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■ MAR DEL PLATA ■ DOMINGO 11 DE JULIO DE 2010

IDA Y VUELTA: cultura@lacapitalmdq.com.ar

TRAS CATORCE NÚMEROS, LA PUBLICACION TERMINA SU CICLO

“La Pecera”, la revista literaria que pegó el salto Se gestó en Mar del Plata, se leyó en varios sitios del mundo. Después de diez años, Osvaldo Picardo -director de La “Pecera”- anticipa que la revista dejará de salir. Y cuenta qué otros proyectos ligados a lo cultural vendrán tras su último número. El mundo ciber, los nuevos lectores, y los pseudo debates culturales que se producen en Argentina.

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n tan solo una década cambiaron los hábitos de lectura, afirma Osvaldo Picardo, director de la prestigiosa revista cultural “La Pecera”, que se gestó en Mar del Plata en 2000 y alcanzó a lectores radicados en varias ciudades del mundo. Acaso como testigo de las transformaciones de las que habla, la publicación está terminando su ciclo de revista convencional para transformarse en otra cosa. “Estamos estudiando la modalidad”, sigue su director, sobre el período que se viene ahora en la revista y en sus mentores, los otrora históricos fundadores: Héctor Freire, Abel Robino y Mercedes Roffé, todos amigos de este escritor que estudió Letras en La Plata y que ya tiene varios libros publicados. Desde diferentes puntos del mundo, este grupo impulsó con sus textos el desarrollo del emprendimiento editorial. Picardo le cuenta a LA CAPITAL que este año podría aparecer una última revista que contendría una selección de los mejores artículos aparecidos en estos nueve años, en los que se editaron catorce números. Una suerte de antología. Aunque también habla de un proyecto más ambicioso: editar una misma revista cultural (que abandonaría el formato de libro y adoptaría el tabloide) en varios países de América latina y Europa. “Estamos en un período de cierre con La Pecera -anticipa-. Es que los públicos cambian y

también cambian las inquietudes, la vida cambia, y así como tratamos de dar el salto de lo regional de Mar del Plata y saltamos de la poesía a otras disciplinas, también hay que cruzar la cuestión de mi revista, de tu revista, para ir a las fronteras de Latinoamérica. Es compartir un espacio en común con otras revistas latinoamericanas y con otras europeas que conocemos y que leemos”. Por el momento, desliza, ya están los vínculos con editores de revistas literarias de Colombia, España, Francia, Perú, Chile, Brasil y Uruguay. Entre todos, discuten hoy cómo llevar a la práctica esta idea y, sobre todo, cómo financiarla para burlar el destino de la mayoría de las propuestas culturales: su corta duración.

Una vida más larga Aunque Picardo, que también es investigador, se desempeña como docente del Colegio Illia y está al frente de la editorial de la Universidad local, sabe que la historia de “La Pecera” fue en contra de esta tendencia de vida efímera. “La Pecera empezó a gestarse en 2000 y en 2001 apareció el primer número. Ricardo Martín nos dio todas las condiciones para hacerla. Martín es un entusiasta que hace posible que otras vocaciones artísticas se desarrollen, es un gran promotor. El financió el primer número y la primera tirada, era un número que no

Osvaldo Picardo es escritor y docente de Letras. Junto a un grupo de amigos gestó “La Pecera”.

tenía muy bien definida la forma, lo sacamos para ver más cómo salía, no sabíamos si

íbamos a tener la continuidad de un número más, pero nunca pensábamos que íbamos a

llegar al 2010”, dice. Ya desde las primeras ediciones, la revista desafió el adjetivo “marplatense” y buscó salir al mundo como un producto de calidad hecho en estas costas. “Esa cosa de la cultura marplatense, eso de poeta marplatense o escritor marplatense me parece que es un invento, hay cultura, no hay cultura con un adjetivo al lado, esas cosas son siempre molestas. En ese sentido, la revista nació con el propósito de exceder los límites de la ciudad”, evoca. Y entiende que el principal mérito fue el haber acercado al lector -antes de que lo hicieran otros- los mundos literarios de escritores muy buenos pero desconocidos, como Arnaldo Calveyra o Antonio Gamoneda, además de haber publicado traducciones. “Eso es lo que hizo que la revista tenga algún sentido, porque agregó algo al mundo cultural, hay muchas revistas que lo que hacen es cortar y pegar de un libro o de la web, o publican cosas que ya están publicadas o publican ensayos de gente de gran prestigio que ya lo publicaron en otro lado. Otra cosa es una revista como ésta que producía sus contenidos: los cuentos eran inéditos, la poesía era inédita, las traducciones también”. -¿Apostó a los debates culturales, tal como hicieron las revistas literarias más importantes de la Argentina? (Continúa en página 4)

Las 8 preguntas para Ricardo H. Herrera (*)

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¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer? Acepto estoicamente los errores literarios. Lo que en cambio suele ponerme de mal humor son las malas ediciones. Para ser preciso: los libros de

lomo rígido, que obligan a sostenerlos con las dos manos para lograr que se mantengan abiertos. Es algo frecuente. Me gustan los libros de lomos dóciles, los libros que aceptan ser manejados con una sola mano. Ayer, leyendo el Chopin de Bernard Gavoty, maldije varias veces a la editorial responsable de la publicación por esta molestia.

(*) Ricardo Herrera nació en Buenos Aires en 1949. “Copia, imitación y manera” es el tercer libro del autor dedicado a la traducción poética publicado por Grupo editor Latinoamericano; son los otros “El infinito y otros cantos” de Giacomo Leopardi y “Stabat nuda Aestas; obras que por la calidad de sus versiones han merecido sendos reconocimientos internacionales. Premio Biageiaretti Ciudad de Matélica y el Premio a la Traducción otorgado por el Gobierno de Italia. Ha escrito: “Estudios de la soledad (algunos de cuyos poemas recibieron el Segundo premio “La Nación” 1988); el libro de prosas autobiográficas titulado “De un día a otro”; y dos colúmenes de crítica literaria: “La hora epigonal” y “Espera de la poesía”, premio Academia Argentina de Letras 1997. Herrera es también autor del libro “La ilusión de las formas”, Tercer Premio Nacional de Ensayo y Crítica Literaria 1986-1988.


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DIARIO DE LECTOR

Primeras medidas

Seda

POR SEBASTIÁN CHILANO (sebastianchilano.blogspot.com)

N

o le había prestado demasiada atención al asunto hasta que, casualmente, vi otra vez el anuncio en el televisor del café “Mun-

