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■ MAR DEL PLATA ■ DOMINGO 4 DE JULIO DE 2010

IDA Y VUELTA: cultura@lacapitalmdq.com.ar

ADELANTO EXCLUSIVO DEL LIBRO QUE RASTREA LOS DIAS DEL POETA EN EL RIO DE LA PLATA

Aquel verano en el que Vinicius fue marplatense Editado por Sudamericana, el libro “Nuestro Vinicius” (de reciente aparición) dedica un capítulo al verano de 1971, cuando el músico y poeta brasileño se presentaba todas las noches en el café concert La Fusa, ubicado en Playa Grande. La excentricidad del artista, que componía en el baño, las presencias de Toquinho, Maria Bethánia, Chico Buarque, Horacio Molina, Maria Creuza y Maysa Matarazzo, la convivencia, los egos y el “Plan Macumba” de aquel verano. Una crónica atrapante escrito por la periodista Liana Wenner. POR LIANA WENNER (*)

Operación “Verano Caliente”

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uando Silvina Muñiz decidió abrir La Fusa en Mar del Plata muchos se preguntaron por qué no en Punta del Este. Después de todo, hacía por lo menos tres décadas que La Feliz venía perdiendo paulatinamente el glamour de la Belle Époque, en la medida en que los grandes sindicatos comenzaban a construir hoteles para obreros y empleados y las villas de la oligarquía agroganadera fueron aplastadas por los edificios de propiedad horizontal. En el balneario uruguayo ningún teatro ni café concert hacía temporada por temor a algún atentado de la organización guerrillera tupamaros, que en enero de 1971 había secuestrado al embajador británico en Uruguay. Todas las rutas del país eran peinadas con minuciosidad por un inmenso rastrillo en busca del diplomático. La situación no era precisamente la más apta para deitar e rolar. En diciembre de 1970, con una nota encontrada por un chico en el bar Anón de Montevideo, comenzaba la operación “Verano Caliente”. Aquella nota decía: “Deben ver todos los lagartos que la cosa viene en serio y debemos dejar la costa de la playa con la arena sola”. Firmaba el comunicado MLN-Tupamaros. Aquel hallazgo desató una

psicosis a gran escala entre los “lagartos” argentinos que veraneaban en el Este. La revista Primera Plana del 29 de diciembre de 1970 escribió al respecto: “La organización tupamara llegó a extremos de una delicadeza asombrosa: cada argentino, habitué o no, recibió sendas cartas expreso en las que con las mejores maneras se daban por enterados del alquiler y discretamente recomendaban no insistir, apelando a la salud física de los familiares […] El horno no estaba para bollos o, dicho de otra manera, Punta del Este no estaba para La Fusa. Una vez más Silvina Muñiz puso a prueba su talento, su creatividad y sus agallas de gran jugadora que, en una mano mala, es capaz de redoblar la apuesta. Por suerte quedaba la costa argentina. Mejor aún, por suerte estaba Playa Grande, la zona paqueta de Mar del Plata. En aquel verano, Silvina saltó al vacío. En la aventura estuvieron también sus cinco hijos y Coco, que con su temperamento tranquilo hacía de contrapeso a la temeridad de su mujer. En el primer piso de un chalet de dos plantas, que en épocas con más encanto supo ser la casa veraniega de los Zuberbühler, en la esquina de Aristóbulo del Valle y Rodríguez Peña, abrió La Fusa Café Concert. Comenzaba 1971. En Mar del Plata hacía frío, llovía casi todos los días y quedaban pocos turistas. La temporada había empezado mal para el comercio y el espectácu-

Vinicius de Moraes en Mar del Plata. A la noche cantaba en La Fusa y se hospedaba en una casona ubicada sobre la calle Alem.

lo, por eso locales nocturnos como Michelangelo cerraron sus puertas. La farándula iba a la boîte Tako’s y a la lujosa Enterprise, con forma de “plato volador”. Ethel Rojo hacía revista en el centro. Lejos de la Bristol, los complejos sindicales, el hotel Hermitage y el Provincial, la noche tenía otros protagonistas. La apuesta de Silvina Muñiz fue muy fuerte: la temporada de La Fusa tendría como figuras centrales al joven guitarrista Toquinho y al poeta, abogado y ex diplomático brasileño Vinicius de Moraes. A esta fórmula básica se le sumarían cuatro compañeros

circunstanciales: Maria Bethânia para la primera quincena de enero, Chico Buarque de Hollanda para la segunda, Horacio Molina para la primera quincena de febrero y Maria Creuza para cerrar el verano. La Fusa de Mar del Plata fue uno de los pocos cafés concert que hubo en la zona de Playa Grande. En la planta baja de la ex residencia de verano de los Zuberbühler funcionaba el exclusivo restaurante Villa d’Este, que marchaba bajo la batuta del ex jefe de cocina del Club Americano. Ningún detalle fue dejado al azar.

Las 8 preguntas para Sergio Sinay (*)

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¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer? -Me molestan las incongruencias como, por ejemplo, nombres de personajes que cambian porque el autor se distrajo, cifras que no tienen lógica, descripciones de países o ciudades hechas sin conocimiento del

lugar e imaginándolo a piacere (como una Buenos Aires con palmeras que encontré hace muchos años en Proteo, una novela de Morris West). En El poder del perro, una excelente y poderosa novela negra que estoy leyendo, en una misma página el autor dice que El Salvador tiene 3 millones de habitantes y luego que tiene 5. Una lástima en un libro de veras bien narrado.

(*) Sergio Sinay nació en Buenos Aires el 10 de agosto de 1947. Vivió su infancia y adolescencia en La Banda (Santiago del Estero). Es autor de los libros “La sociedad que no quiere crecer”, “Conectados al vacío”, “La sociedad de los hijos huérfanos”, “Elogio de la responsabilidad”, “Ser padre es cosa de hombres” y “Cuentos machos”. Se formó en psicología gestáltica, psicología transpersonal y autoasistencia psicológica, también es periodista.

Para la decoración de las paredes, Silvina Muñiz llevó al artista plástico Juan Gatti. (...) Gatti pintó murales con formas envolventes de color rojo en todas las paredes del café concert. Pero la apuesta de la Muñiz fue más lejos. En la segunda quincena de enero abrió, en la zona marplatense de Constitución, la boite La Fusa. Allí cantó, por primera y única vez en el balneario, Maysa Matarazzo, una de las divas de la canción latinoamericana de los cincuenta y sesenta. (Continúa en págs. 4 y 5)


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LOS DEBATES DE LAS MUJERES EN 1910

La entrevista POR SEBASTIÁN CHILANO (sebastianchilano.blogspot.com)

Las luces lo intimidaron, se sintió mareado y hasta las náuseas tentaron sus papilas gustativas con el alivio del vómito, pero mantuvo su cara serena. No así su frente por la que corrían ligeras pero perceptibles gotas de sudor. Lo maquillaron, le arreglaron el traje, le empolvaron la cara y le recomendaron que hiciera unos ejercicios de fonética para poder modular mejor ante la cámara encendida. Sólo unos pocos pudieron ver al Diablo luchando con su mala entonación y ensayando unos cómicos “qui que” mientras respiraba contrariado por la nariz. No habló con el periodista en la espera de esa señal que los dejaría en el aire. No le gustaba aquel hombre pero había acudido por expreso pedido del presidente; era su primera aparición pública desde su juramento como ministro. –Estamos en el aire en tres, dos, uno… –Muy buenas noches, señor ministro. ¿Cómo se siente de estar aquí? –Un poco intimidado. –¿Usted? No sea cínico, señor ministro. –No lo soy, siento que hablando con usted estoy en casa, es decir, hablando frente al espejo. –Corten, carajo, corten. El ministro se sorprendió. Su interlocutor le devolvió una mirada furiosa, llena de odio y recelo. –Pensé que estábamos en vivo –, dijo el Diablo. –Mire, señor ministro –dijo el periodista–, no estamos en vivo. El programa sale con cinco minutos de retraso. Cinco minutos es algo que nos permite... cómo decirle, manejar el tiempo, cosa que usted no puede y la televisión sí. Es una medida preventiva que usamos con ciertos invitados impredecibles, como usted. Es decir, no sabemos cómo va a reaccionar, si va a contestar o no de acuerdo a lo que le ha indicado la producción. Y cuando vemos que piensan salirse del libreto, como en este caso, tengo cinco minutos para convencerlos, sino el reportaje se cancela… y créame cuando le aseguro que no es conveniente para su gestión que tras estos escasos días de ejercerla ya se gane un enemigo tan influyente como yo. Me importa un carajo quién es usted. En la pantalla nadie es más grande que yo. Nadie. Por mi programa han pasado militares, genocidas, revolucionarios, curas, presidentes, vedettes, futbolistas, asesinos, violadores, escritores, embajadores, representantes del fondo internacional, de lo que se le ocurra y, como sabe, en estos treinta años no hubo uno que supiera dejarme mal parado. Y el que lo hizo… no importa… si quiere le menciono dos o tres nombres notorios para que sepa cómo terminaron: uno preso, otro declarado brujo e insano, y de cierta mujer mejor no hablar –el periodista hizo una pausa para estudiar la expresión del Diablo y, satisfecho, sonrió–. Señor ministro, de usted es la elección, puede empezar su mandato conmigo de su lado, o en su contra. Yo en su lugar sabría que ciertas batallas no se pueden ganar. Usted elige. Una maquilladora entró e hizo desaparecer las gotas de sudor en la frente del Diablo. El periodista no necesitó ningún arreglo. –Vamos con otra prueba –dijo el periodista. –En vivo en tres dos uno… –Esta noche tenemos un invitado poco usual: el Diablo. ¿Cómo se siente de estar aquí? –Muy bien gracias, es para mí un honor que me haya invitado a su programa. (Continúa la próxima semana)

