Revista La Expuesta edición No. 2

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EDICIÓN NO. 02 Noviembre, 2019 Armenia, Quindío Colombia COMITÉ EDITORIAL Gabriela González Gómez Maria José Porras Sepúlveda Angela María Quintero Ojeda John Andrés Álzate Calle Diego Alejandro Valencia Garzón Juan Sebastián Castellanos López Jhonathan Villegas Betancourth DIAGRAMACIÓN John Andrés Álzate Calle Juan Sebastián Castellanos López CORRECCIÓN DE ESTILO Jhonathan Villegas Betancourth ILUSTRACIONES Gabriela González Gómez Angela María Quintero Ojeda Diego Alejandro Valencia Garzón PORTADA Y CONTRAPORTADA Gabriela González Gómez PERIODICIDAD Anual CONTACTO Dudas, críticas, sugerencias, escríbenos a laexpuesta@gmail.com ISSN: 2665-434 (EN LINEA)

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EDITORIAL Lo onírico, ese espacio colmado de infinitas posibilidades y situaciones, tan improvistas como secretas, y por ahora sólo accesible a través del sueño, ha sido motivo de fascinación a lo largo de la historia donde, desde teóricos hasta artistas, han contribuido a enriquecer, desde sus perspectivas, este fenómeno todavía envuelto en el misterio. En este segundo número de la Revista La Expuesta, abordamos, a través del contenido visual y escrito, diversos registros y representaciones traídos desde el otro lado, ese lugar vasto y en ocasiones incomprensible de los sueños, el espacio en el que, si existe un límite, sólo sería el de su desbocada imaginación. Con el conjunto de la revista le proponemos al lector/a un juego en el que los límites entre sueño y realidad se difuminan. Siguiendo estas premisas, podemos considerar a lo onírico como el otro mundo, uno que pone en tensión los estados de vigilia, siento este último un lugar desde donde vivenciamos la realidad y la tenemos por ser una cosa sólida e incuestionable. Ese otro mundo, que podríamos llamar otro universo por su cualidad de ser insondable, viene a hacer de las suyas en este plano, el de la realidad, aparentemente incuestionable, en donde creemos que usted nos está leyendo, despierto, en su casa, universidad u oficina o ¿acaso no se ha despertado empapado en sudor, desconcertado, atónito, luego de experimentar una noche de intensos sueños? Tanto así, como para que estos se queden por días resonando en su cabeza, y no haga otra cosa más que darle vuelta una y otra vez para descifrar algún atisbo de significación lógica que se relacione con su vida despierta, llegando al punto de tener que contárselo a alguien quizá buscando un poco de liberación ante la extrañeza de lo soñado. Sueños lúcidos, un mantra que tira a ambos lados del sentido: ¿ficción o realidad? Ciertamente la experiencia del sueño traspasa un linde, es una especie de mensaje despachado por nosotros mismos bajo el descontrol, desde un lugar remoto donde sólo cada uno tiene acceso, para que lo descifre en vigilia, ya sea a través de la comunicación, la soledad o el arte. Es por esto que en esta edición de la revista hemos hecho el papel de recolectores del otro mundo en el que rescatamos del olvido lo tormentoso de las pesadillas, pasando por lo encantador de la lucidez. Y si es verdad que el sueño es la actividad estética más antigua, como decía Borges, no dejemos de asombrarnos: ¿nosotros soñamos que hacemos una revista? ¿Ustedes están soñando que nos leen o que están aquí? En cualquier momento puede sonar la alarma.


HELLYWOOD Daniel Sánchez Arango SUEÑOS EN FALSO John Jairo Osorio DOS LOBOS FRENTE A UNA COLINA PIJAO DE FRENTE Leandro Ocampo

ESCAFANDRA LUNAR Juan David Acevedo López SIN TÍTULO María Josefina

FRAGMENTOS ARTISTA INVITADA Maria Camila Orozco Zuluaga

ESCENAS NOCTURNAS Bryan Camilo Niño Sierra/ Carlos Alberto Castaño Aguirre

TRES PESADILLAS Andrés García

EL CIELO SIN MANCHA Y EL CAOS QUE QUIERE EL HOMBRE

Ana María Sierra Días

LA DIVINA CIUDAD TECNICOLOR Jhoyman Bedoya SUEÑAN LOS MARINEROS CON PESCAR SIN CARNADA

John Andrés Alzate Calle / Diego Alejandro Valencia Garzón

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AHOGADA EN UN VASO DE AGUA / EMBEJUCADO / ENGOMADA

Edwin Javier Morales Perdomo DUALISMO SOLAR Sebastian Ciro Castaño

AMIGOS IMAGINARIOS Laura Alejandra Llano Villa METAMORFOSIS Blanca Consuelo Loaiza Lagos

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DEVOCIÓN POR LOS ANGELES CAÍDOS Sebastian Camargo JIRAFA DE ENSUEÑOS Diego Alejandro Arias Pinzón

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EN EL SUEÑO Luis Fernando Barrera

TRES PREGUNTAS Vanesa Montoya Ocampo ENTREVISTA A DIEGO ARIAS María José Porras Sepulveda

EN POCAS PALABRAS: RESEÑA BAÑOS PÚBLICOS, ASUNTOS PRIVADOS

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ASÍ VA EL PROGRAMA Luis Enrique Vargas

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Por: Daniel Sánchez Contacto: dasanchezarango@gmail.com

Esta serie de imágenes corresponde a los stills de las intros de las diez principales productoras de películas de la meca californiana del cine, editadas digitalmente para subvertir su estética áurea y de ensoñación e introducir un tono escatológico representado a través de lo cataclísmico, lo profético, lo astrológico y lo macabro. Vivimos en medio de un bombardeo constante de imágenes heterogéneas que circulan a través de los mass media y que alimentan nuestro imaginario apocalíptico, sugiriendo que la sociedad globalizada está obsesionada con su eventual decaimiento hasta el punto de convertirlo en espectáculo, tal vez para sobrellevar su inevitabilidad. La relación de los miedos escatológicos y medios de comunicación, no es exclusivamente una cuestión reciente, sino una dupla indisociable desde los albores de la modernidad. Jean Delumeau, en su libro El miedo en Occidente, señala que los miedos apocalípticos renacentistas, muchos mayores a los miedos milenaristas, desmitificados por Georges Duby en el libro Los miedos del año mil, se diseminaron gracias a la reproducción en serie, posible gracias a la invención de la imprenta de los tipos móviles de Gutenberg, primer medio de comunicación masivo que, de la mano con los avances de técnicas como el grabado, ejemplificados en la obra de Alberto Durero sobre La revelación de San Juan o Apocalipsis, impregnaron las mentes de la época con una imagen concreta del fin de los tiempos, una cuestión latente en un contexto de guerras, sublevaciones, escándalos, pestes y tragedias constantes, hecho que fue generando una auténtica atmósfera de miedo en una naciente sociedad moderna entre el siglo XIV y XVII. En los últimos tiempos esta fórmula de miedos/medios se ha complejizado y pareciera significativo, desde el campo del arte y la estética contemporánea, una revisión del foco del entretenimiento global y sus dinámicas espectaculares para comprender su instrumentalización con fines ideológicos. Esta es la idea que el autor Gabriel Sala aborda en el libro Entetanimiento: Panfleto contra la estupidez contemporánea, como parte de una agenda política y económica de apaciguamiento masivo siguiendo un modelo utilitarista y perverso denominado entetanimiento (mezcla de entretenimiento y entetamiento), cuya principal meta es ocultarle a las masas que en la actualidad el 80% de la población es accesoria y descartable, ya que el 20% restante sostiene el aparato económico actual; mientras tanto, la insostenibilidad de dicho sistema prepara el terreno de un real escenario apocalíptico donde el desenlace, a manos del ser humano o de la naturaleza, superará todas las ficciones que siempre han acompañado a la sociedad moderna desde sus inicios y que Hollywood recrea de manera constante en películas taquilleras que abordan el tema del fin del mundo. A través de una revisión del concepto planteado en Cultura Mainstream, de Frederick Martell; y de Hollywood, asistimos al epicentro de nuestra cultura medial en el que se puede constatar la conformación de un imaginario escatológico nutrido que podría interpretarse como el reflejo de una sociedad globalizada y obsesionada de manera inédita con su eventual destrucción. Prueba de lo anterior, es la presencia en los medios de incontables contenidos con tinte apocalíptico que apuntan a complacer un apetito creciente por el abordaje de todo tipo de desastres y causas de destrucción masiva. Ante este escenario, el proyecto busca entonces develar a Hollywood como una maquinación siniestra de distracción, decepción, disociación, encubrimiento, más allá de la fábrica de sueños deslumbrantes y fantásticos con la que se confunde habitualmente. Artista visual de la Universidad de los Andes, Magister en Artes Plásticas de la Universidad Nacional y docente Programa de Artes Visuales de la Universidad del Quindío

