, no sé si a nivel mundial. Este debate incluye el tema ambiental, aunque lo ambiental está más ligado a temas sociales, económicos, políticos, lo ambiental no está desgajado de eso, hay toda una estrategia de las grandes trasnacionales de venir por los recursos naturales y la cuestión no es solamente ambiental, sino lo que viene aparejado con eso, el desplazamiento de las poblaciones, las migraciones internas, la destrucción de las producciones regionales, la destrucción de los suelos, la cuestión de los monocultivos, hay una cantidad de factores que no son sólo ambientales, lo ambiental es un aspecto más, y bueno, hay sociedades que resisten y otras que deciden entregarse mansamente y eso se ve cuando uno sale a filmar. Hay ciudades que dicen que sí, que la minería es contaminante pero que por lo menos da trabajo, como una cosa resignada, pasó lo mismo en Fray Bentos con respecto a las pasteras, por lo menos tenemos trabajo decían. Muchas comunidades se organizan y resisten”, indicó. Justamente, sobre este tema se refirió su película “Los ojos cerrados de América latina”, documental que llegó a la Televisión Española y que recoge la experiencia organizativa de los movimientos sociales del subcontinente. -¿Le parece que esta dualidad de resistir o entregarse es parte del debate actual que, a su vez, luego se ve reflejado en el documental? -Sí, es lo que vemos cuando vamos a hacer documentales, es lo que recibimos. Hay un sector que se

Empezó a hacer documentales en Súper 8, cuando estudiaba Antropología. Dirigió “Adolfo Pérez Esquivel, otro mundo es posible”, recientemente estrenado.

resigna, que se entrega al clientelismo, y otro que se organiza, que resiste desde los barrios. Y no termina de definirse hacia donde va a ir lo social, de lo político no voy a hablar, pero lo social va a influenciar lo político. -¿Hace su aporte el documental a cambiar la realidad? -No depende de sí mismo, sino de las condiciones, pero bueno, puede aportar más que nada a la toma de conciencia, a la sensibilidad, pero los cambios vienen de lo social, no de la aprehensión individual de un documental, depende de que la gente se encuentre, de cómo nos organizamos, puede aportar a que algunas cosas se conozcan o que la gente puede movilizarse afectivamente frente a determinados temas. Aunque no creo que el objetivo fundamental sea el cambiar la realidad. -¿Ayudó a la popularidad del documental las películas de Pino Solanas? -Sí, pero fue el último coletazo, que empezó por el ‘96 o por el ‘97, creo que vino a cerrar una etapa más que a abrirla. -¿Y a nivel mundial el ejemplo de Michael Moore? -No, no ayudó, al contrario. Es parte del mismo discurso, nadie le cree, el documentalista no le cree, sabe que él tiene una empresa multimillonaria y los temas que elige los elige porque sabe que los va a vender, eso nosotros los sabemos. Cuando fue a recibir el Oscar, no dijo “Esto es una mentira”. Agarró el Oscar y en ese mismo momento despotricó con-

tra Bush, porque sabía que Bush ya se caía. -¿Estos ejemplos ni siquiera ayudaron a que el público se familiarice con el documental como lenguaje, tuvieron ambos amplia difusión? -Sí, pero creo que hay cosas más silenciosas que Michael Moore o que Pino Solanas: los canales del cable, Discovery, Encuentro y tantos más. Mucha gente los ve y eso acerca al documental, acerca más ver Discovery Channel que Michael Moore. También están History y Animal Planet... todas esas son señales que se sostienen. Aunque por otra parte generan un discurso muy rígido del documental, pero bueno, la gente se acerca y nosotros tenemos la posibilidad de mostrarle otra cosa. -¿Cómo llega usted al documental? -Como parte de la investigación etnográfica. Estudiaba antropología y en esa época había empezado a utilizarse el Súper 8 como soporte. Entré a un grupo que hacía documentales y me inscribí en la Escuela de Cine de Avellaneda, para aprender. Dejé la antropología y me dediqué al cine. Igual me queda una impronta antropológica en mis documentales, como en el de Pérez Esquivel, que es la expresión más acabada de la resistencia, de la resistencia social y cultural, es un ejemplo de coherencia, de humildad, de la lucha, de la solidaridad, más allá de que no compartimos la misma base ideológica. A sus 80 años tiene la misma posición de defensa de la vida y de los derechos humanos, de los pueblos. Es un símbolo de no rendirse y de aceptar lo que venga porque es lo único que se puede.

Las 8 preguntas para Juan Terranova

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¿De qué lugar, personaje común o circunstancia en general que ofrece Mar del Plata se apropiaría para incorporarlo como pasaje central de alguna de sus obras?

Siempre fui más a Villa Gesell que a Mar del Plata. Pero una vez me fui a Punta Mogotes a una

casita de madera con un amigo. Era invierno y a la noche decíamos “¿Vamos a la ciudad?”. Mar del Plata parecía Ciudad Gótica. También recuerdo que los acantilados de Chapadmalal dan para la melancolía. Todas las ciudades de la costa fuera de temporada son sensuales y potenciales escenarios novelescos.