“El del voto fue un tema más en el primer Congreso Feminista” A propósito del recientemente organizado II Congreso Feminista Internacional de la República Argentina, Mirtha Henoult, del comité organizador, y Graciela Tejero Coni, directora del Museo de la Mujer, recordaron las circunstancias del primer Congreso Feminista que se realizó en 1910, durante los festejos del Centenario y que reunió a 149 mujeres. POR JUAN CARLOS LICASTRO (*)

l Congreso de 1910 justamente se hi“E zo por el Centenario, porque todo el país estuvo muy activo conmemorando el hecho del la libertad argentina -arrancó Mirtha Henoult, integrante del comité organizador del Segundo Congreso Feminista, que se realizó en mayo pasado en la ciudad de Buenos Aires-. Entonces, las mujeres como participaban activamente en cuestiones políticas, aunque todavía no tenían el voto, quisieron hacer su congreso y lo hicieron. Y se integraron varias organizaciones”. Y Graciela Tejero Coni, directora del Museo de la Mujer, agregó que “en 1908 fue Julieta Lanteri quien tuvo la iniciativa, ella lleva la propuesta a la Asociación de Mujeres Universitarias que recién se organizaba. Hay que pensar que las mujeres universitarias venían recibiéndose desde 1901, Ernestina López había sido egresada como médica, también Cecilia Grierson. Eran pocas y habían formado ésta asociación de académicas. La organización que soporta el congreso es la Asociación de Mujeres Universitarias, pero se suma a la realización una cantidad enorme de agrupaciones, como la Asociación de Protección a los Pueblos Indígenas y otra sobre la trata de blancas”. -¿Se debate sobre el sufragio en ese primer congreso de 1910? Tejero Coni: -En el Congreso que organizan las universitarias, el tema del voto es un tema más, no es el tema principal del congreso. Elvira Rawson de Dellepiane plantea una cantidad de reformas al Código Civil acerca del tema del sufragio. La mujer, pese a estas excepciones, no ingresaba a la universidad. Carolina Mutillo, que es otra participante del congreso que representaba al Partido Socialista, plantea un trabajo sobre el divorcio. Julieta Lanteri realiza un trabajo sobre la prostitución denunciando la complicidad de los gobiernos, en una época donde los prostíbulos estaban sostenidos por el aparato del Estado y los poderes. Generan debates políticos de mucho interés. -¿Bajo ese contexto quiénes participaron y quiénes no? Tejero Coni: -Las anarquistas deciden no participar precisamente porque uno de los temas que está planteado es el sufragio; la participación institucional de relación con el Estado es lo que las anarquistas rechazan. Lo intere-

Graciela Tejero Coni.

sante de esto es que se hace un Centenario con estado de sitio, con ley de residencia, con huelga. -¿Dónde se realizó el Congreso? Tejero Coni: -El Congreso se hizo en la calle Cuyo, (hoy Sarmiento, Buenos Aires) donde funcionaba la sede de Operari Italiani, es decir la mutual de los operarios italianos. Ese edificio está ahora por ser demolido. -¿Eran profesionales las mujeres que asistieron a aquel Congreso? Tejero Coni: -No todas, si no venían de la universidad aspiraban a ir. Tuvo como miembros honorarios a Madame Curie y a María Montesori, personajes que tenían una participación como profesionales importantes. Póngase en perspectiva, la señora Moreau de Justo era estudiante universitaria, tenía 19 años, todavía no era médica. Ella participa representando al instituto del profesorado, como delegada. Las actas tuvieron en este momento mucho interés para el Instituto de la Mujer de España, porque la primera médica española, la doctora Alexandre, presentó un trabajo que en el que hizo una estadística de las primeras médicas en todo el mundo. -¿Con respecto a Eva Duarte, cómo ven su accionar las feministas de ahora? Tejero Coni: -Creo que es un personaje paradójico, porque decía una cosa y hacía otra, porque no es sólo el slogan: “De la casa al trabajo y del trabajo a casa”. Ella actuaba en política, cosa que no podían hacer las mujeres. Por lo tanto servía de modelo a las mujeres, era lo que Eva hacía y no lo que Eva decía. -¿Qué es lo que Eva hacía? Tejero Coni: -Política, luchando de igual a igual con los varones, no tenía una forma “femenina” de hacer política. Ella recorrió todos lo terrenos. -Fue realmente importante el rodeo que se hizo entre todas las mujeres con respecto al sufragio. Tejero Coni: -Paradójicamente las sufragistas que habían luchado durante veinte años antes del peronismo por el voto, es en el momento en que asume el peronismo, empezando por la propia Alicia Moreau de

Justo, le niegan el apoyo a Eva Duarte por el voto. Moreau estaba en la Unión Democrática y era golpista. Henoult: -Junto con Eva Perón, el general Perón establece los sindicatos, que es un organismo patriarcal y que está en contra de las mujeres. Hoy mismo se vive eso en nuestro país, Hugo Moyano no quiere mujeres en su organización. Tejero Coni: -El origen de nuestro sindicato es femenino, los primeros sindicatos fueron organizados por mujeres, después apropiados por lo varones. No hay que mezclar el origen de la organización de lo que es un sindicato, con problemas de origen político que hacen a la lucha de clases. -El hombre como la mujer son víctimas del sistema capitalista. ¿Cómo ven el Feminismo dentro de éste sistema? Henoult: -El feminismo es primero un método de análisis de la realidad, fundamentalmente eso, porque la historia que escribieron los hombres y que practicaron con la guerra, fue escrita y divulgada por ellos. Las mujeres en todas las épocas se revelaron contra la situación social, y los historiadores han ocultado a las mujeres como actoras, fueron reducidas a una actividad natural de procreación y de trabajo en el hogar. (*) Con la asistencia de producción de Fernando González Vidal.

Las 8 preguntas para Sergio Sinay

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¿Qué situación de su vida cotidiana encontró reflejada con sorpresiva exactitud en un libro, una película, una canción o cualquier otra obra de arte? -Muchas, a menudo, por eso es fascinante el arte, porque ofrece siempre puntos de identificación. Me sorprende encontrar pensamientos que creía míos, ín-

timos y privados, en cada novela de Philip Roth. Me ocurre también con Richard Ford, especialmente en su extraordinaria e inolvidable saga de Frank Bascombe (compuesta por las novelas El periodista deportivo, El día de la Independencia y Acción de gracias). Bascombe, el protagonista, tiene mi edad, Ford publicó una de estas novelas cada diez años y fuimos envejeciendo juntos Bascombe y yo. En cada novela, aunque lleve-

mos vidas diferentes, hay episodios emocionales que podrían pertenecer a mi diario personal. Y en la última, cosas que le ocurren en el cuerpo y en el alma me conmovieron por lo reconocible de la experiencia. La película Escenas de la vida conyugal, obra maestra de Ingmar Bergman, me llevó, en su momento, a revisar y transformar profundamente mi vida a partir de reconocer en ella pasajes exactos de mi existencia.