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Por: John J. Osorio Contacto: jjosoriog@unal.edu.co

1. Estos ejercicios –inspirados en Sueños de sueños, de Antonio Tabucchi– fueron presentados en el Seminario II de Narrativa de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional. El texto en su integridad –excepto el título, que fue un regalo generoso– es obra del autor. 2. Antropólogo. Mg. en Escrituras Creativas.

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Sueño de Juan Rulfo, imaginador La noche del 1 de noviembre de 1954, Juan Rulfo, narrador y fotógrafo, tuvo un sueño. Recostado sobre el muro de calicanto de la antigua iglesia de San Pedro Cholula, en Puebla, sacó de un bolsillo de su saco el mechero para prender un cigarrillo. Mientras fumaba, por una de las esquinas de la plaza, desolada y polvorienta –cubierta de una ceniza plateada como los mares de la luna– vio doblar un brioso caballo blanco, de fina sangre castiza, que llevaba sobre la grupa a una mujer voluptuosa y elegante, con el rostro cubierto por un pesado rebozo negro que la guardaba del rocío glacial que revolvía el empedrado de la plaza. El joven Juan Rulfo, encandilado, vio acercarse el caballo con pisadas lentas, apenas levantando un poco el polvo de plata que se asentaba bajo sus cascos, y cerró por un momento los ojos para escuchar el golpeteo de las herraduras sobre las piedras: clac, clac, clac, clac. Dio la última calada al cigarro acre, tiró la colilla y, cuando abrió los ojos de nuevo, vio una luna inmensa y dorada que bruñía con su brillo el cuerpo ataviado de la mujer, impregnando el lugar con un hálito fantástico. En ese mismo momento, Rulfo escuchó una jarana triste que llegaba desde el otro lado de la plaza y, todavía dudando si era real lo que estaba viendo, sacó su Leica de otro de los bolsillos de la chaqueta, y se aprestó a registrar las imágenes que danzaban delante de sus ojos. Estaba concentrado en lograr una buena composición y jugaba un poco con la luz, cuando sintió a sus espaldas que la mujer del caballo blanco se encontraba apenas a unos pasos suyos. Se dio la vuelta, aturdido por lo abrupto del encuentro, y se atropelló con un discurso lisonjero. –Buenas noches, señora. No es costumbre ver a una mujer tan hermosa cabalgando, y menos a estas horas de la noche… Divertida por la solemnidad del saludo, la mujer se levantó el velo para agradecer con un gesto la deferencia de tan galante caballero. Rulfo aguardó con la respiración contenida el instante que tardó la mujer en levantarse el velo con un movimiento de las manos. Vio que no había dientes en su boca, ni expresión en su rostro, ni ojos en las órbitas, sino la mera calavera lívida y pelada. Entonces guardó su cámara y volvió sobre sus pasos a la antigua posada de Cholula donde se estaba hospedando. Los músicos, a lo lejos, seguían tocando. Sacudido por la crudeza de los presagios, el escritor se revolvió varias veces en el colchón de paja. En la calle se escuchó el relincho de un caballo.

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Sueño de Gabriel García Márquez, fabulista El 17 de abril de 2014, jueves santo, en su casa en la Ciudad de México, Gabriel García Márquez tuvo un sueño. Soñó que era Úrsula Iguarán y que moría al cabo de cien años, amortajada en lienzos y mantas de una dignidad papal, y en medio de las liturgias y los oficios más solemnes. Mientras agonizaba, Úrsula –mejor dicho, Gabo– soñó que afuera de su casa continuaba la parranda de más de cuarenta días, inaugurada el martes de carnavales por su nieto Aureliano, y que ni el inicio de la cuaresma ni el de la misma semana santa habían logrado deshacer. En el desvarío de los estertores de la muerte, Úrsula vio al gallo muerto de Pedro Aguilar, soñó los hijos con cola de marrano, se colgó del cuello un pececito de oro, oyó el piano de Pietro Crespi y los sermones del padre Nicanor, observó los ojos grandes de Pilar Ternera y la mirada cansada del coronel Aureliano Buendía, habló en wayuunaiki con sus ancestros guajiros, y volvió a escuchar sus huesos dándose contra las paredes. Úrsula vio otra vez la casa carcomida por las hormigas, escuchó a los médicos invisibles que visitaban a Fernanda del Carpio, besó en la frente al bisnieto que anhelaba convertir en Papa, se topó otra vez con los viajeros que habían dejado en su casa dos estatuas de santo repletas de monedas de oro. Volvió a pelearse con Amaranta, remascando la amargura de su inveterada ceguera. La matrona cayó en cuenta de que cien años eran un soplo, y se sintió liviana. Supo entonces que ya no habría vuelta atrás cuando se vio a cinco metros sobre la tierra, envuelta en blancas sábanas de seda, asunta al cielo, igual que Remedios, la bella, por un soplo ligero y tierno como de aleteo de mariposas amarillas. En ese momento, inmerso en caldo de larvas del sueño, Gabo pensó sus últimas palabras: “Mierda, ahora sí es verdad que me estoy muriendo”.

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Sueño de Raúl Gómez Jattin, poeta y loco Una noche de traba y borrachera, en el andén de una calle en Cereté, Raúl Gómez Jattin soñó que se había enloquecido. Deambulando por un sanatorio de Cartagena, que había servido de sede a la Santa Inquisición, y que parecía sacado de una película de terror, se encontró con un joven hermoso, traspasado todo por cuchillos, que dormía plácidamente en una hamaca. Jattin observó su sexo, grande aunque flácido, cubierto por una mata de pelos oscuros. El joven despedía un olor a fruto maduro mezclado con alcohol barato y tenía por únicas pertenencias un par de sandalias que le colgaban de los pies. La camisa de fuerza que llevaba no le impidió a Jattin acercarse al rostro pulido del muchacho, y comenzar a rozarle la barba tupida y crespa con los labios. La suave caricia del vello grueso en sus mejillas lo estremeció. Jattin vio que el sexo del mancebo comenzaba a hincharse y cerró los ojos para imaginárselo mejor. El muchacho comenzó a gemir con una vela encendida apretada entre los labios, mientras el poeta incendiaba los suyos contra el filo de la llama, en el vano intento de obsequiarle sus besos. Cuando abrió los ojos otra vez, Jattin observó que el sexo del muchacho se había convertido en una espada erguida y resplandeciente. Entonces se acercó, la blandió con las dos manos y retorció su garganta por el filo del sable hasta degollarse. Un grito de horror resonó en la cabeza del poeta, que se despertó en su hamaca empapado de sudor. Revista La Expuesta

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Por: Leandro Ocampo Morales Contacto: leandrocampo4@gmail.com Julio, 2019 Gracias a Gina JimĂŠnez y a Nathalia Montenegro por conversar conmigo

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Referencias - Capra, F. (1999). La trama de la vida. Barcelona: Anagrama. - Gourhan, A. (1971). El Gesto y La Palabra. Caracas: Ediciones de la Biblioteca. - Gadamer, H. (1977). La actualidad de lo bello. Barcelona: Paidós Ibérica, S.A. - González, F. (2013). Viaje a pie. [Espagne]: Ediciones Barataria. - Aullido y vocalización de los lobos » LOBOPEDIA. (2019). Retrieved from http://www.lobopedia.es/aullido-vocalizacion-lobos/