dial”. –Este tipo está loco –me dijo Celso. Se sabe, o se cree, que los mozos son expertos en varios temas de interés general. El fútbol, las mujeres y la economía. Los mozos antiguos, quiero decir, no los recién formados o las camareras de piernas largas que reemplazan día a día con su belleza un buen comentario ácido y machista. Los mozos con antigüedad pueden explicar perfectamente la situación económica del país de acuerdo a su clientela. Lo saben por lo que toman sus comensales, por lo que comen, lo que comparten, la propina que les dejan, los cambios de ayudantes de cocina, las excusas de los dueños para no dar un aumento, los pedidos para llevarse las sobras de las comidas, la necesidad de espantar a los chicos que piden monedas a cambio de estampitas entre las mesas. Los taxistas también sabemos de esas cosas, y de muchas otras más. Celso me dejó el café con leche con tres medialunas en la mesa y se quedó mirando la pantalla del televisor parado junto a mí. “No es momento de arriesgar” dice el titular que atraviesa la parte inferior de la pantalla. En el resto del televisor se ve medio cuerpo del ministro de economía moviendo los labios en una conferencia de prensa desde el salón de los Pasos Perdidos. Por supuesto el volumen está bajo y hay que esperar a que cambien el cartel. “Las inversiones sí o sí tienen que ser seguras”. –Ahora nos va a declarar en default -me dijo Celso y se fue a atender otra mesa. –Subí el volumen –pedí. –Me aturde –gritó Celso desde la otra mesa. Me conformé con leer lo escrito en la pantalla. Ya tendría tiempo de escuchar después –una y otra vez– la información en la radio. El televisor cambió de color. Se puso rojo, y sobre el rojo aparecieron unas conocidas letras blancas: “Último momento” y después “Primicia” y después “El ministro anuncia el cese de las importaciones” y después “Todo se producirá en el país” y de nuevo “Último momento”. Dejé de mirar, la serie se repetiría hasta el hartazgo. Celso se paró a mi lado. –¿Qué te dije? No le discutí que él había dicho otra cosa. No valía la pena. Entraríamos en un debate largo y estéril del que no tenía ganas de participar. Pagué mi desayuno y salí. Caminé hasta mi taxi y arranqué hacia la parada. No levanté a nadie en el camino. Paré tercero, atrás de Sequeiro y Marino. Tomamos mate. Sequeiro y Marino hablaban de lo mismo que había visto en el café. El fútbol no parecía tan importante, y eso que el mundial se nos venía encima. Pero Marino contaba del crédito que había sacado. Un crédito para cambiar el auto. Porque tenía fe –estuve a punto de marcarle la paradoja– en el nuevo ministro. Y Sequeiro peor. Le tenía una fe ciega. Sequeiro había ido al banco para sacar un crédito hipotecario. Con el 11% de interés anual. Ahora necesitaba conseguir una garantía. No dije nada. No me ofrecí y por suerte le salió un viaje. Empujamos nuestros autos para no gastar nafta y después nos sentamos en el mío. Puse la radio. El presidente estaba dando una conferencia de prensa urgente, desmintiendo el cese de las importaciones anunciado “apresuradamente” por el ministro de economía. Miré a Marino, pensé en su crédito, pero ninguno de los dos dijo nada. (Continuará la semana que viene)

a novela es pequeña. El lector que escribe un diario la tiene en su mano y apenas pesa. Cuando la abre comprueba además que la letra es grande y hay buenos y generosos espacios en blanco. Una lectura leve, supone instigado por el título. La novela se llama Seda y es suave, como una música.

ner el filtro de la traducción y emerger, sólo sonido, de la voz de la intérprete. La historia trata sobre un francés productor de seda del siglo XIX. Y trata sobre viajes marcopólicos al Japón. Y trata de tres mujeres: una tiene una bella voz; la otra nunca pronuncia palabra; la tercera las interpreta a las otras dos. Tres mujeres profundamente sensuales en contradictorias dimensiones. Y un hombre que atraviesa el mundo por ellas.

Y como buen relato de viajes es una historia de lugares: la aldea, Nimes, Japón, Eberfeld. En realidad, no son lugares en el sentido turístico del término: son puntos de la narración, claves de la lectura y el lector que escribe un diario se detiene en cada uno de ellos porque, básicamente, son música. Suenan de alguna manera. Resuenan, suele decirse. Repercuten. ¿Retumban? Sí, también retumban. La historia es una historia de

Desde la contratapa el autor –que es italiano y se llama Alessandro Baricco- reclama: “No es una novela, es una historia”. Y cuando el lector se desliza por las páginas descubre que es una historia puntuada. Una historia en la que lo mejor está puesto en los signos de puntuación: entonces ya no se trata sólo de lo que se cuenta, sino de cómo se cuenta. O canta, como se cantaba antes de que se inventaran las letras y los instrumentos para trazarlas. Cuando no había punzones, ni tizas, ni plumas que rayaran –hirieran- el papel o la arcilla o el papiro o la piedra o la corteza. Cuando los trazos eran sólo eso: trazos, dibujos, perdurable bidemensionalidad de lo similar. En esos tiempos en que la palabra era puro sonido, esencialmente música. Y la historia –que no novela- reclama volver sobre ese menester, porque los trazos, dice, son “cenizas de una voz quemada”. Pero, paradojalmente, el hilo de la historia se juega en los trazos que alguien realiza sobre un papel de arroz. Pero son trazos en una lengua desconocida, una lengua que, entonces, debe traspo-

También trata de la seda: la de antes, la natural, la que se hacía con larvas y morera. Como la poesía que se hacía sólo con la voz y el puro ordenar de las palabras, las sílabas, los silencios que ponen en su lugar el sonido y que en el blanco de la página son marcas minúsculas, apenas perceptibles. Como la buena seda natural: el límite justo antes de la nada. También trata de los límites: de los límites del mundo. - ¿Cómo es el fin del mundo?, le preguntó Baldabiou. - Invisible. La historia, como buen relato de viajes, es una historia de límites: los geográficos, los de la vida de los gusanos de seda, los del dinero, pero también los de la conducta o los de la pasión. Hasta dónde se puede llegar es la pregunta que aparece –sin aparecer, tenuemente, como la seda- en el derrotero de Hervé Joncour, el protagonista, o en el castigo del poderoso Hara Kei, o en las aproximaciones de la mujer callada, o en el prostíbulo de Mme. Blanche, o en las alternativas comerciales de los productores de Lavilledieu. O en el amor de Hélène.

lugares, porque es un viaje hacia el lugar propio.

POR GABRIELA URRUTIBEHETY

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En Lavilledieu la gente volvió a admirarle (a Hervé Joncour) porque en él les parecía advertir un modo exacto de estar en el mundo. Hervé Joncour… tenía consigo la indestructible calma de los hombres que se sienten en su lugar. Y ahora, al final del camino, los trazos son sólo trazos en el agua: no escritura, rigurosamente establecida para la perdurabilidad, sino dibujos en la superficie de un lago. De vez en cuando, en los días de viento, Hervé Joncour bajaba hasta el lago y pasaba horas mirándolo, puesto que, dibujado en el agua, le parecía ver el inexplicable espectáculo, leve, que había sido su vida. Seda. Dibujos en el agua. Silencios. Puntos y aparte. Una historia tan parecida a la ternura que alguien sugirió que era leve como el agua y la harina.

Las 8 preguntas para Ricardo H. Herrera

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¿Qué situación de su vida cotidiana encontró reflejada con sorpresiva exactitud en un libro, una película, una can-

ción o cualquier otra obra de arte? También esto es algo frecuente. En el libro de Gavoty que acabo de mencionar, en el perfil que el au-

tor traza de George Sand (una mujer que siempre tenía razón) encontré reflejada con sorpresiva exactitud muchos aspectos de mi ex vida cotidiana.


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PROYECTO EDITORIAL VINCULADO AL CENTRO CULTURAL EL SEPTIMO FUEGO

“Julius”, del escenario al libro editado La obra de teatro ya tiene su libro, que es una prueba piloto del flamante sello editorial “La Fábrica de Bienes Inmateriales”. Por qué el autor decidió quitar su nombre de la tapa y cuáles son los proyectos que vienen.

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rimero fue una idea que anduvo picando en su cabeza durante algunos años. Después, Marcos Moyano la convirtió en una obra de teatro que estrenó el año pasado. Y ahora, en virtud de un proyecto editorial que involucra al centro cultural marplatense El Séptimo Fuego, el texto de aquella pieza se transformó en un flamante libro, que lleva el mismo nombre que la dramaturgia: “Julius, el condenado al silencio y al olvido”. “La idea no era nunca editar un libro sino escribir un texto para poder hacer la obra, con eso solo la felicidad era inconmensurable”, se sincera Marcos, quien se define como un teatrista del laborioso teatro independiente argentino. El artista se detuvo en la vida de Julius Fucik, un periodista checoslovaco asesinado por los nazis, para hablar de cosas de las que poco se hablan. La moral, por ejemplo, y la crisis que viven los partidos políticos en la actualidad. “A Fucik lo conocí por el libro ‘Reportaje al pie del patíbulo’ (escrito por el mismo Fucik). Fue un libro que perteneció a mi papá. Cuando él murió me quedé con algunos libros de su biblioteca y lo heredé. También heredé el hecho de hacer teatro y algunas deudas”, bromea este artista hijo de artistas que tiene 30 años, que está en pareja con una actriz y es uno de los actores de la pieza. “Me fascinó su modo de ver el mundo -sigue, mate de por medio-. Lo escribió estando preso por los nazis. Y lo escribió en unas servilletitas que se las daba un contacto todas la noches y que luego ese contacto sacaba de la cárcel. Después de terminada la guerra y después de que lo mataron, su mujer, que lo sobrevivió, hizo una investigación y encontró las hojitas. Finalmente fue ella la que editó el libro”. “A Julius lo mataron el 8 de septiembre de 1943, y a partir de que se reconoce su importancia se pide a los países del mundo que ese día se convierta en el Día Internacional del Periodista. La gran mayoría de los países adhiere, incluso la Argentina. Y qué increíble que nosotros no lo sepamos. Por eso, más allá del hecho histórico explica, mientras practica el tic de acomodar un mechón de pelo rebelde detrás de la oreja- tratamos de rescatar su figura de la persona real. Este tipo existió de verdad y la moral que tenía es algo que nosotros no vemos hoy y no estamos dispuestos a tener. Era capaz de todo por no vender sus ideales, era capaz de dar la vida por lo que