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Fragmento (*)

HOMENAJE A LUIS MARÍA SOBRÓN

La nostalgia del reino La reciente muerte del poeta Luis María Sobrón, ocurrida el 24 de junio, genera un necesario recorrido por su obra literaria. Alba Delia Fede, profesora y amiga personal del escritor, repasa sus libros y cuenta por qué su poesía se encaminó hacia “el develamiento del Ser”. POR ALBA DELIA FEDE No es el yo fundamental eso que busca el poeta, /sino el tú esencial (Antonio Machado)

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a tierra entrerriana de Nogoyá será siempre el lugar del nacimiento y de los primeros recuerdos familiares, pero sin duda ha sido Mar del Plata la que forjó la etapa más fundamental de la vida de Luis María Sobrón. Importantes críticos se han referido a su obra. Encabeza esta lista Graciela Maturo, autora de los prólogos de la mayor parte de sus libros, claves de acceso a una obra que fue desplegándose en función de una pregunta fundamental. La siguen otros como Nicolás Cocaro, Noé Jitrik, Antonio Requeni, Blas Matamoro, José Prats Sariol; en el ámbito local, la doctora Elisa Calabrese y el poeta Rafael Felipe Oteriño. Poemas de la vida y la esperanza le ha valido en 1990 la Faja de Honor de la SADE. Asimismo, recibió en 1997 el “Premio Alfonsina Storni a la crea-

Poema POR LUIS MARÍA SOBRÓN Ayer morí y hoy muero junto al pensamiento huésped, testigo astillado ante la posibilidad de la ruptura. Morí para sentir la levedad del verbo que corroe mi carne sustantiva, con la esperanza de encontrarle a la muerte sus facciones junto al faro de la corriente impía. Morí para llegar desnudo, para llegar sin alas a la eternidad que todo juzga; para rescatar la pureza del pecado y redimir al pecado sin pureza. Muerte, inmanencia de tu nombre. Recibo tu paz de luminiscentes labios, que me dejan aislado y solo en el discurso. Celosamente, en mi sepulcro, custodio Tu palabra. La muerte murió conmigo. Morí para ser otro; morí para vivir la vigilia del desgarro en el goce permanente del poema.

ción poética”. En 2001, la Secretaría de Cultura del Partido de Gral. Pueyrredon le otorga el premio “Lobo de Mar” y en 2005 recibe de la Fundación Argentina para la Poesía el “Premio de Honor”. Por último, se lo ha distinguido en 2007 con la Faja de Honor de la Sociedad de Escritores de la provincia de Buenos Aires. La obra de Sobrón plantea el itinerario de una suerte de viaje épico de apartamiento y de regreso, unaa travesía de conocimiento que se asume como doble conceptualización. Es decir, la misión elegida por el yo poético en la máxima libertad para alcanzar la verdad aparece además como modelo de pensamiento humano y como tal, es posibilidad cierta de redención. Por eso su obra es al mismo tiempo estética y ética y cincela en el hallazgo de cada metáfora y con serenidad casi estoica pero también con rebeldíala propia esencia del hombre: un peregrinar en soledad y en la constante compañía de la muerte y las distintas formas del amor, hacia la verdad de sí mismo. Este peregrinaje hecho de poesía, amor y muerte se inicia en 1975 con Yo caminero. Puede verse en este libro el germen de una tarea que se repartirá entre la escritura de creación y el ensayo. Aquí la voz reconoce el germen del poema en la necesidad de hablar en nombre de un tiempo que ha sido “escamoteado” al amor: “El tiempo edifica soñando/ y destruye de pie” dirá esa voz mientras asume desde su “neurosis de cardos florecidos” el compromiso de buscar el sentido de una libertad humana esencial en la palabra. Poemas de la vida y la palabra (1990) mostrará, según lo expresara Cándido Aráus “el andar del hombre en soledad, afanoso por nombrar el universo y descubrir su sentido metafísico”. “Hay que tener un agudo sentido del equilibrio entre el concepto y la expresión para que la poesía meditativa sea meditación sin dejar de ser poesía”, dirá el crítico y ensayista Blas Matamoro. Esta sobriedad y luminiscencia será reconocida en los poemas de Salmos de ceniza (1993), donde empiezan a hacerse presentes las reflexiones sobre la esencia de las que lo han contagiado, las lecturas de Heidegger, de Nietzsche, de Camus. Al mismo tiempo, esa búsqueda esencial supone desde Máscaras sin rostro

POR LUIS MARÍA SOBRÓN

Palabras y en el final palabras. Vituperadas sombras en el esqueleto inmóvil de la muerte. Gotas de luz en el misterio. Descienden a la raíz enmudecida de tu vientre; cóncavo espejo enmohecido en pinos de la aurora. Fundida matriz de manos abiertas en campos de soles incendiados; y la palabra, erguida como el ciprés, abrazado por hiedras de azulados labios, quedó apretada en la glotis raigal del pensamiento. No fueron necesarias las eternas estaciones; tallos sin flor en la hojarasca despidieron el bronce del otoño. Abandonaron los pájaros el campanario de nubes que llamaba al Angelus. Volveré a la ribera del río, enmarañado por cautivantes brazos de amancebados juncos. Quizás, en ese instante, una gentil alondra desgrane de su pico la sílaba oferente, a enjutas manos, en himnos de la siesta. No cesará su canto la cigarra. Ecos de extraviados vaticinios recrearán la vida del ojo enajenado por el duende. Cementerios de cruces olvidadas pondrán fin al holocausto. (De “El silencio en llagas”, libro tercero de La memoria encendida).

(1996) cierto escepticismo y la necesidad de despojarse en busca del verdadero rostro. Con La ciénaga de cristal (1998) el lenguaje de Sobrón abraza la palabra religiosa y litúrgica. En estos poemas, el hombre es víctima de un Dios cruel. Esta mística negativa funda paradójicamente un umbral, el del desgarro, que la voz poética habita ya como bestia, ya como ángel rebelde. Es el pensamiento sobre la muerte y la revelación del dolor, es la rosa como símbolo de lo bello terrenal la que compromete al poeta en la necesidad de una misión heroica y redentora. Esta experiencia aparece desde un lenguaje que evita el yo confesional, elude y ahorra la acción narrativa y objetiva y despersonaliza la vivencia. Graciela Maturo cree ver en este lenguaje un “barroquismo de estilo” y hablará en el Sobrón de El alma en el espejo (2000) de una poesía “abisal”, abierta al desocultamiento del Ser. En La memoria encendida (2002) el tono general de las palabras, el registro, el vocabulario, son “monumentales” y recuerdan en parte la imagen lujosa de Darío y en parte la gravedad de la prosa romana. Las me-

táforas son arriesgadas en la combinación de planos que pertenecen a la esfera del concepto. El poema se mantiene críptico, pero lo confiesa; va detrás de una experiencia que ha decretado inalcanzable: la luz cruda y vertical del pensamiento. Este “rigor” clausura muchas veces las posibilidades expresivas del dolor, y las sacrifica heroicamente a la idea. El Otro y Extraño éxtasis (2003) son, en cierta forma, la coronación de la propuesta contenida y desplegada en esa trilogía que constituyen los tres libros anteriores. Estos poemas nos enfrentan con nuestra otredad, nuestra extranjería, descubren al hombre que nace reconociéndose por primera vez en el absurdo: penitente, desterrado, pero por eso mismo persistente, deseante, dispuesto al sacrificio salvífico. En Odas (2004) se celebran respectivamente la sangre, la vida, el amor y la muerte. Si la sangre es motor y pulso atemporal, el amor es el único punto de inserción histórica: en esos “ramalazos” han quedado los despojos inefables de una experiencia de verdadero encuentro y desocultamiento, es decir, de conocimiento.

Tu voz, mi voz (2006) traza un territorio de luz propia. El amado escribe –desde la orilla de la poesía- literalmente a la amada, la escribe como objeto amoroso, la inventa, la atrae en la evocación y el sueño hacia la zona oblicua y azarosa, zona infiel, llena de dudas, de la escritura. En este poemario y tal como lo señalara oportunamente en la presentación del libro Elisa Calabrese, “ el sentimiento implica un darse que involucra las capacidades de la mente, el espíritu y el acontecer total de la vida”. Finalmente, Estado de vigilia (2009) supone una etapa de singular síntesis y lucidez porque el amor, la libertad, el pensamiento y el conocimiento son sometidos a una mirada desnuda que busca a su vez desnudar la verdad del mundo y de sí mismo cara a cara con esa señora que es la Muerte. Aquí -y contra lo que sostenía Macedonio- es vigilia de los ojos abiertos, en la medida en que es esta cercanía de la muerte –compañera permanente en la vida- la que determina en el poema el territorio eterno de la salvación por la palabra. Vaya nuestro sincero homenaje a quien perseveró en el camino del develamiento del Ser en la poesía, y cuya voz perdurará en el oído y la memoria de quienes en él -como decía Miguel Hernández- tanto quisimos.

Las 8 preguntas para Sergio Sinay

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¿De qué lugar, personaje común o circunstancia en general que ofrece Mar del Plata se apropiaría para incorporarlo como pasaje

central de alguna de sus obras? -Mar del Plata es una ciudad que me encanta en invierno. Si pudiera, viviría allí durante esa estación y a menu-

do la tengo presente para convertirla un día en escenario de una novela que usaría mucho del mar invernal y de la bellísima rambla desierta.


