La Cigarra No. 3 sitiado en mi epidermis

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Edición: Alejandro Cámara Alexia Halteman Julio Rivas Rojas Rubén Gil La Cigarra Número tres lacigarrarevista@gmail.com La Cigarra es una revista independiente hecha en Guadalajara, México. El contenido de los textos es responsibilidad de los autores. Ilustración de portada: Anuar Portugal Dibujos de cigarras: José Clemente Orozco Farías Agosto-octubre 2013 Impreso en Calca Av. Cruz del Sur 616, Rinconada de las Arboledas, Guadalajara, Jalisco. ISSN en trámite


Miguel Mariscal Xosé Jared Galván 38 | Soy una montaña Luis Miguel Cruz

34 | Yo el fantasma

5 | Memoria del tacto Luis Vicente de Aguinaga 7 | Macedonia ya no nos quiere Alan Sobrino 10| Cecilia Román Villalobos 12 | Collage de la infancia para los que ya se fueron Paulina Castro Chávez 15 | Algo sobre nosotros Astrid Novamendi 17 | La esperanza del nazareo Krsna Sánchez 18 | Pastillas rosadas Fanny Enrigue 20 |Jinetes de las neuronas (Yggdrasil-flow) Martín López García 24 | Sobre la piel de los perros Arturo Loera Acosta 26 | Don José llega a sitiado en mi epidermis gracias a una mujer nerviosa Raciel Quirino 29 |El compromiso al Nógeno María Cristina Fernández Hall 31 | Acoso circunstancial de mi ecdisis

Índice

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Editorial 4

En un época donde los poemas de largo aliento tuvieron un relativo auge, José Gorostiza escribe Muerte sin fin, uno de los poemas de mayor densidad estética y filosófica de la literatura hispanoamericana del siglo xx. En contraposición a su extensión, La Cigarra retoma de Muerte sin fin una pequeña frase. “Sitiado en mi epidermis” abraza, en mayor o menor medida, la esencia del poema, y aún sirve de motivo para la creación de nuevos textos. De “sitiado en mi epidermis” brota la idea de estar contenido. El cuerpo como prisión de aquello inmaterial. Es limitante: sólo se puede hacer lo que el cuerpo permite. Al mismo tiempo da forma. Esto nos condujo a dos nociones distintas de estética: una sensorial inmediata y otra más reflexiva en la que impera lo racional. Precisamente estas dos últimas concepciones fueron determinantes en la disposición de los textos. La temática no fue pensada para que los colaboradores –ni los lectores– acudieran necesariamente al poema o al poeta, tampoco para que no lo hicieran. Como resultado, este número presenta un panorama heterogéneo. Entre los textos, el cuerpo deviene puerto a otras realidades; la preeminencia de la belleza física se presenta como imposición social ante el pensamiento; y lo palpable, constructo de memoria e identidad. La poesía, finalmente, fondo y forma, piel y alma.


Memoria del tacto Luis Vicente de Aguinaga He podido encontrar en ciertos dedos vida y memoria propias, una como bitácora del tacto, un registro de ombligos y mandíbulas, de caricias y heridas al unísono. El índice que sabe lo que ignora el pulgar y los meñiques enganchados uno en el otro, siempre silenciosos frente al dedo anular que los vigila, me han hecho ver su historia con profusión de huellas digitales.

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Todo es cautela en esos dedos. Las uĂąas van tatuando lo que rozan hasta ponerlo a salvo del olvido. Las yemas no se dejan presentir ni por las palmas ni por las falanges y se apegan al barro y al acero, al filo del papel y a las cortezas de un muro, un pan, un ĂĄrbol, una fruta.

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Se aferran a recuerdos, no a palabras. Reconocen contornos, no recuerdos. Merodean por tus pĂłmulos, tu nuca, y se pierden en ti, no en tus contornos.