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Por: Juan David Acevedo Lรณpez Contacto: jdacevedol@uqvirtual.edu.co

Collage Digital Dimensiones Variables


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Por: Maria Josefina Contacto: dahicamu@gmail.com Collage Anรกlogo Dimensiones Variables Revista La Expuesta

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FRAGM

Una composiciรณn de ele

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MENTOS

Por: Maria Camila Orozco Zuluaga Contacto: ccamilaorozco@outlook.com

ementos inconscientes

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Serie de dibujo y collage analรณgico sobre papel Dimensiones: 21.6 x 27.9 cm 2018

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NOCTURNAS

ESCENAS

Esta propuesta de collage digital, está inspirada en el poema “Night Scenes Of Other Timevs”, de Joanna Baillie

Los vientos salvajes braman sobre mi cabeza, Y la luz pálida de la víspera se desarma; ¿Dónde encontraré un refugio amistoso Para ocultarme de la noche?…

… En lo profundo debajo del montículo Yace su cabeza; y sólo emergerá Cuando atrone la llamada terrible Que convocará a todos los muertos…

Por: Bryan Camilo Niño Sierra Contacto: zukobry@hotmail.com Carlos Alberto Castaño Aguirre Contacto: cacastanoa@gmail.com

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Collage Digital Dimensiones Variables

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Por: Andrés García Contacto: amgarcia@uniquindio.edu.co

El miedo racional que empecé a sentir en cada viaje por tierra tiene una explicación lógica, pues pasé de vivir casi 27 años de mi vida internado en la misma ciudad, aquella que tantos trastornos del ánimo me produjo; hecho que, abruptamente, me llevó a tener constantes cambios de residencia en el país. Como si las fuerzas del destino hubieran conspirado a mi favor, para salvarme de un inevitable desenlace trágico por mano propia, debido a la monotonía e insipidez de una rutina insatisfactoria, empecé a llevar una vida nómada, yendo de una ciudad a otra, en las que llegué a vivir solo durante algunos meses. Así viví como habitante nómada en diferentes regiones, desarraigándome en cada trayecto de la vida, pues cada uno de estos viajes siempre me ponía en un estado de aceptación frente a un posible suceso. No es que viera mucha televisión, ni que estuviera informado de las cifras de accidentes automovilísticos diarios, sino que este temor racional, como ya he nombrado, respondía a una actitud natural; el pesimismo trágico que me caracteriza. Como buen pesimista que contempla más de un final, abarcando todo el espectro de posibilidades negativas, permanecía en todo momento bajo la zozobra. Mientras observaba resignado por la ventana, iba despidiéndome nostálgicamente de todo lo que en vida había tenido, esperando el momento en el que el bus se sumergiera en el oscuro abismo, o que, al contrario, fuera un accidente iluminado por la irresponsabilidad de alguno de los conductores implicados. Curiosamente, estos presentimientos de muerte nacieron gracias a una pesadilla, una que sucedió antes de dirigirme hacia donde mi papá vive, en uno de esos departamentos a los que se accede a través de montañas y carreteras sinuosas. En esa ocasión, la noche anterior a viajar para encontrarme con él, viví la siguiente pesadilla:

Pintor y docente, Programa de Artes Visuales, Universidad del Quindío.

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Nos encontramos con mi papá en la capital del departamento de C…, en donde fui recogido por él en la camioneta que utiliza en su trabajo. Conversábamos sobre algún tema que no recuerdo, y en ningún momento se auguró lo que sucedería. De repente en el viaje, al llegar a una peligrosa curva, mi papá perdió el control del automóvil, y al no poder frenar ni tomar acertadamente el drástico giro, el carro siguió de largo. Mientras traspasábamos la barda de seguridad, nos alcanzamos a dar cuenta de lo sucedido. Mi reacción fue como un regaño: “Ah, papi, nos morimos”, le dije. Él también estaba tranquilo, asumiendo toda la responsabilidad del accidente. Mientras caíamos, antes de que el carro empezara a girar mortalmente, nos alcanzamos a despedir: “Lo quiero mijito...”, me dijo, “[...] discúlpeme por haberme despistado, pero ya no hay nada que hacer”. La camioneta entonces chocó contra la masa de árboles asesinos y empezó a rodar hasta que perdimos el conocimiento. Cuando volví a estar consciente, me sorprendió ver la fatal imagen; el carro totalmente destrozado, y al lado de este, mi papá levantándose, tan sano e intacto como yo estaba. Agradecimos a la bienaventuranza, abrazándonos, llorando, plenos de continuar con vida luego del siniestro. Tras este saludo, luego de sentir que nos habíamos ido para siempre, empezamos a caminar por un sendero boscoso hasta que llegamos a una carpa en la que habían ubicados dos largos comedores. Había algunas personas comiendo tranquilamente, sin ningún gesto que indicara algo sospechoso; niños, mujeres, ancianos, hombres, todos cenando, nada anormal. Hicimos la fila para recibir una primera cena luego de sentir que habíamos renacido, y al acabar de comer y quedar totalmente satisfechos, le dije a mi papá: “Voy por un cigarrillo”. Me alejé del grupo de extraños comensales, saqué del bolsillo de mi pantalón un cigarrillo arrugado y lo encendí. Al dar la primera calada no sentí nada, ni con la segunda, ni la tercera, ni alguna de las que vinieron. En ese momento, al darme cuenta de que no obtenía mi terrenal placer, entendí que habíamos muerto, pero no quise decirle nada a mi papá. Desperté de la pesadilla, con sudor en todo el cuerpo, así como una notable agitación respiratoria, efectos que no son los que produce un sueño plácido. Aquel día temí haber tenido una premonición, pero por fortuna me encontré con mi papá esos días, lo acompañé en su camioneta a los lugares que él debe visitar, que, por cierto, son más de siete municipios escondidos entre las inamovibles montañas neblinosas, y nada de lo soñado sucedió. Tampoco le conté a mi papá, en la realidad consciente, sobre esta funesta proyección inconsciente. Luego de ese encuentro con mi padre continué mis viajes, sobre todo en la noche, esperando siempre que el sueño me arropara de mis miedos y de los inminentes accidentes que se me ocurrían. Pero nada de esto llegó a hacerse realidad, y empecé a aceptar la idea antagónica, que mis temores eran infundados y obsesivos. Luego de algunos meses y kilómetros más recorridos, volví a sentirme sosegado al subirme a una flota o bus intermunicipal. Sin embargo, tras reconciliarme con mis ideas enfermizas, el asunto de las pesadillas catastróficas volvió durante el último viaje que realicé en el que dos pesadillas me abordaron en los dos únicos momentos de sueño que tuve. Revista La Expuesta