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Aquel verano en el que... (Continuación de página 1)

“Yo no canto en cafés concert. Sólo canto en boites”, emplazó la Matarazzo a la empresaria argentina. Entonces, obedientemente, Silvina Muñiz abrió un local a la medida de la diva: La Fusa, boite, en Chubut 735, a cien metros de la avenida Constitución. Al frente de la boite estaba el matrimonio Horacio Molina-Chunchuna Villafañe. (...)

placé. Esa casa era una especie de prostíbulo. Después de unos pocos días, nos mudamos a un departamento que compartimos con Cacho Tejera, que también trabajaba

personalidad, debutó el 20 de enero de 1971 y cantó a duras penas tres noches. Había llegado a Mar del Plata con un español con aires de rufián al que presentaba como

fraestructura no rindió lo que esperaba. Así, los artistas se convirtieron en la variable de ajuste. Mientras la boite había sido una suma de desastres, el café concert

La Feliz Apoco más de una cuadra del café concert, sobre la calle Alem en Playa Grande, Silvina Muñiz había alquilado un importante chalet de dos pisos. En una de las suites dormían Vinicius y su esposa Gesse. En la otra suite, cuando no estaban en Buenos Aires, dormían Coco Pérez y Silvina Muñiz. Otra habitación la ocupaba Helena Goñi, periodista de Primera Plana, que fue contratada para hacer las relaciones públicas y la prensa de La Fusa en Mar del Plata. En otros cuartos, además, estaban la hija de Helena, los cinco hijos de Silvina y Coco y la hija de Gesse. En otro dormitorio iban Toquinho y Chico Buarque. También había una cocinera, una mucama y una niñera. Sólo faltaba la vaca Holando para la leche fresca del desayuno de los niños. Al comenzar la temporada, solamente por unos días, también vivieron allí Horacio Molina y Chunchuna Villafañe con sus dos hijas. Del caserón deAlem dijo Molina: Ensayábamos en el baño, Vinicius metido en la bañera con agua tibia y su whisky. Toco se sentaba en el bidé y yo en el inodoro. Ahí me tradujo de puño y letra la canción “O que tinha de ser” para que la grabara. Charlando en el baño, cuando ya se había ido Chico, me preguntó si me animaba a reemplazarlo. Le dije que sí y lo reem-

Gesse, la esposa de Vinicius por esos tiempos, y el poeta.

en La Fusa. Molina, que había inaugurado la primera Fusa en la historia de La Fusa en Punta del Este en el verano del 69, voló desde España, donde estaba empezando a hacerse conocido, porque Silvina Muñiz lo convocó para su aventura marplatense. La empresaria le pidió que por favor le pusiera el hombro, como en Punta del Este en las dos temporadas anteriores. Horacio no se hizo rogar porque, a priori, la oferta era tentadora, sólo que ya en plena temporada los hechos demostrarían lo contrario. La boite funcionó apenas tres semanas porque Maysa, al mejor estilo diva, abandonó intempestivamente Mar del Plata y también porque hubo problemas con la habilitación municipal. Maysa, que vivía alcoholizada y con gravísimas alteraciones de

Foto Archivo personal de Helena Goñi.

Plena presentación de María Creuza y Vinicius.

“mi marido”. Se alojaron en el Provincial y los pocos días que estuvieron alcanzaron para sembrar el escándalo en el hotel. “El nombre Maysa recuerda Helena Goñi no convocaba gente porque ella había sido una diva para la generación de mis padres. Los más jóvenes ni la conocían. Hicimos la publicidad con el apellido Matarazzo, de su ex marido, que ella ya no usaba más, porque con aquel nombre se hizo famosa en la Argentina en los cincuenta y sesenta.” AHoracio Molina le tocó tratarla cotidianamente porque él tenía a su cargo la boite. Según Molina, así era la Maysa de La Fusa de Mar del Plata: Vinicius la veía aparecer y se metía debajo de la mesa. Ella llegaba dada vuelta y le gritaba a él, que estaba en el escenario: “Pero de qué te las das, si yo te conozco”. Vinicius pedía que se la llevaran. Maysa era muy linda, muy pintoresca, muy loca. De repente decía cosas como “Tengo ganas de cogerte. Vamos al baño”, a mí, a mi mujer, a cualquiera. Siempre la vi cuesta abajo. En la boite hizo dos o tres shows, llegaba en un deplorable estado como a las dos de la mañana. (...) Contratar a Maysa Matarazzo fue una aventura que le salió muy cara a Silvina Muñiz y por la que también debieron pagar Vinicius y Toquinho, que se presentaban a sala llena todas las noches, y los músicos y artistas que se iban alternando en los shows a lo largo de la temporada. Muñiz perdió mucho dinero con la Matarazzo y, además, lo que había invertido en in-

abría todas las noches y trabajaba, como quedó dicho, a sala llena. Durante todo enero y febrero, Vinicius y Toquinho cantaban cinco o seis días de los siete de la semana. (...) En la Argentina y Uruguay, hacía rato que el público había comenzado a demostrar una especial predilección por Vinicius y la música de Brasil en general. La música brasileña ya no se limitaba a ser el fondo obligado de los bailes de carnaval. Esto preocupó a algunos que tuvieron la desopilante idea de denunciar (anónimamente) el “Plan Macumba”. En Buenos Aires ningún medio que se considerase serio dio crédito al mentado proyecto, que consistía en que Altemar Dutra, Vinicius de Moraes, Roberto Carlos y Maria Creuza fueran la línea de ataque de un plan de penetración cultural brasileño en la Argentina. Según difundieron un semanario y posteriormente un cable de la agencia Latin, “el arma que conquista nuestras mentes, ablanda nuestros corazones y nos roba las divisas es la música de Brasil”. Para un pequeño conjunto de cruzados, el escenario de guerra fría estaba servido. Pero la cosa no pasó de un grupúsculo de trasnochados que buscaba la pureza racial argentina en el gusto musical del público. La alegría había llegado para quedarse. En los escenarios de La Fusa de Mar del Plata estuvieron también Eladia Blázquez, Antonio Gasalla, Carlos Perciavalle, Jorge de la Vega yAgustín Pereyra Lucena. Además de los artistas, Silvina Muñiz contrató a una troupe de jóvenes de “buena familia” para que

se encargaran de las relaciones públicas del local. (...) Silvina los contrató para que el público sintiera que estaba en el salón de su casa o a lo sumo en lo de alguien conocido, pero jamás en un café concert. Los que recibían, los public relations, se conocían entre sí, y hasta en algunos casos eran amigos. También eran conocidos directos de muchos de los que iban a ver el show. Pareciera que la motivación inconsciente de Silvina Muñiz fue recrear los salones de la Belle Époque en La Fusa de Playa Grande. Antes de la función, los artistas comían en el carísimo restaurante que estaba en la planta baja de La Fusa. Los dueños, dos hermanos que, tal vez por esnobismo, eran afines a la movida de Vinicius y compañía, les hacían precio especial. Una noche, después de comer, Chico Buarque cantó para toda la “patota” una canción que acababa de componer en la casa de Alem. Se trataba del tema “Atrás da porta”. (...) Chico se paró y empezó a cantarla. “Estábamos en el restaurante Coco, Silvina, Vinicius, Toco, Chico y yo dijo Horacio Molina. ´El recién acababa de componer Atrás da porta’ y empezó a cantársela a Vinicius. Chico estaba muy borracho, así que comenzó a representar los hechos que la mujer canta en el tema. En un momento dado, se subió a una silla, se arrancó la camisa y quedó con el torso desnudo. Los mozos casi nos echan, a no ser por los dueños, que tenían onda con nosotros. Casi lloramos de la locura del tipo, cómo se posesionó. ¡Chico es un monstruo!” El Villa d’Este, que también tuvo en la cocina a un renombrado chef del hotel Claridge, se convirtió en la segunda casa de la patota. Muchas noches Silvina y Coco no estaban porque viajaban a Buenos Aires o se quedaban a comer con sus hijos en Alem. Toquinho, Chico, Helena Goñi, Cacho Tejera y Pepe Roca debajo de la mesa se pateaban los mocasines de Vinicius, que, como fue mencionado, sufría de claustrofobia do pé. Después de la sobremesa, alguno decía distraídamente: “¡Uy, qué tarde que se hizo… el show ya está por empezar!”, y se ponían a caminar como con desgano y resignación hacia la puerta. Entonces Vinicius comenzaba la discreta y desesperada búsqueda de sus mocasines. Se deslizaba por la silla al tiempo que se cubría desde la cintura hasta el mentón con el mantel, tratando de encontrar sus zapatos. Para el show faltaban algunos minutos más que suficientes, y sin embargo todas las noches Vinicius caía en la broma. Cuando se daba cuenta de la humorada les gritaba Filhos da puta!, y subían para La Fusa. También en aquella temporada Gasalla puso en escena a un personaje que es un claro antecedente de

Las 8 preguntas para Sergio Sinay

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¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dos personajes de ficción?

-No recuerdo uno con exactitud, pero si lo buscara seguramente lo encontraría en una novela de Philip Roth, en un cuento de Raymond Carver, de Francis Scott Fitz-

gerald o de Charles Bukowski o en una novela de Raymond Chandler. Sin duda.

Entre julio del 70 y enero del 71, los shows de Vinicius en La Fusa de Buenos Aires primero y en la de Mar del Plata después lo habían convertido en una figura casi legendaria porque reconciliaban al poeta, al intelectual, al esteta, al profeta con el cantor, el hedonista, el decadente, el seductor compulsivo, el noctámbulo y el alcohólico. En Buenos Aires ya lo tenían por una rara avis, sumamente encantadora y hondamente querible.