Moyano heredó de su padre un libro escrito por Julius Fucik. Esa vida trágica le pareció digna de ser actuada.

creía. Hoy es difícil encontrar algo así, en este mundo donde todo se vende y todo se compra”. En verdad, “Julius” es la prueba piloto de una experiencia que pretende ser más amplia. La llamaron “La Fábrica de Bienes Inmateriales”, un sello editorial que busca canalizar la producción teatral que se gesta en este centro cultural de la ciudad. Además, ya tiene en miras la publicación de una revista cultural de distribución gratuita, cuyo primer número estará dedicado al teatro. Marcos asegura que el sello no persigue una finalidad económica, más bien busca crear un fondo para poder seguir solventando proyectos editoriales. “De Julius editamos unos quinientos ejemplares y ya quedan poquitos. Es que este libro se presentó en la Fe-

ria del Libro e hicimos una función de la obra en el hotel Bauen (en Buenos Aires) y se vendió bien”, cuenta. Ahora, lo próximo es editar las obras de teatro colectivas que escriben los alumnos que asisten al Instituto de Arte Teatral, del que Moyano es también docente.

Primero, el grupo -Es raro no encontrar tu nombre en la tapa del libro “Julius”, siendo que sos el autor. ¿A qué se debió esta decisión? -Está chiquito, adentro. Me parece que está bien que no figure mi nombre, sino que figure el de El Séptimo Fuego. Ayer hablaba en una clase de lo que era la Grecia clásica y de lo que significaba para los atenienses vivir en la Grecia

clásica. Y daba el ejemplo de Sócrates, a quien le dieron la opción de irse al exilio o morir y él prefirió morir, y le explicaba a los alumnos qué significaba eso. Para un ateniense de la Grecia clásica era imposible reconocerse fuera de la ciudad, la ciudad era la que le había dado las oportunidades de ser esa persona que era. En ningún otro lugar Sócrates hubiera podido ser quien fue. Irse de Atenas significaba no ser él. A mí me pasa algo parecido con El Séptimo. El Séptimo fue el que me ha dado las posibilidades de crecer, de formarme, de darme los espacios para que me forme en otro lugar también. Por eso es que lo que soy es gracias a El Séptimo Fuego. -¿Definís al texto de “Julius” como una obra política? -Todo hecho teatral es político,

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¿De qué lugar, personaje común o circunstancia en general que ofrece Mar del Plata se apropiaría para incorporarlo como pasaje central de alguna de sus

obras? Sólo el mar ha logrado hacerse un lugar central en mi poesía. Pero se trata de una limitación de mi poesía, no de Mar del Plata.

incluso el teatro que quiere alejarse de la política es muy político, aquel que es puro entretenimiento es un hecho político terrible, el hecho de querer distraer a la gente, de no hacernos pensar, eso es político. De hecho, me sorprende es que el teatro aparezca en Grecia en conjunto con la democracia, son dos invenciones que aparecen en el mismo momento y que están íntimamente relacionadas. Lo que hacía el teatro era responder a esa actividad política que estaba sucediendo en Atenas. -¿Cómo te llevás con la escritura dramática? -Me cuesta mucho la escritura, por supuesto que me gusta, me gusta todo del teatro, a veces cuando me preguntan si soy actor... no me gusta caratularme o ponerme en el rol de... estoy en contra de eso. Si Miguel Angel Cheruti es un actor, yo hago algo completamente diferente, entonces no tendría que llamarme del mismo modo. Las palabras a veces se utilizan para lo mismo cuando para mi significan algo completamente diferente. Cuando pienso qué soy, me gusta relacionarme con la idea de teatrista, que tiene más que ver con el teatro independiente, pienso en esos actores del teatro independiente que se suben a poner las luces y a los que no se les cae ningún anillo por tener que barrer el escenario y que a la vez construyen la escenografía y dirigen y también escriben sus propios textos. La escritura me cuesta, pero siempre me gustó, de hecho este espectáculo lo empecé a escribir en el 2005 y lo estrenamos en 2009. No es que me siento y me salen tres obras, me cuesta mucho. Ahora mismo estoy trabajando en otra obra, pero no me animaría a decirlo, estoy tratando de escribir otra idea que anda por ahí desde hace varios años. -¿Quiénes te ayudaron a darle forma teatral a “Julius”? -Tuve la suerte de compartir el texto con personas que eran importantes para mí. Uno de los primeros borradores lo leyó Marcelo Romer, que fue integrante de El Séptimo... y que falleció hace dos años. El me dio ideas para que siguiera trabajando. Y después Renzo Casali (dramaturgo y figura cercana a los actores de este centro cultural) en el 2007 me trajo un texto que escribió sobre Julius. Me dijo que hiciera lo que quisiera con ese texto, que se llamó “Memorias de un viejo cerdo”. Además, la obra tiene cosas de “Memorias del totalitarismo”, de Hannah Arendt. Y está basado en “Reportaje al pie del patíbulo”.


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“La Pecera”, la revista... (Continuación de página 1) -Ojalá... hubo un debate en el número 4, que fue sobre la nueva poesía argentina y que se dio a partir de algo que apareció en otra revista. Se debatía sobre las nuevas formas de realismo plano, que se estaban dando en la generación del ‘90. Ese debate no tuvo prosecución más allá del mail, lo que pasa es que los debates en la Argentina son todos debates con sordina, debates apagados, me refiero a los debates culturales. Por lo general tienen muy poca chispa, son una especie de fogoneo y se acabó, no hay un incendio, un incendio voraz que vaya a cambiar el aspecto del bosque. Es esto de no hacer muchas olas y de no enojar a mucha gente. -¿Dónde reside el prestigio de La Pecera? -El prestigio no se funda sólo por los colaboradores o por la gente que escribe sino, que a veces son grandes desconocidos que escriben cosas que son importantes para leer. El prestigio no lo dan los que escriben porque tienen un gran nombre, sino los lectores que compran una revista y que hacen que se financie esa revista, porque el primer número de La Pecera lo financió Ricardo Martin, pero después empezó a autofinanciarse, no digo que podamos saldar la deuda con Ricardo, porque con él hay una deuda moral y esas son impagables. La revista se vendió afuera del país, en España, en la comunidad de hispanohablantes de Francia y con esa plata,

José Saramago.