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En esta jornada interregional, luego de haber pasado un desastroso y melancólico fin de semana en mi ciudad natal, me dirigí a la ciudad de A…, en la que me había instalado hacía tres meses, con la esperanza de quedarme un tiempo más largo. Durante las siete horas que dura el viaje, tuve como compañero de silla a un tipo gordo y sudoroso, quién estuvo casi todo el tiempo durmiendo. Afortunadamente, yo estaba en la silla junto a la ventana que da a la tenebrosidad, pues de no haber sido así, me hubiera resultado más insoportable el viaje. A pesar de que estos recorridos se valen de distracciones cinematográficas para evitar que los pasajeros caigan en la ansiedad e impaciencia, mi atención se mantuvo dirigida hacia el indistinguible paisaje nocturno, cuyas sombras fantasmales inspiran a las imaginaciones precoces. Y así, mientras observaba a la nada, tuve mi primer lapso de sueño, el cual devino en una pesadilla que, por un momento, creí real. Me quedo con la duda. En el delirio inconsciente, me encontraba sentado en la silla que ya he descrito, pero, como si hubiera sido atacado por una parálisis de sueño momentánea, mi cuerpo y mis miembros se quedaron detenidos, sin reacción. Mientras esto pasaba, el tipo gordo que iba al lado mío empezó a manosearme de una manera grotesca y hasta agresiva, haciéndose el dormido, con su mano derecha sobre mi zona genital. Intenté moverme, gritar, patalear, defenderme, pero no podía hacer nada; estaba totalmente impotente frente a este abuso. Para bien mío, este horrible desvarío no duró mucho, y al despertar me aseguré de que realmente no hubiera pasado, pero, como escribí antes, me quedo con la sospecha. Pasaron unas dos horas para que volviera a reconciliarme con la somnolencia, y tras superar la agitación producida por la aterradora experiencia onírica anterior volví a dormir. En este segundo mal sueño desperté en un paraje tan negro como el del otro lado de la ventana, pero era un lugar conocido, uno que, aunque no fuera cercano, conocía. El lugar era un peñasco, el cual era observado por mí desde arriba, desde el borde. A lo lejos se veía el paisaje montañoso, limitado, debido a la poca cantidad de luz, mientras que al mirar hacia abajo percibía, instintivamente, el vacío característico de estas tierras hundidas entre las cordilleras, vacío que se llena de incontables cantidades de árboles de todo tipo, de la maleza espontánea que, aunque no veía, sabía que estaba ahí. De tanto mirar al vacío que se imponía bajo mis pies, me sentí llamado y di dos pasos hacia adelante, me puse de espaldas al acantilado y empecé a descender, como quien baja una escalera de mano. Debido a que me encontraba sobre el borde erosionado, y no encontraba objeto estable al cual aferrarme, me di cuenta de que me estaba dirigiendo voluntariamente hacia la oscuridad del hoyo. Entonces llegó la desesperación que sucede cuando uno ha cometido un error que puede ser fatal, y al intentar agarrarme de alguna piedra o raíz, únicamente lograba desprenderla de la tierra. Cuando sentí que no podía hacer más, y estaba a punto de desistir y dejarme resbalar hacia abajo, unos luminosos brazos aparecieron desde arriba y me agarraron. Eran los brazos de mi madre que de lejos llegaba para salvarme del infierno, como una virgen que aboga por los crápulas e infames. Haciendo un esfuerzo sobrenatural me sacó de la oscuridad a la que me destinaba, y ya entre sus brazos lloré como un niño pidiéndole mil disculpas por atentar contra mi vida. Desperté de nuevo, mucho más inquieto que de costumbre, intentando discernir la realidad de lo soñado, y tras tomarme unos minutos para tranquilizarme, reconocí que había llegado a mi destino. Me acomodé, el gordo del lado también, pues su destino era el mismo mío. Esperé a que él se bajara primero, porque no quería estar cerca de él un segundo más. Cuando noté que ya se había alejado lo suficiente para sentirme a gusto, tomé mi maleta, la chaqueta y salí del bus ansiosamente. Quería, desde hacía siete horas, fumar un cigarrillo, y en efecto eso fue lo primero que hice al bajar. Saqué el último cigarrillo arrugado que había en el bolsillo de mi pantalón, lo encendí y di la primera calada, la que debería haber sido la más deliciosa luego de durar varias horas sin intoxicarme con el humo. No sentí nada tras la primera aspiración, tampoco con la segunda. Confirmé lo que temía cuando acabé el cigarrillo y no obtuve ninguna sensación. 28

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Ana MarĂ­a Sierra DĂ­az Por: anamaria.sierra@correounivalle.edu.co Estudiante de Licenciatura en Literatura Universidad del Valle

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Las luces de las lámparas que recorren de lado a lado, que disminuyen a lo lejos, se convierten en puntos borrosos y grandes. El cansancio se posa sobre mis párpados hasta derrumbarlos. Ahora, me rodea sólo el cielo y es parecido al que veo cada día a las dos de la tarde: iluminado por la estrella que nace en el oriente, éste cielo brilla sin mancha alguna. Azul. Completamente azul. Sin una sola mancha de nubes. Un hombre grita y corre de derecha a izquierda como las manecillas del reloj. La contraluz en la que se encuentra sólo me permite verlo como una silueta negra. No sé quién es. No sé qué quiere. Grita: “El hombre quiere caos, debe tenerlo”. Su voz ni siquiera se agita, aunque siga corriendo como el tiempo. No me mira, llego incluso a cuestionar mi presencia. Sin embargo, sé que aquí estoy porque veo éste cielo y esa mancha negra que es un hombre que corre frente a mí como los péndulos de los relojes. ¿Por qué me habla del caos? Yo no quiero caos, yo quiero el orden de éste lugar. Esto tan tranquilo que no parece real. Los colores aquí son limpios. Tal cual el azul es azul y el negro es negro. No se combinan con

ningún otro color. Me pregunto de qué color estaré. Si el sol me hace negra por la contraluz, o si por el contrario, el sol me ilumina tanto que mi piel llega a parecer cristalina. En fin, éste lugar es extraño, pero no quisiera salir de aquí. “El hombre quiere caos, debe tenerlo”. El hombre continúa gritando, moviéndose como un péndulo. Miro al cielo. Parece un lienzo pintado sobre una superficie plana, un lienzo pintado por quien sólo tenía dos colores: azul y negro. El cielo sigue sin manchas, pero sí con una ventana… o eso parece. Hay un cuadro perfecto. Sus medidas son perfectas, parece que quien pinta éste lugar ya tiene otro color. Más colores. En el cuadro se asoma el universo entero. El azul de éste cielo se ha mezclado con el rojo, porque dentro del cuadro veo que predomina el morado con estrellas asomadas como puntos blancos. Hay galaxias que se mueven por ese pequeño cuadro. Pasan y me saludan: “El hombre quiere caos, debe tenerlo”.

El hombre ha dejado de gritar. Ha dejado de correr. Está a mi lado, sentado en posición fetal. Sigue sin mirarme, de igual modo, sigue siendo sólo la silueta negra de un hombre. Su cabeza se apoya sobre su mano. Susurra. Cada vez más lejos: “El hombre quiere caos, debe tenerlo”. “El hombre quiere caos, debe tenerlo”. “El hombre quiere caos, debe tenerlo”. “El hombre quiere caos, debe tenerlo”. Los campanazos volvieron, más fuertes. Ensordecedores. El cielo ya se ha manchado. Los puntos ya no son estrellas, ahora son lámparas. El hombre ya no está, pero tengo la sensación que alguien sigue corriendo frente a mí. De un lado a otro, al ritmo que suenan las campanas.

Suenan tres campanazos. No veo las campanas, pero las escucho.

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Cuando tuvo ánimos de seguir su recorrido, se paró, y caminando muy tranquilamente, cruzó toda la plazoleta contínua a la catedral, bajó los cinco escalones y giró en dirección norte para continuar su breve recorrido. Mientras caminaba derecho, como si una línea direccionara su trayecto, sentía cada vez más que estaba entrando a un lugar desconocido, las caras de las personas se veían opacas, tristes, mal humoradas y algunas llevaban puestas sonrisas que casi parecían estallar. Obviamente él sabía que todo hacía parte del momento por el que estaba pasando, así que intentaba ignorar las caras que casi parecían enceguecer sus ojos. Por: Jhoyman Bedoya Giraldo Contacto: jhoyman-bedoya@hotmail.com Cuando decidió tomar las calles, no sabía muy bien por dónde coger, hacía ya mucho tiempo que no pasaba por los lugares que en su juventud había marcado lo que ahora eran recuerdos de grandes épocas de fiestas, drogas y bares. Su apartamento se situaba a dos cuadras, subiendo por la carrera trece, donde justo veía el campanario de la catedral de la plaza de Bolívar, era un viejo apartamento que el terremoto del noventa y nueve mantuvo intacto. Al salir de allí, solo pensaba en los suplicios que el día había dejado, de su agotador trabajo como ejecutivo de una gran empresa, sentado todo el tiempo frente a un computador haciendo cuentas y recibiendo llamadas de personas que ni un saludo de buenos días ofrecían. Ese día quería despejar su mente, volver a encontrarse con la ciudad, solo, pero rodeado de un montón de personas, viendo rostros de diferentes aspectos y ocasionalmente perdiéndose en las partes más altas de los edificios. Cuando llegó a la plaza de Bolívar, se dirigió a las gradas detrás de la catedral, hacía un excelente clima, aunque parecía raro, no había ni un atisbo de luz solar ni de lluvia. Sacó un cigarrillo de marihuana y ahí en su soledad empezó a aspirar el humo que se hundía hasta el fondo de sus pulmones y que luego se iba de su cuerpo para ya nunca volver; y así una y otra vez, tal vez por el rápido efecto que el fumar había causado en su cuerpo o tal vez por la pizca de opio que le había mezclado. En ese momento empezó a sentirse diferente, parecía que el mundo ya no era el mismo, todo parecía más lento, más fácil y más idílico, pero a su vez todo parecía cobrar vida, los textos de viejos grafitis parecían decirle cosas, murmurar verdades y derretirse ante sus ojos. Una infinidad de imágenes y recuerdos llegaron a su mente; su infancia, y los amigos se mezclaban en remolinos psicodélicos de nunca acabar, pero en medio de toda esta borrasca pudo identificar una pequeña intervención que había hecho, ya no sabía cuánto, con un viejo amor. En medio de todo ese drama, ese pequeño texto iluminaba más que los demás, parecía que los minutos, en ese momento, se hacían eternos, cuando en realidad pasó solo un escaso fragmento de tiempo. En la escena, más de una persona se percató de un extraño joven sentado frente a una pared roída por el sol, desgastada por la lluvia, e intervenida por miles de pequeños textos que difícilmente se podían leer. 32