Alem HELENA: “Yo llevé a mi niñera para que su célebre y tragicómica empleada pública. Era una mujer encargada cuidara a mi hija de un año y medio de la limpieza que, con pañuelo mientras hacía las notas para Priatado en la cabeza y escoba en ma- mera Plana y por la noche trabajano, de repente entraba en el local y ba en La Fusa. Aveces eran tantos empezaba a barrer entre los pies los chicos que había en la casa… esdel público, mientras gritaba: taban los cinco de Coco y Silvina, la hija de Gesse, las dos hijas de Ho“¡Tengo que limpiar!”. Así terminaba el show, escoba racio y Chunchuna y la mía, que va, escoba viene, y Gasalla hacien- era casi un bebé. Juana e Inés, las do que maltrataba al público. chicas de Chunchuna y Horacio, “Cuando aparecía la que limpiaba, jugaban a la muñeca con mi hija, nosotros nos sentábamos recordó ella era la muñeca. “Todas las tardes, Vinicius se Horacio Molina y Antonio, camimetía en la bañera y escribía a mánando entre la quina. Se quegente, decía: Y daba por lo mevos quién sos’. nos dos horas. A Fue extraormi hija, que era dinario, todo chiquita, le gusera mitad taba meter los realidad y deditos en las temitad ficclas. Vinicius la ción.” dejaba… Un día, (...) escribió Valsa El movipara una menimiento y ninha’ y se la dedespliegue dicó. de artistas “ Ta m b i é n l e que había gustaba el nomproducido bre de la calle donla apertura de vivíamos: de La Fusa Alem. Y hacía jueen Mar del gos de palabras Plata no con el além, que es tuvo preceel más allá en pordentes. tugués, y el Alem Quedaron de la calle; estade aquellos días Tapa del libro dedicado al poeta brasileño. b a e n c a n t a d o con aquella coinen la costa argentina varias canciones com- cidencia en las palabras. “Los únicos que tenían dormitopuestas en el petit hotel de Alem y un LP que Alfredo Radoszynski rio fijo eran Vinicius y Gesse. Todos grabó en Buenos Aires entre el 25 y íbamos rotando, según iba o venía el 26 de enero de 1971 en los estu- alguien. Por ejemplo, cuando Silvina y Coco estaban en BuenosAires, dios Ion. yo iba a la suite de ellos. Bien tarde, Larga duración de a la noche, Chico y Toquinho me cantaban serenatas y yo me asoLa Fusa de Mar del Plata maba al balcón que daba al jardín. Después del best seller Vinicius “Después de almorzar, Toquinho de Moraes en “La Fusa” con Maria me hablaba mucho de su hermano, Creuza y Toquinho, su productor, al que adoraba y había quedado Alfredo Radoszynski, le propuso a parapléjico en un accidente. Vinicius grabar un segundo LPcon (...) los temas de la temporada en el ca“La Fusa quedaba en una esquifé concert de Playa Grande. na, en la parte más alta de la calle De Moraes ya le había perdido el que ahí no más terminaba en el miedo a ser un fracaso de ventas por- mar. Cuando salíamos, después que el primer disco fue un éxito indis- del show, empezaba a amanecer y cutible que no paraba de reeditarse. el cielo tenía un color algo rosado.

Con Vinicius, Toquinho y Chico íbamos bajando hasta Alem, para la casa. Con un brazo Chico levantaba la guitarra y con el otro me abrazaba mientras decía a los gritos: O céu de rosa caralho!, señalando el cielo con su guitarra. También me decía: Helena, Helena, vem me consolar, que después supe que es de una canción popular brasileña. Nuestras habitaciones estaban unidas por una puerta interna. “En Alem se cogía más que en la JP. Y eso es decir mucho. (...) “Maria Bethánia y su mujer, una rubia de mediana edad y ojos saltones que había sido actriz en Brasil y se llamaba Lena Crespi, vivían en un hotel que Silvina les había contratado. Bethánia era bravísima. Un día llegué de hacer notas para Primera Plana y estaban todos sentados en el living. Vinicius nos presentó. Prazer, dijo la Bethánia apretándome la mano como si fuera un macho, y agregó: Minha mulher, señalando a Lena Crespi. Yo era joven y tenía una hija chiquita. La Bethánia también era joven; fue muy chocante, muy agresivo cómo me habló. En un segundo pensé cómo tenía que saludar a Crespi: “Señora de Bethánia, encantada de conocerla”… ¡Me parecía una locura! “Las apariciones de la Bethánia en La Fusa ponían la piel de gallina. El local estaba prácticamente a oscuras, la gente se sentaba en unos pufs bajitos alrededor de mesitas bajas. Ella venía caminando descalza y vestida de blanco desde la puerta de entrada y gritaba los primeros versos de Carcará’ con esa voz que, como dijo Vinicius, parecía un árbol quemándose. Tenía los pies y las manos repletas de ajorcas de plata. Jamás vi pies y manos tan hermosos.

Los números A finales de enero, la relación costo-beneficio cerraba muy mal para Silvina Muñiz. Adelantándose a lo que era inevitable, reunió a los artistas y al personal en su conjunto para anunciarles que el sueldo de febrero sería la mitad del que les había pagado en enero. Si bien las causas estaban a la vista, los artistas se sintieron manipulados y muy poco valorados. Pero el “ahorro” que suponía no pagar a nadie (Vinicius incluido) el sueldo de febrero no alcanzaba casi para nada. Fue entonces cuando Silvina dio un verdadero manotazo de ahogado y mandó a su todoterreno, Horacio Molina, para abrir La Fusa en Punta del Este. Sus cálculos eran los siguientes: si en Punta no hay nada abierto por miedo a un atentado, si nosotros abrimos vamos a ser los únicos y, si somos los únicos, el éxito de caja está asegurado. (...)

(fotografía de autor)

Dibujo con las fotos Egresada de la carrera de Diseño de Indumentaria de la Universidad local, Natalia Rodríguez muestra cómo una simple foto de un amanecer puede transformarse en algo mucho más complejo.

POR NATALIA RODRÍGUEZ

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mpecé sacando fotos de amaneceres en el mar, porque es el momento en que arranca el día y está la posibilidad de empezar todo de nuevo. Es el momento del descanso y de la reflexión. Pero no puedo dejar de lado el diseño (soy diseñadora industrial de modas), lo tengo incorporado, igual que mi gusto por lo colores y por los contrastes. Por eso empecé, desde el año pasado, a usar las fotos como colores, empecé a dibujar con las fotos y así nacieron cosas más abstractas.

Primero ponía las fotos una al lado de la otra, después en un cuadrado o en un círculo, hasta que fueron apareciendo figuras más complejas. Creo que fui yo la que se fue desestructurando. Mis últimas composiciones tienen cerca de mil fotos, muchas de ellas repetidas. Trabajo con una cámara analógica, por eso tuve que escanear todos los negativos, para poder empezar a trabajarlos en la computadora.

Las 8 preguntas para Sergio Sinay

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Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a un personaje, ¿cuál sería y qué haría? -Ingresaría en El periodista deportivo, de Richard Ford, para hacerme amigo de su protagonista Frank

Bascombe (siento que ya lo somos), tomaría muchos cafés con él, compartiría almuerzos, haría largas caminatas, lo seguiría a través de El periodista deportivo y Acción de gracias, lo escucharía y le contaría qué cosas, en situaciones parecidas, hice yo y de qué manera me ayudaron a en-

contrar caminos que quizás él no vio, caminos en los que es posible construir un vínculo profundo con los hijos y encontrar el amor con una mujer. Quiero mucho a Bascombe, lo entiendo, me conmueve y me gustaría estar cerca de él.


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C U LT U R A

Para conocer la poesía del italiano Vincenzo Rossi

Grandes libros, pequeños lectores

Haiku, de

POR ANTONIO ALBANI

Iris Rivera y María Wernicke. Buenos Aires: Calibroscopio, 2009.

Poesía, Vincenzo Rossi. Edizione Il ponte Italo-Americano. Versión bilingüe de Julio Bepré.

J

POR MARÍA JOSÉ TROGLIA Integrante de la ONG Jitanjáfora.

I

ris Rivera y la ilustradora María Wernicke construyeron un libro donde las palabras y las imágenes se necesitan para contar una historia conmovedora y sugerente. Haiku muestra de qué modo dos niñas pueden descubrirse un día y otro día anular las distancias a través de la palabra, del dibujo, del juego. Con un lenguaje altamente poético y un trabajo fino y sutil de la ilustradora se crea un clima de intimismo, aun cuando todos los espacios de encuentro y de juego infantil que se muestran son exteriores. Este texto se sostiene en el cruce permanente de dos lenguajes (la palabra y la imagen), de dos culturas (la oriental y la occidental), de dos nenas (una de

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aquí y otra de allí) que se conocen y se tienen que separar, pero que saben cómo hacer para que la escritura -con todos sus trucos, sus juegos, sus luces y sus sombras- las vuelva a reunir. Una escritura que acerca y aleja, que se carga y se despoja de sentidos, al igual que las imágenes en tonos sepia, que muestran y ocultan la riqueza de la historia, de los personajes, de los escenarios, desde el vacío enorme y austero de la página hasta el detalle del más pequeño grano de arroz o de la más fina gota de lluvia. Este libro es una invitación a entrar en el mundo misterioso de un haiku, que es el modo en que en Japón se puede escribir la poesía.