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Ya con el Nobel... (Continuación de página 1)

Fue el hijo de Vargas Llosa, el también escritor y periodista Alvaro Vargas Llosa, quien reconoció que este premio no es sólo para su padre sino también para las letras de su país. “Este es un premio no sólo a él, es a muchísimos escritores peruanos, como Vallejo, Arguedas, tantos escritores importantísimos de Perú, que a través de él han sido reconocidos”, remarcó. Y es que desde el Inca Garcilaso de la Vega, el “primer mestizo americano” y autor de “Los comentarios reales de los Incas”, publicado en 1609, Perú ha sido patria de escritores de fuste. Ya a fines del siglo XIX e inicios del XX se consagró el académico Ricardo Palma, autor de las famosas “Tradiciones peruanas”, y luego irrumpieron los poetas que cimentaron una de las mayores obras líricas del continente americano. El muestrario pasa desde el mo-

“Latinoamérica necesita resolver problemas básicos como la libertad, las instituciones estables, la tolerancia, la coexistencia y la diversidad de ideas”

“Uno escribe por transpiración, con terquedad”

dernista José Santos Chocano, que en su momento fue considerado el sucesor del gran Rubén Darío, hasta autores fundamentales para la modernidad, como el discreto José María Eguren y el extraordinario César Vallejo. Este poeta, entre las voces más destacadas y singulares de las letras en español de todos los tiempos, es admirado por Vargas Llosa por obras como “Los heraldos negros”, “Trilce” y “Poemas humanos”. Pero Vargas Llosa también tiene una predilección especial por la obra de Carlos Oquendo de Amat, un joven poeta vanguardista peruano muerto a los 31 años en España, en 1936. Tanto así que lo destacó en su discurso “La literatura es fuego”, que leyó cuando recibió el premio “Rómulo Gallegos” de 1967, su primer gran premio internacional. Tras ellos se puede mencionar, entre numerosos nombres, a los surrealistas César Moro y Emilio A d o l f o We s t p h a l e n , a M a r t í n Adán, Jorge Eduardo Eielson, Carlos Germán Belli, Blanca Varela y Antonio Cisneros. Y en prosa no pueden estar ausentes José María Arguedas, tan admirado por Vargas Llosa que le dedicó el libro “La utopía arcaica”, hasta sus amigos Julio Ramón Ribeyro, autor de “La palabra del mundo” y “Prosas apátridas”, y Alfredo Bryce Echenique, escritor de “Un mundo para Julius” y “La vida exagerada de Martín Romaña”. Pero pocos recuerdan que Vargas Llosa no ha sido el único autor peruano que alguna vez fue postulado al Nobel de Literatura, ya que décadas atrás se pidió este premio para Ciro Alegría, autor de “El mundo es ancho y ajeno”, y para Ventura García Calderón, autor de los “Cuentos andinos”.

Mario Vargas Llosa, de 74 años se declaró “optimista” respecto del futuro de sus dos pasiones, la literatura y la política en Latinoamérica, durante una rueda de prensa que ofreció en Nueva York, a poco de saber que era el nuevo Premio Nobel de las letras. Su optimismo responde a dos cuestiones: por un lado a que la literatura en América latina “es muy fuerte”, “tiene muy buenos trabajos en poesía y narración”, “está muy viva” y “pasa por un muy buen momento”, aseguró; y, por el otro, a que en el continente “colapsaron las tiranías” y está “bien enfocado”, con un “marcado camino hacia la libertad y la democracia”. Esta literatura, continuó Vargas Llosa en el Instituto Cervantes de Nueva York, “tiene muchas preocupaciones políticas” y, “como expresión de la vida, no podemos erradicarla de la política”, aseguró. El autor de “La fiesta del Chivo” señaló que “Latinoamérica necesita resolver problemas básicos como la libertad, las instituciones estables, la tolerancia, la coexistencia y la diversidad de ideas”. Y si bien agregó que “todavía tenemos detrás nuestro una atroz tradición de autoritarismo”, consideró que en este momento América latina “tiene más consenso sobre la democracia, el único camino posible a pesar de las amenazas que todavía hay por ahí”, remató. El autor de “Pantaleón y las visitadoras”, destacó por otro lado, la “representatividad” de las políticas del Instituto Cervantes respecto de “todas las riquísimas vertientes” del idioma español. El centro cervantino “es de todos los que hablamos español” y “una gran cosa para la promoción de nuestra lengua... sobre todo porque tiene la inteligencia de incorporar (en su enseñanza) todas las manifestaciones del español, que no sólo es el castizo”, remarcó. Asimismo, señaló al brasileño Euclides da Cunha como “uno de los mejores escritores de Latinoamérica”, que sirve para entender a un continente que sufrió problemas políticos “muy parecidos” en todos sus países. En su lista también se encuentra la brasileña Nélida Piñon, a quien definió como “una gran escritora y amiga” que lo “ayudó mucho” cuando él tuvo la audacia de escribir “La guerra del fin del mundo”. Por otra parte, tras asegurar que “no esperaba” la distinción que le otorgó la Academia Sueca, disparó a la prensa internacional que “los escritores no necesitan que les den un mensaje”. ma vocación de la literatura es una disciplina, un trabajo, un creo que uno escribe por transpiración, con terquedad”, Lo que “necesitan” saber, reflexionó, es que “la hermosísi- sueño” y aunque “muchos escriban por inspiración (..) yo afirmó.

Vargas Llosa, un premio que honra a la Academia sueca POR ENRIQUE ARENZ

A veces la Academia sueca ha sido injusta en sus decisiones. Lo fue cuando le negó el prestigioso premio por meras razones políticas a nuestro compatriota Jorge Luis Borges. No lo ha sido esta vez: Mario Vargas Llosa sin el menor lugar a dudas, el más grande escritor viviente de las letras españolas. No importa que sea de centro derecha o que tenga ideas liberales (lo cual me complace a mí y no a otros), no importa que no sea creyente o que incluso esté a favor del aborto (lo cual complace a otros y no a mí). Importa que es un gran artista, un colosal creador, como lo es Gabriel García Márquez y como lo fue Pablo Ne-

ruda (ambos en veredas ideológicas opuestas). Al fin y al cabo la política es una superficialidad en la que todos nos equivocamos. Esta vez el premio no fue a un desconocido (o a un “nuevo valor de las letras”, como solía ironizar Borges), esta vez fue a un talentoso y genial inventor de historias, un novelista que ha incorporado cosas valiosas a este universo para que la realidad sea un poco menos árida y decepcionante. La Academia sueca tiene una larga tradición de errores y omisiones en el otorgamiento de este importante y consagratorio galardón. Les dio el premio a desconocidos que ni antes ni después existieron en el mundo de la literatura, como la norteamericana Pearl Buck, en 1938, o el húnga-

