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■ MAR DEL PLATA ■ DOMINGO 26 DE SETIEMBRE DE 2010

IDA Y VUELTA: cultura@lacapitalmdq.com.ar

JORGE DUBATTI ANALIZA EL PRESENTE DE LA ESCENA NACIONAL

"El teatro argentino encontró una manera de decir y de impactar en los escenarios mundiales" El crítico e investigador asegura que el teatro vive en 2010 una época de oro. Indaga en las causas de este fenómeno y también se refiere a Mar del Plata, ciudad que en verano alberga a cientos de compañías teatrales. "No sólo hay teatro en Buenos Aires, hay teatro en todo el país y de excelente nivel", indica.

"Compañero es el que come el pan con el otro, y el teatro tiene esta cuestión".

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omo si fuera un alegre y necesario ritual que pone en marcha cada temporada, deja la tranquilidad de su departamento veraniego en Miramar y recorre ese tramo que tanto le gusta de la Ruta 11 para someterse al encanto del teatro de Mar del Plata, esa actividad sin la cual no podría vivir. Jorge Dubatti, investigador, docente y crítico teatral, asegura que frente al nubarrón de la realidad nacional e internacional, volver al arte no supone un plan menor. Sabe, Dubatti, que los espectadores teatrales viven en 2010 un momento esplendoroso. "Estamos viviendo una época de oro en el teatro argentino", arranca el crítico, que fue invitado recientemente a Mar del Plata para participar del seminario "200 años de teatro argentino: pensarlo para pensarnos" que organizaron los directores Graciela Spinelli y Pablo Mascareño. En este ciclo, Dubatti ha-

"Tenemos un teatro atravesado por la necesidad de resistir a los grandes discursos de representación".

Dubatti en Mar del Plata. Fue invitado a dar una charla dentro del seminario "200 años de teatro argentino".

bló en el Auditorium sobre "Algunas claves para comprender el teatro argentino actual". Sin perder jamás la amabilidad, el investigador desafía a los historiadores que aseguraron que la época de oro del teatro argentino ocurrió al principio de 1900, cuando escribían sus obras autores como Gregorio de Laferrere, Roberto Payró o Florencio Sánchez, entre muchos otros. "Si confrontamos aquella época con ésta -analiza-, hoy se da el verdadero momento de oro". Y enumera las virtudes de este movimiento que, como caso paradigmático explota en Mar del Plata cada diciembre, enero y febrero. "Tenemos un teatro muy rico, de altísima calidad, con una enorme diversidad, es un teatro multicentral, porque no sólo hay teatro en Buenos Aires, hay teatro en todo el país y de excelente nivel. Y además esto se nota en el reconocimiento internacional, en la circulación del teatro argentino en el mundo", le dice a LA CAPITAL y recuerda que en el último año se estrenaron en las salas porteñas nada menos

que 700 espectáculos teatrales de todas las índoles. -¿A qué atribuye esta época de oro? -Por supuesto que esto es muy difícil de explicar, pero creo que hay tres grandes secretos del teatro argentino actual. Uno es que está todo el tiempo tratando de recomponer la relación de los argentinos con el país, es lo que llamaríamos el teatro de la post dictadura, que asume que la Argentina es un país que después de la dictadura quedó destruido, un país muy dañado, prácticamente asesinado hasta en la base misma de sus sentimientos. -Como si hubiera habido una guerra... -Totalmente, y que mucha gente no lo reconoce, pero el teatro está

"La política le ha quitado al teatro todo un espacio y el teatro ha tenido que reinventarse".

todo el tiempo repensando el vínculo con el país porque cumple con una función de volver a reconstituir un tejido social que destrozaron los campos de concentración, los 30 mil desaparecidos, ese es un aspecto. -¿En este sentido es un teatro político? -Absolutamente, éste es tal vez el aspecto más político que tiene, esto de la función de reconstitución de los imaginarios y de los vínculos dentro del país, cosa que se exacerbó ahora con el Bicentenario, porque nos obligó a pensar cómo nace el país, cómo atraviesa una historia y cómo llega a 1976 a esa monstruosidad que está prefigurada ya en todos los golpes militares a partir de la década del `30. -Usted habló de otros aspectos, también. -Sí, el otro gran aspecto es lo que llamaríamos la diversidad. Tenemos un teatro atravesado por la necesidad de resistir a los grandes discursos de representación. Frente al nuevo régimen internacional, frente a la caída de la izquierda, al auge de la globalización, al capita-

lismo salvaje, el teatro argentino busca resistir ese avance construyendo espacios de subjetividad alternativos. Es un teatro de tipo micropolítico porque ofrece la posibilidad al espectador de tomar contacto con territorios de subjetividad alternativos, ya sea al espectador o al teatrero, porque el teatrero se junta, arma grupo y arma afectación. El teatro en este sentido es una gran herramienta para relacionarse de otra forma con la realidad. Es que para que haya teatro lo que tiene que haber es cuerpo presente y grupo, no hace falta mucho dinero, si querés publicar una novela es un lío, necesitás un montón de plata, lo mismo pasa con hacer una película. Pero para hacer teatro lo único que hace falta es tener un lugar que puede ser el garaje de tu casa y juntar a un grupo de amigos. Si tuviera que sintetizar diría que el teatro actual es un teatro de post dictadura, porque revisa todo el tiempo el problema de la dictadura como trauma y como continuidad, es un teatro de la multiplicidad porque frente a la caída de los grandes discursos de representación va a proponer discursos alternativos y es un espacio de construcción de subjetividad, donde uno aprende a vivir de otra manera y se relaciona con el mundo de otra manera. -Esta construcción de subjetividad ¿se da en el cine también? -Yo creo que la gente tiene una gran pasión por el teatro porque va a compartir subjetividad y porque va a producir subjetividad, algo que no hace una película yanqui en el cine, porque los artistas no vienen a reunirse a compartir. El teatro tiene esto que para mí es tan importante que es la idea del compañero, compañero es el que come el pan con el otro y el teatro tiene esa cuestión. (Continúa en página 4)

Las 8 preguntas para Osvaldo Picardo (*)

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¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer? -No me molestan los errores. Los padezco y los cometo. El inconveniente con los libros consiste en que no se haga imposible la lectura. A veces, no se debe a errores sino a ciertos escritores que vienen precedidos por una fama que los sobrepasa y me hacen sentir estafado. Otras

veces, me pasa con las traducciones. Hace poco encontré, en Visor, “Siete poemas para una muerta” de Marguerite Yourcenar, en traducción de Silvia Barón de Supervielle. Es pésima, aún con las mejores intenciones y la más larga fama. Pero eso me empujó a traducir de nuevo y resucitar de la triste experiencia de la muerte, la memoria de quienes siguen vivos en mí. El error nos alimenta con el deseo de algo mejor y posible...

Osvaldo Picardo es poeta, docente de Letras del Colegio Nacional Arturo Illia, dirige Eudem, la editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata y, durante diez años, fue editor de la revista cultural "La Pecera". Como poeta, su último libro es "Pasiones de la línea".


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DIARIO DE LECTOR

El encanto de los libros largos Por Gabriela Urrutibehety

El lector que escribe un diario no suele sucumbir a las modas ni a las recomendaciones de las listas de más vendidos. Lo que no significa que alguna vez no sucumba. Por eso, vuelve a casa con tres terribles volúmenes de lo que algunos llaman la trilogía Millenium. De la literatura sueca, conoce poco. Algunas policiales de Mankell, pero sabe que en estos tiempos globalizados todo suena medio parecido: la literatura -la novela- del primer mundo suena a novela del primer mundo frente a la novela del tercero que tiene dos opciones: herencias del realismo mágico latinoamericano y todas las variables de pintoresquismos varios, o relatos urbanos de grandes urbes que se pintan parecidas en todas partes. Por eso no le complica para nada -pero tampoco nada le dice- la gran cantidad de lugares llamados con una imposible correlación de consonantes más vocales con diéresis que no puede imaginar cómo se pronuncian: el lector tiene buen ojo pero escasísimo sentido del oído y nula sensibilidad fonética. En la librería, frente a los tres volúmenes, el lector que escribe un diario había pensado que la propuesta de Stieg Larsson parecía un verdadero canto a la extensión, un desquite frente a la constricción perpetua del oficio de periodista que el autor ejerció hasta su muerte: más de 700 páginas por tomo y una burla descarada a la tradicional máxima de 60 caracteres por título. En los anaqueles de las novedades, la librería exhibía otros ejemplares de peso similar, incluyendo los best sellers sub 18 de vampiros y niños magos. El siglo XIX está vivo y coleando, había pensado el lector, mientras pagaba -ya no tan seguro de lo decimonónico de la cuestiónmás de 100 pesos por ejemplar. La trilogía de Larsson, sintió el lector, tiene un elemento esencial: una historia que atrapa. Una novela policial de las de antes, de las de siempre. Una intriga bien tejida y una telaraña que se desenvuelve con toda la claridad que las reglas del género permiten. Es, en