Macedonia ya no nos quiere Alan Sobrino 1

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Abrí la maleta con el circo completo. Se desplegaron las lupas, los muebles diminutos, los aros, los pequeños cartoncillos pintados como fuego. Pocos fueron quienes se acercaron. Ya nadie aprecia los circos de pulgas. Volé hasta Macedonia con la promesa de encontrar mejores pulgas. Todos recuerdan la historia de Ariel, quien le arrebató la vida a centenares de pulgas antes de que prohibieran los duelos con astillas. Todos recuerdan a Milos, la pulga bala, revestida de oro, viajando a cien kilómetros por hora sobre las miradas de los niños balcánicos. De nosotros se olvidan pronto; la historia nos dispone un lugar absurdo, acaso alguna mención en un cuento que nadie piensa leer.

Tienen hambre, sé que tienen hambre. Lo sé por cómo me miran. Sé que me odian, sé que más de una estaría dispuesta a huir en el lomo de un jamelgo o a saltar, feliz, de perro en perro. Sé que odian mi cabello, lo sé por cómo miran los grilletes y la larga cadena que los ata al circo. Comenzamos temprano, con los ejercicios matutinos. Les ofrecí mi dedo chiquito para que desayunaran tranquilas. Las caras largas, el hartazgo de los años, la fama extinta: todo parte de la receta para el desastre. Intenté aminorar la pesadumbre y por la noche dejé caer una gota de mezcal o de cualquier licor que exista en Macedonia. Las pulgas se aborazaron sobre la fórmula del sosiego. Yo hice lo propio con la botella. Me

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vomité los zapatos, las pulgas vomitaron sobre los cartoncitos pintados como fuego. La pulga payaso intentó ahorcarse con su propia cadena, las demás la detuvieron: estropearon su maquillaje.

3 Desperté rodeado. Sitiado en mi piel por diminutas pecas. Cerré los ojos mientras se daban el último festín.

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Cecilia Román Villalobos que por tu propia muerte concebida, sólo me das la piel endurecida José Gorostiza

Cecilia era una mujer irascible.

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En cambio,

yo permanecía impávido, con un sello entre los labios. Ella corría en llamas a tomar sus clases. Me llamaba para increpármelo todo, y yo asentía, y le decía que estaba bien.

Que todo iba bien;

en consecuencia, me odiaba sin fin y nada habría de separarnos eficientemente.

El pasado catorce de

noviembre me acechó por el teléfono.

Cuando contesté me dijo

que aborrecía la textura de mi piel. Quítamela de encima, animal, no la soporto.

Yo mismo no la aguanto.

Siempre acá,


en una trinchera de carne, ido, apartado.

Nada pudo alejarnos,

pero no es la misma. Como no la veo a diario, me cuentan que parece el sketch de un show que ha terminado, la pausa en el cine durante un film de bajo presupuesto. La imagino tocando mi hombro, tratando en vano de prenderle fuego a una urbe arrinconada.

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Collage de la infancia para los que ya se fueron Paulina Castro Chávez I

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Escucha ombligo lo que le dijo Adán a Eva: yofo yafa nofo quifieferofo vefertefe, devuélveme mi costilla y por el amor de Dios yafa vefetefe


(así inició la caída edénica del jitomate y las legumbres) Por eso ahora llueve en junio y ya no hay dinosaurios,

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por eso ahora tu sexo y el mío fingen (dormidos) conocerse

nas

así elevamos

dri

el espíritu

n

para (tal vez) convertirnos (después) en

o l go


II Tres granos de polen acomodados (dulcemente) en la punta de la lengua: asĂ­ te recuerdo,

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asĂ­ te voy a guardar.