ro Imre Kertesz, en 2002. En cambio incurrió en groseras omisiones al no premiar a escritores talentosos reconocidos mundialmente como lo fueron León Tolstoi, Marcel Proust, James Joyce, Franz Kafka, André Malraux y al ya nombrado Jorge Luis Borges. Siempre se dijo, y con razón, que el único perjudicado con esas exclusiones incomprensibles era el Premio Nobel mismo, debido a que la Academia sueca actuaba muchas veces con sentido de oportunidad política antes que evaluatorio de la obra y el talento del artista. El caso de Borges es el más conocido porque él mismo lo relató: tenía que viajar a Chile y se comentaba que Pinochet quería saludarlo. El secretario de la Academia

sueca lo llamó por teléfono para advertirle que si se entrevistaba con Pinochet diera por perdida su oportunidad de ganar el Premio Nobel. Naturalmente Borges no era hombre de dejarse intimidar por una amenaza tan burda y cumplió su compromiso con el hermano país donde no pudo evitar encontrarse con el dictador chileno que lo admiraba. Esto selló su suerte en el mundo Nobel, pero lo transformó en el gran ausente de ese Olimpo, supuestamente destinado a los grandes escritores del mundo. Lo criticable de la Academia sueca es que su oposición a las tiranías (absolutamente encomiable) se limitaba a los regímenes de derecha, porque no fue impedimento para premiar a García Márquez, que era ami-

go y asiduo huésped de Fidel Castro, o a Pablo Neruda y a José Saramago, que fueron confesos admiradores de la era estalinista cuyos crímenes jamás condenaron. Haberle concedido este año el Premio Nobel a un hombre de derecha, aunque indubitablemente comprometido con la libertad y los derechos humanos y decididamente enemigo de todas las dictaduras, sean de derecha o de izquierda, un escritor que debió recibir ese galardón veinte años atrás y que luego de tan injusta postergación fue finalmente reconocido (tal vez porque la Academia tuvo miedo de que ocurriera lo mismo que con Borges y Vargas Llosa se muriera en plena gloria literaria mundial sin haber recibido el pre-

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¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dos personajes de ficción?

Me gusta mucho uno de la película Infierno Rojo, entre el policía soviético Ivan Danko, interpretado por Arnold Schwarzenegger, y Art Ridzik, el policía de Chicago, interpretado por Belushi. Ivan Danko: Tengo el auto bajo control. Art Ridzik: Sí, entiendo que te enseñaron todo sobre autos y el precio de los seguros en tu famosa escuela rusa en Kiev. Iván Danko: En los países socialistas, los seguros no son necesarios. El Estado paga por todo.

Art Ridzik: ¿Sí? Bueno, dígame algo, a ver, capitán... Si lo que ustedes tienen ahí es un verdadero paraíso, ¿cómo es que tienen que lidiar con la misma lacra de heroína, crack y cocaína que nosotros? Ivan Danko: Los chinos encontraron la forma. Después de la revolución, agarraron a todos los dealers, a todos los adictos, los pusieron en un parque y les dispararon en la cabeza. Art Ridzik: Acá no funcionaría. Los políticos no nos dejarían hacerlo. Ivan Danko: Dispárenles a ellos primero. El subtitulado traducía, en letras amarillas, “si lo que ustedes tienen ahí es un verdadero paraíso”, pero Belushi en realidad dice “If you’ve got such a fucking paradise over there”. Y también era “fucking politicians”. Hay una diferencia. Como fuere, Schwarzenegger diciendo “Shoot them first” resultaba insuperable. Lo puse en mi novela Los amigos soviéticos.

mio); habérselo dado por fin, hay que reconocerlo, honra a la Academia sueca. Casi parecería que los académicos decidieron despojarse de sus prejuicios, olvidarse de sus preferencias políticas, y, tal vez tapándose la nariz... “darse” el premio a sí mismos, porque esta vez serán felicitados y no recibirán críticas del mundo de la cultura. Porque de una cosa podemos estar seguros: nadie va a cuestionar esta decisión, nadie va a salir a buscar corriendo por las librerías algún libro del nuevo Premio Nobel que nadie conoce y nadie leyó. Toda persona culta tiene en su biblioteca La ciudad y los perros, Con-

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versaciones en la catedral, La tía Julia y el escribidor, La señorita de Tacna, Elogio de la madrastra y Pantaleón y las visitadoras, como mínimo. Ahora esperemos que se acuerden de otro gran escritor hispanoamericano también injustamente postergado: el mexicano Carlos Fuentes, autor de más de veinte novelas que ocupan un lugar privilegiado en la gran literatura de habla española. Felicitaciones, Mario Vargas Llosa, felicitaciones, hermanos peruanos y... ¡Felicitaciones miembros de la Academia Sueca por haber despertado de su largo sueño de injusticias y politiquería!

“Es un gran artista, un colosal creador, como lo es Gabriel García Márquez y como lo fue Pablo Neruda”.