El Conicet organizó un concurso literario juvenil El Conicet invitó a jóvenes interesados en la ciencia y la literatura a participar del Concurso Literario Juvenil 2010 “La ciencia en los cuentos”, en el que se premiarán los mejores cuentos cortos sobre temas de ciencia. Organizado por el IAFE, el Conicet y la revista Ciencia Hoy, el concurso busca promover el interés de los adolescentes por la ciencia y por la literatura. El objetivo es que los jóvenes puedan usar su imaginación, investigar y contar historias ricas tanto en contenido científico como en lo literario. Pueden inspirarse en cualquier tema científico. Los tres cuentos premiados, junto a las menciones especiales, formarán parte de un libro recopilación que estará a cargo del doctor Alejandro Gangui y la docente Viviana Bianchi. Además, los tres primeros puestos recibirán una suscripción anual gratuita a la revista Ciencia Hoy. Podrán participar jóvenes argentinos o extranjeros residentes en Argentina, que tengan entre 16 y 18 años al cierre de la convocatoria. Y se recibirán trabajos hasta el 30 de septiembre de 2010. Para consultar las bases y condiciones ingresar en http://www.conicet.gov.ar/NOTICIAS/bases_concurso/concurso_juvenil..php El concurso cuenta con el auspicio del Programa de Promoción de la Lectura del Ministerio de Educación de la Argentina, el Centro de Formación e Investigación en Enseñanza de las Ciencias y el Area de Ciencias del Centro Cultural Borges.

ulio Bepré tiene una amplia trayectoria como traductor de la poesía italiana. Basta con recordar su columna en LA CAPITAL en los años ‘80 compartida con Gianna Tomassetti. El trayecto de Julio como poeta está jalonado con una serie de títulos que lo destacan en la ya citada Generación intermedia, y es dable con citar el estudio preciso de Graciela Maturo, que lo define como “un buscador de absoluto”. En este libro se ocupa de Vincenzo Rossi, nacido en Cerro al Volturno –localidad del Alto Molise– donde trabajó como pastor y labriego. Docente en Letras, ha publicado In cantiere (1961), Il grido della terra (1987), Il giorno dell’anima (1995), en su calidad como poeta, entre otros poemarios. Como narrador, Conto alla revescia (1973),

La memoria del Vecchio (1975), Fonterossa (1987) y más recientemente Amore e Guerra (2004). Expresa Julio en su introducción: “Poesía abierta a la naturaleza y al núcleo más trascendente de las cosas, los animales y los hombres, y canalizada por una honda percepción del paisaje agreste, la lírica de este poeta es un progresivo acercamiento a los valores más altos del espíritu”. Observemos, para coincidir con el análisis del prologuista, el poema Otra vez te pienso entre los árboles: “Aquí está tu querido pensamiento/ que me llega entre frescos aromas/ de mis árboles resaltados/ sobre las colinas donde te vi/ por primera vez sonreírme”. Celebramos esta edición bilingüe, por el que sopesamos un poeta especialísimo, de humanísima expresividad, abierto siempre a la esperanza, tal la conclusión de Julio Bepré. Traducción e interpretación, ¿qué mejor que entre grandes poetas?

Una comparación entre los héroes de Mayo y los actuales dirigentes Escrito por el doctor Ricardo Miguel Zucherino, el libro “La Junta de Mayo en el Bicentenario de la Patria” (Editorial Martin, 88 páginas) ilustra sobre las personalidades de cada uno de los miembros de la Junta de Mayo y sugiere la comparación con los actuales dirigentes. Todos y cada uno de los miembros de esa Junta tienen su historia en este trabajo que rescata el patriotismo verdadero y desinteresado de aquellos ciudadanos.

Se trata de un libro necesario para no perder el rumbo, teniendo fe en el futuro, guiados por estos prohombres de Mayo y tantos otros que amaron a su Patria, la de la inmensa mayoría de los argentinos. Cabe señalar que el autor es docente y profesor titular en siete universidades argentinas. Sus especialidades son la ciencia historiográfica, la historia constitucional argentina, el derecho federal y otras.

Concurso de ensayo breve sobre “El Bicentenario” El Consejo Federal de Inversiones convocó al Premio Ensayo Breve: “El Bicentenario: Cultura y Nación”, cuyo plazo de entrega acaba de prorrogarse, será hasta el 3 de agosto. Los participantes deberán ser argentinos que vivan en cualquier provincia de la Argentina y mayores de 18 años. Los trabajos deberán tener un mínimo de treinta páginas y un máximo de cincuenta. Y deben presentar-

se cinco copias, grapadas anilladas o encarpetadas y firmadas con seudónimo y en sobre cerrado los datos. El 1º, 2º y 3º premio serán editados de los cuales serán entregados ejemplares para el autor. Los otros se entregarán en medios periodísticos, escritores, revistas, etc. Para más información, los interesados tendrán que comunicarse al (011) 4-328-2378 o bien a los mails salasfederales1@fibertel.com.ar y salasfederales4@fibertel.com.ar

Las 8 preguntas para Sergio Sinay

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¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuál o cuáles?

-Cuando era muy joven y la Argentina vivía una de sus tantas y acostumbradas épocas oscuras, a las que cíclicamente vuelve, en la que censura y re-

presión armaban un cóctel fatal, solía viajar a Montevideo con dos amigos. Ibamos a ver cine y a comprar libros para nosotros prohibidos. Como nuestro dinero escaseaba, algunos de esos libros los robábamos. Pido perdón a esos libreros uruguayos y ojalá pudiera hoy saber quiénes son, dónde están y

preguntarles si puedo reparar aquella acción. Gracias a ellos, pese a todo, leí por primera vez a Nicanor Parra, a Idea Vilariño, a Isaak Babel, o el hermoso Gracias por el fuego, de Mario Benedetti, entre otros. Además de los autores que descubrí pagando por sus libros, claro.


■ El anaquel de los usados El moho, las páginas sin ángulos rectos, el amarillento papel. La soledad. Nada atenta contra un libro, e incluso todo eso lo reverdece. En Compacto (25 de Mayo 3152), como siempre, la relación precio-calidad literaria ofrece sorpresas. Por un lado, aparece “Tocar el agua, tocar el viento”, del israelí Amos Oz. Publicada en el año 1973 y con una historia que se narra en el crudo invierno polaco de 1939, esta novela es, sin dudas, una de las más enigmáticas de la obra de Amos Oz. Cuenta con la traducción de Eduardo Goligorsky y pertenece a la Editorial Pomaire, del año 1980. Tiene 200 páginas y su precio es de 3 pesos. Por el mismo valor, los amantes de los libros de aventuras podrán acceder a un Robin Hood nostálgico. Se trata de la colección Iridium de Editorial Kapelusz, con ilustraciones color de Francois Balet. La colección existió desde 1964 hasta mediados de los años 80, y este ejemplar de la eterna obra de Suzanne Pairault es del año 1973. Cada tanto, cuando se recorren las librerías de usados, se pueden hallar libros que no tienen valor. Son volúmenes tan extraños que difícilmente puedan ser cotizados. Sin embargo en 3 de Febrero 3165 hay una versión en inglés de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol, que fue publicada en el año 1939. Es un tomo de tapas duras, de la editorial londinense “R.Clay and Sons” y su precio al público -atención coleccionistas- es de 200 pesos. Tiene ilustraciones en algunas de sus 199 páginas. Por último, en el mismo sitio, de Editorial Tor y por sólo 30 pesos, uno de los más grandes poetas y pensadores argentinos de la historia: Pedro Bonifacio Palacios, Almafuerte. “Evangélicas y otras prosas” desperdigadas en 188 páginas.

■ Lecturas

Recuerdo de lecturas: hoy Vanasco Estas no son reseñas de libros, sino recuerdos de lecturas. Han sido escritos en mesas de bares, sin soporte electrónico enfrente ni una biblioteca cercana. Cualquier corrección, comentario o sugerencia serán bien consideradas en: leohuebe@hotmail.com Al entrar en una librería de viejo, siempre imagino que voy a encontrar, juntos, entre lomos descoloridos, “Sin embargo Juan vivía”, “Para ellos la eternidad” y “Los muchos que no viven”, la trilogía de Alberto Vanasco. No para comprarlos yo, ya que hace años tienen su lugar en mi biblioteca, sino para sentir que el azar de las adquisiciones en lote puede hacer lo que no hacen los editores: acercar a los lectores la, creo yo, más singular (no mejor ni peor, sólo singular) obra de la literatura argentina. Vanasco escribió estas tres novelas en un período de veinte años, desde la mitad de los años cuarenta a la mitad de los sesenta. El proceso de creación fue lento; el producto, para mí, per-

fecto. Vanasco es uno de esos escritores con la virtud de escribir sin preocuparse por agradar a quien se le anima a sus libros, que no le teme a la segunda persona, ni al tiempo futuro, ni al pluscuamperfecto y que no se molesta en ocultar que, para él, esta roca hubiera sido un lugar hermoso sin la existencia de su propia especie. Espero que alguno de ustedes se choque pronto con esta trilogía y, si comete el error de no comprarla, me deje un mensaje en el mail de arriba. No vendría mal envolver un juego en papel film, meterlo en un forro de amianto y enterrarlo, una madrugada, en la Plaza San Martín; por lo que pueda pasar en el 2012, digo. Para el final, esto: “Luego habrás sospechado la verdad. Pero la has de perseguir como persigue un perro a otro perro: sin ningún interés en alcanzarlo”. O quizá esto: “Lo único importante en una casa -dirás- es el que toca el timbre, porque se deja cualquier cosa para ir a ver quién es”.