Algo sobre nosotros Astrid Novamendi Lo conocí en la ciudad aunque venía del desierto. Su andar era extraño, como si con cada paso estuviera a punto de caerse. Padecía uno de los más de cien tipos de enanismo. Primordial, enanismo primordial, dijeron los médicos cuando lo vieron nacer. Hablaba francés y latín con la soltura con la que un niño juega en el patio de su vecindad. Un hombre de letras, un hombre culto y listo, encantador; un hombre enano. Nunca nos acostamos. Lo pensé varias veces pero jamás tuve el valor. Siempre que lo pienso lo recuerdo desnudo con una cajita de cereal en las manos, de esas presentaciones infantiles que alguna vez mis padres compraron para mi almuerzo. Aún ahora no puedo sacudirme la sensación de pedofilia al fantasear con él. Después de platicar en aquella competencia de esgrima nos empezamos a frecuentar y en breve nos hici-

mos diametralmente inseparables. Sobre eso, poco. El tiempo que compartimos fue divertido: Tosca, Donizetti, Tennessee Williams, exposiciones, presentaciones de libros, vino y canapés, miradas y juicios. Alguna vez le compré un traje en una tienda de ropa para niños: la corbata era de moño y él detestó todo porque parecía muñeco ventrílocuo. A mí aquello me excitaba, me recordaba cuando niña: mi sueño de tener una muñeca de tamaño real. Quizás nunca entendió cómo el mundo podía seguir creciendo. Su oficio de maestro de letras en la Universidad de Santa Teresa ahora le parecía absurdo. ¿En qué momento un hombre tan pequeño decide enfrentarse a las burlas de generaciones y generaciones de alumnos que les importa poco la literatura que pueda enseñar un hombre cuyo cerebro mide menos que el común? Acaso

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así se curó, acaso eso mitigó la angustia, la pequeña desazón, pero ahora le desesperaba. Se curó, pero ahora le aburría presentarse todos los días a decir lo que ya cientos de veces había dicho. ¿Existe alguien todavía interesado en la literatura guatemalteca? A pesar de su anomalía no faltaban mujeres interesadas en él. Estoy segura que, además de mí, había por lo menos otras dos. Todas mujeres listas, todas con vestidos primaverales y piernas largas. No sé si alguna terminó por ir a la cama con él. Por su salud psicológica espero que sí. Cuando se marchó me lo dijo de forma clara. Estoy segura que quería evitar los lugares comunes. Yo sabía que no iba a fallar, que tampoco se iba a arrepentir. Un enano siempre es más decidido que un hombre promedio: no tiene nada que perder. Escogió un cráter en el desierto de Altar, en Sonora. Carajo: enano literario, hombrecillo dramático. De un maletín extrajo tres botellas de vino llenas de tinta y láudano. Bastó una para que perdiera la conciencia. Cuando lo encontraron la tinta había penetrado al torrente sanguíneo, su cuerpo parecía un mapa del suicidio.

Llevaba una corbata de moño: algo sobre nosotros.


La esperanza del nazareo Krsna Sánchez

Confinada al calabozo de un folículo, la fuerza pilosa se alista a resurgir. Inicia la fuga en fina e impetuosa corriente de queratina que abre paso lento por las capas subcutáneas. Vence la última frontera de piel y un victorioso ápice capilar escapa. El primer cabello que se liberó de la rasurada cabeza de Sansón encadenado.

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Pastillas rosadas Fanny Enrigue

Para que las prostitutas se contorsionen hasta la santidad.

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P铆ldoras para el cutis, dijo el galeno, y mir贸 muecas sard贸nicas, de agradecimiento, de cuatro mujeres que desde los veinte no consegu铆an elevarse, nuca y talones en tierra.


Dichoso el médico por tan crispadas musculaturas, cuatrocientos miligramos del tónico, entre todas. Por su oficio conoce: más allá de salud epidérmica, más allá de pastora de convalecientes, la estricnina ayuda a abrir tanto los ojos.