Guionista, director e incluso actor: su relación con el cine El escritor peruano Mario Vargas Llosa también mantiene una fructífera relación con el cine, disciplina en la que no sólo ha sido objeto de adaptación sino que también ha ejercido como guionista, director e incluso actor. El mundo del cine, que el propio literato ha calificado como una de sus pasiones, ha aprovechado el universo literario creado por Vargas Llosa y se aprovechó de la repercusión comercial que su sólo nombre ya otorga a un producto artístico. De 1973 data la primera adaptación cinematográfica de una obra del escritor peruano, en concreto la novela breve “Los cachorros”, que fue trasladada a la gran pantalla en una producción mexicana dirigida por Jorge Fons. Sin embargo, el momento de más cercanía de Vargas Llosa con el séptimo arte tuvo lugar en 1975, cuando a raíz del gran éxito de su obra “Pantaleón y las visitadoras” logró levantar un proyecto sobre un guión escrito por él mismo y que se atrevió incluso a dirigir, en colaboración con José María Gutiérrez Santos. A pesar de contar en los papeles protagonistas con actores de primera línea del cine español como José Sacristán o Rafaela Aparicio, y de estar rodada con medios, la cinta resultó ser un fracaso para la crítica y el público. El propio Vargas Llosa contó, durante un homenaje que el Festival de Cine de Lima le realizó en 2008, su experiencia como director: “Un disparate sobre el que algún día escribiré una historia, aunque nadie me creerá”, resumió. “Fue una experiencia de la que preferiría no acordarme, y el resultado fue una gran catástrofe”, agregó el escritor peruano, quien explicó que antes de aquella experiencia su única relación con la imagen había sido una vez que le pidió a un amigo fotógrafo que le diera su pase de prensa para presenciar una corrida de toros. “Debe ser el único caso en la historia del cine en que el director por la noche estudiaba un manual y durante el día ponía en práctica lo que había aprendido”, dijo en aquella ocasión el escritor, para luego señalar que desde entonces decidió mantenerse en el ámbito de la creación literaria. Tan escarmentado quedó Vargas Llosa con la experiencia, que tuvieron que pasar diez años para que aceptara que una obra suya fuera adaptada: la versión de “La ciudad y los perros”, que realizó el director peruano Francisco Lombardi.

(fotografía de autor)

Esas manos

POR CRISTINA LARICE

S

i voy por manos, digo todas, las de la humanidad, la tierra, los vientos, los pájaros, los cisnes, los árboles, las piedras. De las miradas con manos y de los pies que son manos, de las manos que ven, hablo. Y de las manos pies y pies manos que nos trasladan, nos migran, nos alejan o nos traen. De las manos y los pies que acarician, bailan, crean, hablo. La violencia es tema para otras fotos, queda pendiente. Cuando me preguntan el por qué de mi acercamiento a la fotografía, comento que siempre estuve en ella, es más me parece que mi búsqueda en la escritura contenía y contiene ese deseo de atrapar imágenes con mi particular mirada fotográfica de la vida y lo que me rodea. Así como está presente en todo texto el yoliterario o yo-poético, en este caso digo del yo-fotográfico como una mirada capturadora de lo que nos acontece.

La metaforafoto o foto como metáfora con lenguaje propio, entidad artística, tiene su espacio ganado. La foto como testimonio, la foto como elemento de lectura social, la foto creativa que nos lleva a sondear otros universos, a despertar nuevas miradas, a sensibilizar el ojo y el alma, a descubrir lo que muestra y también lo que oculta. Las nuevas tecnologías, la historia, las técnicas, los soportes, las búsquedas son desafíos que nos mueven... y de qué está hecha la vida sino de constantes desafíos y entusiasmo para transitarlos. Así que en eso ando, integrando la Peña Fotográfica Marplatense que coordina María Luisa Riva, haciendo un Taller de Fotografía Creativa con Ezequiel Pérez en el Galpón de las Artes, buscando mi imagen interior para capturar su reflejo en el espacio circundante o viceversa y sacando fotos todo el tiempo.

Las 8 preguntas para Juan Terranova

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Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a un personaje, ¿cuál sería y qué haría?

Entraría a Los Lanzallamas y le diría a Erdosain: “A la chirusa pegale el tiro pero vos no te mates, todo eso que ahora imaginás y fantaseás se va a hacer realidad. Un poco de paciencia, viejo”.


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C U LT U R A Grandes libros, pequeños lectores

“La escuela no fue siempre así”,

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Apareció nuevo número de “Generación Abierta”

de Pablo Pineau y Carla Baredes, (2008) , Buenos Aires, Ed. Iamiqué. Ilustraciones de Javier Basile. Colección “Lascosas no Tapa del ejemplar.

siempre fueron así”.

POR ANTONIO ALBANI

POR RAQUEL PICCIO

Integrante de la ONG Jitanjáfora Este libro nos invita a realizar un viaje en el tiempo: ¿cómo era la escuela hace muchos años atrás? Nos acomodamos en un viejo pupitre y nos preparamos para descubrir que la escuela no fue siempre así… El recorrido parte desde la educación no formal -en los primeros pueblos de la Humanidad-, hasta la organización de la escuela en la Época Contemporánea; desde la escuela para unos pocos, hasta la educación como Derecho Universal de todo niño; desde la enseñanza en fríos y húmedos cobertizos, hasta la construcción de edificios especiales para tal fin; desde maestros que no contaban con ninguna preparación específica, hasta la profesionalización de los educadores… Se trata de un largo viaje, aunque para nada aburrido. La lectura y la escritura, Pinocho como ejemplo del mal alumno, los pupitres, las evaluaciones, los castigos y ¡el salvador recreo! son algunos de los temas tratados por Pablo Pineau y Carla Baredes en La escuela no fue siempre así. Mediante un registro informal –pero preciso- que apela directamente al alumno de la escuela de hoy, este texto se propone dar cuenta de los orígenes, la evolución y las curiosidades de la historia de la escuela. Además del texto explicativo central, aparecen otros que proporcionan información de una manera llamativa. Una línea histórica -en el margen superior de la página- recorre todo el libro y nos permite ubicarnos en el tiempo. Dos apartados - “Sabías que…” e “¡Increíble!”aportan curiosidades. Se exponen –a su vez- documentos de época. Por ejemplo, una página de El Monitor de la educación común –fechado en 1896- donde se detallaban los problemas físicos que podía causar el uso del pupitre. Por otro lado, en las páginas finales, se invita al lector – alumno a participar activamente de El juego de la historia de la escuela. La editorial Iamiqué –libros científicamente divertidos- nos ofrece una nueva propuesta en la que las fechas, los datos y los documentos de época aparecen presentados de una manera muy original y entretenida. Se trata de un libro informativo…pero muy divertido. Al igual que otros libros de la colección -y de la editorial- este nuevo título nos demuestra que existe otra forma de transmitir hechos, situaciones y datos –en este caso, del pasado-. Este libro es para grandes, para chicos, para alumnos, para maestros, para padres y para todos los curiosos que quieran saber más acerca de ese lugar maravilloso por el que tuvimos la suerte –y muchos todavía la conservamos- de transitar: la escuela.