gracias a las diferencias monetarias, pudimos en gran medida financiar algunos números más. Pero más que una financiación lo

más importante de todo era que nos estaban leyendo. “¡Epa!”, dijimos, acá hay gente que nos está leyendo. En Buenos Aires era más difícil de controlar, las revistas se dejaban en las librerías pero como no teníamos un distribuidor realmente oficial para controlar no nos pagaban, pero las revistas no aparecían, ni siquiera en las mesas de ofertas. Eso significaba que los libreros no se las sacaban de encima. En la web, diferente Mientras se define la nueva cara de La Pecera -y sí se llamará así-, los lectores tienen la chance de internet. La pueden encontrar en un sitio web, en un blog y hasta en facebook. “La revista tuvo que optar por otras formas que acompañaran las salidas gráficas, aparte la aparición de la revista se fue espaciando: primero salía como mínimo dos números por año, después empezó a espaciarase y últimamente sale un número. En internet hemos hecho una especie de multimedios virtual que acompañan casi 2.000 usuarios o fans y que tiene un link directo a archivos viejos de la revista y a novedades”, cuenta. Aunque prefiere no fustigar a la cultura ciber, Picardo sabe que las condiciones de lectura en la web no son las mismas que las del

mundo real, donde el libro de papel descansa entre las manos. “Hay que tener en cuenta que la naturalidad de lo ciber es la rapidez, lo vertiginoso, la superficialidad, por lo tanto no puede haber un debate de profundidad, por lo menos por ahora, no sé si se inventarán otras cosas”. -¿Cómo impactó internet en las revistas culturales? -Al principio, la revista tuvo forma de libro y posiblemente siga teniendo ese formato. Eso se debía a la posibilidad de una lectura más detenida y más profunda. La escritura de estos artículos se hacía desde ese preconcepto, en el que uno como escritor podía explayarse. Pero eso, hay que reconocer, ha cambiado. Ha cambiado el hábito de lectura, el lector de hoy es un lector mixto, es un lector que en pantalla va a leer pero va a leer salteado, lo que le interesa y no termina de leerlo. Lee quince o veinticinco renglones y deja para después los restantes renglones, mientras tanto va visitando otro sitio o tiene abiertos otras ventanas, o en el messanger lo llamaron y empieza a chatear en ese momento. Es decir que tiene una atención dispersa, no está concentrado, no podemos meterle un artículo de veinte páginas en un sitio web, sí podés agregar un PDF para que lo baje. Eso es lo que estamos haciendo, hoy se pueden descargar algunos números completos de la revista, en forma gratuita. La idea es poner hasta el número catorce, que es el último. Vemos con mucha sorprensa que gente que desconocíamos lea la revista y vemos con mucha más sorpresa que haya gente que se pone como fan de la revista. Vemos que La Pecera se está moviendo: hay respuestas que antes no se veían.

Las 8 preguntas para Ricardo H. Herrera

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¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dos personajes de ficción?

CONCURSO LITERARIO ORGANIZADO POR EL ILLIA

Saramago, lucidez, imaginación y conciencia POR JORGE BOCCANERA

Rescato para José Saramago estas palabras que lo definen: lucidez, imaginación y conciencia. Lo conocí en 1984 -a 14 años del Nobel- y me pareció un porteño ceñido por el pocillo de café, el hablar pausado, el cigarro y un pensamiento en la mirada. Fue durante un Forum de literatura cubana en La Habana; a partir de allí se dio una amistad que se continuó por teléfono y cartas. Era un hombre sencillo y generoso, y siempre alentó mi poesía. Yo le mandaba cosas que iba escribiendo y él respondía con juicios críticos, de modo que cuando terminé mi libro “Bestias en un hotel de paso” a inicios del 2000, me mandó un prólogo para ese libro. Es un orgullo. Releo ese texto y reparo ahora de que en un pasaje asoma su sentido de solidaridad; es cuando dice que en lo escrito: “No hay espacios vacíos” porque “cada palabra extiende la mano hacia la siguiente, la toma con firmeza”, para duplicar la intensidad. Como hombre solidario llamaba a recuperar la idea de que “hay que aprender a vivir juntos”, tanto como a optimizar la enseñanza para “formar personas”. Releo algunas de las esquelas que me envió donde dice lamentar una escritura light y a veces peor, sin nada adentro; buscaba una literatura que le brindase una “emoción viva”. Como humanista llamaba a debatir el concepto de democracia y a revertir un tiempo de crisis en las ideas. Estaba siempre preocupado por un mundo gobernado por una potencia; contra eso llamaba a reinventar el espíritu democrático. Entre sus muchas denuncias, responsabilizó a Estados Unidos por los golpes de Estado y las dictaduras latinoamericanas de los ‘70. En su libro “Ensayo sobre la ceguera” traza una alegoría sobre la poca comprensión de la realidad que nos toca vivir. Ve el mundo como un campo de concentración y lamenta que seamos ciegos de la posibilidad de comprender, de la razón cada vez más acotada por la banalidad y el autoritarismo. Lo considero un maestro, un

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Las cartas de los chicos a nuestros próceres Organizado por el Colegio Nacional Arturo Illia y dirigido a los alumnos de las escuelas secundarias de la ciudad, se realizó el concurso literario Cartas por el Bicentenario, en adhesión a los doscientos años de la Revolución de Mayo. Las alumnas Juana Fortezzini (Colegio Alfred Nobel), Marina Bustos (Illia) y Rocío Sobral (Santísima Trinidad) se quedaron con el primero, segundo y tercer premio respectivamente en

Nos salvará el amor 18 de Abril, 2010 A Baltasar Hidalgo de Cisneros: POR VALENTINO CAPPELLONI Ésta es la misiva de un vencido a otro vencido. Virrey depuesto. Espina agrietada del Río de la Plata. Insignificante, efímera raíz de la Corona. No pocas son las delicias de mi tiempo, y aún así mayor es la desidia ¿Cómo explicar, cómo relatarle nuestro pequeño caos? A veces recorro costas estalladas como las mismas que supo usted sufrir en Trafalgar, a veces siento el fuego crepitar como usted lo habrá sentido a su alrededor, sólo que éste es un fuego etéreo. Verá, nuestro fuego es el más fino ardid, la jaula que mejor nos creamos, nuestro fuego es la versatilidad de la lengua empleada en la malicia, el engaño y la mentira; mientras que el suyo fue un fuego necesario, revolucionario, una chispa que demostrara la existencia de la libertad ¿No se da cuenta? Nuestro fuego se comió al suyo, hemos devorado a nuestros padres. Y es que pecamos de un canibalismo patriótico, nos engullimos nuestra Historia, la guardamos pulcramente en un estante, con cuidado de que jamás se estropee o ensucie. ¿Ahora entiende Hidalgo? El fuego que usted padeció jamás fue nuestro. Esa llama del alma que luego fue incendio jamás pudo habernos pertenecido porque claramente, en algún punto, erramos el camino. Yo le presento entonces, a mi Argentina escindida: de norte a sur, personas unidas sólo por una escarapela del mismo color; la completa deformación de lo que nuestros próceres imaginaron. Tal vez sea, Hidalgo, el triunfo de sus deseos. Usted, almirante bendecido con la gracia de los reyes, ¿qué habrá sentido ante la rebelión, ante la impo-

Un zumbido en los oídos del poder Mar del Plata, 18 de mayo de 2010 Estimado Mariano Moreno: POR JUANA FORTEZZINI Anoche soñé con mariposas rojas, blancas y azules. Encontré pájaros de espejos que me espiaban a lo lejos. Descubrí una hidra revolucionaria con dos cabezas. Me hundí en la incertidumbre del mar. Pero los pájaros de la ignorancia temen a una persona cuyo juicio

la categoría “A”. Al tiempo que Valentino Cappelloni (Colegio Alfred Nobel), Rosario Hollmann (colegio Alfred Nobel) y Rosario Elena (Santísima Trinidad) ganaron en la categoría “B”. LA CAPITAL reproduce las cartas de Fortezzini y de Capelloni, que están dirigidas a Baltasar Hidalgo de Cisneros y a Mariano Moreno.