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Pero veía rostros, rostros y más rostros. Rostros en las ventanas, entre los vidrios de los almacenes, rostros en los carros, motos, taxis y camiones, rostros de personas que se descomponían como un caleidoscopio, pero que volvían a unirse para de nuevo lanzar miradas cortantes y grotescas; rostros que se reían de él, rostros que lo miraban con odio, amor, desprecio, deseo, desengaño, desapego, desmesurados, descomplicados, descomunales, desinhibidos, demoníacos, distraídos, adoloridos, morbosos; rostros que entraban por sus ojos para clavarse en lo más profundo de sus entrañas, rostros que aprovechaban la oportunidad en la que él se encontraba para hacerlo dudar y quebrarlo en mil pedazos. Pero él continuó, siempre por la misma línea, aunque creía que no tenía fin. Así, caminó cuatro cuadras hasta que llegó a la cuarta calle, específicamente a la calle dieciséis con carrera trece. Allí, decidió comenzar a bajar de la trece a la catorce, para dirigirse hacia su apartamento. Quizá se sentía agotado de todo el ruido, lo visual, las miradas, los rostros o tal vez la traba había pasado límites por él poco explorados, y había hecho que sus sentidos estuviesen tan activos que los murmullos más lejanos los escuchaba como un susurro en su oído. Cuando pudo llegar a la carrera catorce, y después de cinco horas según su tiempo, todo parecía más enrarecido,


su visión le estaba jugando malas pasadas, había pasado de solo percibir rostros, escuchar y sentir voces, a ver cosas palpitantes y más vivaces. Allí, en la calle real, en pleno corazón de la ciudad, sentía que palpitaba el suelo. Caía la tarde y su sensación de extrañamiento lo alertaba. Decidió empezar a dar pequeños pasos para no caer en el síndrome de persecución. Fue en vano. Se comenzó a sentir acechado. Mientras la luz tenue de la tarde se filtraba entre esquinas, apartamentos y transeúntes, los locales comerciales encendían sus grandes avisos con fluctuantes luces de neón, parecían la pantalla de una sala de cine. Una luz tras otra, oferta tras oferta, mercado tras mercado, vicio, ocio, mentira, vanidad, felicidad en venta, miles y miles de avisos. Estaba cubierto, como encarcelado, era un perseguido; nada parecía tener fin. La distancia que lo separaba de su casa eran solo cuatro cuadras. Pero él no lo sentía así, la distancia es también perspectiva. Los avisos y comerciales, casi grotescos, se reían eufóricos de él. Desde afuera del trance, los transeúntes comunes veían a alguien parado casi en shock frente a un aviso de un comercial de zapatos. Desde dentro, la mezcla de ruido y luz enceguecedora de los almacenes lo petrificaba; inmóvil y sin poder hacer nada, era una víctima de un anuncio que le hablaba de lo mal que se veía, de lo mal que estaba y de lo poco que era por no ser lo que la sociedad le exigía.

Tiempo... El reloj sonó a las 7:30 de la mañana del día jueves, él se despertó de la cama donde en algún momento había caído como una piedra, y mientras su cerebro volvía a la vida real intentando reconocer el lugar donde estaba, sintió que todo hacía parte de un mal sueño. Se refutó cuando vio que aún estaba con la ropa del día anterior. Se dirigió al baño y tomó una ducha. Se secó de manera cuidadosa, quizá ralentizando su comprensión. Se organizó y se vistió con el mismo rutinario traje de tres piezas que por diez años había usado. Desayunó y volvió a ser el que ha sido: las mismas rutinas, el mismo trabajo y la misma ciudad que en un momento le ofreció los recuerdos y las conspiraciones que nunca había visto tan claras.

Ilustración: Angela Quintero

Espabiló y pudo continuar, pero las risas lo perseguían, y en su afán por salir de ese círculo dantesco, decidió caminar un poco más rápido, cosa tonta, en su estado las calles no parecían tener fin, se yuxtaponían y se entrecruzaban, sentía que nunca podría salir de ese lugar tan extrañamente inhóspito. Pese a que sus pies se movían más rápido, permanecía en el mismo lugar, sentía estar en una caminadora, moviéndose, pero sin que sus pasos lo condujesen a un lugar distinto al que estaba.


Texto por: John Alzate Contacto: johna.alzatec@uqvirtual.edu.co Ilustración por: Alejandro Valencia Contacto: diegoa.valenciag@uqvirtual.edu.co Estudiantes de Artes Visuales Universidad del Quindío

Lo que me despertó esa noche no fue ni siquiera el ruido de la inmensa ancla cayendo en mitad de mi habitación, sino el delicado pero peligroso roce de la plumilla del anzuelo, buscando clavarse violentamente en alguno de los agujeros de mi pálido rostro durmiente. Me desperté de un salto, bajo el desconcierto más intenso que jamás sentí, pero procuré ante todo esquivar el anzuelo con pericia. A mi alrededor, un bloque de agua del tamaño de mi habitación se había instalado perfectamente ocupando todos los espacios, incluso el agua llenaba por dentro y por fuera de mis botas andariegas, bordeaba también uniformemente todo el cuerpo de Olimpia, mi perra, que ni se inmutó ante semejante acontecimiento. Aunque las cosas de mi habitación permanecían en su sitio, sus imágenes llegaban a mis ojos de distintas formas, unas borrosas, otras distorsionadas, incluso algunas se aparecían ante mis ojos con colores diferentes y decrépitos, rayando con la dejadez y el desuso, como el moho que amaña en las casas abandonadas, acrecentando así aún más el desconcierto que me dejaba impávido,

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apenas con la mínima consciencia que se requiere para invertir en la duda y cuestionar cualquier acontecimiento salido de lo habitual. Bajo el agua el tiempo es una cosa distinta. Si arriba hay relojes y orden y movimiento, bajo el agua también los hay, pero estos relojes no tienen baterías, por lo que todo lo demás queda suspendido y sin importancia. ¿Qué más podía hacer yo, si no dejarme ir suspendido, flotando hacia la superficie por efecto del aire que aún quedaba en mi estómago? ¿Qué habría de importarme el miedo o si faltaba al trabajo la mañana siguiente? Así, lentamente ascendía, alternando a ratos con la vista el nailon de la caña de pescar y la soga que ataba el ancla, dejando colgar mis escurridos brazos junto con las puntas arrugadas de mis dedos, vacío, sosegado. Pude percibir, mientras me acercaba, que arriba en la superficie un leve oleaje mecía un bote, en un vaivén pausado y rítmico, no hubo más desconcierto, ni siquiera cuando escuché, justo antes de romper la superficie, que arriba los marineros se decían entre sí mi nombre.