C

on la dirección de Luis Raúl Calvo, apareció el Número 58 de Generación Abierta, tras 22 años consecutivos. Una gran acción en beneficio de los creadores, ya que esta revista abarca el arte, las letras, la música, la dramaturgia y la crítica bibliográfica, es decir, todas las manifestaciones de la cultura. Entrevistas a Noé Jitrik, que se explaya en su testimonio sobre el Mayo Francés, Patricio Hernández conversa con Pipo Lernoud, so-

bre el rock, Susana Torres Molina en un reportaje atinado de Romina Calvo, la sección en homenaje a Lucho Sobrón, bibliográficas de Luis Ricardo Furlán y de Fernando Sánchez Zinny. A esto se suma un articulo de Louis Aragón sobre nuestro Antonio Berni (traducido por el gran poeta Héctor Miguel Ángeli), poemas de Antonio Aliberti (así denominó Calvo su café Monserrat, en homenaje al poeta nacido en Italia en 1938 y fal l e c i d o e n B u e n o s A i re s e n 2000), un ensayo de Julio Bepré sobre Arte y Existencia. En Edu-

cación se luce Alicia Neira en una entrevista a Norma Gil y en Artes Visuales Adriana Gaspar, dos columnas que redondean, por decirlo así, una revista única. El artículo de contratapa es imperdible: Fundación Oeste, firmado por Francisco José Díaz y Alejo García. Ana María Ruiz, desde Santa Cruz, colabora con el tema ¿De qué trata la alfabetización semiótica? Puede usted, querido amigo escritor, amiga poeta, visitar la revista en www.generacionabierta.com.ar. No se la pierda.

Random House Mondandori compró los derechos de la obra de Borges

E

l próximo 14 de junio se cumple el 25º aniversario de la muerte de Jorge Luis Borges y entonces saldrá, tanto en España como en Latinoamérica, la obra del autor de “El Aleph”, en todos los formatos, publicada por Random House Mondandori, que ha comprado los derechos de su obra en la feria de Franckfurt. Según fuentes allegadas a la operación, que se ha llevado con un escrupuloso sigilo por petición de todas las partes contratantes, que no quieren precisar detalles, Random House Mondadori publicará los 30 títulos de Borges, entre ficción, poesía y ensayo. Además se incluye una novedad, ya que se publicarán también los 17 títulos que el autor argentino escribió en colaboración con otros autores, como Bioy Casares, su gran amigo y del que no se separó desde que se conocieron en 1931. Hasta ahora, la obra completa del escritor argentino, que murió sin recibir el Premio Nobel de Literatura, estaba publicada en Emecé, y en Alianza, la edición de bolsillo.

El deporte, desde los pueblos autóctonos a la actualidad

LA LECTURA, ANTES Y AHORA La Asociación civil Jitanjáfora realizará distintas actividades durante octubre. El sábado que viene a partir de las 11 y hasta las 12.30 se realizará el taller “Victoria como lectora: qué se leía antes, qué se lee ahora”, destinado a niños de entre 10 y 14 años. Será en Villa Victoria (Matheu 1851). La actividad es libre y gratuita.

C

on la pluma y la investigación de tres periodistas que bucean más allá de los resultados fue publicada una obra literaria que conjuga el deporte con historia argentina a lo largo de doscientos años, desde los pueblos autóctonos, pasando por la época colonial al espectáculo globalizado de hoy. “Deporte Nacional” es un libro de 678 páginas

elaborado por Ariel Scher, Guillermo Blanco y Jorge Búsico y editado por Emecé. Se trata de un libro donde está Diego Maradona, Emanuel Ginóbili, Guillermo Vilas, y también Juan Manuel Fangio y los Gálvez. Es vertical por el paso de la historia, pero horizontal al ubicar en un mismo tiempo el precario club de barrio con el masivo y mercantilizado deporte espectáculo.

Las 8 preguntas para Juan Terranova

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¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuál o cuáles?

Me robé los cuentos completos de Faulkner de una Feria del Libro, edición Anagrama. Es un libro muy grande y fue difícil de robar. Leí el primer cuento y lo dejé.


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Una novela contra la ingenuidad POR EVANGELINA AGUILERA

“Riña de gallos”, Sebastián Chilano, Ediciones B

“E

l objeto de la crítica no es nunca la verdad. Ni siquiera la interpretación, la buena interpretación- tal cosa no existe. Toda crítica malinterpreta o -lo que es lo mismo- dispersa el significado. Debemos pensar la crítica únicamente como dispositivo diseminador, como maquinaria de proliferación del sentido, como aliada incondicional del estado incumplido de economías del significado. Como tal, su trabajo es generar roces, fricciones, el encuentro intempestivo de lo extraño con lo extraño que origina el hallazgo de lo contrainductivo”. José Luis Brea, “La crítica en la era del capitalismo cultural” Riña de gallos, podría resumirse como la historia de un hombre abandonado que enloquece de soledad y construye una falsa realidad a partir de sus recuerdos. El se llama Gabriel, es joven, lector, sale con una mujer que se llama Clara que es psicóloga y estudia, además, Letras. El es un obsesivo, renegado insufrible. Ella, una mujer más del montón, de pensamiento básico barni-

zado con ciertas ínfulas de superioridad que no le sientan bien. Podríamos decir también que está muy bien escrita. Pero con esto no diría nada. Empecemos de cero: La novela comienza con la escena de una pareja que entra a un café cuya puerta tiene una particularidad: no se abre de manera lógica. Dice el narrador: “Hay una trampa en lo que debe ser el simple mecanismo de abrirla” y, más adelante agrega “El arquitecto debe ser el único ser capaz de entrar al café sin equivocarse”. Este detalle del inicio no es menor; antes bien, creo, puede servirnos como clave de lectura ante una estructura narrativa que se resiste a ser transitada pasivamente.