sición de un nuevo orden tan ajeno? Usted, un español de Cartagena, un sutil traidor a su suelo. Pero la historia la escriben los traidores, créame, en unos años verá que a veces para mejor. Mientras tanto puede usted repantigarse a contemplar una enfermedad que aún es padecida en mi tiempo: héroes peleándose como monos para imponer su verdad. Sólo que ahora ya no hay héroes. Puede ser fiel a mis palabras, a veces me cuesta creer que los hombres que lo sacaron tan diplomáticamente sean nuestros fundadores: en mi tiempo se presentan como figuras irreales, próceres de un tiempo prometeico, seres imposibles. Debe ser por eso que se los pinta así y se los coloca en un pedestal, es una forma hábil de alejarlos, de plantearlos como algo intocable, inalcanzable, cuando sus ideales deberían ser los de cualquier hombre común. Déjeme decirle entonces que nos rendimos ante un sistema que no funciona. Es irónico, el mismo orden impuesto al sacarlo a usted, el orden que nos dio nacimiento, no nos sirve. La democracia se ha vuelto una propuesta utópica; que represente a la mayoría no significa que represente a todos, y menos que sus decisiones sean las correctas. Algunos antiguos creían que la verdadera democracia era la elección a la suerte, ya que se garantizaba la igualdad de condiciones; donde había voto, había aristocracia. Nuestro sistema lamentablemente se da vuelta solo, la pobre democracia es demasiado maleable en nuestro territorio, el fraude y la corrupción están -y estuvieron siempre- a la orden del día. Supongo que a veces la política envenena el cuerpo. Entonces, después de tantos ilustres, después de tantos unitarios y federales, después de tanta sangre, tanto odio, tanta libertad, esto es lo que nos queda, esta es nuestra sociedad: un oxímoron caminante. Pisoteamos a los de abajo porque los de arriba nos pisotean más fuerte. Mientras tanto

nuestros elegidos se apean al costado y mueven los hilos porque, soy sincero Baltasar, aquí no hay más ideales, sólo capital. Una vez un poeta dijo: “los funcionarios no funcionan” y nadie lo escuchó. Ya ve entonces cómo vendimos nuestra identidad, nuestros ideales, nuestro pasado por intereses propios, por una patria bastarda. Repito, no hay padres aquí, y yo mismo me veo envuelto en esta cultura transfigurada que sí es bien nuestra: la cultura del traidor y los traicionados, de los vencedores y los vencidos, del pastor y las ovejas, la cultura de la incultura (¡Esto sí que es Argentina!); y más de una vez me vi inundado de fiebre en uno de los lados y a veces formando parte de ambos. En esto transformamos nuestra herencia: en hablar y no saber escuchar. En asumirnos como falsos individuos, a merced de opresores de turno a los cuales les garantizamos la entrada: una sumisión a un sistema incuestionable. Ya, Hidalgo, puedo imaginarme su respuesta: “Lo más sensato sería tomar una pistola y acabarse”. Puedo asegurarle que muchos opinaron igual, pero eso es una cobardía, eso es traicionarse. Entonces, ¿qué puede empujarme a continuar? ¿Es el miedo? No, claro que no es el miedo. Yo soy un vencido pero puedo asegurarle, tras este discurso, que aunque seamos nuestras propias víctimas, aunque el egoísmo y la indiferencia nos laven las manos, aunque la memoria nos quepa en la palma y suframos y nos matemos, yo puedo asegurarle que hay brazos que se vuelven pan, ojos que hacen nacer nuevos dioses, pequeños momentos, ínfimos estallidos de la vida que rasgan la realidad y hacen que nada más importe. Hay efímeras chispas dentro de algunas personas como hubo en nuestros padres, sólo que si antes se enarbolaba la Independencia, hoy lo único que nos salvará es el amor.

puede atravesar la luz e iluminar la Verdad. Más los pájaros de sana inocencia te vislumbran como un pensamiento vivo en todas las cartas. Hace 2600 lunas caminabas por las encadenadas calles del Virreinato. Hoy, vuelas libre, destruyendo candados de tiempo. 2600 lunas pasaron desde tus hazañas. 2600 lunas, algunas de ellas iluminaron flores de libertad, en otras creció el grito del miedo. Y todavía sigues siendo un zumbido en los oídos del poder. Aun representas la justicia para los trabajadores. Aun representas la igualdad de un pueblo. Pero tu final fue inconcluso, injusto. Solo por darle

justicia a la blanca arena, y quitarles privilegios a los finos reflejos. Todavía tus ojos son la llave, el brillo de las lunas que pasaron. Porque la incertidumbre no es sinónimo de silencio. No puedo esperar tu respuesta. Pero siento el mudo gemido del silencio. Te escucho. “Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale, debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de tiranos sin destruir la tiranía.” Espero que puedas escucharme.

Cronopia

(fotografía de autor)

Las extrañas formas de las formas Profesora de Letras recién retirada, Ana Lía Larroudé llegó a la fotografía hace dos años. Desde entonces, trabaja sobre la mujer. Mientras elabora un ensayo fotográfico sobre este tema, muestra en esta sección un fragmento de su obra. Se trata de la serie “Mujer alada”. “La mujer es un ser dinámico, al que le pasan cosas a un nivel interno, trato de captar esas sensaciones por medio de mis imágenes”, comenta y, en lenguaje poético, explica por qué y para qué saca fotos.

POR ANA LÍA LARROUDÉ ¿Por qué? Porque siempre quise Ser. Porque me gusta crear. Porque me gusta transmitir. Porque no puedo dejar de hacerlo. Porque así mantengo la ilusión de que se puede elegir. Porque elijo. Porque sigo creyendo en la posibilidad de trasfundirme con el medio, en una cascada de colores nuevos. Para no callar. Para gritar silenciosamente en cada imagen. Por eso. Para vivir. Creo. ¿Para qué? Para Ser.

Las 8 preguntas para Ricardo H. Herrera El diálogo entre Endimión y el extranjero titulado “La fiera”, de los Diálogos con Leucó de Cesare Pavese, entre muchos otros diálogos de ese extraordinario libro.

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Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a un personaje, ¿cuál sería y qué haría?

La verdad es que nunca se me ha ocurrido especular con esa posibilidad al leer un libro. Acepto la fatalidad que gobierna toda narración como uno de sus ingredientes más valiosos.

Para expresar. Para transmitir. Para sentir . Para jugar con la luz y que ella juegue conmigo. Para perderme en la penumbra del jardín. Para descubrir las extrañas formas de las formas. Para dar testimonio del vacío, de la nada, llena de luz. Para redescubrir amaneceres y atardeceres y dar testimonio de ello. Para disfrutar del silencio y de la música de los volúmenes. Para crear resaltando luces y escondiendo sombras. Para cambiar los colores y poder compartir los nuevos. Para compartir un Mundo nuevo. El mío.


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Autorretrato de Norman Rockwell

Grandes libros, pequeños lectores

Rebelión en Tortoni,

Su famoso autorretrato (1960) es el acto de plasmarse a sí mismo en un acto creador. Es incisivo no el acto creador, sino el de plasmarse a sí mismo desde todos los planos posibles: desde sus maestros inspiradores, como Durero, al oficio vivido como si el dibujante fuera un legionario o un soldado. Capta una imagen idealizada de sí mismo, al tiempo que la desinviste de todo ideal para mostrarla, en el espejo, como en realidad se vive al momento de dibujar: fatigado pero listo para reflejar ese ideal,

pero es algo más: la idea de que la vida es el acto de captar un “momento eterno” y hacerlo profundo en esa eternidad y decirnos con eso que todo es profundo si sabemos verlo. Es ese instante sustraído al transcurso y fijado para siempre, investido de una mágica inmovilidad móvil. Y en esa cualidad milagrosa, por sobre esa transparencia de su mirada, nos muestra que esa mirada, pese a lo que refleje, siempre termina siendo feliz.