una palabra, efectiva. El lector que escribe un diario pasa horas atrapado, pensando por qué está en esta situación. Vive la paradoja del género: sabe por dónde lo van a llevar, descubre cuál es el camino que se está construyendo, reconoce las piedrecillas en el camino del bosque, tantea el hilo de Ariadna, pero aún así se deja arrastrar por la corriente narrativa, a la espera de la sorpresa. El lector que escribe un diario no es de ese tipo de lector que sólo puede transitar por senderos amplios y bien iluminados. Es de los que aman las callejuelas y los recovecos en las paredes, los campos abiertos -de tan abiertos, amenazadores- así como los túneles sin luz en el fondo. Por eso lee desde una doble conciencia: la del que transita y, a la vez, analiza el camino transitado. Por eso, no deja de preguntarse a cada página por qué lo atrapa lo que lo está atrapando. El lector que escribe un diario piensa que el relato en realidad son dos: el primer tomo bien podría funcionar solito, en tanto que los dos últimos se reclaman mutuamente. Claro que, para completar el equilibrio de páginas, en la tercera parte se introduce una historia paralela –los problemas de la buena de Erika en su nuevo trabajo- que bien podría haberse eliminado en aras de la unidad de acción. Y, si bien parecen, por la extensión, los tomos de Alejandro Dumas o La Guerra y la Paz, son historias del siglo XXI: esto queda demostrado porque hay datos sobre informática como para dar un curso avanzado. La receta está a la vista, no se oculta: dos historias separadas que en algún momento se juntan, bien condimentadas con las especias por las que el policial descubrirá un nuevo mundo: sexo, dinero, poder. Añádase a la preparación personajes malos sin redención y buenos a tiempo completo, que, por ser suecos, están obsesionados por la legalidad y el respeto a la constitución. Lo que lleva a que a cada rato se aclare que, cuando la protagonista, Lisbeth Salander, viola sistemáticamente la ley lo hace porque tiene una rígida moral personal. El cine está lleno de ladrones y estafadores sim-

páticos, adorables o justificados y, como en las películas de Hollywood, Lisbeth podrá robar una fortuna, hackear a dios y maría santísima, pero el autor se cuida muy bien de no dejarla caer en la tentación de matar, aunque lo intente. La moral aparece a cada rato, bajo el tema del maltrato a la mujer. No en vano la nunca bien ponderada wikipedia define a Larsson como “autor y periodista de conciencia social”. También por la wikipedia el lector se ha enterado de que el primer tomo tiene un título al más puro estilo “no positivo”: Los hombres que no amaban a las mujeres es una traducción al español de Män som hatar kvinnor, literalmente Hombres que odian mujeres. Y desde allí se despliegan todas las buenas intenciones de Larsson: luchar contra el maltrato de género que, a juzgar por los datos que aporta, en Suecia - ¿y por casa, cómo andamos?- alcanza cifras espeluznantes. Sin embargo, una novela es una novela y lo que queda flotando en el ambiente narrativo del universo Larsson es poco más que una variante del dicho “muerto el perro -el abusador- se acabó la rabia”. Harriet Vanger, en el primer volumen, reaparece 40 años después de que se revelen las infamias a las que fue sometida por un padre filonazi y un hermano corregido y aumentado. Y todos son felices y comen perdices. Lisbeth sufre algo similar, aunque la cosa es más complicada porque Lisbeth es un personaje muchísimo más jugoso e interesante, lo mejor, sin dudas, de la trilogía. El trasfondo del tráfico de mujeres para conformar una red de prostitución es algo así como la banda telonera de la historia principal, pero sólo es capaz de despertar una exclamación “doñarosística”. El lector que escribe un diario, después de haber postergado más de una actividad por llegar al final de la historia, escribe: nadie le pide a una novela una tesis -más de una vez se agradece que no la tenga- pero ya que se ha decidido a exponerla, es dable exigirle que no se quede sólo en buenas intenciones. De ésas que, ya se sabe, está empedrado el camino del infierno ■

"No hay silencio que no termine", la crónica del secuestro de Betancourt Editado por Aguilar, "No hay silencio que no termine" es la historia del secuestro de la candidata presidencial de Colombia Ingrid Betancourt, quien en 2002 fue secuestrada por la guerrilla de las FARC, cuando se dirigía a San Vicente del Caguán, dos días después de que en esta zona se finalizara la concesión otorgada por el presidente, en lo que se conoció como la “zona de distensión”. Durante seis años y medio Ingrid Betancourt soportó todos los horrores de la selva: el encierro, las eternas marchas, la enfermedad, el hambre, la soledad, la humillación, los enfrentamientos, el dolor, el olvido… todo esto con-

servando siempre una integridad sin límites, con una única obsesión: la libertad. En su libro relata, en detalle, sus días en la selva: los complejos hilos de las relaciones personales entre los distintos prisioneros, la lucha por conseguir una ración de comida o la compañía de un diccionario, los tan anhelados minutos de comunicación con su madre y sus hijos a través de un programa radial, sus intentos de fuga, la muerte de su padre. Asimismo da su visión acerca de todo aquello que rodeó su cau-

tiverio: el día de su secuestro, las relaciones con los comandantes de las FARC, la posición de Francia y su lucha por conseguir su liberación, las negociaciones y los esfuerzos del gobierno y las autoridades colombianas ■

El bloqueo del escritor Por Sebastián Chilano “No sólo la Iglesia tiene derecho a reaccionar ante la intromisión del Diablo como ministro de economía: toda la comunidad científica se siente conmovida, ultrajada. La presencia de tal grotesco personaje, su forma tangible, su desparpajo hace que la teoría y el empirismo práctico pierdan su poder potencial...”. Cuántas p seguidas, pensó Márquez, y terminó el vaso de cerveza que tenía frente a la computadora. “Pensar también va con p”, escribió a continuación. Márquez no era escritor. Era científico. Pero no era un tipo querido en la comunidad científica. La verdad es que lo odiaban. Su pasado y presencia en el instituto donde fueron descubiertos los ácidos ribonucleicos le deparó una fama duradera. Lo que no le duró fue el matrimonio, el respeto de sus colegas, la sobriedad y la figura atlética que lo enorgulleció durante años. Ahora pesaba 100 kilos, lo que daba un índice de masa corporal poco grato para su metro setenta de altura. Vivía solo, tocaba el piano poco y bebía demasiado. Se alimentaba de su propia quinta orgánica y también alimentaba a su gato flaco de la misma huerta. “Ni el gato ni yo cagamos duro hace más de dos años” decía a veces, cuando se sentía en confianza. “Los químicos dan la dureza”, insistía si el interlocutor no se horrorizaba de su primer comentario. Márquez no fumaba. “El día que quiera suicidarme no lo voy a hacer en cómodas cuotas”, decía cuando se sentía incómodo. En contra del pensamiento general de sus colegas, la presencia de un Diablo tangible no molestó a Márquez. Sólo reaccionó cuando lo llamaron del Centro de Investigaciones Médicas Tercermundista y le pidieron que escribiera un artículo en contra de la resolución presidencial. “No va a faltar algún boludo que escriba una columna en los diarios sobre el Diablo” les contestó, pero cuando le ofrecieron plata, aceptó y preguntó cuantas líneas debía llenar. “No sólo la Iglesia” Márquez dudó si escribir iglesia con mayúscula o con un minúscula satírica “se siente defraudada por la resolución presidencial...” No tenía nada más para escribir. Había perdido el hábito. Para mantenerlo alejado del laboratorio, le habían dado un puesto como redactor de la revista del Centro de Investigaciones. La publicación era semestral, pero ahora le pedían una solicitada. No sabía qué escribir. Bebió cerveza. No sabía qué más beber. Miró a su gato negro. “No sólo la Iglesia se siente defraudada por la resolución presidencial, sino también toda la Comunidad Científica. Y, además, la Sociedad Proteccionista de todos los gatos negros del mundo. A partir de ahora no van a faltar improvisados inquisidores” cuántas “i” pensó Márquez “y cazadores de brujas que salgan a perseguir a los gatos negros del país pensando que son hijos del Diablo. Hay evidencia científica de que los gatos negros nacen de otros gatos, que la mezcla de genes determina el color y que no es “la mano del Diablo” quien quiere llenar la tierra con una falsa progenie de inofensivos gatos negros. Además, ¿qué mal puede hacer un bicho que lo único que quiere es comer y dormir en un lugar caliente, sin que el humano lo moleste? Por eso la Sociedad Científica en su conjunto repudia la designación de Lucifer y, de seguro contando con el apoyo de sociedades protectoras de animales, se ordena su reemplazo por alguien que ilumine nuestro camino”. Márquez imprimió la hoja y la leyó. “Ilumine nuestro camino”, es horrible, pensó. Igual dejó la hoja impresa junto a la cama y se durmió. La volvió a leer a la mañana siguiente. Sonrió. Era lo mejor que había escrito en años. La mandó publicar, feliz aunque temeroso de tanto crítico que anda dando vuelta. Continúa la próxima semana

Las 8 preguntas para Osvaldo Picardo

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¿Qué situación de su vida cotidiana encontró reflejada con sorpresiva exactitud en un libro, una película, una canción o cualquier otra obra de arte? -Toda la literatura nos habla de nosotros mismos. En su inmensa variedad algo nos dice que antes no sabíamos. Pero no lo hace con sorpresiva exactitud sino con una maravillo-

sa ambigüedad. Por ejemplo, en el “Adán Buenosayres” de Marechal hay varios momentos en que me sentí identificado y de algún modo, descubierto entre los personajes que aparecen, como el Hombre de los Ojos Intelectuales que se niega a dar su verdadero nombre que está “asociado a la muerte de una esperanza literaria” y a un crimen pasional y

kafkiano. Ese escritor oscurecido por la vida confiesa que también él era “un personaje de comedia en este gran escenario del mundo!”... También hay una canción que siempre sentí reflejada en mí: “A turtle´s dream”, de Abby Lincoln. Pero me sería muy difícil explicar los motivos...