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Jinetes de las neuronas (Yggdrasil-flow) Martín García López

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Orton Wells vende algo mejor que la heroína, también se inyecta y te hace viajar por galaxias a la velocidad de la luz, ¡fum!, ¡fum!, ¡fum!, ¡fum! ¡Como si estuvieras en el halcón milenario! Se llama Yggdrasil y va en tu nuca; te la inyectas como si ya tuvieras un puerto usb debajo de la piel. Y con eso viajas y viajas. Según Orton Wells, en cada inyección de Yggdrasil hay pequeños nanobots que se montan sobre las neuronas, las cabalgan y hacen que la sinapsis se lleve a cabo con mayor rapidez. Es como en la película de Limitless sólo que real, así que

Dedicado a la Chingada que siempre tiene cosas con que joderte el cerebro: Fuck life

tu inteligencia se desborda. ¿Te imaginas formatear tu cerebro y luego instalarle el windows más reciente? Así es Yggdrasil. Un cogidón intelectual. Para los nuevos no es el mismo trip, porque esto es muy elitista, algunos se pierden y cuando los hallamos tienen una espuma que les sale por la boca y han creado su propio idioma y su propia religión. Se vuelven dioses de su propio microuniverso del cual nunca salen. Orton Wells dice que se necesita cierto iq para que el trip salga bien. Dice que si los downs se lo metieran habría de dos: o su cerebro


evolucionaría y crearía el cromosoma faltante o se volverían orcos. Orton Wells es medio nazi, pues dice que Yggdrasil es sólo para la raza aria, para los del verdadero intelecto, según él, los hombres que han movido al mundo. Por ahí escuché alguna vez que Orton Wells era medio judío y que por eso es tan bueno con los negocios; se lo comenté y él me invitó un hot dog. Llevo dos meses trabajando para Orton Wells. Al principio me dio un seminario en el que me explicó cómo los átomos de Yggdrasil hacían un big bang en el cerebro. Me enseñó que si nuestros clientes tenían jaquecas, debía limitarme a darles una aspirina. De acuerdo con él, la inteligencia y la creación causan dolor en el cerebro. Al final del curso me advirtió que si les sangraba la nariz, se debía a que eran indignos de los 187 puntos de iq. Orton Wells se mete Yggdrasil desde hace dos años y nunca ha tenido problemas, por eso creo que es la persona más inteligente que hay. Esta es la primera vez que me meto Yggdrasil… quiero ver cómo es el trip. Orton Wells siempre ha dicho que un dealer no consume lo de sus clientes, aunque él siempre está en el viaje. Sé que mi iq es lo suficientemente grande como

para aguantar el cogidón de Yggdrasil, es Orton Wells el que me subestima, aunque creo que es natural, Orton Wells es un genio. Lo que yo creo es que a los genios hay que callarles la boca pidiéndoles deseos. Meterse Yggdrasil es fácil, sólo debes ubicar la aguja en el espacio vacío que hay entre el cuello y el cráneo. Lo metes de un jalón, porque sientes que se te entumen las piernas. Orton Wells dice que hay que cerrar los ojos, que así el trip es menos denso y entonces ves como si la cápsula del Evangelion de Hideki Anno entrara, muchas estrellitas y colores y tú siendo guiado a quién sabe dónde… ya sé a dónde, a Yggdrasil. Te encuentras flotando encima del árbol de la vida que contacta todos los mundos posibles, todas las realidades que se unen en el tronco de la existencia…. ¡boom! Abro los ojos y ya soy Deuz. En mis neuronas hay vaqueros robots que las montan y corren a cien por hora, a mil por hora. Orton Wells dice que uno nunca debe de consumir lo que vende, pero cuando ves manos ir y venir y desvanecerse, entiendes el devenir y que uno no se baña en el mismo río dos veces… posibilidades infinitas y estás flotando en el árbol de la vida… sólo con una inyección en la nuca y ¡bang!,