Semana del 20 al 27 de junio de 2010 Fuente: Cámara de Libreros del Sudeste de la provincia de Buenos Aires.

Los libros más vendidos de la semana FICCION 1 “CAÍN” 2 “ANTES DE PERDER” 3 “VERANO”.

José Saramago. Carlos Aletto. J.M. Coetzee.

Aguilar. $59. Cuerva Blanca. $30. Mondadori. $59.

NO FICCION 1 “1810” 2“COMPROMETIDA”. 3 “HISTORIAS DE LA MAFIA EN LA ARGENTINA”.

Felipe Pigna. Elizabeth Gilbert. Osvaldo Aguirre.

Planeta. $69. Aguilar. $69. Norma. $69.

Recomendados: 1 “SECRETOS DE FAMILIA” 2“DESPERTEMOS YA MISMO”. 3“EL ÁNGEL NEGRO”. VIDA DE CARLOS ROBLEDO PUCH.

Magdalena Ruiz Guiñazú. Claudio María Domínguez.

Sudamericana. $59. Kier.

Rodolfo Palacios.

Aguilar. $59.

Recomendados:

Fragmento de “Patagonia, de puño y letra”, de Mario Markic Fuente: Cámara de Libreros del Sudeste de la provincia de Buenos Aires.

Presidio de Ushuaia: el oscuro nombre del castigo

POR LEO HUEBE

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Algunos la llamaron Siberia. Otros la compararon con los ho-

rrendos sitios en los que antiguamente se hacinaban los esclavos condenados a muerte: ergástulos. Ushuaia supo tener reminiscencias de lugar siniestro. Su nombre y su espíritu de “fin del mundo” estuvieron asociados a las imágenes más terribles del confinamiento. El

(Sudamericana)

gobierno central de Buenos Aires también visualizó esa connotación y decidió aprovechar la distancia y el clima rígido para utilizar la pequeña aldea como un sitio de castigo ejemplar. Así nació la idea de construir el presidio de la actual capital fueguina.

Las novedades que propone Ediciones B “Héroes”, de Paul Johnson. Continuación de Creadores, este libro ofrece una galería de perfiles, escritos con sabiduría e intuición, sobre hombres y mujeres de cuyos logros aún nos beneficiamos: Alejandro Magno, Tomás Moro, Julio César, Juana de Arco y Winston Churchill por citar sólo algunos. “Hush, hush”, de Becca Fitzpatrick. Un juramento sagrado, un ángel caído, un amor prohibido. Las adolescentes (y no tanto) aficionadas al terror y al romance que se han cansado de las historias de vampiros le darán la bienvenida a esta historia. Una novela excitante donde la tempestuosa relación de Nora con Patch, el prototipo del chico malo, es absolutamente seductora. Esta novela, publicada en Estados Unidos a fines del 2009 debutó en el puesto Nº10 The New York Times Bestseller List. “Riña de gallos”, de Sebastián Chilano. Dicen que cuando una mariposa aletea en Nueva York, un tsunami se produce en Tokio. La ciencia y las paradojas saben de los efectos de cada acción, pero ¿qué pasa cuando se invierte la es-

tructura? Cuando el amor se desgasta, las peleas y malentendidos en una pareja erosionan lentamente aquello que alguna vez los unió, y los protagonistas pierden la humanidad en cada riña de gallos. Pero cuando la presencia del futuro se interpone en el presente, todo se torna más complicado. Una novela sobre el amor obsesivo y la ruptura del tiempo lineal, una escena que de familiar puede vivirse como siniestra. “La bandolera inglesa en la Patagonia”, de Francisco N. Juárez. La vida de la inglesa Elena Greenhill se complicó gravemente cuando en 1904 se la acusó de instigar la muerte de su esposo chileno. Elena hizo suficientes méritos para ser conocida y temida como “la bandolera inglesa” de la Patagonia. La saga para dar con el cadáver del marido, los encarcelamientos, los romances transgresores, las persecuciones, los robos y los tiroteos se narran con ritmo de road movie; cada episodio es un nuevo desafío que inaugura otros viajes de vuelta a casa y de huidas cinematográficas. El autor supo plasmar la in-

tensidad de la épica romántica en este singular personaje de nuestra Patagonia. “Astrología para salir de la crisis”, Mimy Ciroco. ¿Cómo y por qué cada signo vive sus crisis? ¿Escapa de ellas o las asume? ¿Da respuesta o se lamenta? ¿Cómo aprovechar una crisis desde el punto de vista astrológico? Las claves para reconocer los recursos que nos da el zodíaco.

Las 8 preguntas para Sergio Sinay

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Un extraño hongo se esparce por su biblioteca y consume de manera irrefrenable los libros. Solo dispone de unos segundos para actuar y salvar a tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo es arrojar a la voracidad del hongo a otros tres libros. ¿Cuáles serían los sacrificados y cuáles los salvados? -Maldito hongo, es casi lo peor que me podía haber pasado. Veamos. Salvaría Los desnudos y los muertos,

de Norman Mailer, casi una tragedia clásica e incomparable sobre la más trágica locura humana, la guerra y lo que hace a las personas. Salvaría Cuentos y relatos, de John Cheever (para leerlos, releerlos y emocionarme hasta el fin de mis días) y La tía Julia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa, para disfrutar una y otra vez de su desopilante final y olvidar por momentos el dolor por la biblioteca perdida. Con gusto arrojaría a las fauces del hongo al insoportable y lamentoso El úl-

timo encuentro, de Sandor Márai, El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez, el más grande lobbista de la literatura latinoamericana, y La crónica del pájaro que da cuerda al mundo, del sobrevalorado Haruki Murakami (que además es un libro gordo y mientras se consume hasta me daría tiempo, quizás, para salvar a El extranjero de Camus, o Todo Marlowe, un tomo reciente que reúne todas las novelas de Raymond Chandler).


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C U LT U R A

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Emboscada POR RICARDO CALCABRINI ricardocalcabrini@hotmail.com

Demanda.11

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e de confesar que aún hoy cuando han pasado tantos años- necesito asociar su recuerdo a la historia que voy a contar. Mi ardid mental tiene un sustento: si prescindo de este acontecimiento, sólo recordar su nombre me produce vibraciones profundas y alteración del pulso. Entonces, para evitar que Eleonora habite mi alma y se adueñe del fértil territorio de la nostalgia, vuelvo una vez más a aquella noche de un tórrido enero… Transitaba yo las calles de la ciudad con el desenfado y la ominosa arrogancia de un orillero. Los veinte años confieren cierta prepotencia que, el paso del tiempo, se encarga de convertirse en humildad resignada. Pero, por ese entonces, la vida era una carretera que me llevaba directamente al acontecimiento de su geografía. Subí mi moto a la vereda de aquella enorme casa de dos pisos. En la planta baja vivía la abuela -una bella dama de gran simpatía- y en la alta Eleonora con su padre -un importante joyero- y su mamá, encantadora y cálida mujer. Sin bajarme, toqué el portero eléctrico. La conquista fue una tarea épica. Arduamente, durante meses, traté de desbancar a quien era el motivo de su desvelo: un insolente que, con un trato distante y desaprensivo, había logrado derretir el caramelo de sus ojos y humedecer sus afiebradas noches. Por marcar la diferencia, me costaba no excederme en gestos galantes. Estaba totalmente perdido en el laberinto de sus curvas. Un ¡hola! metálico se filtró por el altavoz. -Soy yo-, dije displicente. ¡Subí mi amor!-, replicó. -Está bien, te espero-, articulé tratando de evitar el escabroso convite. -No, no, vení, subí, dale…-. -Vine con la moto-, argumenté con firmeza, no la puedo dejar acá. -Dale amor, subí, no pasa nada, el portero del edificio de enfrente es amigo de papi y ya sabe, la va a mirar, ¡vení!-. Deseé contar con la compañía de un Virgilio, para que me guíe por los intrincados senderos en los que me aventuraba en absoluta soledad. Era toda forma y proporciones. Su manera de moverse, el modo de cortar el aire al caminar, el rumor de sus pies (apenas cómplices del suelo), fueron la obsesión que convirtió al desvelo en un fulgor torturado, la soledad en impotencia y a las delicias del sueño, en los espasmos de la pesadilla. Nada en ella era inocente y, tal vez por eso, la adoré como a una virgen pagana. Subí la escalera de mármol como si fuese una empinada cumbre. Las piernas me pesaban y la sangre golpeaba mis sienes. Olía rico. Alguien hubo preparado una primorosa cena (recuerdo haberme sonreído pensando que, con seguridad, no habían sido las manos de mi amada, capaces