Antología de poeta argentino fue editada en rumano

En primer lugar, como lectores nos vemos convocados a reconstruir el orden de una historia estallada. Esta ruptura de la linealidad no sólo tensa el relato entre un pasado y un presente sino que construye una ambigua zona temporal donde pasado y presente conviven. En este sentido, la configuración del personaje principal, Gabriel, es fundamental. Esto es, la voz narrativa de un personaje obsesivo, perturbado, maniático, convive con las voces de los otros personajes. Este juego polifónico, generado por ejemplo con la trascripción literal de un blog que escribe Clara, nos permite distanciarnos de la voz predominante de Gabriel pero, a la vez, nos produce su misma ansiedad ante la búsqueda de certezas que expliquen la aparente irracionalidad de los hechos. En este sentido, me interesa resaltar los roles protagónicos del entramado textual y de la hondura psicológica con la que son construidos los personajes por sobre la univocidad de sentido a la que podría conducir una innecesaria búsqueda de la “Verdad” en el transcurso de los hechos. La “Verdad” es una posibilidad que Chilano dinamita con variados procedimientos: la multiplicidad de puntos de vista que crean las voces de los personajes ante un mismo hecho o, mucho más osado aún,

■ Lecturas

mostrar las acciones que crea la imaginación del personaje perturbado. “Le puse diálogo a mi imaginación”, dice Gabriel antes de introducirnos en una conversación entre Clara, que es o era su novia y Simón, la nueva pareja de Clara. Es decir, se nos lleva a un plano totalmente artificial dentro del propio artificio que es de por sí la novela. Esta metaficción, filia a la novela de Chilano con las operatorias propias de la narrativa posmoderna. De hecho, la fuerte presencia de las perspectivas variables, la indeterminación y la disolución son rasgos fuertes que pueden detectarse aquí. Riña de gallos es una novela que logra difundir la sospecha ante la verdad; en ella, los signos no son simples y benévolos, sino un juego de fuerzas reactivas ofrecidas a la interpretación. Por ejemplo, partamos desde el título para notar la densidad semántica de la obra. La riña a la que alude supone, por un lado, los enfrentamientos reales entre gallos en la provincia de Entre Ríos y, por el otro, a las discordancias amorosas de Gabriel y Clara. Sin embargo, si sobrepasamos el plano de lo evidente, si nos alejamos del mero argumento digo, si sobrepasamos eso, podremos ver que el gran tema de la novela también es una pelea, entendida como oposición a la fe. Esto

es, arriesgaría decir que el gran tema de Riña de gallos es el cuestionamiento de la fe en un doble plano: en el religioso y en el institucional. Por un lado, Riña de gallos muestra cómo se activa un mecanismo de supersticiones que desembocan en acciones desafortunadas: peleas familiares, ritos, interpretaciones absurdas de la realidad. Aquí, la gran riña es la que la novela entabla contra la ingenuidad de la fe religiosa. Por otro lado, y como ya dijimos, Riña de gallos plantea desde su complejo entramado de los hechos la sospecha ante la Verdad como entidad discursiva. Nada es seguro, nada es estable, toda interpretación construye una realidad endeble. Así, la agilidad narrativa de Chilano se evidencia en una trabajosa meticulosidad con los detalles. Cada escena funciona como la pieza de un rompecabezas que está completo en la mente del autor, pero somos nosotros en función de lectores los que deberemos ordenarlas. Tarea que, de más está decir, implica el goce seguro de leer una novela bien escrita. Riña de gallos, novela realista y novela psicológica, que continúa lo mejor del realismo argentino de principio de siglo XX y del realismo de la generación del ‘55, no debería dejar de leerse.

Fuente: Cámara de Libreros del Sudeste de la provincia de Buenos Aires

Los libros más vendidos de la semana FICCION 1 .“COMER, REZAR, AMAR” 2 .“LA IMPERFECCIÓN DEL AMOR” 3 .“LAS NOVELAS DE AGATA”

Elizabeth Gilbert. Aguilar. Milena Agus. Edhasa. Antonio Dal Masetto. Sudamericana.

$69. $38. $79.

FICCION La editorial Gens Latina, de Rumania, publicó en ese idioma el libro “Nada por aquí, nada por allá”, del poeta argentino Luis Raúl Calvo. Se trata de una traducción que llevó adelante Flavia Cosma, escritora rumana y que se tituló “Nimic pentru aici, nimic pentru dincolo”. A su vez, la editorial argentina “Generación Abierta” realizó una versión en español de este antología poética, considerada clave ya que agrupa poesías de diferentes períodos del artista argentino que alcanzó renombre internacional. El libro en rumano acaba de presentarse en la Festival de Alba Lulia, uno de los eventos culturales más importantes de Rumania. Tan apasionado como rebelde, Calvo es un especialista a la hora de guiar al lector a través de los laberintos personales de su pensamiento, que muchas veces llega hasta “los bajos fondos del alma”. Poesía original y pesimista, suele arrojar luz en torno a los grandes temas de la existencia del hombre.

1. “NADIE ACABARÁ CON LOS LIBROS” 2.“SIETE FUEGOS. MI COCINA ARGENTINA” 3. “NO HAY SILENCIO QUE NO TERMINE”

Umberto Eco y Jean Claude Carrière. Lumen. Francis Mallmann. Vergara y Riba. Ingrid Betancourt. Aguilar.

$59. $139. $91.

Recomendados: 1.“QUE ASÍ SEA” Fernando del Rio. Ediciones B. 2. “NUEVAS HISTORIAS NEGRAS DEL FÚTBOL ARGENTINO” Alejandro Fabbri. Capital Intelectual. 3. “GRAIVER, EL BANQUERO DE LOS MONTONEROS” Juan Gasparini. Norma.

$54. $48. $65.