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tienes una pistola en la mano y apuntas a Orton Wells y él se anda cagando, como uno de esos niggas de los que tanto habla, fuck life, le dices a Orton Wells cuando le pones el cilindro entre los ojos. Esto de Yggdrasil es como si tu computadora se calentara, tienes como 100 ventanas abiertas y todas reproducen música, ahí está Tchaikovsky y a la vez a los Arctic Monkeys escribiendo su poesía suburbana. Cuando tienes tantas ventanas abiertas, se calienta el procesador y se apaga, lo hace para que no explote la máquina. Se apaga el cerebro, los nanorobots dejan de montar neuronas y te desmayas. Cuando reinician tus ideas, ya estás amarrado en una silla y Orton Wells te ha sacado dos dientes. Te apunta con el revólver que creías que le iba a volar los sesos. Claro, ese es un dealer muy cabrón, míralo, dos años de Yggdrasil, no te lo puedes hacer pendejo. Orton Wells que es un dealer cabrón y me pregunta por qué le quise joder la vida. ¿Por qué no?, es lo que contesto. Orton Wells me mete no una, no dos, no tres, ni siquiera cinco inyecciones de Yggdrasil, me mete lo suficiente para una cuarentena en la nuca y siento que quema, que me desgarra los dos lóbulos y que las neuronas se vuelven

dinosaurios de ideas que se comen a los nanorotobots, como en los monster cars y ahí estoy yo encima de Yggdrasil, como Buda, como Jesucristo, viendo el remolino de colores que es la sabiduría eterna y la serpiente me ofrece una manzana y la serpiente es Orton Wells y la manzana una inyección de Yggdrasil. Y me quedo en el trip pensando, “nunca quiero salir de aquí”.


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Sobre la piel de los perros Arturo Loera Acosta

La poesía es un perro recién nacido. Piel de principio

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antes, durante y después del parto. Piel geometría que se expande y se pudre y se esconde en los rincones de la casa. Piel del alma en polvo escrita en otro tiempo y siempre tinta, hueso de luz. Piel desconocida que resguarda lo desconocido. Schrödinger equivocado, resonancia capilar


y el otoĂąo y la muerte en el compulsivo aliento de dios que no se sabe en el templo. Piel y campo de una historia inefable. Sitiada la memoria y la razĂłn en piel y tierra, coronada por un campo de cruces. La poesĂ­a es un perro que anda sin piel por el mundo.

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Don JosĂŠ llega a sitiado en mi epidermis gracias a una mujer nerviosa Raciel Quirino

26 ruega en voz baja que el seĂąor no llame manuscrito difĂ­cil de entender una muerte sin fin de entender


y transcribir a máquina suena el comunicador enreda frota sus dedos contra su blusa aquí se equivocó nunca escribí sitiado sino situado la felicito mucho mejor porque es un hacha contra la cerradura porque es un vaso que te aclara

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porque es un vaso ahora envĂ­e estos memorĂĄndums la sonrisa de la secretaria dura todo la tarde

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nadie lo advierte


El compromiso al Nógeno María Cristina Fernández Hall

Observo el raqueteo constante del brazo. Se trata de un azul gris que rechaza la acumulación académica y también la paz. Sobre todo, reconoce la tiranía de la falda lápiz. El Nógeno puede encontrarse en las esquinas de todos los ojos aguosos. Es la inseguridad misma del hijo que no nació.

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Él proclama el sonajón célebre de la física recién descubierta que luego pierden las piernas más estables.

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Acoso circunstancial de mi ecdisis Miguel Mariscal

El viento bien puede mudar mi color trasmutar mi cáscara o hacerla añicos Es una fuga Escape interno de mis entrañas cónicas, reinvento de mi flotante caparazón para sostenerme en pie

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La vida es una celda con piel de cordura se viste de círculos no cabe en esta muralla De pensarlo así diría que Samsa no perdió la brújula Soy epílogo de mi otro yo

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en la ficción de mis injertos


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Yoel fantasma Xosé Jared Galván

Hay un yo que no soy

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un yo que mora en mi epidermis donde me habita. Sitiado aquí, en mi cuerpo: la casa gimiente de sus heridas.


Su respiro inhala mi respiro; y me ahoga. Hay un eco en mi voz que lo pronuncia. Acaso un fantasma, acaso todas las cabezas de la hidra. Yo soy(lo niego con la cabeza) Yo es, cuando desde los ojos miro(a) lo que mira(o) ya hecho l谩grimas bombeado por el coraz贸n se me derrama.