S

Buenos Aires: Sudamericana, 2009. POR MARIA JOSE TROGLIA Integrante de la ONG Jitanjáfora

E

iempre me fascinó el autorretrato de Norman Rockwell (1894-1978), el gran pintor e ilustrador de The Saturday Evening Post, con esa, su mirada hecha de gracia y precisión, capaz de focalizar al mismo tiempo en una idea y una historia. Es la propia claridad lo que guía a esa mirada; la que al mismo tiempo aísla y vincula a su objeto. Lo aísla como objeto y lo vincula a una historia que cada uno debe descubrir.

inspirado en la realidad, pero más fuerte que ella. Puesto en el contexto de sus ilustraciones, el autorretrato borra esas marcas hiperrealistas para convertirse en una especie de canto a un tiempo anhelado, soñado y perdido. Hay en él una historia: la del modo en que se sueña, se vive y la del modo en que es. Esta última imagen, la del espejo, es íntima, como si la hubiera dibujado un desdoblamiento de él y no él. Un pintor desdoblado que nos cuenta la verdad y no lo que queremos ver o lo que la otra parte nos quiere mostrar. Norman Rockwell, es su precisión, su agudeza,

POR EDUARDO BALESTENA ebalestena@yahoo.com.ar

de Pablo Bernasconi,

ste libro cuenta con dibujos y palabras -muchos dibujos, muchas palabras de colores y de las otras- cómo un hombre común, un esclavo de la rutina y de las preocupaciones, un tipo solo, con una vida inconsistente, un perdedor… sufre un extraño fenómeno: se le abre una válvula de escape en la cabeza y sus pensamientos, todos sus pensamientos amargados, aburridos, preocupados, tristes, patéticos y agresivos, toman forma en el aire; las palabras (porque los pensamientos se hacen con palabras) se materializan y la gente puede leer lo que Tortoni piensa. Una verdadera rebelión. Lo que puede parecer dramático (y al principio lo es) también abre la posibilidad de que por ese agujerito se vaya escapando lo malo, lo negativo y se abra un lugar para la risa y la emoción. Cuando se despeja su cabeza de todos esos pensamientos opresivos, el personaje puede sacar a la superficie la magia de los recuerdos de la infancia, recuperar tantas sensaciones felices: olores, sabores, colores, temperaturas, los rostros del afecto, la abuela, el hermanito, el gato… que también se materializan en el aire. Este es un libro lleno de optimismo, que invita a distanciarse de la queja y la amargura para dejarle un

poco de lugar a aquello que en todos está escondido en el fondo del recuerdo: como el viejo Citroën amarillo en el que anda Tortoni, o como el viejo café que le presta el nombre, repleto de historias para contar. Bernasconi pensó en un libro con mucha fuerza narrativa y que muestra el enorme poder de las imágenes. Y el libro se materializó. En agosto, las jornadas Jitanjáfora organizó para los días 20 y 21 de agosto las X Jornadas La literatura y la escuela, destinadas a docentes y directivos de Educación inicial, primaria y secundaria y alumnos de los profesorados correspondientes, bibliotecarios y público en general. Se realizarán conferencias, talleres, encuentros con autores, presentaciones de libros, mesas de experiencias, feria del libro infantil y juvenil, actividades para niños y espectáculos. Como todos los años, se realizarán en las instalaciones de la E.E.T. N° 3 (14 de Julio y Gascón). Como invitados especiales, llegarán las escritoras María Teresa Andruetto, Iris Rivera, Lilia Lardone, la ilustradora María Wernicke y la especialista en literatura infantil Lidia Blanco, entre otros■

Nuevas autoridades en la SADE La Sociedad Argentina de Escritores seccional Mar del Plata eligió recientemente a sus nuevas autoridades, que encabeza el médico y escritor Darwin Manuel como presidente. A él le siguen Stella Alvarado en la vicepresidencia, Rafael Granillo Posse como secretario general, Esmeralda Müller como secretaria de actas, Ana María Ordóñez como secretaria gremial, Daniela Riccioni como tesorera; Persio Ferrari en la protesorería. Los vocales titulares son Juan Manuel Tasada, Ana María Martorella, Marta Vega, y los vocales suplentes Susana Ramírez y Marta Susana García, entre otros. Las nuevas autoridades asumirán sus cargos mañana lunes, a partir de las 18, en un acto que se realizará el Club General Pueyrredón (Hipólito Yrigoyen 1569).

Comienza la Feria del Libro Infantil y Juvenil La vigésima edición de la Feria del Libro Infantil y Juvenil, un clásico encuentro para las vacaciones de invierno, se desarrollará desde mañana hasta el 31 en la ciudad de Buenos Aires, en el Centro Cultural. Bajo el lema “Encantados de leer”, buscará capturar la atención de los adolescentes. “Este año es especial, cumplimos 20 años de este encuentro del libro con los lectores más pequeños, que nació luego de observar el éxito que tuvo el sector infantil en la Feria del Libro tradicional”, subrayó la organizadora Marta Díaz, directora de la Fundación El Libro. Durante el encuentro -que durará tres semanas- se ofrecerán narraciones de cuentos, espectáculos, títeres, música, magia, y otras posibilidades de aprendizaje y entretenimiento a través

Las 8 preguntas para Ricardo H. Herrera

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¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuál o cuáles?

Sí. Il deserto e dopo de Ungaretti.

de una gran variedad de talleres orientados a diferentes edades e intereses: dibujo, pintura, modelado, ciencias, ilustración, historietas, teatro, lectura y narración”. “Como todos los años -puntualiza Díaz- la primera semana está destinada a las visitas escolares, que este año ya contabilizan 30.000 inscriptos. En ese período, alumnos y docentes podrán ingresar sin cargo, pero deberán solicitar previamente la visita, completando un formulario disponible en Internet: en www.el-libro.org.ar”. Además de las actividades infantiles, habrá otras para docentes, profesionales, un festival dedicado a las historietas y se entregará el Premio Pregonero a personas que se han destacado en alguna disciplina dirigida al campo infantil.


■ Lecturas

■ El anaquel de los usados Recorriendo los anaqueles de El Atril (Diagonal Pueyrredon y Rivadavia/Santa Fe 1600) resurge un éxito de ventas y una perlita increíblemente difícil de encontrar: la primera novela de la saga de los Dollanganger, Flores en el ático, de la escritora estadounidense Cleo Victoria Andrews, más conocida como V.C. Andrews. Escaleras arriba hay cuatro secretos escondidos. Son unos pocos secretos pequeños, rubios, hermosos, que luchan por sobrevivir. Este best seller es un impresionante exponente de terror, traición y salvación mediante el amor. Los cuatro hijos de los Dollanganger llevaban una vida perfecta: tenían una hermosa madre, un padre que los adoraba y un hogar acogedor. Pero el padre murió en un accidente automovilístico y la madre quedo cargada de deudas y sin capacidad para ganar el sustento de su familia. Y entonces empezó a escribir cartas a sus padres, millonarios, de quienes los niños nunca habían oído hablar entonces. La madre les explicará cosas de sus ricos abuelos y de cómo Christ, Cathy y los gemelos vivirán como príncipes en la maravillosa mansión de sus abuelos en Virginia. Los niños estaban encantados ante la perspectiva de su nueva vida, hasta que descubrieron algunas cosas que su madre no les había explicado. No les había dicho que su abuela los consideraba “criaturas del diablo”, que nunca deberían haber nacido. No les había revelado que tendrían que permanecer encerrados en una zona abandonada de la casa y que solo podrían disponer del desván o el ático -oscuro y mal iluminado- para jugar. Pero su madre les prometió que esa situación duraría solo unos días… Sin embargo, los días se convirtieron en meses, y los meses, en años. Entornes se aferraron a su amor como una fuerza que era casi mas poderosa que la muerte. Flores en el ático, de Plaza y Janés, tapas duras, editado en 1981 tiene un valor de 78 pesos.

Mercado de pulgas El puesto de libros del Mercado de Pulgas (20 de Septiembre y Luro) está a cargo de Mario y siempre oculta sorpresas. En 1963 la Editorial Losada publicó, de Ernesto Sábato, “Tango, discusión y clave”, un trabajo del escritor apocalíptico que versa sobre el objeto cultural más importante de la Argentina. Esa primera edición desapareció y no puedo ser hallado un solo ejemplar, hasta que Losada en 1997 lo reeditó. Sin embargo, en el puesto de libros del Mercado de Pulgas hay una prmera edición, en excelente estado, por 50 pesos. “Pampero” es el primer globo que se voló en Argentina y a su mando estuvo Jorge Newbery. Y “Pampero” también es el premio que en 1988 se le diO al libro “Jorge Newbery y el legado de su geniO luminoso”, por la obra monumental de Roberto Castelli y Vicente Bonvisutto. Editado por el Círculo de Suboficiales de las Fuerzas Armadas, este libro es una reliquia. Su precio es de 70 pesos.