Por: Edwin Javier Morales Perdomo Artista, docente del programa de Artes Visuales Universidad del QuindĂ­o Contacto: ejmorales@uniquindio.edu.co

Ahogada en un vaso de agua. lĂĄpiz, colores y rotuladores sobre papel 35 x 25 cms 2013

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Las palabras y gestos enunciados mediante el lenguaje nos convocan a una suerte de expresión del pensamiento que materializamos por medio de alegorías y metáforas cada vez que acogemos una forma propia de nombrar la realidad y la adaptamos a eventos, lugares, productos, comportamientos, actitudes e individuos; en otras palabras, a un territorio que trasciende lo sensible. Las prácticas cotidianas son el motivo principal de las obras que aquí presento y cuyo aparente carácter próximo y satírico entra en resonancia discursiva con obras de otros artistas, conceptos y teorías que reflexionan sobre la mirada de experiencias particulares, frecuentaciones, maneras de hablar y maneras de hacer, para transmitir ideas, tratar fantasías, narrar acontecimientos o contar historias. La estetización de la vida cotidiana es para mí un acto enunciativo, creativo, de invención y generación, que hace énfasis en las representaciones y comportamientos de una sociedad como uso o consumo cultural y en cómo esto se hace evidente en las interacciones cotidianas. Este grupo de obras intenta validar y ligar algunos procesos de creación con presupuestos conceptuales que despliegan discursos en torno a comportamientos sociales, costumbres culturales y jergas presentes en la sociedad.

Engomada. Pintura digital Medidas variables 2015

Embejucado. lápiz, colores y rotuladores sobre papel 35 x 25 cms 2013

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Por: Sebastian Ciro Contacto: sebastian.ciroc@uqvirtual.edu.co

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Por: Laura Alejandra Llano Villa Contacto: LALLANOV@uqvirtual.edu.co Dibujo Digital Dimensiones Variables

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Por: Blanca Loaiza Contacto: bcloaizal@uqvirtual.edu.co

Pintura Digital Dimensiones Variables 42

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Por: Sebastiรกn Camargo Contacto: scamargor@uqvirtual.edu.co Dibujo Dimensiones Variables

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Por: Diego Alejandro Arias Pinzรณn Contacto: daariasp@uqvirtual.edu.co Ilustraciรณn Digital Dimensiones Variables

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Por: Luis Fernando Barrera Contacto: lfbarreral@uqvirtual.edu.co Dibujo Digital Dimensiones Variables 48

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El XVII Salón de Artistas Quindianos dio como ganadora a Vanessa Montoya, estudiante del programa, mención que coincide con la culminación de su proyecto de grado para optar por el título de Maestra en Artes Visuales. Su propuesta artística Hilos Afectivos es una fotografía que indaga, desde diferentes técnicas, las experiencias del entorno familiar, una urdimbre profunda que nos conecta. En tres preguntas, la artista nos permite conocer un poco más sobre su proceso creativo y las lecciones aprendidas. La Expuesta: Háblanos sobre Hilos afectivos Vanessa Montoya: Bueno, Hilos afectivos es una instalación que nació de mi proyecto de investigación, donde la intención fue hablar sobre esas marcas que tienen un trauma y una narrativa que afectan, tanto individual, como familiarmente. La piel es un diario que tiene infinidad de historias, pero son esas marcas que obtenemos por accidente las que hablan de un suceso, unas personas y unos efectos específicos. Tomé entonces a mi núcleo familiar, mi papá, mamá y dos hermanos, y me di cuenta que ellos tenían justamente estas historias que los marcaron e, inevitablemente, a mí también; y que no solo los modifica a ellos, sino a todos en el núcleo familiar desde diferentes perspectivas. Decidí por consiguiente interpretar y presentar esos lazos afectivos de marcas a través de hilos rojos, que nos unen. También, mediante unos objetos como el álbum, algo muy íntimo, muestro un poco de esos signos en la piel y los objetos que acompañaron esas acciones, como radiografías, gasas, hilos quirúrgicos, lo que me permitió, del mismo modo, crear una intervención donde se evidencie ese “afuera hacia adentro” de un hogar. Con los lienzos propuestos como cortinas, el álbum tejido, la mesa de noche, las mesas de sala y encima unos portaretratos con dos imágenes de esos signos en linografía, pero intervenidos con aguja, generé la sensación del espacio para catalogarlo como herida y sutura. L. E.: ¿Cómo fue este proceso?

Por: La Expuesta Contacto: laexpuesta@gmail.com

V. M.: El proceso fue interesante. Cuando decides ya una obra final en lo que es un proyecto, y con el tiempo se comienza a modificar por pensarla en un espacio, es bastante complejo pero necesario. Al principio los lienzos serían justamente presentados en bastidores, algo clásico, pero después comenzaron a nacer esa lluvia de ideas locas que lo sacan a uno de la zona de confort; hecho que me llevó a bajar los lienzos del bastidor, cortarlos, intervenirlos. Todo fue un proceso muy de “ritual”. Así como la intimidad de la obra, existió esa intimidad al crear, tomarle las fotos a mis padres y hermanos, elegirlas y comenzar a pintarlas. Realmente en esos procesos es cuando descubre uno sus propias metodologías, y no basándose en las de nadie, sino que uno mismo crea el espacio de trabajo, manipula las herramientas de una forma muy personal. En el proceso todo fue un descubrimiento, una sorpresa y muchas emociones, incluso algo de frustración, de creer que se es suficiente y como demostrarse que sí se es. L. E: ¿Qué lección te deja este reconocimiento?

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V.M.: La lección que me deja es que realmente hay que creerse las cosas, estamos en una época donde creerse artista es egocéntrico, uno como creador se da golpes de pecho diciendo no, es que hay gente muy “tesa”, y yo no soy suficientemente buena como los demás. Yo pasé cinco años sin la intención nunca de exponer nada, porque para mí no era suficiente, pero cuando una se “encinta” con un proyecto llega ese momento en el que una dice “no terminé porque aún hay mucho por investigar”; pero esto es algo de lo que quería mostrar, y el reconocimiento ayuda a que una se crea que el arte es su profesión, como trabajo, igual que todos, para dedicarle un 100% de tiempo. Entonces fue bueno, porque también para los que están estudiando, que tienen obras que les gustaría mostrar, pero creen que no es suficiente, está muy bueno mandarlas a estos eventos y mostrarlas sin creerse menos o más que nadie y simplemente por darle un poquito más de arte a esta región, agregarle items a la cultura local.


FotografĂ­a tomada del archivo personal de la artista.

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Por: Maria José Porras Estudiante de Artes Visuales, Universidad del Quindío. Integrante Comité Editorial Revista La Expuesta. Contacto: iofi.bina@gmail.com Maria José: ¿De qué trata Altius Teras? Diego Arias: En Altius Teras logro crear un universo narrativo a partir del mito, viendo este desde una perspectiva ecológica como lo hace Ángel Maya en La aventura de los símbolos y Michel Serres en El contrato natural, esos son libros pilares de mi investigación. A partir de allí, hago una investigación de cómo afectó al mundo la desaparición de los mitos, cómo se produce la separación entre el hombre y la naturaleza reflejado a través de este; a su vez, trato de entender cómo ha evolucionado a lo largo de la historia. M. J: ¿Por qué te nace hacer el proyecto? D. A: Desde muy pequeño he tenido ganas de crear un universo narrativo, me han influenciado autores como Tolkien y Lovecraft. Sin embargo, el punto de partida se dio cuando llegué a la clase de Estéticas Ambientalistas III con el profe Jhonathan Villegas, específicamente leyendo La aventura de los símbolos: la parte del mito de Apolo y Dafne, ese texto me motivó junto con mi afición por lo fantástico. Mis preguntas iniciales fueron: ¿Qué sucedería si las criaturas fantásticas y seres elementales se hicieran presentes en nuestro tiempo? M. J: ¿Realizarías de nuevo un proceso de investigación-creación? D. A: Sí, me gustó muchísimo la investigación-creación. En la sustentación me dijeron que logré muy bien representar ese proceso. Me gustó el hecho de empezar y terminar con algo completamente distinto, incluso es la pelea que tenemos con el anteproyecto, es un punto que para muchos está en el limbo. Empecé teorizando sobre el videojuego, trascendiendo a un juego de mesa, para llegar finalmente a un libro. La parte gráfica y conceptual se va transformando a medida que la investigación se encamina, y es posible ver ese proceso en la bitácora, es como comparar un dibujo que hiciste hace mucho con uno actual. Mi objetivo quizá al final es que la obra hable por sí sola y que no se sostenga en un desarrollo conceptual. M. J: ¿Qué ha sido lo más difícil y lo más fácil? D. A: Lo más difícil es no perder el entusiasmo. Llega un punto en que uno no quiere saber nada del proyecto y cuando se pierde el entusiasmo se pierde tiempo, ideas. Encontrar el tema es un poco complicado, así como decía el profe Álvaro que lo recuerdo mucho: “tiene que ser algo que a ustedes les guste y les motive”. Yo pasé temas diferentes antes de llegar a definirlo, temas como la música y la feminidad. Tenía miedo, en séptimo semestre, que dijeran que mi proyecto no era arte, pero me llevé una sorpresa al saber que mi interés investigativo era válido y podía seguir potenciándolo, también es importante saber defender el proyecto. Lo fácil es la parte creativa, al momento de efectuar la investigación es fácil y divertido.