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“¡Garros a la órbita!” Fernando del Rio, “Que así sea” (Ediciones B - 2010) Por Gonzalo Viñao (*)

“Que así sea” es una novela sobre el destino, sobre esa huella que perseguimos como si se tratara de un rastro trascendental, mirando hacia atrás y adelante en el intento de rearmar en la imaginación el camino, pero sin saber por qué o a dónde nos lleva. Una novela sobre la influencia que esa huella, el destino, ejerce en unos personajes inestables, personajes en estado crítico/crónico. Esos personajes, frente a las cuestiones del destino e incapaces de resolver sus misterios, se dejan llevar “como quien se relaja haciendo la plancha en el mar y termina a doscientos metros de la costa escuchando los silbatazos del bañero”; en un contexto de fantasía macabra, la desorientación general no es otra que nuestra propia desorientación en la vida cotidiana, y en el contraste entre la vida real y la ficción aparecen con elocuencia nuestras propias dudas y ambigüedades, nuestras vacilaciones, reflejadas en un mundo cuya ausencia de sentido es idéntica a la ausencia de sentido en nuestro propio mundo. “Que así sea” es, entre otras cosas, una fantasía oscura que se libera de nuestra realidad concreta (arrinconándola) hasta causar el vértigo

de una realidad probable, a la que agradecemos sus giros más escatológicos (porque ahí, y sólo ahí, podemos respirar “aliviados” y decir “no, esto no es posible”…) FdR se detiene a jugar en las sombras de la experiencia, desde ahí construye un punto de vista

que incorpora lo morboso y lo grávido, con una oscuridad que se muestra a plena luz del día, como un hábito, como cualquier otra costumbre atávica, una de esas costumbres que definen a los hombres a través de las épocas. Esto pone al lector en una situa-

ción difícil: los aspectos más oscuros de la novela son el único oasis, hay que beberse con los ojos lo más sucio, porque el resto, lo que en apariencia es más alegre y tranquilo, nos hace sospechar de nosotros mismos y del mundo en que vivimos, un mundo con los brazos abiertos para recibir en su ceno las fantasías más terribles que habitan este relato. El más actual y descarnado folclore urbano, en su oscuridad anónima, morbosa, se mueve impunemente en esta historia, una historia que transcurre en una ciudad impune: Mar del Plata en las calles, en los bares, en la arquitectura de encuentros y desencuentros sobre el espacio urbano, en plazas y supermercados, pero también en el pulso, en el imaginario cotidiano: en el Dr. Rolita, médico cirujano devenido curandero, que a raíz de cierto asunto legal se alejó de los quirófanos para siempre; en los adolescentes enamorados y en la proyección a la locura de los nuevos hábitos y de las nuevas tribus; en la vieja enfermera devota, con sus alardes de religiosidad egoísta y temerosa, abnegada, siempre fuera de época; en el estudiante renegado que atraviesa la vida como si de verdad se tratara de un misterio. Para todos: la búsqueda infinita de manifestar un dolor consustancial a la existencia a través de la corrupción moral, las amputaciones físicas y las supers-

ticiones religiosas. Una construcción sinfónica reúne a los personajes, una arquitectura en la que cada cual toca su instrumento como mejor sabe hacerlo y en sus propios términos, y se ponen en órbita unos en relación con los otros, a veces hasta la colisión perfecta. Sobre la historia, envolviéndola en su sombra, la figura del padre, las relaciones y los ecos que surgen de ella, su presencia, como la clave inhallable para descifrar un acertijo imposible. Si la novela se hubiera publicado un siglo atrás, llevaría un prólogo que dijera más o menos lo siguiente: para recaudo de los tontos, y para que aprendan, sin necesidad de enfrentar a la cruda realidad en sus ámbitos más sórdidos, sobre los males de este mundo. Y muy especialmente para los padres (esto ya no en el prólogo, esto es asunto mío), los hombres de familia, y las madres, siempre tan temerosas; nunca está de más averiguar cuáles son las fantasías turbias que andan por ahí, mientras dormimos la siesta y los chicos juegan en la esquina. Cuando empecemos a escuchar en las calles desamparadas los gritos de “¡Garros a la órbita!”, dará sus frutos haberse tomado el tiempo de leer esta novela ■ (*) Escritor, Premio Soriano de Cuento (2009)

La obra de Juana Arancibia Por Antonio Albani

Exploraciones literarias, Juana Arancibia, compiladora Bertha Bilbao-Richter, Georges Zanun Editores. La idea de compilar la obra crítica, conferencias y ensayos de Juana Alcira Arancibia, de manera que no quede dispersa, o recordada por la memoria recortada, ha sido feliz. Y lo es y será, si leemos con pausa, detenimiento, este recorrido de vida y de lucidez ensayística de la presidente fundadora del Instituto Literario y Cultural Hispánico, con sede central en California. Tamaña acción cultural, en beneficio del conocimiento y valoración de escritores, poetas y profesores de la literatura, no habrá de distraernos de la propia labor de Juana Arancibia, a lo largo de toda una vida literaria, escindida entre la entrega denodada y el prisma intelectual. Y esta publicación cumple esa misión, que rompe el silencio o la indiferencia a veces, injusta, deveni-

da de las políticas culturales (o mejor, no-políticas) y de los compartimientos estancos, sobre todo en Hispanoamérica, de nuestros hacedores. El ILCH y Juana Arancibia, es una simbiosis inseparable, pero debemos hacer el deslinde necesario y justo: sus ensayos sobre Ester de Izaguirre, Anderson Imbert, Rubén Vela, el grupo La Carpa del Noroeste Argentino, Marcos Aguinis, Luisa Valenzuela, Isabel Allende, Elena Poniatowska y la inolvidable Lisa, Luisa Mercedes Levinson, la identifican más allá de esa simbiosis, por su multimirada, capaz de englobar y analizar los géneros y estéticas de lo más diversos. Que es lo difícil, el abarcar las variadas formas y sustancias de la poesía, de la narrativa y de la crítica. Y re-unir —es deber decirlo— a los escritores latinoamericanos, desparramados en estos últimos 40 años, o, escondidos en esos compartimientos cerrados, para ser reconocidos desde el Norte hasta el Sur del continente americano. Para que nos reencontremos, año tras año, en esos simposios,

llevados adelante por un grupo liderado por Juana Arancibia. Escribe la compiladora, Bertha Bilbao-Richter, en el estudio preliminar: "Me permití sugerir la recopilación de su reflexión teórica —ensayos, reseñas y conferencias— en un volumen que diera cuenta de su acción desplegada en tres décadas y que no eclipsa su condición de investigadora. En los trabajos que siguen, hemos de advertir cómo su obra ensayística muestra un hilo conductor que liga a la autora al mundo de las ideas”. Nada más certero: la sobreimpresión crítica sobre la reflexión teórica es una flecha que ha dado en el blanco, en la crítica sobre crítica, para darnos traducida la obra multiforme, esa variedad de temas y autores, ese abarcar total de Juana Arancibia. Un álbum de fotos ilustra este libro de paqueta edición a cargo de Mario Cozzi (Georges Zanun) en los que ha posado la Dra. Juana Arancibia, con su esposo y su madre desde la época de estudiante y ya más adelante, en California y en las mesas que ha com-

partido en los sucesivos -¡ e ininterrumpidos!- simposios con narradoras de la talla de Elena Poniatowska y Luisa Mercedes Levinson, con poetas y profesoras como María Rosa Lojo — que ofrece un retrato fiel de la autora en la contratapa- y con personalidades como Manuel Alvar López de la

Real Academia Española y Santiago Kovadloff, entre muchas otras. Exploraciones literarias de la Dra. Juana Arancibia, compiladas por Bertha Bilbao-Richter, sumado a su estudio preliminar exhaustivo, es una publicación que debe celebrarse, con su lectura y su difusión ■

Las 8 preguntas para Osvaldo Picardo

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¿De qué lugar, personaje común o circunstancia en general que ofrece Mar del Plata se apropiaría para incorporarlo como pasaje central de alguna de sus obras? -Ya lo hice. Lo hice en un libro que lleva el nombre de la ciudad y es un poema dividido en 12 partes donde voy re-

corriendo recuerdos y experiencias más o menos personales. Allí está mi abuelo, las ciudades pretenciosas del siglo XIX, la rambla, los lobos, los desaparecidos... En realidad, es otra ciudad, no es “la feliz” del turista, sino la que “insiste en aparecer” a pesar de todo, y que se lleva con uno adonde vayas. Por eso le puse de epígrafe unos versos de

Kavafis que, por supuesto, son lo mejor de todo el libro: “Por más lejos que vayas, lo más lejos que esperes, /de nuevo en la misma ciudad te veré./ Ah, si tu vida la destruiste aquí/ -en este rincón pequeño- en toda la tierra la destruiste”.