Semana del 4 al 10 de julio de 2010 Fuente: Cámara de Libreros del Sudeste de la provincia de Buenos Aires.

Los libros más vendidos de la semana FICCION 1 “EL ASEDIO” 2 ”CAÍN”. 3 ”SANGRE DERRAMADA”

Arturo Pérez Reverte. Alfaguara. José Saramago. Aguilar. Asa Larsson. Seix Barral

NO FICCION 1 ”EL ESCARMIENTO” 2”PERONISMO” 3”EL SECRETO”

Juan Bautista Yofre. Sudamericana José Pablo Feinman. Planeta Rhonda Byrne. Editorial Urano

Recomendados: 1”SI ME QUERÉS QUEREME TRANSA” 2 ”LA MAESTRA DE LA LAGUNA” 3 “QUIÉN MATÓ A MOLLY BLOM”

Cristian Alarcón. Grupo Editorial Norma Gloria Casañas. Random House Mondadori Ana María Sandoval. El 8vo. loco ediciones

Recomendados:

Fragmento de “Quién mató a Molly Blom”, de Ana María Sandoval Fuente: Cámara de Libreros del Sudeste de la provincia de Buenos Aires.

“Los forenses alzaron la sábana

“El arte de la resurrección”, donde habita un Cristo con humor y errores En “El arte de la resurrección”, novela ganadora del premio Alfaguara 2010, Hernán Rivera Letelier moldeó un Cristo a imagen y semejanza de como le hubiera gustado encontrarlo en los Evangelios, “con más humor, los errores más a flor de piel y sin el voto de castidad”. “Esta novela la tenía que escribir, estaba como postergándola, pero este Cristo me venía persiguiendo desde niño”, un personaje real que entre los años 30 y 40 recorrió el desierto chileno predicando su palabra, ya que él mismo se creía el hijo de Dios. De visita en Argentina con motivo del lanzamiento de su premiada obra, Rivera Letelier cuenta que Domingo Zárate Vega, el protagonista, venía infiltrándose en sus libros desde el principio. “‘La reina Isabel cantaba rancheras’, el primero, es una novela de putas en donde no tenía por dónde colarse un Cristo y cuando se me metió por tercera vez en mi novena obra dije bueno, ya es hora de que escriba su historia”, desliza como resignado. “Como tenía en mis genes el lenguaje y el tono que se necesitaban para contar la historia de este profeta -se crió en una familia evangélica donde su padre era un predicador de la calle y leyendo la Biblia- eso estaba”, concede. La novela comienza con un documento real a modo de prólogo, una carta que el obispo de La Serena, monseñor José María Caro, envió a los fieles en febrero de 1931 advirtiendo su “amargura” porque “se ha presentado (..) un pobre iluso de los que hay muchos en el manicomio” al que “han acogido como el hijo de Dios”. “Fue cosa de empezar a escribir y ficcionar algunas partes que no se sabían de él, como su infancia -afirma. Todo el libro es una mezcla de ficción y crónica levan-

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blanca, que cubría el cuerpo de la mujer y salieron a de la morgue, serenos y asépticos, dejando el cadáver a cargo de la funeraria. Afuera los esperaban cinco o seis reporte-

Recuerdo de lecturas Hoy: Anne Perry POR LEO HUEBE

tada de diarios y otros pocos documentos”. Pero su Cristo “tenía que ser castizo y entonces tenía que guiarse por ese versículo bíblico que dice ‘id y multiplicaos sobre la faz de la tierra’ -ríe divertido- Y a la vez se las trae porque despotrica contra la explotación, los inventos modernos que están cubriéndole el alma a los cristianos, en fin...”. “Lo que yo quiero es transformar en mágica una escena común y corriente a través de la palabra. Lo que hago es un realismo poético, contar una historia pero contarla bien, con el espíritu de la poesía”, sostiene este ex minero de los salitrales de Atacama, el desierto más árido del mundo. “La literatura es mi tabla de salvación, yo era un náufrago en ese desierto y cuando la encontré a los 18 años me agarré de ella y no la solté más”, dijo.

ros, ávidos de los pormenores para condimentar la noticia con el morbo indispensable. Respondiendo brevemente, describiendo sus hallazgos en términos técnicos”.

Estas no son reseñas de libros, sino recuerdos de lecturas. Han sido escritos en mesas de bares, sin un soporte electrónico enfrente ni una biblioteca cercana. Cualquier comentario, corrección o sugerencia serán bien considerados en leohuebe@hotmail.com. En la década del cincuenta, en algún lugar de Nueva Zelanda, Pauline Parker y Juliet Hulme, dos chicas de quince años, asesinaron a la madre de la señorita Parker a ladrillazos. Las adolescentes cumplieron su condena y, por lo que sé, jamás volvieron a verse. De la angelical Pauline yo no supe nada más. De Juliet, he leído casi toda su obra literaria. Escritora de policiales, heredera de Chesterton y Conan Doyle, sus ficciones ambientadas en la época victoriana inglesa son perfectas piezas del género. Y si con los indicios “policial”, “época victoriana” y “perfectas piezas del género”, no lograron resolver el enigma, lean, por favor, lo que deberían haber leído al principio: el título; así van a saber quien es Juliet Hulme. Anne Perry ha escrito más de

cincuenta novelas, pero lo imperdible de su producción son las sagas protagonizadas por el inspector Thomas Pitt y su esposa Charlotte, que comienza en 1979 con “Los crímenes de Cater Street” y, mi favorita, la que tiene como personaje principal al amnésico inspector William Monk y a su esposa Hester, cuyo primer libro es “El rostro de un extraño”, de 1990. Perry escribe así: “La taberna del barrio resultó ser un sitio agradable y ruidoso donde les sirvieron con impecable cortesía una cerveza y un bocadillo, aunque los observaron con desconfianza por el hecho de ser desconocidos y, a juzgar por su indumentaria, policías. (Monk y Evan) No se abstuvieron de hacer algún comentario capcioso, pero quedó muy claro que Grey no frecuentaba la casa y que en ella no le tenían una especial simpatía, sólo sentían ese interés general por lo macabro que despierta siempre el asesinato”. Sí, como dice la cita, les interesa más lo macabro del principio que la literatura del final, les aviso que esa historia es la que inspiró la película “Criaturas celestiales”, de Peter Jackson.

Las 8 preguntas para Ricardo H. Herrera

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Un extraño hongo se esparce por su biblioteca y consume de manera irrefrenable los libros. Solo dispone de unos segundos para actuar y salvar a tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo es arrojar a la voracidad del hongo a otros tres libros. ¿Cuáles serían los sacrificados y cuáles los salvados? -Maldito hongo, es casi lo peor que me podía haber pasado. Veamos. Salvaría Los desnudos y los muertos,

de Norman Mailer, casi una tragedia clásica e incomparable sobre la más trágica locura humana, la guerra y lo que hace a las personas. Salvaría Cuentos y relatos, de John Cheever (para leerlos, releerlos y emocionarme hasta el fin de mis días) y La tía Julia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa, para disfrutar una y otra vez de su desopilante final y olvidar por momentos el dolor por la biblioteca perdida. Con gusto arrojaría a las fauces del hongo al insoportable y lamentoso El úl-

timo encuentro, de Sandor Márai, El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez, el más grande lobbista de la literatura latinoamericana, y La crónica del pájaro que da cuerda al mundo, del sobrevalorado Haruki Murakami (que además es un libro gordo y mientras se consume hasta me daría tiempo, quizás, para salvar a El extranjero de Camus, o Todo Marlowe, un tomo reciente que reúne todas las novelas de Raymond Chandler).