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No le(me) creo: mi única fe es la blasfemia. Yo soy Yoel fantasma me navega y guillotina Sé de su alquimia: sustancia del pasado,

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la memoria que lo electrifica. Escucho sus pasos recorriéndome en la tragedia. Mis huellas y sus huellas:


sĂłlo un par de pies que las dibujan. Tal vez un dĂ­a, al fin, el filo del destino corte la vena del miedo donde se anida, su escondite de sombras. Mientras tanto, aquĂ­ estoy, inherente al fantasma. Su(mi) huida sobre mi(su) palma que arde, mis(sus) palabras que lo(me) galopan.

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Soy una montaña Luis Miguel Cruz

Soy una montaña, ay, soy una montaña porque todos nos parecemos a nuestras ciudades.

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Soy un árbol, nieto de árboles, un hijo adoptivo, quizás un impostor, quisiera ser el huésped más estable. Me autonombro embajador, enemigo de las máquinas, de las destrucciones forasteras. Soy un vigilante, un centinela, un velador, hijo de ciudad, de sus ubres que me dieron juventud, de sus pastos verdes, tremendamente verdes. No tengas hijos, madre, por unos días no, ten una laguna blanca y estrellada por lo menos en un viaje, ten unas flores,


el mensaje adentro del cuello de las flores: ese mensaje es para ti y es toda la noche y sonríes. Yo aquí voy, mitad huérfano, pero a paso seguro, sin perderme, por el mismo camino. Toma, soy una alcachofa, aquí dice: toma una parte y cómela. No habremos de dejar de sentir, somos como un pulpo que separó sus partes al caer sobre nosotros una extraña guillotina. Somos un resto de tentáculos amantes. Ah qué agitación en este mar, en este mar interno en este mar, en esta punta de la ola. Toma, ve mi corazón, detente, cuando te asustes voltea a ver mi corazón, veo en tus ojos que sabes de qué hablo, cuando te asustes voltea a ver. El amor es una estatua blanca en estos tiempos una zona precaria, un cuerpo sin piel

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blando y soleado como los moluscos una persistencia de la frente, una voluntad, La Voluntad: Tambor que cruza la calle a paso seguro, son las compras del supermercado, las compras diarias, las caminatas diarias bajo el sol.

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Hay una sombra en mi boca, una rosa aplastada, un sentimiento enorme de ombligo umbilical, hay una navaja que no sale en cada mano un alfanje mortal, hay terror para los forasteros, hay un rifle apuntando desde mi ventana, unos puĂąos recios como la sal, como la sangre, como el interior amargo en las fosas nasales, como la prueba final, como el momento definitivo para dos, como la carne enredada, como el momento mĂĄs real. Hay unos puĂąos en mis ojos, duermo con espadas, soy un jardĂ­n de armas un aire irisado de peligro, que exhala fuego en las narices,


que mira, acecha, tiembla, y estรก alerta, que siempre sabe cรณmo actuar. Soy hijo de ciudad, defensor de mi cuarto y de mi casa, soy el centinela, los pies pesados. Soy quien estรก al acecho, soy quien tiene el control.

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Colaboradores

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Alan Sobrino 1986. Ciudad de México. Economista y narrador. Radica en Culiacán, Sinaloa. pasteldecebolla.wordpress.com @asobrino Arturo Loera 1987. Chihuahua, Chihuahua. Estudiante de la Licenciatura en Letras Españolas de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Es autor de El poema vacío (luto en el hormiguero) (icm / conaculta, 2013) de próxima aparición, y de la plaqueta Cruz y ficción (Bakcheia, 2011). Actualmente es profesor de literatura y filosofía en la preparatoria de la Universidad de Estudios Avanzados, Chihuahua, y miembro del taller de poesía Alí Chumacero dirigido por Enrique Servín. carneasadayseca.blogspot.mx Astrid Novamendi 1939. Guatemala. Su trabajo poco difundido ha sido publicado en Guatemala, México y Argelia, países donde ha vivido la mayor parte de su vida. En algunas ocasiones Astrid publicó bajo diversos seudónimos, lo que ocasiona que se desconozca una buena parte de su obra. En México existe un proyecto por rescatar la obra de Novamendi y posicionarla en el lugar que debería ocupar dentro del panorama literario latinoamericano. Desde hace algunos años se desconoce el paradero de la autora. bustrofedon.net