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M. J: ¿Cuál es la importancia de la investigación en artes? D. A: Tengo un raye con eso, en mi proyecto utilicé el arte como herramienta, considero que sirve mucho la investigación desde las artes, más que investigar sobre el arte, para mi es difícil que alguien llegue a ese punto. De igual forma, el arte siempre ha sido una


herramienta para contar historias. Se puede hacer arte también sin investigar. M. J: ¿Cómo entiendes la obra y cómo llegas a ella, metodológicamente? D. A: Mi obra es una herramienta para transmitir un mensaje. Mi metodología tuvo un enfoque hermenéutico desde la interpretación del mito, uno que mostrara el momento en que mito y hombre se bifurcan en la historia, dejando que la sociedad evolucione sola. Después, la metodología consistió interpretar bestiarios y grimorios. En la parte práctica di cuenta de toda la investigación, creando un universo, a través de la actualización del mito. Mounstrificaciones e hibridaciones de criaturas hicieron parte de la metodología. M. J: ¿Qué recomendación le harías a alguien que esté iniciando su proyecto? D. A: Que sea algo que apasione, donde uno no se aburra investigando, nivelando la parte teórica y práctica, que haya un gusto por las dos. Lo más certero es ser claro con lo que se quiere y no tener miedo a que el proyecto cambie, desapegarse de eso, nunca está claro desde el comienzo, hay que dejar que la investigación lo guíe a uno. M. J: Tres lecturas indispensables: D. A: J.R.R. Tolkien: Sobre los cuentos de hadas. Heidegger: ¿Qué es metafísica? La biblia (Desde su enfoque histórico). M. J: Tres películas: D. A: El señor de los anillos Constantine Nausicaä del valle del viento M. J: Tres mitos: D. A: Yurupari Mitos de Jötunheim El sol babea jugo de piña M. J: 3 Videojuegos D. A: The legend of zelda Majora’s Mask Conker: Live & Reloaded The legend of Zelda: The wind waker.

Ilustración de Diego Arias.


Reseña exposición Baños públicos, asuntos privados de Jhoyman Bedoya

En una breve conversación con Jhoyman Bedoya, estudiante del programa de Artes Visuales, él nos habla y nos presenta el trabajo que realizó durante su paso por los espacios académicos, un universo que resulta de una intensa actividad artística y del ejercicio activo de la investigación creación. El trabajo de Jhoyman se concentra en explorar los baños públicos, en especial los baños masculinos en los centros comerciales, su interés es el de identificar las dinámicas, códigos, las relaciones, al igual que los encuentros de tipo sexual que se dan en estos lugares. Lejos de exaltar estas prácticas o señalarlas, la principal intención es analizar su complejidad, pues estas son más complejas de lo que parecen, puesto que Bedoya allí encuentra “[...] una forma de sabotaje frente a las políticas patriarcales de las instituciones sociales.” Baños públicos, asuntos privados es un proyecto de investigación creación que se gesta en la academia, específicamente en el programa de Artes Visuales, y desde allí el artista intenta abordar la multiplicidad de elementos existentes en estos lugares, específicamente los códigos de la masculinidad. Además, para Bedoya, estos son lugares donde las relaciones azarosas y efímeras se complementan con las condiciones mismas del sitio, hecho que hace posible que se genere este tipo de encuentros de índole sexual. 54

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El proceso de Jhoyman tiene claros intereses personales, además de, en sus palabras: “[...] un afecto por las construcciones de género y en particular para aquellas, aquellos, y aquelles que están en los márgenes de la sociedad.” Asimismo, el artista reflexiona sobre su quehacer en el marco de la investigación creación pues considera que: “[...] cuando se habla de investigación creación, todo el proceso es azaroso, y claro que hay hallazgos, pero lo interesante es cuestionar estos hallazgos para fortalecer la investigación.” Jhoyman Bedoya nos invita a crear, a hacer durante todo el proceso, pues es así como se aclaran las dudas y se aterrizan las ideas. Para acercarnos un poco más al universo de Jhoyman Bedoya nos recomienda darles un vistazo a: Cruising: la apropiación fortuita del espacio público para mantener relaciones sexuales entre hombres de Luis Alonso rojas Herrera y Apropiaciones furtivas de espacios públicos: Intercambio sexual anónimo entre hombres en el entorno urbano de Jose Antonio Langarita.

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Por: Luis Enrique Vargas Prado Contacto: levargas@uniquindio.edu.co Director del programa de Artes Visuales Universidad del Quindío El Programa de Artes Visuales de la Facultad de Ciencias Humanas y Bellas Artes, se prepara, este y el siguiente semestre, para renovar su Registro Calificado; un compromiso que asumimos todos, tanto la Dirección, el Consejo Curricular y la Facultad, como los diferentes comités (de trabajos de grado y autoevaluación), los docentes, estudiantes y la comunidad académica/administrativa de la Universidad. Esta importante tarea se deriva del desarrollo de las dos procesos de autoevaluación y sus respectivos planes de mejoramiento. Estos planes, junto con el PEP y el Documento Maestro, fueron construidos de manera colectiva, trazando rutas de calidad y de auto-reconocimiento como un programa que brinda, a la región y al país, opciones para la formación de profesionales en el campo de las Artes Visuales con la capacidad de enfrentar los retos de la vida contemporánea, donde la innovación, la creatividad, la capacidad creadora, el uso simultáneo de los legados del pasado, propios de las artes plásticas, y los desafíos de las nuevas tecnologías, se hacen cada vez más necesarios para dar respuesta a los nuevos dispositivos de relación. Nuestros estudiantes enfrentan estos retos con una sólida formación en los procesos transversales de investigación creación, transmedios y pensamiento ambiental, como huellas identitarias del programa en el “contexto de los pilares estratégicos de formación, investigación, extensión y desarrollo social”. Como evidencia de lo mencionado anteriormente, es un orgullo comunicar a nuestros lectores de la Revista La Expuesta, que en el semestre 2019-2, hemos apoyado iniciativas que le apuntan al fortalecimiento de los procesos formativos, a la movilidad nacional e internacional de nuestros estudiantes y docentes y a la realización de proyectos de extensión de importancia local e internacional como el Congreso Internacional La MoNtaÑa del Sur, el cual indaga este año, las relaciones entre Arte y Cultura en la era de los Nuevos Medios. De la misma manera, nuestra actividad como Programa se vio reflejada en la destacada participación en el Seminario Internacional de Investigación en Artes y Humanidades, desde la mesa temática “Investigación Creación: Arte, Tecnología y Posthumanismo”, a la cual asistieron, en los días de realización de la mesa, más de trescientas (300) personas. Este evento fue organizado por la Facultad de Ciencias Humanas y Bellas Artes en el mes de septiembre.