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Adelanto del libro "Cuarteto Cedrón. Tango y quimera"

"El teatro argentino encontró...” (Viene de página 1) Por eso lo que durante muchos años se vivió como una especie de limitación del teatro, que es el fenómeno minoritario, a pequeña escala, en realidad es la gran potencia del teatro, que es la reunión, el convivio, el reunirse todos juntos para producir un acontecimiento de subjetividad. Por eso si no voy al teatro me vuelvo loco, porque la verdad es que la realidad está tan feroz a nivel nacional e internacional, la televisión está tan desintegrada que si uno no va al arte, especialmente al gran arte del cuerpo presente que es el teatro, uno no sabe en qué realidad vive. Esa es un poco la función del teatro argentino actual. -¿Cuál cree es la diferencia respecto de los años dorados de las primeras décadas del siglo XX? -Son muchas las diferencias, una es la gran diversidad, tenemos en este momento teatros de Estado, teatro de alturas, teatro de nuevo circo, teatro del relato, en Buenos Aires el año pasado se estrenaron más de 700 espectáculos, hay una riqueza. Tuvimos un espectáculo comercial como "La Piaf", con Elena Roger, y hemos tenido espectáculos independientes y espectáculos oficiales. Pero también la época de oro está dada por el impacto argentino en el mundo, Florencio Sánchez, Roberto Payró fueron autores nacionales con algún impacto en latinoamérica, pero pequeño. Hoy en la Argentina tenemos un tipo como Bartís o a un Paco Giménez de Córdoba, a un Spregelburd, a un Javier Dolte, a un Kartun, a un Tato Pavlovsky que son figuras de reconocimiento mundial y de gran impacto en el mundo. Y por sobre las figuras, hay un teatro hecho con nada, que está hecho a puro cuerpo, a pura reunión, y a pura inteligencia creativa. -Es artesanal. -Sí, es bien artesanal y con una potencia que supera al teatro entre comillas no artesanal. Yo viajo mucho por Europa y Estados Unidos para ver teatro. Y me encontré con superproducciones que en Argentina no hay. En Avignon estuve en una obra que se desarrollaba adentro de una pileta de natación. Los espectadores nos teníamos que meter en el agua, con la toalla, pero no pasaba nada, había mucho dinero y poca inteligencia creativa. En Argentina hay muy poco dinero lamentablemente pero esa carencia ha generado una estimulación en las capacidades creativas. No teniendo nada sacamos de esa nada una enorme capacidad, yo lo llamaría resiliencia, ese concepto de poder construir en tiempos de adversidad. El teatro argentino es resiliente pero no solamente en tér-

Un recorrido por la trayectoria artística de este grupo musical, que colocó a la poesía en un lugar destacado de su obra. Lo escribió Antonia García Castro.

Mar del Plata y el teatro en verano, un fenómeno "digno de estudio" "Es muy importante estudiar el fenómeno de Mar del Plata, porque es un fenómeno sin igual", declaró Dubatti sobre las más de doscientas piezas de teatro que cada verano se instalan en esta ciudad en salas comerciales y en centros culturales alternativos. "Vengo todos los años, desde que era jovencito y con un inmenso placer desde hace veinte años", relata el crítico, que dice ver con similar pasión las obras de Antonio Mónaco, las de Carmen Barbieri o la nutrida programación del Colón local, entre otras. "Cuando voy a Alemania o a Francia y hablo del teatro argentino, hablo también de Mar del Plata, porque para mí es un milagro lo que pasa y lo que hace el público, esas colas impresionantes para conseguir entradas... Estamos ante una ciudad notable, que tiene un fenómeno increíble. Creo que a Mar del Plata hay que valorarla y protegerla, además es una ciudad de grandes teatros, porque tiene salas muy hermosas. Es un capital teatral, es costera, marítima, con un estallido increíble en verano. Digno de estudio", agregó ■ minos de poder hacerlo igual, sino que lo hacemos muy bien. Un ejemplo es Claudio Tolcachir con su obra "La omisión de la familia Coleman", es una obra que está en gira en todo el mundo desde hace cinco años y que se hace en una casa, son 8 ó 9 actores y no hay escenografía, no hay nada, el acontecimiento está en los cuerpos, con un gran nivel de inteligencia y de impacto. A esa obra la he visto en Francia, en Bolivia, en lugares donde nos cruzamos y siempre conmueve. Yo creo que hemos inventado un lenguaje, eso es lo grande del teatro argentino actual, ha encontrado una manera de decir y de impactar en los escenarios mundiales. -¿La política tiene mucho que aprender del teatro? -La política le ha quitado al teatro todo un espacio y el teatro ha tenido que reinventarse, es decir que los políticos hoy si no actúan no tienen carrera. El político tiene que estar componiendo personajes,

persuadiendo, tiene que utilizar las estrategias del teatro. Es interesante el concepto que usa Baudrilliard, cuando habla de la transteatralización. Frente a esta usurpación de la teatralidad por parte de todos los espacios de la vida social, el teatro tuvo que redefinirse y encontrar un nuevo camino. -¿Qué cree que le falta al teatro actual? -Al teatro le falta dinero, siempre falta lo mismo, falta plata y protección del Estado, subsidios y especialmente protección a la formación. Tendría que pasar como en México, que es un país modelo. En México lo llama la Red de Creadores Nacionales: te bancan para que vos puedas trabajar tranquilo. Creadores como Griselda Gambaro, Kartun o Antonio Mónaco tendrían que tener un apoyo absoluto para poder vivir tranquilos. Pero Argentina nunca se caracterizó por esto y ésta es una deuda pendiente, una deuda con los artistas ■

Más de veinte No hace falta mirar a Buenos Aires para comprobar que el teatro vive un buen momento. Sólo en esta ciudad coexisten más de veinte grupos de teatro independientes, que trabajan activamente en salas alternativas, centros culturales y teatros oficiales. Así lo señalaron los directores Graciela Spinelli y Pablo Mascareño, organizadores del seminario "200 años de teatro argentino" y, claro, involucrados en la movida escénica local ■

Mascareño, Spinelli y Dubatti.

"Cuarteto Cedrón. Tango y quimera", de Antonia García Castro (Corregidor), retrata la trayectoria artística de uno de los grupos de músicos argentinos más relevantes de las últimas décadas. El Cuarteto Cedrón irrumpe en la escena de Buenos Aires en 1964. Lo hace estrechamente vinculado a la cultura popular argentina, tocando tangos, milongas, valses, candombes, aportando en la conjunción de sus instrumentos (guitarra, viola, bandoneón, contrabajo), como también en la voz de su cantor, un sonido singular y una irrevocable opción por la poesía. Grupo de creadores, el Cuarteto Cedrón es también un grupo de intérpretes que desde sus inicios hasta el día de hoy ha rendido homenaje a otros músicos argentinos. Entre ellos, Osvaldo Tarantino, Eduardo Rovira, Aníbal Troilo, Horacio Salgán, Agustín Bardi, Alfredo Gobbi, Mariano Mores y otros. Obra abarcadora, entonces. Obra que contiene en cada una de sus páginas musicales la obra de muchos. A partir de esa obra, indagando en las condiciones que la hicieron posible, remontando el hilo del tiempo, este libro recorre lugares, relaciones, quehaceres, formas de pensar y de trabajar en conjunto. Ni biografía, ni ensayo. Crónica elaborada a partir de la palabra de los miembros fundadores que se nutre también de todas las huellas que el Cuarteto ha ido dejando en su camino. Notas de prensa de 1964 a nuestros días, entrevistas, testimonios de terceros, cartas, dedicatorias, fotografías, ilustraciones de tapas –y desde luego, discos– son algunos de los materiales en torno a los cuales se elabora el relato. Un extenso material que permite no sólo leer o escuchar a los músicos, sino también visualizar una época de la que el Cuarteto Cedrón es a la vez protagonista y testigo. (...) Cuarteto Cedrón: grupo de músicos que nace en la ciudad de