Fanny Enrigue Guadalajara, Jalisco. Estudió la Licenciatura en Filosofía de la Universidad de Guadalajara. Es profesora de Estética en la UdeG. Actualmente hace el Doctorado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado los poemarios Sucesión de la sombra (Paraíso perdido / Santa María Juana, 2007) y Prácticas de crueldad para el verano (El viaje, 2012). Krsna Sánchez 1988. Zamora, Michoacán. Estudiante de la Licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Fue publicado en el No. 1 de La Cigarra. Luis Miguel Cruz 1977. Xalapa, Veracruz. escriturasdeinvierno.blogspot.mx Luis Vicente de Aguinaga 1971. Guadalajara, Jalisco. Publicó su primera plaquette a los diecisiete años: Noctambulario (1989). Después ha publicado Nombre (1990), Piedras hundidas en la piedra (1992), El agua circular, el fuego (1995), La cercanía (2000), Cien tus ojos (2003), Por una vez contra el otoño (2004, Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta), Reducido a polvo (2004, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes), Trece (2007), Fractura expuesta (2008), Adolescencia y otras cuentas pendientes (2011) y Séptico (2012). Ha publicado también seis libros de investigación literaria, crítica y ensayo, entre los que pueden

citarse Lámpara de mano: sobre poemas y poetas (2004), La migración interior: abecedario de Juan Goytisolo (2005, Premio Nacional de Ensayo Joven José Vasconcelos), Otro cantar: invitación a la crítica literaria (2006) y Todo un pasado por vivir: asuntos varios, 2001-2012 (2013). Ha preparado antologías de importantes poetas mexicanos como Enrique González Martínez y Eduardo Lizalde. Tradujo la obra de Saint-Denys Garneau, relevante poeta moderno de Quebec, en los volúmenes titulados Pequeño fin del mundo (2003) y Todos y cada uno (2007). aguinaga.blogspot.mx María Cristina Fernández Hall 1991. Nueva York, Estados Unidos. Estudió Escritura Creativa en Columbia University. Ha sido publicada en Surgam, New Poetry, Apogee Journal y Nuestras Voces; sus traducciones en Alchemy Journal UCSD y Fair Observer; y sus artículos en Fair Observer y el Institute for Religion, Culture and Public Life at Columbia University. Se puede consultar sus traducciones de poesía y su obra en los siguientes enlaces: issuu.com/columbianewpoetry/docs/columbia_new_poetry_ fall_2012 alchemy.ucsd.edu/2013/01/25/generational alchemy.ucsd.edu/2013/01/25/assumption/ Martín García López 1992. Querétaro, Querétaro. Estudiante de la Licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Ha publicado en las revistas El ojo que piensa y La testaruda. Es direc-

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tor de la revista Himen, columnista en la revista Clarimonda y forma parte del Centro de Investigaciones Patafísicas de México (cipam), grupo de artistas de Querétaro. Miguel Mariscal 1963. Guadalajara, Jalisco. Estudió la Licenciatura en Economía de la Universidad de Guadalajara. Actualmente se desempeña como empleado de la Secretaría de Desarrollo Económico y asiste al taller literario del maestro Mauricio Ramírez que impulsa la Secretaría de Cultura de Jalisco. @mariscalmiguel