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Cazadores urbanos POR ALBERTO SALINAS (*) Escuché el silbido cerca de la esquina, bajo el alero de la casa gris, desde la esquina opuesta le respondió un canto que hablaba de asentimiento. Me aproximé velozmente y agudicé la mirada, divisé a un hombre en cada esquina, ambos ocultos detrás de sendos árboles. Estaban acechando para cazar, la presa era una bonita jovencita que caminaba despreocupada al amanecer. El primero de los hombres le cerraría el paso y el segundo le impediría retroceder. Cuando el primero estaba por salir de su escondite, lo herí en los ojos y quedó arrodillado y sangrante. El segundo quiso correr, pero mi compañero le desgarró la garganta limpiamente. Mientras los cazadores se de-

Veneración.10 POR LUCIANO W. FRANCO

sangraban, ocultos por los gruesos troncos de los árboles, la jovencita se alejaba, ajena a todo. Ahora debo irme, ¡ah! pero antes, tal vez, deba decirte que, mi compañero y yo..., somos halcones.

(*) Editor, publicista, escritor y programador recientemente fallecido. Algunos de sus cuentos fueron publicados en este suplemento cultural.

Ancianidad POR RAÚL ALONSO disimulado por humildad o timidez Esos pasos estrechos silencio dudan de la vigencia del intento diario ¿Quién podrá devolverte, quién ha de hacerlo a través de los tiempos impostergables? Te encontrarás perdiendo la batalla mientras el sol se esconda por las tardes.

A través de los tiempos grises amarillentos disimulados en la arruga cruel Esos días iguales simétricos anularon tal vez los sentimientos primarios. El galardón al esfuerzo gris amarillento

Sin título

Oye una sinfonía POR STELLA ALVARADO www.stella-alvarado.blogspot.com de la organización

Oye una sinfonía para violín y oboe volverás a amarte cuando escuches trombones y timbales con su añil claridad. Sal de las aguas entre la noche contémplate en el espejo que te refleja con su añil claridad. Quédate en el tercer planeta tan sólo conocido por tener unos seres bellísimos que emiten dulces sonidos desde esa unión entre el cuerpo y los ensueños con melodía ingenua que se lleva a los labios o acaricia las manos. Arte purísimo llamado música arte purísimo llamado poesía no te apagues no en la añil claridad.

POR JULIO PERALTA juliooscarperalta@hotmail.com

¿quién el que se despoja de estas muertes rutinarias, el que se escapa de si mismo para intentar ser una realidad, quién es, qué rostro tiene, cómo habla, qué come, qué sueña? no importa saberlo, la averiguación no existe en estos tiempos preliminares cuando el sol se acuesta a cualquier hora, sin importarle la soledad de las plazas con niños-poxiram, adolescentes preñadas pidiendo limosna para el alma del futuro hijo; putas y travestis en la zona roja donde todo sangra angustia y miserable plata ¿y después de todo qué? un hombre muere en cualquier parte por amor o por desgracia del puto destino y nadie lo llora, es solo un hombre en su auténtica soledad de hombre y después vendrá el diluvio de flores, el olor a descompostura de los zaguanes velatorios y un perro negro de noche clara vestido de luna no dirá nada de la ausencia escondida en el misterio del existir, ni siquiera ladrará para que dios lo escuche en sus sueños endemoniados por fornicar con el planeta tierra ya no estoy en él, no soy nada en la nada, adivinen en el aire todo eso de mi que nunca nadie podrá tocar... buenas noches con voz de universo, es un padre ciego que busca a sus hijos en el laberinto de la enloquecida desesperación, es un padre aeropuerto sin escalas, un cielo inconmensurables que se derrite en un mar de nubes grises de triste continuar...

Allí estaba Lucrecia, embutidas sus rodillas en el piso de tierra de su casa, con la mirada también clavada, pero en la pequeña figura de yeso, y a la espera de un milagro. Si hubiera querido inmiscuirme y tener una mirada humana, podría describir un santuario sin ofrendas que hicieran confiar en una retribución generosa de la Virgen. Porque sí, esa imagen era la de una virgen, más allá de cualquier especulación sobre la ordinariez de la pintura y los rasgos del rostro terminados con desgano. Esa era la mismísima Virgen. Lucrecia encendió el resto de una vela blanca y volvió a pedir lo que tanto necesitaba: trabajo. Los dos pequeños niños acababan de dormirse y en la casilla pasó a escucharse tan sólo el ruego humedecido de la mujer. Algunos meses atrás había asistido a la parroquia con la estampita y la espiga, segura en su pasión de que San Cayetano la ayudaría. Ahora, igual que aquella tarde, imploraba por un poco de alivio en su vida. Si pude colocar los billetes en el bolsillo de un saco viejo, puedo colocar también en el camino de Lucrecia un trabajo. Aunque para eso están mis soldados, mi ejército de suboficiales. Porque las vírgenes, y los santos y las santas, serían algo así como los peones de ese maravilloso juego del ajedrez. Es una buena analogía. Son los que se encargan de las tareas cotidianas y me liberan –nos liberan- de la inapropiada exposición de andar interviniendo por cuestiones de momento. Con las pocas armas que tienen, me cuidan las espaldas del ataque del peor de los enemigos: la duda. En ellos –en los santos, en las vírgenes- encuentran amparo y buenaventura los trabajadores, los enfermos, los camioneros, los pescadores, las meretrices, los estudiantes, los ladrones, los jornaleros y los que, como Lucrecia, no tienen trabajo. Y en verdad, es a quienes deben pedirles. Con mi atributo de estar aquí y allá, ahora y siempre, tengo en mis manos la posibilidad de decidir, pero ya resulta una reiteración de mostrenco indicar que no puedo intervenir a cada instante. Por más misericordia y piedad que me exijan. La llama fue consumiendo la vela como la realidad consumía las fuerzas de Lucrecia, pero no su esperanza. Al día siguiente atizó el espíritu mañanero de los niños para luego paliar el hambre con lo poco que quedaba sobre la mesa. Después de eso, Lucrecia los llevó hasta la escuela y cuando regresó al barrio algo hizo que se cruzara con Nancy Garrido, la mujer del herrero. -Lucrecia, ¿seguís sin trabajo? –preguntó. -Sí, ya no sé qué hacer. -Pedile al santito azul –sugirió. -Le pido a la Virgen, pero no hay manera. Eso fue suficiente para mí. La simultaneidad de reclamos, ruegos, pedidos, exigencias, enojos y hasta imprecaciones no me neutralizan. Yo soy yo y puedo escuchar todo al mismo tiempo porque no soy hombre, aunque muchas veces me quieran adjudicar conductas humanas. En el mismo segundo, más de quinientos millones de personas me pidieron algo, a mí o a mis soldados. De un modo que no concederé el gusto de explicar, ordené ciertas aceptaciones y la Virgen adorada y venerada por Lucrecia entendió lo que tenía que hacer. En otros casos, la solución estaba al alcance de los solicitantes y, confundidos de alegría, atribuyeron los milagros a mis soldados. Incluso a mí. Ante la improbable ocasión de constatar mi existencia para divulgarla, juegan mejor su rol estos solicitantes convencidos que los que realmente reciben de mí un beneficio. Más valor tiene una conjetura por millones, que una certeza aislada. Lucrecia al día siguiente pensó en prostituirse y en una semana tenía suficiente dinero para satisfacer a sus dos niños. -¿Te parece bien lo que estás haciendo? –le reprochó la mujer del herrero al verla nuevamente en el barrio. -Pedí trabajo a la Virgen y me lo concedió –escuché que le dijo casi sin detenerse, de camino a su casa. Y fue verdad, lo puedo asegurar. (Continuará la próxima semana)

Las 8 preguntas para Ricardo H. Herrera

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Se le concede la extraordinaria excepción de hacerle una única pregunta a uno de sus tantos escritores predilectos. ¿Qué le preguntaría?

Conozco demasiado a mis escritores predilectos; me avergonzaría fastidiarlos con una pregunta más; de modo que me abstendría de hacer uso de esa “extraordinaria excepción”. Me gustaría, por cierto, ser el depositario de alguna confidencia espon-

tánea de parte de ellos, percibir como sus voces divagan entre sus obsesiones, pero estas cosas exigen ocasiones más distendidas que las que posibilita un interrogatorio fulminante y trascendental.


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