Buenos Aires en el año 1964. Como su nombre no indica, primero fue trío. A fines de los años 60, el grupo se convierte en cuarteto. Ese grupo estuvo compuesto por Juan Cedrón (voz y guitarra), Miguel Praino (violín en sus inicios, luego viola), César Stroscio (bandoneón), Jorge Sarraute (contrabajo). Hubo a lo largo de la trayectoria del Cuarteto Cedrón modificación de sus integrantes. Durante largos años, Carlos Carlsen reemplazó el contrabajo e introdujo el cello y el bajo eléctrico. Mucho más tarde, a fines de los 90, el Cuarteto fue quinteto, sin cambiar de nombre, por incorporación de Emilio Cedrón al violín. Paralelamente a las actividades del Cuarteto, el grupo promovió otras formaciones, entre las cuales un noneto y una orquesta de catorce músicos llamada “La Típica”, que animó los bailes del “Cabaret Sauvage” en París, a fines de los años 90. En la actualidad el grupo está compuesto por Juan Cedrón (voz y guitarra), Miguel Praino (viola), Román Cedrón (contrabajo), Miguel López (bandoneón). El Cuarteto Cedrón toca tangos. Y toca también milongas, candombes, valses, rancheras, huellas, estilos. Por lo que se puede decir que su obra reconoce un arraigo en la cultura popular argentina y a partir de ese arraigo ha hecho su propuesta, pionera en muchos aspectos. El más nombrado: Juan Cedrón que es cantor, guitarrista y compositor, musicaliza poemas que no fueron escritos para ser cantados. La discografía del grupo permite identificar por lo menos treinta y siete autores: argentinos en su gran mayoría (Julio Huasi, Francisco Urondo, Juan Gelman, Carlos de la Púa, Raúl González Tuñón, Julio Cortázar, Alberto Szpunberg, Acho y Homero Manzi, Luis Alposta, entre otros); pero no solamente argentinos (Bertolt Brecht, Dylan Thomas, César Vallejo, anónimos mayas, Pedro Atienza). Tal predilección por los poetas no puede no llamar la atención. Se ha dicho del Cuarteto Cedrón que es “la voz de los poetas”. La afirmación no parece excesiva. En la historia de la música existe una tradición del cantautor. En general, ellos les ponen música a sus propios versos. También hay músicos de prestigiosa trayectoria que han musicalizado sus versos y cantado poesías ajenas de manera ocasional. Pero músicos que hayan dedicado una vida entera a

Las 8 preguntas para Osvaldo Picardo

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¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dos personajes de ficción? -Hace poco volví a la novela del chileno José Donoso, “Lugar sin límites”, donde hay una cita inicial del “Doctor Fausto” de Marlowe. Fausto pregunta a Mefistófeles dónde

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(fotografía de autor)

do en el ambiente del tango poco tiempo después dándole sus títulos de nobleza. Pioneros también fueron los registros musicales. Además de los ya nombrados, en el repertorio del grupo hay baladas (“Balada del hombre que se calló la boca”, “Balada de los amantes de mi pueblo”, “Balada del ex traficante de diamantes”, “Balada del ahorcado por amor”, sobre poesías de Juan Gelman, música de Juan Cedrón, grabadas a principios de los años 70 y originalmente concebidas para una ópera (Las tripas generales) que finalmente no se concretó. Esas baladas, el público del Trío Cedrón las descubrió en el año 1965. Y hay cantatas (Del Gallo Cantor, 1973; Chances, 1977), cuyos textos se vincularon con el momento político que vivía la Argentina a principios y mediados de los 70. la poesía escrita por terceros es algo más inusual. En el mundo hispanoamericano, junto con el Cuarteto Cedrón, se puede nombrar a Paco Ibáñez. Y no es casual que Paco Ibáñez haya compartido con el Cuarteto Cedrón largas horas de música y de amistad. Juan Cedrón musicaliza poetas. Esto quiere decir que hace canción. Y ese dato, que pudiera parecer irrelevante, no lo es si se ubica al Cuarteto en el contexto histórico y cultural en el que surge, es decir en los años 60 tal como se vivieron en Argentina. “Fuiste el único de nuestra generación que hizo canción” le comentó una vez un amigo músico al cantor del Cuarteto. Pionera, la obra del Cuarteto Cedrón lo es también en otros aspectos. “La voz de los poetas” no sólo remite a las composiciones y al canto de Juan Cedrón sino también al hecho de que las obras discográficas del Cuarteto contienen también palabras que no se cantan: poemas recitados por sus autores (Madrugada, 1964, Cuerpo que me querés, 1966, Fábulas, 1969, todas con poesías de Juan Gelman y recitadas por él) y un reportaje a Raúl González Tuñón, que rescata la manera de hablar y de ver el mundo de un poeta nacido en Buenos Aires en 1905. En 1966, el entonces Trío Cedrón graba un disco llamado La Crencha Engrasada, en el que Héctor Alterio recita los poemas de Carlos de la Púa, acompañado por el Trío, y en el que aparece una de las primeras composiciones sobre poesías lunfardas de Juan Cedrón (“El Entrerriano”, compuesto en 1962), anterior a las grabaciones de Edmundo Rivero, que introdujeron el lunfar-

Algunas cifras: Entre 1964 y el año 2009, el Cuarteto Cedrón ha producido 36 discos. Juan Cedrón es el autor de la música de 197 temas, entre los cuales prevalecen las canciones (175). El Cuarteto ha grabado 73 temas de otra autoría. Ya sea de músicos contemporáneos (Osvaldo Tarantino, Eduardo Rovira), ya sea del género que dentro del tango se acostumbra llamar “tradicional”. Al respecto se puede señalar que siempre, y desde sus inicios, el Cuarteto ha tocado temas tradicionales y creaciones propias (también de Carlos Carlsen, César Stroscio y Miguel Praino). Un ejemplo: El primer disco (acetato) grabado por Juan Cedrón en 1963 contenía de un lado un instrumental del cual era autor, “Madrugada”, del otro “El último organito” de Homero y Acho Manzi (1949). Tratándose de consignar algunos datos claves, esta presentación no podría dejar de lado ciertos lugares. Los hay que están estrechamente vinculados a la historia del grupo y de su público. “Gotán”, primer café-concert de Buenos Aires, que abrió sus puertas en un sótano en la calle Talcahuano 360 en el año 1965. El “Bulín Mistongo”, ubicado en Humberto Primo y dirigido por Jorge Revsin, Luis Alberto Montalvo y Mario Zumbo. Luego, a principios de los 70, el “Taller de Garibaldi” (Garibaldi y Rocha, La Boca) propiedad de Juan Cedrón y de su hermano Alberto, fue también un lugar de encuentros musicales y no musicales ■

Epecuén, pueblo abandonado

Por María Luisa Riva

En el 2007 viajé con mi esposo, Lucio Eyras, a Carhué, con la inquietud de ver un paisaje único, desolador y a su vez, fotográficamente emocionante. La Villa Epecuén, que en los años 80 desplegaba una actividad turística de 25.000 personas, que iban a disfrutar de los beneficios de sus aguas termales, altamente curativas por sus sales y minerales, segunda en el mundo después del Mar Muerto (Rusia), ahora había desaparecido bajo las aguas, por una terrible inundación (1985) a consecuencia de obras hidráulicas mal realizadas. La laguna Epecuén es la última de las Encadenadas del Sudoeste, y no tiene salida al mar. Después de varios viajes, atrapada por esa belleza fantasmal, realicé una muestra fotográfica en el Balneario La Isla, de Carhué (2007), en la Universidad de Birmingham (Inglaterra, 2008), en la Alianza Francesa (2008), en el Centro Cultural Villa Victoria Ocampo, durante el Festival sobre creatividad y desarrollo económico, (Inglaterra 2008) y en el Festival de la Luz en Mar del Plata (Auditorium 2010). Actualmente las aguas siguen bajando por la falta de lluvias y todo es distinto ■

Las 8 preguntas para Osvaldo Picardo queda el infierno, y el demonio responde: “El infierno no tiene límites ni queda circunscripto a ningún lugar, porque el infierno es aquí donde estamos y aquí donde es el infierno tenemos que permanecer”... Es un pobre diablo que reconoce íntimamente su condena y la de los otros, pero en

su confesión misma encuentro a Sartre y a muchos más que nos hablan de cómo hacer de este infierno otro sueño y no una pesadilla...

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Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a un personaje, ¿cuál sería y qué haría? -No voy a negar que esa tentación se da más de una vez y es parte del juego literario, pero lo arruinarías. El espejo no puede modificarse, podés romperlo, esconderlo, etc. Sólo

cambian las caras que asoman a él y así pueden entender cómo se da lo irremediable de un destino. Esa es la magia de la que habla Aristóteles. Por eso, si me dan a elegir prefiero no ayudar a un personaje, sino acompañarlo. Me viene a la cabeza ese increíble Augusto Pérez en la novela Niebla de Unamu-

no, cuando va a Salamanca y se enfrenta a su creador y le dice: “No quiere Ud. dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, verme, oírme... serme. ¿Con que no lo quiere? Pues bien, mi Sr. creador don Miguel, también Ud. se morirá y se volverá a la nada de la que salió. ¡Dios dejará de soñarlo!”.