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Paulina Castro Chávez 1992. Guadalajara, Jalisco. Estudiante de la Licenciatura en Educación Preescolar de la Escuela Normal para Educadores de Guadalajara. paupaupapua-posts.tumblr.com Raciel Quirino

1982. Ciudad de México. Egresado de la Licenciatura en

Lengua y Literatura Hispánicas de la UNAM. Impartió el taller de Creación literaria en la Comunidad de Diagnóstico Integral para Adolescentes, del Gobierno del Distrito Federal. Actualmente reside en Acapulco, Guerrero, donde imparte los talleres de Creación literaria en el Centro de Ejecución de Medidas para Adolescentes, en Chilpancingo, y de Historias de vida a mujeres reclusas en el Cereso de Acapulco. Es coordinador del proyecto Artemóvil Acapulco y del Festival del Libro y la Pala-

bra, Acapulco en su tinta 2013. Ha publicado el libro de poemas Western (Fondo Editorial Tierra Adentro). Forma parte de la Antología general de la poesía mexicana: De la segunda mitad del siglo XX al tercer milenio, preparada por Juan Domingo Argüelles, de próxima aparición. Ha publicado en distintas revistas, como Crítica, Casa del Tiempo, Tierra Adentro, La palabra y el hombre, entre otras. Actualiza frecuentemente el blog Mis negros perros quinientos (negrosperrosquinientos. blogspot.mx), selección de poesía hispanoamericana. @racielquirino Román Villalobos 1991. Lagos de Moreno, Jalisco. Estudiante de la Licenciatura en Humanidades en el CULagos de la Universidad de Guadalajara. Ha publicado en las revistas Papalotzi, Bonsái e Himen, y fotografía en Pirocromo. Fue publicado en el No. 0 de La Cigarra. losnaufragios.wordpress.com @romanvmanzo Xosé Jared Galván José Jared Galván Rodríguez. 1989. Guadalajara, Jalisco. Ingresó a la Licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Desde el 2011 reside en la Ciudad de México, donde estudia Lingüística en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Ha publicado en las revistas Numen, las letras están aquí, Papalotzi, Boletín ENAH y en el blog Zonambulantes de la editorial La Zonámbula. Actualmente trabaja de forma independiente en su primera novela titulada Diáspora.


45 Ilustraciones: Anuar Portugal Mayo de 1991. Xalapa, Veracruz. Estudiante del séptimo semestre de la Licenciatura en Diseño Industrial de la Universidad Gestalt de Diseño. Realiza diseño industrial e ilustración. anuarportugal.wix.com/home @anuarportugal


Puntos de venta

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Chihuahua: La casa del búho (Rúa de Las Humanidades s/n, Campus Universitario I) Ciudad Guzmán: AirePAZ (Cristobal Colón #58 Zona Centro) Culiacán: Café Marimba (El Dorado #1203) Fabuloso Chantaje (Ruperto Paliza #80000) Guadalajara: AirePAZ (Chapultepec #155 entre Libertad y López Cotilla) Café Quimera (López Cotilla #1080 esquina con Argentina) Caligari (Juan Manuel #1406) Curro & Poncho (Torre Cube, Blvd. Puerta de Hierro #5210) Darjeeling (Morelos #1491) Hotel Demetria (La Paz #2219 esquina con Unión) La Mata Tinta (Juárez #145-11, Tlaquepaque) La tetería (Libertad #1697) Laboratorio de Arte Jorge Martínez (Belén esquina con Independencia) Rendez-Vous (Libertad #1903 esquina con Colonias) Rojo Café (José Guadalupe Zuno #2027) Puebla: Profética Casa de la Lectura (3 Sur #701) Xalapa: 2288 (Murillo Vidal #130) La Rueca de Gandhi (Úrsulo Galván #65) Librería El Hombre Ilustrado (Francisco Moreno #7) Librería Hyperión (Rayón #18)


@_LaCigarra_ facebook.com/lacigarrarevista lacigarrarevista@gmail.com




No. 3

$30 pesos agosto-octubre 2013


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