POR LUCIANO W. FRANCO

de otras proezas pero carentes de toda sensibilidad culinaria). Bajó la escalera de dos en dos. Tenía una falda cortita y me dio la bienvenida con los brazos abiertos. En el vano de la puerta me esperaban papá, mamá y abuela sonriente. La mesa lucía engalanada para una ocasión especialísima, como, de hecho, ésta lo era. El momento de mayor desesperación fue después de haberla amado. La sola idea de perderla, de no volver a acariciar su cuerpo, imaginar que mis manos no volviesen a deslizarse por su piel, era más de lo que mi idea del dolor pudiese soportar. Recuerdo la tarde interminable en que la recorrí y acaricié con fruición y apasionamiento. Pensé que no había forma alguna de aplacar mi pasión. La madre me tomó del brazo y comenzó, entonces, el recorrido por la casa, mientras, con voz dulce, me iba relatando una pequeña historia familiar que culminaba -como era de esperar-, en el anhelo de eterna felicidad para la niña que era el sentido y horizonte de los que moraban en esa casa. En el ocaso de aquella tarde abrió los ojos, me abrazó y besó en la boca. Deseo estar así toda la vida-, dijo. -Estemos así toda la vida amorcito-, respondí tratando de darle un tono neutral a mis palabras. -¿Me estás proponiendo casamiento…? Y yo, que no le estaba proponiendo sino que nos quedemos en la cama una eternidad: -Por supuesto -dije- quiero estar con vos por siempre…-. Extrañas tormentas solares desatan las palabras inadecuadas. La conversación en la mesa fluía con dificultad. Los temas eran banales y, en general, un silencio pesado y brumoso prologaba un final abrupto. En la medida de mis posibilidades dilataba la charla hasta el límite del absurdo. Me interesé, por ejemplo, en la práctica del golf -deporte del que el padre era entusiasta cultor-, y yo, que siempre lo creí una práctica boba de tortugas aburridas, me mostré entusiasta con las posibilidades que ofrece el palo 7 y la precisa técnica que requiere el putter. A partir de aquel cruce de frases, Eleonora mostró una faceta que no conocía. Planificaba visitas a playas cálidas y montañas heladas que nos

estaban aguardando. Yo, en silencio, esperaba. Pensaba que el entusiasmo sería pasajero. Olvidada la promesa caliente de aquella tarde tallada por la pasión, el agua seguiría corriendo obstinadamente por el cauce de la racionalidad. Sin embargo, áspero y desesperanzado, el tiempo se detuvo y quedamos congelados en ese punto, en aquella charla. Pasada la medianoche, el padre se levantó para acompañar a la abuela hasta su departamento y ya no volvió. Quedamos tres en la mesa. Cuatro, si contamos el agobio. Los ojos de Eleonora disparaban jabalinas de tristeza. “Para qué sirve mirar lo que no se puede cambiar”, me pregunté en silencio. En la transparente penumbra del comedor, traté de argumentar, fallidamente, mi falta de definición. La madre sin darle mayor importancia a la situación, sostuvo que no iba a faltar oportunidad y que ella se encargaría de convocar a otra cena familiar. Luego, levantó delicadamente los platos de postre y al pasar por detrás de su hija la besó en la cabeza, apoyó una mano en mi hombro y casi repitiendo el gesto se agachó como para besarme y susurró: Gracias… Bajamos la escalera en silencio mirándonos los pies. En la vereda nos dimos un beso sin determinación. Tan sólo las manos se despidieron con un largo deslizarse de palmas, hasta que la punta de los dedos medios dejaron de tocarse para abrir el abismo eterno. Subí a la moto y antes de partir la miré: un murmullo opaco y fascinado se escurrió entre sus labios. Volví a verla, mucho tiempo después, en un bar de la costanera. Estaba acompañada y parecía feliz. Me saludó con cortesía y un afecto tan dulcemente distante que congeló cualquier anhelo. Entre los pliegues de la memoria busqué al orillero arrogante, pero no lo encontré. Hallé, sin embargo, a una joven virgen pagana que, con difusa tristeza, me susurró sobre ciertas playas y montañas perdidas. Me alejé canturreando tristemente un bolero: “…seré en tu vida lo mejor, de la neblina del ayer, cuando me llegues a olvidar; como es mejor el verso aquel, que no podemos recordar…”.

Por dos razones estuve impedido de decir que el episodio en la lavandería me resultó perfecto: primero porque no sería cierto y segundo porque no sería justo que yo hubiese dicho algo incierto. Y como tampoco soy injusto, menos todavía. Tengo la facultad autoproclamada de no mentir aunque a diferencia de lo que cree la mayoría no obedece a una naturaleza bondadosa, o ética o ejemplar, sino a una práctica. No es necesaria la mentira en quien conoce todas las verdades y precisamente no fue perfecto porque hubo un par de mentiras. ¿O es perfecto, de todos modos? El diputado Ragussa se preguntó acerca del dilema de la mentira y el mundo perfecto cuando firmó la cesión de tierras por vía de excepción. Mientras sostenía su lapicera enchapada en oro pensó que la mentira era parte del mundo creado por Dios y que por eso no podía ser mala. Ragussa, Ragussa… Sus ojos se perdieron en el crucifijo enclavado en la pared del recinto y el expediente cambió de manos. Ahora quien lo sostenía era Paco Solchi, otrora luchador incansable de los derechos de los marginados y gran contribuyente con su tesón a la causa de ver un mundo más igual. En mi boca –en este caso en mi pluma- puede resultar sarcástico y hasta virulento referenciar a la desigualdad, a los desfavorecidos y a lo que hacen los hombres para emparejar las cosas. Pero en nuestros cenáculos ya lo hemos hablado más de una vez y acordamos pequeñas intervenciones. Hay una regla superior que ordena no desobedecer las reglas de los cenáculos. No faltará quien se pregunte… ¿y qué otra norma anterior la rige a esa? Los hombres no pueden entender que siempre hay algo más remoto pero que no tiene sentido conocerlo. Paco Solchi pidió prestada una lapicera y firmó por decisión monolítica del jefe de bloque. No quiso siquiera leer lo que decía el expediente, aunque percibió que una nueva mentira se avecinaba a la puerta de escape de su conciencia en espera de ser expulsada frente a sus votantes. Una mentira similar a la que había esgrimido cuando los marginados de su barrio le exigieron una explicación por pasarse al partido oficialista. “Yo los ayudé siempre, que no me rompan las pelotas” intentó justificarse. Las otras manos también firmaron el cuadernillo de hojas cargadas de un texto que no tenía por qué conformar a todo el mundo. “Conciencia histórica es también pensar en el futuro, que alguna vez será historia”, dijo con énfasis de gran pensador, el ex sindicalista Renato Laborde, a quien lo habían colocado en la lista de diputados para otorgarle inmunidad parlamentaria. En pocos minutos estaba aprobada la medida que permitía a la empresa constructora Mapple demoler el Palacio Abunné y edificar allí una torre de 45 pisos. En un negocio de 520 millones de dólares siempre es importante estar del lado de quien los tiene y fue que, con ese criterio, los diputados se pusieron más de acuerdo que nunca. Laborde hizo una llamada telefónica al intermediario y confirmó el éxito, como si su carácter de mensajero tuviera el don de aventajarlo respecto a los demás. Por detrás de él aparecieron Ragussa y Solchi que, aunque no querían mostrarse juntos, coincidieron en el pasillo. Los tres representantes de partidos enfrentados por viejas circunstancias políticas ahora estaban frente a frente. El que habló fue el propio Laborde: -Está todo legal, la Patria no puede demandarnos jamás –dijo antes de largar una risotada que interrumpí, por desagradable, con un acceso de tos. Ragussa pensó en mí y Solchi en los futuros reproches. Hay ocasiones en las que me autopermitiría otros atributos. Alguien puede estar convencido de que no poseo capacidad de asombro y por tanto que lo que dijo Laborde o le hice decir me da igual. Error de apreciación. También puedo conseguir esas sensaciones internas en mí al extremo de tener que controlar alguna intervención. En este caso debí controlarme, porque un buen infarto me habría puesto en evidencia. Lo único que me divierte es saber que ni Laborde, ni Solchi, ni siquiera el pobre de Ragussa entienden que mi demanda no llegará cuando se mueran. En cada segundo que pasa, en cada mínimo ejercicio reflexivo que realizan, yo ya les estoy demandando sus acciones. (Continúa la próxima semana)

Las 8 preguntas para Sergio Sinay

8

Se le concede la extraordinaria excepción de hacerle una única pregunta a uno de sus tantos escritores predilectos. ¿Qué le preguntaría?

-Le preguntaría a Francis Scott Fitzgerald si de veras era así, si el hilo narrativo, los diálogos brillantes, las historias abundantes, la sensibilidad, las tramas siempre en marcha, le llegaban como las

transmitía, con esa fluidez, con ese encanto, o si debía luchar con ellas, si se quedaba sin gas en el medio de un relato y debía reenamorarse de la historia para seguir.


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