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APARECIÓ "DARWIN EN ARGENTINA"

Grandes libros, pequeños lectores

Otra mirada sobre el autor de "El origen de las especies"

Leer y mirar el libro álbum: ¿un género en construcción? Hanán Díaz, Fanuel (2007), Bogotá: Grupo Editorial Norma. Colección Catalejo

Por Alejandro Manrique

Por Fernanda C. Pérez Integrante de la ONG Jitanjáfora

H

anán Díaz realiza un rastreo histórico de los libros ilustrados. Analiza la función que esas imágenes tuvieron desde los comienzos y cómo se fueron modificando, tanto los tipos de ilustración y las técnicas para realizarlas como la finalidad con la cual se las incluía en los libros para niños. Esto le permite establecer relaciones con los conceptos de infancia de cada época y también inferir las construcciones sociales y culturales en torno a la lectura, los libros y la literatura. De esta manera va reconstruyendo el camino de gestación del libro álbum y observa la incidencia de otras manifestaciones estéticas en el libro como objeto cultural. Con aportes de disciplinas vinculadas con la imagen, como la pintura, la fotografía y el cine, el autor plantea y analiza las particularidades de la

modalidad de lectura que el libro álbum requiere. El desarrollo teórico se complementa con numerosos ejemplos de lectura de imagen a partir de libros ilustrados y de libros álbum y con sugerencias e indicaciones para trabajar estos materiales en talleres con niños. A partir de su experiencia como coordinador de talleres con mediadores de lectura, el autor anticipa cuestionamientos que podría plantearse el lector y ofrece respuestas concisas y prácticas para sortear los obstáculos que frecuentemente se presentan ■

UNA TENDENCIA EN AUMENTO

Crece en Europa el consumo del e-book El formato de libro electrónico, también conocido como e-book, continúa abriéndose camino como modelo de negocio de éxito para el sector editorial con un crecimiento del 211 por ciento de la ventas en la primera mitad del año y un aumento del número de títulos. Durante los últimos meses se han puesto a la venta en la librería electrónica Todoebook.com más de 1.000 títulos nuevos por mes, contribuyendo a que la oferta sea más amplia para la creciente demanda de libros electrónicos por parte de los usuarios, según Europa Press. Muchas editoriales ya han digitalizado parte de sus catálogos para posteriormente ponerlos a la venta y que sean accesibles para usuarios en todo el mundo.

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En esa misma dirección las solicitudes de conversión de títulos a formato e-book y distribución electrónica para ese mismo período ha aumentado un 229 por ciento en comparación con las solicitudes recibidas en este mismo período hace un año, según datos aportados Publidisa, la principal plataforma para la distribución de contenidos bajo demanda en formato e-book. Las cifras de ventas del pasado semestre, las solicitudes de conversión a formato e-book, y el número de nuevos títulos que cada mes se añaden a la venta en formato digital, en comparación con el mismo período del año pasado, corroboran que el 2010 está siendo el año de la consolidación del libro digital, que logra coexistir con éxito con el libro tradicional ■

En el año 2009, bicentenario del nacimiento de Charles Darwin y sesquicentenario de la aparición de su obra cumbre “El origen de las especies”, se publicaron infinidad de artículos y libros sobre el científico que revolucionaría nuestra concepción de la biología. ¿Vale la pena otro libro más sobre Darwin?, se interroga Héctor A. Palma en la introducción de “Darwin en la Argentina” (Editorial UNSAM, 2009, 80 páginas), trabajo en el que aborda vida y obra del naturalista inglés desde perspectivas un tanto desconocidas. En su viaje a bordo del Beagle, bajo el mando de Fitz Roy, Darwin transcurrió casi un año en Argentina. Con información extraída preponderantemente del “Diario de Viaje” –detallado y minucioso relato en el que Darwin narró aspectos geográficos y geológicos de diversas zonas, al igual que sobre la flora y fauna típicas-, Palma rescata las vivencias de su paso por nuestro territorio, destacando las consideraciones antropológicas, políticas y sociales, sumado a las anécdotas pintorescas que experimentó en tierra local. Entre esas cuestiones, podemos mencionar: su fugaz encuentro con Juan Manuel de Rosas y su ejército de gauchos; observaciones de las costumbres y mentalidad de la población criolla; opiniones y perspectivas sobre el futuro político de la zona; sus dos desembarcos en Malvinas luego de la ocupación inglesa de 1833; las descripciones de los indios fueguinos y en particular el emotivo relato de la repatriación de tres de ellos que habían sido llevados a Inglaterra por Fitz Roy en su primer viaje; la relación con Francisco Muñiz acerca de la vaca ñata y sus comentarios sobre el mate. El doctor Palma es profesor de filosofía en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y actual Vicedecano de la Escuela de Humanidades de esa casa de altos estudios. Es investigador en el Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Técnica “José Babini”, en temas de filosofía e historia de la biología, orientados especial-

mente a la historia del evolucionismo darwiniano. En 2009 coordinó las “Jornadas Darwin”, evento académico que se llevó a cabo en la UNSAM con participación de expertos del extranjero y que expuso como eje central la comprensión y el debate de la obra de Darwin en la historia de la humanidad. Autor de numerosos artículos en publicaciones especializadas nacionales y extranjeras, entre su nutrida producción de libros se cuentan: “Filosofía de las ciencias. Temas y problemas” (2008), “Gobernar es seleccionar. Historia y reflexiones sobre el mejoramiento genético en seres humanos” (2005), “Metáforas en la evolución de la ciencia” (2004) e “Imágenes de la Racionalidad Científica” (con Eduardo Wolovelsky, 2001). La teoría del origen y evolución del hombre de Darwin marcó en

forma definitiva a la biología hasta la actualidad, con repercusiones en otras áreas de la ciencia y la cultura. Causó una revolución antropológica, que debate el problema de la diversidad y origen de la especie humana. Es interesante la reflexión de Palma en el epílogo de “Darwin en la Argentina”, donde plantea las convicciones de Darwin sobre la inferioridad de algunos seres humanos. O la posibilidad que de la teoría darwiniana derive la eugenesia o el mal llamado “darwinismo social”, en las manifestaciones políticas o sociológicas típicas de la Inglaterra Victoriana. Sin buscar una excusa oportunista, Palma nos propone una mirada inteligente sobre Darwin, con amenas disquisiciones sobre su estancia en Argentina, comentarios y conclusiones, en un texto por demás consistente y relevante ■

Concurso de literatura infantil y juvenil El 29 de octubre vence el plazo para participar del Premio Sigmar de Literatura Infantil y Juvenil 2011, que está destinado a los escritores de entre 7 y 13 años. Los interesados podrán enviar novelas y antologías de cuentos. Los ganadores se darán a conocer públicamente durante la 37ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en abril de 2011. En esta oportunidad, el jurado se encontrará conformado por la profesora y escritora Norma Huidobro, la profesora y especialis-

ta en literatura infantil Alicia Salvi y la escritora Silvia Schujer. Se otorgará un primer premio de $15.000 (pesos quince mil) y un segundo premio de $7.500 (pesos siete mil quinientos). El Premio Sigmar constituye el premio de mayor dotación otorgado por una editorial argentina independiente a la creación de autores de todo el país de Literatura Infantil y Juvenil. Para mayor información escribir a: premiosigmar@sigmar.com.ar o comunicarse al 011- 4381-2241 ■

Las 8 preguntas para Osvaldo Picardo

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¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuál o cuáles? -No. No he robado nunca un libro. Alguna vez no he de-

vuelto algún libro que me prestaron. Fue en la Facultad cuando estudiábamos con algunos compañeros para rendir una materia. También ellos se quedaron con algunos de mis

libros. De ese modo cuando abro el viejísimo ejemplar de Canciones de Juan del Encina puedo volver a encontrar la letra de mis amigos y, seguramente, ellos la mía.


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ENCUENTRO DE GESTORES CULTURALES 2010

Para reivindicar y dignificar la vida artística y cultural de los pueblos El concepto de gestor cultural circula con fluidez en los últimos años. Un encuentro realizado recientemente en Mar del Plata reflexionó sobre este rol social y su vinculación con la cultura. Por Claudia Ruibal (*)

El Encuentro de Gestores Culturales 2010, organizado por "Almagesto, mediando cultura" y, de la mano de Gabriela Costaguta, Rosario Baigorri, Florencia Scheggia y Florencia Parodi Cánevas, se desarrolló en el marco de un éxito palpable no solo por la calidad de las ponencias sino por la afluencia de público. Quienes pertenecen al mundo académico saben que toda disciplina lucha por encontrar un marco epistémico que le permita establecer límites precisos y necesarios. Dicho encuentro no prescindió de tal rutina; por el contrario, pudimos observar una nutrida variedad de enunciados intentando definir qué se entiende por gestión cultural. Las definiciones fueron variadas y, las posturas, por momentos, casi antagónicas. Pero el epicentro del debate latió con una intensidad que no había percibido nunca en un evento de tales características. El repertorio de las ponencias marcaron la diferencia. Entre ellas se destacó la presencia de Isabel Salinas, Licenciada en Gestión y Producción Teatral. La misma se explayó sobre el proyecto “Viendo teatro se aprende”. Además contamos con la presencia

de Ana María Monte del Centro Cultural Recoleta, quién demostró cómo a través de una gestión inteligente se puede acercar el arte y la cultura al público. También nos visitaron Miriam Woites en representación de “Guardia Tanguera” de la ciudad de La Plata, quien nos deleitó con su pasión por el tango; Claudia Michelena de Luis Beltrán con su experiencia de “Arte a cielo abierto”, Pablo Mascareño comentando el trabajo de “Acerca del club de los abuelos narradores de Mar del Plata y la multiplicidad inclusiva”, Patricia Traverso contando su experiencia por los barrios de nuestra ciudad a través de su gestión en “La telaraña cultural” y, además “Mis ojos, mi voz, mi barrio” de la mano de Candela Fernández Mignane (ponencia exclusivamente emotiva) de la ciudad vecina de Balcarce. Del exterior se destacó la visita de Rafael Morales Astola, Presidente de la Federación Estatal de Asociaciones de Gestores Culturales de España. Roberto Guerra Veas, Director de la Escuela de Gestores y Animadores Culturales de Chile. José Luis Mariscal Investigador de la Universidad de Guadalajara

en México. Guillermo Alejandro D´abbraccio Krentzer, Vice Decano de la Facultad de Administración de la Universidad Nacional de Colombia. Y entre otros se hicieron presentes Gabriela Laura Yocco del Instituto de Formación Docente Luis Beltrán. Néstor Gargiulo presentando la “Jornada Taller en la Escuela Agropecuaria Nicanor Ezeyza”, Laura Patiño Vargas de