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De esta manera, para el logro de los objetivos misionales, el Programa cuenta con un equipo de docentes con un alto nivel profesional en el campo de las Artes Visuales y otras áreas del conocimiento. Este equipo se ha venido fortaleciendo gracias a las diversas convocatorias realizadas este semestre (2019-2), las cuales nos permite hoy contar con docentes como Edwin Javier Perdomo, magíster en producción artística de la Universidad Politécnica de Valencia –Internacional y Magíster en Estética y Creación de la Universidad Tecnológica de Pereira, quien hace sus aportes en la imagen digital 2D y 3D; Hernán Alonso Grajales, candidato a Magíster en Estética y Creación, quien aporta nuevos lenguajes pedagógicos y artísticos relacionados con el sonido y la imagen (en fotografía y grabado); Adrián Hueso, Magíster en Estética y Creación, quien regresa de Filadelfia (EE.UU) después de realizar diferentes actividades artísticas, entre ellas el performance “Cuerpos al Vacío”, caminata simbólica a través del puente Ben Franklin, en el que destacó las experiencias de los inmigrantes que cruzan la frontera sur de los EE. UU; Oriana del Pilar Lince, Magíster en Historia del Arte de la Universidad de Antioquia y especialista en lenguajes artísticos combinados de la Universidad Nacional de las Artes, Buenos Aires, Argentina; y Viviana Franco Gutiérrez, Magíster en Estética y Creación de la UTP, quien cuenta con una importante experiencia en procesos de investigación creación que incorporan lenguajes transmediales. En esa misma línea de fortalecimiento del Programa y del núcleo de Investigación Creación, se encuentra en curso la Convocatoria Docente de Planta, tiempo com-


pleto, en el área de Investigación Creación, proceso que le seguirá aportando calidad a nuestro programa. En el tema de movilidad nacional e internacional, nos complace felicitar a nuestros docentes Andrés Mauricio García, magíster en Educación Artística, por su participación en el Festival Internacional de Arte de Manizales (agosto de 2019), quien participó en dicho evento con la ponencia “Yo, Tú, Nosotros. Relaciones entre el dibujo y la investigación autobiográfica”; a Georgina Montoya Vargas por haber sido seleccionada para participar, en el mes de noviembre, en la Residencia de Creación, Ciudad de Guatemala, donde desarrollará metodologías de investigación creación en compañía de importantes fotógrafos de talla internacional; al docente Andrés Felipe Gallo quien fue ganador en la convocatoria realizada por LA PARED, Arte Contemporáneo, Pereira-CDMX, para participar en la residencia artística a realizarse en Ciudad de México, en los meses de octubre y noviembre en la Colonia San Miguel Chapultepec, a unos pasos de algunas de las mejores galerías de México; a las estudiantes María José Porras, quien fue seleccionada para participar en el Proyecto Ruta Siete ULPGC que se celebró en las Islas Canarias entre el 28 de Julio y el 30 de Agosto de 2019, Gabriela González Gómez quien representó al Programa de Artes Visuales, Facultad de Ciencias Humanas y Bellas Artes y a la Universidad del Quindío, con su ponencia “Ensamblando Alteridades”, derivada de su proyecto de grado en investigación creación, en el IX Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades “El Cuerpo Descifrado”, realizado entre el 22 y el 25 de Octubre en la Ciudad de México (UAM Xochimilco). En esa misma línea, desde el Programa, extendemos nuestras felicitaciones al estudiante Jhoyman Bedoya Giraldo quien fue seleccionado para participar en la exposición “Capital en disputa. Un Campo de prueba dónde crearse e inventarse”, la cual se llevó a cabo, en el mes de octubre, en la Galería RAF - Rojo al Frente, San Martín, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina y a los estudiantes que participaron en el Encuentro Nacional de Estudiantes de Arte – Enea, en la convocatoria AL TABLERO, realizado en la Universidad del Tolima. Aunado a ello, el programa de Artes Visuales también está apoyando este semestre (2019-2) iniciativas de movilidad en la región cafetera buscando acercamientos con la comunidad y con los procesos de formación posgradual; muestra de ello han sido los estudios en cartografía sonora realizados en el municipio de Pijao por los estudiantes de 3er semestre, las relaciones contextuales entre arte, ciudad e identidad, que se establecen en algunos parques y en la plaza de toros de la ciudad de Armenia y que han sido llevadas a cabo por los estudiantes del espacio académico Estéticas Urbanas; el reconocimiento territorial y ambiental, que desde los espacios de Estéticas Ambientalistas (I, II, III), se han realizado en la reserva natural Otún Quimbaya, en la vereda La Suiza de Pereira, en el municipio de Pijao y en la Granja Agroecológica Mamá Lulú, lugares donde se configuran bitácoras visuales o reconocimientos territoriales, ambientales y arquitectónicos, y se efectúan laboratorios de ecocreación in situ. También se resalta la visita de los estudiantes, en el mes de octubre, a la celebración de los 10 años de la Maestría en Estética y Creación de la Universidad Tecnológica, en la ciudad de Pereira, buscando el acercamiento a los procesos de formación posgradual. Aunado a lo anterior, extendemos las felicitaciones a nuestros estudiantes y docentes que participaron y fueron

seleccionados, entre 48 artistas del Quindío, en el XVII Salón de Artistas Quindianos. Entre ellos, y de manera especial, felicitamos el docente Andrés Mauricio García, quien fue acreedor al tercer premio. A las estudiantes Stefanía Díaz, mención de honor, y a Vanessa Montoya, ganadora primer puesto de este importante Salón de Artistas Locales. Por supuesto, también felicitamos a nuestro amigo y auxiliar Juan Carlos Marmolejo, artista con trayectoria local, nacional e internacional, acreedor a una de las tres menciones de honor otorgadas por los jurados. De la misma forma, felicitamos a los estudiantes Jhoyman Bedoya Giraldo y Stefanía Díaz, quienes hacen parte del proyecto MAPEAR, un proyecto ganador de los estímulos nacionales del Ministerio de Cultura, laboratorio colectivo de investigación creación en el cual participarán artistas de Armenia, Pereira y Manizales, con el propósito de pensar, investigar y crear reflexiones en torno a la ciudad y sus dinámicas. De otro lado, el programa, en lo transcurrido de este semestre (2019-2), ha realizado eventos importantes de extensión como el taller de performance, orientado por la artista performer y directora de teatro en Francia, Julie Pichavant; la conferencia sobre Arte contemporáneo, con el artista, curador, crítico de arte e investigador peruano, Emilio Tarazona; y el performance del artista Yury Forero, actividades realizadas en el mes de agosto, gracias al convenio que tenemos con la Fundación Calle Bohemia de la ciudad de Armenia y en el contexto del Festival Internacional de Performance María Teresa Hincapié. Sumado a ello, en agosto, se efectuó el taller de Stencil arte-público, orientado por el artista Empty Boy, y dos eco-cátedras que fueron posibles gracias a la gestión realizada con la unidad de cultura del Banco de la República. En el mes de septiembre tuvimos la exposición de fotografía con realidad aumentada realizada en el hall del bloque de Ciencias Básicas, la cual fue posible en cooperación con la Oficina de Bienestar Institucional y gracias al convenio que tenemos con la Alianza Francesa de la ciudad de Armenia. Por último, tenemos este semestre (2019-2) siete (7) trabajos de grado que se socializarán en noviembre (disertación y exhibición), y que hacen parte de los procesos de investigación creación de nuestros estudiantes. Así, grosso modo, queda expuesta nuestra agitada actividad artística y toda la gestión, proyección, extensión e investigación liderada por el Programa de Artes Visuales en el Quindío. Ahora bien, todas estas actividades y gestiones nos indica la necesidad urgente de espacios adecuados para la exhibición de arte contemporáneo en la Universidad del Quindío, espacios que acojan y proyecten las creaciones de nuestros estudiantes, artistas locales, nacionales e internacionales, un espacio de exhibición de arte contemporáneo que será una puerta a la cultura universal en la Universidad del Quindío.

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