Recomendados: Extracto de la novela “Que Así Sea ”, de Fernando del Río “(...) Freso era gordo y blanco. Su piel era de una palidez extrema salvo en la oreja derecha, que no le pertenecía. La suya, la original, la del lóbulo pequeño y blanco, no esa cosa ajena, rojiza y colgante que rebotaba contra su cuello también blanco, vaya a saber qué rata la había comido. El cambio de su oreja había sido celebrado por toda la comunidad garra como un acto de vinculación y consustanciación con la causa de alto contenido creativo. Por eso era un Garro Triangular y por eso en las reuniones de iniciación no estaba con sus amigos. Balanceando la oreja larga, pasó por delante de Mati, Seache, Karen y Cristal y no vio a ElCala.

-¿Ya accedió al templo o le falló el temporizador? - dijo al pasar a coro con su grave risa. El rito estaba por comenzar. Mati y Seache estaban apoyados sobre una columna revocada con tal imperfección que se enganchaba a cualquier tela como si fuese un abrojo. Debajo de ellos, Cristal se masturbaba como de costumbre, amparada por la amplia pollera. Su rostro relajado no delataba la maniobra porque era el rostro que solía tener cada mañana, cada tarde y, sobre todo, cada noche. Karen sonreía orgullosa sentada sobre un cilindro de lata que alguna vez había preservado vaya a saberse qué químico. Sus nuevas tetas se suspendían inquietas dentro

de su campera, como conscientes de la ansiedad de su dueña, quien esperaba que en la próxima semana, después de que ElCala pasara a ser un Garro Triangular, fuera sometida a la Iniciación de las Laderas. Junto a ellos, porque también eran aspirantes a Garros Triangulares, se amontonaban los demás, algunos ya mutilados y expectantes. La fogata alimentada a madera húmeda arrojaba un humo blancuzco que dividía el gran espacio de la obra abandonada en dos. Los iniciados y con roles de autoridad dentro de la tribu garra estaban dispuestos, según su jerarquía, en formación triangular, cuyo vértice más cercano al fuego era Peo, el líder (...)”

Las 8 preguntas para Juan Terranova

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Un extraño hongo se esparce por su biblioteca y consume de manera irrefrenable los libros. Sólo dispone de unos segundos para actuar y salvar a tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo es arrojar a la voracidad del hongo a otros tres libros. ¿Cuáles serían los

sacrificados y cuáles los salvados? Dios mío, qué asqueroso. Salvaría, sin pensarlo, unos fascículos que hice encuadernar sobre la Segunda Guerra Mundial y también mi colección incompleta de la revista Unidos. Al hongo mutante le tiraría los diccionarios. Quedaron obsoletos desde que la RAE tiene presencia en la web.


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Dormir con Borges POR FERNANDO DEL RIO

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hora le duele el pecho, siente el derrame de la sangre. Recuerda que la noche anterior estaba en su casa y no recuerda mucho más. El fluido rojizo le brota en cada convulsión con más fuerza y no sabe si sus manos podrán contenerlo. No puede reconstruir en su mente más allá de cuando estaba dentro de la cama y el sueño lo vencía, el sueño se lo llevaba como ahora lo está haciendo la muerte. Trata de buscar en su memoria, pero no consigue mucho. No visualiza que después de taparse por última vez agarrará la almohada y la apretará contra su pecho. Que se dormirá en el tiempo que siempre le llevaba dormirse, tal vez cinco minutos, y que se encontrará de pronto caminando por la calle ornamentada de hojas de tilo que se acumulan junto al cordón. Tal es la confusión que no puede ahora saber que sus pasos se asomarán delante suyo como los dientes de una sierra sin fin e irán abriendo un tajo en el aire hasta detenerse frente al umbral de la casa de Mercedes y que allí mirará con sorpresa la ventana, esa ventana por la que tantas veces vio aparecer el rostro con los ojos más lindos del mundo. La sangre no es fría, no es caliente. Es mentira que la sangre sale caliente, piensa mientras presiona su mano contra el pecho y trata de no meter los dedos en esa grieta desde la cual pide paso la humedad más temida. Sabe que la herida existe, pero no quiere nada que la certifique más que su propio miedo. Insiste en probar su memoria, pero no hay nada después de aquel pensamiento acerca del día de mañana, que ya es hoy, y su obligación de entregar a tiempo el original de la obra a los distintos actores. No puede, aunque debería, recordar que luego de acostarse, de taparse, de poner su almohada en su pecho, de dormirse y de llegar a pie hasta la casa de Mercedes no será tolerante. No esperará de madrugada, escondido entre los árboles por fuerza del pudor, con el frío pinchándole los tobillos y su exhalación condensada en vapor rebotando contra su solapa, a que la luz de la ventana se encienda. No, esta vez no esperará porque la luz ya estará encendida. Entonces, y aunque ahora no puede saberlo, atravesará la puerta doble cancel, y sentirá el esfuerzo de sus cuádriceps ante cada escalón y la mano tibia perdiendo temperatura en la fría baranda de bronce. Cómo podría saber en este momento que el primer piso de la vieja casona estará oscuro, todo oscuro, y que para guiarse usará su memoria, la misma que ahora le impide hallar la causa de su herida. Los objetos más claros y voluminosos, como el macetón de cuatro patas ubicado en medio de las dos habitaciones, le ofrecerán una mínima orientación -algo que es imposible de saberlo por él- y al rescate de su rumbo llegarán los primeros sonidos desde el segundo piso. Ahora en cambio todo es silencio. La cabeza está apoyada en el respaldo de madera de la cama y le cuesta respirar sin toser. Cada vez que inhala le sobreviene un cosquilleo en la garganta y antes de proveerse del aire que necesita la acción es interrumpida por la tos. Nada le duele, algo que puede tener dos significados: uno es que realmente nada le duela, y el otro, el más probable, es que todo le duela tanto que, por falta de contrastes, por falta de un solo