Colombia, con “Prácticas Artísticas como Transformación y Desarrollo Sociocultural”, Gabriela Arreta, “ Turismo Cultural y Desarrollo Local”, Felipa María de Abajo con “La Gestión Independiente como Herramienta de Participación”, Roxana Doglio con su compañía de Danza “El Portón” y, Elsa Ñanco con el grupo de Ceramistas “Algo Koleken Amankik” de la Pro-

■ Lecturas

vincia de Río Negro. Y para cerrar a destacar dos conferencias por demás interesantes; la de Marcelo Díaz “En Ingeniero White hay Cientos de Museos Ferroviarios” y, “Hegemonía y Contrahegemonía . La cultura en la construcción del cambio social” de Álvaro Álvarez. El encuentro dio cuenta de la capacidad incomparable del hombre cuando se manifiesta con plenitud en su pulsión vital. Se podría decir que el entusiasmo y el amor fueron el motor de una serie de ponencias y vivencias que deslumbraron a los receptores. En reiterados momentos el numeroso auditórium quedó asombrado por los relatos de los disertantes. Sería imposible recuperar todo lo dicho y visto allí, pero sobresalió a modo de síntesis lo siguiente: el objetivo del gestor cultural es reivindicar y dignificar la vida artística y cultural de los pueblos de la manera que estos actores lo vienen haciendo ■ (*) Docente y presentadora de las ponencias que se desarrollan en el Encuentro de Gestores Culturales 2010.

Fuente: Cámara de Libreros del Sudeste de la provincia de Buenos Aires.

Los libros más vendidos de la semana FICCION 1 "NO HAY SILENCIO QUE NO TERMINE” Ingrid Betancourt. 2 "BLANCO NOCTURNO” Ricardo Piglia. 3 "LA VENGANZA DE LOS PATRIOTAS” Miguel Bonasso.

Aguilar. $91. Anagrama. $59. Planeta. $69.

NO FICCION 1 "NADIE ACABARÁ CON LOS LIBROS” Umberto Eco y Jean Claude Carrière. 2 "GEOGRAFÍAS ARGENTINAS” Martín Jáuregui. 3 "SIETE FUEGOS. MI COCINA ARGENTINA” Francis Mallmann.

Lumen. $59. Planeta. $79 Vergara y Riba. $139.

RECOMENDADOS 1 "NUEVAS HISTORIAS NEGRAS DEL FÚTBOL ARGENTINO” Alejandro Fabbri. 2 "QUE ASÍ SEA” Fernando Del Río. 3 "UNIVERSO SIN DIOSES” Alberto De la Torre.

Capital Intelectual. $48. Ediciones B. $54. Eudem. $45.

Un libro sobre el psicoanálisis vincular y la nuevas terapias "Psicoanálisis vincular. Curarse con otros" es el libro de los especialistas Carlos Pachuk y Adriana Zadunaisky, quienes proponen recorrer vías aún inexploradas para aliviar el sufrimiento, a través de la aceptación de la importancia de los otros, los vínculos y el contexto. Porque nadie se cura aislado, dicen los autores de esta nueva publicación. Ambos médicos, ponen en escena la otredad y los vínculos. Mediante esa actividad vincular y social, el sujeto y los otros logran ser, alternativamente, borde o centro de ese mismo escenario. Como parte de este universo, "Psicoanálisis vincular. Curarse con otros" también introduce la herramienta de la psicoterapia on line. Pachuk es médico y psicoanalista

vincular desde 1976, pionero en Argentina de la innovadora terapia virtual, técnica grupal que se desarrolla mediante chat y webcam. Es presidente de la Federación Argentina de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares (Fapcv). Además, es profesor titular de las materias Teoría y Técnica de Grupos en la Facultad de de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) y Adopción y Fertilidad Asistida de la Maestría de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA). Zadunaisky, por su parte, es psicóloga egresada de la Universidad de Buenos Aires y de la UCES. Es también psicóloga social (Primera Escuela de Psicología Social, 1982) y psicoanalista, especialista en abordajes vinculares ■

Recomendados:

Fragmento de “No hay silencio que no termine”, de Ingrid Betancourt (Aguilar) Había tomado la decisión de escaparme. Era mi cuarto intento de fuga, pero después del último las condiciones de nuestro cautiverio se habían vuelto aún más terribles. Nos habían metido en una jaula construida con tablas y un techo de zinc. Faltaba poco para el verano. Llevábamos más de un mes sin aguaceros en la noche. Y un aguacero nos era absolutamente indispensable. Noté que una de las ta-

blas en una esquina de nuestro cuartucho empezaba a podrirse. Empujando la tabla con el pie logré rajarla lo suficiente para crear una abertura. Así lo hice una tarde, después del almuerzo, mientras el guerrillero de guardia cabeceaba, medio dormido, de pie, apoyado al fusil. El ruido lo asustó. Se acercó, nervioso, y le dio la vuelta entera a la jaula, despacio, como una fiera. Yo lo seguía, espiándolo por

entre las rendijas de las tablas, conteniendo el aliento. Él no podía verme. Dos veces se detuvo, incluso pegó el ojo a un hueco y nuestras miradas se cruzaron por un segundo. El hombre saltó hacia atrás, espantado. Luego, como para recobrar su compostura, se plantó frente a la entrada de la jaula. Esa era su revancha: no quitarme los ojos más de encima ■

Las 8 preguntas para Osvaldo Picardo

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Un extraño hongo se esparce por su biblioteca y consume de manera irrefrenable los libros. Solo dispone de unos segundos para actuar y salvar a tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo es arrojar a la voracidad del hongo a otros tres libros. ¿Cuáles serían los sacrificados y cuáles los salvados?

-No sé si es tan extraño. En mi casa han aparecido y me preocupan. Tal vez sea la hora de la quema de libros del Quijote. En fin, empezaría por tirarle los manuales de Lengua y Literatura que todos los años me dejan las editoriales, seguiría por abandonar los malos poemas de un tal Picardo y quizás también, las novelas preformateadas tipo Claudia Piñei-

ro. Salvaría como Robinson Crusoe la Biblia donde están reunidas todas las tragedias y comedias de la humanidad; seguiría, con la edición de Aguilar que reúne a Virgilio y Horacio en un tomito y quizás, por cariño y devoción, con los poemas de Giannuzzi.


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edro iba sentado, tenso, en el asiento trasero del auto. Intentó volver su cabeza para mirar - podría ser la última vez - su campo, el monte plantado por él, y la casa. Se impuso no hacerlo. Tampoco miró cuando pasó frente a la comisaría, nunca había entrado; por la escuela, donde aprendieron sus muchachos; y por el Almacén de Ramos Generales, que juntaba muchas libretas siempre pagadas. Sólo vio como escapando las pocas casas del poblado. Llevaba la vista fija en el vidrio delantero, lejos, tanto que no veía. El sol era radiante, pero parecía todo brumoso, casi un destino ciego. Veía a su hija, sentada junto al conductor, en un perfil muy nítido. Descubrió que la imagen era nueva, aquella muchachita tímida, siempre dispuesta a esconderse era ahora era una señora resuelta, firme, que mostraba en su rostro el signo del tiempo corrido. El conductor, esposo de su hija, aferrado al volante, sólo le mostraba plena su cabeza, la calvicie llegaba hasta la nuca, un cordón de cabellos blancos se instalaban para recortar aquellos que bajaban a cada lado, sobre las orejas.¿ Dónde se perdió su negra cabellera?. A los dos los veía con frecuencia, visitas que eran tomadas como escapadas de la ajetreada ciudad donde vivían juntos a sus hijos, los nietos de Pedro, con quienes ahora convivirían a diario. Muerta su mujer, le costaba llegar hasta el cementerio en la cabeza del partido, tenía que pedir ayuda a algún voluntario para recorrer en auto los treinta y tantos kilómetros que lo separaban de su casa. Alguna vez pensó animarse a montar un caballo y recorrerlos, pero sus setenta y ocho años lo frenaban. De aquel lugar muy poco lo retenía, tan sólo el recuerdo de su casamiento con la finada, la primera casa, pieza y cocina, y muchas, muchas horas de trabajo duro para sostener la familia, con alguna holgura, es verdad. La llegada de los hijos, dos, un varón y la mujer que ahora lo acompañaba. Los dos no renegaron del campo, pero los atrapó el estudio (así lo había querido la madre ) y terminaron alejados. Ahora la conclusión era terminante, no podía quedar solo, y lo llevaban para que viviera en la ciudad, en casa de su hija. No había preguntado cómo se arreglarían para encontrarle un lugar donde dormir; prefería que fuera un espacio solo para él, no quería molestar. El auto ya entraba por las calles de la orilla de la ciudad, las casas se abigarraban, el tránsito se hacía intenso, endiablado y lo sacudía en cada momento la posibilidad de un encontronazo catastrófico. —¿Vos no conocés el departamento nuevo? — preguntó la hija —No, íbamos a venir, pero pasó lo que pasó, y la visita no se hizo. “Lo que pasó” era la muerte de su mujer. Comenzaban las incógnitas, y algo se sumó a su preocupación. La hija le había dicho “vos”, se preguntó: ¿siempre lo hacía?, creyó recordar que se dirigía a él diciendo, usted papá. Aceptó que así serían las cosas en adelante, pero una pizca de disgusto se sumaba. Luego de vueltas, de cruzar y sobrepasar autos y más autos y pesados colectivos y camiones, llegaron a destino. El yerno apretó el llavero electrónico que tenía en sus manos y el portón de la cochera comenzó a elevarse. —¿Todas las puertas se abrirían así? — se preguntó Pedro, siempre dentro del auto. Finalmente descendieron todos dentro del guardacoches. Él bajó lo poco que traía y siguió detrás de su hija, que se sumergió apresurada en el ascensor. — Apurate que las puertas cierran rápidas. El hombre repitió para sí mentalmente, “cierran rápidas”. Tenía que ir aprendiendo como moverse en aquel mundo nuevo. El brumoso fondo del camino no se disipaba, las complicaciones seguían. Su destino ciego estaba allí. Llegaron al sexto piso, allí vivía el matrimo-