centímetro de su cuerpo sin dolor, no sienta nada. Y eso le da coraje para intentar una vez más hallar el camino hacia el pasado. No es tan difícil, piensa. Siempre pasa igual, parece que no nos acordamos de algo pero si insistimos y hacemos relaciones, terminamos recordándolo, puede estar pensando. Tal vez lo piensa. O simplemente, insiste ahora en forzar la memoria por una cuestión de dignidad. Porque la muerte más humillante es la que llega sin darle posibilidad al moribundo de usar su lucidez para reconocer a quien se la ocasionó. Pero es en vano. No hay imágenes que se formen en su mente. Es el dolor y también la necesidad de recordar lo que lo lleva a cerrar fuerte los ojos. Lo único que consigue es ver miles de estrellas y líneas fulgurantes, unidas entre sí como si se tratara de sus propias neuronas. Pero no son sus neuronas, ya que algunas de ellas bien podría alertarlo, bien podría avisar que él subirá hasta el segundo piso acompañado por el ruido indeciso del reloj de pared. Llegará al segundo piso de la casona y el inconmensurable negro se romperá en dos partes, una pequeña abajo y una inmensa arriba. Una línea amarillenta ocupará el espacio entre la puerta del cuarto de Mercedes y el parquet, la línea de la traición, del engaño, del ocultamiento. El mismo amarillo que tonalizaba en otras noches la ventana y que era la señal de la lealtad, de la complicidad, del amor. Tiene que acordarse que caminará con sigilo hasta la puerta y mirará por la cerradura, aunque no verá nada, entonces pegará el costado de su cara a la fría madera en busca de más sonidos. Pero no recuerda nada, sigue tratando de descubrir qué fue lo que pasó y no logra hacerlo. No puede siquiera conjeturar y entonces se da cuenta de que, a pesar de sus temores, tiene que reconocer la herida. Tiene que palparla, mirarla... Tal vez de esa manera pueda entender qué objeto la provocó. Una bala, un cuchillo, un palo. Eso, puede ser que encuentre una astilla, piensa. ¿O será una quemadura? Con esfuerzo mueve sus piernas y se empuja hacia atrás, buscando que su espalda quede apoyada en el respaldo de la cama. No se ayuda con sus manos, que siguen presionando la herida. Un poco más, un poco más, piensa y se coloca en la posición deseada.

El autor de esta ilustración es Guillermo Pinuer, alumno de la carrera de Ilustración de la Escuela de Artes Visuales “Martín Malharro” de Mar del Plata.

Ya está preparado. Que sea lo que Dios quiera, ruega. Mete un dedo en la herida y no recuerda. Insiste con otro dedo, y otro, y otro, hasta meter el puño completo. El dolor lo adormece, siente que se le van la fuerza, pero no quiere dormirse porque sabe que el sueño será la muerte y que no volverá a ver a Mercedes. ¿Mercedes? ¿Mi Mercedes? Y con su mano escrutadora, abierta en su máxima extensión dentro de su pecho, recuerda que abrirá la puerta de la habitación de Mercedes y allí la contemplará horrorizado. Mercedes estará dormida, con un libro de Borges sostenido levemente por su mano izquierda y la luz del velador, en un pestañar eterno pidiendo a gritos que la apaguen.

Las huellas de mis pies POR GUSTAVO FOGEL

fogelgustavo@hotmail.com

C

uando era chico, pasaba los veranos en la playa, rodeado de pies con arena y con el cuerpo engrasado de una mixtura que atraía a moscas y papeles por igual. Mis padres atendían un puesto de gaseosas en Punta Iglesia y mis amigos eran los vendedores de barquillos y las señoras que leían “TV Guía”. Hoy, cuarenta años después, casi no piso la arena (nunca en verano al menos) y en las fotos camino por las playas sólo cuando hace frío y están vacías. Parece un acto triste, lo sé, pero me gusta pensar que soy un hombre triste, eso me

alivia del esfuerzo que supone sonreír sin motivo. Atrás quedan las calles, los autos y las personas que igual va a seguir estando y procuro poner un poco de atención en esa piedra que brilla cuando le da el sol, (en realidad es un pedazo de vidrio), en buscar objetos en la resaca que trae el mar hasta la orilla, juntar caracoles con forma de corazón o sentarme en la escollera y ver cómo las olas corren tomadas de las manos, condenadas a un eterno regresar de siglos y mareas, para luego dejarnos un mensaje de espuma y soledad bordado en la arena. Poético, romántico, o definitivamente cursi, no lo sé; la realidad es tan difícil de atrapar y Mar del Plata tiene tantas ciuda-

des dentro que en definitiva ninguna es la real, y al mismo tiempo todas lo son. Existe una que extiende su sombra sobre la playa Bristol, cuando cae la tarde y la gente vuelve a sus casas enmarañada de bolsos y sombrillas, y también otra Mar del Plata que se eleva más allá de la avenida Mario Bravo, lejos de la peatonal y del casino, y por donde bajan hombres y mujeres con carros a recoger cartones y botellas, personas que viven, otras que subsisten, colectivos que van de día llenos de turistas y regresan de noche con mozos y mucamas cabeceando un sueño apresurado. Calles iluminadas por el reflejo de un televisor encendido en el segundo piso, esquinas con oficio y pre-

cio a convenir, departamentos con luces que nunca se apagan y casas sin luz y con goteras. A lo lejos, pasando Luro y la 212, más allá del hipódromo y de la tradicional Laguna de los Padres, el sol oculta su tonta cara de moneda, abandonando el día a un sordo vuelo de gaviotas. Dicen que mirar el mar cura el alma; yo, que no sé si el alma existe, cuando miro el mar siento que estoy parado en el borde del mundo, que la línea del horizonte es pura magia, que todo lo que veo es enorme y literariamente bello, y que detrás mío, en la solitaria y fría arena de la playa, las huellas de mis pies se apresuran a darme alcance, temerosas por que las abandone.

Las 8 preguntas para Juan Terranova

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Se le concede la extraordinaria excepción de hacerle una única pregunta a uno de sus tantos escritores predilectos. ¿Qué le preguntaría?

-Le preguntaría a Georg Lukács si valió la pena entregarse de esa forma tan trágica a la conciencia.


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