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Destino ciego por Luis N. Fabrizio

Anabel Iannone es la autora de la ilustración. Es alumna de la Escuela de Artes Visuales Martín Malharro de Mar del Plata.

nio con sus hijos, en el departamento B, y ese sería a partir de que cruzara la puerta, su domicilio. Confundido, casi deslumbrado, entró con pasos inseguros, llegó hasta el amplio ventanal que daba a la calle. Ya oscurecía, quiso ver el cielo y no estaba a su alcance, lo tapaban otros edificios tan altos como donde estaba él. Su hija acomodó paquetes que traía, y lo llamó, camino hasta la cocina, llegó hasta una puerta. Al abrir se encontró parado en un patio de pequeñas dimensiones, se abrió una puerta, y exclamó: —Este es tu dormitorio, aquí tenés el baño, para bañarte podés hacerlo en el nuestro.¿Está bien? Pedro calló, qué podía decir, claro que la habitación era pequeña, para una cama y un pequeño ropero, el baño estaba saliendo al patio, pero él nada podía cambiar, debía aceptar, callado, "para no estar solo", como le decían. Hizo esfuerzo para encontrar el cielo, las estrellas, pero las paredes no le dejaron ver nada. — Vení, vení — volvieron al comedor, sillones, mesas, sillas un televisor tamaño mayor— quiero mostrarte nuestro dormitorio y los de los chicos. Camas y muebles raros para él, pero aceptó que no estaban mal, y todo era de calidad, para su escaso entendimiento sobre ese tema. Volvieron al comedor, su yerno buscó una botella de un licor muy rubio, le ofreció — Es wisky, Don Pedro, algo fuerte, pruebe. — No muchacho, un vino, sin pretensiones, un vaso solamente. Su hija comenzó haciendo movimientos en la cocina, advirtió que faltaban “los chicos”, Hacía mucho que no los veía. Cuando el velatorio de su mujer no fueron porque tenían exámenes, no recordaba la última vez que los había visto. El varón, cuando era un chiquilín pasaba semanas en la chacra, y él estaba seguro de

que la pasaba bien. Ahora sería ya un mozo entrando en hombre. Y la muchachita quién sabe cómo estaría. —¿Tenés hambre? Ya pedimos la comida, unos minutos más y cenamos. Hoy empanadas, de noche cenamos generalmente bien, porque a mediodía casi nunca estamos. Los fines de semana sí. La información corría a cargo de la dueña de casa, como cumpliendo con la necesidad de imponer al nuevo habitante las costumbres de la familia. —A propósito — continuó — nosotros nos vamos temprano, cada uno a su trabajo, vos podés dormir tranquilo, nada te apura, te levantás cuando tengas ganas. Aquí cerca, a una cuadra tenés un plaza muy linda, es una manera de estar junto a los árboles que te gustan y tomar sol. Te recomiendo cuidado, hay que cruzar una calle con mucho tránsito. Convendría que te corrieras una cuadra más, tiene un semáforo para cruzar seguro. Pedro escuchaba impávido tantas recomendaciones, tan sólo para caminar una cuadra. Llegó la comida, alguien la había traído y Amalia- su hija- . fue hasta la entrada a recibirla. Él comió. Tres empanadas. No estaban mal, pero nada que ver con las de su mujer - se dijo - y ahora sí tomó su vino. Su yerno sentado frente al televisor, quedó absorbido por las imágenes y la mujer comenzó a revisar una cantidad de hojas sueltas, pruebas de sus alumnos, trabajo de profesora. Se fijó en la hora que marcaba un reloj y consideró que no estaba lejos de la que tenía por costumbre acostarse. Tímido preguntó — ¿Me puedo acostar? — Sí, vos hacé tu voluntad. Te levantás cuando se te antoje y te acostás cuando te venga en ganas. Estás en tu casa Permanecía todavía como aturdido, le decían que estaba en su casa, pero no era su casa,

se obligaba a solicitar la autorización para cumplir cada una de las cosas que pretendía hacer, por educación y porque nada era suyo, “estoy de prestado” pensó. Se acostó, tenía buena luz, el baño era pequeño, pero cómodo. Repasando ese día y los últimos días, finalmente se durmió. Por una pequeña ventana entraba la claridad exterior, de la primera mañana en la ciudad. Se levantó, lavó sus manos, su cara, y ya en la cocina buscó una silla donde sentarse. Estaba solo. Buscó el reloj que le diera la hora. Eran las seis. Ningún movimiento en la casa, nada que se viera dispuesto para unos mates. A la hora justa aparecieron de a uno, su hija, la primera, después el marido y luego la hermosa señorita que era su nieta, que no la habría reconocido jamás y más tarde el muchacho. Los dos fueron cariñosos. Pocas palabras Apurado cada uno se marchó. — Ahora viene la muchacha — le decía su hija mientras trataba de cerrar la puerta. — Tengo que hacerte una llave para vos. Cuando venga, decíle que limpie bien las dependencias de servicio, señalando su cuarto. Hasta luego—. Volvió a estar solo, le habían dicho “no podés estar solo”, tenés que venir con nosotros al pueblo, pero parecía que ese era su destino, aquí también, “iba a estar solo”. Le resultó curioso eso de la “dependencia de servicio”. Cuando llegó la muchacha que atendía los quehaceres de la casa, tímidamente saludó. El aspecto de la mujer le ofreció confianza. Su rostro era el de tantas que había conocido en los años en el campo, típicamente criolla. Tez oscura, la vio huesuda, piernas arqueadas, y la cara con toque livianos de pintura. Ella sabia que estaría. — ¿Aquí no hay mate? — No, aquí no toman. ¿A usted le gusta? A mí también, yo lo acompaño. — Pero hay que buscar calabaza, yerba, sin azúcar, amargo nomás. — Y lo buscamos. Bueno… hoy no puede ser, hay que ir al súper, no está cerca, me llevará tiempo. Mañana se lo traigo del almacén de mi barrio ¿Yerba del súper? Qué complicado y nada más que para unos mates. Sería el primer día en mucho, pero mucho tiempo, que empezaba el día sin un mate. La música estridente de una radio le sacudió la tranquilidad. Aceptó que así sería, porque la dueña de casa se lo permitía. El ruido transitaba orondo por todos los espacios del departamento, seguro de que los vecinos también los oían. Y volvió a su resignación: Y será así nomás. Quería ver el sol, el cielo, y sin muchas explicaciones anunció que salía un momento. Miró con recelo el ascensor, sabía que se llamaba apretando el botón, pero estar alerta porque "las puertas cierran rápidas" Ya en la vereda, recordó las recomendaciones, el tráfico. La verdad que en esa cuadra la cosa no era tan terrible, pero cuando dobló la esquina, la nueva calle parecía contener todos los autos de la ciudad. Se propuso rodear la manzana, por la calle enloquecida llegó a una avenida. Allí el frenesí se multiplicaba por dos, llegó a la otra calle y la locura seguía, el ruido y la velocidad lo aturdían, no se atrevió mirar hacia el cielo, y tuvo que asegurarse de que había sol mirando la sombra en el suelo. Nuevamente en la calle de su departamento, pasando la esquina apretado entre dos altos edificios, quedaba un viejo chalet, muy cuidado, con altas ventanas que permitían la vista de una sala amplia. Miró a señoras viejitas como su Carmela, sentadas, quietas, calladas como mirando sin ver, que llenaban el espacio. Había algunos hombres ancianos como él. Sobre la pared un letrero pintado con la cara de una señora alegre decía LA CASA DE LOS ABUELOS. Y será así, se dijo, una “dependencia de servicio grande”. Entró a su edificio y enfiló para el ascensor, cauteloso, atento a las puertas que “cierran rápidas” ■

Las 8 preguntas para Osvaldo Picardo

8

Se le concede la extraordinaria excepción de hacerle una única pregunta a uno de sus tantos escritores

predilectos. ¿Qué le preguntaría? -A Abel Posse, a quien supe admirar como escritor, le pre-

guntaría ¿por qué?


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